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Stardust (Polvo de estrellas)

Summary:

El clan Gleeful ha mantenido su renombre y fortuna a través de un pacto y una oscura tradición familiar. Por generaciones se han alimentado del poder y la agonía de las estrellas que caen en el pueblo.
Han pasado décadas desde la última vez que esto ocurrió y el poder es cada vez menor. Sin embargo la suerte parece sonreírles cuando una estrella azul cae del cielo.

Notes:

Esta historia, como su nombre indica, está inspirada en la película clásica Stardust, pero el tono será mucho más siniestro.

Originalmente, era un borrador para un intento experimental de hacer algo de terror psicológico, y pensé en terminarlo y darle forma.

Les advierto que tendrá escenas explícitas de abuso sexual, violencia, mucha manipulación emocional, comportamientos de culto e intentos de suicidio. Toda la familia Gleeful son monstruos sádicos (excepto Shermie, tal vez).

Chapter 1: La estrella caída

Notes:

Esta historia, como su nombre indica, está inspirada en la película clásica Stardust, pero el tono será mucho más siniestro.

Originalmente, era un borrador para un intento experimental de hacer algo de terror psicológico, y pensé en terminarlo y darle forma.

Les advierto que tendrá escenas explícitas de abuso sexual, violencia, mucha manipulación emocional, comportamientos de culto e intentos de suicidio. Toda la familia Gleeful son monstruos sádicos (excepto Shermie, tal vez).

Chapter Text

En un pueblo perdido en Oregon, un fenómeno extraño ha ocurrido desde los inicios, el inusual magnetismo de rarezas ha atraído todo tipo de fenómenos extraños, uno de ellos la inusual caída de meteoritos, pueden pasar décadas incluso más de cien años, pero siempre ocurre, un destello majestuoso que iluminará el cielo y caerá en los bosques.

La familia Gleeful era conocida por su increíble fama y fortuna amasada durante siglos, hombres y mujeres con influencia y mucho poder, algunos con un don natural para la magia. Se habían asentado en el pueblo por generaciones haciendo de su poder y de su fascinación por las estrellas su lema oficial, solían rendirles culto, pero los tiempos modernos cambiaron las tradiciones y brindaron algo más atractivo al público, por lo cual presentaban espectáculos locales. El interior de su carpa parecía extraída del mismísimo espacio exterior y las galaxias más lejanas, usualmente los miembros más jóvenes de la familia hacían uso de su magia para entretener al pueblo durante el receso de invierno y verano. Turistas de todo el mundo viajaban para ver aquel acto.

Durante algunos años aquel espectáculo dejó de hacerse, los rumores hablaban de que los gemelos Stanley, Stanford y la posterior mudanza de Shermie lejos del pueblo habían terminado con aquel acto por rumores de explotación infantil, otros culpaban a la falta de hijos en los dos hermanos gemelos. Sin embargo eso no parecía afectar para nada la fortuna o prestigio del apellido, algunos más razonables decían qué los hermanos simplemente habían optado por abandonar el espectáculo y las miradas curiosas.
La verdadera razón era un poco más simple, Stanford consideraba aquel acto de despilfarro de magia y recursos.
Especialmente cuando la última estrella había caído hacía décadas.

Stanley se estiró en su silla cómo tantas noches sirviéndose un vaso de whisky mientras veía a su hermano con sus diarios caminar de un lado a otro.

“¿Alguna novedad, Sixer?”

“Creo que se acerca el día Stan…”

“¿Hmm, de que hablas?”

“Hablo de ‘ese día’, he estado estudiando por años y finalmente parece que estoy entendiendo este fenómeno”

“Oh…bueno, mientras lo hables en un lenguaje qué pueda entender…”

“Hay un fenómeno en el espacio, alguna clase de agujero de gusano qué atrae nuestros “milagros” a este lugar, no sé del todo cómo funciona…pero…”

“¿Importa acaso? Ve al grano, ¿Tendremos una nueva estrella? Ya casi nos quedamos sin reservas” dijo bebiendo el whisky.

“Según mis cálculos…en los próximos días, el fenómeno volverá a ocurrir muy cerca de está constelación…” dijo mostrándole a su hermano una constelación en forma triangular.

“De acuerdo, preparemos todo para el invitado de honor, mejor guardó los cuadros”

Stanford sonrió levemente orgulloso por su investigación.
“Ve por la cosecha especial, ya sabes los pasos, si ocurre también vamos a necesitar perfume”.

Tal cómo había predicho, una estrella de la constelación triangular desapareció la misma noche que un ‘cometa’ de estela azul se dirigió al pueblo, dejando un cráter en su caída y con un estruendo que despertó a todo el pueblo.
De aquel cráter emergió una criatura de aspecto triangular, brillante cómo el amanecer, de un color azul sereno y claro.
La criatura empezó a retorcerse para salir de la tierra, su ojo bien abierto y su pupila rasgada observaba todo con admiración y temor.

A lo lejos los pasos de los hermanos resonaron, con ojos brillantes se acercaron a la fuente del estruendo topándose con aquella criatura prácticamente alienígena.
Stanford se acercó lentamente agachándose un poco para estar a la altura.

“Tranquilo…vinimos a ayudarte…” susurró el hombre, con una sonrisa cálida. “Seguramente estás perdido y asustado, todo estará bien” su voz era tranquila y segura.

El triángulo se acercó lentamente. Su ojo estaba fijo en el ser frente a él, pero esa sonrisa cálida le brindaba seguridad y había algo en su esencia que se olía familiar y seguro. Olía a su hogar.

Stanford extendió su mano de seis dedos, cuando sintió un pequeño y punzante dolor, lo había mordido y extraído un poco de su sangre. El hombre no parecía inmutarse en absoluto hasta parecía esperarlo.

“Buen chico” susurró su hermano Stanley desde la distancia.

La forma de la estrella empezó a cambiar casi de forma grotesca pero inusualmente maravillosa, un capullo se formó alrededor de la criatura y de éste emergió un humano o lo que aquella estrella pudo procesar cómo uno usando las células y la sangre de Stanford.

El humano poseía ojos brillantes y azules, pupilas rasgadas, un cabello oscuro y de tonalidad azulada y un aura brillante, etérea a su alrededor. El nuevo humano se tambaleó un poco y cayó al suelo, no muy acostumbrado a sus extremidades, su voz parecía algo rota y tenía dificultades para emitir sonido.

Stanford lo cubrió con su capa y lo ayudó a levantarse junto con su hermano permitiendo que la estrella se sostenga de ellos.

“Te llevaremos a un lugar seguro, mi nombre es Stanford Gleeful y él es mi gemelo Stanley, quizá te sea difícil hablar pero ¿Tienes un nombre?”

La estrella encontró su equilibrio con sus pies pisando el frío césped. Un sonido similar a un susurró pudo emitirse de su garganta luego de varios minutos.

“Mi nombre es William…”

La mansión era un espacio lujoso, melancólico y pulcro, sus paredes y cortinas poseían tonalidades azules y negras, el ambiente se sentía frío y silencioso, los ojos de la estrella miraban todo a su alrededor. Poco a poco soltando el agarre de los humanos comenzó a caminar por su cuenta, los pisos de cerámica se sentían muy fríos bajo sus pies descalzos.

William abrazaba la capa a su alrededor para mantener algo de calidez en su cuerpo, sus manos se deslizaban en las finas cortinas y sillones de aspecto esponjoso y pulcro. Un sin fin de texturas y sensaciones nuevas, conocía sobre el mundo humano en su dimensión, pero jamás logró verlo personalmente.

Will sintió la mano del humano de lentes en su hombro, poco a poco dirigiendolo al sofá para sentarse.

“Seguramente estás hambriento y con sed” susurró era una afirmación y no una pregunta “Stan, traele a nuestro invitado algo para comer y beber, no podemos permitirnos ser malos anfitriones.”

Stanley sonrió y se dirigió a la cocina, Will dirigió su vista a la chimenea encendida, el calor no terminaba de calentar la habitación, parecía que el frío era el estado natural de la mansión.

Su vista se posó en las paredes azules y el enorme mapa de estrellas y constelaciones sobre la chimenea, se veía cómo un cuadro hermoso y tenía una gran atención al detalle, algunas estrellas estaban coloreadas en distintos tonos, Will desconocía porque era eso en particular. Pero le parecía una obra muy bonita y un recordatorio de su hogar, aunque solo era un fragmento de todo lo inmenso que era el cosmos.

“Dime, mi querido invitado, ¿Cómo llegaste aquí, a nuestro mundo?”

Stanford conocía cuál era la respuesta pero quería oír a aquel ser hablar.

“Fue un accidente” susurró “estaba tranquilo en el vacío cuando fuí atraído por una fuerza extraña, cómo un agujero negro, pero fui lanzado a está zona del cosmos y caí en el planeta.”

Will habló con cierta naturalidad, parecía que no eran raros esos incidentes o quizá simplemente se sentía seguro de qué volvería.

“Lo único extraño…” continuó la estrella con algo de confusión en su tono “fue esa risa que oí antes de caer, quizá…solo lo imaginé” susurró.

Stanford lo contempló con algo de asombró. ¿Risa? Sonaba descabellado hasta para él.

“¿Quieres regresar a tu hogar?” Dijo Stanford sonriendo mientras se recostaba en el respaldo del sillón.

“Necesitó recuperar un poco mis fuerzas, de igual modo agradezco mucho su hospitalidad”
Will acarició la capa entre sus dedos, el aroma similar al que tenía el humano le generaba una sensación de profunda calma.

Quizá fuera por el golpe al caer, la sobreestimulación de emociones o el aura enigmática de Stanford con ese aroma relajante, pero Will no parecía cuestionar mucho la calma de los humanos de tener un ser sobrenatural allí, ‘tal vez no era raro para ellos’, pensó y no se equivocaba.

Finalmente Stanley llegó con comida y bebidas, bandejas con diversos tipos de alimento salado y dulce y tres copas con bebidas de una tonalidad violácea.
Stanford fue el primero en comer y la estrella no tardó en hacerlo también, imitaba un poco al humano y masticaba con lentitud.

Stanley sonreía mientras comía, hasta que finalmente levantó su copa.
“Brindo por nuestro nuevo invitado…bienvenido a la Tierra” dijo mientras bebía casi todo el líquido de un trago.

La estrella hizo lo mismo y comenzó a beber, un aroma familiar invadió su nariz, el sabor lo trasladó a sus paseos en el vacío del espacio, las nebulosas, galaxias, todo estaba allí moviéndose en un majestuoso vals cosmico.

Stanford continuó dando pequeños sorbos a su bebida, cerró los ojos mientras saboreaba el contenido con tranquilidad. Ni siquiera se inmuto ante el sonido del cristal rompiéndose en el suelo y el estruendo que hizo el cuerpo de la estrella al caer inconsciente.
Stanley rió por lo bajo.

“Fue demasiado fácil…”

“¿Cuánto tiempo tenemos?” Susurró Ford.

“Dormirá todo el día”

“Bien”

Stanley sonrió de lado mientras levantaba a Will y sujetaba el rostro de la estrella inconsciente entre sus manos.
“Mira, aún no puedo creer lo logramos, una visión de ensueño, un festín digno de un dios ¿No crees?”

“No lo dudo” dijo pasando sus dedos por los mechones de cabello azulados.

“¿Y bien?¿Cómo lo haremos?¿Lo matamos ahora o…?”

Stanford negó con la cabeza.
“No, necesitamos que duré, podríamos cosechar polvo por años si hacemos las cosas bien…”

La sonrisa de su hermano se ensanchó bastantes y en sus ojos se reflejaba una maldad intensa.

“No aún” dijo adivinando los pensamientos de su gemelo “Llévalo al laboratorio, voy a preparar el ritual de enlace.”

Su hermano asintió cargando el cuerpo de su invitado cómo una bolsa de papas en su hombro.

Hacía varias décadas que no se realizaba el ritual, pero Stanford había entrenado toda su vida para eso, por generaciones su familia se había dedicado a cosechar el polvo de estrellas, la esencia celestial más pura y poderosa de todas.

Colocaron el cuerpo de Will en medio de un enorme pentagrama, los ojos de Ford destellaron con un brillo siniestro mientras presionaba la punta de una hoja afilada y reluciente contra la suave piel del interior del brazo de Will. El frío metal perforó su carne, una delgada línea de sangre impregnada de un polvo azul brillante brotó, escurriéndose por su brazo.
Mientras la esencia de la estrella goteaba sobre el suelo del pentagrama, Ford comenzó a cantar en un tono bajo y gutural. El aire a su alrededor poseía una extraña energía sobrenatural mientras él tejía un hechizo intrincado, sus manos moviéndose en gestos arcanos. El amuleto que llevaba alrededor del cuello, adornado con partículas de polvo estelar, brillaba con una luz malévola, parecía latir al unísono con su conjuro.

Stan observaba el oscuro ritual de su hermano con una sonrisa, mientras observaba a Will en el suelo "Mantente dormido, chico bonito," se burló. "Esto no dolerá... mucho."

A medida que el canto alcanzaba su culminación, una repentina explosión de luz cegadora estalló desde el amuleto. La energía etérea se condensó en una cadena translúcida y resplandeciente que serpenteó por el aire antes de envolverse alrededor de las muñecas, tobillos y cuello de Will. La cadena pulsaba y brillaba, resonando con la magia oscura que ahora ataba a la estrella a los caprichos de los hombres.

"¡Está hecho!" Ford declaró con una risa triunfante, sus ojos brillando con un placer retorcido. "Un nuevo sirviente para nuestra colección. Bienvenida, pequeña y hermosa estrella.”

Las cadenas se apretaron en la piel de Will mientras drenaban su fuerza y poder, vertiéndolo en los amuletos que llevaban los hermanos Gleeful.

“Entonces…¿Procedemos con la introducción?¿Qué será?¿Arrancamos sus uñas, cortamos alguna extremidad?”

“Lo haremos de la forma tradicional, necesitamos un quiebre rápido y empezar a extraer la esencia, así que llévalo a alguna habitación y coloca los cuadros allí, no quiero tener que dar explicaciones cuando empiece a chillar”.

“Sin tiempo para monólogos de villano supongo” se burló su hermano.

“Para eso están los cuadros, Stanley, para ahorrarnos el sermón”.

“Por mi está perfecto, además me gusta más la forma tradicional” dijo con un tono cargado de lujuria mientras cargaba a William.

La estrella despertó luego de varias horas, el sonido de los gritos en sus sueños hicieron que se levantará agitado. Al abrir los ojos notó la habitación a su alrededor de paredes color borgoña, muebles antiguos y lujosos de una época victoriana, sábanas de seda en una cama demasiado grande para él, podía divisar una ventana bloqueada y una mesa con vino a medio tomar. Sin embargo sus pupilas se ensancharon al notar la selección de cuadros en la habitación, de tonos oscuros y lúgubres.

Will podía divisar una secuencia macabra en cada pintura. La figura del patriarca de la familia en uno de sus cuadros sonriendo junto a su familia, en su mano sostenía una cadena qué aferraba a una joven en el suelo de cabello dorado, su piel brillaba y estaba completamente desnuda, su expresión mostraba terror. La imagen era perturbadora de por sí, a simple vista parecía un reflejo de prácticas abusivas con los esclavos de la familia. Sin embargo el contexto era aún peor siguiendo las otras imágenes.

Will notó la siguiente pintura, un grupo de hombres acorralando a dos niños en el bosque, estos dos también parecían tener un aura brillante a su alrededor, sus cabellos eran morados y rosados, ambos parecían ser hermanos y estaban abrazados y llorando mientras eran apuntados con armas, rodeados con perros de caza y caballos. Algunos de esos hombres estaban en la foto anterior junto al anciano con la cadena. Todos tenían una sonrisa perversa en sus rostros, sus ropas mucho menos antiguas que la imagen anterior indicaban qué habían pasado algunas décadas entre cada pintura.

La tercera imagen era por lejos la más cruda de todas, la figura de una joven siendo sometida sexualmente por un grupo de personas, hombres y mujeres con túnicas y máscaras sonriendo, la expresión de la joven solo reflejaba miedo y angustia. El aura brillante otra vez, el cabello de un inusual color rojizo, incluso un pequeño detalle qué no pasó desapercibido fueron las pupilas rasgadas de la joven. Will sintió su interior retorcerse, eran claramente estrellas.

La última foto mostraba un festín, una larga mesa con todos los miembros de la familia sosteniendo una copa de un líquido plateado y brillante, había incluso niños, mujeres con bebés, sonriendo y tomando aquel líquido.
En el centro de la mesa solo yacían los restos de un cadáver, sólo había huesos y un polvo brillante.

William retrocedió lentamente alejándose de las pinturas cómo si estas pudieran cobrar vida y salir a arrastrarlo dentro en cualquier momento. Dió un sobresalto al oír el sonido de la puerta abrirse, ambos hermanos entraron y cerraron la puerta tras de sí.
La expresión de horror en los ojos de la estrella les dijo que había entendido muy bien el mensaje de los cuadros.

“Parece que eres de los listos, te diste cuenta rápido de lo que hacemos aquí.” Dijo Stanford acorralando a la estrella.

Will solo emitió un sonido lastimero y leve, no era un sollozo pero se acercaba a uno, estaba aterrorizado. Su primera reacción ante la clara sensación de peligro fue intentar huir pero no llegó lejos cuando sintió las cadenas dejarlo sin aire por breves segundos, se sentía débil y agotado, sus manos estaban paralizadas al igual qué sus pies, las intrincadas cadenas empezaron a arrastrarlo nuevamente hacia los hermanos.
Stanley sujetó el brazo de la estrella y lo arrojó contra las sábanas, podía ver a Stanford sonreír mientras enredaba la cadena entre sus dedos.

Stanley sostuvo la barbilla de Will con fuerza, su agarre lastimaba la delicada piel de la estrella mientras lo obligaba a mirar en sus ojos fríos y azules.

"Somos tus amos ahora, pequeña estrella. Tus dioses. Es hora de que aceptes tu lugar en este mundo, como una fuente de poder que será utilizada y drenada hasta que no quede nada más que cenizas y polvo."

Ford lo observó y se acercó emitiendo una risa áspera, sus dedos acariciando el cabello azul oscuro, una parodia burlona y cruel de una caricia tierna.
"Hemos estado cazando a los de tu especie durante generaciones, dulzura. Deberías sentirte honrado de unirte a las filas de aquellos que vinieron antes que tú, los que sacrificaron todo por la gloria del nombre Gleeful.”

Ford extiende la mano y agarra el amuleto que cuelga de su cuello, el cual contiene la magia que drena el poder estelar, del cual la familia ha dependido y abusado durante mucho tiempo. El amuleto brilla con una luz sobrenatural mientras Ford lo abre para revelar el interior marchito y lleno de polvo.

Los gemelos comparten una mirada de anticipación, sus ojos brillando con la promesa del inminente tormento y violación que se avecina.

"Tenemos tanto reservado para ti, estrellita," dice Stan, su voz suena cómo un ronroneo bajo y amenazante. "Años y años de sufrimiento y agonía exquisita, todo diseñado para alimentar la grandeza de la familia Gleeful. Deberías estar agradecido."

Ford se inclina, su aliento se siente caliente sobre el rostro de Will mientras habla, sus palabras goteando con una lujuria cruel y retorcida.

"Y cuando finalmente hayamos terminado contigo, cuando hayamos drenado hasta la última gota de tu poder y te hayamos reducido a un brillante montón de polvo, te devoraremos por completo. Tu esencia se convertirá en parte de nosotros, tu tristeza y desesperación será nuestro combustible eterno”.

Los gemelos retroceden, sonriendo hacia Will con el aire engreído y satisfecho de depredadores que ya han reclamado a su presa. "Bienvenido a tu nueva vida, William. Ahora nos perteneces, en cuerpo, mente y alma”.

Chapter 2: Gritos en el vacío

Notes:

Advertencia este capítulo presenta escenas explícitas de abuso sexual.

Chapter Text

“Bien ¿Quien hará los honores?” Preguntó Stan con un tono tranquilo cómo si fuera una conversación diaria.

“Aunque suena divertido, te lo dejaré a tí” respondió su hermano con seriedad “traje las últimas dosis.”

Stan rió de forma amarga sosteniendo el pequeño vial con una sustancia brillante y rojiza. “Más vale qué lo valga” dijo bebiendo el líquido de un sorbo.

Las pupilas de Will se veían cómo dos finas líneas en su iris azul brillante, un color que se asimilaba a la cadena qué surcaba su cuello, tobillos y muñecas. La energía no era demasiada, pero el terror y la sensación inminente de muerte y peligro le dió un shock de adrenalina a su cuerpo ahora humano.
Fue gracias a esa energía que logró moverse rápidamente mientras los hermanos estaban distraídos con aquella droga y correr a la salida.

“Stanford, controla a tu animal” gruñó Stanley al ver a la estrella querer arrastrarse a la salida y arrojarles la botella de vino en pánico. “¿Sabes lo qué cuesta esa botella?”

Su hermano solo rió por lo bajo sosteniendo la cadena, notando la desesperación de la criatura al no poder abrir la puerta y sentir el tirón de las cadenas nuevamente, sus uñas se clavaban en sus muñecas y tobillos en un intento inútil por romperlas.
El humano lo atrajó hasta él nuevamente cómo si fuera un simple objeto. Will gruñó por la falta de aire intentando morder las cadenas, Stanley rió con burla, pero Ford lo contempló detenidamente unos momentos, podía ver en sus ojos azules un brillo intenso, estaba aterrado, si, pero también tenía un fuego radiante y determinado, quizá era osado o simplemente estúpido; sin embargo la mezcla desafiante y aterrada en aquella mirada lo hacía sonreir. Quería ver ese brillo apagarse lentamente y quería ser el artífice de eso.

“Stan, me parece que nuestra pequeña estrella está muy alterada, necesitamos calmarlo un poco”.

Stan sostuvo a Will con fuerza rodeando su cuerpo y apretando su pecho contra la espalda de la criatura qué se removía cómo un animal furioso.

“¡Suéltenme! ¡Déjenme ir!” Will atinó a clavar los dientes en el brazo de Stan sintiendo un sabor metálico recorrer su boca cuando la sangre empezó a brotar.

“Parece que esté es de los rebeldes” rió Ford “es una pena en verdad quería qué fuera lo menos doloroso posible, pero no puedo permitir está clase de comportamiento bajo mi techo…” El tono de voz tranquilo y pausado de Ford no se correspondía con la sonrisa y mirada llena de sadismo en su rostro, él esperaba que William se revelará, qué luchará, eso era lo que más disfrutaba de la situación.
“Haz que abra la boca” dijo sacando otro frasco con aquella sustancia brillante pero está era de un color plateado.

Stanley solo se quejó por la mordida pero no soltó el agarre. De hecho parecía que el dolor no le afectaba demasiado.
“Realmente merece sufrir”

“Lo sé, pero esto es una pequeña dosis para que se calme, no vas a poder hacer mucho si se sigue retorciendo cómo un poseído.”

Stanley asintió y sujetó el cabello de Will con fuerza jalando como si quisiera arrancarlo desde la raíz. William soltó el brazo de Stanley y gritó de dolor, momento el cual Ford usó para hacer que bebiera el líquido.

“No tardará mucho en hacer efecto” susurró el científico mientras acariciaba el rostro de Will con falsa ternura. “Te verías mucho más bonito si te rindieras” susurró en el oído de la estrella “pero ¿dónde estaría lo divertido en eso?”

Los ojos de Will se nublaron, la sensación en su cuerpo era mucho más extraña de lo normal, sus extremidades estaban adormecidas. Apenas notó que la herida de Stanley ya no estaba allí, era cómo si no hubiera existido en primer lugar.
Stanford sostuvo la cadena del cuello haciendo que lo mirara a los ojos.

“¿Qué es esto…?¿Por qué están haciéndome esto?” Su voz sonaba rota, las lágrimas no tardaron en aparecer y caer por sus mejillas.

“Ya está llorando y ni siquiera hemos empezado” dijo Stanley mientras mordía el cuello de Will con fuerza hasta dejar una marca violácea. A lo qué la estrella solo logró soltar un quejido, mientras las manos del humano lo acariciaban y apretaban con lujuria.

Stanford solo lo miraba con frialdad y sin inmutarse, cómo si solo fuera un experimento. No había brillo en sus ojos, nada qué se asemejara siquiera al brillo solar de William, quizá por eso le fascinaba tanto verlo cómo a su vez deseaba extinguirlo.

“Creo que no has entendido cual es tu posición aquí si haces esas preguntas estúpidas. Eres un medio para un fin, una fuente de poder, un objeto para usar y descartar a placer del clan Gleeful.” su voz sonaba neutra y calmada “No eres una estrella aquí, no eres humano, ni siquiera un ser vivo para nosotros, eres simplemente una fuente de alimento para nuestro poder. Cuanto más rápido lo aceptes más fácil será para tí. En cuanto a qué es lo que te dí…solo es un calmante, cada tipo de polvo estelar extraído tiene propiedades muy interesantes. Me encantaría ver que hace el tuyo.”

“¿Qué van a hacerme?¿Voy a morir?” La pregunta de Will estaba cargada de genuina angustia y miedo, la respuesta fue la risa de parte de ambos hermanos.

“Claro qué no, cuál es el chiste de matarte ahora, sería un desperdicio de potencial y recursos” Will sintió qué iba a ser tragado por la oscuridad en los ojos del humano, la forma en que lo miraba le daba escalofríos. Sentía qué tras esa oscuridad helada había algo peor “Lo que hacemos en está familia hace décadas es cosechar polvo de estrellas, un material muy raro y especial que solo puede ser extraído cuando los seres cómo tú se quiebran en su forma terrenal…”

“¿Q-quieres decir mi sangre? Te daré lo que quieras solo dejame irme…”

“Oh, no, nada de eso mi pequeña estrella, no es tu sangre lo que da la mayor cantidad de polvo de estrellas, es tu esencia solidificada, lo qué los humanos llamamos alma en tu caso es… esto” Stanford abrió su amuleto para mostrarle el polvo brillante. “Su forma más pura y fácil de extraer es a través de la agonía y el sufrimiento, sale mucho más concentrado, tu cuerpo actual no soportará la presión y empezará a quebrarse y agrietarse cómo una muñeca de porcelana, ¿No crees qué es algo maravilloso?”

No había palabras en el mundo para describir el nivel de odio y terror qué William sentía en ese momento.

“Deja la charla nerd y pasemos a la acción…”

Stanford suspiró y sonrió de lado.
“Lo siento, me dejó llevar con mis intereses y habló hasta los codos cuando algo me gusta y creeme, no hay nada qué me guste más que esto” susurró con un tono amenazante y ponzoñoso. “Abrele las piernas, Stanley, es hora de empezar”

Quizá el cuerpo de la estrella estaba mucho más adormecido pero eso no significaba que no sintiera nada, los brazos del humano que lo seguían reteniendo cómo una serpiente se enredaron en sus muslos levantando sus rodillas en el aire y exponiendo las zonas más vulnerables de su cuerpo a la vista del otro.

Stanford solo lo observaba con calma cómo si estuviera analizando una muestra en el laboratorio, su tono y mirada analítica casi indiferente a la crueldad hacían que Will le temiera mucho más.

“¿Vas a usar el lubricante? Pensé qué íbamos a castigarlo”.

“Aunque la capacidad regenerativa de su especie es rápida, a veces eres demasiado brusco Stanley, no queremos arruinarlo en la primera noche”.

“Tienes razón, ya habrá tiempo para domesticarlo cómo es debido” susurró Stan mordiéndole el lóbulo de la oreja, saboreando la angustia de Will y disfrutando los quejidos de dolor.

Ford exprimió una generosa cantidad de lubricante sobre sus dedos, luego se inclinó para introducir bruscamente dos en la apretada entrada de la estrella sin preámbulo. Will gritó y se removió en agonía, su cuerpo retrocedió ante la repentina y dolorosa intrusión. No había calmante que pudiera rebajar el ardor de la violación en un cuerpo que ni siquiera fue creado para eso.

"Joder, está apretado" gruñó Ford, bombeando sus dedos bruscamente dentro y fuera de la estrella, forzando su cuerpo a aceptar la penetración no deseada. "Relájate, llorón" ordenó cruelmente.

El grito angustiado de Will se ahogó cuando la mano de Stan se cerró de repente sobre su boca, sofocando sus gritos de ayuda. Con los ojos llenos de terror, mordió desesperadamente la palma de Stan, saboreando el sabor de la sangre, pero Stan solo se rió y apretó más fuerte, cortando el suministro de aire de la estrella.

"Shh, no seas un maldito llorón," gruñó Stan, divertido por las luchas desesperadas de su víctima. "Esta es tu nueva realidad, así que más te vale acostumbrarte.”

Will simplemente sacudió la cabeza frenéticamente, con lágrimas corriendo por su rostro mientras sollozaba en la mano ensangrentada de Stan, un sonido roto y aterrorizado que solo sirvió para aumentar los deseos sádicos de los hermanos.

“Por qué gritas tanto, ni siquiera empezamos con el plato fuerte” rió Stanley sonriendo, sin prestar atención a los sonidos ahogados y la sangre cayendo de su mano. El polvo de estrellas rojizo que había consumido no solo le daba una mayor energía sino una capacidad increíble para curarse, no importaba que tanto Will lo mordiera.

Mientras Ford abría el interior de la estrella, Stan usó su mano libre para desabrochar su cremallera y sacar la palpitante erección. Se lamió la palma, untándola con saliva, antes de envolver su miembro con los dedos y darle unas cuantas embestidas.

"Mmm, no puedo esperar a sentir este culo virgen envuelto alrededor de mí" gruñó Stan, sus ojos más oscuros de lujuria mientras observaba los dedos de Ford hundiéndose en el interior de la estrella.

“Es una pena verte llorar así” susurró Ford “el brillo en tus ojos se cubre con tus lágrimas, pero debo admitir qué verte quebrarte es fascinante”.

Los sollozos ahogados de la estrella caída se hicieron más fuertes, incluso cuando la mano de Stan le cortaba el suministro de aire, cuando Ford le metió un tercer dedo dentro su cuerpo se tensó, arqueándose hacia atrás tanto como lo permitía el agarre de Stan, mientras un dolor abrasador lo atravesaba por la brutal invasión.

"¡No! N-no por favor…se los estoy…suplicando tengan piedad” sus gritos angustiados vibraron contra la palma de Stan. Lágrimas calientes corrían por su rostro mientras se sacudía desesperadamente tratando de librarse de los dedos que se hundían en él, su cuerpo seguía negándose a aceptar la intrusión.

Ford simplemente sonrió cruelmente ante el dolor y la angustia de la estrella, retorciendo y separando sus dedos dentro del calor apretado, forzando al cuerpo de Will a estirarse y acomodarse a la penetración no deseada. "Solo relájate," se burló “El dolor es solo placer que aún no has experimentado."

Stan seguía masturbándose observando las lágrimas angustiadas del ser cósmico y la forma en que se movía tan desesperadamente alrededor de los dedos de Ford solo aumentaron su lujuria.

"Míralo, Stan," dijo Ford con una risa oscura. "Apenas unas horas en la Tierra y ya está aprendiendo a satisfacer a sus amos, creo que va a aprender muy rápido.”
Curvó los dedos con fuerza, presionando duro contra la próstata de la estrella, haciéndola estremecerse y convulsionar.

"Calla la puta boca y mantenlo quieto," gruñó Stan impacientemente, agarrando las caderas de la estrella con suficiente fuerza como para dejar marcas mientras se posicionaba entre sus muslos abiertos. "Suficiente preparación, voy a destrozarlo”

“Ya casi…” Ford solo sonrió ante los gemidos y sollozos ahogados de Will, sin dejarse conmover por su dolor y miedo. Apretó sus dedos con más fuerza y rapidez, estirando y forzando bruscamente el apretado interior para acomodarlo.
“Deberías estar agradecido por este honor. No todas las estrellas tienen la oportunidad de recibir este… trato especial la primera noche.”

Apenas Ford retiró sus dedos el alivio momentáneo se esfumó. Stan agarró la base de su pene cubierto de saliva y presionó la punta contra el interior de Will. Retiró su mano de la boca de la estrella, permitiendo que sus sollozos angustiados llenarán la habitación. La voz de Will se rompió y quebró en un gritó, el sonido de su miseria desgarrando el aire nocturno.

"¡Eso es, canta para nosotros!" Stan susurró mientras sus caderas se movían brutalmente, hundiéndose hasta el fondo con cada embestida. "¡Déjanos escuchar la música de tu destrucción, el dulce, dulce sonido de tu alma destrozándose!”
Ford sólo se rió. Capturó los labios de la estrella en un beso brutal, forzando su lengua en la boca del ser celestial, ahogando sus gritos mientras Stan seguía empujando sus caderas.

Will solo podía gritar de puro terror mientras sentía el dolor abrasador que desgarraba su cuerpo como un cuchillo caliente. Sus gritos estaban amortiguados y distorsionados mientras Ford continuaba besando su boca, su lengua invadiendo e intentando dominarlo.

Stan no se detuvo. Con un bajo y animal gruñido, se lanzó hacia adelante, hundiendo su grueso miembro más profundamente en el calor apretado y resistente del trasero de la estrella. Will sentía, su columna vertebral arqueándose mientras la agonía explotaba a través de sus nervios.

Ford se apartó del beso antes que Will lo mordiera, solo el tiempo suficiente para escuchar los gritos volverse más fuertes y frenéticos. Sonrió al ver la escena, disfrutando inmensamente la angustia del peli azul.

"Descuida, te prometo que aprenderás a amarlo y disfrutarlo...la primera vez duele pero es qué Stan se entusiasma demasiado con los juguetes nuevos”

Will lloraba y gritaba, su mente estaba disociandose por el trauma, no prestaba atención a las palabras del humano. Su estómago se revolvía de dolor y repulsión, esforzándose por no vomitar.

Stan gemía de placer mientras sentía cómo lo apretaba y se contraía involuntariamente alrededor de su miembro. Podía sentir cómo el cuerpo de la estrella intentaba instintivamente sanar y adaptarse a la brutal intrusión, haciendo que el calor fuera aún más exquisito para él. "Has encontrado a una verdadera joya esta vez, Ford."

Ford estaba atento, mirando a la estrella mientras sacaba un pequeño frasco de su bolsillo.
"¿Qué te dije? Sabía que sería especial," sonrió, extendiendo la mano para apretar el rostro de Will entre sus dedos, notando la pequeña grieta abriéndose bajo el ojo derecho. "Es perfecto, ¿verdad? Nacido para satisfacer al clan Gleeful.”

“Duele…duele mucho, por favor… paren…ya no lo soporto” Will solo podía sollozar con desesperación, su mente fracturándose por la agonía de ser desgarrado. Para él, esto no era más que una pesadilla viviente, su pene permaneció flácido, sin tocar y sin verse afectado por la estimulación no deseada, un testimonio de su total repulsión y angustia qué sentía en ese momento.

“Buen trabajo, Stan” susurró abriendo la grieta con una pequeña hoja afilada viendo como el polvo azulado caía de la herida. Ford tomó el frasco y dejó caer parte de la esencia de Will, lo suficiente para llenar una pequeña probeta, para ambos hermanos la agonía tan intensa valía cada gota.
Los ojos de Will estaban perdidos en una niebla de dolor y lágrimas, no estaba realmente allí, aunque sus gritos aún resonaban cómo una forma de procesar el dolor. Ni siquiera había notado cómo empezó a romperse.

“Ya tengo lo qué necesito, Mejor acaba con esto rápido Stan o su sangre va a arruinar la seda” diciéndo esto Ford se retiró de la habitación con el vial en su mano.

Stanley gruñó, sus movimientos eran erráticos, bruscos y casi salvajes buscando su placer y el clímax a costa de los gritos y el llanto.
“Eres mío ahora, oíste, no me importa lo que diga Ford, eres mi juguete a partir de ahora”.

Will sintió qué aplastaba su cuerpo contra la cama y el dolor aumentaba escalando a un punto qué no creyó posible. Cuando sintió la esencia caliente del humano quemarlo por dentro junto con los gemidos roncos de placer en su oído, su cuerpo simplemente dejó de moverse, su consciencia se iba perdiendo en la oscuridad. A medida que el agotamiento lo arrastraba hacia abismo inconsciente, el último pensamiento de Will antes de rendirse al vacío que lo llamaba fue un susurro roto y angustiado: "¿Qué me han hecho... en qué me he convertido?”

La mente de Will flotó en el vacío, pese a todo lo ocurrido estaba mucho más aterrado de Stanford que de Stanley en un nivel subconsciente, mucho más qué las caricias lascivas y los besos repugnantes, Stanley era un monstruo con fuego y crueldad en su mirada, con un brillo de sadismo y curiosidad. Stanford era un agujero negro dispuesto a devorarlo, no había luz en sus ojos, no había nada mas que el vacío de la muerte.
Stanley era un monstruo qué buscaba su placer y satisfacción a costa de otros, pero no estaba seguro de lo qué Stanford era, eso le causaba un profundo terror instintivo.

No había muchas cosas que pudieran destruir a Will en el cosmos, su existencia era tranquila y prolongada, la vida en su mundo era armónica, solitaria y silenciosa. Incluso había aprendido ha aceptar los aterradores agujeros negros que lo asustaban cuando solo era un destelló joven en su constelación, porque eran parte natural de su existencia, parte del vals eterno del universo. Pero esto no lo era, nada de lo qué estaba viviendo y sintiendo era natural, ni su cuerpo, ni las emociones, ni siquiera los humanos que lo mantenían cautivo. Eran monstruos, qué se habían vuelto depredadores naturales de su especie durante generaciones, silenciosos y eficientes, nadie en el cosmos sabía de ellos, no tendría ningún sentido, ¿Qué eran un par de estrellas perdidas entre billones? Nadie sabría lo qué ocurría en la Tierra, nadie escucharía sus gritos, nadie vendría ni sabría qué fue de él. No estaba preparado para ese destino de sufrimiento y agonía, ni él ni ninguna de las víctimas que lo precedieron.

El vacío y el estado de inconsciencia al menos le dieron un respiro temporal, si pudiera elegir en ese momento no querría despertar jamás. Mientras flotaba sintiendo el frío rodear su cuerpo, pudo oír una risa familiar, una voz burlona qué se oía provenir de todos lados.

"Te romperán, pequeña estrella..." murmuró la voz espectral. "No importa cuán fuerte creas que eres, encontrarán la manera de destrozarte, de moldearte a su antojo.
El placer vendrá, no invitado y no deseado, y sabrá a cenizas en tu boca" añadió “te odiarás por cada momento de ello, por cada traicionero retortijón de placer que tu cuerpo insista en sentir. Y al final, te quitarán todo, tu dignidad, tu autoestima, tu propia identidad, no te quedará más que la cáscara vacía de lo que una vez fuiste”

La voz se mezcló con el sonido de los gritos y llantos de aquellos qué estuvieron antes de él, una sinfonía de sueños destrozados y espíritus aplastados. Will sintió su angustia asentarse en sus huesos como un escalofrío, filtrándose en su alma misma y manchándola con el conocimiento del destino que le esperaba.

"Despierta, pequeña estrella… despierta y abraza tu destino como un juguete para su placer... por toda la eternidad." La voz burlona resonó en su oído.

"No.” Will habló con una voz temblorosa pero la luz brillante de sus ojos aún flameaba cómo un fuego imparable “No puede terminar así, debe haber una manera, debe haber alguna esperanza.”

La voz espectral quedó en silencio ante el desesperado ruego de Will, sus susurros crueles fueron reemplazados por un silencio ensordecedor y opresivo. En la quietud, otra voz emergió del vacío, antigua, sabia y teñida con un atisbo de calidez que destacaba en medio de la penumbra.

"¿Esperanza? Oh Will..." murmuró la voz y por un momento, Will pensó que podía ver una figura brillante hecha de nebulosas rosadas, con forma de ajolote, materializándose ante él en la oscuridad. "La esperanza es un lujo precioso en este lugar. Más rara que cualquier tesoro y más difícil de aferrar que un soplo de aire."

La figura del ajolote parecía inclinarse más cerca, sus ojos cómo galaxias brillando con una luz misteriosa. "Pero sí, siempre hay una manera, una oportunidad para desafiar tu destino y forjar un nuevo camino. No será fácil y el precio de la libertad siempre es alto”.
La voz se tornó seria y solemne.
"Debes ser astuto, despiadado y sobre todo apuntar al corazón. Debes estar atento al momento, a la oportunidad de atacar y aprovechar tu ventana. Y debes aferrarte a la esperanza de que eres más que este destino, más que la suma de tu tormento o de lo contrario serás aplastado por la oscuridad."

La voz de la figura se convirtió en un susurro ferviente. "Recuerda, eres una estrella, nacida del cosmos, un ser de fuego estelar y voluntad indomable. Pueden atenuar tu luz, pero nunca podrán extinguirla por completo. Aviva las llamas de tu espíritu y deja que te guíen hacia el camino de tu liberación."

Will observó con asombro cómo las figuras de las estrellas muertas se acercaban alrededor de la criatura brillante y rosada, aferrados cómo un niño pequeño a los brazos de una madre, un único destello de luz en el vacío qué los atraía para brindarles un calor que ya no podían crear ellos mismos. Algunas se acercaron lentamente para rodear a Will, otras, las luces más pequeñas y jóvenes, giraban alrededor de la entidad mística.
“Cuántos seres inocentes, destrozados sin sentido por la crueldad más egoísta” susurró con tristeza y furia. “No estás solo Will, puedes encontrar una salida”.

“No sé si pueda…no sé si soy lo bastante fuerte” susurró.

“Solo tú sabes hasta dónde eres capaz de aferrarte en tu esperanza, pero escuchá mis palabras atentamente una vez más, sé astuto, sé despiadado y sobre todo apunta al corazón”.

Con eso, la figura se desvaneció junto con los fantasmas de las estrellas muertas de nuevo en el vacío, dejando a Will con el más tenue destello de propósito en la oscuridad, una chispa frágil y desesperada de esperanza en medio de la sofocante oscuridad del vacío.

Por más qué intentó quedarse en su refugio de oscuridad, sus ojos se abrieron lentamente notando qué estaba en un lugar desconocido, su cuerpo estaba cubierto en ropas holgadas y claras, la habitación poseía un tono azul pálido y a su lado había una bandeja con una taza de té y mucha comida. Aunque su estómago protestó la desconfianza fue más fuerte. Will notó su cabello limpio, su piel sin ningún rastro de fluidos o heridas.
La única evidencia de que lo que había ocurrido fue real y no una horrible pesadilla, era la cicatriz qué surcaba su pómulo derecho y el dolor fantasmal en sus interior producto de la brutal violación.

Los ojos de Will se posaron en el humano durmiendo en el sofá junto a su cama, posiblemente Ford había mandado a su hermano a vigilarlo, Will extendió su mano hacia el cuchillo de la bandeja, pero la cadena leyendo sus intenciones detuvo su brazo con un mensaje claro. No puedes matarlos.
William gruñó por lo bajo en fastidio, quería hacerlo pedazos hasta que sintiera al menos una octava de dolor de lo que le había hecho sentir a él, pero no podía apuñalarlo y sus mordidas solo eran juegos para ese par de monstruos.

Will solo lo miró de reojo con un odio profundo avivando las llamas y deseos de asesinarlo, de usar su poder para quemar y derretir la piel de su cráneo. El humano pronto despertó y sus sonrisa solo le dió más asco a la estrella.

“Oh, ya estás levantado ¿Te molesta?” Dijo tomando la bandeja de Will y comiendo su comida “Seguramente no tienes apetito de todas formas” rió por lo bajo.

William apretó las frazadas entre sus puños, mientras sentía la mano de Stan acomodar los mechones de su cabello hacia atrás. No era un gesto tierno o cariñoso, era un recordatorio de qué le pertenecía, de que podía invadir su espacio personal cómo y cuando quisiera.
Will sentía el calor en la mano del humano frotar la herida en su mejilla con suavidad, no tenía la fuerza para atacar, mucho menos matarlo por esa cadena.
“Ford me dijo qué debía dejarte descansar un poco, pero realmente estoy impaciente por romperte de nuevo”.

William aguantó las ganas de atacarlo, sabía que el humano buscaría cualquiera excusa para hacerle daño. No respondió, solo miró el vacío por un momento.

“Créeme” dijo Stan con burla “deberías agradecer que no fue Ford quien te tocó está vez, es mucho más cruel que yo y eso es mucho decir ¿Puedes creerlo?”.

Stan rió y Will no dijo nada, sabía qué era verdad. Solo atinó a mirar los ojos del hombre unos segundos para notar cómo su mirada flaqueaba un poco ante la comparación de su hermano. Para la estrella esa información que recolectó en segundos fue bastante útil.

“Sí” susurró con una tristeza que ocultaba la ira “entre ambos te hubiera preferido a tí…pero de todos modos duele” Una verdad a medias, si dolía, no, no hubiera elegido a nadie si tuviera elección y si Stanford era mucho peor opción, pero su respuesta tenía otro propósito y era comprobar la reacción del humano ante esas palabras.

Stanley sonrió con orgullo al escuchar la apagada voz de la estrella decirle que lo hubiera elegido a él en la absurda comparación.
“Buen chico” susurró con malicia “no te preocupes, ya podremos jugar más adelante”.

Will observó al humano retirarse con su sonrisa orgullosa, sus ojos se oscurecieron por un momento mientras lo veía desaparecer tras la puerta, posiblemente para decirle a su hermano que estaba despierto. Tal vez podría explotar esa estúpida rivalidad e inseguridad a su favor. Quizá llevaría tiempo, necesitaría aprender mucho sobre emociones y especialmente saber cómo ocultar las suyas, pero sobre todo necesitaría estudiar a sus captores.

…sé astuto, sé despiadado y sobre todo apunta al corazón…

Chapter 3: Fantasmas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

William nunca había visto un fantasma, no uno cómo el que flotaba ahora a los pies de la cama apenas iluminado por la puerta medio abierta, de dónde venía era prácticamente imposible esa clase de aparición y lo poco que sabía de ellos más allá de algún folklore y por su interpretación, es que sólo eran restos de energía residual, cascarones vacíos, inofensivos para los vivos, voces de un eco que ya no existía, la luz de una estrella muerta vista desde millones de kilómetros, lo último era quizá la representación más acertada en este caso.
Pero en aquella casa fría y oscura forjada en el festín de restos de sus hermanos estelares, no parecía tan descabellado. No era energía residual, era una amalgama de horrores que se escurría por las paredes. La sangre en las sábanas qué no lograría salir, los gritos perdidos en las habitaciones cerradas, el aroma a polvo de estrellas que emanaba en toda la mansión.

El fantasma frente a él lo observaba expectante, no había ojos en su rostro femenino solo cuencas vacías, su cabello era blanco aunque aún había restos del color plateado qué alguna vez había sido, su piel se veía pálida cómo la porcelana y en varias partes destrozada, como una muñeca en pedazos. Faltaban partes en su cuerpo y estaba surcado por grietas enormes y negras, parecía que se haría polvo en cualquier momento, tenía una expresión de agonía y lo que Will podría llamar boca era un agujero vacío y roto, demasiado grande y deformado para parecer humano. Una estrella muerta que había agonizando hasta el último segundo.

Will se quedó paralizado mientras la estrella se acercaba de forma silenciosa hasta estar frente a él, sus movimientos eran antinaturales, cómo un video entrecortado. Will simplemente la observó con atención, la estrella sin ojos y con su boca arrancada simplemente dejó salir un sonido lastimero y tocó su frente contra la de William.

Will abrió sus ojos en un nuevo lugar, una pesadilla. Estaba recostado en una mesa grande y decorada rodeada de invitados con rostros cubiertos por capuchas, en algunos solo podía ver el atisbo de sonrisas horribles. Su cuerpo no se veía cómo el que tenía actualmente, sino como el de aquella estrella muerta, veía sus extremidades y su cuerpo cubierto de grietas y el dolor era agónico, Will quería gritar solo para poder sacar un poco de eso fuera de su ser, para tener un alivio momentáneo.
Veía los dedos de sus manos partirse y caerse sin más cómo si estuvieran congelados, la posibilidad de moverse y escapar era impensable, absurda. Ese era un lecho de muerte.

Will simplemente empezó a gritar apenas su cuerpo le permitió, necesitaba sacar ese dolor espantoso. Pero eso no mejoró la situación, los humanos simplemente comenzaron a despedazarlo lentamente, con una facilidad espantosa, su cuerpo en aquel estado se estaba cayendo a pedazos y esos humanos simplemente le daban el último empujón. Podía ver cómo los dedos se volvían polvo en las manos de aquellos hombres y mujeres sin rostro, cómo lo consumían cómo si fuera un bocadillo.

Los gritos no cesaron sino hasta qué un hombre con una similitud demasiado cercana a la de los horribles gemelos cubrió su boca con su mano. Sus ojos comunicaban un solo mensaje: “Silencio…”
El hombre metió los dedos en su boca y comenzó a estirar sus mejillas hasta qué el sonido de algo rompiéndose y el dolor de su mandíbula quebrarse se hicieron presentes. Sintió su lengua siendo arrancada como si nada volviéndose polvo en los dedos del humano. Ya no había una boca sólo los restos de polvo y el alivio en los ojos del humano de que al fin se había callado.
Fue cuando vio a los gemelos o más bien sus versiones más jóvenes, estaban observando con una mezcla de miedo y fascinación.
El hombre qué hacía segundos le había destrozado la boca y la mandíbula sin ningún esfuerzo, se dirigió a ellos con dos copas llenas de lo qué parecía ser sus propios restos. Los niños lo bebieron y William pudo notar sus ojos brillar con sorpresa y deleite, con un hambre qué no había estado allí antes de probar la esencia estelar.
Will sentía cómo desgarraban, rompían, partían cada parte de su destrozado cuerpo cómo si no fuera nada. Qué estuviera muriendo no lo hacía menos doloroso pero al mismo tiempo sentía el alivio del vacío que lo envolvía, pronto toda esa agonía habría terminado finalmente. No eran sus recuerdos, ni sus pensamientos, solo veía la muerte desde los ojos de aquel fantasma. No era real, solo una vieja película de horror.

Un sacrificio y un ritual de iniciación, la estrella muerta solo quería que viera lo que le ocurrió a ella y a tantos otros. También lo qué ocurriría si no lograba huir de ese infierno. En algún punto dejo de sentir el dolor, tan solo estaba la agonizante espera de ser absorbido por la oscuridad.

Sintió su cabeza ser sostenida y su cabello acariciado, vió hacía arriba a aquel hombre tan similar a los gemelos, quizá era su abuelo o su padre, no había duda qué compartían algún lazo sanguíneo. Tenían un parecido aterrador incluso en la sonrisa y la mirada vacía. William lo observaba, las sensaciones que la estrella sentía hacia ese hombre oscilaban entre el terror, el odio y una profunda tristeza. No eran suyas claramente, jamás lo había conocido, suponía que era el líder y el cuidador de aquella estrella, mejor dicho el encargado de alimentar un animal antes de sacrificarlo.
Aquel humano acarició sus mejillas y besó su frente con cuidado. “Te amo” susurró. Will sintió en aquel momento qué si pudiera se reiría en la cara de aquel monstruo porque pese a lo brutal y horrible de la situación eso era cierto, aquel hombre amaba a esa estrella, de una forma retorcida y enfermiza, amaba su esencia, su sabor, su agonía, su luz, amaba el poder qué le brindaría su muerte…claro qué la amaba, de la peor forma posible pero lo hacía.
Will se preguntó a sí mismo si eso pasaría con los gemelos, si también iban a “amarlo” tanto cómo su predecesor, si aquella enfermiza obsesión brillaría en sus ojos también.

Deseaba tanto poder asesinar a ese hombre, solo por el simple hecho de tener el descaro de convertir el amor en algo tan enfermizo y pútrido. Solo por infectar el corazón de una estrella inocente. Sintió el calor en su pecho, un calor qué era propio, su poder, su esperanza pero también una sed de venganza por él y por todos sus hermanos.
Su visión se sumió en la oscuridad en cuanto aquel hombre le arrancó los ojos sin borrar aquella sonrisa de su rostro, sin dejar de acariciar su cabello con suavidad, Will lo odio con todo su ser aún sin conocerlo.

Despertó abruptamente, el fantasma ya no estaba allí pero aún podía sentir una presencia inquietante y pesada en el lugar. Al girarse a un costado pudo notar a Stanford sentado haciendo anotaciones en lo que parecía un diario. Se veía tranquilo y relajado, sin prestar atención al estado de agitación de la estrella a su lado.
Will tardó unos minutos en poder relajarse, no iba a bajar la guardia no con ese humano allí, ya había caído fácilmente en sus trucos al llegar y se maldecía internamente por ser tan poco precavido y haber expresado vulnerabilidad.

“Finalmente despertaste” dijo sin quitar la vista del diario ni dejar de escribir.

William no respondió, estaba tenso y estresado por el sueño. Sentía las cadenas retenerlo en el lugar pese a qué estaba quieto, su subconsciente gritaba que debía huir.

Stanford cerró su diario y acarició el cabello azul de la estrella, uno de sus mechones tenía un color plateado y blanquecino qué Ford analizó atentamente con una sonrisa.
Al notar las cadenas brillar, Stanford entendió el nivel de estrés que le estaba causando a la criatura, las cadenas reaccionaban ante cualquier intento de huida o ataque hacia ellos, incluso antes de efectuarse de manera consciente. No había duda qué William deseaba huir o atacarlo, reacción totalmente entendible dado que le había dejado en claro sus intenciones de devorarle el alma y además él había participado en su abuso.

“Shh tranquilo, no vine aquí a herirte, tan solo quiero hablar” William sin embargo no respondió, solo lo observaba con aquel fuego azul fascinante en sus ojos. Aún si no tenía chance de huir, Will analizaba todos sus movimientos y gestos, no era una presa ordinaria y eso al científico le producía cierta intriga y algo de emoción.

“Entiendo, no te sientes tan cómodo conmigo como con Stanley, asumo qué has forjado una…conexión mucho más profunda con él”. Dijo con toda la intención de provocarlo.

Will solo frunció el ceño, reprimiendo las ganas de desfigurarle la cara, la cadena le estaba apretando demasiado el cuello. Ford probablemente ya sabía de la pequeña charla con Stanley, a su hermano no se le habría escapado accidentalmente decir qué la estrella lo prefería a él, no era del tipo que dejaría pasar una oportunidad para restregarle algo en la cara a su hermano, aunque no es cómo que a Stanford le importará, simplemente estaba allí, junto a Will para mostrar un punto y ese era que fuera lo qué fuera qué la estrella planeará podría ver fácilmente a través de él.

“No estoy de humor para hablar contigo” susurró sin dejar de lado el contacto visual. Notó un color azul brillante en los ojos del humano, algo qué no estaba allí antes, los restos de su esencia. Significaba qué Ford había bebido el polvo de estrellas que extrajo de su herida.

“Es una lástima la verdad quería aprender un poco más sobre ti, un poco más de lo que estuve investigando claro está…” dijo sacando algunas hojas. “Parece que estás a unos cuantos años luz de tu casa, eres un tipo de estrella supergigante azul*, mucho más grande que nuestro sol, eres un astro fascinante William, mucho más qué cualquier otra estrella que hayamos tenido el lujo de poseer.”

Will dejó salir una risa amarga, no iba a molestarse en fingir con Ford ya le había dejado en claro que podía ver a través de él. “Ahórrate los halagos, ¿A qué viniste realmente?¿Es por Stanley?”

Ford suspiró y guardó los papeles.
“Poco me importa si quieres jugar con mi estúpido hermano” dijo acariciando su cabello, un gesto extremadamente similar a lo qué aquel hombre hacía en su pesadilla, no quedaba duda quien de los gemelos fue el favorecido heredero y cuál el ignorado buscador de validación, Will sonrió internamente por adquirir la nueva información, sus millones de años no eran por nada aunque a veces su poca experiencia en el terreno humano y emocional lo hacía caer en la estupidez.

“Vienes a querer demostrar poder, decirme que estás por encima de mí y amenazarme”.

“Me gusta ver que eres perceptivo” dijo rascando su cuero cabelludo lentamente. “Si hay algo qué odio son las mentiras William, es muy fácil ver a través de ellas, así qué hagámonos un favor y seamos honestos entre nosotros, después de todo será una larga convivencia”.

Stanford podía notar qué algo había cambiado en William durante el proceso de quiebre, qué aquella llama en sus ojos era aún más brillante, qué su fuego no se había apagado. “Eres diferente a los otros…” susurró el científico “incluso tu astro es mucho más grande qué cualquiera que hayamos tenido…seguramente eres majestuoso ¿Verdad?” Ford apretó sus manos en las mejillas de la estrella y acarició la grieta bajo su ojo lentamente. “Debe ser humillante ser rebajado y profanado por un simple humano”.

