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A veces los monstruos viven dentro de nosotros

Chapter 9

Notes:

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Chapter Text

Cuando Lan WangJi se despierta, lo primero que nota es que se encuentra en el interior de una cueva, acostado sobre un montón de hojas acomuladas que le resultan increíblemente cómodas.

Lo segundo que nota es que se siente bien.

Su cuerpo se siente increíblemente tranquilo, los músculos de sus extremidades se sienten relajados y cálidos. La rigidez habitual en su espalda cede poco a poco, derritiéndose en una ligereza que le resulta desconocida. Cada parte de su cuerpo respira por sí misma, en un ritmo lento, profundo, sereno y para su increíble sorpresa… No se siente hambriento.

Esto último lo sorprende aún más. Ha vivido los últimos 13 años de su vida con una sensación bastante desagradable en el estómago, un agujero negro que parece no llenarse nunca, pero... con solo una noche de sueño… ¿Esta simplemente se esfumó?

¿Cómo sucedió esto? 

Lan WangJi se detiene a observar su entorno. No recuerda el momento en que se quedó dormido, tampoco recuerda haber llegado a esta parte del valle. Lo último que recuerda es sentir un poco de frío y luego el otro hombre… Recuerda haber sido envuelto por él. Su cuerpo era enorme, probablemente del mismo tamaño que tiene él mismo en su forma original, aunque la textura de su piel… se sentía extraña. Definitivamente no es una criatura igual a él, no parecía que fuese pelaje, era más como ¿Escamas? 

Decide salir al exterior, estirar su cuerpo y prepararse para otro día. Sin embargo, en cuanto abandona el interior de la cueva, algo lo detiene en su lugar. La penumbra habitual que lo acompaña, esa oscuridad densa, familiar, que para él es casi un segundo hogar, no lo recibe con la misma intensidad de siempre. Nota que su vista no le resulta tan oscura como de costumbre; hay algo distinto, un matiz suave, casi imperceptible, que se desliza entre las sombras. Su visión si bien sigue nublada, de alguna forma ahora puede distinguir contornos. 

Contornos que antes eran meras manchas difusas ahora poseen un borde tenue. Fragmentos de luz que no debería ver, parpadean como brasas en un lecho de ceniza. No es una visión plena, ni siquiera cercana a lo que recuerda… pero es suficiente para que su corazón dé un vuelco silencioso en su pecho. 

Ya no es oscuridad absoluta, ahora hay luz que se filtra entre la neblina. 

Está seguro de que no tiene la suficiente energía para sanarse por completo. Su núcleo sigue sintiéndose pesado, vacío y frágil como un cristal que podría astillarse con el más mínimo toque, pero aun así… Lo que sea que Wuxian haya hecho, ese flujo cálido que lo rodeó la noche anterior, esa energía viva y desbordante que se deslizó hacia él sin que lo pidiera, de alguna manera le devolvió un poco de su vitalidad perdida. Quizás… quizás ahora incluso pueda intentar cambiar de forma. No por completo, ni por mucho tiempo, pero tal vez lo suficiente.

Un respiro.

Un hilo de fuerza que no había sentido en mucho, mucho tiempo. 

 

💓 🖤 💓

 

—¡A-Ji! Volví, ya vine de nuevo— Wei Wuxian corre con alegría durante todo el trayecto y no se detiene incluso cuando tropieza un par de veces con algunas rocas en su camino. 

Este día el valle se siente bastante fresco, el cielo está despejado y la hierba huele a humedad, lo que quiere decir que llevará un poco más tarde así que tiene que atrapar al otro y llevarlo a caminar antes de que comience a hacer más frío.

Su sonrisa solo puede ensancharse más cuando vislumbra la figura del otro en la distancia.

—¡A-Ji! ¿Me extrañaste? Mira lo que te… traje.

Wei Wuxian se detiene abruptamente y parpadea ante el par de hermosos ojos claros del hombre que le devuelven la mirada. No los del niño, no los de su pequeño A-Ji… sino los de un hombre. Un hombre alto, corpulento y, para colmo, muy, muy sexy.

Sus mejillas se sonrojan.

—Ummm, ¿Wangji-Xiong…?

—Mn

Para su mayor asombro, es esta vez Lan Wangji quien se acerca directamente a él y recibe lo que Wei Wuxian sostiene en sus manos. 

