Chapter Text
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Stanley se había quedado casi en la entrada del lugar, viendo toda la ceremonia. La felicidad que rodeaba el lugar era abrumadora e incluso contagiosa, pues él, al igual que el resto, tenía una sonrisa en sus labios.
Escuchar los votos de ellos dos, le recordó su propia boda, con menos gente y más íntima. En aquellos años siguientes a su boda, cuando ambos tenían el suficiente dinero y recursos para hacer una boda más pomposa, fue Stanley quien se negó. Su boda, aunque muchos pensaran que era demasiada modesta, fue perfecta para él, pues estaba su madre y gente que realmente le importaba.
Jamás pidió más por qué no lo creyó necesario. El Stanley de aquellos tiempos era feliz con lo que tenía porque pensó que lo tenía todo. Y ahora, al ver como Ukyo miraba a ese niño rico, el brillo que ambos tenían al momento de mirarse, le hace pensar que...
—Hacen una pareja encantadora. -dijo Xeno, acercándose a su lado y sacándolo de sus pensamientos.
Stanley lo observó de reojo. Su bata y sus guantes no los traía puesto, en su lugar, iba solo con su camisa blanca de mangas largas, sus pantalones negros y sus zapatos del mismo color. La tela que generalmente usaba de corbata, esta vez no era de un color morado, sino azul, haciendo juego al color principal del evento.
—Lo voy a castrar si se atreve a lastimar a Ukyo. -aseguró con tranquilidad, lo que hizo que Xeno, cubriendo con su mano su boca, ocultara la risa que crecía en él.
La risa de Xeno fue opacada por los aplausos de las personas cuando la pareja se dio su primer beso de casados. A pesar de eso, el brillo en los ojos de Xeno y aquella cálida sonrisa en sus labios, mientras aplaudía con los demás, hizo estragos en su corazón.
Stanley vio al niño, al adolescente, al esposo, al padre y al dictador. Vio a Xeno no solo como el científico brillante o al tirano cruel, sino como el hombre que estuvo ahí, cuidándolo, consolándole, el que no le dejaba dormir porque quería hablar con su hijo en su vientre, el hombre que incluso sobó sus pies cuando se quejó vagamente por el cansancio.
La intensidad de su mirada hizo que Xeno le mirara de regreso. Su Xeno, quien conocía cada uno de sus pequeños gestos, empezó a sonreír con timidez, incluso sonrojándose levemente.
—Si sigues mirándome así. -le habló, sin apartar la mirada de él-. Asumiré que quieres más que besarme.
Los labios de Stanley se curvaron en una sonrisa, que Xeno imitó, pues a pesar de que desde que volvió de la petrificación apenas y se toman de las manos, el deseo que ambos aún albergaban por el otro, era tan evidente con solo una mirada.
Al mirarse solo así, sin decir más, por un momento Stanley olvidaba todo el pasado, todo el dolor, los sacrificios y la sangre. En ese momento eran solo ellos dos y aquel amor que no se iba, sino que evolucionaba, se adaptaba a los dos, a sus cambios, a lo que consideraban necesitar del otro.
Besarle, luego de meses sin atreverse a cruzar esa línea de nuevo, fue como volver a casa. Fue un beso suave, lento, incluso con temor de ser apartado por el otro, pero fue suficiente para ambos.
Cuando se separaron del otro y sus narices se rozaron sin querer, los ojos de Xeno brillaban con intensidad, como la primera vez que se besaron aquella noche en la casa de él.
—Hola de nuevo, doctor. -habló, sin poder evitar buscar su mano y unirla a la de él.
—Hola de nuevo, soldado. -le respondió, con la sonrisa más hermosa de todas.
La mano de Xeno entre la suya parecía temblar de nervios o quizás solo era su mano, a Stanley ya no le importó en ese momento.
Hacía seis días, su Genos le había dado la opción de negarse a ir con el equipo de Ukyo y quedarse con Xeno, prometiendo hablar con todos para lograr ese cometido, o simplemente aceptar alejarse y viajar junto al segundo barco.
Stanley lo estuvo pensando todos esos días, analizando todo, buscando las razones para quedarse o irse de ahí.
