Chapter 1: Primer día de novios.
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—¡Un salud por los novios!
Shorter esboza una sonrisa ininteligible mientras alza la copa de vino, sus ojos, sagaces, recios y demasiado virtuosos para ser el jefe de la mafia china se encuentran con los suyos en un grito de auxilio, está incómodo, es evidente, incluso en su fiesta de compromiso Shorter impresiona querer salir corriendo en su traje de terciopelo rojo con las solapas doradas, siendo franco, Ash no lo culpa, este tipo de mundo no es afable con los blandos y para liarse con los Lee necesitará recubrirse de crueldad. Yut-Lung es un monstruo inhumano. Todos acá son bestias.
—Ni siquiera se dignó a venir esa víbora. —Shorter brama, apareció a su lado apenas le sacaron la mirada de encima, se está aflojando una corbata negra con grabados borbón casi como si la prenda lo estuviera sofocando cuando es otro el ahogo—. Me humilló frente a todos los líderes.
—Quizás se asustó porque sabía que te vestirías así. —Bromea—. Es decir, amigo, nunca fuiste conocido por tus buenos gustos pero al menos podrías haberte visto menos.... —Ash lo recorre de arriba hacia abajo con la mirada. Llamativo. Chillón. Insultante visualmente.
—¿Menos...? —Shorter impresiona totalmente ofendido por su tono—. Anda, acaba de decirlo.
—Menos payaso.
—¡Ah! ¡Respeta al líder de la mafia china!
—Difícil respetarlo si su traje parece un cuadro de arte vanguardista. —Ash sonríe ladeando su copa de vino, es un Romanée-Conti, seguramente de la cosecha de 1987, un año grotesco para la producción vinícola, debió ser una advertencia en forma de regalo de parte de Dino, vaya hijo de puta—. Deberías asesorarte mejor sino lo quieres espantar, Lee es conocido por tener gusto refinado y ostentoso.
—¿Qué tiene de malo mi traje? Me lo hizo un sastre a la medida. —Puede que sea el líder de los chinos gracias a la defunción del regente anterior, sin embargo, aún no se adapta a gobernar y se nota, eh ahí la diferencia entre ellos: Wong es blando. Ash no—. Lo quería usar para mi boda.
—Pobrecito de tu prometido.
—¡Pobrecito yo! El bastardo llegó tarde a nuestra propia fiesta de compromiso, ¿qué se supone que debo pensar de él? Ni siquiera se tomó en serio nuestro primer día de novios.
—No te lo tomes tan personal. —Ash tararea agitando la copa de vino, saboreando el resqueme oxidado y amargo que el licor impregnó en sus dientes—. Es una alianza entre los clanes chinos para finalmente unificarlos en una gran mafia, no es un matrimonio real.
—Fácil para ti decirlo porque no es tu matrimonio.
—De hecho, Dino me quería comprometer con él, pero últimamente Arthur es el favorito, pensé que se lo había cedido a él como prometido, pero acabó siendo una alianza entre asiáticos.
—Eso sonó racista. —Bufa—. Pero ¿en serio?, ¿Arthur?
—Arthur. —Repite el nombre con cizaña—. Desde que estoy tratando de emanciparme de Dino para alcanzar mi autonomía, Arthur ha hecho lo imposible por convertirse en su heredero, volví hace poco a este mundo y fue para acompañarte a ti pero por los rumores creo que le ha estado yendo bien. —Finalmente pudo dejar de ser mi sombra y se convirtió en todo lo que evité—. Los chicos me lo comentaron así al menos, no he hablado con él ni con Dino para saberlo.
—Es cierto, no supe de ti durante prácticamente un año.
—Sí. —Perdón—. Tuve que apartarme.
—¿Te fue bien con tu investigación?
—Más o menos. —Ash se toma el licor de un sorbo, las gotas rojizas caen desde su boca hacia su tráquea manchando el cuello pálido de la camisa, vino para hacer acto de presencia, es una de las facciones de la mafia de Dino después de todo, deben mantener la paz—. No pude hallar a quien estaba buscando en Cape Cod, pero estoy seguro de que debe estar vivo.
—¿A quién fuiste a buscar?
—A nadie. —Sonríe—. Nadie que tenga importancia. —Al hermano que hace mucho se le quitó.
—Ah. —Shorter no sabe nada de Ash—. Ya veo.
—Ajá. —Así como Ash no sabe nada de Shorter—. ¿Las cosas cambiaron durante estos meses?
—Los chicos no estaban equivocados, Arthur ha cambiado. —Shorter desvía la mirada ansioso y reticente, está nervioso, Ash lo escucha por cómo se aceleró su frecuencia cardíaca, aunque la mayor parte del tiempo es una molestia estar hiper-consciente, ahora está siendo útil—. Sing me contó que le dieron su propio juguete, por eso me cedieron a mí a Yut-Lung.
—¿Su propio juguete? —Racionaliza—. Pero solo están los chinos y Dino, no hay nadie más con poder.
—Escuché que fue el último intento de los Yakuza para reponerse pero al final, Golzine los dejó.
—Japoneses. —Medita—. Ja, no lo había escuchado antes.
Y tampoco es que le importe.
No hace la diferencia, Dino gobierna con mano de hierro las calles de Nueva York, tanto chinos, japoneses, negros, blancos como latinos le rinden cuentas, se someten a su orden, Ash sopesa que fue afortunado al ser acogido como uno de sus posibles herederos, si bien hubo una época dónde intentó desesperadamente sacar sus cadenas yendo a Cape Cod aceptó que si ansiaba enterrar esta vida, debía usar las conexiones que Papa le proporcionó, si le corta la cabeza a la bestia y usa su trono nadie se atreverá a cuestionarlo, el problema es que recién se reincorpora.
Pero mientras estuvo jugando a las escondidas en Cape Cod, Arthur aprovechó al máximo para fortalecer su relación con Dino, por supuesto, no le preocupa, Golzine está obsesionado desde que lo aceptó por su beldad y su talento para liquidar y no obstante menospreciar a Arthur sería un error fatal. Ha hecho conexiones. Tratos. Cambios. Ja. Hasta le dieron un juguete frente a la desesperación de los Yakuza. Sin duda Dino debe quererlo.
—Ash. —Dino lo abraza por la cintura, el toque es invasivo, asqueroso pero entrega un mensaje claro: "me perteneces todavía"—. Sabía que vendrías.
—Por supuesto que iba a venir. —El delicado tintineo de las luces se desliza por las cortinas de terciopelo en este opulento salón, las figuras más importantes del bajo mundo se codean unas con otras en una danza de poder y pecado, Dino acaricia su cadera, sus intenciones son obvias y le resulta hilarante, al parecer Arthur no hizo tan buen trabajo—. Es el compromiso de Shorter.
—Los chinos formando su propia mafia ¿quién lo diría?
—No puedes tener a todos por debajo de ti.
—¿Crees que son mis iguales? —Ríe—. ¿Por qué? No por juntar a un montón de insignificantes vas a hacer algo significativo.
—¿Así es como percibes a tu competencia? Qué humilde.
—No te engañes, Ash. —Brama—. El que gobierna esta ciudad soy yo.
—No me engaño, solo estaba comentando algo. —Ash tararea con calma, no le mostrará cómo le afectan sus palabras o las ganas que tiene de cortarle la mano para que lo deje de tocar, más tarde seguramente querrá ir a las habitaciones de atrás porque todo tiene precio y por eso huyó a Cape Cod, más, la realidad tarde o temprano llega—. ¿Cómo has estado?
—Gracias a Arthur, bien. —Puso el tema—. Me ha estado cuidando como lo haría un hijo ¿quién sabe? Sino te empiezas a preocupar puede que él te quite el futuro trono.
—Escuché que le regalaste un cachorro.
—Ah. —Dino sonríe, se relame los dientes—. Hablas del japonés, fue una desgracia, los Yakuza intentaron redimirse y repuntar dándomelo de ofrenda, al parecer es de una familia importante, pero no me convencieron y no los apoyé, no se ganaron ese derecho.
—Así que se extinguieron. —Balbucea en voz alta—. Al menos en la ciudad. —América es hostil para los forasteros que no le sirven a Golzine ¿cómo obtuvo tanto poder? Es un secreto a voces.
—Iba a matar al chico o a enviarlo a algún prostíbulo, pero a Arthur le gustó su expresión repleta de horror así que lo conservó y ha estado usándolo desde entonces, creo que lo trajo incluso a la fiesta de compromiso, ama presumirlo. Lo pasea con un collar. —Tan denigrante, para variar.
—Pobre bastardo.
—Pero bueno. —Dino le da una palmada en la cadera—. La noche es joven, aún tiene que llegar el novio, así que disfruta por mientras. —Golzine lo toma con firmeza impidiéndole que se aleje o se escabulla—. Cuando la velada se acabe quiero verte en los cuartos de atrás ¿lo entiendes?
—Sí. —Suspira—. Lo entiendo. —Sabía que esto pasaría.
—Te extrañé, sweetheart.
Como para tocar a Dino necesita estar totalmente drogado camina a la mesa de bocadillos por el rincón del salón. Se sirve una copa. Dos. Tres. Se traga la botella entera. ¡Mierda! Tendría que haber traído un poco de cocaína, anticipaba que pasaría esto, sin embargo, estuvo un año fuera de sus garras y se sintió malditamente libre, es duro volverse a poner los grilletes él mismo pero todo lo que puede hacer mientras esperan a Yut-Lung es tomar y tomar. Toma tanto que incluso llega a volcar vino sobre otra persona.
—Carajo. —Masculla entre dientes viendo cómo arruinó una pulcra camisa blanca, la mancha no saldrá, es imposible retirarla y más considerando su inmenso tamaño, Ash reza para que no sea un líder importante o un político desagradable—. Lo siento.
Reza para que no sea Marvin. Ni el coronel Fox. Ni Froggy. Ni Evanstine. Para que no le cobre en los cuartos traseros. Ni le dispare. ¿Tiene su arma? Toca el elástico de su pantalón. Sí. La tiene. Puede defenderse. Puede afirmar su posición sin importar cómo este hombre lo quiera rebajar.
—Está bien, no pasa nada. —Pero para su sorpresa, no es una voz dura y recia la que le contesta sino que es dulce, igual que una canción de cuna, tiene acento ¿será de la mafia china? No, es muy fluido para compararlo con la aspereza del idioma—. Yo debí fijarme, lo siento.
—¿Acaso acabas de disculparte? —Incrédulo. Definitivamente escuchó mal, en este mundo si muestras un gesto de bondad te matan y este chico debe saber qué clase de fiesta es esta ¿no?
—Sí, me disculpé.
—¿Por qué? Yo arruiné tu camisa.
—Ni siquiera me gustaba. —El desconocido ríe y es una risa muy linda—. Así que no pasa nada.
Y entonces Ash debe mirarlo.
Pero el instante en que cruza su mirada sabe que está jodido.
Dulce, es la primera palabra que piensa. Se ve y huele dulce.
El chico impresiona joven, tan joven como Sing, debe estar en sus 18 años, tiene mejillas llenas de grasa de bebé que se sonrojan con facilidad a pesar de su piel bronceada, tiene cejas negras y espesas que enmarcan a la perfección unos ojos tan cándidos que teme que se derretirá, Ash queda boquiabierto incapaz de descifrar qué es lo indescriptiblemente magnético de sus orbes porque son de un color común, rasgadas pero grandes, brillantes y si no estuviera viéndole toda la cara juraría que tienen la inocencia propia de los niños. Su cabello es esponjoso. Su nariz es pequeña al igual que sus labios. Es adorable. No. No. Pero quizás es un poco bonito.
—H-Hola. —Y quizás eso le acelera un poco el corazón—. No te había visto por acá, ¿vienes de parte de Shorter? Aunque claro, Yut-Lung igual es chino, ¡no es que quiera sonar racista! Porque no quiero, me encantan los asiáticos, como mucha comida china y mejor me callo ¿no? —Está haciendo el ridículo.
—Creo que eso fue encantador. —Pero el chico ríe, mierda, vaya sonrisa que tiene, se pregunta si realmente estará en el sitio correcto porque impresiona fuera de lugar, alguien así no debería relacionarse con personas como ellos—. Tampoco te había visto por acá, te recordaría.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisa coqueta—. ¿Eso significa que soy guapo? —Espera cohibirlo.
—Tal vez. —Pero el cohibido es él, lo sabe por cómo se calientan sus mejillas y de repente teme estar afiebrado—. ¿Vienes por el compromiso?
—Shorter es mi mejor amigo. —Balbucea—. Y estuve un tiempo fuera de Nueva York, tengo que retomar mi cargo. —El chico alza una ceja, dándole pie para seguir—. Como el sucesor de Dino.
—Espera. —El contrario palidece—. ¿Eres el otro sucesor de Dino?
—El otro. —Bufa—. Arthur es el "otro", no yo. —Ash parpadea ante la realización, el chico habla como si se hallara familiarizado con el bastardo—. ¿Acaso lo conoces?
—¿Eres Ash Lynx?
—Sí.
—No debería estar hablando contigo. —De repente, luce realmente asustado, eso desata unos instintos irracionales para confortarlo, no es su culpa, parece un conejito herido—. Lo lamento, no debería estar hablando contigo.
—Vaya, vaya. —Pero antes de que pueda cuestionarlo, Arthur llega y abraza por los hombros al chico casi como si fuera de su propiedad, conoce esta expresión, la ha visto demasiadas veces en Dino—. Te dejo un minuto para arreglarte el collar y ya estás seduciendo a mi enemigo. —El lince rueda los ojos, está cansado de esta enfermiza rivalidad que tienen por el dominio de una ciudad que ni siquiera le interesa—. ¿Tengo que castigarte otra vez?
—Lo siento. —El chico baja la mirada y se le aprieta el corazón—. No sabía quién era, te lo juro.
—¡Es porque eres tonto! —Arthur bufa y saca de su chaqueta una gargantilla, es gruesa, pesada y negra, tiene incrustaciones plateadas que adornan los bordes, sin embargo, sin importar qué tanto lo embellezca un collar para perros es eso—. Tienes suerte de tener un amo tan paciente.
—Sí, me siento agradecido. —En un abrir y cerrar de ojos, Arthur le tironea la camisa para rasgar los botones del cuello y así ponerle el collar. Ira. Cólera. Impotencia—. No volveré a fallarte.
—Anda, ladra para mí. —Odio—. Sé un buen chico y muévele el culo a tu amo.
—¡Bastardo! —Ash no lo tolerará—. ¿Quién te crees para tratarlo así? Es un invitado de Shorter.
—¡¿Un invitado de Shorter?! —Arthur ríe, es una carcajada maliciosa—. No tienes idea de quién es este pedazo de carne ¿no es así?
—No. —Ash cierra la boca, confundido—. ¿Quién eres? —El chico impresiona a punto de llorar, luce avergonzado de sí mismo y lo manifiesta haciéndose un ovillo entre sus brazos, no, no, no, Ash no tenía la intención de humillarlo u ofenderlo, no le gusta que lo mire así. Le duele.
—Es el tributo de los Yakuza. —Y de pronto lo entiende—. Eiji Okumura, el último que queda de su patético clan. Y es de mi propiedad.
Mierda.
Desearía haberse mantenido indiferente el resto de la velada, no tiene sentido preocuparse por un desconocido que tuvo la mala suerte de nacer en un clan que lo vendió, debería estar atento a Dino y a cómo escapar antes de que le ponga una mano encima, más, sus ojos son incapaces de apartarse del chico el resto de la fiesta, ¿cómo dijo que se llamaba? Era un nombre hermoso que le hacía justicia a su cara, incluso si los Yakuza lo ofrecieron, ¿por qué? No es un homicida, aunque apenas hablaron diez minutos puede apostar su vida a eso, sus ojos eran jodidamente brillantes, no estaban muertos ni tenían la crudeza de un asesino. Él parece inocente. ¿Por qué tuvo que caer en las manos de Arthur? Le da rabia no poder hacer nada.
Y Arthur impresiona notarlo puesto que trata con aún más crueldad a su subordinado, tirándolo del collar, tocándolo, humillándolo frente a los otros líderes, provocando una sonrisa repulsiva de parte de Golzine.
—No es tu problema. —Se repite a sí mismo—. No te involucres, ni siquiera lo conoces.
Pero sus ojitos. Joder. Sus ojitos de Bambi que gritan por ayuda ¿por qué es tan difícil ignorarlo?
—Pareces molesto. —Y cómo sino pudiera ser más oportuno, Blanca se para a su lado con una copa de vino—. ¿Acaso te comieron la lengua o todavía no?
—Ja, ja. —Su risa es fingida y tosca—. Muy gracioso, no extrañaba ese rancio sentido del humor.
—Apuesto que sí. —Impresiona seguro de sí mismo con su pelo perfectamente engomado para atrás y sus músculos ridículamente grandes apretados en el traje de lujo—. Ha pasado tiempo.
—No el suficiente. —Bufa—. Estaba mejor sin ver tu cara fea.
—Tu humor se encuentra inusualmente malo hoy. —Los ojos de Blanca escanean el salón, Ash traga duro, este es el único tipo contra quien no puede competir, es quién lo entrenó y por ende, conoce sus mañas—. Es por Eiji, no has dejado de verlo ¿no es así? —Así que ese es su nombre.
—Ei-ji. —Sonríe al musitarlo sintiendo un dulce cosquilleo en sus labios—. ¿Por qué está acá?
—Arthur se encaprichó, quería probar su valía con algo tangible, ¿qué mejor que las sobras que los Yakuza arrojaron? —Habla como si fuera un objeto. Le da asco.
—El niño no se ve como un mafioso.
—Porque no lo es. —Tararea entretenido—. Escuché que su madre lo escondió para que tuviera una vida normal pero lo encontraron y lo forzaron a tomar el rol, escuché que es bueno sanando más que matando, por eso Arthur también está en buena condición. —Entonces sí es inocente.
—¿Sanación? Lo único que he visto es humillación tras humillación de su parte.
—Siempre es así con los primeros juguetes. —Blanca ríe contra su copa—. Tú deberías saberlo, fuiste el primer protegido que Papa acogió ¿no es así?
—Bastardo. —Masculla entre dientes—. Realmente no te extrañaba.
—¡He aquí a quién estaban esperando!
La música cesa abruptamente y el silencio se rompe con el traqueteo de unas sandalias chinas decididas, las puertas se abren de golpe, una silueta frágil y andrógina se abre paso entre todas las mafias con una sonrisa venenosa, su cuerpo delgado impresiona aún más delicado adentro de un vestido púrpura tradicional, su cabello largo, lustroso y lacio yace amarrado por una serie de trenzas que se encuentran sostenidas por un peine de flor, el maquillaje rojizo alrededor de sus ojos destaca el color profundo y exótico de estos. Es una belleza imponente. Una cara linda que va dejando un camino de sangre a sus pies.
Yut-Lung Lee.
Finalmente está acá el prometido de Shorter quien se adueña de la celebración como si le diera lo mismo haber llegado tarde a la ceremonia, ni siquiera trae consigo un arma, solo un abanico que cubre media sonrisa maliciosa, el clan Lee impresiona descontento por sus acciones ¿qué trama? Había escuchado que Yut-Lung era un enigma, sin embargo, viéndolo está desquiciado.
—Llegas tarde. —Escucha a Shorter farfullar—. ¿Esa impresión le quieres dar a tu prometido?
—Llegué, eso es lo importante.
—Pero llegaste tarde y nos faltaste el respeto a todos. —Arthur alza la voz y se abre paso a pesar del acuerdo taciturno de paz que existe en dichas celebraciones, no gana nada enemistándose con los chinos, sería sumamente tonto hacerlo—. Me faltaste el respeto a mí.
—Tan arrogante como siempre. —Yut-Lung arroja el abanico y lo clava como si fuera una navaja al piso—. No recuerdo haberte invitado.
—El futuro líder de Nueva York debe venir acá ¿no? Pronto me servirás, tú y tu remedo de mafia.
—Te estás pasando de la raya. —Los cartuchos se escuchan retumbar en una advertencia dado que este es territorio de los chinos y si algo valoran los Lee es el orgullo—. ¿Quieres pelea?, ¿en verdad quieres confrontarnos en nuestra propia ceremonia?
—¿Puedes dármela? —Arthur sonríe—. De todas maneras me quedaré con tu clan gracias a la generosidad de Dino y estoy seguro de que gobernaré mejor que una puta como tú.
Es todo.
De un instante a otro, la elegancia se convierte en caos. Balas rasgando el aire. Trozos de vidrio haciéndose añicos. El vino entremezclado como sangre sobre los manteles de seda. Restos de cristales que caen como nieve de los candelabros. Espejos que rocían lágrimas plateadas pero reflectan la violencia en miles de fragmentos inconclusos. Cuchillos que brillan como si fueran destellos fugaces antes de hundirse en destinos sellados. Gritos. Sangre. Órdenes furiosas. La desesperación. El horror. Las máscaras de modales develando a los verdaderos monstruos. Es su hogar. Dulce hogar.
Ash no es tonto, no tiene planeado quedarse ya que necesita prevenir las bajas de sus hombres si pretende gobernar en este cementerio de cenizas así que saca su arma y se abre paso hacia la salida, no dejará que Arthur ni los Lee ni Dino lo maten acá. El estruendo de los muebles que se vuelcan. Los cristales crujiendo a sus pies. La sangre dibujando patrones grotescos encima del mármol pulido y el rostro de un sujeto que no conoció. El aroma a perfume y pólvora. Humo. Sombras fantasmales que tienen cara de cañón. El peso del arma. El chirrido del revólver. Caen los cartuchos a sus pies. Cientos. Miles. Millones. No importa.
—Realmente quedaste malherido en la redada. —La voz burlona de Arthur es un eco lejano, el automóvil lo está esperando para escapar—. Eres como un perro sin dientes y garras, inútil.
—Lo siento. —Eiji. Esa voz es de Eiji—. Me repondré. —¿Acaso quedó lastimado por la redada?
—Estoy cansado de oír esas disculpas. —Claro que quedó herido, no sabe pelear ¿por qué está prestándole atención? No le debería importar. La vida es así. La vida es una perra con él al igual que lo es con Eiji y con todos los demás. No es especial—. Ya no me sirves de nada.
—¡Jefe! —El grito de Alex es lejano—. ¡¿Qué está esperando?! Suba al auto.
—¿Por qué no solo te haces un favor y te mueres? Sería lo más honroso para tu padre. —El clic del arma lo pone alerta—. Pero como no puedes hacer eso, yo te daré un empujón y lo haré por ti, vaya que tienes suerte de tenerme como amo.
—Arthur.
—Recuerda que fui benevolente.
Un disparo. Un grito. Unos pasos lejanos.
Cuando el humo finalmente se disipa y solo queda el silencio Ash ve cómo la mancha rojiza en la camisa del nipón se ha convertido en una poza de sangre que brota de su estómago y escurre desde su boca, el brillo en sus ojos padece, intenta gritar, más, no salen palabras, se desploma en el piso en un santiamén. Aunque sabe que debería abandonarlo ahí puesto que robárselo a Arthur implicaría una guerra interna.
—¡Jefe! ¡Vamos!
Esos ojos.
Esos malditos ojos gritan con suma claridad un último mensaje antes de cerrarse.
«Quiero vivir».
Chapter 2: Atardecer.
Notes:
Hi~ Muchas gracias a todas las personas que le dieron la oportunidad a esta trama de salir a la luz, de verdad no puedo expresar lo calentito que me deja el corazón ver que le den cuerda a los disparates que saca mi mente. Así que arrancamos bien esta trama. El capítulo de hoy ya es para procesar dónde estamos parados, seguimos más enfocados en Ash, pero ojito que se mencionan muchas cosas que crecerán y serán indispensables para el futuro.
¡Espero que les guste!
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Chapter Text
—¡¿Acaso me estás jodiendo?! —Shorter brama tirándose el cabello hacia atrás, su respiración yace entrecortada igual que un caballo de carreras al que no paran de azotar con la fusta, tiene el traje ensangrentado y las manos grises por los casquillos de balas—. ¿En qué carajo estabas pensando? Esto es injustificable, no puedo avalarlo como líder de los chinos.
—Puedo explicarlo.
—¿Puedes explicarlo? —Ríe histérico—. ¿Acaso perdiste la cabeza? Porque el Ash que conocía sabía usar el cerebro y nunca cometería una estupidez de tal magnitud, ¿tienes idea de en cual posición me estás poniendo? No llevo ni un día gobernando, ni un puto día, bro.
—Solo escúchame. —Intenta calmarlo—. No es tan grave. —Shorter lo ve divertido e indignado.
—No puedes haberlo traído. —Farfulla entre dientes, están en la mansión que Dino le obsequió a los 16 años, cuando lo incitó a tomar el control de la mafia y le dio un grupo de hombres para que pudiera entrenarlos—. No. Simplemente no. Me niego a aceptarlo.
—Shorter. —Pero por supuesto, esos hombres eran niños a quienes él les enseñó a matar, solía ser puesto frente a este tipo de pruebas y si las perdía bien sabía dónde acabaría su cuerpo, la jerarquía estaba más que clara entre los relumbrantes pasillos del imperio de Corsa—. Para, lo traje y ya no hay nada que pueda hacer para arreglarlo.
—Le estás declarando la guerra a Arthur, conoces las leyes que nos rigen, no puedes coger algo que no es tuyo.
—Hablas de Eiji como si fuera un objeto.
—Porque ese chico es de Arthur, para él es un objeto.
—Pero él lo desechó cómo si fuera un trozo de basura. —Gruñe con los puños apretados, están caminando como si fueran dos leones enjaulados en aquel inmenso salón—. No podía dejarlo.
—¿Por qué no? ¡Ya has dejado a muchos antes! —Shorter habla con la verdad, no pretende que sus pecados se idealicen. Es un asesino. Hay sangre en sus manos, tanta sangre que ni siquiera logra recordar cuánta. Mata desde los 14 años. Es hijo de Dino. ¿Por qué se ofende? Tiene razón acerca de su naturaleza. Dejó a muchos atrás —. Y Arthur es tu hermano.
—No. —Ash golpea la mesa y tumba la botella de vino a causa de su fuerza, la atmósfera pronto se siente pesada. Enojo. Ira. Indignación—. No porque Golzine nos haya adoptado a ambos eso lo convierte en mi hermano. —Cuando Blanca le informó que la adopción era oficial y que debía llamar a su abusador y secuestrador "padre" intentó volarse la cabeza con una puta bala. Falló.
—Entiendo. —Y Ash nunca falla, está seguro de que Blanca lo saboteó cuando le dio un revólver de los suyos—. No volveré a mencionarlo.
—Más vale. —Qué venía sin balas, no obstante, quiso darle la ilusión de que estaba escogiendo ponerle fin o no a su destino. Bastardos. Todos son unos bastardos acá. ¿Todos?
—¿Por qué Eiji? —Shorter mitiga su voz, se saca los lentes de sol para mostrarse vulnerable, el licor corre a sus pies manchando la horrible alfombra felpuda que Golzine vanagloria, imagina cómo se le deformará la cara al vislumbrar su preciado tapete arruinado y eso lo hace reír, más, es una simple distracción para no responder su pregunta—. No es por ofender, pero se ve inútil.
—Blanca me dijo que era inútil. —Suspira apoyándose contra el velador—. Qué si Arthur lo dejó para él fue porque se encaprichó.
—¿Se encaprichó? —Shorter frunce los labios, apesta a tabaco y alcohol, vaya primer día como líder de los chinos—. ¿Por qué? No es especialmente atractivo y Golzine vende a los prostitutos más codiciados en Downtown, si quisiera sexo tiene la mejor calidad a la mano, la hemos visto.
—Dicen que es bueno curando a los demás. —Hablan de las personas como si fueran pedazos de carne, cuentan balas como si fueran estrellas fugaces—. Eso puede ser.
—No sé, me parece sospechosa la situación.
—¿En qué sentido? —Shorter saca de sus pantalones ensangrentados una cajetilla de cigarros sucia y medio vacía, el porro impresiona duro por la mugre y la cocaína—. ¿Sospechas de Eiji?
—Para que los Yakuza lo ofrecieran debe tener otra utilidad. Imagínate, sería ilógico pensar que ellos pusieron toda la esperanza de su clan en un sujeto común y corriente. Además, ni siquiera es tan bonito como para que fuera vendido de tributo, no, simplemente no me convence, oculta algo, estoy seguro de eso.
—¿Qué sugieres, Wong?
—Qué Arthur esperaba algo de Eiji y como no funcionó lo mató. —Divaga—. ¿Acaso por eso no lo trajiste contigo, Ash? Esperabas que te diera algo grande a cambio ¿verdad?
No, no fue por eso.
¿Por qué lo trajo entonces? Shorter tiene razón, le está declarando la guerra a Arthur ya que por más que deteste las leyes que rigen el bajo mundo las cosas son así, Eiji le fue regalado a Arthur por la mano del mismísimo Dino y por ende, puede hacer y deshacer como desee sin que nadie tenga derecho a interferir, arriesgar el pellejo por un chico con quien habló diez minutos resulta una estupidez colosal. Eiji no es especial. El hijo de puta tuvo mala suerte. Él no puede salvarlo. No es su responsabilidad. Tiene otras prioridades. Gobernar el imperio Golzine. Desmoronarlo desde adentro. Encontrar a Griffin. Vengarse de cada desgraciado que lo hirió aunque les tenga que cortar el pene. Suicidarse una vez lo tenga todo listo.
Pero Eiji...
Suspira.
No pudo simplemente dejarlo morir ¿por qué? Simple, porque Eiji quería vivir, Ash lo contempló con sus propios ojos, vio cómo se aferraba con garras y dientes a la vida, cómo se arrastraba a pesar de estarse desangrando por una herida de bala, a pesar de que los horrores a los que fue sometido nunca se irán y al contrario, solo empeorarán, luchó con una determinación que dejó al lince totalmente pasmado. Quería vivir. Eiji realmente quería vivir y estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de sobrevivir. Y le recordó a sí mismo de cierta manera. A cuándo recién llegó.
¿Entonces, quién era Ash para negárselo?
—Él ya está acá y no puedo cambiar eso. —Así que le responde con simpleza, no quiere develar más detalles de su triste historia, nada cambiará por contarla—. Y debo hacerme responsable.
—¿Por qué sería tu responsabilidad?
—Porque yo elegí salvarlo. —Declara—. Y por el momento Arthur cree que lo mató con una bala así que dejemos que lo crea por mientras. Lo esconderé hasta que se me ocurra algo mejor.
—Ash...
—Jefe. —Bones entra al salón, usa unos guantes de látex y un barbijo de papel—. El doctor está listo con la revisión.
—¿Meredith ya terminó? —Asiente—. ¿Y qué tal?
—Deberías tú hablar con él. —Tiene un mal presentimiento de eso—. Encontró cosas extrañas.
—Cosas extrañas. —Repite—. ¿Cómo qué cosas?
—Qué él te lo explique, no entendí ni la mitad de lo que dijo.
Pero Meredith tampoco es capaz de clarificarle su condición, está escondiendo algo, lo percibe porque con los años ha aprendido a descifrar mentiras igual que un detector refinado, Meredith tiene la respiración agitada, está sudando como si estuviera en un sauna, las manos le trepidan con tal ferocidad que apenas puede sostener el folio, impresiona asustado, aun así, se muestra impermeable a sus amenazas hablando de otras nimiedades. Sí. Eiji casi muere. Sí. Está en un estado delicado. Sí. Fue abusado de todo tipo. Sí. Muestra síntomas de trauma. Sí. Es una pena porque el niño no se lo merece, más, es el pan de cada día en la mafia así que no puede andarlo compadeciendo o dándole un trato especial. Sí. Quiere verlo.
—Asegúrate de que se tome la medicina que le prescribí, es una situación difícil y la necesitará.
—¿Qué tenía? —Meredith es un muro impenetrable—. Trabajas para mí, ¿desde cuándo actúas con ética respetando el consentimiento de los pacientes? —Se ve totalmente ofendido cuando se conocieron gracias a que atiende una clínica clandestina que Ash contrató, vaya.
—¡Desde ahora! —Proclama estampándole contra el pecho una bolsa de papel, a juzgar por el eco debe estar llena de pastillas, probablemente calmantes y antidepresivos, un consuelo que lo ayude a tolerar la cruda realidad—. Esta situación lo amerita.
—¡Pero entonces explícame!
—Lo siento, Ash. —Lo para—. No te diré nada sin su permiso.
—Hipócrita. —Brama—. Recuerda con quién te estás metiendo.
—Aceptaré el riesgo. —El lince rueda los ojos—. Puedes pasarlo a ver si quieres, está despierto.
—¿Quiere verme? —No tiene que responderle nada para enfrentarse a una cruel realidad, claro que no quiere verlo, ante sus ojos es otro bastardo que se lo llevó—. Pero tiene que verme.
—Trátalo suave. —Le suplica—. La noticia que recibió es delicada, no lo alteres más, por favor.
—Es raro que te preocupes por otra persona que no seas tú. —Intenta decirlo en broma—. Esta debe ser una situación muy crítica para que lo hagas. —Más, no hay atisbo de broma en el ceño tenso y la boca apretada del doctor, lo está poniendo ansioso la incertidumbre—. Seré amable.
—Gracias. —Ash promete cosas que no puede cumplir—. Buena suerte.
Entra a la habitación, su corazón es una balada de zozobra, sus manos son tempestad sobre el pomo de oro y sus piernas son barquitos de papel que lo mantienen flotando en ese mar infinito que lo separa de la cama de cobre, la decoración es ostentosa al igual que los demás presentes que le ha ofrendado Golzine, la imagen francamente da risa, ahí se encuentran los tesoros más costosos que existen sobre la tierra regados como monedas en busca de atención y aun así, lo único que puede vislumbrar es a su fina silueta encogida en las sábanas, el alma se le apretuja al verlo en una bata de papel con vendas alrededor del cuerpo. Tiene cicatrices. Muchas. Rojas. Negras. Moradas. Verdes. De todos los tonos inimaginables.
¿Qué tantos horrores soportaste hasta llegar a mí?
—Hola. —Es lo único que se le ocurre decir, Eiji se encuentra con la cabeza gacha e impresiona ido, incluso sino sabe de qué habló con Meredith ve que fue una noticia difícil de digerir—. Creo que no nos habíamos podido presentar bien, soy Ash Lynx. —Le extiende una mano, quiere que las cosas sean distintas a cómo probablemente fueron con Arthur—. Un gusto conocerte al fin.
—Hola. —El contrario ni siquiera es capaz de alzar la cabeza, debe estar asustado y lo sabe por cómo tiembla debajo de la bata. No hace frío—. Soy Eiji Okumura.
—Lo sé. —Pero siempre es invierno para las rosas que corta Dino—. Sé bien quién eres. —Y de quién eres.
—¿Vas a matarme?
—¿Qué? —Frunce el ceño, atónito—. ¿Matarte?
—Sí, ¿vas a matarme?
—¿Por qué haría eso?
—Eres el hermano de Arthur ¿cierto? —La mera asociación le retuerce las tripas porque así son las cosas para el resto, ambos pandilleros fueron bendecidos por la compasión de Dino porque los adoptó y ahora ansía heredarles un imperio, ja, nadie piensa en el precio que tiene la corona si está maldita—. Conozco las reglas que rigen a la mafia, vas a matarme porque le pertenezco.
—No te rescaté para matarte. —Ash le explica dando un paso enfrente, se arremanga la camisa porque está ansioso, la diferencia de estatus se refleja incluso en la ropa, es ridículo, este chico es inferior, ni siquiera es dueño de su propia vida y sin embargo, lo inquieta—. No me gusta que me comparen con esa otra escoria, somos distintos.
—Pues tengo experiencia lidiando con tu familia. —Eiji tensa los puños entre las sábanas, aun viste ese collar para perros que grita: "propiedad de Arthur"—. Y he escuchado cosas sobre ti.
—Has escuchado cosas sobre mí, ¿eh? —Una sonrisa amarga es una mancha de sangre contra sus entrañas. Sus palabras son ácidas—. Pero no sabes nada sobre mí, no en realidad.
—Ni tú sobre mí. —Su altanería lo cabrea, ¿qué diablos? Debería agradecerle porque lo rescató aunque no le concernía, no obstante, las rosas tienen espinas incluso si se arrancan de raíz, el monarca de la mafia se aseguró de que lo aprendiera despojándolo una por una—. No pretendo ser grosero, pero realmente me gustaría estar solo, estoy pasando por algo.
—¿Pasando por algo? —Ash ríe vislumbrando el ramo de flores que yace frente a la ventana, le dijo a Bones que no se tomara molestias innecesarias, más ahí están las orquídeas que Golzine le obsequió como regalo de bienvenida, las delicadas gotas caen desde los pétalos vívidos con suavidad hacia los tallos, se pregunta si serán consciente sobre su prisión—. Yo estoy pasando por algo ahora que te acogí, al menos podrías mostrarte más agradecido por la compasión que te fue otorgada.
—¿Quieres que te trate como mi salvador?, ¿es eso? —La voz del chico se rompe en impotencia y Ash se pregunta si Eiji será consciente de que esa es su nueva prisión, así son las cosas dentro de la mafia—. Puedes matarme si gustas, estoy muy cansado para seguir luchando por mi vida.
—Ja. —Su actitud es indignante, Ash no está acostumbrado a recibir respuestas tan insolentes de parte de nadie—. No tientes mi humor, estás hablando con un jefe de mafia, podrías acabar con una bala entre los ojos sino tienes cuidado, ¿sabes?
—Adelante. —Entonces saca el arma—. Apúntame, ¿acaso no eres un hombre de palabra?
—No tientes tu suerte, tal vez lo haga.
—Hazlo o serás otro hablador igual que Arthur. —Ash quita el seguro y le apunta el revólver a la frente en un abrir y cerrar de ojos—. ¡Anda! Dispara.
—¡Pensé que querías vivir! Por eso te traje, pero veo que eres un maldito suicida, iba a tomar la responsabilidad por ti pero si tanto quieres morir solo dispararé. —Y realmente planea hacerlo.
Va a matarlo para así acabar con su sufrimiento.
Quiere matarlo.
Pero no puede.
—Quiero vivir. —Porque el instante en que Eiji alza la cabeza y sus ojos se conectan—. Pero hay muchas cosas en mi cabeza y apenas puedo soportarlas, él me abandonó, intenté serle útil, él aun así me desechó como si fuera un pedazo de basura, Arthur me quitó todo el valor que tenía.
Entiende que Eiji está llorando.
—Perdón. —Eiji ahoga el llanto apoyando sus palmas contra su boca, silenciándose—. Perdón.
¿Lleva sollozando todo este tiempo? Ni siquiera lo escuchó, Arthur debió condicionarlo usando castigos para que no mostrara vulnerabilidad, sus palmas tiritan dando cuenta de la necesidad que siente por confortarlo en vez de quedarse mirando mientras se hace un ovillo en la delgada bata blanca, seguramente no lo han tratado con amabilidad en mucho tiempo, piensa abriendo los brazos en un ademán para acogerlo, frenándose ya que no tiene derecho, además tiene que cumplir con un rol determinado, no puede darse el lujo de consolarlo. Pero Eiji. Dios. Se le hace mierda el corazón al escuchar su llanto sofocado, luce tan rompible que teme que el momento en que lo toque se haga trizas como un espejo craquelado, es apenas un niño al que arrancaron de su hogar para tirarlo en un florero. Muerto. Sin vida. No es justo. Dino ya tiene muchas rosas.
—No te mataré. —Le asegura con más calma—. Lo siento, no quise partir con el pie equivocado pero tengo mal carácter y no estoy acostumbrado a que me traten tan directamente. —Su fleco oscuro se engancha con los racimos que tiene por pestañas, las lágrimas cristalizan las puntas y de pronto está lloviendo sobre su piel bronceada—. No quise ser tan duro contigo, te hice una pregunta tonta y dejé que mis emociones tomaran el control.
—Me cuesta. —Le explica—. Me cuesta hablar contigo luego de tanto con ellos.
—Lo sé.
—Lo siento, solo desquité mi enojo contigo y no fue justo.
—No te disculpes. —Ash lo acoge de los mofletes, su corazón late con fuerza, pierde el aire sin razón, Eiji es una de las rosas en el invernadero de Dino—. No es necesario. —Y por eso lo toca.
—¿No te meterás en problemas si me quedo? Tienes razón, debí agradecerte por salvarme pero no pude. —El japonés se aprieta el estómago con fuerza—. Hay cosas que no puedo contarte.
—Está bien.
—Y Arthur tratará de matarte si se entera de que sigo vivo.
—Tal vez. —Frunce los labios, acaricia sus orejas y las vislumbra enrojecer, lo enternece que el chico actúe tan cándido incluso luego de todo lo que ha pasado, ¿estará bien robárselo incluso si eso significa declarar una guerra? No. Claro que no. Y aun así—. Pero ya no puedo dejarte.
—¿Por qué?
—Porque te recogí. —Ash anhela quedárselo—. Y me debo hacer responsable de esa decisión.
—Señor Lynx...
—Ash. —Se burla—. Si me dices señor me voy a sentir viejo y no pareces ser mucho más joven.
—De hecho, soy más grande que tú. —Este ambiente es lindo.
—¿Eh? —Una sonrisa incrédula tirita en sus labios, es una cajita de sorpresas—. ¿En serio eres mayor?
—Dos años.
—Entonces con mayor razón llámame "Ash". —Insiste, quiere ser amable—. ¿Puedes hacerlo?
—Ash. —Con una pequeña «u» al final, casi como un estornudo, qué pronunciación tan bonita.
—Así está perfecto. —Nunca le había gustado tanto su nombre como cuando lo escuchó de su boca por primera vez, está seguro de que Eiji será un problema, de que Shorter tiene razón, que debería oír a su instinto puesto que nunca le ha fallado—. Yo cuidaré de ti de ahora en adelante.
Pero al carajo.
⊱✿⊰
Eiji apenas sale de su habitación los días siguientes y es frustrante, se repite que necesita darle espacio para que se acostumbre al nuevo ambiente ya que vislumbra los síntomas traumáticos con una dolorosa obviedad, racionalmente desglosa que será como adoptar a un animalito que fue gravemente maltratado por los dueños anteriores, que lo va a rasguñar, morder, patear, que va a necesitar paciencia ya que no puede forzarlo a que confíe en él, bien sabe que por inocente él mismo cayó en las garras de Dino, por ende, no puede culparlo. Pero es frustrante. Hay veces en que tiene ganas de agitarle la jaula para obligarlo a salir. Mierda. Es malditamente frustrante.
—Te ves tan impaciente que hasta da risa. —Por supuesto, Shorter es un hijo de puta que adora fastidiarlo, tiene suerte de que no haya iniciado una guerra con los chinos por conveniencia.
—¿Acaso no tienes casa?
—Sí, tengo.
—¿Y por qué sigues aquí? —Ya van dos semanas—. Voy a cobrarte renta si no te vas a la casona que te dieron los Lee.
—No quiero encontrarme con mi prometido. —Ash esboza una sonrisa hilarante y le arroja una mirada sagaz, están sentados en el pórtico de la mansión, frente al magnánimo jardín que Dino le obsequió para cortejarlo, asqueroso, ¿no? Pero su "padre" ama mucho a sus hijos—. Y dijiste que podía quedarme todo lo que quisiera, te estoy cobrando la palabra, bro.
—¿Por qué evitar a tu prometido? Si se nota que es adorable. —Shorter lo degolla con la mirada.
—¿Por qué no te casas tú con él, entonces?
—Porque no me van los chinos, son feos e insoportables. —Tararea entretenido—. Sin ofender.
—Pues tampoco eres mi tipo. —Shorter chista, quitándose los lentes de sol, sus ojos centellan contra los rayos del atardecer reflectando en su iris. Naranjo. Negro. Cobrizo. Rojo. Ámbar. Gris.
—Lo mismo digo, los asiáticos no llaman mi atención.
—Ah, pero bien te van los japoneses.
—¿Qué diablos quieres decir?
—Sabes lo que quiero decir. —Shorter saca una caja de cigarrillos de su traje, vestir atuendos formales sin duda es lo peor de adquirir el liderazgo—. He visto como rondas afuera de su pieza igual que un gatito abandonado, es un poco adorable verte tan desesperado para ser honesto.
—¿Quién está desesperado? —Chista robándole un cigarro, sacando un viejo encendedor azul que tomó de la oficina de Max sin que se diera cuenta, gira la ruleta, escucha el clic, contempla a las llamas consumir el papel hasta hacerlo cenizas, lo coloca en su boca—. Fui un idiota con él y me siento culpable. Fui grosero, eso es todo, quiero arreglarlo.
—¿Dónde está la novedad? —Shorter arroja la cabeza para atrás y le da una profunda calada a pesar de no necesitarla—. Siempre eres grosero, he escuchado lo que dicen tus subordinados.
—Sí, pero... —Las cenizas caen hacia el jardín y queman el pasto—. Él tuvo que haberla pasado muy mal con Arthur, no necesitaba que el otro hijo de Golzine le gritara. —El título está podrido.
—¿Puedes serme franco? —Es raro que Wong se ponga serio, más, cuando lo hace es de temer.
—Pruébame.
—¿Por qué lo trajiste? —Ni siquiera lo deja abrir la boca para poner excusas—. Dímelo en serio.
—No sé. —Sus ojos se enfocan en las cenizas, sus dedos sostienen el cigarro sin que sea capaz de levantarlo para fumarlo, la brizna se lleva el diente de león grisáceo—. Me gustaría decir que es por rencor a Arthur, que es para quitarle algo y sentir que le he ganado.
—Pero no es así. —No es una pregunta—. No lo trajiste por Arthur.
—No. —Igual le responde—. No sé por qué... verlo... verlo tan aferrado a la vida a pesar de todos los horrores a los que lo sometieron, simplemente no pude dejarlo tirado ahí y es tonto viniendo de un asesino, sé lo que soy, Shorter. Realmente lo sé. —Ríe con amargura—. Pero no me habría podido perdonar dejarlo moribundo mientras se desangraba, no si podía salvarlo y podía, podía salvarlo. —Y lo salvé—. Quizás intenté hacer una cosa buena para compensar todas las malas.
—Esto es impropio de tu parte.
—Lo sé. —Baja la mirada—. Eso me asusta.
—¿Eh? —Shorter sonríe mientras el humo le purifica los pulmones—. Eso es nuevo: el lince de Nueva York asustado por un indefenso conejito.
—¿Crees que sea tan indefenso?
—Supongo que lo sabremos con el tiempo. —El cielo arde como una pintura desgarrada en una galería profana, sus mechones dorados se enganchan al cuello de su camisa, sus manos están acalambradas y sucias a causa de la matanza de la mañana—. Si despiertas y tienes la tráquea tajada es porque no era de confiar, si despiertas en una sola pieza sí lo era.
—¿Estás hablando de mí o de tu dulce prometido? —Shorter chasquea la lengua y lanza contra las flores muertas el cigarro, la humedad apaga la llama, la noche cubre los pecados.
—Me quedaré a vivir acá hasta que esa víbora venenosa se vaya de la casona, él me da miedo.
—Si sabes que se van a casar ¿verdad?
—Pues me quedaré acá todo mi matrimonio, evitándolo.
—En tus sueños. —Chista—. Y en mis peores pesadillas.
El resto del día se dedica a atender y guiar a sus subordinados, estar fuera un año los expuso a que sujetos como Arthur pudieran infiltrarse para disolver su facción, no dejará que suceda, no si se decidió a abrazar su destino y a usarlo a su favor, aun así, es duro volverse a poner esa piel que Dino zurció para que vistiera y colocarse en los zapatos de heredero, desearía asemejarse a Arthur en ese sentido y ser indiferente a las matanzas. Pero la sangre en sus manos. Los gritos en su cabeza. Las pesadillas. El asco. El tormento. La desesperanza. Niega. Si conecta con eso se volverá débil y los débiles no gobiernan, así que debe enterrar su humanidad, es fácil, desde los ocho años la enlutó mientras bajaban el ataúd repleto de inocencia.
—Los chicos ni siquiera se me acercan. —Dice para sí mismo y no los culpa, deben odiarlo, se fue un maldito año por egoísmo y los dejó desprotegidos frente a las garras de Dino, más, él no pidió esa responsabilidad ni quería asumirla—. Debería irme a acostar.
No obstante sus pasos frenan en medio de la residencia, debe frotarse los ojos para comprobar que realmente esté fuera de su habitación, han pasado semanas desde que no sale ni tampoco habla con nadie ¿por qué ahora? Quiere saber, más queda paralizado por cómo la luz escarlata enmarca sus ojos cobrizos con una suavidad arrebatadora, por cómo sus cabellos danzan ante la brisa que se cuela del ventanal haciéndolo ver esponjoso, lo suficiente como para proyectar sombras sobre sus mejillas, su piel se tiñe de dorado bajo los rayos ardientes del sol. Lo siente etéreo. Surreal. Lejano. Pero tan limpio. Abre la boca y deja caer el cigarrillo.
—Estás acá. —Dice haciendo obvio lo que está pasando.
—Estoy acá. —Se mira triste, más es una tristeza diferente a la que conoció, es como si hubiera aceptado algo, como si hubiera perdido algo—. Hola.
—Hola. —Se espabila—. ¿Por qué estás acá?
—Me gusta cómo se ve el atardecer. —Eiji le explica con una mirada melancólica y vidriosa, ha pasado algo, sin embargo, no tiene derecho a preguntarle, por ende, no lo hace—. Es bonito.
—Lo es. —Así que en su lugar—. También me gusta como se ve.
Ash se para a su lado para observar juntos el atardecer y espera que esto sea suficiente, espera que así logre transmitirle que está aquí y no se irá. Él lo recogió. Lo salvó. Él se responsabilizará.
Notes:
Cositas importantes, si bien, saben que soy la morra de las terapias en los fics de traumados, acá no porque no es el corazón de la trama, así que no tenemos plata para terapia, solo hay mafiosos y dramas oscuros por acá. Pero hablando en serio, Eiji y Ash tienen maneras muy diferentes de afrontar las cosas ¿por qué? Porque son personas diferentes y antes de esto, Eiji tenía una vida normal de la que se le arrancó para forzarlo a normalizar cosas heavys que no son normales y eso le irá pesando de a poco, con Ash sigue muy la línea del canon su manera de funcionar, ya irán aflorando esas cositas.
Mañana nos enfocamos más en Eiji y en cómo él se está adaptando a todo esto, así que mil gracias por leer, ¡nos vemos mañana!
Chapter 3: Cumpleaños.
Notes:
Hi~ Muchas gracias a todas las personitas preciosas que se andan paseando por esta historia aunque wattpad se ponga mañoso y no avise las cosas como debería, cómo les mencioné ayer nos vamos a ir metiendo poco a poco en el trauma de Eiji porque es heavy pensar que de una vida relativamente normal pasó a una situación de violencia y abuso sostenido por un año, denle tiempo al chico y presten atención en lo que dice y no dice, es importante. Pero nos vamos con Eiji hoy.
Mil gracias por tanto, son mi rayo de luz en mis días de chambeadora, se les quiere harto.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Frente a un espléndido espejo con gastados focos plateados alrededor, Eiji se termina de cerrar una corbata de seda, es de moño, negra, desprende lujo, le da un toque refinado a la gargantilla que Arthur le obsequió, pero un perro no puede quitarse el collar sin el permiso de su amo y él no es la excepción a la regla. Suspira. La camisa de raso azul resalta a la perfección la añoranza que yace en sus ojos, el contraste es perfecto, escuchó que Ash personalmente eligió las ropas que usaría, está en su derecho, después de todo le salvó la vida y es su cumpleaños, ¿cómo le dijo Dino cuándo lo secuestró? Ah, sí.
«Serás un espléndido regalo para mi hijo, lo harás un hombre».
—Es distinto a Arthur. —Dice para sí mismo intentando acomodarse el flequillo, razonando que es una mera excusa para no salir de su habitación puesto que se ha encerrado durante un mes.
Pero no es su culpa.
Arthur lo abandonó luego de despojarlo de todo su valor ¿y ahora? Debe seguir viviendo incluso si se le ha privado de una vida normal, los días en Izumo con su madre impresionan tan lejanos, es casi surreal, quizás esas sean las memorias de alguien más o de un alma pasada, pero antes de que lo arrancaran de los brazos de su familia su padre se disculpó y le suplicó que fuera más fuerte, eso hará, sino todo será en vano, por ende, debe aceptar que ante los ojos de los Golzine es un trozo de carne que usan para divertirse y ahora es el turno del lince de Nueva York. Sádico.
—Disculpa. —Una serie de golpes irrumpen la puerta, Eiji se sobresalta y su primer instinto es esconderse detrás del tocador, no obstante, sabe que eso es mal visto en la mafia—. El jefe me pidió que viniera a ver si estabas listo. —Si van a matarlo, lo harán aunque se esconda—. ¿Sí lo estás?
—Lo estoy. —Un chico con reflejos rosados, una pequeña trenza y un colmillo sobresaliente se mete a la habitación, lo ha visto antes, estuvo cuando el doctor lo revisó. Él sabe su secreto.
—¡Wow! —El muchacho sonríe pasmado desde la puerta—. Eso te queda bastante bien, el jefe hizo una muy buena elección de outfit, ¡lo sabía!, ¡te sienta de maravilla!
—¿Esto? —Eiji ladea la cabeza y se ve al espejo confundido. Simplón. Soso. Feo—. ¿De verdad?
—Claro. —El chico entra efusivo y se para a su espalda para que se mire en el tocador, lo ayuda a planchar los pliegues de la camisa, las imperfecciones de la tela desaparecen bajo la ternura de un toque melifluo, contempla su reflejo, más, pronto baja la cabeza, es incómodo tener que ver a un desconocido—. ¿Arthur no te conservó por eso? Escuché que solía llevarte a las fiestas porque se sentía orgulloso de ti, no lo culpo por presumirte, eres un lindo acompañante.
—No. —Sonríe con amargura—. Él no me llevaba para presumirme, me llevaba porque era una posesión exótica que él disfrutaba humillar ¿acaso no será lo mismo con Ash? Tal vez me ponga ropas bonitas como una muñeca, pero un Golzine, es un Golzine.
—Él no es un Golzine.
—¿Entonces qué es? —Eiji aprieta los puños sin moverse frente al tocador, la sombra que yace en su reflejo se asemeja a una novia que se encamina a su funeral. Escucha la música. Se pone el velo. Acepta el grillete del dedo—. Escuché lo que dicen de él, al final ¿no es peor que Arthur?
—El jefe no es así. —El tono del contrario se endurece, sin embargo, se esfuerza por dejar ir las emociones que lo atormentan para no asustarlo—. Él es especial.
—¿Especial? —Ríe—. Todos dicen serlo.
—Soy Bones, por cierto. —Se presenta oficialmente—. Y llevo sirviéndole a Ash desde el inicio.
—Soy Eiji Okumura.
—Lo sé. —Lo interrumpe sentándose en la cama—. Todos sabemos quién eres aunque casi no hayas dejado tu habitación.
—Oh. —Es un regaño—. Perdón. —Lo hizo mal—. No quise mostrarme como un ingrato. —Pero todo esto aún es nuevo y estoy asustado, no sé nada de Ash además de lo que Arthur bramaba.
—¡No! No. —Bones agita las manos en un ademán por pararlo—. Es entendible, Meredith dijo…
—¿Puedes no comentarle a nadie lo que dijo? —Sus ojos en sus zapatos. Sus zapatos sobre la alfombra. La alfombra en sus pecados. Los pecados en un perjurio—. Por favor, sé que no tengo ningún derecho a pedírtelo y que te pondré en una posición compleja, pero si alguien supiera…
—Hey. —Bones lo calma, extendiéndole la palma, guiándolo para que se siente a su lado en la cama—. No le diré nada a nadie, puedes quedarte tranquilo.
—¿Qué quieres por tu silencio?
—Nada.
—Nada. —Eiji frunce el ceño, confundido—. ¿Por qué?
—Porque deseo ser tu amigo. —Dice como si fuera obvio (casi natural) tratarlo con igualdad, le resulta desesperanzador pensar en lo mucho que cambió en un año por Arthur—. También creo que le haces bien al jefe, es raro verlo tan impaciente y paciente por alguien, puede que no sea bueno mostrando sus sentimientos, pero se preocupa por ti, está ilusionado con que estés hoy.
—¿No será peligroso? —Su lengua es un nudo y su boca sabe a óxido—. Nadie sabe que todavía sigo con vida, ¿acaso no vendrán personas importantes a su fiesta de cumpleaños?, ¿si me ven no se meterá en problemas?
—No a esta. —Comenta—. Esta es la celebración real de Ash, el fin de semana tendrá una cena familiar en la mansión de Dino donde asistirán todos esos mafiosos petulantes y sucios porque así dictan las leyes del bajo mundo pero esta es nuestra fiesta y no está invitado nadie perverso.
—Gracias. —¿De qué está agradeciendo? Simplemente cambió la prisión—. Eres muy amable.
—¡P-Por supuesto que lo soy! —Inclusive en la oscuridad puede ver cómo todo Bones se matiza de escarlata y se cristaliza por los nervios—. Ya era hora de qué me reconocieran. —Eso lo hace reír, es una risa pequeña y apenas perceptible—. Espero que te guste estar acá.
—¿Por qué le das tanta importancia? —¿Por qué me das tanta importancia?
—Porque todos los chicos a quienes Ash acogió son marginados. —Bones se levanta y otra vez le extiende una mano—. Bienvenido al club, Eiji.
Esta vez la toma.
⊱✿⊰
Bones le ofrece el brazo para bajar al salón principal, Eiji lo acuna agradecido, es la primera vez que se aferra a otra persona y sin embargo la mansión sigue siendo una guerra silenciosa de la que no ha querido ser partícipe. Respira, respira, respira. Se alienta a sí mismo. Todas las casas de los Golzine se parecen, tienen los mismos ventanales amplios, muebles lujosos, pilares con diseños recubiertos en oro o cobre, baldosas de marfil y pinturas escalofriantes, quizás por eso es tan difícil estar aquí, lo evoca y lo transporta con una dolorosa vividez a las palmas de Arthur.
—Te tengo. —Bones lo anima mientras bajan una inmensa escalera de caracol, la música tiene un toque suave y dulce que solo una orquesta puede conferir, es surreal este tipo de ambientes en la actualidad, ja, pensar que antes de que su padre apareciera estaba en la universidad pero ahora impresiona atrapado en la novela de alguien más—. Ya casi llegamos, ¿estás listo?
—Sí.
—No estés nervioso, Eiji.
—No lo estoy. —Miente—. Este último año me he acostumbrado a esta atmósfera. —La mirada de Bones es un bricolaje de compasión y melancolía, debe darle pena su situación y más si se enteró de sus circunstancias—. Pero gracias por acompañarme, Bones. —No obstante lo único que puede hacer es jugar las cartas a su favor.
—Es lo mínimo que puedo hacer luego de lo que te pasó.
Así que bajan al salón y Eiji aprecia la mansión por primera vez, resulta gracioso el contraste en chicos tan toscos y un ambiente tan refinado, escuchó que Ash recién va a cumplir 20 años así que es esperable que no se comporte como un adulto, pone un pie en el último escalón y lo ve.
Hermoso.
Ash Lynx es precioso, su piel tallada en marfil es una disonancia arrebatadora contra el carmesí de la camisa y el ébano del esmoquin, sus ojos son como dos gemas que le perforan el alma el segundo que entablan contacto visual, un jade se encuentra adornando su oreja, su cabello de oro yace acomodado hacia atrás. Luce absolutamente glorioso. Deslumbrante. Bello igual que una estatua en un museo. Eh ahí el motivo por el que Arthur lo resentía y Dino se obsesionó.
—Viniste. —Y no obstante, una chispa de ternura se enciende en sus pupilas tras verlo del brazo con Bones—. Realmente viniste.
—Tú querías que estuviera acá. —Musita, cabizbajo. Shorter está a su lado y tiene la sensación de que al líder chino no le agrada su presencia—. Así que vine.
—¿Por qué sigues usando ese collar? —Su voz se endurece—. No había querido preguntar pero me molesta que siga ahí.
—No puedo quitármelo.
—¿Es por algo de lealtad? —¿Por qué impresiona tan herido?—. No importa. No me contestes.
—Jefe. —Otro de sus subordinados interrumpe la conversación antes de que le explique (¿pero cómo podría explicarle lo que le hicieron?)—. Hay un asunto urgente del que debe ocuparse.
—¿Ahora? —Ash suspira, se frota el ceño—. Realmente me gustaría pasar más tiempo con Eiji.
—Se trata de Black Sabbath.
—Está bien, Alex.
—Ash.
—Shorter, tú quédate con Eiji. —La oferta le pone los pelos de punta—. Qué se ponga cómodo.
—Ah. —A Shorter tampoco impresiona gustarle la idea—. No te preocupes, lo haré.
Pero los dejan a solas y es malditamente fatigoso, no porque Shorter sea desagradable, a juzgar por las reacciones de los otros chicos es bastante popular y carismático lo que se refleja en su traje de terciopelo tan púrpura como su pelo y en sus lentes de sol inapelables, entabla charlas banales, lo presenta como el nuevo añadido de la mafia de Lynx, le ofrece de comer, brindan a pesar de la ausencia del cumpleañero, comentan la música, el rechazo es sutil, más, está ahí.
Eiji está seguro de que Shorter lo odia.
—Yo no te agrado. —Y no sabe si es el alcohol o el cansancio, más, lo dice directamente—. ¿No es así?
—No tengo nada en tu contra. —Shorter intenta explicarle, se afloja la corbata sofocado puesto que no esperaba de semejante confrontación—. Pero Ash ha sido mi mejor amigo desde los 14 años y estoy tratando de cuidarlo, no es nada personal, sin embargo, no puedo confiar en ti.
—¿Por qué? —Es obvia la respuesta.
—Porque eres peligroso.
—¿Por qué estaba con Arthur?
—Y porque te niegas a desprenderte de él. —Le apunta el collar—. Por alguna razón Ash decidió salvarte la vida incluso si eso ponía en riesgo la suya, se ha mantenido empeñado en ocultar la traición que acogerte implica para su familia pero te ha presentado a sus hombres de confianza para que te sientas acogido, te ha dado tu espacio para adaptarte, está pendiente de ti y me da miedo que tú te aproveches de eso, qué seas un espía de Arthur o uno de los peones de Golzine o de alguien más.
—No soy eso.
—¿Entonces por qué no eres capaz de desprenderte de él? —Se burla con una sonrisa amarga.
—Es complicado. —Baja la mirada y juega con sus manos, de repente esta atmósfera lo asfixia.
—Complicado. —Repite, indignado—. No quiero ser tu enemigo, Eiji. Pero muchas cosas sobre ti no me terminan de cerrar, ¿por qué los Yakuza enviarían a un mocoso que se nota que nunca ha sostenido un arma en su vida de tributo?, ¿por qué Arthur te conservaría si tampoco eres un gran aporte para su imperio? Sin ofender pero no te ves excepcional, así que algo debes ocultar.
—No pedí nada de esto. —Eiji aprieta los puños hasta dejar cinco medialunas marcadas en su palma por la impotencia—. No pedí que me robaran de mi familia. —E hicieran lo que quisieran.
—Pero te niegas a unirte a una nueva familia porque sigues aferrada a la anterior. —Dice y dice.
—No sabes nada de mí. —Cuando no tiene idea de nada en realidad—. ¿Con qué derecho estás encarándome con esto?
—Pues soy el líder de los chinos y debo cuidar a los míos.
—Me ves como una amenaza.
—No. —Shorter brama—. Pero si te atreves a lastimar a Ash, verás cómo trato a las amenazas.
—¿Crees que estoy en posición de herirlo? —Su voz erupciona en su garganta como lava contra sus cuerdas vocales, arde, cada palabra es un chorreo de veneno corrosivo—. Ash puede hacer y deshacer como quiera conmigo, igual que todos en su familia.
—Necesito aire. —Declara—. Esta conversación se tornó asfixiante, no te metas en problemas.
Como si pudiera.
Eiji rehúye de la fiesta aislándose de la afluencia, el balcón está cerrado y aun así, se las arregla para colarse con una copa de vino, ni siquiera le gusta el alcohol, más, a veces necesita de este para tolerar su situación, no culpa a Shorter por desconfiar de él, le pertenece al enemigo, claro que es lógico que guarde sus reticencias, no les dice nada de su pasado porque teme que igual que el resto de los Golzine jueguen con esas peculiaridades, pero al final… Eiji traga la copa de un sorbo y se abraza a sí mismo. Al final no pudo darle nada a Arthur. Debería estar feliz, estaría atado si no fuera así. ¿Por qué no lo está? Una pérdida es una pérdida. Y Eiji está en su funeral.
—Qué sorpresa verte acá. —Conoce esa voz, Eiji se da vueltas con el corazón latiendo tal como un avecilla a punto de ser devorada por un depredador. Es precioso. Cabello negro y lacio. Ojos tan oscuros como una noche sin-estrellas pero con un toque morado. Piel perlada. Silueta fina.
—Yut-Lung.
—Nos vimos de pasada en algunas reuniones. —El chico está usando un traje chino tradicional que le sienta de maravilla, es escarlata con bordados de oro—. Pero estabas del lado de Arthur.
—Yo no… —¿Qué debe hacer? No tiene una excusa preparada y no obstante tampoco pretende traicionar a Ash. Su salvador.
—Y se supone que estabas muerto, Arthur ya está buscando a tu reemplazo. —Apenas sostiene la copa sin que se le resbale de las manos. Impotencia. Ira. Pena—. El estúpido te compadeció.
—¿Me está reemplazando? —Yut-Lung esboza una sonrisa irónica antes de menearse para así apoyarse a su lado—. Cómo si fuera desechable.
—¿Qué eras exactamente para él? Suenas despechado.
—¿Qué crees que era exactamente para él? —Los ojos del chino arden como si las palabras de Eiji fueran leña nutriendo una llama incontrolable—. Perdón, eso fue impertinente de mi parte.
—Debo confesar que no dejo que me hablen así, pero contigo haré una excepción, vaya suerte.
—¿Por qué harías eso?
—Tengo la sensación de que la sumisión que mostrabas era pura fachada para sobrevivir, creo que tienes carácter. —¿Es así?
—No sé. —Genuinamente—. A veces todo esto sigue pareciendo surreal. —Sus dedos aprietan la copa, las gotas restantes del vino penden hacia sus zapatos de cuero, se manchan, ¿enojará a Ash ver que no los ha cuidado? Lo ha estado evitando porque le daba miedo averiguarlo—. El simple hecho de estar hablando contigo y de convivir con los líderes de la mafia lo es.
—Tuviste una vida normal antes. —No es una pregunta—. No puedes normalizar algunas cosas que para quienes nacemos ahí son normales, eso te delata, tú no perteneces acá, qué irritante.
—No sé. —Suspira—. Me siento como una persona diferente desde que me entregaron a Dino.
—¿Qué quiere Lynx contigo? Sin ofender, pero te ves inútil.
—Eso mismo me gustaría saber. —Eiji le confiesa, no ha hablado con franqueza desde que está en América e incluso él tiene un límite. Es un florero derramado. Plic. Plic. Plac. Los pétalos van a secarse—. Es una decisión imprudente acogerme ¿verdad?
—A menos que ese bastardo haya buscado una excusa para iniciar una guerra. —Divaga en voz alta—. Quizás no se trata de ti, sino de las normas que él transgrede al tenerte, quizás él quería ponerle fin a la rivalidad que tiene con Arthur, mientras te tenga en su mano tiene la posibilidad.
—¿Entonces, soy una excusa?, ¿un detonante?
—¿Acaso no todos lo somos? —Yut-Lung suspira, apoya su espalda en la baranda del balcón y tira la nuca hacia atrás, su cabello se bambolea contra el viento dándole un aspecto casi mítico y exótico—. A mí ni siquiera me invitaron, pero vine porque mi prometido me está evitando, ese hijo de puta cree que puede humillarme, sí, llegué tarde a nuestra fiesta de compromiso, quizás también empecé una riña con Arthur pero todo fue justificado ¿qué excusa tiene mi prometido? ¡Pues ninguna! Ni siquiera me quería casar con él.
—¿Prometido? —Intenta recordar—. Shorter. —Reprimió muchas cosas de ese día puesto que no pudo soportar que Arthur le disparara, aún le cuesta recordar qué sucedió.
—Se supone que seremos un matrimonio, es una falta de respeto que el cobarde se oculte aquí porque es incapaz de darme la cara, así que vine para arrastrarlo de vuelta, quiera o no.
—¿Puedes obligar a alguien a estar a tu lado?
—¿Realmente me lo estás preguntando considerando tu situación? —A pesar de que se lo diga con malicia queriendo restregar sal en la herida le saca una risa genuina, algunas veces precisa tomarse su situación con humor o enloquecerá, bien sabe que eso pasa—. ¿Tu padre era el jefe de los Yakuza?, ¿por eso te entregó? Te lo he querido preguntar desde hace rato.
—Pertenecía al clan, sí. Pero era doctor, no un mafioso. —Los ojos de Yut-Lung brillan igual que los de un gato malicioso—. Me trajeron porque tenía una condición que a Golzine le interesaba.
—Hablas de ti como si fueras un conejillo de indias.
—Porque eso soy.
—Si sabes qué estás en la guarida de un lince, ¿no es así?
—Sí. —Eiji sonríe llevándose la copa hacia la boca, ni siquiera queda líquido—. Lo sé muy bien.
—Vaya, vaya. —Yut-Lung esboza una sonrisa que le pone los pelos de punta—. Un conejo entre linces y serpientes, esto será entretenido. Para mí, por supuesto. Para ti no.
—¿Tienes pensado delatarme con Ash?
—No. —Tararea mostrando los afilados colmillos—. Yo solo actúo para mi propia conveniencia.
⊱✿⊰
Se queda en un rincón el resto de la velada puesto que no quiere incomodar ni importunar con su presencia, Bones se acerca de vez en cuando para invitarlo a bailar con sus dos amigos pero ha internalizado demasiado bien el papel de ornato, así que se queda ahí, lo más quieto posible llegando incluso a contener la respiración, sí, entiende que el contexto es diferente, basta mirar a los subordinados del lince de Nueva York para comprender que no los rige con terror sino que su lealtad proviene de otro lado o quizás, piensa esto y lo está idealizando porque de toda alma ansía creer que ha caído en mejores manos. Pero una mascota es una mascota. Una gargantilla es una gargantilla. Y una mordida es la marca del amo.
—Me has estado evitando toda la noche. —Es una sorpresa que el mismísimo Ash se aparezca adelante, luce ajetreado, sudado y despeinado, asume que el asunto del que Alex le habló era urgente—. Me siento herido, es mi cumpleaños después de todo, tendrías que mimarme.
—Perdón. —Baja la cabeza y espera el castigo—. Realmente lo siento.
—No te disculpes. —En su lugar, Ash le extiende una mano—. Si realmente lo sientes, regálame una pieza de baile.
—¿No quedarás mal frente a tus subordinados?
—¿Por qué quedaría mal frente a ellos? —Ash genuinamente impresiona no entender a qué se refiere—. ¿Dónde está la relación?
—Ya sabes. —A Eiji le da vergüenza explicarle—. Somos de clases y valores distintos.
—Arthur realmente tenía una manera denigrante de hacer las cosas ¿no? —Se lo dice con tanta tristeza que casi se siente compasiva—. Lamento que hayas tenido que pasar por eso y sé qué es difícil desaprender comportamientos de alerta que te mantuvieron vivo, no pido que confíes en mí.
—¿Entonces qué quieres? —¿Qué te puedo dar?
—Un baile. —Se lo pide con una sonrisa juguetona—. Un solo baile y te dejaré de insistir.
—Pero…
—No he sacado a bailar a nadie más en toda la noche. —¿Por qué tuvo que decirle eso? Pronto su corazón salta aunque no debería porque lo hizo sentir especial—. Aún no me has dado algún regalo para que lo abra, este será mi obsequio.
—Tú ganas. —Eiji se rinde—. Si ansías bailar, bailaré contigo, es tu noche después de todo ¿no?
—Esa actitud sí me gusta.
Ash lo guía hacia el centro de la pista de baile, a pesar del ambiente pomposo de alcurnia todos los chicos actúan de su edad, ¿cómo pueden consolidar esa dualidad? Él nunca pudo, más, ni siquiera tiene chance de reflexionar cuando el lince acomoda las manos en su cintura y le corta la respiración, su toque es suave, dulce e incluso tierno y aun así, siente una chispa de dominio por cómo lo atrae contra su pecho, Eiji no sabe dónde poner sus brazos o si tiene derecho para tocarlo puesto que los Golzine eran sádicos con sus castigos, Ash impresiona leer el dilema en su cara y entonces entrelaza sus dedos en una palma y lleva la otra hacia su hombro, se siente electrizante y sofocante. No puede respirar. Las luces del candelabro lo queman. Ja. ¿Las luces del candelabro? Es una excusa. Son los ojos de ese hombre los que le perforan el corazón.
Ash se empieza a mover con una maestría inefable, sin duda lleva en este mundo más años de los que puede memorar y Eiji intenta seguirle el paso sin temblar, de alguna forma se balancean en una perfecta sincronía con los violines, Ash ríe y lo atrae a medida que la música se ralentiza en notas cándidas y peligrosas, su aliento le hace cosquillas en las orejas, su aroma tan varonil, fresco y reconfortante hace que quiera reposar la cabeza en su hombro, no lo hace claramente, pero siguen bailando y eso lo hace profesarse como un adicto.
Es mortífero. Peligroso. Seductor.
Le gusta.
—Eiji. —Su aliento le hace cosquillas contra la oreja, la siente calentarse y hacerse humo—. Te siento tenso. —Sus pasos hacen eco en aquel imponente salón, es una forma riesgosa porque sus subordinados apenas lo conocen, si se filtra que está vivo o su pasado con Arthur—. ¿Estás pensando en otra cosa? —Los labios del lince rozan su cuello gatillando un escalofrío por toda su espina dorsal—. ¿Acaso estás pensando en alguien más?
—N-No. —Intenta mantenerse acá—. Todavía me estoy acostumbrando a esto.
—¿Te molesta? —Ash se aparta. Lo mira.
—No. —Eiji queda atrapado en esa mirada, son los ojos más bonitos que ha visto en la vida, no por su color vibrante o sus pestañas doradas, sino por lo que esconden—. No me molesta.
—Puedes ser honesto conmigo, Eiji.
—Puede que no lo haya demostrado bien estas semanas porque estoy intentando procesar las cosas que pasaron, pero realmente quiero esforzarme por pertenecer aquí. Salvaste mi vida a pesar de las consecuencias que eso tendría para ti y quiero devolverte el favor.
—No necesito nada a cambio. —Su voz es tan decorosa que le resulta dolorosa, Eiji se aferra a su camisa escarlata como si fuera su único salvavidas, quiere preguntarle si lo rescató para así tener una excusa para gatillar una guerra, si Yut-Lung tiene razón—. Puede que sea difícil creer en mí considerando a mi familia, pero lo digo en serio.
—Ya veo. —¿Pero acaso cambiaría algo? Ya está acá. Con Ash. Bailando. Está oscuro. Todos se tropiezan en la oscuridad—. Feliz cumpleaños, Ash. —Luce tan contento de que lo felicitara, a pesar de la música siente cómo sus latidos hacen eco en cada paso que dan.
—Es el primero que realmente quise celebrar, odio esta fecha porque Dino siempre me arrastra a sus formalidades.
—¿Y por qué quisiste celebrarlo este año?
—Porque estás tú. —Vaya injusticia—. Y tú me recuerdas algo mío que rompieron hace mucho.
—¿Crees que salvándome podrás recuperarlo?
—No sé. —Ash hunde su cabeza en el hombro del nipón—. Pero quiero salvarlo en ti ¿acaso es tan difícil de creer? —Y se esconde ahí, igual que un niño pequeño—. Espero que algún día me creas.
Y Eiji también espera que ese día llegue.
Porque quiere creer en Ash.
Notes:
¿Ash está dolorosamente enculado y recién partimos? Si ya me conocen saben la respuesta, pero no lo culpo en todo caso. Este fic funcionará alternando perspectivas, así que nos quedamos con Eiji por otro capítulo para entender a dónde irá la trama más grande, no nos quedamos quietos mucho tiempo y falta de cierto divo para meter más drama, así que mañana lo veremos y también cacharemos mejor qué onda con el WongLung, tienen historia.
Gracias por tenértele fe a esta dinámica, vamos bien y eso me pone muy contenta, así que espero que a ustedes también.
Chapter 4: Curar heridas.
Notes:
It´s me, hi, i´m the problema, it´s me~ Llego tarde porque hoy debió ser el día laboral más agotador del semestre, días donde me pregunto porqué estamos encerrados en este feo ciclo de trabajar para vivir y vivir para trabajar. Pero bueno, no estamos acá por eso, sino porque hoy seguimos con Eiji y si bien, el capítulo de hoy es bien bonito en terminos de relaciones, da pie para los puntos más altos de la trama.
¡Espero que les guste!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¡Duele! —El gimoteo de Ash retumba por toda la mansión en un eco de agonía, Eiji aparta los algodones. En parte, por temor a haberse equivocado y ser castigado. En parte, porque se halla entretenido de que un imponente líder de mafia sea tan infantil.
—Lo siento, ¿te duele? —Tiene que preguntarlo para no verse insensible, prometió ser de ayuda para su nuevo amo y sin embargo, no se la pone sencilla con una personalidad tan quisquillosa.
—¡Claro que sí! —Vuelve a lloriquear—. No sé tú, pero yo tengo un cuerpo muy delicado. —Dice en una especie de sermón que lo incita a estrujar los puños y rizar el ceño, lo molestó, después de todo fue el mismísimo lince de Nueva York quien lo sacó de sus aposentos para curarlo, ¿así le agradece por sus servicios?—. Duele mucho si lo haces sin cuidado.
Deberían haberle herido la boca, piensa sosteniendo el algodón con una pinza, hundiendo otra vez sus instrumentos en alcohol y acercándolos con sutileza a su pecho desnudo con una risita maliciosa, ¿quiere ver qué tan torpe puede ser? Pues se lo mostrará.
—¡Lo siento! —Grita sin dejarlo de atacar con los vendajes—. ¡Soy un japonés muy descuidado, así que no puedo hacerlo de otra forma! —Ash queda convertido en una momia en medio de la cama, pero lo merece, una de las cosas que ha aprendido estas semanas posteriores a la fiesta es que sí. El lince es diferente a todos los otros Golzines. Lo deja ser infantil. Estridente. Tozudo.
Le da libertad.
Eiji se pregunta una y otra vez la razón qué tendrá para mostrarle benevolencia mientras desliza sus dedos en las vendas e intenta acomodarlas cómo se debe, posee muchas cicatrices contra el pecho y espalda, demasiadas, siente un revoltijo en las entrañas al apreciar la hondura que deben tener y los años que deben llevar ahí, son casi como los anillos de un árbol que dan pista de la historia que alberga. Traga duro y su boca sabe a veneno corrosivo. Ha visto ultrajes desde el minuto cero en que su padre lo metió a los Yakuza. Arthur era una obra cuyo lienzo se rasgaba hasta ser una maraña de papel. Él mismo está lleno de marcas que no recuerda. Pero con Ash…
—¿Tienes curiosidad?
—¿Eh?
—Te quedaste en blanco demasiado rato. —El lince da vueltas su rostro para mirarlo, tiene una sonrisa de triunfo que le pone los pelos de punta y lo hace querer alejarse dado que lo convierte en un conejillo frente a un hambriento depredador—. ¿Tienes curiosidad por mis heridas?
—Es solo que se ven dolorosas.
—Ya no siento nada con ellas. —Sus jades se clavan con tristeza sobre las sábanas, su tono se vuelve pétreo y frívolo, es casi como si se encontrara cubierto por una carcasa congelada—. La primera ni siquiera me la hizo Dino, es un recordatorio constante de mi ciudad natal: Cape Cod.
—¿Ciudad natal?, ¿no eres su hijo biológico?
—¿Te sorprende? —Qué se ría le hace darse cuenta de la obviedad de la situación—. El anciano debe ser estéril hasta dónde sé, tanto Arthur como yo somos adoptados, ¿él nunca te lo contó?
—Él no tenía por qué contarme. —Le explica jugueteando con la venda, tratando de tomar aire.
—Tu relación con él era rara. —Un deje de preocupación palpita en su voz y apretuja su corazón.
—Supongo que sí.
—¿Puedes sanarlas? —Eiji detiene sus toques en el aire, no se atrevió a rozarlas porque aprecia la vulnerabilidad que estas representan—. No solo las que me hice ahora con la pelea, también las más viejas.
—Esas ya están cerradas.
—Lo sé, pero… —Ash baja la cabeza, su cabello dorado cae como cascada hacia su cara y tapa su expresión, ¿qué males son los que te atormentan?, ¿quién te hizo todas esas?—. Nunca tuve a alguien que me curara las heridas, así que no están apropiadamente limpias. —Ash le entrega su dolor desnudo con la esperanza de que lo cuide—. Por favor.
—Entiendo. —¿Y qué otra cosa puede hacer Eiji además de acogerlo si se porta como un niño?
Así que sumerge el algodón en el pocillo de alcohol, aprecia cómo Ash se encorva en un intento por escapar, más se obliga a quedarse, sus huesos se marcan sobre el desgaste de su piel pese a sus fornidos músculos, luce cohibido y casi avergonzado aunque la idea fue suya, pero Eiji lo comprende, es difícil compartir una historia si se encuentra desfigurada. Quiere decirle que no hay nada que temer. Qué solo es él. Que aun si tiene el collar su lealtad no está con Arthur. Qué se siente agradecido. No le hará daño. No obstante, decir eso conociendo su lugar sería faltarle el respeto. Así que lo limpia. Limpia. Limpia. Y limpia.
Lo hace con cautela. Dedicación. Dulzura. Bondad. Lo trata como lo haría si bañara a un gatito callejero recién rescatado.
—Son feas. —Ash dice y aunque es un mero presentimiento teme que esté al borde del sollozo, seguramente no se las ha mostrado a nadie—. Perdón, te estoy pidiendo hacer algo asqueroso.
Son muchas cicatrices. Cubren casi toda su espalda. Sus hombros. Su torso. Su estómago. No parecen haber sido hechas por la misma persona. Te han hecho mucho daño. Lo único que Eiji puede hacer es pasear el algodón sobre el mapa desgarrado que forjan sus dolores, los une en una ternura meliflua, los lava hasta que toman un color vibrante, procura ser suave porque está seguro de que la gente no suele ser suave con Ash, sus mimos son dóciles e inocentes tal como un ciervo queriendo pararse por primera vez o un patito intentando seguir a su mamá en el lago.
—En Japón las grietas son hermosas. —Entonces le explica y no sabe por qué—. Las cosas que se rompen nunca pueden volver a ser las mismas, pero eso no significa que deben permanecer rotas para siempre, así que se les une con oro e irónicamente las grietas doradas se convierten en lo más hermoso de toda la pieza.
—¿Estás diciendo que mis cicatrices son doradas? —Ríe y relaja los músculos—. ¿Eso quieres insinuar? —Ash se da vueltas, quedando frente a frente y de pronto, el algodón yace encima de su pecho, justo en su corazón—. Contéstame, Ei-ji. —Rueda su nombre en su lengua casi como si fuera una paleta.
—No sé qué quiero insinuar. —Balbucea porque la cercanía le corta la respiración, siente cómo sus manos tiemblan contra la pinza, quiere soltarla, más, Ash le da la mano para que mantenga firme el agarre en su torso, esta clase de contacto nunca lo ha tenido—. Creo que tienes mucho valor. —Embriagador. Intoxicante. Peligroso.
—¿Valor?
—Sí. —La proximidad lo tiene sofocado—. Eres valiente, Ash. —Es tan frío que ya se quemó.
—¿Por tener estas?
—Por seguir a pesar de tenerlas. —Por un instante Ash impresiona cohibido. Eiji guarda la ansia de memorizar cada cicatriz, de atesorarla y darle otro significado ¿por qué? Quizás es el simple deseo que él tiene de que algún día alguien haga lo mismo con las suyas—. Por eso.
—Escuché que tú también tienes. —Sonríe con tristeza e intenta bajar la mirada—. ¿Tú tienes?
—Sí. —Es inútil. Sin importar qué tanto trate, sus ojos siempre retornan a Ash como si se hallara en una especie de hechizo—. E incluso cuando tenía una vida normal estaba lleno de cicatrices porque era deportista y me lesionaba bastante. —La memoria es el cuento de otra persona.
—¿Eras deportista? —Ash contiene una risa—. ¿Tú?, ¿en serio?
—¿Es tan difícil de creer?
—Pues sí, te ves tan… suave.
—Ja. —El sarcasmo enciende una chispa prohibida—. Pues no todos podemos vernos como la versión más joven de River Phoenix.
—¿Crees que me veo así? —Le coquetea inclinándose a su cara—. Y eso que no me has mirado todo. —Tararea—. Todavía. —Hace una promesa que le vuelca el corazón en una marejada ¿por qué le resulta tan fácil alterarlo? Injusto. Ash es injusto.
—¿Te divierte poner nervioso a tus prisioneros de lucha? —Dramatiza para aligerar el ambiente.
—No. —Los dedos de Ash se deslizan entre los suyos, puede sentir la estridencia de su palpitar justo debajo de su palma. Tap. Tap. Tap. Más rápido. Más fuerte. Más peligroso. Sus ojos en sus labios—. Es la primera vez que me porto así con alguien pero algo en ti me impulsa a fastidiarte.
—¿Gracias?, ¿me lo tomo como un cumplido?
—Es que tus reacciones son divertidas. —Remata—. Y aunque venimos de mundos diferentes, siento que me entiendes mejor que nadie. Para algunas cosas, al menos.
—¿Lo hago? —¿O lo dices porque nuestra relación es asimétrica y yo no tengo chance de reñir?
—Lo haces. —Pero Ash impresiona tan ilusionado con la idea—. Es raro explicarlo, pero sucede de forma espontánea, creo que es por tus ojos que no puedo verte cómo una amenaza, ¿tendrá que ver con el ambiente amoroso en donde creciste o serás así? A veces me lo pregunto.
—Ash.
—No me hagas caso. —El nombrado se aparta—. Solo estoy divagando, perdón. —Y se levanta, quedando a apenas unos centímetros que impresionan un abismo—. Gracias por curarme, Eiji.
Pero Eiji tiene la sensación de que realmente no lo curó.
⊱✿⊰
Cicatrices. Todos tenemos cicatrices. Eiji lo sabe. Él tiene. Su papá tenía. Arthur tenía. Inclusive llegó a verle a Golzine algunas. Pero las de Ash eran diferentes. ¿Por qué? Se lo pregunta una y otra vez sin vislumbrar la respuesta, más, le resulta imposible olvidarlas, bastó una caricia para que las grabara como si fueran el mapa hacia un cementerio de añoranza, teme que si continúa dando vueltas encontrará el ataúd de un niño, no lo resistiría, es absurdo, luego de los horrores a los que ha sido sometido no debería quedar benevolencia en su corazón, lo tomaron y tiraron hasta romperlo igual que con una muñeca de trapo, lo jalaron, le sacaron el relleno, lo volvieron a coser solo para repetir el ciclo y ahora yace tan zurcido, que no conmemora su forma original.
Tal vez, por eso empatiza con Ash.
Le ha dado oportunidades para romperlo. Desgarrarlo. Maltratarlo. Abusarlo. Tentó la paciencia de su amo mordiéndole la mano. Encerrándose por capricho. Pero Ash no actúa como Golzine.
—¿Qué haces, Eiji? —Y quizás por eso quiere hacerse útil, en el fondo quedarse acá es el menor de los males porque volver a casa no es una opción ¿cierto? No luego de todo lo que le hicieron.
—Estoy intentando cocinar. —Ya no pertenece al mundo normal, esta es su realidad, así que al menos debe intentar adaptarse. Pensamientos turbulentos que se arremolinan como hojas de té al fondo de la taza—. Escuché que Ash llegara tarde y quería tenerle algo.
—No es tu trabajo hacer eso. —Bones se lo refiere sin maldad alguna, camina al mostrador de granita con las manos en la espalda y la jardinera suelta, ese look relajado le sienta más natural que el traje blanco de gamuza—. Hay empleados que su padre paga para que le cocinen.
—Pero él no come.
—¿No lo hace?
—¿No lo habían notado? —Eiji frunce el ceño preocupado—. Ni una sola vez lo he visto servirse las tres comidas diarias, con suerte toma café. —O bebe o fuma, hábitos de la mafia que odia.
—No lo había notado. —Bones se sienta en el taburete al lado, es redondo y si le da un impulso gira, la mansión es inmensa, elegante, un derroche de ostento, más, tiene la sensación de estar en una casa de muestra más que un hogar—. El jefe no es cercano a nosotros en esas cosas.
—Dijiste que le serviste desde el inicio, Bones. —El nombrado asiente—. ¿Cómo comenzó eso?
—Es complicado. —Memora con las cejas arqueadas y el colmillo más sobresalido de lo usual, le gusta esa expresión, lo hace ver más aniñado, por alguna razón eso le sienta a Bones, parece más joven que él—. Todos sabíamos que Golzine estaba obsesionado con uno de sus hijos, lo llevaba a todas partes y se lo prestaba a todo tipo de personas a causa de su belleza aristócrata según decían, captó nuestra atención cuando empezaron rumores de que con solo 14 años era el asesino más peligroso de todo nueva York y ahí empezó a heredarle más cosas. Muchas.
—¿Heredarle? —Tiene miedo de preguntar ya que siente que se arrepentirá de hacerlo—. ¿Qué clase de cosas? —Pero lo hace. Es tan tonto el pájaro sin alas.
—Prostíbulos, clubes, territorios para vender droga. —Las tripas se le revuelven como si pronto estuvieran siendo azotadas por olas de ácido corrosivo—. Eventualmente, le dio subordinados para que guiara y los entrenara. Esos somos nosotros. Siendo honesto, éramos lo peor, la mafia americana nos tenía porque no había nadie que nos reclamara y aun así, el jefe nos acogió pero ahora que estoy hablando contigo, me doy cuenta de que no sabemos nada de él.
—Eso no es verdad.
—Lo es. —Ríe con tristeza—. No sabemos nada de él en realidad, ¿pero acaso alguien lo sabe?
—Ash resulta una persona difícil de leer. —No lo dijo con intención de herirlo—. No se ve como alguien accesible.
—Se fue un año entero ¿sabes? —Su trenza cae sobre su hombro, su mirada se cristaliza dando cuenta de la nostalgia meliflua—. Él quiere salir de este mundo pero Arthur no se lo dejará fácil.
—Lo sé. —Eiji suelta el cuchillo y deja de picar las verduras—. Lo conocí bien, además hay algo peligroso que están planeando con Dino.
—¿Te refieres a lo que te…? —Asiente—. ¿Cómo funciona esa droga?
—No sé. —Es honesto—. Pero espero que se traguen el cuento de que falló conmigo.
—¿Qué diablos están cuchicheando en la cocina? —Los otros dos amigos de Bones entran con una cara repleta de cansancio y hastío, Ash no es el único que ha estado trabajando—. Creí ya haberte advertido sobre lo peligroso que era para ti estar en la cocina, Bones. ¿O acaso quieres que el horno vuelva a explotar?
—Tch. —Bones rechista y es una mueca adorable—. Solo estaba acompañando a Eiji, él quería cocinarle al jefe.
—El jefe ya tiene quien le cocine. —Eiji rueda los ojos, cabreado de escuchar eso una y otra vez porque se ha esforzado en hacer las cosas más acogedoras para “el jefe”—. A ver. —Por eso es una sorpresa cuando Kong ensarta un trozo de pescado con arroz y se lo lleva a la boca—. Wow.
—¡¿Y bien?! —El chico de jardinera le salta encima (literalmente) exigiendo una explicación.
—Delicioso. —Balbucea—. Sabe distinto a la comida que acostumbramos.
—Pues claro que sí. —Alex es el siguiente en ensartar el platillo—. Ustedes sobreviven solo con McDonald’s.
—¡Es lo más barato! —Bones esboza un puchero—. Y no es nuestra culpa, no hay presupuesto.
—Sí, sí. —Los ojos de Alex se iluminan con sorpresa—. Oye, Eiji ¿podrías cocinarnos? Está rico.
—Sí. —Escuchar esas palabras le derrite el corazón y se refleja en su sonrisa suave, ¿qué clase de expresión estará poniendo para que lo miren así?—. Lo haré encantado. —No sabe, más, es lindo sentirse necesitado en vez de un juguete cercenado.
—No confío lo suficiente en ti para que prepares las comidas de Ash. —La voz masculina, grave y dura de Shorter sofoca el ambiente, alza la mirada para encontrarlo apoyado contra el marco de la puerta con una camisa a medio abotonar y unos pantalones ensangrentados, a juzgar por su cara viene del trabajo—. Sin ofender, pero hasta que pruebes lo contrario serás considerado como un traidor en potencia.
—Shorter. —Los chicos le suplican—. ¿Hasta cuándo durará esa actitud tan hostil? Ya detente.
—Hasta que se quite el collar. —El velo de la condena es una gargantilla—. Si decidió serle fiel a Ash ¿por qué conservarlo? —La boda es un réquiem de telarañas. El novio es un muñeco que fue mutilado—. Anda, quítatela, ¿o acaso no puedes?
Sus manos recorren por inercia la gargantilla, desearía que fuera tan fácil como quitársela, más la llave se encuentra perdida y los horrores que esconde son de ultratumba, teme lo que podría pasar con su integridad si se desprende del collar, pero teme aún más cómo lo penarán aquí si se enteran del por qué lo usa. Bones le regala una mirada compasiva. Él sabe. Estuvo ahí. Sus ojos penden al piso. Sus manos sostienen sus heridas. Las mantienen juntas. No me tires tanto o me romperás.
—Perdón. —Musita siendo un diente de león en un ciclón—. No puedo. —Un girasol en eclipse.
—Ja. —Shorter se saca los lentes de sol, se está desquitando por un día de mierda que se tragó puesto que no le sienta el liderazgo—. Eso creí. Incluso si Ash ha hecho todo lo que puede para esconder que sigues con vida, no eres capaz de pagarle.
—Shorter. —Bones se para frente a Eiji en un intento por protegerlo, el gesto le aprieta el pecho.
—No ansío ser duro con mis palabras pero para los chinos la lealtad lo es todo. —Explica dando dos pasos para adelante. Uno más y se caerá—. Sino le eres fiel a los tuyos, no eres nada.
—Pero qué hipócritas tus palabras considerando cómo corres de nuestro compromiso, Wong.
—Yut-Lung.
La atmósfera se torna aún más pesada con la mera mención, la esbelta silueta bendecida con rasgos andróginos y melena sedosa se abre paso en la cocina con un entallado traje tradicional lleno de bordados rojizos y tejidos delicados, su presencia es intimidante, Shorter parece creer lo mismo a juzgar por cómo se queda pegado a la puerta arrancándole una risita juguetona con una mirada repleta de veneno al verdadero depredador.
Es peligroso como una llama descontrolada.
—No tienes permitido estar aquí, ¡no puedes venirme a buscar! —Brama casi aterrorizado.
—¿Y quién viene por ti? —Yut-Lung se para enfrente y desliza una larga uña rojiza bajo el mentón de Shorter, provocando que trague duro y sude, lo pone nervioso, sin duda—. No te rogaré para que cumplas con tu parte del trato, si quieres gobernar como un matrimonio divorciado, me da igual. —Miente y la saña es testigo—. Pero yo vine a hacer cumplir mis otros derechos.
—¿Otros derechos?
—Pues sino quieres cumplir con tus deberes maritales quería preguntarle a Lynx por alguno de sus burdeles para que me presente a alguien. —Su mirada traviesa. Su sonrisa maliciosa. Basta de un toque aterciopelado en su manzana de Adán para que Shorter se derrita y entonces se le hace dolorosamente obvio a todos por qué lo evita: le gusta. Genuinamente le gusta—. Odio al idiota pero es quién más contactos tiene, ¿quién sabe? Puede serme de ayuda para hallar a un hombre que realmente me satisfaga.
—Ash nunca te presentaría a alguien. —Finge mantenerse firme—. No me traicionaría. —Falla.
—¿Hablas del miedo o del despecho, Wong? —Yut-Lung se alza en la punta de sus pies y estira un brazo hasta encerrar al contrario contra la pared—. Tú no quisiste consumar nada conmigo.
—Por respeto a los Lee.
—Respeto. —El más joven le saca los lentes de sol de la cabeza para juguetear con ellos—. ¿Se le llama de esa manera ahora a la cobardía? Si no eres capaz de darme lo que quiero, lo tomaré de otro lugar, de alguien que sí pueda dármelo. —Lo repasa de arriba hacia abajo relamiéndose los labios—. De alguien que sí tenga la virilidad y las pelotas para seguirme el ritmo.
—Te estás pasando de la raya. —Le advierte—. Y me estás humillando frente a hombres que ni siquiera son míos.
—Cierto. —Yut-Lung voltea sin alejarse un maldito centímetro de Shorter—. Hola, Eiji. También te vine a ver a ti, te tengo una propuesta escandalosa.
—¿Le pedirás a él que sea tu concubino? —El pavor en la voz de Shorter es un nudo de espinas.
—¿Te importa?
—N-No. —Miente y es tan poco sincero—. Me daría igual, él ya usa el collar de alguien más.
—Oh. —Yut-Lung se aleja con la expresión de un gato malicioso—. Así que estás desquitándote con él porque no puedes superarme, qué infantil de tu parte, te descubrí.
—¡Yo no…!
—Y todo porque tengo el tatuaje de otro hombre en el cuerpo. —Shorter se calla—. Adoras decir que eres el líder de los chinos como si hubieras cambiado mucho pero sigues igual de patético.
Shorter se limita a apretar los puños y chasquear la lengua, le quita los lentes de sol de un tirón y así sabe que la cizaña es real. Luce herido. Despechado. Destrozado. Se ve como un novio al que dejaron plantado a mitad del altar. Y Eiji se pregunta si fue así. Si Shorter le restriega acerca del collar porque habla de sus propias dolencias amorosas.
⊱✿⊰
—Perdón por eso, él y yo tenemos historia.
—Así veo. —Eiji deja la copa de vino sobre la mesita, sigue llena, no toleró más de un sorbo por culpa de la amargura de la cosecha pero Yut-Lung insistió en beber mientras hablaban, a juzgar por su experticia en la bodega de Ash, no es la primera vez que visita esta residencia, la idea le genera una sensación desagradable en el estómago, ¿qué será?—. ¿Puedo preguntar?
—No es una historia grandiosa. —Tararea sirviéndose un segundo trago—. Y es hasta aburrida.
—¿Es así? —Eiji le da el pie para seguir, los chicos tuvieron que abandonar la cocina para darles privacidad, Ash y Yut-Lung también impresionan tener historia, más, ese pensamiento le punza en el interior y le muerde el corazón así que lo encierra. Lejos. Lejos. Nunca-Jamás—. ¿Cuál?
—Shorter me conoce desde hace bastante, se enamoró de mí creyendo que era una dulce niña, para su decepción, no lo era. Pero eso no detuvo sus sentimientos, nunca lo admitió en voz alta y aun así, sé que me resiente por mi estilo de vida tan… liberal. —Promiscuo. Inmoral. Corrupto.
—Suena despechado.
—Creo que lo está. —Tararea—. Las cosas se pusieron aún peor cuando supo que otro hombre me había marcado, ¿acaso no es lindo? —Yut-Lung se tira el cabello hacia atrás para dejar a la vista un delicado esbozo de un dragón en su blanquecino cuello, el resqueme del vino enlazado a la imagen le pica igual que el aleteo de un colibrí sobre la cara—. Es el tatuaje de mi clan.
—De tu clan. —Entonces no le hace sentido que sea de otro hombre, no en contexto romántico.
—Sé lo que piensas. —Lo dice con gracia e ironía—. Sí, el hombre que me tomó fue mi hermano mayor, Shorter es muy tonto para sumar dos más dos y la ira lo ciega, por eso nunca consideró la posibilidad de que me forzaran, pero tampoco me esforcé por mostrarle lo que había pasado.
—Yut-Lung.
—No en realidad. —Sonríe vertiendo una tercera copa—. Lo siento si se desquita contigo, debe haber estado insistente con el tema del collar. —Como si cobrara vida el metal se cierne contra su garganta impidiéndole respirar. Una boa constrictora de trauma. Un chiste sangriento.
—Hablan de esto como si fuera un anillo de compromiso o algo así, como si me gustara usarlo.
—Pero es por seguridad. —Infiere—. De nuevo, basta tener media neurona para entender cosas que son obvias, no obstante, en esta mansión parece que nadie las tiene, ni siquiera Ash.
—Ustedes se escuchan cercanos.
—¿Celoso? —La cara le hierve apenas menciona la palabra, eso aumenta la satisfacción en el rostro del contrario, Yut-Lung deja la copa de lado y acomoda su cabeza sobre su palma como si tantos pensamientos le pesaran, su belleza es arrebatadora incluso en tal cotidianidad—. Te estarás metiendo en muchos problemas si te involucras emocionalmente con Ash, no lo hagas y menos considerando tu situación con Arthur, Golzine ya debe querer tu cabeza muerta, no le des más razones para que la quiera. Déjate morir en paz.
—Lo sé. —Al final debe tomarse el alcohol—. Dijiste que tenías asuntos que hablar conmigo.
—Ah sí. —Se escucha divertido—. Olvida todo lo que dije entonces e involúcrate conmigo para meternos en la mansión de Dino.
—¿Qué? —Eiji se atora y escupe el vino, debe golpearse el pecho para recobrar el aire pero este shock es risible, ¿habla en serio?—. ¿Qué dijiste?
—Golzine tendrá una feria, estoy seguro de que conoces la tradición. —La sangre se le hiela, la conoce, participó en la edición anterior—. Estoy invitado, acompáñame de incógnito.
—¿Por qué me expondría así? Ash me ha protegido bastante. —Teme que lo chantajee con usar el conocimiento que tiene para develar un secreto que no debe salir—. Si Arthur está ahí me va a matar y matará a Ash por traición.
—No tengo interés de que eso pase. —Todavía—. Pero tú has estado en la mansión de Dino, la debes conocer mejor que nadie y no confío en esos trogloditas, eres el mal menos malo.
—Sí, pero…
—Quiero que me ayudes a robar algo. —No. ¡Claro que no puede arriesgarse así!—. Y a cambio, si lo que encuentro es valioso y puedo fabricarte un antídoto para tu condición, lo haré. De igual forma, Ash también está interesado en los experimentos de Dino, tarde o temprano hará alguna idiotez para conseguir una muestra, así que ayúdalo, adelántate y sé de utilidad.
—¿Qué tanto sabes?
—Lo suficiente. —El diablo le extiende la mano—. ¿Estás dentro? —Y Eiji vende su alma por un pasado que no volverá, esperando al menos salvar a Ash.
Notes:
Nada más que decir porque el otro capítulo nos metemos de lleno con Yue y Eiji y este plan que definitivamente no puede salir mal, pero mañana altiro seguimos con ese hilo.
Mil gracias por tanto, nos vemos en un par de horitas otra vez~
Chapter 5: Feria.
Notes:
Hi~ Seguimos a tiempo con el evento porque gracias a Dios subí un capítulo un día antes de que empezará, pero ayer me morí bien morida así que ni cuenta me di de que no había alcanzado a subir nada, pero acá estamos de nuevo, como les dije, este capítulo se enfoca harto en Yue y en Eiji, tendremos algunas respuestas y otras preguntas abiertas, pero espero que les guste.
¡Mil gracias por leer!
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Chapter Text
Yut-Lung sumerge un pincel de cerda fina en un pocillo de pintura, el brillante escarlata escurre desde la base hasta la punta cayendo cómo lágrimas de sangre en el ornamento de greda, alza el pincel con una mano mientras con la otra lo sostiene del mentón, le pide que se quede quieto como si se tratara de una estatua, Eiji lo hace, cierra los párpados y permite que le maquille los ojos a su gusto, el delineado se siente igual que un tajo de cuchillo, las hebras se entremezclan a sus pestañas, el dibujo debe ser perfecto puesto que es la única parte que llamará la atención además de la máscara. Está familiarizado con las formalidades de esas “ferias”, Dino las llamó así puesto que le divierte verlos actuar de animales de circo.
—Ya casi termino, no te tenses. —Le pide acomodándole una máscara de dragón, es azul, tiene bordes plateados que combinan a la perfección con la que usa Yut-Lung en colores cálidos, se supone que deben ir a juego para proclamar que representan al mismo clan—. Listo.
—Si me llegan a descubrir nos matarán.
—No nos descubrirán.
—El antifaz solo nos cubre la mitad de la cara, la boca queda a la vista, nos hace reconocibles.
—Bla, bla, bla. Te vas a arrugar si te preocupas tanto.
—¿Puedes tomarte esto en serio? —Gimotea—. Ash ni siquiera sabe que estoy aquí y ha estado trabajando muy duro para cuidar a la mafia, no puedo permitirme perjudicarlo. —Ni a ti.
—Sí, sí. —El más joven se aparta, su vestimenta tradicional desprende lujo, sus grabados ahora son delicados y casi florales, combinan a la perfección con su antifaz—. Pase lo que pase tengo la certeza de que no nos descubrirán. —Los patrones son para dar una ilusión de ingenuidad y fragilidad. Vaya incautos. No tienen idea de que se enfrentan a un dragón—. Lo prometo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Sé lo que pasa ahí dentro.
—Míranos, parecemos hermanos. —Y aunque el comentario le resulta sumamente racista tras mirarse en el tocador debe admitir que tiene razón—. Eres como mi versión más fea, Drizella.
—¿Gracias?
—Deberías tomártelo como un halago. —Chista con petulancia, su cabello largo se encuentra amarrado en una coleta, mientras que él intentó cepillárselo hacia atrás en vano—. Sabrán que soy yo porque estoy vestido para representar al clan de los Lee, pero a ti te verán como uno más de mis sirvientes, no llamarás la atención, si te quitas el collar, claro.
—Cierto. —Suspira, tragando duro—. No creo que pueda hacerlo, tendremos que cubrirlo.
—¿Por qué eres tan terco con eso?
—Porque seré mucho más reconocible sin el collar. —Le advierte—. Así que ayúdame a taparlo con una de esas cintas, se verá como un adorno. —O una correa, como quiera la mafia mirarlo.
—No nos quedaremos al festejo. —Yut-Lung lo ayuda a cubrirse el cuello con una cinta perlada que hace juego con su vestimenta azul, odia las formalidades y lo incómodas que son las ropas que se usan, más, esta aura es diferente a la americana, ni siquiera él se reconoce uniformado como los chinos, por ende, nadie más debería ¿cierto?—. Haremos acto de presencia por mera cortesía, saludaremos, beberemos algo, seremos lindos, cuando comience la feria real y todos estén ocupados me llevas a la habitación de Dino, sabes dónde está ¿no es así? —Lo amenaza.
—Sé dónde está. —Ese no es el problema—. Pero hay que atravesar todos los cuartos que renta para… para…
—¿Para? —Eiji aprieta los puños sobre sus rodillas y solo ahí se percata de que está temblando, el tema todavía es difícil de tocar, siendo franco prefiere no recordar demasiado, mentalmente sabe que se hará pedazos pero físicamente lo memora con una inmunda vividez—. ¿Okumura?
—Ya te imaginas para qué.
—Ese cerdo es tan predecible. —Tararea—. ¿Has estado ahí?
—¿Tú has estado ahí? —Su respuesta provoca una risilla pícara en Yut-Lung Lee—. Lo lamento, estuvo fuera de lugar ese comentario, no sé por qué lo dije.
—No, estás actuando como un Lee. —Lo alienta—. Me agradas más así. —Yut-Lung desliza sus uñas debajo de su barbilla, el efecto es electrizante y arrebatador, el aroma que emana esa piel tan pálida es embriagador. No ligero. Espeso. Como la sangre—. De lengua afilada. —La caricia pende hacia su labio inferior, lo pone ávido que sea naturalmente seductor—. Afilada igual que una espina, escuché que Dino colecciona rosas, qué curioso.
—No tengo la lengua afilada, no cómo tú.
—Hablas como si conocieras la mía.
—Y tú hablas cómo si conocieras la mía.
—Quizás más adelante lo compruebe. —La propuesta lo pone rojo—. Eres fácil de molestar, le debes gustar tanto a Lynx por lo mismo, eres divertido.
—Yo no… —Eiji suspira y se frota la cabeza—. Solo vamos, no quiero llamar la atención llegando tarde.
—Oh. —Yut-Lung lo incita a pararse para que se vean juntos en el tocador—. Siento decirte que eso no será posible, seremos el dúo que más llame la atención. —Basta de un vistazo al espejo para que comprenda a qué se refiere.
Son iguales. Pero diferentes. Un reflejo disonante. Una noche en pleno día. Rojo y azul. Veneno y vida. Extraordinario y ordinario. Presa y cazador. Incluso si están maquillados de forma similar usando el mismo antifaz y atuendo en colores disímiles, son un destello quebrado, como si Lee fuera el personaje original y Eiji el reflejo en un vidrio empañado, entiende la reticencia de todos al haber sido elegido por Dino, físicamente luce tan simplón que pasará desapercibido porque no existe nada que capte la atención, ¿Ash lo habría volteado a ver de no ser por su condición?