Como cada una de las veces, Lan WangJi posa sus manos sobre el objeto y comienza a pasar sus dedos con delicadeza sobre la superficie, determinando su forma y textura hasta terminar en la pequeña cinta que siempre se encuentra allí.

—¿Una máscara?

Wei Wuxian parpadea saliendo de su aturdimiento y cierra la boca con un chasquido después de notar que la había tenido abierta todo este tiempo.

—Ummm eh, ¡Si!— se sacude la sorpresa lo mejor que puede y trata de no erizarse ante tono de voz profundo que escucha del otro —Hay eh... un festival en la aldea, se quedarán unos días y quise traerte esto, es el ammm… la máscara del espíritu protector del pueblo, mi gente lo adora, incluso tienen un templo en honor a él.

Lan WangJi inclina la cabeza, contemplando una vez más la superficie de la máscara con su tacto.

Wei Wuxian todavía luciendo bastante aturdido lo observa con detenimiento —Te sientes… ah, ¿Te sientes mejor?

—Mn— Lan Wangji detiene su exploración y guarda la máscara entre sus mangas —Me siento mejor.

—Eso es— Wei Wuxian suelta un suspiro entrecortado —Bueno… Me alegra, me alegra mucho.

Lan WangJi vuelve a dirigir su atención hacia él y para asombro de Wei Wuxian, este levanta sus manos y sostiene sus mejillas con ellas. Sus mejillas que vuelven a calentarse. 

—¿Wangji?— su voz sale en un chillido.

Las manos del otro descienden de sus mejillas hasta su cuello y luego bajan hasta sostener sus manos —Tu energía, ¿Está bien? 

—¿Mi energía?— pregunta confundido y con el corazón en la garganta. 

—Ayer, absorbí gran parte de tu energía, no fue consciente— responde el otro mientras continúa explorándolo con sus manos. Wei Wuxian siente que sus piernas podrían fallarle en cualquier momento —¿Te hice daño? 

—¿Daño? ¿Qué?— Wei Wuxian abre grande sus ojos —¡No! nunca podrías, me siento bien, perfectamente. 

—Mn…— Lan WangJi asiente pero no parece del todo convencido. 

Wei Wuxian podría reírse de esto si no sintiera que va a implosionar en cualquier momento. 

Finalmente las manos de Lan WangJi regresan a su rostro y lo acunan entre ellas —Tienes fiebre. 

¡Wei Wuxian desea que la tierra se abra y se lo trague de inmediato!

—¡No, no tengo!— exclama y da un paso atrás. 

Lan WangJi da un paso al frente —Estas caliente. 

¡Por supuesto que si, me estás tocando maldita sea! 

—¡No! ¡Esa es… m-mí temperatura normal! 

Lan WangJi frunce el ceño, y Wei Wuxian está seguro que el otro todavía está evaluando sus palabras. Sus dedos se retraen un instante… pero en lugar de dejarlo ir, los desliza hacia sus sienes y luego hacia la parte posterior de su cuello, donde lo sostiene con delicadeza.

—Wuxian…— pronuncia en voz baja. 

Wei Wuxian traga saliva. 

—¿Sí? 

—Tu pulso está acelerado. 

—¡Porque corrí!— miente de la forma más poco convincente posible.  

Lan WangJi ladea la cabeza con expresión inquisitiva. Sus dedos pasan suavemente por la línea de su mandíbula, luego retroceden hasta su garganta, siguiendo el ritmo agitado de su respiración. 

—No escucho tu respiración… igual que ayer —dice con tranquilidad y sus manos lo sostienen con una ternura que derrite sus huesos. 

Wei Wuxian abre la boca, dispuesto a negar de nuevo, pero lo único que sale es un pequeño sonido ahogado. Retrocede un paso más.

Lan WangJi avanza un paso también. 

—WangJi… —susurra, suplicando por ayuda divina. 

—Estás… temblando —dice de nuevo. 

Wei Wuxian desea arrancarse el alma del cuerpo.

—¡¡No estoy temblando!! ¡E-es que hace frío! ¡Frío, sí! Ya casi va a llover, ¿Si? ¡El otoño es frío!

Lan WangJi lo piensa un momento y asiente.

—Mn. El otoño es frío.