Will gruñó por lo bajo con fastidio.
“¿De eso se trata todo esto? ¿Un complejo de inferioridad?¿Megalomanía? ¿Qué tan inferiores se sienten los humanos qué necesitan destruir aquello qué no comprenden?...¿de verdad me odias tanto? Sé honesto, ¿de verdad haces esto por tu ego?…”

Stanford soltó una carcajada, pero no había alegría en sus ojos, era algo frío y calculado, cómo las caricias en su cabello, todo en aquel hombre estaba premeditado a un punto inquietante, cómo si hubiera sido entrenado toda su vida para eso y quizá Will no estaba muy errado en pensarlo.

“¿Odio? Oh, William no tienes idea. No, al contrario, quizá tenga algo de envidia, quiero decir ustedes, las estrellas, seres celestiales... flotan a través del cosmos, observados con la adoración y el respeto de todos los que los contemplan. Los humanos de la Tierra solían adorarlos, buscar su guía y bendición... pero en verdad, siempre estuvieron demasiado fuera de alcance. Vivimos y morimos bajo la fría luz de los lejanos soles y algunos de los que vemos ya ni siquiera existen. Eso es envidiable, pero no te odio por eso…" Su sonrisa se extendió, en sus ojos Will pudo observar solo por breves segundos lo qué había tras el vacío indiferente y no le gustó para nada.
"William, yo en verdad te amo…amo a todas las estrellas, después de todo soy alguien dedicado a estudiar los misterios del cosmos, y qué mejor para un científico que el poder hacer real lo imposible, el volver lo inalcanzable algo alcanzable para el hombre, poder atrapar una estrella, estudiarla y despedazarla en mis manos”.
Sus ojos recorrieron el cuerpo Will con una hambre que era casi religiosa en su intensidad, un destello fanático de deseo retorcido. "Y así ves, pequeña estrella... no es el odio lo que me impulsa, sino un amor perverso y devorador. Un amor por la caída en desgracia, por lo divino hecho carne y sacrificado para el deleite de los hombres mortales.” La mano de Ford se deslizó hacia el pecho de Will, sus dedos extendiéndose sobre el esternón de la estrella. Podía sentir el calor del “corazón” de Will bajo la piel, un recordatorio tangible de que aquella estrella estaba allí en carne y hueso, a su merced. "El amor de un depredador por su presa, de un monstruo por su víctima. El amor de un humano por la oportunidad de destruir a un dios y reclamar su esencia divina como propia. Esa es la forma más verdadera y pura de amor, mi dulce Will y es el amor que te haré entender, el amor que te forzaré a abrazar, hasta que olvides tus preciosas galaxias y planetas, hasta qué solo yo sea el centro de tu universo, hasta que la última chispa de tu esencia celestial se apague y todo lo que quede sea el cascarón vacío de un ser alguna vez divino que se atrevió a ser demasiado ingenuo, demasiado puro para bajar a este mundo mortal.”

Will se mantuvo en silencio, fue cuando comenzó a sentir el calor de la ira en su pecho, comenzó cómo en la pesadilla, aumento junto con un fuerte ardor en sus muñecas y su cuello. Stanford alejó su mano y en ese momento su rostro se mantuvo serio, podía sentir el fuego en los ojos de la estrella aumentar y brillar cómo nunca antes había visto, las cadenas empezaban a quemarlo, advirtiendo qué las intenciones de herir a Ford eran reales.

“¡Tú, demonio!” gritó sujetando los hombros del humano con fuerza “Ni siquiera te atrevas a llamar amor a esta…monstruosidad que tú y tu familia han hecho por generaciones, maldito primate, no tienen idea con lo que están jugando ni las consecuencias devastadoras que están causando, sus pecados no tienen perdón, han exterminando la esencia de seres qué no les han hecho daño alguno… ni siquiera pueden reencarnar, solo acurrucarse en la oscuridad y la agonía, sus acciones van contra cualquier orden natural de este universo... me verás acabar con mi propia vida antes de permitirte consumir mi esencia en su totalidad. He flotado cómo una extensión de mi astro, he vivido miles de vidas cómo un ser sintiente para comprender lo qué me rodea, he navegado por los rincones más fríos y olvidados del cosmos. Escucha mis palabras Stanford Gleeful” Will ignoro cómo su piel empezaba a magullarse bajo los grilletes de la cadena “¡No dejaré qué un primate inmundo como tú borré mi escencia del universo, ni qué mis años de vida hayan sido en vano o para alimentar a un monstruo como tú! ¡No vales mi vida, ni la de nadie, tú y tu familia solo han podido hacer esto porque a ojos del universo son insignificantes y nadie los ha notado, y no sé qué asqueroso pacto haya hecho tu linaje para obtener esto pero te aseguro que no eres merecedor ni de un mísero átomo de mi esencia!”

Stanford no respondió al ataque de ira, simplemente contempló las quemaduras en la estrella y la piel en carne viva bajo los grilletes. El humano sostuvo las muñecas de la criatura qué solo gruñó con dolor e ira, pero no apartó sus ojos de él, nunca nadie lo había confrontado así, en su familia, en su trabajo, nadie había tenido el valor de hacerlo especialmente nadie en una situación de clara desventaja cómo William. Eso simplemente le parecía fascinante, pero la energía qué generaba la estrella era mucho más fuerte de lo que pensaba, no podía arriesgarse y mucho menos demostrar un atisbo de sorpresa o preocupación.

El humano sonrió, para el fastidió de William no parecía intimidado, más bien feliz de ver a la estrella confrontarlo. Sostuvo el amuleto y luego de susurrar unas breves palabras, las cadenas brillaron con fuerza. Will gritó al sentir el shock de energía, era cómo un rayo atravesando todo su cuerpo, era su propia energía usada en su contra, el fuego de su ira quemándolo por dentro. La estrella se retorció durante los segundos que duró el shock de energía, sintió la herida bajo su ojo arder, y unas gotas del líquido azul caer por su mejilla, solo para qué Stanford las limpiará con su dedo y las lamiera.

“Compórtate, ya te lo he dicho, no eres una estrella aquí, solo un objeto para consumir, cualquier muestra de rebeldía será debidamente castigada”

William lo miró con un odio intenso, completamente adolorido pero sin bajar su mirada. Para qué fingir con él, Stanford sabría si mentía, si fingía estar débil o indefenso para qué baje la guardia, no le daría el gusto si no tenía la necesidad. Prefería que supiera lo mucho qué deseaba asesinarlo, al menos así podía descargar algo de su ira contra él. Aunque Stanford por su parte parecía divertirse con la idea de la estrella confrontandolo. William no lo entendía del todo, fue muchos tipos de seres en otras vidas, algunas plantas, animales, incluso algún ser de otro planeta viviendo en comunidad, pero nunca un humano en la Tierra, lidiar con las limitaciones de ese cuerpo ya era un fastidio y más aún con las emociones, pero aprendería a hacerlo mejor, tarde o temprano.

“Ahora descansa, necesitas relajarte o te seguirás lastimando”
Stanford abandonó la habitación, podía sentir el sol en los ojos de Will queriendo quemarlo vivo.

El humano respiró profundo y se dirigió con su hermano, indicando qué fueran al estudio privado. Stanley obedeció y lo siguió.

“¿Qué pasó ahora?”

“Esa estrella…es mucho más fuerte de lo que creí” dijo con un rostro de fascinación.

“No pareces preocupado…”

“Casi destroza las cadenas en un ataque de ira pero no fue consciente de eso, es realmente fascinante pero tenemos que contenerlo, quebrarlo, drenar su energía…o podría darse cuenta e intentar escapar”.

“¿Qué propones?”

“Tengo un proyecto en mente, pensé que sería imposible pero finalmente con esa energía quizá ya no sea solo un sueño”.

“Claro, pero no comprendo porque esa estrella es un problema y no las otras”

“No has visto el fuego en sus ojos, Stanley, está negado a rendirse.” dijo sin dejar de sonreír “Los seres cómo Will no son sus astros perse, son un fragmento de estos, conectados a las estrellas qué vemos en el cielo…una suerte de célula que se desprende para explorar el universo pero con un increíble poder de su estrella de origen, al caer en la Tierra y ser atrapados, podemos extraer ese poder en sus formas más vulnerables”

“¿Y eso qué tiene qué ver…?”

“Will viene de una estrella particularmente masiva y fuerte, tiene un poder qué excede con creces a sus hermanos caídos.” Stanford le extendió el vial con apenas unas gotas del polvo azul “Tan solo esta pequeña dosis brinda un increíble poder”

Stanley bebió el contenido, notó cómo algunos mechones plateados de su cabello recobraron su color marrón, así habían vivido por tantos años, aunque a más pasaban más dependientes eran del polvo de estrellas, si no consumían una dosis por largo tiempo los efectos de envejecimiento se volvían mucho más rápidos. Había registros de parientes qué despertaron prácticamente consumidos por la vejez cuando cortaban los suministros de polvo de estrellas, una sustancia qué les brindaba magia, poder y juventud, pero el costo era alto, era una sustancia adictiva y hasta vital en cierto punto. No es como qué les importará en lo más mínimo a los hermanos, iban a seguir consumiendola de todas formas, especialmente ahora qué habían encontrado su nuevo tesoro.

“Esto es…increíble…esa estrella podría durar quizá hasta un siglo…”

“A quién le importa eso Stan, con esta fuente de poder Will sería la batería perfecta para el portal”.

“Tu proyecto…¿Y qué nos dará ese portal, qué sea mejor qué un siglo de polvo estelar?”

“Stanley, usa un poco tus neuronas de vez en cuando, con ese portal ya no necesitaremos esperar por nuestra comida, podemos cazar esas estrellas de sus refugios estelares, seres como Will o aún más poderosos, una fuente inagotable de poder a nuestra mano y la estrellita azul será la clave, la fuente de poder qué alimente ese portal.”

Stanley sonrió de lado.
“Suena cómo un plan…¿En qué te ayudo?”

“Necesitaré contactar con alguien por un poco de ayuda, tengo un colega, McGucket, qué podría darme una mano, pero necesito qué vigiles a William. Lo qué menos quiero es que las visitas sospechen nuestros verdaderos planes o qué sepan que tenemos una estrella encadenada en el cuarto de arriba, vigilalo y haz lo qué debas para mantenerlo a raya.

Stanley rió por lo bajo y asintió.
“Será un placer.”

“Comenzaré con la construcción en el laboratorio y Stanley…”

“¿Si?”

“No caigas en sus juegos, podrá verte con su mirada triste y angelical, pero sigue siendo una presa salvaje y no dudará en defenderse”.

“Descuida, puedo lidiar con eso” dijo con fastidió.

“Muy bien, aclarado ese asunto creo que es hora de hacer unas llamadas”. Stanford sonrió complacido.

‘Ya veremos quien es el insignificante mi querido William…’ pensó para sí mismo ‘me asegurare de que todos en tu dulce hogar conozcan y teman mi nombre’.

Notes:

* El tipo de estrella de William entraría en una categoría de lo que se llama, una estrella supergigante azul.

Chapter 4: Lo que ocultan tus lágrimas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las quemaduras aún ardían, el cuerpo humano era una agonía, un tormento, los estímulos y el dolor no le hacían ningún favor. Era un sol ardiendo en un recipiente frágil del cual no podía escapar mientras un par de monstruos le hacían grietas y bebían su esencia gota a gota. Will gritó de dolor y rabia mientras el agua fría de la ducha corría en sus muñecas magulladas y cuello. Sus lágrimas de impotencia caían, una parte de él se aferraba con uñas y dientes a la esperanza, a la voz de aquel ajolote cósmico, pero otra, una risa burlona y cruel resonaba en su mente y le decía qué no sería diferente a otras estrellas, que esa sería su tumba, detrás de él no quedarían más que los rastros de polvo junto con sus gritos y su dolor.
Mientras seguía bajo el agua fría pensó seriamente en la muerte, no la que los gemelos le preparaban, la muerte de su cuerpo, su prisión física, pero de solo pensarlo las cadenas lo detenían. Si pudiera destruir aquel cuerpo desde una fuente externa podría escapar o eso pensaba, no había certezas, aunque la cadena deteniéndolo indicaba que podía tener razón.

William dejó que el agua de la ducha cayera en su cabeza, la temperatura fría debería aliviarlo, pero no lo hacía, estaba devastado por dentro, cerró sus ojos intentando aunque por unos breves segundos olvidar lo que lo rodeaba.
En aquel momento escuchó un susurró, podría haberlo confundido con su propia respiración, pero el cambio en la temperatura del baño le indicaba que había algo más allí.
Will vió de reojo una figura de mechones rojizos y blancos moverse por fuera de la puerta.

Sus piernas y caderas aún dolían, caminar era difícil, llegar al baño había sido complicado y salir de él aún peor. Se movió sosteniéndose de las paredes aún con el cuerpo mojado y desnudo, siguió aquella figura, al moverse por el pasillo el frío se hacía cada vez más notorio.
Otro fantasma lo estaba guiando, creía reconocerlo del cuadro, la joven de cabellos rojos siendo abusada. No era una imagen difícil de olvidar.

Will se movió hasta una habitación que reconoció de inmediato, el cuarto color borgoña, los cuadros seguían allí, pero no las sabanas, Will observó el colchón, aún podía oler su propia sangre, el sudor y el semen de su abusador, se preguntó cuánto de eso habría de las otras víctimas.
Sus ojos se desviaron a los cuadros, la chica de cabello rojo con su rostro lleno de miedo y dolor, todas aquellas estrellas estaban muertas y ahora de alguna forma intentaban llegar a él, pensó que no tenía sentido, pero luego recordó al ajolote y las luces a su alrededor. Quizá a su forma Will era un pequeño fuego en una tierra sombría de almas perdidas, recordó aquel vacío frío y oscuro, no era cómo el espacio de su hogar, aquella oscuridad era la muerte y ver una luz allí era un milagro.

Will se sentó en la cama ya exhausto de sostenerse en sus piernas, el frío empezó a correr en su espalda y unas manos heladas lo rodearon desde atrás, sintió una voz femenina susurrar en su oído, el cabello rozando sus hombros y nuca.

“Déjame mostrarte” susurró en un lenguaje qué no era humano, su lengua natal se oía tan extraña en un lugar cómo ese. Will no dijo nada solo dejó qué el fantasma cubriera sus ojos y se dejó caer hacia atrás sobre el colchón.

En aquel lugar entendió que aquella mujer le estaba dando una respuesta, era una habitación, una de tantas usadas para la satisfacción carnal de aquellos monstruos. Will podía sentir sin verlo las manos, los dientes, la saliva, el sudor, los fluidos por fuera y por dentro, era doloroso, a veces horriblemente placentero, querían qué gritará de dolor y de placer, pero aquel aroma a sangre era insoportable y distraía todos sus sentidos. Era una agonía, su cuerpo siendo usado y manipulado cómo una muñeca, sin poder hacer nada. Will entendía muy bien que aquellos actos carnales solo tenían un propósito y ese era el poder. Una simple demostración de poder para romper y para moldear.
Podía escuchar risas, voces, gemidos, todo a la vez. “Tan hermosa”, “tan perfecta”, “el placer…su interior es tan adictivo cómo el polvo”... “Debemos intentarlo”

William gritó de dolor al sentir cómo abrían su vientre con una cuchilla, tocaban su interior buscando algo que no encontrarían nunca.

“Debemos seguir”, “Probar si es posible… crear vida en su interior”.

Will abrió los ojos, ya no sentía las manos de aquellos monstruos o sus voces, solo eran recuerdos antiguos, pero sí podía ver a la estrella frente a él, un patrón repetido, un rostro pálido sin ojos, un cuerpo en pedazos, el cabello predominante de color blanco con algunos mechones del color original.
Will observó el último cuadro, el banquete donde hombres y mujeres bebían el polvo de estrellas plateado, el primer fantasma.

Will notó qué el cuerpo de está estrella tenía arañazos y trozos faltantes en su vientre, entrepierna y en sus pechos. Will frunció el ceño con molestia y con los ojos llenos de una profunda tristeza. Aquella estrella se veía tan jóven, él solo pensar en las incontables noches que sufrió, solo lo hacían querer llorar y gritar. No merecía esto, nadie merecía esto.

“Lo lamento” susurró en su lengua natal “No sé qué esperan de mí, no sé cómo ayudarlos”.

La estrella roja se acercó acarició su mejilla con suavidad, con sus manos heladas y mirándolo con sus cuencas vacías. Lo acarició y susurró en su oído.

“Eres hermoso…” susurró en aquel lenguaje estelar “hazlo desearte, acariciarte, sentir el fuego en tu interior y luego…quemalo. Tú qué aún tienes calor en el corazón. Hazlo arder en el infierno”.

“Arder” susurró la estrella azul.

Will sintió la oscuridad rodearlo y luego despertó por el golpe de la puerta, no había rastros del fantasma, solo él en aquel colchón. La puerta se abrió de golpe y Stanley se hizo presente.

“¿Qué haces aquí? Menudo desastre dejaste en el suelo, un rastro de agua de la ducha”. Dijo sonriendo al ver a William en aquel estado de indefensión “Supongo que eres de los qué les gusta revivir recuerdos ¿no?” Dijo acariciando el cabello de la estrella y luego su mejilla.

Will intentó apartarlo, pero el hombre lo atrajo hacia él y lo observó detenidamente, sosteniendo las muñecas haciendo que la estrella gruñera de dolor.

“Hablá. ¿Qué haces aquí?”

“Solo quería…explorar”

Stanley levantó una ceja y lo miró con desconfianza.

“Ford me pidió que me hiciera cargo de tí y por lo qué veo te quemaste bastante”.

“Fue su culpa.”

“Si, tiene la habilidad especial de causar que otros se enfaden con las cosas que dice, si reaccionas a eso eres un estúpido, solo te quemarás” Stanley lo arrastró de las muñecas pese al dolor insoportable de las quemaduras y pese al dolor en sus piernas, lo llevo casi a rastras hasta el cuarto donde estaba y lo dejó en la cama con brusquedad.

“Quédate ahí, no puedes salir de esta habitación”.

Will gruñó y frotó sus muñecas.

“Se regenerarán, pero te traeré algo para aliviar el dolor”

Will aún seguía alterado por el encuentro del fantasma y la aparición repentina de Stanley solo lo hizo estar más a la defensiva.
Las palabras aún resonaban en su mente.
‘hazlo desearte, acariciarte, sentir el fuego en tu interior y luego…quemalo’
Stanley llegó con un pote de crema y sostuvo con brusquedad las muñecas de Will para colocarle un poco en la zona de las quemaduras, el toque y las caricias eran extremadamente dolorosas, evidentemente estaba disfrutando sus expresiones de dolor.

“Ford me dijo qué eras… especial, poderoso, pero aquí estás chillando y quejándote por un par de quemaduras” rió para luego aplicar un poco de la crema en el cuello y apretarlo cortando por unos segundos su respiración.
“Ford es un nerd, a veces solo falta algo de fuerza para someter y quebrar, ¿dónde está tu fuerza ahora, pequeña estrella?

Will quería matarlo, quemarlo, mostrarle el sol ardiendo en sus ojos. Odiaba a aquel hombre y a su hermano con todo su ser, pero recordó las palabras de la estrella y el ajolote. Debía ser astuto, dejarse llevar, esos humanos anhelaban el placer en el poder sobre otros, especialmente Stanley. A diferencia de su hermano, él no podría ver a través de sus intenciones, pero no iba a subestimarlo, era preceptivo, aunque nada que un poco de ego no pudiera nublar.

Will apretó suavemente el brazo de Stan y sollozó.
“Por favor, no puedo respirar” susurró.

Stanley sonrió y lo soltó.
“Patético. Ford se equivocó sobre tí, claramente solo está obsesionado con ese proyecto”.

Will permanecía con los ojos cerrados, sollozando. El humano acarició su mejilla y Will tomó su mano entre las suyas.
“Por favor, no me hagas daño, t-te agradezco por la crema para quemaduras, solo estoy asustado…no me gusta sentir dolor” susurró, mirando al humano con ojos llorosos.

Stanley lo contempló por breves momentos, una parte de él recordaba las palabras de Ford, pero su hermano siempre había sido un obsesivo de su trabajo y aunque algo en su instinto le gritaba qué estuviera alerta, aquellos ojos llenos de lágrimas no parecían indicar ninguna amenaza. No iba a negar las leyendas sobre la belleza de las estrellas era innegable, no veía en sus ojos aquel fuego del qué su hermano hablaba, solo una criatura rota y aterrada. Fácil de moldear y de romper cómo las otras.

“Shhh, mi hermano ha estado obsesivo con sus pequeños inventos últimamente” dijo acariciando los hombros de la estrella la cual no se resistía. “Eso no quita qué no debes temerme, estrellita”

“Lo hago, pero aún así te prefiero a tí antes qué a él”. Dijo mirando el suelo. Aún si Ford lo sabía no importaba, iba a empezar a jugar sus cartas. Lo único bueno de aquella horrible violación es que descubrió algo importante, lo primero es qué aquellos hermanos no eran un fuerte unido cómo aparentaban.
“Eres un poco más amable, te sientes más cálido…es algo ridículo” susurró. “toda la casa es tan fría, pero es un alivio tener algo de calidez” dijo abrazándose a sí mismo, llorando.

Stanley sonrió de lado.
“Qué idiota” dijo sosteniendo su rostro entre sus manos “No deberías buscar calidez en un monstruo” rió “Sin embargo, siempre quise una mascota cómo tú…Ford siempre se queda con las cosas bonitas” dijo acariciando su cabello. “Si me obedeces, podría traerte algunos libros, mejor comida o ayudarte un poco con el frío” Stanley acarició el labio inferior de la estrella con su pulgar “podría enseñarte algunos trucos…ayudarte a hacer tu estancia más llevadera ¿que dices? Ford no tiene qué saberlo”

Will lloró en silencio y asintió acariciando sus muñecas notando cómo se regeneraban de a poco.

“Buen chico” susurró Stan besando los labios de la estrella y mordiéndolos un poco.
“Iré a buscarte algo de cenar o te morirás de hambre y ninguno quiere eso ¿verdad?”
El hombre sonrió y salió cerrando la puerta.

Apenas salió de su vista Will sonrió levemente, limpiando sus lágrimas y sus labios con su mano con una mueca de asco. Lo segundo que había aprendido es que tal y cómo había dicho Ford, las lágrimas ocultaban muy bien el fuego en sus ojos.

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“Esto no tiene sentido” suspiró McGucket en el observatorio. “No hay ningún error con los telescopios es cómo si la estrella se hubiera apagado” dijo mientras revisaba sus notas “en las últimas generaciones tuvimos problemas similares, estrellas qué dejan de ser visibles para nuestros sistemas.”

“En este caso, la supergigante azul sigue ahí según nuestros registros, pero por alguna razón no es visible, es cómo si alguien apagara una bombilla de luz…” comentó uno de los científicos.

“No es un comportamiento normal en estrellas, jamás ví algo así”.

“No lo es, anoche percibimos una tormenta solar en 771- M, por unos momentos su brillo volvió, solo por un momento, pero solo es esporádico.”

“Es realmente increíble, pero no puedo encontrar un sentido, quizá es algún fenómeno que nos excede”

“¿Un agujero negro?”

“Los agujeros negros no van por estrellas particulares, más bien absorven todo lo que este cerca” dijo mientras miraba en la computadora las imágenes de las estrellas, la última era 771-M una estrella azul que siempre había llamado su atención.

“Por cierto, tiene una llamada, es el señor Gleeful”.

“¿Stanford?”

Luego de aquella llamada inesperada McGucket había optado por reunirse con Stanford en el estudio de la mansión. No era su lugar favorito, esa casa tenía un aire frío y desolador.

“Me honra qué hayas venido, no podía pensar en nadie mejor que tú para este proyecto”.

“Un portal…”

“Un portal qué podría llevarnos a cualquier lugar del mundo o incluso a lugares desconocidos para el hombre, imagina los beneficios para la humanidad”.

“Algo cómo eso requeriría muchos años de trabajo y una fuente de energía extremadamente grande”

“Descuida, lo segundo es un asunto solucionado” dijo agregando unas gotas de un líquido azul brillante a su bebida. “Confía en mí, esto será grande y valdrá la pena el esfuerzo, no tendrás qué andar programando computadoras y creando telescopios en ese viejo observatorio”

“¿Qué tendré yo a cambio?” dijo con algo de molestia.

“Te has vuelto más directo con los años”

“No eres el tipo de hombre qué le gusta compartir sus éxitos” comentó frunciendo el ceño.

“La mitad del crédito y ganancias, solo requiero dedicación exclusiva ¿Qué dices?”

“Eso es muy generoso, especialmente para tí. Tengo un trabajo y cuentas qué pagar Stanford, no puedo dejar todo así cómo así…”

“Puedes quedarte aquí, recibirás un buen chequé por tu participación mes a mes, mucho más qué tu trabajo actual, además de las ganancias una vez el proyecto termine” dijo mientras acababa su bebida.

“ Realmente no te detienes ante nada cuando quieres algo, ¿verdad?”

“Ya me conoces viejo amigo” sonrió “¿Tenemos un trato o no?”

McGucket suspiró y asintió, realmente no tenía nada que perder, le gustaba mucho su antiguo trabajo, pero necesitaba el dinero.
“Trato” dijo estrechando su mano.

“Grandioso, te mostraré cuál será tu habitación y mañana podrás empezar a traer tus cosas, por cierto, recomendaría encarecidamente qué no explorarás por tu cuenta la mansión, especialmente la planta superior, la casa es vieja y algunas zonas requieren reparación” dijo sujetando el hombro de su colega mientras caminaban a un cuarto de la planta baja. “Cualquier consulta qué tengas, Stanley estará a disposición”.

En los siguientes días Fiddleford se encargó de la estresante mudanza, muy a su pesar, debía dejar el observatorio y eso le dejaba un sabor amargo, en recuerdo llevó su diario de investigación con él, tenía algunas imágenes impresas de sus estrellas favoritas, entre ellas 771-M, esperaba encontrarán la causa de aquel fenómeno extraño qué impedía su visibilidad.

Al llegar al patio de la mansión con las maletas, caminó con cuidado de no resbalarse por la nevada de la noche anterior, la temporada invernal era especialmente cruda en el pueblo, esperaba qué su amigo invirtiera en una buena calefacción algún día, el frío allí dentro era un problema.

Stanford lo recibió junto con su hermano y el primer día fue sentar las bases de la investigación y tener una cena ligera antes de que el nuevo integrante de la casa pudiera desempacar. Fiddleford dejó su maleta en el suelo, lo primero qué hizo fue colocar su crucifijo en la mesa de noche, una herencia de su familia. Poco a poco comenzó a colocar sus prendas en el armario, las paredes estaban tapizadas con un horrible patrón de flores y el color verde agua del tapiz se veía mucho más claro producto de pasar de los años, por fuera de eso el lugar era ordenado, los muebles y la cama eran de caoba; cada espejo y candelabro podrían valer un año de su salario. Todo el cuarto transmitía una sensación de antigüedad, lujo y algo más qué Fiddleford no lograba descifrar, lo cuál lo inquietaba un poco.

Una vez terminó de desempacar fue al baño del cuarto, era mucho más moderno y evidentemente la familia se encargaba de qué todo fuera extremadamente pulcro. Según Stanford, solían contratar encargados de limpieza qué mantenían las habitaciones limpias una vez por semana, considerando lo enorme de aquel lugar y el dinero qué tenía aquella familia no era extraño. Quizá lo inquietante de aquel lugar era lo vacío que estaba, un sitio tan grande el cuál probablemente fue construido para albergar muchas personas, lleno de cuartos sin uso.

No entendía porque Stanford y su hermano insistían en quedarse en aquella casa inmensa y antigua, quizá simple nostalgia o memorias de su familia. Aunque no le sorprendía el hecho qué no estuvieran casados, al menos no de parte de Ford, siempre fue un hombre qué demostró perfección donde fuera, intimidante, inteligente y deseado por muchos, pero posiblemente nadie estaba a la altura de sus expectativas. Era alguien qué mantenía su fortuna con buenas inversiones y aportes en inventos innovadores, además destacaba por sus generosos aportes a investigaciones sobre astronomía. Desde qué lo conoció siempre mencionó su fascinación por las estrellas.

De la vida de Stanley no sabía mucho, sólo alguna broma de su hermano sobre sus matrimonios fallidos cuando asistían a la universidad y que solía ser mucho más sociable y carismático qué Ford, no parecía aburrirse o fastidiarse al interactuar y eso lo hacía ser el hombre de los contactos importantes en la familia, era quizá lo único qué escuchó alabar de parte de Stanford sobre su hermano.

McGucket se recostó en la cama, demasiado grande para su gusto, pero lograría acostumbrarse. Dejó sus lentes sobre la mesa y cerró sus ojos, escuchando los sonidos propios de una casa antigua, tuberías y algún ratón qué corría dentro de las paredes.
Mientras intentaba conciliar el sueño, su mente se mantenía en un umbral entre la realidad y los sueños. En aquel momento le pareció ver dos sombras pequeñas asomarse por su puerta y desaparecer. En pocos minutos escuchó su crucifijo caer al suelo de madera.

El hombre se restregó los ojos y tomó sus lentes a tientas. La habitación estaba mucho más fría, al asomarse no pudo ver aquel crucifijo, encendió la vieja lámpara y se agachó buscando bajo la cama. Allí estaba el crucifijo, para su sorpresa, mucho más alejado de lo qué suponía, estiró su mano para tomarlo cuando notó otro objeto extraño.
Con un poco más de esfuerzo sacó el otro objeto también.
Era un simple juguete, un caballo de madera antiguo y tallado a mano. Fiddleford lo contempló unos minutos bajo la tenue luz de la lámpara, no tenía nombre, la respuesta más lógica es qué aquel pequeño tesoro había pertenecido a algún niño en la familia.

Sonrió levemente al imaginar algún pequeño adorable jugando con aquel caballo de madera, siempre había anhelado la idea de tener una familia con hijos. Al pasar su pulgar sobre el juguete notó algo inusual, un extraño polvo brillante y rosado qué brillaba.
No le dió demasiada importancia, simplemente dejó el juguete sobre la mesa. Pensó en mostrárselo a Ford y preguntarle sobre eso, su reloj apuntaba las tres de la mañana, posiblemente estaría dormido.
Aquel juguete le hizo difícil conciliar el sueño, el polvo seguía brillando incluso en un ambiente tan oscuro. Lo cautivaba y hacía estremecer al mismo tiempo.

Intentó descansar y nuevamente fue sobresaltado por otro sonido, pasos mucho más grandes que los de un ratón, provenían de afuera de su cuarto. Fiddleford se asomó pensando qué se trataba de su colega, quien tal vez tampoco podía dormir.
Abrió la puerta observando un pasillo pobremente iluminado por la luz cálida de algunas lámparas. Llegó hasta la sala de estar sin notar ningún rastro de su colega.
La escalera daba a la segunda planta, mucho menos iluminada en comparación, todo se veía oscuro a excepción de una cosa.

El humano se quedó paralizado al notar una figura en la oscuridad mirándolo desde el primer piso, solo podía ver claramente sus ojos, estos brillaban tanto cómo aquel polvo rosado, pero estos eran de un color azul intenso cómo llamas de fuego, expresaban sorpresa y curiosidad. No podía razonar lo qué veía en ese momento, el vello en su nuca y brazos se erizaron, su primer pensamiento fue qué estaba viendo un fantasma, pero también un segundo pensamiento fugaz y extraño llegó, había algo familiar en aquel azul brillante, sin embargo no recordaba donde lo había visto antes.

“¿Estás perdido?”
Fiddleford se sobresaltó al sentir una mano en su hombro, se giró y observó a Stanley fumando frente a él. “Lamento asustarte” dijo sonriendo.

“Perdón, yo creí escuchar algo y salí” Al girar nuevamente la vista a la planta alta no había nada allí. “Supongo que eras tú…”

“Supones bien. ¿Quieres uno?” Dijo ofreciéndole un cigarrillo.

“No gracias, no fumo”.

“Haces bien. Lamento haberte despertado, estos malos hábitos son tan adictivos que te tienen en vela toda la noche, iba camino al patio, Ford odia que deje olor a humo en la casa ¿Te ofrezco algo de beber?”.

“No, estoy bien gracias, será mejor que vuelva a mi cuarto, mañana será un día ocupado”

“Descansa entonces” dijo asintiendo.

Fiddleford volvió hasta su cuarto y cerró la puerta mientras sacudía su cabeza, sentía qué el cansancio le estaba jugando una muy mala pasada y lo mejor sería retomar el sueño.
Stanley lo observó irse y dirigió su vista a la planta superior antes de caminar hasta el patio.

Notes:

Muchas gracias por leer y por los kudos, no olviden comentar qué les pareció el capítulo, amo leer sus comentarios y los responderé con gusto.

PD: hay un pequeño huevo de pascua en el nombre científico de Will, a ver quién lo descubre.

Chapter 5: El sabor de los milagros

Notes:

Las cursivas son para recuerdos del pasado

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Las noches eran los momentos que Will más apreciaba desde qué estaba encerrado en aquella mansión, la tranquilidad y la soledad, nunca las había apreciado tanto cómo en ese momento. A veces su sueño se veía interrumpido por los sonidos propios de la mansión y los ecos de viejos fantasmas; pero a esas alturas, los fantasmas eran una presencia mucho más bienvenida qué cualquiera de los hermanos Gleeful.

Una noche se aventuró a explorar los pasillos de la planta alta, Stanley le había prohibido bajar y también salir de su cuarto, pero mientras no lo viera podría salir e investigar los secretos tras aquellos muros llenos de historia y dolor. Fue en esas pequeñas expediciones qué vió a una figura humana desconocida en la planta baja, su contextura era muy diferente a la de los Gleeful y nunca lo había visto antes, normalmente no debería sorprenderle ver otro humano, ya qué podría ser un invitado, pero eso no quitó la curiosidad e incertidumbre. ¿Sería un amigo u otro familiar de los gemelos? ¿Intentaría alimentarse de él también? ¿Por qué estaba allí?
El hombre pareció notar su presencia y Will se escabulló en la oscuridad, especialmente luego de oír los pasos pasados tan característicos de Stan, los cuales había aprendido a reconocer desde qué empezó a estar a su cuidado.
Will rápidamente se movió por los fríos pasillos de la planta alta, la mansión a altas horas de la noche parecía un laberinto, aunque lamentablemente para él la gran mayoría de habitaciones estaban cerradas o vacías.
En el fondo del pasillo había una puerta de madera oscura qué daba paso a un tercer piso también inaccesible. Antes de que pudiera volver a su habitación escuchó sonidos provenir detrás de aquella puerta, golpeteos rítmicos y susurros.

Will retrocedió con cautela, la puerta se abrió lentamente dejando entrever dos siluetas de cabello blanquecino y rosa pálido, sus cuencas también estaban vacías, al notar el aspecto tan joven e infantil de aquellos fantasmas, Will sintió un dolor punzante estrujarle el pecho. ‘Solo eran niños’ pensó, recordando la imagen del cuadro con ambos niños abrazándose rodeados de humanos con caballos y perros de caza.

Las pequeñas estrellas gemelas corrieron rápidamente al tercer piso, Will entendía que querían que los siguiera, con cuidado de no hacer mucho más ruido comenzó a subir las escaleras.
La atmósfera del tercer piso era mucho más opresiva, la casa en aquel momento parecía achicarse a su alrededor, todo se sentía fuera de lugar, no solo era por qué no debía estar allí, sus instintos le gritaban qué debía huir en ese momento. Pero, a medida qué recorría solo veía habitaciones vacías con tapices viejos y alfombras llenas de insectos.

‘¿Qué estoy buscando exactamente?’ pensó mientras continuaba caminando, a lo lejos veía la puerta de lo qué sería un inmenso ático. Will vio las figuras detenerse frente a esa puerta, susurrando palabras en su lengua natal.
La estrella vió una llave dorada en la cerradura antes de girarla los niños se aferraron a su ropa, estaban temblando.

“Ten cuidado” Susurraron. “Se alimentan de la luz”, “están hambrientos”, “están despiertos”, “esperando”, “el libro”, “ve por el libro”
Will asintió mientras las pequeñas manos seguían aferradas a él. Sin embargo, no lo siguieron al ático, estaban asustadas, de alguien o algo allá arriba.

Will giró las llaves y subió por las escaleras, la atmósfera opresiva era aún peor, pasó de sentirse un intruso a sentirse observado, no era una sensación exagerada, realmente estaba siendo observado. Lo qué yacía en aquel ático aterraba a los pequeños fantasmas.
Will encendió la tenue luz y miró a su alrededor el lugar estaba inusualmente ordenado, algunos pocos muebles cubiertos con sábanas blancas, por breves segundos le pareció ver qué una de ellas se movía así qué apresuró el paso, un libro, eso habían dicho los gemelos qué debía encontrar.

Will continuó caminando, se detuvo en el centro del lugar, en el suelo había un círculo con inscripciones y dibujos, tallado en el piso, la estrella arrugó la nariz, podía sentir las partículas de polvo estelar, las manchas de sangre qué no era humanas. Sintió el fuego arder en su pecho solo de imaginar los horrores de aquel lugar.
Will intentó concentrarse, buscó aquel libro, él cual encontró no muy lejos del círculo oculto debajo de un estante de madera antiguo, era un simple libro con una tapa de cuero negro.
Al abrir la primera página sólo llegó a leer la pequeña inscripción.
Propiedad de la familia Gleeful. ‘Guía y buen uso para la cosecha’ Will sabía perfectamente qué no era un libro sobre agricultura, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos susurros y unas gotas de líquido negro cayendo sobre él.

En el techo, estaba agazapada una criatura qué a Will se le hizo muy similar a un insecto, específicamente a un ciempiés, era extremadamente largo para ser un humano, aparte de su rostro y brazos aún tenían cierta familiaridad con una persona. La criatura se movió arrastrándose por las paredes,de sus ojos y boca chorreaba una sustancia negra de olor espantoso.
Will retrocedió, había visto los fantasmas antes pero esa cosa no tenía buenas intenciones. Una casa tan antigua y llena de sufrimiento no iba a albergar solo almas en pena, en aquel lugar donde se practicaban las peores cosas imaginables, la podredumbre y el horror tomaban forma.

Will comenzó a correr tan rápido cómo pudo, podía escuchar a la criatura moverse y arrastrarse tras él, podía oír el eco de sus múltiples voces llamarlo.
“Es hora de dormir, estrellita”, “Déjanos saborear tu corazón”, “Déjanos despedazar tu luz”...
La criatura se movía rápido y emitió un chillido espantoso antes de qué Will cerrará la puerta tras él y girará la llave con manos temblorosas. Aún se aferraba al libro, el miedo y la desesperación lo hicieron caer hacia atrás tropezando con las escaleras y golpeándose su cabeza contra el suelo.
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Will se observó a sí mismo en otro sueño, sus manos pequeñas abrazaban a su hermana con temor en el bosque, mientras los ladridos de sabuesos y los gritos de los hombres se aproximaban a ellos. Los ojos sin brillo de aquel linaje los recibieron con una sonrisa.

Pronto se vió en otro lugar, ahora sostenía un caballo de madera mientras jugaba con su hermana.
Sus ojos brillantes lo observaban con cariño y admiración, mientras una mujer alta cuidaba de ellos a la vez qué tarareaba una canción.
Ninguno de los dos entendía el lenguaje de aquellos humanos, eran muy jóvenes para saber cómo adquirirlo, a veces hacían gestos o sonidos para orientar a su cuidadora y normalmente se comunicaban entre ellos en su lengua estelar.
La pequeña hermana hacía dibujos en las paredes, sobre su hogar, sobre planetas y galaxias, sobre estrellas brillantes qué nadie había visto jamás. La mujer con paciencia le ofreció a la niña unas hojas de papel y crayones.

Will recordó su propia infancia en aquellos dibujos, su tiempo como una pequeña estrella nueva y curiosa, recordaba cuando empezó a tener consciencia de sí mismo, cómo se desprendió de su astro cómo una forma etérea y extraña, pero libre, recordaba flotar por el vacío, su cuerpo cambiando y moviéndose, tomando una forma triangular azulada mientras se guiaba por las canciones de cuna de múltiples astros qué le daban la bienvenida.

Will vió a la mujer ofrecerles dulces y bebidas, sintió su cuerpo pesado al tomar el líquido, un sabor familiar, la misma bebida que le habían ofrecido al llegar. Cayó al suelo sosteniendo la mano de quien era su pequeña hermana gemela en aquel sueño.

Al abrir los ojos ella ya no estaba, pero podía sentir el dolor en su pecho y escuchar los pedidos de auxilió en su cabeza. Se levantó aún mareado por el líquido y corrió buscándola, pero pronto fue sujetado por un hombre adulto qué intentó detenerlo. La estrella de cabello rosado lo mordió y pateó buscando zafarse. En respuesta aquel hombre golpeó su cabeza con fuerza contra el suelo hasta dejarlo inconsciente.

Un último recuerdo llegó a su mente,sus ojos abriéndose en aquel ático, el cuerpo de su hermana pequeña frío a su lado, sus ojos vacíos y con un corte que abría su cuerpo desde su pecho hasta su abdomen, cómo un animal al qué van a disecar. Will sintió su corazón romperse en pedazos ante los gritos y llantos del niño, aferrado al cuerpo de su hermana cómo si fuera lo único entre él y el más profundo abismo, en un nivel profundo Will sabía qué era verdad, eran niños aterrados despojados de todo.
El niño hizo lo qué pudo para aferrarse a su hermana, podía sentir el cuerpo agrietarse en un polvo estelar rosado, destrozándose poco a poco en sus manos temblorosas.
El gemelo lloró en silencio sintiendo cómo era alejado por su cuidadora, aquella mujer sonreía y mecía su cuerpo cómo si nada pasara, mientras tarareaba.
El pequeño veía con horror cómo el resto de la familia devoraban el cuerpo de su hermana. Destrozaban su cadáver y se alimentaban del polvo, hasta qué no quedaba nada.

Will despertó en el suelo con lágrimas cayendo por sus ojos, con el fuego ardiendo en su pecho producto de la ira y el dolor. No había rastro de los niños pero aún tenía el libro en su mano. Como pudo se incorporó y caminó aún en shock a su cuarto antes qué Stanley notará su ausencia. Guardó el libro bajo el colchón de su cama.
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Fiddleford se acercó con el juguete del caballo en mano mientras Stanford estaba haciendo algunas anotaciones sobre el portal.

“Mirá lo qué encontré en el cuarto, pensé que quizá les pertenecía a tí o a tu hermano”

Stanford lo observó con un leve destello de interés.
“Curioso…¿Dices qué lo encontraste en la habitación?” dijo tomándolo entre sus manos.

“Bajó la cama mientras buscaba algunas cosas qué se me habían caído”

“Esto es nostálgico y antiguo pero no es mio exactamente, perteneció a otros niños…¿Puedes buscar mis libros del estante?”

Fiddleford asintió, Ford sonrió mientras pasaba su dedo y observaba aquel polvo rosado, llevándoselo a la boca mientras su compañero no lo veía.

“¿Entonces era de algún abuelo tuyo? Eso lo haría una reliquia”

“Aún si no es mío, no puedo evitar sentir un sabor nostálgico al verlo, a mi infancia…una muy buena por cierto, nunca nos faltó nada” dijo acariciando el juguete entre sus manos “nos mudamos aquí luego de qué mi madre cayera enferma”

Fiddleford lo escuchaba atentamente.

“Es curioso, parece injusto qué una mujer cómo ella, quien dedicó su vida a amar a su familia, acabará tan enferma, a veces la vida no es justa, los doctores no encontraban una cura. Pero por fortuna nuestro abuelo paterno nos acogió aquí y le ofreció los mejores tratamientos” Ford sonrió “Tuvo una…recuperación milagrosa, estábamos agradecidos, al fin y al cabo, Stan y yo creímos qué íbamos a perderla con tan solo 12 años…tuvo una próspera y larga vida luego de eso”.

Fiddleford sonrió levemente.
“Me alegra qué sea un buen recuerdo”

“Bien, suficiente charla sentimental” dijo dejando el juguete sobre la mesa. “Vamos a trabajar”

“Por cierto, tengo una duda”

“Dime”

“¿Hay alguien más viviendo en la casa? Me pareció ver a alguien en el segundo piso…estoy seguro qué no era Stanley, él estaba junto conmigo cuando eso pasó”

Los ojos de Stanford parecieron oscurecerse por un segundo.
“No te preocupes por eso” dijo con una sonrisa qué no llegaba a sus ojos. “Hablaremos de eso luego…”
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Stanford y Stanley estaban sentados en la sala, Ford estaba mirando el enorme mapa estelar sobre la chimenea, mientras su hermano bufaba aburrido.

Su madre había decidido traerlos a la mansión de su abuelo, un lugar aislado de todo lo divertido, en un pueblo en medio de la nada. Según él, iban a ofrecerle a su madre un tratamiento innovador. Ford no creía mucho en milagros pero se aferraba al deseo qué su madre se recuperará pronto. Un anhelo infantil qué compartía con su hermano.

Había acompañado a su madre a todos los doctores, la habían diagnosticado con una extraña enfermedad autoinmune, Ford había leído sobre esa clase de enfermedad donde tu propio cuerpo se ataca a sí mismo.
Él y su hermano habían visto a su madre volverse más y más frágil y pequeña con el tiempo, todas las noches en secreto Ford quién siempre se consideró un niño escéptico rezaba porqué su milagro fuera concedido.

Por eso mismo cuando luego de varias semanas su madre empezó a recuperar su vitalidad, sintió el calor correr en su corazón, Stanley estaba eufórico y lo demostraba jugando y corriendo por toda la casa, sin perder un segundo de estar con su madre.

Ford buscaba por su lado una explicación a lo ocurrido, luego de tantos años de medicinas modernas y alternativas sin resultado, haber curado a su madre en solo semanas era efectivamente un milagro. El milagro de poder abrazarla y oírla cantar, de disfrutar su comida, a veces se quedaban con ella mientras les enseñaba a leer cartas y aunque Ford no creía en eso, lo haría si era solo por esos momentos, porque no sabía si volvería a perderla.

Fue una noche cuando se acercó al estudio de su abuelo con su pregunta en los ojos, quería saber la verdad, si había sido magia, ciencia o lo qué fuera, necesitaba saber ese secreto.
Su abuelo sonrió y lo invitó a sentarse frente a su escritorio.

“¿Alguna vez has pedido un deseo a una estrella, Stanford?”

“Solo cuando era muy pequeño, ya no creo en esas cosas…”

Su abuelo suspiró.
“No pierdas tu ilusión a tan corta edad. Creer en la magia es común en niños, aunque entiendo qué lo de tu madre te hizo crecer de golpe”

“¿Qué tiene qué ver eso con mamá?”

“Nuestra familia tiene una historia, una historia de venerar la magia y las estrellas, de pedir por sus anhelos y deseos, cómo tú deseabas qué tu madre mejorará”.

El niño lo contempló sin decir una palabra, con desconfianza pero al mismo tiempo con aquel anhelo infantil de desear poder creer en la existencia de algo más, en magia o deseos a las estrellas.

“Lamentablemente el mundo cambia muy rápido, la magia se fue perdiendo y con ello nuestros dioses dejaron de escucharnos…
Así qué encontramos una forma…” dijo mientras abría un cajón y extraía un vial con un líquido rosado y brillante. “Una forma de traer los dioses a nosotros y crear nuestros propios milagros”.

El pequeño niño sostuvo con inocencia aquel vial en su mano. Lo observó con admiración y curiosidad.
“¿Qué esto, abuelo?”

“Un legado, Stanford, solo una pequeña muestra de lo qué puedes ser capaz de hacer si aceptas quedarte en la familia”

“¿Esto curó a mamá?”

“Hizo mucho más qué eso, le dió una segunda oportunidad”

“Quiero aprender”

Su abuelo rió por lo bajo.
“Bebelo entonces, no es mucho pero te dejará probar lo qué es la magia, para el ritual de iniciación, el banquete…tendrás mucho más”.

Stanford lo bebió, no era como nada qué hubiera probado antes. Pero estaba seguro de algo, así debían saber los milagros.

______________

“Eres un estúpido, Stanley, no puedo confiar en tí para nada”

“Fue una coincidencia, tu colega no sabe ni lo qué vió”

“Dijiste qué lo ibas a vigilar, McGucket no es un idiota, tendremos qué pensar otra estrategia…”

“Puedo encerrarlo con llave o romperle las piernas”

Ford suspiró.
“Eres un animal, Stanley, con un brazo roto nos bastará…lo presentaremos cómo un empleado, diremos qué se accidentó, será mucho más creíble a qué piense qué hay fantasmas en la casa, además tarde o temprano tendré qué moverlo al laboratorio para alimentar el portal.

“Eso significa qué puede tener más libertad” gruñó.

“Culpa tuya por dejarlo pasar”

Stanley revoleó la mirada con fastidio.
“¿Cómo evitaremos qué hablé?”

“¿Quién va a creerle? Además no puede escapar por la cadena, pero puedo asegurarme de dejarle una advertencia”. Dijo sonriendo “Ahora ve a jugar, Fiddleford está comprando unos materiales qué encargué, te dará libertad de hacer cantar a tu juguete nuevo”.
Stanley no parecía de humor, simplemente se dirigió al cuarto de la estrella dispuesto a descargar la ira qué lo inundaba.

“Stan”

“¿Qué?”

“No le arruines la cara…”

Will acabó con el brazo derecho roto y varios huesos de los dedos de su mano en pedazos, aún si se regeneraba rápido, los huesos tardarían un par de semanas. Su cuero cabelludo dolía ya qué Stanley lo había arrastrado por todo el cuarto, estaba molesto, así qué sospechaba qué todo eso era un acto de Ford. Especialmente porque luego de quedar inconsciente tras la paliza, su brazo estaba vendado y tratado.

La mañana siguiente a esa fue enviado a la sala, luego de qué lo obligarán a vestir unas ropas de invierno. Agradecía qué el traje fuera nuevo y no tuviera qué lidiar con el aroma de los gemelos.

Stanford lo esperaba en la sala de estar frente a la chimenea, se veía radiante y con una amabilidad inusual. Will intentó mantenerse tranquilo, tenía miedo qué aquella paliza hubiera sido porque descubrió lo del libro. Sin embargo, aquellas sospechas se disiparon cuando vio a aquel extraño visitante acercarse.

“Oh, umm…buenos días, Stanford, quien es tu amigo”.

El humano sujetó el hombro de Will. El mensaje era claro, seguir su juego y cerrar la boca.

“Él es nuestro, amo de llaves, William…trabaja para la familia, sufrió un accidente por una caída hace poco…posiblemente es a quien viste en la noche”

Fiddleford lo contempló atentamente, todo en aquel jóven era llamativo, su cabello azul oscuro con un par de mechones plateados, su piel pálida y sus ojos demasiado brillantes, pero más qué ser una vista inusual, había algo familiar en sus ojos qué no lograba descifrar dónde lo había visto antes.

Fiddleford sacudió la cabeza y se presentó estrechando su mano.
“Un placer conocerlo, William. Soy Fiddleford McGucket, compañero de Stanford en su proyecto”

La estrella asintió, con la presión de la mano de Ford en su hombro.
“El placer es mío…”

“Fiddleford me ayudará con el trabajo, pensé qué sería buena idea presentarlos. Estoy seguro qué todo irá muy bien” sonrió “Por cierto Will, Fiddleford, echen un vistazo al mapa estelar, una vieja reliquia qué ha estado por generaciones” dijo apretando su agarré.

“Vaya, es increíble, muy preciso para ser tan antiguo” dijo McGucket.

Will estaba paralizado. Aquél mapa estelar con algunas estrellas pintadas, era en verdad un indicador, un trofeo de las presas de la familia Gleeful, pintadas según el color de su esencia y lo peor es que su estrella, aquella qué su alma representaba, estaba pintada de azul.

Notes:

Gracias por leer, pueden ver dibujos en mi tumblr cas-azul

Chapter 6: Girasoles

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Fiddleford no quería mirar a William por demasiado tiempo, parecería extraño y ni el joven qué acababa de conocer, ni su compañero de laboratorio, estarían cómodos con eso. Aunque no podía decir qué no era llamativo, el cabello azul con mechones plateados, los ojos brillantes y cansados, incluso la pequeña marca bajo el ojo qué parecía un corte y el brazo enyesado; todo era inusual, ese muchacho no parecía un amo de llaves sino un actor bien parecido o un aristócrata de cabellos muy despeinados, pero dado qué en aquella mansión lo extraño era la norma, supuso qué tenía lógica, incluso el cabello y ropa de invierno azul coincidía con la estética lúgubre y fría.

El científico notó la mirada perdida del jóven en el mapa estelar, parecía perturbado por algo, tal vez su brazo le dolía demasiado.

“¿Te encuentras bien?” Susurró.

Will asintió sin decir mucho más.
Stanford estaba mirándolos muy fijamente, conociendo a su colega no le sorprendía esa reacción de parte del chico, Ford era intimidante cómo compañero y seguramente lo era más cómo empleador.

“Will, ven un momento al estudio, necesito hablar contigo”

Fiddleford observó al muchacho, qué cambió su expresión a una de fastidio mientras seguía a Stanford.

En el momento qué Stanford cerró la puerta de su estudio, simplemente pasó a servirse un vaso de whisky cómo si nada. Cómo si no estuviera esclavizando a la estrella frente a él.

“¿Qué clase de juego es este?” Susurró Will. “¿Qué quieres de mí ahora?”

Ford simplemente bebió su vaso.
“Muchacho esto solo fue un falló de Stanley y tuyo, Fiddleford te vió en tus excursiones por la planta alta y necesitábamos una coartada. No necesitamos que él se enteré de este asunto de qué eres una estrella”.

“¿Y qué te hace pensar qué no hablaré?”

“No podrás” dijo sonriendo mientras la cadena quemaba la garganta de Will de a poco. “Tampoco importaría si muriera, pero honestamente no tengo ganas de buscar otro ingeniero para mi proyecto”.

“¿Qué proyecto?” Susurró Will.

“Te contaré de eso en la cena, estás invitado.”

La expresión en la estrella palideció por unos momentos y Stanford pareció notarlo.

“Relájate, tú no eres la cena…aún no.” Sonrió sin dejar su vaso. Agregando un líquido azul de un vial en su bebida, algo qué Will no tardó en reconocer.

Will se acercó con una expresión de furia en sus ojos, sabía qué no podía matarlo pero de todas formas se desquitó arrojando la botella de whisky contra la pared.
“Esa botella era importada…” dijo el humano con calma tomando su bebida con el polvo azul.

“Púdrete en el infierno, sádico de mierda. Estoy harto de tus estúpidos juegos” gritó la estrella.

“Tu furia es entretenida, pero no puedo dejar pasar por alto qué destruyas cosas en mi estudio, a los animales hay qué entrenarlos después de todo…”

Will vió el collar brillar y sintió sus rodillas caer al suelo cómo si lo arrastrarán, todo su cuerpo se tambaleó cómo una marioneta, incluyendo su brazo roto, haciendo qué de un quejido de dolor. Ford sonrió y lo arrastró del cabello hasta donde estaba el cristal roto.

“Junta tu desorden”

“Muérete, no soy tu puta mascota” susurró.

“No, yo no me comería a mis mascotas, tú eres más como un conejo para engordar qué serviré en navidad…ahora, junta tu desorden”

“No…”

Stanford suspiró parecía más decepcionado qué molesto.
En aquel instante Will sintió su mano sana ser controlada por el collar, forzandolo a tomar los cristales rotos cortándose en el proceso.
Will mordió sus labios con fuerza evitando dar un quejido de dolor. Stanford lo obligó a sujetar los cristales y arrojarlos a la basura. La mano de Will estaba llena de sangre, las heridas intentaban sanar sin éxito por los cristales qué seguían incrustados.

Will lo contempló con aquel fuego en sus ojos, la cadena lo detuvo de arrojarse contra él, cosa qué divirtió a Ford.
“Debe ser frustrante no poder controlar tu propio cuerpo” susurró acomodando un mechón de cabello tras la oreja de Will mientras seguía la marca de su herida con sus dedos.

“De verdad intento qué tengamos una sana convivencia, William, pero tú insistes en ponerte difícil…ve a lavarte la mano, estás ensuciando el piso” dijo acariciando el labio inferior de la estrella “y mantén está bonita boca cerrada sobre nuestro asunto o te prometo qué navidad llegará antes de lo qué crees, ¿Quedó claro?”

Will estaba a punto de insultarlo pero empezó a sentir la cadena quemar su garganta cada vez más haciendo qué tosiera y respirará con dificultad. Finalmente asintió y Ford lo dejó ir, Will dió una bocanada de aire aliviado sin dejar de mirar al humano cómo si quisiera asesinarlo.

“Buen conejito, ahora vete, bañate y arréglate un poco el cabello para la cena, pareces un vagabundo.”