—Pensé que querías pasar desapercibido, pero nos vemos ostentosos.
—Quiero poder robarle sin que lo note pero ¿pasar desapercibido? —Se ríe indignado—. Nunca he pasado desapercibido en mi vida, esa sería una gran cruz de alerta, Okumura. Usa la cabeza.
—Vamos antes de que me arrepienta.
—Yo conduzco, tengo licencia.
⊱✿⊰
La primera vez que pisó la mansión de Dino estaba llorando inconsolable, su padre le apretaba con fuerza la mano, no paraba de disculparse, aferrándose a sus deditos como lo hacía cuando Eiji era solo un niño y lo acompañaba a las tiendas de conveniencia a comprar el diario. «Te fallé y no te pude proteger. Perdón. Perdón. Perdón». Palabras vacías. Promesas rotas. Armas reales. En Japón no habían. Cosas que antes no existían y empezaron a existir. Ahí entendió que no era un viaje cualquiera y ya no habría un hogar a donde volver. Entonces lloró aún más. Y lloró tanto que los ojos le hirvieron como si las lágrimas lo derritieran y las mejillas se le rompieron a causa de la sal. Nada de eso le importó a Dino. Ni a ninguno de sus hombres.
Esa fue la primera vez de muchas.
Nunca se recuperó.
Y algo en volver acá lo hace querer vomitar, es tonto considerando todo lo que ha pasado, sabe que Yut-Lung debe haber tenido vivencias similares (si es que no peores) y aun así se encuentra sentado con el porte de una estatua de mármol frente al volante ¿mientras qué él? Sus ojos se posan en el ventanal, en un chico desconocido con una máscara sobre un maquillaje refinado.
—¿Estás listo? —Entonces Eiji toma el antifaz de su regazo y se lo pone porque la peor de todas las máscaras ya la está usando—. No te separes por nada del mundo de mi lado, Okumura.
—No lo haré.
—Hazme caso en todo lo que te diga, es la única forma de salvar tu pellejo y el de Lynx, adentro vamos a ser de estatus diferentes y debemos sumirnos en el rol, así que nunca me cuestiones.
—Lo sé, no te cuestionaré, soy bueno actuando. —¿Lo es?
—Hablo en serio. —Sus pupilas oscuras lo absorben para que quede paralizado con una mano en la puerta—. Si algo te llega a pasar Lynx iniciará una guerra conmigo, no con Arthur y eso me pondrá en problemas con el soso de mi prometido porque es su mejor amigo y preferiría iniciar una guerra civil o un golpe de estado antes que confrontar a ese gringo.
—Me portaré bien. —Le promete—. Además, fue tú idea traerme, ahora debes asumir el riesgo.
—No hagas que me arrepienta. —Lo amenaza—. Ahora vamos, todavía es temprano, ni siquiera deben haber empezado con el horario en la mansión Golzine.
Es exactamente a cómo la recordaba: una fortaleza oscura y opulenta devorando el corazón de la ciudad. Está alejada del centro. Tan aislada que impresiona ser un parapeto cubierto por un rosal y una inmensa arboleda exótica, el ambiente se siente sofocante y apenas logra respirar, pero Yut-Lung le pide que camine detrás y no le pierda el paso, así que no hay tiempo para sufrir un ataque de pánico. Si existiera un antídoto. Si pudiera ayudar a Ash. Se niega a actuar al igual que una carga y ser abandonado otra vez. Pisa la mansión. Pasan a la feria. Sin pedirle permiso ni perdón los recuerdos entran de golpe. Monstruosos. Grotescos. Violentos.
—Vaya, vaya. —Conoce esa voz—. Pero miren a quién tenemos acá. —Ni siquiera llegaron a la sala principal, más, el ostento es asfixiante, apenas puede pararse en los pisos de mármol que brillan como oro líquido bajo las luces de los candelabros—. Pero si es el menor de los Lee.
—Marvin. —Para Yut-Lung es instintivo ponerse delante—. La máscara de cerdo te sienta bien.
—¿Máscara?, ¿qué máscara?
—Vaya, me equivoqué. —Canturrea con malicia—. Esa es tu cara, perdón.
—Ja. —El adulto se escucha visiblemente cabreado—. Veo que viniste con un sirviente en lugar de tu futuro esposo, qué desgracia para la mafia china que sus líderes estén divorciándose.
—Shorter y yo estamos en excelentes términos. —Miente con una convicción que le pone cada vello de punta—. Él confía en mí y por eso me encomendó la misión de asistir por los dos.
—Sí, claro. —Pero Marvin no es ingenuo—. Escuché que él y Ash protestaron este año con una clase de moralismo barato y se negaron a venir, como si tuviera algo de malo divertirse, si fuera tan malo Papa no habilitaría habitaciones para cobrar el premio. —Asqueroso, es simplemente asqueroso, Eiji retrocede sintiéndose cómo un cervatillo que recién perdió a su mamá.
—¿Viniste a comprar?
—¿Y tú?, ¿viniste a comprar? Supongo que sí, a juzgar por tu relación con Shorter debes sentirte muy solo y estar necesitado de compañía. —Se le está insinuando ¿en serio cree tener chance?
—No tan solo como para que me toques tú. —Yut-Lung lo agarra del brazo antes de que lo tome sin su permiso—. Puede que sea un niño todavía, pero no olvides que estoy en la cima, mi cargo es legítimo y aunque no tengo tus influencias con Dino, no temo usar mi poder para destruirte.
—Tch. —Brama—. Aguafiestas.
—Cerdo pedófilo.
—¿No deberías conocer tu lugar? —Marvin enfoca toda su atención al tatuaje en su cuello, aún con el antifaz la coleta lo deja a la vista y delata su identidad—. Ya te marcaron por insolente.
—¿No deberías estar lamiéndole los zapatos a tu amo por allá? —Yut-Lung hace un ademán de manos para que se vaya—. No querrás enojarlo con tu incompetencia otra vez.
—Bastardo. —Chilla entre dientes—. Ya me las pagarás, todos los mocosos lo harán. —Y se va.
—Él es tan desagradable. —Dice cuando está a una distancia prudente—. Pero no te reconoció aunque te tuvo enfrente, te dije que nuestra estrategia funcionaría, soy un genio.
—Sí. —No es eso—. Tienes razón, no me reconoció.
—Y todo gracias al disfraz.
Pero Eiji no encuentra la forma de explicarle que no es el disfraz la razón de su anonimato sino el aura tan imponente que emana Yut-Lung, sus pasos firmes y fríos, sus contorneos de cadera como si el mundo fuera su pasarela, sus sonrisas tan cínicas que llegan a ser pícaras y el cómo se desenvuelve entre los invitados convirtiendo su menosprecio en toxina que mata al anfitrión lo envuelve con una atmósfera de pertenencia. Su presencia es una sombra fría que hace suya a la oscuridad. Pero Eiji. Eiji apenas puede dejar de temblar porque cada rincón está atiborrado de recuerdos. Ni siquiera es la mansión de Arthur. No vino tantas veces. Pero. Pero. Pero. Eleva la mano para tocarse por inercia el collar y lo que está debajo.
—¿Qué fue eso que dijo Marvin? —Habla porque siente que morirá de la incomodidad sino dice algo—. ¿Shorter debía venir contigo?
—Es lo que el protocolo señala. —Yut-Lung tiende a mostrarse frío e impasible—. Pero ya sabía que él no tenía intenciones de cumplirlo, así que ni siquiera le pregunté. —Cuando está herido.
—Yut-Lung. —Es feo sentirse rechazado.
—Además, no tengo chance de competir contra Ash, no importa si soy su esposo, no le ganaré.
—¿Por qué? Entiendo que sean amigos. —No ha puesto ni una sola vez en duda la nobleza que Wong le ofrece al lince de Nueva York—. Pero suena extremista la postura ¿por qué sostenerla?
—Por amor. —Brama despechado—. No amor romántico, pero Shorter quiere a ese idiota tanto que no le importa desafiar al mismísimo Dino, ¿y a mí? Me odia, él ya eligió qué quería creer de mí y no vale la pena sacarlo de esas creencias, ya me encasilló en una etiqueta.
—¿Y qué cree de ti? —Se lo pregunta con curiosidad genuina, sin un atisbo de maldad pero hoy las personas no tienen rostros y las conversaciones se pierden con la música—. ¿Qué eres?
—¿Y qué hay de ti?
—¿Eh?
—¿Qué eres para Lynx? —Yut-Lung aletea sus pestañas negras y espesas debajo de la máscara dándole un toque misterioso que le anuda la garganta—. O mejor dicho, ¿qué es él para ti?, ¿un salvador o una nueva clase de perdición? —El menor extiende la mano para robarse dos copas de espumoso de una bandeja plateada—. Supongo que lo sabremos más adelante, brindemos.
Clic, los vasos chocan y la fiesta sigue.
⊱✿⊰
—¿Sabías que el monsieur inició con la tradición de las ferias para resaltar el poderío absoluto que la mafia americana tiene sobre todas las demás? Muchos dicen que los chinos nos vencen pero viendo a la pareja que quedó a cargo ya da risa, son unos mocosos ¿y para qué recordar a los Yakuza? Se fueron sin pena ni gloria, quizás los negros salvan, pero la verdadera guerra será entre los sucesores de Golzine. Las ferias son una excelente manera de esperarlo.
—¿En serio?
—Sí, es una tradición sagrada, de seguro nació mucho antes de que tú existieras, pareces joven incluso con la máscara, ¿cuántos años tienes, primor?, ¿trabajas acá o eres un invitado? Nada de lo que dije te molestó ¿no? Tienes los ojos rasgados, pero no tienes cara de chino, ¿coreano?
Yut-Lung se aguanta las ganas de estamparle un puñetazo al borracho que vino a vomitarlo con información inútil sobre los burdeles, la feria, las tradiciones, el poder que tiene y todo tipo de charlas fálicas que validen su nula hombría, está acostumbrado a lidiar con ellos, Eiji lo aprecia por su expresión serena y su voz dulce, no se asemeja al chico irascible con quién vino a la feria pero asume que es parte del rol. Que todos somos actores en el escenario de alguien más pero la gran diferencia con el chino es que toma por los cuernos el guión y lo hace suyo, Eiji no puede ni siquiera leerlo. No hay comparación. Y así la feria pasa entre charlas. Bailes. Bebidas. Viejos intentando acostarse con Yut-Lung. Tocando. Creyéndose con derecho. Ellos aguantándolo en mudez y respeto. Aguantando. Aguantando.
—Te juro que le cortaré el pene al siguiente que me confunda con coreano o tailandés, racistas.
—¡Silencio!
Toda la mansión se calla.
Está aquí.
Dino Golzine se abre paso hacia el escenario usando un traje de dominio y un bastón de señorío recubierto en oro, se para en el centro justo debajo de un foco plateado, su terno es negro, luce impecable como siempre, Eiji se esconde detrás de Yut-Lung, se dice que es para no ser pillado cuando la verdad es que tiene miedo. Dino sonríe. Se erige con arrogancia. Maldad. Sadismo.
—Bienvenidos a la feria de este año. —Su voz se resbala en el aire como un veneno espeso que empapa cada rincón del salón—. Como saben, llegamos a este momento donde les ofrezco la crème de la crème para que se vayan a divertir a las habitaciones o si prefieren adquirir uno de los especímenes que vean hoy, pueden hacerlo. Esta es mi muestra de gratitud por su fidelidad.
—No es cómo si tuviéramos más opciones. —Yut-Lung le susurra tan bajo que apenas produce ruido, debe darle miedo que lo escuche aunque no lo admita. Dino impone terror.
—También estamos experimentando con algo interesante, estaremos ofreciendo de muestra a un par de voluntarios, pero como no se encuentra perfeccionado, lamentablemente no podrán llevárselos a casa, aunque siempre podrán visitarlos en mis dominios si les gustan.
La multitud chifla, Eiji quiere irse.
—¿Qué es la verdadera belleza? Algunos dirán que la belleza se encuentra en la libertad y ellos no podrían estar más equivocados. —Dino extiende el bastón apuntando hacia la cortina rojiza de terciopelo que tiene por detrás cayendo como cascada, se escuchan sollozos y quejidos, el nipón sabe bien qué sigue porque estuvo ahí—. La verdadera belleza radica en la posesión.
—Yut-Lung. —Las piernas le tiemblan—. Vámonos ahora, todos están ocupados mirando esto.
—Pero. —Debe verse fatal para que una beldad tan venenosa se suavice con semejante rapidez aunque no puede evitarlo, hace un maldito año él estuvo en ese lugar—. Tienes razón, tampoco quiero seguir viendo.
Las cortinas se alzan revelando figuras apenas humanas pero ninguno observa el espectáculo.
Para su fortuna estaba en lo correcto y el resto de la mansión se encuentra vacía, el morbo ante la tortura es desmesurado en la mafia, más, debe concentrarse en cumplir con su palabra y así guiar a Yut-Lung hasta los aposentos de Dino, esquivan a los guardias restantes puesto que no se toman en serio a un par de siluetas tan gráciles, los tratan como prostitutos, se aguantan ya que al final están donde necesitan estar. Llegan. Llegan de verdad.
—Quiero que vigiles que no venga nadie. —Le advierte, la pieza de Dino se halla conectada de manera directa a una de las habitaciones rojas. Pronto estará usándola. Deben apurarse.
—¿Me vas a dejar acá?
—Estoy al lado. —Bufa—. Pero estamos muy cerca para que nos atrapen, cúbreme la espalda.
Dejarlo a solas en un cuarto lleno de fantasmas, qué maravillosa idea, Eiji intenta digerirla con humor esperando que algún día sea una anécdota chistosa en vez de un trauma, lleva su mano hacia su pecho para regularizar su respiración. Está bien. Ya no está aquí. No le pertenece. Está muerto para todos ellos. Ash lo salvó. Debe pagarle. Si ayuda a Yut-Lung podrá saldar su deuda. ¿Cómo puede serle de utilidad al chino? Vigilando, viendo los pasillos, estando atento para que nadie lo agarre por detrás.
—¿Alguna vez te han dicho que hueles delicioso? —Muy tarde—. Porque hueles muy delicioso.
No. No. ¡No!
Mierda.
Eiji ahoga un jadeo apenas siente cómo un hombre lo acorrala de espaldas contra la pared, no le da chances de pelear sosteniendo sus manos un poco más arriba de su cadera, presionando con su silueta fornida cada centímetro de su cuerpo para que no se consiga liberar, el agarre le resulta bruto y agresivo, como un animal cazando a una presa, el chico hunde sus palmas entre su pelo y empuja su cara hacia la pared en un movimiento salvaje. Agresivo. Excitante. Lo siente inclinarse hacia su cara, su boca roza su oreja desatando un espasmo de pura electricidad bajo su columna vertebral. Se siente indefenso. A su merced. Vulnerable a pesar del disfraz. Pronto, los dedos del desconocido juguetean apretando con dureza su cintura, lo reconoce al instante. Sabe quién es. Conoce a este hombre. Conoce esas manos.
—Estás usando el símbolo de los chinos. —Ronronea con una voz ronca—. Pero sé que Shorter no mandó a ninguno de sus hombres y te recordaría si le pertenecieras.
—¿Lo harías?
—Sí. —Hunde su nariz con descaro justo sobre su cuello y aspira con tal deseo que le pone los pelos de punta—. Conozco este aroma, ¿pero de dónde?
Ash se inclina más cerca, como si pudiera oler aún más profundo cuando está a milímetros de su piel, la cercanía hierve en su sangre y le arremete en el corazón, el tacto se vuelve codicioso, intenso y un poco desesperado, las manos del lince viajan hasta su cintura, ansía darlo vueltas para verlo a la cara. No quiere. Teme que lo reconozca. Pero teme aún más que no lo haga. Trata de quedarse estático contra la pared. Se resiste. No se somete y eso lo entretiene. Hijo de puta.
—Eres terco. —Susurra contra su oreja y puede sentir el roce de sus dientes—. Y no cualquiera sabe dónde están los aposentos de Dino, no eres un novato, ¿qué haces acá? —Podría decir lo mismo—. ¿Te perdiste?
Porque Ash no debería estar acá.
Pero acá está, deslizando sus dedos entre los pliegues del traje tradicional, paseando su boca sobre su piel y derritiéndolo con palabras de terciopelo porque disfruta jugar con él.
—Te tengo. —Ash engancha sus dedos en el hueso de su cadera y le basta de un tirón para darlo vueltas y quedar frente a frente, Eiji traga duro, aterrorizado de su respuesta, el camuflaje sirvió durante toda la velada, no hay motivos para que lo reconozcan ahora—. Eiji. —Pero…
—Ni siquiera dudaste. —Balbucea, atónito—. ¿Cómo? Ni siquiera yo me reconocí en el espejo.
—Tus ojos. —Dice con picardía—. Esos ojos son imposibles de confundir, sabía que conocía tu aroma de alguna parte, tenías que ser tú, siempre lo eres.
—A-Ah. —De repente, le da vergüenza la posición tan comprometedora en la que están, con la mano de Ash en su cadera, sus piernas enredadas, su fornido pecho encima, su cara a escasos centímetros a pesar de la máscara. Sus ojos en sus labios. Tan tentador—. Ya veo.
—¿Qué diablos haces aquí? —Cae en la cuenta de la situación—. ¿Cómo supiste de esto? ¿Por qué tienes una máscara de los chinos? No me digas que estás tratando de volver con Arthur.
—¿Qué? —Esboza una mueca—. ¡No! ¿Por qué haría eso?
—Porque estás acá y yo no sé nada.
—¡Lo tengo! —Yut-Lung entra en el peor momento—. Lo conseguí. Así que vámonos, Okumura.
—Linda máscara. —Ash ata cabos sueltos en cuestión de segundos—. Es igual a la que Eiji está usando, ¿vienen juntos?
—Lynx… —Yut-Lung impresiona nervioso, debe ser la primera vez que lo atrapan con las manos en la masa—. Pero qué maravillosa coincidencia, no sabía que ibas a venir porque dijeron que habías rechazado la invitación, qué pequeño es el mundo. —Ríe—. ¿Vinieron juntos? Debieron combinar mejor sus trajes, aunque no debiste exponer a Eiji así, muy mal ahí.
—Yut-Lung.
—Pero bueno, nada que hacer, lleguen con cuidado a casa. —El más joven se da la vuelta, reza para que Ash también finja demencia y se trague su farsa—. Cuídense, tortolitos.
—Tú vienes conmigo. —Ash lo amenaza—. Me vas a dar una explicación de qué diablos estabas haciendo en la oficina de Dino y por qué trajiste a Eiji a un lugar tan peligroso como este.
—¿Eiji?, ¿cuál Eiji? —Ash alza una ceja, cabreado—. ¡Ah! Ese Eiji, con el outfit no lo reconocí ni un poco. —La tensión cada segundo se siente peor—. Y podría decir lo mismo de tu parte, Lynx.
—¿A qué te refieres?
—¿Qué haces acá?, ¿acaso viniste a comprar a alguien?
—Sí. —Eiji y Yut-Lung se miran boquiabiertos—. Pero no es cómo creen, es un niño que durante mi ausencia Dino tomó, tenía qué hacer algo y traerlo conmigo fue la única solución que se me ocurrió.
—Oh. —El chino frunce el ceño—. Eso es muy noble de tu parte.
—¿Y tú? —Lo confronta—. ¿Qué estabas haciendo?
—¿Tienes que interrogarme mientras siguen en esa posición? Me siento como un voyerista, no me molestan los fetiches y sin embargo, no creo que sea el lugar para sacarlos a flote, vámonos antes de que alguien más nos reconozca y todo sea en vano.
—Pero me debes una explicación.
—Sí, sí. —Tararea—. Te la daré más adelante. —Pero a juzgar por la sonrisa maliciosa del chino debe ser mentira.
Tuvo que haber descubierto algo para estar así.
Algo muy grande.
Notes:
Vamos a seguir con Ash porque de su lado hay muchos personajes y temas que abordar, por eso vamos jugando entre nuestros dos protagonistas y rezar que la trama tenga coherencia.
Mil gracias por tanto cariño, nos vemos mañanita.
Chapter 6: Mudanza.
Notes:
Hi~ Los capítulos de estos días van a estar bien suavecitos dentro de todo, más que nada enfocados en las relaciones entre los personajes antes de meternos a conflictos más externos, así que disfruten de cómo las cosas se desenvuelven y los dramas de pareja, sobretodo de parte del WongLung y este capítulo del AshEiji.
Se les quiere un montón, espero que les guste.
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Chapter Text
—¡Ash! ¡Esto no es necesario! —Eiji gimotea, patalea y chilla, todo al mismo tiempo encima de su hombro derecho, es en vano, él no cede ni deja de cargarlo igual que un saco de papas hasta su cuarto—. ¡Ya me disculpé! ¡Es suficiente!
—No es suficiente. —Autoritario. Imponente. Dominante. Sus chicos mueren de miedo cuando usa ese tono para hablarles y considerando la historia que Eiji tiene con los Golzine, sería lógico que también le temiera, es casi esperable—. Ya conversamos de esto, fin de la discusión.
—¡Pero no es justo! —Sin embargo, el chico es una caja de sorpresas y mientras más lo conoce, menos entiende, es curioso, cada vez que cree tener una idea de cómo es, descubre una nueva peculiaridad que termina maravillándolo y dejándolo aún más perdido—. Me portaré bien, Ash.
—Ese tonito no funcionará. —Brama arrojándolo a la cama—. Eiji, te di un mes de espacio para que te sintieras cómodo en este lugar. Fui paciente y no te presioné. Fui amistoso inclusive sino sé cómo serlo. Te descuidé un segundo.
—¡Objeción!
—Un puto segundo y te vas directamente con todos los sujetos que se supone que debes evitar, ¿cómo quieres que me quede tranquilo sino tienes el mínimo instinto de autoconservación?
—Ya me disculpé. —Se defiende con un puchero que le derrite el corazón, vaya que es injusto.
—Sé que lo hiciste. —No quiere regañarlo, más, ¿desde cuándo es tan blando?—. Pero no está a discusión, de ahora en adelante te mudas a mi cuarto para que te pueda vigilar la mayor parte del día.
—Me tratas cómo a un niño. —Chista—. Y soy dos años mayor.
—Te trato como a un niño porque te portas como un niño.
—Sabelotodo. —Ash se limpia las orejas con los dedos ¿realmente le dijo eso al futuro líder de la mafia americana? No obstante lo toma como una buena señal, paulatinamente ha mostrado más de su personalidad, entiende lo duro que es superar la violencia y el abuso y más viniendo de un sádico como Arthur, por eso ha esperado que se abra cual capullo—. Pero lo comprendo.
—¿No vas a seguir haciendo berrinche?
—¿Tengo más opción?
—No. —Canturrea sentándose en la cama a su lado—. No la tienes.
—Tch. —Le rueda los ojos, cada día está más atrevido, pero le gusta que le lleve la contraria así como le fastidia, es la primera vez que le sucede con alguien y aun así… sus jades se clavan en la gargantilla que otro hombre dejó—. ¿Qué pasa? De repente cambiaste la cara, te ves triste.
—Tienes el cuello amoratado, en serio deberías quitártela para que te venden. —No es mentira.
—Ah. —Pero tampoco es una verdad si es a medias—. No importa, no duele.
Ambos se acuestan en su cama, es inmensa, tiene más de dos plazas porque Ash odia el toque ajeno, es raro que Dino irrumpa en sus aposentos, sin embargo, para prevenir la compró, nunca llegó a compartir esas sábanas y aunque nada pasará con Eiji lo pone nervioso la invasión a su intimidad, ¿de qué se queja? Él le exigió mudarse juntos, cuando lo vio en la feria sintió un terror que nunca antes había sentido. Uno paralizante. Abrumador. Despiadado. Lo sintió en la carne. Los huesos. La sangre. Los latidos. El corazón. El alma. Quiso vomitar al imaginarlo sobre aquel escenario y matar a quien osara ponerle una mano encima. No sabe por qué. Pero algo. Algo lo incita a protegerlo.
¿Qué será? Se cuestiona mientras yacen cara a cara en la cama, están lejos, prácticamente en extremos opuestos del colchón y aun así… Ash sonríe con timidez viéndose reflejado con suma ternura en esos relumbrantes ojos cafés, es una imagen dolorosa, nostálgica, por algún motivo cuando se vislumbra a través de Eiji encuentra al niño de una fotografía rota, asume que es solo un masoquista y que el anhelo a su inocencia lo lleva a cuidarlo como una proyección.
Pero tal vez (solo tal vez) Eiji genuinamente le agrade y su deseo por cuidarlo tenga que ver más con el propio Eiji que con su pasado. Solo tal vez. Y eso sí qué sería aterrador.
—Tú y Yut-Lung no me dijeron por qué estaban ahí. —Eiji esboza una sonrisa traviesa y bosqueja en el aire un candado y una llave—. Ah, ahora estás mudo. —Asiente para lanzar como símbolo de complicidad lo más lejos posible la respuesta, el gesto debería irritarlo pero se le hace lindo.
—Tú tampoco fuiste claro con tus motivos, solo nos regañaste todo el camino a casa.
—Lo mío no fue tan grave. —La epítome de la ofensa es una ceja levantada—. ¿Qué? Es verdad.
—Dijiste que compraste a alguien. —Su cara de indignación es adorable, su fleco se apelotona dándole una apariencia risueña y juvenil que le impide subir la guardia. Es un asesino. No debe olvidar su lugar. Está acá porque quiere derrocar a Dino. No es normal—. A un niño.
—Skip. —Lo presenta—. Te agradará cuando llegue. —La espera es ansiógena—. No debí irme.
—¿Y por qué te fuiste un año?
—Así que tú puedes hacer preguntas pero yo no. —Chista, dolido con falsedad (pero no tanta).
—¿Qué quieres saber? —Y eh acá otra de las peculiaridades que paran mundos, combustionan estrellas y destruyen universos para repetir el ciclo. Ese tipo de cosas que le deja el corazón en la mano. Que lo hace sentirse como un romántico empedernido contemplando el rompimiento de un capullo. Debe ser paciente—. Adelante, prometo responder.
Y Ash podría preguntarle cualquier cosa relacionada a Golzine, es su oportunidad para lanzarlo igual que un comodín dorado.
—¿Me tienes miedo? —Pero en su lugar. Ríe. Qué tontería. No es una pregunta real si el destino está escrito en piedra y la sinceridad es una daga ensangrentada—. No sé por qué dije…
—No.
—¿Eh?
—No te he tenido miedo ni una sola vez. —Sus mejillas enrojecen con tal intensidad que hasta sus orejas humean, abre la boca, pierde el aliento, está a vidas de distancia en el colchón, aun así Ash siente que podría alcanzarlo si se estira un poco más—. Lo siento si en algún momento dije algo que te hiciera creer lo contrario, estaba asustado, no de ti, sino de que fueras como el resto de tu familia dijo que serías. —“Familia” qué palabra más de mierda.
—Entiendo. No es tu culpa.
—Debí juzgarte por mí cuenta, lo lamento.
—Es broma considerando tu situación, ¿verdad? —El japonés parpadea igual que una lechuza curiosa—. No tienes que disculparte pensando en la gravedad del contexto.
—¿A qué te refieres? —Lo mata saber que hay cosas que ya ha normalizado y nunca se volverán a armar, recuerda las grietas doradas, las cicatrices con hilos, las gotas de miedo en la cama y espera que así sea, que incluso si las cosas se rompen, a veces se puedan reparar—. ¿Ash?
—Arthur te acababa de disparar. —Su sonrisa se borra de inmediato, Eiji retrocede al borde del colchón casi como si lo hubiera abofeteado—. “Te mató”.
—Me mató.
—Te mató. —Deja de decirlo—. Lo hizo.
—Cierto. —Impresiona ido—. Pasaron muchas cosas en ese periodo y algunas son mejores no pensarlas. —¿Y quién es para decirle que se haga cargo si también está huyendo? Corre y corre, no obstante, los traumas son una rueda de hámster y termina en el inicio—. Lo había olvidado.
—Pero no te estaba preguntando eso. —Lo trae de regreso. Acá. Conmigo. Hola. Estoy contigo.
—Tenías una reputación peor que la de Arthur. —Eiji le confiesa reincorporándose a la realidad, sus ojos siempre brillantes tienen una capa de neblina que le indica que un pie sigue allá—. No estuviste un año entero así que aprovecharon de esparcir rumores sin que pudieras defenderte.
—Bastardos. —Brama—. Debió ser aterrador que yo te trajera en esas circunstancias.
—Me costó aceptarlo. —Eiji hunde su rostro contra la frazada, su cabello se curva en dirección hacia su mejilla trazando medialunas en el cosmos que es su cara. Paciente. Calmo. Se queda viendo al capullo abrirse. A la crisálida romperse ¿por qué?—. Antes no me era difícil recibir las cosas sin suspicacia, pero un año con ellos puede romperte para siempre.
—Antes hacías deporte. —Recuerda—. ¿Ibas a la universidad?
—Tenía una vida normal. —En parte lo envidia al experimentar cosas que nunca experimentará.
—Ya veo. —Y en parte lo compadece por experimentar cosas que nunca volverá a experimentar.
—Pero supongo que se acabó. —El pesimismo en su voz hace que le den ganas de zarandearlo porque él no es así—. Ya no puedo volver. No tengo a dónde volver.
—Puedes volver acá. —Conmigo—. Qué idiotez, no es un buen lugar al cual regresar, ni siquiera me conoces tan bien, apenas hemos hablado porque me paso matando a… olvídalo.
Nunca se sintió avergonzado de lo que era en este rubro, lleva las matanzas como medallas de honor porque así fue respetado, pero con Eiji todo es diferente y eso lo asusta, siente vergüenza de sí mismo y de las cosas que lo enorgullecían porque este chico saca a relucir un lado normal que debería estar enterrado en un campo de centeno. No pudo ser el guardián de los niños. No pudo atraparse de caer al abismo. Así que se soltó. Y soltó a Griffin. Pero ha estado rebuscando entre las páginas amarillentas de su libro y por eso volvió, es una ambivalencia jodida.
—¿Quieres derrocar a Arthur?
—Quiero matarlo. —Su naturaleza es más fuerte que cualquier discurso de sanidad, ve al nipón tensar sus puños sobre las sábanas y apartarse, nadie en su sano juicio compartiría cama con un homicida—. Quiero matarlos a todos hasta que no quede nadie.
—Está bien. —No opina ¿qué podría opinar?, ¿qué quiere que le diga? No se parará a aplaudirle porque las personas normales no justifican una matanza.
—Y si ansías quedarte a mi lado. —Niega—. Con nosotros. —Se corrige—. Debes desprenderte.
—¿Desprenderme? —Sus jades se clavan en esa maldita gargantilla—. Ash, ¿nunca llegaste a considerar la posibilidad de que la uso por seguridad y no por lealtad?
—¿Eh? —Parpadea—. ¿A qué te refieres?
—A qué quizás esto va más allá que una pelea de egos. —Eiji se levanta de la cama—. Conoces a Golzine mejor que yo, estoy seguro. Así que deberías entender de qué es capaz cuando busca lograr algo.
—Él y Arthur te hirieron. —Infiere—. Te hicieron daño.
—Ellos no son los únicos que lo hicieron. —Impresiona herido, muy herido—. Realmente duele querer partir en otro lugar pero que todo el tiempo te estén cuestionando sobre tu lealtad como si Arthur fuera un recuerdo bonito, como si no me hubiera torturado, humillado y castigado por mera diversión, no tienes idea de todo lo que yo… —Sus ojos se cristalizan, Eiji quiere llorar, es la primera vez que lo ve así a pesar de lo sobrevivido—. No tienes idea de lo que me hicieron.
—Eiji.
—Así que al menos deja de tratarme como un traidor cuando no tienes idea de qué me sucedió.
—Pero…
—Y si no tienes la intención real de darme una oportunidad dime que me vaya, lo aceptaré dado que nada de esto es mío en realidad. Ni esta casa. Ni los chicos. Ni tú. Nada es mío. Ni siquiera yo me pertenezco, gracias por recordármelo, lo había olvidado.
⊱✿⊰
Se siente como un idiota.
Es un idiota.
¿Qué estaba pensando al recriminarle el collar? Mejor que nadie dimensiona la versatilidad de los mecanismos de afrontamiento, diablos, de niño no podía ir a “trabajar” sino llevaba consigo una de las cartas de Griffin, sí, racionalmente comprendía que su hermano no se materializaría en el cuarto para salvarlo por andar con una, todas las veces el resultado nefasto era igual, aun así, se aferraba al mugriento trozo de papel con las letras irreconocibles como si fuera un gatito de peluche. Eiji era normal. No acostumbraba a las matanzas. Ni siquiera Ash sabe por el terror al que fue sometido ¿lo golpearon?, ¿lo violaron?, ¿lo torturaron?, ¿lo usaron?, ¿lo drogaron por morbo?, ¿lo rompieron por diversión?, ¿lo vendieron al mejor postor?
No tiene ni puta idea.
Él no estuvo allí.
Y por ende, no debería regañarlo, si el collar le da seguridad que así sea, debería estar contento de que cada vez se abra más con él. Debería estar conforme y no ser codicioso.
—¿Entonces por qué no lo estoy?
—¿Qué no estás?
—No es nada. —Bufa—. Nada que te incumba a ti.
—Te noto ido, ¿siquiera me estás prestando atención? —Ash alza la mirada, la tenue luz carmín que envuelve la cantina le da una atmósfera densa, para lidiar con los nervios juega con el vaso, Cain ríe y esa risa se derrite bajo la música de jazz, es obvia la trampa, el bar es territorio de los negros, lo tienen dónde quería. Está en la boca del lobo—. ¿Me dirás qué pasa o adivino?
—Me cuesta aceptar que me hayas citado. —Tararea, el humo pende perezosamente en el aire, Cain se inclina en la mesita, están compartiendo tragos. Vodka. Cerveza. Whisky. Cosas reales.
—¿Y eso por qué? —Las venas del líder de Harlem se le marcan en los tríceps desnudos, nunca quiso aceptar la falsa alcurnia que Golzine impuso y por eso, se aferra a la ropa de adolescente, a una chaqueta de jeans rota, unas botas de combate negras y un pantalón manchado—. Hubo una época en donde nosotros gobernamos lado a lado como aliados pero eso fue antes de que huyeras sin decirle nada a nadie.
—Lo sé.
—Ni siquiera a Shorter. —Gruñe—. Ni a tus otros amigos, simplemente nos desamparaste.
—Me resientes. —No se va con rodeos—. Me resientes por haberme ido.
—No te fuiste, desapareciste. —Cain se sirve un vaso de golpe como sino quemara, un delgado hilo ambarino escurre de la comisura de su boca, se lo limpia con el brazo, Ash se desanuda la corbata, odia estas formalidades—. Y volviste como una pequeña copia de tu papá.
—No te atrevas a decir eso.
—¿Por qué no?, ¿te has visto? —Sus jades penden hacia el whisky que no ha tragado y se clavan en el reflejo de un hombre que usa un aro como etiqueta de ganado y viste grilletes invisibles a pesar de su presunta reputación salvaje y liberal. Falso. Mentiroso. Sucio—. Cambiaste.
—Todos cambian, Cain.
—Algo en ese año te cambió. No me refiero a un cambio para bien. No. Cambiaste cómo Arthur.
—¡No me compares con ese idiota! —Ash estampa sus puños contra la mesa, los vasos se dan vueltas, se levanta, en un abrir y cerrar de ojos todos los otros comensales lo están apuntando con armas, no importa, él tiene un tiro directo a la frente de Cain. Nunca deja la pistola en casa.
—Vaya, vaya. —Más el líder de Harlem luce divertido—. Ese sí se parece más al Ash que conocí.
—Diles que bajen las armas. —Le quita el seguro al revólver—. ¡Ahora! —Cain les hace un gesto a sus chicos para que los dejen tranquilos y solo así, Ash se vuelve a sentar—. Ve al grano, fuiste a mi cumpleaños para hacerme una escena similar y ya no tengo paciencia para seguir lidiando contigo.
—Ja, pensé que sería una sorpresa divertida recibir a un viejo amigo. —Pero su sorpresa lo privó de acompañar a Eiji en su primera interacción social y lo resiente por eso, Ash quería estar allá.
—¿Qué diablos quieres, Blood?
—Odio a la mafia blanca. —Cain brama—. Todos ustedes los Golzine me hacen querer vomitar.
—Gracias. —El despecho es un perro pateado en la carretera del pasado—. Dino adora que los insectos como tú nos menosprecien, nos dan más poder. —¿Por qué habla como si fuera parte si pretende destruirlos y luego matarse? No sabe. Pero la discusión con Eiji. Ja. Hunde un codo contra la mesa y se tira el cabello. No está pensando con claridad.
—Odio a los blancos. —Insiste—. Golzine no solo devoró a las mafias más pequeñas en Nueva York sino que extinguió a los Yakuza dentro de este territorio, ¿sabes lo jodido que es eso? Dino no anda con juegos, sé que si me rebelo seré el siguiente en aparecer en una bolsa, pelear sería francamente tonto ya que no tengo oportunidad, ni los chinos la tienen contra un pez tan gordo.
—¿Tu punto?
—El reinado de Nueva York se encuentra entre Arthur y tú. —Pone las cartas en la mesa—. Ese sujeto está preparándose para declararte la guerra, vino a hablar conmigo hace semanas, trató de convencerme para que me uniera a su lado.
—Pero no lo hiciste.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? Si hubiera aceptado ni tú saldrías con vida.
—Porque eres cómo yo. —Ash sonríe alzando la mirada, el verde en sus ojos impresiona mucho más pétreo a través del sucio cristal del vaso—. Preferirías morir a ser controlado por alguien.
—Ja. —Cain ríe—. Por eso planteáremos un acuerdo: cuando tomes el control de la ciudad me seguirás tratando de igual, no te pediré nada especial, ni que me favorezcas dándome terrenos que no me he ganado, lo único que exijo es respeto y una pizca de justicia.
—Nunca imaginé que llegaría el día donde darías a torcer tu brazo. —El jefe de Harlem se quita los lentes de sol para mirarlo con una media sonrisa, él los usa por una razón distinta a Shorter.
—Los tiempos cambian. —O quizás sea un fetiche entre mafiosos—. Si pretendemos sobrevivir nosotros también debemos adaptarnos a los cambios.
—¿Te refieres a los cambios que induce Dino? —Cain asiente—. No tengo mucha información.
—¿Sabes algo de lo que está haciendo?
Silencio.
Ash se queda absorto en sus pensamientos, ¿qué tanto puede decirle? No sabe nada en verdad porque lo que Yut-Lung encontró en la feria se lo guardó con una cautela digna de una serpiente escurridiza, más, no hace falta tener pruebas para saber que Dino trama algo, la presencia casi omnipotente de Dawson en el laboratorio de su padre se lo corrobora, no debería ser tema, ese sádico es fanático de los experimentos retorcidos en humanos, está seguro de que su hermano desaparecido fue un ratón de laboratorio que deben conservar no obstante hay veces en donde ha pillado al magnate mirándolo con una sonrisa maquiavélica y lujuriosa que… va a vomitar.
—Escuché que estuviste en la feria. —Entonces lo presiona para sacarle información.
—Escuché que tú también fuiste. —Ash saca el cuchillo y lo confronta de inmediato.
—Es obligación de nosotros ir si nos invitan, ¿crees que me fascinan ese tipo de aberraciones?
—No. —Baja la cabeza—. A nadie le agradan.
—Además, Golzine es insistente, le gusta tentar ofreciendo a personas como pedazos de carne y rentarlos por una noche o exhibirlos como animales de circo, siempre anda tentando al resto.
—Porque es el diablo. —Lo sabe, lleva años atrapado ahí—. He visto a los hombres más nobles caer por eso, todos tienen un precio y Golzine es bueno adivinándolo, nada más.
—¿Y el tuyo? —Cain tararea entretenido—. ¿Cuál es tu precio?, ¿es esa misma razón por la que te fuiste? —Griffin—. ¿O es la razón por la que te estás quedando?
—¿Qué? —Ash frunce el ceño, los ojos de Cain brillan gélidos bajo la luz de la lámpara dándole una apariencia de ultratumba que le pone los pelos de punta—. ¿Qué estás insinuando? Habla.
—Te conozco, alguien está haciendo que te quedes.
—Volví por la boda de mi mejor amigo, ¿esa no es razón suficiente?
—No es Shorter. —Dispara—. Alguien más está haciendo que te quedes, aunque no es sencillo leerte, te conozco. Estás protegiendo a alguien. —Eiji. Eiji. Eiji—. Tú buscas la guerra con Arthur, pero por motivos distintos, no por obtener el reinado, estás tratando de salvar a un ser querido.
—¿Y todo eso te lo sacaste del culo? —Ríe fingiendo demencia—. Si quiero iniciar una pelea es porque llegó el momento de ponerle fin a mi rivalidad con Arthur, el viejo no vivirá para siempre.
—Afortunadamente. —Cain se resigna—. Bien. —Y lo calma—. Sí tú dices que es así, te creeré.
Pero es el propio Ash quien no se puede tragar sus mentiras.
⊱✿⊰
Ash vuelve a la mansión con los hombros tensos y el juicio nublado, no ansía admitirlo y siendo franco no lo admitirá porque aceptarlo implicaría que Eiji se está convirtiendo en una debilidad, ¿por qué? Apenas se conocen, ¿acaso es el mero anhelo de arrebatarle algo a Arthur? Ecos de conversaciones sin terminar resuenan en su cabeza. Trozos de historias diferentes que encajan en el mismo rompecabezas. Disculpas a medias. Su corazón aún duele al recordar las lágrimas atiborradas en esos ojos cafés. Quiere arreglarlo. Quiere que le dé lo mismo. Llevárselo fue una de las peores decisiones que tomó. Es feliz con Eiji. Es tan feliz que se olvida de quién es. Voces opuestas chocan en su mente una y otra vez. Pero aun así. Ash baja la mirada a sus manos, hay una caja de cartón con un listón acomodada ahí.
—¿Eiji? —No lo compró porque le importe verlo mal, se dice, ahora son compañeros de cuarto y sería incómodo estar peleados. Nada más. Él no le importa. Le da igual. Si quiere se va. Le da lo mismo que vuelva con Arthur o se quede—. ¿Estás acá?
—No. —Pero sabe que es mentira el instante en que lo ve hecho un bulto en la orilla de la cama.
—Viniste a mi pieza. —Niega—. Nuestra pieza, estás acá.
—Pues dijiste que tenía que hacerlo. —Está resentido, el rencor es palpable en el ambiente, de manera cauta y lenta Ash se sienta en la cama, no lo suficientemente cerca como para tocarlo, pero sí lo suficiente para sentirlo ahí—. No quería meter a los chicos en problemas, me soltaron que eres cruel cuando los castigas, hasta le sacaste un colmillo a Bones.
—¡Él se lo ganó! —Se defiende—. ¿Qué es esa actitud de mierda hacia su líder?
—Una que probablemente su líder se merece.
—Estás enojado.
—No. —Eiji se encoge en la cama—. Estoy dolido.
—¿Es diferente?
—Es muy diferente. —Entonces Eiji se da vueltas y Ash muere, simplemente muere, no alcanza a defenderse o a subir la guardia cuando esos ojos lo atrapan, son líquidos y brillantes, aunque el matiz debería ser común y corriente este no lo es, le gusta mirarlo y le gusta mirarse a través de sus pupilas—. Pero yo debo hacerme cargo de mis sentimientos, no son tu responsabilidad.
—Ya veo. —Quiere disculparse—. Toma. —Más no tiene las palabras correctas, así que lo único que puede hacer es arrastrar la cajita sobre la frazada y esperar que sea suficiente, que Eiji mire que no es ajeno a la tristeza, que no lo minimizará ni lo juzgará. Vaya pensamientos para alguien que “no le importa”, ja, qué mentiras más flojas—. Espero que te guste, no sabía tu talla.
—¿Por qué? —Eiji se levanta como un niño abriendo sus regalos en navidad, recuerda cómo él solía correr debajo de la rama que tenían por árbol para que Griffin le extendiera un único regalo con una mueca de disculpa, los otros niños se burlaban de la carencia, Ash nunca lo sintió así.
—Me fijé en que no tienes cosas. —No supo decirlo con más tacto—. No trajiste nada a la pieza y no andabas con nada cuando te traje.
—Es que no tengo nada.
—Por eso quiero darte algunas cosas para que tengas. —La boca se le seca y aunque el cuarto se encuentra sumido en el silencio puede escuchar sus latidos con suma claridad—. Algo tuyo.
Eiji sonríe, rasga el papel, lo hace con gracia y delicadeza, como si valorara de sobremanera el hecho de que se haya tomado el trabajo de envolverlo para hacerlo especial, cuanto más cerca está de abrirlo, más rápido se disparan sus palpitaciones, es ridículo, ya ha perdido toda chispa de sensibilidad y humanidad, estas cosas no deberían afectarle.
—Es un… —Pero sopesa lo mucho que sí le afectan cuando Eiji saca de la caja un collar, es fino y bonito, tiene un ónix en el centro recubierto en oro, lo compró porque le evocó a sus ojos.
—Una gargantilla para reemplazar la vieja. —Creí que sería una linda forma de marcar un inicio.
—No entendiste nada. —No obstante—. Y simplemente no puedes entenderlo ¿no es así, Ash?
Es el punto que marca el final.
Notes:
Tenemos a Cain de nuestro lado entonces, lo que será muy bueno para el futuro y a Ash no lo juzguen, él no tiene idea de qué significa el collar para Eiji, nosotros nos hacemos una idea, pero le pasa lo mismo que a Shorter en el fondo, igual le duele verlo en el cuello de Eiji y no comprender la razón porque tampoco la han hablado, así que lo intento a su manera aunque falló, veamos cómo lo arregla mañana.
Mil gracias por tanto cariño, see ya~
Chapter 7: Apodos.
Notes:
Hi~ Seguimos hoy desde el punto de vista de Ash porque debe resolver el lío que él mismo dejó ayer, así que nos metimos en eso y ya va apareciendo bien presente el ambiente de conflicto entre las mafias, así que ojito con algunas cosas.
Mil gracias por el tremendo cariño, se les quiere muchísimo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¡Corre, Shorter! ¡No dejes que te atrapen!
—¡Esa debería ser mi línea!
—¿Eh?
—¡Cuidado, Ash!
Shorter dispara, aunque no se halle bendecido con los dotes de Ash tiene la puntería suficiente como para que la bala roce su mejilla blanca y le vuele la cabeza al tipo de atrás, el espectáculo es grotesco, los sesos salpican las paredes formando parte del grafiti de la ciudad, más, no hay tiempo para lamentarse, deben seguir huyendo porque Arthur se metió en su territorio y la cosa acabó mal, muy, pero muy mal.
Así que corren por sus vidas.
Corren y corren.
Sus zapatos de cuero yacen untados de sangre y mugre, la lluvia no ha cesado en toda la noche, el estridente eco de los charcos fundido con el resuello de sus respiraciones retumba ante los callejones mohosos, las luces de los postes parpadean dándoles una precaria vista de a dónde están, ¿Downtown? No, están cerca del centro, ¿a dónde pueden ir? Los casquillos caen y caen a sus pies. Plic. Plic. Plic. Ash toma la delantera. Es el líder de la manada.
Es el mejor tirador y los chicos dependen de él para huir intactos, los escucha seguirlo aún bajo los gritos y jadeos frenéticos, su confiable Smith and Wesson 357 magnum no ha fallado ningún tiro a menos de 25 yardas a pesar de ser cañón corto, todavía la siente caliente en su mano, no deben quedarle muchos cartuchos para escapar, retirarse es la mejor opción, no tiene idea de cuántos hombres Arthur mandó para irrumpir. Y tiene que salir vivo. Eiji aún no lo ha perdonado.
—Mierda. —Shorter lo para detrás de un basurero—. Estás sangrando mucho, amigo.
—¿Yo? Pero si no me han dado.
—Jefe. —Alex impresiona preocupado—. Está chorreando.
Ash baja la mirada, percatándose de que tiene un hombro abierto y le ha dejado un camino rojo al enemigo. Bravo. Brillante. Ni siquiera sintió el dolor a causa de la adrenalina, sin embargo, al haber tomado conciencia pronto esa herida arde, es como si alguien estuviera escarbando con una pluma metálica sus ligamentos abriéndose paso entre los músculos y la grasa, hurgándolo y hurgándolo hasta lijar los huesos, es una sensación que le taladra el cerebro, carajo, debería andar con un pito para casos de emergencia.
—Nos vamos a separar. —Es la orden definitiva—. Si los únicos hombres que quedan son todos los que nos siguen estamos a salvo, pero si hay más estamos muertos los ataquemos en grupo o no, en ambos casos prefiero exponerme solo y asumir las consecuencias.
—No. —Bones se niega, sostiene una escopeta y el contraste de tamaño es hilarante—. Siendo lo más respetuoso posible ese es un plan de mierda, suena a suicidio, jefe.
—Bones tiene razón. —Alex lo apoya—. Dejarte enfrentarlos con esa herida, sería abandonarte.
—Y le prometiste a Eiji enseñarle a leer bien en inglés. —Escuchar su nombre se siente tal como si le hubieran insertado un fierro por la nariz y lo martillearan directo al cerebro. Duele. Le duele mucho—. No puedes romper tu promesa con él. —Ash desliza su mano hacia su cuello, aprieta la cadena de metal que le cuelga como si fuera la placa de un soldado—. Se lo prometiste y no puedes romper una promesa, todos lo saben.
—Él lo entendería. —La piedra se resbala de sus dedos tal como Eiji se resbaló ante su corazón.
—No, no lo haría. —Lo espabila—. Le dolería que le fallaras, así que debes volver.
—Tienes razón. —Aunque rechazó la gargantilla que le dio, Ash conservó el dije de ónix y lo usa.
—¿Por qué no los llevamos a distintos lugares? Somos dos grupos grandes, acorralémoslos en callejones donde no puedan escapar y matémoslos rápido. —Alex divaga en voz alta—. Aunque preferiría que Shorter se quedara contigo para cubrirte la espalda, jefe.
—¡De ninguna manera! Yo iré al frente.
—No podemos mandarte así, te matarán en cuestión de segundos.
—¡Claro que sí! —La lluvia está tan helada que transparenta su aliento, no siente el frío, supone que es por culpa de la adrenalina o quizás, se está desangrando—. Puedo disparar, a diferencia de Arthur tengo buenos los nudillos.
—Auch, qué golpe más bajo. —Shorter silba—. Eso fue cruel incluso para ti.
—¿Es en serio? —Ash alza una ceja, indignado—. ¿Quieres iniciar un debate de moralidad acá?
—No. —Shorter recarga el arma—. Sing.
—¡Sí! —Es el más joven de todos, apenas un chiquillo que nació en el país equivocado y acabó involucrado con su hermanastro en las garras de los Lee.
—Te encargo a ti el liderazgo de los chinos. —Shorter le pone una mano encima, su voz se torna dura aunque paternal, sus siluetas se deforman en el pavimento mojado mientras el eco de los disparos ajenos y las burlas retumban en los muros de ladrillo—. ¿Puedes hacerlo?
—¡Claro que sí! —El mocoso sonríe sacando lo que parece un juguete, pero es un arma mortal.
—Entonces vamos.
Ash arroja el saco y retornan a la contienda.
Los hombres de Arthur no demoran en encontrarlos y disparar, Ash esquiva las ráfagas de balas con una agilidad digna de un depredador, los enfrenta cuerpo a cuerpo, no quiere derrochar su arsenal así que les quiebra la quijada con una patada, ataca los puntos vitales, rompe con unos puñetazos sus costillas, la violencia le resulta tan estimulante que deja de escuchar, mata pero está en automático mientras sus chicos se encargan de seguir con el plan. Mata. Mata. Y mata.
Sus vidas no significan nada. Shorter le cubre la espalda desatando una tormenta de cartuchos cuando aparecen los refuerzos. Los disparos son precisos, perfectos, hermosos. Ash se cepilla el cabello hacia atrás y embarra su cara de sangre, ahí se percata de cómo luce, posa su mirada en un charco de mierda para observar su reflejo. Tiene el fleco pegoteado y duro en una mezcla naranja que evoca del barro y los sesos de sus enemigos. Su camisa está tan rasgada que tiene la mitad del pecho expuesto. Su hombro parece haber sido arrancado por un animal salvaje de un mordisco. Sus dedos están negros por la pólvora. Pero su cara. Sus ojos. Esos malditos ojos verdes que a Dino tanto le encantan.
Baja la cabeza, no puede seguirse mirando sin vomitar, se da asco y pronto, se torna consciente de lo pegajoso que está su cuerpo como si hubieran manos viscosas deslizándose encima, Ash fue quién los mató. Si Eiji te ve llegar así se dará cuenta de que en el fondo eres peor que Arthur.
—¡A tu derecha! —Shorter grita, lo único que Ash escucha es cómo un cadáver nuevo cae otra vez al suelo—. Y así querías que te dejáramos a solas, ya estarías muerto.
—Perdón, me debo concentrar. —Se reprocha—. Pero Arthur estaba fuera de su territorio, claro que lo sabía, es como si me estuviera provocando adrede.
—Quizás quiere declararte la guerra. —Shorter se limpia la cara con el dorso de la mano, pronto sus mejillas toman un color ennegrecido y grotesco porque las tenía aún más sucias—. ¿Acaso tú quieres enfrentarte en una guerra con él?
—Sí.
—¡Entonces dile que tienes a Eiji! Esa es una clara señal de guerra, le quitaste algo que es suyo.
—Sé que debo hacerlo. —¿Y si lo quiere devuelta?—. Pero no todavía.
—Te estás poniendo blando. —Ash recarga la pistola, es el último cartucho para el último grupo de hombres que le restan a Arthur, los chicos deben estarse encargando del resto, Ash levanta el cañón, enfoca la mirada, respira—. ¿Me estás escuchando?
Bang.
Puede escuchar cómo la bala se abre paso entre las entrañas de un sujeto para incrustarse en el cerebro de otro. Shorter lo mira, contrariado puesto que quiere seguir conversando. Pero aún quedan sujetos que exterminar. Así que se ponen espalda contra espalda y en un santiamén el ejército que Arthur envió se ha reducido a una montaña de cadáveres desfigurados, ja, Blanca estaría orgulloso de ver que asesinar se ha convertido en un acto más natural que respirar, toda su personalidad finalmente se ha visto impregnada de sangre y los rastros de Dino. Felicidades.
—Necesitamos vendar tu hombro. —Ambos se tiran contra el basurero de metal cuando la riña acaba, están cansados, inmundos y traumados, aunque ambos hayan sido coronados jefes en la mafia son solo unos mocosos de 20 años—. Esa herida es grotesca, ¿cómo dejaste que te la hicieran?
—Lo dices como si hubiera sido mi responsabilidad.
—Estabas distraído.
—¿Lo estaba? —Ash tararea con la nula energía que le queda, sus dedos juguetean tironeando la cadena de plata, moviendo el ónix de un lado a otro. Sus ojos. Es idéntico al color de sus ojos y no entiende por qué carajos no le gustó sí se esforzó tanto en elegirlo—. Mierda.
—Ay, no. —Shorter se arranca los restos de la manga de la camisa—. Conozco ese suspiro y no vamos a hablar de eso. No. Simplemente no. No escucharé cómo te vendiste por un culo bonito o unas pestañitas coquetas. No tendremos esa conversación.
—¿Por qué no te agrada Eiji? Ni siquiera le has dado una oportunidad.
—No es que él no me agrade. —Le explica estirando las piernas sobre el pavimento, Nueva York se siente aún más repugnante con los pantalones mojados y la acera pegajosa, quiere ir a casa.
—¿Entonces?
—Es que te veo demasiado confiado. —Así que no es con Eiji el tema—. Me preocupa que estés bajando tanto la guardia con él ya que se puede aprovechar, mírate, discutieron y casi te matan.
—Siendo justos, fue mi culpa.
—¿Lo fue? Eso no es novedad. —Intenta pegarle y no lo alcanza, está agotado—. ¿Qué ocurrió?
—Es complicado.
¿Lo es?
Ni siquiera sabe cómo llamar al sentimiento que verlo le provoca, es una sensación de corazón, cuerpo, mente y también de alma. Es una sensación que lo hace sonreír estúpidamente al oírlo hablar de su tierra natal aunque tenga platillos apestosos. Intenso. Destructivo. Sofocante. Esa sensación de picor y ansiedad que lo mantiene intranquilo en la noche ya que teme que le pase algo y solo se alivia al despertar viéndolo al lado como si Eiji encarnara todos esos anhelos que no sabía que escondía pero ahí están, tomando la forma más amable y cálida que ha conocido a pesar de lo que ha superado, es una sensación que ha cambiado sus pesadillas porque ahora le da más miedo lo que pueda pasarle a Eiji que su propio bienestar. Es fuerte. Codiciosa. Hace que le duela el pecho al no tenerlo cerca y hace que le duela aún más si lo tiene al lado.
Así que sí, es complicado ya que ni siquiera él entiende qué carajos está sintiendo o por qué le importa tanto que Eiji esté enojado, a cualquier otro lo habría mandado a la mierda, ¿acaso no saben quién es? Pero Eiji.
—Poco a poco se ha abierto conmigo confiándome su personalidad, él es valiente porque debe estar muerto de miedo y aun así, se arriesga conmigo. Pero yo… yo no sé acoger esas cosas, no tengo idea de cómo manejar lo emocional y lo terminé jodiendo, quiero disculparme, le compré esto para disculparme, sin embargo, lo odió y desde ahí no me habla.
—Ay, Ash. —Shorter toma una postura de prepotencia—. Se nota que no sabes lo que él quiere.
—¿Y acaso tú lo sabes?
—Pues claro, sé lo que los chicos y las chicas quieren. —Tararea—. Y sobre todo en lo amoroso.
—¿A-Amoroso? —No quiere aceptarlo, no lo hará, sería una sentencia de muerte en ese mundo y bien lo sabe desde los 14 años—. Estás delirante.
—¡Es en serio! —Ash se sostiene el hombro e improvisa un torniquete con la manga que Shorter se arrancó—. Solo tienes que seducirlo, todos aman esas fantasías, tíralo a la cama y tómalo.
—Eso suena sumamente apropiado para alguien que seguramente sufrió violencia sexual, eres todo un genio, Shorter Wong. Así le genero un nuevo trauma.
—No lo encasilles en eso. —Lo anima—. ¿Además no eres tú quién me dijo que los traumas se deben resignificar?
—No, eso lo dijo Max. —Aclara—. Yo dije que los traumas eran mis mejores chistes y que si no puedo ir a terapia los seguiré usando de material de comedia, algún día haré un stand up y todo.
—Eres todo un partidazo ¿sabías?
—Lo dice el que me está dando ideas sacadas de wattpad.
—¡Son buenas ideas! Hablarle con una voz aterciopelada, ronronear su nombre, fingir bostezar para abrazarlo, atraparlo cuando se esté por tropezar, quedar accidentalmente en una posición comprometedora en donde sus cuerpos están pegados y sus bocas a centímetros, imagínalo.
—Prefiero no hacerlo. —Porque honestamente le da vergüenza considerarse en situaciones así de comprometedoras con el nipón, ¿no es tonto? Está aquí porque es experto seduciendo.
—Cómo sea. —Shorter rueda los ojos, los cristales de los lentes de sol se han reducido a trozos apenas colgando de los marcos—. Debes tomarlo con fuerza de los hombros, aventarlo y darle el beso más apasionado de su vida, usa la carta que es tu cara, eres atractivo, Eiji quedará loco si haces eso y sino estará tan confundido que se le pasará el enojo igual. O ganas o ganas.
—¿Y si es tan efectiva tu estrategia por qué te sigues escondiendo en mi casa? —La lluvia corre junto al sudor que enmarca la cara de su mejor amigo, lo pilló en medio de sus patrañas, no se fía de sus estupideces de casanova aunque sabe que es popular en los clubes—. A ver, explica.
—Yut-Lung es diferente.
—¿Cómo?
—Ya sabes, él ha estado con muchas personas.
—Si sabes que yo era un prostituto, ¿no? También he estado con muchas personas.
—Es distinto. —Lo corta antes de que escale—. Él lo hace con malicia, manipula a los hombres con su rostro bonito para que se enamoren de él y puff, cuando ya no le sirven los desecha.
—Suenas tan despechado cuando dices eso. —Se burla, Ash cierra los ojos y suelta la cadena.
—Es que estoy despechado. —Acomoda una mano sobre su corazón, siente a su pecho inhalar y exhalar, sigue vivo, salió con vida en serio—. ¿Cómo te sentirías si tu esposo tuviera la marca de otro hombre para siempre en su cuerpo? No te gustaría.
—¿Siquiera sabes quién lo tatuó? Esas cosas son importantes para ustedes los chinos.
—No necesito saberlo. —Chista—. Y él no desea decirme. —Por cómo lo ha tratado no lo culpa.
—Sabes que odio a esa víbora venenosa. —Y más luego de exponer innecesariamente a Eiji con la feria, literalmente lo llevó a la boca del lobo, bastardo—. Pero esta vez estoy de su lado, estoy seguro de que no lo arreglarás solo por tirarlo a la cama y tratar de besuquearlo, de seguro sales con un ojo morado de esa habitación. —La imagen mental le da risa—. Así que habla las cosas.
—Uy, no sabía que estaba con el señor responsabilidad afectiva. —Shorter hace berrinches tal como un niño—. En serio estás raro desde que Eiji llegó.
—Lo sé.
—¿Te gusta?
—No. —Frunce el ceño—. No sé cómo llamar a este sentimiento, pero está ahí si se trata de él.
⊱✿⊰
—¡Ash! ¡Llegaste a casa!
—¡Skip!
Ash lo toma en brazos para girarlo alrededor del salón, Skipper ríe y se deja mimar, no es bueno tratando a los niños, de hecho, solía evitarlos dado que tenía la creencia inamovible de que iba ensuciarlos, qué verían lo inmundo de su alma, eso los arruinaría porque todos los adultos que conoció de pequeño lo jodieron y lo trataron como si fuera malo. Pero Skipper es distinto. Se le acercó pidiendo trabajo a pesar de su reputación porque necesitaba sobrevivir pero se ganó su corazón sin esfuerzo alguno, hasta sabe de Griffin, es el único.
—Lo siento por dejarte. —Le dice mostrándose transparente por primera vez en su vida—. Skip, no sabía que Arthur te atraparía, apenas supe que estabas en la feria fui corriendo a buscarte.
—Lo sé. —El crío le sonríe—. No te culpo, Ash. —Pero él se culpa—. Estás sangrando por cierto.
—Lo sé. —Entra al salón y él mismo se desinfecta, quiere pedirle ayuda a Eiji, sin embargo, tras conversar con Shorter las cosas solo están peor, grandioso, ahora tiene escenarios raros en la cabeza, vaya mejor amigo de mierda—. Arthur nos tendió una trampa, por eso estoy así.
—¡Ese desgraciado! —Skip salta y maldice, no tiene que pedirle ayuda para que unte las vendas en alcohol y se las extienda para que se limpie, necesitará puntos, sino logra hacérselos tendrá que llamar a Meredith—. Cuando te fuiste se le subió el humo a la cabeza, se portó creyéndose el dueño de la ciudad, ¿acaso está ciego? Es obvio que ni siquiera Golzine lo soporta.
—Muy observador. —Lo felicita sacando hilo y aguja, empezando a zurcirse los pedazos de piel como si fuera un muñeco de trapo que se rasgó, aprendió durante los primeros entrenamientos porque si bien, Dino no escatimó en gastos para su educación, su estabilidad mental era tema aparte—. Fuiste fuerte para soportar hasta que yo regresara por ti.
—Ei-chan también lo fue.
—¿Ei-chan? —El nombre le suena vagamente familiar—. ¿Quién?
—¡Pues Ei-chan! Ya sabes. —Skipper lo dice con ojos grandes y brillantes—. Hablo de tu novio.
—¿Novio? —Su cara quema, la aguja se cae, suerte que sigue enganchada o podría convertirse en un problema de higiene—. ¡Eiji no es mi novio! Y se llama “Eiji”, no “Ei-chan”.
—Ei-chan es un apodo bonito que le puse. —Tararea—. Así le decían de cariño en Japón. —Ash no tenía idea y eso quizás lo pone un poco celoso. Alto. Alto. Alto. ¿Celoso? Puff, por favor.
—Aun así. —Bufa—. No juegues con esas cosas.
—Para no ser novios supiste perfectamente de quién estaba hablando. —El mocoso se mofa y se cuestiona seriamente qué tan buena idea habrá sido traerlo a casa—. Cuando me contaron que lo habías acogido a pesar del conflicto que te traería con Arthur me dio curiosidad, no eres la clase de persona que se deja llevar por las emociones y tiendes a reprocharte por la empatía.
—Skip.
—Pero apenas lo vi lo entendí. —Se le hace un nudo en la garganta al recibir tanta comprensión de un niño—. Simplemente no pudiste dejarlo solo y está bien que lo atesores, tú te mereces a alguien que te permita ser vulnerable y que te haga olvidar… esto. —El chico abre los brazos en un ademán para referirse a la mansión—. Porque eres más que esto.
—Tienes palabras muy sabias para ser un niño.
—Me lo dicen a menudo. —Skip alardea alcanzándole otra venda del botiquín—. Aunque Kong me contó que estaban enojados, que tú habías hecho algo malo y por eso no se hablaban.
—¿Tan obvio es?
—Tan obvio eres. —Lo corrige—. Los chicos lo dicen, no yo. —Y se lava las manos—. Apenas te termines de coser deberías ir a hablar con él, está en la biblioteca porque le pedí que me leyera.
—Eres un aprovechado, ni siquiera te gustan los cuentos, intenté leerte miles de veces en vano.
—¡Pero historias horrendas! —Skip gimotea—. Además, Ei-chan hace voces cuando me lee, tú no haces ninguna voz y así no es divertido.
—Mocoso malagradecido. —Dice con un puchero—. Ayúdame a ponerme la venda. —No ansía admitir que Skip tiene razón—. Iré a hablar con él. —Pero lo hace, está cansado del orgullo.
—Esa es la actitud. —Se rinde—. Puedes hacerlo, Ash.
Eso espera.
⊱✿⊰
—Llegaste. —Efectivamente encuentra a Eiji en la biblioteca, está acomodado en ese sillón tan mullido que Dino siempre odió (y por eso lo conservó), una montaña de libros yace en la mesita de al lado, luce adorable bañado por la cálida luz del atardecer, el ambiente se siente acogedor.
—Llegué. —Aun así. Sus ojos en la gargantilla. La culpa en su corazón. Más le vale a Shorter no haberle tomado el pelo o lo matará. Quiere disculparse. No sabe cómo—. Dulzura. —La mueca de constipación que el nipón esboza no tiene precio, bien, al menos luce confundido y eso es mejor que enojado ¿verdad? Así que es un buen plan.
Ash cierra la puerta de la biblioteca, se sumerge en esta candidez, da pasos firmes y elegantes como un depredador contorneándose, los ojos de Eiji yacen clavados en absoluta atención en sus movimientos, eso lo incita a esbozar una sonrisa torcida de diversión, así que avanza hasta el sillón, se sienta a su lado y acomoda una de sus largas piernas encima de Eiji mientras apoya con falsa casualidad una mano detrás de su cuello. Guapo. Encantador. Coqueto.
—Hola, sweetie.
—¿Hola? —Eiji está tan descolocado que resulta hilarante, Ash se inclina, más y más cerca, su boca roza su oreja, la siente calentarse y la mira enrojecer.
—¿Qué lees, preciosura? —Su aliento le pone la piel de gallina, lo hace sobresaltarse, pero ese apodo todavía no se siente correcto, así que debe ingeniárselas, está celoso de que compartan algo tan bonito con Skip. Él también quiere compartir algo lindo—. ¿Cuentos para niños, bebé?
—Ah, sí. —Ash desliza los dedos entre los de Eiji—. Skip me pidió que le encontrara algo bueno.
—Algo bueno. —Usa la otra mano para fingir un bostezo y abrazarlo por la espalda—. ¿Y pudiste encontrar algo bueno? Además de mí, por supuesto. Me encontraste.
—Estás actuando raro. —Eiji cierra el libro y se levanta como si tuviera un resorte en las piernas.
—¿Raro cómo? —Ash le sigue el juego—. ¿Raro irresistiblemente sexy?
—¡Raro! —Gimotea—. ¿Qué es toda esa actitud de…? —Eiji lo apunta de pies a cabeza con las manos sin saber explicarse, como Ash adora molestarlo y a esas alturas la furia se convirtió en incomodidad avanza como un depredador jugando con su presa. Eiji retrocede. Retrocede. No puede retroceder más. Choca contra la pared. Ops—. ¿Te estás juntando con Bones?
—No es eso. —Susurra con la voz más grave y aterciopelada que puede poner, desliza su dedo debajo del mentón de Eiji, forzándolo a mirarlo mientras que con la otra mano lo encierra sobre la pared. Sus cuerpos pegados. Su dulzor inefable. El deseo en su piel—. Quería acercarme.
—Estás demasiado cerca. —Resalta, debería ser Eiji quién se encuentre hechizado, más existe un aroma exquisito inundando la habitación y Ash apenas puede contener sus ganas de hundir su nariz sobre su hombro así como lo hizo en la feria, inconscientemente sabía que era Eiji pero su cerebro no lo procesó—. Ya, en serio, háblame de qué está pasando porque esto es raro.
—¿Por qué dices que pasa algo?
—Porque este no eres tú. —Qué se lo diga con tal seguridad—. Esta versión actuada es un Ash al que no conozco y no sé si me guste conocer. —Es tonto. Es tan tonto que le duele. Ja.
No es la primera vez que finge ser sensual y juguetón, tanto hombres como mujeres adoran esa clase de insinuaciones tan desesperadas, desde que conoce a Dino aprendió a interpretar acto tras acto. Por eso. Por eso atesora tanto a Eiji. Con él no actúa. Y por eso le dolió tanto pelearse.
—Lo siento por darte la gargantilla. —Entonces simplemente se derrumba—. Tienes razón, hay cosas que no entiendo para nada, no sé por lo qué pasaste, pero no quise sonar como un idiota.
—Ash.
—Me importas y mentiría diciéndote que me gusta verte con esto, no, me recuerda que sufriste a manos de alguien que odio y quiero matarlo por eso. Solo quería disculparme.
—¿Y actuando como si me estuvieras coqueteando es tu interpretación de disculpas? —Eiji se lo pregunta con un tono juguetón.
—¿Eh? —Ash se contagia de ese ánimo—. Quizás te estaba coqueteando de verdad, onii-chan.
—¿Onii-chan? —Lo encontró. Bingo.
—Ese apodo me gusta para ti. —Festeja—. Skipper tiene un apodo bonito para ti, ahora yo igual lo tengo.
—Así que de eso se trataba todo.
—En parte. —Lo admite—. Pero realmente me quería disculpar, no me gusta estar mal contigo.
—Yo tampoco quería estar mal, a veces me choca lo normal que se siente estar contigo, lo bien que se siente. —Eiji acomoda sus manos sobre su pecho y solo con ese gesto a Ash le cae cual balde de agua fría la proximidad que él mismo provocó, lo tiene encima, muy encima, eso hace que le duela el corazón, ¿por qué? Siente que hay una delgada línea que no debe cruzar—. A tu lado siento que estoy recuperando cosas que creí perdidas para siempre.
—Es mutuo el sentimiento. —Respira hondo, trata de mantener el control aunque esté tiritando y sudando—. ¿Entonces estamos bien? —Ash le ofrece una palma. Una excusa. Una promesa.
—Lo estamos. —Eiji se la da—. Estamos bien.
Cierran el trato y se quedan con las manos tomadas más tiempo del que deberían ¿qué es este sentimiento? Ash tiene miedo de descubrirlo y que eso mismo le rompa el corazón.
Notes:
Mañana nos quedamos con Ash por última vez antes de volver con Eiji e ir desglosando de a poco los secretos que esconde, porque se vienen bien potente las revelaciones, aprovechemos de estar tranquilitos con Ash aún.
Nos vemos mañanita y muchas gracias por tanto~
Chapter 8: Compras domésticas.
Notes:
Hi~ Seguimos hoy con Ash antes de adentrarnos más en Eiji, el capítulo de hoy tiene momentos bien lindos entre los dos porque se nota que han sabido construir sobre las heridas y eso es nuevo para los dos, así que van tanteando su relación, el problema es que a Ash le está gustando demasiado y como veremos en los próximos dos capítulos, Eiji carga con harto que no le ha dicho. Pero por hoy nos toca ser felices.
¡Muchas gracias por tanto! Espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Onii-chan. —Canturrea con una sonrisa repleta de satisfacción mientras Eiji cambia la venda de su hombro, están sentados en la cama, lo tiene cara a cara y sin embargo, no puede expresar la felicidad que le provoca un simple apodo—. Onii-chan.
—Te estoy escuchando.
Pero Ash no puede dejar de repetirlo: onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan, onii-chan. Saborea cada una de las sílabas, las dice como si fueran un himno sagrado, una canción de cuna, una súplica piadosa y un rezo de agradecimiento porque finalmente su vida se siente bien.
No es que Eiji sea la razón para que las cosas estén cobrando sentido, Ash sopesa el riesgo que es depender de alguien, las personas son estrellas fugaces en su mundo, un minuto están pero al siguiente no, la pérdida es pan de cada día y aun así su corazón está lleno con gestos simples y tontos como encontrar un apodo cariñoso, compartir cuarto, molestarlo al punto de que haga un puchero ya que Dios sabe que son absolutamente adorables esos mofletes inflados y labios estirados. Es feliz con poco. Es feliz con esto. Es tan feliz que le da miedo. Es tan feliz que todas las alarmas de su cabeza resuenan para que se sabotee. Es tan feliz que no quiere escucharlas.
—Onii-chan. —Eiji le cubre la boca con una palma, el toque es electricidad pura en su piel, Ash se volvió mucho más consciente de su cercanía física desde que montó ese espectáculo falso de coqueteo por culpa de Shorter. Algo de verdad hay en la mentira.
—Te escuché. —Y algo de mentira hay en la verdad—. ¿Qué sucede?
—Me gusta que me vendes con tanta suavidad. —Entonces dice y Eiji enrojece al instante, mira cómo las vendas que sostiene tiritan dado que el espacio entre ellos es una frontera prohibida.
—No es gran cosa.
—Lo es. —No le permite minimizarse—. Ya viste el desastre que tenía en el hombro cuando me quitaste el primer parche, es obvio que apesto cuidando de mí mismo.
—Por eso yo cuido de ti. —Eiji lo confiesa con tal naturalidad y ligereza que ni siquiera vislumbra el peso con el que esas palabras caen en su alma. Un derroque. Un tsunami. Un terremoto. Un tornado. Una explosión. Un Big Bang. Sin duda ese chico es el desastre natural más grande que podría existir—. Alguien debe hacerlo. —Sus caricias son amables y gentiles sobre sus heridas.
—Lo mismo digo contigo. —De repente, se siente muy expuesto, no por tener el pecho desnudo o las cicatrices abiertas—. Alguien debe cuidarte porque apenas te descuido te estás poniendo en la línea de fuego tú solo, pero bueno, escuché que los conejos eran suicidas.
—¿Conejos?
—Sí.
—¿Qué tienen que ver?
—Skip dijo que te parecías a uno. —Recuerda con una risa risueña—. Y es cierto, tienes cabello esponjado y suave que te invita a acariciarlo y esos ojos grandes y profundos que dejan a todas las noches en ridículo, también tiendes a menear la nariz si algo no te gusta, pateas mucho, no sé si te habías dado cuenta pero pateas en exceso y no es para nada lindo. —Un poco quizás.
—Seguramente alguien me saca de quicio para que lo haga. —Le tira una indirecta y la esquiva.
—Además tienes una personalidad tan malditamente terca que la decisión fue unísona en toda la mansión. Eres un conejo kamikaze oficialmente. Felicidades.
—Ah. —No le hace gracia—. ¿Y tú eres un gato mañoso en ese caso?
—Lince. —Corrige—. Un lince indomable, no me faltes el respeto llamándome mañoso, que no se te olvide con quién estás hablando.
—Es cierto. —Eiji lo suelta y Ash odia lo incompleto que se siente, nadie puede sanar ni limpiar sus pecados. Su alma está corrupta. Su cuerpo está roto. Su corazón yace podrido. Y lo razona con una escalofriante tranquilidad—. Lo siento, a veces me salgo de mi lugar y te trato como si fueras un amigo cualquiera cuando venimos de estatus muy diferentes. No volverá a pasar.
—Eiji. —Pero ese chico—. Dejemos algo en claro antes de que se convierta en un malentendido más grande. —No puede creer lo malditamente afortunado que es por tenerlo en su vida, le da asco pensarlo ya que desglosa que Eiji habría estado mucho mejor sin poner un pie en América.
—¿Qué cosa? —¿Pero qué sería de Ash sin Eiji?, ¿cómo habría vuelto a ahogarse en ese mundo de sangre sin nadie que le extendiera la mano para sacarlo? Puede que al final se hunda, puede que Dino al final lo mate, que la culpa sea un cañón metido en su boca y un día se dispare. Pero tuvo esto. Al menos tuvo esto y nadie se lo puede quitar—. ¿Ash?, ¿en qué piensas?
—Somos amigos. —Ash le da las manos, el dolor de su herida no se compara a lo apretado que se profesa su corazón con la caricia—. Y los amigos se tratan como iguales, no se hacen gracias a la existencia de una deuda así que quítate esa idea de encima y trátame con esa personalidad tan mierdosa que tienes. —Lo hizo reír, es una risa bonita.
—Es difícil considerando que me salvaste la vida.
—Y tú salvaste la mía.
—No. —Niega porque esa es su naturaleza—. No he hecho nada, no puedo hacer nada sin reñir.
—Eiji, no necesito que te pongas enfrente de mi ejército con una katana, tú me salvaste de una forma en que ni siquiera te puedes imaginar dándome estos momentos ya que son estos trozos de libertad y cotidianidad los que me mantienen cuerdo, sino sería una carcasa vacía otra vez.
—Otra vez. —Eiji revolotea las pestañas como si fueran las alas de un mirlo—. ¿Te pasó antes?
—Me pasó antes, sí.
—¿Cuándo? —No lo está obligando a contarle nada—. No tenemos que hablar de esto sino te sientes cómodo o listo. —Pero Ash quiere hablarlo alguna vez.
—Me fui a Cape Cod porque quería encontrar a alguien. A mi hermano. —Le cuenta cosas que no le ha contado a nadie—. Estoy seguro de que sigue vivo, que Dino me lo quitó para utilizarlo como una rata de laboratorio y en parte fui a juntar pistas. Y en parte…me fui porque necesitaba escapar. Así que escapé. Me fui. Los abandoné a todos a su suerte.
—Ash.
—Yo mismo me estaba dando miedo. —Cain le dijo que volvió como una copia de Dino cuando no pudo estar más equivocado, se fue para no convertirse en una—. Me acostumbré a la mafia, las matanzas, la violencia, la corrupción y la injusticia con tal rapidez que dejé de sentir y quería sentir algo: culpa, tristeza, resignación, asco. Pero no. Y entonces no me pude detener, no pude dejar de matar y necesité frenarme. —Porque Blanca nunca le enseñó cómo parar.
—¿Y ahora? —Es tan dulce para preguntarle cosas, ¿así se siente ser amado?—. ¿Cómo estás?
—Ahora está siendo más difícil y es por ti. —Eres el culpable. Eres mi razón.
—Perdón. —Ash niega deslizando sus manos hacia las mejillas del nipón, elevando su mentón.
—Es por ti que recordé cómo debía sentirse ser humano y es una mierda en esta realidad, pero prefiero cargar con eso a desprenderme de lo poco que me queda del hermanito que Griff amó.
—Ash. —Lo sana. Lo reza. Lo revive—. Oh, Ash.
Eiji extiende su palma, repasa su barba fantasma, es áspera y hace un sonido gracioso a causa de la fricción, más, le agrada, se acerca y la cama rechina, el botiquín quedó en segundo plano, la venda se cayó, da igual, Ash cierra los ojos y se derrite por esos toques gentiles, no es brusco, no es posesivo ni urgido, podría morir con una sonrisa por este chico, piensa, le da risa no haber podido prevenir esa irrupción a su corazón, hace solo un par de meses lo consideraba una más de las rosas de Dino, ahora ve que se equivocó. Eiji no tiene espinas para lastimar. No tiene los pétalos rojos. No tiene un aroma presuntuoso. No. Eiji tiene un tallo que gira. Es amarillo. Tiene un dulzor sutil e inconfundible. Eiji es un girasol. No una de las rosas de Dino.
—Si te sirve de algo. —Y es con esta clase de divagaciones que concibe la magnitud de su caída por este terco—. Estoy orgulloso de ti. Puede que no sea nadie para decirlo pero conocí a Arthur de cerca, de muy cerca. Y no era ni la mitad de hombre de lo que eres tú, Ash Lynx.
—Ja. —Lo pone tan nervioso escucharlo así de franco—. No tienes que cuidarme para retribuir.
—Te cuido porque me importas, eso es muy distinto.
—Entonces nos importamos.
—Así parece. —Las mejillas de Eiji se han tornado de un rojo brillante que le roba una sonrisita tonta—. Así que debes protegerte mejor, porque me duele verte llegar herido a casa.
—Ni siquiera me di cuenta de cuándo me dispararon. —Sus relumbrantes ojos cafés se centran en la cadena de plata que pende de su cuello, olvidó quitársela, pero siendo honesto no quiere quitársela—. Esto…
—Lo conservaste. —Musita para sí mismo—. Siempre usas un jade en la oreja y es hermoso.
—Ese aro es una etiqueta de ganado que solo uso para evitar conflicto con Dino. —No escatima en el asco que le genera ese recuerdo, al final Golzine siempre hace lo que quiere dando ilusión de consentimiento, jugando con la esperanza de los demás al venderles una libertad que yacía cortada del inicio—. Pero este es distinto, este lo uso porque me hace pensar en ti y pensar en ti me hace feliz porque tú me haces feliz. —¿Qué diablos está diciendo?—. No dije nada.
—Una piedra negra te recuerda a mí, eso no es para nada lindo.
—Es un ónix. —Chista—. Los ónix son piedras preciosas.
—¿Por qué te recuerdan a mí?
—Porque no sé nada sobre ti. Tu pelo es completamente negro, tus ojos también son profundos y negros. —Se pierde en la melancolía—. Las cosas oscuras me daban miedo cuando era niño.
—¿Eh? —Eiji ladea la cabeza, su curiosidad tan transparente lo incita a encontrar cosas que ya daba por perdidas—. ¿Por qué? —Bueno…
—Mi padre me hizo una calabaza de Jack para Halloween, la utilicé para pedir dulces. Entonces me fui a esconder en el bosque para asustar a mi hermano. Estaba completamente oscuro, se escuchaban sonidos tenebrosos. Estaba asustado, así que me iba a casa pero repentinamente vi una cabeza de calabaza gigante. Después me di cuenta de que era mi reflejo en el parabrisas de un auto. Odio las calabazas desde ese entonces.
Solo con ver una me da escalofríos.
—¿Qué? —Está demasiado silencioso—. ¿Qué pasa?
Ash levanta la mirada solo para encontrarse a un Eiji con la boca apretada y temblorosa, pronto lo ve encorvarse escondiendo su rostro detrás de sus brazos para luego arrojar la cabeza hacia atrás entonando lo que debe ser la risa más estruendosa, irritante y chillona posible.
—¡¿De qué te ríes?! —Ahora es Ash quién se encuentra sonrosado—. ¡Eiji!
—Será mejor que no le cuentes a nadie. —El bastardo llega a llorar por culpa de la risa y precisa apretarse el estómago para respirar—. ¡El tipo que le apunta un arma al jefe de la mafia le tiene miedo a una calabaza! —Su carcajada resuena por toda la mansión—. ¡Le diré a Golzine! —Eiji acomoda sus manos en su pecho mientras las lágrimas corren por sus mejillas.
—¡Ya! —Gimotea indignado—. ¡Eiji!
—¡Le diré que despida a todos esos guardaespaldas y que plante un jardín de calabazas! —Ash frunce el ceño y se voltea con un puchero absolutamente ofendido.
—¡Ríete lo que quieras! —Pero Eiji ríe. Ríe. Y ríe—. ¡Pequeña mierda! —Y Ash no aguanta más la humillación así que se le tira encima—. ¡Ya verás! ¡Me las pagarás por irrespetuoso!
—¡Ash! —Chilla—. ¡Solo estaba bromeando!
Sin embargo, el lince se lo toma personal tumbándolo en la cama, acomodándose encima para resaltar la brecha corporal, suele olvidar que es dos años mayor por su rostro de bebé y su aura repleta de ternura e ingenuidad y pronto, las carcajadas de Eiji se convierten en una respiración entrecortada a causa de la cercanía, Ash traga duro deslizando sus dedos entre los del japonés y pidiendo en secreto el deseo de quedarse así. Acá las cosas están bien. Ahora. Con Eiji. Ansía que esto dure un poco más, no tiene que ser para siempre. Un segundo robado. Uno extra. Solo uno. Solo por ahora.
Por favor, Dios. Déjame tener esto.
—Eiji. —¿Qué podría decirle que justifique su desesperación? Hay una línea que no cruzará, no solo por la gargantilla que sofoca su cuello pálido, sino por Eiji. No puede arrastrarlo más lejos.
—Más tarde quiero ir a hacer las compras. —Dice de la nada, no entiende—. Me disfrazaré bien para que no me reconozcan y siendo franco, nunca vi a ningún jefe de la mafia ir al mercado así que estaré bien, los chicos se ofrecieron a protegerme.
—Ah. —Procesa—. Eso es bueno.
—Pero esperaba que fueras tú. —Oh—. Es un capricho, no debes tener tiempo para una tontera tan banal, pero no sé, quería pasar tiempo juntos fuera de la habitación y…
—Me encantaría ir. —Ash le aprieta la mano con una sonrisa—. Vamos juntos, apenas terminen la reunión en la mansión de los Lee volveré corriendo. —Odia los compromisos diplomáticos.
—Deberíamos terminar de vestirte en ese caso. —Eiji le recuerda su desnudez—. A menos que quieras ir así a tu reunión, por supuesto.
—¿Acaso esa es una propuesta? —En vez de avergonzarse lo usa de excusa para coquetear, ha descubierto que le gusta ser audaz y pícaro cuando se trata de Eiji porque lo recibe diferente.
—Depende de si me lo pides por favor o no. —Eiji se levanta, toma la camisa que estaba encima de la cama para extendérsela—. El celeste te queda muy bien, me gusta cómo ilumina tus ojos.
—Si tú lo dices deberé creerte. —Balbucea embelesado—. Onii-chan.
—Creo que el apodo me empieza a gustar. —Sus ojos brillan con pillería—. Ash-u. —Y ahí está.
—Eso es un estornudo. —Son esa clase de cosas tan pequeñas las que lo vuelven loco de este chico. Se pregunta qué será. Se pregunta si será tan malo averiguarlo—. Pero haces que incluso los estornudos suenen bonitos así que no me molesta ser uno.
—Eres tan descarado. —Eiji le pone la camisa, abotona ojal por ojal con las manos tiritonas, la cara roja y el corazón desnudo—. Vuelve pronto de esa reunión, te estaré esperando.
⊱✿⊰
El problema es que no ansía estar en la pretenciosa reunión luego de haber tenido una mañana tan maravillosa. Pero bueno.
Ya está aquí.
Ash suspira intentando mantener la atención en los puntos que se debaten, aunque detesta la burocracia, Golzine lo moldeó para que fuera un táctico experto. Escanea con cautela el salón impregnado de lujo, la marca de los Lee se encuentra plasmada en cada alfombra, pilar, copa y mueble posible, la oscuridad es latente y sofocante, debe ser por la presencia de tanta basura junta, se dice a sí mismo mientras repasa los enormes cuadros de personajes sombríos y luces pesadas que cuelgan del techo, no solo vinieron los líderes de la mafia como él y Yut-Lung sino que también asisten los políticos con posiciones importantes ya que vienen de la mano ¿acaso no es gracioso cómo piden que la mafia ensucie para que ellos limpien? Si le preguntan, la casa blanca está llena de mierda. Pero bueno. Las cosas son así.
—Pondré al elefante en la habitación. —Eduardo L. Fox, un exmilitar que trabaja de sicario y se encarga de la unidad especial de Dino habla—. Lo que verdaderamente nos concierne es a cuál de los dos vamos a apoyar para que presida la mafia y eventualmente se postule a presidencia.
—La presidencia. —Yut-Lung ríe, se encuentra sentado a su lado con una copa de vino sobre la mano, luce elegante e imponente a pesar de ser el más joven en la habitación—. Dino adora el drama, ¿no es así?
—Ríete lo que quieras, pero todos sabemos que ni los negros ni los chinos tienen oportunidad.
—Papa está preparando algo grandioso que de seguro les hará decidir. —Arthur se abre camino en el salón, viene tarde, tiene las manos metidas en los bolsillos del pantalón y el traje inmundo por la sangre, su rostro tiene salpicaduras de mugre, no pertenece acá sin embargo se pavonea como si todos fueran suyos. Lo odia—. Por supuesto, es algo que está perfeccionando, pero va a cambiar todo el juego, será fantástico.
—¿Y debemos creer en esas promesas vacías? —Kippard, un senador obeso y decrepito brama con un cigarrillo en la boca, Ash nunca toleró a ese hombre por su olor, apesta a colonia barata.
—No son promesas vacías, pudieron presenciar una probada en la feria. —El silencio los cubre.
—¿Por qué yo no sé nada en ese caso? Dino también es mi papá. —Escupe la palabra y se mira poseído por el impulso irrefrenable a lavarse la lengua con lejía.
—¿Crees que te lo ganaste? —Arthur se sienta en la mesa pasando a llevar las botellas lujosas de alcohol y la comida de alcurnia—. Te fuiste un año y muchas cosas cambiaron, hermanito.
—Qué tú le lamas las suelas no cambió.
—Tan encantador cómo siempre. —Ríe con una mueca torcida, Arthur toma el frasco ambarino de whisky y se lo bebe de un sorbo. Animal—. Nuestro padre tiene un nuevo favorito, ¿pero qué esperabas? Ni siquiera lo has ido a visitar para compensarlo por el tiempo perdido. No. Miento. Fuiste a compensarlo en la feria ¿verdad? Escuché que visitaste sus aposentos privados.
—¡Bastardo! —Ash se levanta y lo coge de las solapas del traje, quiere pegarle un tiro en la puta frente de una maldita vez—. ¿Te crees gran cosa? Tú pasaste por lo mismo, somos iguales, pero eres tan necio que no puedes verlo.
—¡No somos iguales! ¡Nunca lo fuimos!
—¡Ambos estuvimos ahí! Vimos lo mismo, nos hicieron lo mismo.
—Pero ya no estoy ahí. —Arthur sonríe divertido, logró su cometido, lo alteró frente a los sujetos más importantes con sus trajes impecables y relojes faustos—. Cómo decía, lo que Golzine se encuentra fabricando no tiene precedentes, en un par de meses lo verán y ahí podrán tomar su decisión con más serenidad, será evidente para ese entonces quién les conviene entre los dos.
—Escuché que te metiste al territorio de Lynx. —El tono de Yut-Lung rompe la tensión igual que una navaja lenta y afilada—. Esa es una clara infracción a nuestro código, ¿cómo confiar en ti?
—No me metí en su territorio, mis hombres nada más se confundieron e intentaron defenderse.
—Sí, claro. —Ash chista, Fox se toca el mentón pensativo, un anillo de oro destella bajo la tenue luz naranja mientras la tensión se asienta—. Cúbrete la espalda mientras puedas, no ganarás.
—No haré nada para declararte la guerra, hermanito. —Porque eso claramente implicaría tener que ser castigado por Dino, el pedófilo valora el equilibrio y la “familia” más que nada, vaya que es irónico considerando el contexto—. Si alguien la iniciará y decepcionará al viejo vas a ser tú.
—Si quieres partir algo, hazlo tú mismo. No tomaré esa responsabilidad.
—No. —Carcajea—. No me arriesgaré a destruir todo lo que he construido. —El cínico susurra.
—En tus sueños. —Ash lo suelta—. Ya me cansé de esta reunión, no estamos llegando a ningún lado.
—Al contrario. —Fox se levanta—. Llegamos a muchos lados interesantes gracias a esa charla.
Poco a poco los peones se van retirando de la casona, desearía decir que fueron fructíferos los debates y medidas que se tomaron para controlar la ciudad no obstante vende su alma rasgada en vez de su cuerpo, no sabe si eso es mejor. Carajo. Al menos ahora tiene noción de qué puede estar pasando. Dino trama algo. Fabrica algo. Dawson es experto en química, una droga o algún gas quizás. Si Arthur ladra con tal imponencia ya están aplicando pruebas en humanos. ¿Acaso será algo de control o sumisión?, ¿un componente altamente adictivo y dependiente? Necesita saber qué diablos encontró Yut-Lung.
¿Cómo puedo convencerlo de pasarse a mi bando?
—Fue un gusto verte, hermano. —Arthur le pega en el hombro, no solo llegó tarde y jodió lo que estaban discutiendo relativamente civilizados, sino que tiene el descaro de hablarle así—. Esta vez las cosas serán diferentes, nuestro padre se sintió muy traicionado cuando te fuiste.
—Pues qué lástima, los hijos vuelan del nido.
—Y aún así te permitió volver casi sin consecuencias, siempre has sido el favorito. —¿Favorito?
—¿Es en serio? —Ash ríe, atónito—. ¿Y a qué puto precio crees que lo fui?
—No te pongas muy cómodo estos meses. —Arthur lo toca del hombro y se acerca—. Él pronto te dará una visita donde tendrás que saldar cuentas y…
—¿Y? —Quiere confrontarlo, más, debe guardar silencio al vislumbrar el rostro de constipación que el contrario le ofrece, sus ojos azules se encuentran repletos de emociones desconocidas.
—Hueles familiar. —Balbucea en voz alta—. Hueles dulce, conozco ese aroma. —En serio debe hacer algo con Eiji. Mierda. Pasaron la mañana juntos, claro que se le pegaría el olor.
—Una prostituta me pegó el perfume. —Intenta zafarse—. Si quieres te doy su número, era muy vulgar para mi gusto.
—¿Me estás escondiendo algo? —El agarre de Arthur se tensa ante su hombro—. ¿Me robaste?
—¿Robarte? —Ríe entretenido—. Suena a que perdiste algo y estás tratando de tirarme encima la responsabilidad.
Arthur no le responde, se limita a mirarlo casi despechado antes de abrirse camino a gritos con la servidumbre del clan Lee. Estuvo cerca. Demasiado cerca.
—¿Será tan tonto para no darse cuenta? —Yut-Lung lo observó todo desde una orilla, la sombra de la noche, el último del clan, el dragón de luna.
—Espero que sí. —Chista—. No anhelo que Eiji pase por más peligros o será un gran problema.
—Escucha, Lynx. —Su tono adquiere un deje de seriedad que le pone los pelos de punta—. Hay algo que he querido hablar contigo, pero no te lo tomes a mal.
—¿Qué cosa? —Ya se lo está tomando a mal, saca un cigarro de su chaqueta, lo prende y se lo lleva a la boca para apaciguar las náuseas arremetiendo en su interior como caldo de cabeza.
—¿Crees que Eiji esté diciendo la verdad?
—¿Eh? —El cigarro se cae al piso y se apaga—. ¿A qué te refieres?
—Mira, no odio tanto a Okumura. —El más joven se rasca la cabeza, impresiona contrariado al decirle esto, como si le hubiera costado decidirlo—. Él fue valiente para ayudarme con mi plan, me escucha cuando me quejo sobre Shorter y no sé, no lo odio tanto, pero no me cierra el cómo lidia con el trauma, es decir, estuvo un año con Arthur y Dino, pero ni siquiera se inmuta.
—Nosotros tampoco nos inmutamos, estamos disociados a estas alturas.
—Sí, aunque la diferencia es que nosotros prácticamente nacimos así ¿para alguien normal no sería mucho más difícil digerir estos horrores? Pero Eiji siempre está calmado, no digo que haya mentido, quizás esté omitiendo cosas o no sé, quizás no esté llevando tan bien sus traumas.
—¿Insinúas que debo desconfiar de él?
—Insinúo que debes prestarle más atención a los detalles. —Le advierte—. De ahí, tú concluye.
⊱✿⊰
Ash se mira en el espejo del supermercado, ¿hace cuánto no usaba ropas normales? Extrañaba sus converse rojas y su camisa blanca, sus jeans rasgados y su apariencia aniñada, se ve como si fuera una persona totalmente distinta, no le desagrada y de hecho le inquieta lo cómodo que se profesa usando esta piel, pero la mejor parte no es dejar colgado el traje de líder mafioso en casa sino que Eiji… Ash sonríe, atontado. Luce absolutamente adorable con ese suéter mullido a pesar del horroroso estampado de pájaro que le imprimió, se pregunta si en otra vida podrían haberse conocido así y le da pena el pensamiento.
—¿Qué pasa? —Eiji se le aparece de espaldas, contemplando el espejo a su lado—. ¿Te gusta?
—¿Me veo raro?
—Te ves guapo. —Qué fácil es para este chico acelerarle el corazón—. No me malentiendas, el traje también te hace ver guapo pero ¿cómo decirlo? —Eiji se lleva una mano hacia la boca casi como si eso lo ayudara a pensar mejor, es tan bonito—. Te ves más tú de esta manera.
—¿Eh?
—Y sé que es una idea pretenciosa porque debo conocer muy poco de ti, solo… se ve correcto.
Pero Ash nunca podrá explicarle lo profundo que sus palabras calaron dado que le ha confiado lo más frágil y endeble de su alma, así que le da risa que no sepa lo mucho que sabe, en verdad Eiji no tiene ni la menor idea de qué tan indispensable se ha vuelto en su vida, ¿no? Pero quizás es mejor así, divaga mientras toma la barra del carrito para arrastrarlo ante los grandes pasillos.
Están haciendo compras domésticas. Max se mataría de la risa si supiera. Le diría que lo tienen domado y probablemente tendría razón. Pero existe algo sumamente reconfortante en esto. En buscar y tachar las cosas de la lista. En pasear con la música irritante de fondo. En vestir ropas normales. En reír. En perder el tiempo así. Es una bocanada de aire fresco.
—No has llevado nada para ti, solo cosas para mí. —Entonces Ash enfatiza—. Puedes tomar lo que quieras del super, estará bien.
—¿En serio? —Sus ojos brillan con tanta felicidad, joder, la cara le quema y el corazón le punza.
—En serio. —¿Cómo podría desconfiar de ese chico?, ¿cómo podría ponerlo en duda? Yut-Lung no dice más que tonterías.
—En ese caso quiero buscar ingredientes para hacer natto, es un platillo que de seguro amarás, es tradicional.
—Si dices que lo amaré, lo amaré. —Ash no lo pone en duda.
—¡¿Ei-chan?! —Pero entonces—. ¡¿Ei-chan, realmente eres tú?!
—¿Ibe-san?
Entonces se da cuenta de que Yut-Lung tenía razón y Eiji no le ha contado ni siquiera la mitad.
Notes:
Nos vamos con Eiji y con Ibe altiro mañana, recuerden que Eiji tenía una vida bien establecida antes de todo este drama y nos tocó echarle un ojito a qué estaba pasando y a dónde Eiji quiere ir a fin de cuentas.
Nos vemos mañana~ como siempre, gracias por sintonizarnos esta noche.
Chapter 9: Flores.
Notes:
Hi~ Luego de un día de desarrollo de personaje demasiado innecesario y extra por fin puedo subir el capítulo que nos antecede a la catástrofe, lo unico que puedo advertirles en relación a Ibe es que él está fuera de todo esto, para él Ash se ve como el heredero de la mafia de Golzine, no como el Ash de Eiji, así que acuérdense no más.
¡Mil gracias por leer!
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Chapter Text
Eiji baja la cabeza, el collar le pica contra el cuello, está seguro de que a estas alturas se le tuvo que haber infectado el sarpullido, más ¿tiene sentido preocuparse? No se lo sacará, sus manos se tensan alrededor de la taza de té, es matcha, Ibe solía quejarse de que su madre era la única que sabía prepararlo cómo correspondía sin quemar las hojas ni endulzarlo demasiado, es raro sentarse a beber con un amigo cómo si el tiempo no hubiera pasado. Pero. Pero. Pero. Eiji se ve a través de la espuma moteada y no se reconoce, le da vergüenza topárselo luego de sobrevivir semejantes transgresiones ¿y si se entera de que no luchó y se quedó quieto?, ¿y si es tan obvia la suciedad impregnada a su piel que le da asco?, ¿y si concluye que perdió todo derecho a ser un humano?
Es que así se siente, como si lo hubieran despojado de su valor pero era más llevadero con Ash.
Porque con Ash no debía pensarlo.
—Estás vivo. —Ibe es el primero en romper el silencio, todavía lo mira como si estuviera en una sesión espiritista y lo contactara del más allá a pesar de estar en una cafetería—. Tu madre…
—¿Ella está bien?
—Dentro de lo que se puede. —Ibe se golpea las mejillas, intentando espabilarse y mantenerse entre las risueñas risas de los comensales y el agradable clima primaveral—. Ella sabía que yo estaba en América por cuestiones laborales, apenas te llevaron me llamó, me rogó para que le diera el aviso a la policía sobre tu secuestro y la ayudara a buscarte para volver a casa.
—No te correspondía esa carga. —Lo lamento.
—Y por supuesto di aviso pero Charlie me explicó que la policía no puede irrumpir en los planes de la mafia. —Ríe—. No tienes idea del espectáculo que armé, incluso pasé una noche vigilado en prisión porque me indigné y no pude contenerme así que arremetí contra todos, me conoces y sabes que no soy violento pero simplemente no pude tolerar una respuesta tan mediocre, ¿el sueño americano? ¡Por favor! Eras un niño de apenas 20 años y el sistema te desamparó.
—Ibe-san… —Entonces Eiji se levanta de la mesa para tomarlo del hombro—. Estoy agradecido de que lo hayas intentado, así que está bien. Hiciste todo lo que pudiste.
—Lo siento. —No obstante—. Lo siento tanto, Ei-chan. —El adulto está llorando desconsolado.
Y Eiji no puede hacer nada más que dejarlo.
Es extraño, conoció a Ibe ya que lo miró en un campeonato en la televisión y quedó embelesado con la expresión que puso cuando voló, eso lo motivó a visitar Izumo e insistirle en protagonizar una sesión de fotografía, siendo franco no lo entendió, ni siquiera había ganado la competencia y si saltaba era para enorgullecer a su mamá, veía lo mucho que ella se esforzaba, sin embargo, poco le llevó sopesar qué Ibe no se rendía cuando se encaprichaba, así que terminó en su casa, terminó haciéndose amigo de la familia, terminó siendo su amigo y lo más próximo que tendría a un padre (del suyo no sabía nada), tenían planes de visitar juntos América cuando acabara el primer semestre de la universidad. Tenía futuro. Sueños. Esperanza.
Pero la vida es una ruleta rusa y las fichas son teñidas por inocentes, le da un poco de risa verlo llorar tan desolado, impresiona más culpable que su propio papá por no haberlo salvado. Vaya.
—Está bien, Ibe-san. —Así que debe decirlo ya que alguien debe ser el fuerte, es impresionante cómo el estrés lo ha deteriorado tanto, debió esforzarse mucho al buscarlo. Gracias, en verdad.
—No está bien, Ei-chan. —El adulto se limpia la cara con brusquedad, sus dedos perfectos con los que solía sacar fotografías maravillosas yacen arrugados y chuecos, tiene la piel tan reseca que si lo mira con atención puede apreciar a las capas desprendiéndose, hay unas ojeras grises ensombreciendo su mirada y luce con menos cabello, en verdad le afectó—. Les fallé.
—No era tu responsabilidad salvarme, mi madre no debió pedirte nada, es decir… —Sonríe con tristeza—. Incluso un ignorante como yo comprende que no había nada que hacer contra gente tan poderosa. Me da un poco de risa ahora, pensar en todas esas veces que me pregunté cómo sería conocer a mi papá para que fuera un cobarde, ¿al menos sigue vivo?
—Está muerto, Charlie me lo confirmó.
—Lo suponía. —Baja su mirada hacia el té y aprieta con más fuerza la taza—. Escuché que Dino no perdonó a ninguno de los Yakuza, no sé si eso sea bueno o malo, habían hombres muy malos ahí dentro, pero también habían hombres con mala suerte como mi papá.
—¿Era doctor?, ¿qué hacía metido ahí?, ¿por qué diablos te metió a ti ahí? —Sangre en su voz.
—Eso escuché. —No sabe más detalles y ya nunca los sabrá—. También escuché que más allá del rango todos los que entran a los Yakuza entran con su familia, mamá dice que él tenía serios problemas con el alcohol y el dinero, asumo que se metió y nos metió ahí para saldar su deuda.
—Pero no así. —La voz de Ibe se endurece—. No a costa tuya. —Eiji lo ve y es hilarante que solo hayan pasado dos o tres años desde que se conocen y hayan cambiado tanto, supone que todo ese tiempo de ausencia mantuvo una percepción inmutable del adulto, que lo remece apreciar que el mundo siguió corriendo con o sin él ¿su hermanita estará más alta?, ¿su madre parecerá tan cansada como Ibe?, ¿su abuela seguirá viva?—. ¿Cómo estás? Es tonto preguntarlo y lo sé.
—He estado bien. —Independiente de la respuesta, ya no puede volver a su normalidad, quedó atrapado en medio del fuego con el casco de alguien más—. Las cosas no han sido tan terribles desde que Ash me acogió bajo su ala, él es diferente a los otros Golzine.
—¿Ash Lynx? —Palidece—. ¿El lince de Nueva York?
—Sí.
—No puedes quedarte con ese chico. —Ibe declara con tal seriedad y apatía que le pone la piel de gallina—. Todas las noches sale en las noticias, él es un asesino con una reputación temida.
—Él no es así. —¿No lo es?, ¿qué tanto sabe de Ash además de que todas las noches llega con las ropas ensangrentadas y debe curarlo?—. Ash ha sido amable conmigo.
—¿Amable? —Ríe, descolocado—. No puedes estar hablando en serio.
—¡Es verdad! Ash es amable, se preocupa por mí.
—¿Hasta cuándo?, ¿hasta que se aburra igual que Arthur? —Eiji sostiene el collar como si fuera un crucifijo y estuviera rezando una plegaria, de pronto la cotidianidad del café se siente lejana y ajena, como si estuviera viendo la escena de una película o estuviera metido en un libro en el papel de un extra.
—Él no es Arthur. —Un ruego. Un deseo. Una súplica—. Él no me tirará porque se canse. —Pero, ¿qué responsabilidad tiene Ash con él? Lo recogió como un perro abandonado, más, ¿cómo va a reaccionar cuando se entere de que le sigue perteneciendo a su viejo amo? Ash odia más que nada a su hermano y si él aún está relacionado… Eiji contiene una arcada contra el dorso de su mano, la bilis le quema la garganta como ácido corrosivo, no puede hablar.
—Sé que hay forma de sacarte de ahí. —Ibe suena desesperado, igual que una mamá que ladra y ladra rogando que no le arrebaten a sus cachorritos—. Tenme paciencia y hablaré con Charlie o con Jenkins.
—No servirá de nada, fui un obsequio. Es un acuerdo entre mafias.
—Tú no incumpliste el acuerdo, Arthur te dejó voluntariamente, salió en las noticias ¿cierto? Él te dejó y como ya no te quiere tu libertad debería volver a ser tuya, además, estás muerto.
—Por eso parecías haber visto a un fantasma. —Dice para sí mismo, es agridulce, su muerte le ha dado más libertades y limitaciones que nunca, pero al final no está en el mapa excepto para quienes lo conocen en persona y eso tampoco es vida, es una jaula—. Aun así, no puedo volver.
—¡¿Por qué?!, ¿por qué no puedes volver?
—¡Porque no puedo dejarlo! No puedo hacerle eso a Ash.
—¿Te tiene amenazado?
—¿Qué? ¡No! —Eiji retrocede—. Ash no me haría eso, él tomó la responsabilidad por mí a pesar de los riesgos que acogerme implicaba, no puedo pagarle con ingratitud, no puedo irme.
—¡Es un asesino!
—¡No lo conoces!
—Ei-chan. —Ibe le aprieta las manos con seriedad—. Me da terror que hayas pasado cosas tan malas que ahora estés idealizando una pizca de bondad que te están entregando, estoy seguro de que normalizaste muchas cosas que antes te habrían horrorizado porque era la única forma de sobrevivir pero míralo desde afuera, Ash Lynx es un asesino, es el futuro jefe de la mafia más grande y peligrosa que existe, es dueño de prostíbulos, está acusado por distribuir droga en los barrios más bajos y por trata de blancas. Esa no es una buena persona.