Wei Wuxian suspira de alivio. Un alivio que dura solo dos segundos.

Porque entonces, Lan WangJi hace algo peor. toma la máscara entre sus mangas, la asegura… y luego, sin previo aviso, se inclina hacia él. Su frente, tibia y pesada, toca la de Wei Wuxian con un gesto tan íntimo que el alma del pobre Wei Wuxian simplemente abandona su cuerpo.

—… ¿qué estás…?

—Compartiendo mi temperatura.

—¿¡C-Cómo que compartiendo…!? —Wei Wuxian siente que va a explotar —¡No puedes—!

—Tienes frío…— concluye Lan WangJi. 

Wei Wuxian se tapa la cara con ambas manos, desesperado.

—¡¡Estoy bien!! ¡Te lo juro, estoy bien! ¡Deja de… de… ser tan descarado! ¿Qué pasó con mi inocente A-Ji que no consentía que me acercara a menos de dos metros?

Lan WangJi permanece un momento en silencio. Luego, muy despacio, separa su frente de la suya… pero no se aleja. En su lugar, desliza sus manos hasta sostenerlo por los antebrazos.

—Estás enfermo por mi culpa —dice suave, y suena un poco dolido—. Si algo te causa malestar… debo saberlo.

Wei Wuxian baja las manos y se encuentra con esos ojos claros y tranquilos, que se inclinan en su dirección con intensidad… y que son, al mismo tiempo, la ruina absoluta de su autocontrol.

En un susurro avergonzado, Wei Wuxian responde.

—Yo… Quizás me duela un poco— sí sus mejillas se ponen más calientes podría confundirse con un tomate recién cosechado —Pero si m-me abrazas, ya no dolerá.

Lan WangJi parpadea.

—…Mn.

Wei Wuxian se cubre la cara otra vez pero finalmente cede a sus impulsos. Si el dolor que siente es simplemente de su corazón, nadie tiene porqué saberlo.

 

💓 🖤 💓

 

Después de ese día, las cosas cambian entre ellos.

No de forma abrupta, no es un trueno que parte el cielo, sino un goteo lento y constante de agua sobre una piedra… imperceptible al principio, inevitable después.

Lan WangJi no vuelve a alejarse de él, al menos no del todo.

Cada vez que Wei Wuxian llega al valle, lo encuentra ya fuera sobre la hierba o sentado entre las rocas tibias o de pie junto al arroyo. Siempre mirando a la distancia, como si lo estuviera esperando desde antes del amanecer. 

Y cuando se da cuenta de su presencia, cuando escucha sus pasos, o quizá siente la vibración de su energía, Lan WangJi vuelve la cabeza hacia él y le hace espacio a su alrededor. 

Wei Wuxian por supuesto está encantado de encajar con él y se alegra enormemente de que ya no quede nada de la forma en que lo recibía antes.

Distante y desconfiado. 

Ahora, apenas Wei Wuxian se acerca, las manos de Lan WangJi se elevan instintivamente, para verificar de inmediato que él está bien, que sigue respirando fuerte, que su energía no se ha agotado. 

Wei Wuxian finge molestarse cada vez, pero su cuerpo actúa por sí solo. Se inclina hacia esas manos, deja que lo rocen, que lo calienten, que lo sostengan. Y Lan WangJi… lo deja.

De hecho parece buscarlo. 

En el valle, los animales comienzan a aparecer. Se avistan venados en algunos linderos, los conejos merodean fuera de su escondite, los pájaros cantan más cerca del suelo. El aire se siente distinto, más lleno y más vivo.

Desde esa tarde fría, desde que se mostró ante Lan WangJi en su verdadera forma, aún si no lo ha vuelto a hacer… se vuelve un punto de inflexión.

Ese día, Lan WangJi permanece sentado junto al arroyo con los ojos cerrados, Wei Wuxian se inclina para verlo mejor y ocupa el pequeño espacio que hay entre las rocas y la hierba.

—¿Qué estás haciendo, Ji-Xiong? —pregunta mientras se deja caer, chapoteando un poco a propósito en el agua.

Lan WangJi, inclina ligeramente la cabeza pero permanece con los ojos cerrados.

—Escuchando. 

—¿Escuchando qué? 

—Todo.

Wei Wuxian parpadea, divertido.

