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Entre la sombra y la verdad

Summary:

Sonic desaparece sin previo aviso, dejando atrás amigos, enemigos y todo lo que alguna vez defendió. No hay señales claras de por qué se ha ido: ni una despedida, ni una pista sobre su destino.

Mientras el mundo avanza sin su héroe, la pregunta sigue en el aire: ¿por qué se fue? Y más importante aún… ¿volverá?

Notes:

Los personajes no me pertenece

Está es mi primera historia espero que les guste y acepto todo tipo de opinión

Chapter 1: Más allá de la puerta encerrada

Chapter Text

Pov Tails...

 

¿Cuándo fue la última vez que vi a Sonic sin esa mirada...?

Creo que hace 6 semanas... Hubo un tiempo en que sus ojos reflejaban determinación, fuego, vida. Después de la batalla contra Eggman, seguía siendo él agotado, sí, pero con esa chispa intacta. La pelea dejó a Mobius en ruinas: edificios desplomados, el aire denso con el olor a metal quemado, gritos de auxilio resonando entre los escombros. Y, sin embargo, Sonic seguía en pie, seguro, listo para seguir adelante... pero hoy... hoy sus ojos son distintos. Vacíos. Como si una parte de él se hubiera desvanecido en el humo de la batalla. Como si, sin que nadie lo notara, algo hubiera cambiado para siempre.

Cada día me acerco a su habitación. La comida que le dejo sigue ahí…*

*Intacta.*

*Tails tragó saliva, sintiendo el peso del silencio que envolvía la casa como una sombra que no quería disiparse. Levantó la mano y tocó la puerta con suavidad.*

—Sonic… ¿Estás ahí? Por favor, ábreme. Solo quiero saber si estás bien… puedes hablar conmigo, ¿lo sabes?

*Nada. Ni un sonido. Ni siquiera el eco de su respiración.*

—Hermano… te necesito.

*El silencio absoluto fue su única respuesta. Un muro invisible que parecía más infranqueable que cualquier batalla que hubieran peleado juntos.*"

Tails se detuvo frente a la puerta cerrada, el plato de comida aún estaba intacto en el suelo.*

—Sonic… por favor, hermano, sal. Te necesito. No sé qué te pasó, pero si necesitas llorar, lo haremos juntos. No tienes que enfrentarlo solo. Todos estamos preocupados… nadie sabe qué hacer.

*Silencio. Solo el eco de sus propias palabras regresaba a él, vacío, sin respuesta.*

—Te dejo la comida aquí. Solo… por favor, come. Es todo lo que pido.

*Susurró aquellas últimas palabras con la esperanza de que Sonic, aunque fuera por un instante, lo escuchara. Pero nada cambió. Nada.*

*Tails se alejó de la puerta con el corazón pesado, caminó hacia la sala donde Amy y Knuckles lo esperaban. Ambos lo miraban con ansiedad, esperando una señal, una respuesta.*

—¿Habló? —preguntó Amy, su voz teñida de preocupación—. ¿Te dijo algo, Tails? ¿Comió, al menos?

*Knuckles le puso una mano en el hombro, su expresión seria.* —Amy… déjalo hablar.

*Tails los miró por un momento, pero solo pudo negar con la cabeza. Nada. Sonic seguía encerrado en sí mismo.

Amy suspiró, frustrada, y Knuckles dejó escapar un quejido bajo. Éramos una familia. Lo fuimos desde pequeños. Solo nos tuvimos a nosotros. Y aunque ahora cada uno estaba formando su propio camino, Sonic siempre había sido el vínculo que nos unía.

Nos costó separarnos al inicio. Pero él nos motivó a hacerlo, nos dijo que el mundo tenía que ver lo que éramos capaces de hacer por nuestra cuenta. Knuckles sigue siendo el guardián, pero ahora explora más allá de su isla, acepta misiones y busca respuestas. Amy encontró su pasión en la repostería, abrió su propio local. Y yo… yo viajo en el Tornado, explorando lugares, ayudando en tecnología, tratando de construir algo.

Pero nada de eso importaba ahora. Porque Sonic, la pieza clave de nuestra familia, estaba perdido. Y nosotros no sabíamos cómo encontrarlo.*

K: Rouge habló conmigo hace poco. Está inquieta por Sonic, dice que Shadow ha estado más pensativo de lo habitual. Según ella, él también está desesperado por entender qué está ocurriendo.*

A: Blaze y Silver también lo han notado. Han pasado por mi local varias veces, preguntando por él, esperando alguna señal… pero no tenemos respuestas. Solo el mismo vacío, el mismo silencio.*

*Knuckles apretó los puños, su expresión sombría. Amy exhaló con frustración, su mirada reflejando la impotencia de quien quiere ayudar pero no sabe cómo. Todos estaban preocupados. Sonic no era solo un amigo, era el lazo que los unía. Y ahora, sin él, el mundo se sentía más frío.*

K: No conseguiremos nada si seguimos esperando… pero tampoco podemos obligarlo a hablar. No puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.*

A: ¡Knuckles! No digas eso. Él quiere ser ayudado… no siempre las personas gritan por ayuda.*

T: Chicos, por favor… No griten. Sonic puede escucharnos.*

*Amy y Knuckles intercambiaron miradas, con el peso de la frustración reflejado en sus expresiones.*

—¡Eso es justo lo que queremos! —dijeron al unísono, con una mezcla de desesperación y esperanza.

*Tails se dejó caer en el sillón, exhalando un suspiro pesado. Necesitaba repasar los hechos, buscar algo que tuviera sentido. Pero cuanto más lo pensaba, más imposible parecía.*

Tails: hace 6 semanas fue la batalla. Empezó a las 10 a. m. Todo estaba bien. Nos costó, pero al final, a las 2 p. m., vencimos a Eggman. Nos abrazamos, nos felicitamos. Habíamos decidido ir a comer juntos a las 4. Pero entonces… Sonic desapareció.

Tails:A las 4:05 ya no estaba… y no volvió hasta las 11 p. m.p ara entonces, algo había cambiado.

Ya no era el mismo.

Tails:Lo buscamos como locos... incluso llamamos a Espio, Vector y Charmy. Nadie lo encontró.*

Knuckles:Yo revisé cada rincón posible. No había rastro.*

Amy: Fue como si se hubiera desvanecido.*

*Tails cerró los ojos, intentando ahogar el nudo en su garganta. La escena volvía a él como un eco. Espio, en voz baja, avisándoles que lo había visto entrar en la casa. Todos corrieron para asegurarse… pero era tarde.*

Tails:Después de eso, Sonic se encerró. No ha salido desde entonces.*

*Tails bajó la mirada, su voz apenas un susurro.*

Tails:A veces lo escucho murmurar algo… pero cuando me acerco, se calla.

Amy:¿Y si hacemos una reunión con todos?

*Si ponemos nuestras cabezas juntas, podemos entender qué está pasando, crear teorías, buscar respuestas… encontrar una solución.*

*Knuckles cruzó los brazos, pensativo. Tails permanecía en silencio, su mirada fija en el suelo, como si estuviera tratando de convencerse de que aún había algo que pudieran hacer.*

Knuckles:¿Crees que hablar sobre ello cambiará algo?

Amy:¡Por supuesto! Cuanto más tiempo pasemos sin hacer nada, peor será. No podemos quedarnos esperando a que Sonic salga de esa habitación por sí solo.

Tails:No es mala idea... Hagámoslo. Podemos reunirnos en la casa de Amy.

*Tails levantó la mirada, buscando respuestas en sus amigos, buscando seguridad en medio de tanta incertidumbre.*

Tails:Lo solucionaremos... ¿verdad?