Y ahora, con un Xeno que le tomaba de la mano, mencionando algunas cosas sobre el tratamiento para la pigmentación del añil, Stanley ya había tomado su decisión...
Cuando el segundo barco esté finalizado, él zarparía con ellos a los Estados Unidos.
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Senku, que estaba sentado la mesa principal junto a la corte nupcial y los ahora esposo, miraba como Genos se movía entre la fiesta. Él no solo era el padrino de Ukyo, sino el encargado, junto a Francois, de que la improvisada recepción fuera perfecta.
Genos era una mariposa social, siempre lo había pensado y ahora solo reafirmaba esa anotación de él. Por ser el padrino de Ukyo, a diferencia de él, a quien le dieron un traje más occidental de dos piezas, Genos llevaba una yukata morada, en la parte de adentro llevaba una camisa negra de cuello de tortuga y mangas largas que sobresalían del Haori azulado.
Para muchos, los colores parecerían excesivos, pero puesto en Genos, los colores le hacían brillar más. Su cabello, estaba recogido en una coleta alta, dejando al frente dos mechones a cada lado.
Senku estaba seguro de dos cosas en ese momento, cuando sus labios se curvaron al compás de los de él, que hacían reír a los niños del lugar. Lo primero de lo que estaba seguro era como sus ojos jamás se cansaría de verle todos los días, y en segundo lugar…
—Damas y caballeros. -escucharon la voz potente de Ryusui, quien se había puesto en medio de la pista principal-. Ya que pasaremos al banquete, es oportuno seguir con la tradición de lanzar el ramo, así que acérquese todo aquel que quiera participar.
Senku miró como varias personas se acercaban a Ryusui, incluso Kohaku y Tsukasa, quienes se miraban con una sonrisa de lado. Taiju también estaba ahí y varios de los soldados de Stanley junto a otros lugareños.
—¿Pero qué diablos? -dijo al aire al ver cómo el aura del lugar parecía más a una casería que al simple hecho de atrapar un ramo de flores.
—Te recomiendo que te alejes un poco más, Senku-chan.
Senku miró hacia atrás y vio como Genos se acerca a él, para alejarlo un poco del caos. A ese punto, Senku estaba perdido, cuando vio a más personas alejarse del centro, dejando solo a los más fuertes cerca de la pista principal.
Ukyo se acercó a Ryusui con un ramo y luego se lo entregó. Los ojos de Tsukasa y Kohaku estaban fijos en ese ramo.
—¿Me estoy perdiendo de algo? -habló cuando Ukyo cubrió los ojos de Ryusui y hacía que le diera la espalda a los que estaba en medio del lugar.
—Es la tradición de la aldea Ishigami, Senku-chan. Tú mejor que otros debería saber lo que papá Byakuya puso como tradición aquí.
—Me gustaría que me ilustres más, mentalista.
Ryusui empezó a hacer movimiento de lanzar el ramo y como si fueran cazadores moviéndose con su presa, Kohaku y Tsukasa se mantuvieron pendientes de cada pequeño movimiento.
Cuando el ramo fue arrojado por fin. Tsukasa ayudó a Kohaku a atraparlo lanzándola al aire en donde dio una media vuelta para tomar con la boca el ramo y luego caer a los brazos de un Tsukasa que ya había calculado todo.
—La tradición de la aldea dicta que aquel que atrape el ramo, tendrá más comida que el resto. -explicó Genos, aplaudiendo junto a todos a los afortunados que compartirían el botín de la comida.
Senku no pudo evitar mofar con diversión. Definitivamente, su padre era un loco inventor de tradiciones absurdas e inolvidables.
La comida pasó y luego empezaron a tocar para empezar con el baile. Los recién casados empezaron el baile y luego le siguieron los demás.
Senku sentía que sus manos sudaban, pues había esperado ese momento durante toda la fiesta.
Él era un hombre de palabra y siempre cumplía sus promesas sin importar cuanto tiempo le llevara hacerlo, por lo que, al encontrar a Genos, quien al fin parecía relajarse un poco y estaba sentado en una mesa lejos de la pista principal, Senku primero observó a donde estaba mirando Genos con esa sonrisa suave en sus labios.