—¿Todo?— aparta la mirada para ver a lo lejos en el campo —¿Esto es algo que acostumbras?

—No.

—Ah, supongo que hay muchas cosas allí afuera. A mi no se me da muy bien permanecer quieto concentrado en una sola cosa pero también hago algunas cosas solo por gusto… como buscar y comer nísperos, por ejemplo.

Lan WangJi gira la cabeza hacia él.

—No deberías robar.

—¿Quién dijo robar? Es… ¡El árbol está a la vista de todos! —dice Wei Wuxian señalándose el pecho—. Eso significa que debería estar a disposición del pueblo.

Lan WangJi suelta un suspiro y finalmente murmura.

—Hoy trajiste más.

Wei Wuxian se ladea hacia él y choca sus hombros juguetonamente.

—Ah… sí, por supuesto. Me pareció que te gustaron los que recogí la última vez— duda un momento —Aunque no estoy seguro si prefieres los sabores amargos o dulces.

Lan WangJi lo piensa un segundo.

—Dulces.

—¿Dulces? —Wei Wuxian sonríe de inmediato— ¡Bien! Puedo trabajar con eso. Mañana te traeré algo mejor. Quizás… pastelitos o frutas ¡O pastelitos con frutas!

Lan WangJi asiente, las comisuras de sus labios se inclinan ligeramente.

—Mn. Me gustaría.

Wei Wuxian se ahoga con su propia respiración.

—¿Q-qué te gustaría?

—Lo que traigas. Me gusta.

Él ríe, un poquito tembloroso.

—Genial, por supuesto seguiré trayendo— su mirada vuelve a desviarse, esta vez hacia el cielo —Yo, he notado que no hay mucha comida en los alrededores. Antes…—, se interrumpe para después volver a hablar en un susurro —Tú antes, estando aquí solo, ¿Qué comías?

Lan WangJi tarda en responder. Sus ojos parpadean mientras los abre y su atención se enfoca en el sonido del agua que corre por el arroyo.

—Muy poco.

—¿Poco?— Wei Wuxian se inclina hacia él —¿Que es poco? ¿Pescado? ¿Hierbas? ¿Raíces? No he visto que se encuentren muchas cosas por aquí. 

—Prefería dormir.  

—¿Dormir?— Wei Wuxian frunce el ceño ante esa respuesta. 

—Dormir ayuda a conservar energía— responde Lan WangJi y vuelve a cerrar sus ojos.

Wei Wuxian abre la boca y luego la cierra. Una sensación desagradable le aprieta el pecho. 

—Eso… ya no será necesario —declara, acercándose más a él y extendiendo una mano tentativa para sujetar la del otro—. Si yo estoy aquí, te traeré comida y cualquier otra cosa que necesites, lo que sea, te obligaré a decirlo en voz alta. 

Lan WangJi inclina la cabeza hacia sus manos unidas. 

—Mn —dice con suavidad—. Lo diré.

Wei Wuxian siente el corazón golpearle las costillas una vez más. 

—Bien. 

No puede evitar la sonrisa que se apodera de su rostro, pequeña y fragil. Lan WangJi no duda en ir hacia él. Aún si Wei Wuxian se acerca demasiado, no siempre a propósito, a veces sin darse cuenta, Lan WangJi ya no retrocede.

Permanece ahí, firme, cálido, y un poco confundido, sí, pero completamente dispuesto a recibirlo.

Y quizá lo más peligroso de todo para Wei Wuxian… es que Lan WangJi empieza a buscarlo. De forma silenciosa, torpe y a ojos de Wei Wuxian, parece instintivo.

Cada vez que Wei Wuxian da un paso atrás, Lan WangJi da uno adelante. Cada vez que Wei Wuxian se ríe y se acerca a él, siente como el corazón de Lan WangJi late con tanta fuerza que puede sentirlo incluso con sus dedos… esos dedos que ahora tiemblan cuando lo tocan.

Y Wei Wuxian… Wei Wuxian está asustado. Y eso es quedarse corto. ¡Está realmente aterrorizado! Porque aunque su cuerpo sabe que está aquí con él, aunque sabe con certeza que es una parte muy importante de su vida, su memoria todavía no puede recordarlo, no del todo.

Todavía no sabe quién es él, todavía no sabe que los alejó, todavía no sabe porque sus caminos se dividieron… No sabe si volverá a ocurrir.