*Knuckles y Amy intercambiaron miradas, ambos sintiendo el peso de las palabras de Tails. No había certezas, no había garantías. Pero rendirse no era una opción.*

Amy:Claro que sí, Tails.

Knuckles:Lo resolveremos juntos.

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Al día siguiente…

Amy organizó la reunión. Nos veríamos a las 3:50 en su casa. Me sentía inquieto, una sensación difícil de ignorar. Pero, al mismo tiempo, me alegraba. Iba a verlos a todos, íbamos a hablar, a buscar respuestas.

Necesitaba un descanso… pero también quería quedarme con Sonic, aunque él no quisiera verme.

Antes de que todo esto sucediera, Sonic me dijo que tenía algo importante que contarme. Nunca lo vi tan brillante, tan emocionado. Solo me dio una pista: *"Te va a agrandar él."*

Fue un impacto. En todos los años que llevamos siendo hermanos, Sonic nunca mencionó a alguien. Nunca presentó un interés, nunca expresó nada. Siempre fue reservado en ese aspecto.

Supe que Amy había captado su atención en algún momento, pero él mismo lo dijo: *"Ella es demasiado para mí. No debería estancarse con alguien que no está listo para una relación."*

Incluso llegué a sospechar de Shadow. Hace unos meses, él se declaró a Sonic. Nos tomó por sorpresa, nadie lo esperaba. Pero Sonic le pidió disculpas… rechazando.

Aun así, Shadow nunca dejó de protegerlo. Siempre que Sonic estaba en peligro, él aparecía. Lo salvaba.

Ahora, Shadow estaba furioso. Y con razón. Porque esta vez… no pudo defenderlo de lo que sea que le haya ocurrido.
Miré el reloj. 3:15 p. m.*

*Quería pasar a la tienda a comprar algo para llevar, así que antes de salir, subí a la puerta de Sonic.*

Tails: Sonic… ¿estás ahí? Oye… voy a hacer un mandado, estaré de vuelta a las seis. Dejé comida para ti, por favor, cómetela.

Apoyé la cabeza contra la puerta, suspirando. Y entonces, después de tanto tiempo… lo escuché.

Sonic:Estaré bien, Tails…

El aire se quedó atrapado en mis pulmones. Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Tails:¡Sonic! ¡Hermano! *No pude evitar llorar. Lo había extrañado tanto…

*Por un instante, la emoción me desbordó. Pero Sonic habló de nuevo.*

Sonic:Tails, ve. Se te hará tarde, amigo.

*Solo asentí, aún con la voz temblorosa.*

Tails:Está bien…

*Me despedí emocionado, bajé corriendo, tomé dinero y salí directo a la tienda, sin poder contener la sonrisa. Compré chocolate en barra y leche… esa noche, haría chocolate caliente con Amy.*

*Por fin tenía noticias maravillosas.*

 

No debí salir ese día ...

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Chapter 2: El último mensaje

Notes:

Hay estoy emocionada jajaja, creo que me está yendo bien, espero y les guste el capítulo 🐱

Chapter Text

Había terminado de acomodar todo. Antes de sentarme, revisé los brownies en el horno; les faltaban exactamente diez minutos para estar listos. Solté un suspiro, dejando caer mi cuerpo en el sofá. Pronto todos estaríamos aquí, reunidos para hablar sobre Sonic.

Sin quererlo, mi mirada se posó en las fotografías que decoraban la habitación, testigos silenciosas de tantos recuerdos. Había una en la que Sonic y yo compartíamos un instante; otra, solo de las chicas, llena de risas y complicidad. Pero mi favorita era la primera que nos tomamos juntos. En ella estábamos Tails, Knuckles, Sonic y yo, apenas unos niños en busca de aventuras, enfrentando villanos que, muchas veces, no eran solo Eggman.

Desde aquel primer día, me enamoré de Sonic. Tal vez era su espíritu libre, su sonrisa despreocupada o su valentía inquebrantable... No lo sé. Lo que sí sé es que, al principio, sus sentimientos no se alineaban con los míos.

Hace más de un año, finalmente reuní el valor para confesarle lo que sentía. Estaba nerviosa, tanto que mis palabras parecían atraparse en mi garganta. Pero Sonic, con su calidez característica, me abrazó antes de darme una respuesta que, aunque dolorosa, fue sincera.

—Amy, perdóname... De verdad, lo siento mucho —dijo con un tono lleno de pesar—. Pero no puedo corresponderte. Te amo como a mi familia, como a mi mejor amiga... No puedo darte falsas esperanzas.

Lloré, claro que lloré. Lo amé con todo mi corazón, y sé que siempre lo haré. Pero acepté la realidad, porque su amistad es algo que nunca estaría dispuesta a perder. Ese mismo día seguimos hablando como si nada hubiera cambiado, y entendí que estar a su lado, apoyarlo en cada decisión, en cada sueño, sería suficiente para mí. Sonic siempre será alguien especial, y no necesito nada más que ser su amiga para demostrarlo.

El sonido de unos golpes en la puerta rompió el silencio. Me levanté rápidamente y fui a comprobar quién era. Al abrir, me encontré con Rouge, Omega y… Shadow. Mi corazón dio un vuelco al verlos, especialmente a él. Shadow también se había declarado a Sonic, y al igual que yo, había sido rechazado. Desde entonces, nuestros caminos apenas se habían cruzado. Pero en ese momento, frente a la puerta, entendí que había alguien más que compartía mi sentimiento, que había experimentado el mismo dolor. Eso nos unía, esa conexión silenciosa que solo quienes han sentido lo mismo pueden comprender.

Abrí la puerta con una sonrisa. —¡Hola a todos! Pasen, por favor. Supongo que los demás tardarán un poco en llegar —dije mientras me hacía a un lado para darles paso.

Rouge fue la primera en acercarse. —Querida, ¿cómo estás? Hace tiempo que no te veía —dijo mientras me abrazaba con calidez, sus ojos reflejaban una mezcla de empatía y determinación—. Vas a ver que todo esto lo solucionaremos.

—Así es, señorita Amy. Todo se puede solucionar —agregó Omega, su voz robótica más suave de lo habitual, como si intentara ser delicado.

Shadow, por su parte, guardó silencio. Solo me miró y asintió con la cabeza, una respuesta tan simple pero llena de significado.

Me armé de valor y respondí con firmeza. —Lo sé. Todos hablaremos y haremos que todo vuelva a ser como antes —suspiré, pero esta vez con una determinación renovada.

—Por favor, siéntense. ¿Quieren algo de beber? Tails mencionó que traería los ingredientes para hacer chocolate caliente. Tengo brownies, pastel de zanahoria, gelatinas… y si prefieren algo salado, puedo preparar unas crepas. Ustedes díganme —dije con una sonrisa amable.

—Oh, querida, de mi parte te agradecería un poco de jugo. Escuché que tus jugos naturales son los mejores del pueblo —respondió Rouge mientras se levantaba de su asiento para acompañarme a la cocina. Antes de seguirme, lanzó una mirada inquisitiva a Omega y Shadow, pero ambos negaron con un leve movimiento de cabeza.

—Está bien, entonces un jugo para ti, Rouge. ¿De qué lo vas a querer? Tengo jugos verdes, de naranja, de limón y de toronja —ofrecí mientras buscaba en la alacena.

Rouge me miró con decisión. —Un jugo verde está perfecto.

Asentí y comencé a preparar su pedido. En eso, el sonido de nuevos golpes en la puerta interrumpió el momento. Me giré con la intención de abrir, pero antes de que pudiera moverme, escuché a Shadow o a Omega atender. Poco después, un bullicio de voces llegó desde la entrada. Supuse que todos habían llegado al fin.

