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You belong with me

Summary:

Gon sufre de acoso debido a cierto rumor. Mientras trata de superar esta situación conocerá a Killua donde tendrán una relación llena de obstáculos.

Notes:

Este fanfic manejará temas delicados como es la homofobia, bullying (acoso escolar), la ausencia paternal tanto como maternal en el transcurso de la historia. También lenguaje inapropiado y abuso psicológico.

Si eres sensible a estos temas y/o no son de tu agrado prefiero comunicarlo al principio antes de cualquier cosa. ¡Muchas gracias!

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

El sonido que hizo la puerta logró sacar a Gon de sus pensamientos.

Tick, tack... Tick, tack...

El tiempo parecía detenerse a pesar de que podía escuchar perfectamente el reloj. 

—¿Señor Freecss? Habla Palm, la directora de la escuela. Sí... Sé que tiene una agenda muy ocupada pero me gustaría hablar un momento de la situación con su hijo. Es la tercera vez en esta semana que aparece con moretones o signos de agresión.

La voz amable y preocupada de la joven mujer le tranquilizaba al menos un poco. Mantenía sus puños cerrados con tal fuerza que estos se veían blancos.

No iba a venir. Nunca lo hacía. Siempre lo dejaba solo.

Se negaba a seguir escuchando la conversación pero al centrarse en sus pensamientos era mucho peor. Tenía miedo; frustración... De huir a cualquier otra parte. Las ganas de llorar eran incontrolables, pero debía soportarlo.

—Si no se presenta tendré que tomar medidas más contundentes, entienda que Gon no está bien aquí. He hecho todo lo posible para evitar esto pero escapa de mis manos, ya sabe que la juventud es cruel e injusta. Le tengo mucho aprecio a su hijo, en cualquier otra institución capaz las cosas sean más llevaderas. —se sentó al frente del azabache mientras cerraba los ojos escuchando. Una de sus manos con uñas largas y bien cuidadas llegó al medio de entre sus cejas frotando con insistencia. —¡No me diga cómo debo hacer mi trabajo! ¡He hecho más que suficiente para apoyarlo, en cambio usted ni siquiera es capaz de hablar con él! 

Palm se levantó tras dar un sonoro suspiro. Utilizando su fuerza dejó el celular sobre el escritorio ocasionando un sonido que hizo los orbes almendras verle. Volvió a sobar su frente con más ímpetu. Sus ojos violetas estaban inquietos manteniéndose fijos en un punto indefinido.

—Lo siento, no debí alterarme de esa manera. —se disculpó. —Tomaré la decisión de buscarte otra persona que...

—¡No, no quiero eso! —interrumpió con la voz quebrada. —¡Si me voy con alguien más posiblemente no me quiera! 

—Gon... —la tristeza que le transmitían sus palabras le arrancó las palabras de su garganta. —No digas esas cosas. Eres un chico estupendo, tienes tantas virtudes... 

—Prefiero que mi padre esté ausente a tener que volver a pasar por el rechazo de alguien más. Me basta con mis compañeros. —finalmente las lágrimas comenzaron a salir.

La castaña se mantuvo callada. Le dolía demasiado el miedo que Gon tenía debido al trato tan dañino de su entorno. Quería ser capaz de quitarle ese peso, aliviarlo de sus problemas. 

Sin embargo no podía obligarlo. 

—Está bien. —su respuesta hizo que los orbes almendrados la vieran. —Mi condición es que ante cualquier cosa vengas a verme o me llames si es estrictamente necesario. —dijo con seriedad. —Si no cumples tu promesa...

—¡Lo haré! —la imitó para acercarse. —¡Es una promesa del meñique, si no lo cumplo me comeré un millón de agujas! ¡Se sella con un beso! —no pudo reaccionar ya que juntó sus dos pulgares imitando la acción. Alargó la última vocal para sonreírle.

Limpió cualquier rastro de llanto con su antebrazo. A pesar de sus heridas, las mejillas maltratadas y uno que otro raspón su sonrisa era brillante.

—Puedes decirle a Kurapika que pase. —le fue inevitable no reír. 

—¡Gracias! —tomó su bolso para salir por la puerta. A penas la cerró se encontró con el rubio que se acercó inmediatamente al verlo.

—¿Cómo te fue? —expresó con preocupación.

—¡Bien! ¡Hice una promesa con Palm! 

—¿Ah, sí? —hizo una mueca sin entender. Sonrió un poco. —De acuerdo, entonces supongo que te irás. —asintió en respuesta.

—Ya puedes entrar. ¡Te veré mañana!

—¡Avísame cuando llegues! —dijo antes de que desapareciera por el pasillo.

Con rapidez se alejó despidiéndose con la mano. Al salir del colegio podía dejar de sentir esa presión en su pecho que no lo dejaba respirar. 

Su actitud optimista se fue apagando al llegar a su hogar. Las luces estaban ausentes, la calle solitaria. Apenas se escuchaba los carros al transitar de manera breve iluminando el camino.

Al estar al frente de la entrada sacó sus llaves del bolsillo abriendo la reja principal. 

—Estoy en casa... —susurró. Nadie se encontraba pero la costumbre no desaparecía. Desató sus zapatos para dejarlos en el suelo y subir las escaleras.