—Lo sé, pero… —¿Cómo debe tomarlo? Esta es como una bofetada de realidad que le recuerda que en su día a día no habían ni siquiera armas, ¿qué es esto?, ¿dónde diablos está?—. Aunque quisiera no podría volver, ellos me despojaron de esa posibilidad, ya no encajo con ustedes.
—¿A qué te refieres?
—Los Golzine también tienen fama por realizar experimentos en humanos ¿no es verdad? —El adulto se cubre la boca horrorizado, Eiji agradece que Ash les haya dado privacidad y los dejara a solas en el café porque eso no es sencillo de aceptar, no obstante, no por llorar algo cambiará y lo sabe, realmente lo sabe, Arthur se lo repitió una y otra vez. Es doloroso. Quiere gritar. Quiere arrancarse la cabeza para que se calle el puto dolor. Pero no se calla—. Ya no soy normal.
—Ei-chan. —Jamás se calla—. Dios…
—Así que no puedo volver nunca con okaa-san. —La boca le tiembla, el corazón le punza como si lo estuvieran estrujando igual que una pelota antiestrés ¿cuánto aguantará antes de estallar? ¡Ha estado manejándolo bien! Ha estado haciendo la vista gorda quitándole seriedad al trauma porque abrirlo será ver una pornografía de la tortura protagonizada por él una y otra vez—. Y por eso tampoco puedo volver contigo, debo elegir el menor de los males.
—¿Y Ash Lynx es el menor de los males?
—No sé. —Tensa los puños sobre sus rodillas—. Espero que sí.
—Ei-chan. —Ibe le extiende una servilleta—. Acéptala, por favor.
—¿Por qué la necesitaría?
—Porque estás llorando. —Eiji se lleva las palmas hacia la cara, está mojada, fría y desarmada, siente a sus ojos atiborrarse con la pena, entonces solo se rompe la puerta y todo sale de golpe.
El horror. La tortura. La sangre. El abuso. La violencia. Las palabras. Los toques. El despojo. Las humillaciones. Los golpes. Las marcas. El sadismo. Las burlas. Ser arrendado. Ser usado como un trozo de carne. Ser inyectado como un ratón. Ser forzado a ver horrores grotescos. Todo llega en una bofetada cruel y lo único que logra hacer es llorar, no tuvo el espacio para hacerlo antes.
Así que llora. Llora. Y llora.
Simplemente llora porque todo esto es una mierda injusta ¿por qué debe pagar por las terribles decisiones de un papá que ni siquiera conoció?, ¿por qué debe despojarse de su dignidad solo porque Arthur se encaprichó con él?, ¿por qué tuvo que olvidarse de que era valioso por el mero hecho de ser humano? Él tenía sueños antes de esto, quería saltar, estaba estudiando para así poder llegar a las olimpiadas, quizás no era el hijo más espectacular del mundo ni el estudiante más destacado pero era un niño bueno, ¡era un niño jodidamente bueno e igual le pasó! Pero a los sujetos como Arthur o Dino no les pasa nada aunque sean malos.
¿Entonces cuál es el sentido de ser bueno si…? Ni siquiera se reconoce en esos pensamientos.
—Me quitaron mi vida. —Apenas se le entienden las palabras por lo desgarrador del llanto, pero no puede frenarse, se rompió el grifo, las lágrimas no pararán, no se corta la sangre—. Ellos me quitaron mi vida y ya nunca volverá, me hicieron ver cosas… el olor, Ibe-san, hay olores que aún me atormentan en las pesadillas y ni siquiera me reconozco, hay marcas que no sé cuándo me las hicieron pero están ahí y a veces estoy tan asustado que no sé quién diablos soy.
—Ei-chan. —Ibe no espera más, se para corriendo de la silla para abrazarlo y contenerlo como puede—. Estoy acá, tranquilo.
—Tuve que aprender a ser de cierta forma con Arthur. —Eiji incrusta sus uñas en los brazos del adulto, hace tanto que no lo tocan así que le da pena no saber cómo reaccionar—. Se me olvida cuál en verdad soy yo, no recuerdo cómo era sin… es como si este trauma siempre hubiera sido parte de mí, sé que no lo era, no pudo haberlo sido. Es tan triste no recordar los momentos que me hicieron más feliz y entonces me pregunto, Ash dijo que me salvó por qué quería vivir, ¿pero lo quería?, ¿realmente fue lo mejor?
—No digas eso. —Ibe lo aprieta con más fuerza—. Estás vivo, eso es lo más importante.
—¿Y acaso esto es mejor que la muerte?
—Shh. —La calma voz de Ibe lo envuelve como una manta—. No tienes que resolverlo acá pero puedes sacarlo, te hará mal guardarte todo eso, así que por favor, sácalo conmigo.
—Ibe-san.
—No te volveré a dejar solo, estoy acá.
Eiji se aferra con fuerza al adulto hasta desmoronarse, grita hasta quedar sin voz, llora al punto de que no salen más lágrimas, se desarma hasta que no puede respirar. Porque su vida. La vida que armó y construyó con tanto cariño. Su pequeña vida. Ellos simplemente la tomaron. Arthur y Dino la cogieron y la tiraron como si fuera un trapo asqueroso. Y sí. Tal vez era una vida sencilla y chiquitita donde no pasaba nada extraordinario. Pero era suya. Era la única que tenía.
Era suya y se la robaron.
⊱✿⊰
—¿Te fue bien con Ibe?
—Mhm.
La mirada de Ash es un bricolaje de preocupación y miedo que se encuentra entre telarañas de lo que pretende ser cariño, están caminando de regreso a casa, Ibe le pasó su número y lo dejó ir con la promesa de que se volverían a reunir cuando tuvieran el caso más resuelto, más, dicha posibilidad se siente tan surreal, quizás antes se habría esperanzado cuando nunca había visto una pistola de verdad porque en-Japón-estaban-prohibidas, sin embargo, ahora está resignado a sobrevivir, a veces se cuestiona si vale la pena, luego de llorar y aceptar las atrocidades a las que lo sometieron teme que carece de respuesta.
—Tus ojos están rojos. —Ash casi luce normal con su camiseta blanca y los jeans rasgados, es guapo sin duda, en otras circunstancias habría sido muy fácil enamorarse, más Ibe tiene razón.
—El reencuentro me puso sensible. —¿Qué tanto sabe de Ash Lynx? Es un asesino, hace meses le habría parecido horrible e incluso fantasioso puesto que son de ese tipo de cosas que sabes que existen, pero están tan lejanas que no se sienten reales—. Me hizo bien verlo.
—¿Un familiar tuyo?
—Un amigo.
—Ah. —Ash se rasca la nuca, incómodo—. Él podría visitarte si así lo quieres, ¿sabes? También es tu casa así que puedes invitar a quien quieras.
—¿Es mi casa? —Eiji se encuentra totalmente ido, se acuna a sí mismo necesitado de un ancla.
—¿A qué te refieres? —Ash impresiona no entender y no puede culparlo, ¿qué debe creer sobre él? Ibe tiene razón, seguramente lo está mirando con lentes rosas porque es su salvador y hace caso omiso de sus atrocidades, una vida es una vida. No puede darle valor según conveniencia. No es comparable—. Claro que es tu casa, hasta dibujaste esos pajarracos feos que amas.
—Ah, sí.
—¿Te pasa algo? Te noto apagado.
—No es nada. —Y más considerando que perfectamente podría haberlo matado si Arthur no lo hubiera abandonado ¿qué lo hace distinto a esas otras víctimas?, ¿qué lo hace más merecedor que los cadáveres que ha dejado? Le da risa, sin importar cuánto lo racionalice y lo piense, este chico no puede darle miedo, ¿por qué? Sería más fácil si lo hiciera—. Estoy bien, en serio.
—Eiji. —Ash lo toca de la espalda y él le pega un manotazo para que lo suelte, solo fue un reflejo para protegerse y no obstante, el imponente lince parece a punto de romper en llanto, lo ve casi como si lo estuviera apuñalando por la espalda, ¿por qué pone esa cara?
—P-Perdón. —Eiji baja la cabeza—. No quise reaccionar así.
—No. —Ash luce mil veces más herido—. Fue mi culpa por asumir que estabas cómodo, nunca te pregunté si estaba bien tener contacto físico.
—¿Y acaso tengo derecho a negarme?
—¿Eh?
—Mira la situación real, Ash. —La desesperación le anuda la voz—. No soy diferente a un rehén.
—Pero yo no te tengo de rehén.
—¡Pero yo no puedo irme a ninguna otra parte y eso…!
—Shh.
Ash lo mete a un callejón y lo estampa contra la pared, le cubre la boca con su palma y lo oculta bajo su cuerpo, actúa como si fuera un escudo observando las afueras de Downtown, escucha los cuchicheos de voces que son demasiado familiares, los estaban siguiendo, sin embargo, a juzgar por las reacciones tan calmas de sus perpetradores no los alcanzaron a ver, ja, lo último que necesita es que Arthur sepa que sigue con vida, así que agradece que no sea el caso.
—Perdón, esto debe ser incómodo para ti. —Ash susurra y ahí él comprende lo verdaderamente cerca que lo tiene, está tan encima que puede sentir cómo su aliento cosquillea sobre su boca y eso le agita la respiración, de pronto se torna demasiado consciente del toque—. No les daré la chance de hacerte daño, tranquilo.
—A-Ash.
—Estás a salvo a mi lado, lo prometo,
El nombrado le quita la palma de la boca, está totalmente concentrado en no ser vistos, lo mira palpar el elástico de sus jeans en busca de su arma, no parece necesaria, más, el lince no baja la guardia hasta estar completamente seguro de que se han ido. Y solo ahí. Eiji alza la vista para encontrarse con una expresión de pura desesperación y eso hace que le duela el corazón, si lo trata de esta manera se creerá más especial de lo que es y entonces… pero Ibe tiene razón, Ash tiene el derecho de aburrirse y tirarlo, ¿qué será de Eiji entonces?
—¿Estás bien? —Que lo acune de las mejillas tan amorosamente es peor—. Lo siento, te toqué.
—No me molesta que lo hagas, puedes tocarme.
—Pero me apartaste.
—Eso es porque estaba alterado. —No miente—. No quise reaccionar así, pero también soy un humano, no siempre estoy disponible para anteponer las necesidades de otros o preocuparme de sus reacciones, las mías también me consumen y no puedo evitarlo.
—Nunca te pedí eso. —Su voz es suave y dulce en contraste a sus palabras—. Nunca te pediría algo así, sé que eres una persona, yo tampoco reaccioné bien. Lo lamento.
—Ash. —Eiji encoge los puños contra el pecho del nombrado, está tan nervioso que las piernas le tiemblan y el corazón le late erráticamente en un frenesí, puede sentir al suéter tensarse para luego aflojarse contra su torso igual que una camisa de fuerza—. ¿Por qué estoy a tu lado?
—¿No quieres estar ahí?
—No quise decir eso. —Eiji se encoge un poco más—. Pero no entiendo por qué tú me querrías.
—Eiji.
—¿No tendrías menos problemas si simplemente me dejaras? No te puedo ayudar en nada, ni siquiera soy capaz de aceptar el mundo en donde estoy, a veces eso se siente muy pesado, no puedo darte esas cosas que perdiste, no puedo traerlas de vuelta, pero tampoco puedo ser un cómplice en este mundo porque no sé defenderme, nunca aprendí a usar un arma y…
—Eiji. —Ash lo acuna con ternura de la cara, se arrodilla como signo de sumisión para que mire el valor que le da a su existencia—. No te tengo a mi lado porque espere algo a cambio y siendo franco no soportaría tenerte en el frente de batalla, tampoco espero que juegues a la casita, sé que estamos en una situación delicada, sé que hay cosas que soy y que he hecho… tengo claro que no soy bueno para ti, probablemente para nadie, pero te quiero a mi lado.
—Ash.
—¿Acaso eso no es suficiente? —Sus ojos verdes relumbran con un sentimiento que si bien, le es imposible de descifrar remece su mundo entero. Nunca nadie lo ha visto así. Tan anhelante. Tan amoroso. Tan intenso—. Porque eso es suficiente para mí.
—Lo siento, no sé qué pasa conmigo hoy. —Eiji se limpia el llanto antes de que vuelva a escapar sin su consentimiento—. Creo que ver a Ibe me hizo darme cuenta de la situación en la que de verdad estoy y sé que es tonto, llevo más de un año con los Golzine, pero no lo había procesado.
—Uno nunca termina de procesar esas cosas. —Ash es suave, comprensivo, es amable y ruega para que dure—. Desearía tener palabras de consuelo, desearía poder hacerte sentir mejor.
—No. —Ash no lo toca ni lo abraza, luego de su reacción debe sentirse sin derecho a hacerlo y no lo culpa, él tampoco sabe si soportaría una caricia tan gentil en un estado emocionalmente deplorable—. Esto es más que suficiente, de verdad.
⊱✿⊰
Eiji se tumba en la cama de espaldas, la cabeza le duele, el corazón le punza, los ojos le hierven y sus músculos se han visto reducidos a una plasta débil, tiene demasiadas cosas para pensar, pero ¿acaso cambiará algo por pensarlas? El piso es endeble y su autonomía es delicada, ni él entiende su condición, cada día está peor y romper la burbuja de disociación de traumas no es de ayuda, lo mejor será tomar una larga siesta y olvidarlo todo por mientras.
Se da vueltas entre las frazadas, no se ha cambiado la ropa y no obstante, la fragancia del lince impregnada en la almohada es tan plácida que no se quiere levantar ¿qué debe creer de él? No puede hacer vista ciega, es un criminal, un mafioso, un Golzine y al mismo tiempo a veces tiene esa clase de miradas donde lo hace sentir que hay algo. Debe ser su imaginación, se dice. Debe estar confundiendo su amabilidad.
Pero al menos…
—El Ash que conozco es bueno.
Suspira.
No sabe qué pensar.
—Toc, toc.
—Es redundante que toques la puerta si vas a decirlo también ¿sabes? —A Eiji le da risa cuando toma esta actitud tan aniñada—. Además es tu cuarto también, no necesitas pedirme permiso.
—Sí pero te veías agotado cuando llegaste. —Ash es un caballero, qué maravilla—. ¿Me puedes mirar por un segundo, Eiji? —El japonés se levanta de la cama para encontrarse con…
—¿Flores? —Un extraordinario ramo de girasoles es acunado entre los brazos de Ash, quien lo mira, analizando que su respuesta sea positiva antes de incorporarse a la habitación y sentarse a su lado en la cama.
—Son girasoles. —Le explica, impresiona ávido, lo que es ridículo, Ash debe ir coleccionando corazones como si fueran baratijas—. Le contaste a Skip que eran tus favoritas ¿no es así?
—Sí. —Eiji las recibe, atónito—. Lo son.
—Quería flores que te evocaran a tu hogar, pero entonces me di cuenta de que no sé en realidad de dónde eres. —Sus ojos verdes se clavan con melancolía entre los brillantes pétalos dorados y los firmes tallos—. No sé nada sobre ti y quiero saberlo ¿soy codicioso?
—Ash.
—Por supuesto que lo soy. —Dice para sí mismo—. Quería también decirte que no debes sentir obligación alguna conmigo, no me correspondas sino es honestamente.
—¿Cómo? —Eiji parpadea, siente la cara arder, su corazón es un mirlo en pleno aleteo, se tiene que aferrar al ramo para mantenerse en la conversación, huele bien, es deslumbrante, es lindo, es un gesto que nadie nunca tuvo con él, ni siquiera en Japón—. ¿A qué te refieres?
—Si yo quiero tocarte o salir o hablar o lo que sea contigo y tú no quieres, no te sientas obligado a hacerlo, sé que es tonto porque tú mismo me dijiste que te sientes como un rehén, pero… me dolería mucho si aceptaras algo obligado. Me gusta ser tu amigo y no quiero arruinar lo nuestro.
—Ash. —Eiji quiere tocarlo y arreglar las cosas—. No has arruinado nada.
—Soy malo conteniendo emocionalmente a las personas, perdón.
—Tú no… —Eiji no sabe qué más decir porque ni siquiera él se siente claro—. No me había dado cuenta, pero los girasoles me recuerdan a ti.
—¿Qué? —Ash frunce el ceño y clava su atención en el ramo—. ¿Por qué son verdes y dorados?
—En parte. —Ríe, esa risa parece derretir a Ash—. Pero también son símbolo de luz y dentro de esta pesadilla, tú te has convertido en mi sol. —Divaga—. Lo siento si dije o actué de una forma en que te lastimara, pero por favor créeme cuando te digo que eres lo mejor que me ha pasado en todo esto, sino fuera por ti probablemente estaría muerto. Salvaste mi vida. No te lo digo en un sentido literal únicamente, la salvaste de verdad.
—Eiji. —El nombrado parpadea aturdido, puede jurar que Ash está ruborizado—. ¿Sabes lo que significa que otra persona te regale girasoles? —Niega—. Deberías averiguarlo en ese caso.
Eres la luz que ilumina mi vida.
Por eso te soy fiel, mi amor por ti es incondicional.
Notes:
El capítulo de mañana se viene potente y ya se responden la mayoría de las interrogantes así que nada más que decir, solo recordarles las advertencias. Se les quiere mucho, gracias por iluminar mis días y darme cuerda acá.
See ya~
Chapter 10: Falso embarazo.
Notes:
Hi~ ¿Han escuchado la frase de que si amas a alguien lo dejas ir? Ya, yo la odio, porque si amas a alguien mejores por esa persona y por ti en el fondo o sino las cosas se acaban. Simplemente se acaban.
Pero llevando esto a lo que nos concierne, Ash es alguien que ha cambiado bastante en el fic, creo que se nota en todas sus actitudes con Eiji, ha sido paciente, comprensivo, amoroso, comunicativo y todo en un contexto de mafia pues, pero hoy vemos más crudamente qué está pasando con Eiji y que a pesar de que Ash es todo esto, por sus propias vivencias le es duro aceptarlo. Les reafirmo las advertencias como siempre y espero que les guste nada más.
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Chapter Text
Eiji vuelca hasta las tripas en el inodoro, apenas tuvo tiempo de caer de rodillas y aferrarse bajo el porcelanato cuando el ácido le subió por la garganta, primero fue una mera arcada que pese a ser desagradable era tolerable y sin embargo mientras más volcaba más agresiva salía la bilis.
Da el agua de la ducha para mitigar sus quejidos, Ash no llegó a dormir, aunque usualmente se sentiría preocupado y despechado por la soledad en estos momentos está agradecido, aun así no quiere despertar al resto de la mansión, será problemático si Shorter lo escucha, le es fiel a Ash y no dudará en decirle y eso traerá preguntas a las que no puede responder, así que aprieta con fuerza los párpados, siente cómo se le tensa el estómago, vomita hasta que solo sale agua, ¿por qué fue esta vez? No tuvo una pesadilla, no reexperimentó, no estaba pensando en Arthur, asume que la conversación que tuvo hace días con Ibe le afectó más de la cuenta.
—¿Qué es esto? —Dice para sí mismo—. ¿Tanto extrañas tu vida?
Pero ¿cómo explicarlo? Más que nostalgia, ver a Ibe hizo que se diera cuenta de cómo daba las cosas por sentado. Libertad. Dignidad. Humanidad. Compasión. No las valoró como debía y al ya no formar parte de su mundo las desea más que nunca. Estás bien. Estás bien. Vas a estarlo.
—¿Eiji? —El nombrado se queda tieso en un rincón del baño, el repugnante resqueme del ácido le quema la boca, apenas puede moverse del inodoro, de hecho, sus nudillos, blancos por toda la fuerza ejercida, no se pueden desprender de la taza—. ¿Eiji?
—Estoy bien, Bones. —Jadea—. No entres. —El agua de la ducha sigue cayendo, la dio para así mitigar sus quejidos pero no parece haber tenido un resultado efectivo si alguien llegó.
—Te escuchas muy mal. —Por supuesto, Bones hace caso omiso y entra igual—. ¿Estás bien?
—Sí. —Desvía la mirada, no quiere sostener contacto visual porque está seguro de que su cara lo delatará—. Algo que comí me cayó mal. —Vete. Vete. Vete. Por favor—. Vuelve a dormir, esto no es nada.
—Oye. —Bones se arrodilla sin importar el olor—. Estás vomitando, ¿cómo podría dejarte solo?
—Debo estar enfermo, nada más. No le digas a Ash, no vale la pena.
—Eiji. —Bones suspira y su tono adquiere un matiz de seriedad—. Realmente no quiero decirlo.
—Entonces no lo digas.
—¿Debería traerte una prueba de embarazo?
—No. —Es cortante. Defensivo. Violento—. Es imposible que esté embarazado, no ha ocurrido nada con Ash. Él ni siquiera sabe, él no me tocaría de esa manera tampoco y yo no le haría esto.
—Como somos amigos pondré el elefante en la habitación aunque me pediste no mencionarlo.
—Bones, para.
—Debes estar aterrado de los cambios que estás teniendo. —Alto. Alto. No, esta no es una puta charla de educación sexual, no quiere escucharlo, no quiere saber—. Cuando el jefe te rescató, no sabías que estabas embarazado. —La palabra es una navaja directo al corazón, sin importar qué tan fuerte sostenga el mango no puede arrancarla, se incrustó y arrojó raíces en su interior.
—Ya no es importante. —El japonés se hace un ovillo contra sí mismo—. El momento en que él disparó dejó de existir, Arthur lo asesinó aunque ni siquiera lo sabía, ya no estoy embarazado o tal vez siempre fue un embarazo falso, no tengo ni la menor idea.
—Meredith dijo que fue un aborto espontáneo.
—¿Fue tan espontáneo? —Ríe y finalmente está hablando del tema—. Porque un disparo en el vientre no suena tan espontáneo, siento que debería reaccionar diferente y que lo procesé mal.
—No creo que haya una forma correcta de procesarlo.
—Tienes razón. —Se aferra a su vientre—. Es una tontería. —Está vacío. Y debería estar aliviado.
—Eiji. —Las gotas de la ducha caen y caen y su cuerpo convulsiona por el shock dando cuenta de la falta de algo. De alguien—. No es una tontería, en tu lugar habría muerto de miedo, recién despertaste y Meredith te dio la noticia, fue una conmoción para todos.
—No creí que tendría éxito. —Bones se arrodilla para quedar enfrente, no corta el chorro ni jala la cadena, no prende la luz, ni siquiera recoge los papeles, por respeto lo deja todo igual puesto que ya lo han transgredido demasiado—. Dino realmente está obsesionado con la idea de crear una raza superior y Arthur se ofreció como voluntario para ayudarlo.
—¿Por qué tú tenías que ser el sujeto de prueba?
—Es que tuve mala suerte. —Ríe—. ¿Crees que fui el único? Seguramente los Yakuza ofrecieron a todos los sucesores e integrantes de su grupo pero no funcionó con ninguno, yo simplemente era más propenso a compatibilizar con esa atrocidad. —Sus uñas en el collar. La sangre en una tumba. El velo en un funeral—. Pero no era el único con el que Arthur jugó, fui el más nuevo, por eso fui el último vivo hasta que… bueno… ya sabes, me disparó.
—¿Por qué no le explicas esto al jefe? —Bones le extiende una mano, es comprensible, amable.
—Porque para él sería demasiado duro escucharlo. —Sus ojos penden a los girasoles cuidados en un florero dentro de la habitación—. Y para mí sería demasiado duro decirle.
—Eiji.
—Además hay muchas cosas que no entiendo, sé que Dino quería dividir a las personas en una serie de castas y por eso no todos reaccionan a mi olor, hay personas más propensas que otras.
—El collar es por eso ¿no es así? Te protege. —Eiji asiente con tristeza—. Y por eso no lo puedes quitar, quedarías muy expuesto.
—No es una simple gargantilla, es algo que me cuida y mitiga el dulzor aunque para Ash es algo que me mantiene “aferrado” a Arthur. No es su culpa por creerlo. Yo no he sido claro.
Bones le aprieta la palma con fuerza, no pretende ser brusco ni agresivo, más con Meredith son los únicos que saben de ese secreto, podría costarle la cabeza, no planeaba arriesgar el pellejo por un desconocido y mucho menos si provenía de la mafia de Arthur. Pero. Pero. Pero. Pero no puede olvidar el horror que reflejaron sus ojos cuando le dijeron de su condición, «¿embarazo?» preguntó y luego sonrió con tristeza hablando de que Dino lo había conseguido, Eiji sollozó toda esa noche sin hacer un maldito sonido y se vio tan frágil, tan pequeñito, tan roto que no tuvo el corazón para delatarlo y se colocó de su lado.
¿Cómo podría dejarlo solo?
Eiji era un bebé que acababa de perder a otro.
—Incluso si ese bebé venía de un monstruo como Arthur, una pérdida es una pérdida. —Le dice lo que necesitaba escuchar porque para Eiji no ha sido sencillo sobrellevar tanta ambivalencia.
—A veces no tengo tanta cabeza para lidiar con todo esto, hace poco me encontré con un viejo amigo y él me hizo cuestionarme muchas cosas, es decir, ¿qué hago acá? Debería estar a mitad de mi segundo semestre universitario alistándome para las competencias de salto de pértiga.
—¿Practicabas salto alto?
—Sí. —Se ríe genuinamente—. Antes de entrar a la universidad me lesioné, me costó retomarlo e incluso pensé en dejarlo porque la rehabilitación era dura y costosa pero me esforcé en volver porque quería saltar más que nada, ¿qué hago metido en la mafia? No crecí rodeado de muerte y violencia, no obstante, acá estoy siendo una rata de laboratorio, ¿para qué hacer más castas?
—No creo que Arthur quiera pertenecer a una casta donde se embaracen.
—No, él quería ser el complemento, el dominante.
—¿Por qué él puede elegir? Eso es una mierda injusta.
—Lo es. —Se alivia finalmente—. Mi familia era muy creyente ¿sabes? Solíamos ir a los templos a agradecer todos los fines de semana, éramos de un pueblo pequeño, era tranquilo, tal vez mi mamá nos crio con valores tan fuertes por cómo era mi papá, pero crecí creyendo ciertas cosas que de a poco se han ido desmoronando. No puedo ver a Ash como un asesino y racionalmente sé que lo es, yo mismo le lavo la sangre de la ropa, pero él se muestra frente a mí tan vulnerable.
—El jefe es así solo contigo. —Es franco, no adorna las palabras—. Aunque somos conscientes de que no hacemos nada bueno, nadie nos obliga a matar y no pretendo minimizarlo.
—Pero a ustedes tampoco puedo verlos como malos, me ha costado sobrellevar eso, entender que las cosas no siempre son blanco o negro sin ignorar ninguno de los dos matices, es difícil.
—Creo que es difícil por todo lo que pasaste allá. —Bones le ofrece una mano amiga—. No me puedo imaginar todos los horrores a los que te sometieron, si estabas embarazado él… pienso que debió haber sido doloroso aceptar al jefe siendo un Golzine, incluso si son adoptados y no tienen nada más que el apellido en común. Debió ser duro.
—¿Me está permitido querer a Ash en estas circunstancias? —Los ojos le queman, las lágrimas contenidas todavía amenazan con caer, la boca le arde y está temblando—. No, ¿cierto?
—¿Quieres que te ayude a bañarte? El jefe llegará pronto y no quiero exponerte más. —El nipón asiente—. Tú… ¿cómo pudiste quedar preñado?, ¿una droga puede cambiarte tanto?
—No creo. —Musita deslizando su palma hacia su estómago—. Tengo cicatrices que me hacen tener una idea de qué pasó, pero realmente no sé y prefiero no saberlo. No quiero saber más.
—Está bien. —Bones lo ayuda a levantarse—. Entonces no hablamos más del tema, hablamos de otras cosas.
—Gracias.
Bones le prepara la tina con una ternura exigua que le aprieta el corazón, lo ayuda a desvestirse, a meterse y a lavarse el cabello mientras limpia el baño, ¿qué ha hecho para ser merecedor de semejante compasión? Le da pena, antes aceptaba con fe ciega las acciones del resto sin alzar sospechas, más se siente igual que un cachorrito que fue envenenado y desconfía del alimento que le ofrecen. Nada de lo que Ash me dé estará envenenado, se dice a sí mismo, asustado de que lo vean como un fruto ponzoñoso, un caballo de troya, una aguja contaminada, un soldado que se cuela a la guerra para ponerse el casco de Aquiles.
—Tu cabello es muy esponjoso. —Bones intenta distraerlo con banalidades, está restregándole el cuero cabelludo con una fuerza agradable que lo derrite debajo de la tina, ¿cuánto ha pasado desde que no se relajaba de esa manera? Apuesta que mucho, demasiado—. Me gusta.
—¿En serio? Pero si el tuyo es de un color tan bonito.
—¿Este nido de pájaro? —Chista—. ¿Por qué crees que siempre llevo una trenza? Si pudiera lo cortaría pero un corte varonil como el del boss no me quedaría bien, además Alex dijo que lucía bonito este tipo de estilo más desordenado con mis facciones delicadas.
—¿Eh? —Eiji percibe una chispa de algo—. Pues Alex tiene razón, te sienta de maravilla. —¿O acaso habrá sido su imaginación? No. No fue así. Lo asegura por cómo vacilan sus arrumacos.
—Tú siempre mimas al jefe así. —El más joven divaga en voz alta—. Todos sabemos que a veces lo arrastras hasta la ducha con tal de que se bañe.
—Perdón. —Se rasca la mejilla, el shampoo le hace cosquillas contra las orejas, el aroma floral resulta agradable e intoxicante, tantea el collar queriendo asear bien su cuello pero el vapor no niebla lo suficiente su juicio y sus manos reposan en una cicatriz—. No quería humillarlo.
—¡No! ¡No! —Bones se agita igual que un perro sacudiéndose el agua—. ¡Estamos agradecidos de que lo hagas! Nadie podía encararlo sobre su higiene personal pero podía pasar días enteros sin ducharse, ni salir del cuarto, ni dormir, ni comer, ni interactuar con otros socialmente.
—Eso suena a depresión. —Lo asocia al instante—. Supongo que ni siquiera los mejores chicos pueden llevar una vida tan pesada con ligereza.
—Hay momentos y momentos. —Le explica—. Todos hemos tenido crisis en donde nos devora un segundo de lucidez y debemos darle peso a lo que hemos hecho, del jefe hemos testificado pocas, sin embargo, las que hemos visto han sido… sangrientas.
—¿Sangrientas? —Eiji se da vueltas en la tina, tiene el cabello acomodado hacia atrás y aprecia cómo las burbujas se revientan una por una con el viento. Plac. Plac. Plac—. ¿Cómo?
—El jefe da miedo cuando se enoja. —Le advierte—. Somos sus subordinados y le somos fieles incluso si comete atrocidades pero hay veces en donde el odio lo consume a tal punto de que… lo dejamos de reconocer y empezamos a reconocer a Dino o Arthur en sus ojos, sé que es algo feo de decir y de oír, más, no hay que subestimar lo peligroso que puede ser un depredador que fue herido.
—Suena como si lo hubieras visto en primera fila.
—Lo hice. —Bones deja su cabello y acomoda las manos en la orilla de la tina—. Cuando recién nos entregaron al jefe él tenía una novia, era una chica muy linda y dulce, nos gustaba.
—O-Oh. —La palabra es una daga envenenada a su corazón, claro que tendría si él es precioso.
—La mataron con un tiro entre los ojos frente al jefe. Esa noche se desató el mismo infierno, de ahí todos aprendimos a quererlo y a serle fiel, pero sobre todo: a respetarlo.
—Ash ha tenido muchas pérdidas ¿no es así? —Eiji se abraza a sí mismo, sus dedos se deslizan sobre su vientre, una arcada quema al fondo de su garganta al instante, el dolor es insoportable y tórrido, siente cómo lentamente se desgarra de adentro. Punto en punto. Pero Arthur lo zurció con tanto cariño, ¿cómo se atreve a rasgarse a sí mismo? Pronto, sus uñas arañan su estómago.
—Como todos. —Bones le enjuaga el cabello—. Todos hemos perdido a alguien en ese mundo.
—¿Por eso me cuidas tanto?, ¿no quieres que sufra de otra pérdida?
—Ni tampoco quiero que seas una pérdida para Ash.
—¿Puedo ser una si ni siquiera sabe con quién se está metiendo? —Sonríe con tristeza—. Estoy siendo injusto al omitirle estas cosas importantes pero me da demasiado miedo hablarlas aun.
—Eiji.
—No es que no confíe en él, estoy acá y esa es la máxima prueba de mi confianza. —Sus manos juguetean en el agua y se pierden bajo la espuma blanquecina, desea que el agua lo sane, ansía que lo purifique y se lleve todos sus pecados—. Es por mí, no puedo aceptar lo que soy, no creo que sea justo, yo no me rompí pero debo cargar con este dolor como si fuera mío. No sé, quizás tengo la esperanza de hallar una cura o una forma de revertirlo antes de que Ash se entere.
—¿Algo así es posible?
—No sé. —Sus uñas se aferran al collar. El collar se incrusta en su carne. Su carne está clavada. Su alma está corroída. Su corazón es un crucifijo oxidado—. Eso espero.
⊱✿⊰
Eiji alza la mirada de su libro, está acomodado en el sillón, leyéndole a un Skip que ha caído en los brazos de Morfeo mientras Shorter, Ash y Cain tienen una reunión de jefes alrededor de una mesa redonda (vaya metáfora), están discutiendo sobre cómo enfrentar las transgresiones que Arthur está ejerciendo en sus territorios, saboteando sus negocios en el bajo mundo, metiendo a sus hombres en sitios que no le pertenecen y raptando a subordinados para someterlos igual que ratas de laboratorio, esa actitud tan agresiva lo pone ansioso, conoce a Arthur y aunque su carácter es impulsivo e irascible no actuaría sin un as bajo la manga.
Suspira y deja el libro de lado, Ash lo ve y sus ojos se conectan por una eternidad efímera antes de que le guiña uno de esos relumbrantes jades con una sonrisita coqueta y descarada.
—Oye. —Cain lo golpea con el folio de papeles—. Concéntrate, Romeo. —Ash hace caso omiso porque parece estar demasiado entretenido poniéndolo rojo y nervioso a la distancia.
—¿No es peligroso que Eiji esté acá? —Shorter cruza los brazos y se baja los lentes de sol para intimidarlo, el mensaje es claro: “no perteneces acá, no me fio de ti”—. Podría avisarle a Arthur.
—¿Sigues con eso? —Ash gimotea, frustrado—. ¿No ves como literalmente está leyéndole una historia a Skip? Aunque lo hace con un libro infantil de los que son un sacrilegio para el cerebro en vez de piezas cultas como las de mi colección.
—¿Te resulta apropiado leerle algo tan deprimente a un niño? —Eiji se defiende—. Quiero hacer dormir a Skip, no que tenga pesadillas con protagonistas que tienen tu personalidad de mierda.
—Oh. —Cain se cubre la boca—. Vaya que tiene pelotas para responderte así.
—Pelotas. —Ash chista la lengua, visiblemente irritado—. Es un bastardo que no tiene ni la más mínima pizca de autocuidado.
—¡Hey! ¡No es verdad!
—Sí, estoy seguro de que si lo quisieran secuestrar bastaría con darle un caramelo para que se vaya con ellos, está tan ciego que no sabe reconocer el peligro ni aunque lo tenga enfrente.
—¡No estoy ciego! —Gimotea—. ¡Tengo un leve grado de miopía! No todos podemos tener esos ojos perfectos y hermosos que tienes tú.
—¿Leve? —Ash se le para enfrente, lo acuna de las mejillas, las aplasta y las pellizca para hacer énfasis en sus rasgos de bebé—. Tienes una grave miopía sino puedes apreciar la belleza de mi colección de libros con protagonistas increíblemente carismáticos, afables, graciosos y lindos.
—Ja. —Eiji chista, no lo aparta, deja que se entretenga amasando sus mejillas, eso no hará que gane la discusión—. Más bien increíblemente pesado, bruto, con un sentido del humor horrible que se basa en tirar chistes de enanos y vejez, con una cara tan americana que llega a ser hasta cliché, caprichoso, sabelotodo que cree que tiene razón siempre. Alto, ese eres tú, no Holden.
—Pues mejor ser eso que estar obsesionado con las comidas apestosas, la limpieza, las ropas que tengan pájaros obesos de caras cuestionables con una personalidad malditamente tozuda que sacaría de quicio a cualquiera, sin mínimo de raciocinio o sentido común que patea si algo no le gusta pero eso es un poco lindo.
—¿Lindo?
—Muy lindo. —Ash ríe, pellizcando con gentileza sus mofletes—. Con esas mejillas de hámster glotón que parecen estar llenas de semillas o tu nariz de botón que se menea igual que lo haría la de un conejito o tu pelo esponjoso y negro que tanto me gusta acariciar, tus palmas amables, tu rostro tan bonito, tus ojos deslumbrantes, tu boca que… —Ambos se miran, totalmente rojos por lo que acaba de pasar—. No importa, no dije nada.
—Estoy confundido. —Cain concluye—. ¿Están peleando o coqueteando? Perdí el hilo.
—Un poco de ambas. —Skip se estira en el sillón—. Siguen en negación pero dales más tiempo.
—Ugh. —Shorter brama—. Realmente vendiste tu lealtad por un culo bonito, muy mal ahí, bro.
—Al menos él hizo algo. —Yut-Lung se abre paso en la mansión, entra y sale como si fuera suya.
—¿Viniste a buscarme? —La expresión tan dura de Shorter es una contradicción con su voz tan esperanzada—. Porque no iré contigo. —Le gusta que le supliquen—. Me quedaré acá con Ash.
—¿Y eso a mí qué? —Pero él no le rogará.
—¿Acaso no viniste por mí? —Shorter parpadea confundido—. Pero estás aquí… viniste por mí.
—¿Y quién te vino a buscar a ti? —Yut-Lung se abre paso como si el salón fuera un escenario y él fuera la única estrella—. A mí me gustan los hombres que sí tienen pelotas. —Se para delante del sillón para coger a Ash igual que lo haría una mamá con sus crías para halarlo y quitarlo del camino, lanzándolo directo a la alfombra—. Yo vine por él.
—¿E-Eh? —Yut-Lung se sienta en las piernas de Eiji y enrolla sus brazos alrededor de su cuello.
—Quita esa cara tan fea, Lynx. —Le advierte a un Ash que yace tumbado en el piso e impresiona a punto de cometer un homicidio, está controlándose para no estamparle un puñetazo ante la quijada por tocar con tanta confianza a Eiji—. No me vine a robar a tu futuro marido. —Sus ojos, oscuros aunque casi amatistas relumbran con una pizca maliciosa—. A menos que me lo pida.
—¡Yut-Lung!
—¿Qué dices? —Ronronea con sensualidad—. ¿Escapamos juntos y dejamos a esos sujetos?
—¡Es suficiente! —Shorter se levanta para separarlos, más, Yut-Lung se aferra con más goce al cuello del japonés quien no sabe cómo reaccionar al estar en medio de la disputa—. Iré a casa.
—¿Y a quién le importa si vas o no? —Yut-Lung se escucha despechado—. Hablo en serio, estoy acá porque necesito hablar con Eiji, no contigo.
—Pero…
—Si tanto quieres hablar, Wong. —Lo mata con la mirada—. Sabes donde vivo, no te lo repetiré.
Pero Shorter se da la vuelta y se va.
Eiji lleva a Yut-Lung hasta el jardín para charlar, le sirve una copa de vino y se acomoda enfrente.
Yut-Lung se bebe de golpe las primeras seis copas, lo hace como si quisiera pasar las dolencias con anestesia, sin embargo, los problema siguen cuando se acaban las gotas de vino y la calma en el jardín es ilusoria, es raro contemplar a tan elegante depredador en tal estado de fragilidad y vulnerabilidad, asume que hasta las bestias más hermosas se rompen y no logran recoger los pedazos, el chino parece saber lo que piensa y lo fulmina con esos ojos venenosos que relucen cuales dalias.
—No tienes que preocuparte por él, Shorter es un orgulloso de mierda. —La lengua se le afloja.
—¿Por qué no va a casa? Desde que lo conozco vive acá.
—Porque no debe querer compartir cuarto con alguien tan manchado como yo. —Ríe histérico.
—No creo que sea eso. —No porque conozca en demasía a Wong, no obstante, es un sujeto de valores firmes y protectores, no lo duda—. Él parece hablar más del despecho.
—No es mi puto problema. —Se sirve otra y otra copa, a este paso dejará a Ash sin reserva pero la mansión impresiona ser suya y hay historia detrás de las telarañas—. A veces lo resiento con tanta rabia, si él realmente quisiera protegerme y cuidarme como su futuro esposo, ¿no tendría que estar en primera fila velando por mi integridad? Pero no, acá está, haciendo sus berrinches como lo haría un mocoso de cinco años, me da mucha rabia.
—Lo quieres. —No es una pregunta—. Tú lo quieres.
—¿Estás delirante, Okumura?
—Por eso te afecta tanto, lo quieres.
—¡Ja! —Yut-Lung se inclina tocándose el pecho, exagerando cada uno de sus movimientos casi como lo haría un actor en un teatro—. Por favor, ¿quién podría quererlo? Ni siquiera me ha dado chance de explicarme, pero tampoco quiero hacerlo, ¡así que me da igual! —La costosa botella de vino queda vacía rodando por el jardín—. ¡Pásame otra!
—Oye, ve más despacio con el alcohol.
—Además se las agarra contigo, escuché cómo se desquita, es hombre, ¿qué esperaba? Todos los hombres tienen un complejo fálico donde si alguien más “tocó lo suyo” inmediatamente se sienten cuestionados de hombría, vaya pensamiento de mierda, ¡ni que fuera de su propiedad!
Yut-Lung destapa otra botella de vino.
Bebe. Bebe. Bebe.
Y Eiji se mantiene en silencio porque tiene el presentimiento de que Yut-Lung carece de amigos con quienes desahogarse y realmente parece necesitarlo, a él le hizo bien que Bones lo mimara y escuchara incluso si eso no cambió nada de su realidad, le gusta pensar así, lo hace concebir menos perdido en relación a él mismo, porque cree en estas cosas. Sinceridad. Apoyo. Cariño.
—Ese hijo de puta actuó tan caballeroso la primera vez que nos conocimos, por supuesto creyó que yo era una niña, pero fue amable y lindo y hasta dulce. —Yut-Lung se toma de un sorbo otra botella entera, Eiji no sabe si sorprenderse o asustarse de su aguante—. Cuando mis hermanos le contaron sobre que era hombre no cambió, se sorprendió, claro, pero… nunca olvidaré cómo me sonrió en ese entonces. Nunca me habían sonreído así, Okumura. ¿Sabes cómo fue?
—¿Cómo fue? —Lo hace hablar, le da ese espacio.
—Gentil. —Yut-Lung deja la copa de golpe en la mesita del jardín—. Shorter es gentil, va a sonar tonto pero cuando era más pequeño lo veía casi como un caballero de armadura blanca porque llegaba y me defendía donde nadie más lo hacía. Me cuidaba. Pensé que él me… me equivoqué.
—Yut-Lung.
—Pero no vine a hablarte de esto. —Le sonríe con resignación—. Aun así, gracias por oírme, tal vez te sorprendas, pero no tengo muchos amigos con quienes compartir cosas normales como apodos, salidas divertidas, conversaciones profundas o un mísero abrazo. El mundo en donde vivo no me deja tenerlas. Así que gracias por dármelas aunque fuera por un rato.
No es un mal chico, Eiji concluye.
Ciertamente la primera impresión de Yut-Lung es intimidante, usa su belleza como veneno y su personalidad de espada a empuñar y sin embargo, en el fondo es sumamente frágil, es evidente viéndolo rodeado de botellas vacías de alcohol, manchado con gotas rojizas y todo para así no romper en llanto porque tiene el corazón quebrado. Lo juzgó mal en un comienzo.
—Tengo buenas y malas noticias. —Entonces Yut-Lung se espabila y recobra la lucidez perdida.
—Dame las buenas. —Le ruega—. Por favor.
—Creo que puedo hacer una cura. —El mundo se paraliza. Sus latidos se detienen. Su garganta se hace un nudo. La conmoción lo tira—. El compuesto es interesante y me siento positivo con la dirección que mi investigación está tomando, solo necesito más tiempo e información.
—¡Claro! —Lo motiva—. ¿Qué necesitas?
—Esa es la mala noticia.
—¿Eh?
—Necesito meterme al laboratorio de Dawson en la casa de Dino y eso puede acabar muy mal.
Notes:
¿Es un buen plan el de Yut-Lung? No, es un terrible plan que irá de a poco cobrando forma, pero acá se confirman y desconfirmar algunas teorías. La droga efectivamente es de donde nace nuestro omevagerse, en el fondo los que se inyectan y no reaccionan son betas, pero han aparecido alfas y omegas igual como es el caso de Eiji. Y Eiji estaba embarazado como sospecharon algunos, pero en pasado, es una situacoón muy delicada y ambivalente, no es fácil una pérdida y trae sentimientos que no son tan "bonitos" así que acá se le dará ese espacio tanto a Ash como a Eiji y puede resultar un poco incómodo porque acostumbramos a leer cosas más bonitas, así que están advertidos pero espero que le den la chance.
Nos vemos mañanita~
Chapter 11: Entrelazar dedos.
Notes:
Hi~ Volvemos al punto de Ash porque era necesario para que nos fueran apareciendo otros personajes, ya verán de quién estoy hablando. Como siempre, reafirmo las advertencias y luego de esto volvemos a Eiji otro rato, así que espero que les guste.
¡Mil gracias por su cariño!
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Chapter Text
—Pareces de buen humor. —Ash baja la carpeta para mirar a Max, está apoyado sobre el marco de la ventana, viste ropa de niño bueno, un suéter crema, una camisa celeste, pantalones lisos y unos lentes de montura gruesa, no es que lo necesite, es casi el heredero de Golzine, aun así.
—Lo estoy. —Le gusta fingir que son padre e hijo, a veces incluso se pone hasta nombres falsos para hacerlo más verosímil, desea saber cómo se sentirá “ser normal”—. Estoy de buen humor.
—¿Y esa novedad?
—¡Oye! —Ash le lanza el folio a la cara—. ¡Me haces sonar como si siempre estuviera de malas!
—Porque siempre estás de malas, mocoso.
—Tch, con esa actitud pasivo-agresiva tuya ¿cómo quieres que esté de buen humor? —Aunque se lo dice en un tono mordaz y desafiante, Max lo observa con una sonrisa pacífica que le pone los pelos de punta, es doloroso que se porte como un papá. El mío nunca me quiso.
—¿Has encontrado algo relacionado a Griffin? Han pasado meses desde la última reunión que tuvimos. —Antes del compromiso de Shorter para ser preciso—. A mí me ha ido mal, los chicos de la prensa me han facilitado material, pero nada más, ¿pudiste encontrar alguna asociación?
—No a Griff. —Tararea recopilando sus avances—. Pero sí en relación a Golzine, está tramando algo peligroso que ya debe estar casi listo, lo sé porque Arthur está siendo muy agresivo a pesar de su naturaleza cobarde, ese bastardo no juega a menos que sepa que va a ganar y ha invadido varios territorios por lo mismo. Se está metiendo conmigo a propósito.
—¿Y qué sospechas de eso? No es un secreto lo mucho que Arthur quiere el liderazgo, ese año que estuvimos en Cape Cod cambiaron muchas cosas, escuché que se volvió más cruel y frío.
—Lo sé. —Suspira, nunca le contó a nadie que se fue con Max para indagar lo que había pasado con Griff, fue como recolectar los trozos de un rompecabezas sin tener la imagen de referencia, fue buscar un tesoro sin saber cómo luciría, en su mayoría recogieron cosas inútiles sin empuje para contrarrestar a Golzine—. Pero apuesto que ese as bajo la manga tiene que ver con Griffin.
—¿Sospechas que están fabricando algo?
—Una droga. —Lo descifró—. Estoy seguro.
—¿Una droga? —Max frunce el ceño, pensativo—. Sigue adelante, necesito procesarlo todavía.
—Sospecho que Griffin recibió el primer prototipo y si lo conservan es porque no falló, es decir, si estuviera muerto ya habríamos encontrado el cuerpo, tú o yo. Pero no, no está ni hay registros que refuten tu teoría de que fue secuestrado para ser observado.
—No es una teoría, yo vi cómo se lo llevaron en un camión, nunca regresó. —El periodista clava sus uñas en su ceño para masajearlo intentando acallar los pensamientos, pero la intrusión es el eco del pasado y de un amor que no tuvo final aunque lo merecía—. Lo sé, debemos hallarlo.
—Viejo.
Ash repasa la oficina del adulto clavando su mirada en una fotografía del escuadrón con el cual batalló en Irak, ja, era evidente del inicio, la manera en que Max abraza con una sonrisa brillante y despreocupada a un Griffin encorvado en la timidez, el cómo su hermano lo describía a través de sus cartas igual que una colegiala enamorada, el sueño que tenían acerca de regresar juntos a Cape Cod para llevarse al pequeño Aslan y criarlo juntos. Eran una pareja enamorada. En ese entonces no lo sabía, ni tampoco lo sabría hasta mucho más adelante.
Después de Barba Azul.
Después de Dino.
Después de que no quedara rastro del pequeño Aslan.
Fue mera coincidencia, Ash nunca se rindió con su hermano y asume que era natural encontrar eventualmente a Max en el lugar más inesperado, en uno de sus arrebatos Dino lo mandó tanto a él como a Arthur a prisión, le dijo que era un experimento social para ver quién tenía la aptitud correcta para gobernar cuando el pedófilo era un sádico, por supuesto, ascendió en la pirámide en cuestión de semanas. Max fue su cómplice de celda por coincidencia y azar. Ambos estaban convencidos de que Griffin seguía con vida. Que le hicieron algo. Que le dieron algo. Que si no había vuelto a casa era porque estaba retenido. Pero Ash no había logrado nada. Max tampoco.
Hasta ahora.
—Yut-Lung encontró algo durante la feria y creo que eso tiene que ver, le pretendo ofrecer algún tipo de alianza o en su defecto robárselo. Estoy 99% seguro de que es la muestra de dicha droga o pedazos de información que me permitirán entenderla mejor, necesito saber qué hace.
—Yut-Lung es chino, es prácticamente el futuro esposo de Shorter ¿por qué no se lo pides a él?
—Bueno. —Ash rueda los ojos lentamente, cansado de la situación de estos dos—. Tienen una relación complicada y no se hablan.
—¡¿Aún?! —Max no puede creerlo—. ¿Por qué los jovencitos adoran complicarse la vida? ¡Si te gusta alguien solo díselo! No es tan difícil, es cosa de ir y confesarse.
—¿Y tú te le confesaste a mi hermano?
—Eran otros tiempos. —Excusas. Excusas. Excusas. Vaya papanatas—. Pero volviendo al tema principal, ¿qué pretendes hacer con esa información? No tienes muchos detalles.
—Sé que el compuesto debe ser una droga que debe alterar el sistema nervioso porque Golzine es un cerdo que adora ejercer control sobre los demás, sé que debe quererla probar en mí, por eso Arthur tiene la ventaja, me resiente por irme, por eso no me ha hecho nada todavía, se está preparando para algo grande y eso me da un mal presentimiento. El final es predecible.
—Pero creí que Golzine te prefería. —Qué eras su mascota favorita.
—Ese es el problema. —Ash sonríe con un fulgor malicioso—. Arthur nunca fue el favorito, pero la manera en que “nuestro padre” me muestra cariño es asquerosa, no me ve como un hijo, me ve cómo una posesión que puede usar, presumir, tomar y romper cuando se le dé la gana.
—Ash.
—Así ha sido desde siempre nuestra relación, soy lo que él desea y cuando él desea que lo sea.
Max baja la mirada, le da mucha pena este chico, si bien, en una primera instancia se le acercó puesto que la culpa de haber abandonado a Griffin se lo estaba comiendo vivo, royendo huesos y masticando piel, pronto desglosó que siente una responsabilidad genuina con él, su hermano mayor no está y quedó desprotegido ante un padre negligente que lo culpabilizó por sus abusos y por la bala que disparó contra su entrenador, un padre que no lo buscó cuando escapó puesto que lo veía como una carga y un padre que lo adoptó como pretexto para violentarlo a su antojo.
Max se siente responsable, quiere que Griffin esté presente en la vida de su hermanito inclusive si es a través de él. Carajo. Le da rabia. Porque Griff siempre le decía que Aslan era un muy buen niño. Un niño que no merecía nada de esto.
—Mocoso. —Pero últimamente Max ha notado un cambio en el semblante de Ash—. Sé sincero conmigo.
—Cuando te pones así de serio es escalofriante ¿sabes? —Se burla balanceando las piernas a la orilla del muro, le gusta estar apoyado ahí, le recuerda que Nueva York es un basural que no tiene nada de romántico. Pero tal vez—. Pregunta.
—¿Cómo se llama? —Tal vez lo tenga—. Anda, confiésalo.
—¿Eh?
—¿Cómo se llama ella? —Max insiste con una sonrisa pícara que le da escalofríos, asegura que el mocoso lo maldecirá y le aventará los artículos de oficina que encuentre, por eso su sorpresa es inmensa cuando lo mira enrojecer y taparse el rostro bajo el antebrazo como un adolescente cualquiera—. ¡¿Tienes una novia de verdad?!
—N-No. —Ash desvía la mirada e intenta esconderse, su corazón palpita con ferocidad y siente al ónix tensarse sobre su cuello y quemarle el pecho como si fuera la llave para su alma, joder, es un verdadero fastidio hablar de estas cosas con Max—. No tengo novia.
—Mientes. —El viejo salta del escritorio como si tuviera un resorte en el culo—. ¡Tu cara lo dice!
—No tengo una novia, es cierto. —Max se pone tan cerca que Ash no soporta el contacto visual, ¿qué diablos es esto?, ¿la charla padre e hijo sobre las abejitas, las flores y la polinización?
—¿Entonces quién hace que pongas esa clase de expresión?
—Se llama Eiji. —Shorter entra en el peor momento posible—. Eiji Okumura, se lo robó a Arthur.
—¡¿Qué?! —Max palidece e impresiona al borde del desmayo, es malo para su edad, no es ideal tener que llamar a una ambulancia para que se lo lleve o en el peor de los casos: una funeraria.
—No me lo robé, no es propiedad de nadie.
—Pero aceptas que se trata de Eiji. —Shorter tararea por falsa inocencia—. ¿Qué? Tú dijiste que le diera una oportunidad y eso estoy haciendo, el primer paso es aceptar que eres gay por él.
—Yo no soy gay por… —Ash se frota el entrecejo, frustrado, sabe que no vale la pena discutir en esos momentos porque sus enemigos no hacen ni una neurona entre sus cerebros—. Eiji es un tema distinto. Eiji es especial. Nos conocimos en circunstancias inusuales y somos de mundos muy diferentes, aun así, terminamos juntos y no sé, ya no puedo dejarlo solo.
—Ajá. —Max se ha sentado con una pierna cruzada sobre su escritorio, impresiona totalmente absorto en la conversación, Shorter se apoya a su lado—. ¿Por qué no puedes? No eres la clase de persona que se apega a los demás, tú me enseñaste esa regla en prisión, ¿lo recuerdas?
—Porque…
Porque desde el instante en que lo vio quedó paralizado por sus ojos repletos de determinación y ferocidad, el mundo se estaba cayendo, Eiji se estaba desangrando, su final era una atrocidad escrita con sangre y balas, no obstante, sin importar a todos los horrores a los que fue sometido nunca perdió la amabilidad en la mirada, asume que por eso fue tan fácil para Eiji atravesar las capas y capas de espinas que había forjado para protegerse, él era la verdadera rosa, tenía que herir para que no vieran lo poco humano que era en realidad. Pero Eiji. Eiji le mostró un universo compasivo del que anheló ser parte. Y ahí lo supo. Nunca más podría sentirse tan deslumbrado como con ese chico de modales cautos, personalidad tozuda, franqueza infantil, risas groseras e inocencia incauta.
Eiji simplemente le robó el corazón.
—¿y bien?
—Porque sí. —Dice en su lugar sin querer entrar en detalles, sin ser capaz de verbalizar que en contra de su raciocinio lo dejó entrar a su mundo de crímenes y horrores ansiando que siempre conservara ese brillo tan ingenuo en sus pupilas, qué envidia, primero pensó—. Punto.
—Oh, vamos. —Shorter lo incita—. No hagas que se lo diga yo. —Y francamente la idea le pone los pelos de punta así que para acabar con la tortura confiesa.
—Quise salvarlo para salvar las cosas que yo perdí, estaba celoso, porque luego de todo lo que pasó seguía conservando esa inocencia que yo nunca recuperaría. Pero no tardó en cambiar el escenario, de envidiarlo pasé a ansiar protegerlo, ahora soy capaz de ir al mismo infierno de ida y vuelta con tal de hacerlo. Quemaría el mundo entero para mantenerlo a salvo. Daría mi vida.
—Wow. —Shorter está boquiabierto y de hecho, debe llevarse una palma hacia la cara para así espabilarse—. No pensé que fueran tan intensos y gays tus sentimientos.
—¿Qué? —De repente, a Ash le quema la cara como si estuviera a punto de estallar—. ¡Shorter!
—¡Perdón! —El chino esquiva la corchetera que le arrojó—. Pensé que dirías algo como que Eiji era lindo o tenía un culo bonito, no que me darías toda una sinfonía apasionada y desmesurada sobre tu enamoramiento homosexual. Realmente te gusta, diablos.
—Ni siquiera me molestaré en contestarles. —Ash se levanta y toma sus cosas—. Shorter, solo por esta humillación oficialmente te desalojo de mi casa, mucha suerte con tu maridito.
—¡Amigo! —Gimotea—. No seas así.
—¿Aún no resuelves las cosas con Yut-Lung, mocoso? —Sí, es perfecto, qué Max le dé la charla paternal a Shorter y lo deje en paz—. Yo te enseño a resolver, escucha al experto.
—Ash. —Shorter le ruega al entender que es el nuevo rehén de Max—. Lamento mucho haberte sacado del clóset así. Pero no seas rencoroso y ayúdame. Somos panas. ¡Soy tu mano derecha!
Pero Ash toma sus cosas y se larga dejando a Shorter a su suerte, dándole a probar de su propia medicina.
⊱✿⊰
—¿Acaso no te lo he dado todo? Te di un hogar, educación y una familia. —Ash sonríe asqueado por la palabra, “familia” ¿cómo se atreve a mancharla? Papá no debería colarse al cuarto de su hijito ni meterse debajo de las sábanas, es su culpa que su concepción del amor esté tan jodida si tuvo que normalizar esto por diez putos años. No. Probablemente estaba rota de antes—. No me ignores cuando te hablo.
Dino no alza la voz, se limita a abofetearlo, debería haber estado más atento, así se habría dado cuenta de que los hombres de Golzine lo seguían y no lo habrían secuestrado, no obstante, Ash parece haber dejado su integridad en segundo plano mostrándose más alerta cuando es Eiji el que se encuentra en peligro, no puede evitarlo, creció reduciendo su cuerpo como objeto entre los intercambios y hoy no será excepcional. Si está acá Dino quiere algo. Y él sabía que pasaría.
—Te lo he entregado absolutamente todo. —Dino se mueve de un lado a otro en su oficina, Ash se encuentra paralizado en el sofá, por supuesto siempre le “ofrece” algo para beber y ese algo siempre tiene sabor a algo más—. Y aun así me dejaste todo un año.
—Pero volví. —Se empieza a sentir mareado, sin fuerza—. Volví aunque podría haber escapado.
—¿Podrías? —Su voz es un eco fantasma por las gélidas paredes de la oficina, se deslizan para así acariciar con ternura las rosas blancas que Dino ha arrancado para colocar sobre su mesita ya que las colecciona, siempre ha tenido una fascinación enfermiza por las flores—. Me parece que estás subestimando mis capacidades para cazarte.
—O sobreestimando las mías. —Ríe clavando su atención en las flores, viendo cómo segundo a segundo se marchitan. Se caen los pétalos. Pierde vividez el tallo. ¿Así terminará él?, ¿siendo una de sus rosas muertas?—. No habría renunciado a la herencia tan fácilmente, es demasiado buena para dejarla ir.
—Ambos sabemos que entre tu hermano y tú, eres el mejor candidato. —Golzine se acomoda a su lado en el sillón, extiende su brazo por detrás de su espalda y lo toca como se le antoja, le recuerda que es de su propiedad ¿y Ash? No lucha. No sabe si por costumbre o por los efectos de la bebida—. Tu perspicacia para el liderazgo, tu talento para matar a sangre fría y tu intelecto superior nunca me dejan de asombrar. Puedes guiar a esos peones mejor que yo.
—Eso es todo un halago.
—Pero eso no es todo. —La mano de Dino se desliza juguetonamente por su hombro—. Tú eres verdaderamente hermoso, como si hubieras nacido aristócrata, ese complemento perfecto te lo entrega todo en bandeja de plata en este mundo. Me honraría que heredaras todo mi imperio.
—Pero. —Porque él sabe que siempre hay un precio, sino no estaría sentado acá—. ¿Qué más?
—Pero tienes una personalidad demasiado irascible, esa obsesión tuya con obtener tu libertad te impide ver que lo tienes absolutamente todo renunciando a una sola cosa. No me es posible cederte mi reinado mientras no te portes como una buena mascota, por eso les dividí el control en dos y preparé ese año que estuviste lejos a Arthur para que te venciera.
—Qué generoso. —Ríe—. ¿Fue un buen reemplazo?
—Mediocre. —Dino tararea, inclinándose más y más—. Hay cosas que no puede satisfacer, no de la manera en que tú lo haces.
—Siempre me pregunté por qué me adoptaste si me ibas a seguir tratando como un prostituto.
—¿Eh? —Tuerce la sonrisa y se le sube encima—. Pensé que estaba más que claro, hacer esto contigo como padre e hijo es mi muestra máxima de amor, es el amor en todo su esplendor.
—Estás loco.
—Veamos qué tan loco te parezco cuando acabe contigo. —Dino le aprieta las mejillas, Ash ya anticipa lo que pasará así que clava su mirada en el ramo de rosas blancas, las delicadas gotas penden de los pétalos coloridos hasta los tallos, se pregunta si las flores serán conscientes de su prisión, si sabrán que las han arrancado con la única finalidad de adornar un centro de mesa estando muertas—. Me has estado evitando y yo te he seguido el juego.
—Dino.
—Pero esta noche no te me escapas. —Ash cierra los ojos—. No te me vuelves a escapar más.
Y pasa lo que tiene que pasar.
No es la primera vez que lo violan, pero sí la primera vez en años donde quiere llorar porque por más que lo intente no puede disociarse, intenta desconectarse de su cuerpo, aferrarse al dolor que se infringe incrustando los dientes en su antebrazo ya que no hará ningún sonido, clavando sus uñas hasta desgarrar las primeras capas de su piel pero no se va y entonces debe quedarse quietecito como una muñeca de trapo con las piernas abiertas y la cabeza arremetiendo contra el respaldo de la cama una y otra vez. Piensa en Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Y Eiji es lo que más lo lastima.
Porque Eiji a pesar de todo nunca lo vio cómo un homicida de corazón frío ni como un monstruo despiadado, no lo cosificó como una rareza que se debe presumir en un florero ni lo trató como un depredador que debe ser domesticado. Eiji lo ve como un humano. Como un chico que está en circunstancias de mierda. Pero qué es un chico. Eiji nunca le ha temido. No. Eiji lo acoge. Lo valida. Lo sana. Lo cuida. Lo recibe de brazos abiertos. Y le tiene paciencia. Vislumbra lo herido que se encuentra y por eso le tiene paciencia. Lo quiere. Lo quiere tanto.
Y no sabe, pero cuando Dino lo deja desnudo en la cama con el cuerpo sucio, roto e indigno, le da pena haber pensado en Eiji, le da mucha pena haberlo recordado cuando lo dejaron así.
—Qué no se te olvide quién es tu amo. —A veces Dino lo trata como lo haría con un hijo dándole esta clase de mirada suave y cansada, como si él no acabara de despedazarlo con sus manos.
—¿Cómo podría? —Ash ríe y se aprieta los ojos con el antebrazo—. Si nunca me dejas olvidarlo, ni un puto día. —Y a veces Dino lo trata como si lidiara con una prostituta, ¿eso es amor?
—Cuida tus palabras conmigo. —¿Ese es el amor que merece?, ¿el amor que siempre recibirá?
—Lo sé. —Ash se hace un ovillo en la cama—. No debo olvidarlo.
—Buen chico. —Dino se acerca a la cama para besarle la frente—. No olvides que te amo, hijo.
⊱✿⊰
—¿Puedes darme la mano? —El agua de la tina se siente como una plasta de barro y mierda en contacto con su cuerpo, no desaparecerá, por más que se frote y se dañe las manos de Golzine seguirán por un buen rato tocando y tomando, pero creyó que al menos debía bañarse—. ¿Eiji?
—¿Eh?
—¿Puedes darme la mano, por favor?
Eiji no lo cuestiona ni lo regaña por ser caprichoso, deja la botella de shampoo y se tumba a su lado en el piso, estira la palma hacia la tina, no le importa mojarse en el proceso porque el agua cae y la espuma es una marejada sangrienta, Eiji solo se queda ahí, a su lado, entrelazando sus dedos en silencio, dándole este espacio donde no puede decir nada, ¿qué sentido tendría? Las cosas rotas ya se rompieron. Pero Eiji aprieta su mano y lo hace sentir tan protegido, es ridículo, en teoría él debería estarlo protegiendo si es el asesino entre los dos. Y aun así.
—No quiero hablar de lo que pasó.
—No tienes que contármelo. —¿Por qué acepta estos tratos injustos?—. No tienes que forzarte a hablar nada que no quieras o no puedas.
Ambos se quedan en silencio, tirados en un baño que es un desastre y la atmósfera se concibe tan sofocante que se cuestiona por qué le pidió quedarse, no alcanza a ahogarse en la intrusión o la culpa, pronto Eiji ha empezado a acariciar con gentileza su palma, no rompe el agarre entre sus dedos, sin embargo, lo ha acunado con ambas manos, trazando figurillas sobre su piel casi como si fueran constelaciones, tocando con una ternura indescriptible que le aprieta la misma alma, lo está acariciando con tanto amor que debería alzar la guardia, más, ha descubierto que la vulnerabilidad ya no le asusta tanto como antes.
Porque Eiji es Eiji. Y Eiji nunca usaría su bondad como una moneda de cambio, nunca lo tocaría como lo está haciendo ahora para alargar el brazo y sumergirlo más abajo, no se aprovecharía de su momento de debilidad para tomarlo incluso si lo deja. Eiji es Eiji y Eiji se siente tan seguro.
—Mañana te cocinaré tu platillo favorito. —Entonces Eiji dice, está en su naturaleza querer que se sienta mejor—. Te haré ensalada de aguacates con camarones y dejaré que me leas todo el día esas horribles novelas hasta que se te canse la lengua, iremos a la biblioteca y comeremos para cenar de esos hot dogs llenos de mostaza que tanto te gustan, podrás molestarme porque me pondré esos suéteres que odias y sé que amas buscarme pelea pero esta vez prometo dejar que me ganes.
Estás diciendo todo esto para hacerme sentir mejor.
—Eso me gustaría mucho.
Gracias, gracias por tu misericordia y bondad.
Eiji no lo suelta hasta que cae la noche.
Y Ash realmente intenta dormir, no quiere preocuparlo más o darle problemas, sin embargo, se ha duchado cinco veces desde que regresó y todavía se siente sucio. Usado. Roto. En parte, es el hecho de haber estado un año libre de Dino, es una tontería y lo sabe, más, estando en Cape Cod tuvo la leve esperanza de haberse recuperado. Pero no. No fue la primera vez que lo violan. Dios sabe que tampoco será la última. Así que no debería importarle. Duérmete. Duérmete. ¡Ya duérmete de una puta vez!
Y Ash se duerme.
Pero solo tiene pesadillas. Con Dino. Con Arthur. Con hombres. Con mujeres. Con Marvin. Con una cámara de fotografía. Clic. Clic. Con Froggy riendo, filmando. Con personas que ni siquiera recordaba, no quería recordar. Con Jim. Con todos. Aslan revive y reexperimenta cada maldita situación traumática en una especie de parálisis de sueño hasta que logra despertar de un grito ahogado. Mierda. Está sudando. Su respiración se encuentra errática, subiendo y bajando, mira a Eiji. Sigue durmiendo. Va al baño. Desearía despertar y tener un cuerpo diferente, uno que no sea el de un asesino ni esté contaminado. Uno limpio. Inocente. Nuevo.
Uno cualquiera porque cualquiera será mejor. Pero al alzar la vista en el espejo sigue mirándose con pesar y quiere llorar. No sabe por qué, ¿por el abuso o porque Eiji lo está mirando detrás?
—Intenté olvidarlo.
De alguna forma Eiji lo llevó al cuarto y lo sentó en la cama, la tenue luz de la lámpara envuelve el rostro repleto de preocupación que Eiji esboza, incluso se arrodilló para no asustarlo ¿acaso no es lindo que se preocupe tanto? Pero si supiera. Si realmente supiera.
—Ex prostituto, líder de una mafia, asesino y todavía tiemblo.
—¡No digas esas cosas! —El reproche en su voz es casi tan adorable como la caricia que le da en el brazo.
Ash cierra los ojos, sintiendo cómo algo se ha quebrado en lo más profundo de sus entrañas al igual que un crujido desgarrador y gutural que se pierde en el bosque y nadie escucha, su pecho sube y baja con fuerza, su corazón sangra, su piel está lacerada, es un niño atrapado en la cama de su entrenador, pero a pesar de salir de esa cabaña, nunca realmente la dejó.
—Tenía 8 años cuando maté a un hombre por primera vez. —Entonces se lo dice, ja, es gracioso considerar lo mucho que trató de pretender que matar no le afectaba cuando hasta hoy en día es traumático. Ash aprieta su tobillo con fuerza—. Él me violó. Tenía miedo.
Y llora.
Llora porque no pudo llorar antes.
—Tenía miedo. Tenía tanto miedo que no podía hablar. —Las lágrimas caen y caen, penden por sus mejillas y tocan la cadena, se pregunta si será cómo las rosas de Dino—. Mi corazón gritaba pidiendo ayuda, pero no pude decir nada. —Su papá dijo que no gritó lo suficiente, que si tanto le gustó que al menos le cobrara—. Cuando disparé, lloré. Lloré porque no sentí nada. —Intenta mirar sus manos, más lo único que ve es la sangre pegada—. Tengo miedo de mí mismo. No sé cuánta sangre hay en mis manos.
Las lágrimas caen y caen en sus palmas igual que las gotas en las rosas marchitas.
—No siento nada. —Tiembla—. Nada…
Ash se esconde detrás de su mano, llora en silencio, lo hace despacito, igual que un niño, teme estar perdiendo su lado humano, pero ¿acaso le queda alguno? Es un asesino y tomó vidas, las debe pagar de vuelta sin importar la circunstancias y no obstante, es tanta sangre. Y es tan alto el precio que paga. Así que únicamente puede llorar. Solo. Abandonado. Quebrado.
—Ash. —Pero Eiji se sienta a su lado y lo abraza, el toque es diferente al de Dino, este no lastima ni hace daño, es dulce y tierno—. Tranquilo, Ash. Sí lo estás sintiendo. Estás herido, muy herido.
¿Acaso está desquiciado?
—Lo entiendo bien. —Acaba de admitir que ha matado a más personas de las que recuerda, le contó del incidente más grotesco de su vida y Eiji—. Tú me salvaste. Te sientes responsable, yo también me siento así.
Eiji…
No le pone ningún “pero” ni “por qué”, no le pregunta si gritó lo suficientemente fuerte cuando lo abusaron ni si fue a la policía, no lo cuestiona por haberlo pedido o insinuado. No lo reprocha por haber matado. No lo lastima aun si le entrega el cuchillo y pone su corazón contra la navaja.
Eiji es así porque lo quiere.
Sin “peros”.
Sin “por qués”.
Lo quiere y ya.
—Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto. —Ash lo quiere tanto que lo mata, así que deja de llorar, lo mira a la cara con ojos muy grandes y brillantes, memoriza el momento buscando mentira en su sonrisa gentil y afable—. Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. Yo permaneceré a tu lado. —No la encuentra—. Claro, si no te molesta.
Entonces Ash sonríe y llora por un motivo diferente, se limpia las lágrimas con el antebrazo, no quiere demostrar lo conmocionado que lo dejaron esas simples palabras. Esa promesa.
—¿Eso quiere decir que tendré que seguir comiendo esos sándwiches asquerosos?
—¡Sí! ¡Así que alégrate! —Lo hizo sonreír, que bueno—. Los sándwiches de tofu son muy sanos. Tu salud está a salvo conmigo…
Ash se hace un ovillo contra las piernas de Eiji, esconde su cara ahí, se permite solo un segundo una pequeña muestra de vulnerabilidad.
—Quédate a mi lado. —Y es en ese momento donde Ash termina de darle su corazón maltrecho y herido, es feo, está roto y no lo culpará si lo desecha—. No tiene que ser para siempre, aunque sea solo por ahora. —Pero Eiji.
—Para siempre.
Pero Eiji…
Notes:
Mañana tendremos un capítulo mucho más suavecito así que pueden relajarse en ese sentido, pero ya de ahí entramos a revelaciones fuertes y a otro arco en la trama, ni modo.
Mil gracias por el cariño, nos vemos mañana~
Chapter 12: Recetas quemadas.
Notes:
Hola mis bonitos lectores~ ya pasando todo el drama de ayer porque la última parte del capítulo estuvo bien fuerte, hoy nos dedicamos a algo más dulce, como les dije, el final del capítulo marca un pie para un nuevo arco, pero de verdad este capítulo tiene de mis momentos favoritos por lo lindos que son, así que espero que les guste.
¡Mil gracias por el apoyo!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Eiji restriega sus ojos y estira sus brazos en la cama, los huesos le crujen y la pieza se encuentra increíblemente oscura, ni siquiera debe ser de madrugada, piensa con flojera, no obstante, dijo que se levantaría a cocinarle su desayuno preferido y es un hombre de palabra, palpa con sigilo las sábanas, más se percata de que cambiaron de posiciones en algún punto de la noche y que Ash no es quien yace aferrado, las mejillas le cosquillean como burbujas de lava al comprender que es él quien está recostado sobre el corazón de Ash. Mierda. Mierda. Mierda.
¿Cómo llegó ahí?
Intenta levantarse con sutileza, no ansía despertarlo y mucho menos luego de todo lo que pasó anoche. Cambiaron. Ellos cambiaron. Y Ash… Todavía es un niño, llorando así entre mis brazos.
—No te vayas todavía. —Pero a Ash le basta de un tirón para tumbarlo sobre la cama, Eiji siente la indignación escocer al fondo de su garganta, quiere reclamar, más, ¿cómo hacerlo si lo tiene enrollado igual que un gato mimado? Casi puede escucharlo ronronear—. Cinco minutos más.
—Puedes seguir durmiendo tú solo.
—No, sin ti no quiero nada.
—Solo me iba a levantar para hacerte el desayuno. —Gimotea tratando de liberarse—. ¡No seas infantil! ¡Ya suéltame!
—No. —Musita alzando lentamente los ojos—. Quédate conmigo… dijiste que lo harías. —Y ahí Eiji cae en la cuenta de lo que verdaderamente dijo. Hizo. Prometió.
«Para siempre».
—Es verdad. —Así que Eiji sonríe y acomoda su palma sobre los mechones dorados deslizando con suma ternura su toque desde la punta de aquel trigal desordenado hasta la raíz. Tan bonito.
—Regalonéame un poco más. —Ash consiente y demanda sus caricias—. Se sienten muy bien.
Eiji sonríe conmovido, es inusual que aquel imponente depredador se muestre tan honesto con las cosas que quiere o necesita y no desaprovechará la oportunidad, así que pasea sus palmas en su cabeza y su fleco, permite que envuelva sus brazos alrededor de su cintura, que entrelace sus piernas bajo las sábanas y apoye su cabeza contra sus latidos.
El toque es íntimo. Estrecho. Embriagador. ¿Dónde termina Eiji y comienza Ash? Ya no lo saben.
Por supuesto la cercanía lo convierte en una estatua de mármol por la tensión, trata de soltarse para que no lo note, sin embargo, con cada respiración Ash cala más profundo entre sus grietas y sino hace algo las llenará, si sigue así le robará el corazón y no lo podrá sacar ¿pero no lo robó ya? Anoche se dio cuenta de lo verdaderamente herido que Ash se encuentra tras esos ojos tan pétreos y brillantes, le dolió y entonces supo que estaba perdido, que le era imposible ofrecerle la razón a Ibe, para él Aslan es un niño, no solo un homicida, no hará caso omiso de ninguno de los lados de dicha dualidad.
¿No sería injusto reducirlo solo a uno?
Cuando el propio Ash parece tener una creencia irracional de que no merece una vida distinta.
—¿En qué tanto piensas, onii-chan? —Canturrea con sueño todavía—. Te noto pensativo y vaya que eso es inusual.
—¿Insinúas que no pienso?
—Insinúo que la falta de cultura te quemó el cerebro. —Qué encantador—. ¿Entonces, qué es?
—Es raro que estés tan mimoso. —Aunque la brecha corporal debería aplastarlo ya que Ash es más alto y robusto, le agradece de sobremanera a sus días de deportista—. No te suele agradar el contacto físico, así que me llamó la atención.
—¿Te molesta? —Ash abre los ojos y estos impresionan repletos de pánico—. Me puedo alejar.
—No me molesta. —Eiji lo tira de regreso a su pecho antes de que se levante, siente a su camisa tensarse y destensarse a causa de los nervios y espera que Ash no lo note, que esté demasiado distraído con las líneas que está mapeando en su espalda para mitigar los nervios—. Tú querías saber en qué estaba pensando y yo te lo dije, no era un regaño, no le des tantas vueltas.
—No puedo evitarlo. —Ash suspira y se restriega con descaro contra su vientre, hunde su nariz cerca de su cuello, sino fuera por la gargantilla estarían malditamente cerca—. Me preocupas.
—A-Ah. —Traga duro—. Ya veo. —Pero con gargantilla y todo, la intimidad se profesa sofocante.
—¿Alguna novia tuya se preocupó así por ti?
—¿Novia? —Frunce el ceño—. ¿Yo?
—Apuesto que eras muy popular en Japón. —¿De dónde vino el comentario? De pronto, Ash se ve totalmente despierto, sus jades se aprecian clavados en sus expresiones con tal intensidad que lo derrite, crispa las piernas bajo las sábanas como un intento para escapar, más, se vuelve consciente de lo verdaderamente enredados que se encuentran—. Debiste tener varias novias.
—Y ahora estás delirante. —Bromea—. No tuve ninguna novia en Japón y de hecho, no he tenido ni una sola novia en mi vida.
—Qué desperdicio. —Se lo ronronea en un tono coqueto y pícaro, nunca sabe cómo reaccionar a este ambiente juguetón, no le desagrada, al contrario, le fascina y eh ahí el problema—. ¿Y tú no me vas a consultar lo mismo? —Esto es peligroso—. ¿No quieres saber si soy popular?
—¿Para qué? —Resopla y un mechón oscuro vuela entre sus pestañas—. Es obvio, te ves como la clase de chico que va coleccionando los corazones que rompe, es decir, mírate.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisa felina y se levanta de su pecho quedando en una posición de dominio en donde lo tiene encerrado—. ¿Esa impresión tienes de mí? —Se lo pregunta con una voz baja y sensual que le pone los pelos de punta, intenta desviar la mirada ya que la tierra deja de girar en esa sonrisa y su universo pierde la gravedad—. ¿Tan guapo me encuentras?
—¿Para qué lo preguntas? Tienes espejo, sabelotodo. —Eiji le pellizca la nariz con la esperanza de molestarlo y así apartarlo—. Debes traer locas a todas las chicas.
—Todas quieren ser la chica del jefe, eso es verdad. —Más, sus dedos terminan entrelazados y el ambiente es electricidad pura, Ash se inclina, la caricia fantasma de sus labios provoca una serie de espasmos en su columna vertebral, su cerebro no piensa, es un chisporroteo en donde este hombre es lo único que reina—. Pero yo nunca he querido a una chica.
—Ya veo. —Intoxicante. Embriagador. Prohibido—. Así que no has querido tener a nadie al lado.
—Hasta ahora. —Eiji cierra los ojos y traga duro—. Sentía que no tenía el derecho a buscar algo así, siendo franco, todavía lo siento de esa manera pero estoy cambiando, lo que te dije anoche es verdad, nunca se lo había contado a nadie, ni siquiera a Shorter. Fuiste el primero en saberlo.
—Ash…
—Pero sentí que contártelo estaría bien. —Los ojos de Ash se suavizan, sin embargo, este chico siempre es suave cuando se trata de él, lo nota en su tono de voz, en sus sonrisas, en su sentido del humor, en cómo baja la guardia y eso lo mata, lo mata verlo actuar de su edad—. Eso pensé, aunque ahora suena como una gran tontería, debí ponerte incómodo anoche con todo el llanto innecesario, no suelo ser así de sensible, no sé qué me pasó.
Oh, Ash.
Lo siento, Ibe. Vuelve a disculparse sabiendo que no hay marcha atrás, Ash salvó su vida o más bien se la devolvió luego de sentirse tan despojado que consideró tirar la toalla, no solo lo tomó bajo su cuidado y protección, sino que le dio un nuevo propósito a su mundo devolviéndole las cosas que perjuraba perdidas, seguían rotas todavía, pero Ash no dudó en arrodillarse y acunar sus pedazos aunque el filo le hiciera daño. Lo motivó. Lo rescató. Lo quiso.
Y Eiji también quiere salvarlo.
Esa es la cosa.
Puede que suene presuntuoso porque ¿quién es Eiji para salvar a alguien? Ni siquiera consiguió salvarse a sí mismo, pero cuando lo mira tan frágil y vulnerable no puede evitar querer rebelarse por primera vez. Porque Ash. Dios. Ash es hermoso. Deslumbrante. Brillante. Ingenioso. A pesar de ser un jefe de mafia antepone a sus subordinados. Es justo. Inteligente. Esconde un corazón más bondadoso del que admite. Tiene un gusto horrible para los libros y la comida. Es mañoso. Berrinchudo. Llevadero a su idea. La mitad del tiempo es un niño. La otra mitad aparenta haber vivido demasiado. Es un descuidado. Lo preocupa cuando no llega a dormir. Le duele descubrir que tiene nuevas heridas. Escucharlo gritar en las noches. Querer tocarlo pero no hacerlo dado que lo siente tan rompible y efímero. Es un mentiroso. Lo deja afuera bajo la excusa de cuidarlo. Odia eso. Eiji realmente odia que lo haga.
Le da mucha pena pensar que alguien tan extraordinario como Ash, con sus defectos y virtudes sobre la mesa haya tenido que soportar tanto. Gracioso ¿no? Es mucho más inteligente, grande y fuerte que él. Pero Eiji siente que debe protegerlo. Se pregunta de qué, ¿del destino?
—¿Te incomodé con lo que dije? —¿O de sí mismo?—. Quizás debería levantarme. —Pero como no es eso y no quiere malos entendidos, Eiji se aferra a su muñeca y no lo suelta.
—¿Cómo decirlo? Sé que es un disparate porque soy consciente del mundo en donde vivimos, pero me importas, Ash. —Pensamientos tontos que van y vienen—. Y siento que debo decírtelo porque tú no has sido más que honesto conmigo. Me importas en serio y daría lo que fuera para que no tuvieras que enfrentar más peligros, quiero mantenerte a salvo, ansío cuidarte y llevarte a un lugar seguro donde nadie más te pueda hacer daño. Sé que es imposible. De verdad lo sé.
—Es un sueño lindo. —Lo es, realmente lo es.
—Y sé que tampoco puedo borrar nada de lo que te hicieron pero…pero estoy aquí ahora. —Eiji aprieta su mano con fuerza, tiene la respiración irregular y siente que el toque lo devora al igual que lo haría una marejada, se lo traga, sin embargo, ya no se resiste—. Estoy aquí y mientras tú me quieras a tu lado, seguiré aquí, seguiré aquí para ti.
—Eiji.
—No es mucho. —El nipón baja la mirada, avergonzado de no tener algo mejor que ofrecer para ampararlo—. Tampoco tengo más pero si me quieres, soy tuyo. —En cuerpo. Corazón. Y alma.
—Es mucho. —Ash le aclara tomándolo de las mejillas—. No te menosprecies así, me lastimas cuando lo haces.
—¿Por qué?, ¿por qué te lastimaría?
—Porque así como tú eres mío. —El lince cierra el agarre, lo alza hasta su boca para presionarle un inocente y dulce beso—. Yo soy tuyo.
—Vaya. —Siente la cara hirviendo y el corazón rebosante—. Entonces nos pertenecemos, Ash.
—Aslan. —Aclara—. Mi nombre verdadero es Aslan.
—Aslan. —Repite fascinado por lo correcto que se siente decirlo—. Nos pertenecemos, Aslan.
Es una promesa.
⊱✿⊰
—Algo huele muy dulce. —Ash hunde su nariz con descaro en lo más profundo de su cuello, se aprovechó de que es más alto y lo abrazó por la espalda, le gustaría decir que le desagrada, así tendría una excusa para molestarse, sin embargo, su cercanía es un salvavidas en un torbellino de incertidumbre. Así que lo deja. Que lo toque. Que lo tome. Que lo sane. Que lo destruya.
—Te dije que te cocinaría tu preferido. —Se ha alzado las mangas de la camisa para prepararle su preciada ensalada de aguacates y camarones, su sonrisa tan infantil y risueña es una caricia fantasma contra su mejilla, es impresionante cómo gestos tan simples lo ponen tan feliz—. Así que eso estoy haciendo, soy un hombre de palabra.
—Podría devorarte ahora mismo. —Ronronea con sensualidad—. A la ensalada también, claro.
—¿Acaso me estás coqueteando?
—Hasta que lo notaste.
—Puff. —Ríe—. Lo dices porque tienes hambre y el olor del desayuno te abrió el apetito.
—Pero eso no es lo más dulce que huele. —Ash tensa el abrazo alrededor de su cintura y hunde con aún más descaro su nariz en su cuello—. ¿Cómo podría olvidar y confundir este aroma?
—Pues lo hiciste en la feria. —Bromea acomodando los camarones sobre la lechuga, se siente fresca y luce apetitosa, que alivio, al menos come cuando están juntos, antes lo veía evitar las tres comidas diarias con excusas baratas—. Te demoraste en descubrir que era yo pero apenas tú me pusiste una mano encima supe que eras tú. —Lo reconocería en total oscuridad, aunque Ash fuera mudo y él sordo. Lo reconocería en otra vida. En diferentes cuerpos y momentos.
—No te esperaba encontrar ahí. —Lo reconocería siempre. Lo querría siempre. Hasta que cada pedazo de su alma arda y se esfume como cenizas muriendo en el olvido ¿de dónde viene tanta intensidad? Se pregunta si se estará aferrando demasiado porque Ash lo hace feliz—. Y vestías el uniforme y el antifaz de los chinos, ¿cómo no me engañarías?
—Excusas, señor 200 puntos de IQ. —Pero Eiji hace mucho no era tan feliz, así que quiere poder aferrarse a Ash—. Siendo justos, Yut-Lung hizo un grandioso trabajo escondiendo su identidad.
—Él encontró algo. —No es una pregunta—. ¿Puedes convencerlo para que me lo entregue? Al menos me gustaría poder negociar una alianza, ¿puedes prepararlo?
—No. —Es sagaz. Tajante. Terco—. No seré el intermediario entre ustedes dos, yo no soy el que gobierna una mafia. Además, él no es tan intimidante.
—No eres divertido. —Ash hace un puchero y se oculta en su hombro igual que un niño—. Buh.
Eiji ríe, limitándose a acabar la ensalada y preguntándose cómo puede sentirse tan natural esta cercanía, no se han puesto una etiqueta, ni han usado palabras como “amante” o “relación” ni han discutido sobre el contacto físico, los besos, los abrazos, la posibilidad de sexo ni nada del estilo, ¿por qué? Simple, es imposible entrar en un compromiso con sus circunstancias, a él lo degollarían vivo por traicionar a Arthur y a Ash lo matarían tres veces, una por cada traición. Por más cruel que sea aceptarlo en este mundo la certeza es un diente de león efímero y fugaz. Un minuto está. Al siguiente no.
Y Ash sufriría demasiado si lo pierde siendo algo.
—Abre la boca. —Le pide ensartando un camarón, tratando de darse vueltas pese al agarre del lince y fallando, extendiendo el bocado para que masque—. ¿Y bien?, ¿te gusta?
—Delicioso. —Concluye—. Serías una grandiosa esposa. —Eiji sonríe con la cara sonrojada, el pulso errático y la respiración cortada—. Podrías ser mi esposa.
—Ya quisieras.
—¿Por qué huele a quemado si solo es una ensalada? —Shorter aparece sacudiéndose la nariz y abanicando la mansión con un viejo diario—. Hablo en serio, huele a incendio.
—Ash intentó cocinarme algo antes. —Se burla entretenido—. Y Ash no sabe prender la cocina.
—Bastardo. —Por supuesto Ash es un inmaduro y le pellizca la cara para reafirmar superioridad porque sorpresa, es un pésimo perdedor—. Igual te cociné algo.
—¿Cuenta si todas tus recetas estuvieron quemadas? —Eiji le saca la lengua y eso lo hace lucir totalmente indignado, es tan lindo verlo portarse así, rumia—. ¿Cómo pudiste quemar el natto? Es decir, lo entendería del arroz pero no, literalmente quemaste el pocillo con el natto casi listo.
—Lo devolví a donde pertenece. —Tararea con pillería y una sonrisita socarrona—. ¡Al infierno!
—¡Ash! ¡Ya! —Patea el piso—. ¡Deja de insultar al natto!
—¡Jamás! —Ash lo estruja con fuerza haciendo que gimotee, no obstante, esos chillidos pronto se convierten en una risa y esa risa resulta sumamente contagiosa—. Mierda, eres tan bonito.
—Ustedes… —Shorter los interrumpe anonadado—. ¿Pasó algo entre ustedes? —Ash se aferra otra vez como un gato mimoso que se ha asentado a dormitar en su amo—. Parecen diferentes.
—¿En qué sentido?
—No sé. —Shorter alza las palmas y los apunta sin saber cómo explicarlo—. Parecen una cosa.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisita de Cheshire que le pone los pelos de punta—. ¿Acaso no lo sabías? Siempre hemos sido una cosa. —Por el mero placer a restregar sal ante la herida célibe de su mejor amigo presiona sus labios alrededor del cuello del japonés para arrancarle una risa incluso contra la gargantilla, lo siente retorcerse entre sus brazos y rogarle piedad. Es adorable.
—Ya. —Shorter chilla con la cara diez tonos más rojos—. ¡Basta! ¡Sepárense o les lanzaré agua!
—¿Escuchaste eso, onii-chan? —Ash desliza sus dedos debajo de su mentón con sensualidad, el roce es aterciopelado y el aire está cargado de electricidad—. Hora de tomar un baño juntos.
—¡Ash!
Cómo el lince es malditamente orgulloso insiste en que cocinará el resto del desayuno, son las cinco de la tarde y Eiji no le encuentra sentido y no obstante es imposible negarse a una sonrisa tan deslumbrantemente angelical, es extraño ¿posee derecho a sentirse sanado considerando que ni siquiera le ha contado sobre su condición? Tiene miedo de aceptarlo, aun quiere intentar revertirlo y tiene aún más miedo sentado al lado de Shorter, solo están en el comedor y si presta atención puede escuchar a los chicos discutiendo sobre los patrullajes en otra habitación, está en un ambiente seguro, en su casa, no tiene motivo para estar ansioso, aún así, tensa los puños sobre sus rodillas y se encoge cual almeja en el sillón.
Respira. Respira. Respira. Estás bien.
—Creo que te debo una disculpa. —Por eso, es una sorpresa que el intimidante y orgulloso jefe de los chinos comience la conversación—. Te juzgué y te traté mal por ese collar.
—Shorter. —Sus manos en la gargantilla. La gargantilla en su alma. Su alma perdida. La pérdida en una marca. Baja una palma hacia su vientre, no quiere pensar—. Todo está bien, sé lo mucho que él te importa, lo que hiciste fue porque no querías que lo hiriera. No necesitas disculparte.
—Lo necesito. —Le cuesta exteriorizar los pensamientos, Eiji lo nota por cómo se rasca la nuca al punto de tirarse el cabello—. Porque tú haces feliz a Ash, lo sanas.
—No. —Sonríe con tristeza—. No hago eso. —No puedo hacer eso.
—Lo haces. —Pero Shorter es terco—. Conozco a Ash desde los 14 años y nunca lo había visto portarse así, a veces se relaja conmigo cuando se toma un par de cervezas o fuma para tragarse el sabor que la muerte deja impregnado pero contigo es diferente, ¿cómo decirlo? Es casi como si él solo pudiera volver a ser un niño estando a tu lado y yo no soy un mal amigo, soy feliz si ese bastardo es feliz. Y tú lo haces feliz. Por ende, yo también quiero esa felicidad a su lado.
—Pero no puedo ser la felicidad de Ash. —Mucho menos en condiciones tan violentas, no sabe ni siquiera qué es o qué está provocando la droga en su cuerpo, aparecen pedazos que no eran suyos y que no se puede arrancar. Si Arthur se entera que tuvo éxito. Si Dino sabe que sigue vivo ¿acaso lo primero que hará no será arrebatárselo?—. En este punto podemos ser francos, ¿no?
—Podemos. —Shorter se quita los lentes de sol, viste un polerón amarillo fosforescente que si le preguntan, le sienta mucho más natural que los trajes—. Quiero que seas sincero.
—Ni siquiera sé disparar un arma, tienes razón, me guardaron porque me querían para algo, a mí y a otros cientos de chicos, nos querían para algo y fuimos una transacción, mi propio padre al que no vi ni una sola vez en mi vida me vendió y antes de eso yo era normal, conceptos como la “mafia” o la “muerte” parecían sacados de una novela de ficción pero tuve que convencerme rápidamente de mi situación y normalizarla o no aguantaría cuerdo.
—Lo imaginé. —Sonríe con tristeza y un deje de impotencia—. Para mí es duro estar acá y nací metido en este ambiente, Ash, Yut-Lung, incluso Sing… pero tú no. Vivías en otro mundo.
—Y ahora estoy en este. —Es directo—. No siempre puedo mantenerme bien, a veces me pasa como a los chicos y sostengo mi día a día con cotidianidad, pero otras veces me golpea el peso de lo que pasé y me derrumbo, no siempre reacciono bien, por eso no puedo ser todo el tiempo la felicidad de Ash. No controlo esto. No me controlo.
—Eiji.
—Hay muchas cosas que no puedo controlar. —Ríe, abrazándose a sí mismo—. Y creo que Ash también lo sabe, por eso no podemos ser nada. No de manera formal.
—Tener el título de “amante” es una sentencia de muerte.
—Exacto.
—Pero es injusto. —Shorter tensa los puños y poco a poco se quiebra—. Es la primera vez…Ash ha pasado por mucho, ¿por qué no pueden dejarlo en paz un puto segundo? Igual que Yut-Lung.
—Tú deberías arreglar las cosas con él. —Eiji aprovecha y pone el tema—. Lo estás lastimando con tu orgullo, ambos lo están haciendo y si estamos en una realidad tan efímera ¿acaso no se arrepentirán sino son honestos? Porque puede que más tarde no puedan arreglarlo.
—Son complicadas las cosas con Yue. —Shorter se arroja en el respaldo, luce sin fuerza, como si las memorias le hubieran drenado el alma—. Él tiene a alguien más. Quererlo es masoquista.
—¿Lo dices por el tatuaje?
—Es un ritual sagrado para los chinos. —Le explica—. Es algo de suma intimidad, debería haber sido yo quien lo marcara si nos íbamos a comprometer, pero no fui, ¿qué oportunidad tengo?
—Shorter. —La voz de Eiji adquiere un matiz de profunda seriedad—. Habla con él. —Le ordena con una autoridad que se confirió de la nada, ja, después de todo Ash tiene razón—. Hazlo o te prometo que vas a arrepentirte. —No tiene sentido común ni una maldita pizca de instinto para la autoconservación, ya estaría muerto por sí mismo—. Por favor.
—Pero.
—Por favor. —Le implora—. Tarde o temprano tendrás que enfrentarlo, hazlo mientras puedas.
—Hablas como si estuviera planeando un suicidio. —Similar, colarse al laboratorio de Dawson es prácticamente una muerte anunciada—. ¿Eiji?, ¿acaso sabes algo que yo no sé?
—Habla con él. —Insiste—. Solo hazlo.
⊱✿⊰
—¡No! —Yut-Lung avienta una botella de vino contra la pared, los orificios de su nariz se estiran y contraen igual que los de un toro furioso, tiene el ceño tenso y la trenza medio desarmada, ni una sola vez lo había visto tan enojado—. ¡¿Cómo se te ocurre sugerir que hable con esos dos?!
—Yut-Lung. —Eiji intenta calmarlo, están en la mansión de Ash, no ansía armar un espectáculo que lo termine involucrando—. Solo fue una idea.
—¿Una idea? —Yut-Lung alza su mano temblorosa por la rabia para tironearse el flequillo hasta que se escucha el crujido de su cuero cabelludo, está despechado, hirió su orgullo al insinuarle forjar una alianza entre los chinos y Ash, no obstante, la charla que tuvo con Shorter lo clarificó.
—Solo fue una idea.
—Usa la cabeza de una puta vez, Okumura. —Yut-Lung camina de un lado a otro en el salón tal como un león enjaulado, es una víbora a punto de incrustar sus colmillos en el pescuezo de su presa, no sabe si agradecer o maldecir la gargantilla—. Te estoy ofreciendo la chance de buscar una cura para tu maldita condición, ¿crees que alguien más hará eso por ti? ¡No!
—¡Por lo mismo! —Eiji no quería alzar la voz—. No quiero que te arriesgues ¡No te expongas así!
El corazón de Eiji sube y baja con ferocidad, odia las confrontaciones y más cuando se trata de sus seres queridos, más, para bien o para mal le cogió cariño a ese histriónico de lengua afilada y simplemente no puede dejarlo ponerse la cuerda en el cuello infiltrándose solo al laboratorio de Dawson, es un suicidio y luego de hablar tanta mierda emotiva con Shorter le da tristeza que los lideres de Chinatown se encuentren peleados considerando que ambos se aman. Y por eso Eiji hace lo que mejor sabe hacer: entrometerse.
—No es que te subestime y no confíe en ti. —Le aclara, debe hacerlo porque las víboras son un animal sumamente altivo—. Pero míralo desde afuera, tú mismo has visto la seguridad que ahí tienen ¿realmente crees que será tan sencillo como colarse en la feria? Tuvimos chance ya que había un evento público, nos camuflamos en las condiciones ideales, tuvimos suerte.
—Habrá una gala en un par de meses y será en casa de los Golzine, ahí anunciará a su sucesor.
—¿Eh?
—¿Qué? —Yut-Lung sonríe con cizaña, disfruta restregar sal en la herida si lo han lastimado, la manera en que lidia con el dolor es esa: haciendo aun más daño—. ¿No sabías?
—Yo no…
—¿Acaso tu preciado Ash no te había contado nada? —Yut-Lung se contornea con malicia a su alrededor, lo toma de los hombros y apoya su mentón justo ahí, al costado de su cuello—. Vaya, qué injusto. Y pensar que tú estás traicionando a tu amigo por él.
—No te estoy traicionando. —Eiji lo mata con la mirada—. Te estoy intentando ayudar.
—No, estás eligiéndolo por encima de mí, justo como todos los demás.
—¿Tienes que armar un drama alrededor de esto?
—No estoy haciendo un drama. —Lo suelta—. Te estoy contando una realidad, me meteré a su laboratorio y obtendré lo que necesito, si estás de mi lado ¡grandioso! Y quizás juntos podamos encontrar un antídoto para ti, pero sino estás de mi lado no vuelvas llorando de rodillas cuando me necesites si lo elegiste a él por arriba mío. No eres mejor que Shorter si lo haces.
—Estás malentendiendo las cosas.
—¿Lo hago? —Yut-Lung se abraza a sí mismo, resentido—. ¿Entonces por qué Lynx no te contó de la gala para elegir sucesor?, ¿por qué no te explicó de que ese sucesor tendrá un matrimonio arreglado? Quizás, él no te quiere tanto.
—Yut-Lung.
—Pero si ya lo elegiste sobre mí, no tengo nada más que hacer acá.
Notes:
Chiquillos, algo que quiero compartir con ustedes y un poco más personal, no tanto asociado con la trama, es que yo estoy pasando igual por un proceso de consideración y análisis a ciertas relaciones, realmente nunca dejen que alguien los trate mal, su dolor es válido, es importante, merece ser visto y conversado. A veces como humanos es inherente hacernos daño, pero creo que si uno quiere reparar es distinto, porque te importa y lo intentas. No sé, son cosillas que he estado pensando, ¿qué tanto puedes hacer la vista ciega con lo que te pasa?
Pero ya, volviendo al capítulo, el tema de Yue será tema, se explicará mejor también, pero se nota que es punto sensible para él la comparación con Ash, sobre todo cuando se trata de Shorter, entonces escuchar que Eiji, la otra persona en quien decidió confiar, también "antepusiera" (según sus ojos) a Ash, eso lo rompió, pero es un malentendido, ellos tienen que hablar pero mal.
Nos vemos mañanita para ver a donde va esto~
Chapter 13: Cultivar un jardín.
Notes:
Hi~ Hoy me siento con mucha suerte y la verdad estoy muy contenta, realmente agradezco todas las palabras de aliento y confort que me dieron por las notitas de ayer, es que los quiero muchisimo, no tienen idea. El capítulo de hoy es medioagridulce pero porque tiene momentos del canon y si ya saben cómo es el canon para qué andan con cosas po askas.
Se les quiere mucho, ¡espero que les guste!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¿Qué significan esas? —Skip se sienta al lado, se ha embarrado la jardinera de fango y musgo porque quería cultivar el jardín como muestra de agradecimiento a Ash, sin embargo, acabaron hipnotizados por la beldad de las flores, dejando de lado las verduras—. No me gustan.
—¿Se te hacen feas?
—No, feas no. —Skip estira los labios en un puchero y frunce el ceño, pensativo—. Pero sí raras.
—¿Raras? —Eiji alarga el brazo contra la mata, tiene que hincarse un poco más en la tierra para así poderla alcanzar sin forzarla, su forma es alargada y parece la cola de una serpiente, es una dualidad de peligro con fragilidad, sus colores delicados y sus pétalos casi silvestres crean una contradicción cautivante por su aura nociva—. Es hierba de escorpión.
—Es rara. —Skipper balbucea—. Siento que en cualquier momento me va a picar. —Casi como si el jardín estuviera vivo, la rama se bambolea, asustando al más joven—. ¡Ves! ¡Es mala!
—No es mala. —Ríe—. Se le llama así porque se cree que puede curar el veneno, pero también tiene otro nombre, uno un poco más conocido.
—¿Cuál?
«No me olvides».
Yut-Lung se la enseñó en su invernadero, le comentó que el clan lo había construido para poder camuflar la ilegalidad de los tratos, no obstante, el paisaje era sublime, tenía más especímenes de los que cabían entre las paredes de vidrio y aún así, fluían en perfecta armonía, solo fue una vez, más, cuando la luz de la luna empapó esa delgada silueta y las estrellas se posaron en sus ojos de nostalgia vislumbró por qué atesoraba aquel domo de lindeza congelada. Era peligroso. Venenoso. Violento. Era invierno. Fue una noche. Él estaba apretando sobre su pecho las flores y dijo que representaban el amor desesperado. Qué le gustaban porque él estaba desesperado. Porque al final del día todos lo abandonaban para que se lo comiera su soledad.
Y al final eso sintió con Eiji también: qué lo dejó por Ash.
Se pregunta de dónde vendrá la herida narcisista mientras recoge los pétalos, las puntas yacen teñidas de un imponente celeste pétreo, la base poco a poco se torna blanca creando la ilusión de que el brote se está congelando hasta llegar a un centro dorado en forma de cola de alacrán.
Crece en lugares ocultos así como el amor más intenso y puro se esconde detrás de un violento silencio. Está ahí. Esperando, tal vez, alguna respuesta… vaya tontería ¿verdad?
Pero Eiji quería decirle que no era una tontería, que si se sentía así por Shorter debía enfrentarlo o encararlo, más, no tuvo el valor para hacerlo, temió que sí lo hacía él terminaría por romperlo.
—Yut-Lung y Ash. —Trata de poner el tema sin ser evidente, pero se siente culpable inclusive si es consciente de que no debe asumir la responsabilidad por los berrinches del chino—. Parece que se conocen desde hace bastante tiempo.
—Me estás preguntando porqué Yut-Lung lo odia. —Por supuesto, los niños son perceptivos, si fingen ignorancia es meramente para proteger el orgullo adulto—. No creo que se odien, siendo honesto parecen un par de amigos que disfrutan molestarse e insultarse, porque hablan en ese lenguaje del amor al menos entre ellos. De hecho, son tan similares en algunas cosas que Dino hasta consideró un matrimonio, se retractó y fue un misterio, pero lo discutieron y todo.
—¿Entonces, qué pasó? Si se entienden tan bien, ¿por qué Yut-Lung impresiona tan lastimado?
—Yo creo que es por Shorter.
—¿Shorter? —Skip asiente—. ¿Shorter Wong?, ¿nuestro Shorter?
—Ese mismo.
—¿Cómo así? —Debe concretarlo—. Me cuesta ver la relación, hasta dónde sé, a pesar de toda su fidelidad y fortaleza, Shorter no tiene mucho poder de decisión sobre las mafias.
—¿Cómo explicarlo? —Skip se sienta como indio y se termina de embarrar la jardinera, Eiji trata de contener un gritito histérico puesto que sabe quién se la tendrá que lavar, ya ni siquiera está usando los guantes de látex y tiene hojas hasta en el pelo, más impresiona entretenido y asume que eso es lo más importante—. Shorter fue la gota que derramó el vaso. Fue la manzana de la discordia para su rivalidad, por así decirlo.
—Skip. —Eiji usa una voz calma y gentil, desliza sus yemas entre los pétalos delicados y enfoca su mirada en los frondosos tallos de girasol más allá preguntándose si a Ash le gustarán—. Aún no estoy entendiendo nada, dame más contexto, recuerda que no llevo ni dos años metido acá.
—Cierto. —El niño sonríe, acariciándose el cuello—. Yut-Lung y Ash fueron tratados toda la vida como contrapartes, eran vistos como bestias hermosas, apetecidas y salvajes, tanto para Dino como para los Lee fue inevitable seguirlos comparando como si fuera una competencia de raza de perros y parte de esa rivalidad fue tensando la relación, por supuesto a Ash nunca le importó porque él tenía otras cosas con las que lidiar.
—¿Cosas como Arthur? —¿O Griffin?
—En parte. —Tararea—. En parte Dino lo metió activamente al mundo de la mafia muy pequeño mientras que a Yut-Lung lo educaron como un arma de seducción.
—Ya veo. —Mi propio hermano me entrenó antes de marcarme, ¿no es hilarante, Okumura? Las personas que más te deben amar te venden, tú y yo somos similares en eso—. Me lo imagino.
—Ahora imagínate que en la parte más crítica de ese conflicto sumaron a Chinatown, partieron con las propuestas para unificar a todos los chinos en un clan, sin embargo, Shorter retrasó las negociaciones porque insistía en quedarse al lado de Ash como su mano derecha.
—¡Pero es su mejor amigo! —Lo defiende—. Es natural que haya querido quedarse apoyándolo.
—Ei-chan.
—No creo que Shorter haya hecho algo malo, no estoy tratando de elegir bando, pero no puedo ignorar lo importante que es Shorter para Ash, lo necesita.
—Pero lo eligió sobre su propia raza y esa fue una humillación muy fuerte para Yut-Lung, incluso un niño como yo sabe que debieron haber castigos sumamente denigrantes e inhumanos, todo ese tema del orgullo y la lealtad es crucial para la altivez china. —Eiji traga una arcada, no ansía pensarlo ni imaginarlo, la tortura, el dolor, el despojo, ¿no es ridículo? No debería afectarle post Arthur, más, tampoco puede normalizarlo—. Y Shorter no ayuda ahora haciéndose el difícil.
—Yue cree que está solo. —Lo llama por un apodo que no le pudo dar—. Él quiere cometer una locura e intenté convencerlo de que no la hiciera, que hablara con Shorter o al menos intentara aliarse con Ash porque no quiero perder a ninguno pero… pero él se vio tan herido, se lo planteé de la desesperación y quizás debí haberlo preparado más, pero…
—Yut-Lung preferiría morir a recibir ayuda de quienes lo han humillado. —Teme eso—. Aunque no hayan sido ellos directamente lo siente así. —Odia eso—. Además no minimizaría la presión que debe estarle ejerciendo el clan, sus hermanos son terribles y el matrimonio aún no se hace oficial, así que no hay nadie que pueda defenderlo de esas atrocidades. —Ni siquiera él.
