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Atados por Estrellas

Summary:

Antes del niño que vivió, lucharon ellos.

Los Merodeadores marcaron a una generación de traviesos gracias a sus inventos, pero sobre todo, gracias a su valiente lucha, esta es la historia antes de convertirse en leyendas.

Chapter 1: Primeras Impresiones

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Estación King Cross. Septiembre 1, 1971

Por lo andenes de la estación King Cross caminaba una hermosa niña de cabellos rojos oscuros y llamativos ojos color verde esmeralda, la pequeña buscaba apurar a sus padres porque deseaba con ansias comprobar que lo que aquella carta decía era cierto. Si bien, la pelirroja de nombre Lily Jean Evans ya había comprado todos sus materiales y libros, aún había algo en ella que le decía que todo podría ser una vil broma.

Lily siguió con su paso apresurado cuando alcanzó a divisar aquella pared que la llevaría hasta donde, pensaba, encontraría su lugar. La pequeña se detuvo frente a la pared admirándola brevemente y se giró hacia sus padres con los ojos levemente llorosos, tener que irse a una escuela lejos de casa era doloroso, pero también esa sed de aventura le llamaba desde que tuvo conocimiento de Hogwarts. Lily decidió abrazar a sus padres con fuerza, primero a su papá con quien compartía un vínculo basado en el amor y respeto, pero también en los gustos por el football y la música, después abrazó a su madre, quien era su confidente y cuyo vínculo iba más allá de lo maternal.

— Recuerda portarte bien, mi Lily — pidió la señora Evans, mirando con sumo orgullo a su hija que ahora tenía aquella sonrisa infantil en el rostro.

— Ella lo sabe, cariño — habló el señor Evans, tratando de no aligerar cualquier peso que su pequeña pelirroja pudiera llevar sobre sus hombros. — Nuestra Lily es una excelente niña.

— Adiós Petunia, cuando vuelva.

— Cállate Lily y no me toques — decía la rubia hermana mayor. Los señores Evans estaban ajenos a la situación al estar verificando que el carrito con las cosas de Lily estuviera listo. — No te quiero escuchar, eres un fenómeno, no eres mi hermana. 

Aguantándose las lágrimas, Lily tomó sus cosas y atravesó la pared del andén 9 ¾ . Donde rápidamente dejó sus cosas y subió al tren, buscando un compartimento vacío en el que pudiera encerrarse a llorar. Aquello era común entre las hermanas Evans, no importaba cuantas veces Lily tratara de llevarse bien con Petunia, nada parecía funcionar, pero esa manera de tratarse no siempre había sido así, sino que había comenzado en el momento en que la pelirroja había mostrado habilidades mágicas.

Los señores Evans se habían emocionado tanto con la idea de tener una bruja en la familia y hablaban todo el tiempo de ello, que Petunia se sentía cada vez menos querida, aunque no fuera el caso. Si algo habían hecho bien los señores durante todo su tiempo como padres, era que jamás habían hecho distinción alguna entre sus hijas, a ambas las querían por igual y lo demostraban por igual.

— Así que aquí estabas — interrumpió Severus Snape, uno de esos niños poco agraciados, con largos cabellos y ojos negros, piel cetrina y carácter rencoroso. Era el mejor amigo de la ojo verde y había sido gracias a él que la niña había conocido más sobre el mundo de la magia. — ¿Qué tienes?

— Petunia... Ella — Lily no pudo seguir, pero no era necesario, Severus sabía a qué se refería su amiga, él había sido testigo de las incontables veces que la hermana de la niña le llamaba por nombres horrendos, siendo “fenómeno” el favorito de Petunia.

— Lily no, te dije que no la escucharas — la niña no podía escuchar a su amigo en eso, Petunia era su hermana y realmente la quería. — Tú eres especial y lo sabes, no tienes porque escuchar lo que esa muggle dice sobre ti.

— Sev, eso es muy cruel, es mi hermana — le reprendió Lily a su amigo mientras se limpiaba las lágrimas con las mangas de sus ropas.

— En fin, ¿sabes qué es lo genial de que hoy vayamos a Hogwarts? — preguntó Severus con una sonrisa que solo le dedicaba a la pelirroja, Lily no pudo hacer más que negar con su cabeza. — Hoy nos asignan en la casa a la que pertenecemos, yo quisiera estar en Slytherin, esa es la mejor casa en todo Hogwarts, tú deberías estar ahí también, seriamos los mejores.

— ¿Slytherin? Esa es la peor casa, si yo llegase a ser elegido ahí, abandonaría la escuela y nunca volvería a hacer magia.

El par de amigos se giraron hacia la puerta del compartimento donde vieron a un niño de rebeldes cabellos negros, ojos avellana y rostro delgado, que les miraba con una sonrisa de arrogancia, no mucho después apareció otro niño junto a él, también de cabellos negros pero ojos grises, Lily les miro con desprecio pues no le gustaba lo que acababa de escuchar.

— Así es, toda mi familia ha estado en esa casa, pero yo soy diferente por lo que no estaré ahí — habló el niño de ojos grises, la pelirroja supo en ese momento que debía tratarse de alguien con una familia de magos o de mestizos, como Severus, pero se inclinaba más por la primera opción.

— ¿Y qué casa supones es mejor que Slytherin? — preguntó Severus tras escuchar al niño de ojos grises.

— Fácil — contestó el de ojos avellana y acto seguido subió un pie al asiento en el que estaba sentada Lily que no pudo evitar mirar con sorpresa, entonces niño sacó su pecho y alzó una invisible espada. — Gryffindor y ahí es donde estaré… ¡En Gryffindor, donde residen los de corazón valiente! Tal como mi padre.

— Es a donde van los cobardes que creen que por levantar un dedo son valientes. 

— Te quejas mucho — dijo el niño. — Soy James Potter,  ¿cuál es tu nombre?

— Severus Snape — contestó amenazante el amigo de la pelirroja, pensando que el chico se burlaría de él por su estatus de sangre mestiza. 

— Bien, creo que serás Quejicus a partir de ahora, me agrada un poco más. 

— Y le va bien — secundó el niño de ojos grises riendo.

— ¡Eso no es cortés! — chilló Lily molesta, no le gustaba lo que él tal James y su secuaz le decían a su amigo, Severus decidió salir del compartimento con un sonido de desdén mientras Lily le seguía de cerca, pero antes de poder salir se giró hacia el par de niños. — Estaremos en otro compartimento, si gustan NO  molestarnos.

— Me agrada — dijo James recargando su brazo en el hombro del niño de ojos grises mientras veían a la pelirroja irse.

— Es una fiera — aceptó el chico antes de tenderle la mano a James. — Soy Sirius Black, por cierto.

— Seremos grandes amigos.

Al detenerse el tren, los alumnos de primer año fueron enviados mediante botes de madera. Lily veía asombrada como algo a su alrededor volteaba algunos de los botes, solo para volverlos a girar y regresar a los niños, ahora empapados, de vuelta al bote. La pelirroja no podía entender lo que era y un pequeño de cabellos castaños se acercó a ella.

— Se trata de un calamar gigante, al parecer le gusta jugar y molestar a los alumnos — Lily se giró a ver al delgado niño que parecía enfermo.

— ¿Es peligroso?

— Sólo juguetón — contestó el pequeño sonriendo levemente, aquello fue un gesto que la pelirroja le regresó.

— Lily Evans.

— Remus Lupin.

Los alumnos de primer año fueron recibidos por una alta mujer joven de cabellos negros y ojos verdes, mientras descendian de los botes, algunos de ellos volvieron a caer al lago, pero esta vez tuvieron que salir por su cuenta al no estar muy adentro. Cualquiera que fuera lo suficientemente honesto aceptaría sin chistar que la mujer era demasiado hermosa, entonces se presentó como la Profesora Minerva McGonagall, jefa de la casa de los leones Gryffindor.

Minerva los guió por un largo pasillo, la pelirroja caminaba junto a Severus y había perdido por completo al niño del bote. James Potter y Sirius Black, por su parte, no paraban de hablar y planear lo que harían en sus primeros días como estudiantes de Hogwarts. Minerva se detuvo frente a una enorme puerta y se giró a ver a cada uno de los niños con seriedad antes de comenzar a hablar.

— La Clasificación de Las Casas es una ceremonia muy importante y significativa porque mientras estén aquí, su casa será algo así como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de su casa, dormirán en el dormitorio de su casa y pasarán sus tiempos libres en la Sala Común de su casa — algunos de los niños, los más perspicaces, no pudieron evitar pensar que aquello parecía ensayado o algo que la mujer decía cada año a los nuevos estudiantes. — Las casas son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin.

— Estoy muy nerviosa, Sev — dijo la pelirroja una vez que habían entrado al Gran Comedor. Lily miraba fijamente al nombrado Sombrero Seleccionador , aquel que determinaría no sólo su destino sino también en quien se convertiría, la niña no podía dejar de jugar con sus manos, ansiosa de escuchar su nombre.

— Todo estará bien, Lily — respondió el pelinegro sin dejar de mirar al frente. — No tienes de qué preocuparte.

— James Potter — llamó Minerva,  el susodicho subió con, lo que parecía ser, su típica sonrisa arrogante mientras se sentaba en la silla, Lily no pudo evitar rodar los ojos, especialmente cuando vio que el sombrero gritaba apenas había tocado la cabeza del castaño.

— ¡Gryffindor! 

La mesa de los leones rompió en gritos de júbilo y el pequeño Potter se encaminó derecho hasta ella. Mientras la ceremonia continuaba, en la mesa de Slytherin un pequeño grupo de niñas de segundo año platicaban entre ellas, ajenas a lo que sucedía.

— Oye Cissy, ese pequeño niño no deja de verte — susurró una de las presentes a otra de cabellos rubios, ojos azules y piel pálida, Narcisa Black o Cissy, como le llamaban de cariño, optó por girar su cabeza en un gesto muy elegante, logrando que su mirada se encontrara con la de aquel pequeño y flacucho niño de cabellos claros llamado Remus Lupin.

La rubia sintió algo removerse dentro de ella, rápidamente desvió la mirada y se mostró fría frente a sus amigas, que optaron por no molestarla, sabían bien que a una Black jamás debes molestar a menos que desearás sufrir las consecuencias

— ¡Lily Evans!

— Muy bien, esto es fácil, estaré en donde mejor me vaya a ir — la niña se sentó y el sombrero seleccionador tocó su cabeza, pero nada sucedía, no gritaba y la pelirroja solo podía sonreír con nerviosismo. 

— Ravenclaw... Gryffindor... ¿En cuál debería dejarte a ti, pequeña Evans? — preguntó el sombrero sorprendiendo a la chica. — ¡Gryffindor!

Finalmente Lily respiro con tranquilidad y sonriendo camino hacia la mesa de Gryffindor donde la recibían entre gritos y aplausos, para su desgracia le tocó sentarse junto al arrogante James, ante la mirada escéptica de un muy furioso Severus. 

Terminada la ceremonia y habiendo escuchado el discurso del Director Albus Dumbledore comenzó el gran festín. Lily sonreía y reía con las personas de su mesa, excepto Potter y Black, incluso cuando su mirada se encontró con la de Severus, la pelirroja le sonrió abiertamente, pero el niño solo asintió con su cabeza y se giró.

— En Slytherin no aceptan a los hijos de muggles, tu amigo es igual que ellos.

— ¿Hijos de muggles?

— De personas sin magia, así conocemos los magos y brujas a los que no tienen magia, como muggles.

— No, Potter — dijo la niña mirando al castaño con aquellos ojos verdes. — Sev es diferente, siempre ha sido muy educado conmigo y es mi amigo.

— Solo digo lo que sé, Evans — volvió a hablar James, metiéndose otra cucharada de pudín a la boca. La pelirroja no pudo evitar mirar nuevamente a la mesa de las serpientes, donde pocos sonreían; Severus entre ellos, lo vio conversar con otros niños que aún no conocía, pero algo dentro de ella le hacía sentir que el tonto de James tal vez no era tan tonto.



Chapter 2: Habitaciones

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Lily Evans subió por las escaleras de la sala común, buscando la habitación donde se quedaría hasta terminar el año escolar. La pequeña agradeció internamente no llevar nada, había escuchado de los Prefectos que sus pertenencias ya se encontraban en su desconocida habitación.

La pelirroja por un momento rápido sintió que se iba hacia atrás y no pudo evitar soltar un grito, Lily no era torpe, así que algo o alguien la había empujado, sus verdes ojos se encontraron con una chica muy parecida a un duendecillo que le miraba con pena.

— Lo siento mucho, debes de ser de primer año y yo dándote está bienvenida, lo siento... Soy Alice White, es mi segundo año, ¿estás perdida?

— Ha, no te preocupes — dijo la pelirroja Evans después de entender lo que la chica de cabellos negros había dicho. — Si estoy perdida y soy Lily Evans.

— Mucho gusto Lily, te ayudaré a buscar tu habitación — comentó la duendecilla tomando a la pelirroja por el brazo.

— Oh no, ibas con prisa así que no tienes de qué preocuparte.

— No te preocupes Lily, a esta hora Frank Longbottom se junta a leer con sus amigos del Club de Encantamientos, solo quería verle pasar.

— ¿Qué?

— Es mi futuro esposo, solo que él aún no lo sabe... Está muy concentrado en sus estudios como para notar a alguna chica.

— Tal vez aún no le interesan las niñas, mi madre dijo que a muchos niños a esta edad no les gustan las niñas.

— Pues tu mamá, mi querida Lily, es muy inteligente — dijo Alice con una sonrisa soñadora que hizo sonreír a la ojo verde. — Lily Evans, aquí está... Mucha suerte, amarás ser parte de los leones. 

La susodicha se giró para agradecerle, pero Alice ya iba muy lejos dando saltitos y vueltas como si de una bailarina de ballet se tratase, Lily suspiro con miedo y abrió la puerta lentamente, al entrar se encontró con una niña de cabellos rubios rizados y ojos verdes y otra chica de cabello negro y mejillas sonrojadas.

— ¡Hola! — chillaron al mismo tiempo, Lily se sorprendió al no estar acostumbrada a que mucha gente la trataba así de bien, solos sus padres y Severus.

— Soy Marlene Mckinnon y ella Hestia Jones, seremos tus eternas compañeras de habitación — habló la de cabello rubio, sonriendo abiertamente. Hestia miraba a ambas, mientras era Marlene quien la jalaba por el brazo.

— Lily Evans. 

— Lo sabemos, esto será genial, solo seremos nosotras tres en esta enorme habitación, ¿lo puedes creer? Usualmente deberíamos ser cuatro, pero dado que no hubo muchas chicas en Gryffindor este año las habitaciones no se completaron.

— Marlene, hablas mucho, estas asustando a Lily y a mí también — habló Hestia por primera vez, la rubia se sonrojo levemente y soltó una risita.

— Lo siento. 

— Está bien, es solo que la gente aquí es muy... amable. 

— Bueno, no todos son así, entre más lejos estés de los Slytherin, tendrás una mejor experiencia.

— ¿De qué hablas? — preguntó Lily cuando escuchó a Hestia y al ver como hacía un gesto de miedo.

— Slytherin es la casa donde todos aquellos que quieren ser magos oscuros van, no ha habido nunca una excepción para eso, excepto hoy... Sirius Black, nadie entiende como un Black pudo quedarse aquí.

— Mi amigo Severus está en Slytherin y no es malo.

— Tal vez se equivocaron y pusieron a tu amigo ahí en lugar de Black.

— El sombrero jamás se equivoca Hestia, a parte, Black siempre ha sido la oveja blanca de su familia — comentó Marlene con las manos en su cintura.

— ¿No sería la oveja negra?

— Ay Lily, todos en la familia Black son magos oscuros que le sirven a Voldemort... ¿No viste que todos se callaron cuando Black fue puesto en Gryffindor? — la pelirroja miró a su nueva amiga detenidamente, sabía que era cierto, incluso vio como una chica rubia de Slytherin se giraba con una mirada de enojo en el rostro. En el momento en que  vio todo esto, Lily no le tomó importancia, el haber crecido en el mundo muggle la había hecho no conocer nada sobre las familias del mundo mágico. 

— Basta de eso, Marlene sabes muy bien que odio que hablemos de estas cosas, son asuntos que a nosotros no nos incumben, así que Lily cuéntanos sobre ti.

— Soy hija de muggles — dijo Lily esperando una mala reacción, tenía la idea de que ambas chicas eran sangre pura.

— Aja... Pero Hestia se refiere a cosas como tus gustos, cosas así.

— ¿No les importa?

— ¿Qué? — preguntó inocentemente Marlene. 

— Que sea hija de muggles y ustedes sangre pura.

— ¡Claro que no, Lily! Fuimos criadas por familias a las que no les interesa eso de la sangre — contestó Hestia abrazando a Lily. 

— Potter dijo que-

— ¿James? — preguntó Hestia confundida, mientras interrumpe a la pelirroja que asintió con su cabeza. — Pero si a James tampoco le interesa eso, al contrario, él detesta a todo aquel que crea que los sangre pura somos mejor que los mestizos o hijos de muggles.

— No creo que estemos hablando de la misma persona, es un chico de cabellos negros y completamente revueltos y sus ojos-

— Extrañamente del color de una avellana, lo sé. — Interrumpió esta vez Marlene — James Potter es el último Potter, o al menos hasta que se case y tenga hijos.

— Pues a mi no me agrada, le dijo cosas muy groseras a mi mejor amigo, a parte de que no se quien se crea para ser un niño tan odioso. 

— Bueno... Escuché a mis padres decir que James al ser hijo único es muy consentido.

— Bueno, de eso no hay duda, Hestia.

— Lily — llamó Marlene. — Los padres de James lo tuvieron a una edad muy avanzada, es por eso que es hijo único y siempre deseo tener hermanos. 

Lily miró a su compañera de cuarto, sintiéndose mal, ella jamás había sido una persona que criticara sin conocer, pero James había lastimado a Severus y era algo que la pelirroja no podía pasar por alto. Severus Snape fue quien estuvo para ella cuando Petunia comenzó a llamarle por nombres ofensivos y fue quien le habló sobre la magia, en pocas palabras Lily le tenía un gran aprecio y el cariño que sentía por Severus era algo que jamás había sentido con nadie, como si tuvieran una conexión dentro de ellos.

— No te preocupes, Lily — consoló Marlene tomando a la niña por los hombros. — Jamie es muy grosero cuando quiere, aparte de que es un niño y ya sabes lo que dicen, las brujas maduramos más rápido, o algo así dijo mi mamá.

En el ala asignada para los varones, dos pequeños que no habían parado de hablar desde su viaje en tren sonrieron abiertamente cuando al llegar a la habitación de uno, se dieron cuenta de que serían compañeros de cuarto durante sus años en Hogwarts.

— Me pregunto quiénes serán los otros dos, por cierto, ¿supiste que el camino al cuarto de las niñas está hechizado para que nosotros no entremos ahí? 

— No creo que eso sea un reto para nosotros, somos demasiado inteligentes como para que algo tan pequeño nos detenga — respondió James a Sirius con una gran sonrisa burlona. El par abrió la puerta y al entrar se encontraron con un chico de estatura pequeña y piel pálida, su cabello marrón parecía estar sucio al no tener brillo y sus ojos de un color azul acuoso le hacían ver como un ratón miedoso.

— Ho...Hola — tartamudeó, James y Sirius compartieron una mirada y entraron a la habitación.

— Hola, soy James Potter y él es Sirius Black, somos tus compañeros de cuarto.

— Yo... soy... Peter... Peter Pettigrew.

Antes de que siquiera una palabra más pudiera salir de la boca de alguno de los tres niños, la puerta de la habitación se abrió y frente a ellos apareció aquel niño flacucho de cabellos claros que había sido sorteado en Gryffindor hasta el final, James le miró sin entender, su mirada demostraba cansancio, como si estuviese enfermo.

— Hola — saludó levemente.

— ¡Soy Sirius! - se presentó el niño en un grito, pasando su brazo por sobre el cuello del recién llegado. — ¿Cómo te llamas?

— Remus.

— Bueno Remus, somos tus compañeros de habitación y nuevos amigos, así que no se aceptan cosas como "Estoy mejor solo" y así, se ve que eres de ese tipo.

El niño de ojos claros miró a sus compañeros de habitación y sonrió, aprovecharía al máximo mientras pudiera, mientras nadie conociera su secreto. Los cuatro chicos comenzaron a hablar sobre qué clase esperaban con más ansias, James y Sirius esperaban las lecciones de vuelo en escoba, Peter pociones y Remus quería defensa contra las artes oscuras, lo cual emocionó a James ya que era una de las clases que también esperaba.

— ¿Entonces el año que viene llega tu hermano ? — preguntó Peter a Sirius quien suspiró con una pesadez que no debería tener ningún niño de su edad, entonces asintió.

— Estoy seguro de que estará en Slytherin, le queda perfecto, siempre ha sido lo que mis padres esperan que sea. 

— Bueno, tú eres la gran excepción Sirius, eso es lo que importa — comentó James, estaba casi seguro de que en la casa de Sirius no les iba a gustar que siendo un Black este estuviera en Gryffindor.

— Lo sé, pero ustedes tienen suerte, son hijos únicos, yo no solo tendré que aguantar a mi hermano el año que viene, este año aguantaré a mi prima Narcissa.

— ¿Narcissa? — preguntó Remus mirando fijamente a Sirius, aquel nombre había removido algo dentro de él, un sentimiento que no reconocía se hizo presente y el pequeño no pudo hacer más que atribuirlo a aquello que escondía con tanto cuidado. 

— Sí, la llaman la princesa de Slytherin, y con justa razón, jamás conocerán a nadie más orgullosa y astuta que ella, cree firmemente en la pureza de la sangre y sobre todo está comprometida con Lucius Malfoy.

— ¿En serio? 

— Sí, mis tíos la comprometieron con él desde niños y aunque ella diga que le quiere, sé que no es así, solo lo hace porque teme a sus padres.

— ¿A qué te refieres? — volvió a preguntar Remus, Sirius rascó levemente su nuca antes de continuar: 

— Bueno, es la menor de tres hermanas Black. Bellatrix es la mayor y si soy honesto, la peor de las tres, ella ya está casada, obviamente con un sangre pura, un sujeto del que no conozco su nombre solo su apellido, Lestrange. Luego está mi pobre prima Andrómeda, se casó con un hijo de muggles y la desheredaron, incluso mi tía la borro del árbol familiar, aunque a mi me sigue agradando, a veces nos vemos a escondidas en el Callejón Diagon y cuando conocí a su esposo Ted, fue genial, me regaló unos dulces muggles, muy simples, pero extremadamente deliciosos.

— ¿Quiénes son los Malfoy? Mi madre es muggle y mi padre no, pero jamás habla de esos temas en casa.

— En el mundo mágico existen familias que toda la vida han promovido la pureza de la sangre, ya sea porque lo creen o porque ha sucedido que solo se casan entre magos y brujas. Por lo que me plática mi papá, hasta hace unos… doce años eran llamados los Sagrados Treinta y Uno.

— Incluso alguien escribió un libro, pero quitaron a algunas familias por su apoyo a muggles, hijos de muggles y squibs — agregó Sirius.

— Entre esas familias está la mía, pero en la sociedad mágica no prestaron mucha atención a eso, sino a lo que saben — explicó James, pero Lupin no pudo evitar preguntar:

— Perdón pero, ¿dijiste doce años?

— Sí, uno de ellos se casó con una hija de muggles y al hacer eso, se pierde la supuesta pureza de la sangre, entonces la gente dejó de llamarlos los Sagrados treinta y uno.

— ¿Qué pasa cuando eso sucede?

— Nada realmente, solo ya no eres visto como un sangre pura y hay quienes dejan de hablarte, aunque es mejor, la mayoría son unos idiotas — contestó Sirius a Remus. — Aunque no recuerdo quien fue el último valiente que se casó con alguien no mágico

— Era un apellido extraño.

— Todos los apellidos del mundo mágico son raros — dijo Peter al escuchar a James y el trío de chicos frente a él rió levemente.

— ¡Lupin! — exclamó Sirius y su delgado compañero le vio con sorpresa. — ¿Qué?, ¿dije algo malo?

— Yo soy Remus Lupin, ese… Ese es mi apellido.

— Bueno amigo, tu padre es una leyenda — dijo James con seguridad, aquello hizo sonreír a Remus, que ya no sentía vergüenza de decir quien era su padre.

Chapter 3: Segundo año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Septiembre 1, 1972

— La clasificación de las casas es una ceremonia muy importante, porque mientras estén aquí, su casa será algo así como una familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de sus casa, dormirán en el dormitorio de su casa y pasarán los tiempos libres en la Sala Común de su casa; Las casas son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin — volvía a decir Minerva McGonagall mientras veía  a los nuevos alumnos a ingresar.

Los pequeños entraron en el gran comedor y rápidamente, un pequeño Regulus Black buscó a su hermano, a pesar de que sus padres no querían a Sirius, ellos tenían ese vínculo de hermanos que los hacía quererse el uno al otro. 

En la mesa de los leones, Sirius miraba a su hermano con esperanza, sabía claramente que Reggie terminaría en Slytherin, pero había algo que caracterizaba a Sirius por sobre todos en la familia Black y era aquella esperanza que vivía religiosamente en su espíritu.  Por otro lado, en la mesa de las serpientes, Narcissa Black observaba a su primo menor con una mirada de seriedad, la rubia se sentía incapaz de salvar el pellejo de Regulus como había hecho con Sirius, sus tíos realmente esperaban que el pequeño fuese una digna serpiente y dentro de ellos siempre habían sentido que Sirius no estaría en Slytherin. 

— ¡Regulus Black! — la voz de Minerva McGonagall llamando al menor, hizo que Sirius y Narcissa contuvieran la respiración. La mente de Narcissa trabajaba muy diferente a la de Sirius, ya que se encontraba formulando maneras de controlar el daño que pudiera ocurrir de Regulus quedar con su hermano en la casa de los leones, mientras que Sirius solo le pedía a Merlín que dejara a su hermano con él.

— ¡Slytherin! — la mesa de Slytherin solo aplaudió con gusto, pero manteniendo su postura y el pequeño Black miró a su hermano, pero Sirius solo desvió la mirada ignorando a su hermano. Narcissa Black logró respirar nuevamente y continúo observando el ritual de inicio de clases.

En la mesa de Gryffindor, nadie se atrevía a decir nada, todo aquel que conociera a Sirius y su grupo de amigos sabían que la actitud que mostraba el Black no era normal en él, por lo que continuaron vitoreando por quienes quedaban en su casa, pero todo dando su espacio al pequeño de segundo año. En la mirada de Sirius había un atisbo de tristeza, incluso algunos de los profesores podían sentir aquel sentimiento de dolor que aparecía en el pequeño.

— ¿Qué le sucede? — preguntó Lily en un susurro, presentía que había algo que no estaba entendiendo.

— Ese Black, es Regulus, el hermano menor de Sirius.

— ¿Y qué tiene?

— Lily... Los Black siempre han sido magos de magia negra, ya te lo habíamos dicho... Pero al parecer Sirius realmente esperaba que Regulus quedará aquí con él — contestó nuevamente Marlene, mirando con algo de pena al chico frente a ella que parecía absortó en sus pensamientos.

La pelirroja giró su cabeza para ver a Sirius y por primera vez pudo ver en él a un chico de su edad que no buscaba dañar o burlarse de los demás. Una vez terminada la ceremonia y la cena, todos se dirigieron a sus respectivas salas comunes, Regulus trató de llamar la atención de su hermano, pero el Prefecto de Slytherin lo tomó de su túnica y lo alejó, recitando algo sobre cómo las serpientes y los leones no se juntaban.

A la mañana siguiente, después de una noche de insomnio por parte de los hermanos Black, la mesa de los leones mantenía un silencio poco característico de ellos. Remus y Peter compartían miradas de preocupación mientras trataban de comer algo de lo que había en su plato, pero el saber que Sirius no se encontraba del todo bien les impedía disfrutar verdaderamente de su almuerzo.

— ¡Oigan! Moody me contó un chiste, es tan malo que da risa — dijo James llegando a la mesa de Gryffindor con aquella sonrisa burlona en su rostro. — ¿Quieren oírlo?

Los únicos que asintieron fueron Remus y Peter asintieron, James soltó una risa y los miró, acomodando su uniforme y aclarando su garganta como si fuese a recitar algo importante, incluso había hecho aquel manierismo tan usado por él, de subir su pie en lo primero que hubiese frente a él, siendo en este caso la banca del comedor.

— Muy bien, estaban una veela y un... leñador — James guardó silencio y miró directamente a Sirius, que no le prestaba atención, observando como su amigo no había tocado siquiera su plato vacío, su frente tocaba la mesa y cualquiera que no lo conociera pensaría que estaba dormido, pero James lo conocía muy bien, tan bien que parecía que también era un hermano Black.

El azabache pasó sus ojos avellana por el gran comedor y en la mesa de Slytherin vio como la frente de Regulus Black tocaba la mesa, haciendo creer a todos que se encontraba dormido en su primer día de clases. Potter sonrió abiertamente, los hermanos Black eran muy similares, especialmente en sus acciones, ambos estaban lastimados y, aún rodeados de gente, se sentían solos.

El mayor de los Black no había hablado mucho tampoco desde la Ceremonia de asignación de las casas. James abrió su boca, pero la cerró inmediatamente al no saber qué decir, por lo que giró su cabeza hacia Peter quien desvió su cabeza con timidez y a Remus, pero este solo pudo darle una mirada de tristeza, lo cual claramente no le ayudó.

James suspiró y subiéndose a la mesa tomó su plato, ganándose la mirada de todos en el gran comedor y sobre todo la de Sirius, las chicas le miraron con duda y escucharon como todos comenzaban a murmurar.

— ¡Vamos! — exclamó James y rápidamente, sin necesidad de explicaciones, Remus, Peter y Sirius tomaron su plato y subieron a la mesa junto a él,  bajaron con cuidado y después subieron a la siguiente mesa, la de Ravenclaw. — Disculpen la intromisión, no queremos incomodar, no nos quedaremos.

Después subieron a la mesa de Hufflepuff, donde Peter piso un pudin y casi cae, de no ser por Remus que le tomó por la túnica, la gente se quejaba a medida que tenían que moverse, pero para cuando el pequeño Regulus se dio cuenta de todo este ajetreo tenía a su hermano y tres nuevas personas frente a él con una sonrisa.

— Hey, Reggie — saludó Sirius mirándole con cariño.

— Espléndida mañana, ¿no lo crees?... Soy Remus Lupin, por cierto. 

— James Potter, ¿te importaría pasarme los huevos? — Regulus sonrió abiertamente y asintió, pasando la comida al amigo de su hermano. Los cinco niños se tensaron cuando vieron a la profesora McGonagall acercarse a ellos.

— Aquí están sus horarios para este semestre, las clases empiezan a las 9 AM, no lleguen tarde, esta vez, por favor usen los pasillos — indicó la mujer mirandoles con seriedad y se giró dispuesta a irse, pero se detuvo y suspiro. — Y Pettigrew, límpiate eso del zapato.

— Gracias, Minnie — dijo James y se giró a ver a los Slytherin, apuntando con su tenedor. — Ninguno de ustedes la puede llamar así.

Lily miraba la escena desde la mesa de Gryffindor, sin darse cuenta una sonrisa divertida había parecido en su rostro. Su mirada se encontró entonces con la de Regulus Black que sonrío y en sus mejillas apareció un leve sonrojo, la chica sonrió amable y se giró con su grupo de amigas a continuar almorzando.

— ¿Cómo se atrevieron? — preguntó una voz en el baño de niñas, las clases comenzaban en un par de minutos.

— No sé de qué estás hablando, Merry.

— Cissy, esos sucios traidores a la sangre se sentaron en nuestra mesa, ¿cómo puedes estar tan tranquila? — chilló la chica de ojos verdes mirando a la princesa de Slytherin que no imitó la energía con la que hablaba su compañera. 

— Simplemente le hicieron un favor a mi primo, en poco tiempo Sirius y Regulus dejaran de hablarse, las tradiciones de las casas harán eso.

— ¿Pero en cuanto tiempo? 

— El que sea necesario, ¿por qué mejor no cierras la boca? Son mis familiares y no ando haciendo berrinches.

— Es por eso mi querida Cissy que eres la princesa de Slytherin — habló de manera venenosa Anne, una chica sangre pura de cabellos rojos.

— Bella no permitiría eso — volvió a atacar Merry mirando a otro lado, al escuchar el nombre de su hermana Narcissa Black se levantó con su inconfundible elegancia y caminó hasta ella mirándole con odio.

— Bella, no está y si lo estuviera, ya te hubiera lanzado tantos cruciatus que estarías en San Mungo — las frías palabras sorprendieron a las compañeras de Narcissa, era bien sabido que la más pequeñas de las bellezas Black era una chica que siempre se mantenía al margen. — Te sugiero que no continues con este intento de guerra, eres una Fleamont que ni siquiera aparece en la lista de los Sagrados Treinta* porque no fuiste varón, dando por terminada la línea de sangre de tu familia, ¿quieres que continúe explicando cómo tu familia fue maldecida para solo tener mujeres?

— ¿Verás a Lucius este fin de semana en Hogsmeade? — preguntó Anne, tratando de quitar la tensión del ambiente. 

— No lo sé, ni me interesa — dijo la chica Black, dejando atrás a sus compañeras y caminando lentamente hacia su primera clase, recordando la escena que Sirius y sus amigos armaron en el gran comedor.

Chapter 4: El Secreto

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— ¡Severus! — gritó la pequeña Lily corriendo hacia su amigo con una gran sonrisa. El chico la miró y no hizo más que saludarla con un asentimiento de cabeza, apretando los variados libros que pesaban en sus delgadas manos. — Invite a Hestia y Marlene a sentarse con nosotros, al parecer Marlene sigue necesitando tu ayuda con Pociones.

— Claro que la necesita, si dejará de tontear por todo el castillo y se pusiera a estudiar, probablemente le iría mejor en todas sus clases — se quejó el azabache ganándose una mirada de tristeza por parte de Lily.

— Eso no es educado Sev, ¿qué te sucede?

— El engreído de Potter, ganaron el partido contra Ravenclaw.

— ¿Y qué tiene de malo?

— Es solo que — Snape no pudo terminar de hablar cuando unos cabellos negros azabache pasaron por su lado empujándole con fuerza, provocando que sus libros se cayeran. Lily giró su cabeza rápidamente y se encontró con los ojos avellana de James Potter, la pelirroja lanzó su mejor mirada asesina y se arrodilló a ayudar a su amigo.

— Lo sentimos, Quejicus — dijo la inconfundible voz de Sirius Black antes de irse corriendo camino a su habitación.

— Evans te miro como si hubieras quemado su libro favorito — comentó Sirius mientras seguía a James dentro de la habitación, ambos soltaban unas cuantas risas.

Remus Lupin por su parte se encontraba haciendo su maleta con la misma excusa de siempre: debía ir a casa a ver a su madre. James ignoró a su amigo de ojos grises y se quedó observando a Remus, quien podía sentir su mirada por lo que se giró a verles.

— Hola.

— ¿Qué haces, Remus? 

— Oh... Ya sabes, mi madre me necesita y tengo que ir a verle.

— ¿En serio? — preguntó Sirius una vez que el susodicho contestó la pregunta de James, Remus solo asintió y se giró nuevamente para evitar verles.

— Remus... Somos tus amigos, solo dinos la verdad.

— No sé de qué me hablan.

— Tienes una apariencia enferma todo el tiempo, desapareces cada mes en las fechas de luna llena — Remus tragó pesada aún sin ver a sus amigos, las palabras de Sirius lo habían tensado. — Cuando regresas tienes más rasguños en tu cara y cuerpo, nos damos cuenta siempre.

— Eres un hombre lobo — soltó James de repente, cuando vio que Remus efectivamente no diría nada, el delgado chico sintió que sus piernas querían dejar de funcionar y sus manos comenzaron a sudar.

— Lo sabemos desde el mes pasado, aunque teníamos nuestras sospechas desde el primer año.

— Lo siento, si es que les da asco puedo pedir que me transfieran a una habitación solo.

— ¿Asco? Lupin, ¡es asombroso! Imagina lo que podemos hacer, supe que a partir del tercer año veremos temas de hombres lobo, vampiros y lo que sea, contigo de nuestro lado nada nos detendrá.

— Entonces... nosotros.

— Somos tus amigos, Remus. 

— Pero yo si quiero saber como fue que te convertiste — dijo Sirius tras escuchar a James.

— Bueno... Según por lo que escuche a mis padres, mi padre odiaba u odia a los hombres lobo, estaba en contra de que fueran tratados como iguales a nosotros; no sé cómo fue pero ofendió a uno de ellos, un tal Fenrir Greyback, no recuerdo mucho, solo su olor... Es asqueroso, una mezcla de sudor, sangre y mugre — Remus hablaba con la mirada perdida.

— ¿Tú padre te lastima? — preguntó James sacando a su amigo de su trance.

— No, a pesar de que me convertí en lo que más odiaba, me sigue amando. 

— ¿Dónde pasas tus noches como lobo?

— En la casa de los gritos, siempre que va a empezar o terminar el proceso me muero de hambre, es por eso que temo lastimar a las personas.

— Pues entonces antes de que te vayas, vamos a comer y por Peter — indicó Remus tomando a su amigo del cuello.

— ¿Podemos no decirle a Peter aún?

— Tranquilo, si él no se da cuenta solo, no diremos nada — aseguró James con una sonrisa decidida.

— Narcissa, ahí viene el niño que siempre se te queda viendo, el flacucho — comentó la chica Merry, Narcissa Black ni siquiera se giró a verlo, ni respondió. — Oh vamos, podrías jugar con él un rato, es solo unos años menor.

— Merry déjame en paz, necesito estudiar, ¿por qué mejor no te vas?

La chica de cabellos azabaches miró fijamente los azules ojos de la Black y tras ver rastros de odio en ellos, dio un paso atrás. Narcissa espero a que Merry se fuera para girarse y caminar al gran comedor, quería comer algo mientras estudiaba y estaba segura que alguno de los elfos la obedecería sin problema. 

Al entrar y buscar un asiento en la mesa de Slytherin, la chica dejo caer con delicadeza sus libros y comenzó a trabajar, sin embargo unas melodiosas risas llegaron a sus oídos, la rubia levanto su cabeza y se encontró con los bromistas de Hogwarts, cuatro chicos de segundo año que se habían encargado de colmar la paciencia de la persona más paciente de toda la escuela.

— Estúpido, Sirius — soltó la rubia al ver a su primo que formaba parte de ese grupo, ella jamás podría tener esa libertad de reírse a carcajadas o de no preocuparse por sus calificaciones, ni siquiera podría estar en otra casa que no fuera Slytherin, especialmente si quería seguir viviendo la vida que tenía, a sus catorce años, Narcissa lo sabía muy bien.

Por su parte, James Potter pudo sentir una pesada mirada, por lo que pensando que sería Severus Snape comenzó a pasar su mirada por el gran comedor, encontrando la mirada de Narcissa Black, quien sin miedo a ser descubierta le sostuvo la mirada.

— Sirius, tu prima te está viendo otra vez con esa mirada asesina que tiene — Los cuatro chicos dirigieron sus miradas hacia la chica y sin temor alguno el susodicho sonrió de manera amplia y saludo a su prima lo más efusivo que pudo.

Entonces de manera abrupta, el pequeño Black cayó de espaldas, Narcissa sonrió orgullosa y dejó de verlos para seguir poniendo atención a sus estudios. Sirius la miró y antes de que siquiera pudiera lanzar un maleficio, Regulus entró con unos cuantos pergaminos y le sonrió desde lejos.

— Regulus, ven aquí — indicó Narcissa mirando a su primo menor, Sirius dejó de ver a su hermano y se giró con sus amigos.

— Hola Cissy.

— Hola, me alegra mucho que estemos en la misma casa y como somos familia puedes pedirme ayuda en lo que sea, aunque debes de saber que el pedir ayuda puede ser a mí o a cualquiera en Slytherin, para eso es la selección de las casa, nos colocan con gente igual a nosotros — la voz de Narcissa era tan calmada que Regulus no podía sacarla de su cabeza, ni siquiera pudo hacerlo cuando se fue a dormir.

Al caer la noche, Remus llegó a la casa de los gritos, esta vez sin tanto miedo, ya no temía que sus amigos se dieran cuenta y presentía que Peter entendería cuando se enterara de su situación. El pequeño guardó sus cosas debajo de una tabla suelta en el piso, era la manera más segura de que su ropa no fuera destruida por el mismo durante el proceso. Sin más, la luz de la luna inundó la casa y un desgarrador grito salió desde lo más profundo de su garganta.

Chapter 5: Tercer año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Marzo 25, 1974

Una mañana de sábado, en la habitación de las Gryffindor, Marlene y Hestia caminaban por todos lados, entre que se daban un baño y sacaban ropa de sus baúles, Lily solo podía verlas con una sonrisa casi burlona. Entonces la rubia se detuvo y miró a la pelirroja fijamente antes de hablar:

— Lily, vendrás con nosotras al juego.

— ¿Por qué? — preguntó la susodicha borrando su sonrisa.

— Porque es necesario que demostremos apoyo, juegan contra Slytherin y ya sabes... son casas rivales.