Rouge posó una mano en mi hombro, con una suavidad que parecía querer transmitir su apoyo sin decir una palabra.
—Amy, querida… —su voz era cálida, pero cargada de una preocupación tan palpable que me obligó a mirarla—. ¿Quieres hablar a solas conmigo?

Suspiré, tratando de encontrar alguna excusa para evitarlo. Pero al cruzar miradas con ella, vi esa mezcla de empatía y genuina preocupación que me desarmó por completo. Necesitaba esta plática más de lo que quería admitir.
—Rouge… estoy devastada —mi voz salió en un susurro quebrado, como si al pronunciar esas palabras hubiera liberado un peso que me aplastaba—. Quiero llorar, gritar, abrazarlo… decirle que todo va a estar bien, aunque ni siquiera entiendo lo que le está pasando.

Mis manos temblaban mientras las cruzaba sobre el pecho, intentando contener las lágrimas que ya se acumulaban en mis ojos. Me sentí vulnerable al mirar a Rouge, pero en ese momento, su presencia era lo único que me mantenía firme.
—No me imagino el dolor de Tails… vive con él, lo ve día tras día. Es solo un niño, y está observando cómo su hermano se está apagando lentamente. Y nosotros… —solté un suspiro entrecortado—, no podemos hacer nada.

Antes de que pudiera decir algo más, Rouge me envolvió en un abrazo. No era solo un gesto de consuelo, era un escudo contra todo lo que me estaba derrumbando. Sentí su corazón latir contra el mío y su voz suave:
—No te preocupes, nena. Encontraremos la forma de solucionarlo.

Me aparté lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza en su mirada. En silencio, encendí la licuadora, tratando de mantenerme ocupada mientras terminaba su jugo. Por alguna razón, esa pequeña rutina me ayudaba a mantener el equilibrio.
—Sabes, Rouge… hace tiempo quería reunirnos todos para jugar, para hablar… —le extendí el vaso de jugo con una sonrisa frágil, apenas sostenida por mi fuerza interior—. Pero ahora… solo quiero estar sola. Es extraño, porque nunca me ha gustado estar sola...

Estaba a punto de seguir hablando con Rouge cuando un portazo rompió la calma de la cocina. Ambas nos miramos con alarma, y sin decir una palabra, corrimos hacia la sala. Allí estaba Tails, saltando de felicidad como no lo hacía en tanto tiempo. Su sonrisa iluminaba su rostro, y su voz resonaba llena de emoción:
—¡Chicoooos! ¡Sonic me habló! ¡Tuvimos una conversación!

Nos quedamos quietas por un instante, asimilando sus palabras. Lo único que pude hacer fue acercarme a él y tomarlo con cuidado por los hombros, intentando calmarlo.
—Tails, tranquilo, habla más despacio… ¿De verdad habló contigo? ¿Qué te dijo? ¿Mencionó algo sobre… el problema?

Esperé sus palabras mientras lo sostenía, pero él simplemente me miró y negó con la cabeza.
—Me dijo que estaba bien, que todo estaba bien. Me pidió que me fuera, que no demoraría mucho.

Sonic estaba bien, según Tails. Pero… ¿por qué sigue negándose a vernos? Este pensamiento me pesaba en el corazón, pero no quería que Tails lo sintiera también. Le sonreí mientras lo abrazaba con fuerza.
—¿Lo ves, Tails? Todo va a mejorar. Tus hermanos mayores se encargarán de resolverlo todo.

Sentí cómo el ambiente en la sala cambió. Los suspiros de alivio de todos parecían aliviar la presión invisible que llevábamos encima. Entonces, una voz animada rompió el momento.
—¡Bueno, chicos! ¡Hay que sentarnos todos y hablar, ¿sí?! —Silver exclamó con una felicidad que llenaba el aire, haciendo que una pequeña sonrisa se asomara en mis labios.

Saqué el brownie del horno, por suerte sin quemarlo, y lo repartí entre todos. Nos acomodamos en la sala, y en ese instante escuché la voz grave de Knuckles romper el silencio:
—Tenemos que hablar. Y todos sabemos de qué.

Un escalofrío recorrió la habitación. Nadie dijo nada, pero la mirada de Knuckles era suficiente para hacernos entender la gravedad de lo que estaba por venir.
—Hace más de seis semanas que Sonic cambió. Dejó de ser el mismo. Cada uno de nosotros intentó hablar con él, pero jamás nos dirigió la palabra. Ni siquiera salía de su cuarto. Aunque lo intentamos, sabemos que todo cambió ese día... el día de la batalla.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros, mientras nuestros ojos se encontraban, buscando respuestas en el rostro del otro. Entonces, Blaze tomó la palabra, su porte firme y sereno como siempre:
—Intenté averiguar más sobre ese incidente, pero nadie vio nada. Pregunté a las víctimas, pero lo único que recuerdan es a Sonic peleando. Y cuando terminó… dicen que se perdió en el bosque, feliz. Después de eso, nunca más lo volvieron a ver.

La voz de Blaze, tan segura, se quebró ligeramente al final. Yo observé cómo las expresiones de los demás cambiaban, tensándose aún más. Entonces Silver intervino, y lo que dijo llenó la sala de una inquietud que nos dejó sin aliento:
—Lo raro de todo esto… es que no he podido viajar en el tiempo. Lo intenté hace poco, pero simplemente… no puedo.

Silver nos miró con el miedo dibujado en su rostro. Sus palabras eran como una sentencia.
—Siempre me he encargado de proteger las líneas temporales, ya que cualquier alteración afecta mi presente. Pero ahora… esto… esto me pone nervioso.

Nos miramos horrorizados. Silver nunca había tenido problemas con sus habilidades, él siempre estaba viajando de un lado a otro. Esto estaba yendo más allá de cualquier cosa que pudiéramos comprender. Shadow fue el primero en romper ese pesado silencio, su voz cargada de enojo:
—¿Por qué nunca dijeron nada? Esto no se puede callar. Por lo que entiendo, ustedes sospechan que lo que sea que le haya pasado a Sonic está afectando el futuro ahora mismo. Si eso es cierto, estamos en un problema.

Las conversaciones se entrelazaban, intentando conectar los hilos sueltos que cada uno recordaba sobre aquel día. Sin embargo, cada pista parecía conducirnos a un callejón sin salida. Sin darnos cuenta, habían pasado dos horas. Dos largas horas de debates, teorías y frustración. Los que lograban mantener el orden eran Knuckles, Shadow y Blaze, cuya determinación se hacía palpable.

Entonces, Tails tomó la palabra, rompiendo el flujo de la conversación.
—Tengo que decirles algo… algo que puede ser de gran ayuda. —Su voz era temblorosa, y todos volteamos hacia él con inquietud—. No quería hablar antes porque Sonic me pidió que fuera el primero en saberlo…

El silencio llenó la sala. Cada mirada estaba fija en él, esperando que continuara.
—Sonic me dijo que quería presentarme a alguien.

La sala quedó completamente paralizada. Impactados, apenas podíamos asimilar esas palabras.
—Le pregunté si conocía a esa persona —continuó Tails, con el tono de alguien que carga un peso—. Me dijo que sí, pero vacilando, como si… fuera algo muy complicado.

Aquello abrió una puerta a la incertidumbre. Nos miramos unos a otros, intentando encontrar respuestas en el aire. Si conocíamos a esa persona, tal vez sería alguno de los amigos que hemos hecho. Pero lo extraño era que jamás habíamos visto a Sonic interesarse por alguien de esa manera. Instintivamente miré a Shadow, y él me devolvió la mirada. Ambos compartíamos una verdad que, aunque dolorosa, no podíamos ignorar. Habíamos intentado todo para que Sonic nos viera como algo más que amigos.