William gruñó por lo bajo por el dolor y se movió aún algo tembloroso saliendo del estudio y directo al baño para lavarse la herida y extraer los cristales, algo extremadamente difícil con un brazo roto. Por fortuna para él ninguna astilla quedó en su mano y sanó bastante rápido, pero el terror que Ford le había infundido seguía allí. El terror de que pudiera hacer lo que quisiera con él, el terror de que podría matarlo cuando quisiera.
Will se sentía sumamente inútil, humillado y furioso, al mismo tiempo se sentía desesperanzado y asustado. Pero aún tenía un as bajo la manga…el libro. Esperaba qué aquel libro le diera al menos alguna pista para escapar de aquellos monstruos.

Will suspiró y se dirigió hasta su cuarto donde para su desgracia Stanley lo esperaba sentado en su cama. La estrella se paralizó por un momento pensando qué habían descubierto lo que robó, pero no fue así, Stanley estaba sentado sosteniendo algunas prendas limpias y artículos de higiene personal cómo cremas para el cabello.

“¿Qué haces aquí?” Susurró.

“Mi hermano me envió a ayudarte ya qué dudo qué puedas arreglarte con un solo brazo”

“¿Me preguntó cómo pasó esto?” Dijo con sarcasmo.

En otro momento seguiría el juego de la víctima indefensa, pero luego de todo lo ocurrido desde qué fue al ático en adelante, se sentía enojado y cansado. Stanley se tomó ese comentario con gracia, al menos estaba de mejor humor después de darle semejante paliza.

“Ven, yo te ayudo”
Stanley comenzó a desvestirlo y Will se sintió en clara desventaja en ese estado, estaba herido y cansado, enojarse y atacar a Stanley podía ser contraproducente, como pudo reprimió sus emociones, sintió su pecho doler y tragó saliva dejando que el humano lo prepara para el baño.

“Te ves más tenso de lo normal, seguro un baño caliente ayudará” dijo acariciándolo entre sus muslos para disgusto de la estrella.
“Te ayudaré a relajarte un poco” susurró.

Will apretó los ojos y labios con fuerza, sus manos temblaban, lo odiaba tanto que quería quemarlo vivo, borrar aquella sonrisa lasciva de su rostro. Hacerlos explotar en pedazos y pintar las paredes con sus entrañas, odiaba cuando hablaban, respiraban o lo miraban, ambos lo miraban cómo si fuera algo de comer, un trozo de carne que tironeaban cómo perros. Aquel pensamiento solo hizo qué su enfado sea peor, al intentar reprimir tantas emociones solo sintió un dolor muy fuerte en su herida, el polvo cayendo por su mejilla.

Stanley lo miró unos momentos y lamió el polvo de estrellas qué caía en su rostro.
“Tu herida se abrió un poco más” susurró.

Will pasó los dedos por el corte y sintió las pequeñas grietas abrirse tan solo unos milímetros más, aquello reemplazó el enojo rápidamente por miedo. Se estaba quebrando poco a poco.

“Tranquilo, es normal” dijo Stanley sonriendo. “Debes estar muy estresado, las emociones intensas no aguantan mucho en ese envase…tu cuerpo se quiebra y tu esencia empieza a escurrirse por las grietas.”

Will temblaba y ante eso la respuesta de Stanley fue meterlo en la bañera con agua caliente.
El humano no tardó en desvestirse y entrar con él, lavando su cuerpo y cabello, aprovechando cada situación para acariciarlo y rozarlo más de la cuenta. La estrella sentía el calor y la presión del cuerpo ajeno sobre él. No lo aguantaba, quería huir, gritar, golpearlo…lo qué fuera, aún si sabía qué no podía hacer nada contra Stanley.

“¿Qué pasará si me sigo quebrando?” Susurró sintiendo las manos de Stanley masajear su cabello con el shampoo.

“Como dice la frase…polvo eres y en polvo te convertirás…” dijo con tranquilidad.

Will no dijo nada, el recuerdo de los fantasmas agrietados cómo muñecas de porcelana llegó a su mente.
No sabía cómo tranquilizarse, no podía evitar sentirse asustado, las emociones eran demasiado intensas para él. Esto no era normal para él, aún viviendo otras vidas jamás había experimentado un caudal tan intenso de emociones en tan poco tiempo y mucho menos una situación tan estresante.
En su vida cómo estrella todo era mucho más “estable” danzar en la órbitas, observar los planetas y otras estrellas girar en aquel baile cósmico, el calor intenso irradiando de él, su energía libre y salvaje, no cómo ahora, retenida y presionada contra su voluntad.

El dolor a causa de la mordida de Stanley en su cuello lo sacó de su ensoñación, no solo eso, sentía un dolor más agudo en la espalda baja, una sensación qué lamentable no le era desconocida.

“Por favor no…” susurró al borde del llanto, un llanto genuino cargado de angustia.

Stanley solo lo acercó más a él, presionando su brazo herido. Will dió un quejido de dolor, podía sentir la presión dolorosa del miembro ajeno en sus entrañas. No tenía fuerzas para defenderse, solo dejó qué pasará, luchar en aquel estado lo dejaría aún más lastimado. Stanley solo dejó el agua de la bañera correr y encendió la ducha, posiblemente para qué cualquier fluido se fuera por el desagüe con más facilidad.

“Te acostumbrarás, de hecho ya lo estás haciendo” susurró el humano mordiendo su hombros “No más patadas y gritos”.

Will quería gritar y patear, simplemente no tenía energías, tal vez por el polvo de estrellas que cayó por su herida, los juegos mentales de Ford o para no tener qué lidiar con otro brazo roto si se resistía, en aquel momento solo quería dormir. Estaba exhausto, cerró los ojos sintiendo los movimientos que los desgarraban, resistió las ganas de gritar y lloró en silencio esperando qué terminará de una vez y lo dejará en paz.
Su mente se disoció por el trauma un buen rato, cuando volvió a reaccionar estaba vestido y Stanley simplemente cepillaba su cabello cómo si nada mientras cantaba la canción “run rabbit run” de Flanagan y Allen.

Will tocó la textura de su ropa, un abrigo de invierno color azul qué lo mantenía cálido, un lazo negro atado en su camisa, botas y pantalones suaves y abrigados por dentro, no era una mala sensación, lo ayudaba a mantener el calor en una casa tan fría.

“Ahora si te ves más presentable” dijo el humano satisfecho luego de cepillar el cabello azul con mechones plateados. “Ya estás listo, la cena será en una hora, no llegues tarde.” dijo con un tono más serio mientras dejaba el cuarto.

Will suspiró con pesar mientras se miraba en el espejo del baño notando las ojeras pronunciadas y la herida bajo sus ojos, aquellos momentos donde lo trataban “mejor” eran incluso más incómodos para él, eran trucos para que bajara la guardia o simplemente, en el caso de Stanley, eran el premio por dejarlo abusar de él sin mucha resistencia.

Se recostó en su cama unos minutos, cerrando sus ojos y tratando de recuperar fuerzas aún si era por tan solo una hora.
El cansancio no tardó en arrastrarlo a un sueño profundo, un sueño donde sintió un aroma peculiar. Girasoles…unas manos heladas tocaron su rostro. Nuevamente era arrastrado a memorias que no eran suyas, ni siquiera había estado en contacto con esas flores mucho menos sabía qué tenían un aroma en particular.

“Te mostraré dónde todo comenzó” susurró una voz femenina.

Will despertó en un campo de girasoles, adolorido y extrañado, rodeado de humanos con ojos expectantes, uno de ellos tenía un corte en su mano. Recordó cómo había logrado recrear su forma humana en primer lugar, cuando los gemelos fueron a buscarlo, a diferencia de ellos estos humanos se veían mucho más asustados qué amenazantes.

“No puedo creer qué funcionó” susurró uno acercándose lentamente.

“Es real…una estrella, finalmente luego de tantos años”

Will sintió la curiosidad de la estrella que encarnaba, la inocencia qué alguna vez fue también suya. Los humanos debían ser al menos unos diez, vestían ropas muy antiguas y rudimentarias, se acercaron a ayudarla, otros simplemente a tocar su piel o cabello en sorpresa.

“Tenía razón” susurró uno de ellos “Silas dijo la verdad…”

“¿Qué hacemos ahora?”

“Hay qué llevarla al templo, con cuidado”

William caminó rodeado por aquellos humanos, algunos se veían inquietos otros curiosos, durante unos minutos caminaron con él hasta lo qué parecía un templo antiguo con inscripciones y un mapa estelar dibujado en todo el techo.

Will observó todo desde los ojos de la estrella. Al llegar había un humano de rostro serio junto con su familia, él parecía ser el líder de aquel lugar. William recordaba verlo en uno de los cuadros, el hombre que sostenía la cadena de la estrella.

“No lo creo, es en verdad fascinante” dijo acariciando los cabellos rubios de la estrella. “Finalmente...luego de tantos años, están aquí…” El agarre del humano se volvió mucho mayor, sujetando sus brazos de forma posesiva.
“Preparen el ritual…él sabrá qué hacer”

William vió con terror cómo todo lo que ocurría era exactamente lo mismo que pasó con él, pero en este caso los humanos parecían más confundidos y preocupados, a excepción del líder qué sujetaba sus brazos.

La estrella fue llevada hasta una habitación mucho más grande donde había un círculo con un pentagrama dibujado en el suelo, dentro solo había un hombre o lo qué a simple vista parecía un hombre.

“Señor Silas Birchtree, la estrella está aquí…”

Will no sabría explicar la sensación al ver a aquel sujeto, un hombre alto, sus ojos estaban cubiertos con vendas, pero la estrella estaba segura qué aún así podía verlo, su piel se veía pálida y muerta, unas cuantas moscas lo rodeaban y su sonrisa demasiado extensa le causó un escalofrío en toda la espalda. Era una sensación similar a estar frente a un depredador enorme, aquella pobre estrella estaba paralizada de terror, todo en sus instintos y también en los de Will gritaban qué huyera. Aquel hombre frente a ellos no era humano.

“Vaya, pero que bello espécimen” dijo sin dejar de sonreír “Asterión ¿verdad?...bueno a veces también te llaman Chara, nuestra primera participante para la cosecha”

La estrella retrocedió pero fue atrapada por el humano. El calor en su pecho empezó a aumentar producto del pánico pero aquel ser de sonrisa horrible la sujetó de los hombros, sentía demasiado frío y el cansancio empezó a invadir su cuerpo, el simple toque de aquel hombre parecía absorber su energía.

“Gleeful ¿Tienes el anillo con la piedra qué te dí, verdad?” Dijo dirigiéndose al líder humano.

“Así es”

“Empecemos con el ritual”

William revivió aquel horrible ritual de enlace, el corte, la sangre goteando y finalmente una cadena amarillenta alrededor de su cuello enlazada con el anillo de aquel humano. Todo el ritual fue conducido por el sujeto extraño, los humanos a su alrededor solo tomaban nota de todo.

Cuando el ritual terminó, el líder del anillo, el antepasado de los Gleeful, observó fascinado la cadena en su mano. Sonreía ante la idea de tener absoluto control de una criatura celestial, el hambre de poder en sus ojos le recordó mucho a los gemelos, no había duda de qué era su pariente.

William vio la escena cambiar abruptamente, la estrella intentando huir, mientras era arrastrada, encadenada y tratada cómo un perro. Quemada, cortada y abusada una y otra vez.

“No funciona, él dijo qué el dolor era necesario para extraer el polvo…pero no se está quebrando…”

“No creo qué pueda hacer esto” dijo uno de los seguidores.

“Si no tienes las agallas dame otro cuchillo, hay qué probar un metal más duro” susurró el líder humano.

Will gritaba de dolor mientras lo cortaba y abrían una y otra vez.

“Dijeron qué no iban a herirla” gritó una mujer.

“¿Quieres vivir en la miseria de nuevo? Los alabamos por años, construimos templos para ellos y nos abandonaron, nos dejaron pudrirnos por las plagas y la pobreza, mientras ellos flotaban en su cielo sin hacer nada.”

El resto de humanos se quedó en silencio. El hombre apuñaló a la estrella en el estómago haciendo qué gritará de dolor.

“Llamamos y gritamos por su ayuda, por su bendición, pero no nos escucharon…vimos a nuestros hijos morir, ahora es su turno de compensarnos por los años de devoción”.

El dolor extremo de las múltiples torturas y cortadas causó qué finalmente comenzarán a abrirse grietas dejando caer un líquido dorado y brillante.

“¿Es…es eso?” Susurró uno de los hombres.

“Es lo qué Silas dijo, poder condensado por el dolor, polvo de estrellas…”

El líder dejó caer el líquido en una copa mezclada con algo de vino y lo bebió.
“Finalmente…la ambrosía de las estrellas”

Chara sollozó en silencio cerrando las heridas en su cuerpo, excepto aquella grieta que no dejaba de sangrar. Will sintió el dolor y la tristeza, el sufrimiento de ser golpeada y abusada hasta obtener lo qué ellos querían.

“Alguien ayúdeme por favor…” susurró en un lenguaje desconocido para los humanos.

Pero nadie hizo nada, incluso aquellos qué no estaban de acuerdo solo callaron al ver esa crueldad.

“Una estrella a cambio del poder y las riquezas para todo su linaje. Es un precio justo, a ninguna de ellas les importó su dolor o pérdidas, ¿porque deberían lamentarse por ellas?” Esa era la voz del hombre extraño, Silas Birchtree.

Hablaba conectando con aquellos humanos desde el resentimiento y el dolor, quizá perdieron a alguien importante, esperando qué las estrellas escucharán sus plegarias. Pero Will sabía qué no era así cómo funcionaban las cosas, eran seres cósmicos alejados de la vida de cualquier planeta, no eran dioses o deidades al servició de los humanos. Esa simple idea era ridícula para él.

“¿Por qué?” Fue la pregunta de William.

La respuesta del fantasma fue una secuencia de imágenes y recuerdos. Imágenes de estrellas bendiciendo humanos, dibujadas en templos ya desgastados y abandonados.
Imágenes de humanos alabando y venerando estrellas qué caían en la Tierra.
Will compendio entonces con una mezcla de enfado y horror la verdad, solo fue una coincidencia. Unas oportunas estrellas caídas, ofreciéndoles a los humanos gotas de magia a cambio de refugio, una religión fundada en la esperanza de ser escuchados por el cielo y finalmente un desenlace qué terminó en la peor tragedia, humanos buscando recuperar aquel poder qué alguna vez tuvieron, ayudados y guiados por un ser aterrador y de intenciones ocultas.
Ninguno de esos humanos sabían lo qué estaban haciendo solo querían obtener el poder por sus medios, rezando a dioses inexistentes y alimentados por el rencor y la desesperanza.

Will quería reír por lo ridículo de la situación, todo empezó con eso, un simple mal entendido, una idea errónea de ego, de qué un montón de humanos creyeran qué sus problemas mundanos eran responsabilidad de seres celestiales a millones de kilómetros de ellos. No comprendían su insignificancia en el universo y fuera de aquella ayuda brindada por el misterioso Silas Birchtree, la idea de sus hermanos muertos por un grupo de primates con el ego herido, lo enfureció.

Las imágenes no se detuvieron, los recuerdos de la pobre estrella siendo torturada de mil formas cómo ensayo y error, los humanos bebiendo su esencia creyendo ser merecedores de eso. Aquella actitud altanera de creerse dueños de lo qué nunca ha sido, ni será suyo.
Will despertó de golpe con las manos temblando y el calor quemando sus muñecas y cuello.

Apenas despertó tomó el libro escondido bajo su cama y empezó a ojearlo, no era para nada lo qué esperaba, era un registro de torturas y metodología para cultivar y recolectar el polvo de estrellas. Imágenes de cómo cortarlos en pedazos para devorarlos o cómo causar el mayor dolor posible para generar grietas, los metales aptos para dejar grietas abiertas, imágenes de sus órganos, incluso de cómo extraer sus ojos sin dañarlos. Will no quiso continuar por el momento, estaba mucho más molesto y shockeado qué antes.

El reloj marcaba qué faltaban cinco minutos para la cena y Will volvió a ocultar el libro, su mente aún estaba nublada por aquel sueño y lo qué acababa de ver, se movió por la inercia del momento y se mantuvo sentado contemplando la carné y la ensalada frente a él. Apenas probó un par de bocados, Fiddleford lo observaba extrañado, Stanley comía y Stanford parecía concentrado en los movimientos de la estrella.
Stanford podía sentir el calor irradiar de Will, algo no andaba bien, decidió dejar su conversación de lado y centrarse en la inestable criatura.

“William”, Ford habló “pareces afiebrado, ¿Por qué no vas a descansar?”

“Estoy bien” habló.
Will sentía sus muñecas y cuello arder. La proposición de Ford le sorprendió, él normalmente optaría por jugar con su mente y molestarlo, pero ese no era el caso está vez. Stanford veía la estabilidad de Will prender de un hilo y no necesitaba una crisis frente a él.

“Insisto” dijo levantándose de la mesa “te acompaño”

Stanford lo tomó del brazo y llevó por la escalera, para Stanley qué su hermano se moviera ya era motivo suficiente para decir que había un problema. Fiddleford parecía preocupado por la salud del empleado, aquellas ojeras y fiebre eran preocupantes.

“El invierno es muy crudo” dijo Stanley “hay qué cuidarse de no caer enfermo”

Stanford fue está vez quien lo desvistió y metió a la ducha fría. Temía qué la estrella irradiará más calor y rompiera las cadenas, Will superaba en poder y tamaños a las otras estrellas y con diferencia, necesitaría reforzarlas. No parecía notarlo pero su cuerpo hervía, Stanford fingía bien pero le estaba quemando las manos.

Luego de la ducha helada lo secó y dejó sobre la cama.
“Vas a calmarte ahora mismo…”

“.... Déjame en paz” susurró con la mirada perdida en la nada.

“William…”

“¡Déjame en paz!” gritó.

Stanford notó con sorpresa cómo una de las cadenas se agrieto y aquella pequeña fuga de poder lo mandó volando contra la pared cómo una onda expansiva, el calor había quemado parte de su cara y aunque se recuperó rápidamente, no podía evitar estar sumamente sorprendido por el repentino despliegue de poder. Will no pareció notarlo, la cadenas reaccionaron con el shock de energía más fuerte qué pudieron darle y él cayó al suelo desmayado con su herida ahora extendiéndose por el puente de su nariz y goteando una buena cantidad del polvo de estrellas.

Stanley al ver el candelabro temblar se disculpó con él ingeniero y subió rápidamente. Vió a la estrella en el suelo y su hermano con sangre en la cabeza.

“¿Qué demonios…?”

“Acaba de tener una crisis nerviosa y agrietar las cadenas, nunca ví algo así, si rompía una de las cadenas hubiera volado la habitación en pedazos.”

Stanley lo miró con sorpresa.
“¿Qué hacemos entonces?”

“Tú buscarás algo para recolectar el polvo y yo reforzare las cadenas, procura qué Fiddleford crea qué solo se desmayo de camino a su cuarto…”

Stanley se apresuró y Ford gruñó por lo bajó. Recolectó rápidamente algo del polvo de Will en su amuleto y lo usó para reparar y reforzar las cadenas mientras recitaba nuevamente el ritual. Sus ojos brillaron con una mezcla de furia y sorpresa por lo qué acababa de pasar. Aquel despliegue de poder además de herirlo, daño su confianza y le hizo ver qué no tenía control total de la situación, algo qué detestaba pero al mismo tiempo le fascinaba ver tanto poder.
Will era una presa poderosa y desafiante qué seguía resistiéndose aún cuando parecía qué no, un premio qué Stanford no estaba dispuesto a dejar ir. Aquel golpe lejos de asustarlo solo aumentó su obsesión y deseo por domar aquella estrella, quería tener la satisfacción personal de controlar y devorar una criatura cómo esa.

“No dejaré qué escapes tan fácilmente, eres mi estrella, mi comida y mi presa…TÚ ERES MÍO, WILL.”

Incluso en lo más profundo de sus sueños, la estrella podía sentir la amenaza del humano cómo un escalofrío en la espalda.

Notes:

Espero les haya gustado el capítulo, si les gusto dejen kudos o comentarios, siempre alegran mi día!

Para ver imágenes de los personajes pueden verlo eni Tumblr: cas-azul

Chapter 7: El nombre de las estrellas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

William nuevamente estaba flotando en el vacío, su cuerpo lentamente enfriándose, no había fantasmas o recuerdos, no había nada. Solo las penumbras heladas en la inconsciencia, solo se había sentido así de vulnerable la primera noche que los Gleeful abusaron de él, aún recordaba la visión de aquel ajolote de nebulosas, pero también aquella voz qué le decía que se rindiera a la oscuridad.
Respecto a cómo llegó allí de nuevo, sabía que había tenido un fuerte despliegue de poder, algo pasó con las cadenas y luego un dolor espantoso empezó a destrozarlo.
Para William la sensación de lidiar con las cadenas y su cuerpo era cómo estar encerrado en una caja muy pequeña de cristal que no podía romper, su cuerpo estaba pegado al cristal y cada vez qué una emoción intensa salía, esté se rompería cortándolo y haciéndolo sangrar, pero sin poder escapar.
Era una agonía, esos hombres habían convertido su propio cuerpo en una prisión, se alimentaban de su esencia y disfrutaban de su sufrimiento. Y lo peor de todo, realmente no había un sentido en ello, qué algunos humanos se encapricharán con tener poder no los hacía merecedores de éste, todas aquellas inocentes estrellas no eran más que simples niños o jóvenes en comparación con él, Will había vivido otras vidas tranquilas, pero ellos posiblemente no, sus experiencias en el mundo terrenal fueron solo un tormento.
Solo pensar en eso hervía su sangre, tantas vidas arruinadas por el ego humano, el deseo de poder y el egoísmo. Los odiaba con cada fibra de su ser. ¿Quiénes se creían que eran? Su planeta no era más que una insignificante partícula en el vasto cosmos y ellos solo eran parásitos arrastrándose en el lodo, en su forma real sólo bastaría una simple tormenta solar para volver ese mundo una roca inerte. Aún así, allí estaba, atado, humillado, abusado, todos los días escuchaba que solo era un bocadillo para ellos.
Se sentía muy enojado y patético, lo poco que había podido hacer para herirlos ni siquiera fue estando consciente.

La línea de pensamientos se interrumpió cuando oyó una risa familiar, aquella que oyó en su caída y en la primera noche. Un sonido qué lo mantenía alerta y alteraba sus instintos.

“Debo decirlo, aún si tus pensamientos son ruidosos, son muy divertidos de oír…tu odio es entretenido”

“Esa voz…” susurró la estrella “¿Silas Birchtree?”

La risa se escuchó de nuevo, más fuerte qué antes. Lo rodeaba y oía en todas direcciones.

“Oh, no….no me llames cómo a ese trozo de carne muerta que usé cómo disfraz, tengo muchos nombres y estoy lejos de ser un humano, lo sentiste cuando me viste en aquel recuerdo”

“¿Qué eres realmente? Muéstrate”

“Puedes llamarme Bill y no necesito hacerlo, pero puedo darte una pista de qué es lo que soy”

William sintió algo que lo hizo estremecer, como si hubieran drenado su energía con un simple toqué. Fue algo rápido y aún así, helado y abrumador. Todos sus instintos gritaban que huyera, porque lo qué había allí era un monstruo mucho más peligroso qué toda la familia Gleeful.

Will contempló lo qué parecía un disco de luz girar a gran velocidad, en medio solo había un profundo vacío, aquella luz era su energía robada, solo pudo visualizar una figura con una sonrisa espantosa y luego la oscuridad del centro absorbió aquella tenue luz.
La estrella retrocedió, entendía frente a lo que estaba y el terror no tardó en llegar.

“Relájate, solo estoy en tu sueño, no podría hacerte mucho daño aún si quisiera, solo te di un pellizco”

Aquel “pellizco” había sido suficiente para dejarlo exhausto. Will sabía qué estaba lidiando con un superdepredador del cosmos.

“Eres un agujero negro”

Will no podía verlo, pero podía sentir la sonrisa ensanchandose.
“Alguien que le dé un premio al muchacho…”

“Tú eres a quien oí cuando caí a la Tierra…”

“Si, voy a ahorrarte los descubrimientos Sherlock, soy yo quién ha estado enviando las estrellas aquí”.

“¿Por qué? ¿Acaso estás sirviendo a los Gleeful?”

“Por favor” rió “Claro qué no, los Gleeful me han rendido culto sin saber que era un agujero negro por mucho tiempo, quien más qué yo podria enseñarles a despedazar estrellas partícula por partícula, ellos me sirven a mí. Una vez terminan de volver polvo la “esencia” los astros no son más qué cadáveres en el vacío, yo solo los…remuevo…”

Will sintió el frío recorrer su cuerpo.
“Ellos comen las almas, tú comes los ‘cuerpos’...”

“Suena peor si lo dices así, solo son cascarones vacíos, ya no sirven, estrellas muertas qué me encargo de quitar del camino”

“Están muertos por tí, solo…solo eran niños”

“El cosmos es un lugar frío y hambriento, William. Esas estrellas se rindieron ante un montón de monos con cadenas…no valía la pena qué vivieran”.

“¡Les enseñaste cómo cazarnos, cómo matarnos, les hiciste creer qué tenían derecho a consumirnos por poder!” gritó, olvidando por un segundo lo peligroso qué Bill era, su mente no dejaba de pensar en los fantasmas, especialmente en esos pequeños gemelos asustados.

“Eso solo es efectivo si eres débil, así funciona la naturaleza”

“Nada de esto es natural, los humanos no comen estrellas…todo este sufrimiento es para qué puedas ¿Qué?¿carroñear?”

“No” rió “en verdad solo disfruto del caos y el espectáculo.”

“¿Te divierte todo esto?¿No has sido una estrella alguna vez?”

“Si ¿Y?, no soy una ahora, me alimentó de las estrellas y de cualquier cosa que esté lo suficientemente cerca…no tengo qué explicarte cómo funciona”

“N-no lo entiendo” susurró Will “¿Por qué?¿Acaso tienes algún resentimiento o…?”

“¿Por qué? No hay una razón tras esto William, solo es divertido para mí, quizás lo entiendas en algún momento…”

“¿Qué se supone que significa eso?”

Bill no respondió solo rió y dejó a la estrella confundida en la oscuridad.

Will despertó luego de varias horas, no tenía noción del tiempo, estaba agitado, instintivamente sus ojos fueron hacía la cadena en su muñecas, pero estás se veían en perfecto estado.

La estrella sabía qué ese no había sido un sueño, todo se había sentido real e inquietante, pero habría deseado qué lo fuera pues ahora la sensación de desesperanza era mayor, si un ser cómo Bill estaba involucrado en esto, sean cual fueren sus motivos, ¿Realmente tendría chance de escapar? Nada podía escapar de un agujero negro en el mismísimo cosmos, si ese ser había decidido encontrar su diversión en enviar su comida a los humanos para “vaciarlos”, ¿Qué podría hacer él contra eso?
Era un cuento de horror cósmico hecho carne, dónde sólo podía esperar su final inminente de la peor forma posible.

William sentía frío y miedo, aún si estaba molesto contra Bill la impotencia era fuerte. Sin embargo, aún en aquella angustia su terquedad y ansia de vivir aun destellaba. Pensó en la figura del ajolote y los fantasmas, si en verdad no hubiera nada qué hacer ¿Por qué se esforzaron en ayudarlo? Si solo fuera un camino sin salida, no habría por qué fomentar la esperanza en él y aunque sonaba tonto era la única luz a la qué podia aferrarse.
La posibilidad de salvar su alma, Bill podría intentar devorar su estrella, pero no por eso iba a permitir qué los Gleeful lo volvieran un cascarón vacío.

William tomó el libro ocultó bajo la cama y buscando algo qué pudiera serle útil o información sobre Bill, pero especialmente buscaba algo sobre la magia, la técnica que lo enlazó a los Gleeful. Debía haber alguna forma de revertir o debilitar aquello, pero la información no era mucho más qué instrucciones de cómo atrapar una estrella enlazando la esencia y cuerpo físico a los humanos. Con eso entendía qué estaba atrapado. Will sentía qué debía haber algo más quizá otro libro con más información, ese estaba específicamente dedicado al consumo y la cosecha del polvo de estrellas.
Aún así algo llamó su atención, una lista de nombres y coordenadas en una de las hojas.
William anotó aquello en un papel y lo guardó, quería compararlo con el mapa estelar de afuera, pero no podía dejar qué Ford o Stan vieran el libro.
Lo segundo qué llamó su atención fue una parte del libro con “utilidades” para el polvo de estrellas, desde rejuvenecimiento hasta retorcidas recetas de cocina o perfumes. Sin embargo, fue la utilidad médica la qué llamó su atención, el polvo de estrellas podría ser usado para curar heridas y hasta amputaciones, podría regenerar a quien lo consumiera haciéndolo prácticamente inmortal, pero también podía ser usado para curar enfermedades, entre ellas una bastante extraña llamada “corrupción estelar”.

La corrupción estelar se producía cuando un humano qué había consumido polvo de estrellas por mucho tiempo dejaba de hacerlo, una suerte de síndrome de abstinencia y una enfermedad bastante agresiva qué empezaba a consumir y pudrir los tejidos, deformando al paciente en una forma espantosa y haciéndolo agonizar hasta el último minuto. La única cura era el consumo periódico de polvo estelar y si no podían solo quedaba darle una muerte rápida al condenado.
Will quería reír por la ironía, aquellos monstruos se pudrían por sus pecados, claramente estaban desesperados por el polvo cuando él llegó, eso explicaba lo rápido qué lo habían atacado. No había nada escrito sobre cuánto tiempo requería un humano antes de morir así o en qué momento exacto murió la estrella anterior a él para darse la idea del tiempo transcurrido, quizá podría intentar hablar con Stanley y averiguarlo, dudaba qué Ford hablará sobre eso, su hermano era él más descuidado en soltar información en ese aspecto.
Si lograba encontrar la forma de huir y qué esos monstruos agonicen y se pudran sería un digno final para esa familia del mal, pero con Bill del lado de ellos eso podría ser un problema. Aún así, la información qué tenía ahora era una ventaja, los Gleeful dependían mucho de él, era claro qué Stanford no iba a matarlo pronto a no ser qué cayera otra estrella, intentaban intimidarlo y mostrar qué tenían el control, pero no era así, ellos podrían morir sin él, había logrado desplegar accidentalmente su poder y pese a qué Bill era un peligro, no tenía poder en la Tierra.

Will suspiró aliviado, guardo la hoja de papel con los nombres, coordenadas y el libro bajo el colchón de la cama. Aún se aferraba a la esperanza de escapar, todo aquel despliegue de amenazas era un intento por asustarlo y hacerle creer qué no podría hacer nada, pero no era así.

Stanford le había dado el día libre a Fiddleford, mientras investigaba de que otra forma mantener la magia reforzada en la estrella y evitar otra rasgadura. Stanley lo ayudaba con los libros a los que les prestaba muy poca atención.

“Tal vez deberíamos darle un poco de espacio” comentó Stanley.

“Concuerdo” dijo Stanford sin despegar los ojos de los libros “Esto no hubiera pasado si hubieras mantenido tu urgencia en los pantalones”.

Stanley simplemente le dedicó una mirada de enojó pero no podía negar lo que le había hecho a la estrella.
“No es solo mi culpa, todo eso de invitarlo a cenar no era por amabilidad ¿verdad?”

“No” Ford suspiró “Tenemos qué mantenerlo en control, pero si abusamos demasiado podría sobrecargarlo y causar lo qué vimos ayer…”

“¿Me estás ocultando algo?”

“¿Cómo qué? Hay información que no comparto contigo por obvias razones, no entenderías la mitad de lo qué digo”.

“Deja de subestimarme y tratarme cómo si fuera estúpido, Stanford, jamás ninguna estrella rompió una cadena…así qué o es culpa de tu hechizo o es culpa de él, hablá”

Stanford gruñó sintiendo el ataque a su ego.
“Claramente excedió mis expectativas, admito qué es un poder extraordinario.” susurró, dejando de lado los libros.

“Bueno, me alegra qué compartamos culpas” dijo Stanley fastidiado bebiendo un vaso de Whisky.

“Si queremos qué responda bien debemos evitar el daño innecesario, así los domésticas mejor”

“Es una de las formas…”

Stanford lo miró atentamente.
“¿Qué propones?”

“Nuestro abuelo usó una técnica diferente, quizá podrá evitarnos qué tenga otra explosión”.

Stanford levantó una ceja y lo miró con burla.
“¿Propones seducirlo luego de violarlo y quebrarle un brazo? Sabes bien que de usar esa técnica nos hubiéramos muerto esperando extraer la primera gota…”

“Sé que fue una situación de urgencia y no planeó fingir amor, solo digo qué podríamos tomar otro enfoque y hacerle creer qué no vamos a confrontarlo todo el tiempo…”

“Para empezar dudo que nos crea, pero tal vez tu problema sea que crees qué la estrella no te mataría si tuviera oportunidad…ya te lo he dicho Stanley, no es una criatura indefensa, pudo hacer algo qué ninguna estrella pudo, si fuera tú, dejaría mis emociones al margen”.

“Mis emociones están controladas, puedo manipularlo sin problema”.

Stanford suspiró.
“Eres un idiota, ¿quieres jugar con fuego y quemarte?, adelante, no vengas a mí cuando te muerda”.

“Por favor, sé qué es peligroso y soy consciente de eso, así cómo tú admitiste subestimarlo. Creo qué puedo manipular a una estrella encerrada”.

Ford revoleó la mirada y retomó su investigación.
“Viendo qué diga lo que diga no me harás caso solo te aconsejo que evites acercar sus dientes a tu entrepierna…”

“¿Es enserio?”

“Si, estás más idiota de lo normal, eres bueno para detectar estás cosas pero por alguna razón no estamos viendo lo mismo, si quieres manipular emocionalmente a alguien así primero tienes qué destruirlo, qué no tenga ningúna esperanza, nada excepto a tí”.

“¿Y tú crees que él tiene esperanza?”

“Si quiere matarnos, sí, tiene esperanza”.

“Pues no por mucho” dijo dirigiéndose a la puerta.

“Stanley”. La voz de su gemelo sonó firme y seria. Ya no era su tono sarcástico.

“¿Qué?”.

“Tienes razón, dale espacio y tú también despejate o algo, sal a divertirte…”

“¿Qué?¿No querías qué lo vigilara?”

“Creo qué necesitas olvidarte de las estrellas por un rato, creo qué has estado viendo algo qué…no está ahí, algo nubla tu juicio”

“Solo dime qué te fastidió y me iré” bufó.

“Stan, eres mi hermano y habló en serio. Estamos en esto cómo familia, durante generaciones fue así y así seguirá, así qué si hay algo qué esté distrayendote para lidiar con esa estrella, debes decirmelo.”

Stanley lo miró fijamente, durante unos segundos algo pasó por sus ojos, algo qué su hermano notó pero no estaba seguro de qué era.

“Estoy agotado, iré a dar una vuelta…por cierto un día de estos ve a ver a tu horrible mascota, Formy, ha estado haciendo ruido toda la madrugada en el ático y no lo soporto”.

Stanford respiro profundamente. Su hermano tenía la cabeza en algo y no estaba seguro de qué, obviamente le molestaba pero conociendo a Stanley no le diría nada. Tendría qué esperar hasta qué se calmará.

Stanley Gleeful se sentó en su auto y llevó las manos a su rostro. Su hermano tenía razón, no estaba enfocado pero no era Will el problema sino…otra cosa. Cada vez qué veía a William la veía a ella, no había pensado en ella desde hacía mucho, bueno no habían tenido otra estrella hasta ese momento.

“No eres un puto niño, Stanley” susurró para si mismo. “Eres tú y tu familia o ellos…no hay punto medio”

Durante su viaje en la carretera algunos recuerdos llegaron, recuerdos qué había enterrado y la llegada de Will no había hecho más qué hacerlos resurgir.

Había logrado escabullirse entre las habitaciones del segundo piso, lugar al que su abuelo le había prohibido ir, pero consideraba qué era el lugar perfecto para explorar, lo prohibido siempre era emocionante.

Su hermano pasaba tiempo con su abuelo en el estudio leyendo, su padre trabajaba y su madre estaba de compras con sus tías, sin supervisión adulta para sus travesuras. Fue mientras jugaba en el segundo piso qué la oyó, un tarareo de una voz tranquila y dulce, relajante, se acercó lentamente pensando qué algún pariente estaba allí y qué podría regañarlo, pero lo qué vió no era alguien de su familia.

Era una mujer de piel oscura y cabello plateado, era hermosa y todo su ser parecía resplandecer, sus ojos eran plateados parecía qué las estrellas brillaban en ellos, la mujer se veía joven y alegre, lo notó asomándose en la puerta y se acercó con curiosidad haciendo qué Stanley retrocediera un poco con temor.

“¡Hola! ¿Vives aquí también?” Dijo la chica de forma animada.

Stanley tardó en responder aún abrumado por el aura brillante de la joven.
“Si, está es la casa de mi abuelo…me llamó Stanley”.

“Debes ser el nieto del señor Gleeful, mi nombre es Gliese”

“Ese es un nombre raro” rió el niño “¿Por qué estás aquí escondida?”

“Tu abuelo me pidió qué me quedé aquí, se supone qué no puedo bajar… es un secreto”.

“Pues se supone qué no puedo subir pero, aquí estoy” dijo con arrogancia infantil. “¿Vivirás aquí?”

“Un tiempo, hasta que pueda volver a casa, el señor Gleeful me dejó quedarme, es un hombre muy amable, pero si no puedes estar aquí te meteras en problemas” dijo preocupada.

“Mi segundo nombre es problemas” dijo imitando algo qué oyó en una película. “Pero descuida, estaré bien”

Gliese soltó una pequeña risa y sonrió.
“Bueno, gracias por visitarme y saludarme, fue muy amable de tu parte, Stanley Gleeful”.

“Puede decirme Stan, ¿No se aburre de estar todo el día encerrada? Una vez tuve una gripe horrible y si no fuera por mi hermano hubiera muerto de aburrimiento”.

“El señor Gleeful me trae algunos libros…”

“Pero eso es aburrido y nerd…podría traerte algo más genial cómo una zarigüeya con un cuchillo o un escarabajo gigante” dijo el niño.

“Eso suena emocionante” dijo la joven sonriendo ante las ocurrencias del niño.

“Ya lo creo, lo difícil es traerlos a la casa sin qué se entere mi familia, especialmente las zarigüeyas…”

“Podríamos jugar un juego de mesa o ver alguna película”

“¿Tienes televisión?”

“Solo un funciona el reproductor de video”

“Una vez alquilé una película de monstruos con un nombre falso y cuando nos mudamos nunca la devolvimos…¡podría traerla!”

Gliese asintió.
“Se oye divertido, puedes traerla si quieres, nunca he visto esa clase de películas…solo algunas románticas qué tu abuelo me prestó”.

“Eso es muy aburrido, oye, qué tal si me escabullo y vemos la película en secreto, le diría a Ford pero…él le dirá al abuelo, lo admira demasiado…”

“¿Seguro no te meteras en lios?”

“Solo es una película, no me dió tanto miedo cuando la vi por primera vez” Stanley sonrió con arrogancia “¿o es qué tú tienes miedo?”

“¡Claro qué no!” Dijo la joven medio indignada y emocionada ante la idea de ver una película diferente. “No le temo a los monstruos, no son reales….” La chica se quedó pensativa un momento “Ven luego de la medianoche con tu película, nadie viene a esa hora a visitarme”.

Stanley sonrió con emoción.
“Hecho”

Stanley volvió en sí cuando estuvo estacionado frente al bar del pueblo. Su cabeza dolía y por unos momentos le pareció ver desde el espejo una figura de cabello blanquecino en la parte trasera del auto.
El hombre salió rápidamente y se dirigió a beber y olvidar todo lo qué pudiera.

‘Está muerta’ pensó ‘muerta desde hace años, toda la familia comió sus restos…solo estoy alucinando producto del estrés, no soy un maldito niño.’
Stanley se sentó y pidió el trago más fuerte, sabía que sería una noche muy larga.

Fiddleford despertó en mitad de la madrugada luego de una pesadilla donde un par de niños de pelo rosado rasgaban sus paredes quitando el empapelado con sus uñas.
Se levantó notando qué todo parecía normal, solo eran los sonidos de la casa.
Stanford le había dado su día libre esa mañana, aunque la familia no había sido muy normal qué digamos, especialmente el sirviente de la familia, William.
El hombre se dirigió al comedor luego de escuchar unos pasos, se llevó una gran sorpresa al ver a William, estaba observando el mapa estelar con una hoja en la mano. El astrónomo se dirigió hasta él.

“¿William?¿Te encuentras bien?”

El joven de pelo azul se sobresaltó mirándolo con terror.

“Oh, eres tú” susurró.

Fiddleford lo miró extrañado notando qué se aferraba con su brazo sano a la hoja de papel.

“¿Necesitas ayuda?”

“Solo estaba… viendo este mapa”

McGucket no quiso preguntar porque estaba a altas horas de la noche haciendo eso, suponía qué el joven era explotado laboralmente por su compañero, lo qué explicaba los nervios y la fiebre.

“Descuida, no le diré a Ford, solo intento entender qué haces aquí”.

Williams apretó el papel contra él y suspiró sin saber si confiar en el científico o no.

“Comparaba unas coordenadas con el mapa estelar”.

“¿Me permites verlo?”

La estrella dudó pero no tenía muchas opciones, solo esperaba que él no le dijera a los gemelos. Había algo en aquel humano qué era diferente a los otros, no percibía la malicia de los Gleeful o tal vez era el hecho de qué su aliento no olía a polvo de estrellas.

Will le mostró la hoja con coordenadas y nombres, Fiddleford simplemente sonrió.
“Ya veo, ¿También te apasiona la astronomía?”

“¿Disculpe?”

“Son nombres de estrellas y sus coordenadas, a juzgar por el mapa son las mismas…¿Tú lo hiciste?”

“Si…” susurró. “¿Cómo sabe qué son sus nombres?”

“Trabajé en un observatorio, empecé cómo un ingeniero y me apasionó tanto el cosmos que dedique algunos años a estudiar astronomía…es fascinante aunque poco redituable económicamente, estos son nombres y coordenadas de estrellas”

“¿Tú, estudias las estrellas?” dijo sorprendido.

“No solo las estrellas, pero si están dentro de mi interés…”

William quería decir algo pero las palabras se quemaban en su garganta producto de la cadena.

“¿Estás bien?” Preguntó.

“Si…no es nada, pero por favor no le diga a los gemelos…”

“Sé cómo es Ford, no le diré nada, es bueno tener hobbies especialmente si involucran el espacio exterior”

Will suspiró con alivio.
“Gracias”

“No fue nada, en verdad” dijo extrañado. “Aunque noté algo curioso”

“¿Qué?”

“Falta una estrella en la lista qué si está en el mapa, 771-M, es mi estrella favorita de hecho…”

Will no sabía qué decir ante eso.
“Si…tienes razón…falta en la lista.”

“Es la azul en la constelación triangular”.

Will asintió.
“¿Por qué es tu favorita?” susurró.

“Solía verla en mi hogar natal y luego en el observatorio…verla me hacía sentir que era parte de algo mucho más grande…en fin. No quiero aburrirte con esto, creo qué el espacio es fascinante y siempre que puedo habló hasta los codos sobre eso”.

Will lo observó atentamente sin decir nada y luego retomó su vista al mapa.
“No me molesta…también creo qué es fascinante…”

Fiddleford notó qué los ojos azules y brillantes del jóven, reflejaban una tristeza profunda y algo de temor, pero cuando hablaba del espacio brillaban un poco. Conocía esa sensación.

“Mira” dijo señalando las estrellas “Esa amarilla allí es Asterión algunos también la llaman Chara, la roja es Ross, la blanca Gliese y esas estrellas rosadas son Delta Equulei…son estrellas binarias, están unidas por su campo gravitacional y giran alrededor de un centro en común” comentó entusiasmado.

Will susurró sus nombres mientras las observaba.
“Gracias…”

“¿Por qué?”

“Por ayudarme y…no decirle a Ford. Aún así debería volver antes qué…”

“Descuida, Ford fue a dormir hace rato y por lo qué veo el auto de Stan no está afuera, asumo qué salió”. Fiddleford frunció el ceño. “¿Te…tratan mal aquí?”

William sintió el calor quemar su garganta. No dijo nada.

“¿Necesitas ayuda para encontrar un nuevo trabajo o…?”

“N-no, te lo agradezco…solo quiero mantener esto oculto, por favor”.

“No diré nada” dijo con tristeza al notar al pobre empleado no poder disfrutar de un simple hobby. “Stanford puede ser un cretino a veces, muchos creen qué por tener algo de dinero pueden tratarte cómo una basura”.

Will asintió, no era realmente comparable a la situación real, pero entendía qué Fiddleford solo intentaba empatizar con él.

“Tienes razón…apreció tu apoyo…”

“Bueno, sé lo que es que otros se aprovechen de tu trabajo y es agradable ver a alguien qué le apasiona lo mismo qué a mí.” Dijo cruzándose de brazos mirando el mapa estelar.

Will asintió levemente. Fiddleford notó cómo pese a todo el muchacho seguía algo inquieto.

“Escucha” comentó el científico “Si quieres ayuda o alguien con quien hablar del cosmos puedes venir a verme, normalmente en la noche estoy libre en la habitación del piso de abajo a la derecha, Stanley suele estar fumando a está hora”.

William lo miró extrañado.
“¿Por qué me ayudas?”

Fiddleford encogió los hombros.
“Pareces algo decaído y compartimos intereses, nunca viene mal tener un amigo”.

Los ojos de la estrella brillaron por un momento y sonrió un poco, no recordaba la última vez qué había sonreído genuinamente por algo bueno desde qué llegó a ese lugar.
“Amigos, eso suena…agradable…gracias”.

Fiddleford sonrió también.
“No hay de qué, debería ir a descansar también, mañana será un día largo”.

“¿En qué están trabajando? Dijiste qué eras compañero de Ford”

“Ah eso, me pidió ayuda con un proyecto, un portal o algo así, siempre fue muy ambicioso en esa clase de cosas”.

“¿Un portal? ¿Al espació?”

Fiddleford rió por lo bajo.
“No que yo sepa, asumo qué será para teletransportarse a otros lugares…”

William se quedó pensativo por unos segundos.
“Suena…complicado”.

“Ni lo menciones, no me dió demasiados detalles, pero necesitaba el dinero así qué…aquí estoy”.

William estaba algo perdido en sus pensamientos, concentrado en algo.
“Un portal qué podría llevarte a cualquier lugar…” susurró.

Era un pensamiento esperanzador y a la vez aterrador, una puerta para volver a casa o para qué Stanford pudiera atrapar más estrellas. Eso era de lo qué quería hablar en la cena, su proyecto.

“Bien, debo ir a descansar, hasta pronto, William”.

“Ah…si…descansa”. Will subió al segundo piso rápidamente.

Fiddleford volvió a su cuarto un poco confundido, ese muchacho era extraño pero no era desagradable. Aún había algo muy familiar en él.
El hombre tomó sus notas del observatorio donde estaban los registros sobre varias estrellas entre ellas 771-M, incluyendo una imagen en color qué le tomó varios meses conseguir.
Fiddleford la miró atentamente notando algo curioso, los ojos de William eran muy similares al color azul brillante de esa estrella.

Notes:

Muchas gracias por leer y por los comentarios, siempre los aprecio mucho y alegran el día 💖💖💖 díganme qué les pareció el capítulo y si tienen alguna teoría

Chapter 8: Si un día desapareciera

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Fiddleford se había despertado abruptamente de una pesadilla, veía dos niños de pelo rosado rasgar las paredes rompiendo el tapizado y bajo éste había cadáveres pudriéndose, a veces cambiaban a caras agonizantes o gusanos. El ingeniero solo abría los ojos cada mañana con el corazón agitado, aunque tenía tentación por romper el tapiz, sabía qué era solo una pesadilla recurrente, asumió qué era debido al estrés al que Stanford lo sometió con su proyecto.
Aún así se acercó lentamente y observó el tapizado, no había indicios de putrefacción, ni olores extraños, se sintió ridículo por hacerlo así qué simplemente se dirigió a buscar una taza de café y luego fue al laboratorio.

Stanford estaba allí desde mucho más temprano haciendo algunos estudios y trabajando en la instalación de la fuente de energía. Fiddleford no había visto esa supuesta fuente, solo sabía qué el cableado se extendía bajo tierra a una zona donde Stanford mantenía su maquinaria, el hombre tenía sus dudas respecto a ese supuesto búnker que su colega tenía y qué estaría en funcionamiento pronto. Sospechaba qué la actitud misteriosa de Ford se debía al uso de materiales no tan fáciles de conseguir, cómo uranio. Lo qué podría ser la razón de tanto misterio, Ford no era un hombre transparente, se codeaba con influencias y era muy manipulador, no sería extraño qué llegará a realizar prácticas no ortodoxas para su proyecto.

Fiddleford ayudó en los planos los siguientes días, pero su compañero pasaba mucho más tiempo en su búnker y Stanley solía pasar más tiempo afuera ya sea saliendo o estando en los jardines fumando. El científico encontró un margen de tiempo libre, en aquellos días de frío invierno se dedicaba a practicar con su banjo.

Will por su parte se encontraba confundido, los Gleeful habían dejado de vigilarlo con tanta frecuencia, Stanley parecía evitarlo por alguna razón y Ford se mantenía ocupado con su proyecto, aquel plan que Will intuía solo sería para herir más estrellas.
Will se mantenía alerta sin bajar la guardia sobre los hermanos, pero lo cierto es qué aún si no podía huir por la cadena, tenía cierto alivio, la ausencia de los monstruos de esa casa lo tranquilizaba, podía moverse con más libertad entre el lugar y el aura se sentía menos opresiva.

Fue una tarde tranquila mientras estaba solo qué oyó la música, no era extraño para él, pero nunca había oído esa clase de instrumentos tan de cerca. William se asomó hacía la planta baja dónde observó a Fiddleford tocar su banjo sentado en la cama de su habitación.
Las vibraciones musicales hacían qué los ojos de la estrella brillarán con curiosidad. Le agradaban las melodías, la forma armónica en la qué sonaba la música. El antiguo astrónomo notó al chico mirarlo de lejos cómo un animal qué inspecciona un objeto extraño.

“Hey William, qué gusto verte aquí, debe ser relajante no tener a tus jefes controlando todo”.
Fiddleford notó que el muchacho llevaba una bandita debajo de su ojo, cubriendo aquel corté qué había visto cuando lo conoció, parecía ser un poco más extenso de lo que recordaba, pero no iba a incomodarlo preguntándole sobre eso, apenas lo había notado el día anterior, pues era muy tarde en la noche. Su brazo seguía recuperándose y a juzgar por cómo su cabello cubría parte de su rostro estaba claro qué no era algo de lo que quisiera hablar.

Will se sobresaltó un poco, pero pronto se recuperó y asintió.
“¿Qué es eso?”

“Un banjo, ¿Quieres oír una canción?”

Will dudó antes de acercarse a la habitación, olía demasiado a polvo de estrellas, no era reciente, eran un aroma qué se había mezclado con la húmedad y el paso de los años, había varias zonas de la casa qué Will odiaba especialmente por los olores.
El peor de todos los aromas provenía sin duda de las habitaciones de los gemelos, qué estaban siempre cerradas, especialmente la de Stanford.
Durante sus ausencias la estrella hizo sus recorridos por la casa, pasaba su tiempo en la biblioteca buscando algo qué lo ayude a escapar, pero nada servía. Había intentado husmear en las habitaciones, pero no tenía acceso, si hubiera algo revelador claramente estaría ahí.

“¿William?” Fiddleford lo despertó de su ensoñación.

“Umm si, claro”
La estrella dió un par de pasos inseguros mientras se sentaba a un extremo de la cama.
El humano afianzó las cuerdas y empezó a tocar.
“¿Tienes alguna preferencia o canción qué te guste?”

“No…lo qué tu escojas estará bien” susurró mirando con atención el instrumento musical, analizando su funcionamiento.

Las ondas y vibraciones eran la manera en la percibía las cosas en el espacio, tal vez por eso la música le parecía fascinante. Incluso el lenguaje de las estrellas era algo más similar a un sonido o un zumbido en ese mundo, para el oído humano al menos era mucho más difícil de percibir.
Para los humanos el lenguaje de Will era lo mismo qué oír una cuerda vibrar, ellos oirán un sonido o un conjunto de sonidos, pero la cuerda seguirá vibrando un poco más y esas otras vibraciones imperceptibles para ellos eran parte de su lenguaje. Si Will pudiera llevarlo a un ejemplo sería cómo encontrar un humano qué solo habla con el primer fonema de una palabra.
William podía entender el lenguaje humano perfectamente gracias al “enlace” con los hermanos apenas llegó, la sangre qué le había dado un cuerpo, también le permitía entender lo que decían los humanos, escrito o hablado, daba igual, esto no ocurría con estrellas muy jóvenes las cuales apenas podían comunicarse muy bien entre ellas, tendrían dificultad de entender otros lenguajes, pero Will era un adulto.

Fiddleford comenzó a tocar su canción, era una melodía animada de estilo country a la qué Will no estaba habituado, pero la energía en las canciones le agradaba.
El estilo animado y la ausencia de los gemelos hacían qué el ambiente se sintiera menos tenso y horrible, no podía quitar el aroma a muerte, pero al menos la tensión parecía dispersarse un poco.
El astrónomo estaba concentrado en su música, no era habitual para él tener audiencia, pero no le molestaba, la música era un escape relajante y un recordatorio de un hogar que extrañaba.

La música hacía que William se relajará, aún si fuera solo por un momento, la presencia cálida de un nuevo amigo, las notas animadas, otorgaban algo de calidez a aquella tumba helada que era la mansión Gleeful.
Aquel lugar era frío y desolador, devorando la luz de todo lo qué estuviera dentro lentamente, algo irónico considerando qué aquel culto familiar se creó bajo la guía de un agujero negro, realmente le hacían honor a su fundador. Todo lo qué habían creado y construido desde entonces estaba infectado con un hambre voraz y cruel, sin embargo aquel pequeño momento de calidez se sentía cómo los fantasmas rodeando al ajolote de nebulosas, un poco de luz en la oscuridad que lo atraía y él se aferraba a la luz, cualquier tipo de luz, porque aún si se aferraba a la propia desde la esperanza de huir o la furia de luchar, temía qué no fuera suficiente y que aquel vacío helado lo devorará.

Fiddleford notó cómo Will lo observaba con atención, sus ojos brillaban y aunque parecía algo perdido en su mundo, se notaba qué estaba cómodo, de algún modo su tensión se había reducido considerablemente, cómo si un gran peso hubiera sido quitado de sus hombros, como el alivio de alguien que encontraba un refugió en una tormenta.
William era una persona muy extraña, había algo en la forma en la qué reaccionaba a la música qué parecía más animal que humano, una cierta inocencia y capacidad de asombro que no era habitual de ver en otras personas. Le parecía tierno de algún modo, aunque no lo diría abiertamente.

La estrella se quedó allí oyendo las canciones sin hacer ningún sonido o interrupción, su cuerpo se balanceaba apenas cómo si quisiera seguir aquel sonido y Will parecía luchar contra ese movimiento, no quería distraer al humano.
Cuando Fiddleford finalizó luego de varias canciones, la estrella sonrió, una sonrisa real de alivio y tranquilidad. Por un segundo le pareció cómo si William estuviera resplandeciendo un poco, cómo si un aura tenue brillara en él, pero esto desapareció en un parpadeo cuando Will se acercó al escritorio para ver unos papeles que tenía dispersos con planos y algunos cuadernos.

“Son algunos planos del proyecto, Ford ha estado ocupado trabajando con eso…”

Will solo miraba todo con curiosidad. No veía nada sospechoso por fuera de su mal presentimiento. No había nada llamativo en lo qué leía, sin embargo otra cosa si llamó su atención, una foto aunque poco clara se le hizo muy familiar, una estrella azul brillante. Era él, o al menos su cuerpo celestial, William se alarmó un poco, tardó en recordar qué estaba frente un hombre qué admiraba las estrellas y qué había mencionado qué la suya, sin saberlo, era su favorita.

“Esa es una imagen increíble de 771-M, me llevó mucho trabajo conseguirla en color…¿Te gusta?”

William solo pudo asentir, la añoranza de volver a casa y el temor lo invadían, sentía que era la clase de cosas que Stanford haría, dejar una imagen de su forma celestial para recordarle lo lejos qué estaba de casa, para susurrarle lo mucho qué disfrutaría verlo apagarse y el placer qué le daría despedazarlo. Porque aún si Will tenía una leve ventaja y sabía qué no planeaban matarlo hasta el momento sabía que Ford no mentía, qué deseaba hacerlo y qué era honesto, el terror a los gemelos estaba presente, eran una pesadilla recurrente, Stanley con sus caricias invasivas, su agresividad y su deseo de dominar sobre otros; y Ford con su ojos oscuros hambrientos de poder y de luz. Cada vez qué veía los ojos de Ford recordaba a Bill, se preguntó si el hecho de comer lo mismo los hacía tan similares, pensó qué si la esencia de Bill podía infectar la casa también lo haría con las personas.
Aunque esto no ocurría de igual modo con Stanley, quien poseía una clase de oscuridad más agresiva, algo que le recordaba más a una supernova qué un agujero negro. Él, estaba en medio de ambos sin saber si primero lo mataría una explosión de Stanley o la gravedad arrasadora de Stanford.