— ¿Hestia irá al juego también?

— Sí — contestó Hestia saliendo del cuarto de baño con su cara pintada con los colores de Gryffindor. Lily suspiró pesadamente, pero al saber que no tenía tareas ni trabajos por hacer asintió con su cabeza.

Por su parte, el equipo de Quidditch de Gryffindor se encontraba nervioso, era uno de esos juegos decisivos y muy importantes, donde si ganaban los leones, Slytherin quedaría eliminado, James suspiró pesadamente y miró a sus amigos.

— ¿Cómo se supone que ganaremos esto? 

— Bueno, sé que no soy experto en Quidditch, pero probablemente anotando más puntos que el otro equipo — contestó Remus burlonamente a James ganándose una mirada por parte de su amigo.

— Largo de aquí.

— Tranquilo James, lo haremos bien, no es la primera vez que jugamos contra ellos. 

Los gritos de los Gryffindor se hicieron presentes por lo que Remus y Peter se fueron, el partido estaba por comenzar, Sirius le dedicó una sonrisa de confianza a su James la cual fue correspondida.

— ¡Muy bien leones, acabemos con ellos! — James no era el capitán del equipo, pero era bien sabido que sin él y Sirius, el equipo de Quidditch no sería el mismo.

— Hola chicas.

— Hola Remus, hola Peter, ¿Qué tal están los muchachos?

— Nerviosos, pero ya sabes, es un juego importante — contestó el susodicho a Marlene.

El pitido que daba inició al partido se escuchó claro y fuerte, conforme avanzaba Lily Evans podía ver que, efectivamente, James Potter era tan bueno como se decía, incluso más de lo que la gente hablaba. La pelirroja le miró con detenimiento, admitiendo que era guapo pero inmaduro, todo un Gryffindor pero arrogante, inteligente pero bromista, la ojo verde sacudió su cabeza saliendo de su ensoñación, sin entender de dónde habían salido aquellas ideas.

— ¿Estás bien, Lily? — preguntó Remus mirándola con esa típica cara cansada, Lily sonrió asintiendo. De los cuatro chicos, Remus Lupin era con el que mejor se llevaba la pelirroja, sumando que siempre lo vio como el chico indefenso e inteligente, a pesar de saber que Peter era aún más indefenso que Remus, Lily sentía un vínculo especial con el hombre lobo, un vínculo parecido al que tenía con Severus, un vínculo que sabía no se trataba de algo romántico.  

En las gradas de Slytherin, un pequeño de segundo año no podía evitar mirar a una chica de mejillas sonrojadas que vitoreaba por el equipo enemigo. Hestia Jones, saltaba y gritaba emocionada, la chica disfrutaba mucho de los partidos de Quidditch y no era sorpresa de nadie verla en primera fila desgarrándose la voz. Regulus sonreía mirándola atentamente y solo dejaba de hacerlo cuando su compañero Severus le hablaba.

Al terminar el partido, el equipo vencedor fue Gryffindor lo que significaba que tendrían la oportunidad de celebrar, sin embargo no todos los que pertenecían a esta casa tenían ánimos para hacerlo, Sirius Black se encontraba observando como su hermano menor conversaba muy entretenido con Quejicus.

— ¿Qué sucede, Sirius? — preguntó la voz de la princesa de Slytherin detrás de él.

— Fuiste tú, ¿cierto?

— ¿Eso? No — contestó la rubia Black y al ver el rostro de su primo dejó salir un pesado suspiro. — Lucius, él y Snape son buenos amigos, no tengo idea de como, pero parece ser que piensa llevárselo con el señor oscuro.

— Deja a Regulus fuera de eso.

— No es mi decisión, es de él y por más que quisiera ayudarte, eres un traidor a la sangre, mis padres me borrarían inmediatamente del árbol familiar, no quiero eso.

— Eres una cobarde. 

— Basta, Sirius.

— ¡Oh, vaya! La princesa de Slytherin cree que le tengo miedo a sus miradas o sus estúpidos maleficios — el chico de ojos grises miraba fijamente a su prima, pero esta no parecía ser la misma, había algo diferente. — Andrómeda podrá ya no estar en el árbol familiar, pero la prefiero un millón de veces que a ti, sangre pura de mierda.

Sirius se fue hecho una furia dejando a Narcissa sorprendida, estaba acostumbrada a que la quisieran comparar con Bella, pero jamás había escuchado a nadie decir que Andrómeda, la traidora de la sangre, la vergüenza de los Black, fuera mejor que ella.

— Él no habla en serio, solo está molesto — Narcissa se giró hacia aquella tranquila voz y se encontró con aquel chico flacucho y de mirada cansada.

— Nadie pidió tu opinión.

— Lo sé — aceptó el muchacho encogiéndose de hombros. — Pero nadie pidió la de Sirius.

La más pequeña de las Black, volvió a su postura elegante pero altanera y salió del lugar, sin embargo, Remus Lupin alcanzó a divisar una sonrisa en su rostro antes de perderle de vista, no sabía si era el hecho de que Lucius ya no estuviera, pero Narcissa no podía evitar sentirse halagada y deseada cada vez que el flacucho chico la miraba.

— Las visitas a Hogsmeade son un privilegio, sin permiso no pueden asistir y es necesario que presenten un comportamiento.

— Digno de un alumno de Hogwarts, lo sabemos Minnie, tranquila... Mantendremos a raya a todo aquel que haga lo que no debe — Interrumpió James a McGonagall mientras le guiñaba el ojo, los cuatro chicos iban caminando con sus mejores sonrisas, listos para robar el aliento de cualquier chica que se cruzara en su camino.

— No puedo creer que Potter sea tan insolente con la profesora.

— Tranquilo, Sev... No es bueno que te molestes por algo así, además si a la profesora McGonagall no le molesta, no entiendo porque a ti sí — dijo la pequeña Lily mirando a su amigo con esa inocente sonrisa que solo ella tenía.

— Ya estamos, ¿a dónde iremos? — preguntó Marlene llegando a su encuentro con la tímida Hestia. 

— De hecho, estaba pensando en ir a la casa de las plumas.

— Podemos ir ahí primero y después a Honeydukes — propuso Lily a lo que sus amigas asintieron y Severus solo se encogió de hombros.

— Invite a un amigo, espero no te moleste. 

— Snape — saludó Avery, tensando a las 3 chicas, era bien sabido que tenía un humor muy cruel y oscuro, donde los hijos de muggles eran los principales blancos. — Invite a Mulciber, pero ya sabes.

Las chicas caminaban por Hogsmeade delante de Severus y su invitado, se sentían incómodas y claramente no querían continuar con el paseo. Por su parte, el grupo de James Potter se divertían como los inmaduros que eran, pero al ver pasar al trío de chicas que adoraban se detuvieron.

— ¿Qué hacen con Avery? — preguntó James mirando con duda, sus amigos detuvieron la guerra de bolas de nieve que traían y siguieron la mirada del azabache. — Va a lastimar a Evans, especialmente si se les une Mulciber, son aficionados a la sangre pura. 

— ¡Marlene! — gritó Sirius llamando a su amiga, la susodicha le miró y en sus ojos pudieron leer el miedo. — Vengan aquí.

— Lily, te veré después, voy con Avery a hacer unas cosas, a menos que quieras venir con nosotros — Dijo Severus y la niña solo logró negar ante la atenta mirada del otro Slytherin. 

— No, de hecho, necesito pedirle ayuda a Remus con una tarea — antes de que Severus pudiera ofrecerse a ayudarla al regresar al castillo, Lily se giró y prácticamente corrió hasta donde estaban los cuatro chicos Gryffindor que les miraban expectantes. Las chicas seguían ajenas viendo que tan lejos estaban los Slytherin, estaban acostumbradas a Severus que siempre estaba con Lily, pero Avery era totalmente diferente.

— ¿Qué hacían con ellos?

— Bueno — empezó Marlene, mirando a Sirius. — Siempre andamos con Severus, pero ahora invitó a Avery y ya no supimos como reaccionar.

— Deben tener cuidado, en especial tú, Evans — la pelirroja solo le dirigió una mirada a James, podía sentir la incomodidad dejando su cuerpo. — Avery y Mulciber podrían lastimarte sin miedo a las consecuencias. 

Lily escuchó las palabras de James, ignorando a pesar de saber que tenía razón, su excesiva arrogancia impedían que la pelirroja deseara tener algún tipo de comunicación con él. Incluso cuando sus amigas y ella andaban con el grupo de chicos, se limitaba a charlar solo con Remus. El resto de la tarde, las chicas fueron custodiadas y cuidadas por los Gryffindor, incluso Lily convivió un poco más con el delgado Remus Lupin y algunas dudas cruzaron por su mente respecto al chico, pero por respeto a su persona optó por quedarse callada.

Chapter 6: Cuarto año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Octubre 1, 1974

Remus Lupin se encontraba en el lugar más escondido de la biblioteca leyendo un libro sobre runas antiguas, durante el verano había optado por tomar la materia junto a su amiga Lily Evans. El chico de aspecto enfermo se encontraba tan absorto que no escuchó cuando la menor de las Black llegó frente a él.

— Te estoy hablando.

— Disculpa, yo — Remus dejó de hablar y se quedó mirando fijamente a Narcissa, la rubia siempre le había parecido una mujer sumamente hermosa, pero desde que habían regresado este año, no podía evitar desear estar con ella.

— Sí, ya me di cuenta, escucha me dijeron que eres muy bueno en Transformaciones así que necesito que me ayudes, este año presento mis T.I.M.O.S y quiero obtener un Extraordinario en todas para tener de donde escoger para los EXTASIS.

— Yo.

— Si no puedes, habla ya, para buscar a alguién más.

— ¡No! — exclamó el chico sin darse cuenta, rápidamente el sonido de Madam Pince mandando callar se hizo presente. Remus continúo hablando en un susurro: — Quiero decir sí, yo te puedo ayudar, cuando quieras empezamos.

 Narcissa sonrió coqueta, la rubia sabía lo que estaba haciendo, el delgado joven le llamaba la atención y el sentirse halagada por cómo la veía solo alimentaba su ego. Para la rubia Black, no importaba como la viera Lucius, jamás se compararía con lo que este chico mestizo le hacía sentir, ni el cómo la hacía actuar el buscar que la mirara.

— Nadie puede saber, sería una vergüenza para los Black que la gente se entere que soy una tonta, así que durante las noches, después de la cena, en la torre de astronomía — Remus logró a asentir y Narcissa se giró mientras comenzaba a caminar. — Ah... y no llegues tarde, odio estar esperando.

Lejos de la biblioteca, Sirius Black y James Potter caminaban con prisa hacia las clase de Encantamientos, era una de las pocas clases que compartían con la casa de Ravenclaw, por lo que no les interesaba del todo. James vio como su amigo caminaba en silencio, no siguiendo las bromas o burlas que él hacía, por lo que se percató de que algo andaba mal.

— ¿Todo bien, Sirius?

— Sí, solo que últimamente tengo más problemas en mi casa por estar en Gryffindor y no pensar igual que ellos, siento que en cualquier momento voy a explotar — contestó el susodicho a su fiel amigo Potter.

Los chicos entraron a la clase del profesor Flitwick, James corrió a sentarse con Evans, deseaba verla molestarse. Por su parte, Sirius se sentó hasta el final de la clase a la cual no puso ni la más mínima atención mientras soñaba con haber pertenecido a la familia  Potter, tal vez de aquella forma su vida hubiera sido mucho más sencilla, llena de risas, de amor y de un cariño inmensurable. Al final, Flitwick comenzó a recoger las tareas y Sirius la entregó sin percatarse que dentro de su ensoñación había escrito su nombre incorrectamente.

Sirius Potter

James se dio cuenta mientras recogían la tarea de Lily y rápidamente escribió en la suya, la pelirroja le vio mientras el profesor la tomaba, pero tampoco ella pudo decir nada, aquello le había parecido raro, pero era una de esas cosas que James Potter hacía que solo le daba más razones para pensar en lo atractivo que era. Lily se levantó de su lugar, aún pensando en la razón detrás del cambió de nombre del chico en su tarea.

James Black

— Eso fue genial, Sirius... Imagina todo el trabajo que le daremos a Flitwick cuando no sepa quién hizo qué tarea, especialmente porque ambos la hicimos juntos y escribiendo en ambos pergaminos, excelente trabajo — le dijo su fiel amigo al salir de la clase, Sirius solo sonrío seguro de que pasará lo que pasará, James estaría ahí para ayudarle.

— Hola Lily.

— Oh... Hola Sev — saludó la niña con una sonrisa, mientras dejaba de escribir en su pergamino. — ¿Cómo te ha ido en tu día?

— Muy bien, estaba pensando que podríamos estudiar juntos Defensa contra las Artes Oscuras.

— Sabes que no me gusta la materia, Sev.

— Pero se te da muy bien, Lily – comentó Severus, acercándose a su amiga. — Además, estudiando juntos estoy seguro de que le podrás agarrar el gusto y serás la mejor.

— Bien, solo porque eres mi amigo estudiaré contigo y porque quiero buenas calificaciones — Severus sonrió satisfecho antes de llevarse a su amiga del brazo. Al llegar a la biblioteca, estuvieron practicando hasta que Lily tuvo que irse para llegar a su clase de runas antiguas, la chica se sentó junto a Remus apenas lo vio.

— Hola Remus.

— Hola Lily, me pase por la biblioteca temprano y estuve buscando sobre esa runa que no logramos entender, la verdad es que si era muy sencillo y estábamos mal en un minúsculo detalle.

— No sabes lo feliz que me hace escuchar eso, la verdad que ya necesitaba un respiro, estuve practicando DCAO con Severus mucho tiempo.

— Sé que no es de mi incumbencia y espero no te lo tomes a mal — Remus miraba a Lily con miedo, pero la chica le miró con ternura, por lo que suspiro. — Creo que deberías cuidarte, entiendo que Snape es tu amigo, pero no se junta con las mejores personas.

— Gracias y lo tendré, te puedo asegurar que Severus es bueno, independientemente de que esté en Slytherin.

Remus miró a la chica y asintió con una sonrisa, Lily era la persona más amable y bondadosa que él había conocido, por lo que no podría soportar que alguien la hiriera, sus sentimientos hacía ella eran los de un hermano protector y con justa razón, el chico ya sospechaba que la inteligente Lily sabía de su situación.

Una vez terminada la clase, ambos Gryffindor se dirigieron al gran comedor, al entrar Remus no pudo evitar sentirse nervioso, la princesa de Slytherin le dio una rápida mirada, entonces caminó hasta el lugar que sus amigos le habían guardado y justamente tenía una vista perfecta a la menor de las Black.

— ¿Por qué no comes Remus?

— Oh... no tengo mucho apetito, ya sabes, ya casi viene la luna llena y traigo un poco de asco — mintió a Sirius que le miraba mientras comía una pieza de pollo, se sintió mal pero no podía decirle que se vería con su prima, lo odiaría.

Unos momentos más tarde y con solo un jugo de calabaza y un pequeño pedazo de carne, Remus decidió levantarse ante la mirada dudosa de sus amigos. Narcissa Black le miró de reojo y sonrió, sabía que el chico se dirigía a la torre, pero ella no se movería, no aún.

— Iré a la biblioteca, los veo en la habitación —los chicos no pudieron decir nada, Remus ya se encontraba caminando hacia la puerta, pero no les sorprendía en absoluto, tomando en cuenta que prácticamente vivía ahí.

— Pensé que no vendrías, saliste antes que yo del gran comedor — lo recibió Narcissa recargada en una de las paredes y mirando hacía la oscura noche. 

— Lo siento, pase a la biblioteca por unos cuantos libros, creo que podrían ayudarte entre clases, así no te avergüenzas de que te vean conmigo. 

— Te dije que odiaba esperar — le reprochó la rubia girándose a verlo, su rostro no reflejaba molestia, al contrario, se veía sereno y tranquilo, como si estuviera en paz.

— No volverá a pasar. 

— ¿Lo prometes? 

— ¿Quieres que hagamos un juramento inquebrantable? — Narcissa sonrió ante la respuesta de Remus, sabía que se divertiría, a pesar de que era el más tranquilo de los cuatro bromistas de Hogwarts, tenía un buen sentido del humor y era maduro. — Bien, empezaremos por lo básico, no porque crea que eres tonta, si no porque quiero que seas la mejor.

La princesa de Slytherin sintió sus mejillas sonrojarse por lo que se giró a ver la luna, lo que más amaba era la luna. Remus, por su parte, comenzó a hojear los libros, mirando de vez en cuando a Narcissa, se sentía un traidor hacia sus amigos, pero sabía que perdería su amistad si se enteraban de lo que estaba haciendo, sumando que esta era una oportunidad que siempre había soñado.

— Aquí está, esta es la manera correcta de mover la varita, pero no te dejaré verla sin que antes me enseñes que es lo que recuerdas y puedes hacer.

Narcissa le miró entrecerrando los ojos, sacó su varita y caminó unos pasos, pero antes de que pudiera conjurar algo, la puerta de la torre se abrió, los chicos se miraron y corrieron a ocultarse detrás de unos artefactos que se encontraban cubiertos por una manta. El espacio era tan pequeño que sus cuerpos se rozaban y los instintos de Remus eran casi imposibles de controlar, Narcissa por su parte recordaba aquellos sueños que había estado teniendo desde hacía un año.

La puerta volvió a cerrarse y esperaron unos momentos para escuchar si alguien seguía en la torre, fue entonces que sus ojos se encontraron, Narcissa le vio con detenimiento, era más alto que ella y sus ojos cerrados fuertemente la llenaban de curiosidad, quería que la viera, que la admirara con aquellos ojos café claro, necesitaba ver el deseo en los ojos de él. La lucha interna que Remus tenía contra todos sus sentidos lobunos por no tocar a la chica frente a él se inclinaba hacia la derrota, entonces apretó más sus puños, tratando de no respirar aquel aroma tan característico de ella.

— Lupin — susurró la chica mirándole fijamente, el susodicho abrió los ojos y la miró, la joven Narcissa se perdió en su salvaje mirada y sin ninguno pensarlo, sus labios se encontraron, era un beso de necesidad, un beso salvaje.

Remus jamás había besado a nadie, pero no se preocupaba por si lo estaba haciendo bien, se estaba dejando llevar por lo que siempre había soñado. Narcissa se aferraba con fuerza a los cabellos del chico, ella había besado a Lucius Malfoy con anterioridad, pero jamás se había sentido tan querida y deseada como lo hacía en ese momento con las manos de Remus Lupin recorriendo sus costados, sus labios quemaban al tacto y sus corazones latían con la misma frecuencia.

Chapter 7: Secretos en Hogwarts

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En la torre Gryffindor, una pequeña chica de cabellos oscuros y mejillas sonrojadas estaba de rodillas al costado de la cama de su compañera de cuarto. Parecía una escena extraña, donde la pequeña rogaba por algo a lo que su amiga de cabellos rojizos no quería ceder.

— Vamos, un grupo de estudio no estaría nada mal, por favor Lily — hablaba la pequeña Hestia con ojos suplicantes.

— Bien, solo si prometes dejar de rogarme de esta manera, párate.

— Sí señora — habló Hestia levantándose de inmediato, provocando una leve risa en su amiga.

— Lo haré, pero necesitamos más gente, a parte de que Severus dijo que no nos ayudaría más.

— No, dijo que a Marlene y a mí no nos ayudaría más, pero bueno, mira tú puedes explicar Encantamientos y Pociones — la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a una cansada Marlene, quien se quitó sus zapatos junto a la túnica y se recostó en la cama de Lily para platicar con las chicas.

— ¿Qué sucede?

— Estamos creando un grupo de estudio, Lily explicará Encantamientos y Pociones, tú Historia de la magia, Potter podría ayudar con Aritmancia, Remus con Transformaciones, Peter con Herbología y Sirius.... bueno él con.

— Defensa contra las artes oscuras — ayudó la rubia a su amiga que asintió con una gran sonrisa.

— Exacto, es un buen grupo y de esta manera cuando tengamos que presentar los exámenes finales seremos los mejores.

— No habías mencionado al grupo de Potter, sabes perfectamente que solo me agrada Remus.

— Oh... Por favor, Lily, no esperaras que le ruegue a Severus y su séquito de serpientes, el grupo de James son lo mejor que podríamos pensar.

— Opino igual que Hestia, esta es una gran oportunidad para todos y a parte de eso, Remus y tú podrían estudiar para Runas Antiguas — la pelirroja miró detenidamente a sus amigas pensando en si era buena idea, pasar tiempo con Potter era una de sus peores pesadillas, pero tenía razón en que sus amigas la necesitaban. Pensándolo más a profundidad, Lily entendió que Severus se enfadaría con ella, definitivamente lo haría, pero ya era muy tarde para pensar en eso, Lily acababa de asentir con su cabeza.

— Sólo porque son mis amigas acepto.

— ¿Creen que deberíamos decirle a Regulus?

— ¿Regulus Black? — preguntó Marle al escuchar a Hestia, se preguntaba si había escuchado bien. La castaña asintió. — ¿Por qué tendríamos que hacerlo?

— Bueno, es hermano de Sirius y es bueno en clases.

— Pero no va en nuestro curso — dijo Lily sin entender del todo hacia donde iba su amiga.

— Solo era una idea — habló Hestia, riendo levemente.

— Lily, ¿Severus y tú siguen siendo amigos?

— Sí, ayer volvimos a practicar DCAO... Odio practicar con él, pero es mi amigo — contestó la pelirroja a Marlene quien la miraba preocupada. — ¿Por qué?

— Hoy lo vi, estaba con sus amigos y... bueno, estaban leyendo algunos libros que no parecían muy buenos, parecían de magia oscura, incluso estaba practicando algunos hechizos de ahí.

— ¿Qué?

— Lily, solo ten cuidado, sé que es tu amigo y no quiero que deje de serlo, pero eres mi amiga también y me preocupo por tu seguridad.

— Marlene, él jamás me lastimaría... pero tendré cuidado — contestó la pelirroja mientras caminaba al baño, estaba preocupada, primero Remus y ahora Marlene le advertían sobre Severus, aquello no hacía más que dejar dudas sin respuesta en su cabeza.

— ¿Crees que hiciste bien en decirle?

— Hestia, sabes tanto como yo que Severus no es buena influencia, tengo miedo de que la pueda lastimar. Además, ni me digas nada, ¿qué es eso de invitar a Regulus Black a nuestro grupo de estudio?

Durante el resto de las semanas, el grupo de estudio iba funcionando perfectamente, sin tomar en cuenta las peleas que eran usuales. Al ser todos de la casa de Gryffindor pasaban todo el tiempo juntos, por lo que Lily consciente de que así seguiría siendo tomó una decisión buscando la manera de aligerar el ambiente.

— Necesitamos tiempo a solas, pasamos todo el tiempo juntos.

— Evans tiene razón, nos vamos a terminar odiando si seguimos así y les tengo demasiado aprecio como para que eso suceda — secundó James a la pelirroja.

— ¿Qué sugieren?

— James y Sirius, después de los entrenamientos no estudiaran, Remus y yo no lo haremos después de Runas antiguas, Marlene tu no lo harás al terminar Arte, Hestia y Peter al terminar música pueden descansar, sabemos quienes están débiles y en qué materias.

— Pero, si yo falto, Remus no podrá enseñarme transformaciones.

— Claro que sí Hestia, nos podemos ver en cualquier otro horario — Lupin le dio una sonrisa mientras le acariciaba la cabeza en un gesto paternal, pero de un segundo a otro se encontraba en el suelo.

— ¿Estás bien? — preguntó Marlene acercándose a ayudar, el chico asintió y pasó su mirada por la biblioteca, a lo lejos estaba la princesa de Slytherin mirándole burlona. 

— Severus — susurró Lily, James siguió su mirada y vio a Quejicus con Avery y Mulciber. La pelirroja sabía perfectamente que estaba haciendo, pero no podía soportar que su mejor amigo no confiará en ella, por lo que antes de que las lágrimas en sus ojos corrieran por sus mejillas camino a paso rápido fuera de la biblioteca.

— ¿Qué le sucede a Lily?

— Vayan a verla, tenemos unas cosas que hacer — pidió James sin apartar la mirada de Severus. — Vamos, Sirius, necesito de tu ayuda.

— Lo sé, no puedes vivir sin mi — Narcissa, por su parte, seguía coqueteando con Remus, por lo que al ver como su primo y Potter se alejaban le indicó con la cabeza que la siguiera, el chico sonrió tímido, pero no dudo en despedirse de Pettigrew y salir detrás de ella.

— Esto esta mal.

— Pero me gusta — respondió Narcissa antes de seguir besando a Remus, detrás de una de las estatuas gigantescas del castillo. — Y a ti también.

Desde aquel día en la torre, Remus y Narcissa no solo se veían para las tutorías de la chica, también dejaban que un poco de pasión se desbordara de sus personas. Él se había enamorado de ella a primera vista, ella aún no sabía si esto era algo pasajero, pero sí estaba segura de que no quería que terminara.

— Chicos, ya que tenemos días libres estuve.

— Sigo sin entender porque aceptamos estar en un grupo de estudio si siempre nos hemos ayudado entre nosotros — interrumpió Peter mirando el techo desde su cama. 

— Porque nos lo pidieron las chicas... nuestras chicas — contestó James desde su escritorio. — Como decía, estuve pensando que cada quien debemos investigar más sobre como volvernos animagos, él estar en el grupo de estudio sin días libres nos ha retrasado.

— No tienen que hacer eso por mí, deberían dejarme, sacarme del grupo.  

— Pero claro que no vamos a sacarte del grupo, ¿por qué habríamos de hacer eso? — preguntó Sirius a Lupin con seriedad.

— Porque... porque soy un monstruo.

— Eres un dramático, eso es lo que eres... Doblas tus calcetines Remus, perdona por no temblar con solo mirarte — habló Sirius fingiendo miedo y haciendo que todos rieran levemente. 

— Entonces una vez que tengamos la información, ¿qué? — preguntó Peter mirando a sus amigos.

— Lo preparamos todo, sin decirle a nadie, ya saben, esta vez vamos a romper la ley — contestó James, conocían la teoría, pero necesitaban conocer todo el proceso pues lo que sabían con seguridad eran las repercusiones de hacerlo mal.

Chapter 8: Hogsmeade

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Una fría mañana de Noviembre, el trío de chicas Gryffindor iban con sus brazos entrelazados. Hacía mucho que no caía una nevada así en Hogsmeade, ni mucho menos se sentía un frío como el de aquel día, por lo que las leonas buscaban algo de calor. 

— Ya que nos arreglamos un poco más, ¿podemos ir con Madame Pudipié?

— Eso suena muy bien, estamos llegando a diciembre y la nieve no ayuda, pero un té sí — contestó Marlene a Hestia. El trío de chicas se dirigía a local platicando, cuando una bola de nieve golpeó la cabeza de Hestia, al voltear vieron a Avery y Mulciber riendo por lo que decidieron ignorarlos, sabían que meterse con ellos no era lo mejor, especialmente desde que descubrieron que efectivamente estaban practicando magia oscura.

— ¿Están bien? — preguntó Sirius llegando con James y Peter. El primero miraba fijamente como Lily quitaba restos de nieve del cabello castaño de Hestia.

— Claro, es solo nieve — dijo la pequeña Hestia sin darle importancia. 

— Exacto, es solo nieve — aseguró Potter sonriendo mientras sacaba su varita y con ayuda de sus amigos llenaron de nieve a los Slytherin.

— Potter, basta — pidió Lily tomando el brazo del chico. — Lo vas a empeorar, además de que no debemos usar magia fuera de la escuela. 

El azabache dejó de lanzar hechizos y tomó la mano de Lily, mientras comenzaba a caminar, sus amigos los seguían de cerca, pero la pelirroja no prestaba atención a nada que no fuera la mano de James tomando la suya, sentía sus mejillas arder y no le molestaba el tacto.

— ¿A dónde iban? — preguntó Sirius una vez que estuvieron lejos del lugar se detuvieron.

— Oh, bueno... queríamos ir por un té — contestó Marlene.

— Pues ya estamos cerca, las acompañaremos, a menos que sea un problema — las chicas negaron con su cabeza, al llegar optaron por sentarse cerca de una ventana, dejando de lado la incomodidad y disfrutando de la compañía. El grupo de Gryffindors parecían haber mejorado notoriamente sus actitudes, entonces hablaron de sus clases, Sirius y James hablaron del Quidditch, Lily les habló un poco más del mundo muggle y compartieron lo que harían durante las navidades.

— Por cierto, ¿por qué Remus no está con ustedes?

— Dijo que tenía que terminar una tarea de runas antiguas — contestó Sirius mirando dudoso a Lily.

— Ah sí, yo la terminé ayer por la noche, supongo que estuvo haciendo otras cosas. 

— Oh, sí... me ayudó a mí con transformaciones — secundó Hestia, las tres chicas se conocían lo suficiente como para saber que Lily estaba mintiendo por lo que sin pensarlo Hestia decidió ayudar.

— ¿Qué tenemos aquí? Una cita triple, no me lo puedo creer — chilló Madame Pudipié, una mujer robusta que usaba un enorme y reluciente moño negro, la dueña del local.

El grupo inmediatamente comenzó a balbucear que se trataba de un error, pero la mujer hacía caso omiso a sus réplicas, insistiendo en que eran lindas parejas y dándoles un final a cada una de ellas, James y Lily jamás lo lograrían, Marlene y Sirius se casarían y Hestia y Peter terminarían con el corazón roto.

El azabache y la pelirroja se miraron fijamente y en sus ojos se veía la lucha mental en la que ambos se negaban a creer lo escuchado, Marlene estaba sonrojada y Sirius sonreía victorioso, Peter cubría su rostro exasperado y Hestia trataba de evitar su cara de desagrado.

Severus Snape por su parte pasaba junto a sus compañeros Slytherin y miró por la ventana a aquella pelirroja que le robaba el aliento, sin embargo estaba mirando fijamente a James Potter, su peor enemigo. Al final, se alejó de ahí, pensando que Lily jamás haría caso a alguien como James y consciente de que tenía cosas más importantes que hacer, como encontrarse con Lucius Malfoy, a quien su prometida había dejado plantado por quinta vez, alegando que tenía deberes que terminar.

— Eso estuvo delicioso, no puedo creer que nos regalará postres por creer que éramos pareja, espero que vengamos más seguido.

— No es mala idea — secundó Sirius a Hestia, mientras chocaban el puño.

— ¿Podemos ir a Tiros Largos? Quiero ver si puedo conseguir algo lindo para mis padres y mi hermano.

— Claro, ¿vamos Lily? 

— Chicas.

— No tienes que llevarle nada a Petunia, pero tal vez encuentres algo para tu madre — interrumpió Marlene sonriendo comprensiva, Lily ya tenía el regalo para su madre, pero aún así aceptó. Marlene y Hestia se separaron del grupo primero, después Sirius a quien Peter siguió sin problema dejando a James y Lily solos, caminando por el lugar, los ojos avellana del chico no se alejaban de la chica que miraba entristecida las prendas, por lo que decidieron salir y sentarse afuera del local.

— Evans, ¿quién es Petunia?

— Mi hermana — contestó después de un breve momento la chica. — No nos llevamos bien, nada bien a decir verdad.

— Puedo preguntar... ¿Por qué?

— Porque tengo magia... porque soy diferente, "fenómeno" es como suele llamarme.

— No eres un fenómeno, claramente no lo crees, ¿verdad?

— Tal vez a veces lo hago. 

La respuesta de Lily parecía haber golpeado el aire fuera de los pulmones de James, que miraba las lágrimas en sus ojos que amenazaban con salir, el chico se levantó en silencio pero ella desvió la mirada, fue un momento de vulnerabilidad y confianza entre los dos, un momento que James esperaba no terminará, fue un momento como ese el que le recordó que detrás de esa faceta madura y crítica, Evans era una humana tan frágil como él.

Cuando la pelirroja levantó la mirada para verle con los ojos esmeralda cristalizados y le dedicó una pequeña sonrisa, fue el preciso momento en que James Potter se enamoró perdidamente de Lily Evans.

Chapter 9: Los Black

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Número 12 de Grimmauld Place, Londres, Inglaterra. Junio 15, 1975

Una lluviosa tarde, Sirius se encontraba escuchando música en uno de los radios muggles que había logrado quitarle a la pelirroja Lily Evans. El chico no podía evitar disfrutar de cada letra y melodía del grupo The Beatles, había amado como la pelirroja hija de muggles describía a la banda porque de alguna forma le recordaba a él y sus amigos Merodeadores.

Sirius suspiró pesadamente ante el recuerdo de sus amigos, las vacaciones apenas habían comenzado y ya los extrañaba, últimamente no compartía mucho con Regulus al saber su interés por las artes oscuras y la total devoción hacia las estúpidas creencias de la sangre que compartía con sus padres. Sirius rodó en su cama observando hacia la ventana, deseando con todas sus fuerzas que el tiempo pasará más rápido para regresar a Hogwarts.

Recordar su escuela, le hizo extrañar más a sus amigos, pero entonces otra persona cruzó por su mente, Marlene McKinnon, aquella rubia de sonrisa traviesa que le robaba el sueño desde hacía ya algunos años y la única que parecía no caer ante sus coquetos encantos, ni mucho menos ante sus tontas bromas. Sirius se preguntó entonces si el dejar de molestar a Quejicus le ayudaría a que Marlene lo viera como algo más que solo un amigo, tal vez aquel intento de madurar haría que la rubia sangre pura se diera cuenta de que no era un bueno para nada.

El típico sonido de Kreacher, el elfo doméstico de su familia, le hizo girar su atención; la música se apagó al tiempo que el elfo lo miraba con recelo, Kreacher era fiel a los valores puristas de la casa Black, pero especialmente a Regulus, con quien compartía extensas conversaciones sobre la magia.

— Mi ama y señora Black lo espera, la cena está servida.

— No tengo hambre — dijo Sirius usando su varita para encender nuevamente el aparato muggle. Kreacher arrugó su cara con despreció antes de volver a apagarlo. — Kreacher, largo de mi habitación, es una orden.

— Como ordene señor — contestó el elfo arrastrando cada una de las palabras.

No pasó mucho tiempo cuando la puerta de Sirius se abrió de golpe y por ella entró su madre, Walburga Black; el chico la miró sin inmutarse, mostrando aquella distinguida valentía de la casa de los leones que la mujer tanto odiaba ver en su hijo. Sirius decidió sentarse en su cama, esperando que su madre hablara.

— Baja ahora mismo, tenemos visitas.

— No me interesa si esta Bella y su estúpido esposo bueno para nada, no tengo hambre y no voy a bajar — replicó Sirius con seriedad y hablando un poco más fuerte de lo usual para que las visitas lo escuchasen.

— No lo pediré dos veces, la siguiente te obligaré a hacerlo.

— Lo espero con ansias — Walburga levantó su varita, pero antes de que pudiera atacar a su hijo este levantó su varita también, Sirius sabía que aquello podría terminar muy mal, si bien, era muy bueno en duelo, su madre le llevaba años de ventaja. 

— Baja ahora mismo, después hablaremos de la vergüenza que eres para la noble casa de los Black.

Sirius suspiró pesadamente y sin quitar aquella cara de seriedad, obedeció. Al ir bajando por las escaleras, podía sentir de cerca la oscura presencia de su madre, pero aquello no lo inmuto, había bajado porque temía que supieran que estaba diciendo mentiras, verdaderamente tenía hambre, simplemente se negaba a compartir mesa con los idiotas que creían lealmente en la pureza de la sangre.

En el comedor, se encontraban no solo Bellatrix y su estúpido esposo, sino también su tío Alphard, hermano de su madre. Se preguntó mentalmente porque su prima Narcissa no se encontraba ahí, pero se negó profundamente a preguntar por ella o hablar con alguno de los presentes.

El resto de la cena, Sirius permaneció en silencio, como usualmente hacía cuando se encontraba de vacaciones en casa, incluso hizo caso omiso a los ataques verbales que le hacía Bellatrix con tal de llamar su atención. Al terminar la cena, pasaron a la sala donde Regulus deleitó a la familia tocando diferentes piezas en el piano mientras Sirius continuaba mirando la ventana explorando la idea de ser libre.

Conforme avanzaba la noche, la lluvia se transformaba en una horrorosa tormenta, el mayor de los hijos Black y heredero de todo, decidió subir a su habitación sin despedirse de los invitados y haciendo caso omiso a las indicaciones de su madre, pensando que tal vez deberían agradecer que por lo menos había hecho acto de presencia aún cuando no deseaba hacerlo.

Una vez en su cuarto, encontró que Kreacher había estado ahí nuevamente, sus banderines de Gryffindor estaban guardados en lo más recóndito de su closet mientras que sus cosas muggle se encontraban en la basura. Sirius apretó sus puños con fuerza, tratando de calmar el arranque de ira que buscaba apoderarse de él y comenzó a conjurar hechizos que había aprendido por su cuenta para que, a partir de ese momento, ninguno de los posters muggles o banderines pertenecientes a la casa de los leones fueran arrancados, de esa forma ya nadie podría hacer de su cuarto lo que quisieran.

Después tomó una de sus mochilas y con un hechizo de expansión decidió meter dentro toda la ropa que podía para pasar algunos días en casa de su prima Andrómeda, sabía que de alguna manera siempre podría contar con ella; una vez que terminó, abrió la ventana de su habitación e hizo levitar su mochila hasta dejarla en la acera, no le importaba en absoluto si se mojaba.

Unos golpes en la puerta lo detuvieron de continuar, entonces Regulus entró, mirándolo con aquella mirada de seriedad característica del menor de los Black; Sirius miró a su hermano fijamente, tratando de entender qué hacía ahí, dentro de su habitación. Entonces Regulus comenzó a pasar su mirada por la habitación de su hermano mayor y suspiro, pero Sirius no podía descifrar qué es lo que había en aquella acción.

La puerta de su habitación se abrió nuevamente, esta vez el golpe había sido mucho más duro que hacía unas horas, sería mentira decir que no los tomó por sorpresa dado que incluso estuvieron a punto de soltar un grito; su madre entró con la varita en mano, mirando a Sirius con un odio palpable, aquello indicaba que sus visitas se habían ido.

— Eres una desgracia.

— Dime algo que no sepa — Walburga levantó su varita y Sirius sintió un golpe. — ¿En serio necesitas magia para ponerme en mi lugar?

— ¿Qué esperas? — preguntó su madre y el chico le miró sin expresión. — ¿Qué me comporte como un muggle y lo haga con mis manos? No soy un bárbaro.

— No, solo eres una purista con ideas estúpidas sobre la falsa pureza de la sangre — otra bofetada dada por el aire le giró la cara a Sirius. — ¿No puedes aceptar que estás mal?

— Te convertirás en un digno herederos de la más noble casa de los Black, no volverás a Hogwarts con tus traidores amigos y mucho menos a esa casa llena de sangre sucias malditos.

— No puedes impedir eso, tengo que terminar la escuela — reclamó Sirius, pero la mirada de su madre le hacía ver que Walburga hablaba muy enserio, incluso Regulus miraba a su madre sin entender lo que hacía. — Tú más que nadie sabes la importancia de la educación.

— Y por eso mismo prefiero contratar profesores capacitados y tenerte aquí, de otra forma terminarás convirtiéndote en uno de sus traidores a la sangre. O mejor aún, te mandaré a Durmstrang. 

— Regresaré a Hogwarts, regresaré con los Gryffindor y seguiré siendo un gran amigo de Lily Evans, un hija de muggles y la mejor bruja de toda la generación — Walburga endureció la mirada, pero era muy tarde, Sirius no podía parar de hablar. — No podrás detenerme y ten por seguro que haré todo lo que esté en mi poder para manchar el nombre de la familia, al final de cuentas, si algo aprendí de ti es que el fin justifica los medios, ¿no?

— Madre — Walburga levantó su varita muy en alto, ignorando a Regulus y lanzando a su hijo mayor contra la pared, Sirius no pudo evitar reprimir las lágrimas al sentir un dolor punzante en el brazo. Lo siguiente que el chico sintió fue su cuerpo quemándose, su madre lo había envuelto en una cuerda de fuego y Sirius no podía hacer más que gritar de dolor, se negaba a gritar o suplicar clemencia. — Madre.

Tomando la fuerza de voluntad que le quedaba, Sirius alcanzó a sacar su varita de su pantalón, contraatacando el conjuro de su madre y lanzando el hechizo expelliarmus, provocando entonces que su madre saliera disparada fuera de la puerta. 

— No vuelvas a hacerme eso, soy tu hijo.

— No eres nadie — contestó Walburga antes de elevar a Sirius y dejarlo caer, nuevamente sobre su brazo y con las quemaduras de su cuerpo doliendo. Regulus apretaba su pantalón sin saber que hacer, era solo un adolescente de 15 años, no tenía que saber qué hacer. Sirius mandó a su madre un hechizo que la hizo desmayarse, entonces Regulus miró a su hermano impaciente.

— No empieces.

— Deberías irte, no creo que seas bienvenido aquí — dijo el menor de los Black mirando a su madre. Sirius trago pesado, nunca había pensado que su hermano lo echaría de su casa, pero no hubo tiempo de mirar atrás, ni de detenerse a tratar de que todo estuviera bien. 