Apenas entró a la habitación se dejó caer en la cama. Cerró los ojos.

Intentaría despejar su mente de lo sucedido en la semana. Podría cocinar algo diferente, tal vez ver alguna película...

La voz de alguien le hizo incorporarse para observar por la ventana abierta par en par. Su curiosidad hizo que se aproximara, más cuando reconocía de quién se trataba.

Killua Zoldyck, él chico más popular de la escuela estaba al frente hablando por teléfono. Aunque no se le veía para nada feliz. Parecía una discusión.

—¡Qué estupidez! ¡Deja de llamarme solo para decirme eso! —escuchó del albino que caminaba de un lado a otro. —Tengo cosas que hacer. Adiós. —bajó el celular de su oreja para colgar. En ese instante se dio cuenta de que Gon lo observaba.

Quedó en shock. Ni siquiera le dio tiempo de esconderse.

Su corazón latió de manera acelerada al ver a Killua abrir más la ventana.

—Oye, es desagradable espiar a las personas. —a pesar de que no se notaba de buen humor no fue grosero con él.  

—Lo-lo siento... No quería... —negó con las manos.

Se observaron por un momento. Los ojos azules miraron el cielo.

—Te he visto en alguna parte. —comentó cruzando sus brazos. —¿Estudiamos juntos? Pareces tener mi edad.

—Sí-si... Estamos en la misma clase. —jugó con sus dedos debido a los nervios.

—Ya veo.

El silencio fue agradable. Más cuando la brisa se hizo presente.

—¿Está... Está todo bien? —tartamudeó el azabache tratando de sacar tema de conversación. Killua le vio.

—Eso creo. Solamente que mi novia es bastante molesta. —hizo una mueca. —Apenas le digo algo en lo que no estoy de acuerdo busca discutir, no la entiendo. 

—Debe ser bastante tedioso...

—¡Exacto! —sonrió. Al verlo no pudo evitar sonrojarse. Sin duda alguna Killua era un chico atractivo. —¡Espera un momento!

Se quedó sin habla al verlo irse de prisa. Intentó observar mejor entrecerrando los ojos pero ya había regresado con un block de dibujo entre sus manos.

—Dime tú opinión, sé lo más honesto posible. —buscó donde sentarse manteniendo contra su pecho el material. —¡No te rías!

Gon no supo que contestar hasta que con un sonrojo en las mejillas Killua le dio vuelta al block.

Era un dibujo hecho a marcador negro de lo que parecía ser de él mismo. Sin embargo, se notaba lo novato que era, además de que le agregó a su rostro rasgos felinos. Estaba tan orgulloso de su trabajo que no pudo evitar lanzar una carcajada.

—¡Te dije que no te rieras! —se quejó.

—¡No es por nada malo! Es adorable. —pasó su mano por uno de sus ojos ya que unas pequeñas lágrimas se asomaban debido a la risa.

Killua no respondió nada. Estaba más que avergonzado por el comentario tan honesto pero por la iluminación no se apreciaba demasiado.

—A mí también me gusta dibujar. Tengo unos cuantos dibujos varios pero no los he terminado.

—¿Qué esperas? ¡Quiero ver!

Está vez el moreno desapareció ante la impaciente mirada del albino. Cuando regresó eligiendo uno de sus últimos trabajos recibió un claro sonido de asombro.

—¡Increíble! ¡Eres muy bueno!

—Gracias, no suelo dibujar personas. Me gusta ilustrar mi entorno cuando tengo la oportunidad.

—¿Ese es el árbol que está cerca de la escuela, verdad? ¡Parece una fotografía!

Gon mantuvo silencio. No veía lo que hacía de esa manera.

—¡Deberías dedicarte a eso! Aunque podrías practicar dibujar a alguien. —pensó. —¡Ya sé! ¿Por qué no me usas de modelo?

—¿Q-qué? —tardó en reaccionar ante su propuesta. 

—Diablos, me están llamado... —se quejó. —¡Luego hablamos! 

Estuvo gran parte de la noche meditando lo ocurrido. Un sentimiento de alegría se mantuvo en él hasta el día siguiente.

No podía esperar para volver a verlo.

Chapter 2: 02

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—¡Cierto! —Gon tomó su celular para escribirle a su mejor amigo. Olvidó por completo avisarle que llegó a casa.

Apenas pudo desbloquear el teléfono ya que le llegó una llamada. Al contestar casi se queda sordo por su grito.

—¡¿Estás bien?! ¡Te llevo llamando desde hace rato! 

—¡Lo siento, lo siento! Estuve distraído. —sacó la lengua para rascarse la nuca.

Escuchó un suspiro detrás de la línea.

—No pasa nada. La próxima vez trata de estar más atento.

—¡Sí! —su tono de voz demostraba estar mejor. Kurapika y Gon mantenían amistad desde hace un poco más de un año. Compartían varias materias aunque no tanto como al moreno le gustaría ya que el rubio era uno de los mejores estudiantes. Tanto así que en la mayoría de las asignaturas fue adelantado por sus excelentes calificaciones. 

—¿Cómo siguen tus...? —detuvo la pregunta al no saber expresarlo de una manera delicada. Desde el comienzo de la semana estuvo enterado de que nuevamente varios estudiantes lo lastimaron, la rabia que estaba dentro de él seguía latente al no poder defender a su amigo. Quizás hubiera sido diferente si tan solo...