Y eso le aterra, porque ahora sabe lo que es tenerlo, ahora sabe lo que se siente cada vez que Lan WangJi pronuncia su nombre, tan suave y profundo, que cae directo a su estómago, tanto, que algo en él deja de funcionar correctamente.

Wei Wuxian no quiere perder esto y no deja de pensar en lo que inevitablemente vendrá después.

La verdad.

Más recuerdos.

Quizás reconocimiento.

O el desastre…

No sabe cómo acallar esta inquietud. No sabe cómo puede seguir con su vida sin pensar en el después. No sabe cómo fingir que todo estará bien cuando no está seguro si realmente será así. Simplemente no se siente bien. No es que le asalte una repentina necesidad de exigirle respuestas al otro, no. Además de no estar seguro de obtenerlas, aún si lo intentara.

Pero hoy, después de tantos días a su lado, después de ver cómo el semblante de Lan WangJi mejora casi imperceptiblemente… Wei Wuxian solo puede pensar que no es suficiente.

Su mano se crispa alrededor de la de Lan WangJi. Los dedos se le acalambran por la fuerza inconsciente con la que lo sujeta. Todo esto… sentarse aquí, respirar hondo, pretender que su presencia basta, le parece una farsa intolerable.

Porque lo siente, el desgaste tenue pero constante, la energía que el otro sigue perdiendo gota a gota, consumida simplemente con el hecho de respirar. Y él, que debería saber qué hacer, se siente atrapado en la incertidumbre.

Se muerde el labio inferior, hundiendo los dientes justo en la hendidura de su labio que ya parece natural, un pinchazo de dolor que lo devuelve un poco al presente… pero no a la calma.

No quiere fingir más pero tampoco sabe qué más hacer. Aún si por ahora… solo existe esto, Wei Wuxian extendiendo una mano hacia él, Lan WangJi tomándola...

Y una montaña entera conteniendo la respiración.

 

💓 🖤 💓

 

—¿Qué estás haciendo?

Wei Wuxian levanta de inmediato la cabeza, como un conejo sorprendido. Sus ojos oscuros parpadean un par de veces antes de volver a bajar lentamente hacia el libro abierto frente a él. Con un suspiro resignado pasa la página. 

—Necesito más información —responde, haciendo un gesto vago con la mano como si eso bastara para explicarlo todo. 

Wen Qing se acerca, apoyando las manos en la mesa para inclinarse un poco y ver el texto.

—¿Información sobre qué? —pregunta, arqueando una ceja en dirección al libro—. ¿Desde cuándo te interesan los… tratados médicos? ¿No vas a ponerte a hacer experimentos de nuevo, verdad? No tengo los suficientes implementos para lidiar con tus desastres otra vez. 

Wei Wuxian hace una mueca. 

—¡No estoy experimentando! Es solo que… —mueve la cabeza y su garganta emite un gruñido de frustración—. Esta vez necesito saber bien lo que estoy haciendo. 

Wen Qing lo observa un momento más, deteniéndose en la angustia evidente en sus ojos antes de tomar asiento frente a él.

—¿Y qué se supone que estás haciendo exactamente?

Él duda. Cierra el libro con un golpe seco, presionando los dedos contra la tapa antes de golpearse la frente con él.

—Qing-jie… tú eres doctora. Quería preguntarte algo —empieza, bajando la voz—. Es sobre… alguien importante para mí.

Ella sonríe divertida.

—¿Importante, ah? ¿Te refieres a la razón por la que siempre desapareces todos los días? ¿Ahora esa razón tiene nombre propio? Continúa por favor.

Wei Wuxian se rasca la nuca y sus mejillas se enrojecen.

—Bueno… creo que mi energía… lo está ayudando. Sanándolo un poco. Pero no sé cómo funciona. No sé por qué pasa. Y no quiero seguir haciéndolo sin entenderlo, porque… —traga saliva y desvía la mirada— … no ha sido suficiente y quiero ayudarlo de verdad. No con migajas.

Wen Qing entrecierra los ojos, analizándolo detenidamente.

—¿Y cuándo te diste cuenta de ese efecto?

Wei Wuxian aprieta los labios, se encorva y hunde la cara entre las manos.
—…cuando estaba en mi verdadera forma —murmura, un poco inaudible—. cuando… cuando nosotros nos acurrucamos.