El chico bajó corriendo las escaleras y protegiéndose con las últimas fuerzas que le quedaban, contraatacó los hechizos enviados por su padre. Al salir de la casa, Sirius tomó la mojada mochila y corrió tan rápido como sus débiles piernas se lo permitieron, podía sentir algunas partes de su cuerpo escocer y sabía que sus ropas estaban en muy mal estado.

Se detuvo en medio de la calle y decidió sentarse recargándose en la pared de algún edificio que desconocía antes de dejarse llevar por la oscuridad, para cuando Sirius recobró la consciencia, la lluvia caía más fuerte y la noche era realmente oscura, con miedo y sin una verdadera orientación, el chico tomó las fuerzas que le quedaban y decidió aparecer frente a la casa de su gran amigo, James Potter.

Incluso antes de que pudiera tocar el timbre, dio media vuelta, dispuesto a irse. Sin embargo, el recuerdo de los buenos momentos que vivía en Hogwarts lo hizo tener el valor de tocar, Sirius fue recibido por Dixie, la elfa doméstica que ayudaba en lo que podía a la señora Potter.

— ¿Puedo ayudarle señor?

— ¿Está James? Soy su — el chico no pudo terminar de hablar, su voz se había entrecortado y podía sentir como temblaba; era una sensación extraña, debido a que sentía frío, pero su cuerpo aún quemaba.

— Pase, por favor — Sirius obedeció a la pequeña elfa y la siguió hasta una sala, donde comenzaba a arrepentirse de haber ido ahí, por primera vez, sentía vergüenza de que su amigo lo viera. Por su parte, James se encontraba leyendo uno de esos libros muggles que Lily tanto amaba, cuando Dixie se apareció frente a él. — Amo Potter, el joven Sirius Black está aquí, no se ve bien.

— Gracias Dixie — dijo James con rapidez antes de levantarse de un salto y caminar por las escaleras, al asomarse desde arriba, lo único que logró ver fue la empapada mochila de Sirius. El chico de ojos avellana bajó rápidamente las escaleras, pero se detuvo al encontrar a su amigo de espaldas, vio como temblaba y se abrazaba a sí mismo; entonces Sirius se giró y en sus ojos había lágrimas.

James no pudo evitar tragar pesado antes de correr a abrazar con fuerza a su amigo, aquella era la primera vez que Sirius lloraba frente a James, pero a ninguno de los dos les importaba. Los señores Potter llegaron al poco tiempo con una mirada de curiosidad, misma que se tornó en una de preocupación cuando vieron al joven Black con sus ropas destrozadas y en un llanto de dolor.

Euphemia conjuro pociones para curarlo, mientras Dixie aparecía con ropa seca de James. Entonces Fleamont decidió irse a la cocina para preparar algo de té caliente, buscando que ayudará a que Sirius no se enfermara.

— Lo siento.

— No hay porque disculparse, cariño — dijo Euphemia acariciando la cara de Sirius que aún temblaba. — Nos alegra saber que llegaste con nosotros, ahora hay que curar tus heridas y dejarte descansar, mañana tenemos que ir por los útiles para su regreso a clases.

— No… no tengo nada, lo siento.

— Mi niño, no te estoy pidiendo eso, ningún hijo mío va a dejar de estudiar — Sirius sintió nuevamente aquel nudo en su garganta, Euphemia dejó un maternal beso en su cabecilla antes de comenzar a curar sus heridas. 

A partir de ese día, Sirius encontró la familia que siempre había querido, los Potter lo habían acogido sin pensarlo dos veces y sus días cambiaron drásticamente de la mejor manera. Probablemente, fue la ocasión en que Sirius se sintió más vivo, siempre había sido bien recibido en la casa de los Potter.

Chapter 10: Quinto año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Noviembre 1, 1975

— ¿Sigues con eso en la boca? — preguntó Marlene a Sirius, sin embargo no era el único que traía una hoja de mandrágora en la boca, James y Peter estaban igual.

— Es deliciosa.

— ¿Qué tratas de hacer? Llevas casi un mes con eso — se quejó la rubia mirando aún al chico de ojos grises. 

— Están en una competencia por ver quien puede tenerla más tiempo en la boca — contestó Remus por sus amigos, consciente de que era suficientemente difícil hablar y comer con la hoja ahí.

— Que infantiles — susurró Lily desde su lugar sin apartar la vista de su libro.

— No te preocupes, Evans — dijo James mirando a la pelirroja que levantó su mirada. — Aún puede besarte.

— En tus sueños, Potter.

— Pero claro que sí — la pelirroja cerró su libro y se levantó de la mesa, el grupo de Gryffindors la vio atravesar las puertas del gran comedor sin emitir ninguna palabra. 

— James, esa no es la manera de acercarte a Lily.

— Marlene tiene razón, el año pasado en Hogsmeade se llevaron muy bien, no entiendo qué pasó después de eso — secundó Hestia y el heredero de los Potter suspiró, alejando su vista de la entrada del gran comedor.

— Quejicus es lo que pasó, me dio por molestarlo un poco y Evans lo defendió, como siempre.

Una tormenta eléctrica golpeaba los árboles del bosque prohibido, el cuarteto de Gryffindors habían dejado las clases de lado para tratar de cumplir su objetivo, que se llevaría a cabo con sus varitas en mano y unos frascos de pócimas. Peter fue el primero en hablar, con los nervios carcomiendo sus sentidos y la adrenalina apoderándose de su cuerpo, tal como sucedía con sus amigos.

— No puedo creer que esto esté pasando.

— Tranquilo, Peter — consoló Sirius antes de asegurar: — Hicimos todo al pie de la letra.

Amato animo animato animagus — el trío de amigos recitaba el conjuro por última vez, con la punta de sus varitas apuntando a sus respectivos corazones, Remus por su parte los cuidaba desde lejos buscando no interferir.

— Es el momento, hasta el fondo — indicó James bebiendo el frasco de poción junto a sus otros dos amigos. Una luz brillante y cegadora los envolvió, Remus estaba preocupado, de un momento a otro aparecieron frente a él tres animales: un ciervo, un perro negro y una rata, de un momento a otro la mirada cansada del chico desapareció siendo suplantada por una sonrisa, sus amigos volvieron a su forma humana y todos comenzaron a celebrar entre risas. En tres años, habían logrado lo que pocos a su edad podían, de ahora en más, eran un trío de animagos.

Los animagos, eran aquellas brujas y aquellos magos que contaban con la capacidad de convertirse en animales, sin perder el razonamiento y el pensamiento humano, restando de esta manera la capacidad de hablar con palabras, pero no impidiendo una comunicación mediante la legeremancia.

— Oficialmente podemos pasar a nuestro siguiente reto — indicó James Potter al tiempo en que corría dentro del castillo, con la fuerte lluvia mojando su cuerpo. 

Semanas más tarde, al caer la noche del viernes, Remus corría escaleras arriba en la torre de Astronomía, deseoso de ver a Narcissa y tenerla entre sus brazos. Al llegar a lo más alto, la encontró mirando a las estrellas con una mirada perdida, una mirada que le indicaba al chico que algo no andaba bien.

— Narcissa.

— Me casaré con Malfoy después de mi graduación — habló la chica inmediatamente y cerró sus ojos con fuerza, Remus tragó pesado al tiempo que negaba con su cabeza, acercándose a tomar sus manos.

— Narcissa, podemos pensar en algo, todavía falta tiempo. 

— ¿Qué vamos a pensar? Me van a desheredar, me convertiré en la nueva vergüenza de los Black, ¿no lo ves? 

— Dijiste que querías trabajar en San Mungo, que me esperarías.

— Y quiero hacerlo, quiero estar contigo y ayudar en maleficios, pero — Remus sabía que estaba mal, pero no quería escucharla, no quería ver como Narcissa olvidaba todos los buenos momentos que habían pasado juntos, así que la beso, un beso necesitado y apasionado, sus manos nuevamente recorrían su cuerpo, las manos de la rubia se aferraban a los castaños cabellos del lobo.

Se separaron de golpe, sabían que no debían seguir, sabían muy en el fondo que su historia no terminaría como ellos querían y sobre todo, sabían que Narcissa debía ser pura el día de su boda.

A la mañana siguiente, Remus llegó con una cara de cansancio al gran comedor, donde tomó asiento junto a sus amigos. Sirius fue el primero en verlo con el ceño fruncido y la boca fruncida, fingiendo un berrinche antes de cuestionarlo.

— ¿Dónde estuviste ayer? Llegaste demasiado tarde a dormir.

— Estuve estudiando en la biblioteca.

— Remus, no me puedes dejar esperándote, me moría de frío, pero claro, estabas con el otro y yo fielmente esperando tu regreso —continúo dramáticamente Sirius, el trío de chicas no paraban de reír ante las ocurrencias del chico Black, mientras James no podía apartar su vista de Lily.

Desde la mesa de Slytherin un chico de cabellos negros miraba fijamente a la mesa de Gryffindor, estaba molesto, odiaba a ese grupo y sobre todo odiaba no ser él quien causará las risas de Lily.

— Snape, deja de ver a la sangre sucia de tu amiga.

— Deja de molestar, Mulciber.

— Oh vamos, sabemos que la veías, pero es algo usual así que lo dejaremos pasar, supiste que en la próxima reunión vendrá Bellatrix, es la hermana de Narcissa Black y solía ser la emperatriz de Slytherin.

— ¿Emperatriz?

— Sí, tengo entendido que es la peor de las tres hermanas y es la más fiel al señor oscuro.

— Estás muy informado de mi familia, Avery — la voz de la princesa de Slytherin le puso los pelos de punta al susodicho que se giró a verla. — Un consejo, presta atención en tus clases para que seas un buen mortífago y después habla todo lo que quieras de chismes familiares ajenos.

— Sí, señorita.

— Severus, dile a Malfoy que no iré a una reunión de mortífagos, tengo que estudiar — el susodicho solo miro a la rubia irse, odiaba que lo trataran como a una lechuza, pero por el momento no debía quejarse, necesitaba llegar a un mejor rango en las filas de Voldemort así que soportaría lo suficiente.

La noche llegó y con ella se hizo presente la luna llena, Peter era quien se encargaba de cuidar a Remus esta noche, por lo que Sirius estaba esperando a James cerca del sauce boxeador cuando apareció Severus Snape y una tonta idea pasó por la cabeza del chico Black. 

— Oh vamos, Quejicus — decía un Gryffindor ojo gris de una sonrisa burlona. — ¿Te da miedo entrar a la casa de los gritos?

— Claro que no, pero no caeré ante tus provocaciones, Black.

— Tranquilo, entiendo que de esta manera admites que los Slytherin son unos cobardes y que efectivamente nosotros los Gryffindor somos la mejor casa.

— Es una tontería lo que estás diciendo, no tiene nada que ver una cosa con la otra — replicó Severus Snape mirando al chico con odio. 

— Siempre dándole más rodeos al asunto.

— Bien, lo haré, el estúpido sauce no me detendrá y entrare a la maldita casa.

— ¿En serio? Demuéstralo — en ese momento el desgarrador grito de Remus irrumpió por los aires y un escalofrío recorrió la espalda de Severus, pero ya no había marcha atrás, Sirius le miraba con una sonrisa burlona preparado para lo que venía.

James Potter iba llegando al lugar cuando vio a su mejor amigo y a Quejicus, este último no hacía más que caminar lentamente hacia el sauce. ¡No, detenle Sirius! pensaba el chico mientras corría, no podía permitir que descubrieran a Remus y mucho menos que algo grave le pasara al idiota de Quejicus, Lily lo odiaría de por vida.

— ¡Alto! — grito James, evitando que Severus pudiera encantar el sauce por lo que al llegar a él, James empujó lejos al Slytherin y se subió a una de las ramas que estaba por golpearlo, trataba de alcanzar su varita, pero antes de que pudiera Sirius se había encargado de detener el árbol.

— ¿Pero qué está pasando aquí ? — preguntó McGonagall mirando a los tres chicos. — Potter, ve a enfermería a que te curen esas cortadas y después dirígete al despacho del director, ustedes dos, acompáñenme.

— Lo siento, Minnie — pidió Sirius con una sonrisa coqueta. — No lo volveremos a hacer, era solo una broma.

— Una broma que pudo terminar en tragedia, señor Black.

Severus permanecía callado, avergonzado de que fuera Potter quien le había salvado; una vez que llegaron y la profesora dijo la contraseña, se encontraron al director Dumbledore en lo que parecían ser sus pijamas.

— ¿Qué ocurrió, Minerva?

— Estaban fuera de sus dormitorios y no solo eso, cerca del sauce boxeador, de no ser por el señor Potter, el señor Snape ya no estaría con nosotros.

— Potter no hizo nada.

— Silencio — indicó McGonagall a Severus que seguía muy molesto.

— Entiendo, entiendo — dijo Albus Dumbledore, viendo al par frente a él con tranquilidad. — Supongo que era una broma de esas que se hacen los jóvenes hoy en día.

— Albus, es luna llena, por Merlín.

— Minerva, deja que los chicos vayan a descansar, es tarde y díganle al joven Potter que no es necesario que venga, es hora de dormir.

— Gracias profesor,  dulces sueños — se despidió Sirius Black antes de salir casi corriendo del despacho con Severus detrás de él.

Chapter 11: Los Merodeadores

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A la mañana siguiente, antes de entrar al gran comedor, todos en el castillo sabían lo que había pasado, todos menos Remus Lupin. Una melena de cabellos rojos se abría paso entre los estudiantes y en su mirada era posible ver la palpitante rabia que asustaría incluso a un dragón.

— ¡Black! — grito Lily llegando hasta el susodicho que dio un brinco al oír aquel tono de voz, la chica suspiró pesadamente. — ¿Es verdad que casi haces que Severus entre en la casa de los gritos?

— ¿Por qué te importa? 

— Es mi amigo, dejen de molestarlo.

— ¿Lo es? — preguntó el chico con una sonrisa burlona, Lily no sabía qué contestar, llevaba tiempo pensando sobre su amistad con Severus y el rumbo que tomaría con el tiempo. — Admítelo, eres más amiga mía que de ese idiota.

— No.

— Está saliendo con gente que realmente es mala, gente con pasión por la magia oscura... Mulciber, Avery, MacNair, Malfoy.

— Sigue siendo mi amigo.

— Lily — le llamó Sirius exasperado. — Está en camino a convertirse en un mortífago, lo sé porque Regulus también.

La pelirroja no pudo contener más la presión que llevaba cargando desde hacía unos años, por lo que dejó que algunas lágrimas salieran de sus ojos lentamente. Sirius suspiró pesadamente, temiendo que James apareciera en ese momento, probablemente lo mataría si supiera que había hecho llorar a la chica.

— Él solo... No lo sabes.

— ¿Él qué? — preguntó Sirius con enojo, odiaba que Severus estuviera jugando con Lily sabiendo en quien se convertiría. — ¿Qué excusa vas a inventar por él esta vez? Siempre lo excusas cuando sabes que él aceptaría hacia donde va dirigida su vida sin miedo a las consecuencias.

— ¿Qué sucede? — preguntó James llegando hasta donde estaban su mejor amigo y su pelirroja, pero ninguno contestaba. — ¿Qué pasó?

Lily se limpió las lágrimas y dando media vuelta se alejó de sus dos compañeros para ir corriendo al baño de niñas del segundo piso, sabía que estaba Myrtle pero el ingenio y la poca empatía de la chica fantasma la haría reír un rato.

Durante la tarde, Lily salía de la biblioteca con una mirada de pocos amigos y con Severus Snape pisando sus talones, haciendo lo que mejor sabía hacer, quejarse sin parar de James Potter, aunque en esta ocasión había agregado a Sirius Black a sus quejidos. Entonces la pelirroja se detuvo en seco y lo miró exasperada.

— Severus, basta, por favor ya, no quiero seguir escuchando de Potter y sus amigos o de como no son tan fabulosos como se dice. 

— Lily, solo aléjate de ellos, son de bajo coeficiente.

— Al menos ellos no usan magia oscura — chilló la pelirroja mirando fijamente a su amigo. — Además estás siendo un malagradecido, Potter te salvó la vida, pudiste haber muerto.

— Es un idiota arrogante, intentaba salvar no solo su pellejo sino también el de sus estúpidos amigos y solo lo hizo porque le gustas.

— Será un arrogante, pero no usa magia negra — dijo Lily finalizando la conversación y alejándose de su amigo que pudo percatarse de lo sonrojadas que se habían puesto las mejillas de la chica cuando había hablado del gusto de Potter por ella.

— ¡Lily! — chilló Marlene corriendo hacia su amiga seguida de Hestia.

— ¿Qué sucede?

— James nos envió a buscarte, dijo que habías discutido con Sirius y que probablemente necesitabas de nuestro apoyo.

— Bueno, Potter tiene razón, necesito su ayuda con algo — admitió la pelirroja mientras caminaba con sus amigas hacia las clases de encantamientos. 

— ¿Es sobre Severus?

— Sí, es mi amigo desde antes de entrar a Hogwarts, pero el primero en advertirme que tuviera cuidado fue Remus, luego tú, Marlene y ahora Black.

— ¿De qué hablas?

— Quería que me alejara de los chicos, entonces le dije que ellos no hacían magia oscura.

— ¿Y qué pasó? — preguntó esta vez Hestia.

— No lo negó, seguía hablando de cómo Potter y sus amigos eran mala influencia, entonces se lo volví a repetir antes de irme... Siguió sin negar nada, me sentí como una tonta, especialmente porque lo defendí y excuse en tantas ocasiones. 

— Lo sentimos, Lily... Pero ¿qué harás?

— No lo sé, esperaré hasta después de los T.I.M.O.S para tomar una decisión — durante la clase, James no dejaba de mirar a Lily, sabía que había algo diferente en ella y sabía que era tristeza, tenía la misma mirada que aquella vez en Hogsmeade, por lo que sin pensarlo se le ocurrió una "brillante" idea.

— Chicas, esperen. 

— ¿Qué sucede? — preguntó Marlene, al tiempo que las tres se giraron a ver al chico de ojos avellana.

— Hoy a media noche, en la sala común.

Remus iba llegando de verse con Narcissa, cuando vio a sus amigos sentados frente a la chimenea de la sala común, milagrosamente traía una gran pila de libros que había sacado de la biblioteca para estudiar, de otra manera probablemente lo hubieran descubierto.

— Ya era hora, íbamos a buscarte a la biblioteca si no llegabas, estamos esperando a las chicas.

— Bien, ¿de qué se trata esto? — preguntó Marlene a Sirius con una sonrisa coqueta que le fue correspondida.

— Vamos a merodear un poco.

— Nos van a castigar si nos ven fuera de la cama — dijo la chica de mejillas sonrojadas abrazándose y Remus negó con una sonrisa cariñosa antes de consolarla diciendo:

— Tranquila Hestia, todo estará bien.

— Verán, los chicos y yo hemos estado planeando un mapa, que nos va a ayudar a ver donde esta cada persona en Hogwarts y sus alrededores — explicó James y sus amigos le vieron con sorpresa, aquello era un secreto que pensaban tenía que guardar, aunque rápidamente entendieron que podían confiar en las chicas.

— Lo que dices es una locura.

— ¿Me estás retando, Evans?

— Potter, eso es prácticamente imposible, existen las pociones multijugos y los animagos.

— Te aseguró que lo lograremos, ¿quieres apostar?

— Bien, si no lo logran dejarán de molestar a Severus.

— Siempre se trata de Quejicus — dijo el chico con un atisbo de tristeza en su voz, Lily trago pesado, manteniendo la mirada. — Pero está bien, si lo logramos aceptarás tener una cita conmigo.

La pelirroja miro los ojos avellana del chico esperando ver burla en ellos, pero solo encontró determinación, por lo que aún sonrojada, extendió su mano hacia él y James la tomó sellando el trato. Después de un rato caminando por los pasillos y tomando unos bocadillos de los elfos de la cocina, decidieron regresar a dormir.

— James, ¿sí recuerdas que el mapa está casi terminado?

— Claro que sí, pero eso Evans no lo sabe — contestó James a Remus antes de girarse y dormir con una gran sonrisa en su rostro.

Al regresar de las vacaciones de Diciembre, los chicos se encontraban en su habitación en hora libre, era la primera vez en mucho tiempo que no se iban con las chicas apenas tuvieran tiempo, pero se trataba de una ocasión especial.

— Está listo — dijo Remus sonriendo a sus amigos con un pergamino en sus manos. — ¿Cómo lograremos que nadie se enteré que somos nosotros? 

— Tal vez si hacemos uso de un alias, nadie se entere.

— Buena idea, Peter — indicó Sirius abrazando al chico por la cabeza. — Y decías que no eras bueno para esto.

— Lo tengo, Sirius tu serás Canuto, a menos que quieras ser Perro sarnoso... Tú Lupin, serás Lunático , pero pienso que Lobo cariñoso te va mejor... Oh Peter tú serás Colagusano y no me mires de esa manera jovencito — reprendió James en broma como si fuera su madre. — Y yo... Yo seré Cornamenta , solo porque El hombre más sexy que jamás existió es demasiado largo.

— ¿Y ahora?

— Y ahora mis amigos somos Los Merodeadores .

— Somos una leyenda, seremos una leyenda — aseguró Sirius abrazando a sus amigos.

— James, ya que tú pusiste los nombres, haz los honores — al escuchar a Remus, el azabache sacó su varita y apuntó al pedazo de pergamino, Sirius y Peter se pusieron a su lado, para recitar con una sonrisa.

"Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta, los proveedores de ayuda mágica a los traviesos se enorgullecen en presentar el Mapa del Merodeador"

Chapter 12: Después de los T.I.M.O.S

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Una semana antes de dar por terminado el ciclo escolar, los alumnos del quinto año de la escuela Hogwarts salían de sus últimos exámenes T.I.M.O con suspiros de descanso. Después de estar estudiando desde inicios del cuarto año, hoy por fin el sufrimiento y cansancio llegaba a su fin, permitiéndoles disfrutar de las vacaciones de verano.

— No puedo creer que este martirio haya terminado — dijo Marlene con su voz cansada, mientras tomaba a sus amigas por los brazos.

— No es ningún martirio, aparte ya verás lo bien que nos irá.

— Lily, mi linda y pelirroja amiga, no me preocupa eso, simplemente quiero relajarme un rato, desde el año pasado que nos la hemos pasado estudiando para este momento, incluso los chicos salieron corriendo una vez que terminaron.

— Por cierto — comentó Hestia. — ¿No se les hace raro que últimamente no nos los hemos encontrado? Me refiero a fuera del horario de grupo.

— Sí, incluso Potter no me ha molestado más.

— Lily extraña a James — cantaban al unísono las amigas de la chica, fue entonces que Lily divisó a aquella cabellera negra que conocía desde su primer año en Hogwarts.

— ¡Alice! — la susodicha se detuvo y por un breve momento se quedó pensando si realmente le llamaban a ella, por lo que al final decidió girarse y vio a su pelirroja amiga. Alice se acercó con sus típicos saltos de bailarina y sonrisa perfecta al trío de amigas, donde abrazó con cariño a cada una.

— ¿Cómo están? — preguntó viendo las caras cansadas. — Vienen saliendo de sus T.I.M.O.S deben estar fastidiadas.

— Hartas es poco, Alice — explicó Marlene haciendo pucheros. — No quiero ver un libro más en mi vida.

— Frank y yo vamos al lago a platicar un poco y mojar nuestros pies, ¿quieren venir? Estoy segura que le dará mucho gusto verlas.

— Oh sería fantástico — volvió a hablar Marlene, entonces negó con su cabeza. — No, mejor no, no queremos arruinarles su cita.

— Para nada, aparte soy yo quien habla, Frank escucha mientras lee sobre Herbología, me encanta que sea tan inteligente — las chicas rieron un poco, aceptando acompañar a su pequeña amiga. Alice y Frank habían comenzado a salir hacía dos años, en su cuarto año, después de que la pequeña duendecilla no dejará de confesar su amor y su plan de esperar a que el se diera cuenta de que la amaba; claro está que Frank Longbottom ya había caído ante los encantos risueños de Alice White, solo era un poco tímido para expresar que él se veía casado con la pequeña adolescente desde que la vio comprando ranas de chocolate en el expreso a Hogwarts.

Regulus Black iba camino a su sala común desde el lago cuando vio a las amigas de su hermano, el chico de alguna manera les tenía un gran aprecio, después de todo, gracias a ellos su hermano seguía con vida y era feliz. Fue un chica castaña de mejillas sonrojadas quien llamó su atención, Hestia sonreía abrazada del brazo con Marlene McKinnon, ignorando la mirada soñadora con la que era observada por el menor de los Black.

Regulus permaneció observándola hasta que la perdió de vista, consciente de que una sonrisa tonta estaba plasmada en su cuerpo, pero realmente no le importaba, aún sabiendo lo imposible que sería, agradecía internamente poder sentir algo por alguien.

A las afueras del castillo, el grupo de merodeadores caminaban a paso apresurado. James, a quien conocían como el cabecilla del grupo, llevaba en sus manos el mapa del Merodeador . Sirius caminaba de cerca a su amiga, no por nada siempre se decía que era como el hermano que James siempre había deseado tener. Detrás de ellos, un delgado chico de cabellos castaños los seguía preocupado, jalando del brazo de la túnica a otro de estatura más pequeña.

— James, no creo que sea buena idea que molestes a Snape — habló Remus.

— Tranquilo, Lunático — contestó el azabache con su sonrisa ladina. — Solo será un poco y no lo hago sin razón, él empezó esta vez, me tiene cansado.

— A parte será rápido, con el mapa no será difícil encontrarlo.

En efecto, Severus Snape se encontraba camino al lago para leer más sobre magia oscura, últimamente era lo único que hacía. Snape se había alejado un poco de su mejor amiga, Lily, pero no lo suficiente como para que la pelirroja se lo echara en cara en algún momento.

— ¡Oye, Quejicus! — gritaron los merodeadores, empezando a correr detrás del Slytherin que buscaba esconder los libros, Snape era consciente de que al verlo en posesión de aquello sabrían lo que estaba tramando. Al final, incapaz de correr lo suficientemente lejos, envió los libros a esconderse en el bosque prohibido. 

Severus giró con su varita en alto, dispuesto a atacar a James Potter con alguno de esos maleficios que conocía bien. Sin embargo, Cornamenta lo elevó por los aires con rapidez; alumnos se empezaron a agrupar, riéndose y burlándose de Severus. Durante su estancia en Hogwarts, Severus Snape se había ganado una mala reputación, su constante actitud de desdén y superioridad provocaron que muchos alumnos lo despreciaran, aprovechando cualquier situación para burlarse.

— Bien hecho, James — apoyó Sirius a James, sonriendo y dando un par de palmadas en la espalda de su hermano.

— ¡Basta, lo lamentarás! — gritó Severus Snape, pero James no dejaba de verlo, con una sonrisa ladina, sin saber que una pelirroja se acercaba a ellos enfurecida y a punto de asesinarlos a ambos. Lily había visto todo, desde Severus enviando unos libros hacia el bosque hasta James atacando de la nada.

— ¡Potter, baja a Severus! — El grito de Lily parecía el rugido de una leona. — ¡Ahora!

— Lo haré solo si sales conmigo, Evans. 

— Prefiero besar al calamar gigante, gracias — dijo la chica, negando de aquella forma la invitación del chico. En las mejillas de Lily había un color rojizo, pero era imposible identificar si se trataba de su enojo o de un sonrojo ante lo que James acababa de pedirle. 

— Evans, beso mucho mejor que cualquier calamar gigante — mencionó el azabache alejando su mirada de Quejicus y dándole oportunidad de tomar su varita.

Severus lanzó un hechizo a James que fue bloqueado por Peter, aquello provocó que James dejara de ver a Lily y regresando su vista al Slytherin, lo desarmó, bajando sus pantalones. Esta vez, las carcajadas de los demás estudiantes resonaron por todo el lago mientras veían la ropa interior del chico, la misma Lily quería reírse y estaba a punto de sonreír, pero desechó la idea girándose a los cabecillas del grupo.

— Black, Potter — los chicos la miraron detenidamente. James sonreía con cariño mirando a la pelirroja y Sirius solo la observaba, jamás en su vida se atrevería a hechizarla de alguna manera, la respetaba demasiado. — Si no lo bajan, los voy a hechizar a ambos y no tendré piedad alguna.

James, cansado de escuchar a su pelirroja defender a Quejicus, bajó su varita y le asintió a Sirius con la cabeza para que hiciera lo mismo. Severus cayó sin cuidado al suelo, James le acercó su varita de una patada y lo miró sin esa sonrisa típica de él.

— Agradece que Lily estaba cerca para defenderte.

— No tengo porque agradecerle a una sangre sucia como ella — Nadie esperaba esa respuesta por parte de Severus, especialmente que se la diera a James Potter. 

La escuela entera sabía de las intenciones de James hacía Lily, pero sobre todo, no esperaban ver la fría mirada de Lily Evans ante las palabras de quien decía ser su amigo. James Potter lo tomó por el cuello de la túnica y encajó la punta de su varita en la barbilla del chico.

— Retira lo que dijiste, no me importa enviarte a San Mungo — James apretó su agarré al ver que Snape no hacía nada y solo lo miraba desafiante. — ¡Expelliarmus!

— ¡Basta Potter! Eres igual que él, no quiero que me defiendas —  gritó Lily al ver como Severus salió volando y topándose contra un árbol.

— Te llamo... él te dijo — trato de explicar James, sin entender completamente las acusaciones de la chica de sus sueños en su contra, Sirius frunció el ceño y antes de que pudiera acercarse a defender a su hermano, Remus lo detuvo del brazo y negó con su cabeza. 

Marlene, Hestia y Alice miraban la escena con los ojos muy abiertos, ni siquiera ellas entendían cómo era posible que, aún después de aquellas palabras tan despectivas, Lily continuará defendiendo a Severus Snape. Alguien que entendía la situación, a pesar de conocer a la pelirroja de muy poco, fue Frank Longbottom, el león entendía perfectamente que la molestia de Lily venía de no entender a James Potter, especialmente del cómo decía querer estar con ella, pero molestar a Severus Snape que era su mejor amigo, aún cuando el Slytherin no mereciera serlo.

— No debiste hechizarlo.

— Lily, ¿sí escuchaste lo que te dijo? — preguntó James dando un paso para acercarse a la susodicha, pero la pelirroja no hizo más que alejarse dos pasos de él. James respiró pesadamente, negando con su cabeza. — No puedo dejar que hable así, mucho menos de ti.

— ¿Y a ti qué te importa? Puedo cuidarme sola — La multitud de alumnos, que se había formado con anterioridad, miraban la escena sin saber que decir y con los ojos muy abiertos. Sirius incluso dio pasos hacia atrás, nunca había visto a James tan enojado, algo que los otros dos merodeadores también notaron. Severus, por su parte, estaba sentado en el suelo sin decir nada, consciente de las palabras que acababa de decir.

— Sé que te puedes cuidar sola, pero jamás tendrás que hacer las cosas sola mientras esté yo para apoyarte.

— ¡Ya basta! Eres un idiota, nunca saldré contigo por eso, pero también por lo inmaduro y arrogante que eres — Lily no podía dejar de fulminarlo con la mirada y James Potter la miraba muy confundido. — Tú eres tan detestable como él... Siempre estás desordenándote el pelo porque crees que queda bien que parezca que acabas de bajarte de la escoba, vas presumiendo por ahí con esa estúpida snitch, te pavoneas y lanzas maleficios a la gente por cualquier tontería… Me sorprende que tu escoba pueda levantarse del suelo, con lo que debe de pesar tu enorme cabeza. ¡Me das ASCO!*

James vio a la chica irse dando pisotones, incapaz de descifrar si todo lo que había dicho era realmente algo que ella odiara de él, especialmente por el notable tono de voz que usó. Lily sentía su corazón en las orejas  y podía jurar que en cualquier momento se desmayaría, había dicho cosas que no pensaba, todo por dejarse llevar por lo que sus negativas emociones le decían.

Al caer la noche, una pareja condenada por el tiempo se encontraba conversando en la oscuridad de la torre de astronomía. Narcissa Black se encontraba sentada sobre el firme regazo de Remus Lupin, quien acariciaba la espalda de su novia con una de sus manos.

— ¿Qué ocurrió hoy? — preguntó Narcissa una vez que terminó de besar al hombre lobo.

— James quiso molestar a Snape — contestó Remus con su mirada perdida, entonces suspiró y levantó su vista al techo. — Llevaba tiempo que no lo hacía y parece ser que Quejicus se aprovechó de eso, hoy James llegó a su límite.

— ¿Por qué? Supe que hoy fue su último día de T.I.M.O.S. 

— Por eso mismo, Snape tiró su tinta sobre uno de los exámenes de James, entonces tuvo que empezar de nuevo.

— Oh, tengo entendido que es muy inteligente también — Remus asintió ante las palabras de su novia antes de mirarla nuevamente.

— Lo es, pero hay algo muy característico de James y es que sus exámenes siempre los entrega perfectos, tal vez sus tareas las pueda entregar como sea, pero no sus exámenes.

— Y entonces lo molestó, ¿eso qué?

— Cariño, tú sabes que a James le gusta Lily, ¿verdad? — la rubia soltó una risita y asintió con su cabeza. — Bueno, Lily se puso a defender a Snape, porque es su amigo y terminó gritándole a James que jamás saldría con él y que lo consideraba un idiota arrogante.

— ¿Cómo puede esa niña preferir a Snape sobre Potter? — Remus miró a Narcissa con los ojos muy abiertos. — Me refiero a que Snape está a nada de convertirse en mortífago, asiste a reuniones y practica magia oscura, ¿sabes lo que podría llegar a hacerle a ella? O tal vez él no le haga nada, pero ¿y el señor oscuro?

— ¿Estás segura de eso?

— Sí, amor... Snape es mi lechuza, con él le mandó decir a Malfoy que no lo voy a ver. 

— Eso quiere decir.

— Que tu amiga, Lily Evans — interrumpió Narcissa. — Está en problemas si sigue siendo amiga de él. 

— Hoy la llamó sangre sucia también. 

— ¿Qué? — chilló Narcissa levantándose de encima de su novio, antes de recobrar la compostura. — Bien, haré que lo castiguen, solo por ti y porque Evans me agrada un poco.

Remus miró a su novia sonriendo y después de compartir una risa, se levantó a besarla

Chapter 13: Caminos separados

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— Lily, ¿podemos hablar? — la pelirroja iba saliendo con sus amigas de la biblioteca, Marlene y Hestia miraron mal al Slytherin por lo que no se alejaban, pero Lily suspiró y asintió.

— Esperen en la habitación, estaré bien. 

— Lily.

— Tranquila, no me hará nada y menos aquí en pleno pasillo — reconfortó la susodicha a Hestia que no quería despegarse de su lado. Marlene tampoco, pero sabía que era necesario.

— Sé qué estás molesta conmigo.

— No estoy molesta — interrumpió Lily mirando al Slytherin con seriedad.

— Lily, nunca fue mi intención llamarte sangre sucia, es solo que.

— ¿Se te salió decirlo? Para que algo así suceda tienes que pensarlo desde antes — explicó la chica a Severus, interrumpiendolo de nuevo, algo que nunca hacía. — Ya es tarde, he estado poniendo excusas por ti durante años, ninguno de mis amigos entiende porque seguía hablándote, a ti y a tus estúpidos amiguitos mortífagos... Por Merlín, ni siquiera puedes negarlo.

— Lily — trató de decir el chico, pero nada salía de su boca, no había manera de que negara algo tan obvio.

— Ni siquiera puedes negar que es a lo que apuntas convertirte, no puedes esperar para unirte a las filas de Tu-sabes-quien, ¿verdad? — Severus miraba a la pelirroja sin palabras y Lily sonrió amargamente. — Estoy cansada y no puedo seguir pretendiendo, tú escogiste tu camino y yo he escogido el mío.

— No, Lily.

— No te molestaré en el futuro — dijo la pelirroja de manera fría, alejándose del chico, pero se detuvo y giró — Y Snape... Yo lavaría mi ropa interior, si fuera tu.

Severus se quedó ahí, viendo a la pelirroja alejarse a paso decidido, él no podía ir detrás de ella, esta vez no lo haría, no lo haría por miedo, por cobardía y porque era consciente de que todo lo que le había dicho Lily Evans era verdad.

— Estoy tan orgulloso de nuestros T.I.M.O.S — dijo Remus riendo burlón, seguido de sus amigos, había una vibra distinta en ellos, especialmente después de que había pasado la tormenta.

— Lo sé, creo que seremos de los mejores este año — secundó Peter. — Incluso a mi me irá bien.

— ¿Te gustó la pregunta diez, Lunático? — preguntó Sirius.

— Me encantó, nombra tres signos que identifican al hombre lobo, una excelente pregunta.

— ¿Crees que lograste obtener todos los signos? — preguntó esta vez James, de la misma manera burlona, pero con algo diferente en su actuar.

— Creo que sí. Uno, él está sentado en mi silla — Remus levantó un dedo y luego otro. — Dos, él está usando mi ropa y tres, su nombre es Remus Lupin.

— Creí que nos habíamos juntado para ver nuestro patronus, si hubiera sabido que seguiríamos hablando de exámenes seguiría durmiendo en mi habitación.

— Vamos, Peter, no seas holgazán — dijo Sirius abrazando a su amigo, después de reír ante sus palabras. — Solo queremos comprobar sí nuestro patronus es lo mismo a nuestra forma de animagos.

Los ojos avellana de James estaban tristes, por lo que solo asintió, los merodeadores hicieron un círculo en la habitación más grande de la casa de los gritos, solo tenían que pensar en ese recuerdo que más los ha hecho feliz

— Aún recuerdo cuando empezaron a investigar sobre cómo convertirse en animagos — dijo Remus sonriendo. — Que James trató de que un ciervo lo mordiera para saber si funcionaba así.

— Estaba en segundo año — se defendió el chico de ojos avellana riendo.

— La verdad no era tan mala idea, luego descubrimos que era un proceso largo.

— Creo que fue a lo que mayor dedicación le hemos puesto — dijo Remus y sus amigos asintieron.

— Hasta con el mapa perdíamos el tiempo — dijo Peter, provocando que rieran ante aquellos recuerdos de noches en vela. — Pero bueno, ¿listos?

— ¿Estás seguro? — preguntó James a Peter que asintió antes de contestar:

— Positivo.

— Esto es mental — dijo Remus. — ¿Puedes hacerlo?

 — Claro que puedo — respondió James.

— Hagámoslo — dijo Sirius con su sonrisa socarrona.

— ¡ Expecto Patronum !

Sirius pensó en el momento en que conoció a sus amigos, James, Remus, Marlene, Peter, Hestia y a la leona de Evans, de su varita salió una luz blanca que se transformó en un perro gigante, muy similar a como se veía él en aquella forma animaga.

Peter pensó en las vacaciones con su madre, la única que lo aceptaba tal como era, al tiempo que su luz blanca se transformó en una rata gorda.

Remus recordó a Narcissa, le hubiera gustado recordar a sus padres, pero sus momentos más felices los había pasado con la princesa de Slytherin, su patronus era un lobo, un lobo más no un hombre lobo y aquello de alguna manera le generaba una gran paz interior.

Por último, James, el chico que quería evitar recordar a la pelirroja, pero no lo había podido evitar. Recordó las tardes del club de estudio, donde todos sonreían, reían y eran felices, su patronus era también un enorme ciervo.

— Eso fue.

— Sí, sentí algo. — interrumpió Sirius a Remus, pero tampoco pudo terminar de hablar.

— Lo sé, yo. 

— También — terminó James por Peter.

Los chicos rieron, tirándose al piso y abriendo una rana de chocolate, James miraba a sus amigos, definitivamente prefería tenerlos a ellos que a Lily, pero amaba a la pelirroja y si decidían alejarse de él ante lo que estaba por decir, lo aceptaría.

— Estuve pensando — empezó a decir el chico antes de rascar su cabeza con nerviosismo. — Quiero que dejemos de molestar a Quejicus.

— ¿Estás haciendo esto por Lily?

— Claro que lo estoy haciendo por ella, Lunático — respondió James con un suspiro - Sé que es algo que nos ha unido desde primer año, así que si deciden dejar de hablarme por esto lo entenderé, pero no puedo seguir alejándola de mí.

— James, eres nuestro hermano — Sirius habló mirando a su amigo. — No te voy a dejar solo y mucho menos solo por no poder molestar al idiota de Quejicus.

— A parte, no nos hicimos tus amigos por molestar a Snape — secundó Remus con Peter asintiendo.

— Así que dejaremos de molestar a Quejicus, conseguirás a la chica y se casaran teniendo muchos hijos.

— Si sirve de algo, recuerda que Evans te debe una cita, logramos hacer el mapa — recordó Peter, pero James negó con su cabeza.

— No quiero salir con ella por una apuesta, especialmente cuando yo sabía que la iba a ganar.

Las vacaciones estaban por llegar, por lo que los pasillos de Hogwarts estaban llenos de los estudiantes que, felices, no querían regresar a sus salas comunes tan pronto

Narcissa Black por su parte caminaba lenta y elegantemente por los pasillos de Hogwarts, hoy por la noche no vería a Remus así que se lo tomaría para leer algún libro. Sin embargo, una hermosa chica de cabellos negros la seguía sigilosamente, para su favor, la princesa de Slytherin no era fácil de engañar, así que dio un par de vueltas y por azáres del destino se encontró con Remus que estaba por saludarla, Narcissa movió su nariz y le dedicó una mirada que el chico entendió, entonces Remus palideció al momento en que Peter llegaba a su lado.