No le extraño en lo absoluto el ver cómo Xeno y Stanley estaban bailando al compás de la música suave, coordinados casi a la perfección.
Los ojos de Genos le miraban con un cariño abrumador, tanto, que una parte de él, odio interrumpirle ese momento de contemplación. Pero, antes de que su valor se fuera, Senku se acercó a él y aclaró su garganta para llamar su atención.
—La fiesta ha quedado bien. Buen trabajo, mentalista.
Genos parpadeo con rapidez cuando escuchó la voz de Senku, regalándole una de esas sonrisas que le aceleran el corazón.
—Viniendo de Senku-chan esas felicitaciones, me alegra saber que el trabajo valió la pena.
Senku se sintió torpe en ese momento, casi arrepintiéndose de lo que iba a hacer, pero, fiel a su palabra y aprovechando el momento de música suave, estiró su mano a un Genos que, inclinando su cabeza, no entendía lo que Senku hacía.
—¿Quieres que saldé mi deuda ahora? -preguntó aun sin decir más.
—¿Deuda? -repitió sin entender.
—Como compensación de tu servicio al Reino Científico, te prometí un baile, más de uno si llegaba a pisar tus pies.
Senku, quien no se atrevía a verle y aún estaba con su mano estirada, no pudo ver cómo Genos abría los ojos con exageración y un sonrojo se apoderaba de él.
Lo que sí sintió, fue la mano de Genos sobre la de él mientras se ponía en pie.
—Me encantaría bailar contigo, Senku-chan.
La voz de Genos fue suave, pero al estar tan cerca, Senku pudo escucharlo.
No fueron a la pista principal, ambos sabían que no querían esa clase de atención, por lo que, así como otras parejas que bailaban cerca, ellos se quedaron ahí, dónde la luz de la luna y las antorchas iluminaba menos.
La mano izquierda de Senku sujetó la derecha de Genos, sus manos contrarias fueron a parar a la cintura y hombro del otro.
Genos se acercó más a Senku, sus mejillas muy próximas a la otra, pero sin tocarse. El aliento de ambos rozando la oreja contraria.
—Relájate un poco, Senku-chan. -le susurró, su aliento hormigueando su oreja-. La clave de un baile es confiar en el otro.
—Confió en ti, Genos.
Senku se sorprendió a sí mismo cuando su voz sonó más ronca, incluso el cuerpo de Genos pareció estremecerse ante lo mismo. No así, soltando una leve risa, Genos empezó el balanceo de sus cuerpos, siguiendo el ritmo de la música.
Al principio Senku se sintió torpe, pero, mientras más tenía a Genos a su lado y la música sonaba con un ritmo suave y fácil de seguir, Senku se sintió más cómodo, acercando más el cuerpo de Genos y sujetando con más firmeza su cintura.
“No soy un hombre de impulsos...” pensó, mientras sus cuerpos se movían un poco más, “Pero cada parte de mí, quiere besarte ahora, Genos.”
Senku alejó su cara para ver a Genos, quien le devolvió una sonrisa. Los ojos de él brillaban bajo la tenue luz y la danza de las antorchas, sus mejillas incluso parecían albergar un poco de color rosáceo en ellas.
“Si pudiera besarte ahora…” repitió, mientras le devolvía una sonrisa, una que solo era para él.
—Lo haces bien, Senku-chan.
Genos desvío su mirada y dejó que su cabeza descansara en el hombro de Senku.
“... Pero si lo hago ahora, no querré volverte a soltar… Y no quiero perderte por un impulso como este.”
Por primera vez, desde que su cerebro era consiente, Senku dejó de contar el tiempo, por lo que se sobresaltó cuando la música paró y todos aplaudieron a los que tocaron esa melodía… El baile de ellos, había llegado a su fin y él, aún no estaba preparado para soltarle.
Fue Genos quien se alejó poco a poco de él, sus manos aún juntas, sin intención de separarse todavía.
—Lo has hecho muy bien, Senku-chan. -felicitó, sin alejarse del todo de él.