—Debe sentirse muy desamparado allá.
—Es cierto.
—Y yo lo hice sentir que estaba más solo.
—Eiji. —Skip le toma la mano—. Tuviste una buena intención, tampoco era tu responsabilidad.
Y él lo entiende, realmente lo hace.
No obstante, la soledad es un matorral que forja grilletes de enredaderas en los huesos, resulta inevitable empatizar con Yut-Lung, incluso antes de Arthur, en su pretenciosa vida “normal” Eiji tenía conflictos para entablar relaciones significativas, no porque fuera desadaptado, aprendió a manejarse tanto en la escuela como en el equipo de pértiga, aun así no podía quitarse la idea de que si lo aceptaban era porque daba lástima igual que un perro callejero. Pero con Yue todas las cosas fluyeron diferentes. Naturales. Casi hilarantes. Se arrepiente. Sabe lo duro que es ser aislado, debió acogerlo de esa herida en vez de atacarlo.
—Ya se le pasará. —Skip intenta consolarlo—. Yut-Lung es bien conocido por su temperamento volátil, pero al final del día siempre vuelve, lo he visto con Ash, deja que se le pase el orgullo.
—¿Y si comete una idiotez en este tiempo?
—Puede ser impulsivo pero no tonto. —Lo aterriza—. Es cierto que se guía por el despecho, eso lo lleva a tirar comentarios dolorosos y a exponerse a situaciones peligrosas, pero Dino es… es un nivel diferente. Es el juego real. —Sus palmas se tensan en las ramitas de los no-me-olvides, se cuestiona si podrá impulsarlos a hacer una alianza y si ese es el caso, ¿qué tanto sabrá Ash?
—Tienes razón. —Intenta concentrarse—. Perdón, querías jugar con las flores, no hablar de esa clase de temas densos.
—Está bien. —Skip lo dice en serio—. Es agradable que no me traten como a un crío, los adultos me tienden a subestimar. —Desea preguntarle acerca de esos adultos, sobre qué clase de vida habrá tenido para terminar acá con una deuda de sangre, al final, todos le deben a Ash.
—¿Conoces a Ash desde hace mucho?
—¡Sí! —El niño sonríe—. Él me salvó de Arthur, una vez intenté robarle sin saber bien quién era.
—Mierda. —Eiji se tapa la boca arrancándole una risa, es ridículo, ¿no? En esta clase de mundo lo de menos son las groserías—. Debiste estar aterrado.
—Arthur quería cortarme la mano por robarle, fue apenas un pedazo de pan, pero un ladrón es un ladrón y sino hubiera sido por Ash tendría una mano menos. —Dice extendiendo sus brazos, mostrándoselos con orgullo como si fueran una medalla de guerra o un premio de paz mundial.
—Escuché que es muy bueno disparando. —Y también lo ha testificado, Arthur solía refunfuñar sobre la brecha incalculable de habilidades que Dino alimentaba.
—Es más que bueno. —A Skipper le brillan los ojos al referirlo—. Utiliza una Smith and Wesson 357 Magnum. Y además, es de cañón corto. —Para clarificarlo aún más extiende los dedos casi como si simulara una pistola, es en esos momentos donde más aparenta su edad—. Nunca ha fallado un disparo a menos de 25 yardas.
—Ash Lynx, eh.
—Es solo un apodo. —Y ahora Eiji lo sabe—. Significa “gato salvaje”. Nadie puede domesticarlo. Es completamente libre. Es el nombre perfecto para el jefe. —Pero Eiji cree que eso es mentira.
—Admiras mucho a Ash ¿cierto, Skip? —Que el nombre perfecto clarea como jade bajo el alba.
—¡Por supuesto! —El niño ríe, es una risa preciosa—. Por eso no estaba nervioso cuando Arthur me secuestró para la feria, sabía que vendría a salvarme, nunca lo dudé y me mantuve valiente.
—Confías mucho en él.
—El jefe siempre ha tenido una reputación tan fiel como desalmada y por eso… —Skip tensa la flor contra las rodillas de su jardinera—. Me alegra que estés acá.
—¿Eh?, ¿por qué?
—Lo haces feliz, Eiji. —La honestidad con que lo dice le hace un nudo en el corazón—. En todos estos años que llevo sirviéndole nunca lo había visto tan vivo como cuando está contigo. Claro, en un principio me costó entenderlo, permitirse algo así es una sentencia de muerte, el jefe no es descuidado ¿para qué arriesgarse por un don nadie? Pero apenas te vi comprendí la razón y me alegré de qué él pudiera experimentar esa clase de amor. Lo merece. Se merecen.
—No sé si podamos hablar de amor en este contexto. —Eiji desliza sus dedos entre los pétalos.
—Lo sé. —En un santiamén se han marchitado—. Pero sigue siendo amor.
—Pero miren qué tenemos aquí. —El clic de un revólver acompañado con la helada respiración del cañón apoyado sobre su sien paraliza todos sus movimientos. Caen las flores. Hacen trizas el jardín. Ash no está en casa. No hay ruido. Deben haber acabado con los demás—. Qué pena, tendremos que interrumpir su charla para que vengan con nosotros.
—¡No! ¡No me toquen! ¡No toquen a Ei-chan! —Skip grita, patalea e intenta luchar en vano dado que les ganan en número y fuerza. Los chicos deben estar en patrullaje o en una reunión quizás.
—Tiempo sin verte. —Eiji alza la cabeza encontrándose con unos ojos muy familiares—. Parece que no estabas muerto después de todo, Arthur se pondrá muy contento de verte.
—Wookie. —Su estómago se vuelca en arcadas apenas pronuncia el nombre, es una olla llena de traumas y pesadillas que estiran sus garras debajo de la cama—. ¿Qué tal has estado?
—¡No te hagas el listo! —De un tirón en el pelo lo levanta—. Sé obediente y tal vez salgan vivos.
⊱✿⊰
Los arrojan dentro de una mohosa bodega, el aire se concibe denso y se encuentra impregnado del hedor del óxido, las luces fluorescentes parpadean dando cuenta de lo viejas que están las bombillas, tiran destellos amarillos que les confieren un aspecto de ultratumba a sus captores, Skip se mira demasiado tranquilo para su gusto a pesar de estar maniatado.
Respira. Respira. Respira.
Eiji se intenta dar ánimos, hay varios hombres rodeándolo, no todos pertenecen a la facción de Arthur, asume que debió convencer a seguidores personales de Golzine para ayudarlo ¿por qué se le unirían? Prefiere concentrarse en cómo las muñecas le arden por la fricción que la cuerda genera, la sensación de la carne pútrida y la piel mutilada es tan familiar como la peste a sangre que ha empezado a apestar las paredes de acero corroído, no sabe qué pretenden, no servirán como cebo para atraer a Ash porque es inteligente y no correrá a la trampa, valora su vida, sabe que es un jefe de mafia, que los chicos dependen de él, que debe encontrar a su hermano y Eiji es dispensable.
Así que todo estará bien mientras Ash no venga.
—Hey, nadie te ha dado permiso para quedarte dormido. —Está de rodillas, su cuerpo se halla doblado por el dolor y el agotamiento, incluso si fueron “gentiles” se acostumbró a la mano tan dulce del lince y ahora el shock es garrafal. Abre y cierra la boca. Respira. Ash está a salvo.
—No sé qué pretenden con esto. —No vendrá a rescatarlo, es evidente la trampa y no es tonto.
—Ustedes son carnada fresca para atrapar a Ash. —Reconoce a este tipo, Yue le dijo que tenía una máscara de cerdo en medio de la fiesta—. Y yo me encargaré de él.
—Calma, Marvin. —Wookie le golpea la espalda—. Dino nos dio permiso para darle una lección amigable acerca de su comportamiento, la idea es disciplinarlo con suavidad, más adelante el jefe se podrá servir el plato hondo.
—¿Pero eso significa que me puedo divertir con él?
—Puedes hacerlo tu puta si quieres.
—¡Ustedes! —Skip grita, está furioso—. ¡No se van a salir con la suya, bastardos!
—¿En serio? —Todo queda en silencio—. Porque me parece que ya lo hicimos.
El olor es lo primero que lo abofetea cuando se abren las puertas de metal, es un hedor intenso como el acre, penetrante, es más fuerte que el hierro viejo y la carne quemada, el aire de pronto se siente contaminado, Eiji baja la cabeza sofocado, intentando buscar un hueco de aire fresco en el piso. No necesita verlo para sentir su presencia. Oscura. Venenosa. Malvada.
Arthur.
—Ha pasado un tiempo. —Eiji es empujado al suelo con tanta fuerza que teme que sus rodillas se vayan a cortar sobre el cemento, levanta la mirada, no llorará aunque tenga los ojos picando con lágrimas contenidas, se niega a mostrarle lo aterrorizado que se siente—. Sabía que era tu olor el que Ash traía, es inconfundible, vaya bastardo, robándome lo que es mío.
—Tú fuiste el que me desechó. —Trata de mantenerse firme, más, el contrario se ha arrodillado para hundir con ferocidad la nariz en su cuello y rozar con los dientes el collar—. Me disparaste.
—¿Me resientes todavía? —Ríe, satisfecho—. Era una prueba de lealtad, la cual, fallaste.
—Una prueba de lealtad. —Sonríe con aflicción, su corazón palpita en una violencia inhumana, cada latido es una bomba atómica estrellándose contra sus oídos. Plac. Plac. Plac—. ¿Quieres matarme otra vez?, ¿por eso estoy acá? —¿De dónde sacó el coraje para confrontarlo?
—Es curioso. —Arthur desliza sus dedos entre sus mechones oscuros y encorvados, hunde las uñas en su cuero cabelludo y lo tira igual que lo haría con un animal acorralado—. Antes estaba seguro de que eras la persona más aburrida que había tenido en mis manos, solo temblabas y llorabas, no servías para nada más, pero…. ahora que Ash te quiere también te quiero de vuelta.
—¡No! —Skip gimotea haciéndose notar—. ¡No dejaré que te lo lleves! ¡Tendrás que pasar sobre mi cadáver para tocarlo!
—Eso no será muy difícil. —Arthur lo suelta y se dirige a Skip. No. No. ¡No lo lastimes! Su aliento se convierte en pequeños jadeos, es un animalito herido cuya boca se encuentra inundada por miedo—. Bastará una patada para acabar contigo. —Casi tienes un hijo de él, dice su cabeza.
—¡Para! ¡No lo toques, Arthur! —Tendrás un hijo de él sino sales de acá, debes escapar—. ¡Alto!
Pronto, un disparo retumba desde la distancia hasta golpear la mano de Arthur, es preciso, casi perfecto, es una advertencia, sus dedos empiezan a sangrar por el roce.
—Los tocas y eres hombre muerto. —Ash le advierte bajándose de la motocicleta, es palpable la desesperación en su voz, ¿qué diablos hace aquí? No debería haber venido.
—Sabía que no los dejarías a la suerte. —Arthur impresiona satisfecho—. Nunca abandonarías al pequeño Skip, hasta fuiste a buscarlo antes de que lo vendiera. Pero, ¿él? —Arthur lo jala del collar para reafirmar el mensaje—. Esto es mío y no tienes derecho a arrebatármelo.
—Eiji no es un objeto.
—Lo es si Dino me lo obsequió. —Tararea—. Y que me lo hayas robado es una infracción crítica a nuestras reglas y el inminente inicio de una lucha en donde no podremos parar hasta que uno de los dos bandos muera, estás consciente de eso, ¿no? Esta puta te costará la vida.
—¡Qué no lo toques! —Ash apunta el revólver a la frente de Arthur.
—Ah, ah. —Arthur le acomoda el cuchillo debajo de la garganta al nipón—. Sin armas o morirán los dos frente a tus ojos.
—No las entregues. —Le suplica—. Ash.
Pero Ash no duda en arrojar la pistola y cambiar la seguridad de Eiji por su propia vida.
⊱✿⊰
Su corazón se apretuja con violencia cuando arrojan a Ash a la celda, está herido, impresionan haberlo castigado con una especie de látigo o cinturón en el brazo, sus ojos verdes usualmente rebosantes de indiferencia se suavizan el instante en que lo vislumbra, intenta tocarlo, más, su lengua mordaz y quejosa hace de las suyas, lo único que puede hacer es arrancarse un pedazo de la camisa y usarlo de torniquete para detener la sangre, Ash se deja sanar, permite que cure su brazo lastimado con un mugriento pedazo de tela, que le entregue esa confianza le remece el alma y de pronto, entiende por qué cayó en la trampa.
Él habría hecho lo mismo ¿no es así? Eiji habría vendido su propia alma con tal de garantizar la seguridad de Ash.
—¿Por qué? —Aún así debe preguntarle, la bilis le quema la garganta, ha estado en las bodegas del muelle antes, Arthur las usa para deshacerse de los cadáveres—. No debiste dejar tu arma.
—¿Cómo podría haberla conservado si eso iba a ponerlos en peligro? —Skip esconde un mohín angustiado que delata la gravedad de la situación ¿qué pueden hacer para salir? Siendo franco, a Arthur le dará lo mismo si se entrega o no, lo importante es lastimar a Ash ante sus ojos, si lo quiere otra vez no es porque haya tenido éxito con el experimento (aún no lo sabe) es porque el lince lo quiere y no puede tolerar esa idea—. Lo siento, yo debí dejarles más seguridad.
—No podías saber que Arthur haría un movimiento tan imprudente como aliarse con Marvin.
—Debí inferir que era una trampa, ni siquiera Arthur era tan estúpido como para mandar a todos sus hombres a nuestro territorio, nos estaba provocando, mordí el anzuelo cuando fui a pelear.
—Ash.
—Lo siento. —Ash le aprieta la mano—. Estás en una situación desagradable por mi culpa otra vez. —Eiji quiere decirle que no es así, que podría haberse defendido mejor y Ash no los habría tenido que ir a rescatar, que debió proteger más a Skip, que no se debió confiar porque estaban dentro de la mansión, sin embargo, aquellos reproches no cambiarán nada.
—Ash. —Entonces solo queda entrelazar los dedos—. Perdóname a mí. —Perdón por ser débil.
—¿Qué estaban haciendo de todas maneras? —Intenta aligerar el ambiente para el pequeño y el gesto lo remece—. Estás todo sucio, ¿acaso no sabes que la ropa no se lava sola?
—Tch. —Eiji le sigue la corriente—. Mira quién habla.
—Oye. —Ash le pellizca la mejilla con esa clase de mirada cargada de tanto afecto que paraliza cada uno de los músculos de su cuerpo, es deslumbrante y tan brillante que parece líquida.
—Ei-chan me estaba enseñando de las plantas del jardín. —Le explica aunque finalmente luce desanimado, el balde de agua fría le cayó—. Queríamos cultivar el jardín pero ellos…lo pisaron.
—Hey. —Ash es bueno con los niños—. Cuando volvamos plantaremos más cosas, cosas más grandes y mucho más lindas ¿qué tal suena esa idea?
Mantienen hablas banales para calmar a Skip, cuando la puerta se abre Arthur está con Marvin.
No le da buena espina la situación, Arthur le sonríe del costado con un aire de superioridad tan grotesco que debe abrazarse a sí mismo y tocarse el vientre para confirmar la realidad, todavía no saben nada, ni Arthur, ni Ash. Está a salvo. Los sonidos de los zapatos de cuero ante la poza de agua truenan entre las paredes metálicas del contenedor, Marvin entra cantando, tiene una sonrisa lasciva que le pone los pelos de punta, más, Ash ni siquiera se inmuta.
—¿Qué nos vas a hacer? —Frío. Impasible. Indomable—. Habla.
—Todo depende de ti. Si eres un buen chico podría hablarlo con Papa. —Quiere matarlo, no es un secreto la obsesión que ese pedófilo tiene con Ash, hay rumores en el bajo mundo sobre un par de cintas de pornografía que grabó, nunca quiso preguntarle a Arthur, en ese entonces ellos eran simples desconocidos, Ash ni siquiera estaba en la ciudad—. ¿Qué dices?
—Hablaré contigo. —Ash suspira—. Pero a solas, no quiero que ellos nos miren.
—Muy bien. —Marvin se da vueltas—. ¡Salgan de aquí! —Y el comentario no le gusta para nada a Arthur.
—¡Oye! ¡No pensarás en ayudarlo! —Marvin prende un cigarro.
—¿Con quién crees que hablas?
El caos gobierna en su alianza, los hombres de Golzine sacan a Arthur a la fuerza mientras que Marvin entra, relamiéndose a través del humo, tanteando el cinturón como si apenas soportara no estarlo follando, Skip le pide que mantenga la calma, que confíe en él y no obstante, es duro presenciar la escena. Ash le pide ayuda para alzarse. Marvin impresiona tener una erección por solo escuchar su voz, se inclina para ayudarlo y de un solo golpe en la nuca queda noqueado.
—¡Salgamos de aquí!
Apenas abren la puerta se largan a correr, la estridencia de sus pasos contra el pavimento pega junto a sus latidos de corazón, los hombres de Arthur gritan, sin embargo, no se detienen, trata de mantener la respiración regularizada, más, el frío le quema los pulmones y la humedad está filtrándose a través de su ropa rasgada, pegándose al sudor y a la sangre, aumentando un tiritón incontrolable. Pero no debe ser una carga. Deben salir. Así que corren. Corren. Corren.
Un muro.
—¡Maldición! ¡Habíamos llegado tan lejos! —A Eiji le fallan las piernas, puede escuchar ya casi encima a los hombres de Arthur, sus heridas pesan, Ash se ve peor.
—Ash… —Eiji lo mira, sabe exactamente qué diablos está pensando: me entregaré y así dejarán ir a estos dos. No. No. ¡No! No lo permitirá porque Ash siempre es quien se sacrifica, no es justo que sea así, también merece ser cuidado y protegido. Soy el mayor entre los dos.
Eiji tensa el ceño y empieza a tironear una tubería oxidada, Ash le salvó la vida, no le pidió nada a cambio, le tuvo paciencia y lo ayudó a sanar, encontró cosas que estaban perdidas, le entregó cosas con una curita aunque no las había roto y Eiji no soporta que se siga exponiendo.
—No sabía que eras tan valiente, Ei-chan. —Skip lo alienta, Ash solo lo mira con indiferencia al haberse caído tras arrancar el tubo—. Yo también pelearé y…
—No es eso. —Intenta hablar, su lengua es un pedazo de carne en una boca seca, entierra poco a poco la punta del tubo hasta hacer un agujero en la tierra—. Voy a saltar.
—¿Acaso estás loco? —A Ash no le hace gracia la broma.
—He saltado muros más altos en Japón. Soy un saltador de pértiga. —Y Ash quería conocer esa parte de su pasado, más, no así.
—¡Para! —Le suplica—. ¿Estás enfermo? Si se rompe esa tubería oxidada, morirás. —Frena sus movimientos, Skip le dice que no hay colchoneta, que es peligroso pero los alaridos de quienes los persiguen bloquean cualquier pizca de racionalidad, quizás Ash tenga razón, quizás carece de instinto de supervivencia y es un conejo suicida—. Eiji, por favor.
—¡¿Entonces quieren morir aquí?! —Su corazón duele al hablarle tan duro, alguien debe ir por ayuda, si los atrapan otra vez Arthur los matará. No dejará que Ash muera. No le dio el permiso para sacrificarse y abandonarlo—. Si voy a morir, ¡prefiero morir intentando algo!
Ash yace boquiabierto, Eiji retrocede, cierra los ojos, su corazón arremete con fuerza mientras las manos se le resbalan del tubo, está frío y mojado, puede sentir cómo el metal se desprende desde adentro, pero no importa. ¡Ahí están! Por aquí. Gritan. Eiji toma aire. Y es alguien distinto cuando vuelve a mirar adelante, alguien que no creía que volvería a ser porque lo había perdido.
Pero por Ash. Ash. Ash.
Aslan.
Corre lo más rápido que las piernas se lo permiten, la brisa le acaricia el cabello y se cuela bajo sus heridas, aprieta la mandíbula, los ojos le brillan, recién está saliendo el sol, cada estridente paso que da lo siente repercutir en su mandíbula. ¡Por favor, no te rompas! Clava el tubo, pronto se encuentra suspendido en el aire, escucha cómo el metal rechina contra el suelo y…
Eiji sonríe, el corazón se le hace trizas solo para unirse en un nuevo rompecabezas al revivir esa sensación. Libre. Se siente malditamente libre con una mano acariciando el cielo como si fuera un cuadro de acuarela, viéndolo todo desde arriba, sintiendo cómo la brisa fría se cuela en sus ropas y se lo lleva como lo haría con un diente de león. Es efímero. ¿Dos?, ¿tres segundos? Está apenas unos instantes arriba y aún así, es maravilloso. Lo último que ve antes de atravesar por completo el muro es la expresión de Ash.
Luce absolutamente flechado, como si ya nunca pudiera olvidarlo porque se elevó muy alto así que solo puede quedarse ahí, desconcertado, con la vista de lo que parece ser un ave surcando los cielos grabada fuertemente en su corazón. Skip celebra. Eiji cae. Y hace una promesa.
«Volveré».
Notes:
El otro regresamos con Ash y ponemos los pies sobre la tierra en el sentido de que necesitamos procesar qué está pasando con el AshEiji antes de avanzar a los otros conflictos, pero como solo tenemos un mes para abarcar esto y la trama es de mafia, uff, nos quedamos cortos un poco.
Gracias por tanto.
Chapter 14: Viaje juntos.
Notes:
Hi~ como les comenté, este capítulo tiene momentos muy dulces para procesar las cositas e irles digiriendo, sobretodo cuando se trata de los sentimientos de estos dos y para ya ir concretizando qué son. Pero el final del capítulo sí marca un norte de a dónde termina la trama, así que ponganle ojito no más.
Gracias por tanto, espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¡Auch! ¡No seas tan bruto! —Sin embargo, Eiji impresiona sin ganas de escuchar sus quejidos y se limita a desinfectar sus heridas remojando el algodón y envolviéndolo con las vendas.
—Quédate quieto y déjame ser un buen enfermero.
—¡Un buen enfermero no golpea a sus pacientes!
—¡Pues un buen paciente se porta bien y no hay que golpearlo!
—Estás enojado. —Y Ash sabe que es redundante ratificar, ha aprendido a leer con una extrema precisión el idioma que este terco habita, no obstante, a veces se sigue sintiendo perdido como si caminara a ciegas con las luces apagadas—. ¿No es así, onii-chan? —Así que se tropieza.
—Lo estoy. —Pero está bien, todos tropiezan en la oscuridad—. Te dije que volvería con ayuda.
—Y volviste con ayuda. —Con sus subordinados y Chinatown para ser más precisos—. Por eso, tu molestia conmigo no está justificada, te hice caso. —Pero ese no es el tema.
—¿Acaso era tan difícil confiar en mí? —Eiji deja las vendas sobre la mesita, están sentados en la cama con él acostado puesto que lo toca como si estuviera convaleciente, debería ofenderle que lo trate como si fuera débil, más verlo tan preocupado le parte el corazón y hace que quiera golpear al idiota que provocó esa expresión (aún si es él mismo)—. No me esperaste.
—¡Te esperé! Resistí hasta que llegaste con los refuerzos.
—¡Sí! Y te encontré apenas reconocible por la paliza que te habían dado.
—Debiste ver cómo quedaron los otros. —Trata de hacerlo reír, es en vano—. No te enfades, no es que no confíe en ti, pero debía ganar tiempo contra los hombres de Arthur y Golzine.
—¿Y debías provocarlos para iniciar otra pelea? Te arriesgaste innecesariamente.
—¿Cómo sabes que yo los provoqué?
—Skip me dijo. —Ese niño—. No sabes lo culpable que me siento por no haberte ayudado más.
Le da risa que piense de esa forma, puesto que Eiji nunca entenderá cuánto significa realmente para él. Lo salvó. Esa fue la primera vez que alguien lo ayudó sin pedirle nada a cambio, los que lo alimentaban o le daban un lugar para dormir siempre querían algo a cambio como sexo. Solo tiene una pistola y aprendió a disparar porque era la única manera de sobrevivir, solía envidiarlo por no haber necesitado una la mayor parte de su vida. Envidiarlo y admirarlo en partes iguales.
Pero entonces fue apareciendo algo más, algo que se intensificaba cada vez que se encontraba con sus ojos repletos de amabilidad y bondad desmesurada, algo que dolió al ordenarle dormir en la misma cama esperando que se propasara, pero eso nunca pasó, algo que escoció al oírlo reír ya que le tenía miedo a las calabazas, algo que lo hace feliz, lo desespera, lo asusta, resulta impredecible y contradictorio, algo que tiene una franqueza infantil arrebatadora pero al mismo tiempo es capaz de volar así. Algo que día a día escarba más en su alma y teme que ya no puede sacarlo, como si Eiji hubiera hecho un jardín y una casa entera en su corazón, así que sí, le da un poco de risa escucharlo decir que no lo ayudó lo “suficiente”.
Ni siquiera tienes idea, ¿cierto? No debes tener la menor idea de cuán importante eres para mí.
—Lo siento por haberte desobedecido. —Dice en su lugar, es más fácil que clarificarle lo capaz que es de matar, morir y vivir guiado por esos anhelos—. No debería haber ignorado la sabiduría de mi onii-chan. Tú eres el mayor, tú sabes más, yo no, ¿contento?
—Así está mejor. —Porque aunque Ash es quien sostiene la pistola—. Espero que lo recuerdes.
—Lo haré, me matarás si vuelvo a salir herido.
—¡Y ya lo sabes! —Es Eiji quien lo sostiene a él—. No me gusta ser duro contigo, pero odio esto.
—¿Qué cosa? —Ash finge inocencia y rodea la cintura del japonés con sus brazos, lo hace lento puesto que tuvieron una discusión previa acerca de la cercanía física, más, Eiji se derrite entre sus mimos y todo está bien—. Háblame.
—Odio que no podamos tener una vida normal. —El nipón se arropa aunque parece incómodo.
—Lo sé. —Así que alza las sábanas y le da el espacio para acurrucarse a su lado incluso si está solo en pijama (es decir, bóxer), pero Eiji no protesta ni se queja, al contrario, se hace pequeñito sobre su corazón, el toque lo quema—. Yo también lo odio, me pregunto constantemente cómo serían las cosas si simplemente fuéramos… ya sabes, adolescentes y sé que es tonto, antes ni siquiera me cuestionaba qué estaría haciendo o qué me gustaría hacer.
—¿Y qué cambió?
—Tú. —Sonríe—. Tú me cambiaste y ya no puedo ver las cosas como antes. —Los relumbrantes ojos de Eiji lucen más hermosos que nunca al recibir esas palabras. Inocentes. Cálidos. Libres.
—¿Eso es bueno o malo? —Una caricia suya basta para sanarlo, no le importa que Eiji se apoye sobre los vendajes, su mera presencia es milagrosa—. No creo que sea bueno que te preguntes esas cosas porque son realidades que no podemos tener.
—Tal vez, pero… —Ash lo arrima encima, quedan cara a cara, lo ha acomodado arriba suyo con las piernas entrelazadas y la respiración cortada, desliza sus manos por la cadera del contrario y piensa en lo sexy que es aquella curva, realmente le gusta su cercanía, en otra vida esto es lo que llamarían “pareja”—. Me da esperanza de que algún día podré salir de esto.
—¿Quieres salir de esto? —Es la primera vez que hablan del tema—. Pensé que querías heredar los negocios de Dino Golzine.
—Quiero destruirlo. —No miente—. Quiero matarlo. —No suaviza—. A todos los bastardos que están involucrados ahí, ese ha sido mi motor de vida desde que tengo memoria pero ni una sola vez me imaginé lo que vendría después. —Ríe con tristeza—. Siempre pensé que me suicidaría.
—Ash.
—Una vez consumado lo que le daba cuerda a mi vida, ¿qué sentido tendría? —Divaga dándose cuenta de lo verdaderamente desesperanzado que se sintió—. Incluso si Griffin seguía con vida pensaba dejarlo al cuidado de Max, no quería que él viera en lo que yo… contigo esa visión poco a poco va cambiando y de repente está apareciendo un futuro y otra posibilidad.
—¿En serio? —Su mirada es tan esperanzada que le partiría el corazón decirle que no—. ¿Ash?
—En serio. —Así que se expone, desliza los dedos por su espalda con devoción, acaricia la tela como si se tratara de los pétalos de una flor en pleno apogeo, no puede forzarla, debe esperarla para que se abra, así como el girasol cambiando de dirección o la rosa alzando sus espinas, se debe mostrar receptivo a su naturaleza—. Y tú estás en ese futuro. —Musita—. Si quieres, claro.
—Claro que quiero. —Eiji le sonríe y asesina cualquier inseguridad antes de que brote y asume que esa es la cosa con ese chico. No usa una espada afilada. No tiene garras. Ni espinas—. Me encantaría ser parte de tu futuro hasta donde me lo permitas.
—¿Por qué?
—¿Qué no es obvio? —Eiji ríe—. Porque te amo, Ash. —Y lo acaba de matar con la peor de todas las armas: su corazón desnudo. Él no ataca. Ni se defiende. Él va al campo de batalla descalzo.
—No puedes. —Y él ni siquiera vio cuándo sucedió, no alcanzó a subir la guardia ni a elevar sus muros, más, ¿habría servido? Eiji puede volar—. No puedes amarme.
—Puedo. —Se burla el hijo de puta—. No me dirás qué sentir o no y puedes hacer lo que quieras con esos sentimientos, no espero que los correspondas ni que les des sentido, solo quiero que sepas que alguien te ama y está dispuesto a hacer cualquier cosa por ti. Sin moneda de cambio ni trampa. Sin nada detrás.
—Eiji.
—Te amo sin “peros” ni “porqués”. —Es tan injusto—. Simplemente te amo, Aslan. —Tan cruel.
—Maldición. —Ash hunde su rostro contra el hombro del nipón, tiene la cara roja y la siente tan caliente que teme que explotará, su corazón late con ferocidad, su cabeza da vueltas, era obvio lo que pasaba entre ellos, ambos lo sabían en una especie de complicidad, ¿pero decirlo? Esté chico realmente está desquiciado, un día lo asesinará—. No sé qué hacer contigo, Eiji.
—Llévame de viaje.
—¿Eh?
—Cuando todo esto termine. —Eiji entrelaza sus dedos y la caricia es tan dulce que lo craquela un poco más, puede ver pedazo a pedazo desprenderse pero no se había percatado de que era una gruesa capa de suciedad igual que una matrioska que olvidó la original—. Cuando ya hayas destruido la mafia de Dino y hayas logrado todo lo que quieras lograr vámonos de viaje. Solo tú y yo. Nadie más.
—¿A dónde? —Ash sabe que es un escenario imposible, una pura fantasía de dos enamorados.
—No tengo un lugar particular a dónde me gustaría ir, ¿tú tienes?
—Japón, quiero ir a Japón.
—¿Japón? —Impresiona tan confundido como ilusionado—. ¿En serio?
—Claro, tengo curiosidad. —Tararea—. ¿Cómo es Japón?
—Mhm. —Eiji esboza una sonrisa rebosante de añoranza—. Pues hay mucha gente. Y autos.
—¿En serio? —Ash suaviza su voz, queriendo ser parte de eso, deseando por primera vez seguir vivo para poder presenciar el lugar en dónde Eiji nació—. Entonces es igual que aquí.
—Bueno, Tokio sí. —Eiji forja un nido con sus brazos en su pecho, está seguro de que puede oír y sentir cada maldito latido de corazón—. Mi ciudad natal no es así. —Lo trae loco.
—¿Dónde es? —Ash se inclina, quedan a centímetros de distancia, incluso si es Eiji quien yace en una posición más vulnerable a merced en sus brazos, es él quien se profesa expuesto dentro de esos inmensos ojos cafés. Brillantes y bonitos.
—Izumo-shi en la prefectura de Shimane. —El dulzor que desprende su aliento es hipnotizante, sus ojos penden a la gargantilla deseando no sentirse receloso de verla ahí y sin embargo es él quien lo tiene entre sus brazos y es a él a quien le cuenta esas historias—. Izumo es la tierra de los dioses.
—¿Gizmo? —Eiji ríe y él se alegra, porque si Eiji ríe entonces todo está bien, el mundo se podría estar quemando, el cielo podría estarse cayendo y su vida desmoronándose, pero mientras Eiji ría, él estará bien. Todo lo estará. Lo sabe.
—No, eso es de los Gremlins. —Eiji se inclina un poco más encima, queriendo que vea su boca por la pronunciación cuando él la ve por algo muy distinto—. Es I-zu-mo.
—I-zu-mo. —Ash se acerca.
—¡Sí! ¡Sí! Hay 8 millones de dioses en Japón. Incluso hay uno para los baños. Y uno que te hace pobre.
—Espero que no me visite. —Bromea—. Japón, ¿eh? Me gustaría ir algún día.
—Me encantaría llevarte.
Ambos se miran sin decir más porque les duele, claro que Ash amaría dejar todo atrás y renacer en otro país donde su pasado no lo atormente y los monstruos no existan. Pero. Pero. Pero. Ash es consciente de su realidad y es lo suficientemente realista para saber que ahora es un lujo al que no se puede permitir sucumbir. Arthur sabe que Eiji está vivo. Le ha declarado la guerra. Su papá pronto nombrará heredero. Y más encima habrá un matrimonio forzado para el “ganador” o pierde o pierde, así que lo único que puede hacer es hablar con añoranza de su futuro con Eiji comprendiendo que se trata de un sueño inalcanzable o una promesa surreal.
—Arthur sabe que estás vivo. —Le encantaría poder ir a Japón con Eiji, le encantaría poder darle la mano y responderle ese “te amo”, pero hacerlo implicaría consecuencias demasiado graves.
—Ese descuido fue mi culpa. —Y en estos escenarios tan inciertos no tiene cómo pagar—. Creo que la solución es obvia, Ash.
—No te entregaré. —Es impermeable. Duro. Imponente—. No resolveremos nada así, Arthur lo único que buscaba era una razón para matarme sin romper la regla de Dino y la encontró, tarde o temprano pasaría así que cualquier locura que estés pensando, detenla.
—Pero. —Ash golpea su frente con suavidad para asegurarse de detener cualquier plan suicida que se le pueda cruzar, no confía en su capacidad para cuidarse a sí mismo—. ¿Qué hago?
—Cumplir con tu promesa y quedarte a mi lado, nada más. —Es firme con sus palabras, hacen promesas que son pecados, rezan sueños en iglesias profanas—. Por favor deja de sentirte con el deber de devolver algo violento para ser valioso, eres valioso por el simple hecho de ser tú al menos para mí, ¿acaso eso no cuenta?
—Es difícil.
—Entonces estoy haciendo un terrible trabajo mimándote. —Bromea para aligerar el ambiente.
—No. No es eso. —Pero Eiji—. Es difícil porque no te he dicho toda la verdad de mí.
—¿Te refieres a la razón por la que Arthur se apegó a ti?
—Sí. —Hay tanto terror en los ojos de Eiji—. Pero no te gustará. —Qué por primera vez hace que sienta miedo. Uno genuino. Visceral. Gutural. Sus ojos se clavan en la gargantilla. Ha tratado de no pensar en eso. Ha estado evitándolo porque quiere que Eiji sea suyo—. Y temo que me trates diferente luego de saberlo.
—¿Tan malo es?
—No es bonito. —Impresiona a punto de romper en llanto—. Y no será fácil de digerir, no lo fue para mí. Tiene que ver con Arthur.
—Eiji.
—¿Te acuerdas de lo que el doctor dijo cuando desperté? Sobre que yo estaba en una situación delicada y acababa de recibir una noticia difícil. Tiene que ver con eso. Parte con Arthur.
—Ya veo. —Pero Ash no quiere saber más de esa relación, le duele imaginarla—. ¿Me lo puedes decir luego? Tengo una reunión muy importante con los chicos y necesito mi mente enfocada.
—Claro. —Eiji impresiona herido por el rechazo—. Te lo diré cuando quieras o estés preparado.
Pero teme que ese día nunca llegue, jamás se sentirá preparado para que Eiji rompa su corazón.
⊱✿⊰
Caín estampa un puñetazo contra la mesa, es esa redonda tallada de un roble de 100 años que Dino tanto le presumió cuándo la compró, ja, ¿qué pensaría si supiera que ahora está usándola para construir su caída? Le daría dos ataques de cabeza de seguro, rumia acerca de su relación padre e hijo y se pregunta si estará condenado a que conceptos como “amor” o “seguridad” se hallen jodidos para siempre, ¿cómo no? A estas alturas solo queda reír frente a los platos rotos.
—¿Te hace gracia la situación? —Caín se escucha a lo menos cabreado, francamente no puede culparlo, debe asumir la responsabilidad del caos—. Arthur tiene prácticamente a todo el resto de Downtown bajo su control, eso hizo mientras tú estabas afuera: fundó un reinado.
—Pensé que ya habíamos superado eso. —Pero no lo hicieron—. Me fui y ya. —No se arrepiente de haber estado en Cape Cod, necesitaba encontrar pistas de su hermano y no pasó, al menos se arriesgó y no vive con el arrepentimiento—. No hay nada que pueda hacer para cambiarlo.
—Lo sé.
—Entonces deja de repetirlo y concentrémonos en la situación actual, ¡Arthur tiene la ventaja!
—¿Y de quién crees que es la culpa?
—Caín. —Advierte—. Te estás propasando de la raya.
—Solo me frustra. —Caín lo resiente y la situación actual no ayuda a limar esas asperezas ante el abandono—. Entiendo que hayas querido salvar a tus chicos, habría hecho lo mismo si me hubieran puesto en tu lugar, pero eso te pone en una posición complicada con Arthur.
—Y a ti también. —Coloca las cartas sobre la mesa—. Eres el daño colateral de esta guerra civil porque obligatoriamente debes apoyar a uno de los bandos e independiente de la decisión que tomé al rescatar a Eiji y a Skip, tarde o temprano debías tomar un rol más activo.
—Arthur tiene más hombres ya que ha sometido a los demás, infundió terror entre las pandillas del bajo mundo e incluso se ganó a las mafias emergentes. —Porque inclusive si Dino pretende que forjen su reinado por su cuenta permite cierto margen de trampa, le gusta joderlo y ya sabe qué hará cualquier cosa con tal de ajustarle la correa—. Estamos en desventaja y una abismal.
—Nosotros también tenemos apoyo externo. —Caín alza una ceja cuestionándole su sanidad.
—¿Dónde? Si solo estamos nosotros dos acá.
—¡Tres! —Sing se alza en la punta de sus pies para hacerse notar—. Somos tres en esta reunión de mafias, ¡he estado acá todo el tiempo! Incluso llegué antes que tú, grosero.
—¿Y el enano quién es?
—El reemplazo de Shorter. —Clarifica antes de que el chiquillo reclame y proteste iniciando un conflicto que no necesitan, Ash no codicia soportar más—. Él tenía asuntos urgentes y por eso no está acá, pero el mocoso es de confianza, representa bien a los chinos.
—¿Y Yut-Lung? Es el otro líder real de Chinatown, me sentiría más cómodo hablando, ya sabes, con otro adulto. Porque nunca accedí a ser la niñera de nadie.
—¿Estás insinuando que mi presencia no es lo suficientemente buena? —Sing se escucha más que cabreado con el comentario, es volátil, aunque personalmente no lo conoce a profundidad desglosa la confianza que su mejor amigo le regala ciegamente para ser su sucesor—. ¿Es eso?
—Tú lo dijiste, no yo.
—¡Te voy a demostrar lo que un mocoso puede hacer!
—¡Suficiente! —Ash golpea la mesa con ambas palmas, las siente resentidas, las mira ponerse rojas—. Vinimos a resolver lo qué haríamos con Arthur, no a acorralarnos aún más ¿entienden?
Sing y Caín asienten sin decir una sola palabra.
Ash se arroja a la silla de la cabecera, se frota el entrecejo con fuerza, hundiendo con tal dureza sus yemas que se pregunta si la fricción le abrirá un agujero en el cráneo y así morirá, sería más fácil que enfrentarlo, rumia, no le preocupa que Arthur quiera desafiarlo ni que Golzine fomente el conflicto para extenderles una cuenta por su benevolencia, el tema es Eiji. Eiji. Eiji. Su amado Eiji. Y Arthur queriendo reclamarlo de vuelta por el mero capricho a quitárselo, siempre ha sido así entre ellos dos, cada vez que Ash valoraba algo su hermano se aseguraba de hacerlo mierda delante de sus ojos por placer a verlo sufrir, así pasó con la primera chica que le gustó y mucho más tarde lo intentaría matando a Shorter y a Max. Por eso se desapegó. Se volvió frío. Solitario.
Como un pequeño y duro lince.
Porque si no quería a nadie no le quitarían a nadie, mierda, fue tan descuidado dejando que Eiji se acercara demasiado. Pero ya está ahí. Está ahí y por más que pretenda alejarlo no puede, es débil y es egoísta, no se siente capaz de vivir sin él, por eso, deja en incógnita las preguntas que tienen respuestas: ¿qué te hicieron en la mansión?, ¿cuál es tu relación con Arthur?, ¿qué hace o significa la gargantilla?, ¿por qué estabas llorando cuando Meredith te revisó la primera vez?
Le da demasiado miedo que esas respuestas terminen por arrebatárselo, por eso, se cubre con una venda y vive en la ignorancia aceptando que es cosa de tiempo para que la cuenta regresiva llegue a su final y la bomba estalle. Nada es para siempre. Mucho menos acá.
—¿Qué vamos a hacer, Ash? —Ambos líderes ponen su vida en su voluntad y juicio, la carga es pesada.
—Tengo un plan. —No puede fallarles—. Saben que Dino organizará una gala para declarar con más formalidad a su siguiente heredero oficial, ¿no es así?
—Sí.
—Pues aprovecharemos esa oportunidad. —Caín y Sing lo miran sin entender a qué se refiere, le dan el pie para clarificar—. Vamos a mantenerlo a raya estos días, lo más probable es que se mantenga con provocaciones infantiles mandando hombres para transgredir nuestros terrenos e intentando que actuemos del impulso, no lo haremos y en la gala de sucesión llevaré a Eiji de mi brazo, él será mi bandera de guerra, la declaración oficial, para Golzine son importantes las cosas de estrategia y honor. Las respetaremos.
—Ya veo. —Caín intenta procesarlo—. Él espera que tú actúes primero y metas la pata para así quedar mal frente a Dino, ¿no es así? —Ash asiente, es eso exactamente lo que espera—. Pero si llevas a ese chico ¿no será cómo darle la razón? Después de todo, tú se lo quitaste.
—Discrepo en eso si él lo desechó. —Dice por capricho—. Pero de todas maneras, lo que Dino más valorará será la honradez del acto, por lo mismo, es probable que cambie de parecer en la gala y eso nos dé más tiempo. Ahí, una vez la declaración de guerra quede hecha y clara, vamos a atacar a Arthur y a todo el que lo siga.
—Será una masacre.
—No, será una cacería. Limpia. Brutal. Rápida. —Y una vez resuelto, se concentrará en la droga.
—¿Si a Golzine le gustan los juegos no es probable con que tome esto como una provocación?
—¿A qué te refieres? —A Ash le sorprende el razonamiento del niño—. Explícate.
—Si se declaran la guerra en un evento tan importante me resulta posible que Golzine les arroje más leña el fuego diciendo que el ganador será el heredero o algo así. —Procesa los escenarios en su mente y le resultan verosímiles, es decir, su amado padre una vez los tiró juntos a prisión con la esperanza de que se mataran los unos a los otros como perros de pelea e incluso lo hizo antes en el reformatorio infantil, siempre los pone el uno contra el otro ¿no?—. ¿Qué crees?
—Es un punto válido. —Se pregunta qué habría pasado si ambos se unieran en contra del viejo, no obstante, Arthur es orgulloso y preferiría rebanarse todos los dedos antes que aliarse y luego de todo lo que le hizo a Eiji, él tampoco se cree capaz de perdonarlo—. Lo tomaré en cuenta al momento de afinar el plan, por mientras protejamos lo que es nuestro y no caigamos ante esas provocaciones infantiles que nos estará ofreciendo estas semanas.
—Vale. —Caín se calma, parece más junto luego de racionalizar y encontrar soluciones a todos esos laberintos sin salidas—. Puedo aceptar eso.
—Gracias.
—Por mientras, lo aceptaré por mientras. —Le advierte—. Aún queda mucho que perfeccionar.
—¿Puedo preguntar algo? —Sing alza la palma como si estuviera en un salón de clases, le saca una sonrisa, a veces le da pena que alguien tan joven se encuentre metido en esta mierda, pero luego recuerda que él estuvo incluso de más pequeño y prefiere dejar de pensar—. ¿Por qué no he conocido a Eiji todavía?
—Porque ni siquiera te habíamos visto debajo de la mesa. —Caín le toma el pelo—. Y de hecho, no te habíamos escuchado hasta que saltaste, eres tan pequeño que pasas desapercibido.
—Serás un… —Bufa enfurruñado—. Pero hablo en serio, todos hablan de ese tal Eiji y me entró curiosidad, debe ser alguien muy especial para haber domado a alguien como Yut-Lung.
—¿Cómo así? —A Ash ya no le gustó tanto el comentario—. ¿Domado a Yut-Lung? Vaya broma.
—¿No sabes? Ha ido bastante a la mansión Lee, Wu me contó. —Más tarde tendrá que hablarle seriamente sobre el nulo respeto que muestra frente a sus esfuerzos para mantenerlo con vida, pero ahora disimulará para salvar su dignidad—. Son buenos amigos.
—Claro que sabía. —Miente olímpicamente—. Pero no me gusta hablar acerca de la serpiente.
No es del todo mentira.
Le costó digerir a Yut-Lung, incluso si fueron criados en circunstancias símiles en donde ambos se vieron aprisionados por sistemas de abuso y violencia tienen conceptos contrarios sobre lo que implica la libertad. Creó asperezas. Más cuando usaron sus diferencias para subestimar a Yut-Lung. Uno metódico. El otro impulsivo. Uno manipulador. El otro rebelde. Uno destinado al éxito. El otro a la sumisión. Cuando Dino propuso un matrimonio fue el colmo para Lee porque eso transmitía que la única manera en que estaría en la cima sería como un accesorio, gracias a Dios la propuesta desistió, más, finalmente se comprometió con Shorter y se hizo verdad esa profecía.
Mierda, siendo honesto todavía no tiene idea de qué pasa por la cabeza de ese tipejo, Ash ansía más que nada escapar, pero no puede y por eso pretende luchar aunque eso lo mate. Yut-Lung no es así. Él quiere quemarlo todo desde adentro. Y quemarse a sí mismo. Es autodestructivo. Rencoroso. Y por eso mismo no quiso preguntarle por lo que descubrió en la feria, vendría con un precio ¿estaría dispuesto a pagarlo?
—¿Qué tanto confías en Yut-Lung? —Entonces aprovecha la presencia de Sing para encararlo.
—No llevo viviendo con él mucho tiempo y casi no lo veo porque mi deber es servirle a Shorter, como sabes, él prácticamente no pisa ese lugar incluso si están comprometidos, es algo triste.
—¿Ha estado actuando raro?
—Lucía deprimido. —Sing musita en voz alta—. Y también… despechado, no me dio muy buena espina siendo honesto.
—¡Ash!
Shorter entra desesperado abriendo ambas puertas, su pecho sube y baja, tiene la camisa rota y embarrada de sangre, más, no impresionan ser sus heridas, su torso está empapado de sudor y sus lentes yacen quebrados en su cabeza, nunca lo ha visto tan alterado, el terror palpita igual que un derrumbe en medio de sus pupilas y Ash tiene que pararse para calmarlo, Shorter no se ve racional y balbucea incoherencias acerca de Yut-Lung ¿qué diablos le hizo para ponerlo así?
—¡Se lo llevaron! —Es lo único capaz de repetir una y otra vez—. Ellos lo tienen… ¡Dino lo tiene!
Notes:
¿Seguimos con Yut-Lung altiro? Sep, porque habrán muchas revelaciones importantes a raíz de esta infiltración, secuestro más que nada, pero hey, nadie es perfecto, lo intentó (yo, tratando de justificar a mi favorito, perdón). Se les quiere mucho chiquillos, gracias por estar acá siempre, han sido un refugio muy lindo estos días.
Nos vemos mañanita~
Chapter 15: Preocupaciones.
Notes:
Hi~ Como les mencioné anoche, hoy retomamos altiro con el tema de Yut-Lung que marca un norte bien importante para el resto de la trama, oficialmente vamos a la mitad y hasta el momento nos ha ido bien en la dinamica, se siente muy bonito, vamos con fe a terminar el mes así y bueno, la intensidad del capítulo va de menos a más, partimos con cómo Shorter está tomando esto y recordandoles que es una noticia fuerte, así que no se lo tomará con calma o racionalmente, es una caldera que quiere explotar.
Gracias por tanto.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Conoció a Shorter en el reformatorio infantil, Dino lo metió ansiando que se mataran ahí dentro con Arthur y por poco sucede, en ese entonces él se encontraba repleto de rencor e impotencia y con justa razón, lo vendían con la excusa de que era un “producto valioso” no obstante al final la gente se enojaba mucho si luchaba en contra y se defendía: «¿cómo te atreves a arruinar mis fantasías?» parecían decirle, ja, ni siquiera creían que fuera una persona real y seducir tal como una puta lo haría era su forma de reafirmar el control. Ahí Shorter lo enfrentó. Fue franco y cruel.
—¡No juegues con los sentimientos de las personas! ¡Ni tampoco sigas manipulando a la gente de esa manera! Porque si lo haces, no eres diferente a los imbéciles que odias.
El bastardo tenía razón.
Y Ash cómo odió que la tuviera.
—¡Vete al infierno, hijo de puta! ¡De una patada en tu maldita cabeza de melón!
Le gritó de regreso porque se sintió avergonzado de que alguien pudiera ver tan fácil a través de él, en esa época Shorter le confesó que le dio miedo, porque la frialdad en sus ojos daba cuenta de una total inexpresividad, como si no le importara menos y tenía razón. No le importaba nada. Por algún motivo Wong acabó interpretando eso como una invitación para amistar, se mantuvo con él a pesar de la diferencia de razas y familias, sabía que eso lo pondría en contra de los Lee, aun así, insistió en ser su mano derecha y apoyarlo en su reinado. Él lo dejó. ¿Cómo no hacerlo? Shorter era fiel. Amable. Gracioso. Un magnífico líder y un aliado aún mejor. Era su cable a tierra porque pasara lo que pasara lo veía conservar la calma y resolver las cosas con la mente gélida.
Por eso. Por eso. Por eso.
¿Qué diablos pasó?
—¡Carajo! —Nunca lo había visto tan alterado como ahora, ni siquiera en la flor de su juventud lo observó desatar su furia externamente y acá lo tiene en su casa, tumbando jarrones, novelas y flores, rasgando sofás y destapando lata de cerveza tras lata de cerveza—. ¡Mierda!
—Baja eso. —Ash es pésimo consolando a las personas, Shorter toma y toma arrojando lo que debe ser la onceava lata de la mañana, el líquido ambarino le resbala de la boca a la tráquea y ha empapado su camisa, apesta—. ¡Emborrachándote no resolverás nada! ¡Vamos a pensarlo!
—¡No puedo pensar!
—¡Solo! —Ash le arrebata la otra caja antes de que la abra, se pregunta si el alcoholismo es un problema entre los chinos o si la pareja está arruinada—. ¡Solo cálmate, joder!
—¡¿Cómo diablos quieres que me calme?! —Y aunque Shorter usualmente es gentil y paciente con sus defectos la cordura es un juego de azar trucado—. Se lo llevaron… ellos me lo quitaron. Me siento tan inútil, se supone que nos íbamos a casar, ¡yo debía protegerlo!
—Shorter.
—¡Y ni siquiera pude disculparme apropiadamente! —El chino grita, está hecho mierda encima del sofá, el tapiz claro ha quedado ensangrentado y el piso yace repleto de pétalos con pedazos de lentes oscuros, la imagen resulta irónicamente poética—. ¿Sabes cómo es eso? Tendría que haber clarificado las cosas, debí decirle cómo me sentía antes de que fuera muy tarde tal como Eiji me dijo que lo hiciera. —De repente, los ojos de Shorter se oscurecen con ira—. Eiji me dijo.
—¿Y eso qué? Él es así.
—Eiji. —Alza la mirada—. Sabías algo. —No es una pregunta, es una acusación que hace temer al nombrado. Está borracho. Despechado. Herido. Es peligroso—. ¡¿No es así?!
—Shorter. —Eiji retrocede, llegó a la escena por el caos e intentó ser de ayuda preparando algo caliente para calmarlo, no obstante, no hay consuelo para un depredador que se está lamiendo las heridas—. Lo estás malinterpretando, nunca pondría en riesgo a Yue, solo quería ayudarlos.
—¡Sabías algo! —Shorter lo acusa—. ¡Por eso me dijiste que arreglara las cosas mientras podía arreglarlas! ¡Sabías que me lo quitarían! ¡Y lo dejaste, dejaste que pasara! Esto es tu culpa.
Shorter se levanta igual que una bestia voraz para zarandear al nipón, lo aprieta de los hombros con tal brutalidad que provoca una mueca de dolor y un grito ahogado, no permitirá eso, pronto, un instinto asesino no tarda en activarse porque no dejará que nadie ¡absolutamente nadie!, le ponga una mano encima y se atreva a tocarle uno de sus cabellos esponjositos, coge con toda su fuerza la muñeca de su mejor amigo y la aprieta hasta que el hueso le cruja y la piel alrededor se tiña de borbón, no tiene miedo de pulverizarlo o iniciar una guerra con los chinos.
—Suéltalo. —Advierte con una voz tan gélida que corta el aire—. No lo trates así o te enfrentarás a mí. Incluso si eres tú, te haré pedazos si debo hacerlo.
—Pero… —Shorter no sabe con quién más desquitarse—. Él sabía y yo no, él…
—Entiendo tu impotencia, pero hacerle daño a Eiji no solucionará nada. —Entonces el chino le toma la gravedad a sus acciones y tumba la cara por el arrepentimiento, desliza sus palmas de los hombros de Eiji, le quedaron marcas rojizas y cruentas en la camisa, debió asustarlo, rumia considerando que a cualquiera con cordura lo habría paralizado ver a un líder mafioso así.
—Lo siento. —Shorter baja la cabeza, su cabello es una maraña pegajosa y morada encima de su cráneo, su cara está repleta de lágrimas secas y arrepentimientos marchitos—. Perdón, Eiji.
—Hey. —Y Eiji debería odiarlo porque Shorter no ha hecho más que intimidarlo en esta casa, la oportunidad de vengarse ha llegado—. Está bien. —Pero—. A mí igual me preocupa Yue y puede que no sea de la misma forma, pero comparto la desesperación.
—Eiji. —Pero Eiji es Eiji.
—Ven acá. —Así que le extiende los brazos y lo contiene como Ash nunca podría haberlo hecho porque no sabe y no le enseñaron, mira cómo Shorter abre los ojos, vacío, tiembla, como si ese contacto amable le doliera, tira sus brazos contra su cadera, impresionan pesados y corrobora la idea al verlo imposibilitado para alzarlos—. Todo está bien, vamos a recuperarlo.
—¿De verdad? —Shorter luce tan pequeño entre los brazos de Eiji, tiene la sensación de que si lo toca se hará trizas, ¿será capaz de levantar a su mejor amigo si se desmorona?—. ¿En serio?
—En serio. —La voz de Eiji es una canción de cuna que desarma la rabia, Shorter cae de rodillas y en ningún momento lo suelta, sus ojos enrojecen y se cristalizan, Ash nunca lo ha visto llorar, ni siquiera con la pérdida de sus seres queridos o en el funeral de su papá, siempre se mantuvo con un semblante impasible y calmado, como si nada le afectara—. Lo recuperaremos, podrás decirle todo lo que quieres decirle ahí.
—¿Lo prometes? —Pero quizás, a Shorter sí le afectan las cosas.
—Lo prometo. —Quizás a todos les afectan, pero Eiji es el único capaz de ponerles un alto para que así puedan procesarlo—. Es una promesa de meñique. —En contra de sus expectativas, el chino extiende el brazo y le ofrece el susodicho dedo.
—Qué sea oficial. —Eiji sonríe y hace juramentos de buenas intenciones—. Gracias. Y en serio lo lamento.
Eiji no lo suelta, le pide que le traiga té para apaciguarlo mientras desliza sus dedos por su pelo pajoso y grotesco en forma de consuelo, Shorter intenta cerrar el abrazo, más, tiene las palmas temblorosas y ha empezado a llorar, se ve desgarrado y roto, como si le hubieran arrebatado el alma, Ash conoce la sensación, la encarnó cuando secuestraron al nipón, empatiza y escucha los alaridos mudos que lo desmiembran, la impotencia es palpable, la culpa es una perra cruel que lo engulle vivo. Porque tiene razón. Es su prometido. Debió protegerlo. Nunca le confesó lo que sentía. Golzine es peligroso. Es capaz de enviarle pedazo por pedazo descuartizado en una caja. Shorter lo sabe. Todos lo saben. Pero no es momento para llorar sobre la leche derramada sino para pensar en un plan.
—Me llegó una carta de Arthur que se burlaba de esto, diciendo que Golzine lo tenía. —Le tirita la voz al referirlo aunque está tomando té para calmarse, tiene atascada el alma en la garganta.
—Una carta. —Ash intenta recolectar toda la información posible—. ¿Qué decía?
—Qué Yut-Lung intentó infiltrarse en la mansión de Golzine y ha infringido una regla de la mafia.
—Así que están castigándolo. —Infiere—. Mierda, ¿quién sería tan tonto para escabullirse solo a un sitio tan peligroso? —Eiji impresiona tenso y nervioso, Ash debe darle la mano para que se logre calmar, más, la culpa es una araña sacando los colmillos y tejiendo telarañas.
—Dice que lo van a usar como sujeto de experimento.
—Están dementes.
—¡¿Ahora entiendes mi desesperación?! —Shorter se tira el cabello, frustrado—. ¿Por qué tuvo que pasar esto? Sino hubiera corrido como un cobarde él me habría sentido como una… pareja lo suficientemente fuerte para apoyarlo, pero estuve todo el tiempo corriendo y esperando para que mis sentimientos desaparecieran e hiciera una diferencia. No la hizo. No la hizo ni un poco.
—No debería decirte esto. —Eiji toma la palabra, lo hace con temor porque antela la naturaleza rencorosa del más joven—. Pero esa marca se la hizo su hermano, no fue consensuada, no hay nadie más a quién él quiera que no seas tú.
—Joder. —Shorter se tira hacia atrás en el sillón con tal brusquedad que le rebota la nuca—. Te debí haber hecho caso, esta conversación debería haber pasado antes entre nosotros dos.
—Pero no pasó. —Ash hace cable a tierra—. Y no vale la pena quedarse pegado en eso, Shorter.
—¡Ash! —Eiji lo regaña por ser muy frío, no es que sea indiferente con el dolor, más, comprende que cada segundo que pase atrapado en esa mansión está expuesto a horrores inimaginables.
—Saldremos mañana a primera hora para rescatarlo, no negociaremos, lo haremos sutil. —Por fin toma la decisión y sabe que es la correcta frente al brillo esperanzado en los ojos de Wong.
—Querías declararle la guerra oficialmente en la gala ¿qué pasa si te atrapan ayudándome? Se irá al carajo tu plan.
—Diremos que fuiste tú, en teoría estás rescatando a uno de los tuyos, no rompe ningún código ni regla de Dino, si te preguntan yo no tengo nada que ver con esto, no hasta la gala ¿entiendes?
—Sí. —Shorter respira otra vez—. Perdón por todos los problemas, nunca… sé que lo aparté, la mayor parte del tiempo peleaba con él pero nunca pensé que realmente podría perderlo, ahora se ve como una tontería, más pensé que ya lo había perdido ante alguien más, fui cobarde y no pregunté porque me dio miedo la respuesta, me aterrorizó que él le perteneciera a otro hombre, que ni siquiera hubiera competencia, me dejé cegar por los celos.
—Celos. —Ash mira la gargantilla de Eiji, recuerda su conversación pasada ¿será una profecía?
—Y ahora es muy tarde para arreglarlo.
—No es muy tarde. —Ash lo frena—. No digas más hasta que finalmente lo tengas a la cara, no hables de él como si estuviera muerto cuando no sabemos más a lo que dice la estúpida carta.
—Ash.
—Y ahí arregla ese asqueroso matrimonio tuyo, aún nos tienen que invitar a la boda, ¿no es así?
⊱✿⊰
Sí. Sí. Dijo e hizo todo eso para hacer sentir seguro a su mejor amigo pero la situación realmente lo pone en problemas porque si Dino lo descubre cooperando está muerto, si existe una remota posibilidad a que el plan funcione declarándole la guerra a Arthur en la gala, todo se irá al carajo si lo atrapan con las manos en la masa, además no pudo ser totalmente honesto con los chicos ya que fuera de las reglas y los honores que implica la mafia, lo que Ash quiere transmitir yendo con Eiji del brazo es: Él es mío. Si lo tocas te mato.
En el fondo, es una excusa patética para protegerlo, quizás no de Artur pero sí de las mafias sin desarrollar todavía o de los sujetos que se toman atribuciones grotescas, vivo o muerto Eiji aún es el último Yakuza y eso lo convierte en un “producto deseado”, vaya cerdos de mierda.
Debes protegerlo, suena una y otra vez en su cabeza.
—¿Estás bien? —Y lo piensa más que nunca vislumbrándolo en la cama, lo tiene acostado igual que un burrito entre las sábanas con su cabello esponjado parándose por el friz y sus inmensos ojos de ciervo encendiendo la habitación más oscura, se pregunta si se podrá caer incluso sino está completamente en la penumbra—. Te noté raro hablando con Shorter.
—Raro. —Ash se acuesta, solo viste un bóxer porque tiene demasiado calor y anticipa que solo tendrá pesadillas donde despertará empapado—. ¿Raro cómo? Explícame. —Se recuesta cara a cara frente al nipón, lo ve fruncir la boca y arrugar las cejas, la imagen lo derrite, pero para ser justos, Eiji siempre lo hace.
—Nunca te había visto portarte tan desesperado con Shorter.
—No estaba desesperado.
—Lo amenazaste, Ash.
—Porque te hizo daño.
—No creo que haya sido eso, creo que no supiste manejar la situación. —Divaga y sin embargo, sus palabras son la tonada de una cajita musical con una bailarina rota, piensa en Eiji, su lesión y teme haberlo confinado a una nueva prisión de porcelana—. No es una crítica pero tú siempre eres racional y este plan pareces haberlo armado del impulso, no te siento seguro con todo eso de infiltrarte al laboratorio sin que Golzine se entere.
—Porque no me siento seguro de ir.
—Entonces no vayas.
—Pero tampoco puedo dejar a Shorter desamparado, es mi mano derecha.
—Ni tampoco te habría pedido eso, eres un buen amigo, esa es una de las cosas tan grandiosas de ti. —¿No es increíble la aptitud que tiene para alterarlo? Una palabra suya basta para sanarlo igual que un creyente orando—. ¿Pero cómo explicarlo? Te noto asustado.
—¿De Arthur? —Ríe—. Por favor.
—No sé, no sé si es de Golzine, de Arthur o de ti mismo, pero siento que algo te está paralizando y temo ser esa razón, ese impedimento que te mantiene amarrado, tú… —Eiji aprieta los puños contra las sábanas, Ash se desliza intentando acortar la distancia, más lo siente ido, ¿quién se cree para aminorar la brecha?—. Tú puedes dejarme si te doy problemas, me siento agradecido de todo lo que has hecho por mí, me regresaste la vida ¿sabes lo importante que es eso? Sin ti nada tendría sentido, ¿sabes cómo es eso? Me reviviste.
—Sí. —Ash lo toma de la mano—. Lo sé. —Están a centímetros en la misma almohada, saborea el aliento entrecortado del japonés sobre sus propios labios, las sombras que proyecta la luna dentro de la habitación hacen que su cabello tenga una apariencia de halo graciosa, más, ¿qué más apropiado para Eiji? Al final, si fue salvado fue gracias a su irracional—. Tú me la devolviste.
—Ash, yo no hice nada.
—Déjame terminar. —Le pide—. Entiendo a lo que quieres llegar y no fingiré que no negándome a cosas que son obvias. Sí. Eres mi punto débil. No puedo evitar desesperarme y actuar a partir de esa desesperación cuando se trata de ti porque haría y sacrificaría lo que sea con tal de que estés a salvo. —Quemaría el mundo por una sonrisa tuya, mataría por obtener una mirada, me dispararía en la cabeza con una sola bala si con eso te mantengo alejado de esto.
—Pero yo no quiero que esa seguridad mía llegue a costa tuya. —Eiji corresponde el agarre con fuerza, lo sostiene con su mano temblorosa y la lleva hasta su corazón, lo siente arremeter y lo tiene tan cerca que tiene la sensación de que si quisiera podría robarlo de su pecho y acunarlo en su palma, este chico se deja tan vulnerable—. Porque en ese sentido somos lo mismo, haría lo que sea por ti y para mantenerte a salvo.
—¿Por qué?
—¿Acaso necesito una razón para cuidarte?
—La necesitas. —No da a torcer el brazo—. ¿Qué soy para ti?
—¿Yo no debería preguntar eso? —Eiji ríe con amargura—. Pero supongo que es tonto. No había querido confrontar la realidad, porque soy consciente de que nunca podremos ser nada por la clase de ambiente que nos rodea y eso está bien, me duele mucho, pero está bien.
—¿Cómo podría estarlo? —Nada está bien.
—Soy consciente de que tarde o temprano te tendré que soltar… inclusive si logras tu cometido y te vuelves heredero de Golzine para destruir todo desde adentro, estarás casado, porque para llegar a eso tienes que satisfacer a Dino, me imagino que quiere asegurar un buen compromiso.
—¿Cómo sabes del compromiso? No te había dicho.
—Yut-Lung me dijo que podría pasar en la gala. —Claro que lo hizo, no hay nada más peligroso que una víbora venenosa lastimada—. Y está bien, no me debes ninguna clase de explicación.
—¡Te la debo! Debería haber sido sincero contigo.
—¿Por qué? —Eiji es el único que sostiene una daga—. No soy tu amante, tú no me debes nada.
¿Entonces por qué se siente así?, ¿por qué se siente como si estuvieran rompiendo cuando no empezaron nada? Ash extiende la mano para tocarlo y Eiji impresiona suplicarle que no lo haga, que solo será más difícil, pero como él es injusto y egoísta de todas maneras lo hace, Eiji parece derrumbarse con un simple roce de mejillas, los ojos se le cristalizan y luce vulnerable, mucho más vulnerable a cuando lo conoció lo que es ridículo, ahora no se está desangrando y aun así.
Ash siente una punzada en su propia alma, un tirón que corta los puntos que la mantenía junta y deja que el relleno salga, se siente como si fuera efímero y el corazón se le estuviera yendo al igual que las cenizas entre los dedos, el viento lo empuja, ansía pedir un deseo pero ¿acaso las estrellas fugaces no están muertas? Y acá entiende algo que no ha querido entender, el motivo por el que esa gargantilla lo jode tanto, el terror a averiguar quién realmente es Eiji y lo que pasó con Arthur, la reticencia a que se lo quiten y cómo eso lo hace sentir igual que a un niño que le arrebatan su osito de peluche y llora desamparado. Está enamorado. Eso le duele. Duele hasta matarlo.
—Incluso si me lo prometiste no puedes ser mío, Ash. —Eiji termina de apuñalarlo, Ash se niega a soltarlo, le da risa la ironía, le reclamó a Shorter por no clarificar sus sentimientos, más, él no está siendo valiente al tampoco hacerlo—. Pero déjame fingir que lo eres por mientras.
—Eiji.
—Hasta que me muera, porque el minuto que me seas arrebatado mi corazón morirá, por favor.
—Pero es tan triste si lo dices así. —Ash quiere recriminarle promesas y anhelos que no podrán ser, no obstante, el pozo de los deseos carece de fondo y las velas se derritieron en el pastel, a pesar de la impotencia es el tipo de mundo en donde viven, es lo que es y él siempre ha sido lo bastante racional para aceptarlo con calma ¿por qué mierda ya no puede?—. Querías llevarme a Japón ¿lo recuerdas? Me hiciste jurar que viajaríamos juntos.
—Lo hice. —No hay lágrimas porque se han secado y Ash apenas puede con el nudo atascado en su garganta—. Es un deseo bonito ¿no crees?
—¿Por qué hablas como si ya te hubieras rendido?
—Porque estoy cansado, me siento demasiado culpable para seguir luchando.
—¿Culpable por qué? No estoy comprendiendo.
—Porque me siento culpable de que Yue haya ido, es algo que debí haber prevenido, él me dijo que quería ir al laboratorio para averiguar más información, yo dejé que lo hiciera. —Ash podría tomar esta confesión como una chance para reprochar cosas que están rotas: ¿por qué no me lo dijiste?, ¿acaso no confías en mí?, ¿qué saben ustedes que yo no?—. Creo que es injusto por respeto a los demás que tú me protejas tanto cuando hay personas más valiosas.
—No hay personas más valiosas que otras y no hay nadie más valioso que tú para mí. —Lo dice con firmeza, se niega a dejar tirados los pedazos y a llorar sobre la leche derramada porque por fin su actitud cobra sentido. Eiji sabe cosas. Ash no. Eiji le pasó la navaja, ¿a quién se la clavará?
—Sabes lo que quiero decir. —Pero incluso si lo supiera y fuera el caso—. No es un juego, estás en la mafia. Hay personas que son más importantes que otras.
—¿Y crees que por romperme el corazón voy a soltarte? —¿Crees que por rompernos el corazón a los dos te abandonaré?—. No, yo me tomo a pecho las promesas que me hacen.
—Ash.
—Y tú me diste tu “para siempre”, tienes razón, no estoy seguro de cómo salvaré a Yut-Lung sin que Golzine se entere, me da terror lo que pase en la gala, no quiero casarme por imposición a pesar de que eso me garantice el mando, no quiero seguir con esa vida de asesino aunque deba llevarla hasta sus últimas consecuencias para saber qué pasó con Griffin y destruir a todos los que me hicieron daño, es un caos y si me pongo a pensarlo me desespero aún más. Pero, entre todas esas cosas inciertas que me ahogan, hay una puta cosa que sí sé.
—Basta. —Le ruega—. Por favor, para.
—Una maldita certeza. —Pero no lo hace—. Y esa eres tú, Eiji. —El nombrado se restriega sobre su palma como un conejo hambriento por cariño—. Así que aunque comprendo y valido lo que me quieres decir no puedo aceptarlo. Me prometiste cosas y yo me las tomo en serio.
—¿Y si ya no me quieres luego de saber realmente lo que soy?
—Imposible. —Lo dice con una determinación irrompible, aun así Eiji se abraza a sí mismo con tanta fuerza, con tanta tensión que teme que si sigue tocándolo se desmoronará por completo, ¿a qué le tiene tanto miedo para ponerse así? Se pregunta y eso lo atormenta.
—¿Qué pasará si te digo que tuve una relación más personal con Arthur?, ¿qué pasará si te digo lo que me hizo y lo que yo tuve que cargar y era de él? Tú lo odias.
—Es cierto, a él lo odio con toda mi alma. —Es honesto—. Pero a ti no te odio. —A ti te amo con mi alma, mi cuerpo y mi corazón, te amo con mi existencia entera, escogí pertenecerte—. Y esa es la gran diferencia.
—Tengo miedo.
—Está bien. —Ash se desliza un poco más cerca—. Yo también tengo miedo. —De perderte, de perderme en el camino.
—Tienes que llegar vivo de esta misión ¿entiendes? No te perdonaré si te mueres.
—Lo sé.
—Y tienes que llegar con Yut-Lung, aún le debo una disculpa, yo no… Shorter tenía razón, sabía que pasaría algo malo, es mi culpa que las cosas estén así.
—No lo es. —Lo conforta—. Él lo dijo del despecho y por eso tuve que frenarlo, solo quería herir porque estaba herido, él también te debe una disculpa y te la dará cuando vuelva. Volveremos.
Ash no sabe qué más decir así que se arrastra de forma silenciosa debajo de la delgada sábana para sostenerlo entre sus fornidos brazos, el roce es temeroso y suave puesto que nunca había tomado la iniciativa con un abrazo, Eiji tirita y ahoga un jadeo contra su pecho, más no lo aparta y al contrario, se acurruca con fuerza contra su cuello como si su presencia lo calmara, el lince hunde su nariz contra su cabello esponjosito y rebelde, no dicen nada más, solo se quedan ahí, congelados, acariciando al contrario sin saber nada, además de lo mucho que esto los lastima.
⊱✿⊰
Shorter empaca el armamento en la maletera de la camioneta, The Fly les vendió una inmensa cantidad de armas novedosas y lujosas, incluso si trató de tentarlo con la última tecnología las tuvo que declinar porque Ash sabe que no podrá parar de matar si el arma no lo frena, coge una gran bocanada de aire, la conversación que tuvo anoche lo mantuvo en vela, sería mentira decir que no le afectó ver a Eiji tan vulnerable y resignado aunque sabe que necesita la cabeza fría si pretende infiltrarse y pasar sin ser descubierto a través de la seguridad de Golzine.
Es tonto, él suele ser dolorosamente realista para temas como el romance, nunca se esperó ni creyó posible que se enamorara con su niñez manchada y su alma lacerada, ¿con qué derecho un asesino se rehabilita? Qué hilarante y conveniente darse esa oportunidad cuando tiene que pagar por la sangre que hay en sus manos. Y aun así. Mira a Eiji. Ambos parecen querer romper en llanto pero ninguno lo hará.
¿Por qué?
¿Por qué diablos Eiji lo hace querer cosas normales que no debería?, ¿qué lo hace tan especial para que quiera cambiar? Pero imaginarlo con otra persona es sumamente doloroso y al mismo tiempo sabe que el nipón merece más, ¿qué opción le queda entonces? Es un amor ya perdido.
—Estamos listos, jefe. —Sus chicos de mayor confianza lo van a acompañar, no irán muchos.
—Perfecto. —Solo unos pocos porque si bien, conoce de memoria las instalaciones de su papá entiende que un grupo grande no pasará desapercibido—. Entonces nos vamos.
—Nos vamos. —Shorter anuncia—. Tampoco llevaré a muchos hombres y Sing se quedará con Eiji para que te quedes más tranquilo.
—Sí. —Pero eso no lo deja más tranquilo—. Gracias. —Porque nadie lo protegerá como él.
—Ash. —Entonces Eiji lo mira con esos grandes ojos de cervatillo abandonado mientras acuna entre sus manos su corazón sangrante y moreteado, hay tantas cosas que deben decir todavía, hay tantos toques que no han alcanzado a sanar, hay tanto de lo que podrían arrepentirse si se dejan ir—. Por favor, regresa a salvo. —Regresa a mí.
—Lo haré. —Ash se para enfrente, tiene muchas ganas de besarlo o abrazarlo—. No le des más problemas a Sing y pórtate bien.
—Lo haré. —Ambos se miran con un anhelo rebosante—. Sino vuelves no te lo perdonaré.
—Si tú no estás cuando yo regrese tampoco te lo perdonaré. —Te amo, te amo tanto—. Cuídate.
—Tú también.
Pero Ash se queda con las palabras atascadas en la garganta y se sube a la camioneta sin mirar hacia atrás.
Notes:
Se nos viene bien potente el rescate de Yut-Lung para el otro capítulo y de las revelaciones más suertes que tendrá el fic, así que descansen por esta noche, pero no demasiado, que se viene potente.
Gracias por tanto chiquillos, los quiero caleta, nos vemos mañanita~
Chapter 16: Remedios caseros.
Notes:
Hi~ Chicos, creo que sobreestime mis capacidades de vida publicando dos dinamicas en paralelo, entonces ¿qué haremos? Optaré por publicar fielmente esta todos los días y la de la semana de Eiji se acabará de manera asincronica, la publicaré cuando pueda, pero llevo un bendito año sin acabar dinamicas y me aferrare a esta hasta la muerte, así que no la soltaré.
Dios, gracias a la pobre gente que me aguanta tanta pendejada o tanto spam, los quiero mucho y ahora nos vamos con Yut-Lung.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Shorter frena la camioneta frente a la mansión de Golzine, no ha estado aquí desde que lo tomó a la fuerza para recordarle quién es su amo, ja, sin duda el poder es un problema familiar. Apoya su cabeza contra el borde de la ventana mientras se mentaliza, la voz de Shorter se funde como neblina entre sus pensamientos con el alarido de los chicos, piensa en Cape Cod y en su propio padre, en jardineras ensangrentadas, en guantes de béisbol usados, en sábanas con gotitas de terror, eso le aprieta el corazón, si se quedó en ese pueblucho fue por Griffin y si sobrevivió fue por la tenue esperanza a encontrarlo con vida, sino estaría muerto, Dios, ¿cuántas veces pensó en ahorcarse en el árbol de la entrada? Perdió la cuenta de cuántas.
Pero de acá es y acá volvió.
Y aunque sabía que tarde o temprano pasaría porque su relación era una bomba de tiempo con todos los cables cruzados, no esperaba que Eiji estuviera al medio, así que no pueden atraparlo ni puede morir en el camino. Debe volver. Deben volver todos a salvo. Mierda. Pero qué presión.
—¿Estás listo? —El chasquido del arma lo regresa a la realidad, aunque está parado en un lugar familiar se concibe irreal—. Tú eres quien nos puede guiar al laboratorio con el menor riesgo.
—Lo sé. —Traga duro, tiene la boca seca—. Para nuestra suerte (¿buena o mala?) Dino tiene las instalaciones de investigación afuera, cerca del invernadero. —Porque el sádico gozaba de que se le ensuciaran las manos para purificarse en las plantas, decía que eso las nutría, que así era su enseñanza, ahora se pregunta a quién realmente se dirigía, ¿sigue siendo una rosa atrapada en su jardín o está en el basurero ya marchita?—. Hagámoslo rápido.
—Será entrar y salir, sí.
—Además, hasta dónde me informaron ni Arthur ni Marvin deberían estar cerca, tenemos “libre el camino”, qué conveniente.
—¿Estás bien? —Shorter baja el arma y deja los cartuchos ante su regazo, ni siquiera se cambió de ropa, viste la misma camisa rasgada y carmesí, está desesperado—. Te ves descompuesto.
—Tengo un mal presentimiento.
—¿Del plan?
—No sé. —Ash afina sus sentidos—. Siento que algo está mal, está demasiado sereno a pesar de ser una emboscada.
—¿A qué te refieres?
—Debieron presentir que vendrías por Yut-Lung, hasta se tomaron la molestia de mandarte una carta, pero no hay seguridad extra, de hecho hasta parece más desprotegido de lo usual, siento que estamos yendo directamente a una trampa y está bien, tenemos que caer si queremos que tu prometido regrese sano. —Divaga en voz alta—. Pero no sé, tengo un horrible presentimiento en relación a esto, tanta calma levanta mis sospechas.
—¿Crees que es mala idea adentrarnos?
—Creo que adentrarnos es la única forma de averiguarlo. —Ríe por la ironía, sus subordinados se estacionaron atrás y apagaron los motores, no obstante, no se han bajado porque su palabra es ley, su voluntad se talla en piedra. Le confían la vida. Eso es pesado—. Cuando volvamos, sí te tengo que pedir algo a cambio de mi ayuda.
—¡Claro! —Shorter impresiona descolocado, no desagradado, solo sorprendido—. ¿Qué cosa?
—Voy a necesitar que te disculpes. —Ash carga su vieja pistola, se negó a cambiarla por alguna de las novedosas que The Fly le mostró, ante su reticencia le dijo asombrado que era un tirador honesto y eso lo hizo reír, ¿honesto? No existe homicida al que se le pueda considerar franco u honrado—. Pero necesito una disculpa de verdad, una explícita, no como cuando metes la pata y lo arreglas invitando una cerveza barata o cocinando patas de pollo quemadas.
—Claro. —Le es razonable—. ¿Quieres que me disculpe contigo por…?
—Con Eiji, no conmigo, discúlpate con él.
—Con Eiji.
—Sí. —Entonces Shorter sonríe con tristeza y se acaricia la cabeza—. Tienes que dársela a Eiji.
—Me he portado muy mal con él, ¿no es así?
—Mal se queda corto. —Intenta suavizar la voz pero es automático ponerse a la defensiva si se trata de defender al japonés—. Sé que lo hiciste para cuidarme a mí, sé que me has visto pasar por cosas y por gente mala, sin embargo, por Eiji daría mi vida sin dudarlo, así de importante es él para mí.
—Ash.
—Por eso si lo dañas me dañas, él es lo más valioso que tengo. —Incluso sino me pertenece.
—Estás muy enamorado de Eiji. —No se lo pregunta—. Mierda, ¿cómo terminamos así los dos?
—Mierda. —Ríe—. Supongo que no nos pusieron fácil el romance en esta vida. —El chino eleva una ceja intentando darle una pizca de humor a lo pesada que se ha tornado la situación.
—¿Tú crees? —Terminan de cargar las armas en un santiamén—. Cuando volvamos, cuando al fin me case con Yue, me aseguraré de que Eiji atrape el ramo, tú serás el próximo yendo al altar.
—¿Se supone que eso me debe asustar? —Porque el mero pensamiento le hace mucha ilusión y eso le duele, le frustra desear con tanta fuerza una vida normal para ellos y saber que tendrían que nacer dos veces más para tenerla—. No pareces muy convencido con el matrimonio y para ser franco, no te culpo, tu novio es una víbora venenosa.
—¿Sabes qué? —Shorter se coloca los lentes oscuros, sale de la camioneta con un revólver en mano—. Moriría feliz si me envenena. —Ash se ríe siguiéndole el paso, orgulloso de mirarlo así.
—¡Vamos! ¡Tenemos un laboratorio al cual infiltrarnos!
Divididos en escuadrones corren hacia la mansión de Golzine, los chinos se encargan de callar a los guardias mientras que sus subordinados despejan la entrada, es demasiado fácil, teme y prefiere desechar el pensamiento. Concéntrate, concéntrate, concéntrate. Corren por el jardín, aunque la casona principal se encuentra a varios metros de distancia impresiona vacía, lo sabe porque se aprendió de memoria los hábitos de Dino, su boca sabe a mierda, las rosas se clavan en sus zapatos como si estuvieran advirtiéndole, las jalan, se cortan, las aplastan, quedan ahí, muertas, son cadáveres hermosos y disecados tal como los animales en la oficina de Papa ¿así tendrá a Yut-Lung?
—¡Jefe! ¡Están armados!
—¡Cuidado!
El eco de los disparos amortigua el grito exasperado de Bones, hay seguridad en el invernadero.
—Vaya, vaya, pero miren qué tenemos aquí, la putita de Papa.
Conoce al guardia. Ash sonríe. Le apunta el cañón en la frente. Quita el seguro. El sujeto solloza y suplica. Le dice que Dino está fuera del país. Que Arthur fue con él. Que están haciendo tratos con personas influyentes. Se le hiela la sangre. Corsa. GOOSE. Palabras fuertes. Bang. Su dedo se resbala del seguro y termina por disparar. Si lo dejaba vivo hablaría. Sus manos se manchan de sangre. Se pregunta si tendrá derecho a abrazar a Eiji así. Si podrá volver.
—¡Ash! —Shorter lo zarandea—. No te quedes ahí mirando el cadáver, ¿por dónde debemos ir?
—Dos grupos nos meteremos al laboratorio, necesito a un par de chicos en los autos, debieron haber escuchado el alboroto, ya saben que alguien se metió.
Los chicos le hacen caso, Ash los guía al laboratorio, Dino no ha cambiado las claves, se confió de que su mascota preferida jamás lo mordería, vaya ingenuo, el crujido oxidado de las puertas de metal les da la bienvenida a las instalaciones, las tiene escondidas, la mitad se halla debajo de la tierra junto a su sala de juegos y castigos, la pestilencia de los químicos los aturde apenas ponen un pie adentro, el ambiente es enfermizo, las paredes blancas junto a las luces amarillas dan un aire de hospital que jamás soportó, era mucho más tolerable el terciopelo del prostíbulo a esta porquería psiquiátrica.
Pero deben pasar el laberinto, matan lo necesario, Ash no puede dejar vivos a quienes le vieron la cara, no habrán cabos sueltos en esta operación, sus pasos retumban junto a su corazón, el eco de los aparatos electrónicos les martillea la cabeza, los cartuchos caen, la sangre mancha el pulcro piso de baldosas blancas, los científicos ruegan piedad, pero tienen cerebros encima de las mesas y cadáveres profanados, reconoce algunos, los vio en la feria, ¿ahí habría hallado a Skip sino lo hubiera comprado? Hijos de puta. Dispara. Mata. Corta. Cercena. Se abre camino por la jungla igual que un depredador hambriento.
—Tápense la nariz, acá se pondrán feas las cosas. —Ash advierte y los chicos lo toman en serio.
La sala de experimentos. El aroma a muerte. Las partes cercenadas. Los pedazos exhibidos en escaparates de vidrio como si fuera un museo. Los órganos conectados. El olor. Joder. La peste.
¿Así habrán tenido a Eiji?
¿Acá lo habrán tratado?
Ash detiene sus pasos, su cuerpo yace tenso, es una granada lista para quitar su seguro y hacer que todo explote. Shorter para a su lado, tiene la cara endurecida, el cabello pegoteado con un bricolaje de pólvora y sangre, sus dedos aprietan con fuerza el arma, no necesitan hablar, basta con que clave la mirada al final del pasillo para clarificar su destino final. Sino tienen a Yut-Lung en la sala de experimentos definitivamente lo tienen en el matadero, un basural donde guardan a sus víctimas como si fueran vacas, es un juego de tortura psicológica que divierte a Dino dado que es un sádico enfermizo, Ash fue a parar un par de veces allá, igual que en la sala de castigo, pero siendo justos ¿dónde no paró?
Qué bonitos recuerdos familiares tiene acá, hogar dulce hogar.
—Se nos agota el tiempo. —Alex anuncia—. ¿Seguro es por acá? Quizás lo tiene en otro cuarto.
—No, conozco a Dino.
—¿Podría tenerlo en la sala de juegos? —Qué nombre más grotesco para la tortura.
—No. —Ash se mantiene firme—. Ellos quieren que lo encontremos, quieren que lo tomemos.
—¿Por qué? —Shorter gruñe con la quijada tensa—. ¡Si querían declararle la guerra a los chinos podrían haber elegido otra manera! —Pero no es eso, en teoría Dino no está infringiendo ningún estatus de las mafias, esta es una declaración de poder, es para enviar un mensaje y dejar clara la brecha de dominio—. No tenían que herirlo.
—Supongo que ahora lo vamos a averiguar. —Clava su atención en el candado—. ¿Tienes algún arma que lo pueda volar?
—Diablos, sí. —Shorter le pide a uno de sus subordinados una bazuca—. No quise usarla antes por el ruido, pero al carajo, quiero que sepan que estoy aquí, que esto tuvo consecuencias.
Shorter dispara una sola vez y hace trizas la puerta.
—¡Entren! ¡Rápido!
Por supuesto, era una trampa y dentro se encuentran decenas de hombres armados listos para asesinarlos de las formas más grotescas e inhumanas posibles, Ash saca un cuchillo mientras dispara con la otra mano, el filo plateado relumbra en el aire antes de degollar a un guardia, oye el eco de los cadáveres amontonándose junto al grito de los cautivos, los huesos contra el frío de las baldosas se escuchan como sacos de piedra, ja, Shorter es mucho más sangriento, está despechado y desesperado así que no teme ensuciarse las palmas. Dispara. Golpea. Patea. Ni siquiera lo piensa. Juega sucio. Se tira. Muerde. Gruñe. Ataca. Se abre paso. Los sesos. Chorros de sangre. Pedazos de carne. Los pasa como si no fueran nada.
Ash casi logra escuchar sus pensamientos: Yut-Lung, Yut-Lung, Yut-Lung. Es lo único que corre en su mente y no lo puede culpar. La sensación es visceral. Pegajosa. Densa. Escandalosa.
Por favor, no estés muerto todavía.
—¡Acá! —Grita uno de sus hombres y Shorter lo tira para atrás cegado por su propio despecho.
—Mierda, ¿qué te hicieron?
Ash entra a lo que impresiona ser una celda, más, es demasiado precaria para definirla así, Lee es el único que se encuentra encadenado a la pared, está pálido, tiene el cuerpo atiborrado de heridas que solamente la tortura deja, su cabello es un matorral pajoso y enmarañado, su boca yace reseca como si no le hubieran dado agua en días, ¿cuánto aguantó y qué quisieron sacarle para dejarlo así? Imposible que haya sido un mero castigo.
—Yue… —Shorter se ha arrodillado a su lado con el corazón hecho trizas—. Oye, soy yo. —Palpa su rostro esperando una respuesta, más, el nombrado impresiona drogado y a juzgar por todas las picaduras en sus muñecas apuesta que es el caso—. Por favor, cariño.
—Lo mejor será que hables con él en casa. —Le dice porque tienen el tiempo en contra, nunca confiaría en las palabras de un simple guardia, no se traga esa excusa de que Dino esté en otro país, más, ¿tratados con mafias internacionales? Eso es otra cosa—. Saquémoslo de acá.
—Está amarrado. —Ash se para y empieza a buscar una llave, si es una trampa la habrán dejado para que la encuentren a menos que sean muy descuidados (lo que es posible con Dawson).
—No lo fuerces. —Le ordena antelando la naturaleza impaciente de su mejor amigo, si hay una llave no está a simple vista y no servirá que le descuartice las muñecas intentando arrancarlo de la pared—. ¿No puedes forzarla con algo?
—Yo puedo. —Uno de los subordinados de Shorter se ofrece, lo ha visto antes, más, no memora su nombre, de cualquier forma el tipejo saca un alfiler y empieza a maquinar entre las esposas.
—Estoy aquí. —Shorter repite, Yut-Lung poco a poco parece cobrar consciencia, al menos está respirando y eso debería ser un buen indicio y sin embargo, está sudando como si tuviera peste, ¿será algún efecto secundario de la droga?—. Vine por ti. —Rabia. Impotencia. Cólera—. Yue.
—¿S-Shorter?
—Shh. —Lo acuna—. Guarda tus energías, te sacaremos de aquí. —Apenas se escucha un clic en las esposas, Shorter lo toma entre sus brazos para cargarlo como un caballero de armadura blanca, el más joven ni siquiera tiene fuerza para afirmarse, nunca lo había visto tan mal.
—Nos vamos. —Ash ordena recargando el arma, los automóviles están afuera, hay una patrulla que los mantiene encendidos, deberían poder huir y tiene toda la intención hasta que observa cómo Yut-Lung se esfuerza por captar su atención y apuntar algo en el escritorio—. ¿Quieres…?
—A-Ahí. —Jadea—. Ahí.
Ash se acerca y vislumbra un pequeño frasco con un polvo blanco, no hace falta que le explique para saber que esta es la razón por la que ese bastardo estuvo dispuesto a arriesgar su vida así que lo toma, es la única muestra que hay, se pregunta si Dawson habrá sido lo suficientemente estúpido para dejarla a simple vista o si simplemente habrá tenido suerte, quizás subestimaron a Yut-Lung o a la unión entre los chinos, no tiene ni puta idea, pero si con esto puede joder tanto a Arthur como a Dino ni loco lo dejará acá.
—Ahora sí. —Ash alza el frasco, sus ojos brillan como navajas—. Nos largamos de aquí, ¿están listos?
Vuelven a cargar las armas y se preparan para otra masacre.
⊱✿⊰
Shorter le prepara un remedio casero con la esperanza de que eso aminore los efectos que las drogas dejaron en el cuerpo de su prometido, Nadia se lo enseñó, le confesó que era un secreto familiar, no obstante, se casará con este hombre así que le resultó razonable usarlo, le extiende el brebaje, Ash les prestó un cuarto para que descanse ya que no confía en el resto del clan Lee como para ir a su propio hogar, Yut-Lung apenas tiene fuerza para tragar, se ve fatal con la piel brotada y carente de lozanía, con el pelo hecho nudos, los ojos apagados y la cara chupada, ni siquiera pasó una semana ahí dentro ¿qué diablos le hicieron?
Le da tanta rabia, si encuentra a algún Golzine le arrancará la puta cabeza utilizando las manos.
—Por favor, despierta. —Le suplica, está sentado al lado de la cama y le sostiene la mano, vaya, se arrepiente de haber sido tan idiota como para dejar pasar el tiempo y no clarificar su recelo.
Sus ojos penden al tatuaje del cuello, es un esbozo de dragón que claramente simboliza al clan Lee, vaya bruto, ¿quién se lo habría hecho sino uno de sus hermanos? Pero la marca ni siquiera fue consensuada, él lo trató como si fuera un promiscuo, se equivocó y fue demasiado cobarde como para arreglarlo y dejó que las cosas empeoraran hasta llegar a un punto irreparable.
Casi te pierdo por eso, lo siento.
—Por favor, Yue. —Dame otra oportunidad para hacerlo bien—. Despierta.
—¿S-Shorter? —Finalmente recupera habla y lucidez, intenta sentarse, más se cae de golpe en la almohada—. ¿Cómo…?
—Tómatelo con calma. —Le pide—. Estás a salvo, es la casa de Ash.
—Por eso la decoración es tan horrible.
—Para. —Es bueno ver que recuperó su sentido del humor y su encanto natural—. Él me ayudó a rescatarte aunque eso lo pusiera en riesgo, sabes que tiene todo un plan para enfrentar a los Golzine ¿cierto? Y salvarte sin duda lo puso todo en riesgo.
—Sí. —Luce culpable y eso le resulta lindo—. Lo sé.
—Así que si preguntan, Ash no tuvo nada que ver con tu rescate, solo Chinatown actuó porque debían recuperar a su otro líder.
—No me humillaría así. —Chista—. Preferiría morir a aceptar que me ayudó mi mayor enemigo.
—¿Por qué lo odias tanto?
—No lo odio. —Yut-Lung se sienta en la cama, luce mareado y le cuesta hilar las palabras y aun así impresiona mucho más honesto que de costumbre—. Pero sí lo resiento porque te robó.
—¿Me robó? —Wong siente la cara caliente y las manos mojadas, se afloja el inexistente cuello de los retazos que tiene por camisa porque no estaba preparado para esta conversación, siente a su corazón arremeter y volverse consciente de su cercanía—. Ash no me robó de ti, no podría.
—Lo elegiste antes de elegirme y eso me dolió. —Mierda. Mierda. Mierda. Ahora él necesita una copa de vino para digerir los hechos, no lo malentiendan, siempre soñó con ser deseado por el chino y sin embargo no puede soportarlo, con un poco más de dulzura sus latidos se detendrán en una taquicardia meliflua, vaya manera de morir—. Aunque tú significaste mucho para mí me diste a entender que yo no signifiqué lo mismo.
—¿Lo dices por el retraso del compromiso?, ¿por eso?
—En parte. —Yut-Lung se recuesta en la cama y apoya el dorso de su palma sobre su frente, le debe estar surtiendo efecto el remedio casero—. Pero incluso luego del compromiso escogiste quedarte acá… con él, en vez de ir a casa conmigo. Ni siquiera te molestaste en tratar para que nuestra alianza como mafia funcionara, ¡no! Te quedaste en tu zona de confort con ese remedo de gato mugriento.
—Yut-Lung.
—Y eso hirió mi orgullo. —Oh—. Y también mi corazón.
—Porque creí que tú no tenías interés en que funcionara. —Shorter se sienta en la cama al lado, estira su palma queriendo dársela, más, se contiene, porque diga lo que diga sigue aterrorizado aunque intente cambiarlo—. Creí que tú no tenías interés en que nosotros funcionáramos.
—¿Por qué creíste eso? —El cuarto es sobrio, brillante y tiene un inmenso ramo de flores, está seguro de que Eiji las eligió para que Yut-Lung se sintiera mejor y lo agradece—. Vaya porquería.
—Porque llegaste tarde a la fiesta de compromiso, partimos mal, nunca hubiera adivinado que sí me querías.
—No es que te quiera. —Yut-Lung frunce la boca, se abraza a sí mismo—. ¿Por qué perdería mi tiempo queriendo a alguien que obviamente no me quiere? Ni siquiera me diste un anillo o algo similar, la única marca que tengo es de alguien más y… —Desliza sus dedos al tatuaje, de forma inconsciente lo aprieta casi como si quisiera arrancárselo y esta es la primera vez que Wong es capaz de vislumbrar lo dolorosa que es esa herida abierta y lo duro que debe ser cargarla—. Da igual, no tenías la obligación de darme nada, fue tonto de mi parte esperarlo.
—Tienes razón. —Nunca se trató de que existiera otro hombre o no—. Debí darte un anillo, algo que hiciera lo nuestro más real y mostrara un verdadero compromiso de mi parte, era lo mínimo que te podía ofrecer. —Sino de sus celos—. Lo lamento.
—Gracias por admitirlo. —Y su incapacidad para afrontarlos—. Aún es un poco surreal ¿sabes?
—¿Qué cosa?
—Qué hayas ido por mí al laboratorio.
—¿No creíste que lo haría?
—No. —Auch—. No creí que te importara lo suficiente para salvarme.
—Oh. —Mentiría si dice que no le dolió el comentario—. Pues me importas, me importas tanto.
Shorter desvía su atención hacia el florero, reconoce las flores, sus pétalos delicados, morados con matices rosados en las puntas, de apariencia frágil y de tallos delgados son inconfundibles y extravagantes. Bugambilias. Yut-Lung se las presentó en el jardín de los Lee, le dijo que odiaba esas flores y no obstante, no las podía odiar del todo dado que fueron las favoritas de su difunta madre por su significado. Agradecimiento y bienvenida. Alegría y gratitud. Pero sobre cualquier otra cosa son resiliencia. Es resurgir pese a las dificultades. Memora haber reído, porque pensó que esa flor era perfecta para su amado y acá la tiene otra vez enfrente, se pregunta si será una coincidencia o una señal del destino, se cuestiona si su amor sobrevivirá o si se marchitará con las crueles pruebas de la casualidad.
—Yut-Lung. —Elige creer la primera—. Empecemos de nuevo esto.
—¿A qué te refieres? —Sus ojos resplandecen como filo de daga contra el albor colándose por la ventana. Peligroso. Imponente. Letal. Incluso luego de un secuestro su belleza lo pasma pero no es por eso que eligió pasar el resto de su vida a su lado—. ¿Qué quieres empezar de nuevo?
—Nosotros. —Claro que lo entiende, sin embargo, desea escucharlo brotar de sus labios y más que gustoso satisfará su capricho—. Partamos otra vez, todo este compromiso estuvo lleno de malos entendidos y si nos casamos así, nada bueno saldrá de nosotros.
—¿Qué sugieres?
—Quiero hacerlo bien. —Shorter finalmente se atreve a tomarlo de las manos, los pétalos caen con cada deseo mientras las gotas de rocío lavan los matices—. Te daré un anillo como se debe y no evitaré la mansión donde viviremos, quiero que esto sea una relación real.
—¿Y quién te dijo que yo quiero eso? —Aunque el orgullo es una queja alzada sus mejillas están teñidas de un adorable carmín que lo hace suspirar, una de las razones por las que se enamoró fue esta y lo había olvidado, Yut-Lung impresiona increíblemente impasible por afuera, más, al acercarse su fragilidad se vislumbra en heridas que aún sangran—. Aunque el anillo sería lindo.
—Te conseguiré el más lindo. —Lo alienta y lo siente apretarle la mano de vuelta—. ¿Qué dices?
—Bien. —Musita con un deje de timidez—. Podemos dejar los rencores de lado para comenzar de cero.
—Grandioso.
—¡Pero nada de esto es gracias a Lynx! —Chilla—. Ni tampoco gracias a Okumura, ni a ninguna otra persona, esto es entre tú y yo, ¿cómo no vamos a ser capaces de resolverlo solos?
—Entiendo. —Ríe—. Lo resolvimos solos. —Y miente pero es por amor.
—Ahora. —Yut-Lung se rasca la cabeza y el ambiente cambia—. ¿Puedes traer a Lynx? Encontré muchas cosas en el laboratorio y una alianza entre nuestros bandos se escucha como una gran idea.
—Claro.
Shorter obedece y trae a Ash para que Yut-Lung les hable de una droga que pretende separar a la raza humana aún más, dividiéndola en tres castas según el objetivo buscado, compatibilidad y tolerancia genética: alfa, beta y omega. Con los primeros como la casta “superior” con ciertas características sobrehumanas como fuerza, agilidad e instinto homicida, la cima de la cadena alimenticia. Los segundos son personas que rechazaron la droga al no manifestarse guardando el privilegio de una vida normal. Los terceros son lo peor de lo peor. Al parecer los 2 estatus más afectados producen feromonas y ciclos de celo, eso implica dominio y control.
—Es enfermizo. —Ash apenas puede procesar el horror de la situación—. ¿Y qué carajos es eso que determina una casta?
—Biológicamente dicen que hay factores que influyen, no sé, Arthur parecía estar obsesionado con la idea de ser un alfa, quería producir feromonas y que eso sometiera instintivamente a los demás, si me preguntas está desquiciado. —Yut-Lung siente un escalofrío recorrer su columna vertebral al evocarlo—. Hacer experimentos así en humanos para segregar aún más…es jodido.
—¿A ti te inyectaron con esa cosa? —Shorter se lo pregunta aterrorizado, no suelta su mano ya que desde que acordaron partir de cero no la ha soltado.
—No sé. —Es honesto. Directo. Franco—. Prefiero no saberlo. —Porque hay cosas que no quiso confesar por el bienestar de Eiji.
—Joder. —Ash se tira el cabello para atrás—. No tengo tiempo para asimilarlo antes de la gala.
—Lo mejor será que finjas ignorancia, Lynx. —Advierte—. Tú dijiste, no tuviste nada que ver con mi rescate, todo fue obra de mi valiente prometido y mis grandiosos subordinados.
—Tienes razón. —Se resigna—. Tengo una muestra de la droga, podemos analizarla con mayor profundidad más tarde. —Supone. Aguarda. Ruega.
—Espera. —Yut-Lung se tensa e impresiona nervioso—. Aun debes saber una cosa, Ash.
—¿Qué cosa?
—Un tal Griffin Callenreese te está buscando, lo tienen secuestrado.
Notes:
Oh sí, partimos heavy con las revelaciones y aunque el otro capítulos empezamos de Eiji la cosa no se pone mejor, así que ojito.
Nos vemos mañanita~
Chapter 17: Día de gala.
Notes:
Hi~ Llegamos más o menos tempranito hoy, pero luego del día más pesado de la semana no existe nada más reconfortante que subir un capítulo y debo confesar que este es uno de mis favoritos por toda la tensión que se pega o quizás, solo me gusten las galas, ya iremos viendo.
Hoy volvemos con Eiji y nos quedamos con él un tiempo, ya verán porqué, pero espero que les guste~
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Chapter Text
Un fino y elegante kimono esconde las alas cercenadas del ave enjaulada, es de matices claros porque necesita combinar con el traje de Ash y no obstante, hay bosquejos florales recorriendo los bordados del haori, adornando el obi como salpicaduras de añoranza, grabando pétalos de cerezos y preguntándose si deberían ser rosas, alza la vista, los inmensos ojos cafés relumbran contra los faroles oxidados del tocador, luce pálido y ojeroso, ni siquiera Yut-Lung fue capaz de tapar con maquillaje la falta de lozanía que apresa a su alma. Una caja desafinada. Un muñeco roto. Un espejo craquelado.
Porque las cosas están mal, están terriblemente mal desde que Yue volvió.
Si bien el regreso de Yut-Lung fue un alivio para su corazón apesadumbrado averiguó más de lo que debería en el laboratorio de Dawson y ha tratado de afrontarlo, no está listo para hablar de su aborto espontáneo ni de su naturaleza transmutada por la droga. Sí. Sabe qué es desde hace mucho, más, ahora tiene nombre. ¿Cómo le dijo? Cierto. Omega. Una especie modificada para someterse a las feromonas y voluntad de los alfas, esclava de su naturaleza sexual, con aptitud para concebir independiente del género. Vaya mierda. Eiji creyó que era imposible. Qué cuando Dino y Arthur le hablaron de la droga estaban delirando pero un bebé murió en su vientre y nada ha sido lo mismo desde entonces. Injusto. Fue lo que pensó. Ellos podían escoger estar arriba.
—¿Pero yo? —Se cuestiona a sí mismo—. A mí nadie me preguntó si quería ser eso. —Acomoda una palma en su vientre y los movimientos fantasmas lo hacen querer llorar, a veces aún puede sentirlo y eso lo enloquece.
Asesino. Asesino. Asesino.
No lo deseaba.
Pero Yut-Lung dijo que podía fabricarle un antídoto, esa es su última oportunidad para salvarse.
—¿Estás listo para la gala? —El aliento de Ash es terciopelo en su oreja, Eiji contiene un suspiro deseoso mientras se derrite en lo mortífero de sus caricias.
—No realmente. —Ash desliza sus manos alrededor de su cintura, el toque es electricidad bajo su piel y adicción para su alma, lo siente apoyar su mentón encima de su hombro, queda cerca, tan cerca que olvida cómo respirar, Eiji debe apretar el kimono para calmar los latidos erráticos danzando en su corazón—. No creo que esté listo para volver a ese lugar, si me dieran la chance no regresaría nunca.
—Lamento que estés en medio de todo esto. —El lince alza sus dedos hacia la cadera del nipón acariciándola suavemente por encima de la tela, inclinándose, apegándolos, como si la lejanía físicamente lo quemara, como si sus cuerpos precisaran encajar para consumarse y sucumbir.
—Soy yo quien técnicamente te metió en todo esto. —Los dientes de Ash tironean la gargantilla y el gesto le resulta sumamente sensual—. Arthur te busca por mi culpa.
—Él ya me odiaba de antes. —Ríe—. Por eso hasta secuestró a Yut-Lung, sabe bien lo que hace.
—¿Yut-Lung está bien?
—Sobrevivirá, ya lo viste. —Tararea—. Aunque no hablaste con él de verdad, ¿por qué evitarlo?
—No creí que fuera el momento, debemos hacernos cargo de esto primero. —Todavía le resulta inconcebible hablarle con franqueza acerca de alfas y omegas, ¿también lo habrán inyectado?, ¿también se manifestará? Pero incluso un ignorante como él entiende que el efecto varía según el sujeto de experimento y la compatibilidad biológica, él tuvo mala suerte y ya—. Además, Yue necesita descansar, lo viste llegar hecho pedazos, tú mismo lo rescataste de ahí.
—Sí. —Ash tensa el agarre y se encoge un poco más—. Me dijo algo extraño cuando volvió, pero tengo miedo de estar pecando por ingenuo al creerle.
—¿Qué cosa te dijo?
—Qué mi hermano estaba retenido en la mansión, pero seguía con vida. —Ash se hunde en su calidez como si pudiera beber de su piel, flota en sus cicatrices aunque son meros pétalos, sus dedos se deslizan un poco más abajo, quedan en su vientre, se interroga si lo rechazará cuando sepa que puede quedar en cinta y la idea le duele—. No he querido mirarlo, debo concentrarme en esto de la gala y en declararle bien la guerra a Arthur, pero no sé.
—¿Crees que sea verdad?
—Sabía su nombre. —Ash hunde los labios en su cuello—. Y yo nunca le he contado su nombre a nadie ni tampoco he hablado de su existencia, es imposible que lo esté inventando.
—¿Quieres regresar para salvarlo?
—No sé qué debo hacer. —Se escucha exhausto—. Quiero confrontar directamente a mi padre pero temo que esto sea parte de su juego de estrategia y esté cayendo directo a la trampa.
—Deberías hablarlo con Max. —Le aconseja—. De una u otra manera eso le concierne, merece saber la verdad.
—¿Por qué?
—Porque él también lo ama y eso es lo justo, sería muy cruel dejarlo afuera si también lo busca.
—Supongo.
—Y si alguien puede entenderte en este dilema es él.
—Odio que tengas siempre la razón. —Gimotea, esa actitud tan infantil le roba una risa—. Odio la idea de exponerte allá, no obstante, ya saben que estás vivo, si no te reclamo como parte de los míos se sentirán con el derecho a tomarte, necesito que quede lo más explícito posible que estás bajo mi protección. —Y pertenencia—. No porque Arthur te haya dejado eso significa que te encuentras solo, yo te cuido, yo te tengo, estás a salvo a mi lado.
—Lo sé. —Eiji arroja el cuello para atrás—. Lo entiendo, solo me trae recuerdos desagradables tener que visitar ese lugar.
—Perdón por no haber llegado antes. —Se disculpa por candados rotos y llaves perdidas—. Me hubiera gustado evitarte todo ese dolor, si supiera lo que sé ahora, te prometo que no los habría dejado ponerte una puta mano encima pero… —Sus palabras son dulces, se encuentran llenas de sensaciones intoxicantes, Eiji sonríe, piensa en Arthur y en cómo todo esto se escapa de su control, piensa en cuánto tiempo le queda al lado de Ash y lo que ocurrirá cuando se entere de su naturaleza y lo que esconde bajo el collar.