— ¡Expelliarmus!

— Protego — contraatacó la rubia con tranquilidad y se giró a ver a su hermana Bellatrix. — Hola Bella.

— Cissy, siempre tan elegante.

— ¿Qué haces aquí? 

— Me enviaron, nuestros padres están molestos porque no haz visto al idiota de Malfoy en ninguna de sus visitas a Hogsmeade — contestó la rizada de cabellos oscuros.

— No tengo que verlo — Bellatrix escuchó el tono venenoso de su hermana y sonrió, Malfoy tampoco le agradaba, era un cobarde que solo seguía a su señor oscuro por miedo, fama y poder, por lo que la chica de piel pálida se acercó a su hermana, acariciando su mejilla.

— Acompáñame por unas cosas, el viejo ya lo sabe.

— Dumbledore, Bella.

— Como sea.

Las hermanas Black pasaron el resto de la tarde en Hogsmeade, donde Bellatrix le habló todo el tiempo sobre su inútil esposo, sobre el perfecto señor oscuro y sobre lo molestos que estaban sus padres con ella.

Por la noche, Bella se desapareció, no sin antes recordar a su hermana que debía ver a Lucius pronto. Cissy puso los ojos en blanco, pero pudo notar algo extraño en la voz de su hermana, aunque sabiendo la situación actual de su corazón no le tomó importancia y regresó a Hogwarts caminando por los alrededores buscando despejar un poco su mente.

La princesa de Slytherin miraba el cielo oscuro con una sonrisa, lo único que resaltaba era la perfecta luna llena, ni las nubes nocturnas lograban esconderla, fue entonces que se escuchó un gruñido y la chica se detuvo en seco, con miedo a girarse.

El gruñido se volvió a escuchar y esta vez la joven no pudo evitar girarse, un enorme hombre lobo la miraba fijamente, el miedo desapareció en Narcissa cuando vio aquellos ojos que ella conocía a la perfección, el lobo se acercaba lentamente a ella y una vez que lo tuvo de frente, lo comprobó.

— Remus, ¿eres tú? — Narcissa ya lo sospechaba, nunca se veían en los días de luna llena, aparecía con rasguños y su aspecto enfermizo le recordaba a las clases de Defensa contra las artes oscuras. El lobo aulló y la princesa trató de dar un paso hacia atrás, pero se resbaló y terminó en el piso, la criatura se acercaba con lentitud sin atacar, entonces apareció Lucius Malfoy frente a ella.

— Confundus — hechizó el rubio al lobo. — ¡Expelliarmus!

Narcissa no sabía qué decir, ella no le tenía miedo, el lobo definitivamente era Remus y no le haría daño; contrario a lo que se conocía sobre los hombres lobo, ella sabía que la había reconocido. Lucius se agacho a su lado y la cargó al estilo princesa para después aparecer con ella en la enfermería del castillo.

— Pero, señor Malfoy usted ya no estudia aquí.

— Vine a dejar un obsequio para mi prometida — explicó Lucius, dejando a la chica en una de las camillas. — Un lobo u hombre lobo estaba merodeando, pudo lastimarla.

— No me hizo daño, madam Pomfrey — aseguró Narcissa, observando la reacción de preocupación de la enfermera, entendiendo que no le preocupaba del todo lo que había dicho Lucius. Entonces, la rubia entendió que Madame Pomfrey sabía del secreto de su novio, probablemente era ella quien curaba cada una de las heridas del chico antes de que Narcissa lo viera. 

— Me doy cuenta cariño, pero quiero examinarte.

— Bien — aceptó la rubia girando su cabeza hacia su odioso prometido. — ¿Puedes irte? Es tarde y mañana tengo clases.

Malfoy quiso negarse, quería quedarse con ella, hacerle compañía y cuidarla, pero sabía que debía darle su espacio por lo que asintió y dándole un rápido beso en la frente, desapareció. Narcissa no lo amaba, amaba a Remus, pero sabía que su amor sería imposible.

— Señorita Black, ¿está segura de que no necesita que la revise?

— Muy segura — dijo la chica bajando de la camilla y caminando hacía la puerta, pero se detuvo. Narcissa sabía que Madame Pomfrey la miraría raro, pero no podía detenerse, así que se giró a verla de nuevo. — Poppy, ¿podrías enseñarme a curar heridas profundas?

Chapter 14: Sexto año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Septiembre 2, 1976

Marlene caminaba tomada del brazo de Hestia y de la mano con Lily, una enorme sonrisa aparecía por su rostro, al tiempo en que algunos alumnos las observaban. El trío de chicas llamaba la atención por su belleza y actitud.

Había un chico, un Slytherin que no perdía la oportunidad de observar a la más pequeña de las tres. Admirando la curva de su sonrisa y el sonrojo de sus mejillas, Regulus tragó pesado cuando vio como Hestia Jones se acomodaba su cabello y reía abiertamente de algo que habían dicho sus amigas. El azabache salió de su ensoñación, recordando lo imposible de su enamoramiento y se encaminó hacía su sala común.

— ¿Pueden creer que ya casi terminamos la escuela?

— Marlene, es muy pronto para emocionarnos por algo así.

— Lily tiene razón, a parte este año será todavía más pesado, nos tendremos que preparar para los EXTASIS.

— ¿Ustedes qué cursos van a tomar? — preguntó Marlene mirando a sus amigas con curiosidad, deseando que por lo menos estuvieran en una clase juntas.

— Pociones con Slughorn, Herbología, Runas, Encantamientos y Defensa contra las artes oscuras.

— Oh, Lily, estaremos juntas en Encantamientos y DCAO — chilló Marlene con emoción. — Aunque también llevaré Cuidado de criaturas mágicas y Astronomía, me fui solo por los que salí Extraordinario.

— Estaremos las tres juntas en Encantamientos y DCAO — agregó Hestia abrazando a sus amigas. — Y Marlene, también llevó cuidado de criaturas mágicas, a parte de estudios muggles e Historia de la magia.

— Eso es fantástico, ¿saben algo de los chicos?

— Remus y yo estuvimos en contacto durante las vacaciones, todos salieron Extraordinario en Transformaciones, DCAO y encantamientos así que llevaran esas con nosotras y Remus llevará Runas conmigo, a parte de estudios muggles contigo Hestia — contestó Lily, Hestia no pudo evitar sonreír. 

— Sé que todos llevarán estudios muggles, sacaron un “supera las expectativas”, Sirius llevará Astronomía conmigo, aunque tomando en cuenta su pasado familiar, no me sorprende.

— Es bueno saber que los grupos de estudio funcionaron, tal vez deberíamos seguir con esa dinámica — comentó Lily sorprendiendo a sus amigas, el par de chicas asintió con rapidez y fue Marlene quien agregó:

— No es mala idea.

— Oh, encantadora Lily, me alegra tanto que hayas decidido seguir con mi clase, hacen falta estudiantes tan talentosos como tú — dijo el profesor Slughorn al ver a la pelirroja entrar en el salón que tenía solo algunos estudiantes, entre ellos Severus Snape.

— Hola, profesor — saludó la chica con una linda sonrisa. — ¿Seremos tan pocos estudiantes?

— Me temo que sí, encantadora Lily, muchos pasaron pero no todos quisieron seguir – explicó el profesor.  La clase comenzó y Lily era la única sin un compañero, pero no le importaba, estaba tan concentrada en su pergamino, que no sintió cuando James Potter se sentó a su lado.

— Lo siento, profesor — se disculpó el chico y la leona se giró para verlo sorprendida. — Estaba con el profesor Dumbledore. 

— No hay problema James, mejor tarde que nunca.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Lily, agradeció que estuviera ahí con ella, pero su cuestionamiento había salido un tanto agresivo sin que se diera cuenta.

— Tomó una clase, pero no te preocupes, no te molestaré — contestó el chico escribiendo en su pergamino. Y era verdad, James solo tomaría su clase y se iría a la siguiente, Estudios muggles.

— Muy bien estudiantes, durante las primeras dos semanas de clase, repasaremos las pociones más importantes del año pasado — explicó Slughorn mientras miraba a cada estudiante con esa sonrisa típica de él. Lily deseaba hablar con James, pues no quería que se llevaran mal. — La primera tarea será  recrear la poción Amortentia , lo hicieron el año pasado, pero una poción tan sencilla les debe salir a la perfección, ¿sí, Lucy?

— ¿Cómo será la dinámica? — preguntó una chica Hufflepuff. — Me refiero a si seguirá igual que el año pasado que era en parejas.

— Excelente pregunta, seguiremos con la misma dinámica, solo que este año su pareja ya se las dio el destino — Lily escuchó las palabras de Slughorn y pasó su vista alrededor de la clase, no le molestaba trabajar con los demás alumnos, pero rogaba porque no le tocará con Severus.

— Profesor, ¿podría solo decirnos quienes son nuestras parejas de trabajo? — preguntó un chico Ravenclaw.

— Pensé que para este punto ya lo sabrían, sus parejas son con quien están sentados — Lily y James conectaron miradas, la pelirroja estaba feliz de trabajar con él pues sabía que no tendrían problema alguno para hacer las pociones. Sin embargo, le preocupaba, era consciente de que no habían hablado desde aquella vez en el lago. 

Por su parte, el chico se esforzaba demasiado por ocultar su emoción, dedicándole solo una pequeña sonrisa y la chica le regresó el gesto, algo que no pasó desapercibido por nadie, especialmente por Severus Snape.

— Muy bien, es todo por hoy, para la siguiente clase ya saben que es lo que deben hacer — Slughorn salió del salón de clases y Lily se acercó a James. La pelirroja estaba nerviosa, no sabía la razón, pero podía escuchar su corazón y temía que el azabache lo hiciera también.

— ¿Tienes libre esta tarde?

— ¿Perdón? 

— Sí, para hacer el reporte de la poción — explicó Lily con sus ojos fijos en los del chico. — Sé que tenemos el del año pasado, pero si lo desarrollamos más seremos los mejores.

— Hoy tengo pruebas de Quidditch, tengo que estar ahí, lo siento. 

— Está bien, podría ser después de las pruebas o mañana — insistió Lily, tratando de no sonar desesperada, la verdad, para ella el reporte era solo la excusa perfecta para platicar con el chico; aunque a decir verdad, a ella no le importaba que fuera después de las pruebas.

— Preferiría mañana, si no es molestia, no quiero estar sudado.

— Entiendo, entonces mañana será — la voz de Lily sonaba decepcionada, pero antes de que James pudiera cambiar de opinión, la pelirroja ya se había levantado y salido del salón.

— Eso es todo chicos, no olviden hacer la tarea y entregarla llegando.

— Eso fue divertido — dijo Sirius, abrazando a Marlene por los hombros mientras salían del salón de Estudios muggles.

— Sí, espero que todas las clases sean así, especialmente las tareas. 

— Peter tiene razón, con tareas así de sencillas podremos concentrarnos en lo necesario — secundó Remus a su amigo.

— Por cierto, ¿cómo te fue con Lily, James?

— Me fue bien, solo hablamos para cosas de la clase, me pidió que no la molestará y eso haré — respondió el azabache a Hestia con una sonrisa melancólica.

— Tranquilo, mi hermano — dijo Sirius tomando a James del brazo, sin soltar a Marlene. — Y verás que todo irá bien, la pelirroja y tú me darán muchos sobrinos. 

El grupo de amigos rió al escuchar las palabras de Canuto, por lo que al entrar en clase de Defensa contra las artes oscuras, los que ya se encontraban ahí los observaron antes de regresar a sus asuntos. Un par de minutos más tarde, la puerta se abrió de par en par y un borrón rojizo entró con rapidez.

— Lo siento — dijo Lily Evans, llegando con la respiración entrecortada. — La profesora Sprout nos dejó una tarea pesada así que me quede haciendo unas preguntas.

— Lily, llegas a tiempo — consoló Hestia sonriendo a su amiga que regresó el gesto recuperando el aliento.

— Solo a ti se te ocurre meter Herbología — dijo Marlene sobando la espalda de su amiga que sonrió avergonzada.

— Lo sé, pero no me preocupo, le diré a Frank que me ayude, es el mejor — James miraba a Lily con una ligera sonrisa. La clase de pociones no había ido ni mal ni bien, por lo que temía seguir compartiendo clases con ella, así que optó por irse a sentar alejado de donde pensaba tomaría asiento ella. Sin embargo, su intento por darle espacio fue en vano, la pelirroja fue a sentarse con él una vez que la clase comenzó.

— Bienvenidos, jóvenes — se presentó Alastor Moody * mirando fijamente a los alumnos. — Yo seré su profesor de  Defensa contra las artes oscuras este año, Dumbledore me pidió personalmente que viniera debido a los tiempos que se acercan y para los cuales deberán estar preparados.

Los chicos se miraron entre ellos, Lily sabía los planes de los Merodeadores de convertirse en Aurores y luchar contra aquel que no debe ser nombrado. No obstante, había algo que no la dejaba tranquila con esa idea, James le dedicó una mirada que hizo sonrojar a la pelirroja por lo que regresó su vista al profesor omitiendo el sonido de la puerta abrirse.

— Que bueno que llega señorita Black, la estaba esperando — Remus giró inmediatamente su cabeza solo para encontrarse con Narcissa, su Narcissa, caminando elegantemente hacia el profesor Moody.

— Buenos días, profesor.

— La señorita Black será mi ayudante a lo largo del año escolar, espero se acerquen a ella en cualquier duda que tengan, obtuvo el primer lugar en los T.I.M.O.S y estoy seguro que será igual en sus EXTASIS — Narcissa recorrió la mirada y se sorprendió de ver a su primo sentado con una chica y no con alguno de sus amigos, entonces se puso al frente de la clase para presentarse, buscando dejar en claro cómo le gustaba trabajar a ella.

— Narcissa Black, Slytherin de último año, no contesto preguntas personales y mucho menos preguntas tontas, si están aquí es porque salieron bien en la materia por lo que sabrán que hacer, solo estoy como apoyo — al terminar de hablar la rubia dejó su cara seria y sonrió asombrando a los presentes con su belleza. Claramente, no faltaron los alumnos que comenzaron a murmurar sobre la chica y hablaban de lo deseosos que estaban por averiguar si podrían conquistarla.

Mierda susurró Remus mirando a su compañera de escritorio, Hestia, sabiendo que este año sería definitivamente uno muy diferente.

Chapter 15: Familia

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Octubre 18, 1976

Los pasillos de Hogwarts se encontraban llenos de murmullos y alumnos señalando a tres chicos más. Narcissa caminaba, consciente de que era lo que sucedía, pero era más inteligente que el resto, no caería en provocaciones.

— Escuchaste los rumores, parece ser que Bellatrix está con el señor tenebroso. 

— ¿La emperatriz de Slytherin?

— Sí, la prima de Black y la hermana de la princesa de Slytherin.

— Estoy casi seguro de que terminarán en Azkaban con toda su familia. Sirius ha engañado a muchos por un tiempo, pero al final del día saldrá a la luz su verdadera persona.

Los rumores hablaban de Bellatrix Lestrange y se hacían cada vez más fuertes. La chica había luchado del lado de los mortífagos por primera vez siendo la más brutal y cruel de todos ellos. Tomando en cuenta que tanto Regulus como Narcissa hacían caso omiso de ellos, la gente se decidía por atacar al peón más débil de la situación, Sirius Black. El azabache era totalmente diferente, saber que hablaban de él como si siguiera siquiera viviendo bajo el mismo techo que sus padres le dolía, temiendo que sus amigos fueran a creer aquello.

Especialmente desde que le había llegado una carta de su madre, con quien tenía años sin hablar, iba por los pasillo escuchando a la gente hablar de él y haciéndose el desinteresado, pero todo cambió cuando abrió la carta, su madre le estaba enviando aquel pedazo de tapiz con su cara, al menos un pequeño pedazo del mismo, Sirius se detuvo en seco, casi seguro de haberlo visto destruido la última vez que estuvo en aquella maldita casa a escondidas.

— Black, ¿por qué no está en clase? — preguntó Minerva McGonagall abriendo los ojos sorprendida cuando vio al chico con lágrimas en sus ojos. — Acompáñame.

Sirius no podía moverse, la ojos verdes lo tomó suavemente por los hombros y lo encaminó a su oficina, fue en ese transcurso que McGonagall pudo ver el pedazo de tapiz. Al llegar, sentó al chico en una de las sillas, preparó té y sacó unas galletas de mantequilla en forma de snitch.

El ojo gris no dejaba de ver el tapiz entre sus manos, por lo que la profesora se acercó lentamente a él y se lo quitó cuidadosamente, tirándolo a después a la basura y sentándose frente a él con una mirada de seriedad.

— Estoy muy orgullosa de ti, estoy orgullosa de que tuvieras el valor y la fuerza para salir de esa horrible casa, es por eso que es hora de que muestres tu verdadero potencial, Gryffindor — Sirius, por fin, levantó la mirada y permitió que las lágrimas corrieran por su mejillas. — Y no, señor Bla-Sirius, jamás he pensado ni pensaré que terminarás en Azkaban, porque sé que no eres como ellos.

Sirius no pudo evitar sonreír abiertamente; permaneció un tiempo más platicando con la profesora antes de levantarse e irse, no sin antes darle un fuerte abrazo y las gracias eternas. Seguía siendo solo un muchacho quien a pesar de saber que estaba haciendo las cosas bien, necesitaba que alguien que le importara se lo dijera.

Días más tarde, durante el tiempo libre que tenían después de clases, James buscaba a Lily recordando que debían terminar alguno de los trabajos de Pociones. El chico tenía mucho tiempo buscándola sin éxito, por lo que decidió regresar a la sala común, encontrando solo al par de amigas de la pelirroja.

— ¿Dónde está, Evans?

— Es el aniversario de la muerte de su padre — contestó Hestia a James, bajando la mirada. Hacía un año que el señor Evans había fallecido por causas muggle naturales, Lily había asistido al funeral y después había regresado a la escuela con una sonrisa.

— Iré a buscarla.

— James, por favor no la molestes, debe ser muy duro para ella. 

— Iré a buscarla, me necesita, necesita a alguien aunque diga que no — explicó el chico, entendía que Marlene se preocupaba por Lily, pero James jamás lastimaría a su pelirroja. Al entender lo que sucedía, el chico se dirigió a la torre de Astronomía y entró con cuidado, buscando no hacer ruido.

— ¿Estás bien? — preguntó James, sorprendiendo a una Lily que miraba al horizonte llorando, por lo que al escucharlo se limpió las lágrimas y se giró sonriendo.

— Potter, lo siento, ¿ya es hora de que hagamos el trabajo?  Se me pasó el tiempo, yo — James abrazó a Lily sin pedirle permiso, la chica abrió sus verdes ojos pero no pudo hacer nada más que llorar, aferrando sus manos al uniforme del chico. Lily lloró lo que no había llorado en un año, lloró lo que había callado por su madre, pero sobre todo dejó atrás su intentó de ser fuerte.

Estuvieron así unos minutos, aunque probablemente habían sido horas, pero ninguno de los dos soltó al otro, James quería estar ahí para ella y Lily deseaba que el chico no la dejara. Una vez que Lily dejó de llorar, ambos se sentaron en silencio, James no quería presionarla a hablar, así que para romper aquel silencio, que a su parecer no era incómodo, decidió distraer a Lily hablando. 

— ¿Sabes? Escuche que las flores Lily tienen un aroma fuerte y agradable, igual que tú y bueno.... tu nombre es Lily — la chica se giró a verle con sus ojos verde encontrándose con los avellana de él, soltando a su vez una enorme carcajada y provocando en James Potter el sonrojo más bochornoso de toda su vida, no podía creer que Lily Evans se estuviera burlando de él.

— Lo siento, no debí reírme, pero no puedo creer que hablaras de mi olor.

— Créeme que yo tampoco — contestó el chico, secundando las risas de la pelirroja y rascando su nuca con nerviosismo.

— Gracias — las palabras de Lily eran honestas, dentro de ella entendía que sus amigas buscaban darle su espacio, pero algo que le agradaba notablemente del Gryffindor, era que siempre sabía cuándo estar ahí para ella, aún cuando Lily sentía que no lo merecía.

— No tienes porque darlas — habló James sonriendo. — Pero si necesitas a alguien, siempre voy a estar para ti.

Lily miró fijamente al chico, consciente de que estaba madurando, por lo que suspiro, no sabía la razón pero necesitaba contarle a él aquellas cosas que no le había dicho a nadie, cosas que ni Severus, ni Hestia, ni Marlene, ni Remus sabían.

— Desde que tenía seis años, mi padre me llevaba a ver partidos de football, es... es un deporte muggle, ahí me subía sobre sus hombros, solo para que pudiera ver sobre la multitud, no le importaba ver con tal de que yo lo hiciera.

— Podríamos ir a uno, ya sabes, me gusta conocer más sobre el mundo muggle — Lily sonrió ante la idea. Desde las vacaciones, antes de la muerte de su padre, no había vuelto a ir a un juego sintió como nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas. 

— ¿Sabes? Lloré tanto en el camino de regreso que pensé que no podría parar, que llegaría y ustedes estarían esperándome solo para verme llorar — Lily miró a James, esta vez sin llorar y como aquel día en Hogsmeade, le sonrió, haciéndole recordar cuan enamorado estaba de ella.

Al caer la noche, el grupo de amigos se sentó a cenar en el gran comedor, era la primera vez en mucho tiempo que se veían para cenar. Últimamente las chicas habían estado tomando sus comidas entre ellas o con Alice White, mientras que los Merodeadores paseaban por las mesas del gran comedor.

— Entonces estuviste con McGonagall, me preocupé demasiado — dijo Marlene mirando a Sirius.

— Lo siento, la próxima vez avisaré — los chicos rodaron los ojos al ver la manera en que Sirius coqueteaba con la rubia. Sin embargo, James estaba feliz por su hermano, consciente de lo que este sentía por Marlene.

— Canuto, ¿estás bien? — preguntó James mirando al chico fijamente. 

— Sí, Minnie me recordó quien soy, me dijo lo que necesitaba escuchar y me dio galletas y té.

— Ella siempre será como una segunda madre para todos.

— Exacto, siempre nos está cuidando y es la que más pendiente está de nosotros — secundó Hestia las palabras de Remus.

— Recuerdo aquella vez en cuarto año, cuando nos atrapó tratando de calmar a James — dijo Lily sonriendo con cariño. — Cuando el señor Potter se enfrentó al señor oscuro con la orden.

— Yo también, pudo habernos bajado puntos, castigarnos, pero lo único que hizo fue llevarnos a su oficina para darnos biscuits y té — siguió relatando James recordando aquel momento. — Recuerdo que me distrajo hablando de Quidditch y libros, incluso nos dio estrategias, gracias a las cuales le ganamos a Slytherin ese año.

— También te abrazo para que pudieras llorar si lo necesitabas — agregó Peter y los chicos rieron un poco, conscientes de que para McGonagall ellos eran sus hijos. Al terminar de cenar, el grupo de alumnos regresó a la sala común, a excepción de Remus, que se excuso para ir directo a la Torre de Astronomía.

— Tendré que ir a Hogsmeade este fin de semana — habló Narcissa apenas lo vio llegar. — Mis padres están furiosos conmigo.

— Entiendo, supongo que también iré con los chicos.

— Remus, ¿qué planeas hacer después de graduarte? — la sorpresa tomó por sorpresa al lobo. El chico sabía que haría con seguridad, pero jamás pensó que tendría que compartirlo con su novia, aunque en ese momento entendió que debió suponer que el día llegaría.

— No creo que quieras saberlo — fue lo único que logró contestar, pero Narcissa le miró fijamente. — Los chicos y yo pelearemos contra el señor oscuro, nos uniremos a la orden.

— ¿Sabes lo peligroso que es?

— Sí, pero será más peligroso si nadie lo detiene — Remus tenía razón, la princesa de Slytherin lo sabía, pero no pudo hacer más que abrazarlo. El tiempo se estaba acabando, al menos para ella.

Chapter 16: Amor en Hogwarts

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Enero 26, 1977

— No puedo creer que estamos cada vez más cerca de nuestro último año — dijo Hestia, la chica nunca hablaba de eso, pero esta vez sentía como sus días finales en Hogwarts le estaban respirando muy cerca. — Aún recuerdo nuestro primer año aquí.

— Lo sé, ¿supieron que algunos estudiantes han estado pidiendo matrimonio? 

— ¿Es enserio? — preguntó Lily a Marlene que asintió. — No sabía que eso pasaba, me refiero a que no sabía que pasaba en Hogwarts.

Una mañana, el trío de leonas entraron al gran comedor, fue en la mesa de Slytherin que Regulus no pudo evitar seguir con la mirada como caminaban hasta sentarse en la mesa de Gryffindor. El joven Black, pudo ver como las sonrojadas mejillas de Hestia tenían un tono cereza en lugar de aquel usual tono rosáceo, aquello le dio a entender que probablemente estaban hablando de lo mismo que el resto de Hogwarts.

La vio sentarse junto a Remus Lupin, otro gran amigo de su hermano y al que más envidiaba Regulus debido a que siempre veía como Hestia Jones sonreía abiertamente cuando él castaño estaba cerca. Su mirada se encontró brevemente con la de su hermano que lo observó sin entender y Reggie decidió regresar a sus asuntos.

La escuela se encontraba en aquel tema de los matrimonios, mismo que se había convertido en algo de suma controversia en la casa de Lily Evans. Al ser hija de muggles, en un principio, su madre no veía del todo bien que chicos de entre 17 y 18 años se casaran apenas terminaran la escuela, pero todo cambió conforme la pelirroja le explicaba con paciencia como era que funcionaba el mundo mágico.

— ¡Lily! — chilló Alice White llegando hasta su amiga. — Tengo noticias.

— Alice, hola — saludó la pelirroja abrazando a su pequeña amiga. — Espero que sean buenas.

— Son muy buenas — contestó levantando su mano y mostrando el hermoso anillo de oro en su dedo anular. — Me voy a casar con Frank.

— ¡Por Merlín! — chilló Marlene dando saltitos en su asiento.

— Felicidades — dijo Lily abrazando a su amiga, seguida de Marlene y Hestia. — ¿Cuándo?, ¿cómo?

— Hace dos días en Hogsmeade y fue perfecto — contestó Alice después de recibir las felicitaciones de los merodeadores.

Los presentes miraban, pero al igual que Alice, muchas alumnas de Hogwarts traían con ellas su anillo de compromiso, entre ellas, Narcissa Black que tenía días con esa mirada fría y dura. Remus la miraba desde la mesa, sabía lo que sucedía, sabía lo que estaba por venir y por más que su corazón se rompiera con el paso del tiempo, entendía que era lo correcto.

— Quiero que sean mis damas de honor — dijo Alice mientras miraba a las chicas con cariño. — Siempre fueron quienes mejor me trataron y son mis mejores amigas.

— Pero claro que sí — aceptó Marlene volviendo a abrazar a la pequeña Alice — Estaría loca si no lo aceptara.

— Nos casaremos este verano, nuestras madres ya están planeando todo, será fantástico.

— Lo están haciendo rápido.

— Sí, ya sabes que Frank y yo nos uniremos a la orden, entonces quieren que sea antes de que llegue la gran guerra de la que todos hablan - explicó la duendecilla a su amiga pelirroja.

— Hacen bien, Alice — apoyó James sonriendo con comprensión, Lily lo miró con duda y apretó sus manos a sus rodillas.  

— Sí, mejor antes que nunca.

— Peter, creo que así no va — dijo Hestia y todos comenzaron a reír.

— Me voy, Frank me espera — Alice se giró sonriente a ver a su prometido, quien le regresó el gesto y la espero con brazos abiertos para irse a clases.

La noticia de Alice y Frank había removido algunos sentimientos entre el grupo de Merodeadores. James deseaba con todas sus fuerzas poder confesar a Lily lo que sentía, mientras que la pelirroja luchaba contra aquel sentimiento que había comenzado a crecer en ella desde hacía algunos años y se había vuelto más fuerte con el pasar de los últimos meses.

Remus, dolido, buscaba refugiarse dentro de sí mismo para no hacer algo de lo que se pudiera arrepentir, mientras Hestia buscaba la manera más románticamente empedernida de declarar su amor al hombre lobo.

Pero había un par de chicos que estaban cada vez más seguros de hacer las cosas bien, Sirius y Marlene veían la hora de seguir coqueteando entre ellos y por fin encontrar el momento perfecto para declarar su amor. 

— Entonces, Marlene — llamó Sirius una vez que se dirigía a Astronomía con la rubia. — ¿Irás conmigo a la fiesta en las tres escobas?

— No lo sé, ¿debería? — preguntó la chica con coquetería y Sirius se encogió de hombros, mostrando aquella sonrisa galante que esperaba funcionara.

— Solo si quieres divertirte.

— El sábado, te veo en la sala común a las ocho — aceptó la chica  

— Ahí estaré, puntual — aseguró el chico y ambos rieron por lo ridícula que les resultaba la situación.

— Por cierto — dijo Marlene mordiendo su labio inferior con nerviosismo. — ¿Sabes si Remus está saliendo con alguien?

— Lunático solo tiene tiempo para sus libros, me resultó extraño que accediera a ir a la fiesta.

— ¿Crees que le interese Hestia? — preguntó la chica y Sirius pudo entender hacia dónde se dirigía la plática.

— Lo siento, Marlene — confesó el chico sentándose al lado de la chica. — Creo que a Remus le gusta alguien más, ve a Hestia como a una hermana menor.

— Es lo que me temía, pero bueno, lo intenté.

— Black, McKinnon, les toca recoger la torre al terminar la clase — los chicos asintieron y prestaron atención a la clase. Marlene lo hacía por mero amor al arte, pero Sirius lo hacía debido a que conocía todo sobre Astronomía, no por nada todos en su familia usaban nombres referentes a esto.

— Sirius, ¿cómo te va con los Potter?

— Oh, preciosa... Es un sueño hecho realidad, años viviendo con ellos y la felicidad no acaba.

— ¿Fue duro? — pregunto ahora la chica mirando fijamente al azabache.

— Pensé que yo estaría muy lejos para cuando borrara mi cara del árbol familiar, pero ella no perdió nada de tiempo — explicó con la mirada perdida. — Siempre conocí los riesgos de irme, pero no estaba preparado para ver eso, ni para el dolor que me causaría, debo admitir que los extrañé, aún lo hago en ocasiones.

— Lo siento, no debí.

— Quiero que lo sepas, eres importante para mi Marlene – contestó Sirius tomando la mano de la chica. — Lo peor de todo es que fue Regulus quien me dijo que lo mejor era que me fuera, el muy cobarde lo hizo sin verme a los ojos. 

— ¿Y lo hiciste?, ¿dejaste todo atrás y te fuiste?

— Ya tenía mi maleta preparada, lo único que se quedó en aquel cuarto fueron todos mis banderines hechizados de Gryffindor — contestó el chico con una sonrisa.

— Eres el Gryffindor más valiente que he conocido. 

— Estoy enamorado de ti, Marlene — las palabras de Sirius hacían eco en la chica, que no podía estar más roja que el cabello de Lily Evans, Marlene golpeó leve y suavemente al chico en el brazo.

— Sirius, basta — Canuto la interrumpió con un beso, quería que ella entendiera cuánto la amaba, no era solo un enamoramiento de escuela, era real y lo había sido desde hacía mucho tiempo, Marlene lo sabía, le correspondía desde la primera vez que la vio con esos ojos grises característicos de él.

Al caer la noche, Remus se encontraba nuevamente en la casa de los gritos, esta vez se sentía menos preocupado, no solo sus amigos (incluidas las chicas) sabían lo que era, Narcissa también y lo había aceptado, sin embargo no podía parar de pensar en lo cerca que estaba de terminar el año.

El grito desgarrador del chico retumbó en la casa de los gritos, el resto de los merodeadores ya se habían transformado y esperaban afuera de la casa, Peter fue el primero en entrar, era quien vigilaba a Remus debido a su tamaño y el encargado de enviar un patronus en caso de que algo sucediese pues James y Sirius siempre se iban a verificar que ningún estudiante anduviera deambulando por ahí. Los constantes pensamientos en Narcissa y su futuro juntos no hacían mejor la estadía de Remus en hombre lobo, especialmente el último día, cuando durante un frenesí se arañó y mordió a sí mismo quedando en mal estado.

Chapter 17: Más secretos que guardar

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Febrero 10, 1977

Cuando Remus despertó estaba Narcissa a su lado mirándole preocupada, pero del otro lado estaba Lily Evans mirando nerviosa sus manos. El chico las miraba sin entender, tomando en cuenta lo que había sucedido, temía que sus amigos hubieran descubierto su secreta relación con Narcissa Black.

— ¿Qué sucedió?

— Te lastimaste tú solo, casi mueres — contestó Narcissa con la voz entrecortada. — De no haberte detenido no sabemos qué hubiera pasado.

— ¿Por qué estás aquí?

— Necesitaba ayuda, los chicos no sabían qué hacer, así que supuse que ella sería la mejor opción — contestó Lily hablando por primera vez. — Sé que ha estado tomando algunas clases extra de cuidados con Poppy.

— ¿Por qué ella?

— Lily lo sabe, Remus — el chico abrió los ojos preocupado, mirando a la pelirroja con miedo. — Y los chicos también.

— ¿Qué fue lo que sucedió exactamente?

— Estaba dando nuestras rondas, me encontré con Narcissa que venía de practicar con Poppy, en eso llegó el patronus de Peter pidiendo ayuda, supimos lo que sucedía enseguida así que vinimos — explicaba Lily nerviosa ante la atenta mirada de su amigo. — Cuando llegamos estabas en un frenesí, pero.

— ¿Pero?

— Te detuviste al verme — contestó Narcissa, arrodillada frente a él. — Te acercaste y estabas sangrando, entonces te desmayaste, te curamos, preguntaron porque estaba aquí y dije la verdad.

— Cissy — llamó el chico tomando con adoración el rostro de la chica. — Debiste mentir, es peligroso que lo sepan, lo sabes.

— Si mentía, Sirius se hubiera encargado de lanzarme un Obliviate, necesitaba quedarme a tu lado, saber que estabas bien, tus heridas no han sanado eran demasiado profundas.

— Los dejaré solos — susurró Lily saliendo de la habitación en la casa de los gritos.

— Narcissa, acabas de poner en peligro todo aquello por lo que hemos estado ocultándonos.

— Sabes que soy una prodigio en Oclumancia , nadie lo sabrá, borraré la memoria de ellos, lo prometo, solo déjame estar contigo un poco más — la chica no espero respuesta y nuevamente comenzó a sanar las heridas del chico. Remus la miraba, estaba serio y con ojos llorosos, no traía su lujoso anillo de compromiso, algo que lo alegró ligeramente.

— Te amo — confesó Remus con lágrimas en sus ojos y la chica le miró con cariño.

— Y yo a ti, más de lo que piensas — contestó la rubia y juntaron sus labios en una danza pasional.

Lily tragó pesado mientras caminaba hacia la entrada por el sauce boxeador, estaba nerviosa, pero era algo que debía hacer, tenía que ayudar a Remus y Narcissa a que su historia continuará por tanto tiempo como pudieran, especialmente porque sabía que los sentimientos de la rubia por el chico eran reales.

Obliviate — dijo Lily apuntando a Sirius, Peter y James desde la entrada del sauce boxeador. — Lo siento, James. 

— Bien chicos, ¿por qué no van a comer algo? — preguntó Lily acercándose a sus amigos por detrás, una vez que hubo terminado de hechizarlos. — Remus está descansando, me encargaré hasta que regresen.

— Gracias, Lily, me estaba muriendo de hambre — dijo Peter comenzando a caminar de regresó al castillo.

— ¿Segura que estarás bien? — preguntó James acercándose a ella y acariciando suavemente su brazo.

— Sí, solo vayan a comer — contestó. Cuando los observó desaparecer, Lily se sentó en el suelo, esperando por Narcissa Black para que le borrara la memoria, le haría lo mismo que ella le acababa de hacer a sus amigos, lo mismo que le había hecho a James.

— ¿Dónde están los demás? — preguntó una voz detrás de ella, Lily se puso de pie para que la viera de frente.

— Los hechice y mande a comer... Estaba esperando por ti, para que hagas lo mismo conmigo.

— No lo haré, Remus necesitará a un amigo — contestó la rubia y Lily pudo notar cierta nostalgia en su voz.

— Gracias por cuidar de él. 

— Lo amo, enserio lo hago — confesó Narcissa firmemente ganándose una sonrisa por parte de Lily.

— Lo sé, se lo gritaste a tu primo y pude ver como lo mirabas.

— Lastima que el amor no sea suficiente — la princesa de Slytherin suspiro. — Nos vemos, cuida de él por mi.

— ¿Qué tal que si lo fuera? — preguntó Lily una vez que Narcissa comenzaba a alejarse de ella.

— Entonces mi hijo se casará con tu hija, solo de esa forma lo sabré, un sangre pura con linaje puristista con una mestiza , así que ya sabes, ten una hija — contestó la rubia con una sonrisa nostálgica. La pelirroja no contestó, no había necesidad, Narcissa se encontraba caminando lejos de ella nuevamente, con esa elegancia y belleza característica de ella, por lo que se dio media vuelta y entró a hacerle compañía a su amigo.

— ¿Qué tal estás?

— Adolorido, preocupado y feliz.

— Interesante, ¿qué te preocupa? — preguntó la pelirroja tomando asiento a un lado de su amigo.

— Quiero saber que reacción tuvo Sirius, sé que para este punto ya no lo recordará, Cissy se encargará de eso, pero aún así, es mi hermano. 

— Yo los hechice, pensé que entre menos tiempo perdiéramos mejor, no sabía que a mi no me iban a borrar la memoria.

— Gracias, Lily.

— Por otro lado, te hubiera gustado ver como pasó todo — confesó la chica con una sonrisa, la pelirroja abrazó sus piernas y soltó una risita. — Cuando te desmayaste, primero te curo Narcissa que no paraba de decirte que ibas a estar bien, se preocupó mucho.

— Lo sé, tengo muchas cosas en mi cabeza, por eso el frenesí, pero continua por favor, después podemos hablar de eso.

—  ¿Seguro? — preguntó la chica, recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta. — Bien, Sirius preguntó qué hacía ella aquí, le quise mentir pero ella fue realmente honesta por lo que los tomó por sorpresa y Sirius le dijo que se alejará, que no jugará contigo, la respuesta de ella fue gritarle que te amaba y que la dejará trabajar.

— La verdad, creo que fue mejor que estuviera inconsciente — dijo Remus y ambos chicos soltaron una risita.

— James sacó a Sirius, Peter los siguió como usualmente hace y me quedé haciéndole compañía a ella, supuse que se sentiría peor si la dejaba sola. 

— Gracias — la chica sonrió encogiéndose de hombros. — A todo esto, ¿desde cuando lo sabes? 

— Desde cuarto tenía mis sospechas, pero lo tuve por seguro en quinto año.

— Siempre has sido muy lista, ¿crees que soy un traidor? 

— No, solo eres una persona enamorada, no está mal Remus — la chica toma la mano de su amigo dándole su apoyo, por lo que el castaño sonrió abiertamente. Fue entonces que una aclaración de garganta los hizo girar.

— Hemos vuelto, ¿cómo sigue nuestro pequeño lobo? — bromeó Sirius apretando levemente las mejillas de su amigo.

— Lily, no has comido, ¿vamos?

— Claro, nos vemos chicos — se despidió la pelirroja para salir con James, tenía la idea de que el chico no había comido para esperarla o al menos eso se decía ella misma.

— ¿Seguro que ya te encuentras mejor? — preguntó Narcissa esa misma noche, cuando por fin pudieron verse en la Torre de Astronomía.

— Sí, cariño — respondió Remus mirando a la rubia con una sonrisa. — Confía en mí.

— Siempre lo hago, Remus.

Chapter 18: Cuando cae el telón

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Junio 10, 1977

— No puedo creer que por fin haya terminado.

— Marlene, te encanta estar fuera de clases, ¿no? — preguntó Hestia a modo de regaño.

— No, me encanta dormir, AMO estar fuera de clases — el grupo de amigos rió un poco y siguieron caminando. Mañana, regresarían a casa para las vacaciones de verano y en Septiembre comenzarían su último año.

— A parte recuerden que acordamos pasar unos días en casa de Evans — dijo Sirius abrazando a Marlene por los hombros, habían comenzado a salir desde aquel beso en la Torre de Astronomía.

— Será genial — chilló Lily emocionada, deseaba con todas sus fuerzas que sus amigos amaran su mundo tanto como ella amaba el de ellos. — Les enseñaré todo lo bueno del mundo muggle, iremos a diferentes lugares.

— Vamos Evans, no olvides que también pasarán unos días con nosotros — dijo James acercándose a la pelirroja que soltó una risita e inmaduramente le saco la lengua. El par había comenzado una extraña manera de llevarse, donde parecían coquetear todo el tiempo. 

