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Y si Dios no responde, ven

Chapter 4: Redención

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Cuando en la recepción del hotel  le dijeron que había llegado su encomienda. No tuvo ninguna expectativa, no había pedido nada pero es un día post carrera quizás alguien de Ferrari necesitaba mandarle algo. Como tantas veces antes pasó en Mercedes. 

Aunque al cruzar la puerta las palabras murieron en su boca. Angela al otro lado de la línea se preocupó inmediatamente por el silencio abrupto y su angustia mientras repetía su nombre fue palpable aún detrás de la pantalla.

–Lo siento Ange… me distraje un segundo– susurra mientras acaricia los dulces pétalos de una de las flores. El arreglo es hermoso, grande y exuberante en todos los mejores sentidos. Las flores sobresalen vivaces y coloridas entre pequeños botones y grandes hojas verdes, puede distinguir algunas rosas rojas, peonías rosas, lirios de los valles, y tulipanes. Sobre la mesa sólo hay una tarjeta anodina, sin nombre, la leyenda lo hace sonreír aunque siente una humedad en sus ojos.

Se ha vuelto un hombre viejo y sentimental. Debe ser el mal de los 40.

No sabía cuáles eran tus flores favoritas. Así que recibí un poco de ayuda, espero te guste.

No puede evitar el sentimiento cálido en sus entrañas.

Verstappen es un tonto absoluto, primero hizo que uno de esos tipos de traje lo dejara en la puerta de su hotel después de la carrera porque había perdido la oportunidad de devolverse con Angela y el equipo. Para luego sorprenderle con las flores más ridículamente lindas.

Al colgar la llamada, su primer objetivo es tomarle cuantas fotos sean necesarias a su ramo para lucirlo. Si sube un post o 2 de una toma con acercamiento a un tulipán es solo su problema. Puede que haya molestado a Max con las flores y las cenas, pero la verdad es que no recuerda cuándo fue la última vez que alguien fue romántico o le regaló flores. Y menos unas tan hermosas, sus brazos ni siquiera alcanzan a rodear el arreglo, respira el fresco aroma de los pétalos y sonríe. Le gusta especialmente la distribución de los colores de las flores, y la delicadeza de las cintas doradas, negras y cremas entrelazadas. No importa si literalmente Max solo dio el dinero y mandó a alguien más a comprarlas es un detalle precioso.

La mesa que sostiene el arreglo está empotrada contra la pared. Llenando la habitación del hotel con prístino gusto. Es insensible pensar que Max ha sido más romántico y atento en un día de lo que él ha recibido en años. O incluso de lo que él ha dado, aún con Nicole quien fue su noviazgo más serio pese a las rupturas intermitentes siempre fue más sobre sacar tiempo para verse entre sus agendas apretadas, intentar una vida sexual estable, salir a lugares o eventos cuando podían coincidir para que los fotografiaran, que estos actos románticos y significativos.

Nunca ha sido un gran prospecto de pareja si es honesto, siempre siendo criticado por la prensa y fichado como obsesionado con su carrera. La mayor queja de las personas con las que intento algo serio fue su falta de tiempo y disposición, siempre anteponiendo responsabilidades de la fórmula 1 a sus relaciones. No sabe ahora, si intenta algo con Max como podría funcionar, los 2 tienen las agendas sobrecargadas con la temporada actual.

Pese a la incertidumbre, no sabe porque lo hace sentir tan estúpidamente feliz recibir unas flores. Podría comprarse 10 arreglos de estos sin parpadear si quisiera , pero algo en el detalle de escuchar una sola vez una broma sobre querer flores, y que realmente se las den es impresionantemente significativo.