Se oye el “acurrucamos” claramente, y él se hunde más en la vergüenza.

Wen Qing levanta una ceja ante esto y al mismo tiempo se tapa la boca intentando no reírse demasiado. —Oh, ya veo. Muy bien. Entonces… ¿Esa persona especial es de tu misma especie?

Él niega de inmediato con la cabeza.

—No. Bueno si, pero no… él no es… como yo.

Ella asiente con renovada seriedad.

—Entonces necesito saber sus síntomas. ¿Cómo es su enfermedad?

Wei Wuxian la mira, asimilando.

—No está enfermo... Eso creo —corrige rápidamente—. Está… debilitado. Mucho. No entiendo muy bien lo que le pasó pero se que lleva años aislándose del mundo. Y se que en parte es la razón por la que su cuerpo ha dejado de recibir lo que necesita para vivir bien. Su energía debería ser fuerte, pero… él siempre está cansado.

Wen Qing inclina un poco la cabeza.

—¿Y qué es él exactamente? ¿Un espíritu? ¿Una bestia? ¿Un demonio?

Wei Wuxian respira hondo.

—Es un zorro —murmura al fin—. Un… zorro.

Wen Qing se queda en silencio. Sus dedos tamborilean contra la mesa mientras observa a Wei Wuxian con detenimiento.

Finalmente respira hondo.

—Un zorro… —repite suavemente—. Eso cambia muchas cosas.

Se acomoda mejor en el asiento, cruzando las manos sobre su regazo.

—¿Has escuchado las historias antiguas de las deidades zorro? —pregunta con voz seria.

Wei Wuxian niega con la cabeza.

Wen Qing mira hacia la ventana, hacia la luz que entra en la habitación, hacia el templo en el extremo del pueblo.

—Dicen que, en tiempos muy antiguos, cuando la tierra aún era joven y los espíritus caminaban junto a los mortales, los zorros no eran simples animales. Eran deidades del bosque, guardianes de los pasos montañosos y mensajeros de los deseos humanos. En aquel entonces, no comían carne, ni hojas, ni frutos… solo energía.

Wei Wuxian parpadea.

Ella continúa.

—La gente de las aldeas cercanas a los bosques contaba que, cuando uno se encontraba con un zorro de nueve colas o incluso de tres, o de una sola… podía pedirle un deseo. Cualquiera: fortuna, fuerza, un hijo, o incluso amor. El zorro escuchaba… y si encontraba digno su deseo, aceptaba cumplirlo.

Wen Qing hace una pausa, inclinándose hacia él.

—Pero los regalos de los zorros nunca fueron gratuitos.

Retoma la historia con tono más bajo. Wei Wuxian se estremece.

—Los zorros vivían de la energía vital de los humanos. No la arrebataban por la fuerza, no era su naturaleza, pero sí la tomaban cuando ésta les era ofrecida. A veces en un solo suspiro, a veces en pequeñas porciones, durante días, meses o años.

Era un intercambio.

El humano obtenía lo que buscaba.

El zorro obtenía alimento… y con ello, fuerza, magia y vida.

Wei Wuxian escucha completamente inmóvil, casi sin respirar.

—Por eso —continúa Wen Qing—, en los cuentos antiguos decían que encontrarse con un zorro en su forma verdadera era una gran fortuna… al igual que una gran tragedia. 

Wei Wuxian se tensa.

—¿Qué… qué quieres decir?

Wen Qing suspira hondo.

—Algunas personas creen que la bondad es nuestro valor natural como humanos… pero yo no estoy tan segura —dice Wen Qing, sin apartar la mirada de la ventana—. Cuando pienso en mi familia… hay muy pocas cosas que no haría por ellos. Y sé que no soy la única. La mayoría de los humanos, cuando desean algo con suficiente fuerza, no esperan justicia: esperan obtenerlo.

Suspira imperceptiblemente. 

—La humanidad es ambiciosa, codiciosa, incluso cuando no queremos admitirlo. Y la magia… la magia siempre cobra su precio, pero no todos están dispuestos a pagarlo.

Sus manos se aprietan en puños, tanto, que sus nudillos se vuelven blancos.