—No te preocupes, ya pronto no tendré ni siquiera alguna marca. Sabes que me recupero rápido. —adivinó lo que insinuaba con facilidad. Kurapika se preocupaba bastante, más cuando era una situación tan delicada.

—Gon... —tragó saliva sin saber si hablar de eso por llamada era lo ideal. Él azabache evitaba tocar el tema porque sabía que eso le afectaba.

—¡Te veré mañana! —colgó lo más pronto posible anticipando sus intenciones. Dio un suspiro para finalmente sacar las cosas de su bolso para empezar con las tareas pendientes.

Todavía estaba en su mente lo hablado con Palm. Pero tampoco deseaba continuar meditándolo.

Pronto estuvo concentrado por varias horas terminando con sus deberes. Tanto así que se olvidó de su entorno, eran más de las ocho de la noche de ese típico martes. Se mantuvo recostado intercambiando mensajes con Kurapika respecto a algunos trabajos que vendrían la siguiente semana. El celular se iba a quedar sin batería así que lo conectó antes de irse a cepillarse los dientes.

Volvió a tratar algunos morados que tenía en la piel. Por suerte casi estaban completamente curados.

Con una toalla y agua caliente la humedeció para pasarla por su rostro. Una de las curitas que estaba en su mejilla derecha se despegó con facilidad.

—¡Oh! ¿Ya está sanado? —no había ningún rastro de la herida que estaba en ese lugar.

Gon salió minutos después sin ganas de comer demasiado. Recalentó lo que quedó del almuerzo para acostarse.

Al día siguiente no quería levantarse. Pospuso varias veces la alarma,  se detestaba por colocar una cada quince minutos. Sin más opción se incorporó solo para percatarse de que le faltaba poco para la hora de la clase.

Se terminó de vestir y guardó lo primero que encontró para desayunar más tarde. A paso apresurado llegó a la escuela donde las miradas y murmullos no se hicieron esperar. Cada minuto se sentía insignificante, agobiado; asfixiado... Cuando llegó a su casillero no tardó en presentarse Kurapika. 

—¡Gon! ¡Casi llegas tarde! —se cruzó de brazos mientras el moreno se disponía a tomar los libros.

—Lo sé... —pensaba en alguna manera de evitar el interrogatorio pero su estómago le traicionó sonando de tal manera que él de orbes grises lo notó con facilidad.

Sin verlo sabía que seguramente tendría un tic en el ojo.

—Toma. Apresúrate y come antes de que suene el timbre. —para su sorpresa le entregó un pan dulce guardado en una bolsita transparente. Lo aceptó avergonzado. 

—¡Gracias! —cerró su casillero para empezar a caminar.

Dieron una vuelta por la escuela mientras conversaban. Notaban a algunos estudiantes en los salones compartiendo y a los profesores estando atentos del entorno. 

—¿Estarás libre el fin de semana?  Así podremos hacer el proyecto de biología juntos.

—Claro, aunque puedo ayudarte. Es una lástima que no compartamos algunas clases.

—¿Bromeas? ¡Es fantástico que te adelantaran! —sonrió Gon. Kurapika hizo lo mismo.

Escucharon un bullicio que se formaba en uno de los salones. Por curiosidad se detuvieron en la puerta.

—Ah... No es de extrañarse. —ambos observaron a varios chicos y chicas alrededor de un asiento. En este se encontraba Killua que parecía no prestarle atención a lo que decían.

Gon entró en pánico. Así que tomó por los hombros a su amigo para continuar.

—Sí-si... Después de todo es popular. —él rubio le miró sin entender pero no le tomo importancia.

—Supongo porque su familia es una de las más cotizadas de la cuidad, tiene mucha reputación en juego. Aunque si estuviera en su lugar no sabría si podría lidiar con esa presión. Debe ser terrible ser vigilado en cada cosa que hagas. —colocó una mano en su mentón.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos él de ojos almendra estuvo más tranquilo. Comenzaba a arrepentirse de haber conversado con Killua el día anterior. Si se enteraba de la razón por la cual la gente se alejaba de su persona...

Se detuvo al ver a un blondo que charlaba junto a un chico castaño. Lo reconoció, se trataba de Retz; uno de sus compañeros. Notó su mirada pero inmediatamente la desvió para distanciarse.

Kurapika tomó del brazo a Gon con clara molestia para hacer lo mismo caminando hacia el lado contrario.

La fuerza que ejercía delataba su humor.

 —Ku-kurapika, me estás lastimando... —le soltó al estar a una distancia prudente.

—Disculpa. 

—Ya ocurrió hace semanas, no deberías...

—¡Claro que me enoja! ¡Por su culpa tu vida esta así! —suspiró tratando de calmarse. 

Gon mantuvo silencio. —Aunque no fuera por él tarde o temprano se enterarían. —soltó con tristeza.

Los ojos de su mejor amigo brillaron por un instante.

—Tienes razón. Es que... —apretó sus puños.

—Será mejor ir a nuestros salones. No quiero que llegues tarde por mi culpa. 

—De acuerdo. —se regresaron para despedirse en el medio del pasillo.