— Yo solo agradezco que estaré muy lejos del idiota de Gilderoy Lockhart —  dijo Hestia en un suspiro. — Desde que Lily lo rechazó, me empezó a molestar a mí, estoy muy fastidiada.

— Vamos a cenar a Hogsmeade, necesito una cerveza de mantequilla, para olvidarme de ese tarado y de los exámenes. 

— Por favor — secundó Peter a las palabras de Sirius.

— Bien, nos vemos en la sala común en una hora — indicó Marlene soltándose de Sirius y tomando a sus amigas de las manos.

— ¡Chicas! — saludó Alice abrazando a cada una. — Que bueno que las encuentro, ¿qué les parece si cuando estén en casa de James pasan a medirse vestidos de damas?

— Nos parece perfecto, Alice — contestó Hestia sonriendo.

— Por cierto, ¿nos quieren acompañar a tres escobas? Iremos a cenar allá — invitó Marlene.

— Claro, le diré a Frank, los vemos allá — la pequeña duendecilla se fue con sus saltitos ante la mirada atenta de sus amigas.

— Es tan linda.

— Lo es — secundó Hestia las palabras de Marlene mientras Lily asentía.

El grupo de amigos llegó al bar, encontrándose con Frank y Alice que ya los esperaban, pero mientras pedían y conversaban sobre algunas cosas del futuro, Remus observó a Narcissa, su Narcissa que lo esperaba afuera del lugar, por lo que salió a buscarla, estaba justo al lado de las tres escobas, en el callejón.

— Cissy — llamó una vez fuera antes de girar hacia el callejón. — Cissy.

— Hola — saludó la chica con la mirada baja. — Tenemos que terminar.

— ¿Qué? — preguntó Remus, pensaba que había oído mal, pero no había ninguna otra oración que se formara en su cabeza.

— Remus, no te amo.

— Tal vez puedas mentirle a todos, pero no a mí — la mirada de Remus era seria, Narcissa por su parte no lo miraba.

— No te amo — repitió la chica, parecía querer convencerse a sí misma de lo que decía.

— Deja de mentir — pidió el chico acercándose lentamente a ella. — Deja de mentir y mírame. 

— Me caso en dos meses — la rubia subió la mirada, sus ojos llenos de lágrimas y su semblante melancólico. — Esto ya no puede seguir, no puedo hacerte esto.

— Dos meses — dijo el chico con la mirada perdida. — ¿Desde cuándo lo sabías?

— Desde siempre.

— ¿Algo más que olvidarás decirme?

— Tengo que darle un heredero — la mirada de Remus mostraba todo lo que sentía en esos momentos, pero fueron sus hombros los que cayeron con el peso de aquella noticia. — Me dieron como máximo tres años, de otra forma su familia me maldecirá, lo siento.

— Planeamos cosas juntos, una vida juntos — replicó Remus con sus ojos llorosos.

— Remus, yo quería esa vida contigo, pero no puedo tenerla.

—  ¿No puedes? — preguntó el chico con la voz entrecortada. — Narcissa, sí puedes, huye conmigo, nos casaremos y no podrán hacer nada.

— No merezco que me ames — sollozó la chica. Narcissa no podía fingir más con aquella faceta insensible, no podía pretender frente a Remus que no le dolía lo que estaba pasando, lo que estaba haciendo. 

— Y aún así lo hago, no va a cambiar, te amo a ti. 

— Fuimos el primer amor del otro y fue realmente hermoso — empezó a decir Narcissa, pero un nudo en la garganta la detuvo al ver cómo el hombre frente a ella negaba con su cabeza. — No… No podemos estar juntos, por más que espere que seas mi último amor, eso no va a ser posible, Remus.

— Siempre estaré para ti, lo sabes — el cielo nocturno comenzaba a nublarse y pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer. Narcissa Black, futura de Malfoy miraba al amor de su vida con el corazón destrozado, no podía hacerlo, no importaba cuando lo amará, no podía ser igual que su hermana, no quería ser la segunda Andrómeda.

— Remus, estoy intentando no lastimarte, pero estoy cansada de mentir.

— ¿Entonces es todo?, ¿esperas que vea a la mujer que amo casarse con otro hombre?

— Lo siento, pero no veo cómo puede llegar a funcionar, tengo dos semanas, ¿qué esperas que haga? — preguntó la rubia con desesperación y el chico se acercó a ella con seguridad.

— Que me digas la verdad, que digas todo aquello que me decías cuando estábamos solos y no tenías que pretender querer ser una Black.

— La verdad es que no funcionamos juntos — la lluvia comenzó a caer sobre ellos, pareciera que el mismo cielo era infeliz con lo que les estaba sucediendo. Narcissa sabía que necesitaba tener control y buscándolo, creó un paraguas con su varita; pero Remus no, él solo necesitaba entender lo que estaba pasando, no importaba cuan empapado terminará.

— Cuando amas a alguien lo haces funcionar, esto es solo una pelea, mañana todo será igual, será como si nunca hubiera pasado y encontraremos la manera de arreglarlo.

— Solo vine a decirte adiós y a darte las gracias por la persona en que lograste convertirme, también necesitas saber que eres un hombre muy especial y que espero que esto no te cambie.

— Entonces no me dejes, Narcissa — la voz de Remus llamándola quedaría de por vida en la mente de la rubia, pero esta noche no podía sucumbir ante sus deseos y negando explicó: 

— Remus, no lo hago para lastimarte, vi lo que es realmente importante y tome una decisión.

— No, algo te hizo cambiar de opinión, ¿qué fue? — preguntó Remus tomando a Narcissa por los brazos. — Cariño, el amor no desaparece de la noche a la mañana. 

— Las personas mienten todo el tiempo.

— Pero tú no — continúo el chico tomando esta vez la cara de la rubia. — Sé cuando mientes, sé cuando hablas con la verdad, sé que me amas como yo a ti.

— Necesitas a alguien que te ame plenamente, sin miedos — Narcissa se alejó de Remus mirándole. — Que te ame frente al mundo sin necesidad de usar un obliviate porque los descubrieron.

— Mírame y dime que ya no me amas, dime que solo fuimos un juego.

— No te amo — Narcissa recordó quien era por lo que su semblante cambió a uno frío. — No te amo, no te quiero ver y nunca fuimos nada, solo un juego de niños.

— Puedo ver las mentiras en tus ojos.

— ¡Basta! — chilló la rubia mirándole fijamente y frunciendo el ceño, podía sentir las lágrimas amenazando con salir de sus ojos. — Te odio, te odio tanto.

Y Remus lo vio, la verdad en los verdes ojos de la mujer que amaba, realmente Narcissa lo odiaba por no poder dejar de amarlo, lo odiaba por tratar de detenerla a pesar de saber que sería imposible, lo odiaba porque sabía que jamás sería capaz de amar a Lucius Malfoy de la misma manera en que amaba a Remus Lupin, pero este no pudo entenderlo, solo vio que hablaba con verdad.

— Entiendo, no soy suficiente para ti, debe ser eso — Remus miró a la chica buscando la calidez de antes sin éxito. — Está bien, eres libre de irte y hacer lo que tengas que hacer con tu vida.

— Bien — fue lo único que ella pudo contestar ante aquello, luchando fuertemente contra lo que su corazón le pedía a gritos. Remus la miraba con una frialdad infestada de dolor y tristeza.

— No es como si alguna vez hubiera creído en el amor verdadero — dijo el chico logrando destruir la faceta de la rubia, pero no provocarla. — Al final del día nos quedamos completamente solos, ¿no?

Narcissa vio como Remus se alejaba de ella, quería gritarle que regresará, pedirle que la besara y estar entre sus brazos, pero se contuvo, por lo que caminó hacía el otro lado, hacía donde sabía que tenía que ir.

 Antes de salir del callejón, Remus se detuvo, apretando los puños y regañandóse mentalmente por la tontería que acababa de decir, por la estupidez que había aceptado. El chico se giró sobre sí, dispuesto a ir por Narcissa y no dejarla ir, decidido a escapar con ella para siempre estar juntos.

El hombre lobo, camino por donde sabía que el amor de su vida había ido, solo para encontrarla entre los brazos de su prometido, Lucius Malfoy. Sin embargo, verla de esa forma no fue lo peor, sino presenciar la mirada encantada de los señores Black, que admiraban al rubio platinado.

Aquella escena hizo entender a Remus que aquello jamás sería posible para él, nunca sería bienvenido en la noble casa de los Black y mucho menos aceptado, antes lo matarían por su insolencia, junto a Narcissa por atreverse a “manchar” el apellido y ser una traidora a la sangre. 

Entonces el chico tragó pesado, conteniendo el egoísta impulso de ir tras la chica, de tomarla de los brazos de aquel sujeto que jamás sería capaz de amarla como él. Lucius Malfoy sonrió con aquella sonrisa estúpida antes de dejar un beso en los labios de su Narcissa.

Chapter 19: Amistad

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Hogsmeade. Junio 10, 1977

Remus Lupin estaba ahí, de pie bajo la lluvia sin apartar la mirada de Narcissa y Lucius Malfoy, recordando que en dos semanas la perdería para siempre. El chico no podía regresar con sus amigos, no podía fingir que todo estaba bien y tras pensarlo brevemente, se decidió por regresar al castillo sin avisar a nadie.

— ¿A dónde fue Remus? — preguntó Hestia mirando por la ventana de las Tres Escobas, pero fuera no había más que gente del pueblo. 

— Creo que se sintió mal, dijo que tal vez no regresaría — mintió Lily rápidamente y sin poder evitar sentirse mal por su amiga. Para la pelirroja y Marlene era de conocimiento general que Hestia tenía sentimientos por Remus desde primer año, pero este siempre la había visto como a una hermana menor, especialmente desde el grupo de estudio. 

Lily miraba cada que podía por la ventana, pero no había rastro de su amigo, aquello comenzaba a preocuparle, pero había decidido confiar en que probablemente estaba con Narcissa; la ojo verde sabía que Remus se perdía con su novia cada vez que podía.

— Estuvo genial, no sabía que fueras tan divertido Longbottom — dijo Sirius sonriendo al chico y abrazándolo por el cuello.

— Claro que es divertido, pero no se mete en problemas como ustedes — el grupo rió ante las palabras de la duendecilla y se dirigieron de regreso al castillo. Una vez que llegaron a la sala común, Alice y Frank se despidieron para ir a dormir, por su parte el grupo de amigos se sentó frente a la chimenea apagada para seguir conversando mientras Peter iba en busca de Remus.

— Increíble que empezaremos el último año en unos meses — habló Marlene con un suspiro, se encontraba relajada y decidió recargarse en Sirius. 

— Lo sé, aún recuerdo nuestro primer día — dijo Hestia con una sonrisa. — Especialmente a Marlene asustando a Lily.

— Oh vamos, solo estaba emocionada, nunca había tenido una amiga que conociera tanto sobre el mundo muggle y mis padres eran más ignorantes que yo en el tema.

— Lo mejor del primer día fue la mirada asesina de Lily a James — dijo Sirius riendo mientras la pelirroja le mostraba la lengua.

— Hay que tomar en cuenta que Potter era un patán — se excuso Lily con una sonrisa. — Gracias a Merlín cambio y es el mejor de ustedes cuatro.

El grupo de amigos miró a la chica sorprendidos, mientras James y la misma Lily se sonrojaban, el chico se sentía bien al saber que sus esfuerzos parecían haber funcionado por lo menos un poco, mientras que la leona no podía evitar pensar en que le había dado un cumplido al chico.

— Oigan, Remus no está en la habitación — dijo Peter, apareciendo y llamando la atención de sus compañeros, Hestia fue la primera en verlos con preocupación y preguntar: 

— ¿Y si está en la enfermería?

— Tal vez debamos ir a buscarle — indicó James. Todos salieron de la sala común, Lily incluida, la pelirroja sabía mejor que nadie que para esa hora, Remus ya debería estar en su habitación.

— Madam Pomfrey, estamos buscando a Remus — habló Hestia por los chicos una vez que llegaron con la enfermera. — Se sintió mal hace ya unas horas, pero no está en su habitación.

— Mi niña pero si nadie ha tocado la enfermería hoy, mucho menos mi niño —  los chicos compartieron una mirada, era obvio lo que tenían que hacer, por lo que se separaron cada quien iría por un lado y quién lo encontrará lanzaría su patronus y todos irían a su encuentro.

Lily Evans caminaba a paso rápido, preocupada cada vez más por lo que se acercó al lago, entonces se detuvo y sus ojos se abrieron ante la sorpresa de ver a Narcissa Black abrazar a Lucius Malfoy, la pelirroja no podía creerlo, entonces la mirada de la serpiente se encontró con la de la leona.

Lo siento dijo la chica rubia sin dejar salir ningún sonido de su garganta, Lily negó con su cabeza y entendiendo lo que estaba sucediendo, dio media vuelta y corrió hacia el único lugar en el que sabía que estaría su amigo, la torre de Astronomía.

— Remus — llamó la chica apenas abrió la puerta, el susodicho ni siquiera había podido subir las escaleras, estaba ahí con la frente en la pared y la mirada perdida. 

La pelirroja abrazó a su amigo, pero este no lloró, se había quedado sin lágrimas, sin esperanza, pero agradeció tener a Lily en esos momentos. Remus no paraba de pensar en que excusa le daría a sus amigos, ¿cómo les explicaría que el gran amor de su vida acababa de romperle el corazón sin decir quien es?

— Todos están preocupados por ti, debo llamarlos — dijo Lily mirando a su amigo que solo logró asentir. — Expecto Patronum.

Un hilo blanco salió de la varita de la chica, transformándose en una cierva que rápidamente salió de la torre, la chica seguía abrazando a su amigo y solo dejó de hacerlo cuando se sentaron en las escaleras de la torre.

— Me dejó, sé que me ama tanto como yo — habló por primera vez el chico, su voz era casi un susurro. — Pero también sé que me odia, me lo dijo y vi la verdad en sus ojos. 

— No sé cómo te sientes y no haré menos tu dolor — Lily miró a su amigo a los ojos. — Pero Remus, tienes que saber que eres uno de los hombres más valiosos que he conocido, un gran amigo y fiel compañero, siempre estaré para lo que necesites, así que si necesitas llorar, hazlo.

— Creo que ya no tengo lágrimas, parece ser que lloré hasta quedar vació.

— Nunca estarás vació, porque siempre habrá algo en ti que te llene, tal vez hoy era ella, pero mañana será alguien o algo más, no pierdas la esperanza.

— ¡Remus! — el lobo y la pelirroja levantaron su cabeza encontrando a sus amigos que lo miraban preocupados, por lo que se levantó buscando las palabras para decirles cómo se sentía, abrió su boca un par de veces pero no emitía sonido alguno, fue entonces que James se acercó a abrazarlo:

— No importa que sea, estamos aquí para ti, hermano – esas palabras bastaron para que el chico volviera a sollozar, el grupo de amigos no soportaba verlo así por lo que todos se acercaron a abrazarlo, buscando demostrar que lo dicho por James era cierto.

Pasadas las horas, decidieron regresar a sus habitaciones, Remus seguía sin decir nada respecto a su estado pero tampoco lo presionaban, eran conscientes de que fuera lo que fuese se los diría cuando se sintiera preparado.

Después de aquella noche, Narcissa Black no volvió a aparecer por los pasillos de Hogwarts, ni siquiera tuvo permitido ir a su graduación.

Chapter 20: Las Evans

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Estación King Cross. Julio 2, 1977.

Remus, Hestia, Marlene, Sirius y James llegaron a la estación King Cross con una sonrisa, no les fue difícil ver a la pelirroja que los saludaba a unos metros junto a una mujer de cabello castaño claro y una chica rubia con cara de pocos amigos. 

— ¡Lily! — chillaron las chicas que corrieron a abrazar a la pelirroja.

— Los extrañe — saludó la chica una vez que abrazó a los chicos y se giró a su madre. — Ella es mi mamá Violet Evans y mi hermana Petunia Evans.

— Un gusto conocerla, Lily ha hablado maravillas de usted — saludó Hestia la señora que los miraba con una sonrisa maternal.

— Y de su deliciosa comida — comentó Sirius provocando la risa de la señora Evans.

— Encantada de conocerlos, he esperado este momento por años.

— Oh señora Evans, nosotros también, es un sueño hecho realidad — confesó Marlene tomando las manos de la señora Evans con una gran sonrisa.

— Tú debes ser Marlene — el grupo de amigos rió y la rubia asintió orgullosa. — Llámame Violet, cariño, de hecho todos haganlo por favor.

— ¿Nos podemos ir? — preguntó Petunia, hablando por primera vez. Lily apretó su vestido con nerviosismo, acto que fue notado por James. El chico de lentes se acercó a apretar ligeramente el brazo de la chica que lo vio con una sonrisa tímida, consciente de que la atención del chico había estado en ella todo el tiempo.

— Claro, deben estar hambrientos — los chicos siguieron a la señora Evans por la estación, hasta llegar a dos automóviles Ford. — Los chicos con Lily, las chicas conmigo. 

— ¿Es un verdadero auto? — preguntó Marlene mirando con emoción y Lily asintió con su cabeza antes de responder:

— Claro que lo es, uno de los mejores inventos creados por nosotros los Muggles.

— ¿Y Lily lo sabe conducir? — preguntó Sirius burlón, logrando que la pelirroja le sacará la lengua.

— Lo siento, chicos — habló la leona una vez que iban camino a su casa. — Mi hermana... Ella probablemente nos haga pasar un mal rato.

— Lily, vinimos a disfrutar y eso haremos — la susodicha miró a James Potter que iba en el asiento de copiloto y le sonreía, por lo que antes de que se sonrojara regreso la vista a la carretera, Sirius y Lupin por su parte estaban fascinados viendo por la ventana.

— ¿Qué planes tienes para nosotros, Evans? — preguntó Sirius moviéndose al centro y quitando espacio a Remus.

— Compre boletos para llevarlos a un partido de football, es un deporte muggle — contestó la chica con una pequeña sonrisa. — Y en la noche podemos ir a un club, será divertido.

— ¡Genia! Yo pensaba que nos llevarías a librerías.

— A mí me gustaría eso.

— Lunático, ¿dónde está tu espíritu de aventura? — preguntó el chico de ojos grises a su amigo que se rió de él.

— No dije que no quiera ir a lo otro, pero una librería muggle también debe ser algo interesante de ver.

— La verdad es muy diferente a una mágica — explicó Lily viendo a ambos chicos brevemente. — En esta los libros no se acomodan solos, están un tanto revueltos porque muchos muggles no tienen la cultura de regresarlos a su lugar.

— ¿Esa es tu casa? 

— Sí, es un poco pequeña — respondió Lily a su amigo Remus. 

— Es perfecta, se ve acogedora — comentó James ganando otra sonrisa de Lily. La pelirroja estaba agradecida de que ellos jamás parecían hacer menos a otras personas por lo poco que tuvieran y es que, al ser honesta, Lily sabía que tenía muy poco que ofrecer en comparación a sus demás amigos magos. 

— Pasen, Lily les mostrará sus habitaciones, los llamaré cuando esté servida la comida — los chicos agradecieron a la señora Evans mientras la veían desaparecer hacia la cocina, seguida de su hija mayor que seguía con cara de pocos amigos, por lo que decidieron ignorarla y hacer lo que les había indicado. Subieron las escaleras hasta detenerse frente a una puerta blanca impecable que la menor de las Evans abrió.

— Bien, este es mi cuarto, dónde dormirán Hestia y Marlene — la pelirroja se hizo a un lado donde dejó ver un hermoso cuarto con cama king size y sábanas celestes que hacían juego con las cortinas del mismo color, dentro había también un librero lleno de libros muggles y mágicos, lo que más llamaba la atención era un armario blanco con detalles dorados donde la chica guardaba sus pertenencias y dónde había hecho espacio para sus amigas.

— Lily es hermoso — chilló Marlene entrando y dejando su bolso en la cama. — Me encanta la combinación de celeste y blanco.

— Y los detalles dorados de tus cosas hace que se vea muy femenino, no esperaba algo así – dijo Hestia, ambas amigas lograron sonrojar a la pelirroja que solo sonrió. 

La casa de los Evans era pequeña y siempre había sido así, dado que solo necesitaban unos cuantos cuartos, la cocina y la sala, algo que los padres de Lily si habían buscado era que las habitaciones fueran grandes para que la misma Violet Evans, no se sintiera enjaulada.

— Sigamos, estoy ansioso por ver donde dormiremos — habló Sirius con una sonrisa. Lily negó con su cabeza, algo que admiraba del chico era que siempre estaba ansioso por hacer las cosas, aunque la menor de las Evans no sabía si se trataba de una manera de ser valiente antes de arrepentirse, tal vez luego le preguntaría a Sirius, pero por el momento lo dejaría disfrutar.

— Ustedes dormirán aquí, es la habitación de invitados — explicó Lily abriendo la puerta. La habitación tenía paredes blancas, una cama king size con sábanas azules, su propio baño, un escritorio, un armario más grande que el de Lily y una cajonera, también de colores blancos, los cuales la madre de Lily amaba el color porque dejaba entrar luz a la casa.

— Mira esta cama, se ve mejor que las de Hogwarts — dijo Sirius lanzándose a la cama, seguido de Remus que solo asintió. — James, te dejó, viviré con Lily.

El grupo rió ante las palabras del chico, el propio James sabía que su amigo no hablaba en serio. Tras unos minutos, observando como Sirius rodaba como perro sobre las sábanas, las chicas dejaron a los chicos desempacando y ellas se fueron a hacer lo mismo al cuarto de Lily, no les tomaría mucho ya que al hacerlo con magia sería más eficaz.

 — Dice mamá que bajen — habló Petunia viendo con asco como las ropas de Marlene y Hestia volaban por el cuarto de su hermana hasta el armario.

— Tune, después del partido iremos al club, ¿quisieras ir con nosotros?

— Sabes que no — contestó Petunia mirando con asco a su hermana. — Y no me llames Tune, solo mis amigas pueden hacerlo.

— Lo siento.

— Deja de hacerte la santa, fenómeno — dijo Petunia mirando a su hermana con enojo, Lily solo la observó, acostumbrada a aquellos tratos e ignorando por completo el trasfondo de aquel insulto.

— ¿Cómo la llamaste? — preguntó la pequeña Hestia caminando hasta la rubia Evans. — ¿No crees que fue un mal momento para llamar así a tu hermana? Tu casa está llena de nosotros los fenómenos.

Petunia Evans miraba a la castaña sin poder hablar, nerviosa, ella misma se había estado repitiendo que no llamaría así a Lily mientras sus amigos estuvieran, no por respeto, sino por miedo a que la hechizaran en cuestión de segundos.

— ¿Todo bien? — preguntó la señora Evans llegando a la habitación, había subido al tener ese presentimiento de madre que le decía que algo no estaba bien.

— Claro, Violet, Petunia nos contaba que no podría salir con nosotros.

— Oh, bueno, bajemos, la comida está servida — una vez que terminaron de comer, subieron a prepararse para el partido, Lily tenía distintas camisas para prestar a sus amigas, mientras a los chicos les prestaba las que habían sido de su padre.

El partido había fascinado al grupo de amigos, su equipo había ganado, Sirius y James se habían unido a los aficionados celebrando entre saltos, gritos y canciones de victoria. Los chicos habían bebido un poco de alcohol, pero no el suficiente como para embriagarse. 

Fue durante un gol del equipo que Lily abrazo a James, Sirius besó a Marlene y una Hestia sonrojada también abrazo a Remus, pero el chico lo tomo como un gesto de mera amistad, al terminar el partido, no podían dejar de comentarlo mientras las chicas hablaban de lo que usarían para salir.

— ¿Se divirtieron? — preguntó la señora Evans con una sonrisa al verlos llegar a casa.

— Violet, debiste venir con nosotros, te hubiera encantado — contestó Sirius con una sonrisa mirando a la madre de Lily que sonrió aún más.

— Con saber que se divirtieron es suficiente — dijo la señora Evans antes de girarse a ver a su hija directamente — Deje algo para ti en tu habitación, suban a alistarse.

Los chicos hicieron caso al ver que la señora Evans se encontraba haciendo su famosa tarta de durazno y no querían molestarla. Una vez dentro de su habitación, Lily encontró el collar de su madre sobre la mesa de noche, una cadena delgada de oro, con un dije en forma de gota rojo, su padre se lo había regalado a su madre en su primer aniversario, Lily sonrió y sin pensarlo dos veces le pidió a Marlene ayuda para ponerselo.

— Lucen hermosas — dijo Violet Evans al ver a las chicas bajar, los chicos ya estaban con la madre de Lily por lo que las vieron bajar, Sirius y James no podían apartar la vista de Marlene y Lily.

— Cierren la boca chicos, están inundando el lugar — susurró Remus burlón, provocando un leve sonrojo en sus amigos.

Al llegar al club, Lily les explicó a las chicas que siempre debían estar atentas a lo que fuera que tomasen y que si en algún momento se llegaban a sentir mal debían externarlo al grupo. De igual manera, la pelirroja pidió a los chicos que estuvieran atentos a cualquier cosa que les resultara, por mero sentido de supervivencia, extraña. Esto con la intención de evitar que alguna desgracia llegase a suceder, la hija de padres muggle conocía los riesgos a los que se podían exponer ella y sus amigas.

Sin embargo, la noche pasó sin incidentes, Lily y James bailaron toda la noche entre risas y coqueteos, seguidos de Sirius y Marlene que no dejaban de besarse, mientras Remus y Hestia bailaban a ratos, conversaban y regresaban a la pista de baile entre risas.

Los chicos no querían que su tiempo con las Evans terminara, se habían enamorado del mundo muggle, pues a pesar de no ser tan práctico como el mundo mágico, era fascinante, sólo debían encontrar el lado positivo.

Chapter 21: Los Potter

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Callejón Diagon. Julio 10, 1977.

Marlene, Hestia y Lily Evans esperaban a los chicos en el callejón Diagon, ese había sido el nuevo punto de reunión que habían decidido.

— Estoy nerviosa, sé que los señores Potter no son los padres de Sirius pero para él obviamente son la figura que él siempre quiso, quiero agradarles.

— Marlene, claro que les agradarás. 

— Hestia tiene razón, te amarán, estarían locos si no lo hicieran. 

— Gracias, chicas — la rubia dejó de ver a sus amigas y se encontró con los grises ojos de su novio.

— Hola bellezas — saludó James con su típica sonrisa socarrona, poco a poco la pequeña Evans le tomaba más cariño al chico, comprendiendo su actitud infantil, su actitud hacia su ex amigo Severus y, sobre todo, aceptando que James estaba cambiando para bien.

— Sentimos la tardanza, la madre de James está ansiosa por conocerlas.

— No se preocupen, pasamos a visitar a Ollivander, mi madre le envió unos panecillos como agradecimiento por reparar la varita de mi tonto hermano.

— Marlene, deja de llamar tonto a Marlon — pidió Lily, pues sabía que el inocente hermano de Marlene no tenía la culpa de ser un poco torpe, el grupo de amigos rió, los chicos pidieron a las chicas que los acompañaran cerca de la Heladería de Florean Fortescue ya que era el mismo Florean quien les estaba cuidando el traslador.

Al llegar con los Potter, se encontraron con una pareja de edad avanzada que les miraban sonrientes, el hombre tenía los mismos ojos avellana que James y la mujer esa sonrisa típica del chico.

— Mamá, papá — llamó James. — Hestia, Marlene y Lily. 

Los señores Potter abrazaron a cada chica dándoles la bienvenida, sabían de ellas, al menos de Marlene y Lily por sus hijos, pero al verlas enfrente podían notar el porqué se habían encariñado hasta el punto de enamorarse.

— Pasen mis niñas, Dixie — llamó la señora Potter a su única elfa que les ayudaba y hacía compañía mientras los chicos estaban en la escuela, era pequeña, menuda y usaba ropa que podría quedarle a un bebe. — ¿Puedes ayudarme con la comida?

 La elfa miraba a la señora Potter con cariño, Lily estaba emocionada, le preocupaba un poco que siendo hija de muggles pudiera suceder algún percance, pero no fue así, los padres de James la habían recibido con una gran hospitalidad, incluso le habían dado lo que parecía ser, el cuarto con mejor vista e incluso ella y las chicas tenían grandes pláticas con la señora Potter que insistía en que la llamaran Euphemia y a su esposo Fleamont.

— Señora Potter, ¿Dixie es su único elfo doméstico?

— Sí Lily, Dixie es la única compañía y ayuda que tenemos, limpiar la casa siempre lo hacía yo, pero con el tiempo le fui dejando ese trabajo a ella, claro que durante las vacaciones los chicos le ayudan.

— ¿Por qué?

— Bueno, nunca nos ha gustado la idea de que vivan sirviendo, tuvimos muchas dificultades para que Dixie entendiera que es parte de la familia y que necesita vestir, dormir, comer y vivir como nosotros, gracias a Merlín lo hace — contestó Euphemia Potter a Lily.

— ¿James y Sirius le ayudan? 

— Claro, mis hijos no serán esposos holgazanes, si quiero buenas nueras debo criar buenos hijos y vaya que quiero que tengan buenas esposas, especialmente sabiendo lo Gryffindor que pueden llegar a ser.

— Uh, Euphemia eres increíble — habló nuevamente Marlene con una sonrisa mientras asentía con la cabeza a una señora Potter que sonreía orgullosamente.

— Mamá — entró James a la sala de estar. — Papá quiere venir a mostrarle a las chicas mi álbum de cuando era un bebé.

— James Potter, tu padre tiene derecho a presumir lo bello que eras de bebé.

— Pero no quiero que lo haga.

— Fleamont, ¿puedes no avergonzar a tu primer hijo? — preguntó Euphemia cuando su esposo entró seguido de Sirius y Remus.

— Pero.

— Aún no es momento para eso.

— Bien, pero no sé cuánto tiempo soportaré, deben ver cuando lo transforme en un bebé león, desde ese momento supe que sería un gran Gryffindor — las chicas rieron y pidieron amablemente a los señores Potter que les mostrarán el álbum, ignorando las peticiones de James, que terminó cediendo ante la intensa mirada verde de Lily. 

Esa tarde vieron cada álbum en la casa de los Potter, incluso ya existía uno con miles de fotos de Sirius, algo que no extraño a ninguno de los presentes, Fleamont Potter coleccionaba cámaras mágicas por lo que en el momento en que Sirius se hizo parte de su familia, él y su esposa tomaron la decisión de que debían hacer todo lo que habían hecho con James para que el chico se sintiera como su hijo.

 — Mira esa foto, Sirius nunca te vi tan serio— dijo Hestia y el susodicho sonrió socarrón.

— ¿Qué puedo decir? Cuando eres perfecto y la cámara te ama, debes tomarla en serio — el grupo de amigos río ante la respuesta de su amigo, incluso los señores Potter se rieron un poco. James no pudo evitar pensar en que no estaría para nada mal un futuro así, sus amigos y sus padres reunidos viendo álbumes de fotos de su graduación de Hogwarts, de sus bodas, inclusive de sus hijos. Para Potter, que había sido hijo único mucho tiempo,  el pensamiento de tener un solo hijo no le gustaba para nada, al menos tres hijos para hacerse compañía y colmar la paciencia de cualquier persona.

Un par de días más tarde, Alice se apareció frente a la casa de los Potter, donde después de saludar a los señores Potter y a sus amigos, se llevó a las chicas para una rápida prueba de vestido de damas para su boda.

— Estoy tan emocionada — chilló Alice Longbottom mirando a sus amigas en sus vestidos que eran preciosos y acorde a la época del año, el color amarillo claro y la tela floja ayudaba lo suficiente para que las chicas no muriesen de calor.

— Alice, están hermosos — dijo Lily, dando una vuelta.

— ¿En serio les gustan?

— Claro, a parte es tu boda, podría usar lo que me pidieras — dijo Hestia con una sonrisa mientras las chicas asentían de igual manera.

— Solo unos días, ¿lo pueden creer? — preguntó Alice mirando su anillo con adoración. 

— El tiempo pasa muy rápido, aún recuerdo cuando me tiraste en mi primer día.

— Lily sigo avergonzada por eso, pero feliz porque las conocí — las chicas se unieron en un abrazo mientras reían.

Chapter 22: Por amor u obligación

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Mansión Malfoy. Agosto 11, 1977.

El día había llegado, Narcissa Black se miraba al espejo frente a ella, su vestido blanco, elegante y poco sutil la estaba asfixiando, definitivamente no es lo que quería, había pasado noches sin dormir por llorar y días sin probar bocado alguno por gusto.

— Cissy, mírate — habló Bellatrix entrando por la puerta. Si bien, la mujer veía a su hermana como la hermosa novia que era, pero no podía evitar que hubiera una enorme sonrisa burlona en su rostro al saber con el cobarde que se casaría su hermana.

— Bella, no estoy de humor.

— Uh... La princesa no quiere al idiota de Malfoy, yo estaría igual si tuviera que casarme con él.

— Basta. 

— ¿Por qué? Extrañas a tu hombre lobo — la rubia se giró a ver a su hermana con una mirada altanera.

— No sé de qué me hablas. 

— Vamos, claro que lo sabes — Bellatrix caminaba lentamente con su negro vestido, cada paso que daba se volvía más amenazante que el anterior. — Podía oler su esencia a kilómetros de distancia, una vez entendible, dos es raro pero ya más de tres veces, no Cissy, era obvio lo que estabas haciendo.

— Fue mi estúpido tutor, necesitaba salir bien porque quería ser alguien más que la esposa de un seguidor del señor tenebroso.

— No te creo.

— Pues cree lo que quieras, pero si te atreves a difamar en mi contra, pagarás las consecuencias — amenazó la chica apretando las manos.

— Recuerda que yo fui quien te enseñó Legeremancia, no trates de evitar que entre en tu mente, ¿o tienes algo que esconder?

— Bella, entiendo que tu vida sea tan aburrida como para tener que husmear en la mía, pero eso te hace ver patética, así que basta.

— Hasta que actúas como una Black.

— Siempre he actuado como una, siempre he sido una digna Black, pero esta vez soy una Malfoy — Narcissa miró a su hermana, Bellatrix por su parte sonreía burlona, pero había algo en su mirada que la rubia pudo descifrar como enojo. — ¿Te puedes ir?

Narcissa vio a su propia hermana darse la vuelta molesta y caminar por lo que antes de que saliera de la habitación elevó su varita y lanzó un obliviate. No quería hacerlo de aquella manera tan cobarde, pero no podía correr el riesgo de que un descuido sucediese, no podía poner en peligro a Remus ni el nombre de su familia.

— Bella, ¿estás bien? — preguntó Narcissa a su hermana que se giró a verla. — Te pedí ayuda con el velo, pero dijiste que irías por mamá, ¿cambiaste de opinión?

— Lo sé Cissy, ya vuelvo — la ceremonia estuvo repleta de mortífagos, de ex compañeros de escuela, de las familias más importantes del mundo mágico y del idiota de Severus Snape que a ojos de Narcissa no era más que un peón del señor tenebroso.

— Narcissa, ahora que eres mi esposa, quiero pedirte total devoción hacia mí — habló Lucius Malfoy mirándola fijamente mientras bailaban su primer baile como esposos.

— Creo que eso lo juré hace unos momentos, durante la ceremonia. 

— Me refiero, a que siempre fui consciente de que estabas enamorada de alguien más — Narcissa miró a su esposo con sorpresa y miedo. — Pero de ser necesario, esperaré para que puedas llegar a sentir algo similar por mi.

La rubia sabía que de igual manera debía entregarse a él esa noche, pero agradecía internamente que Lucius no fuera el idiota que ella creía que era, incluso evitaba tocarla fuera de lo necesario, entonces lo hizo de nuevo, comparó los actos de Lucius hacia ella con lo que alguna vez tuvo Remus.

Lejos de la mansión Malfoy, se celebraba otra ceremonia, donde los colores pastel del verano reinaban y la felicidad podía sentirse apenas cruzar el umbral de la puerta para entrar al jardín.

Las chicas miraban a la hermosa Alice caminar hacia Frank, que no podía apartar su mirada, sus ojos brillaban y una enorme sonrisa se plasmaba en la cara de ambos. El hermoso vestido de Alice era digno de una princesa, su cabello recogido por hermosas flores en colores pastel formaban una tiara; tal como la chica siempre había deseado, era una boda de cuento de hadas.

— Fue una ceremonia hermosa — dijo Hestia a los chicos mientras miraba a Alice y Frank en su primer baile como esposos.

— Lo sé, su amor es tan puro — James miró a Lily, su voz había sonado tan soñadora que el chico no pudo evitar perderse en su mirada. La pelirroja miraba a sus amigos con una emoción latente que invadía al mismo azabache, por lo que armándose de valor, como el Gryffindor que era, se puso de pie y alzó su mano a la chica invitándola a bailar.

— ¿Bailarías conmigo?

— Claro — contestó Lily sonriente tomando la mano del chico, por su parte los señores Potter alejaron sus ojos de los verdaderos protagonistas de la noche para ver a su hijo bailar con una hermosa pelirroja.

— Son tan bellos.

— Claro que lo son, nuestro hijo no puede tener un mal gusto en las mujeres, sería una vergüenza como padre.

— Oh Fleamont — golpeó Euphemia a su esposo con suavidad, riendo. — No olvides que tu padre se casó con una pelirroja, era de esperarse que James lo hiciera.

— Y si tienen más de un hijo pasará lo mismo.

— ¿De qué hablas? — preguntó la mujer viendo a su marido con sorpresa. — ¿Hay algo que no me has dicho después de tantos años casados?

— No sé si es una maldición, tradición o bendición... Pero muchos Potter se han casado con pelirrojas, mi bisabuelo, mi padre, James.

— Aún no se casó con Lily.

— Pero sabemos que lo hará, ahora supongamos que tienen dos hijos, el primero se casará con una persona con cualquier color de cabello, por otra parte, el segundo se casará con alguien de cabellos rojos.

— ¿Está eso comprobado?

— ¿Nunca observaste con cuidado nuestro árbol familiar?

— La verdad es que no — contestó Euphemia Potter extrañada.

— Bueno, llegando a casa lo tendremos que hacer.

— Señor Potter — llamó la voz de Lily y el susodicho se giró a verle. — ¿Bailaría conmigo?

— Claro mi niña, encantado — James por su parte sacó a bailar a su madre que no paraba de decirle lo orgulloso que estaba de él. Lily Evans no podía dejar de reír con Fleamont que le contaba distintas ocurrencias de antes de que su hijo entrara a Hogwarts, a terminar de bailar, el señor Potter se sentó junto a su esposa e hijo, eran personas de una edad muy avanzada.

— Hijo, ¿cuándo vas a decirle lo que sientes?

— No lo sé, siempre le he dejado en claro que me gusta, pero nunca se lo he dicho directamente — contestó James mirando a Lily bailar con Frank.

— No tardes mucho, estás en tu último año, podrías perderle si no lo intentas — aconsejó Fleamont, dejando a James pensando el gran golpe de realidad que le acababa de dar su padre con aquellas palabras.

Frank recibió a Alice, su Alice, con los brazos abiertos una vez que terminó de bailar con Lily, no podía dejar de admirar la enorme sonrisa que tenía. Es verdad que Alice siempre estaba sonriendo, pero hoy Frank había conocido una nueva sonrisa en su esposa, debía admitir que esta sonrisa le gustaba más.

— Frank, te amo

— Y yo a ti, mi Alice — contestó envolviéndola en un abrazo y balanceándose al son de la música, mientras se olvidaban de todo lo que estaba a su alrededor.

Chapter 23: Último año

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Septiembre 1, 1977

— No puedo creer que sean Premio Anual, es fascinante — chilló Marlene mirando a Lily y James con una sonrisa mientras se sentaba en el gran comedor para la selección de las casas. — Se lo tenían muy bien guardado.

Hestia conversaba de forma amena con Remus, durante el verano se habían hecho más amigos que antes, algo que le emocionaba a ella. Regulus los observaba atentamente, preocupado de que su imposible enamoramiento con la chica se convirtiera en algo impensable. La chica sonreía y claro que el Slytherin se sentía molesto, celoso y frustrado, pero tenía algo que cumplir con su familia, un sacrificio que tenía que hacer para que su hermano fuera feliz y sus padres estuvieran orgullosos, aún cuando él no creyera en nada de eso.

En la mesa de los leones, Sirius abrazaba a Marlene por la cintura mientras se burlaba de cómo Peter se había atragantado con su rana de chocolate. James se acercaba a Lily con emoción cuando había pequeños que iban a su casa y la hacía reír con la idea de que raptarían a los de Hufflepuff para convertirlos en dignos leones.

— No ha habido muchos Gryffindor este año, pero sí Slytherin.

— También lo note, supongo que se debe a la gran guerra que se avecina, muchas personas quieren estar del lado más sencillo — secundó Sirius a Hestia mirando como su hermano menor y Snape no dejaban de conversar en la mesa de las serpientes.

— Andando, James y yo guiaremos a los de primer año a la sala común.

— ¿Qué hay de los prefectos? — preguntó Marlene mirando a Hestia y Remus, fue la primera quien decidió contestar la duda de su amiga.

— Nos vamos a encargar también, pensamos que serían más de nuestra casa pero parece ser que nos equivocamos.