—¿Pero?
—Pero mis disculpas no sirven de nada, lo sé. —No es eso—. No pueden cambiar el pasado ni quitarte todo lo que has sufrido, aun así tengo la necesidad de dártelas. Lo siento por todo, Eiji.
—No te corresponde a ti hacerlo. —Sus bocas yacen a centímetros de distancia, ninguno corta o amplifica la brecha, se quedan ahí en una bruma de pasión imposible y anhelo profano—. No te corresponde a ti disculparte, pero lo agradezco como no tienes idea, Ash.
—Eiji. —Sus ojos en su boca. Sus manos en su mentón. Su piel en su piel. Su nariz en su cuello.
—Ya deberíamos irnos. —Ash luce maravilloso enfundado en un traje más negro que noche sin estrellas junto a una camisa marmoleada que le da una apariencia aún más etérea, es una obra en un museo con joyas en vez de ojos y oro en el cabello. Hermoso. Deslumbrante. Asombroso.
—Pero todavía te falta algo para completar el look. —Ash se aparta para tomar del tocador una orquídea dorada—. Esto complementará bien el kimono. —Se para enfrente, lo alza del mentón y con una lentitud tortuosa desliza el adorno detrás de su oreja sin quitarle en ningún momento los ojos de encima, la sensación de desnudez es paralizante—. Ahora está perfecto.
—¿Estará bien ir así? —Cuatro letras cuyo significado retumba con el eco del más allá—. Arthur nunca me permitió usar ropa oriental.
—Eiji. —«Amor»—. Estás precioso. —Desesperado. Venenoso. Ardiente—. Te ves extraordinario con ese kimono plateado y esos accesorios tradicionales.
—Ash, no quiero darte problemas por ir así, conozco las reglas de la mafia ¿lo olvidas?
—Por favor, ve así. —Dice—. Quiero que te sientas orgulloso de quién eres, incluso si los Yakuza fueron una mierda, no tienes que bajar la cabeza, no más, alza esto como tu bandera de guerra.
—¿Es una guerra sino tengo oportunidad de ganar?
—La tienes mientras sostengas mi mano. —Entrelaza sus dedos—. No planeo soltarte, no si mi corazón sigue latiendo, mi alma continúa quemando y mi voluntad peleando. No voy a soltarte, no hasta que dé mi último aliento y todos los pedazos de mí se queden contigo, seré tu escudo, tu espada, tu casa, tu fortaleza, tu jardín, tu mapa y todo lo que quieras que sea, para ti y por ti.
—Eso casi sonó como una confesión amorosa. —Eiji bromea—. Es lindo. —Desea lo prohibido.
—Ya vámonos a la gala, llegaremos tarde. —Pero Ash.
Dios, Ash.
⊱✿⊰
La mansión Golzine es exactamente cómo la recuerda, si bien, la ha embellecido con un manto de las flores del invernadero que colgó en cada mástil y balcón el olor de la putrefacción resulta imposible de esconder, Eiji se apega a Ash, no lo suelta del brazo, esta vez viene sin antifaz, así que necesita mantener la calma, toma una gran bocanada de aire y se adentran a la gala.
Los ornatos de oro blanco y las copas de cristal los reciben con una orquesta clásica, la escena impresiona sacada de una novela de fantasía, siempre le sorprendió la irrealidad que Dino era capaz de construir usando el dinero y el poder, los invitados lo deslumbran con sus vestidos de seda y sus trajes de lujo, cada rincón desprende ostento y extravagancia, está fuera de lugar, lo piensa una y otra vez, más Ash se esfuerza por sostenerlo, “te tengo” dice con el gesto. Te tengo de verdad.
—Solo tenemos que beber un poco, comer, bailar, fingir tener vida social, cuando Dino se digne a hacer su entrada anunciamos oficialmente una guerra, vinimos a eso, queremos que piensen que somos honrados, como si el honor existiera entre las mafias, ja.
—Son muchas formalidades. —Musita ansioso, los tacones de las damas hacen eco contra las baldosas de marfil, todos miran a Ash ¿los culpa? Es absolutamente espléndido—. Pero te sigo.
—Esperaba que dijeras eso. —Tararea—. Onii-chan. —Y se burla intentando aligerar la tensión.
Eiji hace su mejor esfuerzo por incorporarse, acompañar a Ash no es diferente a ser el trofeo al que Arthur adoraba presumir, solo debe quedarse callado y lucir lindo, por supuesto, la ternura con la que esos ojos verdes lo vislumbran y la suavidad con que sus manos lo sostienen carece de comparación, a pesar de las miradas asqueadas y los cuchicheos maliciosos, Ash lo abraza con orgullo como si genuinamente estuviera feliz de que fuera su acompañante, tonto ¿verdad?
Ash no es suyo para empezar.
Se pregunta a cuál de todas estas señoritas Dino lo desposará cuando venza a Arthur y consiga el poder supremo de todas las mafias, las chicas son adorables cuando intentan acercárseles con sus mejillas sonrosadas, sus labios escarlatas y sus vestidos brillantes, Eiji se mantiene al margen porque no quiere romper su corazón, así que come, toma, sonríe, hace charla, más, no hay nadie que le dirija directamente la palabra y cuando el ambiente se torna demasiado denso escapa con la excusa de usar el baño. Mierda. Apesta en las fiestas ¿podrá enfrentar a Golzine?
Además, siente que ha sido injusto con Ash al esconderle su verdadera naturaleza, Yut-Lung le debe haber contado de la droga y de las castas y no le tomará mucho sumar dos más dos como para desglosar que es un omega.
—Ha pasado un buen tiempo, ¿no crees? —Eiji se paraliza apenas escucha esa voz, su cuerpo se torna de piedra, su corazón se acelera igual que el de un pajarillo a punto de ser devorado.
—Arthur.
—No te preocupes. —El nombrado viste un traje igual al de Ash, más le luce totalmente distinto y ajeno, se le ve mal, piensa y calla, tiene el cabello engomado hacia atrás e intenta dar un aire de caballerosidad que no existe—. No armaré un espectáculo acá, tanto Ash como yo vinimos porque queremos la bendición de papá para matarnos los unos a los otros. Y tú eres la excusa.
—Ah. —No sabe cómo sentirse, su nariz pica y su cabeza da vueltas—. Es cierto, al final soy un pretexto que están usando para partir una guerra inevitable ¿verdad?
—Por fin dices algo interesante. —Se ríe—. Todo este tiempo conmigo estuviste tan callado que creí que eras mudo o tonto, quizás ambas.
—Nunca me diste mucha libertad para hablar. —Arthur dibuja una sonrisa sañosa—. Lo siento, no quise ser irrespetuoso con mi comentario, estuvo fuera de lugar.
—Ese es el Eiji que conozco. —Se burla, están apoyados contra una de las cortinas de seda en el gran salón, los candelabros bañan la pista de baile con un velo dorado, las estrellas centellan a través del ventanal dando un aspecto de ensueño que maquilla una quimera—. ¿Estás bien?
—¿A qué te refieres?
—Mi hermano. —Escupe la palabra—. ¿Te ha tratado bien? El bastardo tiene una fama horrible.
—¿Realmente te importa? Me mataste.
—Aún me resientes.
—¡Claro que te resiento! —Debe bajar la voz—. No has hecho más que herirme y humillarme.
—Y aun así… —Arthur tararea, desliza sus dedos hacia la nuca del japonés y le coloca los pelos de punta, el toque quema, más, es un ardor distinto al que provoca Ash, este es corrosivo como si estuviera siendo devorado por una enfermedad terminal—. La pasamos bien, ¿no te parece?
—No la pasamos bien. —Defiende lo indefendible—. Te aprovechaste de mí.
—No decías eso mientras estaba adentro tuyo. —Sus ojos brillan con sadismo, se alimenta del dolor ajeno y disfruta restregando sal a la herida—. A veces pienso en ti en las noches.
—Me drogaste.
—Y vaya qué te gustó, estabas tan mojado.
—No puedo hablar contigo. —Eiji se aleja—. Debería volver con Ash.
—Pero yo no he acabado de hablar contigo. —Arthur lo sostiene de la muñeca y lo jala de vuelta como si se tratara de un yoyo, sus manos se incrustan en sus caderas y el toque es tan invasivo que quiere llorar—. Además, tu preciado Ash está bailando con la hija de Kippard, de seguro es ella con quien nuestro papá nos quiere comprometer. —Eiji se da vueltas, comprueba el horror.
—Ash no es nada mío para que le prohíba bailar. —Se dice a sí mismo, esa chica se le acercó y tenía una sonrisa encantadora y una cara adorable ¿por qué la rechazaría? Ella es normal.
—¿Es así? —Arthur aprovecha el momento de fragilidad—. Entonces supongo que bailaremos.
—Ya no te pertenezco.
—Lo sé. —Tararea—. Pero me debes un baile de despedida, siempre arruinaste todos los bailes que tuvimos juntos con tus pies izquierdos, pero hoy te ves hasta bonito con ese kimono.
—No me vestí para ti.
—¿Y entonces para quién? —Arthur lo jala hasta la pista de baile con brusquedad—. ¿Para Ash?
Eiji no responde y se deja arrastrar, está muy cansado para llevarle la contraria, la orquesta baja el ritmo de los acordes, el compás es provocador, aterciopelado y peligroso, Arthur lo endereza acomodando una palma en su espalda, el toque quema y por inercia se encoge, le dan risa sus reacciones de animalito maltratado, no puede evitarlo, al final, volvió arrastrándose a su dueño con la cola entre las piernas y la dignidad cercenada.
—Dame la mano. —Le ordena porque es un baile de pareja—. Y acomoda la otra en mi hombro.
Así lo hace, es la primera vez que comparten esa clase de ambiente, los movimientos de Arthur son precisos aunque salvajes, es brusco guiando el baile y estrechando sus cuerpos, las luces le dan una apariencia de ultratumba a sus ojos azules, el tono siempre le resultó un enigma, al sol impresionan celestes pero la mayoría del tiempo le recuerdan a un océano sin fondo, siente cómo la música aumenta la intensidad, da vueltas bajo los reflectores dorados, el cortejo trata de control y poder, sin embargo, Eiji está desarmado.
—Es curioso que aún lleves la gargantilla. —Arthur se inclina para susurrarle a la oreja, guía sus pasos para que retroceda con el pie derecho—. Pensé que te la habrías quitado pero aun estás usándola, ¿debo tomarlo como una muestra de lealtad?
—Ya quisieras.
—¿Entonces qué es?, ¿por qué no te la quitas?
—Cómo si pudiera. —Se deslizan con el izquierdo—. Sabes que estoy amarrado a ella.
—¿Por qué?, ¿temes que al quitártela encuentres una marca permanente o temes enfrentarte a las feromonas?, ¿qué cosa es?
—No es nada de eso. —Miente mientras retroceden otra vez, van más rápido, es una guerra por un trono invisible, los violines recubren el ambiente, parece que se van a cortar.
—¿Sabes qué creo? —Se lo pregunta jugando—. Qué tienes miedo de averiguar si Ash puede o no oler tus feromonas, al final sea cual sea la respuesta te dolerá, si las huele sabrá lo que eres y sabrá que el viejo lo drogó sin su consentimiento, pero sino las huele fracasaste como omega o él como alfa y solo te quedará buscar a alguien que pueda satisfacerte.
—¿Alguien cómo tú?
—Me honras, pero tú no puedes satisfacerme. —Él carcajea—. Pensé que estaba claro, debiste tratar de mantenerme contento para volverte indispensable, sino eres bonito ni inteligente, por lo menos debiste ser servicial o volverte bueno cuidando mis necesidades de alfa, pero no, no pudiste hacer esa única cosa para la que literalmente fuiste hecho.
—No fui hecho para eso. —Eiji intenta apartarse, más, Arthur enlaza con más fuerza sus dedos y atrae con dureza sus cuerpos—. Ustedes me convirtieron en una rata de laboratorio dándome esa droga, ¡me arruinaron la vida y les dio lo mismo! Así que no, nunca aceptaré que “fui hecho” para algo que ni siquiera consentí que me hicieran.
—Deberías estar agradecido, eres un pionero con las castas, aunque cuando te disparé estaba seguro de que habías fracasado, podía olerte, pero no quedabas preñado. Quizás, debí intentar con más fuerza. —Eiji baja la cabeza y aprieta el traje del contrario, no lo mirará, su cara es todo un libro abierto y no necesita que Arthur sepa más—. ¿Eiji?
—Tienes razón, debiste intentar más. —Ríe sin gracia—. O tal vez estoy defectuoso y no puedo.
—¿Desde cuándo tienes el hábito de mentir? —Arthur lo coge de las mejillas y las aprieta dado que quiere ser visto—. Ash ha sido una influencia de mierda para esa boquita tuya.
—Ha sido mejor que tú.
—Si tanto confías en él… —Arthur lo da vueltas con lentitud, no termina de girarlo, lo frena para apoyar su mentón sobre su hombro y abrazarlo por el vientre—. Quítate el collar. —Una oxidada llave dorada le es extendida frente a los ojos—. Es tuya, quítatelo si tanto confías en él.
—Pero. —Eiji ni siquiera la toma porque si se lo saca y hay una mordida, si se lo saca y Ash logra olerlo, si se lo saca y no huele nada, carajo, tenía razón, cada escenario es peor, caiga en donde caiga el dado de la fortuna el juego está trucado—. ¿Por qué me la darías?
—Regalo de despedida. —La llave cae al bolsillo del kimono—. Veamos si confías tanto en Ash.
—¡Hey!
—Hablando del rey de Roma. —Arthur se aleja—. Tranquilo, no le hice nada, solo lo acompañé, tú estabas muy ocupado en la pista de baile como para notarlo.
—¡Bastardo! —Ash gruñe y lo esconde detrás—. Si le vuelves a tocar un solo cabello te mataré.
—Espera que nuestro padre llegue antes de anunciarlo. —Se burla—. Disfruta la gala mientras.
Ash queda refunfuñando con los puños tensos y la mandíbula apretada, le afectó verlos danzar por una cuestión de orgullo, no obstante, ¿quién es para reprochárselo? Sí, racionalmente sabe que vinieron para marcar un punto que implique que están juntos y eso detone una guerra, pero la realidad es una hija de puta caprichosa que hace lo que quiere.
—Esto sonará muy infantil, así que perdón. —Ash le advierte—. Pero no soporto la idea de que hayas bailado con él y no conmigo, así que… —Sus ojos verdes brillan desesperados y heridos.
—Será un placer danzar contigo, Ash.
Eiji acepta su palma y Ash acomoda su mano sobre su cintura, sus dedos se entrelazan al ritmo de la tentación, sus respiraciones se funden en un eco candoroso que se pierde bajo los suaves acordes del violín, el lince se mueve y guía con una agilidad y seguridad intimidante, lo toca sin ser brusco pero tiene una chispa de posesivo, lo atrae con una pizca coqueta sin cruzar ningún límite escrito, lo estruja contra su cuerpo y lo derrite con una simple sonrisa. Vaya. Qué injusto.
Pero como él es mal perdedor le alienta el juego, toma una postura firme, le sigue el ritmo como si hubiera danzado toda su vida, lo hace con agilidad y determinación, la sangre le burbujea en el cortejo escondido, la pasión va in crescendo, el salón desaparece, Ash torna los toques más atrevidos y sedosos, su belleza surreal le quita la respiración mientras las luces lo bañan como polvo de estrellas. Pasional. Prohibido. Pecaminoso.
—¿De qué estabas hablando con él? —Primero, el deseo—. Arthur parecía muy entretenido.
—¿Importa? —Luego, la pasión—. Mejor que nadie sabes que Arthur es bueno para ladrar, pero malo para morder.
—A mí me importa. —Luego, sospecha. Celos. Ira. Traición—. Además, parecía estar abusando del baile para acercarse a ti y eso no me gustó.
—¿Y quién eres para decirlo? —Donde el amor es para el mejor postor, no hay confianza—. A ti te sacaron a bailar muchas chicas bonitas. —Y sin confianza, no hay amor.
—¿Es eso lo que te molesta? —Los celos. Sí. ¡Los celos! Ash sonríe y lo acerca de un tirón, toca su cuello con la punta de sus labios y le gatilla un espasmo por toda la espina dorsal—. Debería molestarme, pero ¿qué hago? Creo que es lindo que estés celoso.
—Yo no…
—No te preocupes. —Ash desliza sus palmas en la cintura del japonés, lo da vueltas, lo gira, lo atrapa, lo moldea, lo hace suyo—. Los celos a mí me traen loco cada vez que te veo con Arthur.
—Ash. —Es inútil, se halla a su merced—. No vinimos a esto. —Y sin embargo el nombrado está sosteniéndolo con fuerza, como si su vida dependiera de esta tensión adictiva, ninguno piensa con claridad y si le preguntan le echará la culpa a la champaña—. Viniste a declarar una guerra.
—¿Y sería tan malo venir por algo más? —Con un tirón quedan encima del otro, Eiji tiene ambos brazos enredados alrededor de su cuello, se encuentra en la punta de sus pies, puede saborear su respiración y sentir los latidos de su corazón—. Me conviertes en un desastre, trato de actuar como un hombre racional la mayor parte del tiempo pero algo en ti… algo en ti me provoca.
—¿Eso es bueno o malo?
—No sé todavía. —Ash lo toma de la nuca y lo baja hacia el piso, se inclina—. Para serte franco, me da un poco de miedo averiguarlo. —Sus ojos en su boca. Cerca. Más cerca. Baja más y más.
—¿Entonces qué estás haciendo ahora?
—Creo que me da más miedo no averiguarlo. —Susurra—. Y creo que tú sientes lo mismo, Eiji.
—Ash. —Todos los están mirando. Arthur los está mirando. Ash sabe que Arthur los está viendo. Quiere besarlo. Realmente va a besarlo—. Se terminó la canción. —Eiji presiona su mano sobre la boca del lince y se levanta porque por más que quiera besarlo no lo hará para restregarle una victoria ilusoria sobre Arthur, al final se reduce a esto ¿verdad? A un trofeo.
—¿Eiji? —Pensarlo le rompe en miles de pedazos el corazón—. ¿Qué pasó? Pensé que…
—Vaya, vaya. —La mansión queda en silencio—. Miren qué desastre tienen mis amados hijos.
Dino Golzine.
El eco de su bastón extiende el miedo como una ola invisible entre los presentes, se encuentra enfundado por un traje de diseñador, el corte de dos piezas es impecable y combina de manera perfecta con sus zapatos de cuero y su corbata de seda italiana, la atmósfera se siente pesada al instante porque aunque todos vinieron a deleitarse con los lujos y generosidad de Dino, este hombre tiene el poder de destruir todo con un simple alarido.
El magnate sonríe, los monstruos más perversos e imponentes del salón bajan la cabeza por temor, se pregunta si será a su dinero o al poder que la droga le entrega, crear divisiones dentro de la raza humana no es chiste y asume que todos querrán estar en el escalón superior, en esas circunstancias será conveniente ser amigo de Golzine y mantenerlo contento, más el soberano se ríe y con agudeza entiende la situación.
—Así que quebrantaste una de las reglas más fundamentales que existe en la familia y robaste algo que era de su propiedad. —Los ojos de Golzine lo escanean de pies a cabeza con frialdad, es calculador y racional—. Y te presentaste con él de la manera más honrosa que pudiste.
—¿Qué te puedo decir? —Ash sonríe—. Me educaste bien, lo estoy presentando como mío con todas las formalidades correspondientes incluso si eso implica declararle la guerra a Arthur.
—Y yo que estaba tan entusiasmado por declarar a mi siguiente heredero en esta gala. —Finge decepción, sin embargo, a juzgar por su expresión maliciosa había previsto que pasaría—. Pero como ambos inevitablemente entrarán a una guerra donde solo uno saldrá con vida…
Eiji traga duro.
Ash no respira.
—Lo lógico es que el sobreviviente se quede con todo ¿no es así? —Arthur se relame los labios, la idea lo excita de sobremanera—. Tarde o temprano tenía que pasar entre ustedes, el que sea capaz de matar al otro se quedará con todas sus propiedades tanto materiales como humanas y heredará absolutamente todo lo que tengo: burdeles, dinero, empresas, prostíbulos, terrenos y laboratorios de investigación. Será el hombre más poderoso de toda América. Me da igual lo que hagan mientras jueguen limpio, les enseñé a ser honorables y eso les exijo.
—¿Estás dentro, hermanito? —Arthur le extiende la mano con una sonrisa burlona, Ash se para enfrente con una mueca estoica, mira a Dino, al público, a Arthur y finalmente a Eiji para decir:
«Esto es guerra».
Notes:
Mañana se viene un capítulo emocionalmente potente para el pobre Eiji, es todo lo que tengo que decir, los quiero un montón y gracias por acompañarme hasta este punto, llevamos más de la mitad, vamos bien.
Chapter 18: Baile lento.
Notes:
Hi~ Como les dije, este capítulo es bien intenso emocionalmente porque el hecho de que Yue regresara trajo más de una revelación en donde nos vamos a meter, así que preparense, estamos entrando a un nuevo arco y solo espero que les guste.
Gracias por tanto.
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Chapter Text
Eiji se arrodilla frente al rosal, sus pétalos, imponentes y vibrantes, han perdido altivez llegando incluso a caer deslucidos, teme que la planta se esté pudriendo o yazca enferma, ha escrutado entre las ramas y espinas en busca de parásitos, no obstante, sus hojas se miran pulidas y bebe el agua por sus raíces sanas, tensa el agarre en la cama ensangrentada de flores marchitas que se encuentra a sus pies, piensa en el velo mosqueado que recubría la mansión en la fiesta y se pregunta si habrá perecido en la basura, reflexiona en la obsesión que Dino posee con las flores espinosas y el alma le punza al recordar a Ash.
No planeo soltarte, no si mi corazón sigue latiendo, mi alma continúa quemando y mi voluntad peleando. No voy a soltarte, Eiji.
La gala fue un maldito desastre.
Por supuesto, Dino anunció orgulloso una competencia disfrazada de guerra. Por supuesto, los dos hermanos cerraron el trato con un apretón de manos. Por supuesto, ambos anhelan lo que el otro posee. Uno para salvar a Griffin. Sigue vivo. Drogado. Secuestrado. Encerrado. ¿Por qué? El otro para demostrar su superioridad y liderar lo que pretenden ser castas. Ja. Aprieta el collar y es irónico que ahora este le brinde seguridad, por más que Aslan logre su cometido y desglose la verdadera significancia de ser omega, aunque evite el matrimonio y alcance la herencia, aun si destroza trozo a trozo el imperio que tanto sufrimiento le causó, Eiji aún necesita un antídoto.
—¿Pero tendrá sentido arreglar mi condición? —Se cuestiona para sí mismo, está cuidando las rosas aunque es de noche, no quiere ir a la cama con Ash, no luego de sentirse usado y es tonto porque si pretendía besarlo para reafirmar su dominio era por su bienestar, no es racional estar dolido por eso, ¿con qué derecho?—. Además…
Ash nunca me perdonará por haber estado embarazado de ese bastardo.
—Luces deprimido. —¿Así qué tiene sentido un antídoto? Porque nada borrará el hecho de que perdió a un hijo y ese hijo fue de Arthur—. ¿Pasa algo?
—Estoy bien, Yue. —Usa el apodo aunque se siente forzado, no han charlado desde que retornó del infierno que forjó Golzine porque siendo sincero no tiene ganas de hacerlo—. No pasa nada malo, solo quería cuidar a las rosas.
—¿Es así? —El más joven hace una mueca de asco antes de sentarse sobre el barro fresco con sus pantalones de lino y su camiseta de raso, luce deslumbrante con una trenza casual atando la cascada bruna que tiene por cabello, no impresiona haber estado enfermo gracias al sonrojo espolvoreado sobre su lienzo perlado—. Porque son como las tres de la mañana y tú estás aquí haciendo jardinería. Solo. Peligrosamente solo.
—¿Y qué tiene?
—Secuestrablemente solo.
—No podía dormir.
—¿Estás evitando a Lynx? Sé franco.
—No. —Miente una vez—. No lo hago. —Dos veces—. ¿Por qué lo haría?
—No sé, por eso te pregunto. —No obstante, está agotado de entablar conversaciones que con una pizca de suerte lo dejan menos perdido que al inicio—. Anda, dispara.
—Ash y yo estamos bien, no lo estoy evitando.
—Bueno. —Balbucea—. ¿Me estás evitando a mí, entonces?
—Yo no… —No llega a caer dando ese paso extra—. Sí. —Así que lo encara—. Te estoy evitando.
—Me estás evitando, Okumura.
—Te estoy evitando. —Repite—. Lo lamento. —Pero no lo siente en realidad.
¿Por qué debería? Hizo lo que pudo al rescatarlo e impedir que cometa un suicidio, intentó que las cosas se clarificaran con Shorter e incluso catalizó una alianza entre las mafias, justamente por lo indispensable que es el histérico en su vida no debería evitarlo. Son amigos. Los mejores.
Pero. Pero. Pero.
Pero Yut-Lung es malditamente inteligente, dedujo con sagacidad características de las castas incluso antes de conocerlas ¿qué le espera ahora? Pasó días atrapado en el laboratorio, viendo en primera fila lo que Dawson mezclaba e inyectaba, oyó desde la boca del mismísimo Dino su plan disparatado sobre reconstruir el orden natural, testificó con sus propios ojos el efecto del compuesto en los sujetos con quienes compartió celda, si antes que no sabía nada lo logró ver todo ahora que efectivamente lo sabe todo Eiji está jodido. Yut-Lung ya debe conocer el secreto al que tanto se ha aferrado por vergüenza y humillación, por la tonta ilusión de querer un futuro con Ash y la imposibilidad de digerir sus pérdidas.
Así que sí, Eiji estaba evitándolo, pero no a Yut-Lung, sino a todas las cosas que sabe y necesita enfrentar aunque no esté listo. Está aterrorizado. Pone sus manos en su vientre. No quiere más.
—Lo siento, la última vez fui cruel contigo. —Para su sorpresa, el chino se hace responsable de las cosas que dijo y las heridas que causó—. Me porté como un estúpido, sentí que al contarme la posibilidad de una alianza estabas subestimando mis capacidades y eso me hizo pensar que otra vez estaba perdiendo contra Ash. No era mi intención herirte.
—Yut-Lung.
—No a ti. —Impresiona honesto—. Además, te conté sobre el probable compromiso de Ash.
—Está bien. —Eiji lleva las manos alrededor de su vientre—. Tarde o temprano me iba a enterar.
—Sí, pero no era la forma.
—Está bien, te sentiste traicionado. —Eiji hace lo que mejor sabe hacer validando las dolencias ajenas, es parte de su naturaleza siempre y cuando pisotee las suyas—. Lo entiendo.
—Pero…
—Y no creo que sea lo más importante en estos momentos. —La luz plateada de la luna salpica sus siluetas como si fuera un matorral, los pétalos caen en su regazo ante la más insignificante ventisca que para las rosas es un huracán—. Acabas de volver, deberías finalmente descansar.
—Todavía recuerdo con suma vividez las cosas que pasaron ahí. —Pero Yut-Lung no tiene ni la más mínima intención de acatarlo—. Vi muchas cosas en ese lugar ¿sabes? —Lo ve hundir sus uñas en la camisa de raso, la tiene empapada de tierra y cortada por las espinas—. La clase de cosas que nadie debería ver jamás por lo grotescas que son.
—Sí. —No sabe qué decir—. Me imagino.
—Y también. —Ónix y amatista se entrelazan en una taciturna coalición—. Ellos me inyectaron.
—No. —Eiji suelta las flores, horrorizado—. A ti no, por favor. No pudieron hacerte eso.
—Sí. —Sonríe con tristeza—. No quise decirle nada a Shorter ni mucho menos a Lynx pero ellos me inyectaron y a juzgar por mis reacciones con la droga sospecharon que yo podría manifestar la misma casta a la que tú perteneces.
—Lo sabes. —No es una pregunta—. Lo sabes todo. —Es una guerra en donde carece de dagas.
—No sé qué es “todo”. —Se burla de su vacío legal—. Pero sí sé bien qué hace cada casta, Dino no paraba de balbucear sobre cómo le impondría un nuevo orden al mundo segregando a todos los seres humanos en tres linajes, además eso le abre posibilidades infinitas tanto para política como economía, el hijo de puta está vendiéndola como si se pudiera elegir el género y la verdad es que nadie puede garantizar nada, es cosa de suerte y compatibilidad. Si fuera por elegir, creo que todos querrían ser alfas ¿no?
—Fuerza sobrehumana, habilidades como una voz dominante o feromonas paralizantes con el objetivo de controlar a los demás, tener instinto de posesión y la chance de marcar a un omega con solo una mordida, sí, creo que todos preferiríamos eso a ser el otro extremo.
—Vaya injusticia de mierda.
—Arthur es uno.
—¿Qué?
—Arthur es un alfa, lo comprobé en la gala.
—¡Ja! —Chista con ira—. ¡Claro que lo es! El maldito tuvo suerte, si hubiera salido omega o beta lo habríamos encontrado ahorcado en el tronco de un árbol, lo único que él quiere es dominar.
—Lo sé. —Eiji se toca por inercia la gargantilla—. Lo experimenté más de lo que desearía.
—¿Tienes una mordida debajo del collar?
—No sé. —Sus dedos se hunden en el gélido del metal—. Nunca lo he querido comprobar. —Y ahí otra razón por la que nunca se quitó el collar, no puede afrontar la realidad, teme dispararse en la cabeza si encuentra una mordida humana tatuada en su nuca, no lo soportaría—. Ellos ni siquiera se molestaron en explicarme cómo funcionaban las feromonas, solo me pusieron esta gargantilla y me advirtieron que si me la quitaba estaría rogando para ser violado.
—Yo no tengo una. —Yut-Lung palidece preocupado—. Cielos, si van a sacarse del culo eso de las castas al menos deberían entregar un manual de instrucciones o algo así, vaya, sería bonito tenerlo, solo imagina que luego de que te droguen sin tu consentimiento te extiendan un folleto o algo así que diga: “felicidades, eres un omega, estas son las 100 razones por las que estás al fondo de la cadena alimenticia”. —Debería tomárselo en serio, sin embargo, Eiji ríe—. ¡¿Qué?!
—Estás tan enojado. —Y Yut-Lung realmente no se puede enojar con esa risa—. Shorter estaba en lo cierto cuando me contó que maldices al enrabiarte.
—Así que el bastardo dijo que tengo boca de camionero, debe ser masoquista para soltar tanta mierda y creer que no habrán consecuencias.
—Pero lo dijo con una sonrisa ilusa y enamorada. —Cualquier atisbo de indignación se esfuma del rostro del más joven para ser reemplazado por un adorable sonrojo, inclusive si la noche es cómplice de sus pecados puede vislumbrarlo con una increíble nitidez—. ¿Están bien ustedes?
—Creo que sí. —Yut-Lung suelta los puños y se inclina hacia las espinas del rosal, alza la palma para tocarlo aunque se clave, su silueta bañada por la luna es surreal—. Por primera vez ambos hablamos transparentemente y nos entendimos, creo que nos gustábamos desde hace mucho pero por una serie de desafortunados errores no lo supimos.
—Eso se llama falta de comunicación. —El japonés se burla—. Les vendría bien una terapia de parejas. —Y lo dice aunque no ha podido enfrentar a Ash, más, lo suyo es diferente porque para empezar no pueden ser nada—. ¿No crees?
—¡Sabelotodo! —Yut-Lung alza los pétalos y se los sopla a la cara, la caricia le hace cosquillas.
—Me alegro de que las cosas resultaran entre ustedes, sinceramente.
—Sí, bueno. —Yut-Lung evita su mirada y se rasca la nuca—. Dijo que me compraría un anillo y todo eso, así que me dio pena decirle que no, lo único malo es que como mis hermanos habitan aún la mansión nos tendremos que quedar aquí hasta que nos casemos por seguridad.
—Eso nos hace roomies. —Tararea.
—Genial, roomies de traumas y castas. —La falsedad en su voz es hilarante—. Yei.
—Podemos tener pijamadas. —Trata de verle el lado positivo—. Eso antes de que Arthur intente matarnos para quedarse con toda la herencia, claro. O antes de que Ash haga otro plan suicida.
—Su hermano sigue vivo. —Pone las cartas sobre la mesa—. Lo escuché, no lo vi, lo tienen bajo una seguridad extraordinaria, aun así su voz me llegó a través de una rejilla, no paraba de repetir su nombre.
—¿Qué nombre? —Se asegura de que no sea el verdadero—. ¿Ash Lynx?
—¿Cuál más? —Bufa, así Eiji comprende que Griffin debe estar al tanto de lo que ha sobrevivido su hermano estos años—. Tengo la teoría de que fue uno de los primeros inyectados, para que lo tengan ahí debe ser un caso de éxito ¿no crees? Quizás fue el sujeto del primer prototipo, tal vez es una de las castas menos estudiadas, no tengo idea, pero sé que está ahí y que si lo tienen con vida es porque les sirve de algo. —¿Es una bendición o una maldición?
—Ese será un punto complicado. —Si él estaba de vez en cuando en el laboratorio y ya clamaba por la muerte para ponerle fin a la tortura no se imagina lo qué debe estar pasando ese hombre.
—¿Estuvo bien decirle? —Yut-Lung necesita confirmación dado que son situaciones delicadas en donde están caminando con las luces apagadas sobre vidrio molido—. ¿Fue lo correcto? Lo pensé bastante pero no estaba seguro.
—Sí. —Están descalzos—. Estuvo bien, yo le aconsejé que hablara con Max. —Y lo dijo con una calma ilusoria ya que necesitaba ser un soporte y perdiendo la cabeza no lo lograría pero quizás aún se encuentra disociado porque conectarse implicaría aceptar una horrible realidad. Basta.
No es que pretenda tapar el sol con un dedo, no obstante, tener que aceptar que lo usaron cual detonante para explotar una guerra que estaba bañada de gasolina es duro, tiene que pensarlo varias veces para que suene real, está aconteciendo en estos momentos y solo uno saldrá con vida. Se culpa. Comprende que debía pasar, más es inevitable cuestionarse si aceleró muertes que eran previsibles. Arthur contra Ash. Por Dino. Por la corona.
—Todo esto está tan jodido.
—Sí. —Eiji tiene un nudo en la garganta—. Lo está.
—No le dije todo a Lynx ¿sabes?
—¿Eh? —Eiji deja de lado los rosales y las espinas, pero está sangrando—. ¿A qué te refieres?
—No le conté todo de los omegas. —Empieza—. Sí, claro, le hablé de las feromonas y toda esta mierda instintiva que nos anhelan imponer como si fuéramos animales, pero no le dije nada de la marca ni de la capacidad para concebir, supuse que eso te traería problemas. —Y aunque el chino lo sabe absolutamente todo y tiene agarrada una navaja del mango—. No quería dañarte.
—Yue.
—Perdón por dañarte antes. —No le clava la navaja sino que la deja y queda desarmado—. Las cosas que te hicieron en ese sitio estuvieron jodidas, debiste estar muy asustado, es decir, eras un chico normal antes de que tu papá te metiera en esta bazofia y lo lamento mucho, si yo que estuve apenas un par de días ahí y no me tocaron de otras maneras por “respeto” a mi clan creí que estaba en un infierno, no puedo imaginarme por lo que pasaste tú.
—Yo no…
—En serio lo lamento, fuiste muy fuerte.
Ja.
Sus ojos escuecen y su corazón se rompe en miles de pedazos que lo apuñalan de las entrañas dado que no tenía idea de cuán jodidamente doloroso sería recibir esa bofetada de realidad así como tampoco sabía cuánto necesitaba oírla, Eiji sonríe con los ojos atiborrados de llanto seco porque no quiere llorar, su pulgar está sangrando y tiene incrustada una espina, la llave oxidada del collar le pesa en el bolsillo y la cuerda en su cuello aprieta.
—¿Quieres oír algo aún más jodido? —Dice y su voz se quiebra, es gracioso, cuando era un niño su madre solía pedirle que le contara las cosas, no era la más validante y vaya que escaseaban sus habilidades parentales, aun así, le pedía con gentileza que hablara. Tienes que sacarlo con alguien o llegará un día en donde nunca saldrá—. Pero no es bonito de escuchar.
—Puedes contarme lo que sea. —Yut-Lung deja de lado los pétalos para tomarlo de las palmas, su cara de preocupación es dolorosamente transparente y eso le aprieta el corazón—. Eiji.
—Estaba embarazado.
—¿Qué? —Yut-Lung palidece y deja de sonreír—. ¿No me estás tomando el pelo?
—No lo haría con algo así.
—Carajo. —Yut-Lung se tapa la boca con las manos para contener el horror—. ¿Ese bebé era…?
—De Arthur.
—¡Carajo! —Se tapa aun más fuerte—. Perdón, es solo que me sorprendió… se notaba que algo te dolía y te lo estabas guardando pero nunca imaginé que sería esto.
—Sí, bueno. —Ríe con tristeza—. Ahora lo sabes, estaba embarazado de Arthur pero cuando él me disparó perdí al bebé, así que nunca lo llegué a conocer.
—¿Qué?
Yut-Lung y Eiji palidecen.
No. No. No. Eiji se muerde la boca para contener un grito de desesperación y ahora sí deja caer las lágrimas, aprieta las rosas y siente cómo se le incrustan las espinas. Por favor, Dios. Nunca le ha pedido nada. No le pidió que lo salvara cuando lo secuestraron. Ni tampoco cuando Dino lo compró. No rezó cuando lo violaron. Lo maltrataron. Lo usaron. Lo desecharon. No demandó ni una puta cosa en toda esta pesadilla. Pero ahora. Por favor. Qué no sea Ash.
—Cargaste con el bebé de Arthur. —Ash ríe, está demasiado oscuro para verle el rostro—. Pero lo perdiste, por eso estabas llorando cuando Meredith te recibió, eso fue lo que perdiste ¿acaso no planeabas decírmelo nunca?
—Puedo explicarlo.
—Tal vez puedas. —Ash se da vueltas—. Pero no quiero oír esa explicación.
⊱✿⊰
El reloj en la muñeca de Ibe marca los segundos con un tortuoso tic tac, la oficina es acogedora y se encuentra adornada por una serie de fotografías que en su momento fueron una exhibición formidable. Paisajes. Personas. Deportistas. Fly boy in the sky. Pensar en su vida anterior es un gancho en el estómago que no puede soportar, así que trata de concentrarse en la perlada taza de té que sostiene entre sus manos, siente la tibieza sangrarle a la piel, el olor es agradable, es tan familiar que lo lleva otra vez a todos esos lugares en donde ya no puede estar.
—No creí que me llamarías. —Ibe se encuentra apoyado en una pared, le dio espacio, Bones y Kong lo esperan afuera del edificio porque incluso si Ash está dolido, no lo expondrá.
—Yo tampoco creí que lo haría. —Se exhibe—. Pero necesitaba hablar con mi... —Con mi papá.
—¿Con mí? —Ibe quiere que termine el pensamiento.
—No tiene importancia. —Eiji se niega a hacerlo, su familia solo le ha traído tragedias, al menos la parte masculina—. Vine porque quería hablar con un amigo.
—Has rechazado todas mis llamadas.
—Porque insistías en sacarme de la mansión de Ash y ambos sabemos que no es posible, que las cosas son como son nos gusten o no.
—El Ei-chan al que conocí no se rendía fácilmente, odio oírte hablar como si hubiera acabado.
—Sí, bueno. —Se encoge de hombros y clava su mirada en el piso—. Supongo que el chico que conociste se fue hace mucho. —¿Lo culpa? Es imposible mantenerse cuerdo e intacto cuando se sostiene violencia y maltrato, fue afortunado de no haber enloquecido y lo sabe pero a veces sigue persistiendo esa sensación de ser alguien más. Alguien para Arthur. Dino. Incluso Ash.
—Parece que habrá una guerra entre los hermanos Golzine.
—Eso escuché.
—¿Sabes algo de eso? —Ibe lo confronta, lo hace con una voz dura que contrasta con su mueca suave porque este hombre siempre ha sido suave cuando se trata de él, es injusto, tan injusto.
—¿Es un interrogatorio policial? —Se burla y se cuestiona si habrá adquirido malos hábitos del lince de Nueva York y del dragón de luna—. Lo siento, estoy siendo grosero y defensivo.
—Está bien. —Ibe se acerca, lo hace con cautela igual que un cazador acechando a su presa y le da pena tener esa clase de pensamientos, antes no era desconfiado, era ingenuo y le gustaba dicha ingenuidad, le permitía esperar lo mejor de los demás—. Debes tener tus motivos porque para ser honesto, pareces bastante alterado.
—Lo estoy. —Llegó prácticamente llorando y suplicándole que lo dejara entrar a la oficina, sabe que Ash es un hombre ocupado y mucho más con la declaración de guerra, no obstante, siente que lo está tratando como si lo hubiera traicionado. El bebé fue el producto de un abuso. Él no sabía que estaba embarazado hasta que lo perdió. ¿Por qué lo culpa? No es su culpa. No es su puta culpa—. He estado pasando por muchas cosas y tengo la cabeza en todas partes.
—¿Quieres contarme? —Para eso vino ¿verdad?
—No sé. —Pero solo les está haciendo perder el tiempo—. No sé si lo puedo hablar con alguien.
Aunque el adulto no dice más impresiona entender perfectamente a lo que se refiere, se queda parado enfrente y se acerca en las ventanas de miradas que le da, la luz de la lámpara cruje en ráfagas de tintineos, se muere por contarle sobre la posibilidad de salvarlo, por celebrar porque Jenkins y Charlie creen que pueden sacarlo del país y devolverlo a su casa, más, mirándolo así de afectado se pregunta si será factible volver, Eiji no es el mismo de antes.
—¿Las cosas están bien con Ash? —¿Te ha hecho daño?—. ¿Él es amable contigo?
—Supongo. —Pero Eiji no es capaz de decir nada—. Ash siempre es amable y los chicos igual.
—¿Entonces por qué te ves así? —Finalmente se lo pregunta y Eiji eleva la cara, le parte el alma verlo con los ojitos cristalizados y enrojecidos porque ni siquiera se dio cuenta de que lloraba.
—Han pasado muchas cosas. —Apenas logra decir—. Me han hecho muchas cosas y he hecho muchas cosas. No todas son buenas, Ibe-san.
—¿Puedes contarme? —El adulto se arrodilla y lo toma de las manos—. Por favor, cuéntame.
Así que Eiji lo hace.
Le cuenta de principio a fin sobre los horrores a los que fue expuesto en la mafia de Golzine, la forma en que lo sometieron a un experimento que acabó por convertirlo en el prototipo de una casta, cómo Arthur le disparó, cómo Ash lo recogió, cómo el médico le informó que estaba con un bebé en el vientre pero que lo había perdido, cómo trató de no enamorarse y de ver a Ash tal como lo hacía con Arthur, cómo falló, cómo armó castillos en el aire queriendo escapar a Japón con el lince, cómo la burbuja se reventó con la gala, cómo Ash se enteró de todo esto dado que se portó como un cobarde y cómo ha estado resintiéndolo desde entonces.
Ibe lo escucha todo con una mueca impasible que trata de camuflar el terror, no interrumpe el relato, tiene la sensación de que si lo para Eiji no volverá a hablar, así que se traga la pudrición que le genera escuchar eso y procura únicamente acunar su palma y acogerlo, de ser un refugio para un niño desamparado, de ser el adulto que le toma la mano a casa y lo regresa a salvo.
—No creo que Ash esté culpándote. —Nunca se imaginó el día donde defendería a un homicida pero la circunstancia lo amerita—. Creo que está dolido porque le dijiste primero a Yut-Lung.
—No sé. —Eiji luce cansado, tan cansado—. Ya no sé nada.
—No es verdad. —Lo sostiene—. Sino supieras nada, esto no dolería tanto.
—Es porque lo amo que duele tanto.
—¿Lo amas? —Es duro escucharlo porque lo quiere como a un hijo—. ¿Cuándo te percataste?
—No sé. —Su sonrisa es una mariposa en agonía cuyas alas se desprenden—. Fueron muchas cosas las que me hicieron amarlo, pero cuando bailamos lento me di cuenta de lo perdido que estaba. Fue ahí cuando entendí que estaba subestimando mi propio enamoramiento y eso me dio mucho miedo, siendo honesto me asustó más que el mismísimo Dino Golzine.
—¿Cuándo bailaron? —Quiere sacarlo del dolor, hacerlo hablar de Ash es un moretón irritado.
—Sí. —Pero parece funcionar—. Cuando bailamos en la gala me di cuenta de muchas cosas.
—¿Por qué?
—Porque… —Eiji sonríe, no responde inmediatamente sino que se queda jugando con el borde de una chaqueta de mezclilla que es demasiado grande para pertenecerle, su rostro recobra el color, su sonrisa emana lucidez y sus ojos fulguran con esperanza y entonces Ibe debe aceptar que no podrá llevárselo lejos de Ash—. Porque él me miró como nunca nadie me había mirado, estábamos rodeados de los mafiosos más importantes y había asistido a ese tipo de fiestas al lado de Arthur, pero la manera en que me preguntó si quería bailar porque estaba celoso, cómo me extendió la mano para llevarme a la pista de baile y luego me abrazó, fue especial.
—Especial. —Repite procesando que están hablando del mismo chico que sale en los diarios.
—Muy especial. —Pero Eiji impresiona tan enamorado—. Luego me guío, fue paciente y amable conmigo, ni una sola vez me gritó aunque lo pisara, de hecho, solo me acercó entrelazando sus dedos como sino pudiera soltarme, como sino quisiera hacerlo, me sentí flotando, fue distinto a cuando saltaba y al mismo tiempo, fue similar.
—¿Qué pasó entonces?
—Él me inclinó cómo lo hacen los chicos en las películas, sostuvo mi nuca con mucho cuidado y se acercó como si quisiera besarme, yo quería besarlo, realmente quería besarlo pero… —Eiji borra su sonrisa—. Pero entonces me di cuenta de que Ash no me estaba mirando a mí, estaba enfocado en la reacción de Arthur, era como si le restregara porque le había quitado el juguete, no pude besarlo así, me habría roto el corazón y simplemente no entiendo, todas las cosas son muy confusas porque ambos somos conscientes de que no puede haber nada.
—¿Tú quieres que haya algo? —Es la primera vez que se lo preguntan.
—No creo que pueda haberlo ahora que sabe. —Eiji se aprieta el vientre con fuerza—. Debe ser duro para él aceptar que cargué con… y más encima le oculté mi naturaleza, todo este tiempo sabía en parte lo que hacía esa droga pero se lo escondí porque me dio miedo ser tratado como un adefesio de circo o ser explotado. Sé que él nunca haría eso. Lo conozco. Dios. Le confío mi vida con los ojos cerrados. Le confío mi alma. Mi espíritu. Y mi corazón. Pero es difícil borrar el temor una vez ha calado tan profundo.
—Creo que lo entiendo. —Y realmente impresiona hacerlo—. Te lo cuestionaré una última vez y dejaré el tema, lo prometo.
—Ibe-san.
—¿Quieres quedarte al lado de Ash? —Eiji aprieta el collar con una mano y sostiene la llave en el bolsillo de la chaqueta con la otra—. ¿O quieres regresar a Japón conmigo?
—¿Es posible volver?
—Sí, llevará mucho trabajo pero se puede. —Traga duro—. La elección es tuya así que piénsalo.
Notes:
El otro capítulo también se viene bien emocional, pero ya desde el punto de vista de Ash asi que nos estamos metiendo de lleno, total nos quedan un poco más de diez capítulos, así que con fe a esta dinamica y con animo.
Nos vemos mañanita.
Chapter 19: Caricias en el pelo.
Notes:
Hi~ Como les comenté ayer, hoy nos toca entender más o menos qué paso desde el punto de vista emocional de Ash porque el tema no radica tanto en que Eiji haya estado embarazado de Arthur, sino en sus propias emociones en relación a eso, en el fondo, a Ash le dio miedo sentir cosas "feas", así que vayan con la mente abierta y considerando que es valido tener ambivalencias y más en una situación tan compleja.
Se les quiere caleta~
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Griffin está vivo. —Arroja las palabras como si fueran peñones contra un charco, los escucha rebotar. Una. Dos. Tres veces. Antes de hundirse en los ojos céreos de Max—. Estoy seguro esta vez.
—¿Cómo puedes estarlo? —El adulto trata de controlar el temblor en su voz, ha caído en la silla de su oficina a causa de la sorpresa, si bien, no es la primera vez que plantean dicha posibilidad puesto que si se mantuvieron juntos fue por la esperanza que hizo de adhesivo con Griff, nunca habían tenido pruebas tangibles—. Incluso en Cape Cod no pudimos concluir nada sólido, Ash.
—Lo sé. —Baja la mirada al suelo—. Realmente lo sé. —Estuvieron más de un año exhumando fantasmas para encontrar telarañas.
—¿Entonces?, ¿qué te hace pensar eso?
—Yut-Lung fue secuestrado, dijo que un tal “Griffin Callenreese” estaba buscando a “Ash Lynx”.
—Ash Lynx.
—Así es, Ash Lynx. —Max no impresiona convencido—. ¿Acaso estás sordo?
—¿Tu hermano alguna vez conoció tu apodo?
—No. —Tiene la boca seca—. Eso nos deja con dos posibilidades. O lo tuvieron capturado todo este tiempo en la mansión dejando que escuchara y viera todo como un espectador impotente y por ende sabe que soy su hermanito porque me vio convertirme en esto. —Lo escupe con una sonrisita irónica porque ¿no sería hilarante que supiera exactamente el tipo de asesino que es?
—¿Y la otra? —Francamente ya no sabe cuál de las dos posibilidades es peor pero al menos la segunda le da la opción de fingir demencia.
—Él sabe que Ash Lynx es el heredero más decente de Golzine y por eso me pide ayuda, porque si alguien puede rescatarlo soy yo, independiente de si sabe o no que soy su hermano, tuvo que haber escuchado algo todos estos años, no es un secreto mi rebeldía precisamente y ¿qué otra opción le quedaba? Arthur no era factible, no hay que conocerlo para saber que es un bastardo.
—Esa opción es un poco triste. —Musita—. Aunque me resulta más factible porque tu hermano amaba tu nombre, no tienes idea de cómo le brillaban los ojitos cuando te llamaba, nunca tuvo chance de explicarme qué significaba pero sé que estaba orgulloso de ti, Aslan.
—Aslan. —Brama—. No pronuncies el nombre de un muerto.
—Pero Griff no te desconocería así.
—Sí, sí. —Ash apoya su cadera en la orilla del escritorio, tuvo que invitar a Max para actualizarlo sobre la situación, sin embargo, detesta tenerlo en la casona, teme que lo usen en su contra al ser percibido como una debilidad—. La preferiría, podría ayudarlo mucho mejor del anonimato.
—¿Yut-Lung te contó algo más?
—Dijo que se quejaba mucho, hablaba incoherencias, que se escuchaban espasmos violentos y gritos después de las pesadillas, si mis suposiciones son correctas creo que fue drogado, que resistió los efectos del primer prototipo de esa basura, por eso lo conservaron, pero: o son ellos los que lo inducen a un estado catatónico de estrés post traumático o la droga lo dejó así, si no puede ni siquiera articular una frase la única certeza que tenemos es que su cerebro se quemó.
—Tu hermano no se drogaba por gusto. —Y Ash lo sabe, realmente lo hace—. Lo hizo para poder mantenerse cuerdo en ese infierno de arena y así volver a ti, quería volver a casa.
—Cómo digas.
—No pareces estar asimilando esto bien. —¿Asimilarlo bien? ¡Qué chiste! Claro que no lo está absorbiendo bien. Su hermano muerto está vivo, yace secuestrado por el mismo pederasta que no solo lo violó y lo convirtió en un asesino, sino que lo adoptó ¿no es lindo?—. Mocoso… —Así que no, no lo está asimilando “bien”.
—Pues tú te escuchas demasiado calmo para recién haber descubierto que el amor de tu vida yace vivito y coleando, ¿realmente querías encontrarlo o solo fue un teatro para escapar de la culpa de haberlo abandonado? Después de todo, te quedaste conmigo por esa razón. Culpa.
—¡Ash! —Max aprieta los puños y endurece la voz, su mirada se ensombrece porque cruzó una línea que no debía cruzar y lo arruinó—. Estoy aquí porque los amo, pero así mismo puedo irme cuando quiera, no lo olvides.
Es cierto, Max no está obligado a quedarse, podría haber avanzado con su vida y de hecho, trató puesto que se casó, tuvo un hijo y se divorció, dijo que no podía desterrar a Griffin de su corazón pero en el fondo ambos tienen miedo de estarse aferrando a una ilusión, ni siquiera lo pudieron conocer en realidad ¿cómo hacerlo? Era un niño y vio lo que su hermano le permitió ver, supone que por eso es tan aterradora la posibilidad de que haya testificado los horrores que lo forjaron, es mucho mejor el anonimato porque así al menos, puede mantener limpia la imagen de Aslan.
—Cómo digas, si quieres irte, vete. —No te vayas.
—¿Realmente piensas eso? —Quédate.
—No te rogaré para que te quedes. —Por favor—. Me vale un carajo si estás o no, no te necesito.
Deja que el escritorio lo sostenga, clava sus ojos en las rosas que Dino le mandó para felicitarlo por declarar una guerra, los pétalos yacen arrugados y fuliginosos en la mesa, los tallos poseen una joroba como si les pesara la vida y las espinas se caen como dientes podridos, se pregunta si lo encontrará como una flor disecada, debería dejarlo morir, no obstante, sino pereció en ese pueblucho fue por el amor incondicional de Griffin, Jim nunca los quiso, podría haberlos dejado en un orfanato o haberlos regalado, eso habría sido menos malo pero no, los retuvo, quien pagó los platos rotos fue su hermano y es Ash quien finalmente se siente culpable.
¿Culpable?
Sí. Se siente culpable. Sollozaba cuando quedaba solo. Griffin debía trabajar. Hacía berrinches porque quedaba con hambre. Pero el plato de Griffin estaba vacío. Gimoteaba porque tenía un solo regalo de navidad. Griffin no tenía ninguno. Usaba ropa heredada. La de Griffin estaba rota. No tenía una mamá y por eso lo molestaban. Griffin no tenía nada. Su papá era violento cuando se emborrachaba y le gritaba. A Griffin le pegaban. Más adelante asimiló y entendió el sacrificio que su hermano hizo al enlistarse en la guerra pero en ese entonces no sabía y ahora carga con la culpa como una piedra en su corazón. Sofocante. Dañina. Violenta.
—Tengo pensado rescatarlo. —No es nadie para criticar a Max y sabe que si se descarga es solo por el despecho y la necesidad de volcar su cólera en alguien, él siempre la recibió, pero no es justo para Max tener que tolerar sus nimiedades—. No sé cuándo, pero lo haré.
—Vale. —Max ni siquiera reacciona, está herido y lo nota por cómo lo mira, solía recibir ese tipo de miradas de Dino si lo rechazaba, lo hacía sentir culpable por no querer tener sexo siendo un niño, entonces cedía por la presión, se odiaba por dejarse manipular, le da pena que los sujetos que hayan usado el título de “papá”, lo hayan roto tanto—. Ahí lo veremos bien, por mientras te deberías concentrar en la guerra con Arthur.
—Claro. —Y esa es otra cosa—. Le declaré la guerra. —Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. E-Eiji…
Eiji estaba esperando un bebé de Arthur.
Ash quiere vomitar.
—¿Estás bien? —Max tantea porque de pronto se ha desplomado sobre el escritorio, su cuerpo simplemente decidió dejar de responderle, ahora no puede armarse igual que un osito de felpa que descosieron para arrancarle pedazo por pedazo el relleno y dejarlo vacío. Ido. Ajado. Sucio.
—Sí, sí. —Ash suda—. Solo estoy pensando. —En Eiji. Arthur. Dino. La droga. Griffin. Cómo hará para sacarlos a todos con vida. Sus propias pesadillas. Las manos que lo usaron. La sangre por debajo de sus pies. Su niñez robada. Su entrenador. Jim. Su mamita que lo abandonó, ¿por qué me dejaste? Traté de ser un chico bueno, pero me pasó todo esto y ¡basta!
—Te ves pálido, chico. —No puede enfrentarlo, necesita cerrar esa puta puerta traumática o va a arrancarse la cabeza para dejar de pensar—. Me estás preocupando en serio.
—Necesito un poco de agua nada más. —Ríe y se sirve una jarra, pero las manos le tiritan y las gotas salpican como sangre sobre la alfombra. No. No lo pensará. Va a ignorarlo. Puede hacerlo porque ya ha ignorado muchas otras cosas antes, se disociará como siempre—. Eso es todo lo que quería hablar contigo, deberías regresar a tu casa antes de que sea tarde, viejo.
—Mocoso. —Más, Max vacila—. No quiero ser insistente pero realmente te ves fatal ¿necesitas que llame a alguien?
—No.
—Puedo llamar a Shorter. —Niega—. A Skip. —Niega—. A tus subordinados—. Niega—. ¿A Eiji?
—¡No! —Se le sale el alma—. A él no ¡ni siquiera menciones su nombre! —Max se pega a la silla porque debe estar aterrorizado de esta faceta suya, sí, debería, es un monstruo que farfulla por la idea de rescatar a Griffin cuando no puede rescatarse a sí mismo, pero creyó que quizás aún había la posibilidad de… creyó mal. Eiji estuvo embarazado de Arthur. Hubo un bebé. Lo perdió.
—Por favor, sé honesto. —Perdió a ese puto bebé—. ¿Pasó algo con Eiji?
—No. —Cortante. Sagaz. Desafiante. Es un animal al que recién le dispararon—. No pasó nada.
—¿Entonces por qué estás llorando?
—No estoy llorando.
—Ash. —Max lo dice en serio—. Estás llorando.
—Mentira. —Ash se percata de que las lágrimas empañan su visión cuando rompe en tormenta y mierda, no se supone que esto pasaría así pero levanta la cabeza y sus ojos yacen inyectados de sangre y su cara está succionada por la pena—. No estoy llorando, ¡no me jodas tratando de tener un momento de sentimentalismo barato!
—¿Qué pasó con Eiji? —Vuelve a preguntar, se siente como una bomba a punto de explotar, un solo tirón más y ya no aguantará—. Me hablaste con mucha ilusión de él e inclusive sacrificaste tu seguridad con tal de mantenerlo a salvo. —Cállate. Cállate. ¡Cállate!—. Creí que lo querías.
—¡Y claro que lo quiero! —La cabeza le revienta y la masacre se desata en su interior—. Pero él estuvo embarazado de Arthur y… —Ash finalmente cae al piso, se desmorona, hunde con suma brusquedad sus dedos en su cuero cabelludo y se tira hasta que cruje, aprieta los dientes hasta que el ardor se siente en sus orejas, quiere que duela, necesita que esto le duela más.
—Embarazado. —Max repite atónito, no puede procesarlo y no lo culpa, aun así, lo siente llegar hasta el montículo de desgracias que es él—. De Arthur.
—Y perdió al bebé. —Él tirita procesando la clase de persona que es—. ¿Sabes qué es lo peor?
—¿Qué cosa? —Max intenta acunarlo contra su pecho, se arrodilla para abrazarlo, pero Ash se siente como un montón de cristal quebrado y la cercanía lo desgarra.
—Estuve aliviado de escucharlo. —Ash se cubre la boca, las lágrimas lo empapan porque esta situación es una mierda, no es que se haya enojado con Eiji o se haya indignado, Dios, no, pero con esto confirma que pasó por situaciones atroces y ¿qué es lo primero que su egoísmo dice?
Qué alivio que ese bebé no exista. Y es un remolino de emociones que lo tironean, son muchas.
¡Es un ser humano asqueroso! Está feliz por la pérdida. Está aliviado de que Arthur nunca haya tratado de mantenerlo. Está enrabiado ya que eso confirma que lo abusaron. Impotencia, ansía matar a todo el desgraciado que le puso una puta mano encima. Pena porque si hubiera estado en Nueva York quizás lo habría salvado. Confusión ¿acaso puede concebir? Ira porque no se lo confió antes. Compasión. Temor. Culpa. Despecho. Saña. Desea quemar al puto mundo entero pero solo puede apretar con fuerza su corazón intentando arrancárselo, todo eso es mucho, es más de lo que ha sentido y no puede procesarlo. No quiere. Ya basta. No tiene el coraje de verlo otra vez, por eso lo ha evitado ¿qué cojones puede decirle?
“Hola Eiji, sé que sueno como una basura pero qué alivio que hayas abortado porque Arthur te disparó, sé que debió ser algo sumamente traumático para ti y que probablemente has pasado por más abusos de los que me puedas contar, ¡pero hey! Vele el lado positivo, yo puedo hacerte otro bebé”.
Ash ríe ante sus prioridades de mierda, debería estar cuestionándose qué diablos le dieron, no es natural que un hombre se embarace y si la gargantilla tiene que ver con eso, pero solo siente una inmensa oleada de alivio porque si no hay bebé eso significa que no es de Arthur y le aterra estarse convirtiendo en este tipo de persona. Lo horroriza. Ja. ¿Al final no está adoptando todas las enseñanzas de su adorado papá? Porque el amor es posesión y celos, al carajo lo que sienta o consienta el otro. Si amas a alguien enciérralo. Córtale las alas. Ponle una correa. Destrózalo.
—Quiero vomitar. —Brama para sí mismo—. ¿Dónde están mis prioridades? No creo que Griffin pueda amar a un hermano que piense así y Eiji seguramente me resentirá por no poder… ¿qué tipo de basura se siente aliviado por una pérdida? Una pérdida, Max, era un bebé.
—Ash.
—Siento tanto asco y odio hacia mí mismo, no tienes idea. —Ash arroja una carcajada amarga, no puede dejar de llorar ni de temblar, intenta arañarse el pecho con ambas manos, queriendo arrancarse la piel y mutilar su corazón, pero Max finalmente lo abraza absorbiendo todo el odio que se tiene a sí mismo—. ¡No! No lo merezco, debería haber estado ahí para él, debería haber tenido las palabras correctas, tendría que haber llorado pero me alivió… yo no… ¿acaso puedes entender lo asqueroso que soy?, ¿puedes entender eso, Max? Soy peor que Dino.
—No vuelvas a decir eso jamás. —Max lo estrecha contra su pecho y le cubre las orejas con las palmas como si eso pudiera silenciar sus pensamientos, pero no lo logra y esa es la cosa, Ash se siente incapaz de confrontar a su amado porque no puede empatizar con su pérdida y no se merece eso, Eiji merece a alguien que sufra si él sufre—. No eres peor que Dino, nunca podrías.
—Ese bebé…
—¿Acaso no fue producto de un abuso? —Lo interrumpe—. No deberías inferir lo que Eiji sintió cuando recibió la noticia porque no creo que nadie pueda comprenderlo más que él, sé que un bebé no tiene la culpa, ¿pero te imaginas lo duro que es quedar embarazado de tu violador?
—Ya no quiero seguir pensando, estoy cansado de… solo quiero que todo termine. —Ash hunde su rostro contra el pecho del adulto y suelta un alarido, no sabe por qué le afecta tanto, no sabe si es un conjunto de todo o si es la certeza de que Eiji fue violentado, es una tontería, el contexto es bastante explícito por sí mismo y aun así esperaba que Eiji no tuviera que pasar por la mierda que él pasó—. Ni siquiera pude confrontarlo, simplemente le di la espalda y me fui.
—Eso está bien. —Lo calma—. Está bien que no puedas hablar con él todavía, tienes bastante que procesar ¿no crees?
—Pero él me necesitó y yo no estuve. —Ash respira entrecortado, no queda más aire en aquella habitación, lo único que puede oler es la pestilencia de las rosas—. Esta clase de persona soy.
—Ash, por favor.
—Perdón. —Su sollozo le rompe el corazón—. Lo siento mucho, Max. No quería ser así, perdón, de verdad no quería que pasara esto. Lo siento. Lo siento tanto.
Max no dice más, no busca detener el dolor que está sintiendo ni embellece la realidad aunque lo mate escuchar a su niñito tan roto, así que hace lo único que puede hacer, le acaricia el pelo con una ternura tan inusual que parece romperlo un poco más, Ash no se mueve, se mantiene tan estático como una estatua lo haría, no rechaza ni acepta el contacto porque no impresiona estar acostumbrado y Max se pregunta si alguna vez un adulto lo habrá tocado así sin tratar de abusar de él después, se traga su propia impotencia y se queda ahí deslizando sus yemas entre sus mechones dorados, validando su malestar, haciéndolo sentir que es merecedor de amor y que no es un monstruo, que simplemente está sintiendo algo humano.
Max le acaricia el pelo una y otra vez.
Dulce. Suave. Paternal.
Ash cierra los ojos y respira con dificultad, su corazón se ralentiza poco a poco, no lucha contra sus toques, se calma aunque parece seguirle doliendo, Max mantiene sus caricias constantes.
—Chico. —Es lo único que le puede ofrecer—. No tienes que cargar con esto solo. —Dice, ansía que realmente le lleguen sus palabras, lo lamenta sino lo hizo sentir con la confianza para decir tan horrenda verdad—. No entiendo todo el tema del embarazo, me imagino por dónde va, pero aunque no lo entienda, estoy aquí para ti, lo único que te pido es que me tengas paciencia.
—Max.
—Estoy viejito y necesito que mi niño me explique con peras y manzanas las cosas ¿bueno?
«Mi niño» Dios, Ash no puede responder nada porque esa palabra termina de cerrarle la tráquea y de quitarle la voz, el llanto silencioso sigue corriendo porque está herido, ama a Eiji, en verdad quiere ser bueno para él pero alguien bueno no pensaría esto y lo hiere no poderle devolver ese mismo amor incondicional. Le duele amarlo. Le duele que su amor sea egoísta. Sí. Comprende que es humano y esperaba lidiar con las ambivalencias pero son tan feas que lo horripilan. Max parece saberlo también. Por eso está ahí. En silencio. Acariciándole el pelo como Griff dijo que lo hacía cuando Aslan tenía pesadillas. Lo acaricia aunque ahora todo sea más complejo, malo y oscuro. Lo sigue haciendo. Espera que por un solo instante, él no se sienta solo en su infierno.
Lo lamento por llegar tarde, sé que te tocó un papá de mierda y luego te adoptó uno peor, pero me gustaría poder ser el primer adulto que te cuide bien porque te amo, mocoso.
⊱✿⊰
Ash tensa los dedos en el revólver, el arma se siente pesada, caliente y viscosa contra su palma por la sangre impregnada en el mango, no le quedan balas, sin embargo, su oponente no puede disparar, no vinieron a matarse y ambos lo saben a pesar del camino de cadáveres que dejaron, lo hicieron en un territorio neutro que no rompe ninguna de las reglas, el callejón huele a orines, los grafitis le dan un toque aún más decadente a la ciudad, este es Nueva York, bebé.
Arthur ríe limpiando la cuchilla con los bordes de su traje, ¿cuándo le hizo un tajo? No recuerda, pero a juzgar por el ardor lo alcanzó ante las costillas y los muslos, sus pasos retumban encima de las pozas de mugre entremezcladas con sangre, los ojos del mayor brillan con una crueldad que siempre lo ha repugnado. Sí. Sí. La conversación con Max ayudó a que enfriara la cabeza y Ash realmente tenía pensado mantener las cosas limpias y tranquilas, más, este bastardo trató de atacarlo y jugar sucio. Ya no tiene la paciencia suficiente para dejárselo pasar.
—No esperé que realmente sobrevivieras a esto. —Se lo dice con una sonrisa venenosa tirando la cuchilla de una mano a otra, Ash no le teme, da pasos firmes hasta quedar enfrente.
—No esperé que cayeras tan bajo como para atacarme con la guardia baja. —Ríe—. ¿Y esperas que Dino te ceda todas sus posesiones? Eres un inmaduro todavía, no puedes hacerte cargo.
—¿Con quién diablos crees que estás hablando? —La rabia de Arthur es palpable en el aire, de pronto, lo ha sujetado de las solapas de la camisa y estampado contra la pared, qué infantil, lo ve contraer y destensar el ceño como si fuera un maldito cavernícola—. Ya debes saber en qué te estás metiendo a estas alturas, Papa organizará una nueva especie y no estás invitado.
—¿Y tú sí?
—Pues seré de la casta más alta, ya lo soy. —Ash gira los ojos y eso lo cabrea aún más, lo sabe por cómo lo estampa contra la pared con violencia, intentando alzarlo del piso, lo consigue, no está alardeando en vano, algo lo hizo físicamente más fuerte ¿qué más será?—. Y Eiji de la más baja.
—Cállate. —Ash siente una chispa de rabia extenderse por toda su columna vertebral, la mera mención del nombre por su voz asquerosa hace que quiera degollarlo acá mismo, pero no tiene balas y no sabe de lo que es capaz el contrario—. No vuelvas a pronunciar su nombre.
—Vaya. —Arthur suelta una carcajada hueca por el callejón, sus ojos reflectan algo oscuro que no quiere desglosar, sus rostros yacen muy cerca, el aire está tenso y cargado, hay un olor casi podrido emanando de la piel del contrario, le sienta de maravilla—. ¿Por qué no puedo decir su nombre? Después de todo, él fue mío primero.
—¡Qué te calles! —Ash escurre la furia contenida, Arthur resopla, satisfecho por haber alterado a su némesis y desafiándolo aún más—. Él no es un puto juguete para pertenecerte.
—Ya debes saber de las castas ¿verdad? Nuestro padre no es tonto, supo que tú te involucraste salvando a Yut-Lung porque Shorter es tu mejor amigo, pero hizo vista gorda porque desde que tengo memoria has sido su favorito. No importa. Yo tengo la ventaja. Yo tengo a Eiji.
—Deja de ladrar tanta porquería.
—¿Sabes una gracia entre alfas y omegas? —Arthur tararea con una sonrisita burlona que hace que patee e intente asesinarlo con sus propias manos—. La razón por la que Eiji usa ese collar.
—No. —Clama—. Ni quiero saberla.
—Tu querido Eiji al igual que todas las castas afortunadas produce feromonas, feromonas que vuelven loco a los alfas y piden a gritos que sean tomados, feromonas que invitan a usarlos con total libertad, feromonas que te matan lo racional, alguien cómo tú no lo entendería porque tú no eres especial. —Sus palabras son un maldito puñal, más, no permite que vislumbre el daño que le hace, se mantiene estoico—. Pero no quiero llegar a eso, sino a otra cosa, ¿sabes lo qué pasa cuando un alfa y un omega se quieren mucho y consuman su amor?
—¡No tientes tu maldita suerte! —Le advierte liberándose hecho una furia—. ¡Te lo advierto! No te lo advertiré dos veces.
—Un alfa puede morder a un omega y dejarlo atado para siempre como suyo.
—¿Qué?
—Me escuchaste. —Es turno de Ash de estrellarlo contra la pared con un movimiento ágil, oye cómo le rebota la cabeza al mafioso, más, nada le borra esa petulante sonrisa—. Es una marca de pertenencia que no puede quitarse aunque quiera, no todas se quedan pero si sigue usando ese collar ¿no es porque la mía le quedó? Está atado a mí para siempre.
—¡Cállate! —Cállate. Cállate.
—Y si el alfa muere, el omega también lo hace, todos los omegas que marque morirán si tú me pones una mano encima, así que matarme, es matarlo a él.
—No. —Ash retrocede, horrorizado, su labio arde, solo al vislumbrar la sangre en el piso aprecia que se lo mordió para mitigar la ansiedad—. ¡Ya le has hecho suficiente! ¡Déjalo en paz!
—Nunca lo dejaré en paz, él es algo que tú quieres. —Aunque su voz es casi un susurro Ash lo puede escuchar haciendo eco en cada maldito pensamiento—. Y por ende yo lo quiero, bueno, no lo quiero en realidad, solo quiero joderte a ti, lo entiendes ¿verdad, hermano?
—Eiji no te ha hecho nada. —Ash apenas puede hablar, algo se está rompiendo en él, esto está volviéndose demasiado personal, Arthur toda su vida ha estado cruzando sus líneas queriendo reafirmar su poder y hacerlo sentir insignificante porque así se siente él, pero con Eiji, joder, no dejará que le toque un pelo con esas mugrientas manos—. No necesito matarte para hacer que desees estar muerto. —Su voz le pone los pelos de punta.
—Ambos sabemos que ladras mucho y haces poco pero ¿sabes qué? Apenas tenga a Eiji en mi poder me aseguraré de morderlo en todo el maldito cuerpo para que quede tan unido a mí, que nada te pertenezca, lo cogeré tan duro y tan violento que no quedará más que un cuerpo hueco cuando te lo regrese.
—¡¿No te bastó con embarazarlo una puta vez?!
—¿Qué? —Arthur se congela por el shock y Ash lo suelta—. ¿Qué dijiste? —Metió la pata.
—Yo no…
—Él estaba preñado. —Arthur ríe arrojándose el cabello para atrás con una expresión digna de un psicópata—. Sabía que él había sido un éxito, ¡sabía que lo habíamos logrado! ¿y mi hijo?
—Le disparaste y lo mataste. —Ash es cruel con las palabras, las arranca de su alma queriendo hacerle daño, le incrusta las espinas porque no es justo, ambos sufrieron las mismas malditas heridas, pero las de Arthur están perfectamente bien y las suyas siguen abiertas, no aguantará más quedándose tranquilo con la cabeza gacha—. Cuando llegó a mí ya lo había perdido.
—Él no. —Arthur ni siquiera reacciona—. No me dijo nada.
—Y ahora lo perdiste todo.
Ambos quedan en silencio y la tensión es tan sofocante que se sienten en la horca, Arthur yace boquiabierto como si no pudiera procesar la noticia, su sonrisa se esfuma, la cuchilla se cae contra el piso haciendo un eco metálico, pero Ash no le tendrá piedad, no quiere tenérsela, fue él quien quiso partir esta guerra e intentó usar a sus seres amados para apuñalarlo y Ash podría perdonar esas atrocidades, sin embargo, hizo llorar a Eiji y eso nunca lo podrá perdonar.
—¿Te crees mejor que yo por tenerlo?
—Me creo mejor que tú porque no soy una escoria con él.
—Tú lo amas.
—Y tú no.
—Es una pena que me siga perteneciendo. —Arthur se recompone, impresiona ido intentando recoger los pedazos de su máscara, siempre creyó que ambos eran víctimas de Dino, dos niños que llegaron a las garras de un pederasta que los torturó y amó—. Las cosas no se acaban acá.
—Para la siguiente riña no vengas escondido detrás de un ejército como siempre, hijo de puta.
—Ja. —Arthur se mete las manos en los bolsillos y se da vueltas, ni siquiera se molesta en alzar su arma del piso—. Ya veremos.
—Arthur. —El nombrado para—. ¿Te arrepientes? —Y se da vueltas lentamente para mirar a Ash envuelto en una completa oscuridad.
—No. —Proclama—. Lo volvería a hacer todo otra vez.
Notes:
Mañana partimos con otro arco, obviamente vamos a tener una conversación de corazón abierto entre Ash y Eiji porque lo que les pasa a ambos es totalmente valido, solo necesitan clarificarlo, al final, es una situación complicada e imposible de polarizar, ambos han tenido sus procesos en esto y es momento de que se acompañen.
Gracias por tanto.
Chapter 20: Beso indirecto.
Notes:
Hi~ Como les mencioné, hoy nos toca tener una conversación mucho más profunda entre Ash y Eiji en donde vamos con fe a que puedan arreglar lo que está pasando, porque a fin de cuentas de eso se trata una relación, de poder conversar los conflictos y llegar a un punto de reparación para ambos y vaya que estos chicos han avanzado.
Mil gracias por el apoyo, espero que les guste~
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Eiji apoya los brazos contra el barandal de madera, está en un muelle alrededor de la biblioteca pública de Nueva York, Ash insistió en que lo acompañara afuera aunque no han entablado una conversación decente desde que supo lo qué era y lo qué fue, le cuesta comprenderlo, aun así, asume que es mejor a esperarlo fingiendo que duerme mientras reza que regrese con vida dado que no le cuenta nada, está bien, no tiene la obligación de confiar en él, más se siente como si estuvieran tres pasos más atrás que al inicio. Muy lejos para caer.
La suave brisa salada remueve sus cabellos y le pone la piel de gallina, debió abrigarse, lo sabe, pero su cabeza está en otro lugar, Eiji entrecierra la mirada, el atardecer salpica el muelle y cree que es hermoso el bricolaje de colores que se funden ante el sol, el dorado y el escarlata bailan en una secuencia mortífera que crea la ilusión de una acuarela, las nubes pasan de bergamota a topacio y el sol poco se esconde en el mar arrojando un último brillo, la imagen sublimemente decadente le recuerda a Ash y así mismo, el astro no le da un mísero adiós antes de esfumarse.
Le da pena pensar que así es Ash.
—Quería comprar perritos calientes. —Reconoce su voz al instante, más, no tiene el valor para vislumbrarlo, está sofocado—. Pero todo estaba cerrado, así que no pude comprarte nada.
—No importa, no vine porque quisiera cenar algo. —Odia ese tipo de tensión extraña porque le encantaba poder reír tontamente con él, ahora ¿qué es eso? Eiji enrolla los dedos en la baranda de madera y clava su atención en sus zapatos, son sus mocasines cafés, son sus favoritos, Ash se burló en la tienda diciendo que eran de “anciano”, pero se los compró con una sonrisa dulce.
—Te traje esto en su lugar. —Extraña esa sonrisa—. Espero que te guste. —Entonces Eiji levanta la mirada para encontrarse con una rosa frente a su cara, Ash luce como un desastre, sabe que se juntó con Black Sabbath y Chinatown porque planean su ofensiva, más, impresiona a punto de romper en llanto con una flor medio marchita sobre su corazón.
—Gracias. —Es todo lo que puede decir—. Las rosas son lindas.
—No lo son, son agresivas y ostentosas, la gente solo las arranca para presumirlas y ni siquiera son agradables a la vista, pero las coleccionan.
—¿Por qué me trajiste una entonces?
—Quería comprarte un girasol porque tú eres un chico de girasoles. —Balbucea—. Y no habían.
—Está bien. —Se fuerza a sonreír—. Las rosas también me gustan. —No obstante, apenas trata de tomarla se pincha con una espina—. ¡Auch!
—¿Estás bien? —La flor cae al piso y sus pétalos se maltratan—. Mierda, te lastimaste con eso.
—Estoy bien. —Eiji presiona el dedo contra su boca porque está sangrando y arde un poco, ¿no es gracioso que arme un escándalo por una picadura de espinas? Dios conoce los horrores por los que ha pasado—. No fue nada grave.
—¿Cómo puedes decir eso? —Ash luce tan destrozado, vacila con movimientos tiritones antes de tomarlo de la mano para presionar un beso en la herida, es injusto que le robe así el corazón.
—Un beso indirecto. —Eiji ríe sabiendo que es inútil, por más que trate ya no puede recuperarlo.
—O-Oh. —Pero Ash está rojo, alterado y sudado, se pregunta quién de los dos perdió el corazón ante el otro—. Lo siento, no quería pasarte a llevar, nunca debí comprarte esta estúpida flor, lo único que hacen las rosas es hacer daño con sus espinas, solo te han hecho daño. —Pero tiene la sensación de que no está hablándole más de flores y espinas—. Son malas.
—No son malas.
—¿Cómo puedes decir eso si te laceraron? Ni siquiera están haciendo algo para arreglarlo y así hacerte saber que lo sienten, las iré a tirar a la basura, quizás así aprendan a ser buenas porque sé que ellas querían ser buenas para ti, incluso si fracasaron.
—Ash. —Eiji se agacha para recoger las flores, están sucias y maltrechas igual que el verde que se refleja en sus ojos desteñidos por el cansancio—. Me gustaron mucho, las quiero conservar.
—¿Por qué? —Le pregunta con apenas un hilo de voz—. Te hice daño, debí haber ordenado mis sentimientos de mejor manera pero escapé, eso es lo que siempre hago: huyo. Hui de ti aunque sabía que estabas dolido y asustado y luego te evité porque esa clase de cosas hago. —Ash tira su cabello hacia atrás y se apoya en el muelle, las lágrimas se agolpan silenciosamente en sus ojos, luce tan destrozado y arrepentido que lo mata—. Escapé de nosotros. De ti.
—Ash. —A veces, le da está sensación de vulnerabilidad que le hace trizas el corazón, como si estuviera al frente de un niño que se encoge cada vez que le hablan para protegerse a sí mismo.
—No sé que estoy diciendo. —Ríe y se fleje el cabello para atrás con los ojos rojos—. Maldición.
—Perdón por ocultarte algo tan importante. —Pero Eiji cree saber qué está diciendo—. Debería haberte contado apenas el doctor me lo informó, sin embargo, estaba asustado, no te conocía.
—Lo sé, te cuidaste.
—Y luego te conocí y eso solo hizo las cosas más difíciles. —Eiji aprieta la rosa contra su pecho, las espinas se enganchan contra su ropa y no obstante, no le duele, nada puede lastimarlo más que este amor carente de nombre—. No quería que me odiaras, por eso no te dije nada.
—Eiji. —Lo llama pronunciando cada una de las letras como si fuera algo sagrado porque él es así, nunca ha dicho su nombre como un trámite a terminar, le da importancia e incluso lo alarga y ama eso, mierda, Eiji lo ama tanto—. ¿Por qué te odiaría? No comprendo.
—Ash, no tengo idea de lo qué soy. —Se sincera—. No sé qué me hicieron ni cómo. Tengo vagos recuerdos del laboratorio, tengo el presentimiento de que si lo memoro todo terminaré con una pistola en la cabeza, no soy fuerte como tú, no puedo vivir con ciertas cosas y… no sé, fue cruel aceptar que me había convertido en ¿cómo le dicen? Cierto, un omega, por el capricho de otra persona cuando no he tenido elección.
—Ay, Eiji.
—Los Yakuza me trajeron aunque no tuviera nada que ver con la mafia porque necesitaban una persona que cumpliera con los caprichos de Dino y tuve la mala suerte de calzar con ese perfil.
Eiji se abraza a sí mismo, hace frío y su aliento se transparenta, ha caído la oscuridad, pero aún no prenden los postes de luz, así son las cosas, ¿verdad? La rabia arde cómo magma volcánico, tuvo una vida normal y la dio por sentado, en ese entonces no sabía que las cosas básicas eran un privilegio, no era consciente de su fragilidad. No hasta que lo vendieron. Rompieron. Usaron. Drogaron. Alteraron genéticamente. Mordieron. Joder. No es que fuera ignorante, sabía que esa clase de cosas pasaban en todo el mundo, todos los días y que podían pasarle a cualquiera tal como una enfermedad terminal. Es impredecible e incontrolable. Podía imaginarlo. Pero nunca creyó que le pasaría en realidad. «¿Por qué yo?» primero se cuestionó y luego entendió que solo fue mala suerte. Le tocó y le tocó. Vaya.
Pero a raíz de esa “mala suerte” nunca más tendría nada en su control y se quedó sin libertad.
—Tuve que hacerme responsable de muchas decisiones que no fueron mías gracias a eso, tuve que aprender a vivir con las cosas que otros eligieron hacerme porque no tuve más opción.
—Lo entiendo. —Lo dice en serio—. Sino me dijiste fue por miedo e impotencia. —Y también….
—No quería que la única cosa que yo escogí libremente se rompiera por lo que Arthur me hizo.
—¿Qué cosa fue esa? —La voz de Ash se encuentra repleta de esperanzas quebradas. Por favor.
—Quedarme a tu lado. —Sus ojos verdes, muy verdes, se miran como jades líquidos revestidos por el denso manto de la oscuridad, es despampanante, sublime y más allá de lo indescriptible pero al mismo tiempo, es familiar, qué risa ¿cómo podría no haberse enamorado de Ash?—. Lo único que elegí en ese mundo de muerte y violencia fuiste tú. —Le dice con el corazón desnudo entre las palmas, expuesto a las espinas y a la oscuridad.
—Eiji. —¿Entonces por qué es Ash quien se ve tan vulnerable?—. Lo lamento tanto, tendría que haberme quedado a aclarar la situación cuando te escuché hablar con Yut-Lung pero… cuando te oí decir que estuviste embarazado de Arthur me sentí tan monstruoso.
—Porque soy monstruoso.
—No tú. —Lo toma de las manos—. Yo, yo me sentí así.
—¿Tú? —Eiji frunce el ceño sin entender a qué se refiere, la calidez de Ash sangra en la baranda de madera y lo atraviesa entero, su corazón arde, la brisa los envuelve en una acuarela llorando.
—Yo. —El arrepentimiento aplaca su voz—. Me di asco, porque lo primero que pensé al saberlo no fue algo en relación a tu bienestar, sino que fue un: “qué alivio”. —Eiji abre los ojos y se siente inundado por un torbellino de emociones mientras Ash lo mira con esa clase de mirada que va rompiendo corazones, vaya que es injusto—. Me sentí aliviado por la pérdida de tu bebé ¿acaso no es algo horrible? Debería haber empatizado con tu dolor y no pude.
—Ash.
—Te fallé, por eso escapé, escapé de mí mismo, no pude resistir la idea de ser como Dino, para él estas cosas son trámites, si no soy capaz de anteponer el sufrimiento de la persona que más me importa en el mundo ¿en qué me diferencio de él? Sentí que estaba demasiado jodido, pero tú no te mereces a alguien jodido, te mereces a alguien que sí pueda ser lo que necesites.
Eiji se abraza el vientre, son cosas feas de decir, lo sabe, sin embargo, él sintió lo mismo cuando el doctor le informó de la pérdida, fue duro, una parte suya estaba aliviada porque tener un hijo de su abusador implicaría exponerlo a situaciones inhumanas ¿qué clase de existencia tendría en un mundo de sangre y muerte?, ¿cómo podría vivir exponiéndolo a drogas y mafias?, ¿siendo el resultado de un experimento y capricho?, ¿cómo podría criarlo teniendo la certeza de que si Arthur quería podía prostituir a su bebé o arrendarlo? Habría preferido matarlo con sus propias manos antes que atarlo a ese monstruo, no podría haberlo dado sabiendo lo que Ash pasó por culpa de Dino o Yut-Lung sobrevivió tras la muerte de su mamá.
No.
No es tan fuerte para soportarlo.
Y una parte suya sintió mucha pena porque era su bebé. No era factible. Lo sabía. Pero era suyo. Era suyo y ya no está. A veces todavía lo siente y es horrible. Así que comprende a Ash. Supone que esas ambivalencias son humanas aunque son duras de digerir, sería más fácil si la relación se limitara a las cosas más bonitas. Pero no. Hay celos. Envidia. Peleas. Diferencias. ¿Hola? Su contexto tampoco lo facilita. Quieren superarlo. Lo intentan. Eh ahí la diferencia. Por ende si le preguntan a Eiji qué haría con su libertad seguiría eligiendo a Ash. Una y otra vez. Siempre. Cada maldita vez. Lo prometieron.
—Creo que la situación es complicada. —Eiji intenta organizar los pensamientos, está tiritando a causa del frío y Ash lo nota quitándose el saco—. No es necesario que hagas eso.
—Insisto. —Dice y se lo acomoda sobre los hombros quedando en pura camisa, se ve increíble con ropas elegantes y sin embargo, a Eiji siempre le gustó más con esas prendas casuales que lo hacen ver como un adolescente más—. Creo que no pude lamentarme porque también toda mi vida se encuentra marcada por eso, no me refiero solamente a cómo vi que Golzine tomaba los bebés de las prostitutas para chantajearlas, sino que mi propia madre no me quiso, fui uno de esos hijos no deseados y mi vida ha sido una mierda desde ahí.
—No digas eso.
—Pero es la verdad, Griffin y yo fuimos hijos odiados por sus propios padres.
—Sino hubieras sido deseado tu madre no te hubiera puesto un nombre tan hermoso, ¿verdad?
—No sé. —Ríe, se nota que el tema es sensible—. Es duro ser huérfano teniendo papá y es aún más duro que tu papá sea el mismo pedófilo que te abusó por diez años. —Se pierde en un sitio demasiado lejano para que Eiji pueda alcanzarlo, más, no demora en volver—. Y para ser justos creo que Arthur sería un papá de mierda y un esposo aun peor. —Eso lo hace sonreír.
—Lo sería. —Sonreír de verdad—. Sería un padre terrible.
—¿Sabes quién sería un increíble papá? —Ash aminora el ambiente y le aprieta la mano—. Eres inteligente y puedes inferirlo.
—Supongo que puedo. —Eiji sonríe con tristeza digiriendo la punzada de dolor que el tema aun le genera, no está listo para aceptar que ha cambiado tanto, más, su vida no regresará a lo que fue antes solo por desearlo. Es lo que hay. Lo sabe—. Supongo que puedo inferir muchas cosas a estas alturas y eso está bien.
Se quedan lado a lado en el muelle, no dicen nada, dejan que la luna los acurruque, no rompen el contacto visual, Eiji se siente cohibido de que tan deslumbrante belleza esté vislumbrándolo con semejante adoración, con esos ojos verdes y vidriosos que impresionan tiznados por todos los matices posibles y al mismo tiempo, ser uno imposible de repetir, por su sonrisa suave que viene acompañada de hoyuelos tímidos, sus pecas que usualmente se aprecian bajo la luz del sol pero lucen más vibrantes que nunca con el tenue sonrojo que besa su piel, su atención cae hacia la cadena que yace amarrada a su cuello, sigue usando el regalo que rechazó, Eiji se hace pequeño bajo la chaqueta del mafioso y se mira envuelto por su olor.
¿Las cosas serían diferentes si primero hubiera llegado a manos de Ash? Se pregunta con pena.
—¿Podemos hablar en serio? Ya sabes, como se supone que los adultos responsables hablan.
—Por favor. —Eiji ríe—. Hablemos en serio, la atmósfera tensa me está matando, Ash.
—Te amo. —Ash se lo dice con tal firmeza y seguridad que lo hace retroceder hasta chocar con la baranda del muelle, las grandes manos del lince lo cogen para evitar que se haga daño como siempre lo hace, la rosa queda entre los dos, ha plantado semillas en sus corazones y Eiji desea con todas sus fuerzas que los rosales se enreden para que el destino no los aparte—. Creo que debe ser obvio a estas alturas, pero estoy enamorado de ti, Eiji.
—Ash.
—Y es muy duro para mí admitirlo porque es una decisión egoísta mantenerte a mi lado, sé que no debería, de verdad que lo sé. —Se aferra al nipón como si su vida dependiera de su cercanía, ¿pero acaso no lo hace? Su alma es invierno sin él, las flores pierden vida y los colores se hacen grises porque Eiji. Mierda. Eiji—. Pero te amo y sé que debo dejarte ir, al final solo te heriré si te arrastro aún más profundo en esto, no perteneces aquí, somos de mundos diferentes.
—Yo elegí quedarme. —Eiji desliza sus palmas en el rostro del lince con una increíble gentileza, procura ser suave y dulce, el rosado besa su rostro y enciende la palidez de su corazón—. Odias que sea terco, lo sé, dices que no tengo instinto de autocuidado y es probablemente cierto pero no puedo dejarte, Ash. No quiero dejarte.
—¿Por qué?
—¿Acaso no lo entiendes? —Ash niega puesto que su IQ es selectivo—. Me despojaron de todo y por eso siento que me queda muy poca vida, vida que sea mía al menos.
—Eiji.
—Pero esa vida que sigue siendo mía la quiero contigo. —Ash abre la boca como si le resultara imposible creer lo que está pasando, el viento mece sus cabellos dorados otorgándole un aura de estrellas y cielo, de sol y luna, de todo y nada—. Porque te amo como no te imaginas, Aslan.
—¿A pesar de ser un Golzine?
—No eres un Golzine. —Enrolla sus brazos alrededor de su cuello con lentitud—. No eres todas esas cosas que te hicieron, sigues siendo tú, sigues siendo Aslan aunque quizás no lo consigas sentir de esa manera. —Medita y concluye con melancolía—. Así como yo sigo siendo Eiji luego de todo esto. Y seguimos siendo nosotros. Tú y yo. Porque aunque las cosas que se rompen no pueden volver a ser las mismas eso no significa que deban quedarse rotas.
—Realmente eres increíble. —Ash ríe con las mejillas vibrantes y rojas, alza una mano para así poderlo coger del mentón mientras hunde la otra en su cintura, le quita el aliento cuando actúa tan galante—. Supongo que era inevitable caer ante tus encantos, onii-chan.
—Hablador. —Se burla—. Pero te amo.
Ash le acaricia la oreja, lo acerca, inclinándose con suma lentitud, asegurándose de que pueda retroceder o arrepentirse con libertad, Eiji no lo hace, de hecho se eleva en la punta de sus pies para consumar la brecha, sus respiraciones se funden en una bruma caliente y chispeante, sus pechos se tocan sincronizando sus latidos, sus manos se deslizan por esos mechones dorados y sonríe ante la sensación y el nervio, ambos tienen la cara caliente, roja y dejan escapar risitas primerizas, entonces Ash lo mira como se supone que debes mirar cuando amas a alguien y le pone fin al espacio entre sus labios.
Es su primer beso.
Eiji cierra los ojos y se deja llevar por el beso, los labios de Ash se mueven tortuosamente lentos entre los suyos como si lo estuviera saboreando, son cálidos, húmedos y avivan una sensación de mariposas en el estómago y chispas en la piel, el cosquilleo deja un resqueme adictivo, pero no ha estado bebiendo para sentirse así de embriagado y tampoco ha catado algo que se sienta tan intoxicante u exquisito, es una sensación extraordinaria que no quiere romper, lo manifiesta al entrelazar sus dedos con más fuerza en su cuello y sacándole una sonrisa coqueta a Ash, es injusto, al final, Ash hace y deshace como se le da la maldita gana y Eiji solo puede perecer ahí.
—No tienes idea de cuánto tiempo morí por hacer esto. —Ash gruñe al separarse, tiene la boca sonrosada por el beso e impresiona hambriento por más—. Fue tan difícil contenerse.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —Sus palabras tan descaradas parecen cohibirlo y lo hace reír.
—Quería ser respetuoso. —Se excusa—. Soy un caballero, no me ofendas.
—Dormimos en la misma cama. —Lo contradice—. Te arrastro a la bañera en ropa interior, creo que a estas alturas conozco cada una de tus… —Eiji se detiene, incluso a la luz de la luna puede apreciar claramente el matiz dorado que enmarca sus ojos, nunca se había fijado.
—¿Qué?, ¿por qué me miras así?
—Me acabo de dar cuenta de que tus pestañas también son rubias.
—Ahí abajo también. —Se lo dice con seducción, atrevimiento y coquetería—. ¿Quieres ver?
—¡¿En serio?! ¡Déjame ver! —Pero su máscara galante no tarda en caerse dando cuenta de una reacción cohibida que le recuerda que a pesar de su descaro aun es un primerizo—. Era broma, solo una broma. —Repite deleitándose de verlo con la cara más roja que la rosa y la respiración entrecortada, le divierte ponerlo en su lugar—. No te comeré, tranquilo.
—¿Y quién diablos tiene miedo de eso? —Se defiende, es orgulloso y no lo oculta—. Y de hecho, tú deberías temer a que te coma, soy un depredador, ¿lo olvidas?
—Puff. —Eiji chista y Ash lo encierra entre sus brazos, baja su rostro para mirarlo, más, lo pone nervioso tenerlo tan encima y a ambos se les nota—. Somos un desastre ¿no es así?
—Tal vez. —Ash presiona un beso sobre su frente—. Pero me gusta ser un desastre contigo, Eiji.
—¿De dónde sacas esas frases tan cursis?
—Románticas. —Lo corrige—. Y con gusto te puedo decir más. —Cierra los ojos solo para abrir uno y espiarlo como si fuera un niño—. Si me das más besos, claro. Todo tiene un precio. —Así que ahí está la trampa, piensa alzándose en la punta de sus pies, enrollándose en su cuello sin sostenerse porque sabe que no lo dejará caer. Nunca lo ha hecho. Y si lo hace tampoco tendría arrepentimientos—. ¿Qué me dices?
—Qué eres un tramposo. —Bufa aunque se inclina encima de sus labios—. Ni siquiera intentas disimularlo.
—¿Por qué debería? —Ash desliza sus dedos en sus mechones entintados—. Si al final yo gano.
Y lo vuelve a besar un poco más.
⊱✿⊰
—Oye, amigo. —Shorter esboza una sonrisa burlona lanzando una carta sobre la mesa—. Estás muy distraído, no vaya a ser que pierdas la apuesta.
—¿Yo? —Ash entrecierra los ojos y desliza un naipe en medio de las botanas—. Nunca.
Los chicos se quedan en silencio asombrados por la frialdad de su estrategia, es lindo usar esa vieja mesa de roble para algo más que planificar matanzas, aunque no disfruta de las apuestas, Yut-Lung llegó desafiándolo con un mazo y una botella de vino del brazo de Shorter, su romance impresiona ir mejor y lo percibe en el humor de su mejor amigo, aún así, no puede esperar a su boda para que se largue de una maldita vez de su casa, cómo sea, tiene cosas más importantes que mirar además de las cartas.
—Eiji ni siquiera está jugando. —Yut-Lung lo regaña—. Déjalo, estás haciendo asquerosamente obvio tu coqueteo.
—¡Ah! —La indignación es una vena palpitando en su cabeza—. ¿Con qué cara me lo reclamas?
—Con esta. —Por supuesto, el bastardo no se lo toma en serio y aprovecha la oportunidad para acomodar su mentón en sus palmas y presumir con sus pestañitas, Shorter babea por el idiota.
—¡Estás sentado en el regazo de Shorter! ¡Literalmente! —Y no sabe cómo diablos está jugando sin hacer trampa porque claramente puede verle las cartas—. ¡Hipócrita!
—Sí, pero él es mi futuro marido. —Yut-Lung tararea—. ¿Y qué es Eiji para ti? —Ash no sabe qué responder y el nombrado parece disfrutarlo—. ¡Exacto! Por eso yo puedo coquetear y tú no.
—Alto, si Eiji no es su novio ¿el premio puede ser un besito? —Ash abre los ojos ante el descaro que Sing muestra mientras que el japonés lo mira desde la distancia con una sonrisa de karma, cree que ya era hora del lince para ser humillado, no era justo que siempre lo fastidiara, Skipper impresiona estar totalmente de acuerdo, ni siquiera está prestando atención a esa película que puso—. Porque eso quiero de premio.
—Mocoso precoz. —Ash gruñe enfurruñado—. ¿Por qué querrías un beso de Eiji?
—Pues porque es bonito. —Sing lo dice con simpleza, han interactuado poco, aun así, Eiji debe admitir que es un encanto, no lo ha subestimado en ningún momento y al contrario, sus pupilas brillan con admiración desbordante cada vez que le cuenta algo—. Y sino es tu novio, entonces puede ser mi novio ¿verdad?
—¿Acaso no tienes como 12 años?
—¡15! —Gimotea—. ¡Tengo 15 años y estoy a punto de cumplir 16!
—Ah, perdón. —Ash esboza una sonrisa maliciosa—. Con tu medio metro de altura pensé que eras más joven, Cain tenía razón, apenas puedo verte en la mesa ¿debería traerte una silla para bebés?
—Ash. —Basta de ese simple regaño para calmarlo—. No seas malo con él.
—¡Quiere un beso tuyo! —Gimotea—. ¡No te pongas de su lado! —Mucho menos si me besaste a mí, parece decirle con su puchero infantil y sus ojitos de gatito abandonado.
—¿Quieres ganarte un beso de Eiji? Pues gánale al mocoso. —Shorter lo alienta—. Después de todo solo quedan ustedes dos en la partida, yo ya perdí.
—Pero yo no. —Yut-Lung esboza una sonrisa maliciosa—. Aún puedo ganarles a los trogloditas.
—Sí, pero tú estás prácticamente casado. —Shorter ríe—. ¿Verdad?
—No sé, depende de cómo te portes.
Eiji realmente aprecia esos momentos domésticos donde todo se siente tan normal y correcto.
No lo malentiendan, no es que quiera tapar el sol con el dedo, sabe que Ash, Chinatown y Black Sabbath se juntaron para planificar una última ofensiva contra Arthur, quieren hacerlo mientras asaltan el laboratorio para sabotear la droga y supuestamente rescatar a Griffin, tienen un gran arsenal comprado para la ocasión y lo único que están esperando es que Arthur quede carente de personal por sus ataques furtivos. Lo harán está semana. La batalla final. Lo sabe. De verdad que sí. Justamente por eso se siente tan especial poderle estar acariciando el cabello a Skipper mientras los chicos juegan uno, se molestan, ríen, se enfadan, hacen pucheros, berrinches, se portan como de su edad. Por estos instantes se siente en casa.
—Si gano. —Los ojos de Ash se entrelazan con los suyos con tanto descaro que lo hace sonreír, no sabe disimular, definitivamente es terrible y lo comprueba cuando le guiñe el ojo con sumo descaro—. Quiero un beso adulto para mí.
—¿Un beso adulto? —Sing pregunta ladeando la cabeza.
—Ya sabes. —Ash tararea levantando su última carta—. Uno con lengua. —Claro que se lo dice mostrándole la lengua con picardía, haciéndolo enrojecer y desviar la mirada y provocando que Yut-Lung contenga una arcada y Shorter chiste alentando sus tonterías, vaya grupo—. Es todo.
—Bastardo. —Yut-Lung brama tomando cartas del mazo, Ash arrojó un color que no tenía y casi puede leer la satisfacción en su rostro—. Debimos jugar póker, lo sabía.
—Cumple con tu promesa, onii-chan. —Ash canturrea desbordando satisfacción.
—Ah. —Pero Sing—. Esto aun no se acaba. —Justo cuando Ash cree que ha ganado Sing le tira la infalible carta de “+4” proclamando la victoria para él mismo—. El beso es mío.
—¡Eiji! —Ash gimotea y corre para envolverse en su cintura—. No lo puedes besar, te lo prohíbo.
—No sabía que estábamos en una relación para exigirme monogamia. —Pero como Eiji es todo un hijo de puta se levanta y le da un beso a Sing en la mejilla provocando que el chico enrojezca diez tonos y se hiperventile por la sobreestimulación.
—Vaya falta de contacto femenino y masculino. —Yut-Lung se lamenta—. Hay que educar bien al chico. —Y se levanta del regazo de Shorter para presionarle un beso en la otra mejilla.
—¡Hey! ¡Ni siquiera me has dado uno a mí!
—Pues gánatelo. —Yut-Lung se burla sacándole la lengua—. Sedúceme, aun no tengo un anillo.
Shorter ni siquiera puede responder cuando un estruendo ensordecedor sacude los cimientos de la mansión.
—¿Una explosión en la casa?
Antes de que puedan procesarlo una onda expansiva tira las sillas al suelo, quebraja los vidrios y tumba los cuadros llenando el aire con una presión sofocante, un calor abrasador se extiende rápidamente e inunda las habitaciones, las llamas surgen y se deslizan como enredaderas ante las paredes, las risas mueren y quedan sepultadas en el caos. Fuego. Alaridos. Disparos. Arthur los está emboscando. El terror queda plasmado en la cara de todos. No hay tiempo. Escuchan cómo el techo cruje, las vigas amenazan con desgarrarse. Un objeto es arrojado por el ventanal hacia el centro del salón. Una bomba.
—¡Eiji!
Y entonces, el humo lo envuelve todo.
Notes:
Empezamos el otro capítulo potente desde el punto de vista de Eiji también, oficialmente le damos inicio al penultimo arco de la trama porque chiquillos, vamos en 2/3 de la dinamica, no nos queda nada de octubre.
Gracias por tantos, nos vemos mañanita~
Chapter 21: Despertar juntos.
Notes:
Hi~ Muchas gracias por seguirle dando vida a esta pequeña historia, como les comenté, hoy nos toca empezar un nuevo arco más o menos canonico, así que les refuerzo harto las advertencias como siempre, se vienen dos capítulos que son medios densos, así que por favor cuidense.
Mil gracias por todo el apoyo y el cariño, espero que aún así les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Humo. Sangre. Escombros. Pedazos de vidrio. Calor. Hay fuego por todas partes. El candelabro explotó. ¿Qué pasó? Una bomba. Cierto. Les lanzaron una bomba por la ventana. Ja. Eiji intenta reincorporarse al salón, más, una desgarradora punzada en el vientre lo paraliza, baja la mirada y arroja un grito mudo al entender que tiene un pedazo de cristal incrustado en su carne, carajo, no puede ver nada, las llamas se extienden con furia, no hay oxígeno, está mareado y siente un pitido incesante palpitar en sus oídos, trata de que sus piernas respondan para pararse y es ahí que cae en la cuenta de que tiene a alguien más encima. Ash. Ash. Ash. ¡Debe ayudarlo!
—¡Ash! —Grita aunque no escuche su voz, su garganta se halla árida, cada palabra es un bisturí infectado arañándole la tráquea—. Ash…
Por favor despierta, te necesito.
—E-Eiji. —Está muy herido, mierda, hizo de escudo humano ¿en qué diablos estaba pensando?
—Estás sangrando. —Eiji extiende su palma para acunar el rostro moreteado de Ash, su cabello dorado se ha convertido en un revoltijo pegajoso y grumoso ¿dónde se magulló?, ¿le llegó algún resto de escombro? Le desespera no poderlo ver bien para apreciarlo—. Estás lastimado.
—¿Tú estás bien? —Los ojos verdes, jades, se ven inundados por una pena desconsolada como si se le estuviera haciendo trizas en estos instantes el corazón—. Tienes un pedazo de ventana.
—Estaré bien.
—Abrázame con fuerza, debo sacártelo o se infectará y no quiero que explote con el calor antes de irnos. —Eiji obedece, se aferra con toda su fuerza a la espalda del lince, cierra los ojos y deja que haga lo que quiera ya que le confía su vida. Lo hizo en su primer respiro. Lo hará en el último también. En todos los del medio. Respira—. Acá vamos.
—¡Duele! —Dura un segundo, no obstante, esa cicatriz lo atormentará el resto de su existencia.
—Tenemos que irnos. —Ash se rasga un trozo de la camisa e improvisa un torniquete alrededor de sus costillas, ni siquiera se ha preocupado de sus propias heridas sangrantes (cuando se ve mucho peor con su carne abierta)—. ¿Puedes pararte? Debemos llegar a los autos.
—Sí, puedo caminar además.
—No sueltes mi mano. —Serio. Frío. Implacable—. Te sacaré de aquí antes de que lleguen más.
Cientos de balas agujerean las paredes de la mansión, sin duda es una emboscada violenta de parte de Arthur, Eiji estruja aterrado la palma de Ash a través del humo y las llamas, los alaridos de la pandilla resuenan entre las sombras, los escombros caen a su alrededor, no se salvará ni una sola rosa del invernadero, sus ojos lagrimean en el tufo, la nariz le arde como si la estuviera presionando contra una sartén repleta de aceite. Es bestial. Salvaje. Inhumano. Balas. Navajas. Bombas. Pólvora. Fósforos. Risas.
—¡El jardín! —Escucha el llanto de Skipper perderse como un fantasma entre el caos—. ¡Paren! ¡Están quemando las flores que plantamos con Ei-chan! —Ruega. Suplica. Llora.
Sin dejar de correr Eiji aprecia por uno de los ventanales cómo vuelcan un galón de gasolina en las flores antes de prender un fósforo y abandonarlas, los pétalos escaldan en una sinfonía de horror mudo, basta de un segundo para que se reduzcan a cenizas y al siguiente dichas cenizas se pierdan contra el viento. Corren. Corren. Corren. Deben seguir corriendo. Pisan los despojos de la casita que construyeron. Los vidrios. Las baldosas craqueladas. Los cuerpos que caen al oír los disparos. Ash no deja que vea nada de eso. Lo lleva sano y salvo al estacionamiento. Los chicos los están esperando.
No están todos.
—¡¿Dónde carajos está Yut-Lung?! —Ash maldice frenético—. ¡Es el único que falta! ¿No pensó que sería buena idea ponerse seguro en una puta emboscada? —Hunde los dedos entre lo más profundo de su cuero cabelludo para tirarlo con rabia.
—Fue a buscar la información de la droga. —Shorter parece al borde de un paro cardíaco, lo ve inhalar con fuerza desesperado por aire, pero mientras más respira más pálido luce—. No pude detenerlo, no pude alcanzarlo, me encargó a Sing y simplemente se fue.
—¡Estúpido dramático! ¿Sigue adentro?
—Sí.
—Esa serpiente venenosa. —Ash detracta entre dientes, la pestilencia de la gasolina los arrulla junto al tenue aroma del gas, van a hacer explotar toda la maldita casa, los disparos retumban y es insoportable, ni siquiera sostuvo un arma, no obstante, hay pólvora impregnada en su boca seca—. ¿No te podrías haber enamorado de alguien más? —Dice y Eiji presiente lo que vendrá.
—Ash. —Se aferra con fuerza a su brazo, no lo soltará, no le permitirá dejarlo, se encuentra muy lastimado por reducirse a un maldito escudo humano, lo matarán si regresa—. No vayas.