Al llegar al aula tomó asiento en uno de los últimos puestos y se dispuso a mirar por la ventana. No escuchaba nada más que sus pensamientos hasta que algo golpeando su cabeza le hizo reaccionar.

—Joven Freecss, preste atención a la clase. —el profesor se acomodó los lentes mientras sostenía un libro.

—Di-disculpe... 

¿Tanto tiempo pasó que no se dio cuenta? 

Se acomodó en su asiento para buscar el libro en su bolso.

—Vamos de nuevo a la página nueve. Hoy comenzaremos con los ejercicios que no nos dio tiempo la última clase. —se dirigió al pizarrón para comenzar a escribir.

Apenas comenzaba la explicación pero ya sentía su cabeza sobrecalentarse. 

Tendría que hacer un gran esfuerzo.

Notes:

Yep, Retz aquí es un chico ASJDASJD. Si no han visto la película se la recomiendo, es phantom rouge. Aunque prefiero más la segunda por mucho.

Chapter 3: 03

Summary:

Gon de nuevo en la oficina del director.

Chapter Text

—Profesor, Gon está sacando humo por las orejas. —comentó una estudiante.  

—¿Otra vez? —Leorio suspiró dejando una de las hojas que revisaba sobre el escritorio.   

Apenas pasaron unos veinte minutos y él azabache terminó su explicación. La mayoría de los presentes le observaron sin hacer muchas preguntas al respecto. Más bien se lo esperaba, por vergüenza tener alguna duda era casi algo de objetivo de burla. Sin embargo...  

—¡Po-podría explicar de nuevo, por favor! —de manera repentina unos ojos almendrados le observaron con atención por encima del resto. Levantó la mano y su expresión era firme pero tímida.   

—¡Por supuesto! —le sonrió volviendo de nuevo al inicio. Se percató al instante que varios de sus compañeros prestaban atención y parecían entender con mayor facilidad. Esto le hizo alegrarse para volver a ver a Gon que escribía en su cuaderno.  

Hizo una pausa para continuar cuando todos terminaran de copiar el ejercicio. En ese instante su mirada se mantuvo en el alumno de cabello oscuro. Estaba al tanto de que sufría de constantes abusos, más de una vez escuchó por parte de los demás profesores que estaban preocupados por su situación. Palm le tenía una atención especial, la última vez que conversaron se notaba decaída al enterarse que entre un grupo en la hora de la salida rodearon a Gon y lo golpearon.  

Pudieron haber atrapado a la mayoría de los culpables si no fuera porque huyeron de la escena en el momento que el profesor Phinks daba una caminata por el patio. En uno de los pequeños callejones que estaban a los laterales de la escuela escuchó sonidos que lo preocuparon, al acercarse encontró a varios estudiantes pateando a uno que se encontraba en posición fetal cubriendo su cabeza en modo de defensa.  

¡¿Qué creen que hacen?!  —su grito de furia los hizo detenerse. Algunos maldijeron al ser descubiertos para correr.  

Gracias a sus buenos reflejos atrapó a uno que insinuaba salir pasando rápido por su lado. Lo inmovilizó para dejarlo en el suelo, en ese instante dos estudiantes corrieron aprovechando la distracción.  

Cobardes...  —susurró para escuchar el gemido del dolor del que se encontraba en el suelo. — Si se te ocurre hacer lo mismo pagarás por lo que hicieron tus amigos.  —este asintió. Lo movió con facilidad hacia la pared.   

Se acercó al azabache que no reaccionaba desde que la agresión se detuvo. En cuclillas tocó su hombro.  

¿Te puedes mover?  —no le extrañaría que no pudiera. Las marcas de zapatos en sus brazos eran evidentes. Tensó la mandíbula.  

Sin embargo, los ojos avellana le observaron sin pizca alguna de rencor. Pareciera que lo que acababa de pasar ya lo había olvidado.  

Sí.  —se sentó en el suelo. Su uniforme estaba completamente sucio.   

Vamos, te llevaré para que te revisen.  —se encontraba algo sorprendido por la reacción del chico, tomó del brazo al que estaba sentado.  

¿Hará que lo castiguen?  —la pregunta hizo que volteara a verlo. Mantenía una de sus manos sosteniendo su brazo derecho.  

¿Qué clase de pregunta es esa?  —bufó. — Parece que no te das cuenta de lo grave que es.  

Empezó a caminar evitando que hablara de nuevo. Le irritaba que tomara lo que sucedía tan a la ligera.  

Las miradas curiosas no se hicieron esperar, primero dejó al individuo en la dirección.  

Sígueme.  —salió de la puerta mientras el joven Freecss esperaba afuera.   

Estuvieron en silencio en todo momento. Para suerte de Gon la enfermería quedaba muy cerca. No soportaba los susurros hacia su persona por demasiado tiempo. El olor a medicinas inundó sus sentidos.   

No fue capaz de escuchar nada de lo que el profesor de educación física le decía a la encargada. A su alrededor las cosas estaban distorsionadas, sin sentido. Parecía una pesadilla que le ocasionaba dolor de cabeza.  

Empezó a transpirar y sentir como la ansiedad aumentaba de manera tortuosa en su cuerpo. De nuevo iba a tener a sus compañeros señalándolo diciendo que lo hace a propósito para llamar la atención. Más palabras sin sentido de personas que no les interesaba nada más que juzgarlo.  