— Buenas noches, como ya saben han sido elegidos en la casa de Gryffindor, conocida por su valentía, fuerza y honor — hablaba la pelirroja Evans mirando a los de primer año frente a ella. — Soy Lily Evans, premio anual, pueden acercarse a mí para cualquier duda o inquietud que tengan, así como a mis compañeros que se presentarán ahora mismo.

— Hola, soy Hestia Jones y seré una de las prefectas por lo que me verán merodeando por las noches, así que eviten meterse en problemas, queremos ganar la copa de las casas para seguir siendo lo mejores.

— Yo soy Remus Lupin, también prefecto — James soltó una carcajada.

— Lo siento es que Remus solo dijo eso y se quedó callado, pero no importa, James Potter aquí, premio anual y como dijo Lily se pueden acercar a nosotros para cualquier cosa.

— Sí, bueno por aquí — dijo Hestia al ver como Lily miraba a James, por lo que ella y Lupin se adelantaron para guiar a los de primer año.

— James, ahora eres Premio Anual, no puedes.

— Espera... ¿Acabas de llamarme James, Evans?

— Puede ser — contestó Lily sonrojada apartando la vista, pocas veces le había llamado así a la cara, solo cuando estaba con Hestia y Marlene, pero ahora no había vuelta atrás.

— Bien, puedo acostumbrarme a esto.

Semanas más tarde, después de aquella clase de pociones en la que Lily era la mejor de su generación y James su compañero de clase, el par se encontraban haciendo una de las tareas de Slughorn sobre posibles cambios de materiales en distintas pociones en caso de no conseguirlos.

Para la mala suerte de Lily, James Potter parecía reacio a trabajar hasta que no le dejará platicar con ella sobre alguna extraña cosa que rondaba por su mente. La chica lo miraba pensando seriamente si realmente valía la pena estar con él en ese momento, pero los hermosos ojos avellana del chico la hicieron solo negarse a escucharlo.

— Vamos Lily, solo hablemos, es algo importante.

— James, necesitamos terminar esta tarea.

— Prometo que lo que te voy a decir te dejará pensando más que cualquier tarea.

— Bien, habla — dijo la pelirroja mirando a su compañero frente a ella, los ojos avellana que la veía suplicantes cambiaron a una emoción que ella misma pudo sentir.

— ¿Recuerdas la noche en que Remus tuvo su momento? Después de que fuimos a cenar con Alice y Frank, cuando su novia secreta y mayor lo dejó — claro que Lily recordaba aquella noche, fue la primera vez que vio a su amigo con el corazón roto, fue el día en que Narcissa Black y Remus Lupin dejaron de estar juntos. La pelirroja miró al azabache  sin entender, pero asintió con su cabeza.

— Bueno, vi tu patronus esa noche.

— ¿Qué hay con mi patronus? — preguntó la chica, poniéndose por primera vez en mucho tiempo a la defensiva en contra de James.

— Es una cierva — contestó el chico sonriendo.

— Sí, es una cierva, desde el primer día ha sido una cierva — la sonrisa de felicidad que le daba el azabache había cambiado, ahora la veía socarronamente y la pelirroja frunció el ceño. — ¿Por qué te importa tanto mi patronus?

— Porque el mío es un ciervo — la chica abrió sus ojos con sorpresa y desvió la mirada. La pelirroja recordaba sus clases, donde se mencionaba que el patronus era la representación del alma; un dato curioso que se había comprobado hacía ya algunos siglos es que cuando dos personas se encuentran y tienen la pareja de animales o criaturas mágicas correspondientes, los señalaba como almas gemelas.

— James, ponte a trabajar — fue lo único que pudo decir la ojiverde cuando entendió que el chico frente a ella era, probablemente, su alma gemela.

— ¡Lily, James! — chilló Hestia que apenas podía articular debido al cansancio de haber llegado corriendo. — Por favor, Sirius.

— ¿Qué sucede? — preguntó rápidamente la chica con preocupación al ver a su amiga y escuchar el nombre de Sirius.

— Pelea... lago — James miró a Lily, obligando a sus piernas a correr, sabía que algo estaba mal, ya que su amiga nunca había sido de las que grita en la biblioteca. Sin embargo, la castaña tomó a su amiga pelirroja de la mano y, aún tratando de recuperar el aliento, la jalo para que corrieran detrás del azabache.

Al llegar al lago, James vio a Sirius en una pelea con dos Slytherin, era una pelea a golpes por lo que el chico optó por tomar a su amigo por la túnica y arrastrarlo.

— Basta — ordenó McGonagall mirando a Sirius sin entender. — Es la segunda vez está semana, Black, quedas en periodo de prueba.

— Sirius, ¿qué fue eso? — preguntó Regulus llegando hasta su hermano. — ¿Te parece ideal ese comportamiento tan muggle?

— ¿Quieres que me cambie el apellido también?

— Francamente, no me interesa — mintió el menor de los Black entre dientes. — Pero no deberías.

— ¿Por ti?

— No, por nuestra madre, nuestro padre — contestó Regulus negando a la vez con su cabeza y dejando a Sirius atónito, al no comprender. — Ya te han desheredado. Sirius, te borraron del árbol familiar, quitaron todo lo que pudieron de tu cuarto destruyéndolo, pero Merlín sabe que estúpido hechizo utilizaste para pegar esas cosas de traidores.

— Basta.

— No, han hecho todo en su poder para borrar el hecho de que fuiste su hijo, así que desde mi punto de vista, enorgullecerte de que TU eres un Black es la mejor manera de molestarlos. Usa tu apellido con orgullo, porque es lo último que quieren de ti — para el momento en que Regulus terminó de hablar, ambos hermanos tenían una sonrisa pintada en el rostro.

— Pudiste haber sido el mejor merodeador de todos.

— ¿Qué quieres decir con que "pude haber sido"? — preguntó el chico mirando por última vez a su hermano antes de girarse y caminar hacia sus amigos Slytherin, no sin antes dirigirle un mirada a la chica de cabellos castaños que le robaba el aliento.

— Sirius, ¿estás bien? — preguntó Marlene tomando la cara del chico, para después ambos sentarse junto a sus amigos.

— Sí, no te preocupes.

— Tienes que dejar de hacer eso, una cosa muy diferente es algo en lo que podemos involucrar a la escuela para divertirnos y otra donde te expongas solo.

— Para mi fue divertido.

— Pero no quieres ser expulsado — replicó Remus sentándose junto a los demás. — Y ya estás en periodo de prueba, Canuto.

— ¿Y a quién le importa? Hay una guerra, la escuela no es.

— No puedes pensar de esa manera — replicó Lily mirando molesta a su amigo, sin importarle haberlo interrumpido. — Si vas por ahí metiéndote en peleas con cada sangre pura que veas te encontrarás.

— ¿Con algunos mortífagos? — interrumpió Sirius relajado.

— No, muerto o camino a Azkaban — contestó Remus.

— Todos terminamos muertos en algún punto de nuestras vidas — las palabras sin sentido de Sirius sorprendieron a sus amigos, tanto que Peter que estaba leyendo un libro dejó de hacerlo para girarse a verlo, Marlene por su parte sintió sus ojos llenarse de lágrimas y optó por regresar a su habitación sin decir nada.

— Canuto.

— Lo sé, realmente no lo decía en serio — respondió el Black a sus amigos mirando hacia donde las chicas habían seguido a su novia.

Chapter 24: Primer encuentro

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Noviembre 15, 1977

El final de año estaba cerca y con ello el frío invierno se abría paso ante el otoño. Los merodeadores continuaban con su racha bromista en la escuela, haciendo reír al director Dumbledore y evitando meterse en problemas con ayuda de sus encantos.

Uno de los planes que habían estado intentando llevar a cabo durante mucho tiempo, era meter una bomba dentro de la Sala Común de Slytherin que al explotar no solo dejaría un horrible aroma dentro sino que también dejaría brillos rojos y dorados por todo el lugar siendo casi imposible quitarlo.

— Colagusano, ve a decirle a Canuto que la última sección de nuestro plan fue un éxito. 

— ¿Qué plan, James? — preguntó Lily mirando al susodicho cuando estuvieron solos.

— No hay tiempo para explicar Evans, pero dime ¿estás lista para merodear un poco?

— No lo sé James, ¿podrás seguirme el ritmo?

— Lo intentaré, pero no prometo nada — contestó emocionado, le encantaba escuchar a la pelirroja decir su nombre.

— Vamos, entonces — dijo Lily mientras salía corriendo camino a Hogsmeade.

— ¿Es está nuestra primera cita, Lily? — preguntó James sonriendo, gesto que la pelirroja le regresó coqueta, girándose a verlo. — Oh por Merlín, me encantas.

Una vez en Hogsmeade, el par no pudo evitar reírse y, por un breve momento, James abrazó a Lily con cariño. El último año su relación había cambiado notoriamente, incluso había quienes los veían pasar por los pasillos y los admiraban al desear tener el tipo de relación que ellos tenían.

Mientras caminaban hacia Madame Pudipié, donde los esperarían los demás, James no paraba de platicarle a Lily sobre los planes que tenían para estás navidades, especialmente porque se irían a visitar el refugio de Dragones gracias a un amigo de su padre.

—¿Lily?

— ¿Alice? — preguntó la pelirroja cuando al girar se encontró su amiga. Ambas se abrazaron con felicidad. — ¿Qué haces aquí? No me mal entiendas, amo verte, pero pensé que no te vería hasta después de navidad.

— La madre de Frank, Augusta, dejó encargadas unas cosas para Frank en Tiros Largos, vinimos a recogerlas, ¿ustedes?

— Estamos en una cita — contestó James haciendo sonreír a Alice con complicidad.

— Ya era hora.

— James, Lily — saludó Frank llegando junto a ellos con una bolsa. — Un gusto verlos de nuevo.

— Lo mismo digo Longbottom, ¿cómo te sienta la vida como auror?

— No me quejo, aunque miren la hora, ¿quisieran comer algo con nosotros?

— Claro, de hecho, los chicos nos esperan con Madame Pudipié — contestó la pelirroja, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de la pareja de esposos.

— ¿No estaban en una cita? — preguntó Alice en un susurro a Lily, mientras la tomaba del brazo para caminar juntas.

— No, eso dijo él.

— Pero tu no lo negaste — continúo Alice.

— Pero tampoco lo confirmé.

— Lily, te gusta, ¿hasta cuando lo vas a aceptar? — insistió la pequeña chica de cabellos negros, logrando que su amiga pelirroja suspirara con cansancio.

— No es eso, pero es el último Potter y tiene un largo linaje de familias de sangre pura.

— Sabes que eso ni a sus padres ni a él les interesa, a parte, Augusta me dijo que los Potter te aman.

— ¿En serio? — preguntó Lily con cierto brillo en sus ojos.

— Claro, tu sabes que cada que puede va a visitarlos — dijo Alice antes de entrar al local de té, dejando a su amiga pensando en aquellas palabras. La comida fue amena y agradable, los chicos no dejaban de hacerles preguntas a los recién casados de cómo era ser auror, trabajar en el ministerio y a parte ser miembros de la orden, algo a lo que los chicos no pudieron hacer más que contestar con orgullo.

— Frank, ¿qué tan mal está la situación? — preguntó Remus sin poder evitar recordar a Narcissa.

— Han atacado a unos cuantos muggles, más que nada en las grandes ciudades.

— ¿Por qué?

— Quieren dar un mensaje, Lily — contestó Alice tomando las manos de su amiga. — Quieren que los muggles sepan de nuestra existencia y nos teman, entre más le temes a algo, más puedes llegar a odiarlo.

Entonces un patronus se presentó ante el grupo de amigos, un ave fénix, alertando que los mortífagos se acercaban a Hogsmeade. Frank y Alice miraron a los chicos, no podían pedirles que se fueran, no lo harían, por lo que tomaron sus varitas y salieron, el cielo se estaba oscureciendo y había estudiantes de tercer año en sus primeras visitas, por lo que se acercaron a resguardar a los estudiantes en los distintos locales que había ahí.

Mortífagos iban apareciendo de igual manera que miembros de la orden, pero entonces se escuchó una risa horripilante, Lily y Alice que estaban peleando juntas se giraron a ver a Bellatrix Lestrange aparecer con una enorme sonrisa y lanzando maleficios a diestra y siniestra, Remus se acercó a ayudar a las chicas.

— Remus, es.

— Sí, la hermana de Cissy —  contestó rápidamente el lobo interrumpiendo a su pelirroja amiga que no podía evitar dejar que las preguntas salieran de su boca:

— ¿Ella?

— No, dijo que eso nunca lo haría, pero probablemente Lucius sí.

— ¡Protego! — Exclamó Alice bloqueando un hechizo de Bellatrix hacia Sirius, la bruja se giró a ver a la pequeña con enojo y locura.

— Vaya, vaya... la pequeña ratoncita ha detenido mi hechizo, veamos que tan buena eres — dijo Bellatrix atacando a Alice que bloqueaba y lanzaba hechizos hábilmente, entonces apareció Rodolphus Lestrange y Frank se acercó a auxiliar a su esposa.

— Alice, es mi prima, yo me encargaré — dijo Sirius acercándose a la pareja junto a Marlene y Peter. — Vayan a ayudar a los demás, ellos no son tan buenos. 

— El traidor a la sangre —  dijo Bellatrix, en su voz había resentimiento, culpa y, cualquiera que la conociera bien podría descubrir algo más, tristeza. — Es lindo ver tu cara, desde que la tía la quemó en.

Marlene no dejó que Bellatrix siguiera hablando y la cortó abruptamente lanzando un hechizo, dando inició a la pelea. Lo que nadie esperaba sucedió, el mismo Lord Voldemort se apareció justo enfrente de Lily Evans, era como si el rostro se le hubiera quemado y desdibujado: sus rasgos tenían un extraño aspecto, ceroso y deforme, y el blanco de sus ojos estaba enrojecido, tenía el semblante tan blanco como la nieve que le relucía sobre los hombros* , la chica lo miraba tratando de entender lo que había sucedido para que su aspecto terminará de aquella manera, pero no encontraba nada lógico.

James atacó primero buscando proteger a Lily, acto seguido la pelirroja también lo hizo y se les unieron Frank y Alice Longbottom. Eran cuatro magos poderosos, pero ninguno lograba dejar malherido al señor tenebroso, más miembros de la orden protegían a los chicos por lo que en un acto de cobardía, se ordenó la retirada y el mayor de los hermanos Black no pudo evitar mirar con enojo cómo se alejaban.

— No lo podemos dejar escapar — dijo Sirius llegando hasta sus amigos.

— Black, estamos agotados, no duraríamos mucho si continuamos luchando, ustedes son estudiantes, deberían estar resguardados — explicó McGonagall mirando a los chicos, especialmente James y Lily que estaban sentados en el piso buscando recuperar el aliento. Voldemort era poderoso, pero, sobre todo, su aspecto espeluznante lo convertía en una pesadilla andante para quien lo viera.

— Parecía una serpiente — susurró Lily con la mirada perdida.

— No siempre lució así, era un gran estudiante y de los más atractivos de acuerdo a las señoritas de Hogwarts.

— ¿Y qué sucedió con él? — preguntó Alice.

— No lo sabemos con exactitud, sólo sabemos que al salir de Hogwarts empezó a usar más magia oscura de la que parecía.

— Profesor Dumbledore, ¿qué hacían aquí?

— No tenemos idea, uno de nuestros miembros encargados de vigilar se dio cuenta y mandó un patronus, yo me encargue de hacer lo mismo — contestó el susodicho a Hestia.

— Pero, ¿no tienen siquiera una suposición? — preguntó Marlene al ser abrazada por Sirius.

— Claro que sí, pero si nos basamos en suposiciones, podríamos cometer un error. 

— Será mejor que regresen a Hogwarts, las visitas a Hogsmeade quedan canceladas hasta nuevo aviso — los chicos escucharon a Minnie y se miraron entre ellos, no les preocupaba perder las visitas, tenían su mapa para poder ir a donde quisieran sin ser vistos, lo que sí les preocupaba era la razón de la visita de los mortífagos a un lugar tan cerca de Hogwarts, en especial Sirius Black que temía que su propio hermano tuviera algo que ver con esto.

Notes:

* Descripción otorgada por J.K. Rowling, solo se utilizó como referencia para hacer de la imagen de Lord Voldemort la misma que la autora original.

Chapter 25: Lily y James

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Enero 10, 1978

Las vacaciones de diciembre habían terminado y Lily Evans había vuelto a su distante forma de tratar a James Potter. Desde su enfrentamiento con Voldemort, la chica había temido constantemente la pérdida del chico, pareciera que todo lo que pasaba por su mente era aquello.

— ¿Puedes parar de pedirme que salga contigo?

— Sabes que no lo haré — contestó James a Lily mientras seguía caminando hacia sus clases, la pelirroja le miró sin entender y decidió dar media vuelta para ir a la biblioteca.

La pelirroja disfrutaba estar sola en la biblioteca, pero sabía que extrañaba hacer sus tareas con James. Solo en aquellas clases que no tenían juntos, no eran compañeros de equipo, por lo que en casi todas hacían las tareas juntos. La chica se había acostumbrado tanto a estar con él y disfrutar de su compañía que el no tenerlo cerca la hacía sentir como si algo faltara.

Lily se masajeo las sienes y suspiro, podía sentir una pesadez en su cuerpo y aquello no la dejaba concentrarse. Entonces cerca de ella se escucharon un par de voces que la chica reconocía, decidió que no quería quedarse escuchando y comenzó a recoger sus cosas.

— Veo que Snape y tú son muy amigos.

— Que agradable de tu parte que muestres algo de interés en tu familia.

— No deberías.

— Puedo cuidarme solo, gracias — Regulus pasó de largo sin ver a la pelirroja que tenía libros entre sus brazos. Sin embargo, Sirius si logró ver a su amiga y suspiro pesadamente, sabía que Lily no le diría a Marlene lo que acababa de suceder, pero hubiera preferido que la leona no tuviese que cargar con eso.

— Lo siento, no quise escuchar.

— Lo sé, Evans — Sirius salió de la biblioteca dejando a Lily sin decir nada más, la pelirroja se sentó de nuevo soltando un suspiro. Después de horas estudiando, Lily regresó los libros a sus lugares y mientras veía como se acomodaban solos, la chica recordó a Remus y Narcissa, no podía terminar con el corazón roto, no quería sufrir de la misma manera que Remus, claro que James jamás actuaría como Narcissa y, de acuerdo a las palabras de Alice, los señores Potter la querían.

— Lily, hola — saludó Peter con una sonrisa.

— Hola Peter, pensé que estarías con los chicos.

— Sí, es solo que necesitaba regresar un libro, estaré un rato más buscando algo nuevo que leer, ¿ya te ibas?

— Entiendo, sí, llevo horas estudiando, necesito llegar a la cena, te veo allá.

— Claro — Lily se despidió del chico y salió de la biblioteca solo para encontrarse con Severus Snape y su grupo de amigos, entre ellos estaba el hermano menor de Sirius que la miro con los ojos abiertos, la chica vio un destello de preocupación.

— Vaya, vaya — habló Mulciber mirando a la pelirroja con una sonrisa que le puso los pelos de punta. — Una pequeña sangre sucia.

— No hay tiempo para esto, tenemos cosas de que hablar — las palabras de Regulus Black sonaban como advertencia, pero Lily no podía estar segura; su mirada estaba clavada en quien la había buscado ofender y su mano en su varita escondida en su manga.

— Lily, ¿nos vamos? — preguntó la voz firme de James Potter desde atrás del grupo de serpientes, la pelirroja asintió y caminó hasta él, segura de que si buscaban atacar por la espalda, el chico la defendería sin pensarlo dos veces.

— Gracias, honestamente pensé que me atacarían.

— Para servirle, señorita — la chica se giró sólo para ver la sonrisa coqueta que James le dedicaba.

— ¿Por qué me miras así?

— ¿Cómo? — preguntó el azabache con falsa inocencia. 

— James... Basta.

— ¿Por qué?

— Ya no es divertido, no tenemos trece años — el chico frunció el ceño sin entender a qué se refería la pelirroja.

— ¿Y solo porque no tenemos esa edad no puedo intentar salir contigo? 

— ¿Por qué no te das por vencido? — la chica esperaba una respuesta rápida, pero James la miraba paciente, parecía estar pensando las palabras que iba a decir.

— Porque estoy completamente enamorado de ti, Evans — la pelirroja sintió sus mejillas arder y su corazón acelerarse, los ojos de James no se apartaban de los de ella. Lily solo alcanzó a negar con su cabeza, pero el azabache asintió confirmando que lo que decía era verdad. — Lily, yo.

James se vió interrumpido por la leona cuando se lanzó a abrazarlo, no podía ocultarlo más, había pasado toda la tarde estudiando y pensando en cómo olvidarse de él, pero nada de eso funcionaría, se había enamorado poco a poco de James.

— Espera, ¿esto quiere decir que aceptas salir conmigo?

— Sí.

Habían pasado unos meses desde que Lily Evans y James Potter comenzaron a salir, no era sorpresa de nadie, por lo que se habían convertido rápidamente en la pareja favorita de todas las chicas de Hogwarts, especialmente de las más pequeñas que comenzaban a enamorarse de los chicos de sus clases.

— Chicas, ¿listas para el partido?

— Marlene, te dije que necesitaba estudiar.

— Oh vamos, Lily, tu novio juega contra Slytherin.

— ¿No irás? — preguntó la voz de James Potter llegando a sentarse junto a su novia en el gran comedor.

— Debo estudiar para el examen de Slughorn.

— Lily, es contra Slytherin y si perdemos contra ellos será culpa tuya — la pelirroja abrió los ojos sorprendida. — Sí, como escuchaste, eres mi amuleto de la suerte, debes venir.

— James.

— Por favor, si lo haces evitaré que se haga el examen de Slughorn.

— ¿Qué?, ¿cómo harías eso? — preguntó la chica soltando una risita.

— Cariño, sabes que no hay imposibles para James Potter.

— Iré — James hizo un gesto de victoria mientras sonreía. — Pero nada de cancelar exámenes.

El chico asintió con su cabeza, haría cualquier cosa por Lily, así que después de comer, besó su frente y se fue seguido de sus amigos para cambiarse, la leona lo vio alejarse con una sonrisa que no pasó para nada desapercibida por sus amigas.

— Y pensar que decías odiarlo. 

— Basta — pidió Lily a Marlene con una sonrisa.

— Solo decimos, que estamos felices por ti — dijo Hestia tomando las manos de Lily con aquella sonrisa tierna característica de ella.

Las chicas pusieron unas líneas del color de su casa en los pómulos, al llegar Remus y Peter ya tenían asientos separados en la primera fila. El partido comenzó, Slytherin llevaba la delantera, a pesar de que Regulus Black era solo un buscador, auxiliaba a sus compañeros de equipo, especialmente a los más pequeños. Por otro lado, James estaba jugando como cazador, dejando el puesto de buscador en el mayor de los Black, Sirius.

Una vez que los hermanos divisaron la snitch se dieron a la tarea de perseguirla, de atraparla el juego terminaba y las serpientes ganarían, no por los puntos de la snitch, pero Sirius no iba a permitir que su hermano le ganará, especialmente no con Marlene presente.

La casa de los leones cantaba el nombre de su casa y de algunos jugadores, fue entonces que la snitch comenzó a volar hacia abajo y los hermanos Black se aventuraron a ir por ella. Regulus siempre se había mantenido al margen, siendo más precavido, cabe decir que jamás había tocado la enfermería de Hogwarts; muy diferente a Sirius que siempre había amado la aventura.

Una vez que estuvieron lo suficientemente cerca del piso como para estrellarse, Regulus volvió a elevarse y Sirius atrapó la snitch cayendo de su escoba después, pero ganando el partido. James miró a Lily que aplaudía y gritaba emocionada, por lo que se acercó en su escoba hasta las gradas, la chica ya lo esperaba y, sin pensarlo dos veces, lo tomó por el cuello para besarle sin pena frente a toda la escuela y frente a su ex mejor amigo, Severus Snape.



Chapter 26: Adiós Hogwarts

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Julio 4, 1978

Los meses continuaban de manera tranquila para el grupo de amigos, los chicos pasaban sus días merodeando como solo ellos sabían hacer, las chicas habían fortalecido aún más sus lazos de amistad e incluso en ocasiones se unían a los chicos.

Los deberes de Remus y Hestia como prefectos eran ligeros, debido a que Lily y James no querían que estos terminaran de la misma manera que la pelirroja y el lobo habían terminado el año pasado.

Pasaban juntos todos sus fines de semana en Hogsmeade y sus días de escuela entre clases, sesiones de estudio, prácticas de Quidditch, tareas, entre otras cosas. Sirius y Marlene en alguna ocasión defendieron a Marlon de un grupo de serpientes que se burlaba del chico, Lily y James ayudaron a McGonagall en una de sus clases de primer año, Hestia y Remus ayudaban a Peter que más problemas tenía últimamente para hacer sus tareas y estudiar.

— Peter, ¿seguro que estás bien? 

— Sí, ¿por qué lo preguntas?

— Hestia pregunta, porque te acaba de repetir que hace un dentista en el mundo muggle y le contestaste algo totalmente distinto — respondió Remus mirando al chico frente a él.

— Mi madre está muy enferma, ya han probado de todo, pero parece ser que nada funciona.

— ¿Y por qué jamás nos lo dijiste? Somos tus amigos.

— Hestia, no es que no los considere mis amigos, simplemente que con todo lo que ha pasado, desde el ataque en Hogsmeade y la preparación para los exámenes, preferí tratar de olvidarlo.

— Peter, estamos para ti — Remus tomó la mano de Hestia y señaló a su amigo haciendo caso omiso al sonrojo en la chica. —  Siempre, así que si necesitas algo, debes decirlo.

— Gracias, la verdad es que no espero sacar un extraordinario o un supera las expectativas, solo quiero pasar el año y terminar con esto para poder estar con mi madre, me necesita.

— Lo comprendemos, ya verás como pasa el tiempo para que regreses y estaremos para ti, contigo — hablo Hestia con una sonrisa que Peter regresó, aquello le había quitado un peso de encima y confiaba en que pasará lo que pasará con su madre, estaría bien mientras sus amigos estuvieran con él.

— No sé qué haría sin ustedes.

— Estarías perdido sin nosotros, Pettigrew — bromeó Hestia provocando la risa de los chicos presentes, Remus soltó la mano de la chica y cambió de página en sus notas.

— Por cierto, ¿dónde están Lily y James?

— Ya deben venir en camino, la clase de Minnie está por terminar — contestó Remus a Peter, quien conociendo a Sirius y Marlene no se preocupó por preguntar, se la pasaban en la torre de Astronomía.

— Hola — saludó la pelirroja Evans llegando seguida de James.

— Acababa de preguntar por ustedes.

— Oh Peter, tranquilo, he vuelto a ti — bromeó James lanzando un beso al chico. 

— No puedo creer que me engañes con Peter — habló la voz de Sirius por atrás.

— Y yo no puedo creer que me engañes con James, estoy lastimado — habló Remus con su mano en el pecho simulando dolor, las chicas rodaron sus ojos con una sonrisa.

— Yo solo dejo que me quieran — el grupo se giró a ver a Peter y rieron, disfrutando un poco de sus últimos momentos en Hogwarts.

Un par de días más tardes, las chicas se encontraban a las orillas del lago, disfrutando de un caluroso día de verano que no incomodaba debido a la brisa fresca del lugar. Hestia se recargó en Lily y suspiró.

— Solo unas clases más, unos cuentos exámenes y se acaba.

— Lo sé, nunca pensé que estaría tan triste de terminar de estudiar — secundó Marlene mirando nostálgica hacía el lago.

— Tranquilas, nos irá bien, seremos las mejores auroras del mundo mágico — dijo Lily con cariño. Las chicas tenían la mirada perdida, por lo que no se dieron cuenta de cuando los merodeadores se acercaron hasta ellas, que al ver que no les ponían atención decidieron pararse enfrente.

— ¿Están bien? Llevamos parados detrás de ustedes mucho tiempo.

— Canuto, ¿sabes lo raro que se escucha eso? — preguntó Lily burlona y el grupo de amigos rió.

— ¿Paso algo?

— Dumbledore nos mandó llamar, quiere hablar con nosotros — contestó Remus a Hestia.

— Entonces vamos, no queremos dejarle esperando — el grupo de amigos siguió a Marlene hasta la oficina del director, sin embargo se quedaron parados afuera tratando de recordar la contraseña, al parecer "Pastel de limón" ya no era, estuvieron alrededor de 15 minutos hasta que Minerva McGonagall apareció y les permitió pasar.

— Hola profesor — saludó Hestia.

— Hola chicos — dijo el hombre levantándose de su silla. — Pasen, pasen.

— Director, estuvimos afuera todo este tiempo porque has cambiado la contraseña sin avisarnos, me dueles, pensé que había confianza — Minerva le lanzó una mirada a Marlene quien le sonrió de manera infantil.

— Oh lo había olvidado, pero lo tendré en cuenta para la próxima vez, les he mandado llamar porque quiero hacerles una propuesta.

— Oh por Merlín, ha llegado el momento que hemos estado esperando.

— No me lo puedo creer y yo en estas fachas — secundó James a Sirius, limpiando una inexistente lágrima de su mejilla.

— Potter, Black, pongan atención.

— Vamos Minnie, que ya sabemos que es.

— Efectivamente joven Black, ustedes han demostrado gran valor y honor, algo digno de ustedes Gryffindor, por lo que la orden y yo hemos tomado la decisión de invitarlos a formar parte de ella en nuestra lucha con el señor tenebroso.

— Claro que aceptamos — dijo Sirius sin pensar dos veces.

— Antes de que acepten, deben entender que no es un camino sencillo, para poder vencer pasaremos por muertes y dolor, algunos de nosotros podríamos perecer.

— Son gajes del oficio — mencionó Remus con una sonrisa seria.

— Profesor, está frente a los nuevos miembros de la orden — habló esta vez Lily con una sonrisa mientras tomaba la mano de James. Lo que ninguno de los jóvenes sabía, era que acababan de sellar su destino.

Lily Evans iba camino a su último examen, leyendo sus notas con atención que no se dio cuenta que Severus Snape iba haciendo lo mismo en dirección a ella, por lo que ambos chicos chocaron cayendo al suelo la pelirroja con el golpe.

— Lily, no te ví.

— Eso es obvio, Severus — la chica respondió molesta mientras levantaba sus notas y el Slytherin las suyas.

— ¿Cómo te ha ido?

— Bien, ya sabes, he hecho lo contrario a ti.

— No me refería a eso, supe que sales con Potter — el chico la miraba esperando una respuesta, pero ella solo lo veía sin decir nada. — Siempre me molestó, dijiste que lo odiabas.

— Sí bueno, algunas personas cambian para bien — Lily miraba a Severus expectante, consciente de que en cualquier momento podría aparecer James, o peor, los amigos de Snape. — Debo irme, tengo un examen, supongo que tú también.

— Lily, te extraño.

— ¿Dejarás de practicar magia oscura?, ¿de seguir a ese asesino? — preguntó la pelirroja sin girarse a verlo.

— Lily.

— Entonces te repito, has escogido tu lugar y yo el mío — la leona camino con la cabeza en alto, sabía muy bien que de no ser por lo aficionado que era Severus de la magia oscura, podrían seguir siendo amigos, aún y cuando ella fuera novia de James, pero de otra manera, no había forma de que quisiera tener cualquier tipo de relación amistosa con él.

— Lily, nos preocupaste, pensamos que no llegarías.

— Lo siento, me encontré a Severus en el camino — contestó la susodicha a Hestia.

— ¿Y todo bien? — preguntó James mirando a Lily preocupado, por lo que la chica le sonrió amorosa.

— De maravilla.

— Muy bien, no me interesa si es su último examen, pasarán uno a uno a la oficina y me mostraran lo que son capaces de hacer, estaré expectante a algunos de ustedes, no me decepcionen — dijo Alastor Moody, quien había sido enviado por el Ministerio para ver si había muchos más alumnos que pudieran reclutar para la orden, así como ver las capacidades de los recién integrados miembros.

— James, ¿a dónde me llevas? — preguntó Lily Evans, cuando al salir de su examen estaba su novio esperándola afuera del salón.

— Es una sorpresa.

Ambos chicos caminaron por unos minutos hasta que llegaron a un pasillo vacío, la pelirroja miró al chico expectante, pero él solo sonreía. Después de algunos segundos, la pared apareció una puerta sorprendiendo solamente a la leona.

— Andando — dijo James mientras tomaba la mano de Lily, se adentraron en la habitación que parecía una copia de la sala común de Gryffindor. 

— ¿Qué es esto?

— La sala de Menesteres — contestó el chico con una enorme sonrisa. — Es una habitación en la que una persona sólo puede entrar cuando tiene una necesidad real. A veces está ahí, a veces no lo está, pero cuando aparece, siempre está preparada para las necesidades del buscador. *

— Pensé que solo era un mito de la escuela — dijo Lily al tiempo que caminó un poco examinando el cuarto, no entendía porque su novio la llevaba ahí, especialmente viendo en que se había transformado; su sentido común le decía que tal vez James quería que estuvieran un tiempo a solas, pero al no entender se giró, encontrándose a su novio arrodillado y con un hermoso anillo frente a ella. — James. 

— Lily, siempre supe que sentía algo por ti, conforme pasaba el tiempo me di cuenta de cuanto te amaba y cuando por fin aceptaste salir conmigo, me diste uno de los días más felices de mi vida, por lo que espero que me des otro el día de nuestra boda, ¿aceptas casarte conmigo? — el chico miraba nervioso a su novia que seguía sorprendida.  La pelirroja nunca había pensado mucho sobre qué haría si su novio le pedía matrimonio, pero verlo frente a ella con aquella honestidad vulnerable y nerviosa, le había dado la respuesta que necesitaba.

— Claro que sí — respondió Lily con sus ojos borrosos mientras James deslizaba el anillo por su dedo anular y se levantaba a besarla.

Notes:

* Se utilizó la descripción de la autora para quienes no tengan una idea de que es la Sala de Menesteres.

Chapter 27: Siempre

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Casa Evans. Septiembre 16, 1978

Los meses tras la graduación pasaron más rápido de lo que creían. Para James y Lily significaba que su boda había llegado, las madres de ambos chicos, habían optado porque la boda se celebraría en el enorme patio de la casa de los Evans, debido a que algunos amigos de la familia eran muggles y les sería imposible ir al mundo mágico.

— No puedo creer que Violet y Euphemia lograran esto en tan poco tiempo — habló Marlene sonriente mirando a la hermosa Lily con su vestido de novia.

— Lo sé, en mayoría fue mi madre quien tuvo suerte de preparar la de Tuney el año pasado, pero Euphemia fue de gran ayuda con el lado mágico.

— Hablando de ella, ¿crees que se aparezca por aquí con su esposo?

— No, desde la cena no hemos hablado, pero no puedo culpar a James — contestó con tristeza la pelirroja.

— Lily, será una boda preciosa — dijo Hestia buscando darle palabras de aliento a su amiga, la pelirroja asintió sin evitar recordar como su propia hermana había optado por no tenerla como dama de honor, incluso Vernon se la había pasado molestando y llamando a James por nombres horribles. Está de más decir que el azabache había soportado todos y cada uno de los desprecios de su futura cuñada y el esposo de esta, no por nada había pláticado con total sinceridad sobre el mundo mágico y lo que hacía.

A pesar de aquello, Lily giró su cabeza al armario divisando el vestido color rojo de dama hecho para su hermana, le dolía pesadamente que Petunia ya no le hablará, optando por no aparecerse en su boda, pero no había más que hacer, era su día y debía disfrutarlo.

— Oh mi niña, te ves hermosa — llegó una cansada señora Evans a mirar a su hija con una sonrisa.

— Gracias mami, por todo.

— Te mereces el mundo, mi florecita.

— Lily, estás hermosa. 

— Gracias, Euphemia — contestó la chica con una sonrisa y un leve sonrojo.

— Te prometo que la cuidaremos y amaremos siempre — dijo Euphemia a Violet quien sonrió abiertamente asintiendo.

— Gracias — contestó la madre de Lily con voz entrecortada. — Yo te prometo que James siempre será bienvenido en mi casa.

— Todo listo, ¿y tú? — preguntó Hestia sonriente, Lily la miró de igual manera y asintió.

La música comenzó, los invitados se levantaron para ver a las damas entrar con una sonrisa y con sus vestidos rojos dignos de unas Gryffindor, primero Hestia, después Alice y por último Marlene; entonces el momento llegó, la novia entró del brazo de su madre.

James miró a Lily y una enorme sonrisa se plantó en sus rostros cuando sus ojos se encontraron. Sirius, Remus y Peter estaban parados junto a su amigo con una sonrisa de alegría, mientras los señores Potter miraban con orgullo a su muchacho y a Lily, entonces Violet entregó a su hija y abrazó a James.

— Cuida de ella.

— Siempre — la seguridad en la voz de James hizo saber a Violet que su pequeña estaba en buenas manos.

La ceremonia dio comienzo, James y Lily tenían sus manos juntas, ambos creían estar soñando. El momento de los votos llegó, ambos habían optado por escribir cada quien el suyo, de tal manera de que ambos expresaran lo que tal vez siempre querían decir, pero no encontraban el momento para hacerlo.

— Lily, mi Lily — habló el chico primero mirando fijamente a la pelirroja. — Nunca podré dejar de agradecerte por haber aceptado salir conmigo, por entenderme y aceptarme, pero sobre todo por amarme; es por eso que hoy te prometo estar para ti en todo momento, especialmente en los momentos que creas de más oscuridad, te amo.

— James, mi alma gemela — el susodicho abrió los ojos sorprendido. — Siento tanto haberte hecho esperar, pero agradezco a Merlín lo paciente que fuiste conmigo, es por eso mismo que hoy me convierto en tu compañera, tu amiga y tu esposa, prometiendo estar contigo en todo momento, especialmente cuando sientas que el mundo está por derrumbarse.

Marlene y Hestia no paraban de llorar, al igual que Euphemia Potter y Violet Evans. El ministro declaró a la pareja marido y mujer, permitiendo por fin que Lily se lanzará a los brazos de James y sellaran sus votos con un beso.

Severus Snape observaba todo, no había sido invitado pero había pensado en detener aquella unión. Sin embargo, recordó aquella vez durante su cuarto año que encontró el espejo de Oesed, había visto a Lily con un vestido de novia y una gran sonrisa idéntica a como se veía aquel día, por fin había comprendido que lo único que siempre había deseado era ver a Lily feliz, entonces dio un último suspiro antes de desaparecer.

— Felicidades, Cornamenta — habló Sirius abrazando a su hermano, seguido de Remus y Peter.

Una vez que terminaron las felicitaciones y mientras comenzaba la recepción, James abrazó a su ahora esposa acercándola por la cintura, Lily recargo su cabeza en el hombro del azabache, ante este momento Fleamont Potter aprovechó para sacar su cámara mágica y tomar una foto, sabía que Euphemia se lo agradecería y que quería un álbum para la boda de su primer hijo.

— James.

— ¿Sí, esposa mía? 

— Siempre juntos — dijo Lily mirando a James con una sonrisa que le fue correspondida.

— Siempre.

Chapter 28: Segundo Encuentro

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Sur de Inglaterra. Marzo 21, 1979

— Pasen, Remus debe estar dormido aún, fueron noches difíciles — pidió Sirius mientras abría la puerta del departamento que compartía con su amigo lobo, James y Lily entraron al saludar al ojos grises.

— ¿Qué tal va con Hestia? — preguntó Lily buscando saber cómo se sentía su amigo que había aceptado la oferta de su amiga de intentarlo para ver qué podría pasar.

— Bien, salen cada tanto, está pendiente de él, ya sabes, es Hestia — respondió Sirius con una sonrisa. — Lo importante es saber, ¿a qué se debe el honor de que vengan sin avisar? 

Remus salió recién bañado y cambiado de su habitación, saludó a sus amigos y camino a la cocina para preparar algo de comer, Lily miró a James con una sonrisa traviesa. La dinámica entre el par de amigos era la misma siempre, Remus se encargaba de las comidas mientras que Sirius limpiaba.

— Necesitamos planear un baby shower — habló Lily con seriedad.

— ¿Baby shower?, ¿por qué habríamos de... ? — Sirius guardó silencio y vio a sus amigos con sorpresa y felicidad. — ¡REMUS, REMUS, TENDREMOS UN BEBÉ, VEN AQUÍ!

— Estoy embarazada. 

— Tendremos un bebé — secundo James con una sonrisa a su esposa una vez que Remus llegó frente a ellos de nuevo

— Tengo que llamar a Marlene, Remus tu llama a Hestia, hay mucho trabajo que hacer — Sirius lanzó un Patronus, querían hacer las cosas bien, especialmente desde que la madre de Lily falleció un mes después de la boda, por causas naturales. Las chicas se aparecieron rápidamente por la red flu de los chicos y corrieron a abrazar a su amiga mientras chillaban de la emoción.

El grupo de amigos se había reunido unas semanas después en el callejón Diagon, querían preparar las cosas para la llegada del futuro bebé. Marlene tenía una apuesta contra Sirius, para ella el bebé sería una niña mientras que Sirius decía que sería un niño.

— Vamos, chicos, debemos aprovechar que Lily aún puede caminar todo lo que quiera. 