Las 2 horas que tiene antes de que lo recojan a las 8 de la noche las gasta en arreglarse, se da una larga ducha, con exfoliante y jabón humectante, después hace su rutina de cuidado de la piel sin saltarse un solo paso, finalmente arreglando su cabello sosteniendo la parte superior de sus trenzas en una moña y dejando 2 delanteras para enmarcar su rostro. El traje que escogió espera no sea muy elegante porque realmente no sabe a dónde van a ir, pero tampoco quiere salir con cualquier prenda informal y desentonar si van a un restaurante fino. Tiene una maldita reputación que mantener.

Le da un poco de ansiedad cuando se acercan las 8 de la noche y no ha recibido ningún mensaje del menor… Quizás no haya podido llegar, o la reunión se extendió y se siente un poco tonto mirándose al espejo por todo el cuidado que puso en arreglarse.

Cuando faltan 15 minutos para las 8 en punto, su celular suena con un único mensaje de un número desconocido. 

Estoy aquí, alguien de recepción te permitirá bajar por el ascensor interno de personal. Hay un grupo de fanáticos frente a la puerta de tu hotel. Te espero, no te preocupes si necesitas tomarte tu tiempo.

Está un poco emocionado mientras baja por el ascensor, el hombre que lo acompaña baja la mirada y le da una respetuosa inclinación sin dirigirle una palabra, no sabe si es por ser una figura mediática o porque sea Max Verstappen recogiéndolo, pero algo se siente demasiado formal para el trato por ser simplemente famoso.

Cuando sale al garaje interno, tiene que tener una doble toma de Verstappen. Está en el traje Armani más pecaminosamente entallado a su figura, resaltando todos sus buenos ángulos, el cabello rubio está peinado hacía un lado, y no sabe porque quiere pasar tanto sus manos por el, hasta despeinar los mechones en todas las direcciones. Mientras que el Bugatti La Voiture Noire sobre el que está apoyado es solo una joya absoluta para cerrar la imagen, el acabado negro impoluto le da un toque de poder y elegancia, y no sabe si se está hablando de  Max o del auto.

Un hombre alto y serio está a su lado sosteniendo una tablet y mostrándole algunas cosas, la voz grave en lo que solo puede ser holandés hace que el rubio se vea mucho más imponente de lo que tiene derecho a ser.

Sus pasos resuenan en el garaje ganando la mirada fija de Max en su persona, la manera en cómo corta su atención del hombre para dársela toda a él es estimulante. No puede apartar la mirada pero el rubio tampoco. La lenta sonrisa que florece en los labios del menor le da esa expresión de ojos arrugados que es tan dulce aunque no combine en nada con la forma agresiva en la que se ve justo ahora.

–No te demoraste nada. ¿No llegue tarde verdad?– indaga incluso antes de saludarlo. Su mano cae fácilmente a su cintura cuando está a menos de un paso de distancia. Y es lindo lo táctil que es el hombre aunque nunca antes lo ha notado.

Puede que quizás haya pasado los últimos 20 minutos viendo reels, donde Max aparecía con otras personas externas y de la parrilla. Y le sorprendió darse cuenta la cantidad de videos analizando si puso su mano en la cadera, el hombro, la espalda, la pierna o cualquier otro lugar de alguien y las teorías que los fans podían sacar de esa interacción.

Aunque ciertamente no vio ninguna imagen del hombre posando sus manos en la cintura de nadie de manera tan posesiva y con tanta atención, lo hace sentir especial. –Llegaste a tiempo, estaba listo hace un rato– menciona con simpleza. Quisiera estar avergonzado por tener las manos de Max encima, en una posición que no se puede malinterpretar con camaradería pero no lo encuentra dentro de sí, el hombre desconocido con el que hablaba el rubio continúa a menos de 2 metros de ellos con un rostro pétreo que no revela nada.

Tiene el leve recuerdo de la cara del hombre del día que lo secuestraron, y si vio su estado más lamentable, y guardó silencio sobre todo el crimen que ocurrió, qué importa si lo ve así ahora.

–Bueno supongo que será una competencia entre mi puntualidad holandesa contra la tuya inglesa– susurra apretando su cintura. 