—Tuve a un buen instructor. -le dijo, encontrando al fin su voz.
En un impulso desesperado por no acabar ese momento, Senku, aun con sus manos juntas, estiró su pie derecho y pisó levemente un pie de Genos.
—Mira mi torpeza. -empezó, fingiendo una tranquilidad que no tenía -. Parece que te he pisado. Y como soy una persona de palabra, creo que me tocará volver a bailar contigo.
Al principio Genos le miró confundido, y luego se empezó a reír, contagiando a Senku con su risa.
—Supongo que así será, torpe Senku-chan.
—Oye, Senku. -le llamó animado Chrome, ambos giraron su mirada en busca de él, encontrándole cerca de la mesa de la comida junto a Kohaku, Tsukasa y Hyoga-. Ven a ver esto.
Chrome se miraba animado, incluso asumirían que un poco tomado. Senku no quería ir y alejarse de Genos, pero fue Genos quien soltó su mano casi sin esfuerzo, rozando sus dedos hasta el final, lo que hizo que Senku le mirara con extrañeza ante tal acción.
—Ve a cuidar de Chrome-chan, debe haber visto algo muy interesante si te está gritando desde el otro lado del salón.
La voz relajada de Genos, le hizo doler el corazón. Era la parte mala de tener un cerebro enamorado, pues aunque para él, ese momento fue un extraño despertar a su deseo dormido, para Genos, quizás solo fue el cumplimiento de una promesa tonta.
El beso que recibió en su mejilla fue solo un clavo más en su decepción. Se fue de ahí sin decir más, tratando de alejar ese molesto deseo que había despertado, pues, se recordó su segundo razonamiento de esa noche: Genos solo le miraba como un amigo.
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Cuando vio a Senku alejarse, él no dudó en salir de ahí. Necesitaba aire y enfriar su cara.
Su corazón estaba palpitando con tanta fuerza que creyó que Senku lo escucharía por sobre el ruido del lugar.
Cuando Senku se acercó a él, jamás creyó que sería para bailar juntos. El momento se sintió mágico, incluso sintió como las mariposas en su estómago se movían con molestia. Estaba tan cerca y la voz tan varonil de Senku, le hizo estremecer dejando caer su máscara de calma frente a él.
Si Chrome no le hubiera llamado, Genos estaba seguro de haber hecho algo estúpido como decirle lo que sentía por él o peor aún, besarle frente de todos.
Si sus padres miran el rechazo obvio de Senku por su acción, seguramente no sería un final feliz para él. Ya había renunciado a Senku a pesar de lo que le dijo a Luna sobre no quitárselo, pero parecía una tarea titánica el no sentir nada por él.
Genos no solo lo amaba, sino que realmente lo admiraba, tenía una fe ciega en Senku que incluso, si él en un descuido tonto le confesara sus sentimientos y fuera rechazado, le seguiría admirando y apoyando abiertamente hasta el final de sus días.
Sabía que era un poco masoquista, pero como no serlo cuando veía esos gestos en él. Quizás Senku no lo notaba, pero incluso él se daba cuenta del trato diferencial cuando se trataba de él y los demás, lo que solo hacía que su tonto enamoramiento creciera más.
Cuando logró mojar su cara y respirar el aire fresco del lugar, Genos volvió a componer su expresión. La fiesta aún seguía, debía de ayudar, sin importar si tuviera o no el corazón roto, él debía estar ahí para el día especial de su mejor amigo.
Él tenía que volver a armar su máscara, ser el mentalista frío y superficial, el que no estaba enamorado de Senku.
—Te envidio tanto, Ukyo-chan… -dijo al aire, cuando se terminó de secar su cara-. Pero me alegra tanto que hayas encontrado a alguien que está dispuesto a darlo todo por ti. De corazón espero que seas inmensamente feliz.
Genos respiró con calma, una vez más, pues no tenía que dejar escapar ninguna emoción que tuviera que ver con Senku, y no por primera vez desde que todos volvieron de la petrificación, se recordó a sí mismo que había renunciado a ese amor unilateral por su cruel científico loco.