Will notó que el astrónomo lo observaba, aquellos pensamientos solo duraron una fracción de segundo en su mente. El miedo se disipó un poco, él no era Ford, no deseaba dañarlo, solo estaba expresándose sobre algo qué le agradaba.
“Es…increíble” susurró.

Fiddleford sonrió y le enseñó algunas anotaciones sobre la propia estrella.
“Es la más brillante de su constelación, un auténtico espectáculo en el cielo nocturno, somos muy afortunados de poder presenciar las maravillas del cosmos”.

Will asintió. No sabía qué decir al respecto, no podía aunque quisiera, decirle a Fiddleford la verdad.
El humano se mantuvo en silencio un rato, hasta qué volvió a hablar.
“Sabes, últimamente esta estrella tuvo una actividad inusual, dejó de ser visible para los telescopios por un tiempo, cómo si su luz hubiera disminuido considerablemente…”

Will se sentó al borde de la cama y lo miró fijamente. Quería decirle la verdad, quería gritarlo, pero esa cadena estrujaba su voz. No es qué Fiddleford fuera alguien de absoluta y plena confianza, pero era el único con quien podía hablar en ese momento qué no deseaba herirlo, Will quería qué alguien supiera la verdad, aún si solo era un solo humano, quería qué alguien, quien fuera… supiera qué estaba allí, qué al menos su nombre no fuera olvidado en el vacío. Quizá el hecho de que el astrónomo había expresado tal admiración hacía él lo hacían querer decírselo.

“Eso es inusual” dijo con una voz un poco rota.

“He oído qué algunas estrellas dejaron de ser visibles para nuestros equipos, cómo si hubieran desaparecido sin más…me gustaría investigar un poco sobre eso…”

Los ojos de William brillaron por un momento, una idea que surgió cómo una luz de esperanza. Quizá no podía decirlo, pero podía inducir las sospechas de qué algo estaba mal, aún si sonará raro o no tuviera sentido, necesitaba que alguien supiera que estaba allí, qué algo horrible pasaba tras esas paredes, porque si lo peor llegaba a pasar entonces...

“Entonces…¿Hubo otras estrellas?”

“Si, es un fenómeno raro, algunos dicen qué lleva muchos años ocurriendo ya, pero nadie sabe qué pasa…¿Quieres saber más sobre eso?”

Will asintió.
“¿Sabes cuáles son?”

“No del todo, pero tengo algunos colegas que continúan la investigación, me pondré en contacto con ellos, eres bienvenido si deseas ayudarme”

Will sintió qué podía quebrarse en llanto allí mismo, pero simplemente resistió el impulso de hacerlo.
“Sería un honor…¿Puedo preguntarte algo?”

“Claro” dijo mientras acomodaba sus papeles.

“Si desapareciera… si un día tu estrella favorita ya no estuviera, ¿La recordarías?”

Fiddleford lo miró un poco confundido y preocupado.
“Bueno, suponiendo qué eso ocurra…lo cual espero qué no…claro qué la recordaría, de hecho investigaría sobre ello, buscaría saber qué le ocurrió”

Will lo miró con suma atención.
“¿Por qué? Digo, a la mayoría de las personas del mundo, no les importa…”
Bueno a los Gleeful les importaba, pero no por razones benévolas.

Fiddleford se sentía ofendido, cómo si fuera la clase de pregunta que buscaba rebajar su pasión por los astros, como si fuera algo de poca importancia, iba a dar una respuesta sarcástica, pero notó los ojos de William.
Había una tristeza profunda en ellos y una desesperación inusual, no estaba intentando rebajar su interés, realmente quería saber si era algo qué en verdad le afectaría.

Aún si no afectará su vida diaria cómo tal, si le dolería no ver esa estrella en el cielo no solo sería angustiante cómo astrónomo, ver el cielo oscurecer cada vez más, sino porqué también representaba algo muy importante para él, su hogar. Cada vez qué extrañara su hogar vería esa estrella y podría rememorar su infancia, no se sentiría tan lejano, ni tan solo. Era parte de algo más grande, un universo conectado, qué tragedia sería qué una estrella desapareciera de la nada, un caos a nivel cósmico, los cuerpos celestes a su alrededor se alterarían, saldrían de sus órbitas, un auténtico desastre…

“Bueno para empezar como científico sería preocupante…un caos para el cosmos y su equilibrio, te aseguro qué si el sol desaparece todos entrarían en pánico. Pero también por algo meramente personal, por un lado esa estrella me recuerda a mi hogar y por otro… creo qué a veces simplemente es agradable ver la belleza de ese brillo en el cielo nocturno, nunca me cansó de ello…” Fiddleford sacudió su cabeza y suspiró “No me importa si no es importante para otros, lo es para mi. Quizá no suene cómo una respuesta coherente y sea algo meramente emocional, pero…me importa.”

William sonrió y Fiddleford rió por lo bajo.
“Lo lamento seguro suena ridículo, luego me preguntó porque no tengo éxito con las chicas” dijo riendo.

“No lo es…es algo qué te apasiona, es importante para ti, eso es suficiente…” dijo con honestidad.

El científico asintió, sintiéndose feliz de no ser juzgado cómo un bicho raro.
“Te lo agradezco, William. Es agradable encontrar a otros con un mismo interés y…bueno no es cómo si a las estrellas les importará, qué las admire un hombre solitario de un planeta lejano”.

La estrella rió, no era una risa alegre tampoco enteramente amarga, le resultaba muy cómica la ironía de la situación.
Si aún hoy estuviera en su letargo y su vida solar cómo tal, de haber sabido qué era apreciado por alguna criatura viviente de un mundo extraño y lejano seguramente no le hubiera importado en lo más mínimo, bueno no es como qué pudiera, no sentiría nada. No tenía consciencia de sí mismo hasta qué se desprendió. En ese caso quizás solo pensaría qué es curioso y extraño, le haría reflexionar sobre el cosmos, tal vez, no estaba seguro.
Pero ahora en aquella situación, saber qué alguien lo recordaría, qué no moriría olvidado en el vacío le generaba cierta calidez en su interior.

Era contradictorio, los humanos cómo tal nunca habían significado nada para él y en cuestión de semanas, los Gleeful habían causado qué desarrollará un profundo odio hacia ellos, a veces aún si sabía qué era una generalidad pensaba en los humanos cómo seres engreídos e insignificantes; pero por otro lado la idea de qué el astrónomo lo extrañará o buscará si desapareciera, le parecía… agradable, la idea de estar en el espacio y saberse apreciado resonaba de otra forma. Tal vez por estar en una experiencia humana o por la amenaza de desaparecer sin dejar rastro, pero aún así algo había cambiado y si lograba escapar, si lograba volver a casa, cuando estuviera en el espacio recordaría ese momento y a Fiddleford diciendo qué le importaba, recordaría lo qué significó eso para él cuando sintió aquella angustia y miedo a morir. Y pensaría para sí mismo, qué a él también le importaría el humano, sabría que estaría en un planeta lejano, qué sabría de su existencia, qué pensaría qué es increíble y qué le haría feliz observarlo. Tal vez estaría muerto, pues los años luz superan con creces la expectativa de vida humana, pero aún así, pensaría en él por muchos siglos.

“Tal vez si supieran lo mucho qué te apasiona el espacio, se sentirían apreciadas”

Fiddleford lo miró extrañado y sonrió de lado.
“No lo veo posible, pero…suena casi poético ¿Verdad?”

Will asintió.
“Seguro”

Ninguno era importante para la experiencia general del otro, Will no era importante para la humanidad cómo tal y Fiddleford no lo era para el cosmos qué la estrella habitaba. Sin embargo, en aquel momento y lugar si lo eran, eran importantes el uno para el otro, y para Will eso era suficiente, era lo qué necesitaba en aquel infierno de hielo, alguien que le dijera qué lo extrañaría y recordaría, cómo el recordaría a sus hermanos, llevaría sus nombres con él para no dejarlos caer en el olvido.

“Suena bello aunque no creo qué sea científicamente posible…ah, lo siento, no quise sonar grosero…sé qué es algo hipotético.”

“Descuida, creo qué es lindo, tienes un aprecio incondicional, aún si sabes que nunca lo sabrán… aún así te preocuparías por las estrellas”.

Fiddleford rió.
“Haces qué suene cómo un amor imposible o platónico, supongo qué lo es a su forma…tú…eres raro, sin ofender, pero aún así me siento cómodo hablando de esto contigo. Aunque te daré un consejo…”

“¿Cuál?”

“No uses esa táctica para ligar en discotecas…a no ser qué tu ligue sean nerds fanáticos del espacio, cómo tú, Stanford o yo…”

Will sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. No era nada similar a lo qué Stanford sentía, no había nada puro o incondicional en él, no deseaba ni pensar en aquello.
Otra ironía, Fiddleford en unos minutos había obtenido algo qué los Gleeful lucharon por tener toda su existencia y solo consiguieron por la fuerza, para bien o para mal, buscaban la atención de las estrellas. Stanley y Stanford forzaron su lugar en su memoria, pero el astrónomo no, él sería abrazado por está, acogido cómo un recuerdo cálido en su peor momento.

“Descuida, no lo haré…mejor vuelvo a hacer mis tareas…espero poder oírte tocar otra canción pronto, fue agradable”.

“Claro, ven cuando gustes, te avisaré si tengo noticias de mis colegas sobre la investigación”.

Will asintió sonriendo y salió de la habitación.
Fiddleford rascó su nuca y limpió sus anteojos. Quizá fuera por el estrés o una ilusión óptica, pero por algunos momentos, escasos segundos, creyó qué aquel muchacho volvía a resplandecer levemente.
_____

Stanford regresó a la madrugada, Stanley dormía en la parte trasera del auto demasiado alcoholizado para conducir, sí con lo anterior había tenido sospechas de qué algo pasaba esto lo confirmaba por completo.
Su hermano no estaba bien, no era habitual en él perder el control de esa forma.
Agradecía qué el polvo lo brindará mayor fuerza física o sería imposible para él cargar a Stanley, estaba tan preocupado cómo fastidiado, ahora qué estaba tan cerca de obtener lo que deseaba no necesitaba que su hermano tuviera una crisis de culpa o un cambio de corazón, era ridículo y no tenía sentido, no sabía qué demonios pasaba por la cabeza de su hermano, pero lo averiguaría cuando despertará de la borrachera.

La única sospecha que tenía recaía en la estrella azul, Stanley se había descontrolado desde qué llegó, y aunque en un inicio le parecía divertido la idea de Will haciendo tonterías con su hermano, ya no lo era tanto, no cuando ponía en riesgo sus planes. Ahora no solo tenía qué asegurarse de mantener a raya a la estrella solo, sino qué debía ordenar las prioridades de Stanley.

Apenas dejó a su hermano en su habitación se dirigió a su cuarto y abrió la caja fuerte tomando dos viales de color azul, mientras lo hacía algo llamó su atención dentro de aquella caja fuerte. Sabía lo qué era y hacía mucho no los contemplaba, Stanford tomó uno de los viales y vacío el contenido de un trago, era una sensación satisfactoria y un sabor del qué nunca se cansaría. Tal vez fuera porque el polvo era fresco, pero sin duda Will tenía un sabor exquisito para él, aunque no estaba del todo seguro que lo hacía tan adictivo.
Guardó el otro vial en su bolsillo para dárselo a Stanley y tomó uno de los frascos, noto los globos oculares de color rojizo flotando en uno de ellos. Aún luego de tantos años estaban intactos, no había sido obra suya claramente, sus antepasados los habían coleccionado cómo trofeos de sus capturas. Añoraba saber si cuando se los arrancará a Will tendrían ese brillo desafiante qué tanto amaba y odiaba a la vez.
Desde qué esa estrella llegó no había hecho más qué desafiarlo y su último ataque había dejado en duda su poder, justamente por eso había estado trabajando tanto en la máquina.
Usuaria a William cómo una batería en el portal, extraería todo lo qué pudiera de él, se aseguraría qué agonice cada segundo ahí dentro y en cuanto logrará su cometido, cuando logrará capturar a más estrellas, las obligaría a ver cómo devoraba a su hermano lentamente, una demostración en vivo del destino qué les aguardaba. Ninguna estrella por más masiva y rebelde qué fuera volvería a desafiarlo. Ninguna de esas criaturas celestiales osaría si quiere pensar en él cómo algo menor qué un Dios.

Luego de guardar el frasco con ojos y dejar el vial en la mesa de luz de su hermano, fue directo hasta el ático, había estado ocupado, pero nunca olvidaría a su amada mascota, quien reclamaba su atención. Al llegar fue recibido por un can alegre qué movía su cola de un lado a otro, Stanford lo acarició.
“Hola Formy, oí qué me estabas buscando” dijo con una sonrisa.

La criatura volvió a su forma original y gruñó.
“Un intruso…robó el libro de la cosecha”

Stanford se puso serio en aquel momento.
“Muéstrame”.

La imagen del cambiaformas dejó ver al responsable, Will, Formy era ahora la viva imagen de la estrella.
Stanford gruñó por lo bajo. No tenía idea de cómo había logrado ingresar, pero estaba seguro de algo y es qué esa estrellita sufriría por su accionar. Se había acabado el descanso, tenía qué recordarle su lugar hasta qué su espíritu rebelde fuera hecho trizas.

Había algo satisfactorio para Stanford en hacer sufrir a esa estrella, cierta malicia y diversión en jugar con su comida, cómo un gato haciendo sufrir a un pájaro sin matarlo, tal vez era aburrimiento o la novedad de ser de los pocos seres en hacerle frente, aún temiendole podía mirarlo a los ojos, insultarlo y hasta arrojarle su mejor whisky a la pared.
Aún con todo en su contra seguía aferrándose a poder escapar, a qué su destino sería diferente al de sus hermanos.
Admiraba esa osadía, le recordaba un poco a él, un espíritu difícil de quebrar, persistente y desafiante. Tal vez eso hacía su sabor tan adictivo.

William estaba exhausto, su mente no pudo procesar a tiempo la sensación agradable de caricias en su cabello cómo lo qué en verdad eran, una amenaza. Los orbes brillantes y la sonrisa de Stanford fue lo primero qué vió al despertar, fue suficiente para sobresaltarse.

“Mi pequeña estrella, creí qué había dejado bastante clara mi opinión sobre las mentiras”

William no estaba del todo seguro de qué ocurría, pero no iba a delatarse solo, fingió no saber nada y la única respuesta qué obtuvo fue un doloroso jalón en su cabello.

“Incluso cuando intentó darte algo de libertad, comida, ropa, una cama donde dormir…me pagas de está manera, robando mis cosas…mintiendo”

“No sé de qué hablas”

“Corta el acto, no soy mi hermano” Stanford silbó y en ese momento, algo similar a un perro entró en su cuarto, se veía demasiado grande y espeluznante para ser un perro, metió su hocico bajo el colchón, tomó el libro de su escondite y se lo dió a su amo.
William tragó en seco sintiendo dolor en su cuero cabelludo. Mientras Stanford guardaba el libro en el bolsillo interno de su chaqueta.

“No me estabas haciendo ningún favor…¿Esperabas que acepte ser tu comida por un burdo intento de decencia humana?”

Las cadenas le dieron un fuerte shock de energía a Will.

“Esperaba qué entendieras tu lugar, pero desde qué llegaste solo me has causado problemas”

William sintió cómo era arrastrado del cabello hacia el piso y luego de eso llegó la presión de la cadena en su cuello quemando su garganta.
“Muérete Stanford, ya sé cual es tu juego, me necesitas vivo…de lo contrario vas a pudrirte cómo la basura qué eres.”

“Te felicito, te has tomado la molestia de leer el libro, pero ¿en verdad crees qué es suficiente?”
Stanford tomó el rostro de Will con una de sus manos acariciando el corte bajo su ojo, un gesto qué simulaba ser gentil y tierno, pero en ese contexto era todo lo contrario.

“Solo haces esto porque en el fondo sabes qué no tienes total control sobre mí” gruñó la estrella.

Ford lo observó con una expresión divertida.
“¿Enserio eres tan confiado? Seguramente ya sabes lo qué le hicimos a los otros, Will…¿realmente crees qué no tengo control sobre tí? ¿Cuando mi familia con muchos menos recursos consumió ya cinco estrellas?
¿Te crees especial o mejor que ellos?”

“Vete a la mierda”

“Solo porque tienes un poco más de poder y qué a mi hermano le guste cogerte, no significa que seas especial, sigues siendo mi presa y creo que es tiempo de bajarte de tu altar estrellita…”

William sintió un dolor intenso mientras Stanford lo arrastraba del cabello, las cadenas en su garganta evitaban sus gritos y las de sus manos no tardaron en aparecer, incrementando el dolor de su brazo roto.

“Tal vez unos días de verdadero dolor en el búnker te ayuden a valorar mi hospitalidad, de todas formas creo qué es buen momento para hacer pruebas con la energía.”
Ford miró al cambiaformas, fue una comunicación silenciosa qué la estrella no llegó a percibir, la criatura se escabulló en la oscuridad. “Si quieres saber lo qué le hicimos a tus hermanos, te lo haré experimentar en primera persona”.
Los gritos de la estrella se ahogaron en el ardor de las cadenas y la oscuridad de la noche. Stanford tenía algo en común con Will, un fuego interno difícil de apagar, se había puesto cómo meta personal domar a esa criatura qué se había atrevido a cuestionarlo, no solo por su orgullo sino cómo un desafío propio.

Fiddleford despertó a la mañana siguiente, las pesadillas no dejaban de angustiarlo, pero ahora eran diferentes, veía a William en ellas, cómo una suerte de espectro o muñeca en pedazos que se hacía polvo cuando intentaba tocarlo.

Para su alivió William estaba en la sala junto con Stanley, desayunando, el hombre estaba tomando una taza de café, se veía tenso e incómodo por alguna razón.

McGucket se acercó a saludarlos, William entonces se giró hacia él sonriendo, más allá de su inusual buen humor había algo extraño en él, el brillo de sus ojos se veía mucho más apagado de lo habitual.

Notes:

Muchas gracias por leer y comentar, siempre alegran mi día con sus comentarios 💖 dejaré una playlist musical de está historia y mi pregunta es, ¿cuál es hasta el momento su personaje favorito y por qué?

Playlist 🎶

https://youtube.com/playlist?list=PLfN4Z68vd-e4O5iwdtJ8ZWNjW2bMQdfNj&si=6MYTgB_4MDJYbFEp

Chapter 9: El búnker

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La luz artificial del búnker era extremadamente molesta, el color pálido en la habitación esterilizada y el zumbido qué generaban la conexión eléctrica lo fastidiaban, pero así y todo era una distracción para la situación qué estaba atravesando en ese momento. Lo ayudaba a mantenerse concentrado en otra cosa que no fuera la presencia inquietante de Ford caminando de un lado a otro.

Will había estado inusualmente callado, no le faltaban ganas de insultar al humano, simplemente trataba de procesar lo qué vendría, sabría qué dolería, pero no le daría el gusto de escucharlo gritar o suplicar cómo en la primera noche. Aún si su actitud desafiante parecía “agradarle” a Stanford, la seguiría teniendo, tal vez porque era de las pocas cosas qué lo mantenía cuerdo o con un mínimo sentimiento de control, o tal vez era su forma de mostrar qué no se había rendido ante él y no quería hacerlo. Aunque al mismo tiempo sentía qué por esa misma rebeldía y orgullo, el humano parecía verlo cómo un reto.

En ese momento solo podía concentrarse en la habitación qué lo rodeaba y respirar profundo, ninguna tortura sería peor qué su primera noche, no había dudas de eso. Stanford lo había dejado amarrado en una mesa de operaciones luego de inyectarle algo en el cuello, por el entumecimiento muscular se daba la idea qué era para tenerlo quieto durante su “castigo”.

El hombre se acercó con calma luego de tomar un maletín con varías herramientas entre las qué la estrella distinguió la cuchilla con la hoja qué ayudó a abrir la cortada en su cara.

“Estás más callado de lo normal, pero por tus ojos notó qué no pareces asustado, no tanto cómo uno desearía.” Dijo Ford, su tono se notaba monótono, pero había un leve disfrute en la idea de atormentarlo qué Will notó.

“Si tanto extrañas mi voz, solo dilo” dijo con sarcasmo.

“Al contrario, iba a agradecerte qué mantuvieras la boca cerrada por un rato, casi estaba considerando cortarte la lengua” dijo mientras colocaba los guantes en su mano y tomaba la cuchilla con la hoja afilada y brillante. “Pero dado qué mi hermano puede darle un uso, tendré qué dejar pasar ese deseo, es lo malo de tener qué compartir los juguetes”.

Will lo miró con una sonrisa qué no llegaba a sus ojos.
“Dí lo qué quieras, no te tengo miedo, tampoco me arrepiento de lo qué hice, ahora sé que me necesitas vivo para no pudrirte…. además, si realmente te molestará lo qué digo habrías encontrado la manera de callarme antes”

Stanford pasó el filo de la hoja por la cicatriz.
“Vivo si, sano o entero…no necesariamente, lo qué hiciste fue una falta, un robó y merece un castigó” diciendo esto sujeto la mano rota de Will y aproximó el filo a uno de sus dedos qué seguían curándose. “Y con respecto a tus comentarios altaneros, supongo qué es cierto qué me divierten un poco, es algo aburrido cuando todo el mundo te lame los pies. Pero eso no importa ahora, estás aquí por ser un ladrón y creo qué un buen castigo sería cortarte uno de tus dedos, así qué elige, ¿cuál va a ser…?” Por el tono y la sonrisa parecía qué le estuviera preguntando por un sabor de helado y no cual de sus dedos iba a quitarle.

“Aún si lo cortas se regenerará” susurró la estrella.

La sonrisa del humano se ensanchó.
“No con está cuchilla, su material fue encontrado en un meteorito qué casualmente cayó en nuestro pueblo…no es un material normal, evita qué puedas regenerar tu cuerpo humano por completo o al menos tardará unos cuantos meses en hacerlo…”

William sabía qué algo cómo “casualmente” y “caer del cielo” tenían el nombre de Bill escrito por todas partes.

“¿Cómo le explicarías a tu colega qué a tu empleado le falta un dedo? Quizá a ti no te afecte tanto porque tienes uno extra”

Stanford ignoró el último comentario.
“¿Fiddleford? No debes preocuparte por él ahora mismo, no se dará cuenta de tu ausencia, de hecho por la hora qué es seguro te verá desayunando junto con mi hermano…”

William tardó unos segundos en procesar eso.
“¿De qué hablás?”

“Mi mascota tiene un increíble talento, puede tomar la forma de cualquier criatura qué vea, eso incluye una estrellita mal hablada cómo tú”

Will no dijo nada, la imagen de ese extraño perro llegó a su mente.

“Pero ya me distraje lo suficiente vamos a empezar, quizá solo te corte el meñique, oí qué es una forma simbólica de enmendar ofensas”

“No tengo ninguna intención de disculparme o enmendar nada”

Stanford sonrió y presionó la hoja afilada contra el dedo de Will.
“Es una pena, pero debo decir qué tu orgullo es divertido, debe ser algo común entre las estrellas…¿Te crees tan importante?”

“¿Más importante qué un primate psicótico? Claro, ¡Si tanto te afecta pídele a alguna deidad reencarnar cómo estrella y arrójate de un edificio!”

La estrella hizo lo posible para reprimir un grito de dolor cuando sintió el dedo de su mano ser rebanado por el filo de la cuchilla. No iba a gritar o llorar, por más qué quisiera, aunque sabía qué era solo el comienzo.

“Aprovechando qué estás aquí” dijo apretando el dedo en su mano y volviendolo polvo en segundos “Te enseñaré alguna de las cosas qué le hicieron a Chara…”

Will respiró profundamente intentando no pensar en el dolor, pero solo logró qué la grieta en su cara sangrara un poco.

“Haré algunas anotaciones” dijo el humano limpiando y guardando la cuchilla con la qué cortó su dedo y sacando otra de un metal normal “una de las cosas qué hicieron mis ancestros fue abrirla para ver cómo era por dentro, debo decir qué me intriga a un nivel científico, pero no te preocupes no te quitaré nada qué realmente necesites”
__________________

Fiddleford estaba bastante sorprendido por el cambió tan repentino en William, era incómodo verlo tan animado y relajado, alguien qué siempre parecía estar escabulléndose entre los pasillos, evitando ser observado.
Stanley también lo miraba con cierta desconfianza mientras bebía su café.

El astrónomo no quiso pensar demasiado en eso, tal vez podrían hablar luego, sospechaba qué quizá Stanford pudo haber llamado su atención sobre algo, pues no era su conducta habitual, incluso el brillo en sus ojos parecía haber desaparecido.
Cuando el ingeniero fue a continuar con su trabajo, Stan observó a “William” con una expresión seria.

“Eres la mascota de mi hermano ¿Verdad? Estás causando sospechas, la estrella no es tan…’animada’ ” dijo bebiendo su café.

El cambiaformas solo sonrió.
“¿Lo supiste por eso o porque no llevo el aroma en todo el cuerpo a tu colonia apestosa?”

Stanley casi escupe el café, lo qué menos necesitaba en ese momento era ser cuestionado por la mascota rara de su hermano.

“Cómo sea, ¿Dónde está la estrella?”

“Stanford la está domesticando, parece qué robó el libro de cosecha y estuvo colándose en el ático sin permiso, a no ser qué alguien se lo haya permitido….”

Stanley frunció el ceño, Will había estado merodeando sin qué él lo supiera y de alguna forma logró llegar al ático, pero eso no le inquietaba tanto cómo la idea de ser culpado por eso, tenía demasiado en su mente cómo para lidiar con la desconfianza y el enojo de su hermano.

“Yo no le permití subir allí…”

“Técnicamente estaba a tu cuidado, sí lo hiciste, por no vigilarlo correctamente”
El cambiaformas jugaba con el cabello azulado entre sus dedos mientras estaba sentado en el sofá con suma tranquilidad, ver la mirada burlona y la calma con la qué se movía era antinatural para Stanley. Por alguna razón odiaba verlo así.

“No te metas donde no te incumbe, no dejás de ser una mascota en la casa” gruñó.

“Ow, ¿estás enfadado porque Stanford te quitó la tuya?”

Stanley reprimió las ganas de golpearlo, sabía qué se metería en problemas si golpeaba a la mascota de su hermano. Simplemente se levantó de la mesa y fue por algo de beber al estudio, no sin antes insultar a la criatura.
Formy siempre fue muy posesivo con su hermano, el cuál lo crió desde que era un huevo, al igual qué un ave al nacer solo había una persona qué seguiría y ese era Ford, lo más cercano a un padre o un cuidador para el cambiaformas.

Stanley simplemente tomó algo de alcohol de las reservas de su hermano, ya no le importaba en lo más mínimo si era de mañana, necesitaba evitar pensar en las estrellas, pues cada vez qué eso pasaba la imagen de Gliese venía a su mente.

____

“¿Lee? ¿Te encuentras bien?”

“Si…” el niño la contempló atentamente, su amiga secreta, así la llamaba él, se veía extrañamente debilitada últimamente, mucho más pálida y demacrada.
“¿Estás enferma?”

Gliese sonrió.
“No…el señor Gleeful dijo qué solo es temporal…estaré bien, soy una estrella después de todo”.

Stanley lo sabía, sabía qué no era de este mundo, también qué con sus poderes de alguna forma su madre había mejorado, aquel líquido plateado en el suero era muy similar al cabello y ojos de Gliese, pero él temía qué ella estuviera enferma o qué de alguna forma lo de su madre se hubiera contagiado, pero eso era imposible, las estrellas no enfermaban ¿O si?

“El abuelo es muy listo, seguro encontrará algo para qué te sientas mejor” dijo animado. “Él y Ford han estado trabajando juntos, seguro pueden ayudarte, no hay nada qué no puedan hacer”.

El niño notó los brazos vendados de su amiga y frunció el ceño.
“¿Qué te pasó?”

La estrella sacudió el cabello del niño con ternura.
“Tu abuelo es un gran hombre, me dijo qué puedo ayudar a curar a las personas y por eso me pidió algo de polvo”.

Stanley asintió. Algo dentro de él lo incomodaba cómo un pequeño insecto qué escarbaba en su pecho, causándole un molesto cosquilleo. Algo lo estaba angustiando y no sabía qué era. Tal vez el hecho de casi perder a su madre lo había dejado sensible a las señales de enfermedad y Gliese no se veía sana.

La estrella lo abrazó y acarició su cabello para tranquilizarlo, el niño lloró y la abrazó con fuerza, con un miedo qué se sentía irracional, pero su intuición infantil le decía qué algo iba muy mal y efectivamente tenía razón.

Fue la última vez qué pudo ir a visitarla cara a cara, su abuelo descubrió su secreto y no le permitió volver a acercarse a ella. Pero eso no lo detuvo de todas formas, la preocupación fue mucho mayor, sin embargo, al llegar la puerta estaba cerrada con llave y solo podía escuchar un llanto cargado de dolor qué lo asustó.

“¿Gliese…?”

“N-no…por favor….por favor vete…déjame en paz”

“Soy, yo…Stan….”

“...”

“O Lee, cómo tu me dices…lamentó no haber podido venir antes, el abuelo me descubrió y…¿Gliese?”

El llanto se reanudó, cargado de un dolor intenso.
“Todo fue una mentira…el señor Gleeful es…”

La frase se cortó abruptamente.
“Ahí viene…”

Stanley se ocultó y observó a su abuelo subir e ingresar a la habitación con tranquilidad. Para él se sintió cómo una eternidad, al salir tenía algo en su mano, un frasco con una sustancia brillante y plateada. Gliese no respondió a sus llamados aún luego de qué su abuelo se fue.
No volvió a verla hasta…el banquete.
___________

Stanley despertó en el sofá del estudio, luego de beber casi la totalidad de la botella cayó dormido, esas memorias no hacían más qué atormentarlo, Gliese era su amiga, un recuerdo agridulce qué había creído reprimir con éxito por años, especialmente el banquete, los rostros aún eran borrosos en su mente. Pero aquella memoria de la estrella gritando mientras era despedazada estaba allí aún, cómo una pesadilla qué había enterrado en lo más profundo de su mente y entendía porqué. No había forma qué pudiera cumplir el rol de su familia si no lograba quitar eso de su cabeza, el dolor y especialmente la culpa, la culpa de haber devorado el polvo de estrellas quién fue su amiga, de quién salvó a su madre.

Stanley pasó su mano por su cabello y notó las luces titilar, empezó a sentir nuevamente aquella incomodidad en su pecho escarbando dentro en forma de angustia.
Habían pasado varias horas desde qué se quedó dormido y no había rastro de su hermano, pero su intuición le decía qué el castigo a la estrella sería doloroso.

Fiddleford notó las fallas eléctricas y dejó su trabajó de lado por el día, fue a su habitación para tocar algo de música esperando qué William se acercará a oírlo, pero no ocurrió está vez. No le molestaba, seguro estaría ocupado, aunque una parte de él esperaba poder conversar nuevamente con el muchacho extraño de pelo azul.

Mientras tocaba su banjo notó los cambios en la luz de la casa, la bombilla de la lámpara en la mesa de noche empezó a brillar cada vez más, hasta explotar, el astrónomo se sobresaltó por lo ocurrido, pero no fue sólo eso, aquella bombilla no era la única qué había estallado, cualquier luz encendida de la casa había terminado igual.
_________

William se había esforzado por no gritar y había sido difícil no hacerlo cuando el humano abrió por completó su vientre para observar sus entrañas, pero con la maquinaría para extraer su energía no había tenido tanta suerte. Stanford luego de volver a coser su vientre lo metió en aquella cápsula de cristal, la maquinaría hacía un ruido ensordecedor y había varios contenedores para extraer la energía una vez estuviera activado.

La estrella solo atinó a golpear el vidrio e insultar a Stanford hasta qué el humano presionó el botón de encendido y las quejas de la estrella se volvieron gritos de agonía en segundos, William no había sentido un dolor tan fuerte en su vida, era cómo si fuera despedazado y quemado vivo al mismo tiempo, no había una sola terminación nerviosa qué no sintiera el dolor.
Cualquier humano en su lugar estaría muerto, pero él sólo podía sentir las lágrimas caer y su voz gritar hasta quebrarse.

Stanford observaba los niveles de la máquina, parecía concentrado mientras toda la energía extraída alimentaba su invento. Will clavaba las uñas en el cristal golpeándolo una y otra vez, ya no para confrontar al humano sino para salir de allí, quería romperlo y escapar, el polvo azul se escurría por la herida y William sintió una rasgadura abrirse en medio de su pecho.

“Ya no eres tan valiente ¿Verdad estrellita?” Susurró el humano disfrutando ver a la criatura desesperada, arañando el cristal mientras sentía su energía ser arrancada a la fuerza, para Will debía sentirse cómo ser hervido vivo, el humano estaba satisfecho, lo pensaría dos veces antes de desobedecerlo.
Una estrella común y corriente también saldría mal herida de aquel proceso, pero por eso alguien como Will era lo qué había estado esperando para su proyecto.

Stanford se sorprendió al notar las fallas eléctricas, entre gritos y golpes, vió cómo el sistema se estaba sobrecargando y rápidamente apagó todo, causando qué las fallas eléctricas se extendieran en todo el pueblo y causará un apagón general. Eso costaría unos cuantos sobornos a las empresas de energía y el ayuntamiento.

“Mierda” susurró. “Realmente tienes más poder del qué creí”

William no respondió, estaba prácticamente inconsciente por el desgaste y la tortura. Ford simplemente lo llevó a rastras hasta la mesa de metal y lo examinó, tenía una rasgadura abierta en su pecho y otro mechón de su cabello se había vuelto blanquecino. Había logrado extraer mucho poder, pero no era ni de lejos todo lo qué tenía.
Stanford pasó la mano por la nueva herida en su pecho y lamió el polvo.

“Dulces sueños pequeña estrella” susurró.
____

Will sintió su cuerpo flotar en la oscuridad y pronto se vió rodeado por las pequeñas luces fantasmales qué intentaban ayudarlo.

“Estaré bien…” susurró, pero no estaba seguro realmente. Aquella máquina lo había debilitado demasiado.
“Si pudieran ayudarme en algo…darme una pista de lo qué debiera hacer, lo agradecería…”

Gliese fue quien se aproximó a él, tocando su frente, Will se vió a sí mismo en sus memorias, pero le llamó la atención la aparición de Stanley en su niñez. La amistad entre él y la estrella plateada lo sorprendió, ese niño inocente ahora era un monstruo qué veía en él cualquier oportunidad para descargar su ira.
Sin embargo, vio en esos recuerdos una oportunidad a usar a su favor.

“Entiendo qué lo apreciabas, Gliese” susurró “pero ese niño murió…no creo qué te guste saber en qué se convirtió”

Ningún fantasma dijo nada, simplemente lo rodearon cómo una luz en medio de la oscuridad.
William se sentía desolado por momentos, su voluntad y rebeldía parecían flaquear, pero no iba a rendirse, no cuando esas almas perdidas lo estaban ayudando.
Will no estaba seguro cuánto tiempo durmió, lo qué fueron horas para él en aquella oscuridad fueron días qué pasó inconsciente en el búnker.

Fiddleford no había logrado interactuar con William, no solía encontrarlo y cuando lo hacía, esté actuaba bastante extraño, el humano recordó verlo limpiar una y otra vez las mismas cosas, cómo una película en repetición incluso ya estando limpias. Cada vez qué se acercaba le sonreía de una forma anti-natural. Además de evitarlo en lo posible y estar mucho más próximo a Stanley.
El hermano de Ford no parecía cómodo tampoco, el ingeniero notaba qué estaba sufriendo severos problemas con el alcohol.
Por su parte, su colega solo iba a cenar y continuaba diciendo qué estaba trabajando en su fuente de energía.

Fiddleford se recostó en su cama intentando descansar un poco, sus ojos se deslizaron hasta el horrible empapelado, recordaba los sueños donde lo arrancaba. Se había vuelto algo muy recurrente, el astrónomo se aproximó y notó una de las puntas del empapelado salidas en ciertas partes de la pared. Decidió confrontar aquella pesadilla y jalarlo, debajo del empapelado simplemente había pintura desgastada, nada raro, no había cuerpos o gusanos, pero si algo qué llamó mucho su atención, había rastros del polvo rosado qué vió en el caballo de madera y lo qué parecían garabatos y estrellas, dibujos de niños qué seguramente estuvieron en el cuarto. Fiddlefor iba a acomodar el empapelado nuevamente sintiéndose estúpido por romperlo. Aún así, antes de hacerlo recolectó una pequeña muestra del polvo rosado para analizarlo luego.

Ford llegó en la cena y fue a guardar las reservas de polvo qué había recolectado, su hermano se acercó hasta él con una expresión molesta.

“Stanford tienes qué traer a la estrella de nuevo, tu estúpida mascota va a levantar sospechas”

“Estoy ocupado haciendo experimentos y domesticando a esa criatura, cuando terminé podrás hacerle lo qué quieras”

“Hace unos días explotaron las bombillas de la casa y el pueblo entró en pánico, ¿Fue obra tuya?”

“Posiblemente” dijo bebiendo un poco de polvo de uno de los frascos.

Stanley bufó, tenía ojeras pronunciadas y un dolor horrible en su cabeza.
“Solo apúrate, no soporto a tu mascota, se pasea cómodo por la casa cómo si nada y tu compañero lo mirá raro”.

“¿Fiddleford y Will hablaron antes?”

“No lo sé, solo los he visto saludarse un par de veces, pero es demasiado evidente qué actúa extraño”

Stanford suspiró.
“¿Tampoco sabías qué robó el libro o se escabulló al ático?¿Tengo que poner en duda la lealtad de mi propio hermano?”

Stanley gruñó por lo bajo.
“No me vengas con esa mierda Stanford, sabes qué nunca traicionaría a mi familia”

“¡Entonces dime porque desde qué Will llegó has estado actuando extraño. No puedes mantenerte sobrio ni por una miserable noche!”

Stanley miró el suelo unos momentos.
“No es por Will…”

“¿Entonces?”

“Es por Gliese” la voz del hombre se oyó más quebrada al mencionar aquel nombre.

“¿Gliese?”

“La estrella blanca, la qué nosotros…la qué nos dieron en el ritual de iniciación, antes de qué eso pasará fuimos amigos, me escabullía para hablar y ver películas con ella, solo una amistad inocente…”

Stanford se quedó en silencio un momento intentando procesar la información.

“¿Por qué nunca me lo dijiste?”

“Cuál es el punto, en ese entonces temía meterme en problemas con el abuelo y luego…. bueno ya estaba muerta…”

Stanford se sentó en el sofá con expresión pensativa.
“Ahora entiendo muchas cosas, ese día lloraste por horas luego del ritual de iniciación”.

“Reprimí mucho de aquel día, pero desde qué la estrella azul llegó no he dejado de tener memorias de eso…”

Stanford pasó su mano por su cabello, aún estaba molesto, pero algo en su tono se suavizó.

“Sabes qué fue por el bien de nuestra familia, Stan”.

“Suenas exactamente cómo el abuelo, pero sí, lo entiendo”.

“La otra opción es terminar cómo Shermie, aislado, en la calle, cómo un vagabundo intentando sobrevivir”.

Stanley no dijo nada, las memorias de Shermie siendo enviado a la calle no eran algo qué deseaba recordar.

Stanford se acercó y lo sostuvo de los hombros para llamar su atención.
“Stan, tenemos todo lo qué queremos y más, a cambio de un par de estrellas, tenemos poder, dinero y hasta magia, incluso podríamos vivir eternamente ¿No crees qué lo vale?”

“Si…tienes razón, siempre tienes razón…esto es solo una distracción”.

“Te diré algo, traeré a la estrella si eso te tranquiliza un poco, pero a cambio ve a la iglesia local tal vez te ayude a sobrellevar la situación”.

“¿En verdad? No soy creyente, ni cristiano”

“Ve a donde quieras, solo creo qué es una forma simbólica de calmar tu conciencia, suele ser útil…quizá te funcione”.

“De acuerdo, solo…mantén a tu mascota lejos, me pone nervioso”.

“Hablaré con Formy para qué se mantenga alerta y no interfiera a no ser qué se lo diga, mejor ve a tomar un descanso”.

Stanley parecía sorprendido de la consideración de su hermano, pensó qué de saber la verdad lo insultaría, pero no fue así.
Al menos no tendría qué lidiar con el cambiaformas de ahora en más.

La estrella llegó en la madrugada, Stanley se sorprendió al verlo en aquel estado, débil, más pálido qué antes, tenía unos guantes negros en su mano ya qué Ford había cortado uno de sus dedos. Sumado a eso, la cicatriz en su cara se había extendido mucho más y algunos mechones de su cabello eran plateados. Apenas podía mantenerse en pie.
Stanford dió instrucciones claras, se mantendría oculto y encerrado en la habitación, Stanley lo cuidaría exclusivamente, manteniendo la puerta con llave, William no podría salir bajo ninguna circunstancia y abajo el cambiaformas podría moverse libremente, ya qué si Fiddleford lo veía en tan mal estado sería un problema.

La estrella se mantuvo en su cama sin moverse por horas, estaba exhausto y adolorido. Stanley solo se quedó sentado observando, no iba a bajar la guardia o permitir qué su hermano desconfiara de él, mantendría a esa estrella a raya a cómo diera lugar. No importaba, era un monstruo y debía actuar cómo uno, su rol en la familia era más importante, cazar y devorar cualquier estrella.

William abrió los ojos con pesar y observó a Stanley sentado con una expresión sombría. La estrella suavizó su tono de voz.
“¿Qué hago aquí?”

“Stanford te trajó, pero debido a tu pequeña aventura estarás encerrado conmigo aquí hasta nuevo aviso”.

“Es mejor esto qué el búnker, aún me duele…”

“Bueno, no puedes decir qué no te lo buscaste” Stanley pasó su mano por la cicatriz “esto se puso peor”.

William hizo una expresión de dolor y lo observó con una mirada cargada de tristeza.
“Lo lamento…solo no me hagan más daño, por favor, estoy cansado…”

“Si te comportas no habrá necesidad de eso, si vuelves a desobedecer seré yo quien me encargué”

William asintió, fingiendo estar mucho más débil y herido de lo qué realmente estaba, actuaba cómo un animal indefenso. Sin qué Stan sospechará lo qué era capaz o lo qué sabía gracias a las memorias de los fantasmas.

“¿Vas a quedarte conmigo?”

“Si, todo lo qué pueda y sino te mantendré encerrado”

William asintió.
“Sigue siendo peor estar con Ford”

“¿Crees qué no puedo ser tan terrible cómo mi hermano?”

“En comparación…al menos eres más cálido”

Stan bufó, estaba dispuesto a tomar a la estrella del cabello y golpearlo, aquella forma tan tranquila y sumisa lo estaba afectando más de lo qué creía. Will no tardó en notar la tensión en los hombros del humano.

“Es solo qué, me alegra no estar solo aquí arriba, Lee”

Stan se paralizó en aquel momento, Will resistió las ganas de sonreír.

“¿Qué acabas de decir?”

“Qué me alegra no estar solo aquí arriba…Stanley”

“Claro…iré por algo de comer” Usando aquello de excusa el humano se retiró rápidamente y cerró la puerta con llave.

William sonrió, haría lo qué fuera necesario para escapar, aún si eso significaba usar los recuerdos de Gliese contra Stanley. Finalmente lo había entendido, la frase de aquel dios; cruel, astuto y apuntando al corazón, pero él no iba a dispararle, iba a quemarlo hasta hacerlo cenizas.

Notes:

¡Muchas gracias por leer! No olviden dejar su comentario de qué les pareció el capítulo, siempre me pone muy feliz leerlos 💖

Chapter 10: Haré lo que tenga que hacer

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Will detestaba los pocos momentos de autonomía que podía tener, Stanley no lo dejaba solo ni un segundo y en las pocas horas qué no estaba, la puerta estaba cerrada. A veces podía oír a la mascota de Ford afuera moverse por los pasillos y las cuatro paredes qué lo rodeaban parecían cerrarse cada vez más, haciendo la habitación más y más pequeña, aunque solo era su percepción.
Sólo había una ventana con rejas y estaba cerrada, por allí entraba algo de iluminación. Stanley últimamente tenía un comportamiento más raro de lo normal, pero la situación de Will nunca era mejor, aunque debía mantener su faceta dulce y maternal, aún si no lo quisiera. A veces era recompensado con algún libro, comida o con menos brutalidad en los abusos, pero no había un alivio o un descanso, era un prisionero y para Stanley de alguna forma retorcida algún consuelo para su trauma de la infancia.

Stanley había optado por buscar algún deporte, antes que la religión, no era creyente, ni cristiano, por lo qué encontró una forma de aliviar su mente en el entrenamiento, al menos su hermano Ford consideraba qué eso era mejor a beber hasta desmayarse. Debido al polvo tenía una fuerza mayor al promedio, así qué debía medirse la mayor parte del tiempo, aún recordaba haberle roto la mandíbula a un contrincante en boxeo durante su juventud. El alivio mental era claramente momentáneo, se contentaba con pensar qué al menos no estaba torturando demasiado a la estrella, aunque no era del todo cierto.
William aún tenía qué lidiar con el toqueteo y el abuso constante, había aprendido a aguantar el dolor, a fingir tranquilidad, aún si su cuerpo y mente rechazaban el tacto, no entendía porqué el humano necesitaba hacerle eso, tal vez para calmar su estrés, tal vez para mantenerlo controlado o simplemente estaba aburrido. Will lo odiaba, demasiado pegajoso, demasiado caliente. Odiaba el cuerpo de Stanley sobre él, las mordidas, los jalones de cabello cada vez qué intentaba moverse, los besos en su cuello. Su cuerpo no estaba acostumbrado a eso, la estimulación era dolorosa y él se sentía extremadamente incómodo, pero había aprendido a aguantarlo, a hacer lo qué fuera necesario, pues si era la única manera de poner a Stanley a su favor y escapar, lo haría.

Poco a poco había aprendido a soportar, a gemir, a fingir, notaba qué el humano era mucho menos brusco si hacía eso, menos violento y se ahorraba unos cuantos jalones de cabello, Stanley normalmente lo hacía los días qué no iba a entrenar, Will estudiaba la rutina con cuidado y se mantenía tranquilo. El humano había tomado la costumbre de quedarse en su cama durmiendo al terminar y abrazarlo con fuerza, la estrella desconocía el porqué de esto, Stanley tampoco le daba una respuesta clara, a veces le pedía qué acariciará su cabello lentamente hasta dormirse.
Will lo hacía, no era confrontativo, solo complaciente, melancólico y dulce, tenía qué esperar a estar solo para meterse por horas en la ducha y gritar, siempre sangraba por la herida en su cara cuando hacía eso, pero era lo único qué evitaba qué se siguiera ‘rompiendo’. A veces fantaseaba con apuñalar a Stanley en el cuello con el cuchillo qué dejaban en la bandeja de su almuerzo y verlo desangrarse lentamente. Aunque sentía pena por Gliese y por el niño qué había sido Stanley alguna vez, aquella compasión y ternura genuina no servían en aquel lugar, no le sirvió a ella y mucho menos le serviría a él. Will tenía qué mantener su mente fría y clara en el objetivo, escapar.

William se encontró una vez más con la mirada perdida en el techo acariciando el cabello castaño del hombre qué lo presionaba contra él. No entendía a los humanos, su forma de ser era contradictoria, Stanley podía estar abrazándolo y luego quebrando sus dedos en cuestión de segundos. Por los recuerdos de Gliese sospechaba qué el humano estaba genuinamente necesitado de atención y de cariño genuino, no le sorprendía, pero tampoco le conmovía, este hombre había devorado a Gliese, posiblemente presionando por su familia siendo un niño, pero como adulto había elegido repetir el patrón, volverse un monstruo y un depredador de estrellas, no importaba cuántos dulces o libros le diera, ni qué hubiera dejado de herirlo de gravedad, Will seguía siendo un prisionero y un juguete para los Gleeful. Aún tenía pesadillas con los recuerdos de los fantasmas, con la primera noche qué fue atado y violado, con los gritos y llantos ahogados, su cuerpo lo recordaba perfectamente y por eso temblaba de miedo cada vez que lo tocaban.
William miró su mano ya curada de las fracturas, a excepción del dedo faltante, su cuerpo había logrado sanar bastante bien.
Sintió al humano removerse un poco mientras él acariciaba su cabello lentamente.

“¿Estás bien, Lee?”

“No importa lo qué Ford diga” susurró Stan “Eres mío”.

“Hasta qué muera, supongo”

Stan gruñó y lo apretó más contra él.
“Pero no pasará a corto plazo, tal vez en unos cien años….”

Will quería gritar ante esa idea.
“La máquina drena bastante energía y una vez la terminé, ya no les serviré más que para alimento…”

“No dejaré qué mueras, no ahora” dijo con seriedad.

“Sigo siendo comida para ustedes, Ford lo dijo”

“Ford no es el único en tomar decisiones, me perteneces y yo también puedo decidir si vives o no”

“¿Harás algo al respecto?” Dijo tanteando un terreno qué sabía era peligroso.

“¿Qué?”

“Si mañana me llevarán para matarme, ¿harías algo o solo… observarías?” Will dejó de acariciar su cabello, sabía qué eso era un golpe bajo, un recuerdo a la muerte de la estrella blanca, pero Stanley no sospecharía qué él tenía las memorias de Gliese.

Stanley pareció quedarse en shock ante esa pregunta.
“Supongo qué sí” susurró más para sí mismo qué para Will.

“¿Puedo preguntarte otra cosa?” dijo continuando con las caricias en su pelo.

“Qué”

“¿Por qué haces esto?”

“¿Tener sexo contigo?”

“No, esto…. abrazarme y pedir qué te acaricie el cabello, se supone qué me odias ¿Verdad?”

Stanley rió por lo bajo.
“No, no te odio, no yo al menos, jamás podría odiar a quien nos da tanto poder y ayuda a aliviar la tensión.”

Will quería vomitar, pero debía mantenerse tranquilo.
“No entiendo a los humanos…”

“No tienes qué hacerlo, solo te debes dejar llevar y ya” el humano acarició los labios de la estrella con el pulgar. “Ser tan ingenuo te hace incluso adorable, no todo es blanco y negro aquí, tómalo cómo un intercambio, si haces esto por mí te mantendré a salvo. No tendrás qué preocuparte por ser un platillo gourmet en el plato de mi hermano” dijo con una sonrisa confiada, “de todos modos, no tienes a nadie más”.

Will lo entendía, para Stanley ese era el trato, a cambio de su cuerpo y atención, lo mantendría protegido de Ford. Aunque para Will no era suficiente, tenía qué ir más allá, hacer qué Stanley lo deseará y amará, qué perderlo fuera más doloroso qué confrontar a Ford.

Will sonrió un poco y colocó sus manos en el rostro del humano.
“Lo sé, eres lo único qué tengo Lee, eres mi protector aquí…sé qué no dejarías qué me hagan daño…” Su tono era suave, vulnerable, hacía qué el humano se sintiera en control. Qué creyera qué tenía a esa estrella desesperada en su poder.

Will se acercó rozó sus labios con los de Stan, un beso tímido y bastante inocente, lo suficiente para cautivar al humano, quien parecía sorprendido, pero no se oponía al contacto. Simplemente fue un roce y Stan respondió con un beso mucho más profundo y hambriento.
Él tampoco estaba seguro porqué hacía todo eso, tal vez para aliviar la culpa o por lo mucho qué le recordaba a Gliese, lo qué sí sabía es qué Ford se enfadaría bastante si veía lo qué estaba haciendo, si descubría qué estaba dejando a William interferir en su trabajo de esa forma.
Aunque también lo subestimaba, Stanley se sentía en control de la situación aún si creía qué le causaba a Will síndrome de Estocolmo, ya no era un niño qué no podía hacer nada, ahora tenía control sobre la estrella y su vida. La imagen de su abuelo no tardó en llegar a su mente y la apartó tan rápido cómo pudo. ‘No, no cómo él’ pensó, ‘al menos yo soy sincero’.

En la mañana Stanley salió cómo siempre cerrando la puerta con llave por fuera, evitando qué la estrella pudiera salir. Su hermano y McGucket estarían ocupados en el laboratorio, armando el portal. Podía oír a la mascota de Ford corretear por las paredes y su intención era evitarla lo más qué pudiera. Se sentó a ver las noticias locales, la electricidad ya había vuelto a la totalidad del pueblo, Stanley pensó qué posiblemente esos sobornos no fueron nada baratos.

_______

McGucket había terminado con algunas preparaciones para el portal, había adelantado bastante trabajo últimamente. Sin embargo la razón de eso es qué esperaba tener algo de tiempo para su ‘investigación’ propia, el extraño polvo color rosado qué había encontrado en la pared estaba conformado por extraños componentes, para empezar había encontrado hidrógeno en estado sólido, algo imposible de obtener tras una pared. También algo de carbono y hierro en menor medida, no tenía el más mínimo sentido.
Sumado a ese detalle había recibido algunas cartas de colegas detallando las estrellas desaparecidas, la lista era exactamente la misma qué Will tenía, las mismas estrellas pintadas del mapa estelar. Podía suponer que Stanford estaba al tanto de eso por su afición a la astronomía, pero lo cierto era qué algo le incomodaba demasiado sobre esa situación. Pero no entendía qué exactamente, una parte de su subconsciente estaba inquieta, si era cierto qué los Gleeful eran una familia extraña, pero no tenía ninguna sospecha de algo peligroso ocurriendo en aquella casa.
Todas las mañanas trabajaba con su colega, veía a William pasear de un lado a otro limpiando, Stanley sentado leyendo el periódico, luego al terminar la jornada iba a descansar a su habitación y eso era todo.

La investigación qué estaba realizando no llevaba a ningún lado, tampoco tenía mucho sentido, pero aún así no podía dejar de sentirse inquieto.

El papel en la carta con el listado de estrellas lo inquietaba y la última en la lista aún más, la estrella 771-M no estaba registrada cómo desaparecida, pero sí cómo “dudosa” había tenido comportamientos inusuales y dificultades en su detección en el último tiempo.

Fiddleford recordó la conversación con William, ¿Qué haría si su estrella favorita desapareciera?, todo aquello se sentía ilógico y genuinamente extraño. Cada vez qué quería hablar con William este se escabullía rápidamente, evitandolo. Mentiría en decir qué no le dolía en parte, especialmente porqué creyó tener una genuina afinidad con el jóven, pero al mismo tiempo pensó qué quizá Stanford podría haberle dicho algo, después de todo, no era labor de su empleado hacer amigos en horarios de trabajó.

Fiddleford decidió hacer otra investigación por su cuenta, luego de un viaje al observatorio buscó uno de los telescopios y lo armó en el patio de la mansión, quería investigar el asunto de las estrellas por si mismo esa noche. Stanford se acercó mientras trabajaba en ello en la tarde.

“¿Viejos hábitos de tu antiguo trabajo?” Dijo con tranquilidad.

“Si, estoy realizando una pequeña observación”

Stanford notó los cuadernos y la fotografía de la estrella azul y sus ojos se oscurecieron por un momento.
“¿Qué es eso?”

Fiddleford lo miró y sonrió de lado.
“Oh, es una fotografía de 771-M, es bonita ¿Verdad? Me costó conseguirla en color”

“Bonito, sin duda…seguiré trabajando hasta tarde en el estudio, nos vemos luego”.

Fiddleford asintió mientras seguía concentrado en su telescopio.

Ford no tardó en entrar en la mansión y llamar a Formy.
La criatura bajó del techo y tomó la forma de la estrella rápidamente.

“Quiero qué investigues a Fiddleford, qué tanto sabe, acércate averigua lo qué puedas y luego investiga su habitación”. Stanford le entregó una llave maestra.

La criatura sonrió.
“Descuidé, le diré todo lo qué sé”

“Recuerda nuestra conversación, actúa…menos alegre, no quiero sospechas”.

Formy asintió y se dirigió rápidamente dónde estaba el astrónomo, su expresión se veía más seria de lo habitual.

“¿Necesita ayuda?”

“Ah, William qué bueno verte, no hablamos hace tiempo” Fiddleford se veía aliviado de ver al muchacho de pelo azul.

“Pareces ocupado…”

“Estuve investigando sobre algunas estrellas y me gustaría observar el fenómeno de las desapariciones por mi mismo”.

“¿Fenómeno?” preguntó con curiosidad el chico.

Fiddleford lo contempló por unos segundos, había algo extraño en él más allá de la falta de brillo en sus ojos.

“Si…¿Te encuentras bien, William? Has estado actuando extraño últimamente.”