—Shorter, sabes que hacer. —Eiji lo sostiene con su alma pendiendo en un hilo porque apenas lo suelte se esfumará, ¿entonces qué? Lo perderá igual que las flores del invernadero, esas que él regó, abrigó con el fanal, esas a las que les mató los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas), esas a las que oyó quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Esas mismas rosas. Esas que eran suyas—. Cuento contigo para cuidarlo.
—Prometo no defraudarte. —Shorter responde y Ash lo mira.
—¡No! Es un pésimo plan.
—Eiji. —No. No. No—. Tienes que soltarme. —Esa mirada es un adiós, porque este desquiciado siempre parece listo para sacrificar su vida si con eso puede proteger a quienes ama, es injusto que se trate a sí mismo como a un soldadito de juguete, no es desechable—. Necesito regresar por la serpiente venenosa.
—Por favor, no vayas, te lo imploro.
—No puedo simplemente dejar morir a ese venenoso, hemos trabajado muy duro para salvarlo.
—¡Yo puedo ir por él! —Grita la desesperación, poco a poco se afloja el agarre, cada centímetro de distancia es una grieta irreparable en su corazón. Las cosas rotas no necesariamente tienen que quedarse rotas. Pero Ash. Sin Ash. No. Nunca podrá sanar sin Ash. Su alma. Corazón. Vida.
—Eiji. —El nombrado se traga una arcada, desea llorar, no siente nada y al mismo tiempo siente todo de golpe. No quiere eso. Eiji nunca ha podido elegir nada. Lo único que eligió fue quedarse al lado de Ash, ¿por qué se va entonces?—. Tienes que dejarme ir.
—Dijiste que nunca me dejarías ir. —Está a punto de llorar y eso le rompe el corazón en cientos de pedazos al lince, esclarecido por las inclementes llamas que cierran la mansión impresiona más vulnerable que nunca y odia esa idea—. ¿Entonces por qué me estás dejando ahora?
—Arthur me busca a mí, ustedes no tienen nada que ver en eso. —Ash le da una señal al chino para que acomode las palmas sobre sus hombros y lo retenga, la brecha de fuerza es imposible de cerrar y ellos lo saben, no tiene oportunidad de seguirlo—. Yut-Lung está arriesgando su vida por salvar la información que podría darnos una salida de este infierno, no puedo dejarlo, es tu preciado amigo, Eiji. —Sonríe—. Sé que lo entiendes.
Y claro que lo hace, quiere a Yut-Lung.
Pero. Pero. ¡Pero!
—¡Ash! —Los ojos de Eiji se atiborran de lágrimas cuando el nombrado le da la espalda, se está yendo, lo está dejando y luce tan herido, ¡mierda! Está sangrando, ni siquiera se ha tratado esas cicatrices, se van a infectar sino las limpia, nunca cerrarán así, pero Shorter lo sostiene usando toda su fuerza sin llegarlo a lastimar—. ¡Ten cuidado! —Le ruega—. Si también te pierdo a ti, me volveré loco.
—Shorter. —Ash detiene sus pasos—. Cuida bien de él.
—Claro que sí.
—No lo dejes solo ni un segundo.
—Te lo prometo.
—¡Ash! —Eiji estira su mano tratando de alcanzarlo, es en vano, una vez le platicó de la historia de un leopardo congelado que había escalado demasiado la montaña, le dijo que al pensar en su muerte recordaba ese leopardo y tiene el horrible presentimiento de que ahora mismo, está encaminándose para perderse en una carcasa congelada—. ¡Vuelve a salvo! —¿Por qué escaló tanto la montaña?, ¿estaba tratando de bajar?, ¿o de subir más alto? De cualquier forma—. ¡Te estaré esperando! ¡Siempre!
Ese leopardo sabía que nunca volvería.
Shorter lo sube a un automóvil e intenta consolarlo desde el asiento del copiloto con frases de aliento dulces y palmaditas suaves, es reconfortante cómo ha cambiado su relación, más, solo logra pensar en Ash. Ash en esa casona infernal. Ash indefenso contra el ejército de Arthur. Ash intentando salvar a Yut-Lung. Ash herido. Ash desamparado. Ash con esa mirada de despedida. Nunca le dio el permiso para decir adiós. Ni una vez. Eiji aprieta su pecho y con mucho esfuerzo regulariza su respiración, se arrepiente de no haber aceptado el collar que le compró, dijo que el ónix le recordaba a sus ojos, si lo tuviera al menos podría aferrarse a algo.
Pero no tiene nada. Absolutamente nada que lo ate a Ash. Y eso lo está matando.
—Estará bien. —Shorter le promete con una sonrisa calma, pero sus ojos, Dios, está aterrado.
—Lo sé. —Porque también quiere a Ash y a Yut-Lung, es igualmente difícil para Shorter soportar la incertidumbre de toda la situación, lo único que pueden hacer es escapar sanos y salvos.
—Shorter. —El conductor tiene la boca seca, sus palmas están tiritando alrededor del volante.
—¿Qué pasa?
—Lo siento. —El chico detiene el auto de golpe—. Lo siento tanto.
—Oye, ¿qué diablos estás haciendo?
—No quería, yo no…
No alcanza a responderle cuando una bala le vuela los sesos al conductor dejando horrorizado y ensangrentado a Shorter. Lo siguiente que saben es que una camioneta blindada los estampa contra la pared. Los vidrios vuelan. El auto se vuelca. El cinturón de seguridad lo asfixia. Shorter dice algo. Eiji no lo escucha. Un chorro caliente cae por su frente. Pero Ash dijo que todo estaría bien y Eiji debería creerle, ¿no es verdad? «Para siempre» se prometieron.
Para siempre.
Cierra los ojos y cae inconsciente.
⊱✿⊰
—Lo lamento, Eiji.
Reconoce esa voz. Afable. Gentil. Confiable. Le contó que Ash escondía las armas en el estante superior porque él era bajito y no podía alcanzarlas. Le cocinó patas de pollo cuando le preparó natto a los chicos y ambos encontraron el intercambio delicioso. Le dijo que solía cazar gallinas con los dientes. Le prestó sus lentes de sol. Cuando le dio frío también le pasó su buzo amarillo porque así es él. Habló de Sing con orgullo. Y mira a Yut-Lung como solo un hombre enamorado es capaz de mirar. Es fiel. Un grandioso líder. Un estupendo amigo. Es Shorter. Está con Shorter.
—Pero créeme cuando te digo esto. —Pero algo se siente terriblemente mal en su voz, como si supiera que algo espantoso está a punto de pasar—. Moriré antes de dejar que te toquen.
Es una promesa.
Intenta abrir los ojos, sin embargo, se siente como si lo hubieran drogado, se halla familiarizado con la sensación, Arthur tenía una fascinación enfermiza con paralizarlo físicamente pero dejar su mente despierta para que pudiera ver en primera fila todas las atrocidades que le hacía sin que se pudiera defender, debe tener cierto grado de resistencia y tolerancia ya que poco a poco sus músculos vuelven a cosquillear, la punzada en sus muñecas confirma sus sospechas, está dopado, secuestrado, seguramente en la mansión de Dino y apenas abra los ojos será real.
—S-Shorter. —Pero se fuerza a despertar, necesita ayudar a Ash, no puede portarse como peso muerto, además, si ellos están acá ¿qué hay de los demás?
—No te fuerces en hablar. —Shorter lo tiene recostado en sus piernas, están en la casa de Dino.
—¿Qué pasó? —Articula intentando levantarse en vano, está mareado y apestado, debe seguir dopado, Shorter toma su cabeza y la recuesta en sus piernas como una mamá acunando todos los dolores de su bebé—. Estábamos escapando y…
Los chocaron.
Un camión los chocó.
—Y uno de mis hombres nos vendió. —Shorter baja la mirada, se ha quitado los anteojos dando cuenta de un rostro desgarrado, está frío, muy frío, se cuestiona si así se sentirán los cadáveres y elimina inmediatamente el pensamiento, definitivamente le afectó haber vuelto acá, pero por lo menos no está en la mansión de Arthur, ¿verdad?—. No fue su culpa, lo amenazaron, tendría que haberme dado cuenta antes, él estaba actuando extraño.
—¿Dónde estamos? —Eiji escanea el cuarto con desesperación, asumió el lugar del secuestro cuando es obvio que Golzine se ha desligado, la riña es entre sus herederos y al levantarse para vislumbrar los horrorosos cuadros de arte, las pieles empapelando la pared, los restos de joyas que dejaron amantes fantasmas, la pila de collares. No. ¡No! No puede haber vuelto acá.
—Bienvenido a casa. —Arthur abre las puertas de golpe—. Ha pasado un buen tiempo, ¿cierto?
—Arthur.
—Te ves sorprendido. —El nombrado tararea arremangándose la camisa, agitando sus palmas empapadas de sangre y manchando todo a su alrededor, nada le importa—. Dino no se meterá en nuestros asuntos familiares pero me prestó a Dawson y a un par de sujetos quienes tal como tú, sufrieron las consecuencias de la droga, lo único que debo hacer es traerle resultados.
—No te le acerques. —Shorter saca una navaja de su tobillo y toma a Eiji de rehén, no esperaba el movimiento, más, confía en su amigo—. O le cortaré la garganta.
—Shorter. —Espera que no hable en serio—. ¿Qué haces?
—Lo siento, Eiji. —Traga duro—. Te seguiré, no te dejaré solo.
—Estoy seguro de que Ash amará ver como su mejor amigo mata al chico que tanto ama, debes haberte spoileado lo que nos espera pero esto se está volviendo demasiado aburrido y no tengo todo el día. —Basta un chasquido de dedos para que una decena de hombres entre al cuarto y los separe.
—¿A qué diablos te refieres? —Shorter refunfuña, protesta y lucha—. ¡Quítense de encima!
—¡Saquen a esta rata de laboratorio de aquí! —Arthur ordena, Shorter patalea y grita para poder seguir a su lado porque teme dejarlo solo, más, lo reducen entre varios hombres y entonces no para de aullar. Escapa. Corre. ¡Sal de acá por Ash! Pero el japonés ni siquiera se puede levantar del sillón porque las piernas no le responden, trata de estirar la mano, de hacer algo—. Mi padre verá quién es digno de ser su sucesor cuando vea la muestra que tengo planeada.
—¡Shorter! —Grita, más, su voz es un hilo quebrado, todavía está herido de las costillas aunque no tiene el torniquete que le hizo Ash, da igual, a duras penas se alza del sofá solo para caer de bruces y ser sometido por la escolta de Arthur, lo tiran con brusquedad ya que así son las cosas acá ¿verdad? Hogar, dulce hogar—. ¡Suéltenme! ¡No me toquen!
—¡Eiji! —Shorter aprieta sus dientes e intenta alcanzarlo, estira su mano como si con un simple toque pudieran arreglarlo, lo sacan a rastras del cuarto sin importar cuán desesperado se torne su llanto porque sabe que una vez esté afuera no podrá protegerlo—. ¡Eiji! ¡Eiji! —No lo lastimen por favor. No lo toquen. No lo hieran. No lo abusen. No lo vendan. No lo rompan. ¡No más! Dios.
—¡Shorter! —Eiji extiende su mano intentando alcanzarlo—. ¡No me dejes acá!
—¡Eiji! —No lo logra—. ¡Te prometo que…!
Cierran la puerta en su cara.
⊱✿⊰
«Para siempre», se prometieron.
¿Cuántos días lleva acá?
⊱✿⊰
Eiji despierta al lado de Arthur.
La escena es dolorosamente familiar y eso lo hace contener el llanto, de pronto todas las cosas que vivenció con Ash se sienten como si hubieran sido un sueño muy lejano y bonito, más, tocó despertar y regresar a la realidad, Eiji lleva sus piernas hacia su pecho y se hace un ovillo contra sí mismo, tiene frío y aunque podría taparse con las frazadas odia que tengan la peste de Arthur impregnada, es gracioso cómo se acostumbró tanto a Ash. A sus shows por la mañana. A cómo se quejaba y se tapaba la nariz por culpa del natto. A sus bromas sobre su inglés. A sus risas al decirle que viera plaza sésamo. A sus pucheros al aborrecer a Nori Nori. Su belleza. Su valentía. Su fuerza. Su fragilidad. Su bondad. Su altruismo. Su altanería. Su inocencia. Su inmadurez. Su alma. Su corazón. Su cuerpo. Todo. Eiji se acostumbró y lo amó todo.
¿Pero ahora?
Arthur ronca pesadamente contra la almohada, el aire está tan cargado de putrefacción que ni siquiera puede respirar, debe llevarse las manos hacia el pecho para regularizarse porque sabe que su dueño es intolerante y lo trae con la correa corta, ¿dónde está Shorter? No ha sabido de él desde que los separaron y el tiempo ha transcurrido extraño en la prisión, no tiene noción de los días ni de las noches, el único atisbo temporal es cuándo Arthur entra y sale para tomarlo.
—¿No extrañabas esto? —Arthur hunde los dedos en su cabello anticipando cualquier patético intento de lejanía que quisiera imponer, lo jala de regreso a la almohada y es doloroso, más, no sacará nada protestando y lo entiende—. Tú y yo a donde pertenecemos.
—¿Crees que pertenecemos aquí? —Su caricia no es cariñosa, ni suave, es una declaración de dominio, un intento por recordarle quién tiene el control. Eiji no. No lo tiene. Nunca lo ha tenido.
—Por supuesto. —Tararea—. Por eso le pedí a Dino que te regalara a mí. —Sus manos bajan de su nuca hacia su espalda hasta finalmente serpentear sobre su vientre, están desnudos.
—Si pensabas eso ¿por qué me disparaste?
—Creí que habías sido un fracaso.
—No estoy embarazado, soy un fracaso. —Quiere recordarle que no es de utilidad, reza porque quiere ser desechado, no soportará esta vida otra vez—. Así que deberías abandonarme.
—No te abandonaré hasta que me des otro hijo, ¿nunca lo has pensado? —Una arcada escalda al fondo de su garganta ante el mero pensamiento—. Por supuesto, tengo que generar un fuerte impacto en Dino y en los demás inversionistas que vendrán a la reunión, para eso te necesitaré, pero confío en que saldrás vivo y podremos retomar nuestra relación, considéralo como si esta fuera tu redención.
—¿Redención? —Está loco. Está demente—. ¿De qué?
—Por haberme ocultado el embarazo. —Sus toques se vuelven más y más posesivos. Tan cruel.
—¡Yo no sabía! —Un golpe retumba en la habitación, Eiji se acaricia la boca, las sábanas pronto se manchan de escarlata al igual que sus muslos.
—No me vuelvas a levantar la voz. —Lo amenaza—. Eres una propiedad mía nada más, si estoy hablándote con cariño es porque quiero que seas una mascota especial.
Quiere llorar. Porque Ash. Ash nunca haría esto. Ash nunca le gritaría. Ash nunca le pondría una mano encima. Ash nunca le arrancaría la ropa aunque le pida que pare. Ash nunca lo amarraría para que no pueda luchar. Ash nunca lo trataría como sino tuviera vida. Ash no lo abusaría. Ash no lo rompería. Ash no lo obligaría para que se quede a su lado. No. Ash lo ama. Lo ama y…
¿Dónde estás?
—No llores. —Arthur murmura en un tono casi burlón mientras aprieta su cuerpo contra el suyo en un abrazo gélido—. Sabes que tus lágrimas de cocodrilo no me causan nada.
Sus palabras resuenan en el aire y taladran en su mente para hacer un agujero en lo más hondo de su alma. Es real. Está acá. Está con Arthur. Ash no está. Volvió a lo de antes. La humillación entremezclada a la desesperanza es una copa de veneno que se toma pero es un cadáver, trata de respirar profundo, más Arthur lee sus intenciones y lo estrecha hasta que cada hueso truena y cada músculo se rasga, es hilarante, ha pasado por transgresiones desde que cayó en manos de los Yakuza, sin embargo, nada es lo mismo desde que Ash lo besó.
¿Sentirse sucio? Para empezar nunca estuvo limpio y aun así estar desnudo con Arthur, pegado centímetro a centímetro, sintiendo cada fibra de su piel y olfateando su pestilencia impregnada hacen que se sienta peor. Usado. ¿Así se sentirá un niño que llega con gotitas de sangre a casa?
—Sino paras de llorar pensaré que te hice algo.
—No. —Se calma aunque tiene la voz rota—. Estoy bien, no me pasa nada.
—Eres tan frágil ¿verdad? —Arthur suelta una risa áspera cargada con desdén, sus dedos tocan su vientre en círculos como si hubiera algo cuando por su culpa no hay nada—. No sé si detesto eso de ti o si me gusta, eres como una mariposa entre mis manos, basta de un mero toque para que pueda romper tus alas, es un poco patético siendo honesto. Pero te queda bien. Estar roto te sienta de maravilla.
—Ja. —Eiji sonríe sintiendo esta crueldad como una cuchilla—. Realmente no te pareces a Ash.
—¿Qué dijiste? —Su voz se oscurece, sabe que es su punto sensible y que es sumamente tonto confrontarlo sino tiene oportunidad—. Repítelo si te atreves.
—No eres para nada como Ash. —Y se lo repite, apartándose—. Cuando me contaste sobre él, me dijiste que era un monstruo, un depredador sanguinario que necesitaba succionar el alma del resto para mantenerse con vida igual que una sanguijuela, pero creo que te equivocaste, la descripción te sienta mucho mejor a ti.
—Hijo de puta. —Arthur no duda en abalanzársele encima y ahorcarlo, tiene la gargantilla, ese es su seguro de que no podrá asfixiarlo—. ¿Crees que él vendrá a salvarte?, ¿realmente piensas que le importas? A ese bastardo no le importa nadie más que él, ¡cree que todos son inferiores!
—Tú crees que eres inferior que él. —Jadea y le golpea la muñeca tratando de aflojar ese agarre para conseguir oxígeno—. Y culpas al resto de eso, por eso las personas no te eligen.
—Dices eso ahora, pero veamos cómo estarás una vez que arme un espectáculo delante de él.
—¿A qué te refieres? —Arthur le quita las manos del cuello pero no sale de encima.
—¿Crees que estuve recolectando tus feromonas por nada? Las necesitaba para que Dawson pudiera trabajar con ellas y con tu amiguito el chino.
—Shorter.
—Ustedes dos se matarán delante de Ash, sí, esta droga es maravillosa para otorgar una casta, los alfas y los omegas son los extremos de la evolución ¿pero sabías que el primer prototipo se asociaba más a la hipnosis? Imagínate tener un ejército de alfas dotados de un instinto asesino y una fuerza sobrehumana que estén listos para aniquilar con lo que yo les ordene o por el otro lado, tener cientos de omegas con las piernas abiertas que reciban lo que yo les pida.
—Eso es horrible.
—Es el futuro. —Se burla—. Deberías agradecer que en ti no intenté usar esa versión, pero creo que tu amiguito no correrá con la misma suerte.
—¿Eso es lo que realmente quieres? ¿Eso te hará feliz?
—Me hará feliz recibir la aprobación de Dino, le prometí resultados si me prestaba a Dawson y yo he sido el que lo ha ayudado durante un año, no Ash, debió matarlo, el traidor se fue pero él está tan obsesionado con esa puta que ni siquiera puede seguir sus propias reglas, quiero verlo sufrir, quiero que sufra como yo he sufrido todos estos años y eres un daño colateral en esto.
—Arthur.
—Pero realmente espero que salgas vivo. —Arthur desliza sus dedos hacia la espalda del nipón para levantarlo en una especie de abrazo, lo toma con fuerza, lo aplasta, lo funde, lo quiebra y lo deja quebrado porque nunca ha sido capaz de arreglarlo—. Te haré otro bebé si sales intacto.
—¿S-Se supone que debo estar agradecido? —Los ojos de Eiji arden sin que caigan las lágrimas porque a estas alturas, no deben quedarle—. ¿Se supone que me debo sentir halagado?
—Tú y yo estamos atados. —Arthur tararea deslizando sus dedos hacia su nuca, jalándolo con suma brusquedad del cabello—. Si muero, tú mueres. Es un vínculo del que jamás te desharás.
—Pero.
—Así que incluso si sales con vida y vuelves con Ash. —Lo jala más bruto—. Nunca serás capaz de tener una vida con él. Me perteneces.
⊱✿⊰
—¡Camina!
Eiji arrastra sus pies por el calabozo, está herido, apestado y exhausto, se rasca el cuello, ahora tiene una urticaria grotesca debajo de la gargantilla pero Arthur no se la ha sacado para sanarlo, así que debe soportarlo, los guardias se ríen y le gritan cosas provocando que se haga pequeño en su camiseta negra, es la única prenda que ha tenido estos días y lo hace sentir un poco más protegido. Abren la puerta. Suenan cadenas. Ecos. Fantasmas. Pesadillas.
—¡Eiji! —Escucha su nombre y reconoce esa voz. Ash. Ash está acá. Alza la mirada y lo ve atado con dos gruesas cadenas en la sala de torturas, tiene los brazos colgando, Shorter está delante de él. Vivo. Están vivos los dos. Qué alivio.
Pero entonces Shorter lo ve y….
—Exacto. Esto es Banana Fish.
Notes:
¿Se viene nuestro evento canonico? Sí pero con plot twist porque de acá todos ya salimos lo suficientemente traumados como para traumarnos aún más, mañana altiro retomamos esto aunque lo hacemos del punto de vista de Ash y ya se calman las cosas.
Nos vemos mañanita~
Chapter 22: Conocer a la familia.
Notes:
Hi~ Como les mencioné seguimos directamente con Ash, este capítulo también se viene canonicamente intenso, pero no tanto porque los fans de banana fish también necesitamos ser feliz y chicos, nos queda practicamente una semana con esta dinamica, así que muchas gracias por aguantarme tanto, ¿se dan cuenta de que llevaba un año sin ser consistente en una de estas? Y parte de esto es el amor que le han dado a este fic, los quiero caleta.
Espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La primera impresión que tuvo de Shorter fue que era extraño, lucía una brillante calva y usaba el mismo par de lentes de sol aunque fuera de noche, tenía una voz estruendosa con un acento chino tan marcado que podía oler el cerdo cantonés cuando le hablaba, fue su compañero de celda por mera casualidad en el reformatorio, su carácter extravagante y grotescamente afable contrastó fuertemente con su personalidad en ese entonces. Estaba ahí porque Golzine quería que se mataran con Arthur, lo intentaron, un reo al que tenía amarrado a la punta de su dedo le haría todo el trabajo sucio a cambio de una paja. Pero Shorter. Ja. Lo enfrentó con un moralismo digno de una galleta de la fortuna y lo frenó. Luego le dijo que se parecía al ángel de navidad de la tarjeta que su hermana le había dado. Vaya sujeto. Estaba loco.
Creyó que nunca lo volvería a ver así que le robó dicha tarjeta y se burló al salir del reformatorio.
Es pecado masturbarse con esto, ya sabes.
Y se lo dijo como adiós mientras refutaba y el guardia lo arrastraba de regreso a la celda.
Pero se siguieron viendo. Días. Semanas. Meses. Años.
Aprendieron a liderar Nueva York codo a codo así como aprendieron el significado de un “mejor amigo”. Fue la primera persona a la que Ash dejó acercarse y le confió su vida. Su bro.
Por eso…
—¡AAAAAAAAHHHHH!
Ash se remece con desesperación, las cadenas tienen sus muñecas inmovilizadas, Arthur está al lado con una sonrisilla de triunfo que le pone los pelos de punta, no le bastó con arrastrarlos a él y a Max a la sala de juegos como si fueran putos animales de exhibición, no le bastó ponerlo frente a Dino y una serie de políticos importantes para humillarlo, no le bastó con traer a un Eiji de ojitos tristes, no le bastó con ofrecerlo a los clientes de niño para así amparar su asqueroso pellejo, no le bastó con matar a su primer amor, no le bastó con exhibir las películas de Marvin, no le bastó con intentarlo apuñalar por la espalda. No. ¡Nada le bastó! ¡Nada nunca le bastará!
Shorter se lleva las manos a la cabeza, incrusta sus uñas y las hunde hasta deformar su cráneo, jala con brutalidad, intentando arrancarse el cerebro para que se callen las voces, falla, así que cae de rodillas sobre los ladrillos del calabozo. Grita. Grita. Es un alarido gutural tan desgarrado que no resulta humano. La saliva cae. La sangre escurre. Sus ojos lagrimean. Entonces se hace un ovillo en el piso igual que un niño. Piedad. Duele. Por favor.
—¡Mi cabeza!
—¿Shorter? —Ash mira horrorizado la escena—. ¿Esto…?
—Exacto. Esto es Banana Fish.
—¡No puede ser! —Max se encuentra encadenado a un poste, se supone que rescatarían a Griff con el pretexto de caer en una trampa, se vistieron de etiqueta, se metieron en la boca del lobo, pero claramente subestimó a Arthur y al rencor que lo mantiene vivo—. ¡Bastardos!
Así que lo único que puede hacer es ver cómo Shorter tirita, tirita, tirita en el suelo balbuceando incoherencias mientras los inversores y Dino se pasman del asombro. Shorter, ¿qué diablos te hicieron?, ¿qué carajos hace esa maldita droga? Sabía que debían atacar lo antes posible, más, no contaba con que los Lee le dieran problemas. Llegó muy tarde. Cuando ve cómo Arthur coge de la camisa a Eiji para arrojarlo enfrente de él teme que tiene razón.
—¿Quieres saber algo divertido de todo esto? Te dije que las castas más afortunadas producían feromonas.
—¿Y eso qué diablos tiene que ver?
—Pues Shorter se manifestó como alfa, por ende es capaz de oler feromonas. Y tú adorado Eiji.
—¡No lo toques! —Ash grita vislumbrando cómo Arthur desliza su lengua por el cuello del nipón provocando que se le cristalicen los ojos por el terror. Va a matarlo. Lo matará—. ¡Suéltalo!
—Es un bonito omega. —Arthur saca una llave dorada de su bolsillo y basta de un clic para que caiga la gargantilla, Dios, el cuello de Eiji es un espectáculo de podredumbre y heridas abiertas, nunca se las desinfectó y ahora están moradas—. Uno que produce feromonas.
—¡Si te atreves a ponerle una puta mano encima prometo cortarte cada uno de esos repulsivos dedos tuyos! —Ni siquiera lo escucha—. ¡Arthur!
—Uno cuyas feromonas usamos para experimentar con Shorter. —Arthur sonríe burlonamente sin dejar de manosear el cuello de Eiji—. Te dije que además de crear las castas, la droga puede facilitar el control mental, ¿verdad? —Shorter grita haciéndose aún más pequeño contra el piso de concreto—. Pues eh aquí el resultado, mira de lo que te salvaste, cariño, deberías estar muy agradecido con tu amo.
—¡Arthur! —Eiji grita con los ojos aguados—. ¿Por qué…?
—Porque él me quitó todo lo que me pertenecía. —Arthur gruñe entre dientes apuntándolo con un rencor desbordante ardiendo en sus ojos vacíos—. Y yo quiero quitarle todo lo que tiene.
—¡Entonces desquítate conmigo! —Ash ruega—. ¡Si tantas ganas tienes de vengarte ven y toma tu venganza de una vez! ¡Aquí estoy!
—¡No! —Arthur hunde sus dedos en el cuero cabelludo del japonés y lo arrastra por el calabozo para llevarlo frente a Shorter—. ¡Todo esto que está pasando es tu culpa! ¡Qué ellos se asesinen entre ellos es por ti! Y tú cargarás con esas pérdidas por el resto de tu vida.
Pero Ash no escucha qué más dice cuando hala el flequillo de Eiji con tal brutalidad que lo hace llorar, ni cuando Max intenta zafarse de las cuerdas, ni cuándo algo en Shorter se fractura frente a él sin que pueda hacer nada. Es que esto no puede ser real. Debe ser una pesadilla. Sí. En las pesadillas siempre aparece Dino y ahí está viéndolo desde el balcón con una sonrisa altiva con los otros inversores. Es extraño que no esté violándolo. Pero a juzgar por la escena Eiji fue quien recibió ese maltrato, eso sería demasiado duro de aceptar para ser real ya que Eiji no se merece nada de esto. Es pequeñito. Tan pequeñito que le cabe en el bolsillo del corazón. Es frágil como un diente de león. Es libre cual mariposa. Es relumbrante como un girasol. Lo ama, lo ama más que a su propia vida. Es Eiji. Su Eiji.
¿Y esto?
—Este es tu enemigo. —Eiji no merece que lo tiren como un trapo sucio frente a Shorter—. ¡Este olor le pertenece a quien debes matar! ¡Mata al dueño de esas feromonas!
—¡N-No!
—¡Shorter! ¡Es una orden!
Y algo dentro de Shorter simplemente se rompe. Crack.
Pronto, su expresión de cachorro asustado se deforma a una de odio absoluto, la ha visto antes porque él vivía ahogado en el encono. Pero Shorter. Shorter fue un gran amigo. Shorter lo ayudó a parar porque él no sabía cómo parar pero quería. Shorter lo trató como a un niño. Shorter está gritando como si lo estuvieran hirviendo vivo, hunde sus uñas en su rostro dejando una horrible marca, la atmósfera está podrida, Ash quiere vomitar, Arthur ríe y se jacta acercándole a Eiji en el piso a pesar de tener el cuerpo magullado, herido, entonces los ojos de Shorter se convierten en los ojos de un desconocido, ¿dónde están sus lentes de sol? Los usa para que las personas sean incapaces de vislumbrar su inmensa gentileza pese a la mafia.
Pero esos ojos.
—¡Shorter! ¡No! —Ash ruega y ve cómo Arthur lanza dos navajas, va a hacer que se maten entre ellos. Va a perderlos. Va a perderlos a los dos. Tira. Tira. Tira las cadenas, ¿por qué no se cortan?
—¡Shorter, soy yo! ¿Acaso no lo ves?
Eiji yace en el piso, sus manos tiritan alrededor de la cuchilla, ni siquiera puede levantarla, pero Shorter corre y ni siquiera duda en apuñalarlo, la sangre se entremezcla con la mugre en el piso, las risas de Dino y del resto de los inversionistas le taladran la puta cabeza, Ash lucha, maldice y ruega para que lo asesinen de una vez, Eiji y Shorter son inocentes, ¿por qué deben pasar por esto? No. No. No. Intenta arañar. Patear. Morder. Gruñir. Quebrar las cadenas. Es en vano. Cada segundo que pierde es una nueva herida en el cuerpo de Eiji. Se va a desangrar. Tiene que curar esas heridas porque no le sanaron la del cuello y se ve muy fea. Debe dolerle. Pero Ash también se siente dolido. No puede respirar. No puede salir de eso. No puede dejar de sollozar. Necesita taparse las orejas, cuando habían truenos en Cape Cod, Griffin siempre se las tapaba para que no le diera miedo. Pero está asustado y se siente impotente.
Le da risa que ese sufrimiento lo remonte a la vez donde Barba Azul lo violó pero tampoco pudo hacer nada para defenderse. Y Eiji está sangrando tanto. Arthur dice que no sirve de nada soltar lágrimas de cocodrilo porque Shorter no puede desacatar, el sufrimiento sería insoportable así que debe cumplir con la misión sin embargo apenas lo haga perderá todo propósito y empezará a herirse a sí mismo. Incluso si sobrevive será atormentado con pesadillas para siempre “cómo su hermano”, Dawson le dijo.
Griffin. Griffin. Griffin.
G-Griff…
—Shorter, ¡soy Eiji! ¿No puedes verme? —Eiji alza la navaja contra su pecho, se aferra como un niño a su oso de felpa—. ¡Por favor, Shorter! —Un grotesco tajo se asoma de los retazos que le quedaron de camisa. Plic. Plic. Plic. La sangre escurre al piso.
—Deténganlo… —Ash suplica en un hilo de voz, mira cómo las navajas chocan salpicando una mezcolanza de sangre y mugre a su camisa blanca. Sus ojos arden. Las lágrimas caen. No tiene corazón. No tiene alma. No tiene vida. Porque Eiji. Mierda. Eiji. Shorter—. Deténganse…
Duele.
¡He dicho que me duele!
Paren, por favor.
—Es hora del gran final. —Eiji y Shorter yacen en esquinas distintas, Shorter está pálido y no se ve más como un ser humano, Eiji está atiborrado de heridas. Pecho. Brazo. Vientre. Omóplatos. Muñecas. Su carita. Dios. ¿Qué le hicieron a su carita?—. Acaba con él, Shorter.
—No lo hagas, Shorter. —Pero el nombrado alza su cuchillo una última vez para matarlo y a Ash le cae el balde de agua fría: realmente los perderá—. ¡Shorter! —Suplica con todas sus fuerzas.
Y Shorter para.
Se queda congelado frente a la estatua de ángel que yace bajo el balcón, los ojos se le atiborran de lágrimas, se parece a esa estúpida tarjeta de navidad que le robó tras conocerse, rumia, Ash siente cómo el llanto corre desde sus mejillas hasta su mentón, que cae igual que una promesa rota, las cosas rotas no necesariamente deben quedarse rotas, pero ¿sino tienen arreglo? ¿qué debe hacer? No puede quedarse, no si está descalzo sobre los pedazos afilados, le da risa, esa tarjeta se asemejaba a él o eso le dijo Shorter cuando le preguntó de dónde lo conocía.
Ash piensa en todas estas cosas cuando los ojos de Shorter se abren con tal nitidez que parece haber escapado del laberinto de confusión, entonces arrastra su cuerpo con pasos torpes ante las cadenas, lo mira, lo mira con los ojos llenos de lágrimas y no son más los ojos de un extraño.
—¡Shorter! —Le grita porque necesita recuperarlo.
—Ash…No puedo más. —Shorter alza una mano hacia su pecho, se araña con tanta fuerza que deja una herida abierta sobre su piel—. Libérame. Duele demasiado…
Ash llora. Arthur grita. ¡Este es tu enemigo! ¡Vamos! Jala a Eiji igual que si estuviera tirando a un conejito de su pellejo. Shorter se lleva las manos a la cabeza. Está desesperado. Ash lo nombra una y otra vez. No responde. Dino ríe. Los inversionistas aplauden. Dawson se alaba. Lo pierde. Shorter se esfuma dándole paso a un desconocido que eleva su navaja y se abalanza sobre Eiji igual que un depredador sanguinario. Eiji grita. Lo mira. Esa mirada luce como un adiós. No.
Dijiste para siempre.
Lo prometiste, ¡tú lo dijiste!
—¡Huye, Eiji! ¡Huye!
—Tienes solo una bala. —Arthur pone un arma delante de él—. No lo olvides.
Entonces Shorter inmoviliza a Eiji poniendo una mano sobre su cuello, alza la navaja porque va a desgarrarle la tráquea y el corazón, sus ojos cafés se llenan de lágrimas, Arthur jala la palanca y le afloja las cadenas. Ash toma el arma. La carga. Dispara. Bang.
Es todo.
E-Es…
La sangre de Shorter mancha la cara de un Eiji horrorizado antes de caer encima, está pálido y hay lágrimas secándose en sus ojos faltos de vitalidad, Eiji palpa el cuerpo, aterrado, lo aprecia ponerse frío mientras el ritmo de su corazón se paraliza lentamente. Eiji lo llama. Le ruega. Una y otra vez. Pero Shorter no se levanta. Ash no escucha más. Ash mira sus manos. Están repletas de sangre. Es un asesino. ¡Ja! ¡Qué risa! Mató a su mejor amigo de un puto disparo.
—Vaya amigo que eres, Shorter tiene mucha suerte. —Arthur se burla—. ¿Cómo te sientes tras matar a tu mejor amigo? ¡Contéstame!
—¡No lo toques! —Eiji ruega mientras se lo vuelven a llevar, ¿a dónde? Ya no… no más, por favor.
—Sáquenlos. —Arthur ordena y levantan a Shorter.
—¿Qué harán? —Llora impotente—. ¡Suéltenlos! ¡Déjenlos ya!
¡Shorter! ¡Shorter! ¡Shorter!
Shorter….
⊱✿⊰
Ni siquiera deberían llamarlo ser humano luego de matar a Shorter, siente que no tiene corazón porque alguien con corazón no haría eso, está perdido, herido, pero solo quiere ahogarse y caer al fondo del lago, está demasiado cansado, así que se deja hundir en ese mar de desesperación y agonía, cae lentamente mientras se torna un ovillo contra sí mismo, no coloca resistencia, de hecho, deja de respirar para poderse ahogar más y más rápido, espera lo inevitable, no es digno de volver a ver a Eiji después de haberlo involucrado en esta agonía. Mató a Shorter. Ni siquiera dudó. Usó sus propias manos. ¿En qué diablos debería creer?
—Ya despierta, Lynx.
Conoce esa voz, la escucha distorsionada al fondo del mar, abre los ojos, no obstante, carecen de brillo y se encuentran vacíos igual que las rosas en la oficina de Dino, intenta alzar la cabeza para vislumbrar de quién se trata, pero está congelado, está debajo de una carcasa congelada.
—Oye, Lynx.
Grita pero solo salen burbujas.
—¡Lynx! —Y entonces una bofetada finalmente lo despierta—. Diablos, realmente te fascina el drama ¿no es así?
—Yut-Lung. —Ash balbucea y se reincorpora al calabozo, el nombrado desató a Max y los tiene a ambos delante—. ¿Qué haces acá? Si llegamos tarde fue por culpa de tus hermanos.
—Cuando Shorter desapareció fue un caos para la mafia china, por supuesto que se alteraron las cosas porque creyeron que Shorter había escapado de nuestra alianza, va y desaparece de la faz de la tierra, ¿cómo querías que me liberara de eso? —Chista—. Pero si vine acá es porque Arthur invitó a Wang-Lung a la demostración, el bastardo realmente tiene bolas, si tuviera todo el poder podría haberle declarado la guerra ¿usar a Shorter como un puto ratón de laboratorio?
—Lo maté. —Ash balbucea y Yut-Lung lo libera de las cadenas—. Yo lo… lo maté.
—No lo mataste. —Se lo dice en un tono duro, tosco, glacial—. Casi le disparaste en el corazón.
—¿Casi?
—Fallaste, el arma estaba mal calibrada.
—Mierda. —Apenas le sueltan las muñecas se tira el pelo—. Pero lo herí.
—Es cierto, lo heriste.
—¿Cómo podría seguir vivo?
—Cuando esos hijos de puta se lo llevaron yo me encargué de curarlo, no vine solo, obviamente contacté a mis subordinados y a tus trogloditas para que nos ayudaran, pero van a volar la casa de Arthur en un par de minutos, así que tenemos que huir antes de que eso pase sino queremos quedar sepultados en escombros, por supuesto.
—¿Shorter está bien?
—Está vivo. —Le responde con un nudo en la garganta—. Y eso parece ser suficiente por ahora.
—¿Y Eiji?
—No deberíamos acercarlos por ahora, yo iré por Shorter, tú ve por Eiji, Shorter debe seguir con el efecto de la droga ¿qué crees que sucederá si los juntamos? No podemos mantenerlos cerca y menos si el supuesto gatillante son las feromonas.
—¿Podrás traerlo tú solo? —Max se pregunta preocupado—. Ya sabes, eres muy… delicado, no creo que puedas cargar a alguien tan macizo como Shorter, deja que te ayude.
—¿Ustedes no vinieron a rescatar a otra persona también? —Yut-Lung alza una ceja, se aprecia indignado por la situación—. Saquen la cuenta, son tres secuestrados y somos tres salvadores.
—¿Nos separamos?
—No sin antes robarle todo el almacenamiento a Arthur. —Ash declara—. Esconde una bodega llena de armas y vamos a dejarlo totalmente desprovisto.
⊱✿⊰
Se meten a la armería sin problemas, Arthur no fue lo suficientemente listo como para cambiar la contraseña, la puerta metálica se alza tras un clic, toman armas, cartuchos, Yut-Lung le dice que prendan una bomba y la abandonen en el sótano. Buena idea. Por fin están hablando.
—Todo es robado. —Explica—. ¿Acaso sabes usar una pistola, señorita? —Yut-Lung frunce las comisuras de sus labios en el bosquejo de una sonrisa y le arranca el revólver.
—Iré por Griff. —Max declara—. Si Yut-Lung dice la verdad tengo una buena idea de dónde está.
—¿Sabes usar una de estas? —Ash le lanza una ametralladora—. ¿O acaso estás muy oxidado?
—Estás hablando con un veterano de Irak. —Se burla—. Claro que sé usarlas.
—Max. —Prenden la bomba—. Por favor, cuida de él, es mi familia.
El adulto asiente y los tres se separan.
El eco de los disparos retumba por la mansión, el estruendo ensordecedor del gatillo se mezcla con los gritos agonizantes de los peones de la mafia, deben saber que escaparon, seguramente Arthur estaba revolcándose en su propio ego frente a los inversionistas y Dino, qué pena porque ahora se asegurará de que lo pierda todo. Los sujetos de experimento. La droga. La mansión. Y su ejército. Así que carga el arma, no deja de matar. Su cuerpo se mueve con una precisión casi depredadora, apunta y dispara con frialdad. Bang. La sangre salpica la pared y mancha su cara, su camisa se encuentra rasgada, su pelo está apelotonado por los sesos que ha perforado, hay un borrón rojo manchando el cemento mientras caen y caen muertos como pétalos escarlatas.
Recarga el arma, sus manos queman al introducir un nuevo cargador, los casquillos llueven, el sudor le resbala por la sien. Debe encontrar a Eiji. Eiji. Eiji. Un guardia aparece y lo acuchilla en el hombro. Gruñe porque el bastardo le abrió la piel. No titubea. Le dispara una vez en el pecho y otra en la cabeza. Lo pisa. Corre en un mar rojo que únicamente se abre para él. Siente cómo las venas le cuecen en el rencor y los músculos se le derriten a causa de la furia. Quiere quemar todo este puto lugar. Quiere que sea el infierno. Quiere ser el mismo diablo.
Así que dispara. Dispara. Dispara. Los guardias piden piedad. Tiran sus armas. Ash los asesina.
Es un homicida.
Es el líder de una mafia.
Es un Golzine.
—¡Eiji! —Ash grita su nombre en medio de los cadáveres y la sangre, la bomba explota y pronto, la casa se prende en llamas. Mierda. Debe encontrarlo—. ¡Eiji! —Grita desesperado.
—¡Ash! ¡Ash!
La sangre se le hiela apenas escucha ese hilo de voz acompañado de los golpes de una puerta, Ash corre a ciegas por la mansión, la desesperanza y el eco intermitente de su resuello le tapan la nitidez del sonido, corre con la bazuca en mano hasta que reconoce un aroma. Dulce. Sí. Lo conoció por primera vez en la fiesta de compromiso de Shorter. Lo tentó en la feria de Dino. Lo ha olido cada maldito día desde que su vida tiene sentido.
—¡Eiji! —Así que llega a una puerta porque su corazón simplemente sabe que es aquí—. ¿Estás adentro?
—¡Sí! ¡Estoy aquí!
—¡Rápido! ¡Escóndete debajo de la cama, voy a reventar la cerradura!
Eiji le avisa cuando está a salvo y Ash dispara hasta que la puerta explota en pedazos por culpa de las balas. El portón se cae. El polvo le pica en los ojos. Está repleto de sangre. Está pegajoso. Sucio. Le disparó a Shorter frente a Eiji. La mansión de Arthur se cae en cenizas. Ash luce como un asesino con la bazuca en una mano y el cuerpo grotescamente herido. Debería estar muerto por todas las vidas que ha tomado. No tiene derecho a salvarlo. Solo lo ha lastimado. Pero Eiji…
—¡Ash!
Pero Eiji está bien.
Y si Eiji está bien entonces todo está bien. El mundo puede estar ardiendo en llamas. Ash puede estarse cayendo a pedazos. Dino puede haber enloquecido queriendo forzar castas. Pero Eiji a pesar de todos los horrores que ha pasado sigue mirándolo con esa gentileza que lo hace trizas porque no entiende cómo es digno de ella. Porque Eiji. Joder. Eiji. Su alma. Su corazón. Su todo.
Es tan injusto.
—¡Estás a salvo!
Eiji corre, lo toma entre sus brazos, Ash tirita, siente cómo sus palmas gentiles sanan su cuerpo rasgado, lo toca con ternura, vislumbrando sus cicatrices abiertas, sus manos ensangrentadas y su corazón destrozado, no lo suelta y Ash no quiere que lo haga, hunde su nariz con suavidad en su cuello, lo siente palpitante y herido, aun así, emana el aroma tan reconfortante que desde el primer momento le ha evocado un hogar, su cabello negro y esponjoso le hace cosquillas en la mejilla, sus palmas tiemblan en el aire, quiere tocarlo, pero se ve como un homicida. Porque eso es. Siempre lo ha sabido. Sin embargo, es duro que Eiji lo mire así. Se siente expuesto. Más expuesto que cuando Golzine lo violó. Así que lo suelta. Lo deja ir.
—Estás muy herido.
—No es nada. —Se aparta—. Vamos. —Ash se mete al cuarto para poder recargar tranquilo los cartuchos—. Debemos salir antes de que vengan los refuerzos.
—Pero Shorter…
—¡Yo le disparé! ¡Tú también lo viste! —Ash alza la cabeza, herido, acaba de desquitarse con el japonés y odia eso, odia lastimar a quién más ama más a veces explota ¿pero hasta cuándo se quedará con ese trato injusto?—. Vamos.
Pero Eiji no se mueve.
—Dame un arma. —Entonces le pide—. Me protegeré.
—No es necesario. —Ash se da vueltas, su corazón late con fuerza y está tan cansado que casi no se puede mantener de pie—. Un asesino es suficiente. —Lo mira a los ojos y el universo deja de importar porque la mirada de Eiji está relumbrando, aunque sea una locura debe prometerlo y desearlo—. Yo te protegeré, nunca te alejes de mí. —Te amo, quédate a mí lado.
Para siempre.
Salen pisando charcos de sangre y casquillos vacíos, cada paso se encuentra impregnado por la tensión del ambiente, Eiji no está usando la gargantilla y por ende, para Arthur podría ser muy fácil encontrarlos, deben avanzar más rápido, Ash dispara a sangre fría, Eiji le advierte y lo hace darse vueltas para jalar el gatillo sobre uno de los hombres de Arthur, lo escucha soltar un grito desgarrador y caer al suelo mientras su estómago estalla en un borbotón de sangre como si se hubiera reventado un globo.
—¿Te doy miedo? —Se lo pregunta con una sonrisa triste mientras Eiji se levanta, la consulta le resulta estúpida porque es la encarnación de un monstruo sin corazón, ¿cómo no lo asustaría?
—Nunca. —Pero Eiji—. Nunca me has dado miedo.
Pero Eiji.
Llegan a los autos, Max está sentado con una silueta que asume que es Griff, no está preparado para verlo, no ahora, no acá, así que Ash se sube a otro auto y cuando todos están listos porque sus chicos sí vinieron como refuerzos y si pudieron escapar fue gracias a que ellos limpiaron el camino, arrancan.
La mansión de Arthur se quema. Shorter está drogado. Griffin tiene el cerebro jodido. Yut-Lung acaba de traicionar a su propia “familia”. Pero Eiji está bien y Ash lo protegerá de ida y vuelta en el infierno si eso implica mantenerlo a salvo. No tiene que ser suyo. Ni siquiera tiene que seguir con él sino lo desea. No le debe nada a Ash. Y Ash nunca le pedirá nada. Solo acepta cualquier cosa que Eiji esté dispuesto a darle y esconde la esperanza de que Eiji acepte todo lo que le dé.
Porque mientras Eiji esté bien, entonces todo está bien para Ash.
Notes:
Ya, seremos más felices en los otros capítulos porque al menos tenemos de regreso a los chicos, están medio malitos, les falta amor y rehabilitación pero cualquier cosa es mejor que estar en manos de Arthur o Dino.
Gracias por el cariño, nos vemos mañanita~
Chapter 23: Confesiones borrachas.
Notes:
Hi~ Como les dije, tuvimos nuestra buena dosis de drama y es hora de ir aterrizando todo lo que nos toco vivir para ver el rumbo de la trama, por lo mismo, los siguientes capítulos serán relativamente más calmos que todo lo que nos ha tocado.
Espero que les guste y muchas gracias por tanto.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ash arroja un suspiro pesado y se remece entre las sábanas, la habitación se encuentra sumida en la oscuridad y lo agradece, es un verdadero basurero en dónde están, gracias a la guerra que Arthur desató ambas mansiones terminaron quemadas y fue Cain quien los acogió, tuvo suerte de que aceptara ser su aliado y les prestara un departamento en Harlem, aun así tiene la osadía de quejarse porque de cierta manera se acostumbró al ostento que Golzine le proveyó, siempre se creyó un aristócrata moldeado en la alcurnia y lo demostraba con el ambiente de época que escurrían sus fiestas o sus trajes ostentosos. Lujoso. Fausto. Opulento.
Pero nada de eso es importante.
Porque Eiji.
Dios, Eiji.
Ash baja la mirada para encontrarse a un Eiji dormitando encima de su pecho, adorable, piensa acomodando una mano en su espalda, tienen las sábanas en la cadera, más, no hace frío pese al melancólico clima que se ve a través de las ventanas, Ash hunde la nariz en el nido de pájaros que su amado tiene por cabello y se deleita por el aroma, definitivamente el dulzor es peligroso sin la gargantilla. Intoxicante. Adictivo. Embriagador. Racionalmente no hay explicación para lo que su esencia gatilla en él, es casi instintiva la necesidad de restregarse ahí. Pero. Pero. Pero.
—Te quedó una mordida.
Dice para sí mismo con tristeza, deslizando sus dedos suavemente por su nuca, repasando las dolorosas y sanguinarias marcas, se pregunta si eso escondía la gargantilla o si serán recientes y pueden desaparecer, odia pensar así, más, Arthur dijo que una mordida implicaba un vínculo irrompible en donde si asesinaba al alfa, también mataría al omega, francamente no sabe si es verosímil la explicación, sin embargo, no arriesgará a quienes ama, ¿y a Eiji? Ja.
A Eiji no solo lo ama.
Lo adora.
—Estás despierto. —Entonces abre los párpados y alza esos deslumbrantes ojos de ciervo que tantas veces le han robado el corazón, injusto, rumia, ¿cómo puede enamorarlo tanto? Debería existir un límite para caer por alguien—. Buenos días, Ash. —Con una pequeña “u” al final.
—Buenos días, onii-chan. —Atina a decir ya que luego de tanta locura finalmente lo tiene justo donde pertenece: en sus brazos—. Es un gran cambio de ambiente, ¿no? —Lo dice refiriéndose al antiguo ostento de su cuarto.
—Es mejor que la mansión de Arthur. —Musita y se hace más pequeñito sobre su torso, le pide que lo acune, que lo sane, pero no sabe cómo hacerlo, así que hunde sus dedos en su cabellera rebelde y esponjada para cepillar suavemente sus mechones entintados—. Realmente extrañé despertar así. Contigo. —Lo mima. Lo ama. Lo adora. Pero no con la cotidianidad de la palabra.
—Lo siento por demorarme tanto.
—No. —Lo adora como un hombre muriendo de deshidratación al último sorbo de agua—. Yue me contó lo que pasó con sus hermanos, debió ser duro, después de todo, Shorter es el jefe de la mafia china y que lo secuestraran para usarlo de ratón de laboratorio no es menor, si ese clan no fuera tan corrupto y genuinamente se preocuparan por él la historia habría sido distinta, Yue debió pasarla muy mal con eso.
—¿Por qué te preocupas primero por el sufrimiento del resto antes que el tuyo?
—Porque son mis amigos y la pasaron mal.
—Eiji. —El aludido cierra los ojos, dejándose llevar por las reconfortantes caricias, relajándose, lo nota por cómo ralentiza su respiración y afloja los músculos—. Debió ser traumático para ti.
—¿Qué cosa? —Se hace el tonto y Ash no sabe si le corresponde volver el tema real, más, si lo deja pasar y peca minimizando las heridas de su amado…
Mira la grotesca mordida en su cuello. Piensa en el aborto espontáneo. En el bebé producto de un abuso. En las ambivalencias de la pérdida. En la tortura. La humillación. La indignación. Los Yakuza lo vendieron como si fuera un objeto. Lo segregaron en castas que no existían. Perdió la vida que tenía. Dejó a su familia. Enterró su inocencia. Y todo en silencio para no ser una carga.
—Creíste que Shorter había muerto arriba tuyo. —No puede seguir pasando por alto esas cosas que a Eiji le duelen porque Eiji nunca pasa por alto las suyas. Y se supone que lo adora de forma incondicional, con la fidelidad de un siervo a su amo, de un creyente a Dios y de una estrella al sol—. Eso tuvo que haber sido…
—Estoy bien. —Lo corta—. De verdad, no fue gran cosa. —¡¿Cómo puedes decir eso si estás al borde del llanto?!
—Usaron tus feromonas para lavarle el cerebro, eso no está bien.
—Es algo que tendría que haber esperado de Arthur, estuve con él más de un año, sospechaba donde me metía, no soy tan ingenuo.
—Eiji. —Ash lo coge de las mejillas—. Lo vi en tu carita. —Y sus ojos se cristalizan apenas se lo dice porque está abriendo puertas que debían permanecer cerradas y metiendo sal en heridas que estaban sanadas—. Vi cómo te afectó, también estuve ahí y fue jodido lo que nos hicieron.
—Tal vez, pero no hay nada que pueda hacer con eso. —Pero al igual que la mordida en su nuca, esas magulladuras nunca cerraron bien, lo hicieron como pudieron, en el camino se infectaron y supone que es hora de arrancar las costras para limpiarlas cómo se deben. Y sí. Duele. Sí. Es una conversación desagradable. Pero es necesaria—. Es algo que ya sucedió y no cambiará.
—No te estoy pidiendo que hagas nada con eso. —Musita—. Ni tampoco te estoy pidiendo que deje de doler.
—¿Entonces, qué me estás pidiendo?
—Te estoy pidiendo que duela. —Susurra y le estruja el corazón verlo a punto de llorar—. Porque sé que te duele y no dejará de dolerte aunque lo saques, pero dolerá menos si me lo compartes.
—Ash.
—Dolerá menos si esto es nuestro y no solo tuyo.
—¡Tenía mucho miedo! —Y entonces pasa—. Arthur me trató muy mal, hizo cosas… dijo que tú no vendrías por mí, pensé que nunca más volvería a verte, estaba tan asustado, fue horrible, lo nuestro se vio como un sueño muy lejano, fue como si hubiera regresado a mi realidad, en serio odié haber vuelto, no habría podido resistir sin la esperanza de verte.
—Eiji. —Ash lo encierra contra su pecho—. Mi Eiji.
Y lo deja llorar.
Lo deja hacerse trizas entre sus brazos aunque eso le desgarre el alma, limitarse a testificar su sufrimiento es lo más duro que ha hecho porque si fuera por él, ¡joder! Si Ash pudiera arrancaría cada una de esas cicatrices y las usaría en su propia piel, sacaría cada recuerdo sangrante y lo encarnaría todas las noches por el resto de sus días si con eso Eiji no tiene que vivirlo, acunaría cada una de las cosas que le duelen y las haría suyas, desearía que Eiji solo estuviera feliz, pero entiende que humanamente es imposible, así que lo único que puede hacer es tolerar su dolor, hacerlo visible, real, darle peso, darle un hogar, ser una manta, un refugio y hacer de paraguas.
Ash presiona un beso sobre la coronilla de su cabeza y lo acurruca sobre su corazón, Eiji aprieta sus puños contra su pecho y lloriquea lo que no había llorado, primero lo hace en jadeos mudos igual que un niño al que su papá golpeó, pero poco a poco aumentan la intensidad y pronto hay gritos desgarradores retumbando del fondo de su garganta. Y esto implica amar a alguien. Estar ahí. Bonito o feo. Bueno o malo. Agradable o no. Estar ahí siempre. Y él ahí está, recibiendo con una infinita gratitud lo que le dé aunque duela.
—Estoy aquí para ti. —Una promesa. Un deseo. Una carta sangrienta—. Te amo y no tienes que contenerte.
—¿No soy débil por dejar que esto me afecte tanto?
—Eiji. —Sus yemas besan las lágrimas que siguen cayendo hacia las mejillas sonrosadas, mira cómo las gotas penden igual que el rocío entre sus pestañas entintadas—. Ser fuerte no es que las cosas no te afecten, las cosas te seguirán afectando, te seguirán dando miedo, llevo metido en esto desde que tengo memoria y me sigo asustando, imagínate el daño.
—¿Entonces qué es ser fuerte?
—Hacer las cosas a pesar del miedo que te den, eso no significa reprimirlas, no llorar por ellas, ni normalizar cosas insanas. No. Significa hacer tus duelos y tener el coraje para vivirlos.
—¿Desde cuándo tienes tanta responsabilidad afectiva? —Se burla y eso es bueno, porque Eiji está sonriendo y genuinamente impresiona más aliviado.
—¿Acaso no lo sabías? —Así que Ash aprovecha de coquetear acomodando sus palmas en su cintura, memorizando cada una de las líneas de sus músculos, sus curvas, sus heridas y todas las constelaciones que tiene escritas, vaya, lo ama tanto—. Soy un partidazo en el romance.
—Debes tener muchos pretendientes.
—Pues claro que los tengo. —Tararea, cincelando los bordes de su rostro, ¿acaso no es bonito? Ríe concluyendo que no hay palabras suficientes para describir su beldad—. Es una gran fila.
—Ahora tienes una fila. —Bufa y su cabello salta contra sus pestañas, adora que se enganchen ahí porque parecen enredaderas de estrellas, desliza sus yemas hacia sus mofletes, los aprieta porque no puede resistir la tentación, navega reescribiendo sobre sus dolencias, lo hace de tal forma que a Eiji no le queda duda que es un bricolaje de luz—. ¿Alguien llama tu atención en la fila imaginaria? Tengo mucha curiosidad.
—Así es. —Tararea jugueteando con una mano, usando sus dedos para caminar por su espalda y hacerlo encogerse tras el sobresalto—. Es un chico extraordinario, tiene ojos oscuros, mucho más oscuros que una noche de Halloween, pero deslumbrantes como ónix, tiene cara de bebé, sus mejillas me recuerdan a un hámster atragantándose de semillas, su piel es bronceada, sus cabellos son esponjosos y me tientan a cepillarlos. Es bonito. Terco. Desquiciado. Es como una flor en apogeo. Sí. Eso es.
—¿Por qué?
—Porque este chico no se muestra ante cualquier persona, no, no, tiende a espantar a la gente incorrecta con las peculiaridades que lo recubren, se necesita de un espectador paciente para esperar que alce sus pétalos y muestre sus verdaderos colores, eso enamora, a pesar de hacer comida apestosa, tener un gusto senil para vestir, estar obsesionado con la limpieza, amar más a ese pajarraco feo que a mí y chismear con las amas de casa, enamora, todo eso me enamora.
—Ash.
—Todo eso me mantiene perdidamente enamorado de él, ¿no soy afortunado?
—Tienes gustos extraños. —Eiji se burla para mitigar el brillante sonrojo que arde en sus orejas.
—Tal vez. —Ash entrelaza sus dedos—. ¿Pero qué puedo hacer? Uno no elige a quien amar, esa es tarea del corazón y el mío parece ser todo un masoquista.
—Lo dices como si esa persona no te correspondiera, puff, ¿masoquista por qué?
—Pues esa persona no me ha besado desde que llegamos. —Busca apenarlo con su descaro.
—¿Eso quieres? —Pero Eiji—. Lo hubieras pedido antes.
En contra de toda sus predicciones racionales Eiji lo toma de la nuca para alzarlo (todavía sigue arriba de él), se inclina con una sonrisita juguetona, hay una chispa traviesa escaldando dentro de sus pupilas que le pone los pelos de punta y le corta la respiración, las piernas se entrelazan debajo de la frazada, las narices se rozan en un coqueteo silencioso, Ash jadea sintiéndose por primera vez como un inexperto temblando en la cama, pero Eiji es Eiji y desliza con todo el amor del mundo sus mechones dorados detrás de su oreja, lo mira a los ojos y le dice sin decir nada.
Te amo, Aslan.
Así que lo besa como debió haberlo besado apenas tumbó la maldita puerta con la bazuca, lo toma de la cintura y lo da vueltas acomodándose arriba suyo, hunde los dedos con fuerza entre los mechones entintados procurando nunca hacerle daño, pero arrancando un jadeo delicioso que se escucha como su nombre. Es intoxicante. El dulzor lo envuelve. Se siente borracho pese a no haber tomado nada. Más. Necesita más. Así que lo alza del mentón e introduce su lengua gatillando un espasmo en el contrario, no le desagrada, lo sabe por cómo incrusta sus uñas en su espalda y restriega sus caderas exigiendo mayor intimidad. Besa. Muerde. Lame. Succiona. Tira. Jadea. Simplemente lo devora.
—Ash. —Lo excita de sobremanera que gima su nombre con la boca hinchada y la mirada llena de placer—. Aslan. —Su cara quema como si estuviera hirviendo y escapara vapor de sus oídos al escuchar su parte más real, es gracioso cómo se siente tan genuino con Eiji.
—No tienes idea de las cosas que desatas. —Suspira—. Dijiste que te volverías loco si también me perdías ¿pero acaso te has preguntado qué sería de mí sin ti? Me dispararía sin dudarlo con tal de mantenerte a salvo, así de mucho me importas.
—Pero eso a mí no me gustaría. —Le dice acogiendo su rostro, los papeles se han invertido, es ahora la candidez sangrante de Eiji la que lo mantiene a flote—. Te amo, no quiero que ese amor que sientes por mí sea a costa tuya. Quiero que estemos los dos bien. Juntos.
—¿Eso es posible?
—No sé. —Eiji se toca la nuca sintiendo el balde de agua fría—. Pero si hemos pasado por tanto, creo que es una buena señal ¿verdad? Es decir, salimos con vida y tenemos a Shorter y a Griffin.
—Cierto. —Ese nombre—. Verdad que están ellos, ja. —No ha querido pensarlo.
Ash es consciente de que tarde o temprano tendrá que enfrentar a Griffin, es la razón por la que se ha mantenido cogido a la cordura a pesar del averno al que lo sometió Dino, si toleró que lo adoptara, lo cosificara, lo prostituyera, lo convirtiera en un homicida y peón fue porque siempre quiso disculparse. Lo siento. No fui consciente. No valoré tus sacrificios. No me di cuenta. Papá te pegaba y tú me protegías. Lo siento por ser un niño malo. Trataré de ser bueno. En serio. Pero enfrentar la posibilidad a ser reconocido o desconocido es demasiado abrumadora.
Yut-Lung dijo que buscó a Ash Lynx para que lo salvara, no a «Aslan», siendo realistas, de seguro quería al menor de los males en la mansión Golzine, así que mirarlo cara a cara y que lo observe como si observara a un desconocido le rompería el corazón, es lo menos egoísta, se dice, si no puede dejar ir a Eiji al menos debería ser capaz de soltar a su hermano, tiene la chance de tener una vida normal con Max. Ash no. Ash siempre lo hundirá. Asesinó y nada lo cambiará.
¿Realmente quiere que Griffin conozca a esta versión de mierda?
—¿Ash? —Pero por supuesto, Eiji nota que algo anda mal—. No has ido a verlos.
—No estoy listo. —Alza sus defensas ya que no quiere ser presionado ni herido—. No los puedo ver. —No todavía.
—Eso está bien. —Pero debería saber que Eiji es paciente y nunca lo presionará, eso sí es amor, piensa y ríe—. No tienes que forzarte a verlos ahora.
—¿Eso no me hace mal hermano y mal amigo?
—¿Cómo podría? —Eiji lo aparta, no es brusco ni lo rechaza, solo quiere verlo a los ojos porque así se asegura de que lo entienda palabra por palabra—. Ash, acabas de validar mi dolor, creo que lo justo es que hagas lo mismo con el tuyo ¿no te parece?
—Es distinto.
—¿Cómo?
—Porque soy yo. —Eiji rueda los ojos, no tratando de minimizarlo ni hacerlo sentir mal sino que mostrándole cara a cara la hipocresía—. Estuve todos estos años aferrándome a la idea de que Griffin seguía con vida en alguna parte, los abandoné a todos para ir a Cape Cod y así recolectar datos sobre su paradero, expuse a mis subordinados, fui irresponsable e impulsivo, pero Griffin sí está vivo y ahora está conmigo, literalmente se encuentra en la pieza de abajo, debería querer verlo, es obvio.
—¿Por qué deberías? —Eiji es ligero con sus palabras y sus toques, enreda los dedos en el pelo de oro y lo mima como si supiera cuánto eso lo sana, Ash cierra los ojos, agradecido, es curioso cómo el aroma de ese chico tiene un efecto tan calmante y agradable—. No creo que haya solo una forma correcta de vivir estos procesos, tú me viste, estuve un año con Arthur pero me tardé meses contigo en darle el peso a todo lo que había vivido, a veces no estamos listos y está bien.
—¿Cómo podría estarlo? No quiero que Griffin se sienta mal sino lo veo.
—Tu hermano recién se está recuperando de una droga, ni siquiera está totalmente consciente.
—Cierto. —Que le diga los hechos tan crudamente ayuda—. Lo sé, Yut-Lung está fabricando el primer prototipo de antídoto, realmente lo sé.
—Y quizás para él tampoco sea tan fácil afrontarte, él debe sentirse culpable.
—¿De qué? —La posibilidad es risible—. Él no hizo nada malo, es Griffin.
—No, no lo hizo. —Eiji sigue acariciándolo, no lo suelta ni lo deja solo, lo acompaña incluso sin entender del todo su dolor—. Aun así, probablemente se siente culpable por haber dejado a su hermanito menor solo en un pueblo inseguro, esto también le tomará tiempo procesarlo, estoy de acuerdo contigo, tienen que hablar, pero hay cosas que cada uno debe sanar antes.
—¿Por qué eres así? —Ash se queja apretujándole las mejillas porque es muy maduro y ese es el único argumento en contra que se le ocurre—. Sabelotodo.
—No soy un sabelotodo. —Ríe—. Y siempre puedo estar equivocado, no obstante, al menos yo me siento así en relación a Shorter, sé que me será difícil volverlo a ver porque tienes razón, fue una situación traumática y no he dejado de tener pesadillas, seguramente para él será doloroso verme también por todo lo que pasó. Pero es mi amigo.
—Eiji.
—Es mi amigo y lo quiero, por eso cuando sea su momento, aunque sea, haré el intento.
—¿Te he dicho cuánto te amo? —Se ríe, aunque vienen de mundos diferentes Eiji lo comprende mejor que nadie, ¿cómo es eso posible? Desliza sus dedos en la nuca del nipón y omite el ardor que revuelve sus tripas y punza en su pecho, mierda—. ¿O acaso debería demostrártelo?
—Oh. —Eiji vuelve a enredar con coquetería sus brazos alrededor de su cuello ya que es simple perderse en una fantasía primeriza siendo ellos—. Quizás deberías demostrármelo, Aslan.
—Todavía está oscuro. —Susurra como si esas dos palabras pudieran disipar cualquier sombra a su alrededor—. No hay nadie más despierto, ¿debería besarte hasta que no puedas respirar?
—Puedes intentarlo. —Eiji se burla con picardía—. Pero tengo buen aguante.
—Ven acá, maldición.
Así que Aslan se dedica a besarlo por todas esas veces que no pudo, pero se moría por hacerlo.
⊱✿⊰
—Por favor, haz algo. —Sing lo jala de la manga de la camisa para arrastrarlo al piso inferior, los chicos se encuentran repartidos en el edificio de Harlem, Cain prometió que sería seguro, más, a juzgar por el firme alarido de las sirenas policiales teme que sea peor que Downtown—. ¡Está fuera de control!
—¿Shorter? —Sing frunce el ceño sin dejarlo de tironear al apartamento inferior—. ¿Se trata de él?
—¡No! Shorter se ha portado de maravilla. —¿Entonces quién?—. ¡Estoy hablando de Yut-Lung!
Entonces Sing lo mete de un tirón al apartamento perteneciente a los chinos y lo encierra como si fuera una presa para un león famélico, un escalofrío le recorre la columna vertebral al quedar frente a esos ojos venenosos, son oscuros, sin embargo, no es una oscuridad acogedora como los de Eiji que lo invitan a quedarse y permanecer por siempre. No. Estos son fríos. Rencorosos. Sanguinarios. Son los ojos de un niño que ha visto demasiado y se convirtió en un adulto herido y traumatizado. Están rotos. Y esos mismos pedazos afilados lo siguen rompiendo aún más.
—¡Le dije a Sing que no mandara a nadie! —Grita, está usando el sillón como si fuera una cama.
—Pues él encontró necesario ir por ayuda. —Está borracho, lo sabe por la montaña de botellas de vino vacías que penden contra el soporte del sofá, hay una copa a medio tomar en su palma, para ser franco, luce fatal—. ¿Qué diablos te pasa, Lee?
—¿Qué diablos te importa? —El histérico le tira la copa a la cabeza, falla, está tan alcoholizado que apenas puede mantenerse recostado sin caerse del sillón—. No necesito tu maldita ayuda o lo que sea que hayas venido a hacer, soy un hombre independiente que puede cuidarse, estoy fabricando una puta cura para los demás ¿o no? Puedo con todo, es obvio.
—Sí tú dices.
— Y tú no estás siendo de mucha ayuda que digamos, ¿acaso no eres un genio? ¡Deberías estar metido en el laboratorio conmigo! Pero no, eres un flojo.
—Te ofrecí mi ayuda por si la necesitabas y tú me sacaste contra la excusa de que te estorbaría.
—¡Porque me vas a estorbar!
—¿Ves que ni siquiera se puede hablar contigo, borracho? ¡Me sacas de quicio!
Ash toma una inmensa bocanada de aire en busca de paciencia, no es ajeno al drama del chino porque al ser rivales terminaron acercándose demasiado y encariñándose con el enemigo, son dos caras de la misma moneda, un día Skip le dijo, le encontró razón, por eso no enganchó con la rivalidad que les impusieron, más, Yut-Lung pensó diferente y lo encasilló de némesis, no es que Ash lo odie, al final, sabe que Shorter está enamorado de él y Eiji lo estima de sobremanera, además, ha resonado con su fragilidad involuntariamente, no es un mal chico, lo entiende pero es una persona tan rota.
—¿Sabes? Al inicio realmente odié que Okumura estuviera a tu lado, porque yo te tenía por ahí arriba. —El alcohólico apunta a un paraje irreal en el techo, es hilarante verlo tambaleándose mientras se sirve de una botella vacía, ya vislumbra porqué Sing lo mandó—. Tú no necesitabas amigos, eras una bestia salvaje. Una bestia hermosa, libre e incontrolable.
—¿Esa percepción tenías de mí? —Le da risa haber proyectado una imagen tan distorsionada.
—Solo necesitabas a aquellos que te idolatraban y a los que como Arthur, te desafiaban. Tú no necesitabas a nadie más. Especialmente a un niño llorón que solo sería una carga para ti, mejor que nadie tú sabes que enamorarse es una sentencia de muerte y Okumura es inútil.
—¡Eiji no es una carga!
—Lo sé. —Entonces—. Eiji es mi amigo, sé que no es una carga, sé que esa forma de pensar no puede estar más lejos de la realidad porque he podido conocerte mejor, a ti, no al Ash que tuve ahí. —Vuelve a apuntar arriba—. Siendo franco fue decepcionante, asumo que por eso te dicen que no conozcas a tus héroes, al final no eras más que un chico patético, mimoso, blando, fofo y soso que se enamoró de las primeras pestañitas coquetas que se le pasaron por delante.
—¡Bastardo!
—Pero ¿acaso yo soy mejor? Pasé tanto tiempo queriendo destruir a mi clan, odiándote porque me habías quitado a Shorter y odiando a Shorter por dejar mi lado que… al final, el único al que sí odio es a mí mismo, por eso fue tan duro conocer a Eiji, me hizo enfrentar estas cosas, carajo, ese metiche literalmente nos empujó a Shorter y a mí a conversar, descubrí que él sí me quería.
—Pues claro que te quiere. —Ash intenta suavizar la voz y acercársele, es extraño observar esta fase más vulnerable porque también acostumbra a cosificarlo como una serpiente salvaje pero Eiji fue bueno tirando las máscaras y encontrando a los niños bajo los disfraces.
—Yo no lo sabía. —Yut-Lung se sienta y hunde las manos en sus rodillas—. Y ahora tengo miedo de no poder hacer un antídoto que lo traiga de regreso conmigo, llevo días sin dormir diseñando varios prototipos, soy muy cobarde para darle alguno de ellos ¿y si lo empeoro?, ¿y si hago todo lo que puedo y no es suficiente?, ¿y si lo más misericordioso es dejarlo ir? No quiero confrontar esas cosas, no estoy listo, simplemente no quiero averiguarlo.
—Hey. —Ash se sienta a su lado, es ajeno estar compartiendo un instante de camaradería pero ambos llevan metidos en esto más de lo que desearían y al final, si alguien puede entender con carne propia las vivencias de un muñeco roto, es otro—. Va a estar bien, lo prometo.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque Shorter es Shorter. —Dice aligerando el ambiente—. No se rindió contigo a pesar del miedo que le dabas.
—Me estás haciendo sonar como un monstruo. —Le advierte—. Es un terrible consuelo, quiero que lo sepas. Apestas en esto, Lynx. Tráeme a Eiji.
—No quise decir eso. —Entonces intenta recordar cómo Eiji le habla para hacerlo sentir bien y aprende de ello—. Pero Shorter también estaba aterrorizado de perderte, dio por hecho que tu corazón le pertenecía a otro hombre, intentó soltarte, estuve ahí, lo vi, nunca pudo hacerlo, por eso estoy seguro de que lograrás una cura, si Shorter se aferró tanto fue porque sabía que pese a todo le correspondías, él confió en ti, confía en tus capacidades, ahora debe estar durmiendo sabiendo que tú lograrás despertarlo.
—Como un príncipe de cuento. —Le dice aguantando las lágrimas, es orgulloso, no le mostrará su lado más vulnerable—. Me da miedo que él haya confiado en mí y se haya equivocado.
—No lo hizo. —Asegura—. Shorter siempre fue bueno con los presentimientos y aunque nunca comprendí por qué diablos le gustabas, creo que de a poco lo empiezo a entender.
—No eres tan horrible como pensé ¿sabes? Me sorprendes.
—Lo mismo digo. —Ash sonríe—. Supongo que eso nos hace amigos.
—Sobre mi tumba. —Yut-Lung vuelve a ser el mismo de siempre—. Si le cuentas esto a alguien, juro que te arrancaré la cabeza mientras duermes, Lynx. No tientes tu maldita suerte.
—Qué susto. —Escarnece—. Pero tranquilo, solo fueron confesiones borrachas a medianoche.
⊱✿⊰
Ash sube las escaleras del departamento, su mente sigue revuelta por la conversación con Lee y es ajena la sensación de empatía que le produce, ¿no es extraño que en todos estos años ni una sola vez lo hubiera visto realmente? Asume que Eiji lo ha salvado en más de un sentido. Su caminata se detiene abruptamente cuando algo contra la puerta llama su atención. Una novela yace en el umbral. "Islas en el Arroyo" de Ernest Hemingway. No. No. No. El sudor frío cae hasta su espalda. No tiene que abrirlo para saber qué significa.
Blanca.
Recuerda cuándo le habló del libro. Elegante. Letal. Le dijo que hablaba de la soledad humana. Que más adelante lo entendería. Arthur debió haberlo contratado. No. Él no. No puede ganarle. Ash guarda la novela, se mete al apartamento sabiendo que el cazador se ha convertido en una presa.
Notes:
Oh bueno, pueden imaginarse por qué arco canonico nos iremos ahora, ni modo, le tocó a Blanca hacer su debut, pero no todavía, por mientras seamos felices y quedemonos un poco más con Ash que debe enfrentar a Griffin mañana.
Nos vemos~
Chapter 24: Disculpas.
Notes:
Hi~ Hoy nos quedamos un poco más con Ash porque ya era tiempo de que fuera procesando las cosas, friendy reminder de que cada persona tiene su manera de procesar las cosas y es super valido, a diferencia de Eiji, a Ash le cuesta más comunicarse pero en este punto realmente lo intenta y se ve muy reflejado.
Espero que les guste~
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Amar es extraño, Ash rumia una y otra vez mientras limpia la nuca del nipón, presionando sobre las marcas que otro hombre le hizo un algodón empapado de alcohol como si eso hiciera algún tipo de diferencia o pudiera volver el reloj atrás, si la mordida se consolida y se forja una atadura permanente, ¿podrá sobrellevarlo? Sin duda ama a Eiji más que a su propia vida. Le dio su alma y su corazón. Su cuerpo. Su pasado. Su presente. Su futuro. Su destino. Puede tenerlo. Todo. Él se lo ofrecerá con una gratitud ciega y rezará para que lo acepte. Y aun así se siente traicionado.
Mierda, qué sentimiento más feo.
Sí. Ash entiende que la mordida no fue consensuada. Sí. Ash entiende que la marca implica un dolor profundo para Eiji. Sí. Ash entiende que Arthur la hizo sin pedir permiso ni perdón. Sí. Ash entiende que si se consolida el más afectado será Eiji, no él. Sí. Entiende todas esas cosas y lo hace de la manera más racional posible. Las traga. Saborea. Digiere. Metaboliza. Pero esa parte más emocional y estúpidamente enamorada quiere llorar cuando la vislumbra porque desearía que fuera su marca la que estuviera tatuada en su nuca ¿no es eso horrible?, ¿no es tratarle de poner una correa para que no se aleje de su lado?, ¿no es eso cobarde? Entonces se siente aún peor.
—¿Está mejor? —Pero por supuesto, no le transmitirá esto a su amado porque parte de amar a alguien implica hacerse cargo del propio malestar e inseguridad en vez de proyectarlo y ejercer daño adrede—. Sé que debe verse fea, sin embargo, tengo la sensación de que está sanando.
—Creo que sí. —Eiji no ha hecho nada malo, no lo culpará tomando esa herida aun abierta para restregársela con sal y piedras. Si amas a alguien lo cuidas y si puedes ahorrarle un solo minuto de sufrimiento, lo haces—. Se ve más cerrada, conoces a Arthur, es bueno usando las palabras para intimidar pero al final solo vende humo.
—Supongo que sí.
—No creo que la mordida se quede. —No para siempre.
—Espero que no. —El japonés se da vueltas, están en ese nido de ratas que Cain les prestó, en lo que llaman “su pieza” ambos yacen sentados en la cama con el botiquín de primeros auxilios al costado, se están quedando sin implementos, eso es malo—. Ash, ¿puedo preguntarte algo?
—Ya me estás preguntando algo, onii-chan. —Le toma el pelo por mero placer a verlo enfadado.
—Tch. —Porque Dios, lo encandila cómo infla sus mejillas haciéndolas ver aún más regordetas espolvoreadas con un rubor de vergüenza y arruga la nariz, es un conejito, piensa y se le esfuma la sonrisa al recordar que esos animales son monógamos, eligen a una pareja para toda su vida y esa marca. ¡Esa maldita marca!—. ¿Me has estado oliendo más últimamente?
—¿Eh?
—¿Me has estado oliendo más últimamente?
—¿Lo normal? —Cree—. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque ahora que estoy sin el collar lo he sentido así. —Eiji se acaricia el cuello, se da vueltas para vislumbrarlo con una expresión injusta. De ojos grandes y brillantes. Mofletes rojos. Oídos rosados hasta las puntas. Labios en un puchero. Es tan bonito—. Te estás restregando tal como lo hacen los gatos para dejar su aroma en sus dueños.
—Esa comparación es humillante. —Chista—. Nunca haría algo tan denigrante.
—Lo estás haciendo justo ahora.
—¡Yo no…! —Muy tarde se da cuenta de que efectivamente está frotándose ante la nuca de Eiji.
—¿Ves que tengo razón?
—Mierda, no lo noté.
—Y tenía ese presentimiento, por eso preferí decírtelo. —Le explica con una voz suave y amable que lo remonta a canciones de cuna que fueron robadas y estrellas que se apagaron antes de pedir el deseo—. Quería saber por qué lo haces.
—¿Por qué? —Medita—. No sé.
Miente, claro que sabe la razón, su vida yace marcada de estímulos traumáticos que lo enrollan para arrebatarlo del presente y remontarlo al pasado con una grotesca vividez, pero la memoria no cambia, entonces debe encarnarla una y otra vez. Olores. Palabras. Toques. Sitios. Sonidos. Sabores. Cosas parecidas. Es impredecible e inevitable. Eso convierte al mundo entero en una amenaza. Ash está acostumbrado, claro. Es un asesino. Aprendió a manejarlo. Se resignó para aceptar personificar los momentos más humillantes sin voluntad porque así eran las cosas, lo mejor era simplemente rendirse y esperar que acabara rápido. Pero Eiji.
Su dulce Eiji.
Eiji es todo lo contrario, le da risa puesto que juraba que había perdido todo momento y pedazo atesorable de su alma y no obstante, al olerlo siente que su amabilidad, sinceridad y calidez le atraviesan el cuerpo entero y lo envuelven como una manta, entonces se encuentra a sí mismo pensando en Cape Cod, en Griffin, en Max, en Shorter, en Skip, en la pandilla, en esas personas que perdió, pero no bajo un foco negativo, no se siente más cómo ese guardián entre el centeno que caminaba a la orilla del abismo, con un pie en el vacío y el otro apenas sosteniéndose, esta vez se siente en medio de un campo de centeno pero con Eiji. Dios. Y si Eiji sonríe y le ofrece la mano para que la tome prometiéndole que se quedará a su lado… quizás aún queda esperanza.
O al menos esa clase de cursilerías piensa cuando lo huele, es como si en un mar de voces que no dejan de gritar inhumanamente Eiji fuera su silencio. Su paz. Su libertad.
—Hueles bien. —Pero decirle eso implicaría admitir otras cosas que no quiere, está consciente de a dónde quiere llevar la conversación, Ash sabe que Dino lo drogaba sin su consentimiento.
—Ya veo. —Porque reconoce el regusto de las drogas, seguramente es un alfa y por eso poco a poco se está manifestando y reaccionando a las feromonas del japonés, más, admitir que está convirtiéndose en lo mismo que Arthur. No. No se siente listo—. Era curiosidad, no lo tomes en serio.
—¿Qué Shorter sea un alfa te preocupa? —Tantea porque es un niño asustado que se aferra al único oso de peluche que lo ha confortado. Dios, por favor no me lo quites—. ¿Es eso?
—No creo que los alfas sean inherentemente malos. —Pero Eiji es Eiji y lo conoce mejor que él mismo—. Creo que hay alfas malos, así como hay personas malas. No creo que una casta haga que te conviertas en alguien malo de forma automática, también deben haber omegas y betas malos, solo que aún no los he conocido, pero no hay una naturaleza mala.
—¿Entonces no te da ni un poco de miedo?
—Hay muchas cosas que me dan miedo. —Sonríe quedando frente a frente—. Pero alguien me dijo que el miedo estaba bien y que ser valiente implicaba hacer las cosas a pesar de tenerlo.
—Vaya, esa persona debió ser muy sabia.
—Dicen que tiene 200 puntos de IQ ¿sabes?
—Wow, es todo un genio. —El ambiente se relaja y Ash coquetea porque le sale natural, ¿acaso no es increíble haber decretado un camino y que llegue alguien a darle vueltas todo? Este terco se escabulló entre las grietas de su corazón y dejó un desastre. Hizo lo que se le dio la gana. El problema es que construyó un hogar en su alma y ya no puede sacarlo—. Odio que estés en un sitio tan incómodo y en una situación tan mala conmigo.
—¿Lo dices por nuestro nidito de amor? —Ash sonríe porque hasta de lo negativo intenta hacer algo adorable.
—Sí, es decir, estás con un Golzine, al menos debería darte una vida cómoda. —Sé que pasaste por muchas carencias y dolencias por culpa de Arthur, quería compensarlas—. Lo siento.
—Primero. —Eiji lo toma de las mejillas con suma determinación, lo hace estampando la frente sobre su frente, acercándose hasta que no reste espacio—. Eres Aslan Jade Callenreese, nadie te puede quitar eso ¿entendido?
—No es lo que dicen mis papeles de adopción.
—Me importa un carajo tu adopción. —Qué lindo es escucharlo maldecir, se enojó de verdad y aunque debería darle peso no puede evitar alegrarse enternecido, le es duro empatizar consigo por la carcasa de rencor y culpa donde yace congelado pero Eiji lo defiende y eso hace que Ash quiera salir y luchar para sanar—. Eres un Callenreese, tu hermano literalmente está abajo para respaldar lo que estoy diciendo y no lo digo para invalidar o minimizar, pero tiendes a encerrarte en etiquetas sumamente dañinas que no son tú y no puedo dejarte hacer eso, no más.
—Entiendo, entiendo. —Ash ríe, se restriega famélico de amor contra la palma de su adoración.
—Y no estoy contigo por lo que puedas “ofrecerme”, estoy contigo porque eres tú, Aslan. Y todo lo que necesito está justo acá entre mis palmas. —Su cara arde al volverse aún más consciente de cómo el japonés lo sostiene con amor infinito de las mejillas, vaya que es tramposo.
—¿Eso significa que no me querías por mis millones de dólares?
—Probablemente gastarías esos millones en libros aburridos de todas formas. —Eiji sonríe y él no… el corazón se le aprieta y quiere llorar, es la primera vez que la felicidad lo remece al punto de las lágrimas, sin embargo, se siente tan malditamente agradecido de tenerlo acá—. ¿Acaso dije algo malo? Lo lamento, no fue mi intención herirte y que pusieras esa carita.
—Te amo. —Ash lo calla presionando un suave beso sobre sus labios—. Te amo cómo no tienes idea.
—¿Qué tanto? —Eiji extiende sus manos con coquetería y es tan natural que la tensión fluya en ellos—. Deberías demostrármelo.
—Te estás volviendo más atrevido. —Entonces el japonés ríe e inicia otro beso—. Más seductor.
—¿Te desagrada?
—Me encanta.
Ash no se aguanta más las ganas de besarlo, así lo hace, no es urgente ni tampoco violento, es una promesa de protección, cuidado e incondicionalidad, son sus manos deslizándose por los mechones ondeados y entintados con suma devoción, son risas entre besos primerizos, roces torpes, respiraciones agitadas, miradas tímidas, caras calientes, corazones sincronizados, dos almas que se funden en un para-siempre. El amor es extraño, él piensa sin dejarlo de besar con una sonrisita satisfecha.
⊱✿⊰
El pie de Ash aporrea incesantemente el suelo del apartamento. Tap. Tap. Tap. Viste ese par de converse rojas que se compró para jugar a la normalidad, si bien Dino siempre le elogió que los trajes de gala le daban un aire aristócrata digno de la mafia, cada vez que se los colocaba sentía que lo estaba tratando de convertir en una versión retorcida de un Golzine. Entrelaza las manos sobre su vientre, las tiene mojadas, temblorosas y asquerosas, intenta recordar alguna técnica de respiración o mindfulness que evita la catástrofe pero su mente es un auto a cien kilómetros por hora bajando la colina más empinada del mundo y sin freno, va a estallar.
—Puedes hacerlo, mocoso. —Max le da ánimos con una sonrisa gentil y paternal que solo hace que se le apriete aún más el estómago—. Estarás bien, lo prometo.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Solo lo sé, llámalo instinto paternal. —Le da risa que él también haya entrado en su juego, el adulto sabe que es muy joven para tener un hijo de su edad y que incluso si existiera posibilidad no querría a un niño malo como él. O al menos así se siente. Rechazado. Sucio. Ínfimo—. Griffin está más lúcido y puede formular algunas frases con coherencia, intenta hablarle.
—El antídoto no le devuelve todo de inmediato, Lynx. —Yut-Lung se lo dice desde la orilla—. No se habría recuperado tan bien si Max no hubiera estado todo el tiempo con ejercicios cognitivos para que su cerebro se vaya acostumbrando, tienes suerte de tenerlo. —No estás solo, dice sin decirle—. Confía en nosotros, así como confiaste en que sacaríamos adelante una cura.
—¿Shorter está bien?
—Mejor, todo se lo debemos a los enfermeros que tenemos de ayuda. —Es decir Sing y Skipper.
—Ya veo. —Ash sonríe contrariado, no quiere que su inseguridad sea la causante de llamar así la atención, más, es inevitable, la ambivalencia lo está matando—. Voy a entrar entonces, debo enfrentarlo tarde o temprano.
—Puedes hacerlo, mocoso. —Max le apoya una mano encima—. Pero si necesitas ayuda, estoy acá para ti. —Ash sonríe débilmente.
—Lo sé. —Gracias.
Y entra.
El corazón se le hace trizas apenas pone un pie adentro y debe contener las lágrimas para evitar romper en llanto, no quiere que lo reconozca, no todavía y aun así siente cómo los trozos rasgan su alma desde el interior, apuñalándolo en un desborde que apenas derrame no tendrá fin, ese dolor es desagradable, no sabe cómo confrontarlo, verlo se siente cómo si un taladro estuviera haciendo un agujero en sus sesos, retrocede aterrado, el eco del electrocardiograma se coloca sobre los latidos de su corazón. Ojos azules. Cabello castaño. Cara bonachona. Manos suaves. Brazos que no hacen daño, que abrazan. Un fantasma. Un recuerdo. Un muerto.
Sería mucho más digerible si solamente se hubiera encontrado a un cascarón vacío en su lugar.
Probablemente no me reconozca, se dice a sí mismo porque precisa creer que pidió a Ash Lynx para que lo salvara y sigan sus vidas como dos desconocidos, sería mejor que uno muriera para así no tener que confrontarlo. Pero Aslan está muerto desde que Dino lo adoptó. Es hijo de Dino y así aprendió del amor. Es hijo de su violador. De su proxeneta. De su benefactor. Y esa es toda la familia que tiene y que merece. Aslan está muerto. No volverá. Jamás.
—¿A-Aslan? —Pero entonces—. ¿Eres tú?
Entonces Ash realmente quiere llorar.
Porque le da pena que Griffin lo vea así, siente que volvió de una guerra hecho la mitad, el mero pensamiento de que lo reconozca y que lo haya llamado porque sabe quién es y por los lugares en dónde ha estado. Asesinó. Mató. Vendió. Se drogó. Sedujo. Usó a los hombres. Gobernó. No lo obligaron. Hizo lo que hizo dado que pudo hacerlo. No es una víctima. Es igual que Arthur. Le da risa ¿con qué cara mira a Eiji si es un alfa?, ¿con qué cara mira a Griffin si es un Golzine? Por eso lo mejor que puede hacer es seguir con el show.
Aslan está muerto.
—Soy Ash. —Lo corrige—. Y vine porque escuché que solicitaste hablar con Ash Lynx.
—Yo no… —Griffin frunce el ceño, está tumbado en una cama, apenas se puede mover, se halla tan conectado a cables que parece una enredadera ramificada—. ¿Aslan?
—Ash.
—¡A-Aslan! —Genuinamente impresiona colérico, no debería tratarlo así, se está recuperando y el proceso no ha sido sencillo, ya lo perdió una vez, no debería maltratarlo—. Mi hermanito…
—Lamento no ser quien estabas esperando. —Duro. Frío. Distante—. Pero me alegra verte bien a pesar de todo, debiste pasarla muy mal en ese lugar.
—Sí. —Max le dijo que mantuviera conversaciones cortas, que recién se está recuperando tras ser un vegetal, Ash nunca lo quiso mirar de esa forma, lo evitó hasta ahora, lo más doloroso de todo es que incluso luego del infierno que sobrevivió Griffin sigue siendo exactamente cómo lo recuerda. Y él no. Él cambió. Cambió para mal—. Fueron casi diez años ahí.
—¿D-Diez años? —Se le hace un nudo en la garganta—. ¿Por qué?, ¿por qué diablos involucrar a un inocente? ¡No tenías nada que ver con eso! No eras un mafioso, eras un soldado ¿por qué?
—Banana fish. —Balbucea—. Fui el primer sobreviviente de su droga. —Claro que tiene sentido considerando todas las estupideces que Dawson escupió cuando inyectó a Shorter frente a él.
—Ya veo. —Yut-Lung le dijo que no se ha manifestado, ¿fue un prototipo de hipnosis o es la otra especie que no produce feromonas? Ni puta idea, el tiempo lo dirá—. Eso no debió ser fácil.
—No lo fue.
—Por eso pediste mi ayuda. —Lo mete en un papel—. Por eso quisiste ver a Ash Lynx.
—Mi única razón para salir con vida fue mi hermanito. —Le explica—. Pero entiendo si él no me quiere ver… estuve mucho tiempo lejos, seguramente… seguramente la pasó muy mal él solito.
—Seguramente él sabe qué hiciste lo que mejor pudiste con lo que tenías.
—¿Lo hice? —El ritmo en el electrocardiograma se altera—. Porque creo que pude haber hecho más para cuidarlo, fallé en protegerlo.
—El viejo dijo que te lo tomaras con calma. —Ash se acerca, lo toma de las manos para que se sosiegue porque no quiere verlo sufrir de un infarto o perderlo a falta de regulación emocional.
—Max no está tan viejo. —Se ríe y mierda, esa risa es toda su infancia, la recuerda mientras los dos pescaban en el río, jugaban a las atrapadas, practicaban béisbol, se leían cuentos, jugaban a explorar Cape Cod, se bañaban en el agua cristalina o se tiraban en el centeno, es curioso, él estaba seguro de que se sabía de memoria toda su historia—. Es un poco mayor que yo.
—Cierto. —Es extraño cómo basta de un simple sonido como una risa para desenterrar cientos de pedazos que estaban en blanco y eran cosas buenas, no vivió tan mal, concluye, a pesar del abuso sostenido y el maltrato, Griff hizo que valiera la pena—. Lamento mucho que tu hermano no esté acá, no todavía.
—Todavía. —Repite comprendiendo sin que le tenga que explicar más—. Esperaré lo que tenga que esperar, él me debió estar esperando casi diez años, ¿no es así?
—¿No te da miedo encontrártelo y que sea otra persona?
—Claro que será otra persona y no pretendo que sea ese mismo niño que dejé, yo tampoco soy ese mismo chico que se fue de Cape Cod. —Griffin tensa los dedos, a juzgar por el ruido de los aparatos el esfuerzo es sobrehumano, Ash no mueve su mano, permite que haga y deshaga por todas las veces que no pudo acunarlo—. Pero quiero conocerlo… deseo saber quién es “Aslan”.
—¿Y si no te gusta la respuesta?
—¿Y si a él tampoco le gusta quién soy?
—Por favor, eso es imposible. —Chista—. Eres Griffin.
—¿Y eso qué significa? —Lo hizo reír, qué bueno—. Explícame, mi cerebro aún anda lento, Ash.
—Qué tú eres… ya sabes, eres un buen hermano y no creo que ninguna droga pueda cambiarlo.
—¿Cómo sabes que soy un buen hermano?
—Tengo un buen instinto para esas cosas, créeme. —Lo deja entrever aunque nada es explícito.
—Supongo que te tendré que creer, tú tienes un hermano, ¿cierto? —El asco le deforma la cara.
—Arthur no se puede considerar ni siquiera humano. —Es tajante y orgulloso—. Es una escoria.
—¿Por qué?
—Porque actualmente estamos en guerra, debes haberlo escuchado, solo uno saldrá con vida.
—Oh. —Griffin impresiona triste, realmente triste, ¿por qué?—. Supongo que no hay nada que pueda hacer para cambiarlo, ese es el mundo en donde vives.
—¿Por qué querrías cambiarlo? No te afecta en nada. —Sus defensas son crueles y espinosas.
—Me recuerdas a mi hermanito. —Y Griffin—. Te ves como un buen niño que no sabe que lo es.
Vaya que es cruel.
No lo malentiendan, encontrarlo vivo fue el motor que lo mantuvo resistiendo los abusos de la mafia, aun así tenerlo de frente encarnando todas esas cosas que perdió le resulta mucho más doloroso que cualquier tortura a la que Dino lo sometió, ojala se hubiera decepcionado porque así podría dejarlo ir, sin embargo, acá está, aferrándose a una familia que abandonó. Es que su hermano. Dios. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griffin. Griff.
¿Por qué lo mira como si fuera bueno estar vivos en esta mierda?, ¿por qué lo mira con un amor tan desbordante que le hace pensar que ha visto a través de su mentira? Y si ese es el caso ¿no debería odiarlo?, ¿rechazarlo?, ¿insultarlo?, ¿gritarle? Jim lo hizo. Dino lo hizo. Cada uno de los adultos que lo ha amado a excepción de Max lo ha hecho y Griffin no merece esto. Tiene chance de rehacer su vida y si lo arrastra lo estará condenando, seguramente se olvidará con el tiempo, seguramente Aslan quedará como un recuerdo amargo y perdido, es lo que Ash quiere, ¡sí! Eso es lo que necesita. Matar a Aslan.
—No puedo ser ese hermano que perdiste. —Quiere decirlo con seguridad y dureza, más, está temblando y balbuceando—. Lo lamento.
—No necesito que seas ese hermano que perdí, necesito que seas tú mismo.
—¿Cómo lo supiste?
—Tus ojos. —Ríe y es todo—. Tus ojitos, fui el primero que los miró cuando naciste, nunca sería capaz de olvidarlos, menos si estuve pensando en ellos todos estos años.
—¿Y qué hay de Max?, ¿el viejo no cuenta?
—Amo a Max, de eso no cabe duda. —¿Por qué están hablando cosas reales?—. Le escribí que quería llevarte a Nueva York con él para ser una familia de verdad, pero… pero todo esto ocurrió.
—Sí. —Ash se aguanta las ganas de llorar o se hará pedazos—. Ya no podemos ser eso, perdón.
—Aslan.
—Ash. —Lo corrige—. No estoy listo para escuchar lo otro, espero que lo entiendas.
—Sí. —Griffin impresiona tan herido—. Claro que lo entiendo.
—Esto tampoco significa nada, tengo asuntos urgentes de los que hacerme cargo y no puedo…
—No seré una carga. —Qué Eiji de su parte decir eso—. No estorbaré, me concentraré en sanar lo más rápido posible y así ayudar, escuché que un amigo tuyo también fue inyectado, ¿cierto?
—Sí, pero parece que fue otra versión de la droga.
—Ayudaré, en lo que sea que pueda cooperar lo haré sin dudarlo, quiero aligerarte.
—¿Por qué? Si ni siquiera puedo ser tu hermano.
—Porque yo no me he rendido contigo.
—Lo siento.
—No. —Entonces Griffin sonríe con el corazón hecho pedazos—. Yo realmente lo lamento, Ash.
⊱✿⊰
Disculpas. Disculpas. Disculpas.
Odia las disculpas, desde que tiene memoria yace rodeado de personas que lo rompen y creen que las cosas sanan con esas dos simples palabras. Lo siento. No. No puedes tomar un pedazo de alma y estrellarlo sobre el piso hasta hacerlo trizas como si fuera una estatuilla de porcelana para luego disculparte y largarte, muchas veces le tocó agacharse y recoger los restos trillados, pero los bordes eran filosos y dolía tocarlos, le daba rabia, cuidaba con tanto esmero las partes más bonitas e inocentes de su corazón, le daba mucha rabia que otros se sintieran con derecho de meter sus garras y mancillarlo para luego tirarlo.
Sí. Eiji le dijo que las cosas rotas no se tienen que quedar rotas, pero a veces hay personas que las quieren dejar así. Personas cuyas disculpas no significan nada. Personas que hacen daño.
—Más adelante ansío hablar bien con Griffin. —Pero también hay personas cuyas disculpas sí sanan—. Sé que él sabe quién soy, pero no puedo hablarlo todavía.
—Eso está bien. —Ash se encuentra recostado sobre el pecho de Eiji, su cabeza descansa ante su hombro y sus respiraciones se encuentran en sintonía, fue un ritmo natural que se fundió al igual que sus latidos, cierra los ojos y permite que el dulzor de su amado lo embriague mientras le acaricia el cabello una y otra vez—. Puedes tomarte tu tiempo, tienes tiempo para conocerlo.
—¿Y si me odia?
—No te odiará.
—¿Y si me resiente?
—No te resentirá.
—No puedes estar seguro.
—No. —Eiji tararea, sin detener sus caricias, Ash siente el reflejo de una sonrisa fantasma rozar su flequillo, sino estuviera tan cómodo alzaría la cara para mirarlo, más, sabe que el momento en que lo haga, habrá perdido la guerra sin comenzarla—. Pero tú tampoco.
—No me gusta cuándo te pones sabelotodo.
—Pues que pena. —Se burla aunque en el fondo ambos disfrutan la cercanía, pronto sus dedos se encuentran entrelazados mientras se recuestan en el sofá, es impresionante cómo Eiji hace que este basurero se sienta igual que un hogar—. Yo también pienso tomarme mi tiempo.
—¿Con Shorter? —Asiente—. Yo lo he ido a ver, parece más lúcido, pero la víbora dice que aún no es buena idea que lo veas, todavía está drogado. —Eiji sonríe con congoja, no hace falta que lo vea para que lo comprenda, le duele la situación—. Pero va bien.
—Me alegra mucho escucharlo.
—¿Por qué están a oscuras? —Skip gimotea prendiendo la luz del comedor—. Hey, piensen en los niños antes de hacer cualquier cosa, no están en su dormitorio.
—Tch. —Ash chista y se restriega con más fuerza sobre el nipón—. Aguafiestas.
Y entonces entra una bala por el ventanal.
Sucede en un abrir y cerrar de ojos. No la escuchó. No la pudo prevenir. Disparó un profesional en un nivel completamente diferente. Ash grita. Apagan las luces. Salen del cuarto y cuando el momento del shock pasa y finalmente es capaz de procesar que la sangre en sus manos es por una herida que Eiji se hizo en el hombro entiende perfectamente que Blanca le ha declarado la guerra y ha elegido a Eiji como su objetivo. Mierda.
Notes:
Ya, ahora sí nos vamos a tener que meter de lleno a lo de Blanca porque está ahí, es decir, es imposible ignorarlo a estas alturas. Mil gracias por tanto.
Se les quiere mucho.
Chapter 25: Compartir conocimientos.
Notes:
Hi~ Hoy fue un día que me dejo muerta, así que más ratito contestaré los comentarios que agradezco demasiado que me dejen porque me hacen sentir que este disparate tiene cierto nivel de coherencia. Como les conté ayer, hoy nos toca más al hueso con Blanca porque tarde o temprano debía aparecer.
Espero que les guste y mil gracias por el apoyo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El corazón de Ash se apretuja al vislumbrar a Shorter tendido en la camilla, está respirando con suma dificultad, una serie de intravenosas yacen conectadas a los nudillos, está empapado de sudor, debe tener frío, rumia y se retracta el segundo que lo toca y se quema por el hervor, sigue dormido, no obstante, a juzgar de sus quejidos y sollozos impresiona atrapado en una pesadilla que se repite en bucle, ¿así se habrá sentido Griffin antes?, ¿a esto se refería Dawson al decirle que se encontraría atormentado por siempre?
—Lo siento. —Dice sentándose en el taburete junto a la cama, apretándole la mano, centrando su mirada en la herida de bala que le hizo en el pecho, le disparó y si el arma no hubiera estado mal calibrada lo habría matado, ¿qué clase de amigo de mierda es?—. Perdón, sé que no debes estarme escuchando, pero lamento mucho que las cosas hayan acabado así.
—Te está escuchando. —Yut-Lung le habla por detrás, se encuentra apoyado en el marco de la puerta, viste una sudadera que le queda demasiado grande para ser suya y lo hace ver fatal, su hermano le comentó que los omegas precisan del aroma de “su alfa” para sentirse seguros, le da risa que igual terminaran enlazados, quizás era el destino—. Lo sé porque no he dejado de hablarle desde que lo trajimos acá y a veces reacciona, parece calmarlo escuchar algo amable.
—Sin ofender, pero Shorter se ve horrible.
—Lo sé.
—¿Por qué? Se ve peor que antes.
—Porque no pudo matar a Eiji, escuchaste lo que el loco dijo, no puede desobedecer una orden o el sufrimiento será insoportable e incluso si cumple con su misión se empezará a mutilar a sí mismo. —Yut-Lung va hasta la camilla para darle vueltas las muñecas y develar una maraña de cicatrices, son violentas, grotescas e impresionan haber sido hechas por un animal salvaje, se encuentran vendadas y curadas en este momento—. Se quiso rajar las venas.
—Mierda.
—Le tuve que inyectar un calmante muy poderoso para dejarlo noqueado, me dio miedo un día entrar y encontrarlo muerto sobre la camilla.
—Griffin se veía bien en comparación, ¿por qué?
—Son drogas diferentes. —Le explica—. Son versiones diferentes, mejor dicho. Tu hermano fue víctima del primer prototipo, por eso fue mucho más fácil limpiarla de su cuerpo, ellos le dieron la droga para ver si funcionaba y le anexaron órdenes vagas. A Shorter por otro lado, lo doparon con la versión refinada y le dieron una misión muy precisa, eso nos deja en problemas.
—¿Estará bien?
—Va mejorando. —Yut-Lung desliza sus dedos por los cabellos morados del contrario, los tiene pajosos y pegoteados en una plasta, es impresionante que aun así pueda vislumbrarlo con una ternura desbordante, casi esperanzadora, la compasión no le sienta para nada a una serpiente venenosa o quizás, siempre fue así y no tuvo lugar para expresarlo—. Mi hombre es fuerte.
—Se ve calmado a tu lado, es difícil explicarlo, pero apenas entraste al cuarto dejó de quejarse.
—Supongo que nuestras feromonas son compatibles o una mierda así, no sé. —Pronto, la cara del más joven se ve espolvoreada por un adorable carmesí—. Me gusta mucho su olor, es como una necesidad irracional a tenerlo cerca y envolverme bajo su esencia, lo sé, suena asqueroso.
—No. —Ash piensa en lo que Eiji le preguntó—. Creo que lo entiendo, me pasa con Eiji, a veces quedo totalmente embobado con su aroma, es casi adictivo y no de mala forma pero si pudiera me quedaría en el hueco entre su hombro y su cuello por siempre, amo ese lugar, es mi favorito.
—Dónde tiene las glándulas aromáticas, qué coincidencia.
—No lo sabía.
—Lynx, eres un alfa. Basta de rodeos.
—Yo no…
—No te lo estoy preguntando. —Yut-Lung lo corta—. Sé que Eiji no te quiso presionar pero huelo tus apestosas feromonas desde que regresé del laboratorio, cada vez se vuelven más intensas, así que o eres un alfa o deberías bañarte más seguido, aunque claro, tú no te ves sorprendido.
—Dino me drogaba sin mi consentimiento, ya lo sabía. —Suspira y se quita el peso, aprieta sus manos sobre sus rodillas y se deja colgar sobre el taburete de metal, más que una pieza en una residencia parece una habitación de hospital ¿cómo Blanca los encontró?—. Pero admitirlo en voz alta era demasiado difícil, no quería… no quería hacerle eso a Eiji.
—¿Lo dices porque Arthur es un alfa?
—Sí.
—Que sea un alfa no tiene nada que ver contigo, comprendo que la casta le dé ciertas ventajas.
—Y mira la escoria que es, tú mismo nos explicaste las castas, ¡los omegas quedan indefensos ante los alfas! Aún hay muchas cosas que no entiendo como las feromonas, los comandos de voz o los ciclos de celo, pero me da demasiado miedo averiguarlo, ¿qué pasa si en ese proceso me termino convirtiendo en Arthur? No podría hacerle eso. No podría vivir conmigo mismo. No.
—Shorter es un alfa y es bueno.
—Intentó matar a Eiji. —Tira el balde de agua fría—. Y sé que no fue su culpa pero porque es un alfa pudo pesquisar las feromonas de Eiji.
—¡Vaya pensamiento cavernícola! —Yut-Lung ríe—. Esperaba cualquier cosa menos esto de ti.
Ash suspira clavando su mirada en el pecho de su mejor amigo, en la herida de bala, de manera racional comprende que Lee tiene razón, no obstante, está sintiendo una suerte de “castafobia internalizada” le da risa no poder despegar el concepto de alfa de la crueldad pero las personas a quienes más ama son omegas o betas, por otro lado, quienes le hicieron daño parecen ser la clase de sujetos que se aprovecharían de la superioridad física y biológica que ser alfa conlleva y es duro denominarse así, ¿cómo eso no significa convertirse en un perpetrador?
Claro, fue lo mismo con su homofobia internalizada, él sabe que los gays no son malos per-ce, hubieron mujeres que lo violentaron. Pero Dino. Su entrenador. Marvin. Froggy. Y esa lista sigue y sigue porque resulta complejo despegar las generalizaciones, si los alfas simplemente fueran malos ya sabría de quien protegerse y eso le daría una razón extra para odiarse. Pero. Pero. Pero.
—¿Cómo está Eiji? —Yut-Lung cambia el tema y aquí le cae otro balde de agua fría, cierto, tiene una cita a medianoche—. Escuché que la fiebre le bajó luego de que le dispararan, ¿es verdad?
—Es terco. —Se ríe—. Claro que una herida de bala no lo detendría, fue suerte que Skip pudiera mantenerlo en cama con la excusa de que quería mimos y que le leyera cuentos, al final él está cuidando a Eiji sin que Eiji sepa.