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Después de la boda y el día de descanso adicional que tuvieron, el trabajo se reanudó, completando al fin el primer barco.
Ryusui llamó a los del reino y los representantes de la aldea. Junto a Senku, Xeno y Chelsea, explicaron las siguientes etapas para la villa, mejorando el sistema eléctrico, la infraestructura del lugar y las comunicaciones.
Luego, explicaron como se dividían los grupos y quienes estarían a cargo de cada uno de los tres grupos.
Senku pudo notar el asombro de los que no sabían del plan inicial, cuando Ryusui asignó a Ukyo Nanami como representante y líder del equipo que viajaría en el segundo barco a los Estados Unidos. Ryusui no mencionó a Stanley en ese equipo, pero todos sabían que él partiría junto a ellos, todos menos Xeno.
Zarparían el día siguiente, temprano en la mañana, por lo que Alberto les organizó una cena de despedida.
— Sé que no es un adiós para siempre. -les dijo cuando tomó la palabra en el banquete de la noche-. Pero me gustaría que todos se relajaran un poco antes de partir, llevándose el mejor de los recuerdos de esta, nuestra tierra, la que está volviendo a renacer. Así como el jaguar no se despide del río, porque sabe que volverá a tomar de su cauce, así nosotros les deseamos un buen viaje, sabiendo que nos volveremos a encontrar entre los sueños y recuerdos, entre las promesas que se dejan atrás y los reencuentros que vendrán. Brindo por ustedes y por nosotros, por el mundo. Salud.
Todos alzaron sus improvisados vasos y entre comida, cantos y risas, la noche se fue amenizando.
Xeno, que había llegado un poco tarde a la comida, se acercó a Genos cuando este terminó su show de magia como despedida de su parte.
—Genos, ¿podrías acompañarme un momento? Por favor.
Genos achinó un poco sus ojos ante el pedido, pero decidió ir junto a su padre, alejándose un poco del ruido de la celebración.
Entraron hasta una cabaña en donde también estaba Stanley, que con una sonrisa perezosa, dejaba un paquete envuelto en papel sobre la mesa del medio del lugar.
—Un regalo de despedida de mi parte y de tu padre Stanley. -le habló, acercándose a Stanley, quien colocaba una mano en su cintura.
Genos les miró por un momento, antes de, con una sonrisa creciendo en sus labios, se acercará a abrir el paquete. Él se sintió como un niño pequeño de nuevo, como cuando sus padres le regalaban cosas para las celebraciones del año.
Rompió el papel con delicadeza y observó el contenido dentro de él.
Delicadamente doblados, había tres juegos de ropa, junto a cinco corbatas. La ropa era muy idéntica a la que generalmente usaba, pero más detallada, pantalones de tela claros, su Haori seguía siendo de un color morado, pero sus mangas eran solo un poco más cortas que el Haori que traía puesto, además de no tener el diseño negro que Yuzuriha había puesto en él. Había cinco camisas estilo inglés, del mismo diseño de su padre Xeno a juego con el color de los pantalones. El kimono era corto, llegando al principio de su ingle, de un color mostaza. Su Obi ahora era completamente rectangular, lo habían teñido de un color vino, casi rosa. El lazo no era de cuerdas, sino de tela color blanca.
Lo que más le hizo reír, fueron encontrar dos pares de zapatos que se notaban resistentes y actos para todo tipo de terreno.
—¿Cuándo tuvieron el tiempo de hacer esto? -les preguntó, sintiéndose conmovido por el presente dado.
—La administración del tiempo, es fundamen...
—Le pedimos a Marí que nos ayudara a hacerte un mejor traje. -le interrumpió Stanley a Xeno.
—Tu traje está demasiado dañado, tenía manchas de añil e incluso agujeros en la parte de atrás. -mencionó Xeno, sintiéndose indignado al enumerar las fallas de la ropa-. Le pedimos también ropa para Suika, pero es tan obstinada con esa capa y esos zapatos que solo acepto los pantalones y las camisas para el viaje.