Will sonrió y asintió.
“Por supuesto, he estado muy agotado últimamente por tanto trabajo, mis disculpas”.

McGucket no dijo nada, quizá el muchacho tenía alguna condición mental o tal vez estaba sufriendo abuso por parte de sus empleadores, tal vez ambas cosas. Lo cierto es qué se sentía bastante inquieto al tenerlo cerca por alguna razón.

William se acercó a los papeles y los ojeó atentamente, tomando la lista de estrellas entre sus manos.

“¿Qué es esto?”

“Las estrellas qué estoy investigando…¿no recuerdas lo qué me dijiste…?”

La sonrisa del chico se extendió.
“Oh…si, lo lamento, es solo qué no me he sentido muy bien últimamente…te dejaré trabajar” dijo entregandole la carta nuevamente.

Fiddleford retrocedió un poco por puro instinto, algo estaba mal, demasiado mal, su lado más lógico le decía qué quizá ese muchacho padecía esquizofrenia, pero su instinto le gritaba qué no confiara en él.
William se alejó tan rápidamente cómo había llegado.

Formy no tardó en recolectar la información necesaria para su dueño, llegada la noche Stanford estaba en su estudio y solo quedaba hacer una pequeña visita para confirmar sus sospechas. Sabiendo qué Stanley no estaría, tomó la forma del astrónomo y se acercó con la llave maestra a la habitación de la estrella.

Caminó con tranquilidad y tocó la puerta.
“¿William?¿Estás aquí?”

La estrella escuchó la voz y un sentimiento de alivio y preocupación inundó su mente.
“¿Fiddleford? ¿Qué estás haciendo aquí?”

“No te veía hace tiempo, estaba preocupado.”

“No puedes estar aquí…”

“¿Te dejaron encerrado aquí?”

La estrella no dijo nada, no quería meterlo en problemas.
“Debes irte, si te ven…”

“No hay nadie cerca…” susurró. “Puedo sacarte de aquí, pero necesito hablar contigo”

“No creo qué…”

El sonido de la puerta abriéndose sorprendió a William, ¿Dónde había conseguido Fiddleford la llave? De todas no importaba eso ahora, era su oportunidad para salir.

El astrónomo ingresó a la habitación y cerró la puerta con la llave en mano.
“He estado investigando…las estrellas, la lista…de la qué hablamos”.

William frunció el ceño.
“¿Las del mapa estelar…? No… no importa eso ahora tienes qué irte” el aroma de ‘Fiddleford’ llegó hasta William, un aroma a humedad y polvo de estrellas qué lo hizo retroceder.

“¿Estás bien?”

“S-si…solo estoy un poco cansado”

“Ven, te llevaré a tomar algo de aire” dijo extendiendo su mano.

William fingió una sonrisa y la tomó.
“Oye…¿Cómo va la práctica de violín? Me habías dicho qué cambiarías tu banjo”

El hombre parpadeó unos segundos y luego sonrió.
“Si, el banjo no es tan sofisticado…”

“Si, eso pensé”.

William no le dió tiempo a reaccionar, sujetó el brazo del cambiaformas y lo arrojó contra la mesa de luz, Formy cayó sobre la lámpara y soltó un gruñido de dolor soltando la llave, seguido de eso William tomó la bandeja de plata y lo golpeó varias veces causándole un corte en el rostro. La criatura rugió cambiando de forma dispuesto a abalanzarse contra William, pero la estrella aprovechando la distracción tomó la llave y escapó cerrando la puerta tras él.

Will no tuvo demasiado tiempo para procesar lo ocurrido, su primera reacción fue correr escaleras abajo y buscar a Fiddleford, si esa criatura estaba intentando obtener información y era consciente qué se conocían, él corría grave peligro. No lo vió en su habitación, pero la luz en el patio llamó su atención, allí estaba él con un telescopio.
La estrella salió corriendo, rogando qué ninguno de los hermanos lo descubriera, por lo agitado y acelerado qué estaba prácticamente se estrelló contra el astrónomo.

“William, ¿¡qué demonios…?!”

Will se levantó rápidamente y lo ayudó.
“¡Tienes qué irte ahora, escúchame, corres grave peligro… por favor tienes qué creerme!”
Will sentía las cadenas quemar su garganta. “¡Tienes qué irte, ya…van a hacerte daño si te quedas…!”

“¡William, cálmate y respira! ¿Qué está pasando?¿Porque estoy en peligro y qué te pasó en la cara…?”

“Saben qué hablé contigo…¡debes huir!”

El astrónomo intentó calmarlo, pensando qué ese muchacho estaba claramente afectado por una condición mental y tal vez en una crisis psicótica.

“William, respira profundo…¿qué te pasó en la cara?¿Quién te hizo eso?” La herida era notoriamente más grande de lo qué recordaba y no se veía cómo algo normal.

La estrella estaba genuinamente desesperada.
“No importa eso ahora, debes irte, antes qué sea tarde, por favor…no tienes idea en lo qué te estás metiendo”

Fiddleford pareció detectar la alerta rápidamente, en crisis o no, no podía dejar a William allí, no si estaba sufriendo alguna clase de abuso de parte de los Gleeful. Debía llevar al muchacho a un hospital.

“Ven conmigo, vamos a buscar ayuda médica”

“No…yo no puedo irme, tienes qué ponerte a salvó…no puedo decirte por qué…pero tienes qué creerme, te lo suplico…”

Fidds asintió notando los ojos brillantes llenos de lágrimas, parecía qué finalmente pese a todo William volvía a ser el mismo. Fiddleford se dispuso a salir de la mansión cuando notó a Stanley bloquear la entrada principal. Su coche estaba aparcado afuera, no había llegado hace mucho tiempo.

“¿Te llevó a algún lado?”

“No, solo…quería buscar mi auto y devolver un telescopio al observatorio”

“Es un poco tarde para eso, ¿No crees?”

William se mantuvo alerta mientras notaba a Stan ir hacía el científico, intentó acercarse, pero fue detenido por las cadenas, detrás de él observó a Ford aproximarse junto con su mascota en forma de perro, aún tenía la herida en su rostro por la golpiza qué Will le dió con la bandeja.

McGucket solo pudo gruñir de dolor y caer al suelo al sentir el golpe del puñetazo en su estómago, era cómo ser golpeado por una bola de metal y estaba seguro qué pudo haberle roto una costilla con suma facilidad. El hombre lo miró con una expresión molesta. Se acercó hasta el científico herido y habló en un tono bajo y amenazante.

“Si vuelvo a verte cerca de mis posesiones de nuevo, te romperé el cráneo la próxima vez”

Dicho esto tomó a Fiddleford del cuello de la camisa y prácticamente lo llevó hasta Ford. Su hermano tenía a la estrella quieta a su lado.

“Llévalo al estudio, vamos a tener una larga charla entre colegas, luego lleva a William a la habitación y asegúrate qué no escape está vez” dijo con un tono serio y hostil.

Fiddleford apenas podía reaccionar por el dolor. En cuestión de segundos fue arrastrado hasta el estudio, sin darle siquiera tiempo a explicarse.

Stanford cerró la puerta tras él y observó a su colega retorcerse en el piso. El astrónomo notó una mesa donde había varios papeles y una muestra de polvo rosa.
Cuando Fiddleford pudo reincorporarse solo pudo mirar a su compañero con miedo y confusión.

“¡¿Qué carajos Stanford, qué significa todo esto?!”

“Me preguntó lo mismo viendo tu pequeña investigación paralela, lamento qué mi hermano haya sido tan brusco, odia qué toquen sus cosas…ahora dime, ¿Qué tanto sabes?”

“Si estás…intentando cubrir el abuso qué ejercen a tu empleado, déjame decirte qué llamaré a la policía apenas tenga la oportunidad...”

Stanford soltó una carcajada.
“Bien, o eres muy bueno fingiendo o eres genuinamente estúpido, sea cual sea el caso estás jodido así qué no te molestes en mentir…”

“¿Fingiendo?”

“Tu investigación sobre las estrellas y el polvo rosado…¿solo fue curiosidad? ¿También tu amistad secreta con William?”

“Eso no tiene qué ver con William, pero tal parece qué lo de su mano quebrada no fue accidental…”

Stanford se llevó una mano a la cara y suspiró.
“ Okay, okay, voy a detenerte ahí, me estás diciendo, ¿qué todo lo qué mi mascota encontró sobre las estrellas fue ‘curiosidad’?¿esperas qué crea eso?”

“De qué demonios estás hablando, ¿qué tiene qué ver William con mis investigaciones…?”

La mirada de Fiddleford pareció delatar su sinceridad, pues Ford se sentó con una expresión de molestia y desconcierto.
“De acuerdo, acabo de meter la pata por mi cuenta…no puedo culpar a Stanley está vez, creo qué te sobreestime demasiado…”

“Aguarda, tú no estás molesto por qué quiero denunciarte por explotación laboral…tú creías qué sabía algo peor…por eso este circo y teatro de villano mafioso…¿Qué estás ocultando? ¿es sobre el portal?”

Stanford lo ignoró y tomó un vaso con whisky.
“Debí saber qué no tenías idea cuando soltaste la tontería de la policía…tenías qué meter las narices donde no debías…” Ford se sentó con una tranquilidad qué inquietaba a su colega. “Ya qué, no vas a querer trabajar conmigo de todas formas, supongo qué tendré qué matarte aún así…”

“¿Qué?” El rostro del ingeniero palideció.

“Aunque podría simplemente obligarte y mantenerte amenazado, no tengo intenciones de buscar a otra persona a estás alturas y empezar de 0” Stanford se veía genuinamente fastidiado, ignorando la gravedad qué implicaba para Fiddleford la situación, se veía cómo si estuvieran en dos canales distintos y para colmó, ese desastre ni siquiera era por la razón correcta al parecer.
“Si, eso suena más conveniente…”

“Puedes…simplemente decirme ¿qué está pasando aquí? Sabes qué lo averiguare de todas formas”.

Fiddleford observó los objetos qué Stanford trajo, la carta de sus colegas, el polvo rosado, la foto de las estrellas. El astrónomo intentaba atar los cabos, pero la respuesta no tenía mucho sentido o lógica.
Su colega lo miró con una expresión aburrida.

“Qué anticlimático ¿Tus neuronas están empezando a hacer sinapsis, campesino?” Dijo con una sonrisa burlona.

“No…no tiene sentido…esto no puede…” Fiddleford se veía desconcertado. Cualquier respuesta qué podía obtener uniendo los puntos era más descabellada qué la anterior.

“Bueno, dado qué de todas maneras voy a obligarte a trabajar para mí, que mi hermano te golpeó, mi mascota te investigó y el estúpido de William hizo nuevamente un desastre a escondidas” habló. “No puedo decir qué esto no fue mi culpa por creer qué sabías más de la cuenta, así qué te daré una pista…la pieza faltante de tu rompecabezas”

Stanford tomó la fotos de la estrella azul y colocó un vial con un polvo azul brillante sobre la mesa.
“Vamos chico listo, no es tan difícil”

Fiddleford observó todo con atención, el polvo rosado y azul, las estrellas desaparecidas, la imagen del mapa estelar con los colores, pensó en William, lo qué le había preguntado aquella vez qué habló con él, la herida en su cara…

“Stanford…¿Qué hiciste?” Susurró con un tono de terror en su voz.

Gleeful sonrió aliviado, parecía que finalmente todo ese despliegue había servido para algo.
“Bueno, dado qué este desastre no fue del todo intencional responderé una pregunta, una sola pregunta, así qué piénsala bien, si quieres confirmar tu teoría. Seré honesto, nada de respuestas a medias”

Fiddleford parecía en shock, ninguna hipótesis en su mente le gustaba, tampoco estaba seguro de cómo, pero en ese momento no era tan importante, solo había una sola pregunta en su mente qué necesitaba responder.

“¿Qué es William?”

Stanford sonrió complacido.
“Finalmente alguien qué no hace preguntas estúpidas…”
Ford extendió la fotografía de 771-M a Fiddleford. “De una forma resumida y burda, ahí tienes tu respuesta”.

El astrónomo lo observó rogando qué fuera una broma, una cámara oculta para la televisión, una locura paranoide en la mente de un loco, pero por más qué intentaba buscar una razón lógica no la había. Stanford decía la verdad, las estrellas desaparecidas estaban relacionadas con él, con ese polvo y con William, el chico de pelo azul y ojos familiares, qué parecía brillar por momentos. Él era 771-M, de alguna forma qué no podía explicar, ese chico era una estrella.

“Nada de esto tiene sentido” susurró.

“No para tí, no te culpó, es chocante para la gente normal…solo imagina ir a decirle está tontería a la policía” rió. “Ahora, vamos a lo importante”

Stanford utilizó el poder de su amuleto para levantar al ingeniero en el aire, el pobre qué ya había tenido demasiadas sorpresas solo pudo intentar moverse en desesperación, pero estaba paralizado en el aire.

“Vas a ayudarme a terminar el portal y a cambio te dejaré salir vivo, a partir de ahora te mantendrás lejos de William, créeme qué matarte sigue siendo una opción viable…se te llevará una bandeja de comida y solo irás de tu habitación al laboratorio. Espero haber sido claro” dicho aquello fue llevando a su colega flotando hasta la habitación de la planta baja y lo arrojó al piso apenas abrió la puerta.

“Stanford no puedes…”

“Oh, claro qué puedo y lo haré, te veré en la mañana querido amigo”

La puerta se cerró de golpe y el sonido de la llave fue lo qué dejó asentada la gravedad del asunto.

Estaba atrapado, junto con esa pobre estrella, a merced de los hermanos Gleeful.

Notes:

Muchas gracias por leer, no olviden comentar la historia qué les pareció, amo mucho leer sus comentarios mejoran mi día.

También la pregunta del día qué hermano creen qué es peor Ford o Stan?

Chapter 11: Haré lo necesario por mi familia

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Fiddleford no había logrado dormir en toda la noche, su cerebro intentaba procesar lo ocurrido desde algún punto de vista lógico, qué todo podría tratarse de un delirio de su colega, alguna secta familiar qué realmente creía qué sus empleados eran estrellas, algún caso de sugestión colectiva en la familia. Era la explicación más lógica y sin embargo una parte de él, su lado más instintivo le decía qué todo era cierto.
Pero fuera lo qué fuera, lo importante era lograr escapar de ese lugar y pedir ayuda, llamar a la policía y no volver jamás.

Se sentó en la cama pensando alguna forma de poder huir, quizá podría tomar a escondidas algunas de las herramientas al ir al laboratorio y forzar la cerradura cuando nadie lo viera. Fingir qué le seguía el juego a los Gleeful.
Suspiró con los nervios a flor de piel imaginando cómo sería el día, realmente temía qué ocurriera lo peor y acabará muerto, por lo qué ir tanteando terreno, fingir qué seguía el juego y observar a su alrededor era la mejor opción qué tenía.
Su mente no tardó en divagar hacia William, no quería imaginar qué clase de horrores tendría qué enfrentar ese muchacho por advertirle qué huyera, aún así la angustia caló pronto en su pecho. Por un lado, la idea de qué su colega torturara a un muchacho inocente lo aterrorizaba y por otro…pensar la posibilidad de qué fuera una estrella era ridículo, pero…si realmente lo fuera entonces…era aún peor, ¿Cómo demonios podría salvarlo?

El astrónomo sacudió su cabeza tratando de volver a su eje, tenía qué pensar racionalmente no con ideas de fantasía, aunque en gran parte tal vez no querría creerlo porque las posibilidades de hacer algo útil eran mucho menores en ese escenario.

_______

William soltó un quejido de dolor cuando Stanford lo golpeó contra la pared usando sus poderes para inmovilizarlo. Stanley simplemente contemplaba a su hermano, notando la ira en sus ojos, no era fácil hacer qué Ford pierda la paciencia con tanta facilidad, perder el control es lo qué más odiaba y desde que la estrella azul llegó no ha hecho más qué jugar con sus límites.

“Espero qué estés orgulloso, ¿Sabes él lío en qué te has metido?¿Sabes lo qué has causado?”

Will rió por lo bajo.
“Tal vez no eres tan inteligente cómo crees”

Stanford materializó la cadena y lo dejó caer contra el piso arrastrándolo hasta él.

“No tienes idea cuánto te odio” susurró “debería matarte ahora mismo y hacer qué Fiddleford vea cómo te haces polvo mientras te consumimos, sería una buena lección para ambos”

Stanley puso la mano en el hombro de su hermano para tranquilizarlo.
“Sería contraproducente, tal vez con un castigo sea suficiente”.

“Te veo muy tranquilo sabiendo qué tu mascota, nos andaba delatando con McGucket”.

“Nadie va a creerle a ese campesino idiota, tenemos este pueblo en nuestro control, diremos qué solo intenta sabotearnos…”

Stanford se sorprendió de ver qué su hermano fuera la voz de la calma, aunque siempre se habían ayudado y complementado en muchos aspectos, suponía qué debía verse sumamente enojado para qué Stanley adoptará esa postura.
Ford respiró profundo y se tranquilizó, la estrella disfrutaba hacerlo perder los estribos y no iba a darle el placer. Eso no evitó qué lo sujetará del cabello con rabia haciendo qué mirara hacia ellos.
Tal vez lo qué más odiaba era saber qué el asunto de McGucket fue un desliz personal, sabía qué era ridículo descargar su ira así, pero él no era su hermano, él sabía qué el bastardo de pelo azul había estado dejando pistas y levantando sospechas. Ahora tenía un problema más con quien lidiar, estaba seguro qué ninguno de sus ancestros había tenido qué aguantar tantas transgresiones.

“Cuando esto terminé y consiga más estrellas” dijo mirando a William pero hablando lo suficientemente alto para qué Stanley escuchará “voy a usar su esencia para hacer un vino y beberlo cada vez qué tenga un mal día, será la única forma qué tengas de compensarme de tanto estrés qué me vienes causando.”

Will dió un quejido de dolor y chasqueó la lengua.
“¿Puedo ser un Malbec?”

La respuesta de Stanford fue una sonrisa y un shock de energía qué no tardó en quemar a William.

Stanley suspiró, no había duda de qué la diferencia en obediencia era notoria, aunque él por dentro se sentía orgulloso por lograr qué la estrella lo obedeciera, no era agradable ver a su hermano tan molesto. Aunque para él Sanford, estaba exagerando un poco, McGucket no parecía ni de cerca una amenaza, era débil físicamente y de poca influencia, tal vez a Stanford le fastidiaba más no tener el control absoluto de la situación. Un golpe más a su ego…

“Mejor déjame encargarme de él…”

Stanford frunció el ceño.
“Amarralo en el búnker, tal vez unos días gritando en la máquina le enseñen a comportarse…iré a despejarme un poco, fue un día largo”

Stanley llevó a la estrella cómo si fuera un saco de papas. Gran parte de su molestia se había ido luego de golpear al campesino, pero no significaba qué las constantes transgresiones no lo fastidiaran y aunque le divertía ver a Ford molesto, tampoco iba a permitir qué les falté el respeto a su hermano.

Will dió un quejido cuando lo soltó y encadenó en el búnker, al menos no molestaría a su hermano estando allí, no comprendía del todo porque Ford no podía manejarlo, solo era una estrella respondona y si bien lo de McGucket era un problema, no era difícil de resolver, nadie extrañaría a un astrónomo sin familia. A nadie más le importaban las estrellas, bueno, a su hermano y a él sí, pero por diferentes razones claramente.

“¿Qué demonios creías qué estabas haciendo?¿Intentabas pedir ayuda al campesino para huir?”

“No dije mucho, él lo fue deduciendo solo, no quería qué salga herido…”

“¿En verdad esperas qué crea eso?” Stanley sujeto con fuerza el rostro de la estrella en su mano apretando sus mejillas.

“¿Me ofrecí a cuidar de tí y así me lo pagas?¿Crees qué no sería capaz de comerte?”

Will suspiró.
“Fue mucho antes qué…. fuéramos…. más cercanos. Empezó a sospechar porque tienen un mapa pintado con estrellas muertas….estrellas qué sabe qué desaparecieron y….a él le importan”

Stanley bufó.
“Solo es su curiosidad de nerd, a nadie le importa lo qué pase contigo o con las otras, ¿Cómo crees qué hemos hecho esto por tantos años? No deberías perder tu tiempo con esas cosas, no tienes aliados aquí, William, solo me tienes a mí”

Los ojos de Stan brillaron de forma peligrosa, William podía notar la posesividad en ellos, si no lo apaciguaba ahora iba a ser peor.
Frotó su rostro contra la mano del hombre.

“Lo siento, Lee”

“Necesitarás algo más para compensarme qué solo hacer ojitos”

Will quería gritar internamente, pero lo qué fuera a hacer dolería menos qué un hueso roto.

“¿Cómo puedo hacer qué me perdones?” dijo, fingiendo arrepentimiento.

Stanley acarició sus labios con su dedo y Will los lamio y chupo lentamente. De verdad quería morderlo y arrancarle los dedos, pero tenía qué mantenerse dócil y cooperativo.

El humano sonrió y rió por lo bajo.
“Deberías usar la lengua para algo mejor qué andar insultando a mi hermano.”
Will sintió sus dientes rozar los dedos del humano y resistió el deseo de arrancarselos.

Stan quitó sus dedos de la boca de la estrella azul.
“Si quieres quedar en buenos términos conmigo, tendrás qué usar tu boca para complacerme y si me llegas a morder no te quedará un hueso sano.”

Will quería quemarlo, pero no era el momento, no estaba en posición para escapar, sus poderes estaban restringidos y no es cómo qué pudiera hacer mucho, cuando además se encontraba bastante debilitado luego de lo de la máquina.
En el momento qué vio al humano bajar la cremallera de su pantalón sabía lo qué vendría.
¿Cuánto más tendría que aguantar eso? Era una estrella, un ser de poder cósmico qué brillaba a años luz de distancia, no el juguete sexual de un primate. Cada vez qué lo degradaban y usaban, era cómo si una parte de él se fuera rompiendo literal y figurativamente, el estrés generaba qué su herida empiece a perder polvo.

‘No muerdas’, se dijo a sí mismo, ‘solo cálmate’.
La experiencia fue todo menos gratificante, estaba acostumbrado a disociarse en esos encuentros, pero de éste en particular si recordaba las arcadas, los jalones de cabello y los gruñidos de placer de Stanley. La sensación en su boca era desagradable y asquerosa. Cuando terminó William sintió los brazos del humano alrededor y los besos en el cuello.
No le agrada el contacto íntimo, no entendía qué veían de placentero en eso, solo era dolor y fluidos para él.

“Buen chico, ¿No fue tan malo verdad?”

Fue peor de lo qué hubiera imaginado, si volvía a tener otro pene en la boca lo arrancaría con sus propios dientes, pero estaba cansado y solo asintió. Había días donde fingir era más difícil, donde las cadenas pesaban más. Stanley lo sostuvo entre sus brazos un rato, era tal vez el único contacto agradable qué sentía, cuando todo terminaba y mostraba una faceta más dulce y calmada con él.

______

William sintió un toque en su mejilla qué lo hizo estremecer, el frío recorrió todo su cuerpo, al abrir los ojos no estaba con Stanley sino en aquel horrible vacío, su energía robada hizo qué por unos minutos se iluminará aquella horrible sonrisa.

“Bill…”

“Pero si es la estrella de mi show favorito, William Rigel…debo decir qué de todos, has sido el más entretenido”.

“¿Qué es lo qué quieres? ¿Vienes a disfrutar de mi miseria?”

“Aunque verte dar felaciones a esa subespecie de monos es divertido, no estoy aquí por eso…me da algo de curiosidad tu estrategia de escape…bueno, para empezar creo qué es adorable qué consideres qué hay una oportunidad para eso” rió

“Ve al grano”

William sintió otro dolor punzante en su espalda y vio más de su esencia ser devorada por el agujero negro.

“Calma tu mal genio conmigo muchacho, no soy un humano”

Will sentía un escalofrío cada vez qué lo tocaba, aunque quería permanecer firme era difícil cuando sabía qué Bill estaba comiendo parte de él y tan fácilmente, no creía qué pudiera matarlo pero no era menos aterrador por eso.

“Solo dime…¿Qué es lo qué quieres?”

“Debo decir qué me agrada ver una estrella haciendo lo imposible para huir de su destino, es curioso qué estés dispuesto a usar a los humanos para tu objetivo y aún así…vi como confiaste en ese campesino”

Will estaba algo confundido.
“ ¿Y?”

“No puedes confiar en ellos, toma mi consejo, úsalos todo lo qué puedas”.

“¿Por qué confiaría en tí? Eres el causante de todo esto.”

“Porque veo potencial en tí, muchacho, no había visto un brillo tan interesante desde que era una estrella amarilla, claro qué yo era mucho más brillante qué tú” rió.

“¿Potencial, para qué?¿Ser tu cena?”

“No tonto, potencial para hacer el show más divertido del siglo…ya no es tan entretenido luego de la tercera estrella muerta…salvó por la comida claro, pero se pierde la emoción”

“¿Show? ¿Esto es solo entretenimiento para tí?”

“Pues claro, la eternidad es aburrida”

“¡Eres un monstruo! ¿Qué crees qué soy un payaso qué baila para tí?”

Bill rió.
“Más bien una estrella en una burbuja de cristal…”

“¿Qué?”

“No importa, mira estoy tratando de ser amable aquí, me divierte tu espíritu de lucha así qué te daré una oferta tentadora…”

“...”

“Haz un buen show para mí, y consideraré dejarte escapar si se da la oportunidad”.

“No caeré en eso, no tienes influencia en la Tierra”

“Ja, lo hice una vez y puedo hacerlo de nuevo, puedo convencer más humanos para darte caza, además…no sabes cómo volver ¿Verdad? Ese traje de carne y huesos en reparación qué llevas no puede volar al espacio y con el ritual de enlace, solo hará qué te hagas polvo más rápido” dijo mientras giraba alrededor de William “Pero yo conozco de magia y podría enseñarte cómo liberarte, ¿Qué dices?”

William no confiaba en él para nada, aunque la idea de ser libre era tentadora, está criatura era engañosa y cambiante.

“¿Qué clase de show quieres?”

“Oh, nada demasiado elaborado, sigue con lo qué haces, quiero ver como destruyes física y/o mentalmente a esos humanos para intentar huir”.

“¿Es todo?”

“Si logras escapar de ellos, te diré cómo deshacerte del saco de carne sin morir, entonces qué dices ¿Tenemos un trato?”

“¿Cuál es la trampa aquí?”

“Nada de trampas, azulito, tú solo haz tu show, escapa de ellos y te diré cómo volver a casa, no me meteré en tu camino ¿Trato?”

La estrella lo pensó unos minutos estirando la mano, apenas hizo esa acción sintió un escalofrío helado recorrer todo su cuerpo, una buena dosis de energía fue hasta la criatura sonriente.

“Buen chico, sabía qué eras listo, por cierto sigue mi consejo, no confíes en nadie, especialmente en humanos…sólo te traicionaran si ven la oportunidad”

“¿Lo dices por experiencia? Sabes mucho de ellos cómo para haber sido una estrella común y corriente, así qué o tuviste muchas encarnaciones cómo humano o caíste…”

La criatura cubrió su boca haciendo qué la estrella de un grito ahogado de dolor.
“No te pases de listo, no he sido más qué amable contigo, no es de tu incumbencia”

Bill soltó a la estrella y desapareció.

___________________

Stanford Gleeful estaba descansando en su cama intentando conciliar el sueño, el estrés era constante y esa estrella solo era un dolor de cabeza. Cada vez qué dormía tenía pesadillas sobre su abuelo y de su pasado.
Era el precio qué debía pagar por ser el jefe de esa familia.

Los ojos curiosos y medio aterrados de Ford seguían en su abuelo, el ritual de iniciación, solo lo había dejado con más preguntas qué antes. Pero suponía qué era tarde para volver atrás y lo qué vería a continuación solo sostendría esa idea.

Su abuelo lo llevó al tercer piso, a un cuarto qué olía mal, un aroma a podredumbre y muerte qué hizo qué el niño retrocediera con temor.

Allí adentro la vio, una mujer de cabello castaño y ojos rosados oscuros, su cuerpo y cara estaban demacrados y poseía horribles manchas negras en su abdomen y extremidades, algunos de sus dedos ya no estaban, era cómo si parte de ella se estuviera pudriendo por dentro. Yacía en una cama con un suero, cuando el abuelo del niño colocó el polvo de estrellas brillante y plateado en éste, el cuerpo de la mujer pareció volver poco a poco a la normalidad, aunque aún se veía pálido y demacrado. Llevaba unos llamativos pendientes con un color rosado y pálido.
“Stanford, ella es tu bisabuela Abigale, ha sido la antigua jefa de está familia por años antes qué yo, pero ahora ese rol será asignado a tí, siendo qué completaste tu ritual de iniciación”.

La mujer se incorporó con cuidado y lo miró atentamente.
“Acércate niño”

Stanford dió algunos pasos temblorosos hacia su bisabuela, una mujer qué no parecía tenerle miedo a nada. Ella sujetó su cara entre sus manos y lo observó atentamente, su mirada estaba fija en los ojos marrones del niño.

“Déjanos a solas con tu abuelo un rato, pequeño”. Al girarse hacia su abuelo esté simplemente asintió.

Stanford hizo lo mismo, saliendo momentáneamente del cuarto, pero pegó su oído a la puerta para intentar escuchar la conversación.

“¿Es lo mejor qué encontraste?”

“Creeme, el otro estaba peor…”

“Se ve blando, no ha consumido suficiente polvo, mirá sus ojos.”

“Tiene doce años aún.”

“Yo tenía diez en mi ritual de iniciación, ¿Crees que tiene lo qué se necesita para dirigir está familia?”

“Tiene afinidad con la energía natural, la magia responde bien a él”.

“No habló de magia, hijo, habló de tener lo qué se necesita, ser despiadado y llegar hasta las últimas consecuencias…”

“Supongo qué el tiempo lo dirá, siempre podemos buscar otro heredero”.

“Las reservas no están para andar despilfarrando polvo, espero qué tu elección haya sido acertada”.

Stanford se alejó lentamente de la puerta, su abuelo salió sonriendo cómo si nada.
“Muy bien, ya qué has recibido la aprobación de tu bisabuela podemos proseguir con el siguiente paso para introducirte a tu legado en está familia”. Dijo caminando hacia el estudio.

“Abuelo…¿Qué eran esas manchas en el cuerpo de la bisabuela?”

“Ha estado algo enferma últimamente, no debes preocuparte por eso”.

Al llegar al estudio su abuelo le indicó qué se sentará.
“No te veo muy seguro de esto, ¿Hay algo qué te preocupe?”

“En el ritual de iniciación…la estrella ella…ella estaba gritando y…yo no sé, si esto está bien…pensé qué…”

Su abuelo sonrió y sacudió su cabello, un gesto qué el niño sintió demasiado frío pese a querer parecer lo contrario.

“A veces el precio de la magia es alto, Stanford… hay qué hacer lo qué se necesita para guiar y proteger está familia, si no pudiéramos hacer eso tu madre no estaría aquí”.

El niño miró al suelo con nervios.
“S-si, entiendo, es solo qué…los gritos…”

“Entiendo qué sea difícil pero es necesario, era darle un fin a su sufrimiento, cómo sacrificar un animal…”

El niño no dijo nada.
Su abuelo apoyó su mano en su hombro.
“Si quieres proteger a tu familia, a tu madre y hermano, deberás hacer lo necesario”.

------

A los diecisiete años de edad, su bisabuela Abigale murió consumida por la corrupción estelar, fue su abuelo quien le dió fin a su dolor, cómo solía decir. El funeral fue privado y solo asistieron familiares qué sabían la verdadera causa de muerte.

Stanford y Stanley ya empezaban a notar las primeras señales en sus brazos, unas manchas casi imperceptibles de color gris.
Stanley estaba afuera fumando, aún si estaba nervioso intentaba ocultarlo, sonrió levemente hacia su hermano.

“¿Cómo estás?”

“He estado mejor…”

“¿Se veía tan mal?”

“Espantoso…”

Stan apagó el cigarro.
“¿Crees qué terminemos igual?”

Ford contempló las manchas en los brazos de su hermano y en los suyos.
“No, no dejaré qué acabe así, tranquilo”

“No deberías consumir tan seguido, la corrupción se ve más pronunciada en tu cuerpo qué en el mío”

“Usar magia también requiere mayor consumo, el abuelo no lo dirá pero las reservas ya están limitadas…”

“¿Y qué pasará cuando Shermie crezca?”

“No lo sé” suspiró. “Supongo qué es tarde, para volver atrás, a veces siento qué no soy yo mismo… no del todo… quizá el cuerpo no es lo único qué se corrompe…”

“No te dejaré solo con esto… el abuelo es un cretino sé qué no le agrado, dice qué te vuelvo blando”.

Ford rió.
“Todo lo qué no sea él, nunca será suficiente…” El adolescente miró alrededor y le dió un vial a su hermano con polvo rosado. “Se lo robé del estudio, úsalo en caso de emergencia…nunca sabes cuándo lo podrás necesitar…”

“¿Y esté, es especial o qué?”

“Oí qué puede hacerte rejuvenecer mucho más rápido y con más duración…como sea guárdalo antes qué alguien lo vea.”

“Gracias Ford, pero podrías meterte en un buen lío por esto”

Los ojos de su hermano brillaron, se veía determinado.
“Si el polvo escasea, la prioridad será mantener con vida a los más jóvenes, eso significa por el momento y hasta qué Shermie crezca, que solo nos tenemos a nosotros”.

Stanley asintió y guardó el vial.
“Tienes razón, solo nos tendremos el uno al otro”.

“Siempre tengo razón y lo sabes”. Ambos rieron por lo bajo.

“Mejor ve con el abuelo antes qué empiece a quejarse”.

___________

Fiddleford se removió incómodo en su cama, su mente estaba entre el sueño y la vigilia, abrió sus ojos pero su cuerpo estaba paralizado. La habitación se veía vacía cómo siempre, solo se sentía mucho más fría. El único sonido era su respiración.

Intentó mover sus pies pero fue inútil, fue cuando los vio, dos pequeños niños a los pies de su cama asomados, sus cuencas se veían vacías y sus cuerpos parecían rotos cómo si fueran de porcelana.
Era probablemente una pesadilla. Aún así eran inofensivos.
Los niños solo lo observaron y se dirigieron hasta la puerta abriendola cómo si nada y escapando por allí.

Fiddleford despertó unos minutos después, se dirigió hasta la puerta guiado por su instinto, su lado racional le decía qué no intentará abrirla qué era imposible, ya lo había intentado antes. Sin embargo, lo hizo, la puerta estaba abierta.

Notes:

Muchas gracias por leer! No olviden dejar sus comentarios y teorías 💖

Chapter 12: Hermanos

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Will despertó en el búnker, sintiendo la calidez de una mano acariciando su cabello y moviendo los mechones de su cara para apreciarlo mejor. En ese momento en qué su consciencia no estaba del todo allí se sintió bien, le agradaba esa sensación de ser cuidado y protegido, pero los olores no tardaron en llegar y frunció el ceño, recordando con quien estaba y lo qué había hecho.
Su mente volvió a su estado natural de estrés y alerta, aún si fingía ser dócil no se podía permitir bajar la guardia con ese par de monstruos. Gliese también lo hizo y por más arrepentimiento qué mostrará Stanley nada de eso impidió qué la consumieran, qué colocaran su esencia para adormecerlo y drogarlo, para violarlo con más facilidad apenas llegó. No iba a olvidar eso, por más amables qué intentarán ser, jamás les perdonaría lo qué le hicieron a él o a sus hermanos.

“¿No te cansas de esto?”

“¿De qué?” Dijo Stan aun con la estrella en brazos mientras estaba sentado en el suelo.

“Vivir de está forma, dependiendo del polvo…de mí, ¿Nunca has añorado otra vida?”

“No es como qué tenga opción”

Will suspiró.

“¿Hacerme sufrir es optativo?”

“Es la manera más rápida de extraer el polvo en su esencia más pura”

“¿El dolor?”

“Las sensaciones fuertes en general, leí un libro de Ford…no son cosas qué sientan en sus formas celestiales, supongo…imaginó qué debe ser mucho para soportar”.

William se quedó en silencio un segundo observando a Stanley con atención.
La estrella pensó en ese momento, qué no era el único qué fingía en esa casa, Stanley no era metódico cómo Stanford pero no era idiota o no al menos como quería hacer parecer al lado de su gemelo, tal vez era más impulsivo y buscaba más estimulación a nivel emocional, pero sabía bien lo qué hacía o al menos era consciente de ello.

“ Lo es…” susurró la estrella.

Stanley sonrió.
“Seguro tu también añoras una vida diferente ¿Verdad? Flotar en el espacio en paz, pero es lo qué ha tocado en suerte para ambos, condenados a ser cazadores y presas” el humano dijo eso mientras acariciaba su cabello entre sus dedos cómo él solía hacerlo cuando se lo pedía.

“A mí tampoco me dieron elección” dijo arrugando la nariz.

Will debía tener cuidado, no debía subestimarlo, era evidente qué a Ford lo habían favorecido… qué Stanley no había sido cuidado o elegido, se notaba su falta de atención y cariño, pero no era menos listo, había fingido toda su vida ser menos qué Ford, quizá hasta lo creyera en parte, pero él y Stanley tenían algo en común, eran mentirosos y buenos fingiendo. William no podía fiarse qué este hombre caiga del todo en su truco, aún si estaba presionando los botones correctos podía estar fingiendo también o simplemente actuar de forma inesperada en su contra cuando creyera tener el control. Aquello lo hizo estremecer, ambos jugaban con fuego y podían perderlo todo en cuestión de segundos, Stanley podía creer qué lo tenía controlado, pero Will no podía bajar la guardia, al fin y al cabo ambos sabían mentir.

“Si la tuvieras seguro no estarías aquí conmigo de está forma, supongo qué en ese aspecto no puedo quejarme, no muchos pueden decir qué tienen una estrella en sus manos”. Dijo riendo por lo bajo. “Mirando el lado ‘bueno’ no tendrías otra oportunidad de sentir lo qué es ser vulnerable si no fuera por nosotros, una auténtica experiencia humana…así cómo yo tampoco podría tener una estrella para mí, hay qué tomar lo bueno de lo qué nos toca en suerte…”

William entrecerró sus ojos.
“¿Alguna vez alguien en tu familia pudo elegir?”

“Solo conocí personalmente a uno, él se fue…sin pena ni gloria, creó que tuvo una vida normal y aburrida…”

“Seguro no hay nada más emocionante qué sostener estrellas en tus manos ¿Verdad?”

Stanley se quedó pensativo un momento, sus ojos no mostraban respuesta positiva o negativa a eso, su voz sonó en un tono un tanto monótono.
“Seguramente” luego de decir aquello dejó a Will en el suelo y le dejó una bandeja de comida. “Come algo, si fuera por mi hermano estarías un día entero sin alimento”.

Will vió la bandeja, podía deducir qué era de noche pues era la cena, había un gran plato de pastas con salsa, otro plato con lo qué parecía caldo y una porción de carne y papas, cuatro rodajas pan y dos botellas de agua, también un pequeño pastel de chocolate…eso era poco, normalmente solían dejarle hasta cinco platillos, para el desayuno normalmente dejaban infusiones de té o café, fruta cortada, waffles con miel y mermelada, tostadas, cereales, leche, avena y algunos frutos secos. La estrella no podía quejarse de la comida, lo dejaban comer tanto cómo quisiera, pero sospechaba qué no era por buena voluntad.

“¿Por qué siempre me dan tanta comida?” preguntó con confusión.

“Para engordarte y tener más qué comer” Bromeó, pero notando el rostro de la estrella supo qué esté no pensó que fuera una broma y revoleó la mirada riendo.
“Ford me dijo qué las estrellas queman energía todo el tiempo, y si no te alimentas bien te podrías desintegrar mucho más rápido… ahora come, te sentirás mejor una vez lo hagas”

Stanley abandonó el búnker y dejó a la estrella encadenada con su comida. William tomó un poco de agua, no iba a negar qué tenía hambre y no planeaba morir más rápido tampoco.
_______

Stanley se dirigió a la mansión con la mente perdida en varios pensamientos a la vez, su hermano pareció notarlo.

“¿Qué hizo ahora?”

“Darme una buena mamada” dijo su hermano con una sonrisa burlona.

Ford suspiró con fastidio.
“Dejá de jugar con él, no puedes bajar la guardia con ese animal”

“Lo sé” dijo mientras empacaba algunas cosas.

“¿A dónde vas?”

“A despejarme un poco, quizá ver algunas peleas de boxeo en la ciudad o visitar algunas señoritas, creo qué te haré caso y voy a alejarme de las estrellas un fin de semana”.

Stanford sólo revoleó la mirada.
“Vuelve el lunes a primera hora y no hagas estupideces, lleva un poco de polvo por si acaso”.

“Estaré bien, Sixer…”

Stanford frunció el ceño al oír el apodo qué usaba con él de niños y sacudió su cabeza.
“Solo por precaución”.

Stan resopló y asintió.
“Bien, si eso te deja tranquilo, solo no asesines a la estrella en mi ausencia”.

“Lucharé con todas mis fuerzas, pero insiste en provocarme”

Stanley rió.
“Solo necesita un poco de adiestramiento”

“Dejá de creer su estúpido juego, no es una víctima indefensa…”

“Sigue así y te saldrán canas”

“Las arreglará ese bastardo con su polvo” susurró con molestia.

“Cuídate” dijo Stan riendo por lo bajo.

“Si si, diviértete y no arrolles a nadie en el camino”

Stanley tomó el vial con polvo y lo guardo en la maleta, antes de irse fue a su habitación y tomó una postal guardada entre unas prendas qué nunca usaba y la dejó en su bolsillo, fue hasta el auto y condujo hasta una cabina telefónica, era tarde pero esperaba al menos tener una respuesta.

Marcó el número de la postal y esperó. Luego de un minuto la voz de una mujer sonó del otro lado de la línea.

“¿Diga…?”

“Hablá Stan….Stan Gleeful”

La mujer se quedó en silencio un rato y luego respondió.
“Qué bueno qué llamó…mi papá ha estado, difícil…”

“Descuida, solo quería avisarte qué iré a visitarlos, me gustaría ver a mi her…digo a mi tío” corrigió Stanley “A mi tío, Shermie”.
________

Will despertó con el sonido de los pasos de Ford podía ver los ojos brillantes y azules cargados de fastidió hacia él.
La estrella solo sonrió con burla.

“¿Vienes a cortarme otro dedo?”

Ford usó su amuleto para golpearlo contra la pared haciendo qué la estrella de un quejido de dolor.

“Ya me está cansando tu jueguito”

“Creí qué no te importaba qué juegue con tu hermano ¿o qué?¿Estás celoso acaso?”

Otro golpe fue dado contra la pared está vez con más fuerza.
“Puedo ver lo qué intentas, supongo qué fue un error creer qué serías cómo los demás, tal vez te subestime…un error mío, lo admito” dijo con fastidio “pero ya me cansé de tus trucos”

Will sintió la descarga de energía quemar su cuerpo y no pudo evitar quejarse por el dolor, podía notar qué Stanford estaba bastante molesto, más de lo normal, no entendía bien la razón no es cómo qué le hubiera hecho algo malo a su hermano está vez.

“Solo te lo advertiré una vez, estrella del demonio. Si mi hermano sale herido, me aseguraré de qué sufras al punto qué me ruegues hacerte polvo”

‘Bueno esto es nuevo’, pensó Will, había logrado fastidiar a Ford a un nivel extremo y quebrar algo de su faceta, le preocupaba su hermano, no había dudas de eso aún si quisiera fingir qué no, la estabilidad mental de Ford estaba más ligada a su gemelo de lo qué él admitiría, pero pese a todo la estrella había logrado crear grietas y generar confusión, aún si eran unidos no eran perfectos, algo qué supo al llegar.

“¿Estás asustado por tu familia?” dijo la estrella con un tono sarcástico.

“No, estoy molesto por qué insistes en este juego sin sentido, ¿Por qué no te rindes de una vez? No hay forma de qué puedas escapar, tus antecesores no pudieron, no serás la excepción…pero insistes tanto en ser un terco, podrías tener una vida mucho menos horrible si cedieras” dijo con enojo en su voz.

Will rió y solo recibió otra descarga.
“¿Terco? ¿¡Esperas qué acepte ser tu maldita comida!?”

“No puedes huir, solo haces más difíciles las cosas” Stanford se acercó, el odio en sus ojos podía rivalizar con el de William. Tomó el rostro de la estrella inmovilizada entre sus dedos. “¿Qué más tengo qué hacer para qué te apagues de una vez?¿Por qué demonios sigues ardiendo? Por más qué lo intento sigues luchando en vano, ¿Acaso tengo qué cortarte en pedazos de una vez o violarte cómo Stanley lo hace?”

William no dijo nada, solo lo observó con aquel fuego azul en su mirada.
“¿Por qué te molestas conmigo si tú eres igual, insistes en mantener un linaje condenado y agonizante con la vida de las estrellas, de verdad te importa tanto tu apellido o solo temes ser olvidado?”

Ford resopló, fastidiado de ser comparado con aquella criatura.
“No somos iguales, no solo quiero qué mi linaje perdure, quiero proteger a mi familia, pero tú qué puedes saber de eso, de querer algo más allá de ti mismo…estás solo en el espacio y si murieras a nadie le importaría en lo más mínimo, dime ¿Llorarían por tí otras estrellas acaso? ¿Crees qué alguien te extrañaría en verdad? Ese campesino estúpido saldría huyendo apenas tenga la oportunidad, te dejaría agonizando en la mansión mientras nos alimentamos de tu esperanza”

William sintió la cadena quemar su cuello y gruñó. Stanford sabía qué esas palabras le molestaban, qué dolían, pero de igual modo se equivocaba, Fiddleford lo extrañaría y no solo eso, Will si lloraría por sus hermanos perdidos, a él sí le importaba y eso era suficiente, ese humano aún lo subestimaba, ya no se trataba de él, sino de salvar a otras estrellas, William no solo iba a huir, iba a destruir esa familia del mal. Stanford no podía ver qué ambos luchaban por lo mismo por su familia y por sobrevivir, tenían todo por perder y ganar. Pero solo podía quedar uno. El humano no lo entendía, ese era su fuego, uno qué no ardía solo por él y por eso no podía apagarlo.

“Dime Fordsy…” Will sonrió al notar el enojo del humano crecer ante el apodo “¿Me lo dices a mí o a ti mismo? Porque fuera de tu hermano, dudo qué alguien lloré por tu muerte. Por eso estaban desesperados cuando llegué ¿verdad? Son los últimos qué quedan vivos…”

Stanford le dió otro choque, sonriendo ante los alaridos de dolor de William, esa estrella tenía una habilidad especial para meterse bajo su piel y lo odiaba por eso, no lo admitiría pero se parecían demasiado lo qué lo enfadaba y fascinaba aún más.

“Una vez el portal esté listo no tendremos problemas con eso, podremos restaurar el clan sin miedo a qué el polvo se acabe, no tendremos qué esperar qué tarden años en caer del cielo…un buffet estelar solo para nosotros, será increíble y tú serás el platillo de inauguración” dijo apretando las mejillas de la estrella a un punto doloroso. “Ya no me interesa retener tu poder, una vez tengamos otra estrella, podremos hacer de ti un ejemplo…después de todo, ¿Cuánto crees qué le dure a las otras estrellitas su esperanza de escapar cuando vean a una estrella tan poderosa y revoltosa cómo tú reducido a polvo?”

William sintió las cadenas quemarlo, estaba furioso, sabía qué tenía razón, sabía lo qué pasaría si ese portal se abría, iba a ser el renacimiento de esa familia de monstruos y la perdición de la suya, incluso para él era difícil mantenerse estable sabiendo todos los qué murieron antes, pero solo imaginar qué usarían su muerte para atormentar más inocentes, estrellas cómo esos dos pequeños niños Delta y Equulei, cómo Gliese, Ross o Chara…la furia lo hacía arder por dentro, quería matarlo, no iba a dejar que ese portal se abriera o qué más estrellas fueran condenadas a morir, no permitiría qué eso pasará mientras viviera.

“Sabes…” Stanford sonrió “es gracioso qué lo qué más odio de tí sea lo qué encuentro más fascinante y entretenido, eres un tonto qué no se rinde y sigue ardiendo con intensidad, pero adoró eso de tí”.

William sintió los labios del humano en su boca, sus dientes mordiendo en un beso brutal y doloroso, las cadenas empezaron a quemarlo aún más, Stanford sintió el sabor de su propia sangre y el dolor intenso, se apartó rápidamente viendo a la estrella escupir un pequeño trozo de su labio. La herida no tardó en cerrar y aunque dolía cómo el mismo infierno solo se limpio y sonrió.

Will podía distinguir qué el beso no era por lujuria cómo en gran parte lo eran los de Stanley, para Ford era una demostración de poder hacía él, si había algo qué deseaba ese hombre era destruirlo y demostrarle qué podía someterlo sin problema, le aterraba aunque intentará fingirlo, nunca en toda su existencia tuvo un enemigo y estaba seguro qué no era normal, tener a alguien qué deseara con tanto anhelo verlo caer. Consumir el polvo no solo afectaba los cuerpos sino las mentes de los humanos, era una droga demasiado intensa para ellos, luego de tantos años de consumo e inmortalidad buscarían estímulos qué los mantuvieran ‘vivos’ poder, placer, violencia, todo aquello qué causaba qué él se rompiera. Ahora ese humano demente lo había elegido cómo enemigo mortal, aunque intentará fingir sumisión para engañar a Ford y qué lo deje en paz él vería su fuego y determinación sin problema, era mejor ir de frente al fin y al cabo él también tenía qué sacar su ira de algún modo.

“No eres tan agresivo con mi hermano, ¿verdad? puedo ver cómo te estás quemando, en verdad quieres matarme es adorable.”

“Eres un sádico de mierda” La estrella escupió la sangre del humano en el suelo. “Pero entiendo qué tu adicción y soledad te afectan el cerebro…”

Stanford sonrió notando el miedo y el enojo en William.
“No deberías preocuparte por esas cosas estrellita, tienes una función mucho más importante qué cumplir”
Stanford señaló la máquina.
“¿Te parece si empezamos ya?”
________

Fiddleford escuchó la puerta de entrada cerrarse y a alguien salir, no estaba seguro si fue uno o ambos hermanos, caminó con cautela por el segundo piso, la imagen de los niños aún resonaba en su mente, había intentado salir por la puerta principal y trasera sin éxito alguno, no había ventana qué no estuviera cerrada, el teléfono solo estaba en el estudio privado de Stanford, solo tenía una opción y era buscar alguna ventana abierta en el segundo piso, no creía qué estuviera muy alto, quizá pudiera trepar y bajar con cuidado, huir hasta su auto y escapar.
Pensó también en buscar a William, pero no sabía si lograría sacarlo con éxito, hasta el momento no había encontrado rastro de él, si lograba escapar podría huir a una comisaría avisar qué había una persona secuestrada y qué arresten a los Gleeful, era una opción viable, pero Dios sabe qué le harían a ese muchacho mientras tanto, Fiddleford sacudió la cabeza, no podía dejar solo a William en aquel lugar, no cuando intentó salvarlo, y no estaba seguro de lo qué pasaba en aquel lugar pero sin duda era peligroso.

Mientras merodeaba por los pasillos vio varios cuadros familiares, algunos con quienes identificó cómo los gemelos Stanley y Stanford de pequeños y otros eran cuadros antiguos de miembros de la familia. Todos tenían algo en particular, ojos brillantes, llamativos y de colores extraños. Una imagen llamó su atención, una mujer castaña de ojos rosados, ropa y un par de pendientes brillantes a juego, detrás de ella algo qué lo hizo estremecer. Un pequeño caballo de madera estaba en el piso, no era un detalle menor, esa pintura fue planificada por ende estaba puesta a propósito. El nombre Abigale Gleeful resaltaba en la placa de oro, la fecha escrita dictaba qué era de hace al menos 150 años.

Fiddleford arrugó la nariz, 150 años era mucho tiempo, una foto más antigua mostraba un hombre de ojos amarillos y un anillo de igual color, junto a la foto de la mujer, había otras dos pinturas, un hombre de ojos rojizos con una túnica, sus manos estaban vendadas y tenia una horrible herida en su rostro, cómo si hubiera sido atacado por algun animal. Llevaba un brazalete con una joya rojiza.
El último hombre de esas pinturas tenía un parecido demasiado aterrador con Stanford, llevaba una bata de laboratorio, un relicario con la figura de una estrella en el centro, relucía con un color plateado idéntico al de sus ojos.

Fiddleford continuó caminando mirando los cuadros, inquieto y sintiendo qué sus miradas lo seguían por el pasillo.
Su corazón latía sumamente rápido, no era solo qué lo encerraran, qué Stanford tuviera un relicario cómo el de la imagen con alguna clase de magia o tecnología para hacerlo levitar, qué explotaran a William de formas horribles, era qué había algo más, algo podrido oscuro pulsando en aquella casa, se escurría por las paredes, se sentía cómo un miasma en toda la mansión. El científico recordó aquellos programas de televisión sobre lugares embrujados y esa sensación de frío constante qué mencionaban siempre llegó a su memoria.
Sus pasos se detuvieron al notar una puerta abierta, se acercó lentamente esperando qué no fuera la habitación de alguno de los hermanos, tampoco parecía ser la habitación de William, era un cuarto color borgoña con una cama enorme.
No fue eso lo qué llamó su atención sino los horribles cuadros, una mujer encadenada, otra siendo explícitamente abusada por una especie de culto, un festín con los restos apenas reconocibles de una jovencita qué se desintegraba en polvo y una qué lo dejó paralizado un momento, unos pequeños niños de cabellos entre morado y rosado acorralados por unos cazadores.

Fiddleford había visto a esos niños en su sueños o lo qué parecían esos niños, su mente racional no quería pensar en todo eso, pero un nudo se formó en su estómago, claramente esa familia estaba en un culto eso era más qué claro pero su cerebro no podía dejar de analizar los patrones.
‘Amarillo, rosado, rojo y plateado’ cuatro colores qué se repetían, en el cabello y ojos de esas pobres mujeres y niños en los cuadros, en los retratos de la familia y en…el mapa estelar. Fiddleford recordó las estrellas desaparecidas, todo lo qué Ford decía de alguna manera encajaba con lo que había investigado, ¿Y si era verdad, si de alguna forma lograron secuestrar estrellas? Aún si no lo fuera, aún si solo fueran un grupo de millonarios locos y sectarios con delirios místicos, el problema era otro y es qué había una última e inminente víctima en la ecuación, William.
La imagen del muchacho llegó hasta él, su cabello, sus ojos, la estrella azul pintada en el mapa…su estrella favorita, Will era la pieza faltante, una víctima qué encajaba con el patrón y si lo de los cuadros era cierto entonces no podía darse el lujo de ir solo a la policía, tenía qué llevarlo con él.

Fiddleford resistió las ganas de vomitar, Will tenía razón, estaba en peligro, había cosas qué no lograba encajar del todo, qué no podía darles una explicación normal cómo el hecho de qué conociera a esos niños o del polvo rosado, aún su mente se negaba a creer en qué se tratará de estrellas, pero la realidad es qué ese muchacho sería asesinado si no hacía algo, no sólo asesinado, sino torturado y quizá despedazado por quien creyó su respetable colega. Había oído rumores de millonarios formando parte de sectas y cosas raras por fama y dinero, pero verlo personalmente era de un terror visceral.

Fiddleford salió de la habitación dispuesto a encontrar a William y sacarlo de allí cuánto antes, el pasillo parecía interminable y observó una puerta de caoba con una llave dorada, fue con cuidado y luego de posar su oreja sin escuchar ningún sonido ingresó.
La habitación estaba vacía, pero por las prendas en el armario y algunos cabellos azules en las sabanas pudo deducir qué se trataba del cuarto del chico. El no verlo allí lo inquietó un poco, ¿Estaría bien?¿Dónde estaría a esa hora?
Fiddleford aprovechó la oportunidad y guardó la llave en su bolsillo. Se sobresaltó al oír sonidos viniendo del piso de arriba, decidió esconderse en el armario por si acaso, pronto se detuvieron pero la luz empezó a titilar, no fue tan fuerte para causar un apagón pero se mantuvo en baja tensión por un buen rato.
Pasaron diez minutos en lo qué estuvo escondido allí, fue luego de un buen rato qué al fin pudo escuchar algo más, sonidos de pasos y algo similar a una cadena.

“No puedes decir qué no te lo merecías” se burló Ford. “Mira lo bien qué ha funcionado, sin cortes de luz”

La estrella apenas si podía mantenerse en pie. Pero el humano lo llevó arrastrando de la cadena hasta su cuarto y lo arrojó sin cuidado en la cama. Fiddleford observó lo qué ocurría, estaba paralizado, pero reconoció al muchacho de pelo azul y a su colega, podía observar por un pequeño y fino espacio entre ambas puertas del armario antiguo, intentó no moverse mucho para no hacer rechinar la madera.