¿Atención? ¿Era realmente eso?  

A nadie le molestaba que hablen de su persona si es por cosas positivas.   

¿Pero qué pasa si es en el caso contrario?  

¿Gon?  —un roce en sus manos lo hizo salir de su trance. Una joven de cabellos azules le sonreía de manera amable. — Voy a revisar que todo esté bien, ¿de acuerdo? ¿Podrías sentarte?  

Asintió ante la petición obedeciendo. Al verla tan concentrada en su oficio le hizo distraerse por un momento.  

Puede que no sea lo mejor para comenzar una conversación pero es la segunda vez que te veo en la semana. Empiezo a pensar que te gusta venir.  

Neon era la enfermera de la escuela. A pesar de su gran influencia por su buena posición financiera gracias a su padre decidió hacer su vida por su parte dedicándose a la medicina, pareciera que fuera una adivina porque poco tiempo después la empresa de su progenitor decayó. Tal vez su ausencia le afectó tanto que pudo ser la razón de su colapso.  

Por otro lado Gon no negaba que estar cerca de ella le brindaba cierta tranquilidad que no encontraba en su entorno. Podía ser que ella no le juzgo en ningún momento, respetaba sus silencios como cuando decidía hablarle. Esa aura maternal era atrayente en el buen sentido.  

Después de tratar los raspones en su piel se sentó en una pequeña silla para anotar el reporte de ese día. Tarareaba alguna canción de aire infantil.  

Regresa si notas algún malestar. Aunque desde que te revise la última vez te has curado de una manera increíble, estoy impresionada.  —dio una carcajada. — Espero que no todos los estudiantes tengan esa característica o me quedaré sin trabajo.  

Hace pocas semanas comenzó, su ideal era quedarse en la escuela lo más que podía porque le encantaba el ambiente y la zona donde estaba. Además de que le estaba tomando cariño al moreno.  

Gracias. ¡Estaré bien!  —salió para encontrarse con Palm apenas dio un paso afuera. — ¡Oh!  

¿Podemos hablar en mi oficina?  —tenía los brazos cruzados y las cejas fruncidas.   

Tragó saliva en seco.  

Chapter 4: 04

Chapter Text

Gon se hundió en el asiento. Parecía más un puff que un sillón.

La castaña había cambiado los muebles de su entorno de trabajo justo esa semana. Aunque la situación no ameritaba algo así, la mirada firme de Palm sobre él y la sensación de que lo regañaría en cualquier momento era palpable. Aunque no era la intención del moreno hacerla molestar más de lo que se encontraba. 

Di-disculpe... —se acomodó. 

No sé por dónde comenzar. —cerró sus ojos por un momento. —No tienes la culpa de esto, lo que falta es que pienses que es así.

Palm, yo... 

Ya escuché los rumores. Dicen que te declaraste a un compañero de tu salón, ¿eso es cierto?

El silencio causó tensión entre ambos. 

Sí, es verdad. 

Otro silencio mutuo.

Palm recordaba haber visto a Gon saliendo con varias chicas. En ningún momento dudó que fuera una acción desmedida. 

¿Entonces también te gustan los chicos? —aunque esa pregunta estaba de más, era a su vez necesaria para Palm con la intención de confirmar su suposición. No tenía ningún problema con eso, únicamente necesitaba escucharlo para calmarse al menos un poco. Su inquietud y ansiedad estaban presentes en la habitación, supo desde el principio que al dedicarse a la educación tendría que con sumo cuidado tomar decisiones en situaciones adversas. 

Los jóvenes son inseguros, apenas mostrando un poco de lo que serán en un futuro. Pero son sumamente crueles. Destruyen la autoestima de cualquiera con una facilidad que hasta el día de hoy le sorprendía y aterraba. Pueden llegar a ser tan brillantes e inexpertos como oscuros y desalmados.

Sí. —respondió de manera automática. Como si de un robot se tratase.

¿No me dirás entonces si los rumores son verdaderos? —mordió una de sus uñas acrílicas. —Cualquier cosa que digas los demás lo van a distorsionar a su favor. Me dejaría más tranquila que al menos me digas lo que sucedió.

Gon se sintió más pequeño al escucharla. Lo que hizo fue su decisión, estaba pagando las consecuencias. 

So... Solamente me declaré a alguien. 

Eso ya lo sé. Es un compañero de tu salón llamado Retz, son amigos desde que empezaste a estudiar. Desde que esto sucedió se distanciaron. ¿Acaso pelearon? ¿Tuvieron una discusión? —el bolígrafo en sus manos giraba entre sus dedos, buscando una manera de no perder la compostura.

No... —miró otro lugar en la habitación.

La castaña ya se estaba cansando. No lograba que le contara lo que sucedió. Empeoraba su humor al ver a Gon lastimado.

Voy a llamar a tu padre. —se levantó de la silla. Usaría una de sus cartas que nunca fallaban, al escuchar como la figura adulta era mencionaba la mayoría de los estudiantes terminaban de cooperar. 

No le va a contestar, siempre está ocupado. —sin embargo, Gon se mantuvo tranquilo. 