Era un golpe saber que alguien había logrado derribar esa muralla que Sonic había construido. Alguien había logrado lo que nosotros jamás conseguimos: conquistar el corazón del erizo. Evité su mirada y bajé la cabeza, intentando hacerme a la idea.

Rouge fue quien rompió el silencio con su tono seductor, aunque esta vez teñido de curiosidad:
—Vaya… ¿quién será el afortunado que logró enamorar al erizo que nunca quiso nada?

La pregunta flotó en el aire, y aunque incomodaba, también nos hacía enfrentarnos a una realidad que no podíamos evadir.

Espio, en su tono práctico, se dirigió a Tails con precisión:
—Tails, ¿por qué no nos dijiste esto antes? Puede ser de gran ayuda. Cada detalle cuenta para una investigación.

Todos asentimos, listos para preguntar más sobre el tema, cuando el comunicador de Tails sonó inesperadamente. Todas las miradas se dirigieron hacia él, y en sus ojos se reflejaba la sorpresa: era Sonic. Sin dudarlo ni un segundo, Tails contestó apresurado:
—¡Sonic, hermano! ¿Cómo estás? Oye, perdón, se me hizo tarde, voy directo a casa.

Mientras recogía sus cosas, preparándose para salir, el sonido de la voz de Sonic nos dejó congelados. Estaba rota, como si cada palabra que decía le doliera:
—Tails… quédate quieto.

Tails se detuvo de inmediato, y todos nos paramos, acercándonos a él como buscando respuestas.
—Hermano, perdón por encerrarme. Pero hay veces en que las personas tienen que enfrentar sus miedos… solas. —La voz de Sonic era apenas un susurro, lleno de una tristeza que no podía esconder.

—Sonic, no te preocupes —respondió Tails, intentando calmarlo—. Yo lo entiendo, todos lo entendemos. Pero queremos apoyarte, y no sabemos cómo.

Mi corazón se aceleró. Algo no estaba bien, podía sentirlo. La voz de Sonic se quebró una vez más:
—Tails, te quiero mucho, hermano. Pero debo enfrentar mis cosas solo. Perdóname.

Tails intentó responder, pero antes de que pudiera decir algo más, la llamada se cortó. Un silencio abrumador llenó la sala. Sin intercambiar palabras, todos comenzamos a correr hacia la casa de Tails y Sonic, como si nuestras piernas pudieran vencer el tiempo y detener lo que estaba por suceder. Shadow corrió con una velocidad que nos dejó atrás, movido por una urgencia que compartíamos pero no podíamos igualar.

Al llegar, encontramos la casa en completa oscuridad. Tails no dudó en correr hacia la habitación de Sonic, mientras Knuckles rompía la puerta de un golpe certero. Pero no había rastro alguno de él. Shadow abrió el armario, solo para encontrarlo vacío. Entonces Tails, desesperado, levantó el tapete junto a la cama, revelando una pequeña puerta oculta debajo. La abrió con prisa y, al mirar lo que había dentro, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Nos acercamos Knuckles y yo, tratando de sostenerlo mientras sus sollozos llenaban el espacio.
—Sonic… se fue. Se fue para siempre. Se llevó la pulsera… se fue, Amy. Él me abandonó.

Tails se aferró a mí con fuerza, como si al hacerlo pudiera detener el dolor que lo abrumaba. Mientras lo abrazaba, sentí las lágrimas correr por mi rostro sin que pudiera detenerlas. Knuckles nos envolvió en un abrazo firme, intentando calmar el torbellino de emociones que amenazaba a consumirnos.

 

Nos abandonó.

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Chapter 3: Consejos en la isla

Notes:

Holaaaaa amigos otro capítulo jajaja, me estoy divirtiendo la verdad.

saben quería aclarar algo de la historia las tres primeros capítulos narraron los sentimientos de tails, Amy y knuckles, quería demostrar en como ellos están sobrellevando la situación de la desaparición de Sonic, pero apartir de acá, los demás personajes tomarán voces y pensamiento de dicha desaparición. Y también en como están los ciudadanos respecto a qué si heroe ya no está, espero y les guste lo que se viene

Chapter Text

5 años después de la desaparición de Sonic....

Knuckles:

Estaba sentado en las escaleras que llevaban a la Master Esmerald, sintiendo el peso de su poder detrás de mí, pero con la mente perdida en los paisajes de la isla. Una brisa suave acariciaba mi rostro, trayendo consigo el aroma a vegetación y libertad, pero mi pecho se sentía atrapado, como si la tranquilidad de la isla no pudiera calmar el tumulto que llevaba dentro.

Cinco años. Cinco años desde que vi por última vez a Sonic. Desde aquella llamada donde apenas dijo unas palabras antes de marcharse sin mirar atrás. Tomó sus cosas y se fue, dejando detrás más preguntas que respuestas. Y aunque siempre apoyé sus decisiones, esta vez... esta vez no puedo evitar sentirme traicionado. No por su partida, sino porque me dejó sin una oportunidad para retribuirle todo lo que hizo por mí.

Sonic no solo era como un hermano; él era mi ancla. Cuando lo conocí, estaba envuelto en mi orgullo, cegado por el deseo de proteger la Master Esmerald a cualquier costo. Y aún así, él me enfrentó, me sacudió de esa ceguera, me extendió su mano cuando no merecía más que su desprecio. Me ofreció algo que hasta entonces había rechazado: una oportunidad para cambiar. Ahora, sentado aquí, con el corazón pesado, no puedo evitar sentir que fallé. Que, cuando él más me necesitaba, fui incapaz de devolverle todo lo que me ofreció.

Suspiré, intentando liberar esa opresión en mi pecho. Traté de distraerme, de concentrarme en cualquier cosa que no fuera el vacío que dejó Sonic, pero era inútil. Sus recuerdos eran como un río; persistente y profundo, siempre regresaban.

El sonido de pasos interrumpió mi tormento interno. No necesité girarme para saber quién era. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Hola, corazón, ¿cómo estás? ¿Qué tal te está yendo? —Esa voz cálida y seductora, inconfundible, pertenecía a Rouge. Me abrazó por la espalda, y por un instante, el peso en mi pecho pareció aligerarse.

—Hola, Rouge. ¿Cómo te fue en tu misión? —Pregunté, tomando sus manos mientras me rodeaban.

—Muy bien, cariño. Terminamos rápido. Ya sabes cómo es Shadow, no descansó hasta acabar porque quería iniciar otra búsqueda —respondió, suspirando, con ese tono mezcla de exasperación y admiración.

Sabía que todos ponían lo mejor de sí para buscarlo, pero había algo en la forma en que Shadow y Amy se involucran de una manera diferente. Esa determinación es incansable. Ambos necesitaban respuestas. Querían entender por qué Sonic había tomado aquella decisión, querían que él rompiera el silencio.

Rouge se sentó a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro. Ese simple gesto, cargado de cariño, me devolvió una fracción de paz que no creía posible.

—Sabes, siempre apoyé las decisiones de Sonic, sin importar qué. Todos lo hicimos. Pero creo que esta vez... esta vez tomó la decisión que más le convenía a él, y no lo culpo. Sólo me preocupa. ¿Estará comiendo bien? ¿Durmiendo lo suficiente? ¿Dónde estará? —sus ojos, llenos de una preocupación genuina, reflejaban el mismo vacío que llevaba en mi interior.

La escuché en silencio, dejando que sus palabras llenaran el espacio entre nosotros. Había algo reconfortante en compartir esa carga, en saber que no era el único que lo extrañaba, que lo añoraba, que se preocupaba por él. Sonic había dejado una huella imborrable en todos nosotros. Y aunque las preguntas y los temores se acumulaban, solo quedaba aferrarse a la esperanza de que, donde quiera que estuviera, estuviera bien.