— ¡Marlene! — regañó Hestia a su rubia amiga. Lily rió ante la idea de ella con una enorme panza de embarazada, por lo que no le pareció mal el comentario de su amiga, aunque dudaba engordar demasiado pues ya tenía cuatro meses y no notaba cambio alguno por lo que se decía a sí misma que era muy pronto aún.

— Muy bien, yo opino que compremos todo hechizado — Los chicos miraron a Hestia sorprendidos. — Por hechizado me refiero a que se ponga de cierto color cuando se sepa el género del bebé. 

— No lo sé, siempre me ha parecido extraño, digo, un niño también puede usar rosa, se les mira hermoso y a las niñas el azul las convierte en princesas — dijo Lily pensativa.

— ¿Entonces prefieres algo diferente? — preguntó Remus y la pelirroja asintió antes de contestar:

— Prefiero colores pastel, no sé tal vez un amarillo claro, un verde claro, naranja claro.

— Tengamos algo en claro, el mini Potter será Gryffindor, no podemos ponerle colores de Hufflepuff o Slytherin, solo lo confundiremos — las palabras de Sirius hicieron reír al grupo, no podían creer que ya estuviera pensando en mandar al bebé a Hogwarts.

— Lo que tu no sabes, cariño, es que el amarillo representa el dorado de Gryffindor. 

— Eso tendría mucho sentido — dijo Peter secundando las palabras de Marlene a su novio.

— ¿Ya han pensado nombres?

— La verdad es que no, hemos estado algo ocupados, entre nuestro trabajo como aurores y la orden — contestó James a Hestia.

— A parte, creo que los padres de James se están atribuyendo esa tarea.

— ¿De qué hablas? — preguntó Remus a Lily.

— Bueno, llegamos el fin de semana pasado a comer con ellos y tenían nombres de bebés pegados por toda la casa.

— Eso es lindo, ahora imagina una nueva generación de merodeadores por Hogwarts — hablo Hestia con emoción.

— Dudo que haya una nueva generación de merodeadores.

— ¿Por qué dices eso?

— Verás pequeña Hestia, nadie podrá igualar lo que logramos nosotros — explicó Sirius.

— Aún no logro entender cómo crearon ese mapa.

— Yo puedo explicar eso — habló nuevamente Sirius quitando a James sus lentes para usarlos él. — Remus aquí, es un genio, yo odio las reglas, James piensa que todo lo puede, eso ayuda a que logré lo que se proponga y, por último, Peter nos traía comida cuando necesitábamos, aparte nos daba apoyo moral lo que nos daba la valentía para seguir adelante.

El grupo de amigos rió ante la fallida explicación de Sirius, que le regresó sus lentes a James. Siguieron su camino al ver que ya tenían mucho tiempo parados platicando y sin hacer ninguna compra, sin embargo, antes de que lograran entrar a algún local, se escuchó una explosión y unas figuras negras iban apareciendo, seguido de la marca tenebrosa. No huirían, nunca lo hacían. Conjuraron sus Patronus y corrieron a la acción, seguros de que la Orden aparecería en cualquier momento para apoyarlos. Necesitaban poner a salvo a la mayor cantidad de personas, por lo que Hestia, Marlene y Peter se encargaron de eso mientras los demás luchaban. McGonagall y Dumbledore fueron los primeros en llegar, seguidos de los hermanos Prewett y su cuñado Arthur Weasley.

Otra explosión cerca de Lily la hizo agacharse y cubrir su cabeza, James miró al mortífago que la había ocasionado y camino seguro hacia él. Bellatrix Lestrange llegó a la par que los Longbottom, que no la dejaron atacar a nadie. Voldemort apareció, Lily Evans comenzó a lanzar hechizos y encantamientos que el mago tenebroso bloqueaba, James acudió a auxiliar a su valiente esposa una vez que aturdió al mortífago mientras que Bellatrix corrió a auxiliar a su maestro dejando a su esposo en manos de dos grandes aurores que no tardaron en aturdirlo y siguieron atacando, esta vez no solo a Bellatrix sino también al mago tenebroso.

Una vez que la orden completa estaba ahí y que Voldemort había conseguido lo que quería, infundir miedo en la sociedad mágica, se retiraron sin mirar atrás, el grupo de amigos miraba los cuerpos sin vida de magos que solamente habían estado en ese lugar en el momento incorrecto. McGonagall se acercó a verificar el estado de Lily mientras los demás descansaban, entonces una ave de papel se detuvo frente a Remus, quien la tomó extrañado y la abrió solo para encontrarse con la pulcra caligrafía de Narcissa Malfoy.

Chapter 29: Corazones rotos

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Sur de Inglaterra. Marzo 27, 1979

Sirius pasaría la noche con Marlene aprovechando que los padres de esta estarían fuera con su hermano. Remus se quedaría en el departamento a la espera de Narcissa, su carta decía que necesitaba verlo, el lobo caminaba dando vueltas sin parar cuando tocaron la puerta.

— Hola — saludó la chica cuando la puerta se abrió ante ella en segundos. Se veía tan hermosa como siempre y Remus no pudo hacer más que contener el aliento.

— Pasa, alguien podría verte.

— Gracias.

— ¿Te ofrezco algo?

— No, estoy bien — respondió la chica, estaba nerviosa, miraba el departamento tratando de encontrar rastros de alguna mujer para dar la vuelta y regresar a la mansión de su esposo, pero no había rastro de aquello, solo fotos de Remus compartiendo con los Merodeadores, de la boda de James y Lily Potter, incluso había de su primo con su novia, la chica McKinnon, pero nada que indicará que Remus ya hubiera encontrado a alguien más.

— Muy bien, toma asiento — pidió Remus señalando un sillón individual frente a él, pero Narcissa se sentó a su lado. — ¿Qué necesitas?

— Te necesito a ti, Remus — el chico no tuvo tiempo de reaccionar, Narcissa lo había besado y sus instintos lobunos estaban haciendo efecto, acababa de terminar la luna llena hacía apenas 2 noches, se repetía que no debía, que no podía hacerlo pero era imposible negarse.

La rubia chica había comenzado a quitarle la ropa y besar su cuello, Remus recordó a Hestia, no podía hacerle esto, no la amaba, pero había accedido a darle una oportunidad por lo que trato de separarse tomando a la chica por la cintura, pero un gemido lo hizo olvidarse de su sentido común. Esa noche, Narcissa Malfoy se entregó a Remus Lupin de la única manera en que no lo había hecho durante sus años en Hogwarts. A la mañana siguiente, Remus despertó con la rubia abrazada a él, cuidadosamente se levantó de la cama y se vistió, Narcissa despertó con una sonrisa  y se acercó a besarle por el cuello pero este se puso de pie.

— ¿Por qué?

— ¿De qué hablas? 

— Narcissa, esto no está bien, estás casada, me usaste para engañar a tu esposo — habló Remus con seriedad.

— ¿Y te quejas ahora? Pudiste decir algo ayer por la noche.

— Lo sé, lo siento fue mi error, pero no volverá a pasar, no debí permitir que sucediera, así como tampoco debí responder a tu carta.

— ¿Estás hablando en serio?

— Sí, me dejaste cuando teníamos planeada una vida juntos, te casaste con otro hombre, apenas estoy empezando a salir con alguien y regresas — aquello la dejó helada, podía sentir como sus cuerpo pesaba y como su corazón parecía caerse de su lugar. Cissy se negaba a creerlo, se negaba a pensar en el chico frente a ella enamorado de alguien más, de alguien que no fuera ella.

— Remus, no puedes estar hablando enserio, me amas y te amo.

— Narcissa, basta por favor, solo nos estas lastimando.

— Bien, pero si me voy por esa puerta jamás volveremos a vernos — la voz de la chica se quebró de igual manera que el corazón de Remus. — Solo recuerda que siempre voy a pertenecer a ti.

Remus suspiró sin verla, si la miraba irse probablemente correría detrás de ella, fue entonces que el chico escuchó un suspiro de asombro y se giró para encontrarse con Hestia en la puerta, miraba fijamente a Narcissa. Por su parte, la rubia muy notoriamente miró con desprecio a la leona antes de irse.

— Hestia.

— Está bien, supongo que vino a hablar con Sirius — Remus negó con su cabeza sintiéndose aún más culpable y ella le miraba con los ojos llenándose de lágrimas.

— Perdón.

— Remus, ¿qué sucede? — preguntó la chica, temiendo lo peor, había visto el cabello de la Slytherin y sabía perfectamente lo que significaba. Los ojos de la castaña se encontraron con la puerta del cuarto de Remus abierta, la cama desarreglada le puso los nervios de punta.

— Perdón, Hestia.

— Tranquilo — dijo la castaña, tratando de entender que Remus jamás haría algo como lo que pasaba por su cabeza, mucho menos con esa chica. — Vamos, sé que es la prima de Sirius, no es como que te hayas acostado con ella.

El chico levantó la mirada con los ojos llorosos, entonces Hestia comprendió que tenía razón, sus ojos se abrieron ante la sorpresa pero sobre todo ante el dolor. Remus acercó su mano para tomar la de la chica, sin lograrlo cuando la vió dar un par de pasos hacia atrás.

— No puedo creerlo.

— Lo siento.

— No, todo este tiempo ha sido ella, desde Hogwarts era ella, todo este tiempo la seguiste viendo — dijo la chica negando y permitiendo un sollozo salir de su boca.

— No, eso no es verdad, Hestia.

— No puedo creerlo, aceptaste salir conmigo, ¿cómo pudiste? — las palabras de la chica se arrastraban con dolor.

— Puedo explicarlo.

— No quiero que lo hagas, Remus... Si no sentías nada por mi, al menos no de esa manera, hubiera preferido que fueras honesto.

— Lo siento — la chica se limpio la única lágrima que resbaló por su mejilla antes de contestar:

— Yo también lo siento por ti, seguiremos siendo amigos, somos personas maduras, podremos hacerlo, solo necesito tiempo.

Antes de que el hombre lobo tuviera siquiera oportunidad de disculparse nuevamente, Hestia se había desaparecido. Remus se quedó parado por minutos sin saber qué decir, había lastimado a una de sus mejores amigas por no hablar con la verdad, el chico se sentó en el piso a llorar sin saber que hacer para remediar su error.

Narcissa Malfoy caminaba lentamente por el callejón Diagon, iba con la frente en alto después de haberse arreglado la ropa y el cabello antes de dejar el edificio de departamentos. Sin embargo, su corazón había regresado a aquella noche lluviosa de junio en la que había dejado a Remus, recordó también los días en que extrañaba su voz tan familiar a ella, lo alto y atractivo que era. La rubia sentía su vida ir de mal en peor, Lucius y ella no hablaban más que para saber si estaban bien, la última vez habían discutido por una tontería, culpa de ella, por lo que la chica había salido huyendo y dejando como excusa que se quedaría en casa de alguna ex compañera de colegio, la verdadera razón fue que huyó a los brazos de Remus.

Oh Remus... El simple hecho de pensar en él le sacaba un suspiro de tristeza a la chica. Narcissa empezó a recordar algunos momentos que pasaron juntos, como aquel rompimiento donde le pidió que huyeran de la ciudad pero ella se negó consciente de que ni siquiera Merlín podría ayudarle en esos momentos, o la primera vez que aceptaron estar juntos y fue el mismo Remus quien le había dicho que no era necesario que la gente supiera lo que hacían, era suficiente con tenerla para él. Una lágrima corrió por la mejilla de la chica que la quitó con elegancia mientras recordaba las manos de Remus en su cabello. La princesa de Slytherin debía reconocer que esta vez todo había terminado, pero su corazón se estrujaba ante tal pensamiento y lo único que pedía a Salazar era que el amor de su vida la recordara como en aquella tarde del 14 de Febrero, con su bello vestido, sus labios rojos y mejillas sonrojadas mientras miraban el atardecer, como la joven enamorada que haría lo posible por él,  y no como la horrible mujer que lo había usado para satisfacer sus deseos oscuros y tenerlo como amante.

La chica sonrió melancólica, eso era demasiado pedir, así que envió un último mensaje al lobo, un mensaje de despedida en el que le agradecía y sobre todo le pedía un último favor, que la recordase en sueños, en aquellos salvajes llenos de necesidad y pasión.

— Narcissa — habló la voz de Lucius Malfoy preocupado cuando su esposa entró a la mansión, el rubio le tomó el rostro, observando que no tuviera ningún tipo de daño. — Pensé que algo te había sucedido, no me avisaste a casa de quien te fuiste, ¿estás bien? 

La susodicha asintió y sin pensarlo dos veces se acercó a besarle apasionadamente, aceptando que era su esposa y ya era el momento de comportarse como tal. Lucius se negaba a continuar con aquello, pero el amor que sentía por Narcissa le hizo aceptarla, con la ligera esperanza de que en el futuro, lo amara tanto como a aquel sujeto misterioso.

A lo lejos, en la casa McKinnon, Marlene miraba a Sirius molesta mientras las lágrimas se comenzaban a juntar en sus ojos, habían comenzado a discutir porque la chica no paraba de mandar indirectas al chico sobre casarse y formar una familia, no era que a la rubia le pareciera que ya era el momento, simplemente quería saber lo que su novio opinaba al respecto.

— No estoy planeando casarme.

— Bueno, tampoco yo — contestó Sirius a la chica mirándole con seriedad.

— Bien, puedes irte.

— Marlene.

— Tengo cosas que hacer — la chica desapareció de su propia casa dejando al azabache solo.

Chapter 30: Un nuevo Potter

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Casa de Campo de los Potter. Septiembre 19, 1979

Era un caluroso día de septiembre cuando Lily Potter dio a luz. No había sido un parto complicado, todo había salido de acuerdo a lo que se tenía planeado y el medimago no vió necesidad de que la madre fuera enviada a San Mungo, sino que se quedará en casa a disfrutar y descansar. 

A decir verdad, Lily se encontraba en excelentes condiciones, tras dar a luz le habían dado una pócima que le ayudaba a que todo “volviera a la normalidad” y aquello había sido lo que le había permitido levantarse para ver a su bebé.

— Hey Jean, tu padre está aquí para conocerte, debo advertir que está realmente nervioso — habló Lily Evans a su pequeña y recién nacida hija para después levantar la vista hacía su esposo. — Vamos, James... Ven a conocer a tu hija.

El nuevo padre sonreía de la misma forma que su esposa y se acercó lentamente hasta ellas, tomando la mano de su pequeña Jean. Aquello parecía un sueño hecho realidad para James Potter, quien nunca imaginó que tener a su esposa e hija entre sus brazos sería así.

Unos suaves golpes en la puerta hicieron que el par de leones girara, encontrándose con sus amigos, Marlene y Hestia fueron las primeras en acercarse a conocer a la pequeña, Lily sonreía con su hija en brazos mientras las chicas acariciaban las pequeñas mejillas sonrojadas.

— Tenías razón — dijo Sirius a su novia que sonrió burlona.

— Siempre la tengo, paga — el chico sacó unos cuantos galeones y se los entregó.

— No puedo creer que apostaran con mi hija — el grupo de amigos rió por lo bajo con las palabras de la pelirroja. Remus se acercó también a conocer a la pequeña Potter y le tomó algunas fotografías, mientras Lily con mucho cuidado se la entregaba a James que temblaba por el miedo de poder lastimar a su recién nacida.

Sin embargo, la felicidad del momento se vió interrumpida cuando un patronus se apareció frente a los chicos, esta vez era un patronus incorpóreo, Lily se giró a ver a su esposo, paseando su vista de él a sus amigos y a la luz frente a ellos.

— James, tus padres se encuentran muy graves de salud, estamos en San Mungo parece ser Fiebre de Dragón, los medimagos dicen que es necesario que estés aquí, Frank está con Augusta y conmigo — el susodicho se giró a ver a su esposa que asintió con su cabeza, era peligroso que se aparecieran con la bebé por lo que Lily se iría con Marlene en la motocicleta voladora de Sirius, mientras los demás seguían a James, eran conscientes de que su amigo necesitaba apoyo en estos momentos.

Por otro lado, James Potter solo quería llegar y preguntar a los medimagos si sus padres podrían conocer a su recién nacida hija, el chico lo veía como una esperanza para que pudieran quedarse más tiempo con él.

— Tranquila, Lily — habló Marlene viendo como su amiga miraba el vehículo con miedo. — Es muy segura y te puedo asegurar que la manejo mejor que Sirius.

La pelirroja asintió, confiando en su amiga mientras llevaba a la bebé en brazos, era consciente de que era completamente irresponsable hacer esto, pero debía ir con James y al no estar segura de si podría usar otro medio de transporte, optaron por el que creyeron "más seguro"

— ¿Cómo están? — preguntó Lily llegando con los Longbottom.

— Delicados, son mayores por lo que le pidieron a James que esté preparado. 

— Lily, es preciosa — habló Alice después de su esposo buscando distraer a la pelirroja.

— Gracias Alice

— ¿Cuál es su nombre?

— Jean — contestó la chica mirando a su esposo a lo lejos. — Alice, ¿podrías? James me necesita, pero no quiero arriesgarla.

— Claro, ve — Lily dejó cuidadosamente a su hija en brazos de su amiga mientras caminaba hacía James. Frank se acercó a Alice para ver a la bebé, la escena le había parecido hermosa.

— James — los ojos avellana se encontraron con los esmeraldas de su esposa, el chico abrazó a su esposa sollozando.

— No pueden conocer a Jean, Lily — la leona entendía el dolor de su esposo, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo consolaba y trataba de ser fuerte. El grupo de amigos miraba la escena a lo lejos, imaginando la situación, Sirius se sentó mirando a la nada y Marlene se acercó a abrazarlo, los señores Potter habían sido unos segundos padres para él, incluso para Remus y Peter.

Augusta Longbottom estaba como nunca nadie la había visto, callada, por lo que Hestia se acercó a abrazarla, era conocido por todos que la madre de Frank no era una mujer amante de las afecciones físicas, pero no tenía fuerzas ni ganas de reprocharle a la castaña.

Remus por su parte abrió los ojos con sorpresa, desapareciendo al instante ante la mirada atónita del grupo de amigos, James y Lily se acercaron con sus manos entrelazadas, Cornamenta tenía la mirada baja.

— ¿Dónde está, Remus?

— No lo sabemos, solo desapareció — contestó Peter a Lily; James suspiró y levantó su mirada hacia Sirius, abriendo y cerrando su boca buscando las palabras adecuadas para dirigirse hacía él.

— Canuto, debemos hablar con mamá y papá, preguntaron por ti — Marlene miró a Sirius con una pequeña sonrisa, dándole apoyo para levantarse, entonces apareció Remus en medio del círculo que formaban y le extendió una foto a su amigo de ojos avellana.

— Para tus padres, necesitan ver a su nieta — James tomó la foto, donde se podía ver a su pequeña Jean que parecía sonreír, el chico abrazó fuertemente a su amigo agradeciendo lo que acababa de hacer mientras que Sirius apretó levemente el hombro de Lunático e igualmente le dio las gracias, todos sabían lo importante que era para James que sus padres conocieran a su bebé.

El grupo de amigos vio a Canuto y Cornamenta caminar lentamente por el pasillo, unos medimagos los cubrieron con túnicas especiales y burbujas de aire en el rostro para que no hubiera riesgo de infección antes de entrar. El grupo vio a una pareja de rubios salir de un consultorio, Hestia giró su cabeza hacia Remus que observaba con la mirada perdida, Lily hizo lo mismo y bajo su cabeza, su Jean era el único destello de esperanza en este día de oscuridad.

— Felicidades nuevamente, señora Malfoy.

— ¿Está seguro de qué todo está bien?

— Sí, señor Malfoy, tendrá a su primogénito la primera semana de Junio — Narcissa Malfoy sonreía con un brillo especial en sus ojos, al menos hasta que ella y Lucius se giraron dispuestos a irse y su mirada se encontró con la del lobo, la princesa de Slytherin desvió la mirada y abrazándose a su esposo salió del lugar.

— Mamá, papá, esto es para ustedes — la señora Potter fue la encargada de tomar la fotografía que su hijo le extendía, acto seguido sonrió con lágrimas juntándose en sus ojos avellana y la paso emocionada a su esposo que reaccionó de la misma manera.

— Su nombre es Jean — dijo Sirius nervioso.

— Somos abuelos, Fleamont.

— Estamos orgullosos, James — habló el señor Potter mirando a su hijo con una sonrisa. — Aunque debo decir que espero que se parezca a Lily y no a ti.

— ¿Eso por qué?

— Es linda, inteligente y tranquila — contestó Euphemia por su esposo y se giró a ver a Sirius con una sonrisa. — Mi niño, ven aquí.

— Euphemia, Fleamont.

— Sirius, le pedimos a James que te llamará, para decirte algo que esperamos ya sepas — el ojo gris miraba atento a los señores Potter, nervioso y triste al ver sus caras de cansancio y felicidad.

— Lo que Fleamont quiere decir pero divaga, es que estamos orgullosos de quien eres, especialmente de que hayas escogido irte con nosotros porque siempre serás nuestro hijo — Sirius comenzó a sentir sus ojos llenarse de lágrimas mientras asentía y daba las gracias. Continuaron hablando con los señores Potter, recordando momentos que habían vivido en familia hasta que los doctores les dijeron que el horario de visita había terminado.

Fleamont y Euphemia Potter estuvieron en San Mungo por tres semanas, donde el grupo de amigos se turnaba para hacerles compañía o estar ahí por si se ofrecía algo, pero fallecieron poco antes de cumplir una cuarta semana, se fueron dormidos y con una sonrisa tranquila, como si hubieran recibido a la muerte como a una vieja amiga. 

El día de su partida, Lily Potter descubrió que estaba embarazada nuevamente.

Chapter 31: Tercer encuentro

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Callejón Diagon. Febrero 23, 1980.

Marlene, Hestia y Lily se encontraban caminando por las calles del Callejón Diagon. La pelirroja explicaba a sus amigas cómo se sentía en estos últimos meses, desde la muerte de los señores Potter la guerra avanzaba mucho más y no podían hacer más que seguir luchando, deseaban darle un futuro digno y tranquilo a sus hijos.

— ¿Entonces Alice y Frank cuidarán de Jean en la próxima misión? 

— Sí, desde que volvieron a enfrentarse al innombrable y con la muerte de compañeros aurores, Frank se puso algo sobre protector — contestó Lily a Hestia, en su voz había cansancio.

— ¿Qué dice James?

— Marlene, obviamente James está igual de preocupado, por eso necesitaba salir con ustedes esta tarde — el grupo de amigas río ante la situación, al salir de la última tienda cada una se fue por su camino y Lily se apareció junto a Jean en su casa mediante polvos flu, un medimago le había dicho que no había problema con hacerlo por lo que la chica se sentía más segura.

— ¿Cómo te fue? 

— Muy bien, compre unas cuantas cosas para adornar la casa, huele delicioso, ¿qué es? — James sonrió a su esposa mientras tomaba a la pequeña de sus brazos y a ella de la mano para llevarla a la cocina. El chico estaba cocinando tal como su madre le había enseñado, la pelirroja sonrió y besó rápidamente los labios de su esposo antes de tomar a una dormida Jean entre sus brazos y llevarla a su cuna para que ellos pudieran cenar.

Al terminar, Alice y Frank Longbottom se aparecieron por la red flu en la sala de estar de los Potter, rápidamente los chicos comprendieron lo que debían hacer por lo que dándole una rápida explicación al matrimonio de que había escrito todo lo necesario en una hoja que estaba sobre la mesa, se aparecieron en un barrio muggle.

Apenas llegaron vieron hechizos y encantamientos por doquier, Hestia, McGonagall y Peter estaban usando el hechizo Repello muggletum mientras que eran protegidos por Sirius, Marlene, Remus y Emmeline Vance, una castaña de porte elegante que de acuerdo a Lily era la más talentosa en toda la orden.

La pareja de leones, comenzó a atacar a los mortífagos que estaban ahí, Lily se encontraba en una pelea contra el mortífago Travers que sonreía burlón mientras James tenía la suya propia contra Lucius Malfoy, el señor oscuro estaba ahí también y se encargó de asesinar a unos cuantos miembros de la orden.

Peter buscó ayudar a Lily cuando vió que Amycus Carrow se había acercado mientras Remus se encargó de quitarle a Lucius de encima a James para que fuera a auxiliar a su esposa y amigo, Lucius miraba al lobo con desprecio mientras Remus le miraba con seriedad.

La maldición asesina se dirigía hacia James Potter pero fue desviada por Hestia, Bellatrix miró a la chica y se dirigió a pelear contra ella, Marlene se acercó a socorrer a su amiga mientras Dorcas Meadowes otra gran amiga del matrimonio Potter y una bruja muy poderosa luchaba contra Bellatrix; el mismo Voldemort evitaba luchar con ella, pero deseaba asesinarla.

Lily Evans vio cómo el señor Oscuro se acercaba por la espalda a Dorcas y corriendo hacía ella, le hizo frente seguida de James Potter, ambos se enfrentaron a él con la valentía característica de los Gryffindor, cuando Lily atacaba James la protegía y viceversa. Voldemort que odiaba perder y, sobre todo que temía a la muerte, decidió desaparecerse dando así la orden de que debían retirarse, sin embargo antes de irse Lucius Malfoy hizo uso de un maleficio.

Remus Lupin cayó al piso mientras sangre comenzaba a salir de su cuerpo, Hestia soltó un grito y corrió, tratando de usar hechizos sanadores, pero estos no hacían nada, fue la misma McGonagall quien se encargó de atender al chico.

— Lunático… ¿qué le sucede, Minnie? — preguntó Sirius Black mirando a su amigo con miedo.

— Solo está dormido, ustedes mejor que yo saben lo difícil que debe ser salir de las noches de luna llena, pelear y terminar con un Maleficio.

— Gracias, Minnie — dijo Hestia abrazando a la mujer que dejó un maternal besó en su frente.

— Vayan a casa, deben descansar — el grupo de amigos se llevó a Remus a casa de James y Lily, ahí pasarían la noche Sirius y Peter mientras Marlene y Hestia se iban a sus respectivas casas. Los chicos dejaron a Remus en la habitación de invitados, mientras Peter y Sirius dormían en la sala, el primero había perdido a su madre hacía una semana por lo que se negaba a dormir en su propia casa, mientras que Sirius no se iría al departamento sin Remus.

Lily estaba dando arrullando a la pequeña Jean mientras James platicaba con Sirius y Peter, la pelirroja miraba con una hermosa sonrisa a su hija, pronto tendrían dos bebés, honestamente no era algo que la chica se hubiera imaginado pero amaba enormemente ser madre, especialmente sabiendo que había sido su decisión.

— ¿Entonces eligieron a Lunático? — escuchó Lily a Sirius mientras bajaba las escaleras.

— Sí, pero también queremos que seas tu el padrino del siguiente. 

— ¿Es enserio? 

— Sí, Canuto — contestó la chica llegando al lado de su esposo. — Es un niño, por lo que creímos más conveniente que seas tú el padrino.

— Peter, tú serás el padrino del siguiente — el susodicho sonrió, no le importaba ser o no el padrino, simplemente quería ser parte de la vida de sus amigos, pues Peter no tenía ningún interés en casarse y mucho menos en formar una familia. Al terminar de ponerse al día, ignorando temas de guerra y mortífagos, los chicos se fueron a dormir.

A la mañana siguiente, Lily y Jean Potter fueron las primeras en despertar, por lo que la pelirroja se encargó de darle de comer en su silla de bebés mientras preparaba el desayuno para los hombres que tenía en casa, fue entonces que por la puerta apareció Remus con su cara cortada y una sonrisa de disculpa, la chica rió por lo bajo y se acercó a abrazar a su amigo.

— ¿Te sientes bien?

— Adolorido, gracias por cuidarme.

— Remus, siempre vamos a estar para cuidarte — el chico asintió mientras se acercaba a cuidar a la pequeña Jean, quien parecía amar cuando su tío Moony la cargaba. — Por cierto, iba a esperar a que James estuviera despierto, pero viendo que estás cargando a Jean te lo diré yo.

— ¿Pasa algo?

— Queremos que seas el padrino de Jean.

— ¿Yo? — la pelirroja asintió con una sonrisa. — ¿Qué hay de Sirius? Es mejor opción que yo, incluso Peter lo es.

— Sabes que no es verdad, Remus, haz estado para Jean desde el primer momento y la cuidas demasiado, queremos que seas tú — el castaño quería negarse, consciente de que su situación lobuna podría llegar a avergonzar a la pequeña en algún punto de su vida. Sin embargo, miró la sonrisa de Lily y bajó su mirada hacia Jean, quien tenía esa misma sonrisa que su madre, el chico sonrió de igual manera, siempre hacía eso con Lily y ahora con Jean por lo que solo logró asentir.

Dos semanas después, en una ceremonia sencilla con los miembros de la orden y amigos cercanos, Remus Lupin se convertía oficialmente en padrino de Hermione Jean Potter.

Chapter 32: La profecía

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Cabeza de Puerco, Hogsmeade. Abril 8, 1980.

El profesor Dumbledore se dirigía a Cabeza de Puerco para encontrarse con una supuesta bruja experta en adivinación, Sybill Trelawney, tataranieta de la célebre vidente Cassandra Trelawney, llevaba tiempo buscando eliminar la materia de adivinación del plan de estudios de Hogwarts, pero si en efecto Sybill era buena, dejaría la materia.

— ¿Profesor Dumbledore? Sí, claro que es usted — el porte de la mujer era teatral y su tono de voz nebuloso, por lo que el director supuso que se trataba de una broma. La entrevista comenzó, pero la mujer de gafas profundas no podía hacer ninguna predicción y estaba colmando la paciencia del director, por lo que este se levantó. 

— Lo siento, pero no es lo que buscamos — la mujer se levantó e inmediatamente su mirada quedó perdida mientras comenzaba a hablar con una voz profunda, apretando su agarre en el brazo del profesor Dumbledore. Severus Snape estaba cerca escuchando, pero cometió un error, no quedarse a escucharlo todo, a diferencia de una rata que lo escuchó y tomó una grave decisión.

Días más tarde, Lily y James se encontraban en el departamento de Remus y Sirius, el grupo de amigos se había juntado para comer, Peter había dicho que iría a arreglar unas cosas al ministerio por lo que llegaría más tarde, aunque últimamente se había alejado un poco de sus amigos. Entonces apareció el ave fénix de Albus Dumbledore, diciéndoles a ellos que necesitaba verlos en su oficina de forma inmediata.

— Vayan, nosotros cuidaremos de Jean — Lily agradeció a Marlene, comenzó a explicarles los horarios de comida, siesta y cómo podrían cambiarle el pañal en dado caso de que fuera necesario, las chicas escuchaban atentas mientras James miraba impaciente, una vez que terminaron se aparecieron en Hogwarts y subieron a la oficina de Dumbledore.

— Dumbledore, vinimos apenas pudimos, ¿está todo bien? — preguntó James con tranquilidad. 

— Creo que lo mejor será que estén preparados.

 — ¿Qué sucede?

— Hay una profecía, deberían escucharla — el hombre sacó de sus recuerdos la profecía, arrojándolos al pensadero, dónde Lily y James se acercaron a ver.

«El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca... , Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce...Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida...El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...»*

Lily se hizo hacía atrás asustada y con los ojos llenos de lágrimas mientras tomaba su pequeña y notoria panza de embarazada, miró a James que estaba serio pero con su semblante lleno de preocupación.

— Voldemort cree que la profecía se refiere a su hijo. 

— Voldemort... ¿quiere a nuestro Harry? — la pregunta de la pelirroja lastimó el viejo corazón de Albus Dumbledore que no pudo evitar notar que sus ex estudiantes ya habían escogido incluso el nombre del bebé.

— Sí.

— Pero la profecía habla de un niño nacido en Julio, podría ser cualquiera, ¿por qué no el hijo de los Longbottom?

— James, el hijo de Frank y Alice es sangre pura — las palabras de Albus hicieron que Lily se girara a verlo. — Harry será mestizo, tal y como lo es el mismo Tom Riddle.

— ¿Qué hay de Jean?

— Ustedes se enfrentaron a él solo dos veces antes de que ella naciera, pero hace un mes se enfrentaron por tercera vez a él.

— No, esto no puede ser verdad, no puede serlo — decía Lily caminando por la oficina de Dumbledore. — Debe haber un error, James, por favor dile que es un error.

— Lo siento, Lily — habló Albus mirando a la chica. — Pero haz escuchado la profecía, Harry está en grave peligro y ustedes dos también.

— ¿Qué sugiere que hagamos entonces? — preguntó James con un tono de voz golpeado.

— Deben esconderse, mantenerse a salvo

— ¿Quiere que nos escondamos? Hay una guerra donde Voldemort quiere matar a mi hijo y usted espera que vaya a esconderme — los ojos avellana del chico miraron a su antiguo director mientras pasaba sus manos por sus negros cabellos.

— Hay un traidor entre nosotros, alguien que le advirtió a Voldemort sobre la profecía, quien me la dijo es una nueva profesora que ya está bajo mi cuidado — la pareja se miró a los ojos. — Es tu mejor oportunidad contra él, James... Si quieres proteger a tu familiar de Voldemort, tu mejor opción es esconderte. 

— Lo haremos, es nuestro hijo, James — la pelirroja miró a su esposo. — Si algo le llegase a pasar a Harry, yo no.

— Lily no, nada le pasará — el chico tomó la cara de su esposa. — ¿Me oyes? Nada. 

— Tengo miedo, James — Lily comenzó a sollozar mientras James la abrazaba contra su pecho.

— Aquí estoy, tranquila, Dumbledore y la orden nos protegerán, ¿verdad? — el director asintió, pero aquello no le dio tranquilidad a James.

Una vez que Dumbledore les explicó lo que harían, la pareja se apareció nuevamente en el departamento de sus amigos, los chicos los miraron e inmediatamente se acercaron a ellos preocupados, Lily tomó a Jean de los brazos de Hestia y la abrazó suavemente mientras besaba sus cabellos.

— ¿Qué sucedió?

— Hay un traidor en la orden, una profecía y Harry está en peligro — contestó James a su hermano.

— ¿De qué hablas? — las palabras de Remus hacían eco en la cabeza de Lily que no paraba de recordar lo pláticado con Dumbledore. James se encargó de explicar brevemente lo que sucedía, los chicos escuchaban atentos conscientes de cuánto le costaba a Cornamenta hacerlo, las chicas solo miraban como Lily no dejaba de abrazar a Jean y decirle cuánto la amaba.

— ¿Entonces qué harán? — preguntó Peter.

—  Nos estaremos escondiendo — Colagusano miró fijamente a James, Sirius miraba a Remus, pero este último miraba a Lily, no podía creer que por fin era feliz y ahora se lo podrían arrebatar en cualquier momento, la pelirroja seguía sin soltar a Jean por más que Marlene y Hestia le daban palabras de aliento.

— Mañana tendremos una reunión con la orden, debemos estar todos, Dumbledore asignará puestos.

Chapter 33: El elegido

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Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Julio 31, 1980

Lily Evans se encontraba en San Mungo dando a luz, a diferencia del parto de Jean, este estaba teniendo complicaciones pues el pequeño Harry no estaba en la posición adecuada, James estaba a su lado, tomando su mano y dándole no solo palabras de aliento si no también de amor.

Algunos miembros de la orden, entre ellos Marlene, Sirius y Hestia estaban haciendo guardia fuera del hospital junto a algunos aurores, mientras otros, como Remus, Minnie, Dorcas y Peter se encontraban en el apartamento de los chicos cuidando de la pequeña Jean, ni Frank ni Alice estaban ahí pues la pequeña se había aliviado hacía apenas un día, el 30 de julio.

Albus Dumbledore estaba con Severus Snape, advirtiéndole que Lord Voldemort planeaba matar a Lily y a su hijo en cualquier momento, el Slytherin hablaba molesto reclamando al anciano que no estaba haciendo nada por protegerlos.

— Haga lo que sea necesario para protegerlos, yo por mi parte le juró lealtad y me comprometo a hacer un juramento inquebrantable para que confié en mi.

— ¿Por qué haces esto, Severus? Entiendo que lo hagas por Lily, pero no la razón de que lo hagas por James o el hijo de este.

— Amé mucho tiempo a Lily, pero ella ahora es feliz, así que si puedo hacer lo que esté en mi poder para que siga siendo de esa manera lo haré.

— ¿Incluso salvar a James?

— Incluso eso — las palabras de Severus fueron sinceras, el azabache solo quería ver a Lily feliz, tal como lo había hecho el día de su boda.

— Hay un espía entre nosotros, tengo mis sospechas sobre quién es, pero no puedo decirlo porque de equivocarme pondré a la orden en contra.

— Trataré de averiguar quien es y le traeré las noticias — el chico extendió su brazo hacía el profesor pero este se negó.

— Confío en ti y en tus intenciones, no será necesario un juramento tan horrible — Severus Snape abrió sus ojos ante la sorpresa, Voldemort no hubiera dudado en aceptar su oferta, pero aquí estaba él, frente a su antiguo director de escuela quien sin pensarlo dos veces confió ciegamente en él.

Al día siguiente, Lily y James llegaron al departamento de sus amigos con Harry en sus brazos, lo primero que hizo la pelirroja fue presentarlo a su hija, quería que Jean conociera a su hermano, por su parte la pequeña estaba sentada en su sillita y lo primero que hizo fue tocar las mejillas sonrojadas de Harry.

— Lo sé, tu hermano tiene las mejillas grandes, pero es porque aún es pequeño.

— Jean, ya eres una hermana mayor — dijo James acariciando los castaños cabellos de su hija que solo soltó una hermosa risita que enamoró a los miembros de la orden.

Albus se acercó a los Potter para felicitarlos, de igual manera lo hicieron el resto de la orden que no habían estado presentes en San Mungo, Remus cargo a Jean para jugar con ella y cuidarla mientras el director de Hogwarts se encargaba de convertir a Sirius en el padrino de Harry James Potter.

— ¿Un mini James Potter?

— En Hogwarts —  secundó Remus a Hestia pues antes de que todos se fueran, Dumbledore dijo que los nombres de Jean y Harry ya estaban en la lista de cartas de Hogwarts para cuando llegará su tiempo.

— McGonagall tendrá un ataque al corazón — dijo Lily mientras reía secundada por sus amigos. El matrimonio Potter llegó a su casa temporal con sus dos hijos, Jean ya estaba dormida por lo que James la llevó a su cuna mientras Lily dormía a Harry, al lograrlo, la pelirroja dejó a su hijo en la cuna junto a su hermana.

— James, debemos mantener a nuestro hijo seguro — el susodicho se acercó a ver a Harry, Lily había arrastrado sus palabras, estaba tomando fuerzas para no romperse a llorar mientras observaba a su hijo, el elegido para derrotar al señor tenebroso y para traer paz al mundo mágico.

James llevó a Lily a la cama y se acostó a su lado abrazándola, él también temía por sus hijos, incluso prefería morir él pero que ellos vivieran, Lily incluida, negándose a que sus hijos crecieran sin el amor de una familia.

— Deja de pensar eso.

— ¿De qué hablas?

— James — la pelirroja levantó la cabeza hacia su esposo. — Sé que estás pensando que si es necesario tú morirás por protegernos, no quiero que eso pase.

— Cariño.

— No, quiero que cuidemos de Jean y Harry juntos, no podría hacerlo sin ti.

— Claro que podrías, siempre haz sido la más valiente de los dos.

— James, eres mi alma gemela, tenemos que permanecer juntos siempre — los ojos avellana se encontraron con los verde esmeralda, el azabache sabía que no podría negarse a lo que le pidiera su esposa.

— Siempre, Lily.

— Bien, porque a donde sea que vayas iré yo, ¿entendido?

— Claro que sí, mi flor — la pareja rió, era en momentos como este que Lily se arrepentía de no haber aceptado antes a James. Sin embargo, para evitar que pensamientos melancólicos como ese llegarán, se acurruco en el pecho de su esposo y cerrando los ojos se dejó llevar por un sueño profundo.

Chapter 34: Sirius y Harry

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Sur de Inglaterra. Octubre 27, 1980

Lily y James Potter esperaban impacientes la llegada de sus amigos en el departamento de Sirius y Remus, esta vez estaban cuidando no solo a Jean y Harry, si no también al pequeño Neville, hijo de Alice y Frank que tenía tan solo cuatro meses como su hijo menor.

— ¿Crees que serán amigos cuando estén en Hogwarts?

— Claro que sí, Neville será un Gryffindor tal como sus padres — contestó James viendo como su esposa miraba al par de bebés dormidos, Jean por su parte estaba en sus brazos jugando con un pequeño gatito de peluche que le había regalado Sirius.

— Pero, ¿qué tal que Harry o Jean no se quedan en Gryffindor?

— Bromeas, claro que nuestros hijos serán Gryffindor, ni que fueran el hijo de Malfoy.

— James, tu mejor que nadie sabe que ese niño puede ser diferente a sus padres, tal como Sirius.

— No, nunca habrá nadie como Sirius.

— Eso no lo sabremos hasta que llegue el momento — fue entonces que el grupo de amigos se apareció frente a la pareja, se notaba en sus miradas el cansancio, Lily sonrió y se acercó a abrazarlos para después servirles un poco de té que había preparado con anticipación.