¡Entonces será un mensaje!

Tampoco. Le he dejado muchos y nunca los lee. 

El cabello castaño estaba empezando a despeinarse como si una descarga eléctrica repentina atravesara su cuerpo. Era lo más lógico pero la razón era lo contrario, sucedía cuando empezaba a perder la paciencia.

En algún momento lograré contactarlo, es mi responsabilidad como directora informar sobre esto. —sus tacones sonaron con furia para abrir un archivador. Buscó la letra por donde comenzaba el apellido del joven.

Pero ya será demasiado tarde para cuando él responda.

Gon... —tocó su hombro. Al verla parecía salir de una película de terror. Su aspecto tétrico le daba escalofrío. —Si no vas a aportar algo en lo que sucedió hoy es mejor que te quedes callado. 

Fue tan contundente que no dijo nada desde que la vio sentarse con una carpeta amarilla y seguido de esto abrirla en el escritorio.

Como esperaba, no fue capaz de contactarlo aunque lo intentó varias veces. Notaba su nariz fruncida tanto como las uñas maltratadas por tanto morderlas mientras hacía las llamadas.

Aquí también tengo el número de un tal Kite, ¿sigue en la cuidad? —finalmente los ojos almendrados la observaron tras pasar un par de minutos. 

No lo sé. —alguien tocó la puerta.

Se salvó por la campana. Palm estaba a nada de contestarle de una manera para nada apropiada si no fuera porque un joven adulto de cabello oscuro se asomó acomodando sus lentes.

Disculpe la interrupción, ya llegaron los representantes del chico. —Wing avisó con una voz tranquila y amable. Quizás notó lo tensa que se encontraba, era fácil darse cuenta.

Bien. Hazlos pasar, por favor. —cerró la carpeta dejándola a un lado. —Luego hablaremos.

Gon dio una reverencia para salir. Wing mantuvo la puerta abierta dándole una sonrisa.

Cuando se quedaron solos el profesor observó a Palm para hablarle aprovechando el momento. Se acercó para ser discreto.

¿No lograste que hablara, verdad? —más que una pregunta, era una afirmación.

Nunca conocí a nadie tan testarudo. —se dio masajes en la frente.

Lo dirá tarde o temprano. Tenemos que darle tiempo.

¡No puedo esperar tanto! —se quejó jalando su cabello.

Realmente te preocupas mucho. Primero debemos lidiar con el único alumno que no escapo de la agresión, podemos conseguir información de su parte. ¡Vamos, tienes que estar en todos tus sentidos!

Tienes razón. —razonó. 

Leorio regresó a la realidad. Recordar el relato de Palm le hizo distraerse demasiado. 

La clase terminó hace unos minutos. Estaba revisando algunos exámenes que le faltaban por revisar.

Sus ojos encontraron a un estudiante rubio de ojos turquesa que caminaba por el pasillo. 

—Retz. —dijo en voz alta haciendo que reaccionara y se detuviera por el llamado. Apenas asimiló la gran estupidez que hizo en el instante que ya estaba al frente de él.

—¿Sucede algo, profesor? —preguntó con educación.

Empezó a sudar demasiado. Última vez que hacia su trabajo con la puerta abierta.

—Eh... ¡Sí, esto...! —su mente empezó a hacer el gran esfuerzo de pensar en algo. ¡Vamos, cerebro! —Que-quería preguntarte sobre algo que escuche... Ya sabes, los profesores no podemos evitarlo... —rió nervioso.

—Claro.

Leorio retomó la compostura.

—¿Qué paso contigo y Gon? Sé honesto conmigo. 

Inmediatamente desvió la mirada mordiendo un poco su labio. Su brazo sujetó el otro en un gesto de nerviosismo.

—Puedo... Puedo contarle, pero ¿Sería egoísta si pido que quede entre nosotros? —Leorio lo pensó. Estaba contra la pared, por una parte deseaba darle información a Palm para tranquilizarla pero si esa era la solicitud...

Era un hombre de palabra.

—Claro, no te preocupes. —sonrió acariciando su cabeza. —Por favor, siéntate.

Esperó para escucharle mientras dejaba su trabajo en pausa. Gon era más importante en ese momento.

Chapter 5: 05

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Leorio intentaba analizar las expresiones de Retz. Pensó que quizás si tuviera los conocimientos de Pakunoda sería una tarea más sencilla. Admiraba que de solo observar a los estudiantes era como si los conociera de toda la vida, obteniendo la información que necesitaba.

¿De verdad tanto se reflejaba en la persona pero no podía verlo?

La manera de hablar, la mirada, el lenguaje corporal...

Sin duda alguna era una de las mejores psicólogas que tuvo el placer de conocer.

—Hace varias semanas... No sé con exactitud en que día sucedió. Gon me acompañó una tarde donde mis amistades salieron temprano de la clase así que estuvimos sin interrupciones hasta que nos alejamos de la escuela. Nos quedamos en uno de los parques donde compartimos gran parte de nuestra amistad. —sonrió brevemente. —Entonces mientras nos mecíamos en los columpios me dijo que le gustaba. Sus ojos brillaron y estaba tan seguro de sus palabras que me sentí mal por no responderle con seguridad.