Seguimos  Rouge y yo un buen rato hasta que se tuvo que ir. Es curioso cómo comenzamos nuestra historia; al principio, todo era incertidumbre. Pero, como siempre, Sonic intervino para aconsejarme, ese eterno amigo metiche pero bien intencionado. Fue una tarde tranquila en mi isla cuando su presencia interrumpió mi paz.

—Entonces, ¿te vas a quedar callado? ¿Vas a ser el Knuckles serio que siempre dice la verdad? —soltó Sonic, con esa desfachatez típica suya, criticando sin reparos en mi propio territorio.

—Sonic, ¿cuántas veces te he dicho que mi isla no es tu casa? —le lancé una mirada de enojo y desafío, esperando su respuesta, pero solo pude verlo reírse como si nada.

—Perdón, Knuckles, pero no pude evitar notar la tensión entre tú y Rouge —dijo con una sonrisa divertida que me dejó nervioso.

—No sé de qué hablas, Sonic. Creo que te has golpeado la cabeza —respondí, tratando de ignorar el calor que comenzaba a subirme al rostro.

Sonic soltó una carcajada y, al verme sonrojado, no dudó en insistir:

—¡Cállate, Sonic! —grité, incapaz de contener la vergüenza.

—Vamos, Knuckles, amigo. Todos lo sabemos. Te gusta Rouge, y ella siente lo mismo por ti. Solo quiero que seas feliz, que encuentres eso que te hace sonreír. Si tu felicidad está con ella, entonces será lo mejor que puede pasarme. Quiero ver a mis amigos y mi familia sonreír —me miró con una seriedad inesperada que me dejó reflexionando.

Lo vi dudar un momento, pero sabía que tenía que abrirme con alguien. Aunque no quería admitirlo, lo confesé:

—Sí, me gusta… pero no voy a decirlo, ni pensarlo más. —Negué con la cabeza mientras me sentaba, agobiado por mis propios sentimientos.

Sonic se acercó, tomando mis manos. Fue extraño; nunca nos habíamos tocado así, más allá de chocar los puños como buenos amigos. Me puse nervioso ante su gesto.

—Knuckles, no puedes negar lo que sientes. Nunca sabes cuánto tiempo estará esa persona en tu vida, ni si ella representa tu felicidad absoluta. Eres familia para mí, y me preocupo por ti. No quiero verte encerrado aquí toda tu vida. Deseo que encuentres a alguien que te valore, que ame tu fuerza, tu lealtad, tu carisma y tu empatía. Alguien que aprecie completamente quién eres como persona.

Lo miré asombrado. Nunca pensé escuchar algo así de Sonic, pero no pude evitar sonreírle y agradecerle su sinceridad.

—Gracias, Sonic. También espero que encuentres a esa persona especial —dije, viendo cómo un sonrojo invadía su rostro. Quién diría que Sonic también tenía alguien en mente.

 

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Chapter 4: Verdades ocultas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Pov rouge

 

Cinco años pueden borrar muchas cosas. Las huellas en el suelo, los ecos de las voces, incluso los recuerdos que jurábamos nunca olvidar. Mientras recorría el bosque, no podía evitar sentir que estaba cazando fantasmas. Las ramas quebradas y las marcas en los árboles eran más antiguas de lo que esperaba; el tiempo había hecho su trabajo aquí, cubriendo cualquier rastro de lo que había pasado aquella noche... la noche en que Sonic desapareció.

Pero no podía rendirme. Había algo en este bosque que me llamaba, una sensación que no podía ignorar. Tal vez era sólo mi mente jugando trucos, o tal vez... algo más estaba esperando ser encontrado. Observé el suelo con detenimiento, buscando cualquier detalle fuera de lugar. La naturaleza tiene su forma de ocultar cosas, pero también de dejarlas a la vista de quienes saben mirar. Y yo había aprendido a mirar.

Seguí caminando, dejando escapar un suspiro. Estaba cansada, deseando regresar con Knuckles para encontrar un momento de calma y descanso en su compañía. Sin embargo, este lugar siempre me retenía. No podía simplemente irme, como si algo invisible me atara. Este sitio carga una tristeza abrumadora, casi tangible; un reflejo de los años sin respuestas.

Me dejé caer al pie de un árbol cercano. Este árbol, en particular, siempre había tenido un significado especial. Aquí encontramos algunas de las pistas más contundentes en la búsqueda de Sonic. Las púas ensangrentadas que encontramos entre sus ramas estaban marcadas con el eco de un enfrentamiento. Las ramas, muchas de ellas quebradas, hablaban de una lucha feroz. Recuerdo cómo la lluvia de aquella noche, al amainar, formó charcos de lodo que preservaron huellas difusas. A través de estas huellas, llegamos a creer que Sonic pudo haber salido victorioso... pero nunca logramos desentrañar qué fue lo que enfrentó o cómo terminó esa batalla.

El vacío que dejó tras de sí pesa todavía. Cada vez que regreso aquí, no puedo evitar cuestionarme: ¿estamos más cerca de entender lo que ocurrió, o simplemente este lugar guarda un silencio que nunca será roto?

Suspiré por última vez, dejando que el aire pesado escapara de mis labios antes de comenzar mi camino de regreso a Green Hill. Sumida en mis pensamientos, seguía absorta en recuerdos y reflexiones, tanto que ni siquiera noté cuándo llegué al pueblo. Al avanzar, saludaba a quienes me ofrecían un gesto amable; era casi automático. Mis pasos me guiaron a la repostería de Amy, ubicada en la plaza central, un refugio de aromas dulces y calidez.

Al abrir la puerta, la campanilla resonó suavemente, anunciando mi entrada. Ahí, detrás de la barra y la caja, estaban Vanilla y Cream, atendiendo con una energía contagiosa. La pequeña Cream, que ya no era tan pequeña, me saludó efusivamente con su característica sonrisa radiante. Su felicidad era un contraste tan fuerte con todo lo que me rodeaba que no pude evitar sentir un breve alivio. Me acerqué a ellas con una sonrisa.

—¡Hola, chicas hermosas! —saludé con una actitud despreocupada mientras movía ligeramente las caderas, añadiendo un toque de confianza a mi gesto.

—¡Hola, señorita Rouge! ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido? ¿Qué tal todo con Knuckles? —preguntó Cream con un entusiasmo que reflejaba su naturaleza curiosa y sincera. Su interés era tan puro que no podía evitar sonreír ante su ansiedad por escuchar respuestas.

—Cream, no presiones a Rouge ni la obligues, mi amor —intervino Vanilla, intentando calmarla con dulzura. Su mirada se dirigió a mí con un dejo de preocupación, temiendo que las preguntas de su hija pudieran incomodarme.

Solo pude mirarla con tranquilidad, moviendo mi cabeza suavemente y dejando que mis ojos le dijeran que no había ningún problema.

—Vanilla, no te preocupes. Estoy bien, le contestaré todo a esta pequeña —respondí con calma, dirigiéndome ahora a Cream. Aunque había pasado el tiempo y ahora tenía diez años, su espíritu seguía siendo el mismo; la niña más feliz de nuestro grupo. Me alegraba profundamente que al menos uno de los niños mantuviera esa luz intacta.

Tails, en cambio, había cambiado completamente. Sonic y él siempre fueron inseparables, el dúo que nunca se había separado... hasta ahora. Desde que Sonic desapareció, la vida de Tails tomó un rumbo distinto. Al inicio, solo lloraba; luego, su dolor se transformó en enojo hacia él, acusándolo de haberlos "abandonado". Pero el tiempo trajo una evolución inesperada: Tails pasó a defenderlo de todos, con una lealtad implacable que solo podía admirar. Como un hermano menor que protege la reputación de su hermano mayor, su devoción hacia Sonic era un vínculo que trascendía la distancia y el dolor.