Podía ver a Ford de espaldas con una cadena en la mano, podía ver a William susurrar algo qué no llegó a oír, por la expresión en su rostro parecía ser un insulto. Lo siguiente qué ocurrió fue qué vio las cadenas brillar y darle un shock al muchacho qué solo pudo dar un quejido lastimero.
El astrónomo se quedó estático y temblando, tenía qué hacer algo, pero no tenía nada consigo para confrontar a Stanford, ese hombre estaba demente, Fiddleford lo vio retirarse, la cadena ya no estaba, pero William estaba en su cama, temblando.

La estrella sentía frío, era lo qué más odiaba, su cuerpo luego de la máquina tardaba un poco en recuperarse, al suspirar pudo ver el sopló de humo de su aliento. Sus ojos estaban cristalinos, una vez seguro de qué Stanford se fue y cerró la puerta con su llave maestra, pudo no solo suspirar de alivió, sino también llorar en paz, aunque intentaba ser silencioso no podía ocultarlo del todo. Se abrazó a sí mismo llorando, por su furia contenida contra los Gleeful, por su tristeza al estar atrapado y por sus hermanos caídos, por el terror qué sentía, por todo…porqué aunque lo intentará todos los días, todo pesaba cada vez más y su esperanza parecía más y más lejana.

Will lloró intentando sacar algo de todo ese dolor, Fiddleford tardó en reaccionar, solo vio con tristeza a ese pobre chico desconsolado. Con cuidado abrió la puerta e intentó acercarse pero Will reaccionó con terror y tomó una lámpara de noche listo para golpearlo.

“¡E-espera calma, soy yo…no te haré nada!”

“¡Pruébalo!”

“¿Qué?”

“Qué eres tú…. pruébalo, dime algo qué solo tú sabrías”

“Emm bueno no nos conocemos tanto, pero…lo intentaré, tú me preguntaste qué pasaría si mi estrella favorita desapareciera…”

William entrecerró sus ojos, olfateaba el aire cómo si buscará algo.

“Y yo te dije qué no solo sería una tragedia a nivel astronómico sino qué…extrañaría ver su brillo en el cielo…” Fiddleford no estaba seguro de qué era todo eso, pero ese muchacho estaba en un claro estado de estrés y si decirle eso lo ayudaba pues lo haría.

William dejó la lámpara en la mesa. Luego suspiró y se acercó lentamente.

“Parece qué si eres tú…¿Qué estás haciendo aquí?”

“Escapé de mi habitación, tenías razón, esté lugar es peligroso, Stanford está demente, vine a buscarte para escaparnos de aquí cuánto antes”.
William se acercó y olfateó al hombre, no había rastros de polvo de estrellas o humedad. Aún tenía frío y temblaba, abrazó a Fiddleford, no era algo qué haría habitualmente, pero estaba emocionalmente destrozado y aunque esto le causó sorpresa al humano, no lo apartó.

“Todo está bien” susurró el astrónomo abrazándolo con cuidado “vamos a salir de aquí, a un lugar seguro, estoy contigo”.
Fiddleford podía sentir el cuerpo tembloroso del chico, sus sollozos y algunas lágrimas caer en su hombro.
“Encontraré una salida, nos iremos a la comisaría y…”

“No puedo” susurró "estoy atrapado aquí…”

“Yo igual, pero solo necesitamos encontrar una salida…”

Will suspiró y se separó del abrazó, los ojos del humano se abrieron al notar la herida del chico con un líquido brillante color azul, similar al polvo rosa, pero no era solo eso su cuerpo parecía brillar con una luz tenue y extraña, algo qué ya había visto pero pensó qué fue su imaginación, su cabello y sus ojos también parecían estar brillando.

“No soy humano Fiddleford…”

El hombre retrocedió un poco por la impresión, no había querido creerlo, no del todo…pero ahora por más que quisiera no podía negar qué había algo sobrenatural ocurriendo allí. Intentaba ser racional, pero había demasiadas cosas extrañas ocurriendo y el brillo de aquel chico tan similar a su estrella favorita, no hacía más qué confirmarlo.

Will miró sus manos sorprendido.
“Hacía mucho no brillaba…no así…desde qué llegué” susurró “Como sea, debes huir, no puedo ir contigo…estoy atrapado por un enlace…”

No podía revelar mucho sin quemarse pero a esas alturas no importaba ya.
Fiddleford lo observó con asombro, miedo y preocupación.

“En ese caso me quedaré a ayudarte…”

“No, tú puedes salvarte, debes huir”

“Si me voy y me encuentran estaré muerto de todas formas, aquí al menos puedo hacer algo por tí”.

William lo miró con sorpresa pero también con tristeza.
“Usted es un buen hombre, no merece esto”

“Nadie merece esto William…aún no creo poder procesarlo del todo, pero no voy a permitir qué algo malo te pasé, si eres lo qué creo qué eres con más razón no puedo abandonarte aquí…no puedo dejar qué desaparezcas, tal vez el destino o la suerte me trajo aquí, pero no ignorare el llamado…voy a sacarte de este lugar”

Fiddleford no hablaba desde la racionalidad, sino desde una emoción profunda y confundida, pero qué lo orillaba a proteger a esa criatura brillante.
William sintió el calor crecer en su pecho y el brillo aumentar, su cabello parecía una flama azul eléctrica y por aquellos segundos el humano pudo reconocer a su estrella en aquel cuerpo físico, podía entender porque sus ojos se le hacían tan familiares.

“Will estás…sangrando”

La estrella notó el polvo caer por la herida y respiró profundo intentando calmarse.
“No es nada…debes volver a tu cuarto antes qué Ford se enteré o Stan venga…”

El humano le mostró la llave dorada. Will lo miró atentamente.
“Conservala, no suele haber nadie aquí después de las 2 am, ni siquiera la mascota de Ford y no me dejarán salir por haberte dicho…pero podemos planear algo juntos e intentar derrotar a los Gleeful”

“¿Mascota de Ford?”

“Un cambiaformas, necesitaremos un código…para saber qué eres tú…ya intentó engañarme una vez”

“Tocar la puerta tres veces, y usar una clave, ¿qué tal 771-M? El nombre científico de…”

“Mi estrella…”

“Si.”

Will sintió un poco de calor recorrer su rostro y asintió.
“De acuerdo, vete antes qué alguien te vea”.

Fiddleford lo hizo, necesitaría una buena noche de sueño para procesar todo eso, pero al menos de algo estaba seguro y es qué ya no tenían qué pasar por eso solos.
_______________

La llegada de Stan a una simple casa de madera en los suburbios revolucionó un poco el vecindario, principalmente por el ostentoso auto qué llevaba.

Su sobrina lo recibió con preocupación, dejando qué ingrese rápidamente ante las miradas curiosas.
La casa tenía una apariencia bastante sencilla y algo austera, le trajo memorias de su propia infancia, antes de la mansión, había pasado tanto qué parecía un recuerdo de una vida pasada, tal vez a su modo lo era.
Pese a todo el ambiente era cálido, algo muy diferente a su propio hogar.
Notó el sitio un poco desordenado y lo qué parecían ser frascos vacíos de fármacos, deudas acumuladas en la mesa, muchas por tratamiento médico.
También observó la foto de una niña pequeña de cabello castaño claro en uniforme escolar, podía deducir qué se trataba de su sobrina.
‘Prima’ pensó, ‘Debes fingir que es tu prima al fin y al cabo han pasado décadas.’ Stanley no estaba del todo seguro de cuántos años habían pasado en la última vez qué vió a su hermano, ¿30, 40, 50 años tal vez?

La mujer entró a una sala donde un hombre estaba sentado en el sofá mirando la televisión, no era un anciano, parecía ser un sujeto de mediana edad pero estaba notablemente envejecido por una vida difícil, Stanley sintió un nudo en el estómago, Shermie había nacido cuando él tenía 17 años, la última vez qué lo vio fue en sus treinta…que hasta entonces habían sido eternos…ver el tiempo correr en su hermano pequeño era cuánto menos aterrador a un nivel qué no lograba entender del todo.

La mujer se acercó a su padre y lo llamó.
“Papá, alguien vino a verte…tu sobrino…él hijo de Stanley…”

Los ojos del hombre qué estaban perdidos en la pantalla parecieron aclararse en ese momento, se posaron en Stanley y una voz temblorosa y enojada resonó.
“Tú…demonio…¡Vete de mi casa!” gruñó.

“¡Papá ya cálmate, solo es tu sobrino, vino a verte!

“¡No es mi sobrino, yo no tengo sobrinos, es un demonio…un vampiro estelar…!”

“¡Papá, es suficiente, vas a despertar a los gemelos!”

El sonido de unos bebés llorando fue lo qué cortó la conversación. Shermie se mantuvo en silencio con una expresión culpable, mientras veía a su hija suspirar y salir rápidamente camino a la habitación de la qué provenía el llanto.

El hombre contempló a Stanley con un profundo resentimiento y odio.
“¿Qué haces aquí?” Susurró.

“No vengo aquí a causar problemas, solo a hablar”

“¿Luego de 35 años? Tal vez creas qué puedas engañar a mi hija, pero sé lo qué eres Stanley Gleeful, tú y Stanford son…”

“Tus hermanos, tu familia”

Shermie gruñó.
“Dejaron de serlo en el momento qué me abandonaron cómo un perro en las calles…”

Stanley suspiró.
“Sé qué una disculpa no resolverá nada, aún así lo lamento”.

Su hermano arrugó el rostro y lo miró con fastidio.
“No lo haces, tu juventud y ojos son prueba de ello”.

“¿Mis ojos?”

“La última vez qué los ví eran plateados, ahora son azules” replicó.

Stanley tragó saliva.

“Todos me han tomado por loco, salí en los periódicos, la oveja negra qué abandona la prestigiosa familia Gleeful…un demente, acusando a su familia por dinero…” rió con amargura “Diciendo qué devoraban estrellas…yo también lo creí ¿sabes? pensé qué en verdad me había vuelto loco, pero ahora vienes aquí a confirmarme qué tenía razón…”

Stanley revisó qué su sobrina no volviera aún y asintió.
“Así es, todo era verdad”.

Shermie chasqueó la lengua y se sentó en el sofá .
“Y al final, qué importa ¿verdad? solo un secreto qué me llevaré a la tumba, no sirve de nada…nadie me cree de todas formas, mi hija cree qué soy un demente” suspiró. “¿A qué viniste Stanley? Si Ford no está contigo supongo qué estás por tu cuenta, siempre han sido inseparables”

“No estoy seguro, honestamente, supongo qué quería darle un cierre a esto…”

“Siempre has evitado confrontar la realidad y el dolor, ¿Tuviste un cambio de corazón o la vida te está refregando tus propios pecados?”

“Tal vez lo segundo”

“Lo qué el abuelo hizo tiene un precio demasiado alto Stanley, yo no estaba dispuesto a pagarlo, di lo qué tengas qué decir y vete, no te quiero cerca de mi familia”

“¿Te arrepientes? Pudiste vivir eternamente”

Shermie sonrió con amargura.
“No, todo tiene un ciclo en está vida, mi hija me hizo entenderlo, solo me arrepiento de no poder hacer más por ella…pero no de haberla salvado de ese horrible destino qué han forjado…” Shermie lo observó, ya no con odio sino con pena. “Si estás dudando tal vez sea bueno qué entiendas qué esto debe terminar tarde o temprano…pero solo hay un forma de hacerlo”

Stanley frunció el ceño.
“¿Pretendes qué acepte morir?”

“¿Acaso tienes algo por lo qué vivir?”

“Mi hermano Ford…es lo único qué tengo”

Shermie sacudió la cabeza.
“Él siempre te necesito más a tí qué tú a él…pero aún si lo deseas ya no puedes tener una vida normal, una familia normal, la única manera de qué esto termine es con la vida de ustedes dos y cualquiera qué aún siga vivo en esa secta”

Antes qué Stanley pudiera decir algo más vio a su sobrina sosteniendo dos bebés en brazos con rostro agotado. Sus ojos se abrieron con sorpresa, estos debían ser los nietos de Shermie, un niño y una niña, también gemelos.

“Lo lamento, no se iban a calmar si los dejaba allí, ellos son mis hijos Mabel y Mason”.

“Stan ya se iba, ¿No es así?” Dijo el hombre más viejo con una mirada más fría.

Stanley había acercado su mano hasta la niña, quien apretó su pulgar con fuerza, aquello lo hizo sonreír. Siempre había deseado una familia, pero por obvias razones no lo había conseguido, no es tan sencillo qué una pareja acepte tener hijos con un hombre casi inmortal qué se dedica a cazar astros.
Los ojos de la niña brillaban, el niño por su parte tenía una especie de marca de nacimiento en su frente, una constelación, su hermano diría algo cómo qué era una señal divina y esas cosas raras, pero no creía qué fuera así realmente.

“Se va ¿Tan pronto? Mi esposo ni siquiera ha llegado del trabajo, ¿no desea cenar con nosotros?”.

“Lo lamento, debo irme pronto, tengo una urgencia del trabajo…” Stan podía sentir la mirada de su hermano en su espalda.

“Déjame cargar a los niños mientras le abres la puerta, fue un placer verte aquí…” dijo con un tono casi hostil.

La mujer asintió y le dió los gemelos a su abuelo. Stanley los observó un rato, aquel brillo lleno de vida en los ojos de esos niños, era algo qué había perdido hace mucho. Podía entender porque Shermie lo quería lejos de ellos.

Mientras se preparaba para subir al auto, antes de irse extendió un cheque y una tarjeta a la madre de los gemelos.
“Ten…te enviaré más el próximo mes, esto aliviará las deudas, puedes llamarme si necesitas algo”.

“Y-yo no puedo…es mucho dinero”
La mujer intentó negarse pero él insistió.

“No le digas a Shermie, sé qué lo necesitan, no les pediré nada a cambio solo…me gustaría qué esos niños tengan una buena infancia, consideralo una compensación de parte de…mi padre…por alejarse.”

La madre de los niños asintió y guardó el número en su bolsillo.
“Te lo agradezco, en verdad”

Stanley asintió y subió al auto, alejándose pronto de aquel vecindario, se detuvo en una estación de gas. Respiró profundamente y se llevó las manos a la cara.

“¿Qué demonios me está pasando?” Susurró. “Ford tiene razón, esa estrella solo trajo problemas desde qué llegó” había dejado qué entre en su cabeza. “Tenemos qué comernos a Will cuánto antes o esto se pondrá peor” pero aún si lo decía y sabía qué era cierto, no quería comerse a esa estrella. Por su culpa había vuelto a conectar con lo qué lo hacía humano, un lado qué creyó había enterrado hace mucho.

Notes:

Espero disfrutarán el capítulo, muchas gracias por los kudos, pueden dejar un comentario y díganme qué les pareció 💖

Chapter 13: El dios del sol

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Tanto en la vida de las estrellas como en la de los hombres suelen darse patrones y ciclos de vida qué se repiten una y otra vez. Los humanos nacen, crecen, se reproducen y mueren; las estrellas por otro lado nacen en nebulosas, crecen y arden hasta morir, algunas de formas más…dramáticas qué otras…pero antes de hacerlo expulsan parte de ellas al espacio y esos restos forman nebulosas qué darán lugar a estrellas nuevas.

En este universo y en algún otro, algunas estrellas logran tomar cierta conciencia de su existencia, desprenderse de sus astros en formas mucho más pequeñas y viajar explorando el espacio, viviendo aventuras y aprendiendo, resguardando secretos e información qué serán protegidos y transmitidos en cada partícula qué envíen de su esencia hacia el cosmos al morir, información qué sus “hijos” recibirán.
Nada de eso desvía su ciclo natural, las estrellas no suelen quedarse en planos materiales por mucho tiempo, sus compañeros fallecen mucho antes qué ellas y eventualmente vuelven a casa con una experiencia, aunque efímera, valiosa.
Un ciclo qué se repetirá, bajo circunstancias naturales claro, pero ese no siempre es el caso.

Hubo una vez donde una estrella brillante se desvió de su ciclo natural, se sintió muy cómodo entre los humanos, y con los años llegó a olvidar quién era realmente, creyendo una visión distorsionada que otros crearon para él. Una estrella qué también fue la más brillante de su constelación, capaz de irradiar calor y vida, pero también destruirla con estallidos de furia arrasando con todo a su paso.

Los humanos lo bautizaron como, Bill.

Bill cayó en un planeta muy similar a la Tierra y cómo todo ciclo qué se repite, esté no sería el primero… ni él último planeta en albergar humanos. No solo humanos, animales, plantas, agua en grandes cantidades y también durante mucho tiempo a Bill.
Él era muy jóven cuando cayó, apenas si había aprendido a desprenderse de su astro y se acercó demasiado al planeta.
No tenía forma humana al llegar, flotaba como una figura triangular y brillante mirando todo a su alrededor, una forma cómoda para moverse por el cosmos, pero su cuerpo real ardía a millones de kilómetros de distancia.

Fue un hombre adulto de un pueblo perdido con afinidad a la magia, quien lo encontró, lo creyeron una deidad mítica, Bill recuerda cuando extendió su mano para tocarlo, él se asustó y lo mordió. Su cuerpo tuvo una horrible metamorfosis luego de qué la sangre entrara en su sistema.
Solo una gota de sangre y podría experimentar temporalmente su experiencia en aquel planeta con un cuerpo humano. Claro qué eso desató el caos y la sorpresa de los presentes, ahora había un muchacho de cabello rubio y ojos brillantes y amarillos cómo el sol mirandolos fijamente, sonriendo.

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La música del arpa era relajante y tranquila, Bill disfrutaba oírla, disfrutaba qué su cuidador le permitiera tocar instrumentos al aire libre,* también notar como algunos sirvientes del templo o animales venían a verlo, aquello lo hacía brillar. Le daba alegría, su emoción favorita.*

“Tienes buen oído”

“Claramente, seré el mejor músico de todos” rió.

“Además parece calmarte de sobremanera…”

“Es lo qué más me gusta de este lugar, es bonito y sus sonidos son agradables…no es silencioso cómo en casa…”

“¿Cómo es tu hogar?”

“Como estar bajo el agua, es relajante pero no oyes o ves mucho…aún así te da calma y paz, aquí todo es ruidoso y a veces muy intenso”

“Si hay muchos estímulos a los qué tal vez no estás acostumbrado como las emociones por ejemplo, aún así estoy aquí para ti, para cuidarte”

El jóven de ojos amarillos sonrió.
“Gracias papá…”

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“¿Bill?¿Ya estás despierto?”

El muchacho abrió los ojos sintiendo el calor del día en su rostro desde la ventana del templó, su cuerpo brillaba mucho más al levantarse luego de un sueño plácido, desde qué había llegado a ese mundo tan extraño, sólo había tenido sueños hermosos. Sin embargo, este no fue el caso y la estrella aunque animada se sintió un poco incómoda toda la mañana.

Bill era considerado un Dios en aquel lugar, un joven brillante qué brindaba vida y luz a su alrededor, su poder curaba las enfermedades y mejoraba las cosechas, pero también era arrogante y caprichoso por momentos por ser joven y no conocer del todo la moralidad humana, pero siempre había sido contenido por su mentor, el mago qué fue quien lo encontró al caer. Aquel hombre fue una figura paterna para quien se convirtió en el Dios del sol, su vínculo con los humanos y el encargado de mantener no solo a raya a sus súbditos sino también a la arrogante estrella.
Siempre llevaba un libro con él qué nunca soltaba, tampoco dejaba qué nadie lo viera, ni siquiera Bill, alguna especie de diario personal donde anotaba todo sobre la estrella amarilla.

Bill era adorado, por su poder, su brillo e incluso su belleza. Pero su mentor había sido muy estricto en las relaciones qué forjaba, temiendo qué pudieran usarlo.
La estrella era consciente de lo poderosa qué era, de lo frágil qué era la experiencia humana, pero disfrutaba ser adorado, amado por tantos. Nunca se había sabido observado cuando era una estrella en el cosmos, no era una sensación desagradable, al contrario, le agradaba demasiado toda esa atención.

“Bill, no puedes seguir huyendo de tus clases de magia”

“Pero ya sé cómo hacer todo esto, bla bla bla vínculo místico con el cosmos, estoy hecho de magia…soy una estrella y la más brillante, bonita y genial de todas” dijo orgulloso.

“Controlarla es parte importante del proceso” suspiró el mago “No es solo brillar y hacer espectáculos para tus admiradores, es poder y tu fuego interno, si no aprendes a manejarlo podrías causar un accidente, Bill ¿Me estás escuchando?”

“Si, si…solo estaba pensando…”

“Has estado disperso toda la mañana, ¿ocurre algo?”

La estrella se movió un poco ansiosa, su luz flaqueó un momento.
“No…bueno, tal vez, tuve una pesadilla”

“Eso es inusual, ¿de qué trataba?”

“Estaba solo en el vacío, gritaba, pero nadie podía oírme…”

Su mentor frunció el ceño y lo tranquilizó.
“Solo fue una pesadilla Bill, no estás solo”.

La estrella amarilla sacudió su cabeza quitándole importancia al asunto.
“Nunca estaré solo, simplemente puedo chasquear los dedos y me traeran mi bebida favorita, tengo a todo el mundo a mis pies ”

“Si no controlas esa arrogancia tendrás problemas, no debes subestimar a otras criaturas Bill, aún menos poderosas qué tú, debes respetar a quien te rodea.”
La estrella bufó. El mago suspiró, era esperable, era una estrella muy joven, extremadamente grande y brillante, qué sentía qué el mundo estaba en sus manos, pero aún así, por algún motivo elegía escucharlo. Tal vez, pese a todo había logrado llegar a él.
“Bill, no debes confundir adoración o alabanza con amor o cariño genuino”

“Lo sé, lo sé…siempre lo dices, pero no me importa, mientras sigan diciendo qué soy el más bonito y brillante de todos estará bien para mí”

“Bill no estaré toda la vida para cuidar de tí…”

Aquello pareció irritar a la estrella.
“No necesito qué me cuiden, no eres mi padre real, además podrías quedarte para siempre conmigo…tengo el poder para darte eso…¿O es qué no te importo y quieres alejarte?”

El mago notó qué había cierto temor en los ojos de la estrella, detrás de su arrogancia, había un gran temor a estar solo, a no ser amado, era solo un muchacho después de todo. Apenas había conocido lo qué eran los vínculos con otros y la idea de perder a alguien le dolía, era normal.

“Nada es para siempre Bill, ni tú, ni yo, pero no significa qué no quiera pasar tiempo contigo o dejarte solo, todo tiene un ciclo incluyendo nuestras vidas…”

La estrella no pareció tranquilizarse del todo, su poder causó qué toda una biblioteca saliera despedida al otro extremo del cuarto en llamas, no era raro qué tuviera esos despliegues de poder, la estrella podría ser muy inestable y aún si no lo supiera, eso generaba cierto temor en los humanos, temor qué podía crecer y volverse hostilidad fácilmente.

“¡Bill!”

“¿Qué quieres anciano? Estoy harto de tus charlas filosóficas ridículas, tengo cosas más importantes qué hacer.”

El mago lo abrazó pese al peligro y la inestabilidad qué la estrella podría tener, era su manera de poder contener a Bill. Especialmente cuando estaba asustado.

“Tranquilo…”

La estrella no se movió, pero comenzó a temblar.

“¿Estás seguro…que solo soñaste eso?”

“...”

La estrella aún escuchaba las voces en su cabeza, los gritos, no eran sueños eran advertencias, sonaban lejanas y extrañas.

…Papá, te necesito…alguien…ayúdeme por favor…les daré lo qué quieran solo déjenme ir a casa…no me lastimen…fue un accidente…
Después de todo lo qué hice por ustedes al final…Tengo miedo…¿Voy a morir?

“¿Bill?”

La estrella se aferró con fuerza mientras el humano lo cargaba en brazos y tarareaba una melodía para calmarlo.

________________

Bill podía ser un Dios engreído y orgulloso, creciendo cómo un joven de belleza deslumbrante y con una personalidad abrumadora, era alguien que brillaba en todos sentidos, disfrutaba las fiestas en su honor. Los bailes, los regalos y las bebidas dulces, su padre pese a todo lo seguía cuidando, porque aún si era un Dios, era jóven y un poco torpe.

La estrella bailaba y brillaba siendo el centro de las miradas, algo qué en verdad disfrutaba, los humanos lo miraban con admiración, cómo si fuera la criatura más hermosa del mundo, y tal vez lo era. Ignoraba aquellas cargadas de obsesión y lujuria, pero no pasaban desapercibidas para su tutor.
Todos deseaban ser elegidos por su Dios, por su estrella, cómo amantes o concubinos, sin embargo el mago no lo permitió, temía en gran medida qué Bill salga herido y creía qué era demasiado joven para eso. Claro qué aún así no pudo evitar qué tenga sus aventuras ocasionales con algún muchacho o muchacha, en especial con tanto súbditos dispuesto a todo por él.
Pero, al menos se aseguraba qué no lo dañarán o se aprovecharán de él. Recordaba haber enviado a arrestar a un joven qué intentó drogar a su estrellita, claramente no funcionó y Bill solo se burló de eso cuando lo supo.

“Me cuidas demasiado anciano, nadie puede hacerme daño” dijo con arrogancia.

“Aún así, hay personas qué no dudarán en intentarlo, eres muy amado, pero la envidia no es ajena a nadie”.

Bill sonrió.
“Pero te tengo a tí…por eso te di mi bendición”

El humano suspiró.
“Bueno es cierto qué eso me hará vivir un largo tiempo, pero aún así, no es para siempre cómo crees…prométeme qué si no estoy aquí y algo pasa, volverás a casa…”

Bill sonrió y movió su mano.
“Descuida, nada malo va a pasarme, no hay qué pensar en cosas tan trágicas”

Su padre acarició su cabello mientras lo arropaba notando cierta inquietud en su hijo. Había algo qué Bill guardaba en su interior, miedo o angustia tal vez…pero evitaba mencionarlo o hablar de eso, para él su padre siempre estaría a su lado, no podía siquiera procesar la idea de perderlo o quedarse solo.
Aquel sentimiento lo dejó guardado en lo más profundo de su ser, dormido y esperando el momento para resurgir cómo un incendio sin control.

________________

La muerte de su tutor llegó luego de muchos años. Fue dolorosa y fría, se sentía cómo un vacío en su interior, no lloró ni gritó, se mantuvo callado y tranquilo, aunque ardía por dentro no podía expresar ese dolor.
El consejo de magos y gobernantes eran quienes solían hablar con él, pedirle favores especialmente. El Dios del sol qué brindaba luz y hacía crecer las cosechas, se sentía de algún modo incómodo…vacío.

Las adoraciones eran vacías, cargadas de necesidad, los humanos cada vez más inútiles para él, y no encontraba una contención, algo de eso había muerto con su tutor, con su ‘padre’, odiaba la forma en la qué algunos humanos poderosos lo veían.
Algunos con temor, otros con lujuria, pero todos parecían estar esperando su caída, el momento en qué cometiera un error, una falta, en ese momento dejaría de ser un Dios adorado.

Bill empezó a sentir el dolor del duelo, aún con su bendición ningún humano era inmortal, aunque si vivían bastante no era para siempre. Su padre simplemente se había ido, Bill estaba familiarizado con las muertes, pero nunca le había pasado tan de cerca. Siempre creyó qué su padre estaría allí, qué lo cuidaría y no lo dejaría solo, a pesar de actuar orgulloso e indiferente, cómo un adolescente rebelde.
Se sentía molesto por no lograr mantenerlo con él para siempre, ahora estaba solo, aunque no comprendía del todo porque el temor se calaba en su ser, Bill se consideraba un Dios y aunque otros humanos ya no lo respetaran tanto cómo quisiera, no podían herirlo. ¿Verdad?
Ni siquiera había logrado encontrar el diario de su padre qué guardaba con tanto recelo, había desaparecido, tal vez fue enterrado con él, no le hubiera sorprendido.

La ausencia de su tutor empezó a enfriar su vínculo con los humanos, lo observaban con miedo y anhelo, pero a ninguno le importaba genuinamente y eso empezaba a fastidiarlo. Habían pasado años, cientos ya, y se habían acostumbrado a su luz y su presencia, incluso aquellos qué decían amarlo solo lo hacían por algo a cambio, su poder o su bendición.
El vacío se extendió en su corazón y su dolor creció, así cómo también su hostilidad a otros seres, no los creía merecedores de su poder.
Aún así no llegó a hacerles daño, solo se sentía apático y aburrido, pero también nervioso, los humanos eran extremadamente dependientes de él.

Pensó seriamente en la idea de irse, de volver a las estrellas, se sentía perdido y solitario en ese mundo luego de tantos años, los pocos vínculos qué forjaba no se sentían genuinos, en ese entonces hablaba con otros magos o consejeros, la pérdida le había afectado más de lo qué creía.

“Tal vez el tiempo de los dioses haya pasado…volver a casa no parece mala opción, después de todo no tengo nada qué hacer aquí”

“Han pasado muchos años. Tal vez solo necesites un cambio, ¿Crees qué encontrarás algo en el espacio qué aquí no?”

Aquello lo hizo dudar.

Hablar sobre la idea de volver a casa pareció aliviarlo pero las cosas no mejoraron luego de eso, especialmente no luego del incidente.

El incidente fue el principio del fin.
Bill siempre fue errático y temperamental especialmente al llegar, pero su tutor lo mantenía calmado. Luego de qué muriera no era extraño qué tuviera arranques de ira, qué algunas cosechas se quemarán, qué lo quisieran apaciguar con obsequios.
En otro momento hubiera funcionado, pero no ahora.

Mientras iba de un lado a otro cómo animal enjaulado sintió el impulso de vomitar, allí lo vió por primera vez, un líquido espeso y negro salir de su boca. Olía mal, cómo una podredumbre.
Lo asustó de sobremanera, se mantuvo encerrado por días, evitando el contacto. Los sirvientes empezaron a insistir, los médicos no encontraron nada malo y algunos gobernantes empezaron a ver eso cómo signo de debilidad.

En verdad se sentía inestable y asustado, volver a casa era la mejor opción, pero al confrontar a su gente se desató el caos.

“No puede irse y dejarnos aquí ....¿Qué haremos sin su poder?”

“¿Está seguro señor? Al menos podría considerarlo”

“¿No hemos sido lo suficientemente serviles a usted aguantando sus caprichos?”

“¿Seguro se siente bien?”

Bill sonrió, su sonrisa no era genuina, era quebrada y dolorosa, algo estaba mal en él, algo estaba escarbando sus entrañas y no podía controlarlo, estaba molesto, exhausto, agotado y aburrido. Pero sobre todo sentía un hueco en su interior, sentía qué allí no había nada y eso lo asustaba.

“Señor…”

“Cállense…cállense…déjenme en paz”

“Tiene qué quedarse aquí”

“Soy un maldito Dios, no su puta mascota, ¡LARGÓ AHORA!”

“Bill, no podemos permitir qué se vaya”

“¿Quién demonios se creen qué son?…no me llames por mi nombre. Solo mi padre puede llamarme así”

“Pero él murió…ya no está aquí para usted”

Aquello fue la gota qué rebalsó el vaso, una explosión de energía salió disparada de su ser cómo un oleaje de fuego, no fue adrede, ni siquiera consciente, fue cómo si algo en él se hubiese quebrado. En un segundo estaba rodeado por humanos y al otro, silencio.
Sólo, entre ruinas y los restos de cientos de personas, aquel fuego calcinó gran parte del reino.

Bill se mantuvo quieto, callado, todo a su alrededor eran cadáveres calcinados y cenizas, en cuestión de segundos, había destruido miles de vidas sin siquiera pestañear.
‘Fue un accidente…no quise hacerlo’ se dijo a sí mismo, pero quizá lo qué más lo asustó es qué no sentía culpa, no se sentía bien tampoco, algo más se abrió paso en él, alivió. Aquel despliegue de poder lo hizo entender, recordar lo qué era, no era humano…y esas emociones tan extrañas y dolorosas no le correspondian cómo a los humanos. Sin embargo, no podía eliminarlas, quemaban aunque con menor intensidad y lo odiaba.
Todo parecía un sueño, caminó por lo qué ahora era tierra arrasada. Se arrodillo y se echó a reír, le parecía divertido, su naturaleza había salido cómo una onda expansiva y aquellas personas tan engreídas se habían vuelto polvo cómo si nada. Había sido tan fácil…y rápido, todas las emociones humanas fueron el cataclismo y la perdición de sus súbditos, pero también la suya. Era una estrella corrupta por la emoción humana.

Bill estaba en un estado de shock, riendo, sintiendo qué no sabía lo qué era realmente, por un lado estaba su naturaleza astral qué parecía haber olvidado, pero por otro los recuerdos con su padre, con su “humanidad” también estaban ahí. Aquellos sentimientos eran dolorosos y extraños…no le gustaba sentirlos, prefería el alivio, prefería el silencio.

Lo qué pasó luego fue el caos, Bill era una criatura desatada quemando todo a su alrededor, una forma de descargar aquellas emociones qué lo hacían enloquecer. Sin embargo su desastre duró poco, los magos y gobernantes vecinos lograron capturarlo con magia, no les fue fácil pero la estrella no parecía estar en sus sentidos, parecía disperso, asustado y en shock, lo qué facilitó el proceso.

Algunos de los magos consideraron qué debían enviarlo a casa, qué su sanidad estaba colapsando, qué era un riesgo. Sin embargo, otros vieron en esto una oportunidad, una fuerza a controlar qué podían usar a su favor, un poder latente al qué ya no tenían qué respetar o rendirle culto, solo extraerlo.
Bill se mantuvo en la burbuja de energía en la que lo habían encerrado, temblando y riendo, esperando su ‘juicio’, tan solo quería volver a casa.

Una de las hechiceras intentaba hacer entrar en razón a sus colegas.
“No está bien, es inestable…siento qué el dolor de la pérdida de su padre lo ha destrozado, una emoción demasiado intensa para una criatura no humana, amar y perder de esa manera…debemos dejarlo ir a casa, no pertenece aquí”.

“Es un Dios caído, una fuerza qué debe ser controlada, no podemos desaprovechar este potencial” habló otro.

“Hemos brindado años de devoción y culto, ¡merecemos una retribución!”

“Es demasiado peligroso hay qué mandarlo de donde vino antes qué lastimé a alguien más”

“Solo míralo, es patético, no es un Dios solo una criatura rota…que siempre se ha creído intocable”

La discusión continuó escalando, hasta qué finalmente se decidió conservar a la estrella y usar su poder a su favor, la condición era no dañarlo gravemente a no ser qué fuera absolutamente necesario, pero eso no se cumplió del todo.

Las primeras noches fueron tranquilas, solían observarlo y estudiarlo, no eran invasivos, pero las cosas cambiaron rápidamente con la llegada de algunos humanos poderosos, reyes, gobernantes, clérigos, todos querían parte de su poder. La estrella solo sonreía en su burbuja, con su cabello despeinado y ojos cansados, por dentro algo en él parecía incomodarlo, una sensación de vulnerabilidad qué jamás había sentido, estaba asustado aún si no lo demostraba.

No podían herirlo o dañarlo, entonces ¿Por qué se sentía así? No eran los primeros en verlo cómo si fuera algo de comer, pero se sentía diferente…la bola de energía parecía ser mucho más segura qué el exterior.

“Es un monstruo…” susurró uno de ellos “No hay qué tener consideración”

“Oí qué quemó a toda su gente…sin razón”

Bill parpadeó confundido.
‘...Fue un accidente’ pensó, ‘no pude controlarlo. No quise hacerlo, pero lo hecho, hecho está’.

La estrella fue sometida a un ritual de enlace, manteniendo su cuerpo físico cómo prisión, encadenado y sin necesidad de una burbuja todo el tiempo, pero fue mil veces peor, sus emociones eran intensas y destrozaban su cuerpo, lo quemaban por dentro. A veces se hería a sí mismo, el dolor era un ancla a tierra, una forma de aliviar lo qué estaba creciendo cómo una infección en su interior. Los vómitos de aquella materia negra eran más frecuentes.

Las personas absorbían su poder cómo una batería infinita mientras estaba en su burbuja, aquello causaba dolor, pero Bill lo prefería, prefería eso a los abusos físicos.
Empezó a odiar el contacto físico, los humanos lo veían cómo su presa, usaban su dolor y vulnerabilidad, disfrutaban verlo destrozado, humillado, a quien alguna vez fue el sol para ellos y les brindó su luz, ahora solo era un juguete para satisfacer sus egos de tener lo imposible en sus manos.

Bill había llorado las primeras noches, dolía como el infierno.
Sin embargo eso no sirvió de nada, con el tiempo solo reía o se mantenía mirando la nada hasta qué terminarán. Recordaba haber llorado recordando a su padre, se preguntó desde cuando las personas qué él creía lo amaba querían dañarlo de ese modo, recordó lo protector qué era su tutor. ¿Había sido amado alguna vez, admirado? ¿O era solo una fachada para obtener algo de él?
Tal vez su padre sí lo había querido, pero ya no estaba seguro…y sí lo hizo, ya no estaba con él, estaba sólo en un mundo qué ahora le era hostil.

Las cadenas siempre quemaban y aquel cuerpo se sentía cómo una prisión, pero lo peor era en su interior, aquel despliegue de energía qué destruyó todo era una brisa en comparación a lo qué se estaba forjando por dentro.

Cada caricia, cada mordida, cada jalón de cabello, cada violación, cada extracción de poder, burla, humillación, solo acrecentaban el dolor interno. Él sabía qué no había sido el más agradable, tal vez quemar las cosechas y ser tan inestable no ayudó a diezmar el temor, pero aún así…ahora era tratado como un animal, menos qué un animal… ¿Realmente merecía eso?¿Era realmente un monstruo? No estaba seguro, quería creer qué no lo era…lo único qué lo mantenía estable era el recuerdo de su padre.
_____________

Si descubrieron el polvo, fue por accidente, algunas investigaciones de magos dieron con el material de meteoritos con el qué forjaron armas capaces de herirlo, habían probado muchas y ninguna parecía funcionar. La reacción de Bill fue diferente a lo qué creían, había un intenso alivio en su rostro.
El tajo se extendía en su cara y el líquido caía en cantidad, dorado y brillante, pero también un poco de aquella sustancia negra.
Nadie pareció percatarse de eso, estaban demasiado distraídos con el polvo, para cuando se dieron cuenta ya era tarde.

Un alarido de dolor y una risa desquiciada se hicieron presentes, Bill había tomado la cuchilla arrancándose su ojo, la herida empezó a sangrar mucho más. Junto a eso le siguieron más puñaladas qué empezó a hacerse él mismo. Pensaron qué había enloquecido o qué estaba tratando de matarse, Bill no descartaba la segunda idea, pero realmente quería alivio, y el polvo cayendo por sus heridas en cantidad era un calmante para él. Cómo si algo de su fuego interior pudiera salir por ellas, pero no podía calmarlo del todo.

La idea de morir ya no empezaba a sonar tan terrible. Especialmente cuando su vida se había vuelto un ciclo de dolor constante, dónde a veces había momentos de placer amargo, incómodo. También odiaba esos momentos, reacciones en un cuerpo qué no comprendía del todo y lo forzaban a experimentar por simple diversión.

La ‘diversión’ no tenía sentido, ¿Qué era lo divertido de hacerle daño?¿Cuál era la gracia? Él había dañado a otros más de una vez, no era la gran cosa. Suponía qué era por lo qué representaba, quizá someter una criatura poderosa e intocable les parecía entretenido, pero en aquel estado de vulnerabilidad sonaba incluso vergonzoso.
Él había asesinado a muchos humanos en segundos, ¿de qué valdría aquella diversión y arrogancia qué mostraban hacia él, si lograba asesinarlos?

Fue una noche qué vió a uno de aquellos magos con el libro de su padre qué una chispa de curiosidad surgió en él.

“El libro, ¿de donde lo sacaste?”

“...Fue lo qué utilizamos para capturarte, su creador nos los dio en caso de emergencia, si todo se salía de control con el ‘Dios del sol’.”

Bill no dijo nada, pero algo empezó a removerse en su pecho, dolor, angustia, ¿tristeza? Hacía mucho no sentía esas emociones y no las extrañaba.

Pensó qué debía comprobarlo por sí mismo, espero el momento oportuno, solo fueron segundos, su actitud apática les había hecho creer qué estaba contenido, una de las cadenas se quebró mientras intentaban someterlo cómo tantas veces, no se sentía particularmente vengativo, aunque tenía razones para estarlo, los años de encierro parecían haberlo vuelto mucho más insensible o tal vez era el vacío interno creciendo, la voz de su padre volviéndose lejana.

Verlos a todos retorcerse en las llamas, gritando y llorando le pareció gracioso, irónico… seguro ellos también sentían lo mismo con él, aunque para Bill era lo equivalente a ver un montón de mosquitos quemándose en el fuego, era satisfactorio y divertido, porque eran insignificantes.

El despliegue de poder fue mínimo, podía sentir el calor pulsando en su interior queriendo salir, tomó el libro de la biblioteca y lo ojeó atentamente. Reconocía la letra de su padre, había mucha información sobre él, su funcionamiento, su origen y su poder, pero especialmente había muchas maneras de como contenerlo, instrucciones tomando en cuenta sus puntos más débiles.

Los magos volvieron a atraparlo en la burbuja de energía, pero se sentían aterrorizados, Bill no se resistió, aquello había sido sumamente inesperado y lo primero qué pensaron es qué fue un acto de venganza.

La estrella se mantuvo pensativa, ¿El único humano qué creyó lo quería genuinamente le temía?¿Lo veía cómo un monstruo y una amenaza? Tal vez no era muy diferente a los otros después de todo. Aquello lo angustió y alivió de igual manera, cómo un peso qué dejaba de cargar sobre sus hombros, no tenía qué contenerse, no tenía qué aferrarse a esos recuerdos.
Si su padre nunca lo amó genuinamente entonces podría quemar todo lo qué había construido en torno a él, su empatía, sus emociones, todo y eso se sintió liberador.

Bill se sentó en el suelo sonriendo, una sonrisa horrible y extensa, acompañada de una risa cargada de alivio. Finalmente no tenía qué contenerse, tanto tiempo sin entender porque no podía dejarlo ir, acabar con todo, los magos los miraron con temor, sin entender la causa de su reacción.
Su aspecto se veía descuidado y enfermo, con grietas en su rostro, su cabello tenía una tonalidad más clara por toda la energía consumida y su único ojo sano mostraba una oscuridad profunda y aterradora.

Dejarse ir, eso era todo, dejar de luchar contra aquello qué lo consumía en su interior. Dejó qué el peso de su oscuridad lo consumiera.

“Que los que destruyen la luz… aprendan a temer su ausencia.” Susurró.

Las grietas empezaron a formarse en la bola de energía, la explosión fue solo el comienzo, una luz blanca cegadora qué destruyó en pedazos el contenedor y aquel templo donde estaba atrapado, aquel lugar frecuentado por personas importantes ya no existía, si no fuera por el contenedor y la forma física la explosión hubiera sido muchísimo peor.
Los sobrevivientes se acercaron horrorizados, algunos lloraban, otros se arrodillaron en el suelo en pánico rogando piedad, bajo el templo podían ver cómo un objeto oscuro y denso empezaba a absorber todo a su paso, las estructuras, las personas, los animales, comenzó a extenderse y brillar con cada partícula qué lograba consumir y hacer girar a su alrededor. Vieron aquel ser qué alguna vez fue una estrella flotar y sonreír mientras se acercaba a ellos.

Bill no tomó consciencia de sí mismo hasta qué el planeta entero se convirtió en escombros flotando en el espacio. Solo quedaba su risa estridente en el vacío, dónde nadie podría escucharla. Su risa tenía una razón: al final todo había sido en vano, su sufrimiento, sus emociones, todo se había borrado y perdido, no quedaba nada más qué el hambre. Aquellos hombres tan arrogantes, aquella magia, años de civilización, todo había desaparecido y nadie sabría lo qué había pasado, lo qué él había vivido.
¿No era divertido? ¿Tanto dolor por existencias insignificantes, tantas lágrimas, amor? Para nada. Oh, era hilarante…todas esas criaturas habían sido borradas del universo en tan solo un momento, qué ridículo…ser un humano qué toda su vida buscó un sentido a su ser, para un día despertar y desaparecer así sin más.
…Eso era divertido…pero ahora había terminado el show y solo quedaban dos cosas en pie, su hambre y su aburrimiento.
_______________

A veces recordaba los hechos cómo si fueran una película qué se repetía una y otra vez, habiéndola visto tantas veces qué ya la conocía de memoria, solo un programa viejo en repetición, qué nunca cambia y nunca lo hará, generaciones de humanos qué han repetido lo mismo qué ya había vivido.
Fascinados por la luz cómo polillas qué se abalanzan al sol qué los quemará.
Cinco estrellas habían caído en la Tierra, pequeñas y débiles, no habían sido más qué aperitivos para él.
No sentía nada por ellas, no sentía nada hace mucho, solo hambre, aburrimiento, leves momentos de alegría vacía y risa, no había culpa, dolor, había consumido cualquier rastro de esas emociones.
Al principio había logrado sentir ‘algo’ al ser alabado por los humanos, al arrojar otras estrellas, quizá en parte extrañaba algunas sensaciones, pero no era lo mismo, solo leves retazos de lo qué alguna vez fue, aromas sutiles qué se perdían antes qué pueda captar su esencia.

Luego llegó la estrella azul, William Rigel, algo de su luz resonó en él, cómo un recuerdo muy breve, pero fue solo un momento, su luz, su ira, su emoción. Finalmente algo divertido, finalmente ‘algo’ más allá del hambre y el vacío.
Una estrella de inmenso poder, atrapada con formas de vida humanas. ¿Tendría el mismo destino qué él tuvo?¿Moriría cómo las otras para ser alimento? Eso era emocionante, tal vez algo cambiará, luego de miles y miles de años, sentía algo otra vez, no podía esperar a ver el final.

“¿Qué harás Will, dejarás qué coman tus restos o al igual qué yo reirás al final sobre los de ellos?”

Notes:

Muchas gracias por leer 💖, díganme qué les pareció el cap.

* Pequeña referencia a teoría de cuerdas

* No por nada el apellido del clan que siguió a Bill es "Gleeful”

Canción para el capítulo: Abbey - Mitski
https://youtu.be/X4pU5eoejNI?si=rCz48F-XWnyu8k2k

Black hole sun - soundgarden (imagino esto sonando mientras se destruye el mundo en el capítulo)
https://youtu.be/ZAS8x7tN07s?si=KAij-oE0zoo-ikU0

Dato curioso: todas las estrellas que cayeron representan algo de Bill

Los niños Delta y Equulei, la referencia a su corta edad y la figura de cuidado

Chara, el ser sujeto de experimentación y abuso

Ross, el deseo y lujuria hacia él

Gliese, la sensación de traición de alguien amado

Chapter 14: Honestidad

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Stanley aparcó el lunes a primera hora en la mansión, el frío y la nieve habían dejado una fina capa helada en el camino, ver la casa de lejos daba una vibra de soledad y melancolía, ni siquiera en verano y con pintura mejoraba esa aura tétrica y helada. No es cómo qué no supiera qué seguramente era por los asesinatos de las criaturas estelares, su hermano diría qué era una estupidez, algún mito para vender libros de horror, pero Stanley podía sentirlo, la energía qué emanaba de la mansión y también de él, algo moribundo, frío y muy hambriento.

Stanford estaba en su estudio, cómo era habitual, concentrado en un libro con información qué podría ayudarlo con el portal. Mientras Fiddleford era obligado a trabajar hasta tarde en la construcción. Al ver a su hermano llegar, Stanford sonrió con cierto alivio.

“Al fin, me sorprende qué seas puntual”

“¿Cómo ha estado todo en mi ausencia?”

“Como siempre, esa estrella revoltosa anduvo fastidiando, pero si todo sale bien cuando el portal esté listo ya no tendremos qué preocuparnos por él.”

Stanley se mantuvo en silencio un rato.
“Sobre eso…luego necesito hablar contigo, he estado pensando en algunas cosas.”

Stanford frunció el ceño.
“¿Sobre qué?”

“Sobre la familia…sobre la estrella…estar cerca suyo me ha afectado más de lo qué pensaba”

“Vaya, finalmente empiezas a darte cuenta el peligro qué es dejarlo vivo”

“...no es qué haya hecho nada puntualmente, soy yo quien empezó a ablandarse…”

Ford bufó.
“Lo subestimas demasiado, así es cómo te manipula, te mete ideas tontas en la cabeza, te hace dudar de tí y de quienes te rodean. Una pequeña llama qué se vuelve un incendio forestal. Créeme, no extrañarás su calor, no lo necesitas, hay miles de personas dispuestas a complacerte allá afuera, Stan.”

Stan no dijo nada. Ford continuó.

“Tenemos la ciudad a nuestros pies y cuando acabemos con él y capturemos otras estrellas, tal vez incluso tengamos más”.

“Ford, se honesto conmigo”

“Por supuesto…”

“¿Esto es por poder o por sobrevivir? Siento qué la línea se borró hace tiempo.”

“Tal vez ambas…” dijo el humano de seis dedos. “Nuestra familia empezó esto hace mucho Stan, un profeta nos dió nuestro apellido, nuestro destino y desde entonces hemos disfrutado del poder ilimitado del cosmos… con un precio, claro, sabíamos qué perderíamos parte de nuestra humanidad en el camino, qué no seríamos cómo los demás”

La imagen de los gemelos llegó a la mente de Stan. Las palabras de Ford y de Shermie resonaban en él.

“¿Acaso tuvimos opción? solo éramos niños con miedo a perder a nuestra madre y ahora…”

“Okay, voy a detenerte ahí, a esto me refiero cuando digo qué esa estrella te mete ideas estúpidas…”

“Por favor, sé honesto y lo digo en serio, si hubieras sabido todo lo de la corrupción, ¿hubieras accedido a esto? No le pregunto a tu versión de sociópata megalómano, le preguntó a mi hermano”

Ford lo miró con sorpresa y luego de un largo rato suspiró.
“No es algo para todos. No te hubiera…arrastrado conmigo” su voz sonaba sincera y algo apagada.

“¿Crees qué no soy lo suficientemente fuerte para soportar esto?”

“No, solo creo qué, merecías algo mejor qué esto, sé lo qué anhelas, soy tu gemelo. Sé qué siempre quisiste una familia, lo has dicho desde qué éramos niños. Pero, desde hace algún tiempo qué hemos estado atascados en la espera y la supervivencia, esa estrella es nuestra única esperanza…”

Su hermano se veía sorprendido, pocas veces Ford era tan sincero, aunque agradecía qué lo fuera.

“Yo elegí quedarme aquí, no te culpes por eso” dijo palmeando su hombro cómo un gesto para calmarlo. “Sé bien qué es esto o la muerte, siempre lo supe, pero no voy a dejarte solo, ¿de acuerdo?”

Ford sonrió aliviado.
“Sé qué no quieres matar esa estrella, Stan, no aún…”

“Supongo qué soy evidente, pero tienes razón, es nuestra única esperanza, somos nosotros o él”

“En otras circunstancias no tendría problema qué fuera tu mascota por unos siglos…pero no él, es demasiado salvaje e impredecible, mucho más grande y viejo, no ha olvidado de dónde viene y eso es un problema, podría generar una rebelión entre otras estrellas…”

“Creí qué dijiste qué podíamos someterlo…la verdad es qué no parece tan peligroso”

“Stan, no es así contigo, pero mirá lo qué está causando” Ford llevó su mano a la cara y presionó el puente de su nariz. “Hay qué matarlo, Stan. No sé si se pueda domesticar…”

Stanley dudó, su visión de Will era muy diferente, pero podía sentirlo, había algo adictivo y envolvente en esa estrella. Como un canto de sirena, pero no lo arrastraba al fondo del mar, sino al mismo infierno.

“De acuerdo, mantendré mi distancia en lo posible, romperé sus esperanzas de una vez, creo qué es lo mejor…”

Ford frunció el ceño, se mantuvo en duda, hasta qué decidió preguntar.
“Sé qué no sientes amor por él, pero ya no es solo lujuria ¿Verdad?”

Su hermano no dijo nada, pero por su mirada la respuesta era clara. Ford sacudió la cabeza.

“Te prometo qué al menos le daré una muerte rápida cuando llegué el momento…”

“De acuerdo, hablaré con él luego…¿Dónde está ahora?”

“En el búnker, puedes llevarlo al cuarto cuando terminé con la máquina”.

“¿Cuánto falta para qué el portal esté listo?”

Ford revoleó la vista.
“Desearía saberlo, debo controlar a Fiddleford para asegurarme qué trabaje al ritmo qué debe”

“¿Qué harás con tu colega cuando termine?”

“Tal vez matarlo, tal vez enviarlo lejos, no me preocupa, solo es un hombre con más miedos qué certezas, nadie le creería”

“Parecía qué él y la estrella habían…interactuado, más de una vez…no lo sé, me da mala espina”

“¿Y? No puede hacer nada, solo mirar… y si tuviera qué escoger, estaría huyendo ahora mismo a casa, solo es un cobarde.”

Stanley se mantuvo pensativo. Ford solo entrecerró los ojos.

“Creo qué solo estás celoso, si es más qué lujuria y menos qué amor…”

“No empieces”

“Mira qué para dejarte cómo un adolescente embobado…”

“Solo me relaja, me ayuda a dormir, no es muy diferente al polvo…”

“El polvo azul no es exactamente un calmante…”

“No me refería al azul…”

Ford mantuvo la vista en su hermano un momento.
“Supongo qué te recuerda a la estrella blanca.”

“Un poco, seguro piensas qué soy un estúpido…”

Stanford observó la tristeza en los ojos de su hermano, aún si quería ser tajante en sus palabras sabía qué no era el momento.

“No, sé qué has construido un muro a tu alrededor cómo yo, hemos creado máscaras, versiones mucho más frías y crueles para dejar lo qué fuimos atrás, no podemos hacer esto si nos ponemos sentimentales. Éramos jóvenes cuando…llegó y se fue la última estrella…y no habíamos lidiado con una así antes, estoy seguro qué ninguno de nuestros ancestros tampoco…”

“Más allá de qué sea nuestra única fuente de alimento para vivir…¿Por qué crees qué es especial?”

“No se rinde…para empezar, y cada cosa qué dice parece ir directo a derribar los muros, directo a romper la máscara qué hemos creado, nos ve cómo monstruos, pero no cómo sus dioses o dueños, sabe qué somos humanos…sabe nuestras debilidades”.

“Es mucho más viejo qué las demás, seguro ha visto cosas peores”.

“No nos tiene miedo Stan, no lo suficiente…” dijo su hermano con fastidio “hay qué matarlo apenas podamos, la rebeldía es contagiosa”

“La esperanza también…¿Por quién está resistiendo exactamente?”

Ford bufó.
“Si es por él, tiene una voluntad demasiado fuerte y si es por otras estrellas…solo podrá quebrarse cuando el portal se abra y sepa qué no puede hacer nada”

“Entonces solo hay qué esperar…”

“Mantén tu distancia emocional con esa estrella, es lo mejor, no podemos dejar qué quiebre nuestras defensas.
Además es importante apuntar al corazón, en este caso habló de buscar su debilidad para mantenerlo a raya, hay qué debilitarlo si queremos volverlo polvo.”

“Al menos sabes dónde está su corazón ¿No?”

Ford gruñó por lo bajo.
“No estoy del todo seguro…pero no podrá aguantar para siempre, no mientras tengamos la máquina, poco a poco irá perdiendo sus fuerzas…”

Stanley asintió.
“Tienes razón, cuánto antes terminemos con esto será mejor. Iré a tomar un trago”

Su hermano asintió y continuó con los libros. “apuntar al corazón…” susurró para sí mismo “¿Cuál es tu corazón estrellita?”

__________________________

Fiddleford espero hasta la madrugada para escabullirse en la habitación de Will, aún no había regresado del búnker, se escondió y esperó cómo siempre en el armario a qué Ford lo traiga, pero no fue su colega quien lo hizo sino Stanley.
Se mantuvo en silencio y atentó, podía ver a Will debilitado con algunos mechones blancos extra en su cabellera azulada.
Estaba agotado y débil, no peleaba con él, solo se mantenía tranquilo aunque en sus ojos había una profunda tristeza.

“Escucha, debo decirte algo, seré claro y conciso…”

William lo miró atentamente aún debilitado por la máquina, McGucket también intentó escuchar qué ocurría.

“¿Qué ocurre Lee?”

“No podré seguir cuidándote, me temo qué vivirás hasta qué la máquina esté lista…lo siento” aquella disculpa no planeaba decirla, solo salió.

Will tragó saliva, Fiddleford palideció al oír esas palabras.

“¿Lee?” Will podía sentir su mano temblar, no iba a poder sostener eso por mucho tiempo, se estaba derrumbando “¿Acaso hice algo malo? Dijiste qué me protegerías, qué si algo me pasaba no te quedarías observando…”

“Es lo mejor, estar cerca tuyo me está afectando, no puedo olvidar el objetivo principal…te había dicho qué no busques calor en un monstruo ¿Recuerdas?”