Retz guardó silencio. Veía el suelo hasta que decidió volver a hablar:

—Cometí un grave error.

—¿A qué te refieres? —Leorio observó por la puerta notando como varios estudiantes miraban curiosos. Se levantó para cerrarla y luego acomodar sus lentes.

—Yo... —mordió su labio. —Le dije lo que ocurrió a una de mis amigas y ella empezó a comentarlo a los demás. Al transcurrir pocos días ya el salón supo lo que paso. Comenzaron a tratarlo mal, dejarlo por fuera en las actividades. Ta-también lo lastimaron, ni si quiera puedo verlo... ¡Es mi culpa!—su voz se quebró.

—Retz... —sacó un pañuelo del bolsillo de su traje. —Ten. —se mantuvo a su lado con una mano sobre su hombro.

—Gra-gracias. —sollozó limpiando las lágrimas que seguían cayendo.

Quizás Retz temía de si volvía a decirle a otra persona sucedería lo mismo. Por eso le pidió que no le dijera a nadie.

Aunque los rumores eran sumamente dramáticos, estaban tan distorsionados a la realidad que no pudo evitar tensar la mandíbula. Lo último que escuchó era que Gon estaba acosando a Retz para que aceptara a salir con él.

Volvió a la realidad al ver los ojos turquesa verle. Estaban algo irritados.

Dudaba en responder. No quería arruinar la situación si elegía sus palabras incorrectamente.

Leorio entendía que todo se desencadenó por confiar en la persona equivocada.

—¿Quién es la amiga a la que le contaste sobre esto? —Leorio esperó ver su reacción.

—Anita... Pe-pero ella no pudo ser quien empezó con los rumores, no sería capaz de hacerlo.

¿Cómo saberlo? Era muy complicado tener pruebas concisas. Sin contar que Anita era una joven de buen estatus, líder de las porristas desde varios años consecutivos. Tenía un registro académico impecable a su favor.

—Escucha, no voy a señalar a nadie. Lo que me importa ahora es que te agradezco que tengas esa confianza conmigo.

—Pero... Gon seguramente está molesto conmigo. —dobló el pedazo de tela sobre su regazo.

—¿Por qué lo dices?

—Arruiné su vida.

No pudo evitar reír. Retz le observó confundido.

—El no sería capaz de eso. Es la persona más noble que conozco.

Gon se ha levantado y continuado sin importarle las dificultades de las circunstancias. Ha sonreído con tanta facilidad a pesar de que sus días han sido oscuros. Tan admirable es su fortaleza que comparado con su espíritu se consideraba patético.

Sí... Luz. Una luz que no se apagaba por más que lo intentaran. Es lo más acertado para describirlo.

Ojalá hubiese actuado de igual manera cuando falleció su mejor amigo Pietro, en vez de caer en el vicio del alcohol durante años. Pero no podía ser tan duro consigo mismo, cualquiera se dejaría sumergir en la tristeza en vez de hacer algo para impedirlo.

—¡Bien! No te quitaré más tiempo, si me necesitas sabes dónde encontrarme. —acomodó la silla que había usado dejándola en su puesto. —Haré lo posible por apoyarlo, puedes contar conmigo.

—¡Muchas gracias! —hizo una reverencia para marcharse.

Por otro lado, Gon caminaba para tomar su siguiente clase. Pensaba en el trabajo que tenía que entregar para esa semana. 

Salió de su burbuja cuando notó aquella cabellera blanca, retrocedió hasta llegar a la puerta para esconderse.

No entendía. Se supone que compartió un momento agradable con él pero ahora no quería que lo reconociera. Varios estudiantes le miraban extrañados, hasta que una joven adulta que pasaba de casualidad mantuvo su atención en el azabache.

Pakunoda fijó su vista para detenerse. Siempre creyó en su corazonada, más que todo por una de sus amigas que solían comentarle a menudo que le hiciera caso a su sexto sentido. Sumando esto, era altamente sensible cuando tratar con cualquiera que necesitara su apoyo. Los ojos de Gon estaban perdidos a tal punto que perdieron su brillo característico.

Quizás aprovechando el estado ausente del alumno habló con el profesor que se encontraba adentro. Fue cuestión de segundos para cuando regresó ya estaba al lado de él.

—¿Tienes un momento? —reaccionó para asentir. Pakunoda empezó a caminar hacia su oficina. El pasillo pronto estuvo vacío, los tacones sonaban en cierto ritmo mientras le seguía.

La puerta fue abierta. Adentro se encontraba un sillón clásico de los consultorios; un escritorio, varios cuadros en la pared donde salían certificados y fotografías personales.

Gon se distrajo observando su entorno, avergonzado miró hacia la psicóloga que se acercaba colocando una silla al frente mientras hacía lo mismo pero tomando asiento en el mueble.

—Cuéntame, ¿cómo te sientes? —cruzó sus piernas. 

Una simple pregunta que era difícil de responder. Los pies se movieron en el aire para mirar hacia el suelo.

—¿Está bien sino sé qué contestar a esa pregunta?

Pakunoda le observó sin decir nada. Apartó  pequeño bloc de notas que tenía en las manos.

—Bien. Entonces puedes decirme cualquier cosa que se te venga a la cabeza.