Aunque su lealtad permanecía intacta, la sonrisa de Tails nunca volvió. Hablaba con todos, pero su mirada estaba siempre perdida, atrapada entre pensamientos que nadie podía alcanzar. Reparaba máquinas y estructuras sin descanso, como si ese esfuerzo físico fuera un escape de las emociones que no podía expresar. Su papel se había vuelto crucial durante los ataques de Eggman, que, sin Sonic, habían alcanzado un nivel de agresividad brutal. Derrotarlo era cada vez más difícil, y aunque Shadow había sido una pieza esencial en las batallas, incluso él no era inmune a los ataques más estratégicos de Eggman. Y es que Eggman conocía su punto más vulnerable: el recuerdo de Sonic.

Para Shadow, Sonic no era solo un compañero o un rival; era un faro, un punto fijo en un mundo caótico. Pero ese faro había desaparecido, dejándolo a la deriva. Recuerdo cuando él mismo comenzó a cuestionarse por qué la ausencia de Sonic lo afectaba tanto. Fui yo quien le ayudó a reconocer lo que sentía, incluso antes de que pudiera comprenderlo. Le dije que esos sentimientos no eran una debilidad, sino una fuerza, algo que lo hacía más humano de lo que él mismo creía.

Cuando finalmente decidió confesárselos a Sonic, hubo un atisbo de esperanza en su voz que nunca antes había escuchado en él. Pero el rechazo fue un golpe difícil de encajar. Aun así, no se permitió derrumbarse. En lugar de eso, reforzó su lealtad, su compromiso. Shadow siempre estuvo ahí, protegiendo a Sonic incluso cuando él mismo ya no estaba.

Recuerdo el día en que Tails, en un gesto inesperado, le entregó una chaqueta que había pertenecido a Sonic. La expresión en el rostro de Shadow al recibirla fue indescriptible, una mezcla de gratitud, dolor y algo parecido a la paz. La llevó consigo desde entonces, como un recordatorio del aroma, de la presencia de aquel que alguna vez iluminó su mundo.

Sin embargo, el pueblo no compartía ese mismo respeto. El resentimiento hacia Sonic creció con el tiempo, y su ausencia fue interpretada como un abandono. Las palabras hirientes contra él se propagaron rápidamente, pero nosotros no dejamos de proteger su nombre. Una y otra vez, alzamos nuestras voces en su defensa. Pero las tensiones solo se calmaron cuando Blaze habló. Con su firmeza y elegancia, supo devolver la cordura al pueblo. Siempre ha sido así: la más digna, la más imponente entre todas nosotras. Una líder que inspira respeto y admiración.

El dolor de Blaze hacia la desaparición de Sonic fue distinto. En lugar de consumirla, la hizo más fuerte, más decidida. Aunque la vi en más de una ocasión dejar caer lágrimas en momentos de soledad, siempre se levantaba con renovada fuerza. La conexión entre ella y Sonic era única: una amistad profunda en la que bastaba una mirada para comprenderse. Por eso, cuando tomó el mando de los grupos después de su desaparición, lo hizo con determinación. Incluso cuando debía regresar a su dimensión, delegaba el liderazgo temporalmente a Amy, confiando en su fortaleza.

El luto de Amy por Sonic fue un proceso complejo y silencioso, una lucha interna que pocos llegaron a comprender en su totalidad. A primera vista, Amy parecía la misma de siempre, con su energía inquebrantable, sus sonrisas constantes y su disposición para ayudar a quien lo necesitara. Pero debajo de esa fachada, había un vacío profundo, una herida que no dejaba de sangrar.

Cada amanecer se había convertido en su ritual personal. Se despertaba antes de que el sol siquiera asomara en el horizonte y, con pasos cuidadosos, ascendía las colinas favoritas de Sonic. Estas colinas, conocidas por ofrecer las vistas más hermosas del pueblo, tenían un significado especial para ambos, pues Sonic solía perderse allí en busca de calma y reflexión. Ahora, esas colinas eran el único lugar donde Amy sentía que podía estar cerca de él.

Al llegar, se sentaba en su punto preferido, donde la brisa acariciaba suavemente su rostro y podía ver cómo el mundo se iluminaba lentamente con los primeros rayos del sol. Allí, Amy le hablaba a Sonic. A veces eran palabras de cariño, recordándole cuánto lo extrañaba. Otras veces, le contaba sobre el día anterior, sobre cómo todos seguían adelante sin él y sobre los momentos felices que aún lograban encontrar. En ocasiones, su voz se quebraba, y las lágrimas silenciosas recorrían su rostro. Sin embargo, nunca dejó de hablarle, como si esas conversaciones fueran su única manera de mantenerlo vivo en su corazón.

Había días en que el dolor se hacía más intenso. En esos momentos, Amy buscaba consuelo en lo que quedaba de él: los recuerdos, los lugares que compartieron, incluso el silencio que Sonic había dejado a su paso. Pero también estaban los días en que la esperanza la visitaba. Había algo en la calidez de los amaneceres que le hacía pensar que Sonic todavía estaba allí, de alguna manera, escuchándola.

Su conexión con Shadow fue un alivio inesperado en medio de su duelo. Shadow entendía lo que era perder a alguien esencial, aunque sus pérdidas y emociones se manifestaban de formas muy distintas. Ambos compartían un lazo especial, construido sobre un entendimiento mutuo. Shadow, en su naturaleza reservada, no intentaba consolarla con palabras vacías. Simplemente estaba allí, como un pilar de apoyo silencioso. En aquellos momentos de vulnerabilidad, se acompañaban en su soledad, hallando consuelo en la presencia del otro.

Con el tiempo, Amy comenzó a transformarse. Aunque nunca dejó de visitar las colinas ni de hablar con Sonic, lo hacía ahora con una energía renovada. Sus palabras eran más optimistas, y su sonrisa, aunque discreta, había recuperado algo de su brillo original. Era como si hubiera encontrado la manera de honrar la memoria de Sonic sin quedar atrapada en el dolor.

La puerta de la cafetería se abrió de repente, y Silver entró con un entusiasmo contagioso. Me saludó rápidamente y pidió su orden. Hubo un tiempo en que todos temíamos que Silver nunca pudiera regresar a su línea de tiempo, pero después de meses de esfuerzo logró hacerlo, contra todas las expectativas. Al principio, hablar de Sonic le resultaba doloroso; su mirada se ensombrecía, y sus palabras apenas salían. Pero tanto él como Blaze lograron superar esa pérdida juntos. Se apoyaron mutuamente, y con ese espíritu ayudaron a los demás en todo lo que pudieron. Silver fue incluso uno de los primeros en organizar las búsquedas de Sonic y las pistas sobre lo que ocurrió aquel día en el bosque.

Ni siquiera me di cuenta de cuándo me había sentado en la cafetería o pedido mi frappé de taro y el panqué de taro. Miraba por la ventana, abstraída en mis pensamientos, cuando Silver y Cream vinieron felices a sentarse a mi lado. Sus miradas estaban llenas de curiosidad, y solo me quedó suspirar y devolverles una sonrisa cómplice.

—Me va muy bien con Knuckles, chicos. Apenas llevamos cinco meses saliendo, y hemos compartido muchos momentos juntos. Gracias por preguntar —dije mientras tomaba un sorbo de mi frappé, observándolos con afecto.

Vi a Amy salir de la cocina, llevando un delantal rosa con detalles azules que combinaban perfectamente con su energía vibrante. Al verme, me dedicó una sonrisa cálida antes de acercarse a hablar con Vanilla. Poco después, ambas se sentaron conmigo, y comenzamos a charlar. La conversación giró rápidamente hacia mi relación con Knuckles. Muchos me habían dado consejos, pero los de Amy siempre tenían un peso especial. Ella lo conocía desde que eran pequeños, y juntos habían sido el dúo de la fuerza física dentro del equipo.