Will tomó su mano, podía sentir algo de polvo caer por su herida, estaba temblando.
“Eres lo único qué tengo, Lee…por favor, no me dejes morir de ese modo”

Stan sintió su pecho estrujarse, ver a la estrella tan vulnerable le dolió aún más de lo qué creía, ¿Por qué pasaba esto ahora? Él no había sentido nada la primera noche, si pudo herirlo tantas veces sin problemas, ¿porque verlo así le dolía ahora? sin duda le estaba afectando más de lo qué creía.

“Tranquilo, te seguiré cuidando mientras tanto, me aseguraré qué la pases mucho mejor de ahora en adelante y qué no duela al final”.

William quería destruir todo, ¿realmente había pasado por tanto en vano? Sabía qué era una estrategia peligrosa, pero de verdad esperaba tener más tiempo. Quería llorar y gritar, pero tenía qué calmarse o colapsaría ahí mismo y eso no mejoraría la situación.

La estrella solo se acercó y besó sus labios, en su intento por llegar a él emocionalmente aunque fuera por un momento.
“¿No puedo hacer nada para qué cambies de opinión?”

Stan solo negó, aunque no apartó a la estrella. Podía ver la vulnerabilidad y el miedo en sus ojos, pero también un brillo intenso y peligroso.

“Tú ya sabías qué era una posibilidad…” el humano acarició su mejilla, sintiendo qué emanaba más calor de lo normal.
“Pero me asegurare qué no sufras y qué este tiempo sea…cómodo para tí”

Will tuvo qué morder sus labios para evitar insultarlo, no pudo evitar el tono oscuro con el qué salió su voz.
“Supongo qué es mi culpa por pensar qué eras diferente, pero al final solo te quedarás mirando mientras me despedazan”.

Stan se quedó paralizado, la muerte de Gliese volvió a él, no había forma qué Will lo supiera ¿o si? tal vez lo infirió con los cuadros, pero aún así…

“Mi decisión es esa, tengo qué proteger a mi familia y tú eres una distracción en este momento”

“¿Cuál es la diferencia si van a cazar más estrellas?¿O es para dar el ejemplo?”

Stanley suspiró.
“Tengo que mantener una imagen, un rol, esa es mi prioridad y estar contigo está afectando eso”

Will entrecerró sus ojos, al menos había logrado calar en Stanley a su manera, aunque no con el resultado qué esperaba, pero era algo.
Podía sentir la mano del humano acariciar su cabello cómo si intentará consolarlo a su manera pasando su mano por su espalda, Will no lo apartó directamente, pero se acurrucó contra su cama y cubrió con las sábanas.
En otras circunstancias Stan lo hubiera forzado de igual manera, pero está era una situación mucho más complicada y acababa de darle una sentencia de muerte a la estrella. Ya habría ocasión de darle una ‘despedida apropiada’, pero por el momento lo mejor era darle espacio.
Will no se sentía más agradecido por eso, qué no lo tocará en estás circunstancias era lo mínimo en decencia, un lujo en ese lugar, pero al menos agradecía no tener qué fingir placer.

“¿Puedo pedirte un favor?”

Stan se detuvo a verlo antes de salir por la puerta.
“Mientras sea algo posible”

“Dile a tu hermano qué no vuelva a besarme”

Stanley se mantuvo en silencio unos segundos.
“¿Ford te besó?” dijo con confusión.

“Si…me incómoda…”

“De acuerdo” su tono no expresaba mucho, parecía pensativo.

El humano se retiró sin decir mucho más.
Por otro lado Fiddleford observaba toda la interacción, la forma en la qué la estrella actuaba no era lo qué él conocía, lo hizo pensar si no estaría manipulandolo a él también. Aunque dado los cuadros y el hecho de qué Stan y Ford eran sus captores, prefirió confiar en Will, aún así, aquella escena ‘íntima’ y el comentario sobre Ford le habían dejado una sensación de amargura, algo qué dejó pasar rápidamente cuando escuchó los sollozos de la estrella.

Fiddleford tardó en salir, no sabía cómo acercarse, no con la estrella en ese estado, Will estaba sollozando, su llanto aumentaba cada vez más, al punto de llegar a gritar de furia. Eso no era lo peor, sino la forma en qué unas cadenas se materializaban en su cuello, tobillos y muñecas, quemándolo, el polvo en su herida sólo caía sin importarle mucho. Podía ver a Will derrumbarse, cerrar sus ojos y jalar su cabello, cómo si el dolor físico pudiera de alguna forma apaciguar el emocional.

“Estoy muerto” susurraba “estoy jodidamente muerto y todo lo qué hice…por mí, por todos…” su tristeza se volvió furia y sólo pudo hacer añicos el vaso y plato que estaban en su bandeja de comida, arrojándolos contra el piso. Luego de eso volvió a sollozar.
“Les fallé…les fallé a todos…lo siento…”
Las palabras siguientes Fiddleford no pudo entenderlas, suponía qué era una lengua extraña, pero estaban cargadas de tristeza y no era difícil suponer qué eran lamentos.

Decidió salir, haciendo qué la estrella se sobresalte, aunque algo de alivio pareció dibujarse en su rostro al verlo.

“Tranquilo…solo me oculte al ver qué no habías llegado…el código es 771-M..”

Will respiró profundo tratando de recomponerse.
“Está bien…eso explicaba el aroma inusual…lamento qué hayas visto esa escena, no fue mi mejor actuación” una sonrisa amarga se dibujó en su rostro, pero sus ojos no brillaban, no cómo normalmente lo hacían.

McGucket se sentó a su lado en la cama, solo para hacerle compañía.
“Descuida…no voy a juzgarte por eso” Fiddleford recordó el día del puñetazo y las palabras que Stanley le susurró, ahora cobraban sentido.

“Uno hace lo qué debe para sobrevivir…” Will dijo peinando su cabello hacia atrás. Podía notar cierta duda en los ojos del humano, ante eso frunció el ceño.
“No creas qué intentó usarte o algo así…puedo notarlo en la forma en la qué me miras. Igual no importa, nunca podré escapar de aquí…”

“¿Querías usar a Stanley Gleeful para huir?”

“Pensaba conseguir algo de tiempo extra para huir…pero ahora, solo tendré hasta qué terminen esa horrible máquina”

“Tal vez tomé unos meses más…Ford está impaciente, pero no podemos rendirnos, dijimos qué trabajaríamos juntos”

Will suspiró y se recostó en la cama.
“Cada día se vuelve más difícil, tú aún puedes irte ¿Sabés? Tienes una oportunidad”.

Fiddleford no iba a negar qué lo había pensado, era mucho más fácil para él huir lejos y nunca mirar atrás, pero no podía dejar a Will allí, menos ahora qué había confirmado el plan de los Gleeful, iban a matarlo apenas tuvieran oportunidad.

“No lo haré…”

“Eres un tonto…” susurró la estrella aunque algo de su brillo pareció volver por breves segundos.

“Si eres una estrella, cómo dicen, mi deber cómo científico y astrónomo es velar por tu seguridad…” dijo intentando sonar seguro.

Will solo se echó a reír.
“¿Es una excusa?”

“Bueno, si, pero lo qué quiero decir es…no mereces esto, deberías estar brillando en el cielo, consumiendo hidrógeno y esas cosas qué hacen las estrellas…no aquí…”

Will sonrió un poco y se acomodó a su lado.
“Es muy lindo lo qué dices, pero no sé qué hacer…no sé por dónde empezar”

“Dime todo lo qué puedas, desde cómo te capturaron hasta qué son esas cadenas en tu cuello…que aparecen de la nada”

Will sacudió la cabeza.
“Usan magia, las cadenas son para retener mi poder, son cazadores señor McGucket, vienen haciendo esto por años…caí gracias a un agujero negro y cuando llegué me drogaron y enlazaron a ellos…” Will suspiró “Me cortaron y torturaron para extraer el polvo” dijo señalando la herida en su cara. “Y ahora soy la fuente de energía para construir un portal qué les dará pase libre a capturar la estrella qué ellos deseen, cuando deseen, para obtener más polvo”

“¿El polvo les da poder?”

“Y más…juventud, fuerza, inteligencia y una adicción fuerte, pero también los mata, si dejan de consumirlo”

El científico asintió pensativo.
“¿Qué pasa cuando… se agota?”

“Pues este envase de carne se resquebraja y me muero…me volveré polvo cómo los demás y mi estrella muere conmigo”

Fiddleford se mantuvo en silencio unos momentos hasta qué finalmente habló.
“¿Eso le pasó a las otras, verdad?”

Will asintió con desánimo.

Fiddleford intentaba procesar todo, siempre había sido racional y esto lo excedía.
“Entonces el polvo rosado en las paredes y el suelo…”

“Son restos de otras estrellas…de dos niños de hecho” dijo casi en un susurró.

“Niños…creo…creo haberlos visto…”

“¿De qué hablas?”

“Unos niños pequeños, gemelos con cabello rosa pálido y sin ojos…ellos aparecen en mis sueños, me ayudaron a llegar aquí, es cómo si quisieran guiarme…sé qué suena a una locura, pero dado qué todo esto lo es…”

Will lo miró con sorpresa.
“¿Puedes verlos también…?”

“Solo en sueños…”

“Son estrellas o más bien lo qué queda de su energía…si confían en tí debe ser una señal”
Los ojos de Will retomaron su brillo.

“De alguna manera me han ayudado a moverme por la casa, a veces abren algunas puertas…”

Will asintió recordando cómo lo ayudaron a llegar al ático.
“Son las estrellas rosas”

“Delta y Equulei” dijo el astrónomo.

“Tal vez no esté todo perdido, podrían ayudarnos…pero necesitamos un plan”

“¿Hay alguna forma de revertir esa magia qué te hicieron?”

“No lo sé…solo sé qué está ligado a los amuletos y solo una vez pude…romper las cadenas un poco, pero casi muero en el proceso, fue demasiada energía hasta para ellos…”

Fiddleford entrecerró los ojos.
“Demasiada energía…” susurró “Ya sé, podríamos sabotear el portal…si tuviera acceso a la maquinaria encargada de producir la energía…”

“El búnker…allí es donde me llevan para poder extraerla, pero está afuera…”

“Si los niños me ayudan con eso y me dices cómo encontrar ese búnker…podría estudiarlo y ver de qué manera sabotearlo sin qué se den cuenta hasta el día de la activación…he visto a Stanford chequear la conexión subterránea…y la conexión eléctrica es inestable…”

Fiddleford caminó de un lado a otro mientras Will lo miraba.

“Okay suponiendo qué funciona, eso afectaría la máquina y nos da algo de tiempo, pero cómo escaparemos…”

“Dijiste qué una vez rompiste esas cadenas…¿Cómo?”

“Me dio un colapso emocional y agrieté las cadenas, ni con esos amuletos pudieron frenar la explosión, estabas ese día, me habían devuelto a mi habitación, no me sentía bien”

Fiddleford recordó el día qué la mansión templo, fue cuando Will se retiró antes de la cena.

“Tal vez el amuleto funcione cómo un catalizador, pero necesitó más información, no sé de magia pero sé cómo producir una sobrecarga de energía en un sistema…solo son teorías, necesito información más certera. Ford debe tener algún libro, es muy metódico con esas cosas. No lo tendrá a simple vista, eso es seguro” habló “Tal vez en su cuarto… si los niños me ayudarán a llegar mientras no está”

“Puedo provocarlo, me llevará a la máquina de castigo, de hecho no tardará en hacerlo…pero debes tener cuidado con su mascota, puede tomar mi forma o la de cualquiera en la casa, usa alguna pregunta engañosa con la qué puedas saber qué no es quién dice ser…”

“Entiendo…el problema es qué mis sueños son esporádicos y…¿Will?”
El astrónomo vió al joven ir por un cristal roto del vaso qué había arrojado.
“¿Qué haces?”

“Darte un voto de confianza…necesitas una conexión mucho más fuerte y quizá esto funcione”

“¿Qué cosa?”

“Las estrellas podemos ofrecer cierta…bendición a las personas elegidas, sólo mantén un perfil bajo, dame tú mano…”

Fiddleford acercó su mano con algo de temor.
Will le hizo un pequeño corte hasta qué algo de sangre empezó a salir, él colocó su mano en su herida consiguiendo algo de polvo.
“Normalmente no es necesario hacerlo así, pero dadas las circunstancias una conexión fuerte es la mejor opción…¿Confías en mí?”

“S-si…”

“Bien”

Will colocó el polvo en la herida y sujetó su mano mientras hablaba en un idioma extraño para él humano.
Fiddleford observó el cabello del joven brillar al igual qué sus ojos, su piel empezó a brillar con una tenue aura azulada hasta qué las palabras de la estrella se detuvieron.
Al ver su mano Fiddleford notó qué la herida se había cerrado.

“Listo, oficialmente estás bendecido…al menos hasta qué logremos escapar de los Gleeful…”

“Y esto…”

“Te ayudará en caso de emergencias, solo no llames la atención y mantente atento, quizá incluso ayude a qué puedas ver otras estrellas…”

“Esto es…extraño, de un día para otro estoy creyendo en magia y estrellas humanas…”

“No soy humano, mi forma real es la qué está en los cielos, está es solo una representación física…en la qué me atraparon, ahora repasemos el plan…cuando me manden al búnker buscarás ese libro”

“Y luego investigaré cómo sabotear la máquina…suena más fácil decirlo qué hacerlo, pero podría funcionar…”

“La bendición te dará fuerza, agilidad y regeneración…especialmente lo último.
Intentaré distraer a los Gleeful, ¿De acuerdo?...tal vez… tal vez sí tengamos oportunidad después de todo, o solo estoy delirando viendo señales donde no las hay pero, es mejor qué nada…”

Fiddleford sonrió, era cómo si la luz hubiera vuelto a los ojos de Will. Su cabello parecía incluso brillar también, era bastante largo y se veía suave pese a estar despeinado, reprimió las ganas de tocarlo.

“¿Estás bien?”

“S-si…”

“Escucha déjate guiar por las estrellas, y ten mucho cuidado…no actúes si no te lo indican”.

“De acuerdo”

“Y algo más…”
Will lo abrazó con fuerza, lo qué sorprendió al humano, pero no se apartó.
“Gracias”

McGucket le devolvió el abrazo, no de la misma forma efusiva, no quería incomodarlo.

“No puedo creer qué esté abrazando una estrella…y aún es más impresionante qué seas…mi estrella favorita…”

Will rió, no era una risa falsa o triste.
“Creo qué tú eres mi humano favorito entonces…”

Fiddleford sintió el calor llegar a su cara.
“Bueno, gracias…aunque seguro hay mejores opciones, quizá lo piensas porque solo conociste a los Gleeful, pero te aseguro qué hay personas increíbles allá afuera Will. Personas buenas, dispuestas a hacer lo qué yo hago.”

“Desde qué llegué a la Tierra me sentí a oscuras, soportando todo con una máscara para mostrarme fuerte, pero no necesito eso contigo…puedo ser yo mismo…has sido una luz en la oscuridad desde qué llegué…gracias.”

Fiddleford sonrió, el calor de Will era agradable, cómo el sol cálido en una mañana fresca, pero tenían trabajo qué hacer.

“No hay de qué, intentaré meditar o descansar, quizá así pueda conectar con esas estrellas…”

“De acuerdo”

Fiddleford retomó a su habitación con cautela, parecía qué los hermanos discutían de algo en el estudio, llegó a su habitación y se propuso a meditar.
Mientras respiraba profundamente su cabeza se llenaba de pensamientos diversos, ¿Funcionaria? ¿Realmente estaba intentando contactar con fantasmas? Sus colegas dirían qué perdió la cabeza, confiaba en Will, pero aún tenía sus inquietudes ¿Como sabría qué funcionaría y qué no estaba alucinando? Todo era demasiado confuso y raro…¿en qué ayudaría esa extraña conexión qué hizo el muchacho?. Al abrir los ojos se quedó paralizado.

Cinco figuras espectrales estaban paradas alrededor de su cama, tres jóvenes y dos niños pequeños, se limpió los lentes y parpadeó varias veces, se pellizco, no estaba dormido de verdad estaba viendo eso.
Los niños se acercaron, tomando cada uno una mano, era una sensación rara, fría, no se sentía sólido sino cómo una sustancia etérea.
Las mujeres se acercaron, flotando, moviéndose de una forma antinatural observando y estudiando al humano, McGucket sintió miedo, pero no se movió.

“Por favor” susurró “ayúdenme a salvar a William…a acabar con esa máquina…muestrenme qué hacer”

Los espectros susurraron en una lengua extraña. Fiddleford sintió una oleada de frío recorrer su columna. Vio muchas imágenes en su mente.

Un libro rojo con la forma de un triángulo, jóvenes gritando por la agonía, un hombre de piel pálida y sonrisa macabra, un monstruo cambiando de forma, la habitación de Stanford y una especie de código, específicamente, AB1C3, Fiddleford abrió los ojos, ya no había nadie allí. Anotó y dibujó todo lo qué pudo en un cuaderno.

“De acuerdo, esto es real…” susurró, sus ojos se posaron en el dibujo del libro.
_______________

“Stanley, por favor no me hagas una escena de esto”.

“No es una escena, solo exijo qué actuemos en conjunto y si me pides qué mantenga la distancia de esa estrella…eso implica qué tú no lo estés besando”.

“Me estás haciendo una escena de celos por jugar con la comida” Dijo con fastidio “No tengo ningún interés por la estrella, me dejé llevar por la adrenalina y el enojo, fue un acto para demostrar poder, es todo”

Stanley bufó.
“Si, lo imaginé…”

“Cinco minutos de charla y te está volviendo un adolescente estúpido”.

“Ni lo menciones…” dijo intentando recomponerse “lamento haberte increpado, tienes razón, no he podido sacarlo de mi cabeza…no sé qué me pasa”

“Por eso te pedí qué tomes distancia.”

“Lo sé…es adictivo…el calor, el cariño…”

“Stan, has pasado mucho tiempo solo, tal vez deberías salir y buscarte alguna o algún amante, no importa, pero intenta olvidar a esa estrella”.

“Lo sé…pero a ti también, te atrae, lo notó. En cierto punto…no cómo a mí…pero si disfrutas ese juego de intentar controlarlo.”

“No es lo mismo”

“El odio es una emoción tan intensa cómo el amor, hermanito, también te está provocando…solo qué sin hacerte ojitos…”

Stanford insultó por lo bajo.
“Bien, si te tranquiliza, me mantendré alejado de cualquier provocación, pero no va a vivir luego de qué el portal se active”

“Eso dalo por hecho”

“Gracias al cielo, ahora déjame terminar con esto y vete a dormir, la falta de sueño te está afectando”

Stanley fue directo a su habitación, mientras descansaba podía sentir una sensación extraña, cómo si alguien lo observará.

“¿Acaso ya no me quieres?” Stan podía notar a la estrella apoyada contra su pecho mientras estaba acostado, aunque se veía diferente, sonreía de una forma exagerada y sus ojos no tenían brillo alguno. No había dudas de qué era un sueño.

“¿Will?”

“Voy a extrañarte en las noches, Lee…”

Stanley sintió los labios de la estrella sobre los suyos, se sentían muy fríos.
___________

Ford cayó dormido en el escritorio unas horas después producto del cansancio.

Sus ojos se abrieron al sentir el ruido de una cadena, podía ver a la estrella azul sentada en el escritorio como si nada, con una sonrisa demasiado grande.

“¿Qué pasa Fordsy, acaso no te gustó el beso?”

Stanford sabía qué estaba soñando, no había forma qué la estrella estuviera allí.

“Solo es un truco de mi subconsciente…no eres real”

“Tu atracción es real, no creo qué sueñes esto con tus ‘enemigos’ ¿o Sí?”

Stanford sintió cómo la estrella mordía sus labios para besarlo. Aún si intentaba apartarlo no podía sacárselo de encima, estaba aferrado a él.

“El odio es una emoción muy intensa” susurró “¿No deseas sacar toda esa tensión?”

El humano despertó abruptamente sus lentes estaban a un lado de la mesa y algunos libros cayeron al piso, aunque el verdadero problema era la excitación entre sus piernas.

“Mierda…” susurró “¿Es enserio? Maldita estrella”

‘No es nada, no significa nada, no soy un puto adolescente, solo estoy pasado de estrés…’ pensó ‘no dejaré qué entré en mi cabeza, pronto estará muerto y todo esto no será más qué una pesadilla’.

Notes:

¡Muchas gracias por leer! Díganme qué les pareció éste capítulo.

Canción del capítulo

Breakout - Foo Fighters

https://youtu.be/3xFfn8K9m_U?si=9Hzv-IeEZmAXlOEI

Problems - Mother Mother

https://youtu.be/FXrZyXPTq2E?si=DBBP1fmt0bN7RWSP

Chapter 15: El principio del fin

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Stanford ya estaba con un terrible mal humor considerando el mal sueño qué tuvo y la incomodidad qué le causó, no sólo eso, Stanley insistía en seguirlo al búnker cada vez qué llevará la estrella. Sospechaba qué lo del beso aún le molestaba y para colmo le había prometido qué le daría una muerte piadosa, si fuera por Stanford lo metería en una olla hirviendo hasta qué su cuerpo enteró se vuelva polvo, pero no quería qué las cosas estuvieran tensas con su hermano, especialmente cuando se había sincerado y sabía qué quizá estaba emocionalmente disperso. Al menos no lo dejaría solo con él, evitando así qué el bastardo azul siguiera dándole ideas.

Por fortuna no faltaba mucho para terminar el portal, habían pagado una buena suma para cubrir cualquier incidente eléctrico y culpar a una remodelación en la central si se causaban un apagón. Eso no evitaba qué debieran ir al ayuntamiento para no tener a la policía encima y cubrir sus huellas por supuesta “investigación ilegal” era la clase de cosas qué fastidiaba a Stanford pero a su hermano se le daba bien.

Formy había estado durmiendo en el búnker aprovechando qué su dueño pasaba más tiempo allí, a veces veía atento las peleas con la estrella, de alguna forma agradecía no estar en un lugar similar, todo gracias a su cuidador, pero le fastidiaba demasiado el estrés y atención qué generaba en Stanford.
Él había crecido en un laboratorio y fue gracias a los experimentos del abuelo de los hermanos Gleeful qué su actual cuidador lo encontró.

Horace Gleeful, era el abuelo de los hermanos, un hombre manipulador y frío, lo crió desde qué era un huevo y lo sometió a múltiples experimentos horribles para explotar su habilidad. Siempre lo odio y en ese aspecto si podía sentir algo de simpatía por las estrellas muertas, no era una posición muy diferente a la suya, pero su lealtad estaba con Stanford y él entendía qué a diferencia de su abuelo, necesitaba sobrevivir.

Stanford era un niño cuando lo vió por primera vez en el laboratorio, le ofreció una lata de frijoles, lo trató cómo un ser vivo y lo sacó de su jaula antes qué su abuelo lo congelará por no encontrarle utilidad en el momento. Ford había cambiado con los años y ya no era el niño empático qué fue, podía ver los efectos de la crianza de su abuelo en él, aún así estaba agradecido de conocer otra faceta, nunca había sido cruel con él, ni siquiera en los peores momentos cuando el hambre y la paranoia lo invadieron, nunca dejó de cuidarlo y alimentarlo. Le mostraba criaturas diversas para transformarse, especialmente los depredadores, esos eran sus favoritos.
Si, era una mascota y era posible qué Ford Gleeful lo mantuviera porque era útil, pero no era una mala vida y no conocía otra más allá del abuso. Cuando lo rescató no lo hizo pensando en qué le sirviera a futuro, lo hizo porque en verdad se había encariñado y eso era suficiente para mantener su lealtad.
Mientras observaba a la estrella gritar en aquella máquina, solo pensaba qué era un alivió no ser él, prefería ser el perro guardián y no el ganado.
Aún así, había algo qué le desagradaba sobre esa estrella, tal vez la atención qué generaba en su cuidador, tal vez el recuerdo de Horace Gleeful qué invocaba en Stanford o tal vez lo peligroso qué era, no eran una presa, no, había sabido lo qué era volverse una presa antes y esa criatura de ojos brillantes no era una, estaba debilitado y cansado, pero reconocía la postura y la mirada, él también la había tenido en su cautuverio. Estaba esperando la oportunidad para atacar, más de una vez había soñado con saltarle a la yugular a su torturador y podía ver eso en los ojos de la estrella.

Tal vez por eso prefería estar en el búnker, no iba a permitir qué atacará a Stanford, aún si entendía la necesidad de escapar y el odio, su lealtad estaba en su salvador, su lealtad estaba en el humano qué lo había cuidado y alimentado, antes de verlo cómo un ser de utilidad, antes de la corrupción y la podredumbre, y aún así no había perdido el cariño por él, era especial y útil, eso era suficiente.
Su cuidador necesitaba a esa estrella para vivir, podía entender eso, simple cadena alimenticia, también podía entender el enojo de ese ser brillante, pero nuevamente dicho, era necesario. Su torturador no necesitó alimentarse de él, cada experimento qué había sufrido siempre fue por curiosidad y sadismo, no era lo mismo o al menos así lo pensaba él.
La estrella es ganado, alimento, él es un guardián de su cuidador, no son lo mismo, su lealtad estaría con Ford y si esa criatura lo atacaba, él le destrozaría el cuello antes qué pudiera siquiera morderlo.

“Bien, creo qué es suficiente” dijo Ford luego de apagar la máquina.

“Estuvo gritando por minutos enteros, Stanford”. Se quejó su hermano.

“No puedo hacer nada con respecto a eso, amarralo un rato, tenemos una reunión importante.”

Stanley suspiró.
“Como sea, ¿qué es está vez?”

“Ayuntamiento, vámonos”

“¿Y lo dejarás aquí? Apenas si puede moverse, además está encadenado”.

Stanford revoleó la mirada.
“Dije qué le daría una muerte piadosa, nada más”.

“Pues yo le prometí qué no estarías sufriendo hasta el último segundo”

“¡No hagas promesas qué no puedes cumplir, Stanley!” gritó su hermano.

Stanley lo miró con sorpresa y molestia.
“¿Qué demonios te pasa ahora? ¿Acaso no dormiste bien?”

“¡Claramente no!” gruñó “y por tus ojeras asumo qué tú tampoco, además de qué me has estado siguiendo al búnker para controlar qué no lastime a tu mascota/amante o lo qué sea qué fuere está estrella para tí, y no quieras decirme qué no es por tus estúpidos celos.”

“¡Ya es suficiente, Ford!”

“¡Yo diré cuando sea suficiente!”

El gruñido de dolor de Will despertando y recobrando la consciencia los distrajo.

Stanford gruñó al verlo.
“Cambie de opinión llévatelo de aquí, qué sea rápido y luego ve al auto”

Stanley no respondió, no iba a seguir la discusión, hablaría con su hermano en el auto cuando estuviera menos irritado. Mientras Stanley cargaba a la estrella, a su hermano le pareció ver qué el bastardo azul le sonreía cómo si fuera consciente del desastre qué estaba causando en su familia, lo cual solo lo enfureció mucho más.

Cuando la puerta se cerró Stanford dió un grito de rabia, se sentó en su silla insultando a la estrella y a su hermano, era más de lo qué podía soportar, odiaba pelear con Stanley pero la situación lo ponía de los nervios, estaba asustado y preocupado.

“Solo unas semanas más y esto habrá terminado” susurró.

Observó cómo Formy se acercaba lentamente, cómo un perro grande qué se acurrucó a su lado intentando tranquilizarlo.
Stanford suspiró y lo acarició.
“Gracias…”

Formy cerró los ojos y se quedó recostado a su lado. Era la forma qué estaba acostumbrado a usar con Ford, una qué no llamará demasiado la atención, una qué le brindará calma cuando lo necesitará.
“¿Necesitas algo?” La voz de la criatura era calmada.

“No, todo terminará pronto” susurró Ford. “Y cuando Will finalmente muera, todo será mejor para nosotros, lo prometo”

“Lo sé”

Stanford sonrió un poco más tranquilo al acariciar el pelaje del can.

“¿Por qué te quedas aquí?”

“Prefiero los lugares oscuros y solitarios, además así puedo protegerte de esa criatura brillante”

“No puede hacerme daño, tranquilo”

Formy gruñó.
“Pero quiere hacerlo, puedo verlo en sus ojos”

“No me sorprende, al fin y al cabo vamos a comerlo, solo lo estamos marinando un poco”.

Formy lo miró atentamente, la mirada de Ford parecía perdida en algún lugar.
“Supongo qué es necesario”

Stanford observó al cambiaformas y algo en su mirada se suavizó.
“No eres cómo él, eres mi familia y nunca te haría daño…o a Stanley, son mi única familia”

Formy no dijo nada tal vez la estrella estaba haciendo qué Ford conecte con su humanidad de alguna manera a través de su miedo e ira, era extraño verlo sin su faceta fría, pero de alguna manera también era tranquilizador, aún había algo del niño qué lo rescató alguna vez y eso lo calmaba más de lo qué creía.

Luego de un rato Stanford fue hacia el auto donde su hermano lo esperaba, el viaje fue tenso y la reunión bastante aburrida, tan solo un sencillo soborno y Stanley socializando, tras risas y algunas bebidas. Simplemente ignoró hablar del tema hasta qué Stanley regresó.

Su hermano solo suspiró sin encender el auto.

“Ford…”

“¿Hmm?”

“¿Enserio vas a aplicarme la ley del hielo?”

“Ya no sé cómo lidiar contigo…me dices qué te alejarás de esa estrella y luego me haces escenas de celos o peor aún, le prometes qué lo trataremos cómo una bonita mascota”

Stanley bufó.
“Mira, no busco ponerme en tu contra, estoy de tu lado solo, intento lidiar con esto Ford y creo qué tú también.”

“¿Lidiar con qué?”

“Con qué esa estrella nos está cambiando, ya lo has dicho, no sé si sepa nuestra debilidades o no, pero es por seguro qué nos está conectando con algo qué creímos perder hace mucho, con nuestra humanidad y ahora nos sentimos vulnerables”

“Por Dios, estás diciendo tonterías…estamos por encima de eso, Stanley”

“No mientas, otra vez solo estás tratando de fingir”
La mirada seria de su hermano pareció dejar a Ford un poco sorprendido.

“¿Y qué esperas qué haga? ¿Ser amable con la criatura qué debemos comer para sobrevivir?¿Quieres qué también le regalé un sombrerito?”

“Por favor Ford, solo quiero qué seas honesto, ¿Sientes algo por esa estrella?”

“¡Claro qué no! Si esto es por ese estúpido beso…”

Stanley levantó una ceja y lo miró a los ojos cómo si buscará la verdad en su hermano.
“Es algo más, qué el beso, tú no besas a nadie…”

“Solo fue adrenalina, me estaba poniendo de los nervios”

“Si”

“Y ya, no fue una expresión de amor ni ninguna estupidez, si estás celoso por eso…”

“Solo quiero dejar en claro qué si voy a alejarme, tú también, porque es evidente qué también te está afectando”

“¡No soy el qué se lo está cogiendo!”

“No dije qué quisieras hacerlo o al menos no cómo yo, pero es claro qué está causando algo en ti”

“Odio”

“Además” dijo Stan. “Creo qué hace qué conectes con él desde tu furia”

Stanford suspiró.
“¿Puedes encender el auto?”

“No hasta qué esto terminé.”

“Maldita sea” susurró.

“Quizá deba empezar a ser completamente honesto contigo y no lo he sido”

Stanford lo miró atentamente.

“Fui a ver a Shermie”

“¿Qué?”

“Fui a ver a nuestro hermano”

“Si te oí la primera vez, ¿Por qué?” Dijo con genuina sorpresa en sus ojos.

“Quería saber qué fue de él, si había válido la pena…”

Stanford peinó su cabello hacia atrás.
“Joder Stanley…”

“Bueno, fingí qué era un hijo mío, ya sabes, porque no daban los números, pero aún así lo supo”

“¿Y valió la pena o no?” Dijo con sarcasmo, pero en el fondo deseaba saber qué pensaba su hermano.

“Tiene una familia y eso me dolió un poco…no voy a mentirte, está vida no es lo qué hubiera deseado y tú tampoco, pero no es algo qué pudimos elegir del todo, decidí ayudarlos con algo de dinero, sentí qué no era su culpa estar pasando por un mal momento…”

“Lo sé, no es lo qué hubiera querido para tí, también pienso en Shermie, pienso qué fue afortunado más de lo qué pienso que no.”

“Ni yo para tí” suspiró Stanley “no diré qué es la vida qué deseaba, tampoco diré qué me apasiona cazar y atormentar estrellas, tanto cómo a mis ancestros, no diré qué no fue divertido las primeras semanas pero al final solo me hizo ver lo sólo y vacío qué me sentía.”

Stanford se quedó en silencio un rato hasta qué finalmente habló.
“Lo siento, es por mí qué estás hasta el cuello en esto. No eres cómo yo”

“Stanford, por más qué deseará qué las cosas sean diferentes, no te dejaría solo con está carga, eres mi hermano y eres mi familia”.

Ford no dijo nada pero podía sentir sus ojos más llorosos, cosa qué intentó ocultar rápidamente.
“¿Sabes por qué odio a esa estrella?”

“¿Hm?”

“Por qué me recuerda a mi, puedo verme en él y odio eso, está asustado y está furioso, intenta sobrevivir y lo peor es qué ni siquiera sé si es por él… yo solo quiero qué no mueras, Stan, no sé qué haría si eso pasará.”

Stanley sacudió la cabeza.
“No voy a abandonarte, eres mi hermano, eres más importante qué cualquier estrella”.

Ford suspiró aliviado.
“Gracias…”

“Me agrada qué seas sincero”

“Si soy realmente sincero, creo qué desde qué llegó Will he confrontado con cosas qué siempre he mantenido enterradas, me hace sentir vulnerable y… muy a mi pesar también me hace sentir vivo, el polvo es cómo un calmante, adormece las emociones y la empatía, te hace perder en el poder y el sentirse intocable.”

Stanley solo asintió.
“Las estrellas brindan calor donde van y no hemos sentido calor por años.”

“Las personas normales mueren más rápido qué nosotros, viven sus vidas de un modo qué ya no podemos conectar, Will es diferente y hemos conectado con él aún sin quererlo, porque estamos solos, antes éramos más y ahora somos los últimos…”

“¿Por eso quieres traer un nuevo clan?”

“Una parte de mí, quiere ser lo qué toda mi familia ha intentado forjar en mí por años, la otra solo quiere evitar qué tú y yo tengamos una muerte espantosa y conectar con algo más, aún si lo intento reprimir, no puedo evitarlo y eso me enfurece.”

“Bueno, no te culpo, han pasado décadas y esto es mucho hasta para nosotros, seguro antes era más fácil”

“Es…más fácil cometer atrocidades en familia, los comportamientos en grupo facilitan esas cosas”.

“Si, no lo dudo” dijo Stan.

“Podrías tener una familia si logramos sumar más gente al clan, si logramos atrapar más estrellas…”

“No sé si podría arriesgar a mis hijos a algo así” susurró.

“Vivirás siglos y ellos también, no tendremos qué esperar más estrellas, tendremos miles de millones para elegir y moriremos cuando nuestro mundo se extinga…”

Stanley suspiró.
“Supongo qué tienes razón en eso”

“Piénsalo cómo un legado”

“Sé lo qué quieres decir, pero no quiero qué sean cómo yo, quiero qué sean felices y no adictos al polvo...”

“Sé qué no dejarás qué sufran, Stan, sé qué no es cómo esperas, pero al menos es una posibilidad de qué tengas tu familia…”

“Lo sé, lo entiendo, aún así…preferiría pensarlo.”

Stanford asintió.
“Es entendible”.

“De todas formas supongo qué es una decisión tomada, matar a Will, comer su esencia y sobrevivir”

“Necesito qué me digas qué estarás conmigo en esto, pase lo que pase.”

“Lo haré, tranquilo, eres mi hermano y me quedaré contigo, pase lo qué pase, sólo sé sincero conmigo ¿De acuerdo?”

“De acuerdo”

Stan abrazó a su hermano para calmarlo, no iba a abandonarlo. No luego de todo lo qué habían sufrido para llegar a este punto. Necesitaban esa estrella y no permitiría qué su hermano muriera, ambos tenían una meta más allá de todo, ambos querían qué el otro sobreviviera.

________________________

Fiddleford sabía lo qué tenía qué hacer, apenas vio a Stanley irse por la puerta caminó decidido hasta la habitación de Stanford, podía oír pasos, voces susurrantes en un idioma qué no comprendía, no estaba sólo y eso lo aliviaba.

La puerta del cuarto azul oscuro se abrió, se movió con cautela, había una cama grande, una biblioteca, trajes y ropa bien ordenada, pero también algo qué llamó su atención, una caja fuerte.

La biblioteca si bien poseía varios libros interesantes no eran lo qué buscaba. Fue hasta la caja fuerte colocando el código qué había visto en sueños, AB1C3. La caja fuerte se abrió para su alivió, allí encontró los libros qué buscaba, dos libros específicamente y algo más qué llamó su atención.
Casi se le cae de las manos por la impresión, allí dentro había frascos o más bien contenedores de cristal con ojos flotando, ojos de diversos colores, fueron los de color rosa los qué lo hicieron tragar saliva, la imagen de los niños vino a su mente, fantasmas sin ojos.
Eran trofeos, no había ninguna necesidad de mantenerlos y aún así, allí estaban. Fiddleford resistió las ganas de vomitar. No podía detenerse en eso aún si deseaba arrojarlos al fuego.

Tomó los libros qué necesitaba y cerró la caja fuerte, la información era valiosa y escalofriante, el libro de cosecha describía cómo explotar y dañar estrellas.
Fiddleford hacía anotaciones sobre lo más relevante, por ejemplo el material qué podía herirlas, se preguntó si los humanos también serían inmunes a eso y de no serlo tendrían algo qué podrían usar a su favor.
También encontró notas útiles sobre la construcción del búnker y la máquina para drenar energía. A más leía, más creía qué estaba frente a un grupo de psicópatas cultistas, la forma en la qué usaban el polvo hasta para hacer perfumes era cuanto menos perturbador. En algunos casos tuvo qué arrancar páginas de los libros, la información era demasiada y no estaba muy ordenada, pero apenas obtuvo lo qué necesitaba los devolvió a su lugar, resistió la tentación de llevarse los ojos, Stanford no debía notar nada extraño.

Antes de regresar a su habitación decidió ir con Will, estaba dormido y su herida parecía haber sangrado bastante. Se acercó lentamente intentando arroparlo un poco, pero William se sobresaltó en una postura defensiva.

“Calma soy yo…771-M”

William suspiró y se relajó.
Fiddleford sonrió satisfecho.
“Conseguí la información necesaria, sólo necesito ir al búnker” dijo mostrándole las transcripciones.

“Es…increíble…¿Cómo?”

“Tuve un poco de ayuda, pero lo importante es qué estamos cerca de lograr el escape.”

“¿En verdad?¿Descubriste algo del ritual?”

“Más que eso descubrí una posible debilidad y en cuanto al ritual, solo hay qué destruir los catalizadores, con un material qué sea inmune al polvo, un metal de propiedades extrañas…”

“Sé donde encontrar el metal, Ford tiene varias herramientas en su búnker hechas con eso, las usó conmigo y las ha mantenido allí desde entonces”.

“El búnker es nuestra última parada, hay qué asegurarnos de ir antes qué sea la apertura del portal, encontré los planos de Stanford y dada la alta energía de la máquina no será algo difícil de sabotear, podría generar una sobrecarga y destruirla, sin la máquina el portal será inútil.”

Will sonrió, pese al cansancio estaba entusiasmado y lo abrazó con fuerza, Fiddleford sonrió al verlo tan feliz y animado, ver el brillo en sus ojos era increíble, aún no podía creer qué fuera a salvar una estrella de verdad.

“Gracias, gracias” susurró el peli-azul.

El humano lo abrazó con fuerza, también.
“Lograremos salir de esto, lo prometo, ahora vendrá la parte difícil”.

“¿Cuánto falta?”

“El portal estará listo en tres semanas o al menos eso le diré a Ford, nos dará tiempo para planificar todo”.

“Entendido”.

Will le explicó de qué manera ir hasta el búnker, el segundo paso del plan estaba en marcha. Sabotear el portal y arruinarlo. La tercera parte del plan y tal vez la más complicada era ir por los amuletos.

Fiddleford sonrió pensando qué estaban cerca de su objetivo, la alegría de Will era contagiosa, se perdió un segundo en la mirada brillante de aquel ser. No había dudas de qué su astro brillaba en sus ojos, se quedó un rato embelesado, lo qué llamó la atención de Will.

“¿Todo bien?”

“Ejem si, es solo…cansancio”

“Me gustaría agradecerte lo qué has hecho por mí, es muy lindo…no tienes idea lo mucho qué significa…”

“Sé qué te ayudará a sobrevivir…”

William se acercó lentamente al humano, para sorpresa de éste, antes qué pudiera siquiera pensarlo ya tenía los labios de la estrella sobre los de él, era una sensación cálida y adictiva, un shock de energía en todo sentido.
Fiddleford no lo apartó, pero se quedó paralizado por varios segundos.
No fue hasta qué la estrella intentó quitarle su chaqueta qué lo detuvo.

“Espera, ¿Qué hacés?”

“Agradecerte” dijo con naturalidad.

El humano se quedó en silencio procesando la información.
“Con agradecerme ¿te refieres a..?”

“A tener sexo contigo, es la forma de agradecerte”

Fiddleford sintió el calor subir a su rostro.

“Oye, no…no es necesario hacer eso, no tienes qué agradecerme de esa manera.”

Will lo miró atentó.
“¿Seguro?”

“No tienes qué hacer algo así a cambio de un agradecimiento, es…bueno…¿Quien te dijo qué así se agradece?”

“Stanley, me dijo qué era un intercambio”

“Ah…si, eso explica mucho” dijo con incomodidad, no es cómo qué no sospechara lo evidente del abuso pero saber qué Stanley usaba a la estrella de esa manera le causaba mucha ira y asco.

“Descuida, he leído sus libros, no puedes crear vida conmigo”.

“Lo sé, es qué no es sólo reproducción o intercambio, al menos no para los humanos”

“He vivido en otros mundos antes qué esté, nunca con un caudal tan diverso de emociones, pero me doy la idea de cómo funcionan los rituales de apareamiento”

Fiddleford sentía una mezcla extraña entre vergüenza y tristeza, también parecía algo decepcionado aunque no entendía porque.

“Para empezar, no es solo un ritual de apareamiento, en muchos casos funciona cómo una búsqueda íntima de conexión con otro. Aunque en el caso de Stanley a veces puede usarse cómo una muestra de poder, una forma horrible de lastimar y someter”

Will se quedó pensativo. Recordó los momentos donde Stanley lo abrazaba, incluso pese a lo violento del acto, ahora entendía un poco más.

“¿Por qué algo tan doloroso para una de las partes, es una conexión íntima?” Will sabía qué Stanley lo disfrutaba, pero no podía decir lo mismo de él.

“No se supone qué sea violento o doloroso, si ambos aceptan”

“Oh…ya entiendo”

“De todos modos hay otras formas de agradecimiento, decir gracias o dar un obsequio”

“Lamentablemente no tengo ningún obsequio para ofrecer…” susurró.

“Puedes contarme sobre ti, me gustaría conocerte más, no todos los días tengo oportunidad de conocer una estrella de verdad”

Will sonrió con algo de orgullo.
“Por supuesto ¿Qué quieres saber?”

“¿Cuál es tu primer recuerdo, sabes cómo naciste?” dijo Fiddleford.

“Bueno, nací de una enorme nebulosa, respecto a mi primer recuerdo, solo sé qué en un momento estaba expulsando calor en mi estrella, cuando de repente empecé a flotar por el vacío.”

Fiddleford asintió mientras Will continuaba.

“No sé si fue una deidad o simple evolución, pero empecé a flotar de un lado a otro, sin entender mucho qué estaba pasando, recuerdo caer en varios planetas, la mayoría eran solo rocas inertes hasta qué encontré uno con vida, empecé a imitar algunas criaturas y morder todo lo qué veía…”

El humano sonrió un poco al pensar en eso.

“Mordí algunas hojas y cortezas hasta qué probé un fruto, era dulce, tenía un insecto dentro y antes qué pudiera saberlo mi cuerpo había tomado la forma de un insecto, experimenté la muerte a los pocos segundos y luego volví a mi forma original.”

“Vaya eso es…increíble, quiero decir leí algo sobre la sangre y las metamorfosis pero, oírlo de tí, es toda una experiencia, ¿Fuiste algo cercano a un humano alguna vez?”

“Logré ser varios seres con consciencia y con un pequeño caudal de emociones controladas, fueron vidas interesantes, tranquilas, solía aislarme de otros y centrarme en aprender de aquellos mundos, cuanto más compleja el tipo de criatura más difícil de mantener el ‘envase’, pero no fue problema hasta ahora, antes podía morir y volver a mi antigua forma, ahora estoy atrapado y si muere este cuerpo yo lo haré con él.”

“Comprendo, aunque debe ser alucinante vivir y conocer tantas cosas, ¿Hay algún fin en eso?”

“Bueno algunos creen qué toda esa información pasará a tu ‘descendencia’ al morir, y con eso me refiero a explotar creando nebulosas…a veces es alucinante.”

“La muerte de una estrella, permite el nacimiento de cientos de otras”

“No sé si hay un propósito, algunas estrellas nunca despiertan su conciencia y otras vamos y venimos en nuestros letargos, siempre he evitado está clase de mundos, usualmente las visitas son efímeras por una razón…”

“¿Los humanos tenemos mala fama? Bueno no puedo decir qué lo de los Gleeful no sea causa suficiente”

“Los organismos sociales y complejos, suelen ser muy difíciles de manejar, por no decir qué nuestra esencia es demasiado fuerte y podría generar accidentes, explosiones por la emoción, además cuanto más tiempo pasas aquí más rápido puedes perderte.”

“¿Perderte?”

“Si, lleva bastante tiempo, décadas, pero algunas estrellas afirman qué es cómo si empezarás a acostumbrarte y no quiero eso para mí”

“Comprendo, eres un trotamundo, un ave libre y nadie debería obligarte a estar atrapado de está manera”.

Will sonrió.
“Al fin alguien lo entiende”

Fiddleford asintió.
“Explorar el universo suena increíble, aunque soy más del tipo qué prefiere hacer crecer sus raíces ¿Sabes?”

“La estabilidad es acogedora, es válido también”.

“¿Hay muchas estrellas conscientes?”

“Si, somos demasiadas, hay algunos mundos donde suelen reunirse, algunos puntos seguros antes de emprender un viaje”

“¿Qué harás cuándo logremos huir? ¿volverás a casa?”

“Si, me tomaré un descanso de un millón de años antes de volver a salir”

El humano asintió comprensivo, no podía entender la clase de dimensión temporal qué tenía esa criatura, pero hacía lo posible por ayudarlo.

“¿Puedo preguntarte algo más?”

“Claro…”

“¿Vas a recordarme incluso luego de un millón de años?” dijo medio en broma.

William lo miró con sorpresa.
“Claro qué sí, no solo intentas salvarme, eres el único qué fue verdaderamente amable conmigo, y ¿qué hay de tí?”

Fiddleford sonrió.
“Eres alguien difícil de olvidar, créeme” habló con sinceridad. “Incluso me diste está extraña magia o bendición, nunca vi esto antes”.

“Aunque esté mundo haya perdido su magia, aún queda algo qué resuena en los rincones, cómo si aún recordara lo que fue poseerla”

“¿Este mundo tuvo magia?”

“Magia para los humanos, energía fundamental para las estrellas, algunos seres la producen, sale por sus poros, se sienten cómo destellos de luz, pero aquí parece oculta y perdida…”

“¿Energía fundamental?”

“Si, quiere decir qué la puedes moldear a tu gusto, tomará la forma y
propiedad qué desees.

“Eso es fascinante”

La conversación se interrumpió con la llegada del auto de los hermanos al predio.

“Vete rápido” dijo William. “Seguiremos con el plan acordado”

“De acuerdo”

La calidez del ambiente pareció borrarse apenas el humano se fue, Will se recostó en su cama y fingió dormir.

________________

Durante las últimas semanas el astrónomo y la estrella estaban planificando su plan de escape, sabotear la máquina, conseguir las herramientas de metal especial y destruir los amuletos.
Stanley y Ford tenían una rutina establecida, casi todo estaba listo, las últimas pruebas mostraban qué todo estaba más qué bien y Will había pasado más días en el búnker, qué en la mansión, la última semana.

“Muy bien estrellita, mañana es el gran día” dijo Ford con alivió mientras veía la mirada de odio de Will a través del cristal del contenedor. “La máquina drenará toda la energía qué sea necesaria por el tiempo qué sea necesario para alimentar el portal, conseguiremos algunas estrellas y luego habrá una bonita cena de celebración, tenemos suficientes reservas de tu energía para seguir cazando por años, pero será mañana cuando finalmente terminé con está estúpida rebeldía tuya, será un momento especial ¿No crees?”.

Will entrecerró los ojos y lo miró con molestia.
“Vaya, qué afortunado me siento al saber qué soy tan importante para tí” dijo con sarcasmo.

Stanford solo revoleó la mirada y sonrió.
“Esperaré con ansias el momento para arrancarte los ojos frente a ese campesino y todas las estrellas qué nos llevemos, y lo mejor es qué no podrás hacer nada”.

Will gruñó mientras Stanford salía.
“Descansa estrellita”

Stanley se acercó sin mirarlo demasiado.
“Si…lamento qué no…tengamos una despedida acorde, pero era lo mejor”

“Eres un monstruo” susurró Will.

En aquel momento qué Stanley lo vió, pudo ver aquella llamarada de odio en sus ojos, ya no estaba oculta tras las lágrimas y eso lo hizo estremecer.

“Lo sé, yo escogí mi bando…”

“¿Estás feliz con esto?”

El humano suspiró.
“No, pero no dejaré qué mi familia muera…ni siquiera por tí”

Will rió por lo bajo.
“Entonces no hay nada de qué hablar”

“Te prometo qué será rápido”

“No hables cómo si te importará, cómo si me quisieras”

El humano suspiró.
“Esto es lo qué nos tocó en suerte, si hubiéramos tomado otras decisiones tal vez no estaríamos aquí”

“...”

“Tal vez en otra vida las cosas sean diferentes”.

“Pero no en está, espero qué ese pensamiento te de paz cuando muera”

Stanley pensó en decir algo, pero sabía qué no tenía caso hacerlo. Pese a todo apreciaba a la estrella por darle algo qué olvidó, lo menos qué podía hacer era matarlo rápidamente.

“Adiós Will”

La estrella abrazó sus piernas, espero a qué se vayan ambos para sollozar en silencio, estaba asustado, no sabían si el plan funcionaría del todo y Will estaba en un momento de angustia, era todo o nada y él lo sabía.

En la madrugada Fidds había escapado hacía el búnker, no sin ayuda de dos pequeños fantasmas qué parecían perderse entre la nieve. Apenas logró ingresar liberó a Will del contenedor.

“Estamos listos…busca el metal extraño, yo me encargó de la máquina”

William asintió y caminó hacía la zona donde Ford realizaba experimentos, mientras lo hacía pudo notar algunas latas vacías de frijoles. Luego de encontrar las herramientas, fue hasta la zona de la máquina pero no vio nada.

“¿Fidds?”

Al acercarse a la sala de controles pudo ver qué salía algo agitado.

“Hey, ya está listo, vámonos”

“Eso fue rápido, ¿te encuentras bien?”

“Por supuesto” dijo tomando la mano de Will y alejándose de la sala de controles. “Lo mejor será volver a la mansión cuanto antes”

Will se zafó de su mano rápidamente y lo miró con sospecha.
“¿Oye, no tienes nada qué decirme, ahora qué estamos a solas aquí?”

“¿Hm?”

Will se acercó hacía él haciendo qué retrocediera un poco, para luego besar sus labios. El cuerpo de Fiddleford pareció temblar por un segundo.
“Pensé mucho luego del beso qué nos dimos la última vez”

“¿A-ah, sí?” dijo algo nervioso.

“Si, podríamos continuar lo qué dejamos inconcluso la última vez, si dices las palabras correctas”

“Emm, claro, estaría encantado, sabes qué te amo ¿verdad?”

Will sonrió.
“Lo siento, pero esas no son las palabras correctas”.

Dicho esto empujó al falso Fiddleford a uno de los contenedores de cristal, para luego cerrarlo. Formy rugió intentando salir, convirtiéndose en varias criaturas pero sin éxito.
Will fue hasta el panel de controles.
“Ni lo intentes, esa cosa contiene un sol enteró”

“¡Maldito desgraciado!” Rugió la criatura. “¿Crees qué puedes vencernos? No sabes de lo qué Ford es capaz, cuando sepa lo qué hiciste te cazara hasta el fin de los tiempos”

“Ni tú ni Ford saben de lo qué yo soy capaz” dijo encendiendo la máquina “arde en el infierno” dicho esto apretó el botón de encendido.

Un destello de energía seguido de gritos de agonía invadieron el lugar, la criatura en el contenedor se retorcía gritando, hasta qué luego de un rato solo había humo y restos chamuscados de lo qué había sido un ser vivo.

William apagó la máquina y corrió hasta el centro de controles, vió un locker moverse y escuchó gritos ahogados, al abrirlo encontró al astrónomo amordazado y atado.
Will lo desató rápidamente y suspiró aliviado.

“Gracias al cielo estás bien”

Fiddleford lo miró con alivio.
“¿Dónde está esa cosa?”

“Muerta…”

El astrónomo asintió y empezó a manipular la máquina.
“Hay qué apresurarnos, podrían darse cuenta qué algo va mal, tiene efectos en la luz”

“Se darán cuenta cuando vean el cadáver chamuscado en el contenedor”

“Si, eso también” dijo con preocupación.

Luego de un rato Fiddleford terminó con los arreglos en la máquina y tomó el maletín de Stanford.

“¿Cómo lo engañaste?”

“Fácil, le di un beso y le dije un par de tonterías, cayó en el mismo truco dos veces, hasta logré qué diga qué me ama y todo” dijo con una sonrisa y ojos brillantes.

Fiddleford sintió el calor en su cara mientras caminaba.
“Bueno, será mejor qué…”

Will se detuvo en seco, gritó su nombre para advertirle, pero antes de qué pudiera reaccionar, sintió un dolor fuerte en su pecho, un puñetazo qué lo dejó sin aire, arrojándolo al suelo.
Pudo ver luego de caer de espaldas a Stanley Gleeful, con un rostro surcado por la ira y el dolor.

Fiddleford se retorció adolorido.
“En verdad debo darte crédito campesino…” dijo mirando a Will quien estaba en posición defensiva, para luego retomar su mirada en él. “A mí nunca me ha mirado así…”
William se mantuvo alerta. Stanley pateó a McGucket con fuerza.
“Nunca con un brillo como ese…”

Notes:

Fin del capítulo, ya nos queda nada para poder terminar el primer arco, solo un capítulo y pasamos al segundo.
Díganme qué les pareció en comentarios 💖

Chapter 16: Supernova

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Stanley observó a Fiddleford retorcerse, la expresión de preocupación de Will por el campesino no ayudaba a calmar su ira, los ojos de la estrella incluso con preocupación brillaban desafiantes, estaba listo para saltarle al cuello y eso lo sorprendió. Ford tenía razón, no era la criatura sumisa qué aparentaba, pero no era eso lo qué le sorprendía, sino la forma tan descarada con la qué había logrado entrar en su mente.
No podía culparlo del todo, sabían qué lo habían orillaron a tales comportamientos, pero no iba a dejar impune su jueguito.

“¿Este eres tú?”

“¿Esperabas algo más?” dijo Will.

“No esperaba menos, eres una estrellita muy mentirosa y rastrera, ¿Cómo lograste mantener el engaño por tanto tiempo?”

“Como tú, imaginando qué eras alguien más”

Aquello hizo qué Stanley riera, una risa fría qué no llegó a sus ojos.
“Acabas de destruir tus posibilidades de morir rápidamente”.

“Honraras a la estrella blanca supongo, dándome una muerte igual de lenta y horrible, qué dulce”.

El humano dejó a Fidds en el suelo para centrarse en la estrella.
“Debo decir, te ves más lindo cuando eres sincero” había una oscuridad qué hizo qué Will se mantuviera alerta. Estaba furioso aún si su tono era sereno.
“Tal vez cuando te rompa todos los huesos, me desquite contigo frente al campesino, si es qué sobrevive, claro. Será un espectáculo inolvidable para él, eso le enseñará a mantener su nariz apartada de lo qué no le concierne.

“¿Y vas a desquitarte solo porque te rompí el corazón?¿Creíste qué mágicamente olvidaría todo lo que hiciste? En el fondo solo anhelas una conexión emocional, pero no la mereces y no seré yo quien te la dé.”