—Por eso los espíritus se han retirado a las profundidades de los bosques, a la turbulencia de los mares, a los rincones más oscuros de las cuevas… por eso ocultan su presencia, porque el humano siempre quiere poseer, pero pocas veces quiere dar algo a cambio.

Sus ojos regresan a Wei Wuxian, estudiándolo.

—Lo que describes… esa “mejoría” repentina, esa vitalidad recuperada… no es una simple coincidencia, Wei Wuxian. No cuando se trata de un zorro. Ellos viven de energía, esa es su fuente, su sustento, su necesidad. Y si llegan a encontrar otro espíritu, uno particularmente fuerte… eso podría prolongar su existencia debilitada por muchos, muchos años más.

Wen Qing entrelaza los dedos. 

—Si tu energía lo tocó, si tu presencia constante obtuvo este efecto, entonces…

Wen Qing guarda silencio. Un silencio más largo que el anterior. Luego entrecierra los ojos y lo observa de arriba abajo, como si lo estuviera viendo por primera vez.

—Wei Wuxian… —comienza lentamente— Ya se que no eres como la gente de este pueblo, creo que todos aquí lo saben.

Wei Wuxian se tensa una vez más. 

—Qing-Jie…

—Tu energía— lo interrumpe ella—. No es normal. No es humana en absoluto y no es sólo fuerte: es profunda, muy antigua y pulsante. No pertenece a este mundo de mortales… algo que no se ha visto jamás aquí.

Wei Wuxian baja la mirada nervioso, acariciando el borde de su túnica.

Wen Qing continúa.

—A nadie aquí le importa. Al igual que mi hermano y yo lo descubrimos, el resto del pueblo en algún momento también lo hizo. Lo sabíamos desde el principio y nunca hicimos nada porque no nos importa lo que piense el resto del mundo sobre los demonios y eso te lo aseguro porque créeme, no hay peor demonio que un humano movido por su propio deseo.

Sus ojos se clavan en los de él.

—Pero aún si a nosotros no nos importa, a un zorro si… —su voz se suaviza— porque ellos no solo se alimentan de la energía humana corriente. Esa apenas los sostiene. Es como darles migajas, como tú mismo dijiste. Si ha estado tanto tiempo aislado, según lo que dices, para sanar de verdad, para recuperar fuerza, para transformar su forma, para ascender… necesita algo más grande, más puro y más fuerte.

Wei Wuxian traga saliva.

—¿Y… y tú crees que yo…?

—Wei Wuxian— lo interrumpe ella con firmeza—. La energía que das sin darte cuenta, que compartes solo por estar cerca de él, es más poderosa que cualquier medicina o ritual que vas a encontrar en esos libros.

Wen Qing suspira, cruzando los brazos.

—Por eso todos los cuentos antiguos siempre hablan de cierto tipo de ser… al que todas las criaturas honran, temen o respetan. Un ser cuya presencia basta para rivalizar con las montañas, elevar los ríos, purgar al mundo. Un ser que siempre ha sido el inicio y el fin.

Wei Wuxian parpadea.

—Yo…

Wen Qing sonríe.

—Sé qué eres, Wei Wuxian y también sé que tu esencia es justo lo que ese zorro necesita. Los zorros suelen ser solitarios… excepto cuando encuentran a su alma gemela— ella le sonríe —por la que están dispuestos a romper sus propias reglas.

Él enrojece hasta las orejas.

—¿Q-q-qué estás insinuando?

Wen Qing apoya un dedo en la mesa y le sonríe.

—Bueno, dijiste que no querías darle migajas así que es bueno que entiendas que no se recuperará solo con un contacto físico superficial. Se recupera con un vínculo. Con cercanía espiritual. Con… compatibilidad y acoplamiento. Una pareja.   

Wei Wuxian se ahoga con su propia saliva.

—No lo digo yo —responde ella, encogiéndose de hombros—. Lo dicen todas las historias. Cuando un zorro encuentra a la persona cuya energía encaja con la suya como si fueran dos mitades del mismo destino… lo reconoce, se aferra a él. No puede evitar acercarse, buscarlo, protegerlo. Es el instinto de haber encontrado a su alma gemela.

Ella señala a Wei Ying con la barbilla.

—Wei Wuxian… tú no necesitas buscar una cura. 

Tú eres la cura. 

 

 

 

Notes:

El próximo capítulo si definitivamente es el final ♥