—Sabes, a veces sigue siendo una cabeza hueca. Aunque tenga 21 años, siempre será el niño tonto que conocí —dijo Amy entre risas, mientras yo les contaba cómo fue nuestro primer beso. Su risa era contagiosa, y pronto todos estábamos riendo, compartiendo anécdotas y momentos felices. La aceptación de nuestra relación había sido unánime; todos nos apoyaron sin reservas. Algunos nos felicitaron, otros nos ofrecieron consejos, pero el ambiente siempre estuvo lleno de cariño.

Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Un estruendo ensordecedor sacudió el aire, y en un instante, todo cambió. Una bomba cayó cerca del local, haciendo temblar las paredes y llenando el ambiente de tensión. Nos levantamos de inmediato, alertas y listos para actuar.

—Vanilla, Cream, evacúen a toda la gente y llévalos a zonas seguras. Silver, crea un escudo en puntos estratégicos. Rouge, vuela y dime cuántos enemigos son mientras llamas a los demás. Yo me encargo de golpear algunos traseros —ordenó Amy con una voz firme y autoritaria, que no dejaba lugar a dudas. Su liderazgo era natural, y en ese momento, todos asentimos sin cuestionar.

Amy presionó un botón cerca de la puerta, y de inmediato su mazo emergió desde un compartimento oculto, listo para la acción. Su determinación era palpable, y verla así nos llenó de energía. Sin perder tiempo, cada uno asumió su rol. Vanilla y Cream comenzaron a guiar a las personas hacia la seguridad, Silver se concentró en levantar barreras protectoras, y yo extendí mis alas, elevándome para evaluar la situación desde el aire. La batalla había comenzado, y estábamos listos para enfrentarnos a lo que viniera.

Era cuestión de tiempo para que todos llegaran lo más rápido posible, pero mientras tanto, no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Miré hacia abajo desde mi vuelo y vi a Amy luchar con una fuerza impresionante, enviando robots volando con cada golpe de su mazo. Silver se movía ágilmente, creando barreras y escudos mientras esquivaba los ataques de los robots con una destreza que reflejaba su concentración.

—Amy, son en total 45 robots pequeños y estoy viendo que se aproxima uno de 15 metros —le informé con urgencia mientras descendía para unirme a la batalla y asistir a las personas atrapadas.

—Entendido, Rouge. Estén listos para cualquier ataque sorpresa de Eggman —respondió Amy con una voz autoritaria, emocionada pero completamente alerta. —Cuídense todos y no se separen.

—¡Entendido, Amy! —respondimos al unísono, sincronizados como un equipo. Enfrentábamos a los robots con intensidad, destruyendo y explotando los que podíamos. Mi mirada captó a varios heridos; llamé a Cream y Vanilla, quienes no dudaron en llevarlos al lugar seguro para atenderlos.

De repente, mi atención se centró en un grupo de personas asustadas que estaba siendo rodeado por ocho robots. Sin pensarlo dos veces, me lancé a ayudarlos, moviéndome rápidamente para protegerlos. Pero justo cuando me concentraba en ellos, un robot se acercó sigilosamente detrás de mí, intentando atacar mis alas. Me agaché instintivamente, preparándome para esquivar el golpe, pero no sentí ningún impacto. Al levantar la vista, vi a un niño pequeño, cubierto con una capa que ocultaba su rostro. Sin darme tiempo para reaccionar, el niño empujó al robot con tal fuerza que lo hizo volar varios metros.

—¡Wow, qué fuerza, niño! —le dije, sorprendida mientras me ponía de pie y sacudía mi ropa, intentando orientarme. —Bueno, gente, tienen que irse ahora mismo. Pónganse a salvo. Si están heridos, vayan al edificio de la repostería Dulce Tentación, ahí mi equipo les ayudará y curará.

Me preparaba para alzar vuelo nuevamente cuando sentí que algo me retenía. Una mano se había aferrado a la mía, y un grito rompió el caos del momento.

—¡Espera, no te puedes ir! ¡Eres Rouge the Bat! —gritó el niño, con una voz que era mezcla de desesperación y determinación.

Lo miré sorprendida, era el único que no huía hacia un lugar seguro. —Oye, niño, tengo que ir a ayudar, no puedo quedarme aquí contigo. Ve con tu mamá —le respondí, intentando persuadirlo con rapidez.

Pero una vez más, el niño se aferró a mi mano con fuerza, temblando. —¡Espera, por favor! No te puedes ir. Eres Rouge the Bat...

Suspiré, intentando mantener la calma a pesar de la urgencia del momento. Me giré para verlo fijamente. —Sí, soy yo. ¿Qué pasa, niño? Habla rápido, por favor, mi equipo me necesita.

En ese instante, vi cómo sus ojos reflejaban duda y miedo. Su mano temblaba mientras continuaba agarrándose a la mía, incapaz de articular lo que quería decir.

Con una voz baja, titubeante, su tono tan frágil que parecía apenas contener el peso de su miedo. —Mi mamá me dijo que te buscara... que tú me ayudarías a mantenerme a salvo.

Lo observé rápidamente, sin poder evitar notar que su figura reflejaba la vulnerabilidad de un niño pequeño, probablemente de no más de cinco años. Sus manos temblaban mientras se aferraba a la capa que lo cubría parcialmente, y sus grandes ojos ámbar, llenos de incertidumbre, se movían de un lado a otro buscando algo que le diera seguridad. Todo en él, desde la forma en que su voz se quebraba hasta el modo en que se agarraba a mi mano, gritaba que estaba asustado y confundido, perdido en medio del caos.

Aunque su vulnerabilidad era evidente, el caos a mi alrededor no me permitía quedarme. —Niño, no conozco a tu mamá, y no quiero ser grosera, pero tengo que ir a ayudar a mi equipo —respondí con desesperación, intentando liberarme de su agarre mientras mi mente seguía preocupada por cómo estaban Silver y Amy en el campo de batalla. —Búscame después, no tengo tiempo ahora —agregué apresurada, logrando soltarme y comenzar a correr hacia el corazón del conflicto.

Pero entonces, su voz cortó el aire con un grito lleno de desesperación, como si su pequeño cuerpo reuniera toda la fuerza que tenía: —¡MI MAMÁ ES SONIC! ¡ME DIJO QUE TE BUSCARA, QUE TÚ ME AYUDARÍAS! —exclamó, sus palabras temblando con el peso de lo que acababa de revelar.

Me detuve en seco, el grito resonó en mi mente y sentí como si el suelo bajo mis pies se tambaleara. Pero no era el suelo, era mi cuerpo reaccionando al impacto emocional de sus palabras. Me giré lentamente hacia él, mi corazón acelerado y mi mente en un estado de incredulidad. Lo vi quitarse la capa que cubría su figura, y lo que reveló me dejó completamente paralizada.

Sus púas eran inconfundibles, idénticas a las de Sonic, con ese característico azul eléctrico que parecía desafiar al viento. Sin embargo, las puntas de sus púas estaban teñidas de un color diferente, un detalle que rompía la uniformidad y añadía un toque único. Pero lo que realmente capturó mi atención fueron sus ojos. Esos ojos, tan intensos y penetrantes, tenían la misma forma y vivacidad que los de Sonic, como si llevaran un pedazo de su espíritu. Sin embargo, a diferencia del esmeralda que conocía tan bien, los de este niño brillaban en un tono amarillo ámbar profundo, un color cálido que irradiaba una mezcla de fuerza y vulnerabilidad.