—Eso es bueno. —Yut-Lung cavila—. Sing también ha estado visitándolo e informándome dado que no me fío de su inexistente instinto de supervivencia, lo quiero, pero me saca de quicio.
—Entiendo a lo que te refieres. —Una sonrisa triste brota entre sus mejillas—. Sé quién disparó.
—¿Lo sabes? —Asiente—. ¿Quién es?
—Es alguien a quien no puedo vencer, así que más tarde iré a negociar con él para que nos deje en paz. —Al menos a ustedes—. No le digas nada a Eiji, solo iré a compartir conocimiento.
—¿Simplemente desaparecerás? Eso es demasiado cruel, incluso para ti, Lynx.
—Volveré. —Miente—. Es una simple negociación cordial, Arthur no estará. —Miente de nuevo.
—Ash.
—Pero si las cosas salen mal, por favor cuida de Eiji y Shorter, sé que Max se hará cargo de Griff, no se ha despegado de su lado desde que lo trajimos y si ha mejorado es por él, pero Eiji…
—Yo me encargaré de tu noviecito, siempre y cuando regreses. —Amenaza—. Finalmente estoy conociendo al patético gato mugroso que está bajo la imponente fachada de lince, no te dejaré quitarme esa satisfacción muriendo antes de que pueda conocerlo bien. Además Dino y el clan Lee siguen con vida ¿acaso se te olvida? No has acabado, Lynx. No puedes morirte. No puedes.
—No moriré. —Le asegura—. Solo será una charla amable para entender qué es lo que quieren.
—Despídete de Eiji al menos, ten las pelotas.
—Claro. —Sonríe—. Lo haré.
Ash se va del cuarto sabiendo que ha mentido una tercera vez.
⊱✿⊰
La habitación se encuentra envuelta por la tenue luz del atardecer, pronto anochecerá y la hora de enfrentar a Blanca se torna cada vez más real, toma una enorme bocanada de aire antes de hacer obvia su presencia para el nipón sin embargo eso no es necesario, porque esos inmensos ojos cafés lo encuentran antes de que sea consciente de qué tan perdido yacía, está acostado en la cama con las manos sobre su vientre, sigue luchando contra la fiebre, no tiene que decirle nada para que lo vislumbre puesto que ha aprendido a leerlo con suma devoción.
Sí.
Ash ha aprendido a atesorar cada una de esas peculiaridades que hacen de Eiji ser Eiji. El cómo patea el piso cuando pierde una pelea. Su obsesión con la limpieza. Sus hábitos de señora. Los pajarracos horrendos que ama. Su comida apestosa. El cómo oculta tras una sonrisa lo herido que se encuentra para no ser una carga. Es compasivo. Dulcemente compasivo con los demás. Es tan cruel consigo mismo. Está herido. Es irascible. Volátil. Imprudente. Terco. Está loco y es un poco suicida. Ash ha amado cada una de esas mañas y defectos que lo acomplejan, siendo honesto ni siquiera él entiende cómo funciona esto del amor.
¿No es curioso cómo todas estas cosas que suelen molestarle del resto, las ame tanto en Eiji?
—Hola. —Y que las ame lo suficiente para arriesgar sin dudar su propia vida por él—. No pensé que te encontraría despierto.
—No me digas eso. —Eiji chista y se sienta mejor en la cama, la venda en su hombro le aprieta y le desgarra el alma, por su culpa está así—. Ya es lo bastante humillante enfermarme por una herida de bala, ¿qué clase de mafioso soy? Tú ni siquiera te inmutas.
—Porque yo estoy acostumbrado. —Ash se sienta a su lado en la cama, desliza su palma sobre la frente de su amado asegurándose de que la fiebre haya bajado, está caliente y no tanto como antes, es adorable cómo su flequillo se ha esponjado aún más por la humedad—. Tú no.
—Tú tampoco deberías estar acostumbrado. —El ambiente se siente levemente tenso, no tiene sentido, no le ha dicho nada y no puede sospechar acerca de su partida ¿cierto?—. ¿Pasa algo?
—¿Eh? —Pero Eiji es Eiji y a veces lo olvida—. ¿A qué te refieres?
—Te conozco, pasa algo.
—No. —Miente usando una voz suave, es mucho más suave de lo habitual, Bones lo molestaba diciéndole que incluso endulzaba su tono cuando se trataba del japonés y no lo niega, es como un instinto totalmente irracional el que se apodera y lo impulsa a cuidarlo—. No pasa nada, me quería asegurar de que estuvieras cómodo, nada más.
—Lo estoy. —Eiji frunce el ceño y parpadea, aprieta los labios y así aprecia que por más que lo intente y funcione con los demás a él no lo podrá engañar, ¿por qué?, ¿es esto lo que se supone que hace el amor?—. Gracias por cuidar de mí.
—No tienes nada de que agradecerme, saliste herido por mi culpa. —Entonces su amado toma su mano y la aprieta con una delicadeza propia de un girasol, luce absolutamente precioso con la luz de la luna quemando su silueta a través de las cortinas, ¿no es lindo? Bajo la iridiscencia de la ciudad la sombra en su espalda casi parece proyectar un par de alas, claro que las tendría porque los humanos no saben volar, pero Eiji sí sabe—. Es lo mínimo que podía hacer.
—No salí herido por tu culpa, Ash. Salí herido porque estamos involucrados con la mafia.
—Te dije que amar a alguien acá tendría consecuencias. —No quería que esto sonara como un conflicto—. Lo siento, solo quería asegurarme de que te pusieras bien, luego vendrá ese tal Ibe.
—¿Ibe-san?, ¿por qué?
—Sé que es más cómodo para ti hablar en tu idioma natal. —Él quiere poner una barrera y huir.
—Ya veo. —Pero Eiji lo está mirando como si estuviera genuinamente dolido por su actitud, casi como si previniera que esto es una despedida, así no es justo, Ash tensa el agarre de sus manos disimulando lo mucho que esto le rompe el corazón, dejarlo es dejar la mitad de su alma—. Me vas a abandonar, ¿no es así? —Y por supuesto, él ya lo sabía.
—No. —Ash miente porque es bueno en ello, eleva la mirada para convencerlo usando el cariño y la cursilería de verlo a los ojos, más, sus pupilas refractan estrellas que forman galaxias y eso le arrebata la respiración ¿cómo puede mentirle si lo mira con tanto amor?—. No te pongas tan paranoico, onii-chan. —Intenta aligerar la tensión y es absurdo.
—Porque tú no te irías sin decirme ¿cierto? Eso sería demasiado cruel y tú no eres cruel, Aslan.
—¿No lo soy? —Ríe con tristeza—. No tienes idea de cuánto quiero quedarme contigo pero me da miedo que ellos te atrapen por mi culpa. —Eiji le aprieta las manos como si sus palabras le estuvieran perforando el alma, lo sostiene con toda su fuerza, se aferra a él al igual que lo haría con un crucifijo, pero no hay más que pueda hacer, tomó su decisión.
—Nada de eso me importa, no me importa si me atrapan.
—Lo sé. —Ash sonríe destrozado, deslizando sus dedos por el rostro de Eiji, memorizando cada una de sus facciones porque teme que esta sea la última vez, sintiendo su calidez más allá del frío, memorizando su aroma y mirando esa maldita mordida—. Y por eso te amo tanto.
—Ash.
—Solo iré a hacer un trámite y vuelvo, te prometo que las cosas estarán bien y para probarlo te dejaré esto. —Entonces se saca ese collar que alguna vez le pretendió regalar, ese que compró cuando no sabía lo dolorosa que era la gargantilla y lo idiota que se veía por culpa de los celos.
—Es tu collar.
—Me recuerda a tus ojos, por eso siempre lo mantengo cerca de mi corazón. —Ash desliza con suma delicadeza la cadena alrededor del japonés, ha adquirido un significado diferente, ya no es esa misma pedrería que compró porque quería reafirmar su territorio, ahora es atesorable y quiere que Eiji tenga ese pedazo de él—. Cuídala mucho hasta que vuelva, es especial para mí.
—¿Por qué nunca te deshiciste de ella? La rechacé la primera vez.
—Porque me recuerda a ti. —Sonríe—. ¿Cómo podría?
—Si esto es una despedida no te lo perdonaré, ¿lo entiendes?
—Claro que lo entiendo. —Dios, su sonrisa, podría morir más que contento viéndola una última vez—. Puedes confiar en mí. —¿No se cansa de decir tantas mentiras? A fin de cuentas no está rompiendo su corazón solamente tomando esa decisión sino que está rompiendo el de ambos.
Pero Ash es así.
Lo mataría decirle la verdad, sería demasiado cruel enfrentar a Eiji y no quiere recordarlo como si fuera una despedida, así que desliza sus dedos por debajo de su mentón y lo besa, es apenas un roce de labios. Es torpe. Ingenuo. Inocente. Es todas esas cosas que perdió, pero que Eiji le mostró que no estaban tan perdidas. Odia hacerle daño. Odia que esto esté pasando, más, Ash no sabe cómo más protegerlo además de sacrificándose, siempre estuvo preparado para morir de todas maneras y al menos si puede garantizar la seguridad de sus seres amados, su muerte tendrá significado y podrá irse tranquilo. Si este es su último beso. Noche. Toque. Abrazo. Todo valió la pena. Mientras Eiji se quede con ese pedazo de su alma estará bien.
—Te amo. —Le dice en un silencio lleno de todo lo que no se dirán—. Hazle caso a Skip y a Sing.
—Pensé que Sing no te agradaba.
—Ni lo hace, pero pareces escucharlo más que a mí.
—Prometo escucharte. —Le dice con los ojos cristalizados—. Si vuelves, prometo escucharte.
Aunque ninguno dice más en voz alta, ambos saben que esa noche él se marchará y no volverá.
⊱✿⊰
Apenas pone un pie en la bodega las luces se encienden, es una trampa, el olor a podredumbre tan característico de Arthur se lo señala a gritos, más ¿qué otra opción tenía? Las dos inmensas puertas de metal se cierran a su espalda dejándolo sin salida.
—Te estaba esperando. —Un escalofrío recorre su espalda, hay una plataforma en altura donde proviene esa voz, la conoce bien, demasiado bien ya que creció escuchando aquel acento ruso y tosco, alza el brazo para vislumbrar la silueta colosal que yace tras los reflectores. Está aquí.
—Y pensar que vendrías sin quejas. —Arthur ríe caminando enfrente con una sonrisa de triunfo, se mira diferente, se pregunta si estará abusando de las drogas o si es consecuencia del rencor, de cualquier manera, Arthur conocía muy bien a Blanca y tarde o temprano lo llamaría—. Estoy sorprendido de que ni siquiera intentes luchar, ese no es mi preciado hermanito. —Asqueroso.
—Tú sabes que Blanca está a un nivel completamente diferente, no se trata de ganar o perder.
—Es un honor escuchar eso. —Finalmente hace aparición entre las sombras, no apesta, infiere que no ha sido sujeto a la droga, no obstante, tampoco la necesita, su nivel de fuerza y técnica es invencible, se cuestiona qué le habrá ofrecido Arthur para sacarlo de su retiro—. Hola, ¿qué te pareció “las islas en el arroyo”?
—Ya es suficiente de esto. —Frunce el ceño y tensa la cara—. Si van a matarme, ¡solo háganlo!
—Hoy estás emocional, qué raro en ti. —Arthur saca una pistola detrás de sus jeans.
—Ni siquiera puedes disparar, ¿qué harás con eso, dedos cortados?
—Yo no la usaré, tú sí. —Ash abre los ojos, anonadado—. Vas a dispararte en la cabeza y dejaré en paz a Eiji. Le permitiré tener una vida normal con su familia, escuché que es de Japón ¿o no? Tiene a su madre y a su hermana vivas todavía, pero no creo que puedas hacerlo porque tú…
Y entonces Ash le quita la pistola y jala el gatillo contra su cabeza sin dudar ni un puto segundo.
Clic.
—¿Qué diablos? No tiene balas. —Arthur yace tan sorprendido que arroja una risa desquiciada, no debió tomarlo en serio—. Rápido, pásame una bala.
—¿Tanto lo amas? —El alfa se relame—. Ahora solo tengo más ganas de poseerlo, si lo alejaras de tú lado y él volviera a mí tendría la vida garantizada, ¿crees que podrá sobrevivir a Blanca?
—Es patético que hayas caído tan bajo como para trabajar con Arthur. —Ash escupe, las voces hacen eco entre las paredes de metal, el ambiente está frío—. ¡Ni siquiera lo quisiste entrenar!
—¡Porque Dino siempre te prefirió a ti! —Brama—. Pero eso se acabó, esta misma noche te vas a vender a mí, no a Golzine, me encargaré de hacerte trabajar en lo más bajo de los prostíbulos porque yo no seré benevolente como nuestro papá, no, yo me encargaré de romperte y ¡hacerte desear la muerte cada maldito día! —Arthur lo coge de las solapas de su chaqueta de mezclilla.
—¿Y por qué haría eso?
—Porque si no, te prometo que Blanca le volará los sesos a Eiji.
—No lo harías, lo quieres poseer.
—Sino puede ser mío, tampoco será tuyo. —La ira escalda de lo más profundo de las entrañas del lince, la cabeza le quema como si estuviera hirviendo, sus venas palpitan, pronto, le cuesta respirar y siente todo con más violencia e intensidad. Nadie tocará a Eiji. No los dejará. Lo va a proteger. Protégelo. Protégelo. Protégelo—. Es tu vida por la suya, tú decides.
—Qué no se te ocurra. —Blanca lee sus intenciones a la perfección—. Suelta el arma, inclusive sino tiene balas es peligroso que la tengas cerca de Arthur y no puedo dejar morir a mi cliente.
—No es tu estilo involucrar inocentes.
—Es mi último trabajo, no tengo más opciones.
—Tienes 48 horas para decidirlo, sé que Yut-Lung ha estado trabajando en un antídoto y espero que me entregues toda la información y destruyas lo que tienen, seré el único que sabrá acerca de la droga, así Dino se sentirá orgulloso y me heredará su imperio, no puedo esperar a verle la cara cuando sepa que su depredador salvaje ha sido reducido a una puta de nuevo, siempre te quise ver en esa posición para ser franco, quiero que me mires desde abajo.
—¿Eso te hará sentir mejor? Pensé que esta competencia era sobre jugar limpio, existen reglas.
—Ninguna impide que contrate a Blanca. —Se ríe—. Acéptalo, hermano. Perdiste. Si te atreves a llegar un minuto tarde mataré a Eiji o peor, tendrá tu destino, depende de si es apetitoso para mí o no, ¿acaso lo has usado? El agujero de un omega es realmente delicioso.
—¡Cállate! —Ash lo abofetea con tal brutalidad que Arthur voltea la cara—. ¡Ya lo entendí!
—No. —Blanca detiene a Arthur—. Déjalo tomar su decisión, ya fue suficiente.
—¡Blanca! —Ash lo para—. Me revolcaré en mi tumba sino trato de darte un golpe ahora mismo.
Blanca le pide permiso a Arthur y este más que encantado de ver una paliza se lo otorga porque el cobarde sabe que no le ganará sino hace trampa o se esconde detrás de alguien más y sí, tal vez lo haya acorralado y este sea el fin de su vida, sin embargo, no se los dejará tan fácil, Blanca se quita el saco y le hace un gesto con las manos para que ataque, Ash igual tira la chaqueta y planifica una estrategia. Pero las palabras de Arthur. Eiji. Eiji. Eiji. Alza la mano para sostener el collar solo para darse cuenta de que no tiene nada, que nada le evocará a Eiji, lo más probable es que lo olvide al rehacer su vida en Japón y eso sería lo mejor.
—¿Qué ocurre? No podrás pegarme de tan lejos.
En un abrir y cerrar de ojos tiene a Blanca encima, le ha abierto el cuello usando su mano como si fuera un cuchillo, Ash se toca, se siente como una presa atrapada, la sangre gotea. Plic. Plic. Plic. El pavimento se mancha. Ash maldice y corre a golpearlo, usa sus puños, piernas, brazos, cabeza, usa todo lo que tiene esperando que sea suficiente pero no lo es, Blanca ni siquiera se inmuta y el golpe de realidad es tan potente como el puñete que le da a la cara.
—Tus puñetazos son muy flojos, te dije que entrenaras bien tu cuerpo. —Se toca la mandíbula y escucha cómo los huesos se le han desencajado junto a un amargo sabor a óxido, no respira bien, está demasiado acelerado, el pánico está inundándolo y no lo puede detener.
—¡Cállate! —La furia estalla—. ¡No quiero ser un maniático de los músculos como tú! —Porque esta no es una pelea, es una masacre, ja, Ash escupe la sangre, corre para darle una patada en la cara, basta de un movimiento para esquivarla. Mierda. ¡Joder! Concéntrate, estás perdiendo.
Entonces Blanca le da un codazo en el pecho y Ash siente cómo el corazón se le aprieta, no se puede parar, debe abrazarse a sí mismo para gatear intentando mantenerse en el ring, pero las costillas le crujen y sus latidos se ralentizan, abre la boca, intenta maldecir, no sale ni una puta palabra, su cara se estrella contra el piso, se revuelca en su propia sangre, es todo. Perdió.
—Es uno de los esenciales. Te lo enseñé. —Ash araña el piso, agonizando para levantarse, pero no, no, no puede hacer nada. Es inútil—. Si hubiera querido, tu corazón ya estaría aplastado.
Blanca pide hablar con él a solas, Arthur a regañadientes acepta, sin embargo, Ash no se puede parar y a duras penas logra darse vueltas para quedar tumbado en el frío y mugriento pavimento con su sangre empapando su ropa y su propia miseria haciendo de manto, el adulto se inclina y le dice que esta será la última vez que le dará un consejo. No lo quiere. Está cansado.
—Cuando escuché que te rebelaste contra el monsieur y le robaste a Arthur me sorprendí, creí que ya habías superado tu pasado. —Lo dice como si fuera simple, como si bastara de palabras de aliento para sanar mágicamente todo el daño infligido y no es así—. Pero lo entendí cuando vi a ese chico japonés. Tienes que dejarlo ir. Un conejo y un lince no pueden ser amigos. —Ash se da vueltas, no quiere verlo a la cara porque ya lo sabía, lo supo del inicio y aun así…
Lo lamento, Eiji.
—Iba a negarme cuando me pidieron entrenarte, pero cuando te conocí, sentí que este mundo era el único al que podías pertenecer, así que decidí enseñarte cómo sobrevivir en él, fuiste un buen alumno. Yo tampoco quiero perderte, Ash. —Ja—. No quiero ver cómo te echas a perder.
—Vaya. —Es curioso que le diga eso considerando lo destrozado que estaba, es curioso porque solía pensar como Blanca, asumiendo que el único lugar al que podría pertenecer era este, que su destino era matar a Dino y luego matarse porque la vida entonces carecería de sentido, pero conoció a Eiji y… y Eiji es bueno sacando lo mejor de las personas—. Eres gracioso.
—Eres inteligente, Ash. Aunque trabajo para Arthur, él tenía razón, eres el favorito del monsieur, si vuelves con él y le pides ayuda te lo dará todo. Solo tendrás que renunciar a una sola cosa.
—¿Y quién eres para decírmelo? Todo lo que obtenga de ese viejo será falso, ¡¿aun así me dices que cumpla con el papel que me dieron?!, ¡¿qué haga como que no me doy cuenta?!
—Así es.
—¡¿Entonces por qué te escondiste en el Caribe como ermitaño?!, ¿no fue porque odiabas ese papel que te dieron?
—Ash.
—Déjame solo. —Ash se arrastra al piso sabiendo que está bien—. Ahora soy feliz, porque sé que por lo menos hay una persona que se preocupa por mí y no espera nada a cambio. —Cierra los ojos y sonríe al recordar a Eiji, no importa si no puede volverlo a ver, si Arthur lo despoja o si Dino lo atrapa, nadie le quitará lo que Eiji significó—. No puedo creer la suerte que tengo, es el sentimiento más feliz del mundo.
—Pero te llevará a tu destrucción.
—Es mejor que vivir entre falsedades. —Blanca suspira.
—Ya veo. —Se levanta—. Haz lo que quieras. —Y se aleja, Ash aún tiene una última cosa por la que rezar.
—Blanca. —Así que pide deseos que son cartas ensangrentadas—. Quiero pedirte una cosa.
—¿Qué?
—Por favor, no lo mates. —Blanca retrocede, atónito—. Te lo ruego, no le hagas daño, por favor.
Porque Eiji…
—¿Tanto significa para ti? Por eso dijiste que querías golpearme. —Concluye—. Pero eso no lo puedo cumplir. Debo seguir el papel que me han dado.
Notes:
En el otro capítulo volveremos con Eiji porque como se imaginan no le gusto para nada la noticia, no se me angustien, este drama no dura mucha porque nos queda menos de una semana y tenemos mucho que abarcar todavía, pero es muy necesario para aterrizar el nivel de crecimiento de los personajes.
Gracias por tanto, perdón por tan poco.
Chapter 26: Nuevo hobbie juntos.
Notes:
Hi~ La actualización de hoy llegó super tarde, pero llegó porque justo ayer quedamos en una parte bien importante y cómo les comenté, ya tocaba adentrarse más en la perspectiva de Eiji y cómo reaccionaría a esto.
Muchas gracias por el apoyo y el cariño, se les quiere caleta.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ash no volvió.
En el fondo, sabía que eso sucedería ya que lo conoce, es hilarante cómo Ash se burla diciendo que tiene nulo instinto de supervivencia si él es peor. Injusto. Siempre le resultó injusto el cómo Ash se sacrificaba bajo la excusa de que era el jefe, por ende, debía estar en la primera línea de fuego, odiaba la forma en que arriesgaba tan irresponsablemente la vida como si tuviera menor valor que la del resto. Se hacía el fuerte. Todos lo sabían. Se tragaban esa fachada. Eiji no podía. Intentó. Una y otra vez. Porque a Ash le dolía que vieran su vulnerabilidad, no obstante, tragarse su actuación era imposible si compartían cuarto y lo oía sollozar en las noches hecho una bola, igual que un niño. Asume que por eso nunca pudo odiarlo. Gracioso ¿no? Él es más inteligente, grande y fuerte que Eiji, pero siempre sintió que tenía que protegerlo.
¿Por qué?
Era un Golzine, cuando llegó racionalmente trató de convencerse que era peor que Arthur dado que precisaba creer en intenciones escondidas para sobrevivir, pero Ash nunca fue un Golzine.
Sus ojitos verdes que brillaban repletos de añoranza se lo dijeron y poco a poco fue observando cosas que eran una última y desesperada señal de auxilio. No era necesario compartir la pieza. No era necesario dormir en la misma cama. No tenían que desayunar juntos. Ni comprarle ropa u otras nimiedades que lo hacían feliz. No era necesario plantar girasoles en el jardín porque a él le gustaban. No era necesario que actuaran como un viejo matrimonio. Pero lo hacían porque ambos querían esa pizca de costumbre e incondicionalidad. Eiji era el sitio donde descansaba.
Y claro que Ash haría lo que sea para ampararlo, Eiji nunca dudó de lo protector que Ash llegaba a ser, sin embargo, al parecer Ash subestimó lo suicida de su comportamiento, porque si creyó que se sentaría a esperarlo tranquilamente viéndolo pudrirse en las manos de Dino u Arthur se equivocó horriblemente.
—Entonces quieres hacer un plan para salvarlo ¿no?
—Así es. —Yut-Lung y Eiji se encuentran discutiendo en el salón, no le han comentado sobre la situación a externos—. No dejaré que se resigne así, no le permitiré ser un leopardo.
—Debe ser una estúpida metáfora de algún libro. —Yut-Lung chista—. Por más que apoye todo ese espíritu kamikaze que tienes ahí, tenemos un gran problema y es que no tenemos de fuerza bruta para defendernos, Lynx tuvo su momento de reina del drama y Shorter aún está en plena recuperación, nos quedamos sin músculos, Okumura. Solo somos dos delicadas flores.
—Podríamos comentarle a Cain.
—¿Confías lo suficiente en él?
—¿Qué otra opción tenemos? Además nos deja quedarnos en Harlem, esa debe ser prueba de que no quiere a Arthur como gobernante ni heredero.
—Bien, Black Sabbath es un buen inicio, pero ¿qué más? Contamos con la mitad de los chinos porque desde el incidente con la droga mis hermanos no quieren saber nada de mí, se sintieron traicionados y mucho más cuando se enteraron de que estuve involucrado en el rescate, fue lo mejor a fin de cuentas, pero perdimos recursos valiosos por mi culpa, estamos pobre de mano de obra.
—¡Nosotros estamos aquí! —Bones alza la mano, molesto—. Y queremos salvar a nuestro jefe.
—Sí, sí, los trogloditas. —Yut-Lung sopla, subestimándolos adrede—. ¿Qué más? Necesitamos de algo decente si queremos rescatar al desnalgado trasero de Lynx.
—¡También estoy aquí! —Sing alza la palma—. ¡Shorter me nombró como el líder provisional si algo le llegaba a pasar!
—Un enano, yei, el escenario no mejora, estamos perdidos.
—Yo igual estoy aquí ¿saben? —Max alza la voz—. Y soy un exmilitar, sirvo como fuerza bruta.
—Entonces tenemos a los tres chiflados, a un vejete atravesando la crisis de los 40 y a Shorter junior.
—¡Yue! —Eiji lo regaña, están usando una mesa redonda improvisada en honor a la que explotó en la mansión de Ash, extraña el lugar, mentira, extraña la sensación que estar con Ash le daba.
—¿Qué? —Finge inocencia batiendo sus pestañitas, llenando una copa de vino en la cabecera de la mesa—. No he dicho nada que sea mentira ¿no es así?
—¿Tienes que ser tan cruel con quienes quieren ayudar?
—Perdón, es mi mecanismo de defensa. —Musita—. Estoy nervioso por la situación, ese sujeto me caía espantoso, tenía un gusto horrible para vestir, una personalidad asquerosa, se pasaba todo el tiempo coqueteando contigo, tenía planes estúpidos que me hacían poner en duda ese IQ “superior”, torturaba a Skip con libros mortales, pero… pero es el mejor amigo de mi hombre.
—Yut-Lung. —Eiji suaviza su mirada y su voz, ha aprendido a vislumbrar a través del veneno del más joven, se presenta como una planta carnívora, sin embargo, esconde una frágil dalia.
—Y no quiero que mi hombre recupere su lucidez solo para perderla porque el idiota de su “bro” se fue a una misión suicida, no dejaré que Lynx arruine su recuperación rindiéndose ante Dino.
—¿Por qué no solo admites que lo quieres? —Max usa un tono paternal que le estruja el pecho porque todavía es duro pensar en conceptos como familia o crianza—. A su generación le gusta complicarse la existencia por qué sí, todo sería distinto si fueran más francos consigo mismos.
—¿Y así no quiere que lo llamen viejo? —Bones le susurra a Alex—. Si suena como todo un fósil.
—¡Pónganse serios! ¡Debemos pensar en un plan para salvar a Ash!
Y así lo hacen.
Pasan las siguientes horas haciendo una lluvia de ideas sobre cómo infiltrarse en los territorios de Arthur, si bien no saben dónde se encuentra hospedado conocen los burdeles que frecuenta y maneja como proxeneta y traficante, también necesitan considerar el estatus de Arthur como el mafioso más temido y respetado en la actualidad, aunque no le han dado un termino formal a la competencia se rumorea que Ash ha caído en sus garras, Arthur es un alfa, por ende, puede oler tanto a Eiji como a Yut-Lung y sumándole un obstáculo extra se encuentra esa persona que le disparó y es lo suficientemente poderosa para que Ash se haya entregado en vez de reñir, les dijo que era su maestro, la persona que lo entrenó, no podrán ganarle en combate físico, tienen que pensar esto con pinzas.
Lo más sensato será idear una estrategia y huir, no ir a la confrontación, ¿pero cómo? Inclusive si convencen a Cain de ayudarlos y prestarles fuerza bruta hay muchos cabos sueltos.
—Podemos pagarle a alguien del burdel para que nos dé información. —Max plantea—. Vamos a necesitar un contacto dentro de su red criminal para saber acerca de los horarios y seguridad, si nos va bien hasta podemos obtener un plano del sitio, ¿qué les parece?
—Bien, así no entramos a ciegas. —Yut-Lung lo aprueba y Max infla el pecho con orgullo al otro lado de la mesa casi presumiendo sus años de militar—. ¿Cómo entramos? No podemos sacar a Ash si Arthur está con él y no podemos noquear a Arthur si tiene tanta seguridad, deberíamos atacar de frente, como un caballo de troya, ya saben, démosle un regalo envenenado.
—Puedo ir yo. —Silencio—. ¿Qué?, ¿por qué me miran así?
—No te ofendas, Eiji. —Bones alza la voz en nombre de todos—. Pero no es una buena idea que tú estés cerca de Arthur y menos considerando que el jefe probablemente se entregó por eso.
—Dijiste que los omegas pueden manipular con sus feromonas ¿no? —Yut-Lung asiente—. Voy a tratar de usar eso para ponerlo dócil, no creo que me haga daño. —E incluso si lo hiciera nada nuevo estaría pasando, lo ha herido tantas veces que ya le da risa, su relación es una asimetría casi graciosa—. Lo mantendré ocupado mientras buscan a Ash y lo sacan de donde lo oculten.
—No. —Yut-Lung odia ese plan—. Es una pésima idea.
—Es una buena idea. —Alex rumia en voz alta—. Podemos colarnos por una ruta poco vigilada porque la mayoría de la seguridad estará con Arthur, asumo que si alguien tiene vigilado a Ash es ese tal maestro y de eso será más difícil encargarnos, podría ser útil que tú lo atontes usando esas técnicas de acupuntura, puedes paralizarlo ¿no es así, Yut-Lung?
—En teoría, pero…
—Y no podrá vencernos a todos, no si sumamos a los hombres de Cain, podría funcionar, si los dividimos vencemos y una vez tengamos a Ash escapamos creando una distracción, así Eiji se puede ir libremente, es simple pero efectivo. Es perfecto.
—Excepto que Eiji estará solo ahí dentro. —Yut-Lung tensa sus puños alrededor de la copa llena de bordados florales en vidrio colorido, parece un cáliz repleto de vino tinto—. Y odio esa idea.
—No tenemos mucha más opción. —Eiji declama—. Además todo lo que he vivido con ustedes ha sido gracias a Ash. —Y ha sido vida prestada, desde que cayó en manos de Arthur ha estado preparado para el instante en donde lo confronte cara a cara, por supuesto, Ash lo ama al punto de sacrificarse por Eiji, pero no contó con que Eiji haría exactamente lo mismo—. ¿Entendido?
—Sí.
⊱✿⊰
Pasan semanas y no sabe nada de Ash.
⊱✿⊰
Pasa un mes y no sabe nada de Ash.
⊱✿⊰
Es doloroso encontrarse con el pasado, a veces cerramos las puertas a presión, usando juegos de llaves imposibles de abrir, comprando las cerraduras más finas, instalando sistemas de lujo con tal de que no salga, tiramos las llaves, olvidamos las contraseñas y lo dejamos ahí pero sin importar qué tan fuerte imploremos que esos pedazos de nosotros se queden difusos como si fuera una pesadilla lejana siempre hallan la manera de volver. Cuando menos lo esperamos. A veces cuando menos lo necesitamos. Se paran ahí como fantasmas. Esperando que crucemos las miradas y si los ignoramos deliberadamente pegándonos en el hombro igual que un extraño bajándose del metro. Están esos momentos.
Crudos. Fríos. Crueles.
—Puedes volver a Japón. —Y justamente ahora…
—¿Qué?
—Me escuchaste, puedes volver a Japón. —Eiji se está enfrentando cara a cara con una puerta que se abrió sin su permiso—. Lo conversé con Charlie y Jenkins, tendrías que volver utilizando el apellido de soltera de tu madre y aceptar la protección policial por un tiempo pero es factible.
—¿Puedo irme? —Eiji golpetea la mesa con el bolígrafo siguiendo el ritmo del reloj. Tic. Tac. Tic.
—Es cosa de que lo pidas. —Tac—. Te dije que lo conseguiría, Ei-chan.
—Lo hiciste. —Ríe porque debería estar feliz, todo lo que deseó estando secuestrado era volver a esa normalidad que dio por sentada y valorarla—. Gracias, Ibe-san. —Pero Ash. No ha sabido nada de Ash. Eiji desliza sus manos hacia la cadena de plata que cuelga en su cuello y apretuja el ónix como si eso lo acercara más al lince. No lo hace, ¿dónde estás?
—No te ves muy contento.
—¡L-Lo estoy! —Se levanta de la mesa, exaltado—. Realmente agradezco el trabajo que hiciste por mí, debió tomarte mucho esfuerzo. —Están sentados en el lobby del complejo de viviendas en Harlem, Ibe se siente incómodo con la violencia en el aire y la tensión palpable, lo sabe por cómo mira los grafitis en las paredes, las pozas de mugre en el piso o las goteras del techo.
—Ei-chan. —El adulto usa una voz lenta y calma—. Independiente de lo que yo piense o quiera, sé que amas a Ash.
—Sí, pero…
—No te pediré que lo dejes de amar, sé que no podría, al final solo me llevarías la contraria con más ganas. —Ríe—. Pero te pido que no lo ames más de lo que te amas a ti mismo, por favor ni siquiera se te ocurra tomar una decisión anteponiendo su bienestar, si lo sigues por él y no por ti tarde o temprano lo resentirás, te lo prometo. Necesitas tomar esta decisión como un adulto, me parte el corazón, eres un niño para mí todavía, sin embargo, ese es nuestro escenario.
—Lo sé. —Eiji se deja caer en la silla y se acaricia compulsivamente los nudillos—. Sé que debo ser responsable con lo que elija.
Ambos yacen en silencio por varios minutos, la ferocidad de sus latidos va in crescendo al igual que su respiración, debe calmarse, no quiere sufrir de un ataque de pánico en estos momentos y menos frente a Ibe, intenta convencerlo de que está compuesto en vez de sacar lo destrozado que está ante la partida de Ash. Simplemente lo dejó. Y sí. Eiji entiende que fue “para salvarlo”. Sí. Comprende que fue un sacrificio y sino le dijo nada es porque no pretendía volver. Enfadarse sería estúpido. Pero lo resiente. ¡Maldita sea! ¡Lo resiente tanto que le desgarra el alma en miles de pedazos que metió en puertas cerradas! Sin importar qué tantas llaves les ponga o lo fuerte que cierre esos trozos hallan la manera de colarse.
Eso le duele. Ash le pidió un “solo por ahora” fue tonto darle el “para siempre” si ni siquiera se proyectó a su lado. Pero Eiji realmente quería… aprieta la cadena y aguanta las lágrimas porque debe ser fuerte, no puede actuar como una carga, no ahora. Pero Eiji realmente quería…
—No quiero presionarte porque veo que esto te afectó. —Ibe rompe el silencio incómodo, tiene un tono serio de ultratumba que le pone los pelos de punta y aun así, sabe ser paternal y suave, es tanta la urgencia de consuelo que siente que llorará si lo escucha un poco más—. Pero esta decisión debes tomarla pronto, me costó convencer a los chicos, no sé cuánto me aguantarán.
—Lo entiendo. —De verdad lo hace—. Tomaré una decisión pronto, apenas sepa de Ash porque no sé nada de su paradero.
—Ei-chan, no te veo convencido.
—Me cuesta entender la urgencia que tienes para que me vaya. —Balbucea sin estar seguro de qué está sintiendo, aprieta los labios y clava su mirada en el suelo—. Estoy bien acá, en serio.
—Casi te matan. —Eiji se abraza a sí mismo y siente la herida que Shorter le hizo con la navaja, le dijo a Ash que estaba dispuesto a arreglar las cosas porque son amigos, no obstante, ha sido cobarde, realmente cobarde e incluso si el chino presenta mayor lucidez no ha bajado a charlar porque ¿qué pasa si lo vuelve a intentar matar?, ¿qué pasa si la memoria de Shorter quedó para siempre contaminada?—. No solo me refiero al periodo donde estuviste con Arthur, veo lo que pasa en las noticias y esa guerra que tienen los Golzine te tiene en medio, quieras o no, es real.
—Lo sé. —Traga duro—. Pero me estoy recuperando del disparo.
—Cierto, más encima te dispararon. —Mierda, no se ayuda a sí mismo—. No perteneces a este mundo de violencia, esto no es para ti.
—¿Y acaso Ash sí pertenece?
—No podemos elegir por él. —Le tira un balde de agua fría—. No puedo velar por ese niño, pero sí puedo velar por ti y aunque tampoco puedo obligarte, nunca me perdonaré sino te hablo con franqueza, si te quedas por Ash y vives tu vida girando alrededor de él y sus necesidades eso te terminará matando de una manera mucho más cruel que todo lo que has pasado.
—¡¿Cómo puedes estar tan seguro?! —Eiji alza la voz, la tensión en el aire explota igual que una bomba cargada de dinamita, hunde sus uñas en la mesa y respira como un animal herido.
—¡Porque ya te vi pasar por eso una vez! —Ibe le responde con la misma intensidad, pero tiene los ojos cristalizados y está al borde del llanto—. Toda tu vida te vi vivir para molestar lo menos posible al resto, cuidaste de tu madre y tu hermana, fuiste el hombre de la casa cuando apenas eras un niño y luego pasó esto y tampoco pudiste vivir tu vida. Quiero darte esa libertad porque me preocupo por ti, tú me salvaste con esa fotografía, déjame devolverte el favor.
—Ibe-san.
—Por eso es muy frustrante escucharte decir eso, deja de pensar en qué diablos quiere el resto, piensa en qué quieres tú. Si lo que quieres es Ash, perfecto. No insistiré más. Pero si hay alguna otra cosa resonando por ahí es distinto, entonces te pediré que lo mires, tendrás que recolectar valor porque da miedo abrir esa clase de cosas, pero es la única forma en que estarás seguro.
—Me da miedo que mi camino no sea con Ash. —Finalmente admite—. Me da miedo quererme ir a Japón y dejarlo porque siento que le debo, sé que no es así, él me lo ha dicho, nuestro amor no está condicionado por una deuda, aun así…
—Ei-chan. —Ibe acuna sus palmas con ternura—. Solo piénsalo, pero con honestidad genuina.
⊱✿⊰
—Te mataré si te mueres, Okumura.
—Lo sé.
—Hablo en serio. —Yut-Lung lo sostiene de los hombros—. Te mataré con mis propias garras si te atreves a morir, ¡este plan nos tomó demasiado tiempo y trabajo para que lo jodas!... cuídate.
Eiji sonríe permitiendo que lo termine de arreglar, Yut-Lung lo vistió con un pantalón de tela que le queda como un guante, una camisa en tonos pasteles que resalta su silueta y sus brazos, es un conjunto simple, no obstante, es lo suficientemente atractivo para distraer a Arthur. Es hora.
Durante el mes le pagaron a un informante, Ash se encuentra atrapado en el club, no es donde Arthur yace en estos instantes y ahí principia su plan: mientras Eiji se encarga de distraerlo con cumplidos los hombres de Cain y la pandilla de Ash se colarán al otro lugar para salvarlo, tienen fuerza bruta para lidiar con los guardias, Yut-Lung irá en caso de que sea necesario adormecer a ese tal Blanca y le dejará algunos de sus secuaces chinos como respaldo. Deben ser rápidos.
—Apenas lo tengamos Sing te avisará. —Yut-Lung le promete—. No dejes que ese idiota te trate mal otra vez, por favor. No te expongas innecesariamente, solo distráelo inflándole el ego.
—Lo sé. —Eiji sonríe, listo para salir—. Cuídate también.
El show empieza.
Entra al burdel metido en un personaje, la suave música de fondo contrasta con los alaridos en las habitaciones de terciopelo y las sábanas de seda, el personal lo conoce y le sonríe divertido porque lo ven como un perro que se arrastra de regreso a su dueño, el perfume entremezclado a las feromonas le pica en la nariz y le da un aire aún más pesado y tenso al ambiente, odia este lugar, siendo franco le alegra que Ash esté en un club y no en un prostíbulo, pero él está metido acá y debe concentrarse. Sabe dónde queda la oficina de Arthur. Conoce su rutina. Conoce los fetiches que tiene y los defectos. Debe ser valiente. Así que abre otra puerta que no quería abrir.
—¿Eiji?
Arthur lo mira anonadado desde el sillón de cuero oscuro, por supuesto, hay chicas rodeándolo y a juzgar por su aroma deben ser omegas, ha aprendido a reconocer mejor sus feromonas, las puede controlar hasta cierto punto, lo intenta liberando una discreta bruma dulce que sin duda no deja indiferente al alfa, saca a sus acompañantes sin mover un solo dedo, le sonríe con una pizca de malicia y un brillo entretenido ardiendo en sus pupilas, hace un gesto con la boca para llamarlo a sentarse sobre su regazo. Es la primera vez.
—No sabía que podías ser tan atrevido. —Al alfa lo descoloca la confianza que emana y choca con el aura inocentona que siempre irradiaba, Eiji cierra la puerta y obedece no sin antes dejar un papel en el suelo para que puedan encontrarlo por cualquier cosa. Es un camino de migajas.
—Nunca me conociste del todo. —Arthur ensancha su sonrisa y se relame, lo atrae con fuerza tirándolo de la cintura a su cadera para luego deslizar las yemas por la marca que sigue intacta.
—Sigues siendo mío. —Susurra con lo que pretende ser sexy, más, le resulta asqueroso—. Alfa y omega están hechos el uno para el otro y tú eres mío, no de Ash.
—Intenté pertenecerle a Ash. —Mantente en personaje—. Pero sus feromonas no me provocan de la misma manera que las tuyas. —Es decir, no miente, el olor de Arthur le da asco de verdad.
—Extrañaba tu dulzor. —El alfa hunde su nariz en sus glándulas aromáticas y aspira con tanto descaro que le pone los pelos de punta y sin embargo no rompe la actuación, le hace creer que tiene el control para mitigar la crueldad latente que envuelve su corazón, Eiji se reclina y lo deja hacer lo que quiera, le permite que lo mire como un depredador a su presa—. Es delicioso.
—¿Te gusta?
—No sé si es porque le perteneces a Ash o porque te cogí cariño, pero me gustas. —¿Eso debe ser interpretado como una confesión romántica? Eiji esconde la mueca de desagrado que esto le genera—. No mentí cuando dije que quería hacerte otro hijo. —Vaya premio de mierda.
—Estás en tu derecho. —Eiji baja la voz y suelta más feromonas para adormecerlo, espera que sean lo bastante calmas para que se quede dormido—. Eres el ganador de la herencia, ¿cierto?
—Aún no. —Chista—. A pesar de todo mi padre se niega a aceptar la inferioridad de Ash porque está obsesionado con esa puta, no importa qué tan bajo lo ponga o que tan barato lo venda, él no se rompe, quiero verlo hacerse trizas, mierda, sino fuera un alfa sería más fácil manipularlo.
—Así que Ash es un alfa. —Dice para sí mismo confirmando las sospechas y aguantándose las ganas de vomitar al escuchar por lo que su amado ha pasado, sabía que era posible porque no es ajeno a la crueldad de Arthur, no obstante, tener la certeza de que Ash… no, si llora va a joder el plan y los chicos están arriesgando sus vidas al otro lado—. Pero no es un alfa real, no es uno como tú. —Dice porque se le quedó viendo con suspicacia.
—No te gusta ¿o sí? —El teléfono suena—. No estás acá para convencerme de que suelte a esa puta ¿verdad?
—Si me gustara ¿estaría acá contigo?
—No. —Eiji le quita el teléfono, teme que sea una alerta o los hayan descubierto—. Y estás acá.
—Estoy acá. —Le recuerda, Arthur impresiona totalmente encandilado al verlo tan atrevido, no debe ni gustarle, Eiji está seguro porque nunca mostró ese tipo de interés, más, la satisfacción de “quitárselo” a Ash está nublando su juicio—. Nunca te valoré como debía, tienes razón, debí ser más agradecido contigo, me salvaste la vida al quererme de regalo.
—Ya estamos hablando, ven acá, mi mascota.
Eiji se aguanta el asco acercándose un poco más, curvando una sonrisa que esconde el miedo porque es duro sobrellevar la asimetría en su relación, Arthur lo destrozaba bajo el pretexto del cariño cuando quería probar los límites de su cordura solamente y aun así se encargaba de unir sus escombros una vez terminaba. Nadie además de ellos supo qué pasó en la relación. Eiji lo odiaba, estaba claro. Más habían momentos donde era benevolente y entonces sentía que algo muy enfermizo remecía su interior. Amo y esclavo. El que rompe y el que está roto. El que daña y el dañado. Alfa y omega. Aún tiene pesadillas.
El padre de su bebé. El asesino de su bebé. Su abusador. Destructor. Secuestrador. Inquisidor.
—Nunca te imaginé tan dispuesto. —Arthur finalmente toca donde quería tocar, con brutalidad mete sus manos dentro de su camisa, simplemente rasga los botones y lo ensucia—. ¿Ya estás en celo?, ¿por eso viniste a mí?, ¿quieres empezar un nuevo hobbie juntos?
—¿Eh?
—¿No sabías? —Arthur desliza su lengua por su cuello disfrutando la tensión, una chispa negra arde en sus ojos, una mezcla de poder y deseo, de torturar y amar—. Alfas y omegas pasan por periodos de celos en donde se necesitan el uno al otro o será una tortura. —Enrolla sus caderas con brusquedad para darle vueltas en el sillón, la cabeza le rebota y la espalda le duele.
—N-Nunca he tenido uno.
—Pero a juzgar por tus feromonas ya debes estar a punto de tenerlo. —Arthur susurra, tocando más y más abajo—. Debes estar tan mojado por mí, no seas tímido, puedes mostrarme tu culo.
—Yo no…
—Tú me tienes muy duro a mí. —Arthur guía su mano hacia el pantalón para que palpe su pene, Eiji aprieta con firmeza el sillón, el contacto es autoritario y pronto son las feromonas de Arthur las que lo empiezan a sofocar, no puede ver lo repugnado que está, si se le cae la fachada sabrá que algo anda mal e incluso alguien tan tonto como él podrá sumar dos más dos—. Tienes todo el permiso de tu amo para tocarme, esa será tu recompensa por ser un buen chico.
—No lo merezco.
—Insisto. —Arthur se desabrocha la cremallera del pantalón—. ¿No quieres oler de más cerca?
¡Claro que no!, ¿quién querría semejante atrocidad? Pero debe fingir una sonrisa aunque yazca temblando por dentro mientras Arthur le hace un espectáculo de strip porque está encantado con lo que está pasando, para el alfa este es un juego de sumisión disfrazado de seducción, no hay nada que lo excite más que el poder, le fascina cómo Eiji se ha entregado, así que cuela las manos hacia el pantalón del omega porque pretende tomarlo ahora mismo.
—¡Tengo una entrega! —Eiji reconoce inmediatamente la voz de Sing afuera—. ¡Todo está listo!
—¡Fuera! ¡Estoy ocupado ahora!
Eiji siente el aliento de Arthur en su oído, por un momento el tiempo parece detenerse y eso es todo lo que necesita para aguantar un poco más. Fue la señal. Lo lograron. Pudieron sacarlo. Y le da lo mismo lo que de ahora en adelante pase con él. Porque Ash está a salvo. Así que no va a romper la fachada, sino que seguirá repitiendo un solo nombre en su mente: Aslan.
Aslan. Aslan. Aslan.
Te amo, perdón.
—No puedo esperar a meter mi pene en tu culo, extrañaba tu agujero como no…
De repente, Arthur queda inmóvil y se cae encima de él, Eiji parpadea, le toma tiempo entender que Sing ha entrado y le ha reventado un jarrón contra la cabeza hasta noquearlo, tiene los ojos llorosos y su mueca de impotencia aumenta aún más al verlo con las ropas desordenadas, Eiji le ofrece los brazos diciéndole que no pasa nada, más Sing se quita la chaqueta para protegerlo del frío, le extiende la mano y lo saca de ahí.
Notes:
¿Sing es el mejor personaje en todos los universos? Absolutamente, pero ya en serio, mañana volvemos con Ash porque esta es oficialmente nuestra patita final.
Nos vemos mañanita~
Chapter 27: Luego de una pesadilla.
Notes:
Hi~ Muchas gracias a todas las personas que han llegado hasta acá, Dios, no nos queda nada de la trama y de verdad me siento tan orgullosa de que por fin haya salido una bien, amo las dinamicas pero me puso muy triste no terminar bien una como en un año, así que hoy como recompensa tenemos un capítulo para ir procesando todo lo que pasó, más enfocado en Ash que ya tuvo su catarsis igual ese mes de ausencia, así que llega cambiado pero para el buen sentido, hay muchas conversaciones necesarias acá.
Y espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La primera vez que vio llorar a Max fue cuando le contó lo sucedido en Cape Cod, siendo franco, no lo entendía, prácticamente eran desconocidos y el tema no le afectaba, no por llorar encima de la leche derramada algo cambiaría, lo máximo que podía hacer era buscar pistas del destino o paradero de Griffin. Pasado pisado. Sí. Había avanzado. Sin terapia. Sin medicamentos. Y con Dino más encima sosteniendo el abuso constante en casa. Tenía resiliencia. O eso repetía para convencerse a sí mismo, por supuesto, era mentira.
El tema todavía le afectaba y esa noche tuvo que digerirlo encarando a su papá, habían muchas cosas que quería escupirle a Jim, quería hacerle daño, golpearlo, zarandearlo, gritarle, patearlo al piso para después desgarrarlo trozo a trozo ya que así se sintió cuando le dijo: la próxima vez que te quiera tocar déjalo, pero cóbrale al menos. Ese fue el momento donde todo se jodió y su vida pasó por un punto de inflexión, es decir, podría haberlo tragado si lo hubiera prostituido al igual que Golzine lo hacía, pero Jim no se quedaba con comisión ni le preguntaba por el dinero, eso solo intensificó su resentimiento. Al mundo. A su papá. A sí mismo. A su abusador. Aseguró que restregarle sal a esas heridas lo haría sentir mejor y sin embargo, al afrontarlo Jim solo dijo.
«Perdóname, no sabía qué más hacer, nadie me enseñó a ser papá, así que puedes odiarme si así quieres».
Pero Ash no se sintió mejor con eso, ¡ni una mierda!
Se sintió peor, mucho peor, ya que ver a su papá como el ser humano patético que era hizo que hasta le diera pena y lo forzó a admitir que a pesar de todo, lo quería. Era su papá. No tenía otro.
Pero luego llegó Dino y lo adoptó despojándolo del único pedacito inocente que tenía.
—¡Mocoso! —Y luego llegó Max—. Mierda, no puedo creer que hayamos tenido que irte a salvar el culo. —Y Max lo está tapando con una roñosa frazada aunque esté medio desnudo, cualquier otro adulto se aprovecharía de su vulnerabilidad pero Max no, Max le permite temblar entre sus brazos y aferrarse a su abrazo si así lo desea—. Ya estás acá, tranquilo. Te tengo.
—Viejo.
Ash balbucea y lo abraza porque siempre necesitó un abrazo de un papá de verdad, se esconde contra el pecho del adulto, permite que lo acaricie en la cabeza, que lo rodee y lo toque aunque apenas esté vistiendo un bóxer y una manta, es lindo sentirse tan protegido, piensa, su relación con Max ha pasado por demasiados altos y bajos como para que desconfíe, es involuntario, no es racional y aparece de la manera más intrusiva todavía, son restos que trata de trabajar como puede. Pero es lindo que Max le reafirme que puede confiar. Que lo abrace. Lo sostenga. Nunca se lo dirá, no obstante, aprecia perfectamente por qué Griffin lo eligió. Es un grandioso hombre.
Es el mejor papá.
—Ya estás a salvo otra vez. —Le dice permitiendo que asimile la situación, están en plena calle.
—¿Por qué…? —Todavía le parece surreal que sus subordinados lo hayan ido a salvar junto con los hombres de Harlem—. ¿Por qué arriesgarse? —Le pregunta a Cain.
—Porque eres un líder digno a diferencia de Arthur. —Le responde revolviéndole el cabello igual que lo haría con un niño, no con un asesino, gracioso considerando que lo amenazó para unirse contra la mafia de Golzine—. No iba a dejar que nos abandonaras por segunda vez si ni siquiera te he perdonado la primera todavía, tienes que cumplir con tu palabra, Ash.
—Ja. —Ríe bajando las defensas, mirando a sus subordinados, a Alex que salió herido en medio de la pelea pero tiene energía para sonreírle y alzar el pulgar con orgullo, a Bones que ensancha su risa mostrándole con el pecho inflado su colmillo restante, a Kong con su jardinera preferida destrozada pero todos a salvo, vinieron a salvarlo—. Tienes razón. —Porque lo quieren en serio.
Joder, es tan afortunado.
—Ese sujeto sí que daba miedo. —Yut-Lung rompe la burbuja de la disociación, fue increíble el cómo logró paralizar a Blanca para que escaparan del cuarto usando simplemente acupuntura.
—Le ganaste a Blanca, ¿tienes idea de a quién venciste?
—¿A ese mastodonte de dos metros? No, lo noqueé porque si hubiera estado consciente todos morimos ahí mismo. No le gané. Lo dormí.
—Fue bastante ingenioso de tu parte. —Lo valida—. Supongo que sí sabes reñir, te subestimé.
—Bueno, debo ser capaz de cuidar a mi hombre, estuvo preguntando por ti todo el maldito mes ¿tienes idea de lo irritante que es tener que lidiar con tu ausencia? Además, tu hermano es otro que recuperó la lucidez y no dejaba de buscarte. Bla, bla, bla, Ash, bla, bla, bla. ¡Qué molestos!
—Perdón. —Baja la cabeza, sintiéndose como un niño regañado—. Quería protegerlos y lo hice lo mejor que pude a mi manera.
—¿Sacrificándote? Qué forma más dramática, histriónica, egoísta, estúpida, suicida, perversa y tarada de salvarnos, ¿creíste que serías un mártir? Pues no, ¡si te mueres te prometo que haré una fiesta para bailar sobre tu tumba, en vez de flores te dejarán novelas juveniles de vampiros!
—También te extrañé. —Ash ríe, leyendo perfectamente las emociones de este desquiciado de rasgos limítrofes—. Lo siento, te prometí ayudarte a acabar con tus hermanos y me fui.
—¡Si te vuelves a ir…! —Yut-Lung lo abofetea para darle su toque de melodrama—. Ya verás qué pasa si te vuelves a ir, mira que nadie me abandona, ni siquiera tú, Lynx. Pobre de ti que vuelvas a cometer una estupidez de estos niveles tan cósmicos.
—Ya, ya. —Lo calma—. ¿Y Eiji? —El ambiente se tensa instantáneamente, eso prende cada una de sus señales de alerta. No. No. No. Algo anda muy mal—. ¿Dónde diablos está Eiji?
—¿Qué es un Eiji? —Yut-Lung finge demencia—. Acá nunca ha existido algo así como un Eiji, ni siquiera me suena verosímil, no sé, quizás estabas tan solo que lo alucinaste, esquizofrénico.
—¡Yut-Lung! ¡Hablo en serio!, ¿dónde está Eiji?
—Pues él…
—¡Acá! —Sing agita la mano desde lejos, acaban de bajarse de una camioneta con lo restante de Chinatown, Ash tiene un mal presentimiento y la cosa solo se pone peor al vislumbrar cómo su amado se encoge bajo una chaqueta azulada que debería quedarle pequeña al pertenecerle al enano, pero le queda a la perfección—. Acá estamos, lamento la demora. —Oh, Eiji.
—Tú… —Ash lo sabe apenas lo tiene enfrente—. Apestas a Arthur.
—Perdón.
—Acabas de estar con él, ¿cierto?
Eiji guarda silencio y eso le dice todo.
Debería estar enojado, estuvo dispuesto a dispararse en la puta cabeza con tal de garantizar la seguridad de su amado, no le importó atravesar por el mismo infierno que Arthur le impuso otra vez bajo la promesa de que lo dejaría tranquilo pero acá lo tiene apestando a las feromonas de otro alfa con la ropa desacomodada y la cara llena de perdones no dichos que hacen imposible enfadarse, que injusto, ¿pero quién se cree para mostrarle que su vida es igualmente valiosa a la vida del resto?, ¿cómo se atreve a recordarle que es humano y no un leopardo?, ¿cómo se le ocurre encontrarlo cuando de nuevo se ha perdido? Le da risa que Eiji sea así, le da mucha más risa que a pesar de toda la mierda que ha atravesado esté tan agradecido de seguir aquí porque Eiji está aquí y entonces todo vale la pena. Carajo. En serio está enamorado.
—No te enfades. —Le pide batiendo sus pestañitas y haciendo un puchero porque cree que así se saldrá con la suya y está en lo correcto—. Pero no podía quedarme sentado viendo cómo te entregabas a Arthur y a Dino.
—¿Por qué no?
—¡Ash!
—Podrías haberte quedado sentado en un avión a tu casa viéndolo, podrías haberme olvidado.
—¿Cómo se te ocurre? —Eiji lo cobija entre sus brazos—. ¿Cómo podría olvidarte? Si eres quien llena mi corazón. No es tan fácil desterrarte de mi alma, Ash. No creo poderlo hacer jamás.
—Eiji.
—Odio que subestimes lo mucho que te amo. —Es todo—. Daría mi vida por ti sin pensarlo tal como tú lo harías por mí, ¿por qué es tan difícil de creer?
—Porque tú eres bueno y yo no.
—Eres valioso. —Lo corrige—. Y por cada vez que tú te intentes sacrificar por mí te juro que iré corriendo directo al peligro para traerte de vuelta. Te encontraré todas las veces que te pierdas.
—Eso es contraproducente. —Ríe, corresponde la caricia—. ¿No entraríamos en un ciclo sinfín si nos sacrificamos para rescatar siempre al otro? Suena inútil en ese contexto.
—Entonces no te sacrifiques. —Eiji lo sostiene con suma gentileza entre sus brazos, desliza las manos por sus mechones dorados y lo envuelve en su aroma, Ash hunde su nariz en aquel lugar preferido que tiene, esa curva que yace entre su cuello y su hombro, justo donde Yut-Lung soltó que se encontraban las glándulas aromáticas, odia que la fetidez de Arthur esté pegada y odia aún más pensar en lo que pasó para que se impregnara—. Solo quédate a mi lado, como dijiste.
—Bien. —Ash besa su frente, lo acurruca—. Podemos hacer eso, basta de sacrificios tontos, al menos por un tiempo.
—Idiota. —Eiji se restriega contra su pecho—. Americano idiota.
—Mi torpe japonés.
Se quedan aferrados el uno al otro en medio de una carretera que va hacia ningún-lugar, a pesar de las dolencias Eiji se ve más hermoso que nunca con la luz moribunda acunando su figura y el sol agonizante salpicando su piel con un dorado sublime, luce etéreo, igual que cuando saltó con esa tubería oxidada y nunca pudo recuperarse de semejante belleza, sus mechones hacen cosquillas contra su nariz en ese abrazo, siente a sus pestañas revolotear mientras se restriega más y más, es casi como si se tratara de meter en su corazón, ríe ¿acaso no lo sabe? Eiji ya vive ahí, construyó una casa, un jardín e incluso encendió su palidez con un sol.
Te amo, te amo tanto.
Gracias.
⊱✿⊰
Es gracioso cómo esos mecanismos defensivos que normalizó para seguir con vida se cayeron pedazo a pedazo desde que se entregó a Arthur, si bien desapareció por el bienestar de Eiji y le entregó la información que Yut-Lung recopiló para fabricar el antídoto, algo sin duda cambió al procesar las cosas en su cerebro. Antes era fácil. Su mente se fragmentaba manteniendo fuera la emoción del recuerdo y eso lo hacía tolerable, por supuesto el odio y el asco no desaparecían por completo, sino que le reventaban en la cara igual que un tsunami y sin embargo, encerrado en ese asqueroso club cuando más desesperanzado tendría que haberse sentido no lo hizo, ja, asume que sus seres amados realmente lo mantuvieron firme. Terco. Estúpido.
Porque aún habían muchas cosas que quería hacer con Eiji, Shorter, Griffin, Max, Skipper, Cain, los chicos de la pandilla, Sing, incluso con Yut-Lung. Aún les debe disculpas a algunos de ellos.
—A-Asla… Ash. —Y Griffin es uno de ellos—. Volviste. —Habla mucho más fluido o tal vez es la emoción contaminando su voz, no sabe, aun así, el brillo en sus ojos es dolorosamente franco.
—Volví. —Pero al fin tiene el coraje para sentarse a su lado en la cama—. La pesadilla ya acabó.
—¿En serio?
—Al menos por ahora. —Hay cosas que ha descubierto e ideas que concretar, más, el enemigo tiene la información del antídoto y cómo revirtieron los efectos de la droga, claro, hay residuos que necesitarán sanar con el tiempo, terapia o medicamentos psiquiátricos, el cerebro es todo un mundo imposible de precablear—. Pero quería hablar contigo.
—Adelante, puedes contarme lo que sea.
—Más bien. —Ash baja la mirada al piso—. Quería disculparme contigo. —Al fin puede decirlo.
—¿Disculparte? —Griff impresiona genuinamente confundido, solo el monitor está conectado a su mano y lo escucha dispararse acelerado. Tap. Tap. Tap—. ¿Por qué? No entiendo.
—Porque estuve todo el tiempo ahí mismo, estuviste escondido debajo de mi nariz todos estos años y no fui capaz de encontrarte, perdón.
—Ash. —Llamarlo por ese nombre le duele, lo escucha sangrar en cada sílaba y aun así, Griffin le acaricia el cabello como solía hacerlo cuando Jim lo regañaba—. Encontrarme nunca fue tu responsabilidad, no me malentiendas, agradezco infinitamente que me salvaras, sino fuera por ti seguiría atrapado y conectado a esa silla en el sótano, pero no era tu responsabilidad hacerlo.
—Tampoco era tu trabajo criarme y aun así lo hiciste. —Le explica—. Y yo no me porté tan bien como debí portarme, ignoraba lo que pasaba a nuestro alrededor.
—Eras un niño. —Y claro que es compasivo y afable—. ¿Cómo podrías haberlo sabido?
—Tendría que haber sido más consciente de nuestra realidad.
—Yo me encargué de que eso no pasara porque quería que crecieras en un ambiente protegido, lo siento, quizás no fue lo mejor encerrarte en una falsa burbuja, una que ni siquiera se sostuvo durante mucho tiempo, pero quería que ignoraras las carencias que nos rodeaban y fueras feliz en nuestra casa, quería pintarte un cuento de rosa porque eras un niño y pasaste por tanto.
—Tú también. —Ash finalmente tiene el coraje para apretarle la mano—. Y ahora estás pasando por aún más por mi culpa, probablemente Dino ya sabe qué relación tienes conmigo, quizás lo supo desde el inicio, por eso te siguió reteniendo pese a ser un ¿beta? —Asiente—. Perdóname.
—Asl… Ash.
—Por favor, perdóname por todo.
Al final está haciendo lo mismo que Jim y le da risa. «Perdóname, no sabía qué más hacer, nadie me enseñó a ser un hermano, así que puedes odiarme si así quieres». La manzana no cae lejos del árbol dicen. Pero quizás así como él nunca pudo odiar a Jim, Griff tampoco pueda resentirlo por sus errores, la situación no es comparable, claro está, sin embargo, ¿es mejor que su papá? Al final tampoco vislumbró el sufrimiento de su hermano teniéndolo enfrente ya que se hallaba tan ensimismado en su felicidad que lo omitió. Y lo siente. Quiere portarse bien. Quiere chance de ser un buen hermano. Y es tonto. Es tan egoísta.
Se dijo que amar era soltar.
—“Aslan”. —¿Entonces por qué no está soltando?—. Está bien si tú me llamas “Aslan” otra vez.
—¿De verdad? Porque si te incomoda puedo…
—De verdad. —Sonríe—. Si me llamas “Ash” suena extraño para nosotros.
—Eiji tenía razón. —Apenas menciona ese nombre su corazón se derrite porque el desquiciado arriesgó el pellejo para ser una distracción, ¿acaso no le preocupa morir?, ¿o tan confiado está en que siempre lo rescatará? Ni puta idea. Pero lo trae loco. Mierda—. Eres un tsundere.
—¡Ah! —Jadea, ofendido—. ¿Y con qué derecho dice eso si él es un suicida?, ¿supiste la idiotez que hizo? Se coló al burdel de Arthur para que me pudieran rescatar mientras lo tenía distraído.
—Claro que lo supe. —Griff tararea, entretenido—. Pero no tenía sentido pedirle que desistiera porque se veía determinado a traerte de regreso y siendo franco, yo también te quería de vuelta, pero aún no puedo moverme de esta cama, daría más problemas si lo hiciera, tu amigo me dijo que compartía el mismo sentimiento de impotencia y confianza ciega.
—¿Mi amigo? —Divaga—. ¿Shorter?
—¿El chino con el mohicano genial? —Okey, debe hablar sobre sentido de la moda con Griffin.
—Ese mismo. —Pero no ahora—. Y solo nos quedó confiar en que ellos te amaban lo suficiente como para traerte de regreso, tus subordinados son adorables por cierto, Skip igual, él y Eiji me han estado cuidando durante tu ausencia porque saben lo importante que soy para ti.
—¿Eh? —Ash sonríe con la cara roja—. Eso suena a que Max se puso negligente, qué mal novio.
—Sabes que Max está implícito en esa lista.
—Lo sé. —Ash suspira con un sentimiento desconocido escaldando en su corazón, no le sienta mal ni le desagrada, es raro, sí, pero raro bueno—. Te amo, Griffin. —Entonces se lo dice porque casi pierde la oportunidad de decirlo—. Gracias por mantenerte con vida hasta este momento.
—Aslan. —El adulto le extiende los brazos, ha recibido muchos abrazos hoy, ¿no es así?—. Eres mi hermanito menor y te amo como no tienes idea, lo que le escribí en las cartas a Max acerca de irnos a vivir los tres a la ciudad cuando la guerra terminara no era mentira, deseaba eso para ti con toda mi alma, intenté dártelo, te prometo que lo intenté, pero…
—Al menos estamos juntos otra vez. —Ash recibe el mimo—. Quiero que sepas que aunque mi apellido haya cambiado por toda esta mierda, tú siempre serás mi única familia. —Es gracioso pensar que fue tan defensivo cuando Eiji puso el tema, pero acá está, repitiendo sus palabras.
—Nadie nunca te podrá despojar de ser un Callenreese, Aslan. Ni siquiera Dino Golzine.
—Gracias. —Ash se acurruca igual que un polluelo bajo el ala de su mamá—. Cuando las cosas se acaben de verdad vamos todos a terapia familiar, por favor. —Griffin ríe—. Porque nos urge.
—Vamos a necesitar mucha terapia. —Ash también—. Pero ya estamos vivos ¿no? Por eso creo que deberíamos aprovecharlo, no te quedes con arrepentimientos.
—Arrepentimientos ¿eh?
—Te lo dice alguien que estuvo diez años en estado vegetal. —Le recuerda—. Si existe algo que quieras hacer o decir y todavía tienes la chance lánzate. Es mejor intentarlo y fallar a no haberlo hecho nunca y quedarte con la duda siempre atascada en la garganta.
—Vaya que has cambiado. —Le enorgullece—. Pero si de algo te sirve, Griff… amo esta versión.
—Lo mismo digo, Aslan. —Le sonríe y es una sonrisa de verdad—. Es un gusto conocerte al fin.
⊱✿⊰
Es curioso cómo la vida te quita y al mismo tiempo, te hace sentir agradecido pese al despojo al que te somete.
—Bro! Por fin me vienes a ver. —Es curioso cómo al perder una amistad se gana en paralelo.
—Shorter. —Es curioso cómo quiere vivir más que nunca cuando despojar a Dino del trono era su suicidio a largo plazo—. Hola. —Vivir es extraño, piensa.
Vivir es muy raro.
Porque es difícil, hostil y cruel, sin embargo, está en la naturaleza humana aferrarse a ese tenue brillo de esperanza que aparece de vez en cuando. Lo ve en los ojitos de Eiji. En la risa de Griffin. Cuando Max lo llama “mocoso”. Al bromear con los chicos. En los lentes de Shorter. Al leerle a Skip antes de dormir. Al pelear con Yut-Lung. Es tonto cómo a pesar de la mierda que ha pasado sigue aferrándose a algo que prometió soltar, alguien que es más traumas que persona, alguien que es un cúmulo de abusos ¿tiene derecho a empezar de nuevo? No tiene idea.
—Lamento haberme demorado tanto. —Pero por mientras está acá y Griffin tiene razón, si tiene chance de hacer algo lo hará y sin duda conversar con su mejor amigo está en la lista, de pronto la lúgubre habitación de Harlem no se mira tan decadente a pesar del olor a tabaco rancio con las feromonas del chino ni las sirenas retumbando en la calle o la mugre en las paredes.
—Pero viniste y es lo que cuenta. —Ash sonríe, la lámpara parpadea débilmente arrojando una serie de sombras irregulares sobre la cama donde Shorter yace recostado—. Porque viniste por mí, a pesar de todo.
—Te debía una disculpa.
—¿Disculpa de qué? No entiendo.
—Te disparé. —Shorter impresiona lúcido, mentalmente estable, el shock en comparación a la última vez que lo vio es impresionante, mirarlo lo llena de alivio y culpa, dos sabores opuestos que luchan por dominar su paladar—. Te disparé para matarte.
—Yo te pedí que lo hicieras. —Le recuerda—. Ash, me ves bien en estos momentos, pero si Yue no me hubiera sacado de ese estado me habría arrancado yo mismo la cabeza, estar así fue un sufrimiento indescriptible. —Shorter tensa los puños sobre las sábanas, esa sonrisa agridulce no le sienta bien, más, comparte el sentimiento, estuvo ahí cuando apuñaló a Eiji—. Desde ese día no he podido verlo a la cara ¿sabes? Sé que me ha venido a ver cuando me hago el dormido.
—Shorter.
—Pero no tengo el coraje para enfrentarlo, tú me lo encargaste porque confiaste en mí y yo casi lo mato.
—No estabas en tus cinco sentidos cuando sucedió, no creo que debas cargar con la culpa. —Ja, de repente suena igual que su hermano mayor, qué peligrosa su influencia, ¿desde cuándo predica paz y amor?—. Ninguno de nosotros estaba bien, Arthur solo quería hacer daño.
—Lo sé. —Shorter gira la cabeza lentamente hacia él, hace un ademán con la mano invitándolo a sentarse a su lado, Ash le hace caso, luce menos pálido y poco a poco también se encuentra recuperando su musculatura, es una buena señal, piensa—. Escuché que tú también estuviste fuera un mes porque te entregaste a ese bastardo.
—Sí, pero lo hice para proteger a Eiji. —Intenta justificar lo injustificable—. Tuve mis motivos.
—Ah. —Shorter alza una ceja, entretenido—. ¿Y cómo te salió eso? Porque Eiji no parece tener muchas ganas de hacerte caso, escogiste a uno terco, más terco que tú para tu pesar.
—Cállate. —Chasquea la lengua—. Tú no eres mejor, elegiste a una víbora venenosa de esposo.
—Yue complementa a mi alfa.
—¿Qué?
—¿No lo has sentido? —Se lo pregunta genuinamente confundido—. Las feromonas de Yue me generan una atracción natural que es casi instintiva, es el único que provoca ese lado mío y sé que le pasa igual, es un magnetismo implícito que se da por las feromonas, lo noto cuando por ejemplo se restriega contra mi cuello queriendo impregnarse de mi aroma y dejándome el suyo, a veces eso lo hace ronronear y es realmente lindo, los omegas son adorables.
—Qué asco. —Lo calla—. No quiero esa imagen mental.
—¿No te ha pasado con Eiji?
—No.
—Mentiroso. —Shorter chista—. Apuesto que ni siquiera te has dado la oportunidad de aceptar ese lado tuyo. Sé que es duro, créeme, te lo dice alguien que fue medio zombie, pero incluso si Yue hace un antídoto para las castas no sé si lo querría, no me molesta ser alfa, creo que puedo hacer cosas buenas con eso, creo que puedo protegerlo mejor. Además, está la mordida.
—Arthur mordió a Eiji, te lo recuerdo.
—Sí, pero cicatrizó fatal. —Shorter le explica porque de repente es un experto—. ¿Nunca lo has intentado morder encima? Hasta un ciego podría notar la química entre ustedes dos.
—No quiero forzarlo a estar conmigo. —Le explica con una risa baja que se deforma en una tos seca porque sería mentira decir que no lo ha pensado y se aborrece por eso, no quiere terminar siendo una escoria como Arthur o Dino—. ¿Acaso eso no haría una marca?, ¿forzarlo?
—No si es consensuada. —Ni siquiera se le pasó por la cabeza—. Ese es tu problema, asocias a los alfas a transgresiones y violencia y lo entiendo, al final, para eso crearon la casta, pero un alfa también puede proteger a quienes ama con su fuerza o eso pretendo hacer con la mía.
—¿Cómo te volviste tan inteligente en un mes?
—Siempre he sido así de inteligente. —Shorter se baja los lentes de sol para guiñarle un ojo en un tono travieso y juguetón—. Pronto Yue me dará de alta y podré regresar al campo de batalla.
—Blanca está del lado de Arthur.
—Mierda, lo sabía. —Shorter alcanzó a conocerlo por encima—. ¿Qué sugieres?
—Creo que nos van quedando pocas opciones, enfocarme en Arthur no me llevará a nada, creo que debo atacar directamente a Dino y deshacerme del pez gordo primero, estoy considerando usar la misma droga para eso. La versión que aplicaron en ti, esa de hipnosis.
—Eso es crudo. —Shorter se traga sus pensamientos—. Pero haría lo mismo con el clan Lee.
—Este mundo no es amable para personas como nosotros. —Ash ríe relajándose al lado de su mejor amigo—. Ni para nadie en realidad.
—Te escuchas extrañamente positivo para haber estado en un prostíbulo un mes, sin ofender.
—No me ofende, de hecho, tienes razón. —Ash lo patea para que le haga espacio en la camilla, usa sus brazos de almohada y clava su mirada en el mugriento techo que se cae a pedazos, las cosas son precarias en Harlem, nunca valoró su ostento—. Creo que Eiji me rompió el cerebro.
—Creo que tenías el cerebro roto de antes. —Shorter bromea y él lo patea como buen aprendiz.
—Lo amo, ¿sabes? —Confiesa en un suspiro—. Lo amo más de lo que he amado a nadie y claro que soy consciente de que es una estupidez porque todos nosotros deberíamos haber muerto unas diez veces con todo lo que pasó, pero no puedo evitarlo, simplemente lo amo.
—Lo amas. —Shorter repite—. ¿Y qué harás con eso?
—¿A qué te refieres?
—Si sabes que el tiempo está en contra, deberías hacer algo con el tiempo que tienes. Aprendí eso a la mala cuando Yue fue secuestrado, no seas como yo, Ash. Haz algo mientras puedas.
⊱✿⊰
—¿Qué? —La taza de café se resbala de las manos del japonés, lo ve retroceder con esos ojitos de ciervo repletos de lágrimas contenidas y una mezcla indescriptible de emociones pero ¿qué otra reacción podría haber esperado? Ash ríe sabiendo que al final es el verdadero desquiciado pero no pudo evitarlo—. ¿Qué dijiste, Ash?
—Cásate conmigo. —Repite—. Cásate conmigo, Eiji Okumura.
Notes:
Les dije que pasaban muchas cosas y esta propuesta no se queda solo ahí, no, no, nos la tomamos en serio y los siguientes capítulos están dedicada a analizar eso, mañana volvemos con Eiji y a ver cómo le afecto toda la situación.
See ya~
Chapter 28: Anillos de promesa.
Notes:
Hi~ Cómo les dije, no nos queda nada de la trama por lo que los siguientes tres capítulos serán más que nada azúcar y felicidad porque pucha que nos hará falta antes del final, pueden relajarse y disfrutar del confort, más que nada esta parte tiene como objetivo profundizar en las relaciones y en la concepción que Ash y Eiji tienen del amor.
Espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ash se recuesta mimosamente sobre su pecho, se restriega una y otra vez hacia su cuello como si estuviera demandando más de su esencia y su atención, Eiji sonríe, paseando su mano sobre su espalda y trazando círculos, deslizando sus yemas sobre las irregularidades propias de una herida abierta, son más que antes, teme preguntar sobre las atrocidades que sobrevivió el mes que estuvieron separados porque no puede hacer nada para sanarlas, más, las acaricia ya que debe recordarle que merecen ser amadas, las recorre todas y las conecta como un mapa lleno de estrellas, traza constelaciones, devela secretos y vislumbra todo el universo en su piel nívea y en su silueta fornida. Es precioso.
Ama a este hombre con una locura de yo-te-protegeré-nunca-te-alejes-de-mí y “para siempre”.
—Jamás nadie me había tocado así. —Entonces Ash dice, elevando esas pestañas de copo de nieve para detener su mundo en esos ojos. Hermosos. Brillantes. Extraordinarios. Podría verlos durante toda la eternidad y no se cansaría porque eso es él. Su eternidad. Su inicio. Su final. Su medio. Ash no es solo un capítulo o un pedazo. Es la historia completa—. Solamente tú.
—Bueno. —Eiji sonríe para mitigar sus ansias, siempre se pone nervioso cuando él lo mira y su primer instinto es reírse y sin embargo, eso le resulta bonito y pierde de igual manera—. Debería ser así, me pondría muy celoso si otra persona te tocara con esta intimidad ¿sabes? —Dice con la intención de aplacar la tensión y acallar la estridencia de sus latidos—. Me gusta ser solo yo.
—Es tonto pensarlo porque he pasado por el toque de muchas personas, pero nunca nadie me había hecho sentir así.
—Ash. —Es correspondido, piensa—. Aslan. —Solamente contigo me siento amado, estoy tan agradecido.
—Solo tú. —Entonces Ash lo toma de la otra palma para entrelazar los dedos, el gesto le resulta adorable hasta que alza el agarre para besarlo, de pronto, sus mejillas arden y le trepida la boca porque debería ser trampa que sea tan coqueto y seductor—. Onii-chan. —Por supuesto refiere ese apodo, es sumamente racista y aun así.
—En serio eres infantil. —Es tan malditamente especial—. Te portas como un niño.
—¿Infantil? —Se escucha ofendido—. ¿Yo? —Y ahora finge demencia, qué bonito.
—¡Sí! ¡Eres sumamente infantil!
—¿Por qué?
—¿Acaso no deberías llamarme “prometido” o “futuro esposo”? Pero te encanta fastidiarme.
—Tienes razón. —Ash se le tira encima enrollando con fuerza sus brazos alrededor de su vientre y atrayéndolo, despegándolo de la cama para estrecharlo contra su torso, gatillando cosquillas y espasmos de mariposa en su interior—. Vas a ser mi esposo. —Lo declara con una sonrisa de Cheshire mientras alza la mano para presumir una joya. Es un anillo pero no es cualquier anillo.
Es un anillo de promesa. Realmente está pasando. Van a casarse. Es real.
—Me tomaste por sorpresa con la propuesta. —Confiesa contemplando cómo esos mechones de oro se bambolean con gracilidad hacia su piel de cristal, el contraste traslúcido que provoca entre los matices se rompe ante el cuadro principal que son sus ojos. Verdes. Pero no cualquier verde—. Es decir, todas nuestras “citas” fueron en la biblioteca pública y para ser franco lucías mucho más interesado en Hemingway que en mí.
—Hemingway es más sexy, ¿qué puedo decirte?
—¡Ash! ¡Eso es deprimente, no lindo! —Y ni siquiera puede indignarse porque sus ojos. Dios.
—Puede ser. —No son verde esmeralda. Ni jade. Ni olivo. Ni aguamarina. Ni cuarzo. No. El verde que yace en sus ojos es único—. Pero para ser justos, ¿cuándo hicimos bien las cosas?
—Eso no suena para nada romántico. —Es un verde Aslan, Eiji piensa memorizando cada línea, mancha, forma, estrella, universo y planeta que reside ahí mientras lo toca—. Debí darte un no o ponerme más difícil para conseguir algo mejor cuando me pediste matrimonio.
—Pero me dijiste que sí. —Tararea—. Porque me amas, ¿acaso puedes creerlo?
—¿Qué cosa?
—Qué estás enamorado de mí, es decir, me amas lo suficiente para darme el resto de tus días.
—Sí, eso no tiene nada de extraño, ya me había confesado.
—Es que no estás entendiendo el peso de la situación, me amas, Eiji. Tú me amas. Me elegiste de entre todas las personas del mundo para amarme. A mí. Me amas a ese nivel. A mí. Vaya, de verdad te debo tener loco para que me hayas obsequiado tu vida, alma, cuerpo y corazón.
—¡Ya! —Gimotea apenado—. ¡Lo nuestro es mutuo! ¡No lo digas como si fuera un pacto con el diablo! Yo te amo y tú me amas. Punto.
—Oh. —Ash alza la ceja con coquetería—. ¿Entonces quieres escuchar lo mucho que te amo?
—No quise decir eso.
—Porque puedo hacerlo. —Pronto, de una posición mimosa pasa a una más activa, hundiendo ambas palmas en los costados de la cama para acorralarlo—. Te amo, Eiji Okumura. —Promete mirándolo a los ojos, no rompe el contacto visual en ningún minuto, ni siquiera para verlo a los labios y su corazón se salta latidos como consecuencia, lo va a matar—. Estoy tan enamorado de ti que he enloquecido y ahora estoy tratando de vivir pero no solo eso, sino de tener una vida bonita, una que quieras compartir conmigo en la que puedas ser feliz. No tienes idea de cuánto quiero hacerte feliz, daría mi vida para garantizarlo.
—Tú ya me haces feliz.
—Pero no así, quiero una felicidad donde puedas sonreír despreocupadamente, donde no haya muerte ni existan tonterías como las castas, donde puedas ir a la universidad, saltes de nuevo, puedas hacer amigos normalmente, veas a tu familia y tengamos una casita. Esa felicidad feliz.
—Aslan.
—Porque tienes una sonrisa muy bonita, no sé si alguien te lo ha dicho. —Aunque lo declara en un tono picarón y descarado tiene las mejillas ruborizadas—. Quiero ser la pareja que mereces tener, todavía no lo soy, lo sé, me falta mucho, en este ambiente es complicado que lo sea pero me rompería el corazón verte con alguien más, así que prometo crecer, te doy toda mi vida para poder ser alguien que te enorgullezca y me enorgullezca, esa es mi garantía.
—Esas son promesas de mucho peso ¿sabes? —Eiji bromea enganchando sus meñiques.
—Lo sé, esa es la idea.
—Y es curioso que me digas eso considerando que nunca quisiste llamarme novio, ¿qué es eso de saltarse de inmediato al matrimonio? —Ríe apenando al más joven, provocando que incluso la punta de sus orejas enrojezca y es adorable, le fascina provocar ese mohín berrinchudo dado que así luce mucho más niño y menos adulto, hasta sus pecas resaltan más—. Vaya orden.
—¿Puedes culparme? Tengo una preciosura a mi lado, tenía que ponerle un anillo o ese enano me la quitaría.
—¿Puedes dejar a Sing en paz? Él no te ha hecho nada.
—No. —Chista—. He visto la clase de ojitos que te pone, ese enano está esperando el divorcio.
—¡Y ni siquiera nos hemos casado! —Ríe—. ¿Cómo puedes ser tan racional para algunas cosas pero tan disparatado para otras?
—Yo no soy disparatado, te digo fríamente lo que pasará sí…
—Sí, sí. —Eiji apretuja sus mejillas para callarlo—. Tienes absolutamente toda la razón, cariño.
—Cariño. —Repite. —Me gusta cómo suena. —Balbucea con una sonrisa atontada—. Dilo otra vez.
—No. —Lo cohíbe que sea tan directo—. No abuses. —No obstante Ash vuelve a entrelazar sus dedos para presionar un beso que acaba siendo un mordisco obsceno y musita sensualmente:
—Sweetie. Preciosura. Bebé. Amor. Belleza. Bombón. Cariño. —Eiji intenta desesperadamente volverle a tapar la boca usando sus dos manos, más, Ash las lame y es todo—. Si vas a callarme hazlo bien, onii-chan. —Se burla porque adora burlarse de él—. Estoy esperando, a menos que mi futuro esposo sea pura palabrería, claro.
¿Y qué otra opción tiene además de besarlo?
Así que eso hace.
Con una ternura propia de un primer amor y una suavidad meliflua desliza sus brazos alrededor de su cuello y se alza levemente de la cama en busca de más cercanía, poco a poco acorta esa distancia que los separa acercándose entre risas nerviosas y respiraciones sobresaltadas, Ash cierra los ojos y hunde sus manos en su cabello oscuro, el toque es áspero y rasposo ya que es un mapa de sus heridas, pero a Eiji le encantan sus caricias y se lo hace saber derritiéndose en cada roce que se graba a fuego lento en su piel. Es destructivo. Apasionado. Intenso. Al final se encuentra lleno de Ash, sin embargo, sus mimos no son grietas sino que son trazos recubiertos en oro, ¿no es tonto pensarlo?
Tal vez, pero al sentir su anillo decide que le da igual.
Así que deslizan sus labios entre risas traviesas y suspiros ansiosos, acomoda las manos sobre su espalda fornida y lo atrae con fuerza para besarlo como nunca nadie lo ha besado, quiere el control y hacerlo sentir deseado, más, a Ash le basta de un simple toque para apretujarlo de la cadera y estrecharlo con dureza contra su cuerpo mientras mete descaradamente la lengua en su boca provocando un jadeo amortiguado, Eiji clava sus uñas en sus hombros, la estimulación es demasiado abrumadora y excitante, las piernas le tiemblan, la cabeza le da vueltas, hay una sensación graciosa quemando en la parte baja de su estómago que se ve intensificada ante el aroma de Aslan. Mierda. Ni siquiera puede resistirse. Perdió. Está completamente a merced de este depredador.
Ash hace y deshace como quiere, lo besa hasta que le duelen los labios y le quita el aire, estaba conteniéndose porque no quería espantarlo, pero ese beso fue la gota que rebalsó el vaso, toca su trasero y lo amasa sobre el jeans mientras lo devora, Eiji gime su nombre en besos húmedos y es el éxtasis, joder, ¿quién diría que se sentiría tan bien tocar físicamente a alguien? No podría importarle menos la respuesta al lamer, morder, estrujar, tocar, acariciar, tomar y beber de Eiji.
—Las cosas se están poniendo peligrosas. —Ash dice cortando el beso—. ¿Deberíamos ir más allá?
—No estamos casados todavía.
—¿Una previa? —Tararea juguetonamente, enganchando sus dedos en su camiseta para besar su vientre y subir hacia su pecho—. Hazme desearte más. —Qué lindo, tiene el pezón erecto.
—¿Tienes un condón contigo?
—No, pero…
—No. —Eiji lo aparta—. No olvides que me puedo embarazar y Arthur mencionó cosas extrañas sobre el celo o los ciclos de calor, así que no tentaré mi suerte hasta llevarte al altar.
—Arthur. —Bufa y Eiji cree que se escucha como un niño—. Odio que hables de él y odio mucho más saber que fuiste con él para salvarme, me siento tan inútil, te puse en riesgo al final.
—Solo porque tú te pusiste en riesgo. —Advierte—. Si dejas de ponerte en riesgo, no me pondré en riesgo y ambos ganamos, es un buen plan.
—Sería un buen plan si mi esposo no fuera tan secuestrable.
—¡Yo no soy secuestrable! —Gimotea—. Pero prometo tener más cuidado, me hablaste acerca de lo peligroso que era tu maestro, no te expondré a eso y aunque detesto la idea de quedarme encerrado sin saber nada de ti ni del resto, prometo hacerlo si con eso no te causo problemas.
—No es que me causes problemas. —Ash lo acoge—. Es que ellos saben lo mucho que te amo.
—Y eso me convierte en tu debilidad.
—Y en mi fortaleza. —Lo detiene—. Irónico ¿verdad? Pero eres ambas, es extraño, lo sé.
Pero Eiji no cree que sea extraño porque siente exactamente lo mismo, es gracioso, Ash ha sido la oración que ha repetido en los momentos de dificultad, no se rompió ante Arthur ni ante Dino ni ante nadie porque se aferraba a la idea de volverlo a ver. Lo mantuvo fuerte y vivo. Escucharlo decir todo esto solo hace que codicie más, que quiera una vida normal en donde pueda decirle “bienvenido” en respuesta a sus “estoy en casa”, dónde puedan andar de la mano y tener citas tontas, ir a la universidad, presentarse a sus familias, enfadarse por banalidades como que por accidente no responda sus mensajes en todo el día, tener peleas y arreglarlas y luego reírse de ellas. Quiere eso. Quiere una vida normal con Ash. Quiere seguir vivo para poder tenerla. Desea que ambos lo estén y al mismo tiempo, Eiji no dudaría en renunciar a absolutamente todo y en vender su alma al mismo diablo si hace falta mientras Ash esté bien.
Así que lo entiende porque es mutuo, no es mucho lo que puede ofrecerle, lo sabe, no se olvidó de la mordida que yace en su nuca ni de lo anormal que es su condición de omega y aun así…
—Prometo ser un buen esposo para ti, Aslan. —Aun así—. Te amo y te cuidaré bien, estaré a tu lado todo el tiempo que me lo permitas.
—Guárdalo para los votos. —Le susurra con coquetería—. Todavía tenemos mucho que ver.
Aun así, Eiji tuvo la osadía de amarlo.
Gracioso ¿verdad? Cuando se supone que Ash ya tiene una prometida.
⊱✿⊰
Eiji aprieta la taza de café entre sus palmas, la espuma se rebalsa y le quema los dedos pero el dolor es mucho más tolerable que la incomodidad, así que mantiene la mirada clavada encima de las figuras que el barista hizo con la leche, están en una cafetería de Harlem, Cain mencionó que su amigo tenía unos pasteles que eran para morirse y les juró que los cuidaría si se atrevían a poner un pie fuera del condominio, así que aquí están. Él e Ibe. Tienen que hablar.
Va a casarse.
—Veo que has tomado tu decisión, Ei-chan. —Dice con tristeza, tiene las pupilas clavadas en el anillo de promesa, Eiji se muerde el labio y siente la amargura del café cosquillear debajo de su nariz, ni siquiera le gusta dicha bebida, prefiere el té, más, necesitaba valor para enfrentarlo.
—Lo siento. —Se disculpa sin motivo—. Te hice pasar por mucho trabajo, me abriste la chance de regresar a mi país y ver a mi familia otra vez, lamento mucho que fuera en vano, quiero verlos, de verdad que quiero porque todos los días los extraño y los pienso.
—Entonces ve a verlos.
—Llegué a un punto donde no creo que sea posible regresar. —Le explica—. Lo siento, lo último que quería es que tu tiempo y esfuerzo fueran en vano.
—Nada fue en vano. —Lo calma—. No si tú estás feliz con la decisión que tomaste, no mientras ese camino lo estés tomando para ti.
—Lo amo, Ibe-san. —El nombrado le sonríe con añoranza—. Quiero pasar el resto de mi vida a su lado sin importar que tan poco tiempo ese sea. —La tensión en el ambiente se disipa al igual que la barra de chocolate en el café de su tutor, pronto, la capa de dulce se pierde tal como un río que desemboca al mar, es demasiado ínfimo para prevaler—. Por eso.
—Eso es lo que odio de esta decisión, estás hablando como si ya hubieras aceptado tu muerte.
—Es el mundo en el que vivimos. —Hilarante que ahora suene como Ash—. Esta fantasía es lo único que tenemos porque incluso si Ash venciera a Blanca y derrotara a Arthur…
—Seguiría siendo un Golzine. —Ibe alza las manos y retrocede porque percibió la reticencia a sus palabras—. No me refiero a que literalmente lo sea, pero ¿acaso no debe casarse? Escuché que esa fue una de las reglas que Dino marcó para entregar su herencia, tú sabes que las bodas se usan como excusa para unir lazos en la mafia, lo has visto con Yut-Lung y Shorter.
—E incluso si venciera eso ¿qué nos queda? Al final, siempre habrá alguien que lo busque y por ende, yo siempre seré su talón de Aquiles. Por eso, hablo como si hubiera aceptado mi muerte.
—¿No ves otra salida?
—No. —Frunce los labios—. Y vaya a donde yo vaya. —Eiji desliza sus dedos hacia la parte baja de su nuca, siente diente a diente incrustado y marcado en su piel, quiere llorar y ni siquiera es por el hecho de haber sido violentado y atado sin su consentimiento, es porque aprecia el dolor en sus ojitos verdes cuando toca por accidente la mordida—. Yo seguiré siendo un omega, pero no cualquier omega, sino el de Arthur.
—Ei-chan…
—Entonces no tiene sentido fingir ignorancia, es lo que hay. —Es lo que soy.
—Es raro que seas tan pesimista.
—No es pesimismo, es realismo. —Definitivamente se está juntando demasiado con Ash y Yue.
—¿Recuerdas lo que te dije cuando recién me pudiste contactar y estabas conociendo a Ash?
—No. —Es honesto—. He bloqueado muchas cosas para sobrevivir.
—Las personas rotas, rompen a las personas. —Entonces le recuerda—. Y las personas sanas, sanan a las personas.
—¿Estás insinuando que Ash es una persona rota? —¿O qué yo soy una persona rota?
—Estoy insinuando que es egoísta romper a la persona que te sana. —Declara—. Y no digo que ese sea el caso de ustedes porque te he visto más feliz que nunca con Ash pero sí es mi manera de advertirte y pedirte que no te restes importancia, date atención, lo que te pasa es relevante.
—Ibe-san. —No sabe cómo procesarlo—. ¿Por qué me dices esto? Deberías estar enojado, me acabas de decir que no estás de acuerdo con mi decisión.
—Y no lo estoy, si fuera por mí te subo ahora mismo a un avión a Japón.
—¿Entonces, por qué?
—Porque no puedo vivir tu vida por ti, te vas a caer y a veces necesitarás caerte, pero ahí estaré yo para prestarte una mano y ayudarte para que te levantes. Además, eres terco, puedo llevarte la contraria todo lo que quiera pero al final vas a hacer lo que sientas correcto, por eso necesito respetar la línea entre aconsejarte y decidir por ti, no quiero quitarte más libertades y menos si sé lo mucho que te ha costado protegerlas. No quiero ser como Arthur o Dino.
—Nunca podrías.
—Y por eso, estoy aquí para ti, seas Okumura o Lynx.
Eiji ríe y se cuestiona si así se sentirá tener un papá, es extraño, siempre tomó el papel protector en casa ya que veía lo frágil que era su mamá y lo mucho que luchaba, así que aprendió a cargar en silencio con sus dolencias y a lamerse las heridas esperando que cerraran, por supuesto su panorama no mejoró cuando apareció su progenitor para informarle que lo había vendido antes de que pudiera verle la cara, lindo ¿cierto? Eiji siempre pensó que un papá protegía y el suyo lo único que hizo fue exponerlo y volverlo una persona rota porque así él estaba. Roto. Dañado.
Ash le dijo que dejara de romantizar conceptos como familia o amor, habían pasado suficiente dolor para dejar de decepcionarse y esperar. Pero Eiji no pudo. Nunca pudo. Porque a pesar de lo mierda que fue su padre creció en un hogar lleno de amor. Roto. Disfuncional. Inestable. Pero cada uno hizo lo mejor que pudo y aunque pudiera cambiarlos, no los cambiaría. Ibe es la pieza que completa el cuadro y limpia la imagen que tenía ya que incluso odiando las decisiones que está tomando se muestra dispuesto a apoyarlo. A estar ahí. Salga bien o salga mal. Solo a estar.
Gracias.
—Entonces. —Ibe intenta romper la tensión—. ¿Cuándo será la boda? Porque supongo que vas a necesitar que alguien te entregue en el altar. —Qué lindo es tener esta clase de confianza, es afortunado a pesar de todo, asume que por eso se halla tan resignado a morir. No se arrepiente.
—No creo que sea una ceremonia como tal. —No se arrepiente de nada—. No si consideramos que queremos mantener un perfil bajo, seguramente será algo íntimo.
—¿Eso significa que no me invitarás?
—¿Quieres ir?
—¡Claro que quiero ir! ¿Qué clase de pregunta es esa, Ei-chan?
—Pero pensé que…
—Te dije. —Ibe le sonríe y le aprieta la mano sobre la taza de café—. Puedo estar en desacuerdo contigo, pero eso no significa que dejaré de apoyarte o de quererte. —Y nunca comprenderá lo sanador que está siendo esto porque acostumbra a ser recriminado por sus errores. Castigado.
—Quizás necesitemos a un fotógrafo. —Herido. Callado—. Por si quieres ayudarnos. —Con Ibe se han encargado de tener más roces y desacuerdos que otra cosa y aun así, se ha quedado.
—¿Me harías trabajar en tu boda?
—Puedes considerarlo como nuestro regalo. —Se ha quedado pese a todo—. Sería un honor si un profesional tan talentoso nos prestara sus servicios.
—Será gratis para ti, pero le cobraré a tu esposo. —Bufa—. ¿Qué es eso de no tener ceremonia? Aprecio la contingencia, sin embargo, tengo la sensación de que está siendo tacaño.
—Realmente no te agrada Ash. —Ríe—. ¿No es así?
—Nunca me agradará, no me pidió tu mano.
—¿Debería habértela pedido?
—Bueno, eso corresponde primero, hablar con los papás. —Y finalmente se atreve a usar dicha palabra y hacer real lo que estuvo en el aire todos estos años—. Todavía me debe esa charla.
—No creo que quiera tenerla, le das miedo, Ibe-san.
—Entonces no tienes permiso para casarte. —Bromea—. No hasta que el punk hable conmigo.
—¡Ibe-san! —Gimotea—. ¡Eres tan injusto!
Cuando en el fondo se siente eternamente agradecido de tener un respiro de normalidad, sabe que Ibe tiene razón y que lo más inteligente sería volver a su país natal e intentar comenzar una nueva vida con los resquemes de la vieja, no obstante, también es consciente de lo involucrado que se encuentra entre las redes de las mafias, puede que Arthur lo quiera porque lo mira como un objeto que arrebatarle a Ash pero aun así, ya está marcado. Así que tarde o temprano van a venir por él y lo máximo que Eiji puede hacer es esperarlo y vivir bien los días que le quedan, se pregunta si será Blanca su verdugo o si morirá a manos de su creador.
Da lo mismo, cree mientras ve a Ibe reír y bromear, da lo mismo si muere o quien lo asesine ya que nada será capaz de quitarle estas memorias.
⊱✿⊰
—¿Estás emocionado por el tema de la boda? ¡Si las cosas siguen así Shorter será capaz de ir!
—Ah, sí. —Y debería estar emocionado porque lo único que ha querido es ver bien al nombrado luego del incidente donde Arthur los obligó a enfrentarse y aun así está aterrorizado—. Es cierto que está mejor, Sing.
—No lo has ido a ver. —¿Qué pasa si el antídoto salió mal y apenas pone un pie enfrente vuelven todas esas órdenes que ha tratado de olvidar? Tuvo un tratamiento cognitivo duro, Yut-Lung se lo hizo saber con las desveladas en el laboratorio y cómo cada vez se refugiaba más en el atisbo que Shorter dejó, le ha contado sus avances ciertamente, Sing igual, pero—. ¿Por qué?
Pero. Pero. Pero.
—Estoy un poco asustado. —Se lo confiesa y es tan vergonzoso, Sing es menor, no tendría que cargarlo de problemas, Shorter es su mentor y a fin de cuentas, durante su ausencia ha tenido que asumir el liderazgo de la mafia china y la traición que los Lee sienten—. Da igual.
—Eiji. —Pero entonces Sing se inclina, estaban en la cama conversando sobre la vida antes de que el tema estallara, sin embargo, la tensión flota igual que una bruma dorada—. Es esperable que estés asustado, sé que no estuve ahí, no directamente pero… pero te vi llegar y vi a Shorter.
—Sing.
—Entonces creo que está bien tener miedo, yo tampoco lo vi mucho al inicio, era muy doloroso.
—Yue estuvo prácticamente solo cuidándolo ¿no? —Las cortinas se bambolean y una pequeña brizna se cuela hacia el interior removiéndole los cabellos, Sing se peina el flequillo y trata una y otra vez de pararse el pelo, se parece a Shorter—. Ojalá lo hubiera apoyado más.
—He conocido a Yut-Lung desde hace bastante tiempo. —Entonces Sing dice con una sonrisita nostálgica que teme que cubra una pena desbordante—. Nunca lo había visto portarse así, ¡ah! Lo digo en buen sentido, antes se sentía como uno de sus hermanos, estaba lleno de odio, pero un día llegó queriendo molestar a Shorter y hablando de ti, por eso me diste curiosidad.
—¿L-Lo hice?
—Claro. —Sing tararea—. Quería saber quién provocaba tanto alboroto y cuando te conocí, lo entendí de inmediato.
—¿Por qué?
—Porque eres muy bonito, Eiji. —Le confiesa rascándose la mejilla con las orejas rojas—. Y no lo digo solo por tu apariencia, tienes esa clase de bonito que ilumina la habitación e invita a las personas a sentirse como en casa, tienes ese bonito que es cálido, amable y genial, tienes ese bonito que debería haberte quitado el mundo en donde estás y no lo hizo.
—Vaya. —Eiji está rojo hasta el cuello—. No sabía que pensabas eso de mí.
—¿Por qué crees que te pedí un beso de premio? —Ríe—. Quiero ser un buen amigo para ti, me han pedido que te cuide pero ¿quieres saber un secreto? —Asiente—. Te cuido porque yo deseo hacerlo, no porque otros me lo indiquen, quiero proteger lo bonito que eres.
Eiji sonríe apenado, todos esos cumplidos tan dulces y rosados son ajenos para ambos, piensa en lo duro que debió vivir Sing para que le diga eso, es mucho menor y prácticamente nació en esa clase de mundo, es una dualidad andante como todo en este lugar, lo ve reírse y lloriquear igual que un niño pero mata con un arma que parece un juguete y lidera una mafia, asume que también quiere ser un buen amigo ya que ambos han tenido que lidiar con demasiada violencia y crueldad. Al final hacen lo que pueden. Se defienden como pueden. Viven lo que pueden. Esa es la clase de realidad en donde están.
—Deberías tener cuidado con lo que dices. —Le advierte queriendo molestarlo—. O podría no llegar a mi propia boda y abandonar a Ash por ti.
—¡Hey! —Por supuesto, el diablo tiene oídos en todas partes—. Si me vas a dejar por un enano me lo tomaré personal, por lo menos espera que supere el medio metro de altura.
—¡No mido medio metro! —Sing chilla, ofendido—. ¡Mediré más que tú algún día! ¡Dos metros!
—Sí, claro. —Ash le revuelve el cabello con una sonrisa paternal—. Si tú dices.
Y mientras Sing y Ash siguen peleando Eiji se siente extrañamente en paz, gracioso ¿no? Creyó que su vida se había acabado cuando Arthur lo rompió pero resulta que solo era el inicio y todos esos pedazos craquelados eran una simple coraza.
Notes:
El capítulo de mañana es adorable, si bien, parte con Eiji procesando algunos sentimientos que no son menores porque les recuerdo, este pobre niño tenía una vida ajena a la mafia, una vez digiere lo que le pasa y recibe contención ya todo fluye. No tengo muchas oportunidades de concretar escenas tan lindas, así que le puse mucho amorcito.
Nos vemos mañana con fluff real~
Chapter 29: Notas de amor.
Notes:
Hi~ Me faltaron algunos comentarios por responder de los que me encargaré más tarde pero estoy destruída, destrozada, cansada, me pasa por dejar las cosas a última hora, no la dínamica, esta la prioricé pero bonito, ahora mi vida laboral y personal sufren, pero yo soy feliz.
Como les dije, este capítulo es muy lindo, de hecho encuentro que estos tres últimos capítulos son de los mejores que tiene toda la historia, distintos a su manera, pero me siento muy orgullosa de ellos, así que espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Yut-Lung se inclina con la lata de fijador, intentando acomodar los rebeldes mechones oscuros que caen en sus cejas espesas, el beso de la agonía hace cosquillas al dejarle la piel empapada de polvo de estrellas pero las constelaciones son un pozo de los deseos ya roto y el traje blanco es una promesa ensangrentada, Eiji se afloja el cuello y la corbata porque la mordida que yace en su nuca pica como si estuviera en llamas, se cuestiona si será un castigo divino y al alzar su mirada hacia el espejo del baño comprende que se atrevió a codiciar demasiado, del momento en que Arthur le disparó sabía que se había acabado y ¿todo lo que siguió? No ha sido más que tiempo prestado. Tic. Tac. Tic. Tic. Pronto se acabará.
Arthur lo busca. Dino Golzine quiere un heredero. Es el objetivo de Blanca. El clan Lee los caza.
Tac.
Pero por ahora. Eiji clava su mirada en la brillante sortija de oro y vislumbra a Yut-Lung quien se autoproclamó padrino y estilista oficial, luce deslumbrante enfundado en un traje chino, da un aire tradicional a pesar de sus curvas peligrosas, le fascina la manera en que el matiz lila resalta aún más la oscuridad en sus ojos y la blancura de su piel. Es precioso. Lo admira y lo envidia al mismo tiempo porque también quería verse especial y sin embargo, se ve como un niño usando el traje de graduación de su papá, no es que le quede mal el saco de tres piezas, es blanco y se le ajusta de maravilla, no es que el color le siente mal o le luzca desprolijo. Pero se siente irreal.
—Esto se nos está haciendo costumbre. —Entonces Eiji bromea mientras Yut-Lung termina de espolvorearle brillos para que sus ojos resalten más, es una tontería y aun así lo hace sentir un poco más especial, gracioso considerando que Arthur siempre lo consideró “feo”—. Es bonito.
—¿Qué cosa?
—Nosotros, Yue.
—¿Eh? ¿Acaso me estás coqueteando antes de tu boda? Qué descarado, si quieres fugarte me lo puedes pedir directamente ¿sabes?
—No es eso. —Eiji ríe, se puso nervioso—. Pero es como la tercera vez que me ayudas, en serio estoy agradecido de eso porque yo no sé arreglarme. —Yut-Lung sonríe entretenido por el caos.
—Es fácil arreglarte porque eres bonito.
—Puff. —Eiji chista—. ¿Has visto a mi futuro esposo? Él es precioso.
—¿Precioso? —Yut-Lung se escucha totalmente indignado ante la idea—. Supongo, es decir, si te gustan los creídos con cara de sabelotodo que están desnalgados, tienen la cabeza inmensa gracias a su ego inflado, con piel de vampiro pero no vampiro lindo de esos que brillan sino que tiene un tono muerto, pelo pajoso, un estilo absolutamente cuestionable y ¿para qué partir con su personalidad de mierda? Está meh, pero supongo que si ignoras esos defectos está pasable.
—¡Yue! —Ríe porque sabe que trata de hacerlo sentir mejor—. Sabes a lo que me refiero, tú y él provocan una vibra similar en cuanto a la belleza, es llamativa e inalcanzable, es extraordinaria.
—Por eso te envidio a ti. —Le confiesa hundiendo una brocha en polvo traslúcido para así poder matizar el sudor que los nervios provocan, Eiji tensa sus manos sobre sus rodillas arrugando el traje sin querer, el gélido se cuela por las cortinas, no están en Harlem—. Sing te lo dijo, ¿cierto? Se pasó como una hora dándote un discurso de porqué eres tan bonito.
—¿L-Lo escuchaste? —Qué vergüenza.
—Se la pasa balbuceando sobre lo bonito que eres, aunque odio admitirlo tiene razón, tu forma de ser bonito es haciendo que las personas a tu alrededor se sientan bien. Eres reconfortante.
—No creo que eso sea un halago. —Musita bajando la cabeza—. De hecho eso suena ordinario.
—¿Ordinario es algo malo? —Irónico que lo pregunte Yut-Lung—. Dijiste que matarías por tener un bocado de normalidad, así que debería ser un gran cumplido, a menos que pase algo, claro.
—No pasa nada. —Miente, Yut-Lung deja caer la brocha y lo agarra de los hombros, están en el baño de la pensión que pagaron en la playa, Eiji está sentado sobre la tapa del retrete mientras que las brochas y las otras herramientas de maquillaje yacen esparcidas en el lavamanos.
—Escupe lo que pasó, basta de rodeos.
—No es nada.
—Okumura. —Lo llama por su apellido, más, se siente lejano—. Te conozco y no te irás a menos que me cuentes qué está pasando, así que sino quieres dejar plantado a Lynx empieza a cantar.
¿Pero cómo podría explicarle lo que está sucediendo en su cabeza si ni siquiera él lo entiende?