— Gracias, Lily — dijo Alice con una sonrisa. — ¿Qué tal se portaron?

— Excelente, Jean es la que dio más problema porque James no encontraba su gatito — el grupo rió mirando a la pequeña castaña. Remus se acercó a cargar a su ahijada, jugando con su gatito y recitando historias muggle que había aprendido de un libro que había comprado hace un par de años en su visita a las Evans.

— ¿De qué hablaban mientras llegábamos?

— De cómo nuestros hijos serían Gryffindor, incluido el suyo Frank — respondió James a Peter, señalando al auror que sonrió con orgullo.

— Claro que serán leones.

— Eso no lo sabemos aún — explicó Lily mirando al grupo de amigos. — Me refiero a que el sombrero dudo en si mandarme a Gryffindor o Ravenclaw.

— Pero con tus hijos no será así, sus padres son leones y todos los Potter han sido Gryffindor desde que se tiene memoria.

— Sirius, todos los Black habían sido Slytherin hasta que llegaste tú, es probable que el hijo de tu prima también sea Gryffindor.

— Espero que no.

— ¿Por qué lo dices? — preguntó Remus ante la respuesta cortante de Sirius, Hestia lo miró sin pensar.

— Sé que Cissy sería incapaz de lastimar a su hijo, pero Lucius — el de ojos grises negó con su cabeza. — Podría matarlo ante la vergüenza y la deshonra.

— No dejaremos que eso pase, si termina en Gryffindor lo raptaremos, ya verás que de ser así seremos tu y yo en ellos.

— ¿Qué hay de mi? — preguntó Remus sin soltar a Jean.

— Neville serás tú, mientras Jean sea Lily, solo les faltará su Peter — contestó James a Remus mientras se giraba a sonreír a su amigo Colagusano.

— ¿Recuerdan que Sirius decía que no habría otra generación de Merodeadores? — cuestionó Hestia burlona. — Mírenlo ahora aceptando.

No pudieron evitar reír mientras James ayudaba a Lily a servir la cena, de acuerdo a la pelirroja era lo mínimo que podían hacer como agradecimiento a sus amigos que siempre los protegían, especialmente desde que ellos ya no podían luchar sin arriesgar a sus hijos.

— Nosotros nos vamos — dijo Alice a sus amigos después de cenar mientras Frank cargaba al pequeño Neville.

— Nos vemos después y vayan con cuidado — despidió por último Hestia a sus amigos.

— No puedo creer que la pequeña gatita ya tenga un año y que Harry vaya a cumplirlo en meses — dijo Sirius mientras tomaba a Harry de su cuna. 

— Y yo no puedo creer que le sigas diciendo gatita a mi hija.

— Oh vamos Lily, nunca podré superar su intento de grito.

— Sirius tiene razón, se escuchó como un pequeño gatito — Marlene y Hestia asentían sonriendo a las palabras de Remus.

— Pensé que no te gustaban los niños, Canuto — James miraba a su hermano admirar con cariño a su pequeño hijo.

— Cambie de parecer — Marlene se giró inmediatamente a ver a su novio pero este seguía perdido en el bebé. Por su parte, Lily le guiño el ojo a la rubia que solo logró sonrojarse; Hestia sonrió de igual manera, estaba feliz por su amiga, pero se sentía sola pues consideraba que no encontraría a alguien para ella.

— Pronto — susurró Lily a su castaña mientras le sonreía maternalmente con su mano apretando levemente su hombro. 

Al día siguiente, la pelirroja se encontraba sola en casa, habían adquirido una pequeña casa tipo cabaña en el Valle de Godric al poco tiempo de que Dumbledore les dio el aviso de la profecía. 

En el Valle de Godric, habían conocido a una gran amiga de la familia Dumbledore, Bathilda Bagshot, quien parecía encantada con el par de hermanos Potter y cada vez que podía les llevaba regalos. El último obsequio era un carrito encantado que seguía, ya fuera al papá o la mamá, por donde se movieran, de aquella forma los bebés estarían seguros y los padres podrían hacer lo que necesitaran.

Unos golpes en la puerta hicieron que la pelirroja se acercara con precaución, estaba segura de que probablemente se trataba de Bathilda, pero nunca estaba de más un poco de precaución. Al mirar por el ojo de la puerta, abrió sus ojos con sorpresa y no pudo evitar abrirla de golpe, apuntando con enojo a la persona frente a ella.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Lily apretando su varita mientras cubría a Harry y Jean con su cuerpo, había actuado por impulso, pero prefería matar al chico a permitir que algo le pasara a sus hijos. — Contesta.

— Necesito hablar contigo — el hombre levantó su varita para que la chica la viera y la arrojó al piso. — Sin trucos, lo prometo.

La pelirroja se negaba a bajar su varita y por su mente pasaban incontables encantamientos que podría lanzar con total seguridad de que atacarían de la manera correcta. Severus la miraba fijamente, esperando que ella viera la verdad en sus ojos, el mortífago alcanzó a ver los cabellos castaños de Jean que estaba impaciente viendo a su madre ignorarla.

— Lily, lo prometo.

— Toma asiento — la chica siguió con su varita a su ex amigo mientras este se sentaba en un sillón de junto, para después tomar la varita de él del piso y sentarse frente a él. — ¿Cómo supiste dónde estaba?

— Eso no puedo decirlo, pero puedo prometer que nadie más lo sabrá.

— ¿Cómo puedo confiar en ti sabiendo que eres un seguidor de ese asesino?

— Lily, solo escúchame, tengo información que les podría servir, a ti y a tu esposo.

— ¿De qué hablas? — preguntó la chica sin bajar su varita.

— El traidor es alguien cercano a ustedes, no sé aún quién, pero estoy tratando de averiguarlo.

— ¿Qué esperas a cambio? — la chica miraba con seriedad a Severus y por fin dejó de apuntarle.

— Que me perdones.

— Severus.

— Lily — la voz de James Potter hizo que los chicos se giraran, los ojos avellana iban de Severus a Lily y a sus hijos.

— Potter — dijo Severus levantándose mientras caminaba hasta él y le extendió su mano, sorprendiendo a la misma leona. — Espero puedas tener una tregua conmigo, al menos hasta que detengamos al señor oscuro.

— Siempre, Quejicus — James aceptó la mano de Severus con una sonrisa, Lily sintió sus ojos llenarse de lágrimas, este se parecía más a ese amigo que ella conocía. El mortífago les explicó que trabajaba como espía para Dumbledore y que por eso mismo no podrían decirle a nadie, la pareja aceptó y mientras cenaban la pelirroja le presentó a sus hijos, quienes eran una mezcla perfecta de ambos.

— Espero que se parezcan a ti.

— Créeme, mis padres dijeron lo mismo — dijo James mientras sonreía viendo a su esposa.

Chapter 35: Sorpresa

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Alice Longbottom entraba a su casa del jardín, había pasado todo el día trabajando en él al estilo muggle, de acuerdo a las palabras de Lily, era un método nada científico de relajación. La castaña acaba de cortarse el cabello unas noches atrás pues se negaba a que Neville siguiera jalandolo para llamar su atención.

Se quitó las botas manchadas de lodo y se puso unas sandalias cómodas mientras dejaba los utensilios en una caja al lado de la puerta, podía escuchar a Frank hablar en algún lado de la casa, por lo que tomando un poco de zumo de calabaza se acercó a la sala, encontrándose con Neville en brazos de su esposo.

— Neville, ¿cómo esperas que te explique lo que hace una mandrágora? Sé que quieres el libro pero aún no sabes leer — el bebé más que leer, quería ver los dibujos en el libro de su papá, Alice soltó una risita atrayendo la atención de ambos. Frank no hizo más que sonreír apenado y se acercó a ella dejando el libro en la mesa, la castaña se puso en puntas, el chico se agacho y se dieron un rápido beso que no le gustó nada al bebé que empezó a llorar buscando los brazos de su mamá.

— ¿Pasa algo?

— No, solo que estoy preocupado, últimamente han habido más ataques de mortífagos. 

— Lo sé, quieren encontrar a Harry.

— Exacto, Alice he estado pensando que tal vez debemos de dejar a Neville con mi madre, no desconfió de Lily ni de James, sé que de ser necesario morirían por proteger a Neville, pero es suficiente que traten de protegerse ellos.

— Tienes razón, no podemos darles más trabajo del que tienen — aceptó la chica abrazando a su esposo e hijo.

Al sur de Inglaterra, el grupo de amigos terminaban de preparar los últimos detalles necesarios. Sirius no podía parar de jugar con sus manos, pero cuando lo hacía caminaba por el lugar dando vueltas.

— ¿Segura que ya está todo?

— Sí, Sirius — contestó Lily mientras sonreía a su amigo.

— ¿Estás nervioso Canuto? — preguntó James mirando a su amigo burlón.

— Claro que lo estoy, pero no me puedes decir nada, casi dejas un agujero en el piso de nuestra habitación cuando ibas a proponerle matrimonio a Lily.

— Vaya, eso no lo sabía.

— Ahora lo sabes — dijo Sirius mirando a James con una sonrisa de burla, Remus estaba sentado en el piso junto a Jean que ya caminaba por donde quería, por lo que al ver a su padrino despistado se colgó de su cuello.

— Jean, ¿recuerdas de qué hablamos? — James miraba a su pequeña. — Por más que ames a tu tío Lunático, no es un juguete, no puedes colgarte de él para que te lleve a dónde sea que quieras, déjalo por favor.

— ¡NO!

— Bueno, esto va mejor a cuando le diste el mismo discurso a Sirius — dijo Lily y los chicos rieron, pero James miraba a su pequeña con los ojos como platos, acto seguido Lily dejó de reírse y se agachó tomando a Jean suavemente y mirándola a los ojos, Sirius dejó de reír, Remus se giró a ver a Jean.

— Espera, ¿acabas de decir "no"?

— No — repitió la pequeña y soltó una carcajada infantil. El grupo de amigos rió nuevamente, no solo la risa de Jean era contagiosa, si no también el hecho de que James y Sirius se pusieron a sollozar falsamente, Remus trajo una cámara y comenzó a tomar fotos de Lily sonriendo con Jean.

Lily salió del departamento acompañada de Remus, irían a comprar unas cosas para la cena mientras James y Sirius cuidaban de los bebés, la pelirroja tenía tiempo queriendo preguntarle sobre cómo iban las cosas pero tenía miedo. Independientemente de que todo fueran risas y felicidad cuando James y ella estaban, la leona sabía que no era así, Remus y Sirius tenían tiempo que preferían no estar en el mismo lugar solos, por lo que el viaje de regreso al departamento se le hizo un poco incómodo a la chica.

— Solo pregunta, Lily.

— ¿Dé que hablas?

— Llevas esa mirada de preocupación, sabes que puedes preguntar lo que sea — explicó el chico y Lily suspiró, su amigo la conocía bien.

— ¿Qué pasó contigo y Hestia?

— La engañe con Narcissa — la pelirroja abrió sus ojos deteniéndose en seco.

— ¿El hijo de ella es tuyo?

— No, cuando pasó eso, le dejé en claro que no quería verla de nuevo, no quería ser el que usaba para engañar a Malfoy.

— Entiendo, pero ¿aún la amas?

— Probablemente siempre la voy a amar — suspiró el chico viendo a su amiga con una sonrisa melancólica.

— Dumbledore, habló con nosotros — cambió de tema la chica, había nerviosismo en tu voz.

— Lo sé, sobre el traidor.

— ¿Cómo lo sabes?

— James le dijo a los demás la otra noche, mientras acostábamos a Jean y Harry — contestó Remus y rascó su cabeza.

— Vaya, no sabía que lo haría — Lily vio como los ojos del chico se llenaban de lágrimas. — Lunático, ¿qué sucede?

— Creen que soy yo, creen que yo soy el espía.

— Remus.

— No soy yo, Lily — la voz del chico se quebró mientras negaba con su cabeza. — Yo nunca lo.

— Lo sé, Remus, lo sé — interrumpió la pelirroja, abrazando a su amigo por el cuello, dejando que sacara toda la preocupación con la que cargaba. Lily estaba segura de que Remus no era un traidor, nunca había dudado de él, pero le parecía extraño que los demás lo estuvieran haciendo, una vez que Lunático dejó salir su dolor, continuaron caminando, ninguno de los dos quería seguir hablando, preferían solo caminar.

— ¡Lily! — grito James por la ventana mientras se tiraba por ella, la susodicha soltó un grito asustada, pero una vez que el chico cayó al piso corrió a ella para besarla, al separarse la leona miraba sorprendida mientras el chico reía.

— ¿Qué te sucede? No hay nada gracioso en tirarte de una ventana por un maldito beso.

— No puedo soportar cuan hermosa eres cuando te enojas, Potter.

— James… — dijo la chica mirando a su esposo con un leve sonrojo. — ¿Qué te sucede?

— Marlene ya está aquí y me puse nervioso porque no sabía si debía escuchar o no.

— ¿Ya llegó? —

— Sí, hace unos minutos.

— Cornamenta — llamó Remus y su amigo lo vió con atención. — ¿Y tus hijos?

— ¡Ay no! Lily, mis hijos — chilló James mirando hacia la ventana. Dentro del departamento estaba una rubia viendo fijamente a su novio que no paraba de desviar la mirada.

— Sirius.

— ¿Quieres casarte conmigo? — Marlene abrió sus ojos, el chico suspiro y rápidamente se arrodilló mientras buscaba en sus bolsillos, para después sacar un anillo. — Sé que no es el anillo de los Black, pero este anillo será solo tuyo.

La rubia no sabía que decir, no esperaba que esto sucediera pues la última vez que hablaron de ello habían dejado de hablarse por dos días. Hoy, Sirius estaba frente a ella con su porte tan elegante de un Black, pero nervioso y pidiendo su mano, la chica reaccionó y sonrió abiertamente.

— ¡Sí, claro que sí!

Chapter 36: Peligro

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Callejón Diagon. Abril 30, 1981, Noche de Walpurgis

Las chicas se encontraban en la tienda Madame Malkin, túnicas para todas ocasiones midiéndose distintos vestidos para la futura boda de Sirius y Marlene. Después de varias prendas, lograron dar con los vestidos adecuados, de un color azul oscuro y detalles dorados que le habían encantado a la futura novia. 

— ¿Entonces ya eligieron una fecha? 

— Realmente no, solo sabemos que será en diciembre, yo apunto por el quince y Sirius por el dieciocho.

— Estoy tan emocionada, ya necesitábamos una boda — habló Hestia abrazando a sus amigas.

— Lo sé, pero díganme, ¿les gustan los vestidos?

— Marlene, te diré lo mismo que me dijo Hestia, por ti usaría lo que fuera en un día tan especial — la rubia sonrió ante las palabras de Alice, no podía evitar sentirse al borde de las lágrimas. Sus amigas estaban frente a ella y no pudo contener más la emoción, entonces las abrazó con cariño.

Al salir del local, se dirigían a comprar algo de comer cuando se escucharon explosiones, figuras de mortífagos comenzaron a aparecer frente a ellas y Alice envió rápidamente un patronus mientras las chicas lanzaban hechizos a los mortífagos. Lily sabía que debía huir, si Voldemort aparecía la podría matar o incluso seguirla para encontrar dónde se escondían.

— Lily, vete — indicó Dorcas mientras la cubría junto a los hermanos Prewett. La pelirroja no quería hacerlo, pero antes que su seguridad estaba la de sus hijos, por lo que sin pensarlo dos veces se apareció en el departamento de Remus y Sirius, cayendo al piso.

— ¡Lily!

— Mortífagos — Canuto y Lunático se miraron solo para desaparecer. James levantó a Lily mientras la inspeccionaba, buscando que estuviera bien, la pelirroja lo abrazó, estaba asustada al no saber si quienes la habían protegido estarían bien.

Horas más tarde, se aparecieron los chicos con Marlene y una lastimada Hestia, Lily corrió a socorrer a su amiga, mientras Remus le explicaba a James que la castaña se había metido en su pelea contra Lucius Malfoy, por lo que el mortífago le había lanzado un maleficio.

— Se pondrá bien, es fuerte.

— Claro que sí, es Hestia — las palabras de Remus sonaban tristes, Lily sabía que era porque el lobo jamás se podría perdonar el daño que le había causado a su amiga, pero sobre todo porque si pasaba a mayores, Lunático tomaría la culpa de por vida.

— ¿Por qué la dejaste meterse?

— ¿Qué?

— Canuto, basta — regaño Lily y Marlene vio a su prometido con molestia.

— ¿Crees que yo la deje meterse?

— De otra manera no lo hubiera hecho, tú mejor que nadie sabe lo bien que se le da a Malfoy lanzar maleficios.

— Por eso mismo le pedí mil veces que se fuera, pero es Hestia, jamás se da por vencida.

— Entonces debiste protegerla, traidor.

— ¡Sirius! — chilló Lily molesta. — Basta, deja de caer en paranoias, no ayudan y no vuelvas a decir que Remus es un traidor.

El azabache se levantó dirigiéndose a su cuarto, Marlene lo miró sin seguirlo, no podía hacerlo, no después de lo que había dicho, Remus siempre había sido un fiel amigo de ellos, por lo que la actitud de su prometido le resultaba tonta e infantil.

— Remus, él realmente no siente lo que dice, sabemos que no eres el traidor — dijo Marlene tomando la mano de su amigo y dando un ligero apretón, pero el chico suspiró poniéndose de pie.

— Saldré un momento, con permiso.

Lily vio a su amigo y sin pensarlo dos veces caminó detrás de él hasta alcanzarlo, el chico tenía sus cansados ojos llenos de lágrimas, la chica lo abrazó, últimamente era lo único que hacía, abrazar a Remus.

— ¿Dónde está Peter?

— Tenía cosas que hacer — contestó Marlene a James quién solo asintió con su cabeza y se encaminó a la ventana, donde pudo ver a su esposa consolando a su amigo. Él también sabía que Remus no era el traidor, de igual manera, sabía que ninguno de sus amigos lo era, por lo que esperaba con ansias la próxima visita de Quejicus, teniendo el nombre sería más fácil entregarlo.

Días más tarde, los chicos se encontraban nuevamente en el departamento de Sirius y Remus. Usualmente llegaban sin avisar, de aquella manera creían que era mejor para evitar que, el posible traidor, alertara de su visita a Voldemort; de igual manera, su estadía no era muy larga y regresaban a su pequeña casa en el Valle de Godric.

— Miren esto — dijo Peter mostrando a sus amigos el Daily Prophet, Lily se acercó cargando a Harry mientras James cargaba a Jean.

— ¿Cómo es que la orden no supo de esto?

— No lo sé, es muy extraño, incluso si los aurores hubieran ido a auxiliar, Alice y Frank nos hubieran comentado — respondió Hestia a Marlene que no podía apartar su mirada del periódico.

— Lo que no entiendo es… bueno, ¿por qué familias completas? — preguntó Sirius sentándose junto a su prometida en el sillón.

— ¿Qué tal que tienen hijos magos?

— ¿De qué hablas, Lily? — preguntó Peter mirando fijamente a la chica.

— Sí, si tienen hijos como yo, probablemente el innombrable los esta asesinando por eso, es un fanático de la sangre.

— Irónico sabiendo que es mestizo.

— ¡Marlene! — regañaron el par de chicas a la rubia.

— ¿Qué? Solo digo la verdad.

— Pero si fuera como dices, Dumbledore debería de saber, debería habernos dicho.

— Remus tiene razón, pero de no ser como Lily piensa, la situación está empeorando cada vez más — habló Hestia, mirando fijamente a sus amigos. James solo podía pensar en que todo el apreció que sentía por su antiguo director se estaba esfumando al ver que no estaba compartiendo con ellos información valiosa.

— ¿Qué sugieren que hagamos?

— Debemos hablar con Dumbledore, él tendrá las respuestas que necesitamos — la respuesta de Lily fue tan segura que ninguno pudo negarse, por lo que fue Marlene la encargada de mandar su patronus como mensajero, solo les quedaba esperar a que su antiguo director fuera honesto con ellos.

Chapter 37: Fotografía

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Sede de la Orden del Fénix. Julio 7, 1981.

Era una soleada tarde de julio cuando la Orden decidió reunirse para una fotografía. Al ver las distintas muertes que se habían presentado y que la guerra avanzaba cada día más, Dumbledore había decidido que una fotografía donde estuvieran todos los miembros sería lo mejor. 

— Creo que lo mejor será que se acomoden para saber donde dejaré la cámara — pidió Remus mirando como la Orden del Fénix hacía lo que les pedía.

Los hermanos Prewett habían optado por ponerse en un costado juntos, mientras el matrimonio Potter se colocaba a su lado con Sirius junto a James, Colagusano por su parte se puso detrás de ellos, Dumbledore, Minnie y Hagrid estaban al centro, mientras Alice y Frank estaban al lado de estos con Hestia y Marlene a su lado, Moody estaba al fondo con su típica cara de enojo, Remus se paró a un lado de Peter, entonces la foto se tomó.

— Es hermosa — dijo Hestia mirando fijamente lo que tenía en sus manos, la chica tomó su varita y comenzó a hacer duplicados para todos y cada uno de los miembros de la orden. — Fue una gran idea por parte de Dumbledore el pedir que nos fotografiáramos.

— Lo sé, especialmente desde que seremos leyendas.

— ¿En serio creen que lo seremos? — preguntó Lily al escuchar como el padrino de su hijo lo decía con total seguridad.

— Pero claro, Lily — respondió Marlene. — Nuestros hijos serán conocidos por todos, ya lo verás.

— No sé si dejar que seas famosa sea bueno — dijo Remus burlón, las chicas rieron y Marlene le enseño la lengua de manera infantil.

Lily pasó su mirada por la habitación, Hagrid cargaba a Harry y Dumbledore a Neville, pero su hija definitivamente era la sensación, Minnie estaba en cuclillas haciéndole mimos, mientras Dorcas y los hermanos Prewett le aplaudían, Jean no para de reír inundando la sala de felicidad, Alice y Frank estaban enfrascados en una conversación con su esposo, Benjy y Caradoc.

— ¿Todo bien, Lily? 

— Sí, solo admiraba cuán diferentes somos todos — contestó la pelirroja a Remus.

— Lo sé, un enemigo en común une a muchas personas — Marlene y Hestia se habían ido a platicar con Emmeline y Sturgis, pues consideraban que harían una gran pareja aún y cuando ella fueran un par de años menor, Mundungus Fletcher saludó a la pelirroja a lo lejos y comenzó a caminar hacia ella.

— Remus, Fletcher viene hacia acá, no te vayas.

— Claro.

— Lily, qué hermosa estás, como siempre debo admitir — dijo el hombre mirando a la jóven chica de pies a cabeza. 

— Gracias, Mundungus.

— Y Remus, hombre, te hacen falta unas vitaminas, mira lo delgado y enfermizo que te ves — dijo al chico que sonrió tan forzadamente como su pelirroja amiga.

— Siempre un placer verte — los hermanos Prewett se acercaron a molestar un poco a Mundungus por lo que el par de amigos aprovecho para irse lentamente hacía su grupo, que no paraban de burlarse de lo que el hombre mensajero de Dumbledore le había dicho a Lunático.

Dedalus Diggle se acercó a felicitar a Marlene y Sirius por su compromiso, pues era el único miembro de la orden que no lo había hecho, mientras le daban las gracias el sonido de metal colisionando contra el piso hizo al dúo de bebés llorar mientras que Jean sollozaba, Fabian Prewett había dejado caer su típico reloj que levantó con una sonrisa avergonzada.

Diggle al ver a la pequeña Jean hizo salir chispas de colores de su varita buscando entretenerla, mientras Lily y Alice calmaban a Harry y Neville respectivamente, a diferencia del bebé Longbottom el pequeño Potter ya no volvió a dormirse por lo que Dorcas se encargó de cuidarlo.

— Mira esos ojos, se parecen a los de Lily — dijo la mujer con una sonrisa.

— Harry evidentemente tiene tus ojos, Lily. 

— Son los ojos más hermosos del mundo, ¿no creen? — preguntó James al escuchar a Sirius, Lily sonrió sonrojada rodando los ojos.

Siguieron conversando hasta que cada uno tuvo que regresar a sus labores, por lo que Lily y James se fueron a su casa provisional, Marlene a la suya, Remus y Lupin al departamento y Hestia al ministerio junto a Frank Longbottom, Alice iría a dejar a Neville con Augusta.

— Peter, si vas al ministerio, ¿no quieres venir con nosotros?

— No, tengo que hacer un par de cosas antes, gracias — contestó el susodicho a la castaña, Hestia sonrió comprensiva y se desapareció junto a Frank.

En la mansión Riddle, algunos mortífagos esperaban pacientes a las órdenes del señor Tenebroso. Severus Snape, por su parte, parecía haberse ganado un gran aprecio por parte de Voldemort, al grado de que se le requería consejos para saber cómo actuar y cuando.

— Mi señor, no creo que sea conveniente atacar ahora mismo, realmente no sabemos dónde se esconden, podrían seguirnos hasta aquí y de nada servirá el estarnos preparando.

— En eso tienes razón, Severus — habló Lord Voldemort mirando a su seguidor. — ¿Quién pensaría que serías el mejor de todos ellos? Incluso el estúpido de Regulus Black fue una desgracia para nosotros, me alegra saber que tengo sirvientes leales y devotos a la causa.

— Gracias mi señor, es un honor ser reconocido por usted.

— Mi señor, la rata está aquí, dice tener más noticias — Bellatrix entró con una enorme sonrisa, con ella aquí, Severus no podría acercarse a escuchar. 

— Ahora voy, Severus busca a Lucius, les daré una nueva tarea.

— Claro, mi señor — Tom Riddle, o como él prefería ser llamado Lord Voldemort, camino por la Mansión Riddle con su fiel Nagini siguiéndolo, sabía que Bella lo seguía por lo que se giró lentamente y con una mirada de seriedad.

— Vete con los Avery y los Mulciber a atacar un barrio muggle, de preferencia que este visible.

— Claro mi señor, ahora mismo — La mujer de piel pálida desapareció con aquella sonrisa macabra de ella.

— Colagusano, me dijeron que traes noticias.

— Mi señor, Dumbledore ha mandado llamar a los Potter, sé que irán a encontrarse con él en Hogwarts, parece ser que les dirá dónde esconderse de forma definitiva.

—  Excelente, encárgate de averiguarlo y venir de inmediato a mi, acércate — el chico se acercó lentamente, Peter lo hacía meramente por miedo, temía morir en la batalla y tomando en cuenta que Harry era un bebé, dudaba que pudieran ganar la guerra. Voldemort tomó su brazo apretando la punta de su varita contra la piel, Peter Pettigrew tenía la marca tenebrosa, oficialmente era un mortífago.



Chapter 38: Marlene McKinnon

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Dos semanas después.

Callejón Diagon. Julio 20, 1981. 

Las chicas se encontraban en casa de Marlene, habían estado probándose vestidos para la gran cena de esa noche y esperando por el visto bueno de la rubia que deseaba que todo saliera perfecto. Los colores que habían elegido para la cena eran similares a los de la boda pero en tonos más claros, especialmente porque querían que aquella fuese la marca de su matrimonio.

— Marlene, tu cena de compromiso será preciosa — dijo Alice abrazando a la chica.

— Estoy muy nerviosa, no me imagino como estaré el día de mi boda.

— Tranquila, los nervios son de buena suerte — habló Lily guiñandole el ojo a su amiga.

— Eso espero, especialmente porque el hecho de que Marlon sea quien llevará los anillos es  lo que me tiene así.

— Marlene, que tu hermano sea Hufflepuf no lo hace tonto — regañó Hestia a la rubia que rodó sus ojos.

— Pero sí lo hace muy torpe.

— ¡Marlene! Deja de llamarlo así — la susodicha soltó una risita mientras se encogía de hombros.

— Es mi hermano, le digo lo mismo siempre, pero también le digo que lo amo, eso equilibra la balanza.

— Me encantaría que mínimo así pudiera ser mi relación con Petunia, tienes mucha suerte Marlene — dijo Lily sin pensar, pero inmediatamente se avergonzó, no quería quitarle a su amiga la emoción de aquel día tan especial.

— Ya verás que pronto se solucionará, Lily.

— Gracias, pero no hay que enfocarnos en mí, mañana será tu cena de compromiso y en unos meses tu boda, el tiempo se irá volando.

— Espero que sí, no puedo esperar a casarme con Sirius, es un momento que he estado esperando por años — las chicas sonrieron ante la felicidad de su amiga, pues era muy sabido que Marlene siempre había estado enamorada de Sirius, aún y cuando este se negaba en un principio y salía con otras chicas por miedo a arruinar la amistad tan hermosa que tenían.

Los chicos, por su parte, se encontraban en el departamento de Remus y Sirius, cuidaban de los niños mientras que a Sirius le medían el traje que usaría mañana. La modista estaba fascinada con la belleza del chico por lo que había realizado su más grande obra de arte, Un traje en café claro con detalles café oscuro camisa blanca, pantalón café oscuro y, para resaltar, había agregado una fina bufanda lila, Sirius se giró a ver a sus amigos con una sonrisa.

— Mira nada más, yo creo que te vas a casar conmigo — habló James

— Para tu desgracia James — dijo Remus llamando la atención de sus amigos. — Tú ya estás casado, pero yo estoy soltero. 

— Remus, sé que quieres a Sirius para ti, pero no podrá ser — los chicos rieron mientras el azabache se quitaba cuidadosamente el traje y le pagaba a la mujer. Peter estaba cargando a Jean, pero esta no dejaba de llorar por lo que Remus se acercó a tomar a su ahijada en brazos, notando que su amigo tenía una gran cara de angustia.

Durante la tarde del día siguiente, Lily y Hestia se encargaron de que todo lo que Marlene había dejado preparado se hiciera al pie de la letra, por lo que llegaron a sus casas a tomar un baño y cambiarse.

— Gracias a Merlín ustedes están listos.

— Te ves hermosa, cariño.

— Y tu muy guapo — contestó Lily a su esposo mientras tomaba a un Harry en traje y James cargaba a Jean que llevaba un vestido del mismo color que Lily, celeste.

Por su parte en casa de los McKinnon, la rubia caminaba de un lado a otro con peines y demás arreglando su cabello por sí solos, Marlon la miraba y no podía evitar sonreír, cuando Marlene lo vio le saco la lengua y siguió en lo suyo.

— Te verás hermosa con lo que uses, lo sabes.

— Gracias — Marlene miró a su hermano con una sonrisa. — ¿Sabes que te amo, cierto?

— Claro, pero no lo digas seguido, da miedo — la chica le arrojó una almohada, terminó de maquillarse y se miró al espejo para después dar una vuelta enfrente de su hermano que le asintió con la cabeza. El grito de la señora McKinnon resonó en toda la mansión, el par de hermanos se miró fijamente y Marlene tomó su varita, mirando a su hermano con seguridad. 

— Quédate aquí. 

— Marlene.

— Te necesito a salvo, Marlon — la rubia salió de la habitación, caminando con precaución por el pasillo, no parecía haber nada extraño, por lo que lentamente bajó las escaleras. En la sala, estaban sus padres tirados en el suelo, con un dolor latente, la chica se giró buscando regresar con Marlon para huir de ahí, pero era muy tarde había tres mortífagos frente a ella: Travers, Karkarov y Bellatrix Lestrange.

— Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?

— Bellatrix — fue lo único que alcanzó a decir Marlene, mirando a la prima de su prometido frente a ella.

— Sí cariño, me enteré por ahí qué quieres el apellido Black — Marlene rápidamente comenzó a lanzar hechizos de protección y de ataque, necesitaba regresar con su hermano, lo mínimo que pedía era lograr advertirle para que huyera, pero no fue así, Marlon apareció y comenzó a ayudar a su hermana.

— Tienes que irte.

— Me puedes regañar cuando salgamos con vida de aquí — entonces Travers desarmó a Marlene y Bellatrix comenzó a usar Cruciatus buscando información de dónde estaba el escondite de Lily y James. Marlon quería ayudar a su hermana, pero Karkarov era demasiado fuerte para él, entonces haciendo uso de una jugarreta sucia, Travers lanzó la maldición asesina a Marlon que cayó muerto al lado de su hermana.

El grito de Marlene era doloroso, parecía que su mundo se había venido abajo, las maldiciones ya no le dolían, su dolor estaba ahí pálido y con la mirada perdida, miro a Bellatrix con lágrimas en los ojos.

— Basta... Por favor... No.

— Los leones siempre hacen lo mismo, son valientes hasta que usas un Cruciatus — Travers y Karkarov rieron con malicia, entonces Bellatrix apuntó su varita hacia la chica lanzando la maldición asesina, la bella mirada de la rubia perdió su brillo mientras su piel se tornaba pálida.

El trío asesino desapareció dejando a la familia McKinnon destruida. Lily, Hestia y Remus se aparecieron, frente a la puerta de la mansión y tocaron, pero al no obtener respuesta decidieron entrar, solo para asegurarse que su amiga y su familia estaban bien.

— No, no, no, Marlene no — chilló Hestia apenas vio la escena, ambas chicas corrieron a abrazar a su amiga, mientras un Remus de ojos llorosos mandaba un patronus a la Orden, el lobo se acercó a cerrar los ojos de Marlon. Cuando aparecieron Sirius y James, Lily se acercó al primero, no sabía cómo decirle lo que acababa de suceder. 

— No, ella no puede — decía el último de los Black cuando sus ojos se encontraron con el cuerpo sin vida de quien había sido su prometida. Sirius se fue acercando poco a poco, creía estar en una pesadilla pero al tocar su rostro supo que era verdad, Sirius lloró mientras Hestia y Lily lo abrazaban, James por su parte miraba entristecido como su hermano había perdido al amor de su vida.

Durante la semana siguiente, Sirius lo pasó cancelando todo aquello que Marlene y su madre habían preparado para su boda, incluso el chico se encargó por sí solo de preparar el funeral de la familia McKinnon, sus amigos sabían que era algo que él deseaba hacer. La orden completa asistió, solo James  y Lily no habían podido estar presentes por el miedo a que fuesen atacados, pero fue la pelirroja quien se encargó de escribir una carta a su amigo en la que mencionaba que había llorado toda la noche, mencionando también que la probable razón por la que Peter había decidido irse era porque se encontraba tan melancólico como ellos. Sirius fue el primero en lanzar una rosa blanca al ataúd de quien había sido su prometida y, una vez en su casa, leyó la carta por encima, apenas había llegado del funeral se había encerrado en su habitación, dejando a Hestia y Remus preocupados, mientras escuchaban sus sollozos.

Chapter 39: Guardian

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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Julio 25, 1981

Albus Dumbledore había mandado llamar a los Potter y a su guardián, después de  haber tomado una decisión que los involucraba. Desde la muerte de Marlene y la destrucción de los McKinnon, la orden estaba más que preocupada y precavida; ahora los mortífagos no solo atacaban a hijos de muggles y muggles, sino también a traidores a la sangre.

El trío de chicos llegó a la oficina del director y pasaron sin entender qué sucedía, aquello podría significar muchas cosas, tanto buenas como malas. Al llegar, el hombre no se percató de que estaban ahí, sino fue hasta que la pelirroja lo llamó.

— Lo siento, pasen, esto deberá ser rápido.

— ¿Qué pasa? — preguntó Lily mientras miraba a su antiguo director.

— He encontrado el que puede ser un escondite permanente para ustedes — Lily sonrió agradecida mientras se giraba a ver a su esposo, la pelirroja ni siquiera debía preguntarle pues era bien conocido que la respuesta de James sería siempre proteger a sus familia. La pareja se giró a ver al azabache que asintió, tenía días sin sonreír y todos sabían la razón.

— Bien, joven Black más tarde le daré indicaciones.

— De acuerdo.

— Por favor, esta vez será un escondite permanente, no lo mencionen.

La pelirroja regreso al departamento de sus amigos junto a su esposo, Sirius por su parte comenzó a merodear por el castillo de Hogwarts, si estaba en lo correcto, debía estar cerca, el azabache hubiera preferido tener el mapa pero desde que lo habían dejado a la vista de Filch para futuras generaciones no podía usarlo.

Sirius entró en la habitación, sabía lo que estaba buscando, ya lo había visto una vez, solo necesitaba volverlo a hacer, de esta manera podría despedirse de la manera correcta. Entonces vio una larga manta blanca, el chico se acercó temeroso y con las manos temblorosas, la estiró, destapando ante él un enorme espejo, dónde aparecía una Marlene McKinnon sonriente mirándole fijamente.

— Hola hermosa — saludó el chico con lágrimas en los ojos. — Mi Marlene, estabas preciosa, siempre lo has estado, prometo que no dejaré de ser el hombre que te prometí, estaré esperando el momento de regresar contigo y nunca dejaré de amarte.

El chico cayó de rodillas al tiempo que terminaba de hablar, su voz se había entrecortado y sus ojos se cristalizaron. El espejo de Oesed parecía el castigo más agridulce que Sirius podía imaginarse, por lo que una vez que pudo dejar de llorar, se apareció en su habitación, desde lo de Marlene había esta pensando la manera de no volver a exponer a sus amigos así, pero su miedo lo llevaba a pensar siempre que Remus era el traidor.

Estuvo el resto del día y la noche sin dormir, tomando decisiones y con la mirada perdida. Una semana después, por la mañana, el joven se miró al espejo para después ir a buscar a sus amigos al Valle de Godric, al llegar estaba dudoso, no quería que James lo fuera a tomar como un cobarde, esa no era la razón por la que estaba ahí.

— Canuto — abrió la puerta de la casa una sorprendida Lily. — Pasa, ¿está todo bien?, ¿está Remus bien?

— Sí, siento venir sin avisar.

— Siempre eres bienvenido, Sirius, no te disculpes.

— Canuto — saludó James mientras se acercaba con Harry en brazos y Jean siguiéndolo de cerca.

— James — abrazó Sirius a su hermano, tomando a la pequeña Jean entre sus brazos. — Necesito hablar con ustedes de algo importante.

— Claro, vayamos a la sala, traeré un poco de té — Lily Potter camino hasta la cocina, estaban por tomar té por lo que no tardó en preparar las tazas, de igual manera llevó unas galletas que James había preparado la noche anterior. Por un momento dudo en si llevar el desayuno para Sirius, pero tal vez después de su charla podrían almorzar juntos, al regresar vio como James hablaba con su hermano pero este bajaba la mirada y abrazaba a Jean.

— ¿Qué sucede, Sirius?

— Desde que pasó — el chico suspiro pesadamente y se aclaró la garganta. — Lo de Marlene, estuve pensando, que todos saben que James es mi hermano, entonces creo que lo más conveniente es que cambiemos al guardián.

— Tal vez tienes razón, ¿deberíamos decirle a Remus?

— ¿Remus? No, no confío en él, no de la misma manera que antes, Lily.

— ¿Por qué? — preguntó la pelirroja con molestia. — Siempre estuvo para ustedes, siempre estuvieron para él, no veo cual es la diferencia, él también es como tu hermano.

— Los hombres lobo están con ese asesino, ¿y Remus qué es?

— No puedo creer que dijeras eso, Remus no es hombre lobo por gusto ni por nacimiento — explicó la chica, pero Sirius solo desvió la mirada. — ¡Por Merlín, Sirius!, él mismo decidió vivir contigo para no regresar a casa de su padre.

— Lo sé, pero solo lo hizo porque su madre falleció al salir de Hogwarts.

— Remus, daría su vida por protegerte, a ti, a James, a mí y sobre todo, daría su vida por proteger a Harry y Jean — James Potter escuchaba a su esposa y a su hermano discutir, estaba callado, entendía las razones de Lily, él mejor que nadie lo hacía, incluso sabía que Sirius estaba siendo paranoico. Sin embargo, entendía que la única manera de mantenerlo tranquilo, después de la tormenta que le había tocado vivir en estos días, era aceptando lo que quería.

— ¿A quién sugieres entonces?

— A Peter — al escuchar la respuesta, James Potter se estaba arrepintiendo. — Piénsalo bien, ¿por qué pensarían que alguien tan débil sería el guardián?

— En eso tienes razón, probablemente sea lo mejor, podemos esperar unos días para decirle, incluso meses mientras vemos cómo sigue la situación — contestó James, Lily suspiró pero logró asentir antes de levantarse y caminar hasta casi salir de la sala.

— Quiero que esperemos a después del cumpleaños de Harry, tomando en cuenta que no podemos salir más que a comprar la despensa, quiero pasarlo en esta casa, es nuestra casa, si no fuera por las palabras de Dumbledore no me cambiaría jamás.

— Lily, Dumbledore no sabe dónde están, pueden permanecer aquí mientras sean cuidadosos — la chica sonrió comprensiva y regresó a la cocina, para ella era sumamente doloroso escuchar que no confiaban en Remus.

El resto de la tarde Sirius la paso con los Potter, se sentía menos vacío, al irse por la noche la pelirroja abrazó a su esposo, estaba preocupada pero si era por el bien de sus hijos no se quejaría, James la tomó por el rostro y beso sus labios, quería permanecer de esta manera siempre, con su Lily.

— James — llamó la chica viendo a su esposo fijamente. — Siempre juntos.

— Siempre, Lily — respondió el chico con firmeza, seguro de que a dónde sea que fuera, Lily lo seguiría, de la misma forma que él lo haría.

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