No puede evitar reírse. –Eres ridículo, ¿acaso todo siempre se trata de competir para ti?– pregunta juguetón, pellizcando su cintura.

La risa del menor sigue siendo una cosa deliciosa de escuchar. –Contra ti cariño, por supuesto que sí. Nos aburriríamos de otra manera– señala dándole un beso en la mejilla. –Te ves hermoso esta noche, contra eso no puedo competir– menciona con delicadeza liberándolo para guiarlo al auto.

Siente las mejillas arder. En conclusión Verstappen es un tonto descuidado, están en la mitad de un parqueadero. Todos los lugares hoy en día tienen cámaras, y aún si los empleados del hotel le ayudaron a llegar hasta acá sin alertar a los fans ellos mismos pueden filtrar imágenes o conversaciones sugestivas entre ambos a la prensa. No es que le importe pero sería un serio problema para mucha otra gente. Y realmente no sabe cómo reaccionen los neerlandeses con que su campeón mundial sea gay, ya de por sí siente bastante su odio y frialdad en cada carrera. No quiere arruinarlo más, siendo el culpable a los ojos del mundo de hacer a Max Verstappen gay e infiel.

Aún si él insiste en que está en una relación por conveniencia, no es como que la gente lo sepa.

Además el tipo con el que Max hablaba al principio sigue a un par de pasos de distancia en silencio, y es vergonzoso en el mejor de los casos ser tratado con tanta delicadeza delante de alguien. –Amigo, no necesito que seas todo un caballero de brillante armadura, y me abras la puerta– bromea sosteniendo  la puerta del auto.

–Oh cariño, te acostumbrarás– menciona sonriendo mientras lo ayuda a entrar a la silla de copiloto, –Sé que todavía debes tener dolor, no quiero que empeore– susurra, ajustando el cinturón para que no quede muy apretado. Antes de que cierre la puerta logra captar el final de la conversación en holandés, de la cual no entiende nada, aunque lo último que ve es al tipo asentir e inclinarse, antes de irse.

El polarizado del vehículo es suficiente para recorrer la ciudad en un agradable silencio sin que sean notados. Las calles lo saludan, y cada tanto ve recuerdos del fin de semana de carreras que acaban de terminar. Los póster gigantes del neerlandés resaltan entre todos los demás. 

–¿Te gustaron las flores? Pensé en mandar tus flores favoritas pero no supe a quien pregúntale sin parecer un acosador– relata el rubio mientras continúa con su atención en la vía, el rugido del motor es exquisito, los 1500 caballos de fuerza vibran vivos bajo las firmes manos del rubio, la carretera se pierde en un parpadeo detrás de ellos, la aceleración se siente suave para la velocidad real que el auto puede alcanzar, pero por ahora es suficiente.

–Fueron un gran detalle. La verdad no puedo pensar en alguna que sea mi flor favorita pero me gusto la combinación de flores y las cintas que lo envolvía se veía elegante. Quien te escogió el ramo tenía buen gusto– recita, sacando su celular para ver una imagen del ramo, y se lo enseña al otro. Seguramente vio de pasada el ramo cuando se lo enviaron, pero es mejor estar seguro.

La risa suave es agradable, y la mano que se posa en su rodilla le genera un poco de revoltijo en sus entrañas. –Por supuesto se veía elegante. Está inspirado en ti– recita con los ojos brillantes. –Y gracias cariño. No mucha gente ha considerado que yo tenga buen gusto en algo– ríe mientras lo dice apretando su rodilla.

–¿Tu lo escogiste? La tarjeta decía que recibiste ayuda– indaga inseguro. Realmente no le importaría si Max envió a alguien a comprar el ramo. Sigue siendo un hermoso detalle.