Ibe le dijo que estaba siendo pesimista, sin embargo, por primera vez siente que aprecia su vida con nitidez porque todo este tiempo ha estado jugando a la casita con Ash y en el fondo lo sabía pero se negaba a admitirlo, quería construirle un hogar, por eso cocinaba para los chicos y trató de mantener limpia la residencia, por eso jugó con Skip y plantó flores, lo curaba si llegaba con heridas, lo arrastraba de la cama si hacía falta y lo incitaba a ver el mundo más allá. Quería eso. En verdad lo quería. Pero cosas como volver a Japón o desprenderse de Arthur no se ven reales. No con una mordida en su nuca. No con un asesino a sueldo contratado. No si tienen tanto que perder. No con una droga a punto de ser develada. No los dejarán en paz.
Nunca.
Pero los atisbos de realidad siempre estuvieron ahí. Noches donde Ash no llegaba y Eiji rezaba. Donde lo tocaba con el olor de otro hombre, leía las masacres en los diarios. Donde Ibe le decía que era peligroso estar tan involucrado. Donde tenía síndrome de abstinencia y recordaba que lo habían drogado. Donde las pesadillas volvían. Y se lo tragaban. Donde la presencia de Arthur lo acechaba como una sombra. Todo siempre fue real, ¿salto alto?, ¿familia?, ¿normalidad? Ja.
—Es solo que esas cosas se escuchan distantes. —Haga lo que haga, ya engañó a Arthur varias veces y no habrá una tercera—. Sé que no ha pasado tanto tiempo desde que me secuestraron de mi hogar, pero cuando pienso en mi mamá o en cosas tan simples como el club de salto alto ya no siento que sean mías… ¿cómo explicarlo? Se sienten como las memorias de alguien más.
—Pero no son las memorias de alguien más. —Lo alienta—. Entiendo a lo qué te refieres puesto que cuando pienso en mi madre tengo la sensación de que la conocí en otro universo, acá todo está tan difuso, lejano y manchado por lo violenta que fue su muerte que se me hace raro saber que no fue tan lejos. Pero pasó. La conocí. Y aunque las cosas que atesoro con ella las manchó mi clan y nada las limpiará, tampoco nada me las quitará. Son mías. Solo mías y de ella.
—Esa es una manera extrañamente optimista de ver las cosas. —Se burla porque están en ese nivel de intimidad—. ¿Desde cuándo empezaste a creer en cuentos de hadas? Es inusual en ti.
—Esto no tiene absolutamente nada de cuento de hadas. —Le explica arrodillándose en el piso del baño sin importarle arrugar su outfit, acomodando los brazos sobre las piernas del japonés para mantener una tenue ilusión de cercanía—. ¿Pero no crees que hemos sobrevivido mucho? No quiero rendirme en este punto cuando la meta se ve tan cerca.
—¿Y cuál es esa meta?, ¿matarlos a todos?, ¿a Golzine, a Arthur y al clan Lee?
—Lo haces sonar sádico, pero sí, es esa.
—¿Y luego? Ash y tú quedarán rigiendo las mafias y entonces otro enemigo surgirá porque este mundo es así nos guste o no y ahí nos daremos cuenta de que nada mejoró en realidad, detesto ese plan, es cambiar un veneno por otro pero al final, ¡igual morimos! Además, aunque salvaste a Shorter y a Griffin de la droga no has podido fabricar nada en contra de las castas, ¿no es así?
—Es complicado, esto está más allá de mi alcance.
—Y nos tendremos que quedar así igual. —Sus dedos aprietan la mordida en su nuca con tanta fuerza que se abre la piel, adquirió el mal hábito de arañarse cuando se siente ansioso y ¿acaso lo culpan por estar así?—. No quiero ser un omega, ni quiero que Blanca me capture para tener un destino peor que la muerte, no quiero sufrir otra pérdida nunca más.
—Eiji… —Así que es eso—. Ay, Eiji. —Yut-Lung enlaza sus dedos con fuerza, apesta consolando y es consciente de sus limitaciones, no obstante, si algo comprende es la impotencia en contra de un futuro de mierda que otros escriben ¿por qué?, ¿por qué deben pagar por los platos rotos de otras personas?—. Realmente has estado cargando con esto en silencio tú solo.
—Desde que se llevaron a Ash todo fue distinto. —Le explica y no quiere llorar por eso, no en el día más feliz de su vida, incluso lo trajeron a la playa—. Me sentí tan insignificante al no poderlo salvar de inmediato, no pude ahorrarle sufrimiento, no pude hacer nada. Y no planeo exponerlo otra vez a Blanca. Por eso si me busca, me encontrará, basta de esconderse.
—Entonces elegiste el camino del suicidio.
—Hablo en serio, Yue.
—Yo igual. —Lo reprocha y trata de no ser muy brusco—. Mira, sabes que soy la última persona que te diría algo cursi, odio vender humo, sin embargo, creo que tenemos una oportunidad real en contra de todo eso. Es cierto, probablemente seguiremos siendo omegas, alfas y esa bazofia experimental hasta que muramos, pero ¿no prefieres aprovechar al máximo hasta ese día?
—Eso trato de hacer. —Le explica—. Por eso acepté casarme, ni siquiera es una ceremonia real de manera legal, es una fantasía que Ash construyó porque me ama y yo lo amo.
—Siendo justos, si fuera legal tendrías que desposar a “Ash Golzine” por la adopción y ambos sabemos que Lynx no es esa escoria, así que legal o no, ¿acaso no es más significativo así?
—Eres increíble. —Ríe, clavando su mirada al piso—. ¿Puedo confesarte algo antes de la boda?
—¿Quieres que te saque de acá para ir a una despedida de soltero llena de hombres sensuales y candentes? —Eiji alza una ceja confundido—. Lo siento, mi mecanismo defensivo es arrojarle toda la mierda posible a tu futuro esposo, me ayuda a digerir mis traumas. Por favor, prosigue.
—En el libro favorito de Ash está la historia de un leopardo que yace marchito y congelado entre las montañas del Kilimanjaro, para serte franco no entendí mucho de la trama pero cuando Ash me habló de ese leopardo y cómo se proyectaba caminando ciegamente a su destino y muerte, le dije que era un humano y podía cambiar, no todo estaba perdido. Es gracioso, a estas alturas ya nada debería espantarme pero a mí sí me aterra la muerte y el destino. Le mentí.
—Eiji.
—Estoy aterrorizado, sé que ese tal Blanca puede matarnos y sé que Arthur no se detendrá, no hasta sentir que le ha ganado a Ash. Y me siento patético porque de pronto, le temo a la muerte.
No. No es a la muerte, piensa recordando la historia del leopardo, porque a fin de cuentas sintió que Ash se encontraba desesperanzado por el cuadro incompleto, lo escuchó preguntarse: ¿se perdió siguiendo a una presa o subió hasta el punto sin retorno? No hay respuesta y asume que eso es lo aterrador, la incertidumbre del destino. No la muerte. Y ese miedo se ha colado debajo de su piel como una segunda capa que caló con tal profundidad y voracidad que a veces teme que lo haya devorado por completo, le pasa al abrir puertas que trató de cerrar y ver escenas a las que lo sometieron pero desearía que fueran una película. El complejo Golzine le da terror y no precisamente por su presencia, sino por lo que pueden hacer.
Drogaron a Shorter y los lanzaron en un puto calabozo para que se mataran, ataron a Ash para que los vislumbrara destriparse y le pasaron un revólver, tuvieron 10 años secuestrado a Griffin, trafican personas como si fueran animales, drogan a conveniencia y juegan creyéndose dioses.
—Sería raro que no les temieras. —Yut-Lung le dice leyéndole la mente—. Asumo que parte de que esto esté saliendo tan fuerte es que verás a Shorter y aun no te sientes listo. —Es perspicaz.
—Sabía que pasaría y es importante que él esté acá, dijiste que estaba bien.
—Y lo está, está mucho mejor, lo hemos expuesto a tus feromonas y no ha reaccionado así que puedo presumir que está curado. Pero ese no es el punto.
—¿Cuál es el punto, entonces?
—Qué eres un maldito ser humano, Eiji. —La suavidad de su mirada contrasta con lo tosco que es su tono de voz—. No eres un refugio indestructible, eres un chico que vivía una vida corriente y se tuvo que adaptar para no dispararse en la cabeza y sé que has tratado de aceptar la muerte como todos nosotros, pero la realidad es que no puedes normalizarla, no creciste con ella.
—Pero no quiero ser débil.
—No es ser débil, imagínate, ni siquiera yo que crecí viéndola lo hago, ¿por qué te exiges tanto?
—Porque no quiero ser una carga para Ash. —Confiesa con franqueza sacando ese lado mucho más pequeño y mancillado, trató de esconderlo—. No quiero darle problemas. —Falló.
—Él no está ahí afuera esperándote porque le des problemas o no, está ahí porque te ama pese a todos los problemas que el mundo les dio, así que detente. —Yut-Lung le cubre las orejas con las palmas, el toque es gentil y amable—. Detén esas voces o vas a enloquecer y no quiero otro bestie de traumas mentales. —Está tan agradecido de tenerlo, ¿sino qué sería de él?
—¿Ya tienes un bestie de traumas mentales?
—¿Y qué crees que es Lynx para mí? —Bufa y de repente se siente mejor—. Tienes derecho a lo bueno que te está pasando.
—Yue.
—Tienes derecho a vivir, si algún bastardo te hace creer lo contrario lo castraré con mis manos.
—Gracias por decirlo, es tonto pero a veces tengo la sensación de que necesito permiso. —Así funcionan las relaciones de abuso y coerción. Estuvo demasiado tiempo con el bozal de Arthur.
—Tal vez sí necesites permiso. —Yut-Lung tararea—. Pero solo tuyo. —Y le ofrece una palma, lo está ayudando a pararse a pesar de todo—. Vamos, no quiero que plantes a tu novio en el altar.
—Pensé que Ash no te agradaba.
—Ni lo hace. —Bufa con orgullo—. Pero una boda es una boda y ya vine a celebrarla en la playa.
⊱✿⊰
Sus zapatos se hunden en la arena apenas pone un pie fuera del hostal, es fría, la playa se halla congelada en el albor de las estrellas, Yut-Lung dijo que sería romántico casarse a medianoche y al vislumbrar cómo el cielo se extiende en un bricolaje profundo que se funde con el horizonte como tinta derramada sabe que tenía razón, el paisaje es sublime, si bien visitó playas en Japón ninguna se asemejó a esta fantasía glacial en donde puede escuchar cómo el mar respira y las olas se deslizan para besar la costa en promesas esperanzadoras, aprieta el ramo de girasoles que tiene contra su pecho clavando su mirada en el agua, sintiendo a la brisa salada revolverle los cabellos y desordenar todo el trabajo de Yut-Lung.
—Estás hermoso.
Por supuesto, apenas alza la mirada y se encuentra con Aslan entiende que no hay paisaje más excelso que verlo a él empapado con el albor de la luna, vestido con un traje negro que se ajusta a su silueta a la perfección dándole una apariencia surreal y convirtiéndolo no en una obra sino en la galería entera de arte, sonríe caminando hacia él, mirando cómo los cabellos de oro lucen salvajes cual centeno y radiantes cual sol, sus ojos verdes atrapan los destellos del agua ya no solo escondiendo un universo de transparencia sino que conteniendo al mismo océano etéreo.
—Así que realmente haremos esto. —Eiji le dice con una sonrisita nerviosa, mantuvieron aquel casamiento en secreto y de bajo perfil, vinieron unos pocos hombres de la pandilla de Ash más sus cercanos—. En serio está pasando.
—Pues claro que sí, onii-chan. —Ash se burla con esa sonrisa que roba corazones y desprende sueños—. Te lo propuse en serio, ¿hasta ahora le das el peso? Vaya, me siento ofendido.
—No lo molestes, mocoso. —Max se encuentra a su lado con un terno que hace juego—. No te portes como un berrinchudo delante de Griffin. —Y claro que él también debía estar, lo tuvieron que traer en silla de ruedas y fue toda una travesía para el viaje, más, ahí están. Una noche. Eso es todo lo que tienen de irrealidad—. Lamento que mi hijo sea tan poco romántico, Eiji.
—Papá de mierda. —Chista porque esta noche todos fantasean—. Trata de apoyarme al menos en mi día especial ¿quieres?
—No sé cómo accedimos a eso. —Max suspira—. Ni siquiera le pediste la mano a Shunichi, no me extrañaría que se opusiera. —No tiene que voltear para saber que el aludido efectivamente está fulminando con la mirada a Ash. Pero esta noche la libertad se regala.
—Mejor empecemos antes de que el novio se te escape. —Bones grita entre el público, no tiene nada de producción la ceremonia puesto que carecería de sentido, tendrán que irse apenas el sol salga y no quieren arriesgarse a ser descubiertos, sería una tragedia que Blanca le disparara a mitad de los votos, por eso, se cuidaron—. Siempre puedes negarte, Eiji.
—¡Pero qué lindos subordinados tengo! —Gruñe entre dientes—. Y luego por qué no los quiero.
—¡Eiji! ¡El jefe otra vez nos está maltratando!
—¡Es mi futuro esposo! No tomará tu lado, me ama más a mí.
—¡Eiji! ¡Dile que es mentira! —Bones gimotea—. Sé que soy tu favorito, los chicos me lo dijeron.
Eiji ríe y la ceremonia empieza.
Ash contrató a un profesional para crear la ilusión de que su unión es genuina y no obstante, al darle la mano y mirarse mientras guía la ceremonia cree que es así, es un sueño hecho realidad independiente de cuánto dure, lo cree más que nunca sintiendo cómo su corazón se funde con la estridencia del mar y sus manos sudan a través del ramo, no es que tenga miedo, no, esto se siente como una chispa de expectación que juraba había enterrado. Es agradecimiento. Deseo. Tristeza. Añoranza. Amor. Devoción. Lamento que las cosas sean así. Odia que sea tan efímero.
Pero finalmente llega el momento y quedan frente a frente, no hay arcos ostentosos rebosantes de flores ni alfombras de pétalos, no hay ni siquiera sillas ni mucho menos una banda, son solo ellos dos parados frente al mar con las manos entrelazadas, es perfecto, el viento remueve los cabellos de oro enganchándolo en sus pestañas de copo de nieve y Eiji solo puede sonreír ante lo adorable que le resulta la acción, entonces Ash se sonroja y aprieta sus manos sobre el ramo de girasoles que Skip le consiguió ¿qué le dijo Ash que significaban cuando se las regaló? Claro.
[Eres la luz que ilumina mi vida.
Por eso te soy fiel, mi amor por ti es incondicional].
—Cuando nos conocimos por primera vez, sabías el tipo de persona que era. —Ash musita con una sonrisa nerviosa y una mirada que detiene el universo, congela las olas y les da un segundo extra a sus minutos—. Pero no me temiste ni fuiste cauteloso conmigo, no por mí. Me hablaste con ese horrible inglés. Pensé que eras raro. Imaginé que sería porque eras extranjero.
—Racista. —Bromea entre risas, mitigando el ardor que sus propias mejillas empiezan a sentir.
—Pero con el tiempo me di cuenta de que me equivocaba. —Ash se mira deslumbrante debajo del manto de la luna, es como una figura extraída de algún sueño o deseo y sin embargo, lo está tomando de las manos, acá, ahora, tan tangible como el aire que respira—. Cuando estás a mi lado tu amabilidad, sinceridad y calidez me atraviesan el cuerpo entero.
—Ash.
—Mi concepto del amor está roto, no sé cómo amarme ni sé cómo amar, quiero entender cómo hacerlo, pero ese es un lujo que en estos momentos no me puedo dar. —Eiji lo sabe, realmente lo hace—. Pero prometo irlo descubriendo de a poco, día a día, atesorando esas cosas que son importantes para ti, comiéndome el natto aunque huela a calcetín sucio, vistiendo tus terribles ropas de Nori Nori a conjunto si te hace feliz, tratando de levantarme temprano para que no me tengas que arrastrar a la ducha, haciéndole espacio a tus mangas entre mis libros, tratando de hacerte feliz como pueda, lo intentaré aun si estoy jodido hasta la médula, quiero ver que estés feliz, te dije que tienes una risa preciosa, ¿verdad?
—Sí. —Eiji baja la mirada, completamente avergonzado—. Lo hiciste.
—Bien. —Sonríe—. Eso es bueno.
—¿Por qué?
—Es porque la tienes. —La aspereza de las manos de Ash lo envuelve y nada más existe en ese momento, son dos almas a la deriva en un mundo demasiado cruel que tratan de aferrarse para mantenerse con vida antes de hacerse cenizas—. Y sé que odias que lo diga pero te amo y daría mi vida por ti, me dispararía en la cabeza sin dudarlo, iría al infierno de ida y vuelta, si llegara a ser necesario desataría el mismo infierno y no solo eso. Eso es fácil. Es lo que conozco y por ti, ¿qué cosa no haría? Estaría dispuesto a sanar y hacerme cargo de mi vida, a ir contra el destino que juré que estaba escrito e intentarlo en serio, porque una vida a tu lado, mierda, soy en serio afortunado, ¿no crees?
Yo soy el afortunado.
—Quiero darte una vida con una felicidad feliz, sabes a lo que me refiero, no me mires así.
Eiji traga duro y sostiene con más fuerza las palmas de Ash, hay muchas cosas que quiere decir como respuesta, no obstante, la coherencia se ha diluido entre palabras de alma, el aroma del mar yace entrelazada a sus feromonas, su calidez sangra hacia él y se siente más conectado a su amado que nunca. Cara a cara. Piel a piel. Cuerpo a cuerpo. Espíritu a espíritu.
—Te amo, Eiji Okumura. —Promete al mar—. Gracias por salvarme de mí mismo y encontrarme.
—Yo no tengo mucho que ofrecerte. —Eiji intenta hilar sus propios votos aunque sus notas del amor sean un caos—. Tengo un cuerpo que fue marcado, un corazón que a estas alturas parece caerse a pedazos de solo mirarlo, tengo un alma que se siente herida y una moralidad humana, no puedo ser un ángel para ti ni siempre estar dispuesto a contenerte o a darte la razón porque soy humano y me pasan cosas que no controlo.
—Lo sé. —Lo calma—. Amo eso de ti. —Y claro que lo acoge, es Ash, su Aslan.
—Pero si así me quieres… me quedaré a tu lado. —Eiji cierra los ojos y respira hondo, nada más que Ash importa en este momento, no hay papeles, ni testigos, ni altar, ni nada—. Te lo dije esa noche, aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre me quedaré a tu lado. Te prometo amarte con defectos y virtudes. Amaré al lince feroz y al gatito abandonado, los cuidaré aunque para ti sea difícil aceptar mi cuidado ya que te han hecho daño antes, prometo siempre intentar arreglarnos y apoyarnos. Prometo estar ahí. Ayer. Mañana. Siempre. Mientras así lo quieras, ahí estaré.
—Eiji.
—E incluso si nos separamos. —Se ríe con franqueza—. Mi alma siempre estará contigo, Aslan.
Es todo. Se aceptan el uno al otro y lo sellan con un beso mientras los chicos gritan y celebran.
¡Vivan los novios!
El resto de la celebración transcurre plácidamente, prenden una fogata, se tumban en la arena y beben las cervezas que Shorter trajo para brindar, se ven a distancia y aunque no se alcanzan a expresar todo lo que deben conversar ambos se miran con añoranza, a fin de cuentas tiene a las personas más importantes de su mundo acá. Vivas. Riendo. Jugando. Amando. Pase lo que pase nada ni nadie le podrá arrebatar este instante que grabó a fuego vivo y escribió con sangre.
—Vamos a tener nuestro primer baile. —Ash le pide, ni siquiera hay música pero no es como si importara—. Mientras más practicamos, mejor lo hacemos, ¿no crees?
—Tienes toda la razón. —Eiji se para, caminan hacia la orilla de la playa en busca de privacidad.
—¿Entonces debería empezar a llamarme Ash Okumura?
—Amo a mi familia, pero ese apellido no se siente mío desde que mi papá… ya sabes. —Le dice sin ánimos de matar el ambiente—. Me gustaría adoptar el tuyo.
—¿Hablas de Lynx? —Frunce el ceño—. Porque no creo que quieras ser Golzine.
—Hablo de Callenreese, idiota. —Ríe porque para él fue obvio del inicio—. Es el único apellido que tienes, Aslan Jade.
—Te dejaré pasar esa falta de respeto porque eres lindo. —Le advierte—. Estás precioso, amor.
Eiji sonríe por el apodo, empiezan a danzar, siente cómo Ash desliza una palma sobre la camisa pero debajo de la chaqueta, la apoya amorosamente en su cintura, hundiéndola en sus curvas, no es brusco, más, impresiona ansioso. Eiji desliza sus brazos alrededor de su cuello, se bañan del calor que el otro irradia, los roces son firmes aunque frágiles, no quiebran el contacto visual porque viven en el eclipse de sus ojos, Ash lo vislumbra en una intensidad dolorosa que aprieta su corazón y no lo deja respirar. Todo se desvanece. La arena bajo sus pies. El alba naciente. El mar que empapa sus tobillos. Todo perece y todo nace.
Es gracioso considerar las circunstancias en qué se conocieron, más Eiji asegura que se habría enamorado independiente de la situación, probablemente esté destinado a caer por él en cada una de sus vidas, cree que está bien y lo cree más que nunca moviendo sus cuerpos de manera lenta en una perfecta sincronía, es casi instintivo igual que las feromonas embriagándolos, Eiji recuerda su primer baile y es hilarante que haya salido tan bien, como si lo hubiera esperado y su espíritu simplemente hubiera reaccionado, sus pies se hunden en la arena, las olas salpican y les besan el rostro como gotas de rocío. Son un ir y venir. Cada grito. Cada paso. Cada toque. Cada mirada. Cada palabra no-dicha. Dios, es tan afortunado. Te amo tanto.
—Lo siento por no poderte dar una ceremonia bonita.
—Aslan. —Eiji se acurruca sobre su pecho, se hace pequeño ahí ya que construyó su hogar, sin Ash queda desamparado, desnudo y desvalido—. Esto es más de lo que quería.
—Merecías mejor, solo te he hecho pasar por problemas.
—Y los pasaría absolutamente todos otra vez con tal de poder estar así contigo, me da lo mismo lo que pase cuando volvamos o lo que pasó, en este momento solo importa esto. —Entrelazan sus manos y las argollas se funden en un eco metálico—. Te lo prometí, tienes mi alma, por eso sé que suceda lo que suceda siempre te encontraré, no importa las veces que te pierda.
—Eiji.
—No importa las veces que yo me pierda, nos encontraremos.
—¿Por qué estamos destinados? —Pregunta de broma.
—Porqué te elegí como mi destino. —Pero Eiji—. Porque nos elegimos como nuestro destino.
Y de repente ya no le teme tanto al destino porque Ash es su refugio o al menos así se siente al tener la cabeza apoyada sobre su torso, sintiendo su respiración ansiosa y sus latidos violentos por el contacto, rodeado de sus manos firmes y acunado en sus feromonas como si fueran una manta, podrían estar bailando acá, en Japón, en Harlem, en Downtown y le daría igual. Lo único que necesita es a Ash. Y si Ash lo necesita. Si Ash lo ama. Si Ash lo quiere a su lado. Estará bien.
—¿Para siempre? —Se lo pregunta con su sonrisita tímida aunque socarrona—. ¿Lo prometes, onii-chan?
—Para siempre.
Y Eiji así lo desea.
Lo desea con todas sus fuerzas.
Notes:
Mañana tenemos el penúltimo capítulo~ Tendremos luna de miel eso sí, pero también tenemos que antelar el final, así que preparense.
Nos vemos~
Chapter 30: Primera vez.
Notes:
Hi~ Octubre ya se nos fue, me da mucha curiosidad cómo fue el mes porque honestamente partimos mal, yo quería mucho sacar esta dinamica, pero tuvo dificultades con una persona que me tuvieron muy bajoneada, me alegro demasiado que eso no haya sido impedimento para seguir adelante y hoy me siento muy contenta y agradecida, tanto en el fic como en mi vida. Chiquillos, llevabamos casi dos años fracasando en las dinamicas y no terminandolas a tiempo, de hecho la última que sí resultó y bien fue como el omegacember del 2022, así que gracias por acompañarme hasta romper la maldición.
Hoy es el penúltimo capítulo y de verdad, los adoro un montón.
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Chapter Text
Ash cierra la puerta de la habitación con el pie y arroja la chaqueta sin poderle quitar las manos de encima a su amado, hay un dulzor extremadamente tentador pendiendo en el aire, se siente borracho, no sabe si es por la cerveza, los besos o la brizna salada y tampoco le importa, hunde sus dedos en los mechones entintados y los jala para profundizar aun más el beso, es impropio que se sienta tan impaciente y más considerando el trasfondo que tiene el sexo, pero Eiji, joder.
—A-Ash. —Eiji jadea su nombre con una impaciencia tan sensual que las piernas le trepidan a causa de la excitación, hay un impulso casi animal a devorarlo, se siente drogado pero la única droga que tiene enfrente es Eiji. Eiji y sus ojos profundos—. Mi esposo.
—Eres precioso. —Eiji y sus mejillas regordetas con un adorable rosa espolvoreándolas. Su piel cobriza que impresiona aun más bronceada bajo la oscuridad y el manto de la luna. Sus manos tiritonas porque está asustado. Lo nota en su carita. Dios. Cómo atesora a este hombre—. Esta noche me has convertido en la persona más afortunada del mundo al aceptarme, al fin eres mi esposo. Mío. Solo mío.
—Siempre he sido tuyo, ¿lo recuerdas? —Eiji se aparta, no lo suficiente para quitarle los brazos de alrededor del cuello pero sí lo suficiente para mirarlo—. Te lo prometí hace bastante tiempo.
—Claro que lo recuerdo. —Ash desliza un dedo por debajo del mentón de su amado, baja hasta la camisa blanca y sin mayor esfuerzo desabotona ojal a ojal hasta dejar sus clavículas a plena vista. Sexy. Pecaminoso. Tentador. Obsceno. Joder—. También te prometí ser tuyo.
—¿Realmente estás bien conmigo?
—¿Te lo cuestionas? —Se lo pregunta entre risas—. Eiji, me siento a punto de enloquecer, claro que estoy bien contigo.
—Es solo que… —El japonés retrocede aún más y se cubre la cara con el antebrazo—. Tu aroma está muy intenso y me hace sentir borracho, me da vergüenza ser el único así de deseoso.
—¿Te parece que eres el único deseoso? —Entonces tira por la borda la cordura hundiendo sus palmas en el trasero del contrario, apretujándolo y masajeándolo por encima del pantalón, qué extraño es sentirse hormonalmente sano, es la primera vez que genuinamente quiere a otro ser humano—. Ya estoy duro, onii-chan. —Le musita al oído ya que le encanta molestarlo y joderlo.
—Llévame a la cama en ese caso. —Pero Eiji.
—¿E-Eh?
—Llévame a la cama. —Le repite con sensualidad, inclinándose hacia su oreja y presionándole un delicioso beso en la manzana de Adán—. Aslan. —Mierda, este chico lo matará un día.
—No te arrepientas.
Lo coge de las caderas para aventarlo a la cama, se siente malditamente caliente, sin embargo, es un calor que nunca ha sentido antes, es como si se encontrara envuelto por un remolino de fuego cuyas llamas se acrecientan mientras más intenta apagarlas, pronto, el ardor acaricia su piel y se cuela por debajo para calcinar sus huesos, hervir sus músculos, derretir su corazón y convertirlo a él en cenizas, está sudando, debe arrancarse la camisa para respirar, no obstante, una gruesa y pegajosa capa de transpiración recubre su torso y empapa las sábanas, está duro, está más duro de lo que nunca antes ha estado, ¿qué diablos es esto?, ¿acaso es un animal en celo? Pero Eiji es lo único que aplaca el sofoco, es su sorbo de agua y mientras más lo toca y lo saborea, mejor se siente. Más. Más. Más.
Necesita aún más.
Los labios de Eiji contra los suyos son éxtasis, chispas, mariposas y todo lo que se supone que uno debe sentir en el enamoramiento, suaves, húmedos y los cubre un resqueme acaramelado propio del alcohol, es un beso apasionado y agresivo en donde usa dientes y lengua, el japonés impresiona estarse derritiendo debajo de sus toques, lo sabe por cómo su cuerpo contiene los espasmos cada vez que lo toca o la manera desesperada en que se aferra a su espalda porque quiere profundizar, carajo, sus uñas clavándose se sienten exquisitas, puede sentir su erección a través del pantalón.
—¿Deberíamos abrir una ventana? Está demasiado caliente, me siento adentro de una estufa.
—Yo me siento igual. —Ash confirma—. Debe ser la tensión acumulada.
—¿O pueden ser las feromonas? Hueles muy fuerte, Ash.
—¿Eso qué significa?
—Hueles a alfa.
—Mierda, me importa un carajo. —Declara olvidándose de su naturaleza, ¿alfa?, ¿omega? Solo le importa tener a Eiji debajo suyo dispuesto a entregarse en un acto mutuo de amor—. Eres tú.
—Y eres tú. —Eiji ríe—. Estoy nervioso, lo siento. —Y se disculpa como si su falta de experiencia fuera motivo para hacerlo, en teoría ambos deberían estar orientados en el tema—. Nunca traté de hacer esto con alguien por gusto, eres el primero.
—¿Nunca habías deseado a otra persona?
—No. —Le confiesa rascándose el moflete, respirando erráticamente ya que es un libro abierto que finalmente aprendió a leer—. Eres el único con quien me ha pasado esto, Ash.
—Lo entiendo. —Ash entrelaza sus dedos—. Me pasa igual. —Y besa el agarre entre sus manos.
—Y no ayuda que estés sin camisa ¿sabes? Eres muy bonito.
—Bonito. —Repite con amargura, no es la primera vez que se lo refieren—. ¿Puedo desnudarte?
—Sí. —Pero es la primera vez que significa algo—. Por favor, tómame. —Y es lo mismo para Eiji.
Así que lo recuesta en la cama y le termina de desabotonar la camisa, hermoso, piensa apenas vislumbra su torso desnudo, pasea sus manos como si fuera un artista moldeando una estatua de mármol, hunde y apretuja su silueta, siente cada uno de sus músculos, entierra sus palmas en su cintura, se inclina para empezarlo a besar, su piel desprende una esencia deliciosamente adictiva que se ve intensificada en cada caricia, ¿esto se supone que son las feromonas? A Ash no podría importarle menos. Así que besa. Muerde. Lame. Amasa. Es mío.
Deja un camino de besos desde su cuello y lo escucha jadear, muerde su manzana de Adán, lo toma como se le da la gana haciéndolo sentir sumamente deseado, Eiji en ningún instante saca su mirada de encima, luce tan erótico con el cabello revuelto por el sudor, las pupilas vidriosas por la expectación y los oídos ruborizados. Lindo. Ja. Con sus dientes atrapa un pezón y con los dedos procura atender al otro, estaban erectos y gritaban por su atención, así que se la da con una sonrisita socarrona, lame la punta con una tortuosa lentitud, el aire se calienta y Eiji hunde sus uñas en las sábanas retorciéndose y pidiendo más.
Con gusto se lo da succionando el pezón hasta que adquiere un adorable matiz púrpura porque fue brusco e incluso quedaron marcas de dientes, sin embargo, se siente juguetón y a pesar de la reticencia lo quiere explorar, así que le quita el pantalón de un tirón y le arranca el boxer para que yazca completamente desnudo, es una inmensa sorpresa encontrarlo totalmente mojado.
—N-No mires tan fijo. —Eiji intenta cerrar las piernas—. Esto se supone que hacen los omegas.
—Oh. —Ash parpadea, embelesado por cómo sus muslos y su trasero brillan por la tenue capa de lubricante—. Ya veo, estás mojado. Estás mojado por mí.
—¿Lo odias? —Le pregunta aterrorizado—. ¿Es eso?
—Eiji, estoy tan duro que podría correrme ahora mismo. —Le explica tomándolo de la mano, lo guía hacia su pantalón para que sienta su gigantesca erección, joder, su cabeza da vueltas y su cuerpo está envuelto en llamas—. ¿Por qué se siente así de intenso?
—Porque eres mi alfa. —Musita apenado—. Solo reacciono a tus feromonas, así que era obvio que me pondría así de excitado.
«Mi alfa» debería asquearlo el uso de ese título considerando lo mucho que se reveló contra su casta. Pero no. Es todo. Basta escuchar esas dos palabras para que las cadenas de autocontrol que estaba intentando sostener se desprendan una a una. Su olor. Su boca hinchada. Su rostro de vergüenza. Sus piernas tiritonas. Sus nalgas tentadoras. Su pene goteando. Su vientre lleno de chupones. Sus pezones erectos. Es mucho. Lo sabe por qué su hombría está al borde.
—Avísame si te desagrada o si quieres que pare. —Es lo último que su cordura articula, se lanza encima de Eiji como un animal devorando a su presa—. Me traes loco.
Ash lo coge de las caderas para que se siente en su regazo, aprieta su trasero y lo dilata con un par de dedos mientras que su otra mano se encarga de masturbar juntos sus miembros, Eiji se aferra con fuerza a su espalda e intenta ayudarlo con la estimulación, marcando el ritmo de las estocadas y el vaivén, deslizando sus dedos desde la punta del prepucio hacia la base, rozando sus bolas y volviéndolo loco, ni siquiera es una mano experta y aun así, es lo más excitante que jamás le ha pasado.
Es que Eiji. Joder.
—Mierda. —Gruñe hundiendo su nariz en el cuello del nipón, grave error—. ¿Qué es esto?
Pronto las sensaciones se ven mucho más intensas bajo aquel dulzor, es como si hubiera dado vuelta un barril de gasolina al incendio, Ash hunde, lame, besa, succiona y muerde donde están sus glándulas aromáticas provocando exquisitos gemidos en su compañero, Ash mete su dedo más profundo porque está preparándolo, se siente impaciente, aunque esté lubricado no ansía que le duela, quiere que lo disfrute y es tan malditamente difícil si sigue frotando sus penes en un ritmo tan tortuoso. Grande. Palpitante. Duro.
—Ash, no puedo más. —Jadea sin detener la masturbación—. Quiero correrme.
Los muslos de Eiji palpitan contra su cadera, adora tenerlo encima a su merced, se lo transmite dejando marcas hambrientas en toda su piel, graba una nueva constelación sobre la que yace en agonía, no le da un descanso, lo vuelve a besar metiéndole la lengua y provocando un suave espasmo que los aferra un poco más. Arde. Tenerlo así quema. Más. Necesita tenerlo aún más cerca al punto de que no se puedan distinguir sus cuerpos de lo bien que encajen y sean suyos.
—Quiero meterla. —Le advierte cortando la masturbación porque no le ha dado permiso para correrse—. ¿Puedo? —Ash estruja su cuerpo contra Eiji, están pegajosos y mojados, no pueden pensar bien por la bruma caliente que pende en la habitación, es casi visible.
—Quiero que la metas. —Eiji tiene los labios hinchados, rojos, la imagen lo hace sonreír, ningún otro alfa lo podrá poner de esta manera, no cabe duda, nadie lo podrá satisfacer como él y esa clase de pensamientos lo horrorizan tanto como lo excitan, al final, no quiere que Eiji haga esto con nadie más, así como él no quiere hacer esto con nadie más—. Pero estoy asustado.
—¿Asustado? —Ash intenta regularizar su respiración, no lo quita de encima, de hecho Eiji luce cansado y rendido en este abrazo—. ¿Por qué?
—Porque no quiero ser como las otras personas para ti. —Oh, Eiji—. No quiero ser igual que los que te dañaron. —Claro que se preocuparía de esto incluso con una erección.
—No tiene nada de malo hacer esto conmigo. —Irónico que lo diga él considerando su filosofía pasada—. Porque yo te amo y tú me amas, ambos queremos esto. —Busca una confirmación.
—Sí. —La tiene—. Quiero esto contigo.
—Entonces no hay nada de malo con hacerlo. —Musita besándolo en los hombros alentándolo a sentarse derecho y mirarlo—. ¿Quieres saber un secreto? —Los ojos de Eiji son luceros en la oscuridad de la habitación, la brisa se cuela a través de las cortinas y las estrellas se reflejan a veces en las sábanas, pero su parte favorita es cuando descienden al cuerpo de su amado para reclamarlo como el astro que es—. Siempre quise una primera vez bonita.
—Yo igual. —Ash desliza sus manos por sus curvas, el roce es eléctrico y agradable, le encanta la sensación y no quiere la culpa por disfrutarlo—. Quería que fuera contigo, pero me dio miedo que me pudieras odiar por verte así.
—Está bien porque eres tú. —Reafirma—. Tú eres Eiji. Eres bueno. Eres seguro. Eres mi amado.
—Y tú eres el mío, Aslan.
Entonces Eiji lo sostiene de las mejillas e inicia un beso más dulce mientras que Ash lo baja de regreso hacia las sábanas, le pide en silencio que le abra las piernas, joder, no existe nada más erótico a verlo con el trasero rosado por la estimulación, sus muslos empapados, su pene duro y todo por su culpa, así que se derrite en el beso y memoriza cada centímetro del cuerpo de su esposo. Lo mima. Lo amasa. Lo besa. Lo moldea. Lo adora. Lo ama. Lo escribe. Y lo reescribe.
Gracioso considerando que solía odiar el sexo y ahora se aprecie tan excitado, su hombría cada vez se hace más grande, está palpitante y caliente, los vellos rubios están húmedos porque se manchó de líquido preseminal, en cualquier momento explotará, así que se mete con cuidado, parte por la punta, sin embargo, su estrechez es el maldito paraíso.
—¡A-Aslan!
Eiji gime su nombre y él gustoso se lo come, la electricidad chispea con la fricción que hay ante sus cuerpos, la cama rechina, el aire se ve cargado de feromonas, el desborde de pasión se ve arrastrado por el océano, es excitante, es indescriptible el goce, Ash acaricia la erección de Eiji, lo siente volverse más grande en su palma y lo masturba con brusquedad, está empapado, eso le facilita el vaivén y apenas lo aprecia relajarse se mete aun más en su interior. Maldición. Está tan apretado que siente que le cortará el pene, joder, su interior es cálido y se contrae hacia su miembro gatillando una sensación de placer envolvente que resulta incomparable.
Empieza a embestirlo, sus cuerpos son un magnetismo en esas estocadas, sus besos fundidos en los jadeos son una sinfonía delirante, la intensidad va in crescendo con la temperatura, coge a Eiji de las caderas y va más y más recóndito, siente cómo las piernas de su amado tiritan y se contraen a su alrededor. Más. Más. Más.
Ash lo folla tan profundo que finalmente toca su punto dulce y lo alza para alcanzar el orgasmo.
Antes de que pueda decir algo, siente a todo su cuerpo paralizarse y a su mente desconectarse para que solamente flote en un mar de placer que se siente como electricidad en su estómago que cosquillea hasta su pene. El clímax. También lo alcanzó. Él se corre en su interior y lo tumba sobre su pecho para que descansen y recuperen el aliento.
—Eso fue intenso. —Sonríe con una extraña mezcla de orgullo y satisfacción—. Vaya noche de bodas, ¿no crees, onii-chan?
—No sabía que eras tan apasionado. —Eiji jadea recuperando el aliento—. Fue nuestra primera vez.
—Lo fue.
—¿Te gustó? —Ash asiente—. Qué alivio, a mí también me gustó, fue especial.
—¿Entonces…? —El lince desliza juguetonamente sus dedos sobre su cintura desnuda—. ¿Lo quieres hacer otra vez? Porque aún tengo mucha energía.
—¡Aprovechado! —Gimotea—. Dijiste que ni siquiera te gustaban las feromonas.
—¿Qué puedo hacer? —Ash se le tira encima—. Las feromonas de mi esposo son irresistibles.
⊱✿⊰
Ash vislumbra su sortija con nostalgia, desde que se casaron se mantuvo apegado a Eiji porque su instinto se lo demandó y eso generó cambios en su relación, de pronto su esposo empezó a hacer nidos con su ropa para mantener su aroma o a manifestar sus emociones con su esencia o quizás él se volvió más susceptible, no tiene idea, le dicen que apesta más fuerte y que posee instintos más sanguinarios de lo común ¿para qué se hace el tonto? Luego de acostarse su alfa interior dejó de reprimirse y simplemente salió, asume que por eso había estado evitando todo este caos con Dino y Arthur.
Además, Blanca ha estado extrañamente callado y odia esa sensación, ya debe saber sobre el casamiento que tuvieron y probablemente le resulte patético porque ¿cómo dijo? Un lince y un conejo no pueden ser amigos. Es consciente de eso. Lo racionaliza. Lo comprende. Es lógico y todo el mundo puede verlo. Pero. Pero. Pero. Sus ojos penden a la sortija y sonríe como tarado.
—¿Qué hacemos en relación a Arthur? —Cain brama, están en un viejo almacén porque se les está haciendo cada vez más difícil mantenerse escondidos, son muchos ahora, ¿cómo podrían ocultar a tres pandillas? Sumándole a Griffin y Max. Es complicado—. Ha estado muy callado.
—Ni tan callado. —Shorter escupe, apenas pudo se reincorporó y tomó el mando—. Puede que a nosotros no nos haya dado problemas pero Sing me contó que sus negocios en el bajo mundo se han disparado, al parecer a esos cerdos que les presentó la droga quedaron encantados, la quieren usar para cosas mayores.
—Cosas mayores. —Ash medita y piensa en las guerras—. Viejo, ¿qué opinas?
—Qué te estarías metiendo con toda la casa blanca si pretendes destapar esto, es mucho más grande que tú.
—Lo sé. —Ash frunce la boca—. Pero la policía es inútil cuando se trata de las mafias y dime si eso no sería todo un espectáculo, sería el escándalo del año, no estamos hablando de trata de personas o prostitución o pedofilia, esto es reiniciar a la humanidad con drogas de hipnosis, el mundo debería tener derecho a saberlo sino podemos destruirlo.
—¿Quieres destruir la droga?
—Quiero quemarlo todo. —Bufa—. Pero conozco mi lugar, no es el momento todavía.
Porque lamentablemente es una víctima del sistema desde que es un crío, ha estado luchando por su propia agencia y humanidad durante toda su vida, pero el mundo entero sigue tratándolo de negar y lo empujan a pelear desesperadamente por eso, sin embargo, para tomar su libertad ha tenido que matar a algunas personas, no todas fueron malas, hubieron niños que el sistema también abandonó, niños tirados como perros callejeros a los que asesinó ya que si no lo hacía Dino se encargaría de castigarlo.
Ha ignorado la ley toda su vida por lo mismo y tampoco le ha pedido a la ley que lo proteja, Max tiene razón, si destapa esta olla la explosión será inminente y terminará quemando a gente que se creyó intocable en su trono y no obstante, esa es la única forma que ve de ofrecerle una vida normal a Eiji. Y se la prometió. Le dijo que quería darle una felicidad feliz. Tal vez en la cárcel se encuentre rehabilitado, ¿quién sabe? Como un “Golzine” se verá inherentemente involucrado.
—Creo que deberíamos dejarlo como último recurso o al menos pensar bien en cómo utilizarlo porque mocoso, ¿crees que dejarán en paz a quienes ya fueron inyectados?
—Mierda. —Ni siquiera se le ocurrió—. Qué situación más de mierda. —Qué complejo es tener que preservar su humanidad, es irónico, si bien anhelaba más que nada ser visto como alguien real, al mismo tiempo teme de esa vulnerabilidad por cómo se aprovecharon de ella. Y aquí se encuentra. Cara a cara frente a un complot de conspiración. ¿Qué pasará con Griffin si sale ese caos a la luz?, ¿con Yut-Lung?, ¿Shorter?, ¿Eiji?
—Deberíamos matar a Arthur. —Cain propone—. Es lo más rápido, lo siento por decirlo de una manera tan cruda pero si quieres gobernar y la competencia ya está en pie, es lo lógico.
—Lo sé.
—Pero tú no quieres ser un Golzine. —Shorter suaviza su mirada, Ash se apoya en una columna desvencijada del viejo almacén, la suave luz del atardecer se filtra a través de los vidrios roídos y crea patrones irregulares en el concreto, se cuestiona si su alma se verá como un espejo roto y le da pena la idea—. Es válido el punto de Cain, ¿pero serás capaz de gobernar a esas bestias?
—No es que me guste la situación. —Dino se lo dijo, el ganador le venderá su alma—. Tampoco me fascina la idea de casarme con una persona que no amo. —Aprieta el anillo y el sueño está lejano—. Pero destruirlos de adentro será lo más fácil.
—¿Y a qué costo?
—Nadie te está pidiendo que te portes como un kamikaze. —Cain aclara—. Eiji me matará si te digo algo así. —¿No es irónico que tenga en su mano a tantos pandilleros?—. Sin embargo, nos debemos ocupar de Arthur porque es peligroso y escuché que está descontrolado ¿qué sucede si de repente se le ocurre empezar a secuestrar a nuestros chicos para sus experimentos?
—Ya lo hizo una vez. —Shorter bufa—. Estoy de acuerdo, debemos matar al desgraciado.
—¿Cómo hacerlo sin caer en su trampa? Porque está claro que exponerlo en las noticias no va a solucionar nada, alguien más tomará su lugar. —Max divaga, no por nada es periodista, Griffin lo matará al saber que lo involucró demasiado o más bien, los matará a ambos por involucrarse en asuntos tan peligrosos. Pero ya están aquí.
—Hagamos ambas. —Ash propone levantándose del pilar—. No se trata de escoger entre sacar sus trapos sucios a la luz o un ataque directo, podríamos difundir primero la información y dejar que los buitres empiecen a atacarlo y cuando se vea acorralado damos el golpe final, no se nos puede olvidar que tiene a Blanca a su lado, si vamos directamente saldremos en pedazos.
—Acabamos de decir que nada de boicotear al gobierno, mocoso.
—No me refiero a sacar la bomba. —Ash tararea—. Arthur tiene escándalos menores, tal vez la prostitución y el tráfico no se encuentran al mismo nivel que banana fish pero sin duda plantará la desconfianza con los hombres que tanto quiere ganarse, además, Dino odia que dejen cabos sueltos. Eso lo meterá en muchos problemas.
—Eres sádico. —Shorter se acuna por los escalofríos—. Pero el bastardo tenía toda la intención de abrirme el cerebro para ver lo que la droga había hecho así que al carajo, expongámoslo.
—Y luego damos el golpe final. —Los otros líderes lo miran con expectación—. Yo lo daré.
—¿Qué hay de Blanca? No podemos lidiar con él, eso no ha cambiado.
—Ya se nos ocurrirá algo. —Espera—. Ya saldremos de esta.
—Ash.
—Todo estará bien. —Anima a Shorter—. Acabas de volver de la muerte, no dejaré que vuelvas a morir en tu próxima confrontación, ni siquiera le has entregado el anillo de matrimonio a Lee.
—Es cierto. —Su mejor amigo sonríe con añoranza—. Aun tenemos muchas cosas que escribir.
⊱✿⊰
Intentó deshacerse deliberadamente de su humanidad, aseguraba tener un interruptor que le permitía prender y apagar los sentimientos a voluntad para simplemente poder asesinar a todo lo que tuviera enfrente y así poder seguir viviendo, juraba que esto pasaba porque estaba vacío, su cerebro era un cúmulo de caos y ya estaba jodido, ¿qué más podría aspirar? Por eso, su plan inicial era destruirlos a todos y quemarse con ellos en el mismo infierno.
—Mis manos están manchadas de sangre. De la sangre de todas las personas que he matado.
—Tuviste que hacerlo o te habrían matado. —Por supuesto, Eiji lo defiende cuando ni él se logra salvar porque lo ama. Así es Eiji. Lindo. Bueno. Ingenuo. Por eso lo ama.
—Mi padre siempre me decía que era muy problemático. —¿Es un momento de catarsis o mirar el final a los ojos lo despertó? No sabe—. Solo te causaré problemas a ti también. —¿Acaso se merece un nuevo comienzo?—. Como ahora.
—¡¿Y crees que eso me importa?! —Entonces grita, es la primera vez que lo hace—. ¡No es así! ¡Lo sabes mejor que nadie! —Le da risa, Eiji apesta defendiéndose a sí mismo pero no duda en alzar la voz para evitar que se estigmatice, nunca fue cómplice del silencio y lo hizo con dulzura y paciencia para rebatir los traumas que Dino arraigó, asume que tuvo suficiente—. ¡No quiero perderte! Haría lo que fuera por ti.
Ese es mi esposo, Ash piensa aunque sea ilusorio y vaya que se siente orgulloso de verlo sacar sus emociones tan crudamente.
—Ven conmigo a Japón. —Ash pierde el aliento, jugaron a soñar con eso cuando recién estaban conociéndose entonces ¿por qué se lo propone tan desesperado?, ¿esta es la manera que Eiji tiene para protegerlo?—. Allí no necesitarás una pistola. Podrás volver a nacer. Podrás ser libre. No quiero hacerte pelear de nuevo. No quiero que te enfrentes a más peligros. —Entonces Ash sonríe y cierra los ojos sintiendo su corazón rebalsado.
—Gracias. —Porque incluso si Eiji es ajeno a este mundo hace todo lo que puede para salvarlo, vaya que es lindo, mierda, es tan afortunado—. Yo también quería ser como tú. Siempre deseé haber tenido una vida normal. —Se muestra tal cual es.
—¡Todavía puedes! ¡Aun no es demasiado tarde! —Qué bonito—. Puedes lograr cualquier cosa.
—Entonces tendrás que enseñarme japonés. —Le sigue el juego.
—¡Por supuesto! —Y Eiji se ve tan feliz—. Lo aprenderás rápido.
—No estoy tan seguro, las vocales son la clave en el japonés ¿no? —Se acomoda una mano en el mentón posando como un intelectual—. Como Gi-zu-mo.
—I-zu-mo. —Dice entretenido.
—I-zu-mo.
Y como Eiji está más que determinado a cambiar su autodesprecio ¿qué otra cosa puede hacer más que sentarse y dejar que le enseñe en una mugrienta caja de madera? Siempre que el agua lo ahoga su amado encuentra una forma de sacarlo, al final su mente se divide en dos pedazos porque así funcionan los niños cuando las personas que dicen amarlos los dañan, un lado suyo en verdad quiere creer que tomarán un avión e irán a vivir su vida de casados en una casita con un jardín y un perro. Pero el otro lado suyo, sabe que debe hacerse cargo del imperio de Golzine para acabarlo y que eso implicará hacer sacrificios.
Pero al menos tiene este momento de paz en donde ambos están bien. Eiji está acá. Tomándolo de la mano. Sonriendo. Enseñándole emocionado. Feliz. Mientras Eiji esté bien, todo lo estará.
—Ya, lo siguiente es cómo decir adiós. —Eiji alza el papel y lo mira a los ojos—. “Sa-yo-na-ra”.
Entonces Ash sonríe y repite.
—Sa-yo-na-ra
—¡Cuidado!
Sucede demasiado rápido.
Notes:
Mañana se nos acaba el fic, es un capítulo mucho más largo de lo que han venido siendo así que están advertidos. Pero gracias por tanto.
Nos vemos en Halloween~
Chapter 31: Lo aprendí de ti.
Notes:
Hi~ Los comentarios los responderé un poco más tardesito porque es halloween y la noche lo sabe, pero por cualquier cosa preferí dejarles el capítulo arriba. Chiquillos, muchas gracias por todo el apoyo y cariño que le han dado a esta humilde dínamica, las demás palabras de devoción que les tengo me las guardaré para un ratito.
Por mientras, solo espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Eiji no solo encarnó la vida normal que siempre soñó con tener, sino que fue el único en tratarlo como un ser humano normal, los demás lo veían como una posesión que someter o una bestia a la cual temer. Él no. Es irracional ¿cierto? Considerando su apellido y la reputación que Arthur se encargó de sembrar su primer instinto tendría que haber sido repudiarlo, bajar la frente y así tratar de agradarle en vez de gritarle en el hospital, increíble, fue lo que pensó, creyó que quizás estaba desquiciado, no obstante, cuerdo o no esos ojos siempre lo vislumbraron con tal pureza que lo intimidaba, es una tontería, lo razona, más, sentía que podía contemplar con nitidez sus pecados y aun así, eligió ofrecerle una mano.
¿Acaso no tenía ni una pizca de autocuidado? Se preguntó y poco a poco descubrió que no, no la tenía.
Asume que enamorarse era inevitable, a fin de cuentas fue aceptado como una persona por un chico que vio la imagen completa en vez de las percepciones distorsionadas que él tenía de sí mismo, como si el propio Ash tuviera pedazos de traumas que componían una fotografía y bajo las manos gentiles y amables de Eiji estas cobraran otra forma. Vaya. Conocerlo fue aceptar la posibilidad de que hubiera una salida. Redención. Sanación. Superación. Un camino diferente.
«Los humanos pueden cambiar su destino, tienen sabiduría que los leopardos no. Además, tú no eres un leopardo, ¿verdad?».
Realmente quería creerle, una parte suya tenía el pie puesto en aquel futuro porque era sencillo dejarse llevar por su corazón. ¡Cuidado! Pero Blanca le disparó. Los encontró. Seguramente los vigiló un buen rato pero esperó a que bajara la guardia, el tiro era para él sin duda, más, el adulto no contó con el inexistente instinto de supervivencia de Eiji. No existió arrepentimiento en esos ojitos cuando lo tomó de los hombros y lo corrió. Y ahora le duele el corazón. Desearía poderlo arrancar de su pecho. Pero no. En vez de eso es él quien ha hecho nidos con su ropa para poder dormir fingiendo que lo tiene en sus brazos. Lo extraña. Lo necesita. Por favor, no me lo quites.
—¿Estás seguro de esto? —Shorter no parece convencido, está a su lado en la camioneta dado que por supuesto, debía elegir entre salvarle la vida a su amado y perderlo o matarlo pero poder quedárselo. Meredith le dijo que necesitaba ir a un hospital—. No estás pensando con claridad.
—Suenas preocupado.
—Porque estoy preocupado, Ash. —Enfatiza tensando las manos alrededor del volante—. Creo que estás fuera de ti mismo, sino hubiera sido Blanca quien disparó habrías asesinado a sangre fría al que se te hubiera cruzado, ¿tienes idea de lo peligroso que eso fue? —Y claro que la tiene, pero necesitaba hacer justicia por su amado. Le dispararon al frente suyo. No pudo hacer nada. No pudo hacer nada más que gritar para salvarlo. Y Eiji. Ash, estás a salvo… qué alivio. ¡Diablos!
—No tengo nada más que perder, Shorter. —Ash se aprieta el anillo conteniendo la pena—. Ese bastardo podría haberlo matado si le hubiera apuntado de verdad, ¿cuánto más debe pasar Eiji para que lo dejen tranquilo? Quiero verlo feliz, me escuchaste en los votos.
—Fueron unos votos muy bonitos. —Lo anima—. Lo digo en serio, la felicidad es algo puro.
—Pero él no será feliz conmigo. —Le explica—. Es hora de afrontar mi realidad, cada centímetro de mí lo ama. Mi alma. Mente. Corazón. Cuerpo. Soy de Eiji. Eso no cambiará, pero no va a tener una vida normal a mi lado y en el fondo, todos lo sabíamos pero fingíamos no hacerlo, si éramos ignorantes podíamos guardar esperanza, es suficiente, nos tocó enfrentar cara a cara el mundo en el que vivimos, las cosas son así y ya.
—Suenas muy pesimista.
—No es pesimismo. —Balbucea—. Solo recordé en el tipo de realidad en donde todos nosotros estamos parados. No me dejarán nunca relacionarme con personas normales, no tengo vuelta atrás, pero gente como Eiji, Griffin y Skipper la tienen todavía.
—¿Podrías dejar de ser dramático? Por supuesto que no todos podemos tener una vida normal.
—Tú podrías tenerla. —Lo alienta—. Si quisieras, tú también podrías desligarte de este infierno.
—Estoy metido hasta el cuello con el clan Lee, creo que eso tampoco aplica para mí. —Intenta ponerle sentido del humor para endulzar la tragedia—. Estamos metidos en la mierda, bro.
—Supongo. —Pero no funciona—. Es raro esto de estar vivos.
—¿Estás asustado de morir?
—No. Los humanos son graciosos, no entienden la muerte pero le temen de manera instintiva.
—Pues así funciona la cosa ¿no? —Shorter ha estacionado la camioneta a la orilla del hospital.
—No estoy asustado de morir, solo me da pena pensar en lo que pude haber vivido, es más ese sentimiento de arrepentimiento. —Ríe, se permite divagar—. Si hubiera sabido que se acabaría así le hubiera dado más besitos, de esos que lo hacían reír porque se ponía nervioso y entonces se encogía hacia mi torso, era adorable, casi tanto como cuando se ruborizaba si le silbaba con algún piropo barato o un apodo cursi o al llamarlo “onii-chan”, realmente lo irritaba, le gustaba patear el piso e inflar los mofletes para protestar, ¿no es eso encantador?
—Realmente lo es, lo haces sonar como un conejito. —Porque así lo era—. ¿Qué más? —Y sabe que tiene intenciones de darle un espacio, usualmente alzaría sus defensas—. Puedes hablar.
—¿Quieres que te contagie lo cursi y gay? —Pero quiere hablar de Eiji, anhelarlo por última vez.
—Ya me contagiaste. —Ríe endulzando la tragedia con sobres de azúcar—. Tal vez no lo notaste aún, pero estoy loco por un chico. —Por una víbora más bien—. ¿Le habrías pedido más besos?
—Habría tenido muchos más de esos. —Musita con dolor y se aferra al anillo—. Y más abrazos porque sus abrazos se sienten como un hogar, habría memorizado su aroma como si lo pudiera embotellar y habría grabado en mi mente su voz, Ash-u, decía y era lindo, habría hecho muchas menos promesas porque sé que al romperlas le romperé el corazón, no sé… lo habría conocido antes, si hubiera sabido que él me haría así de feliz habría corrido directamente a buscarlo.
—Pero no podías saberlo. —Shorter lo consuela—. No podrías haber sabido nada de eso antes de vivirlo.
—Y ahora es muy tarde para pedir más. —Concluye—. Debo matar a Arthur, no pienso aplazarlo más, porque mientras viva, Eiji peligra. —Su mejor amigo se quita los lentes de sol, raciona que intenta hacerse el fuerte cuando se está cayendo a pedazos. Plic. Plic. Plac—. Ya se acabó.
—Hay un cambio de guardias en diez minutos. —Le explica—. Lo tienen vigilado, por el alboroto que se armó, la policía lo está custodiando muy bien y tú eres “hijo de Golzine”.
—Me están buscando. —Suma dos más dos—. Saben que iré por él.
—Y si te asocian con Eiji más íntimamente podrían dejarlo de tratar como una víctima colateral y pasarlo a tratar como un cómplice, no pueden verte con él. —Lo sabía, por eso tampoco quiso hacer la boda legal, ¿cómo se vería el apellido “Golzine” en el historial del japonés?
—Es lo mejor. —Se dice a sí mismo—. Estará mejor con ellos que conmigo, lo cuidarán.
—Pues la policía no ha hecho mucho por nosotros que digamos.
—Pero con Eiji es diferente. —Se convence—. Me aseguraré de que tenga una chance genuina.
—Tienes hasta las doce de la noche, cenicienta.
Entonces se pone una bata blanca para hacerse pasar por médico e ingresa al hospital, no solo quiere una despedida sino que necesita recordarse que nunca será parte de su mundo, porque incluso si sobrevivieron a abusos y torturas similares es diferente. Eiji siempre tuvo una casa a la cual volver. Una familia. Una vida. Un futuro. Una oportunidad. ¿Y él? Eso es todo lo que tiene. Todo lo que conoce. Y no puede seguirlo arrastrando, ¿qué está esperando para dejarlo? Blanca tiene la fuerza suficiente para matarlo de un disparo si se le da la puta gana. Y Ash lo ama. Tanto que está sangrando mientras se arrastra entre los pasillos blancos.
Lo ama pero no es bueno para él y si es tan consciente de eso, debería dejarlo, Eiji merece más de lo que puede darle y por más que quiera mejorar para estar a su lado, hay cosas irreparables.
—Solo una última vez. —Se promete, tirando la manilla de la habitación—. Solo una última vez.
Quiere llorar.
Porque Eiji. Dios. Su valiente Eiji. El chico no-me-importa-que-tengas-muros-los-volaré-todos-con-mi-tubería-oxidada. Ash da un paso con el alma desgarrada, nunca lo había visto tan frágil, ni siquiera cuando lo rescató lo testificó en un estado de suma vulnerabilidad, el shock de verlo conectado a tantas máquinas, enfundado en una bata celeste de papel, tiritando, con un rostro que da cuenta de un profundo agotamiento y luchando para respirar… es su culpa. Podría haber muerto entre sus brazos por una herida de bala que iba para él, ¿así debe doler el amor? Porque no se compara a ninguna de las transgresiones sufridas. Esto duele más. Mucho más. Es como si con cada paso que diera se le incrustara más hondo una navaja, no se la sacará todavía o un desborde de lágrimas no parará.
—Yo… ¿qué he hecho? —Se pregunta llevando su palma hacia el rostro para mitigar su patético alarido, ¿con qué derecho se lamenta? Es su culpa que ahora luzca cadavérico, a pesar de todo Eiji nunca perdió ese brillo tan característico atrapado en sus pupilas, ese que era tierno, gentil, amable y cándido no obstante ahora se ve muerto—. Tenía razón. —El balde de agua fría resulta tan grande que no puede contener las lágrimas—. Debería haberlo sabido.
Perdón.
Lo siento tanto, Eiji.
Pero como las disculpas no arreglarán esto solo resta sollozar en silencio, conteniendo la pena contra una palma y abrazándose con la otra. Es un punto sin retorno. Fue egoísta haber tratado de buscar una salvación en Eiji. Blanca tenía razón. Y el reloj no hace más que avanzar y avanzar ya que sus minutos ya no tienen segundos extras. Tic. Lo siento mucho. Tac. Te amo. Tic. Quería tanto ir a Japón contigo. Tac. Quería ser bueno para ti. Tic. Quería hacerte feliz. Tac. Quería que te quedaras a mi lado para siempre. Tic. Las lágrimas se escurren entre sus dedos pero lo único que puede ver en tan sofocante oscuridad es su anillo brillando en su dedo.
Tac.
Debe irse, son las doce.
Las lágrimas penden de su rostro, más, necesita verlo una última vez, memorizar con sangre al único que amó y lo amó de vuelta, fue lindo mientras duró, sonríe intentando consolarse, da lo mismo si Arthur lo mata o no. Lo que vivió y sintió fue real.
—Sa-yo-na-ra.
Se despide y le da la espalda.
Es todo.
Por fin se acabó, puede seguir con su vida como antes. Se rompió. Lo olvidará.
—A…sh… —Pero por supuesto.
—Eiji. —Se da vueltas totalmente aterrado porque Eiji es Eiji y ninguna puta herida lo cambiará.
Y acá lo tiene enfrente, apenas puede mantenerse de pie, no hay intravenosas conectadas para ayudarlo ni máquina de oxígeno, el desquiciado simplemente se lo quitó todo para buscarlo, lo debe estar jodiendo, ¿acaso no tiene ni una pizca de autocuidado? Debería enojarse. De hecho Eiji debería resentirlo por abandonarlo sin más que una despedida cobarde.
—¡Ash! ¡Ash! —Pero Eiji se está arrastrando por las paredes del hospital, se está aferrando con toda su voluntad a este amor bajo una enfermiza luz amarillenta. Le está rompiendo el corazón.
—¡No! —Basta—. ¡Eiji! ¡No te muevas! —No te sigas haciendo daño, debe dejarlo y lógicamente lo entiende con una frialdad calculada, pero está corriendo directamente hacia él. Porque Eiji.
—Ash, ¿a dónde…? —Eiji se cae y su primer instinto es extenderle la mano, acá debe admitirlo, quiere dársela y llevárselo consigo, quiere una vida en Japón donde nadie los conozca, lo ama.
—¡Eiji! —Y lo ama más de lo que tiene permitido, así que extiende su palma con toda su fuerza, casi se tocan, faltan un par de centímetros.
—¡Ash! —Pero sus minutos ya no tienen segundos extras, Eiji abre los ojos destrozado y contrae la palma hacia su pecho. No. No. ¡Joder! La policía lo ha encontrado, tienen buenas intenciones y lo comprende, más, si lo atrapan será declarado culpable—. ¡Detente ahí!
—¡Vete, Ash! —Y por primera vez en su vida, le ruega que lo deje—. ¡Vete! —Se lo grita con todas sus fuerzas, hacerlo lo mata, lo sabe porque sus ojitos se llenan de lágrimas—. Deprisa… —Le suplica—. ¡Vete!
Así que eso hace, se da vueltas antes de que la policía lo atrape y con eso les rompe el corazón a ambos.
⊱✿⊰
—Por favor, llévatelo a Japón.
—¿Qué?
—Por favor. —Ash se arrodilla hasta que su frente toca el piso—. Llévatelo a Japón contigo.
Ibe lo ve totalmente anonadado, no esperaba que el lince de Nueva York lo estuviera esperando en su propia oficina, no se parece en nada a lo que se imaginó, piensa observándolo en silencio y saboreando la tensión en el aire como una cuerda a punto de romperse, las luces de la ciudad empapan las paredes tapizadas de fotografías dándoles un aspecto de museo que abraza toda su simpleza. No debería sorprenderle que uno de los cuadros no esté en su lugar. Fly boy in the sky yace sobre su escritorio. Probablemente Ash lo sacó.
—¿Estás consciente de lo que me estás pidiendo?
—Sí.
—Por favor, párate. —Le pide dado que apenas tolera la incomodidad—. Es cierto que le conté sobre la posibilidad de regresar a Japón con el apoyo policial, pero Ei-chan fue muy enfático en la decisión que tomó, ¿lo recuerdas? Lo acepté y me rendí, incluso estuve en tu boda.
—Sé que lo estuviste. —Sonríe—. Sería imposible olvidar a alguien tan importante para Eiji pero no habíamos tenido chance de conversar a solas, por eso vine.
—Creí que me pedirías su mano. —Intenta aligerar el ambiente ya que algo en la mirada de Ash refracta una desesperación contenida, como una vulnerabilidad que muestra a través de todas las grietas que brotan en su fachada de dureza, el Ash del que Eiji le habló es distinto al que las noticias presentan, acá lo comprueba, igual que lo hizo en la boda—. ¿Quieres que me lo lleve?
—Sí. —Para Ash no es fácil pedirle esto, trata de alzar la voz, más apenas consigue articular un ruego taciturno—. Quiero que lo cuides, que lo lleves de vuelta con su familia y le pidas perdón de mi parte.
—¿Por qué suena como si te estuvieras despidiendo? —El adulto medita—. ¿Te colaste adentro del hospital? Charlie me acaba de llamar contándome algo así, estaba desesperado. —El lince aprieta los puños contra el piso, sintiendo el frío de las baldosas sangrar hacia su piel antes de levantarse, la idea de despedirse lo mata, pero está claro que Eiji no lo soltará, no lo hizo luego de recibir un disparo, no lo hizo cuando lo secuestraron, ¿qué más hace falta para que lo deje?
—Mataré a Arthur para que nos deje en paz. —Declara esbozando esa expresión dura que tanto acostumbra—. Pero incluso si acabo con él, tendré que tomar el liderazgo y desposar a la mujer que Dino elija para mí, debo hacerlo si quiero destruirlo desde adentro. Esto solo tiene un final.
—Le romperás el corazón si lo dejas, no puedes obligarlo, yo lo intenté y aunque me siento muy reticente con su elección es la primera vez que lo veo reñir por algo con tal determinación, ¿con qué derecho lo iría a invalidar ahora? Él te escogió, no puedes escoger por él.
—Sino eres tú el que lo lleva encontraré a alguien más. —Lo amenaza—. Para hacerlo amigable preferiría que tú lo contuvieras, pero te aseguro que encontraré a alguien que lo saque a rastras si es lo que hace falta y lo amarre al avión para que se vaya. Eiji no merece este infierno.
—Él dijo que tú tampoco lo merecías.
—¡¿Por qué diablos me estás defendiendo?! Ni siquiera te agrado.
—Porque tu amor por Ei-chan es genuino. —Ash cierra los ojos, no llorará—. Eres un niño, ¿qué pasó para que terminaras metido en esto?
—Cosas malas me pasaron. —Ríe—. Esas mismas cosas malas le pueden pasar a Eiji sino se larga en el próximo vuelo, háganlo lo antes posible, no escuches sus quejas, sé que será difícil, pero también pienso que tu cariño por él es genuino y por eso te lo estoy confiando, él es mucho más valioso que mi propia vida, ¿puedes ver lo duro que es para mí dejarlo? Él es…
—Ash.
—Debo dejarlo. —Ash se aprieta el anillo—. Todos acá sabíamos que pasaría tarde o temprano.
El silencio se torna sofocante en la habitación, Ash no tiene cara para alzarla y enfrentarse a la mirada que Ibe pueda ofrecerle, todo este tiempo lo mantuvo al margen, fue un maldito egoísta porque temió que se lo quitara, se aferró a Eiji del inicio, lo acogió como un pajarito con las alas rotas que ya no puede volar, lo cuidó, le dio amor, lo sanó, lo protegió pero del momento en que lo tomó sabía que era un hogar de paso y no puede pretender que el ave sea feliz con el encierro así que lo suelta. Qué lo odie. Qué lo resienta. Qué lo olvide.
—Por favor. —Le ruega—. Sálvalo.
—Lo haré. —Hay esperanza—. Lo mantendré a salvo hasta que regrese a casa.
—Gracias. —Ash esboza una sonrisita destrozada—. Esto es todo lo que puedo hacer por él.
⊱✿⊰
El portazo retumba en la bodega como un disparo, Ash no tiene tiempo para reaccionar cuando Yut-Lung le salta encima para darle una cachetada con fuerza, hay odio escaldando en sus ojos e impotencia en el rechinar de sus dientes, vaya, no le importa si se larga también, será lo mejor a fin de cuentas, debe hacer esto solo, Shorter y Sing entran por detrás pidiéndole que lo suelte.
¿Para qué? Esto es lo que merece.
—¡¿Acaso te volviste loco?! —Yut-Lung grita casi sin aliento, estampándolo una y otra vez sobre el muro aunque carezca de fuerza física, qué impresionante, debe estar furioso—. ¡Exijo que lo traigas de regreso! ¡Tráeme de vuelta a Eiji! ¿Quién te dio el permiso de llevártelo?
—Ja. —Ash permanece impasible con los ojos clavados en las rosas que yacen al otro lado del ventanal, están marchitas, sus espinas perdieron fuerza y sus pétalos se están pudriendo dado que nadie las cuidó ni las regó—. ¿Viniste a armar un espectáculo solo por eso? Qué vergüenza.
—Ash. —Shorter le advierte detrás—. No te pases, eres más inteligente que esto, no queremos a dos reinas del drama en este momento, no le sigas el juego a Yue.
—Claro que tú lo defenderías si babeas por sus feromonas como un perro callejero. —Vaya, lo horroriza la cantidad de crueldad que puede escupir estando herido, pero mejor que se larguen y lo dejen enfrentar su propio desastre en soledad. Cómo debió ser del inicio. Es un suicidio.
—No puedo creer que lo dejaras. —La voz del chino sube y baja con una intensidad desbordada como si cada sílaba fuera una cuchilla lanzada con la intención de matarlo—. Lo abandonaste a su suerte en el hospital, sé que viste a Ibe, sé lo que le dijiste porque te conozco y eres un hijo de puta dramático, ¿crees que dejarlo ir es la solución? ¡Él odia esa clase de cosas!
—Eiji merece ser feliz. —Le explica, pero ¿para qué? Nada cambiará aunque lo haga—. Seamos realistas, acá no es posible. Ni conmigo. Ni contigo. Ni con nadie de este mundo de asesinatos.
—¡Oh, por favor! —Aunque carcajea se escucha más como un grito desesperado—. ¡No vengas con esa basura de mártir! No te equivoques, Lynx. Alejarlo no te convierte en un héroe, no tienes derecho a decidir por él, no puedes quitarle eso, no luego de todo lo que pasó y lo vimos pasar.
—¿No puedo? —Lo empuja para soltarse con una sonrisa torcida—. Mírame.
—Bro, mejor conversemos con la cabeza fría.
—¡No te metas, Shorter! —Yut-Lung lo amenaza con lágrimas contenidas—. Tú tampoco, Sing.
—¿Esto es entre nosotros? —Ash ríe y hace daño adrede, quizás para matar a Arthur solo tenga que convertirse en alguien mucho peor, sus feromonas están sofocando el aire y lo nota por lo mucho que a Yut-Lung se le dificulta respirar—. Entonces no me cuestiones, tú también buscas la destrucción de tu clan y necesitas de mi ayuda para hacerlo ¿verdad? Juega bien tus cartas.
—No mezcles las cosas. —El más joven le da un manotazo cuando intenta tocarlo—. Mientras más te conozco, más me decepcionas. Solo eres un cobarde que se rindió antes de tiempo, ja, ¿de qué te sirve esa sortija si ni siquiera tuviste las pelotas para dejarlo en su cara?
—¡Cállate! —Pierde la cabeza—. Las escorias como tú no saben nada, sino fuera por Eiji estoy seguro de que jamás habrías hablado con Shorter y estarías apoyando el bando de Arthur, dado que eso eres tú: un bastardo sañoso que va donde le conviene y le mueve el culo a quien pueda ensuciarse las manos en su nombre. Apuesto que te hubieras aliado a Dino si te hubieran dado la chance, te encanta jugar a ser la víctima y no necesito aliados inútiles que solo me estorben.
—¡Cruzaste la línea! —En un abrir y cerrar de ojos Shorter lo estampa contra la pared porque si bien, comprende su rabia acaba de masacrar a su amado abriendo heridas que juraba cerradas y restregándolas con sal para que no sanen, lo siento, no quise hacerlo. Pero solo conozco esto.
—Está bien, Shorter. —Yut-Lung se abraza, ya no puede contener más el llanto—. Si a tus ojos soy un aliado tan patético, me largo.
—Yue. —Shorter le ruega—. Por favor.
—Tal vez tienes razón. —Ash aprieta los labios, no va a responderle, esta furia alcanzó un punto de ebullición que los consumió a todos—. Tal vez Eiji sea más feliz sin ti, después de todo él se merece a alguien valiente, no a un cobarde que escape apenas las cosas se pongan complejas. ¿Y sabes qué es lo gracioso? Qué Eiji siempre tuvo la puerta abierta para irse, incluso yo le ofrecí escapar porque me importa, pero él se quedó, cada puta vez se quedó porque te ama y aunque él te hubiera soltado al menos habría tenido la decencia de decírtelo a la cara.
—Cállate.
—Adiós, Lynx. —Yut-Lung le lanza una mirada fría—. Vive o muere, ya me da igual.
Ash cae al piso y queda aislado, esto es lo que hace cuando las cosas se vuelven difíciles, tiene razón, él huye apenas la situación se torna demasiado personal ya que es demasiado aterrador considerar otra solución, es todo lo que conoce, piensa y se pregunta qué tan diferente será de Arthur al esconderse bajo esa excusa. Bueno. Al menos consiguió exactamente lo que buscaba al quedarse completamente solo.
⊱✿⊰
Ash publica las noticias de Arthur para manchar su reputación.
Arthur lo contacta para una última batalla.
⊱✿⊰
Ash se sienta en la cama. Llegó el día. Eiji salió del hospital y tiene el vuelo programado para la primera hora de mañana. Esta noche matará a Arthur o Arthur lo matará. Sus ojos penden hasta el nido que armó con las cosas que Eiji dejó. Camisas en tonos pasteles. Jeans que se los ponía a regañadientes porque estaban rasgados. Esos horrendos suéteres de pajarraco. La chaqueta que le prestó la noche que se reconciliaron y nunca se la devolvió. Su aroma poco a poco se va al igual que sus memorias. Pero la vida sigue. Sigue para el resto.
La noche envuelve las calles en sombras que se asemejan a monstruos y el aire está tan gélido que cala a su alma, Black Sabbath y Chinatown no tendrán problemas para redimir el territorio una vez se encargue de Arthur, Max podrá publicar tranquilamente el escándalo si así lo anhela, (pero al menos siempre tendrá un seguro que lo mantendrá a salvo) Skip se quedará con Griffin, ambos se cuidarán bajo el ala de quien debió ser su papá, espera que Shorter pueda liquidar a la familia de Yut-Lung con la ayuda de Sing. Lo siente. Los hizo perder el tiempo trazando planes en donde todos salían con vida cuando habría sido más fácil resignarse a morir del principio.
—Es hora. —Dice para sí mismo levantándose, desde que se peleó con Yut-Lung nadie le habla porque los ha apartado, incluso ha tratado mal a su trío favorito porque quizás así pueda tener una muerte anunciada en paz—. No te queda nada.
Ash se levanta de la cama, se va únicamente con su vieja y confiable Smith & Wesson sabiendo que Arthur se la quitará y que va directamente a una trampa, Dino lo presenciará todo, ninguno de sus preciados hijos cumplió las reglas como esperaba y este es el juicio final.
—¿Aslan? —El nombrado se congela abruptamente, su corazón se hunde en su pecho, no logró poner ni un pie fuera del edificio cuando Griffin lo detuvo, sigue en silla de ruedas, no saben si podrá volver a caminar algún día y aun así, tiene energía para mirarlo con sosiego—. Es tarde.
—Sé que es tarde. —Por favor, no me hagas hacerte daño, no a ti, no otra vez, recuérdame así.
—¿A dónde vas? —Pero por supuesto, no se la deja simple, Ash baja la mirada, es gracioso que sienta una tristeza tan abrumadora considerando que él mismo se aisló, esto es su culpa, tomó un punto sin retorno y ya no se puede retractar.
—Tengo algo que hacer. —Su tono es firme. Duro. Imponente—. No es gran cosa, son temas de pandilleros que debo resolver porque estos inútiles no pueden hacer nada sin mí.
—Aslan, no me mientas. —Sus ojos azules lo vislumbran con una intensidad que lo despedaza.
—No te estoy mintiendo.
—Conozco esa mirada. —No es cierto, ya no lo conoce—. Es la misma que tenías cuando eras un niño y escapabas de la casa, ¿lo recuerdas? Al final te encontraba escondido cerca del lago.
Algo se muere dentro de Ash en ese mismo instante y debe incrustar las uñas en su vientre para disimular cómo las llamas lo están consumiendo y no quedarán más que cenizas de él. Intentó no volverse a encariñar con su hermano porque ¡sí! En el fondo este es él y siempre que se mete en algo conoce de antemano el destino como si estuviera viendo una película a pesar de saber el final. Lo veía venir. Con Eiji. Con Griffin. Con todos. Aun así, quiso disfrutarlo con ojos de niño y creer en la magia y los milagros. Cada noche le rezó a Dios. Pero Dios nunca lo ha escuchado.
—Solo déjalo, Griffin. —Intenta mantener una voz firme, su hermano gira las ruedas pero la silla está oxidada y no llega muy lejos, por cada paso que avanza, Ash retrocede dos—. No hay nada que puedas hacer para obligarme a quedarme.
—Lo sé. —Joder—. Sé que no te puedo forzar a nada porque cuando desperté mi hermanito era más alto y fuerte que yo. Sé que no hay nada que pueda hacer, pero a veces me cuesta aceptar que no eres ese niño que llegaba llorando porque una calabaza lo asustó y quería ser protegido.
—Entonces vuelve a dormir.
—Te amo, Aslan. —Griffin no se puede mover, se ha atorado con la alfombra y la impotencia es palpable en su rostro—. Lamento no habértelo dicho lo suficiente.
—Griffin.
—Desearía que te amaras lo suficiente para quedarte. —Qué sencillo es patearlo cuando yace en el piso, Griffin tensa los labios, se los muerde por la rabia, pero entonces debe suspirar dado que ni siquiera amarrándolo lo detendrá, lo conoce, conoce ese algo en su mirada y su voz, no lo volverá a ver—. Y desearía que nos amaras lo suficiente para querer amarte.
—No es eso. —Ash no levanta la vista, sabe que el instante en que lo haga su máscara bañada en crueldad se romperá—. Max cuidará de ti, es un buen hombre y un grandioso papá.
—¿Las cosas habrían sido diferentes si hubiéramos estado ahí desde el inicio?
—¿Quién sabe? —Ríe encogiéndose de hombros—. A veces la gente se rompe y no hay buenas razones detrás. Quizás venía roto. Quizás he estado rompiendo a las personas que me sanan.
—Promete que volverás. —Le ruega desesperado—. Aslan, por favor…
—También te amo, Griffin. —Ash se da vueltas—. Y lo lamento por no decírtelo más seguido.
⊱✿⊰
La ciudad llora cuando llega al almacén que sellará el punto final, la oscuridad que se dispersa a su alrededor debería inquietarlo, solía darle miedo y conectarlo con un sufrimiento que tiene forma de niño, sin embargo, ahora no puede evitar evocar sus ojos negros de galaxias rodeados por sus pestañas de carboncillo, debió quedarse con el ónix, se arrepiente, así podría verlo una última vez pero asume que el anillo también ayuda.
Ash da un paso adelante, el sitio yace abandonado y apesta a feromonas podridas, a juzgar por los grafitis roídos en las paredes de metal la policía no vendrá aunque la busque, el mismísimo Dios impresiona haberse olvidado de Downtown, no alcanza a perderse en su mente, el eco de una risa acompañado por una serie de pasos pesados captan su atención, Arthur aparece con una sonrisa torcida y una expresión de pura satisfacción, se contornea confiado, luce diferente.
—Me alegra contar con tu presencia, hermano. —El sarcasmo en su voz es una navaja oxidada.
—No me dejaste muchas opciones.
—Más bien, tú no me las dejaste a mí. —Arthur gruñe, decenas de sus subordinados empiezan a llenar el almacén, claro que haría trampa, lo sabía, Blanca destaca de manera especial entre las sombras, ja, el bastardo cayó bajo—. ¿Qué fue eso de vender mis trapos sucios?
—No los vendí, los di gratis. —Se hace el gracioso escuchando cómo cargan las armas, carajo, ni siquiera se le ocurrió la posibilidad de que podría fusilarlo antes de que lo toque, no es estilo de esta rata hacer las cosas así, le gusta dar el último golpe en la pelea—. ¿Llamé tu atención?
—La pediste a gritos.
—Compórtense. —Dino ordena parándose en primera línea, qué valiente, traga duro, desde los encuentros que tuvo con Eiji se ha vuelto mucho más susceptible a las feromonas y acá apesta con tal intensidad que siente que vomitará ahí mismo. Muerte. Sangre. Suciedad—. Ambos son una decepción, ninguno se pudo apegar a las reglas que les puse, yo mismo debería matarlos.
—Adelante. —Ash tuerce una sonrisa tanteando el arma enganchada a sus jeans ¿qué sentido tendría? Blanca lo supera con creces y mientras Arthur lo tenga, la guerra está perdida—. Papá.
—Mocoso insolente. —Se lo dice con un deje de cariño—. El que sobreviva a esta riña se queda con todo, lo haremos así de simple. El ganador será mi sucesor.
—Pero Arthur trajo a todo un ejército consigo, yo vine solo ¿cómo eso puede ser justo?
—Debiste pensarlo antes de violar tú también las reglas. —Claro que es punitivo y le encanta romper a quien dice amar, da igual, mientras pueda asesinar a Arthur da lo mismo—. Para serte honesto esperaba mucho más de ti, Ash. Pero te echaste a perder, incluso Blanca te lo dijo.
—¿No estamos teniendo demasiada charla cómo previa? Me estoy aburriendo.
—¿Tantas ganas tienes de morir? —Arthur ríe, está desquiciado—. Tengo a Blanca de mi lado.
—Si me ganas así siempre serás el mismo cobarde que le ordena a sus súbitos que se ensucien las manos porque no puedes hacerlo tú mismo. Esa es la diferencia entre tú y yo.
—Para. —Arthur tensa la mandíbula, su mirada es fría y carente de emoción—. Usa ese cerebro tuyo y no me provoques más de lo necesario o lo lamentarás.
—¿Por qué?, ¿acaso te duele que te digan la verdad? —Los soldados alzan las pistolas para así apuntarle directamente a la cabeza, está perdido—. Por eso todos me eligen a mí sobre ti.
—¡Ash!
—Por eso Eiji me eligió como su alfa.
Es todo.
Arthur hace un gesto para que bajen las pistolas, le pegó donde le dolía y lo declara dejándose llevar por una pelea de armas blancas. Sin pistolas. Sin sicarios. Sin ejércitos que lo salven. Es algo entre ellos que empezó del minuto en que Dino los presentó. Blanca les ofrece dos navajas afiladas de la más alta calidad, el mango es de madera y tiene grabados personalizados, ja, en serio Dino lo tenía todo planeado. Se ponen frente a frente. La noche es su testigo. La luna llora.
—¿Crees que tienes mucha ventaja sobre mí? —Entonces Arthur saca una jeringa repleta de la droga que Dino le daba—. Pues te tengo noticias, yo soy el verdadero alfa acá. —De un tirón se inyecta el líquido en las venas porque está dispuesto a llevar esto lo más lejos posible—. Nunca te vas a comparar a mí, por eso lo tuyo siempre será mío. Eiji me pertenece.
—No hables de él como si fuera un objeto. —Arthur deja escapar un alarido desgarrador desde lo más profundo de sus entrañas, se deben tapar los oídos para no enloquecer, testifican cómo se le dilatan las pupilas y se le inyectan de sangre al mismo tiempo que sus músculos se endurecen y sus venas adquieren un matiz casi petróleo, es horrible—. ¿Qué diablos es eso?
—No es banana fish, no soy tan tonto para inyectarme esa mierda, esa es buena para venderla.
—¿Es la droga de las castas?
—Pero potenciada. —Ríe y entonces debe taparse la nariz porque todas sus cualidades de alfa apestan incrementadas por un millón, mierda, es lo más putrefacto que ha olido.
—Estás desquiciado.
—Y sobre Eiji no te preocupes, apenas le lleve tu cadáver me encargaré de follarlo hasta que al fin tenga a mis crías.
—¡Bastardo!
Con una agilidad digna de un monstruo Arthur se le abalanza encima con una mirada delirante tan aterradora que Ash debe retroceder de un salto y alzar la cuchilla sobre su pecho ¿Eiji habrá sentido esto encerrado con Shorter? Carajo, debe concentrarse, más, sus piernas tiemblan ya que reconocen al alfa de Arthur como superior, sus feromonas lo marean, se sienten como gas tóxico, no puede pensar bien y sus sentidos dejan de funcionar. Huye. Huye. ¡Huye!
—¡Concéntrate!
Ni siquiera lo vio venir no obstante siente un desgarro en la mejilla, Ash alza la mano horripilado por la hondura del tajo, ¿se lo hizo con la cuchilla? Al menos no le partió ni le deformó el rostro, pero la sangre cae en borbotones como si estuviera vomitando. Defiéndete tarado. Dejó ir a las personas que más ama porque estaba seguro de que le ganaría. No debería haberle dicho esas cosas tan hirientes a Yut-Lung. Debió haber abrazado a Griffin. No se despidió de Max. No tomó una última cerveza con Shorter. Ni se disculpó con su pandilla. Ni le expresó a Cain lo admirado que se siente de su liderazgo. No le revolvió el pelo a Sing. No le leyó un cuento a Skip. Eiji. Vaya que es tonto, ¿realmente guardaba esperanzas de volverlo a ver?
Claro.
Se dijo y le dijo a todo el mundo que lo estaba dejando ir. Mentira. ¡Mentira! ¡Mentira! Porque si realmente lo hubiera hecho no estaría tan asustado de morir.
—¡Ash! —La voz de Blanca lo trae de vuelta y logra defenderse cortándole el hombro de suerte.
—¡¿De qué lado estás?! —Arthur lo mata con la mirada—. Si vuelves a interferir en mi contra yo mismo me encargaré de inyectarte banana fish, para que seas un perro obediente. —Blanca es un libro imposible de leer, lo ve tensar los puños y arrugar sutilmente el ceño porque le enferma que lo menosprecien—. ¡Ash! Voy a asesinarte con mis propias manos.
Arthur arroja la navaja y se le tira encima, Ash se estrella contra el piso con brusquedad, le arde la espalda porque la polera se le rasgó y el roce debió lijarle la piel, carajo, quema, Arthur utiliza todo su peso para inmovilizarlo, no sabe si es efecto de sus feromonas o si efectivamente tiene huesos que pesan toneladas pero sus músculos no responden ¿esto es ser un alfa? Pero Eiji le dijo que no habían alfas malos, sino personas malas y Shorter juró que usaría su casta para así proteger a quienes ama, ¿por qué la suya no hace nada?
—¡Muérete!
Arthur envuelve su cuello con sus manos y lo ahorca con tal brutalidad que por más que golpee sus piernas, lo jale de la polera e intente encontrar su navaja falla, la vista se le nubla, la voz no le sale, sus piernas se contraen, está luchando como un puto pez fuera del agua que rastra con desesperación para no morir bajo el sol. Arthur esboza una sonrisa maquiavélica, hunde garras y dedos en su cuello y puede jurar que llega a cortarle la carne con eso. La sangre escurre hacia el piso y se entremezcla con la suciedad. La tensión. El arrepentimiento. El dolor.
Eiji.
Perdóname.
Mira el cielo y llora preguntándose si así se habrá sentido el maldito leopardo, pero Eiji dijo que podía cambiar, que los humanos tenían sabiduría que los leopardos no, ¿por qué él no cambia?
—Eres patético. —Arthur da el golpe de gracia—. Ya me aburrí de ti.
Lo jala con tanta fuerza del cabello que se pregunta si primero se le cortará el cuello o le sacará todo el cuero cabelludo como a un muñeco, lo sostiene en el aire, donde la fetidez es vomitiva, solo para estamparlo de cara contra el piso, Ash se retuerce en su propio charco de sangre y la boca le sabe a óxido, ¿acaso va a violarlo y por eso lo dio vueltas? Su mejilla es apretada contra el concreto y entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces…Arthur le muerde la nuca y le deja marcas irreparables en la piel.
—¿Qué? —Ash abre los ojos horrorizado—. ¿Qué diablos hiciste? ¡Me arde! ¡Quítate de encima!
—Esto es lo más humillante que te puede pasar como alfa. —Arthur brama relamiéndose lleno de goce la sangre de la boca—. Eres de mi propiedad. Ahora eres mi puta.
—¡Hey! —Dino interviene—. Ese no fue el acuerdo, uno de los dos solamente puede vivir.
—¿Sabes, padre? —Arthur se para y Ash se siente como se sintió cuando recién fue violado por su entrenador, no puede moverse ni dejar de temblar, es gracioso cómo pueden romperte justo cuando crees que no puedes estar más roto—. Estoy harto de que siempre encuentres excusas para Ash. Lo entiendo, es tu agujero favorito.
—¡Arthur! —Golzine lo abofetea—. No me vengas a faltar el respeto, no si quieres que te dé…
—Pero nunca me lo hubieras dado. —Todos se quedan en silencio—. Yo nunca habría bastado para ti. —Arthur agarró la navaja y se la incrustó a Dino en el corazón. Mierda. De un solo golpe el magnate se desploma contra el piso.
—Tú…
—Viejo patético. —Arthur le pisa la cara con el zapato y lo aplasta una y otra vez contra el suelo de concreto, queda irreconocible y el sonido es tan visceral que incluso sino puede moverse el vómito sube hasta su garganta—. No sé por qué te temí tanto tiempo, si fue tan fácil matarte.
—Arthur. —Blanca busca hacerlo entrar en razón—. Nada de eso fue parte de nuestro contrato.
—¿También quieres que te acabe a ti? —Arthur camina con prepotencia sobre el mar de sangre y se para frente a Blanca—. Entonces escúchame como la mascota que te pagué que fueras.
—No debiste hacer eso. —Blanca lo aprieta de la muñeca, la diferencia de fuerza es imposible de percibir—. No apoyaré el liderazgo de un psicópata.
—¡Sino estás conmigo, estás muerto! —Arthur ordena—. ¡Mátenlos a todos o yo los mataré!
Sus soldados disparan.
Las balas resuenan en el almacén igual que una tempestad metálica, la última tormenta Eiji lo recibió en casa con un cambio de ropa y lo ayudó a secarse el pelo, no quería que se enfermara, recuerda haber pensado que era ridículo puesto que llegó cubierto de sangre y heridas, estaba recién salido de una matanza pero su amado lo limpió y no lo juzgó, se pregunta si alguien habrá hecho eso por Eiji cuando Arthur lo marcó porque duele mucho, se siente como el mismo niño que llegó a casa con la ropa rotita y manchas de miedo en los pantalones.
—Así termina todo, ¿eh?
Ash mira el piso, totalmente disociado de su exterior, ve a uno de los hombres de Arthur apuntar un arma directo a su frente, da igual. Al final, fue el leopardo. Perdón.
—¡Idiota! —Pero parece que no lo dejarán morir con facilidad—. ¡¿Desde cuándo te rindes así?!
—¿Shorter?
Porque por supuesto, sus hombres no lo abandonaron sin importar lo cruel, duro y frío que fue.
Es acá cuando Ash cobra conciencia del ambiente y se arrastra para mirar el contenedor, Black Sabbath vino a ayudar junto a Chinatown, están luchando a mano armada contra el ejército de Arthur y ¿para qué hablar de sus chicos? Bones le está gritando algo a la distancia, asume que lo está maldiciendo por irse sin decirles nada mientras que Alex se limita a sonreír “hablaremos luego” impresiona decirle con la mirada. Ja. ¿Realmente creen que hay un luego?
—¿Crees que puedas levantarte? —Shorter le pregunta con el pánico contenido, Ash lo intenta, sin embargo, su cuerpo no responde, la mordida que Arthur le dejó es veneno puro y cada parte grita de dolor, así que solo puede respirar, está sudando a montones, tiene frío, más, Shorter le dice que está afiebrado, ¿así se siente morir? Pero quiere ver a Eiji. Una vez más. Solo una.
—S-Shorter… perdón.
—¡Mierda! Tenías que hacerte el mártir, Yue tenía razón al llamarte idiota. —Su amigo lo levanta de la cintura y Ash siente que le quiebra las costillas—. Te debes disculpar con él, al final él nos avisó que te habías escabullido.
—¡¿Realmente creen que pueden salir vivos de acá?! —El alarido de Arthur corta el aire tal como lo haría una navaja—. ¡Ya acaben con ellos! Tengo un imperio que regir. Blanca, obedece.
—Blanca. —Ash lo mira con toda la determinación que le resta—. Ni siquiera te respeta ¿a este tipo de persona le quieres servir? —Blanca se mantiene impasible en su posición, escanea con la mirada a un Arthur desquiciado para luego regresarla a Ash y darle la razón. Hay una verdad de manera universal que deben admitir: el mundo está jodido con Arthur al mando.
—No vas a salir vivo así. —Blanca anuncia caminando hacia Ash—. Estás muy malherido y son demasiados como para poder escapar incluso con toda la ayuda que trajeron.
—Ah, ¿entonces lo dejamos morir acá? —Shorter brama indignado—. Eres un pésimo maestro.
—Perdón, Ash. —Blanca saca una inyección de su chaqueta—. Es la única manera.
Y lo inyecta.
—¡AAAAAAAAHHHHH!
La adrenalina colapsa su sistema nervioso, cada latido es una descarga eléctrica que corre tan violento que siente que se paraliza, su cuerpo se golpea contra el suelo con espasmos que más adelante se convierten en convulsiones, todo se siente demasiado caliente, como si en vez de sangre hubiera magma en su interior y estuviera calcinándole los huesos. Duele. Es un martirio. Se arranca la jeringa y asesina a Blanca con la mirada apretando la mandíbula, su boca todavía escurre sangre y debe escupirla para no ahogarse, su mente se ve inundada de voces.
Mátalo. Mátalo. Mátalo.
Violó a Eiji. Lo torturó. Lo embarazó de un hijo. Lo mordió. Le indujo un aborto. Lo secuestró. Lo tomó. Lo usó. Lo convirtió en un omega. Lo hizo llorar. Ash lo odia. Odia con toda su puta alma a ese bastardo y va a arrancarle la cabeza si es necesario, así que se levanta con un alarido que no parece humano, Arthur se da vueltas, no alcanza a preguntar cuando lo tiene encima a pesar de sus heridas abiertas, la droga no sana la carne visceral que escurre una plasta infectada por la suciedad. Al diablo. Quiere asesinarlo. Solo deja que el depredador en su interior lo controle.
—¡A-Ash!
Arthur intenta gritar pero Ash ha incrustado sus colmillos con una ferocidad salvaje en su brazo para arrancarle un pedazo, el sabor de la sangre es caliente e incluso dulce ¿eso implica ser un alfa con instinto homicida? Ja, es divertido, es muy divertido tener el control por una vez, Arthur grita, da pelea, ruega, implora y llora, pero ya no hay piedad.
Es un golpe tras otro. Mordida y mordida. Rasguño y rasguño. Patada con patada. Tienen fuerza similar gracias a las heridas de Ash que no hacen más que empeorar, los disparos y los alaridos se mezclan por el sonido de sus propios rugidos, Ash ya no es consciente de sus acciones dado que le cedió el control a su instinto y es éxtasis puro ese tipo de adrenalina, el miedo y el dolor no existen, han sido reemplazados por hambre y sed, por sadismo y maldad. Quiere escuchar cómo se rompe hueso a hueso. Lo hará pedazos.
—¡Contrólate! —Arthur le pide, tiene el rostro tan moreteado que es irreconocible.
—¿Con qué puta cara me lo pides? ¡Nunca paraste cuando te lo pedí, ahora tengo una mordida!
Se vuelven a abalanzar el uno sobre el otro en una pornografía de sangre, Arthur engancha sus dedos en su pelo para estamparlo una y otra vez contra el concreto, quiere reventarle la cabeza igual que lo hizo con Dino, no obstante, Ash es más listo y saca la cuchilla, Shorter se la alcanzó luego de inyectarlo, apoya el filo contra su garganta y por primera vez ve terror genuino aparecer en los ojos de Arthur.
—Realmente te odio con toda mi alma, Ash. —Entonces le dice porque es un perdedor horrible.
—Lo sé.
—¿Por qué? —Pero—. ¡¿Por qué siempre debes ser tú?! Yo también era su hijo.
—Arthur.
—Yo también estaba ahí, yo también quería que me viera, ¡¿por qué siempre tú eres el favorito?! Ni siquiera me enseñó a pelear, me vendió a lo más bajo porque no era hermoso como tú ¡¿para qué mierda me adoptó si me iba a tratar como basura?! No es justo, no es justo, no es…
—No fue justo. —Vuelve a sus cinco sentidos—. Pero tampoco fue mi culpa.
—Lo sé. —Los ojos de Arthur se atiborran de lágrimas—. Y por eso me esforcé tanto en odiarte, me iba a volver loco sino lo hacía, necesitaba odiar a alguien, ¡quería que hubiera alguien! Pero ni siquiera me miraban para ser odiado, simplemente no me veían nunca y eso… eso me mató.
Entonces Ash siente que no está hablando más con un monstruo porque recuerda haber dicho algo similar en la correccional, necesitaba con desesperación odiar a alguien porque si no todo el odio que se tenía a sí mismo lo mataría. Él tuvo suerte más adelante. Tuvo a Shorter. Max. Su propia pandilla. Skipper. Griffin. Eiji. Hubo gente que lo amó. Pero no hubo nadie para Arthur, al final a esto se reduce todo ¿eh? Los adoptaron a ambos para ser usados como mercancía luego los hicieron tomar una pandilla que se convirtió en mafia, por simple diversión los enemistaban como si fueran perros de pelea sobre los cuales apostar.
—Las cosas que hiciste no tienen perdón ni justificación. —Ash dice con una sonrisa agridulce.
—No estoy pidiendo redención, solo mátame. —Y lo ve rendirse cuando las lágrimas empiezan a caer, los chicos disparan a sus espaldas, la hediondez de la pólvora y las feromonas le resulta vomitiva, sus heridas cada segundo están peor—. Por favor.
Ash se encuentra debajo sosteniendo la navaja contra su cuello mientras Arthur llora arriba, es la primera vez que lo ve romperse así, en todos estos años juntos ni una sola vez lo apreció cual ser humano, se pregunta si las cosas habrían sido distintas si se hubieran portado como deben hacerlo los hermanos, le da mucha pena la situación.
—Esto es mucho para mí. —Arthur deja caer sus músculos y ya nada lo sostiene—. Ya no quiero más, Dino está muerto, ni siquiera quería su imperio, solo quería que alguien me mirara… solo quería que alguien me mirara como te miran a ti, quería lo que tú tenías.
—Perdón. —No sabe por qué se disculpa pero de repente se siente como un crío apretando un cuchillo contra otro niño desarmado—. Las cosas no debieron ser así.
—No. —Ash llora—. No debieron ser así.
—Perdón.
Con un corte limpio Ash le desgarra la yugular y lo mata.
⊱✿⊰
Ash se quita los lentes y deja el libro en la mesa para vislumbrar el reloj en el tablero, no lo quiso usar en la muñeca ya que creyó que estaría hiper-consciente de la hora, grave error, poder verlo alzando la mirada de las páginas amarillentas no lo deja concentrarse, lleva leyendo la primera línea al menos una hora que se siente como una eternidad. No es su culpa. Hoy Eiji se va a casa y aunque habría matado por volverlo a ver una última vez…
Seguramente Eiji sabía que la vez en el hospital sería la última, sin embargo, conociéndolo para no caer en su pesimismo se negó a creerlo porque si alguien amaba llevarle la contraria a toda esa mentalidad fatalista que sostenía era su amado, Ash aprieta la argolla en su dedo, no desea sacársela jamás. Aún no sabe qué hacer con la muerte de Dino. Ni con las mafias. Ni la droga.
Qué jodido está todo.
Ja.
Las cosas se vuelven aún más jodidas cuando Sing le picotea la espalda diciéndole que tienen que hablar, su corazón se apretuja, las rosas afuera de la biblioteca de Nueva York se marchitan al igual que las espinas en su corazón, se pone el abrigo blanco, es un día frío, más, el alma se le derrite apenas el mocoso le muestra una carta. Qué anticuado, rumia. Es tan Eiji de su parte.
—¡¿Por qué no vas a verlo?! ¡Vuelve a Japón hoy! —Sing se escucha descorazonado al restregar sal sobre sus heridas.
—Lo sé. —Pero su corazón decidió dejar de latir y su alma se fue el instante en que dejó ir a Eiji.
—¿Entonces, por qué? —Sing no entiende, impresiona genuinamente indignado—. ¡Se supone que es tu esposo! —Le da risa que use la palabra, de repente, todo lo que vivieron juntos parece un sueño lejano del que despertó el segundo en que mató a Arthur.
—¡Por esa misma razón! —Ash aprieta sus puños, está siendo demasiado difícil aceptar su ida, no quiere, una parte suya se sigue aferrando con su misma vida a Eiji ya que no… conocerlo fue conocer lo que verdaderamente significa el amor. No es perfecto. Es doloroso. Es cruel. Te pone ansioso. No se asemeja en nada a los libros. Es frustrante. Desesperante—. Estoy dejando que vuelva a su propio mundo. Este mundo de asesinatos… ¡Él no pertenece aquí!
—Pero ya no hay tiempo. —Ash le da la espalda, si lo mira romperá en llanto—. ¡Ash! ¿Quieres que le pase un mensaje?
Silencio.
—¡Idiota! —Le grita—. ¡Estúpido! ¡Terco!
Y se va.
Ash se sienta en una de las bancas cerca de la biblioteca, aprieta la carta, no se atreve a leerla.
Piensa en el amor y en lo jodido que estaba su concepto, piensa en que debería haber sido muy difícil amar a Eiji siendo tan opuestos y estando en circunstancias complejas, no lo fue, amarlo fue la cosa más sencilla que ha hecho. Porque sí. Se enamoró de sus peculiaridades. Adoró las cosas que le acomplejaban. Tomó sus heridas e intentó sanarlas. Quiso mejorar y cambiar para poder apoyarlo como merecía. Quiso ser normal. Quiso arreglarse y recoger sus trozos y no por qué Eiji no pudiera amarlo así, sino porque sabía que lo amaría de todas formas y se heriría con sus pedazos afilados.
Ash abre la carta con un nudo en la garganta, ¿qué sentido tiene que le duela tanto? Debe estar en el avión y es lo mejor. Su amor fue prestado. Y estuvo bien. Lo hizo feliz mientras existió. Y lo hizo tan feliz que lo volvió egoísta porque no quería que se terminara. Quería ese para-siempre.
—Pero no podía dejarlo conmigo, solo se marchitaría.
Hizo lo correcto.
Lee la carta.
«Ash.
Estoy muy preocupado porque no he podido verte estando bien.
Dijiste que vivimos en mundos diferentes. Pero, ¿es eso cierto? Tenemos diferente color de piel y de ojos. Nacimos en países diferentes, pero nos amamos, ¿no es eso lo que importa? Me alegro mucho de haber venido a América. He conocido a mucha gente y lo más importante, te he conocido a ti.
Me preguntaste una y otra vez si me asustabas. Pero nunca te temí, ni una sola vez. En realidad, siempre creí que estabas herido, mucho más que yo. No podía evitar sentirme así. Gracioso ¿eh? Eras mucho más inteligente, más grande y más fuerte que yo. Pero siempre sentí que debía protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte. Creo que del destino, del destino que intentaba alejarte llevándote a la deriva, cada vez más lejos.
Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía volver atrás. Y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino.
No estás solo, Ash.
Estoy a tu lado.
Mi alma siempre estará contigo».
Las lágrimas manchan la carta volviendo ilegible la tinta porque rompe en llanto apenas acaba de leerla. Es injusto. ¿Cómo puede decirle algo así si lo dejó ir? Nunca será libre de las mafias. Mató a Arthur. Dino está muerto. Van a buscarlo. No puede tener una debilidad. Necesita tomar el mando o Nueva York será un desastre. Es un Golzine. Es un maldito Golzine. Pero Eiji. Aprieta la carta intentando contener el llanto. No puede tenerlo. ¡No puede! Y sin embargo…
Ash se levanta y empieza a correr por las calles de la ciudad, no está respirando, su salud sigue delicada porque sus heridas no han cerrado. Pero Eiji. Va a subirse a un avión. Le dijo a Shorter que se arrepentía de muchas cosas. De besos. De caricias. De abrazos. De te-amos. De risitas. De secretos. De consuelos. De lágrimas. De cicatrices que sanan. De vidas que se viven. Y dijo que nada de eso podía ser. Qué estaba perdido porque eran de mundos diferentes. Lo son. Ash sabe que lo son.
Entonces, mientras corre lo detienen.
—Ash. —Y reconocería su presencia estuviera ciego y sordo, bastaría un solo toque para saber a quién tiene entre sus brazos.
—Eiji. —El nombrado lo atajó para que no siguiera corriendo—. ¿No deberías estar en un avión?
—Debería. —Tararea—. Pero ninguno ha estado haciendo las cosas que debería, ¿no?
—¿Ops? —El bastardo le pega en el brazo—. ¿Desde cuándo eres tan terco?, ¿no ves que estoy tratando de dejarte ir a una vida mejor?
—Tú eres esa vida mejor. —Eiji entrelaza sus manos—. Tú eres esa vida, Aslan.
—Te amo. —Entonces simplemente se rinde—. No quiero que te vayas. —Y lo abraza con fuerza porque lo perdió una vez, Dios, si lo pierde dos veces no lo resistirá—. Lo siento, lo siento tanto.
—¿Desde cuándo te disculpas?
—No deberías quejarte, lo aprendí de ti. —Gimotea, Eiji se alza en la punta de sus pies y acuna su vulnerabilidad como solo Eiji lo hace. Dulce. Suave. Gentil—. También aprendí de ti otra cosa que estoy intentando poner en práctica, pero me cuesta, me es difícil aceptarlo.
—¿Qué cosa es? —Se lo pregunta cómo sino lo supiera—. Anda, dímelo y dame el gusto.
—A quedarme. —Le confiesa—. Aprendí a quedarme.
—Bienvenido, en ese caso. —Eiji se ríe apartándose lentamente para mirarlo a los ojos y robarle el corazón como siempre lo hace—. Bienvenido a casa, Aslan.
Notes:
¿Adivinen qué? Tenemos epilogo, aunque eso ya lo estaré subiendo probablemente la otra semana en noviembre, pero realmente disfruté mucho esta dinamica, me hizo feliz como no tienen idea y todo el apoyo que me han dado, Dios, de todo corazón espero que les haya gustado.
Freakduck on Chapter 5 Sun 06 Oct 2024 05:55PM UTC
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TsundereKitty on Chapter 5 Sun 06 Oct 2024 11:44PM UTC
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Fantasy_Nao on Chapter 14 Wed 16 Oct 2024 01:15AM UTC
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TsundereKitty on Chapter 14 Thu 17 Oct 2024 12:34AM UTC
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Fantasy_Nao on Chapter 14 Thu 17 Oct 2024 01:01PM UTC
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TsundereKitty on Chapter 14 Tue 12 Nov 2024 12:05PM UTC
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Zeldix3000 on Chapter 21 Sun 24 Nov 2024 05:45PM UTC
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Angel_Lightwood on Chapter 31 Fri 17 Oct 2025 07:50PM UTC
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