—No pueden culparla. -le dijo, acariciando la tela en sus manos-. Parte de su infancia está ahí, en esa tela con agujeros y manchada por el sol. Ella me dijo una vez, que solo cambiaria esa capa, una vez que trajeran a todos de regreso en Japón.
—Tan obstinada como su padre. -mencionó Stanley, con una sonrisa suave en sus labios.
—Lo sé. -aseguró, regalándoles una sonrisa mientras sujetaba una corbata morada-. Creo que viene de familia.
Genos se empezó a quitar la ropa para probarse los nuevos conjuntos, pero cuando estuvo casi listo, tomando esa misma corbata morada, fue hasta su padre Xeno y se la dio.
—¿Me explicas como ponerme la corbata?
Los ojos de Xeno brillaron con ternura y tomando la tela, le explicó, con una sonrisa en sus labios, la forma correcta de hacerlo.
Nadie lo mencionó esa noche, pero Stanley, viendo como Xeno y Genos parecían haber llegado a un acuerdo de hablar mejor que en el pasado, se sintió más en paz consigo mismo sobre su decisión de irse.
Hizo una mueca de disgusto cuando Genos alabó los colores de las corbatas, pues esas corbatas no venían de parte de ellos, sino de un entrometido científico de pelos antigravedad.
El chico actuó indiferente cuando Xeno le pidió un consejo sobre la ropa de Genos durante el tiempo después de su despetrifiación en Japón, por lo que ambos se sorprendieron cuando él mismo hizo esas corbatas y se las entregó ayer a Xeno, mencionando algo sobre ir a juego con la ropa.
Sabía que no debía de interferir en esa extraña danza que ellos tenían, pero incluso él se sentía frustrado al verlos acercarse y alejarse del otro, como cometas que jamás colisionarán.
—¿Y bien? -preguntó Genos, alejándose un poco de sus padres para que lo vieran mejor-. ¿Qué tal ahora?
—Elegante como siempre, mi amado niño. -habló Xeno, alzando su barbilla.
A la mente de Stanley vino la imagen de un pavo real, levantando toda su cola con orgullo, y en ese momento, veía a dos pavos reales frente a él.
—Nada mal, pequeño guerrero. -le aseguró, relajando un poco más su postura.
El brillo que desprendía Genos en ese momento, era como ver a ese pequeño maravillándose por todo a su alrededor, mirando al mundo con esos hermosos ojos azules, con aquella esperanza de quien no conoce el mal.
Genos lo había visto, incluso muerto por aquella rabia desmedida que los cegó. Pero ahora, a un par de horas de su partida nuevamente, tanto Xeno, como Stanley, se sintieron en paz con esa despedida, porque sabían que no había dolor y resentimiento como en el pasado.
Esta vez, los tres se despedían en buenos términos, estableciendo incluso horarios para llamarse durante el viaje, prohibiendo el dejarse sin saber del otro.
Las cosas eran diferentes, pues ellos eran diferentes, aun sanando, aun cerrando heridas de palabras viejas. Y a pesar de eso, los tres, estaban dispuestos a partir con la promesa de volver a casa, incluso con nuevos integrantes en la mesa y la esperanza de un futuro mejor.
Los tres sabían, aunque no lo dijeran esa noche, que a pesar de todo, del tiempo y la distancia, al volver a reunirse de nuevo, esta vez, harían las cosas mejor que en el pasado... Lo harían funcionar.
Hola de nuevo. (✿◠‿◠)/
Ayer tuve un cumpleaños animado, así que necesitaba un poco de sufrimiento para variar... Okey no, mal chiste.
Oficialmente, llegamos al final del arco 6, por lo que el siguiente capítulo sera un extra (espero subirlo mañana).
El viaje ya comienza y muero por escribir estos últimos arcos (en especial el reencuentro de los hermanos Nanami).
Oh, antes de que se me olvide, les dejo por aquí la imagen de referencia de la nueva ropa de Gen (los colores se aprecian mejor en la portada del capítulo 203 del manga), así como el traje que tuvo en la boda de Ukyo:
Nos estamos leyendo despues, un abrazo psicologico a todos.ヾ(^▽^*)))
Autora-san, fuera.