De algún extraño modo bajó un poco la guardia, nunca estuvo en una terapia en su vida así que se sentía expuesto. Era tonto porque a pesar de su personalidad introvertida nunca tuvo temor a mostrar lo que le pasaba.

Decirlo en voz alta con otra persona presente le ocasionaba escalofríos. 

—Te diré un pequeño secreto. Cuando se trata de terapia siempre se deben involucrar las personas que forman parte en el círculo social del paciente. Ver un único punto de vista dificulta bastante en tratar a un solo individuo. —miró hacia la ventana. —Pero no todos son capaces de enfrentarse a aquello que desean ocultar. Escapan; es la forma en la que la mayoría decide para evitarlo. —volvió a verle con una pequeña sonrisa. —Puedes preguntarle a cualquiera, la mayoría te dirán que si son capaces pero a la hora de la verdad nadie se lo propone ni tiene el valor necesario para enfrentarse asimismo. Lo estás haciendo aunque estás pasando una situación difícil, eso es de admirar.

Gon tuvo un nudo en la garganta. Sin darse cuenta las lágrimas iban cayendo silenciosamente hasta humedecer la tela de su pantalón.

—Pe-pero... No he dicho nada todavía. —Pakunoda sacó un pañuelo para dárselo.

—Es cierto. Aunque en ocasiones valen más las acciones que las palabras. ¿Quieres mejorar de verdad?

—¡S-sí! —se sonó la nariz. —Dis-disculpe...

Volvió a considerar las palabras que le había dicho al principio. Un recuerdo vino a su mente, donde sin darse cuenta su alrededor parecía estar en armonía.

—¿Puedo hablarle de algo que me sucedió de pequeño? —comentó con emoción. La profesional asintió.

Estaba logrando un avance bastante rápido.

Cayó la tarde y con ella Killua salió de la escuela con su mejor amigo Ikalgo, le acompañaba a buscar su patineta.

—¡Esa cosa se te va a romper! Podrías comprar una más bonita, cool... No parezca que la sacaste del basurero y... —no pudo seguir hablando porque Killua le apretó la nariz con fuerza.

Pidió clemencia.

—Hablas demasiado. Me gusta mucho, no podría imaginarme cambiarla. —la observó entre sus manos mientras caminaban. Tenía un dibujo hecho a marcador de Alluka diciendo ''¡Te amo mucho, hermano!''

Sonrió con nostalgia.

—Oye, ¿que tal si me quedo en tu casa? —preguntó mientras sobaba su nariz enrojecida. 

—Lo siento, estoy atrasado con las tareas así que mejor lo dejamos para otro día. —dejó su patineta en el suelo para chocar los puños. —Nos vemos mañana.

Las luces se fueron encendiendo mientras pasaba por la calle, estaba oscureciendo bastante pronto para ser tan temprano. Se detuvo en una tienda para comprar algunos dulces, la que atendía el local lo conocía por ser un cliente habitual.

La música era agradable, parecía estar de moda otra vez los ritmos de los 80. Necesitaba alejarse de su hogar, estaba abrumado de los constantes reproches de su familia, las llamadas de su novia y esa presión de ser perfecto en todo.

Cerró la puerta del frigorífico, tomando quizás unos diez helados de diferente sabor. 

Dejó los productos en la caja tomando un dulce con forma de conejo de un color naranja para abrirlo.

Apenas prestó atención a lo que tenía que pagar, estaba pensando en que nunca tuvo nada en su vida donde tuviera que decidir por su cuenta. Si no eran sus padres que lo manejaban también intervenía su hermano.

Ni siquiera le gustaba Anita, en general jamás se interesó en ninguna mujer. Olían bien, algunas sabían cómo atraer con sus atributos pero nunca más de eso.

Mordió el dulce rompiéndolo en dos.

¿Por cuánto tiempo seguiría callado?

Llegó a su casa con las bolsas a mano para subir a su habitación. Milluki estaba en su cuarto como siempre, la luz debajo de la puerta lo delataba. 

Adentró cerró con seguro para sentarse en la cama y cambiarse. Apenas se colocó una camiseta de tirantes para empezar a comer el ansiado helado que por alguna razón no sabía cómo siempre.

Revisó, tal vez estaba vencido y ni siquiera se tomó la molestia de fijarse.

No lo estaba.

La luz del cuarto vecino de al frente iluminó el suyo en la completa oscuridad. 

Notes:

Esta pareja tiene mucho cariño en mi corazón, quería aprovechar para tratar este tipo de situaciones que son reales y sufren muchos lamentablemente. Espero que no resulte desagradable o incómodo. No exageraré las situaciones para crear más drama, seré lo más realista posible.

Al estar en la descripción pero de todas maneras volveré a mencionar que está inspirada en la canción de Taylor Swift - You belong with me. Así que si desean escucharla para mayor contexto estará en la multimedia su traducción al español ♡

Habrán también algunas alteraciones tales como las edades de algunos personajes, siendo un poco más adultos en el caso de los protagonistas. No quiero dar mucho detalle ya que contaría como spoiler ASDJS. Por último, no espero que sea un libro con demasiados capítulos (para mí veinte es bastante). Pero dependiendo del apoyo e ideas que se me vayan ocurriendo veré si serán más de lo planeado.

¡Espero disfruten de la lectura!