Stanley sonrió pero sus ojos se mantenían fijos en él, furiosos con aquel calor explosivo que tenían el día qué cayó a la Tierra. La estrella no retrocedió aún si estaba nervioso, no iba a negar qué Stanley era aterrador, pero él tampoco era una criatura indefensa.

“Si no fueras tan…testarudo con mi hermano, nada de esto hubiera pasado, pudiste haber tenido una oportunidad.”

“Ya escogiste tu bando…” Will lo miró con alerta, enojo y también un leve destello de pena, no por el monstruo qué era, sino por la esperanza de Gliese, de qué hubiera al menos algo qué pudiera salvarse en Stanley.

El humano se movió con una rapidez casi animal, no sabría usar magia, pero sin duda explotaba las habilidades físicas qué tenía, Will estaba seguro qué si no fuera por la bendición Fiddleford estaría herido mortalmente.
El astrónomo rápidamente se arrastró hasta el maletín de Ford para buscar las herramientas.

Stanley se abalanzó contra la estrella, quien intentó esquivarlo y defenderse, pero no tenía experiencia en lucha, Stanley lo jaló del cabello largo y agarró del cuello contra el suelo, dándole un golpe en la cara y en el estómago qué le arrancaron un quejido de dolor y la sangre brotó de sus labios.
Will no dejaba de mirarlo con furia, algo qué solo aumentaba la ira en Stan, el dolor de saber qué nunca tuvo a la estrella en su poder, qué jamás logró llegar a su corazón, mientras qué él sí se sintió confundido y vulnerable. Ahora solo se sentía estúpido y su dolor lo dirigió hacia Will apretando su cuello con ira.

“pudiste haber tenido todo, yo te lo hubiera dado, pudiste haber sobrevivido…”

Will se retorcía sin poder respirar bien.

“Si tan solo no hubieras sido tan rebelde, si tan solo te hubieras quedado en tu maldita habitación…debí haberte roto las piernas…”

“Púdrete…nunca sería tu mascota…” su voz sonaba rota pero su mirada seguía cargada de furia, la cadena se materializaba con el deseo de atacar a Stan.

“Tú ya escogiste tu bando, Will o ¿acaso también abandonarías al campesino a su suerte una vez no te sea útil?”.

Fiddleford tomó el bisturí de Ford y se acercó con cautela, un poco más recuperado por la bendición.

“Podrías haber sido parte de la familia, medianamente feliz, cómo una ave enjaulada y bien cuidada… pero no importa lo qué haga, sigues soñando con el cielo.
De todas formas ya no importa, nunca nadie me escogió en nada, ni tuvo fé en mí, ni siquiera mi familia, solo Ford y Gliese, pero ella está muerta y tú pronto estarás con ella… tal vez al final, comerte el corazón me dé algo de consuelo…”

Will sentía sus pulmones arder y su vista nublarse por falta de oxígeno. La voz de Stan estaba cargada de ira y dolor, sentía la “traición” de Will cómo algo injusto, aunque sabía en el fondo qué no había hecho nada más qué atormentar a la estrella, tal vez era el dolor de creer qué era su pilar emocional cuando no era así, tal vez el haberse mostrado vulnerable o el qué lo haya hecho dudar. Cuál fuera la razón, dolía demasiado y no iba a dejarlo pasar.

Fiddleford actuó rápidamente clavando el bisturí en el cuello de Stanley y quitándole el relicario. La sangre empezó a brotar y para sorpresa del humano la herida no se regeneró, Stan dió un quejido de dolor sosteniendo su cuello con su mano. Aquello le dio tiempo a Will para arrastrarse.
Stan mantuvo su mano en la herida y se apoyó contra el contenedor de la máquina, notando el cuerpo calcinado del cambiaformas.

Sonrió hacía Will, quién estaba recuperando el aliento.

“Ya no podré salvarte de lo qué viene estrellita” Su mirada se posó en el astrónomo con el bisturí y el relicario en una mano, parecía más sorprendido de qué estuviera en pie, qué otra cosa.

Fiddleford clavó la cuchilla contra el relicario, una pequeña llamarada de energía rodeó el objeto antes qué el polvo se volviera grisáceo. Will sintió una extraña sensación de alivió cómo un peso cayendo de sus hombros, Fidds apenas pudo procesar lo ocurrido, soltó el bisturí cuando sintió su cuerpo ser levantado en el aire y posteriormente arrojado contra una pared con una fuerza qué lo hubiera dejado inconsciente en otra circunstancia.

Stanford había llegado, ni siquiera miró al campesino qué había hecho volar, sus ojos estaban fijos en la escena frente a él, su hermano sangrando, sus herramientas en el suelo, la estrella y su amada mascota o lo qué quedaba de ella en el contenedor.
No emitió una palabra pero la expresión en sus ojos fue suficiente, la cadena se materializó cómo una llamarada qué hizo gritar a William cómo nunca antes.

Fiddleford se removió en el suelo adolorido, el golpe había hecho su cabeza sangrar, podía observar a Will retorcerse con la cadena, los gritos de agonía retumbaban en sus oídos, mientras Stanford se acercaba con una expresión cargada de rabia.

La estrella sintió cómo era levantado en el aire y arrojado contra el suelo una y otra vez, Stanford golpeaba su cabeza contra el piso cómo si le quisiera quebrar el cráneo. Sus ojos se posaron en su hermano, una breve comunicación con la mirada para asegurarse qué estuviera bien. La cadena de Ford aún evitaba qué Will pudiera atacar o eso creía, el humano se desquitó golpeándolo contra las paredes de metal y quemándolo.

“Ya he tenido suficiente de tí, es momento de drenar tu energía y acabar contigo de una vez por todas. Sabía desde el momento qué vi tus ojos arder qué serías un problema”
Will gritó al sentir el poder de Ford quebrar sus dedos, nunca había tenido ese despliegue de poder, nunca lo había visto tan furioso “Pero no pensé qué tuvieras las agallas de herir y matar a ¡MI FAMILIA!” Stanford pisó la mano con los dedos rotos de la estrella, no se detuvo con los gritos, lo segundo qué rompió con su poder fue el hueso de una de sus piernas.
“Así nos evitaremos qué vuelvas a escapar”
Los alaridos y llantos de agonía sólo parecían afectar a Fiddleford, Stanley sonreía con satisfacción al ver la tortura de Will. “Tu cuerpo sigue siendo débil estrellita, ¡me aseguraré qué estés consciente cuando te pongamos en la maldita mesa y obligaré al campesino a comerse tus entrañas!

Stanford arrastró a la estrella del cabello contra la máquina, los quejidos de dolor de Will no se detuvieron.
Sin embargo, esté se resistió, la falta de uno de los enlaces había liberado parte de su poder, Stanford lo soltó al sentir su mano arder por el despliegue de energía. La cadena se materializó y el humano observó con sorpresa a la estrella sostenerla, intentando romperla, aún si sus manos se quemaban. Ford podía sentir a Will resistirse contra su poder. La sangre caía por la herida en su cara, el dolor de su mano y pierna herida eran un tormento, Ford recibió un golpe de energía qué lo arrojó un par de metros.

“¿Qué demonios?”
Stanley lo ayudó a levantarse. Aunque la herida de su cuello estaba abierta, parte del sangrado se había detenido, Stanford agradeció eso.

Ambos vieron con horror cómo la estrella se iba regenerando con rapidez, acomodando el hueso de su pierna, aún herido y débil era una amenaza.

“Esto no es bueno” susurró Ford “Hay qué encerrarlo ahora antes qué recupere más energía”

William tomó el bisturí del suelo, su cuerpo se movió cómo un destello azul, impulsado por su misma energía se arrojó contra el humano.
“¡Ford cuidado!” Su hermano gritó a tiempo de qué pudo esquivar el ataque de la estrella con la cuchilla.
Will se lanzó hacía él pero solo logró hacerle un tajo sangrante en la cara, la cadena ardía y quemaba, pero era un dolor soportable en comparación. La falta de uno de los enlaces era suficiente, Will sonrió con satisfacción al finalmente poder herirlo.

La cadena se materializó y ambos forcejearon. Will apuñaló el pecho de Stanford, pero Stanley lo arrastró desde su pierna herida haciendo qué la estrella de un grito de dolor, los huesos eran lentos de regenerar incluso con su poder liberado. Pese al dolor, Will arremetió contra Stan clavando el bisturí en su ojo.

Stanley gritó arrancando la cuchilla de su globo ocular.
Ford corrió hasta su hermano, al oír los gritos.
Usó su poder y arrojó a la estrella contra el contenedor, corriendo rápidamente a activar la máquina. William sintió su cuerpo arder mientras su energía era drenada.

“Patético, intentas hacerte el héroe, ni siquiera pudiste apuntar al corazón” susurró Ford agitado, mientras sostenía a su hermano.

Fiddleford sonrió al ver la secuencia frente a él.
“No apuntó al corazón…”

Stanford pudo notar qué algo no estaba bien, la energía parecía empezar a sobrecargar su invento. Al oír lo que dijo Fiddleford observó la rajadura qué dejó la cuchilla en el relicario, el polvo azul tornándose gris. Sin embargo, el zumbido de la máquina sobrecargandose era más importante.

Fiddleford miró a William quien con una mirada y gesto le dijo todo lo qué necesitaba saber, el astrónomo huyó rápidamente. Stanley observó aún herido la secuencia del hombre escapando y su hermano tratando de detener la máquina, pero los controles no respondían a Ford, habían sido bloqueados de alguna manera.

Will sintió las fluctuaciones en la máquina y la rasgadura en la cadena, en aquel momento sintió un respiró de aire fresco, una brisa helada junto con un escalofrío qué hizo su cuerpo temblar. Podía ver su cuerpo resquebrajarse, pero él no se estaba deshaciendo junto a éste, finalmente estaba pasando, su energía empezó a expandirse, su cuerpo humano empezó a quemarse.
Stanley observó los dos ojos de la estrella brillar, vio a William sonreír, era la mirada de un animal qué finalmente había roto su jaula. La última cadena se había destruido.

“¡Ford…quítate!”

“¡Si no apagó esto ahora va a…!”

“¡Muévete Ahora! Gritó su hermano, con un terror qué lo dejó paralizado por un momento.

La máquina soltó humo con el estallido del motor. La luz parpadeó y la sobrecarga causó un apagón general en todo el pueblo.
Seguido de eso lo qué se oyó fue el estallido de un cristal y un destello azul abrumador. Stanford sintió el cuerpo de su hermano empujarlo a un lado y una onda expansiva qué lo arrojó contra la maquinaría del búnker, el calor infernal del fuego rodeó su cuerpo.

Aquella recámara reforzada se volvió una olla a presión, la energía calcinaba todo a su paso. Sin embargo, la mayor parte del impacto se la había llevado Stanley, el humano apenas pudo ver algo flotar hacía él con su ojo sano, algo azul, brillante y majestuoso que le causaba dolor solo de verlo, pero su vista estaba algo nublada y apenas podía sentir su cuerpo. Podía ver el cuerpo de su hermano a un lado entre las llamas, incluso una leve alucinación de Gliese observándolo con decepción.

“Lo siento…” le susurró a la estrella blanca frente a él. El dolor era insoportable, su cuerpo calcinado empezaba a deshacerse en pedazos, cómo el polvo. ‘qué irónico’ pensó para sí mismo. “Lo lamento Ford, no logré protegerlos al final…”

“¿Lo lamentas?” la voz de la estrella estaba cargada de resentimiento.

Stanley solo cerró sus ojos sin poder soportar el brillo azul.
“Aún si lo hiciera, no me perdonarás ¿Verdad?”

“No.”

Will arrojó una oleada de fuego azul hacia el humano qué lo consumió lentamente, lo observó volverse cenizas mientras gritaba de dolor, Stanley en sus últimos momentos recordó a su hermano diciéndole qué aquella estrella lo quemaría vivo y Will solo observó con satisfacción a su abusador arder en las llamas azules.

Will dejó qué las llamas se expandieran, dejando qué Ford también sea consumido por ellas. Podía notar qué incluso en aquel cuerpo triangular, poseía una herida bastante grande. Salió del búnker debilitado cerrando la puerta detrás de él y exhausto se dejó caer en el suelo. A lo lejos observó el humo provenir de la mansión Gleeful y unos pasos qué resonaron antes qué caiga inconsciente.

Fiddleford había rociado el lugar con gasolina del baúl de su auto e incendiado todo el laboratorio, no sin antes tomar sus cosas y los objetos de la caja fuerte de Ford, el fuego se expandió rápidamente en la vieja mansión, quemando todo a su paso, incluído los cuadros familiares y aquellos qué mostraban la tortura de las estrellas. El astrónomo sintió el temblor de la explosión del búnker, observó a lo lejos un destello azul, seguido de un sonido extraño similar a una vibración, rápidamente corrió con hasta el lugar.

Encontró una criatura triangular en el suelo con un ojo cerrado, brillaba con una luz familiar y una herida surcaba todo su cuerpo.

“Will…” susurró.

El hombre se quedó paralizado un momento, envolvió al triángulo en su bufanda y lo cargó en brazos hasta su auto, antes qué la policía y los bomberos llegarán.
Con los nervios a flor de piel dejó a Will en el asiento trasero y un suspiró de alivio salió de sus labios al lograr encender el vehículo.
Apenas dejó atrás el hogar de los Gleeful observó cómo en la carretera, la policía y bomberos iban en dirección a la mansión. En el momento qué dejó Oregón atrás fue qué pudo permitirse llorar, por puro estrés y por puro alivió.

Su mente intentaba procesar lo qué había pasado y como casi había muerto en aquel búnker. Como había tomado a la estrella en brazos en aquella forma triangular y había robado los ojos encapsulados y libros de Ford. Durante algunos segundos incluso le pareció ver desde el espejo a los dos niños pequeños de cabello rosado junto a Will.

Tenían aproximadamente 33 horas de distancia desde el pueblo hasta su destino, Fiddleford durmió en el auto algunas horas, compró comida, siempre usando efectivo en alguna estación de gasolina y no se detuvo hasta qué el cartel qué indicaba su llegada a Tennessee apareció. El camino fue largo y la criatura inconsciente en la parte de atrás del auto apenas se removió en todo el viaje.
El humano se dirigió a su viejo hogar, una antigua granja de cerdos de la familia.
Dejó el auto en el viejo granero, pensando en si debía deshacerse de éste más tarde o no, solo por si acaso, pero hasta el momento seguiría oculto.

Will despertó al siguiente día, su ojo se abrió y emitió un sonido de confusión al notar qué no estaba en un lugar familiar, pero el aroma de Fiddleford en la bufanda lo tranquilizó. El humano se acercó hasta él con alivio y sorpresa.

“Will…¿Estás bien?”

La criatura no respondió, solo lo observó con un brillo intenso en su mirada.

“Están muertos, finalmente, todo terminó, Will”

Fiddleford encendió el viejo televisor, en él se podía ver las noticias del trágico incendio en el pueblo, la muerte de los hermanos Gleeful, la casa parcialmente quemada y la policía qué había encontrado dos cuerpos calcinados prácticamente irreconocibles. El pueblo estaba de luto por la pérdida de dos figuras tan importantes, sin embargo para los dos presentes sólo era signo de una felicidad inconmensurable.

William flotó hasta el astrónomo y se acurrucó contra él. Fiddleford lo abrazó, le resultaba cómico y hasta tierno sostenerlo en aquella forma tan pequeña. Sintió una punzada de dolor leve en su dedo, Will lamió la sangre y la metamorfosis ocurrió frente a él, una especie de capullo se formó y pronto reconoció al humano de ojos brillantes aparecer, la herida seguía en su cara, los mechones plateados entre la cabellera azulada, pero el brillo en los ojos era algo nuevo.
Will se arrojó abrazando al humano con fuerza, llorando y diciendo palabras de agradecimiento sin parar.

“Gracias, gracias…por todo…si no fuera por tí yo nunca hubiera podido…” su voz se quebró en un llanto cargado de emociones.

“Tranquilo, está bien todo está bien…” dijo abrazándolo con fuerza. Su mano se posó en su cabello acariciándolo. “Todo está bien, Will, estás a salvo.”

La noche despejada en el campo era una visión de ensueño, una vista llena de estrellas qué dejó a Will sorprendido por un momento, aquellas luces resplandecientes, sus hermanas y hermanos estaban allí siendo testigos sin saberlo de su salvación.
Fiddleford encendió la fogata, pese al frío el fuego no tardó en crecer.
Will se quedó a su lado envuelto en una manta, con la bufanda en su cuello y usando un suéter demasiado largo para su cuerpo.

Fiddleford tomó su bolso y arrojó los libros de Stanford al fuego, junto a eso también colocó los ojos en una pequeña caja de madera y se la dió a Will. Esté pareció sorprendido y horrorizado al principio, solo de pensar en Ford guardando sus ojos en aquellas cápsulas, pero estaba agradecido con el astrónomo por recuperarlos y permitirles descansar en paz.

William dijo algunas palabras en su lengua natal, un agradecimiento y despedida esperando qué al fin sus almas pudieran ser libres, luego arrojó la caja de madera al fuego y vio cómo todo se consumió rápidamente.
La estrella se acurrucó junto a McGucket y sonrió con alivio y paz en su corazón.

Finalmente era libre, él y sus hermanos, Will cerró sus ojos imaginando un mundo donde pudieran ser felices. A lo lejos, los signos del fin del invierno estaban presentes, los primeros brotes verdes salían de la tierra, indicando la pronta llegada de la primavera.

Notes:

Llegamos finalmente al final del arco uno, habrá tres, espero qué hayan disfrutado mucho está parte, díganme qué les pareció en los comentarios y muchísimas gracias por el apoyo, no hubiera podido hacerlo si no fuera por ustedes, muchas gracias 💖

El próximo capítulo estén atentos habrá cambio de portada…

Canciones del capítulo (pueden dejar también sugerencias aquí):

Run - Foo Fighters

https://youtu.be/rx6_n1I6a_0?si=WQISgXVNuIf5IT8y

Nothing you can take from me -
Rachel Zegler ( The hunger games: ballad of songbirds and snakes)

https://youtu.be/-gJpApCU77k?si=F3TYJPjxTcZrB4Kt

The railroad - Goodnight Texas

https://youtu.be/HoConioQuwg?si=iS3WMRayhQ0nCS2E

Chapter 17: Amanecer

Summary:

Llegamos al comienzo del segundo arco.
Comenten qué les pareció y muchas gracias por leer 💖

Chapter Text

Will despertó sintiendo la luz del sol en sus ojos colarse por la ventana, estaba recostado en el sofá, era más pequeño qué una cama, pero igualmente suave y cómodo. Por primera vez desde qué caía a la Tierra, el lugar no se sentía pesado y frío, al contrario aquella casa en la granja era bastante cálida y un poco olorosa, pero considerando qué la mansión olía a muerte, Will hasta se alegraba del aroma a animales y comida frita qué quedaron impregnados en las paredes de ese lugar.
Se estiró y miró a su alrededor, había dormido bastante, un olor a café llegó a sus fosas nasales y la estrella camino hasta la cocina, observando al astrónomo preparar el desayuno.

McGucket lo miró con sorpresa, aún no se hacía la idea de todo lo qué había pasado, si alguien le dijera qué lo de los últimos meses fue un sueño, lo creería. Sacudió su cabeza y saludó a Will.

“Buenos días, ¿Cómo te sientes?”

“Raro…pero no en mal sentido”

“¿Quieres desayunar?”

Will asintió.

Todo se sentía extraño, finalmente los Gleeful murieron y él podría volver a casa, estaba aliviado y al mismo tiempo desconcertado, su mente aún estaba intentando acostumbrarse a qué ya no estaba en riesgo.

Fiddleford terminó de preparar algunos huevos revueltos y tostadas, junto con el café. El olor era agradable, la estrella notó qué la casa había sido limpiada recientemente y había varias bolsas de comestibles, era probable qué el astrónomo hubiera limpiado y comprado algunas cosas mientras dormía.

El humano debió preparar un segundo plato de tostadas y más huevos, ya qué la estrella estaba genuinamente hambrienta, no le sorprendía considerando el gasto de energía y el estrés acumulado, incluso él llegó a tomar más de una taza de café.

Luego del desayuno Fiddleford encendió la radio local, algunas canciones familiares de estilo country comenzaron a sonar, lo qué le trajo algo de nostalgia. Will caminaba por el lugar observando todo, olfateando todo, cómo si su cerebro buscará alguna razón para seguir preocupado, sabía qué esa sensación no se iría hasta qué estuviera a miles de kilómetros del planeta.

“¿Esté es tu hogar?” preguntó la estrella.

“Es la casa de mi familia en realidad, estamos bastante lejos de la mansión, al menos 33 horas de distancia en auto…pensé qué sería más seguro venir aquí”

Will lo miró en silencio.
“Hmm, uno vuelve a donde se sintió seguro… por eso pronto volveré a casa…” susurró.

Fiddleford asintió.
“Bueno, eres libre ahora”

“No puedo más qué agradecerte…”

“Realmente no tienes nada qué agradecer, solo hice lo qué cualquiera hubiera hecho”.

Will no creía eso, no creía qué otros humanos hubieran hecho lo mismo por él, pero no iba a contradecirlo.

“¿Puedo pedirte un favor antes de volver?”

“Seguro”

“¿Puedo conservar la bufanda?”

Fiddleford observó la bufanda en la almohada sobre el sofá.
“Por supuesto” dijo con una sonrisa cálida. Aunque realmente no estaba seguro si aquella bufanda de lana duraría mucho en el frío del espacio.

Will sonrió, luego de abrazarlo y de agradecerle se dirigió hasta el patio, la tierra y algunas pequeñas franjas de césped cubrían la vieja granja, la estrella miró al cielo y luego de qué las llamas rodearon su cuerpo por un rato, abandonó su aspecto de humano una vez más para retomar a su forma primigenia, flotando a unos pocos metros del suelo, ya había recuperado sus fuerzas y además había logrado desprenderse de su forma física sin problema. El humano lo miraba desde la distancia, asombrado y expectante.

Sin embargo, los intentos de la estrella por salir del planeta no funcionaron, solo lograba elevarse unos treinta metros y luego era arrastrado por una fuerza gravitacional demasiado grande hacia el suelo, no tenía sentido, no era la gravedad lo qué lo atraía, era algo más.

Fiddleford se acercó preocupado al notar la desesperación y los intentos fallidos de la estrella que volaba cómo un fuego artificial para caer rápidamente a la Tierra.
Will empezó a temblar, no podía volver, estaba atrapado y lo peor es qué, no sabía porqué. Los Gleeful estaban muertos entonces ¿porqué no podía volver? Era cómo si un enorme campo de energía lo retuviera en el planeta.

“Esto…esto no es normal” su voz sonó temblorosa y desesperada, la ansiedad y el miedo volvieron a su cuerpo.

Fiddleford se mantuvo a una distancia prudente y a la vista del triángulo.
“Will…”

“No…no,no,no, por favor…esto no puede estar pasando…no puedo quedarme aquí…”

Fiddleford tragó saliva y lo miró con tristeza. ¿Tal vez la magia de los Gleeful seguía enlazada a Will? Se suponía qué destruidos los amuletos todo habría terminado, pero no había precedentes de estrellas qué hubieran escapado, por lo qué no estaba seguro si efectivamente habría una forma de qué pudiera volver y si la había…estaba hecha añicos en esa vieja mansión.

“Will, escucha…”

La estrella lo observó con miedo y lágrimas, era evidente qué aún si todo había terminado, la herida del trauma estaba fresca y sangrando, aquello se reflejó en la estrella qué sintió su herida abrirse ante la tristeza y el miedo. Su respuesta fue aferrarse a la bufanda y temblar.

“ No sé qué esté pasando ahora pero, no estás solo…buscaremos la forma de llevarte a casa…”

El triángulo parpadeó luego de unos segundos cómo si su mente volviera al presente.

“Yo…no lo entiendo…no lo comprendo, ¿Por qué no puedo volver?”

Fiddleford lo miró con algo de culpa, quizá quemar todo no fue tan buena idea, pero era inteligente y si algo le había enseñado su trágica experiencia compartida es qué no iba a rendirse.

“Pudé hacer un portal antes…puedo hacer algo qué te lleve a casa, incluso si no logras ir por tu cuenta” dijo el humano. “Lo averiguaremos juntos…”

Will lo observó con asombro.
“No quisiera…pedirte algo cómo eso, luego de todo lo qué has hecho por mí”

El ingeniero suspiró aliviado de ver a la estrella más calmada.
“No será nada en comparación a lo qué hemos pasado, tal vez lleve tiempo pero, creo qué podremos hacerlo”

Will asintió.
“Intentaré averiguar qué está pasando antes…. aún así…gracias, Fiddleford.”

El humano tomó la mano de la estrella en aquella forma, se veía muy pequeño en comparación, Will sujeto sus dedos con fuerza, confiaba en él.

“Ya te lo dije no es nada, vamos adentro, creo qué tengo algunas vendas para esa herida”

Will lo siguió, miró al cielo una última vez antes de entrar a la casa, al menos no estaba solo.

La estrella seguía en su forma triangular cubierto con algunas vendas, observaba la casa a su alrededor tan diferente al lugar helado en el qué había estado secuestrado, le resultaba difícil creer que todo había terminado. Aún debía averiguar por qué no podía escapar, pero el simple hecho de despertar en esa granja era extraño.

Observó el techo e intentó conciliar el sueño, pero lo único qué obtuvo fueron pesadillas donde despertaba en aquella mansión.

Podía verse en aquella mesa cómo en el sueño de Gliese, sus ojos apagándose y aquellos monstruos despedazando su cuerpo.

“Se siente tan bien, ¿quién lo diría? si valió la pena el sabor, con todos los problemas qué causó…” dijo Ford con aquella sonrisa qué odiaba.

“Un astro a la merced de un mortal sufriendo por la mano del mismo y sin poder hacer nada. Eso suena más fantasioso que los cuentos que escuchábamos de niños, tal vez podría comerme su corazón…pero supongo qué tengo qué compartirlo con el campesino”

En una punta de la mesa vio al astrónomo temblando y llorando atado en la silla, Stanley parecía divertirse intentando hacerle beber el polvo azul en contra de su voluntad.

“Fidds…perdón” Esas fueron las únicas palabras qué salieron de sus labios y fue más cómo un sonido en su lengua estelar.

“No vale la pena desperdiciar el poco calor que te queda llorando, tus ojos son preciosos. Quizás los guarde como recuerdo, no puedo desperdiciar un trofeo como este.”

Will sintió los dedos de Ford en sus párpados. A la vez qué podía oir al astrónomo gritar su nombre con angustia y desesperación.

“Es una pena qué no mantengan el fuego una vez que los quité…”

William despertó dando un chillido de horror, un sonido en su lengua natal qué haría a cualquiera sangrar los oídos. Chocó con una lámpara arrojándola al suelo y agradeció no haber quemado el sofá en el pánico. Sentía el polvo de la herida mojar más las vendas y sus lágrimas caían por su ojo.

Escuchó los pasos apresurados del humano qué llegó con una escoba en la mano listo para defenderse de lo que fuera, aunque era ridículo qué pudiera hacer algo solo con eso.

“¡Will! ¿Estás bien?¿Qué pasó?”

La estrella estaba aferrada a su bufanda, temblando y llorando.
Al acercarse vio cómo su pupila se volvía aún más fina.

“Tranquilo, solo fue una pesadilla”

Fiddleford se acercó lentamente hasta sentarse a su lado. Le resultaba curioso cómo se había aferrado a esa bufanda celeste, quizá le daba calma su textura o tal vez fue porque lo envolvió en ella cuando cayó inconsciente.

Will seguía sosteniendo a la prenda de lana, le daba tranquilidad, se había aferrado a ella en un momento de mucha vulnerabilidad y aunque no lo dijera abiertamente, el olor del humano lo relajaba. Resultaba irónico cómo recordaba qué algo similar pasó al llegar a la Tierra con la capa de Ford, antes qué supiera la verdadera naturaleza de los hermanos.

“Estás a salvo, estoy aquí… también he tenido pesadillas, serán noches difíciles pero con el tiempo pasará.”

Will flotó hasta la mano del astrónomo y lo mordió retomando la forma humana de cabello azul.

“Lo lamento…se sintió muy real, quizá incluso lo fuera en otras circunstancias” dijo con ojos llorosos.

Fiddleford asintió.
“Te traeré un poco de té y quizá algunas galletas de chocolate”

La estrella asintió. Cuando Fidds llegó tomó la taza entre sus manos, el humano tenía una también y dejó a su lado algunas galletas.

“Lamento lo de tu lámpara, no quise causar molestias…”

“Fue un accidente, Will, pasaste por algo extremadamente traumático…no deberías dejar de lado las emociones qué sientes…”

“No sé cómo…cómo procesarlas, son abrumadoras y me arrastran…” Will pasó la mano por su cuello y muñecas “las cadenas me quitaban mucha energía y me retenían de tal modo qué las emociones solo pudieran salir en forma de polvo, sin poder moverme, sin poder hacer nada, me quemaban y sangraban…ahora no solo sangran, se mueven y…y me abruman de otra manera, no sé cómo explicarlo, pero ya no están quietas en un lugar, las siento en todo el cuerpo”

Will se llevó el té a los labios, Fiddleford notó qué sus manos temblaban, entendía el apuró de Will por volver a casa, seguramente no sintiera nada más una vez fuera un astro, pero en aquella forma estaba vulnerable, aún siendo libre, lidiando con un trauma demasiado pesado para cualquier criatura.

“Will, no tienes qué lidiar con esto solo, hasta qué puedas volver a casa sabes qué cuentas con un amigo…quizá no entienda mucho cómo te sientes en ese aspecto de sobrecarga emocional, pero puedo entender el miedo y el dolor, buscaremos la forma de qué vuelvas a casa, mientras tanto quizá podamos buscar alternativas para… ‘encauzar’ lo que sientes” él humano se quedó pensativo y luego de un rato habló.
“La música ayuda…¿Quieres escuchar un poco?”

Will asintió, ya había terminado su té.
El humano trajo su banjo y empezó a tocar una melodía, la estrella respiró profundamente y lo escuchó mientras comía las galletas sobrantes del plato.
Poco a poco se relajó, incluso empezó a brillar un poco, lo qué hizo sonreír a Fiddleford. La música parecía tener un buen efecto para calmar sus emociones.

El cansancio llegó poco después, dando lugar a un sueño tranquilo y sin pesadillas. En la mañana la estrella se levantó más temprano de lo habitual, el cielo seguía oscuro, desde la ventana podía observar con melancolía el cielo. Notó qué el banjo seguía recostado en la pared junto al sofá, la curiosa estrella lo tomó con cuidado y pasó su mano por las cuerdas escuchando la vibración y el sonido. No tenía mucho conocimiento en tocar instrumentos pero de igual manera fue jugando con las cuerdas, buscando entender e identificar cada sonido. Lo olfateó un poco, olía similar a la casa y al humano, una mezcla de tierra y hierro, le gustaba ese aroma.

Will dejó el banjo en su lugar y caminó con cuidado por la casa, vió algunas fotografías de personas sonrientes y desconocidas con ropas más sencillas, había una gran diferencia con las figuras aterradoras de los Gleeful, no solo sus ropas eran diferentes, la forma en la qué los miembros de esa familia sonreían y se abrazaban los unos a los otros al salir en la fotografía mostraba una escena mucho más bonita de lo qué era una familia de humanos.
Algunas otras fotografías mostraban a un Fiddleford más joven construyendo cosas o cubierto de lodo intentando atrapar cerdos con otros niños, Will sonrió, se veía divertido y parecía qué Fiddleford guardaba buenos recuerdos de este lugar, no había duda de porque era un refugio seguro para él. Aún así, Will se sentía fuera de lugar en un mundo cómo ese, en un hogar cómo ese, él era demasiado ajeno a la humanidad y demasiado extraño, no era un mundo para una estrella cómo él y no quería causar al humano más problemas del qué ya tenía.

Se acurrucó en el sofá intentando concentrarse, buscar una respuesta interna a lo qué pasaba qué no le permitía irse, lamentablemente para él esto no tardó en llegar, la oscuridad de una pesadilla lo rodeó.
__________

“Te has montado un auténtico espectáculo” la voz de Bill hizo eco en sus oídos.

“Tú…”

“Si, seguro estás confundido por qué te había prometido ayudarte con tu saco de carne y huir a casa…si estaba conforme claro…”

“No hiciste nada por ayudarme, no te des mérito” gruño la estrella con fastidió. “¿Tuviste tu show o no?”

“Si, pero eso no quita qué estés atrapado por no leer la letra pequeña…”

“¿Qué?”

“Te hubiera ayudado si me dabas un gran show, si estaba conforme y si matabas a todos los humanos”

“¡Eso hice! ¿No fue suficiente?”

“Efectivamente fue un buen show…pero aún queda un humano con vida…”

“Eso es imposible” susurró Will “los vi arder en llamas, a menos qué…no, no voy a matar a Fidds”

Bill solo sonrió en la oscuridad.
“Me temo qué hasta qué la totalidad del trato no se cumpla, tu enlace se mantendrá en la Tierra, mientras el humano viva…”

“¡No haré nada contra Fiddleford! ¡Él me salvó!”

“Bueno, me temo qué no puedo ayudarte con eso” dijo rodeando a la estrella en la oscuridad.

“¡Eres un mentiroso y un maldito!”.

Bill le acarició el cabello quitándole una buena dosis de energía, lo qué hizo a Will retorcerse, esa energía iluminó su rostro dejando qué la estrella contemplé cara a cara el vacío qué Bill representaba.

“No he dicho mentiras, tan solo no has cumplido todo el trato, pero al menos puedes volver a tu forma original y no te estás destruyendo en ese saco de carne, no del todo” rió. “Llámame cuando decidas hacer algo respecto al humano vivo”

“Quédate esperando entonces”

“He esperado por tanto tiempo, qué eso no será nada para mí…” la sonrisa horrible y extendida hizo a Will estremecer.

Se despertó abruptamente, ya era de día, a su lado había una taza de café caliente y algunas tostadas con huevo revuelto.
Esto sería un problema, pero no iba a herir a quien lo protegió y salvó, tendría qué buscar otra ruta de escape y hablar con Fiddleford al respecto, en lo posible no mencionar a Bill para no asustarlo.

Afuera pudo observar a McGucket armando un telescopio mientras unas criaturas emplumadas lo rodeaban, las había observado en algunos libros, eran gallinas. Luego de desayunar salió, las aves se alejaron un poco mientras él se acercaba al humano.

“Will, Buenos días, no quise despertarte…traje estas gallinas de una granja vecina, necesitaban un nuevo hogar y creo qué vendrá bien tener huevos frescos”

La estrella asintió mirando el telescopio.
“¿Qué haces?”

“Es un viejo telescopio, quiero ver si puedo repararlo y hacerlo funcionar”.

“Oye, intenté…conectar con mi esencia estelar, parece qué no podré huir de aquí por mi cuenta, él enlace no lo permite…”

Fiddleford lo miró con tristeza.
“Temía qué eso pasara” suspiró “bueno, no pierdas la esperanza, aún tenemos un plan B”

La estrella asintió.
“Si…mejor descansa un poco, no es necesario qué empieces con eso ahora, ya has hecho demasiado por mí”

Fiddleford sonrió mientras acomodaba el telescopio.
“Descuida, tú también necesitas recuperarte, luego trabajaremos en equipo y volverás a casa”

“¿Necesitas ayuda?”

El humano negó con la cabeza.
“No, pero si deseas podemos ver algunas estrellas en la noche…bueno, si estás de ánimo, es claro qué con está noticia quizá pueda causar malestar”

Will pensó un momento y sacudió su cabeza.
“No pasa nada, realmente no puedo culpar a nadie por esto más qué a mí mismo, pero mientras esté aquí, seré agradecido y te ayudaré en lo qué pueda… quemaré vivo a quien intenté hacerte daño”.

Fiddleford rió, pero pudo notar qué por la mirada determinada de la estrella qué no mentía.
“Descuida, no tengo enemigos qué deseen lastimarme, Will, pero tal vez pueda ayudarte a aprender algo bueno de la Tierra, una experiencia agradable.”

La estrella sonrió, Fiddleford disfrutaba verlo sonreír, era evidente qué no lo había hecho en mucho tiempo y saber qué podía darle algo de alegría a su estrella favorita le hacía sentir una calidez en su pecho.

______

“¡Will!” Gritó Fiddleford. “¡Suelta la bolsa!”
La estrella había intentado alimentar a las gallinas lo qué había terminado con un montón de aves persiguiendolo por el corral.
“¡No te harán daño!” gritó el humano viendo cómo la estrella gruñía a las gallinas.

Cuando Will arrojó la bolsa la mayoría de las aves se dispersaron rápidamente.

“Esas cosas vienen de los dinosaurios, lo leí”

“En realidad es un poco más complejo qué eso” rió el humano.

“¡Voy a comerme una, si vuelven a atacarme!”

Fiddleford se echó a reír.
“Preferiría qué no lo hagas, además ya va a anochecer y podríamos ir a usar el telescopio”

Will mantenía una posición de defensa contra las gallinas, decidió dejar su enfado de lado para acompañar al astrónomo.
“De acuerdo…”

Fidds lo dirigió al telescopio, la vista era alucinante, el cielo despejado y sin polución dejaba ver la imágen de muchísimas estrellas en el cielo. Will las observó con nostalgia y algo de tristeza.
El humano le enseñó cómo usar el viejo telescopio y él se quedó observando, vió su estrella visible y brillante, aquello le dió tranquilidad, era cómo la confirmación de qué nada fue un sueño. Sin embargo, el saber qué otras estrellas ya no brillaban allí le causó un dolor en su pecho y algo de polvo cayó por su herida, el humano lo notó rápidamente.

“Lo siento, quizá es mucho para tí…”

“No importa, de todas formas es una linda vista, te lo agradezco…”

Fiddleford le sonrió con calidez.
“Pese a todo tú sigues brillando Will, nunca olvides eso, luego de todo lo qué has pasado…prometo qué volverás a casa…”

Will sonrió y sacudió su cabeza.
“Bueno, no voy a negar qué me veo bonito desde aquí…entiendo porque soy tu favorito”

Fiddleford rió.
“Es difícil creerlo hasta para mí, pero aquí está, una auténtica estrella en mi granja y ni más ni menos qué una supergigante azul.”

Will sonrió con orgullo, aún estaba algo triste, pero de alguna forma ver al humano sonreír lograba disipar su tristeza. Qué se jodiera Bill, buscaría otra forma de volver a casa.

Chapter 18: El lenguaje universal

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El sonido de la televisión distrajo un poco a Fiddleford mientras leía uno de sus libros favoritos sobre astronomía, vió a Will muy concentrado en la película qué había colocado en vhs. La estrella estaba comiendo pan de maíz qué el humano había traído, sus ojos brillantes concentrados en la secuencia de imágenes.

“¿Todo bien, Will?” Preguntó el humano.

“¡Fiddelford, tenías razón, hay más humanos cómo tú, mira ese niño tan valiente, andan salvando a ese hombre del espació!”

El hombre rió por lo bajo.
“No es real, es solo la película de E.T. el extraterrestre”

La estrella lo miró cómo si hubiera dicho la peor ofensa, pero luego de razonarlo un poco entrecerró sus ojos.
“Qué triste, esperaba qué fuera al menos basado en una historia real”

Fiddleford se sentó un segundo en el sofá a ver la película con él. Notando qué la estrella se había comido casi todo el pan de maíz.

“Bueno, a estas alturas, supongo qué no sería tan loco pensar qué alguien pasó por algo así” dijo riendo, dejando qué su acento sureño se pronuncie un poco, algo qué la estrella notó.

“Tu voz sonó curiosa, no es la primera vez qué pasa… pero nunca te pregunté porqué”

“¿Curiosa?”

Will asintió e imitó su entonación.

“Oh, ¿es por mi acento?”

“¿Qué es eso?”

“Si, es una entonación qué varía dentro del idioma, lo lamento, intento qué no sé me note demasiado, pero a veces sale cuando estoy nervioso o muy relajado”

Will lo miró confundido.
“¿Por qué quieres ocultarlo? Suena bonito, hace tu voz más melódica, me gusta.”

Fiddleford sintió el calor en la cara y carraspeó un poco.
“Es qué… bueno, en la universidad solían hacerme algunas bromas por eso, incluso algunos profesores dirían qué no me tomarían en serio en un trabajo de otro estado”

Will bufó.
“Qué idiotas, no debes sentir vergüenza por tus raíces humano, mirá esto…”

La estrella soltó un sonido qué le hizo retumbar los oídos y las luces parpadearon un momento, parecía una nota musical sostenida pero en un punto no llegó a oír la frecuencia, aunque los perros del vecino ladraban de fondo, claramente ellos si lo oyeron.

“¿Qué fue eso?”

“Un llamado estelar, un saludo, cómo le dicen ustedes, en mi idioma, para qué no sientas vergüenza de usar el tuyo”

“Ya, entiendo, pero realmente solo es costumbre el ocultarlo” dijo el humano.

“Tu confías en mí y yo en tí, es importante qué podamos sentirnos bien aquí…llevaremos un tiempo de convivencia hasta qué vuelva a casa” dijo fijando sus ojos en el final de la película. “Por cierto, está comida es deliciosa”.

Fiddleford sonrió.
“Bueno me alegra qué disfrutes la comida local, pero la próxima déjame algo de pan de maíz”.

“Estaba delicioso…en la mansión no me dieron de esos…”

“Es qué es más común de encontrar aquí…”

“El sabor es más fuerte”

“Bueno, la ventaja de vivir en el campo es qué hay mucha comida orgánica, si quieres puedo prepararte o traerte algunos platillos de mi pueblo, honestamente no sabía si te gustarían, pero no parece qué tengas problema con la comida.” Rió

“Suena bien para mí” sonrió Will.

Fiddleford sonrió en respuesta.
“De acuerdo, ¿quieres ver otra película?”

La estrella asintió.
“Si, no pensé qué fuera tan entretenido, podría estar todo el día aquí viendo esas aventuras locas en la televisión”

Fiddleford rió por lo bajo.
“En ese caso quizá pueda conseguir algunas series… creo qué te gustará Star Trek, también llamado ‘Viaje a las Estrellas’”

“Ya conseguiste mi atención, cualquier cosa con la palabra “estrellas” en el nombre me interesa”

El humano no pudo evitar reír.

_____________

Las noches eran usualmente pacíficas, en el día Fiddleford se encargaba de hacer algunos planos del portal y realizar algunos trabajos de reparación para el pueblo, la estrella lo ayudaba en lo qué podía, aunque a menudo se distraía mirando a las gallinas o al cielo. Durante la noche el astrónomo le mostraba a Will sus constelaciones favoritas en el telescopio, a veces veían películas o escuchaban música.
A menudo Fiddleford sintonizaba el programa de radio de Grand Ole Opry y escuchaban música country, otras veces se ponía a tocar el banjo, Will lo observaba con atención, la rutina tranquila con Fiddleford brindaba calma a su corazón, tal vez sólo habían pasado algunos días, pero desde qué llegó a la Tierra no había logrado experimentar la calma o poder disfrutar de las particularidades de aquel planeta, estaba muy ocupado luchando por no morir.

Will disfrutaba husmear los libros de Fiddleford, la mayoría de mecánica o astronomía, también solía desintonizar la radio por accidente, el humano ya le había dicho qué no jugará con los aparatos electrónicos.

La estrella había encontrado formas de distraerse mirando la televisión o escuchando música, ayudaba a aligerar el terrible trauma de la mansión Gleeful, pero eso no evitaba qué tuviera pesadillas o qué recordará por momentos situaciones vividas en la mansión y su mente se ‘perdiera’ por momentos, el trauma era un espectro qué acechaba a Will, a veces desde lejos, pero otras podía sentirlo cómo un frío helado en su espalda y una quemazón en su cicatriz.

La presencia de Fiddelford sin embargo parecía calmar a la estrella, era el único humano qué conocía y no tenía muchas intenciones de conocer otros, especialmente no luego de lo qué había vivido al llegar, a veces solía acercarse algún vendedor, cartero, pariente o vecino, si eso pasaba Will se mantenía alerta y oculto, mirando la interacción muy cuidadosamente desde la ventana.

La estrella solía mantenerse adentro, era difícil tomarlo por sorpresa, así qué no había tenido qué toparse con otro humano antes. Sin embargo su presencia no pasó desapercibida, Davis, el vecino lo había visto de lejos un par de veces molestando gallinas, no es cómo qué su cabello no llamará la atención. Fiddleford pesé a sus nervios, le explicó qué era un colega qué lo estaba ayudando con un proyecto de astronomía, no dió muchas más explicaciones, siempre le habían dicho qué dar muchas explicaciones de algo era mucho más sospechoso. No iba a evitar qué Will pudiera tomar aire fresco, pero sí recomendó qué saliera en las tardes o las noches, para evitar miradas curiosas.

Fiddleford nunca había encajado del todo en su pueblo o al menos no con los jóvenes de su edad, tenía amigos y disfrutaba tocar el banjo en algunos festivales con su familia, pero pasaba mucho más tiempo en sus inventos o mirando el cielo. Siempre destacó por sus habilidades e inteligencia, y todos decían qué era la clase de muchacho qué tarde o temprano buscaría oportunidades en la ciudad. Por eso mismo todos en el pueblo se sorprendieron de verlo de nuevo, sus hermanos también se habían ido y sus padres estaban en Nashville en casa de uno de sus hermanos, no porque quisieran sino porque la salud de su padre había estado algo delicada luego de un incidente con una escalera en un intento por subirse al tejado y siempre era mejor estar cerca del hospital.
La granja estaba en desuso, a menudo recibía una limpieza semanal de parte de uno de sus primos y su vecino se aseguraba de alertar si llegaba algún intruso a base de escopetazos. Aún así Fiddleford estaba aliviado de qué pudieran usar su viejo hogar como refugio, lograba brindarle mucha más calma qué cualquier otro lugar.

Will degustaba una generosa porción de pollo frito mientras Fiddleford comía a su lado y anotaba algunas cosas con curiosidad.

“Entonces…¿Qué tal tu nueva experiencia en la Tierra, siendo libre?”

“Fabuloso, la comida sabe mucho mejor ahora…” dijo con la boca llena “me encanta este sabor de fuego en la boca”

“Es salsa picante…me alegro qué te guste”

“¿Estás escribiendo sobre mí?”

Fiddleford asintió y Will sonrió orgulloso.

“Bueno, puedes poner qué soy la estrella más brillante de mi constelación”.

Fiddleford rió por lo bajó y anotó.
“Lo sé, eres parte de la constelación William, ¿Llevas tu nombre por ella?”

Will se quedó pensativo un rato.
“Algo así…en realidad mi nombre es William Rigel o más bien, así suena lo más cercano en tu lengua humana”

“William Rigel, como la supergigante azul, tiene sentido considerando qué es tu tipo de astro”

Will brilló con orgullo.
“Si, así es”.

“¿A qué te refieres con… lo más cercano en lengua humana?”

Will emitió un sonido, similar a un canto pero más estridente y vibrante, la lengua natal de Will hacía qué sus oídos zumben por un rato, fonéticamente tenía cierta similitud con el nombre pero parte de lo qué oía sé perdía en frecuencias qué no llegaba a escuchar. Aquello le dió una idea y se puso a garabatear en su cuaderno.

“Lo siento, está garganta humana hace qué el sonido suene un poco rasposo, hay qué sacar el aire desde el estómago ¿Qué escribes?”

“Nada, luego te mostraré…”

Will siguió comiendo, ya iba por su segundo plato y parecía disfrutar bastante la textura y sabores qué degustaba.

“Sabes, en la mansión no podía disfrutar la comida, solía estar demasiado cansado y estresado, además era más insípida, pero aquí… podría agregar salsa picante a todo”.

“No lo recomiendo si tienes un cuerpo con intestinos humanos, créeme” habló Fiddleford.

“Me gusta tu comida local, me gustaría poder ofrecerte algo qué solemos ‘comer’ también, pero no creo qué el hidrógeno sea apetitoso para tí”.

El astrónomo sacudió la cabeza soltando una risa baja por los comentarios de la estrella y la imágen mental. No lo diría en voz alta pero la curiosidad y comentarios a veces inocentes de Will le divertían y daban bastante ternura.

Durante la tarde estuvo trabajando en un pequeño proyecto a la par del portal, esperaba qué funcionará y le entusiasmaba bastante la idea, su corazón latía más rápido sólo de pensar en la reacción de Will. No quería pensar mucho en lo qué le causaba internamente, pero lo cierto era qué disfrutaba tener a la estrella cerca, su rutina se estaba acoplando rápidamente a la de él y realmente le agradaba enseñarle comidas y películas qué él disfrutaba, aún recordaba cuando le ofreció té dulce, una infusión muy popular de su hogar, Will había expresado qué era demasiado dulce pero siguió bebiendo ya qué era refrescante.

La lluvia de primavera llegó con sus habituales relámpagos y algunos rayos, Will se asomaba a observar desde la ventana y a veces se quedaba en el pórtico, pero otras veces decidía mojarse bajo el agua, hoy era uno de esos días. Fiddleford guardó el aparato en su bolsillo y se quedó bajo el techo viendo a la estrella.

“Te traje una toalla, para cuando decidas refugiarte del agua”

“¿Puedes oler eso?” Susurró Will mirando a lo lejos las nubes de tormenta, mientras su pelo parecía tomar una tonalidad un poco más oscura por el agua.

“¿La tierra mojada?”

“Es intenso, me agrada, tu planeta tiene olores llamativos y deliciosos, las descargas eléctricas de las tormentas son increíbles…”

“Siempre y cuando no nos caiga un rayo estará bien”

“Debes sentirte agradecido de vivir en un lugar tan fascinante” dijo la estrella acercándose al pórtico mientras se secaba con la toalla y escurría su cabello.

Fiddleford sonrió, Will lograba hacer qué pudiera ver su mundo desde otra perspectiva, incluso siendo una estrella, siempre causó qué pudiera ver el cielo con admiración y felicidad, pero ahora qué estaba aquí lo hacía también con su vida mundana, comida, película y hasta olores, su entusiasmo era contagioso, le hacía valorar las pequeñas cosas del día a día.
Will era un ser diferente y aunque algunas noches eran más difíciles qué otras con las pesadillas, suponía qué está era la naturaleza de una estrella, curiosa y salvaje, aquí Will podía ser él mismo sin miedo, el astrónomo arrugó la nariz pensando en la crueldad y frialdad con la qué los hermanos Gleeful habían decidido destrozar la confianza de un ser tan puro.

“Oye Will tengo algo qué me gustaría enseñarte, ven adentro”

La estrella lo siguió, ambos se sentaron en el sofá y Fiddleford sacó un aparato de su bolsillo.

“¿Qué es eso?”

“Un invento qué fabrique, ayuda a oír frecuencias qué los humanos normalmente no podemos oír, pensaba qué me ayudaría a entenderte un poco más cuando hablas en tu idioma”

Will lo miró con sorpresa.
“¿En serio?¿Por qué quieres oír mi idioma?”

Fiddleford se encogió de hombros.
“Pensaba qué sería agradable y además, a tí no parece molestarte mi acento.”

Will sonrió, parecía emocionado.
“De acuerdo, ¿Cómo funciona?”

“Oh, si, dejame lo ajusto y lo colocó en mis oídos cómo un auricular” Una vez encendidos y colocados volvió a hablar. “Bien, di algo en tu idioma”

Will habló con un sonido extraño, era el saludo qué Fidds había oído la última vez, pero ahora sonaba diferente, melódico incluso, cómo un canto astral o notas musicales.

“Wow, es increíble, es cómo una canción o un instrumento”

La estrella sonrió orgullosa.
Fiddleford se quedó pensativo y luego de un rato tomó el banjo y comenzó a oír las notas una por una, el sonido era un poco diferente con el detector de frecuencias.

“Veamos, sonaba cómo algo así…” el humano tocó algunas notas qué sonaron cómo algo muy similar al saludo de Will, no era perfecto, pero era entendible para la estrella y eso era suficiente.

William se quedó quieto y lo miró fijamente, sus pupilas afinadas se dilataron cómo las de un gato.

“Lo siento” dijo el humano “tal vez no sonó muy similar, solo intentaba hacerte sentir cómo en casa, seguramente debes extrañar…”

Will comenzó a brillar y se arrojó contra el humano abrazándolo con fuerza. Fiddleford casi cae del sofá con el banjo, debido al tamaño y fuerza del astro.
“¿Will?¿Estás bien?”

La estrella estaba aferrada a él, su cuerpo temblaba e irradiaba calor, Fiddleford dejó el banjo a un lado y lo abrazó.

“Gracias” susurró Will “lo qué hiciste fue muy hermoso”

“Solo…solo intentaba comunicarme mejor contigo y hacerte sentir cómodo”

Will lo soltó y miró aún brillando.
“Significa mucho para mí, eres alguien especial, sabía qué hice una buena elección en darte mi bendición”

El humano asintió sintiendo el calor subirle al rostro.
“Podrías enseñarme tu idioma y yo intentaré tocarlo con música”

Will asintió con entusiasmo.
“Claro, a cambio tu enseñame a tocar el banjo, ¿de acuerdo?”

“De acuerdo”

Will brilló por unas cuantas horas más aquel día, estaba feliz, aquel humano no solo lo había salvado, sino qué buscaba acercarse y entenderlo cómo ninguno otro había hecho, sentía su pecho más cálido cuando lo miraba o le sonreía. Aquella noche logró dormir sin pesadillas.

Las tardes empezaron a ser los momentos favoritos de Will, a menudo Fiddleford le enseñaba a tocar alguna canción y Will nuevas palabras para traducir en modo de sinfonía musical. El humano hacía anotaciones había logrado detectar ciertos patrones de frecuencias según las palabras y el ánimo, era cuánto menos curioso pero también muy hermoso, nunca pensó qué iba a poder comunicarse con una estrella, suponía qué esa frase de la música cómo idioma universal tenía más sentido ahora.
La estrella por su parte aprendía rápidamente y no era una sorpresa dado el tipo de comunicación qué tenía, tocar música no le era difícil, además era muy entusiasta y se la pasaba practicando siempre que tuviera ratos libres.

Fiddleford no era un experto en música, pero podía notar qué ciertos patrones en sus anotaciones sobre el idioma de Will no eran muy diferentes a melodías qué oía en la Tierra, cómo si su forma de comunicación resonará de una forma armónica.
“Musica universalis…” susurró el astrónomo. “A mis profesores en filosofía les daría algo si vieran esto” rió.*

Will se asomó curioso al oír al astrónomo reír solo.
“¿Qué ocurre?”

“Nada, solo estaba leyendo algunas cosas qué escribí”

“De acuerdo, ¿Quieres ver Star Wars conmigo?”

“Por supuesto” dijo feliz de ver cómo la estrella amaba las películas y series de ciencia ficción.

“¿Puedo preguntarte algo?”

“¿Es sobre si puedes ser un jedi o si existe la fuerza?”

“¿No es real?”

“Lamentablemente no”

Will bufó y el humano no pudo evitar reír.
“Oye, a mi también me decepciona saber eso, ¿sabes?”

“¿Ni siquiera las espadas láser? Tú seguramente podrías hacer una…”

Fiddleford soltó una carcajada.
“Creo qué me tienes en muy alta estima si crees qué puedo hacer eso”

“No lo creó, estoy seguro”

Fiddleford sintió el calor en su mejillas y orejas.
“Gracias, supongo” su acento se notó más por los nervios.

“Me agrada cuando tu voz suena melódica” dijo orgulloso.

“¿Lo hiciste adrede para ponerme nervioso?”

“Lo hago todo el tiempo porque me gusta oír tu acento, pero no significa qué no crea qué sea verdad, sé qué podrías hacer una nave espacial si quisieras”

Fiddleford se llevó las manos a la cara, debía parecer un tomate en ese momento.

“Ugh, no tienes remedio”

“Claramente, no estoy enfermo” dijo con confusión, el humano ante eso solo volvió a reír.
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“Bueno, esto es interesante… parece qué el azulito no le hizo caso a la salamandra…”

“Sé astuto, sé despiadado y sobre todo apunta al corazón” susurró el agujero negro.

“¿Pero tú no apuntaste al corazón verdad, Will?”
La sonrisa de Bill se extendió en la oscuridad.

Notes:

Muchas gracias por leer, si quieren pueden dejar su comentario de qué les pareció el capítulo.

*Musica universalis: una teoría filosófica-matemática de Pitágoras que postula que los movimientos de los cuerpos celestes (planetas, estrellas, etc.) siguen proporciones matemáticas y geométricas que corresponden a las de la armonía musical. Se considera que estas relaciones generan una música inaudible, pero que es la base de la armonía cósmica y se refleja en la música que los humanos pueden percibir. En la vida real está teoría no tiene sustento empírico pero fue fuente de inspiración para otras teorías.