–Por su puesto recibí ayuda, el asesor de la floristería fue increíblemente paciente conmigo, y lo rehizo hasta que estuve satisfecho. Y antes de eso estuve 3 horas en videollamada colapsando absolutamente por no saber que flores te gustaban. Internet no fue de ayuda en ese departamento, pero encontré una imagen tuya con un suéter de flores y la persona con la que estaba hablando me dijo que era de tu colección cápsula de primavera con DIOR 2025… sea lo que signifique eso, pero inmediatamente supe que el ramo debía ser sobre esa imagen– cuenta tranquilo, mientras el auto entra por una vía estrecha pasando una cerca de metal el camino rural es iluminado con lámparas empotradas.

La reducción de la velocidad y el agradable paisaje campestre no hace nada para disminuir el ritmo disparado de su corazón. –¿Hablas en serio hombre?– cuestiona anonadado. Nunca puso tanto detalle en un regalo para alguien que no fuera su familia. A veces incluso con ellos era más fácil regalar una tarjeta con dinero para que se compraran algo al gusto, que pensar en algo que realmente les pudiera gustar.

–Por supuesto que sí– responde con la mirada fija en la carretera, sacando su celular del portaequipos del auto, y desbloqueando la pantalla con una mirada. 

Supone que debería ser más estricto sobre manejar y juguetear en el celular pero van como a 30 kilómetros por hora por la calle destapada. Ni su abuela se chocaría a ese ritmo y menos el 4 veces campeón del mundo que lo invitó a cenar. –Me gusto mucho como se te veía el suéter– menciona mientras le entrega el celular en sus manos, puede ver en primera plana una foto suya, de la pasada campaña con Dior, el diseño de flores tejidas sobre la tela crema resalta sobre su piel mientras su mirada se enfoca en una caja de llaveros de la marca que iban a patrocinar.

No sabe porque su garganta se cierra, y sus ojos arden. –¿La tienes guardada en tu galería?– indaga contemplando la imagen, rosas, peonías, lirios de los valles, todas las flores que resaltan en su ramo están bellamente tejidas en la prenda que usa.

Un encogimiento de hombros es todo lo que recibe. –Claro te veías muy bien, y además se la envíe al asesor de la floristería y a Kelly, ella me ayudó a encontrar más fotos de otros ángulos para saber qué otras flores estaban estampadas–  cuenta despreocupado mientras gira en el camino estrecho.

Aparcan el auto en la entrada de una agradable mansión de estilo victoriano, las escalares del recibidor rodean un pequeño jardín, y el personal de 2 mujeres y 2 hombres formalmente vestidos los esperan con una respetuosa inclinación. Al ser nuevamente ayudado a bajar del auto no puede ni quejarse, un hombre mayor con un bastón sonríe amablemente mientras se acerca a ellos. –Max Emilian, que bueno es volver a verte chico. Deberías visitar más a los viejos conocidos de tu abuelo. Tenemos mucho que hablar– menciona cálidamente al tiempo que recibe un corto abrazo.

La risa oscura y la cabeza hacia atrás hacen una buena toma en Max. –Creo que es mejor que los negocios los sigas hablando con mi abuelo. Tengo poco que opinar al respecto– dice con confianza ayudando a subir los escalones con la mano en su espalda mientras el viejo hombre abre el camino a las puertas dobles que esperan abiertas.

–No puedes escapar para siempre chico– susurra el hombre mientras los invita a pasar a la recepción del lugar. La decoración es exquisita, el ambiente está impregnado de grandeza, en la mejor combinación de antiguo y moderno.

–Lo sé– acusa encogiéndose de hombros. –Te agradezco que cerraras tu restaurante para nosotros, es un detalle que aprecio y espero recompensar–recita Max mientras el hombre niega con la cabeza sonriente.

–Solo un pequeño regalo, para el querido nieto de mi viejo amigo. Los dejo a su gusto, los atenderán como se merecen– menciona en la puerta dejándolos solos.

La puerta se abre a un gran espacio decorado con flores y luces. El inmenso ventanal enmarca el lugar dándole una vista a un campo de flores iluminado con perchas altas, todo es hermoso incluida la mesa para dos que predomina todo el lugar.

Cuando le corren la silla hacia atrás y lo ayudan a sentarse solo puede hacer un puchero. –¿Sabes que no soy una chica?– indaga cruzándose de brazos. Nunca nadie ha sido tan deferente al tratarlo y la delicadeza con la que Max lo hace le hace escocer la piel. No siente que merezca tanto esfuerzo.

–Lo sé– rechaza el menor acomodándose en su propia silla.

Inmediatamente dos menús son dispuestos ante ellos. Una tabla rústica de madera, sostiene el menú impreso con los más decadentes platos, estaba preparado para escoger la única opción vegetariana que tuvieran sin importar que fuera, pero sorprendentemente la lista es larga, y todo suena como algo que le gustaría probar, la variedad de proteínas vegetarianas es asombrosa. Sonríe contemplando las opciones.

–¿Me trajiste a un restaurante vegetariano?– pregunta anonadado. Ni siquiera esperaba que Max supiera sus preferencias alimenticias.

–No. Pedí que te hicieran un menú personalizado con opciones vegetarianas variadas, para que no tuvieras ningún inconveniente sobre que comer– responde con los ojos aún en su propio menú. –¿Te molestaría si pido algo que no sea vegetariano para mi? Aunque hay algunas ensaladas que suenan realmente bien si te incomoda– duda mientras pasa las páginas de su propio menú.

El nudo en su garganta se aprieta.

–No… puedes pedir lo que quieras Max– susurra intentando controlar la emoción que constringente su pecho.

–Está bien cariño, pero te dejo a ti la tarea de elegir un buen vino. Solo tengo gusto para los gin tonics y no creo que sea una bebida apta para acompañar la cena– menciona sonriendo.

La risa que escapa de sus labios es suficiente para relajarlo y se permite disfrutar de la totalidad de la atención de Max en su persona después de finalizar su pedido.

Los platos llegan en un desfile de tranquila fanfarria. La entrada, el plato fuerte y el postre, todo está presentado de la manera más decante, toma un par de fotos de la cena. No cree que las publique pero sería una pena empezar a comer sin guardar un recuerdo del esfuerzo que pusieron en hacer los platos lo más visualmente apetitosos posibles. Aunque no es un deleite solo a la vista, el sabor es exquisito y refinado, el aderezo que acompaña su cena es tan bueno que quiere gemir. Esto podría alegrar sus insípidas ensaladas prescritas por el nutricionista de Ferrari. 

Increíblemente la charla es aún mejor que la comida, las risas caen una tras otra, y no puede evitar disfrutar lo ridículo de las acusaciones de Max. Lanza sus propios comentarios dándose una palmadita mental cada vez que hace reír al rubio con tanta gana, el arco de su cabeza hacia atrás, el sonido grave rebotando contra las paredes. Todo es maravilloso.

Entre platos y copas, el tiempo parece irse volando. Ha sido una de las mejores cenas que puede recordar y le disgusta un poco que esté tan cerca de terminar, mira la última cucharada del postre como si lo hubiera ofendido personalmente.

–¿Estás cansado cariño?– indaga el rubio tomando entre sus manos su propio puño. El suave toque pasa sobre sus nudillos relajando su fuerte agarre. La caricia del pulgar recorre los tatuajes que marcan su muñeca.

–No– menciona tajante. No sabe porque se siente tan irritado de terminar la cena. 

–¿Algo te disgusto o tienes dolor? Te puedo regresar ya a tu hotel si lo necesitas– cuestiona fijándolo con esa intensa mirada. 

Bufa desde su silla. –No es eso– murmura, pensándo claramente en lo estúpido que es enojarse por finalizar una cena. Eso fue lo que pidió, no es como que Max y él hubieran pactado quedarse juntos toda la noche. A diferencia de él que estuvo sentado en el garaje toda la tarde, el tipo acaba de correr una carrera extenuante y seguramente quiere irse a dormir.

Observa la mano del menor revolcar los mechones rubios. Y la propia expresión del holandés pasa de complacida a meditativa. –Cariño, necesito que seas más claro sobre lo que te incomoda para poder hacer algo al respecto– decreta molesto. –A veces puedo ser tonto en las interacciones sociales y la gente dice que soy demasiado para asimilar, pero no puedo entender lo que hice mal sino me lo dices– recita el rubio frustrado. 

–Es algo estúpido. No fue algo que hiciste, lo único que puedo criticar es que seas una especie de príncipe encantador– murmura apretando la mano que sigue dando suaves caricias en su palma y dedos.

–Bueno ciertamente no soy tan encantador, si he conseguido que te molestes en nuestra primera cita– menciona dándole un beso en sus nudillos. –¿Puedes decirme que hice mal cariño?– menciona mirándolo con esos grandes ojos azules, las arrugas de molestia no hacen nada para apaciguar la belleza del hombre. 

–Si te burlas de mí, prometo chocarte en la siguiente carrera– gruñe entre dientes volteando la mirada. Es vergonzoso que Max siga sacando a relucir partes de sí mismo que siempre guardó bajo llave. Nunca ha sido quejumbroso, ni ha deseado tanto la compañía de alguien, desde hace 10 años, sus relaciones se han basado en actos carnales rápidos y adioses fugaces. No entiende porque le dió tan duro entender que su tiempo terminó. –No quería que la cena acabara… me moleste porque ya no tenemos más tiempo juntos– susurra avergonzado. No puede creer que sea un hombre mayor de 40 años que se esté comportando como un colegial, Nico tendría un día de campo burlándose de él, aún recuerda cuando le llamó una puta de la atención y dijo que no tenía tiempo para perder en esas tonterías. Está seguro Max se reirá también en su cara y no puede culparlo.

Espera una risa estruendosa pero no está preparado para el gemido estrangulado en la garganta del hombre frente a sí. La manera en que aprietan su muñeca y le dan un beso largo en su punto del pulso hace suficiente para que sus entrañas se retuerzan. –Bebé, eres un maldito sueño húmedo– masculla el menor condenándolo con una sola mirada que enciende su sangre. –Mi plan era retenerte hasta que suplicaras irte a descansar, no puedo tener suficiente de ti– declara, besando cada uno de sus dedos. –¿Puedo besarte cariño? Quería ser un caballero y esperar lo que necesitarás pero es tan difícil cuando estás ahí siendo tan dulce y perfecto– expresa acalorado.

El calor se filtra por cada poro de su cara. No tiene palabras para responder… pero quiere tanto un beso. Max lo contempla como se miraría a Dios, y quiere tanto ponerse al alcance de sus oraciones. Caer en sus manos, retorcerse bajo sus ojos azules, condenarse al infierno.

Así que hace lo único que tiene sentido mientras se ahoga en la atención venerante que le dan y se para de su silla. El sumo metro entre sus lugares se recorre en un paso y deja que las manos del rubio caigan a su cintura, entorpece el plan del hombre de ponerse de pie cayendo a su regazo. –Quiero un beso– musita con la cara enterrada en el cuello del hombre. El calor de sus brazos rodeándolo le recuerdan a la palabra seguridad.

Duda que algo pueda lastimarlo si se queda a vivir entre las atenciones del rubio.

–Para ti cariño, lo que desees– decreta besando su sien, su cuello y mejillas.

Se deja llevar por los delicados dedos en su trenzas y respira cuando alejan su rostro del hueco cálido que habitaba. 

Si el beso que le dan sabe a redención o pecado, es algo que quiere descubrir por sí mismo.

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Dios creo a los hombres y después mando a Max Emilian para pedirnos perdón.

 Lewis Dior

Notes:

Mi alma deseaba un AU mafia, y no pude resistirme. Mi primer fic RPF de F1. Toda una osadía después de casi perder el corazón en la carrera del domingo.