Era imposible no notar las similitudes. Cada aspecto físico suyo gritaba "Sonic" en voz alta: desde la forma en que sus púas caían, hasta la postura natural de su pequeño cuerpo. Pero estos pequeños toques únicos, como el color de sus ojos y las puntas de sus púas, parecían susurrar una identidad propia, algo que lo diferenciaba y lo hacía especial.

Y entonces, mientras sus ojos, llenos de miedo, se clavaban en los míos, la realidad me golpeó con fuerza. Ese pequeño niño asustado y confundido era el hijo de Sonic.

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Notes:

Aaaaa al fin llegó el capítulo que más quería escribir jajajaj, poco a poco se irá formando la historia y su rumbo, como pueden ver esta historia será lenta, pero créanme que habrá shadonic, solo que tomara su tiempo por qué se tiene que desarrollar poco a poco, bueno banda eso sería todo por el momento, cuidense bye

Chapter 5: Fragmentos de un secreto

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Estaba sentada en la mesa, incapaz de apartar mi mirada de ese niño que exploraba su entorno con una mezcla de curiosidad y cautela. Cada pequeño gesto suyo parecía un fragmento de un rompecabezas que no sabía cómo empezar a armar. Sus diminutos dedos acariciaban suavemente los objetos que captaban su atención, como si intentara descifrar el mundo a través de su tacto. De vez en cuando, giraba hacia mí, sus ojos ámbar, vivos y llenos de preguntas, reflejando una timidez que me desconcertaba y una fuerza que me cautivaba.

Sin su capucha, su apariencia estaba completamente expuesta, y con ello, algo en mí se revolvió. Sus púas azules, que terminaban en puntas negras, no solo eran llamativas, sino que parecían contar una historia que aún no comprendía. Había algo tan familiar en él que mi pecho se llenó de una extraña mezcla de melancolía y asombro. ¿Cómo era posible que un niño que apenas conocía me hiciera sentir esto?

Llevaba unos guantes pequeños, con detalles blancos que acentuaban la ternura de sus movimientos, y una mochilita verde que no pude evitar asociar a Tails. ¿Era posible que fuera la misma? Pero lo que realmente detuvo mi aliento fueron sus zapatos. Esos zapatos desgastados y tan inconfundibles... eran de Sonic. No había duda. Cada fibra de ellos gritaba aventuras, velocidad y... nostalgia.

En un momento, dejó de explorar y se giró hacia mí. Su mirada se mantuvo firme, aunque breve, como si intentara encontrar algo en mí. Entonces, sin aviso, sonrió apenas un poco, y una punzada de calidez me recorrió. La melodía que tarareó después me paralizó por un instante. Era una tonada que conocía bien, una que Sonic solía murmurar en los momentos más despreocupados. Sentí que mi mundo tambaleaba con una mezcla de dolor y ternura que no había experimentado en años.

Vi cómo el pequeño caminaba hacia mí con pasos inseguros pero decididos, deteniéndose justo frente a la mesa antes de tomar asiento. Sus patitas, demasiado cortas para alcanzar el suelo, comenzaron a balancearse de un lado a otro, un gesto tan genuino y natural que, por un momento, me pareció estar viendo a Sonic en miniatura.

—Hola, primero que nada, muchas gracias por salvarme y por escucharme —dijo con una voz cargada de gratitud y nerviosismo. Sus manitas no dejaban de juguetear entre sí, como si buscaran algo en lo que apoyarse.

Quise aliviar su nerviosismo, así que hablé con calma, dejando que mi tono transmitiera seguridad y calidez.
—Cariño, ¿puedes decirme cuál es tu nombre, por favor? —pregunté suavemente, inclinándome hacia él con una sonrisa que esperaba pudiera calmar su agitación.

Shion levantó la mirada hacia mí, sus ojos buscando alguna señal de aprobación. Finalmente, sus labios formaron una tímida pero sincera sonrisa.
—Mi nombre es Shion el erizo —respondió con esa voz infantil que solo podía describirse como pura—. Tengo 5 años.

Cada palabra suya era como una pequeña llave, abriendo puertas dentro de mí que no sabía que estaban cerradas.
—Qué bonito nombre, Shion —le dije con sinceridad, sintiendo un calor extraño y reconfortante en el pecho.

—Gracias, mi mamá escogió el nombre —dijo mientras relajaba un poco los hombros. Su nerviosismo comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una ligera curiosidad.

Tuve que contener una sonrisa más amplia cuando lo vi encogerse de hombros con un gesto casi casual.
—Así que Sonic es tu mami. Wow, la verdad no me lo esperaba —admití, tratando de mantener el tono ligero aunque mi mente estaba llena de preguntas.

—Sí, ya lo sé, pero él se esfuerza mucho —me dijo, y la forma en que lo dijo, con tanta confianza y admiración en su voz, me desarmó. Entonces sonrió, una sonrisa tan brillante y auténtica que no pude evitar ver a Sonic reflejado en ella.

Quería respuestas, pero sabía que debía manejarlas con cuidado. Mi tono siguió siendo tan tranquilo como podía mientras lo observaba fijamente, asegurándome de que sintiera que podía confiar en mí.
—Entonces dime, Shion, ¿por qué has venido acá? ¿Por qué Sonic te mandó a buscarme? —pregunté con suavidad, aunque por dentro mis pensamientos eran un torbellino de dudas.

¿Dónde estaba Sonic? ¿Por qué no había venido él mismo? ¿Por qué confiaba en mí, de todas las personas, para cuidar a su hijo? Sentía el peso de las preguntas acumulándose, pero sabía que no podía dejar que Shion lo notara. Mi prioridad ahora era mantener la calma, por él... por los dos.

—Shion, ¿quieres primero darte un baño y luego hablamos? Tenemos la casa sola, Shadow no vendrá hasta mañana. Para ese entonces tendremos un plan —le sugerí con una sonrisa suave, intentando aligerar el ambiente.

Shion asintió y, sin dudar, agarró mi mano para levantarse. Lo guié hacia el baño y abrí la llave con agua caliente, dejando que el vapor llenara la habitación.
—Shion, tranquilo. Báñate y relájate, estaré afuera. Ahorita te traigo ropa —le dije, colocando una mano en su hombro para transmitirle calma antes de salir.

Me dirigí al cuarto de Shadow, donde abrí el clóset buscando ropa para Shion. Una blusa y unos shorts tal vez, pero todo le iba a quedar grande. Finalmente, me senté en la cama de Shadow, dejando escapar un suspiro profundo. Era la primera vez que me permitía respirar desde que todo comenzó.

Estaba estresada, inquieta, casi inmóvil. Después de la confesión de Shion durante la batalla, mi mente estaba saturada de emociones y preguntas. Todo se había sentido como en cámara lenta; no podía pensar con claridad. Lo recordé corriendo hacia mí, abrazándome desesperado, llorando mientras suplicaba que no lo dejara. Ese momento había quedado grabado en mí como una cicatriz imborrable.

Hasta que escuché por el comunicador cómo los demás habían llegado. Sus voces inundaron el canal, preocupadas. Knuckles gritaba mi nombre, preguntando dónde estaba. Pero no podía responder. Lo único que hice fue tomar a Shion en brazos, abrazarlo con fuerza, y salir volando, dejando atrás todo... menos él.

Me acosté completamente en la cama, sintiendo cómo el peso del día, de las revelaciones y de las emociones, me aplastaba como una roca inmensa. Mi mirada vagó por la habitación hasta que, de reojo, vi algo que me hizo detenerme. Ahí estaba la sudadera de Sonic, esa que Tails le había entregado a Shadow como un gesto de amistad. Ese simple objeto, tan lleno de significado, me llevó directo al borde de mis emociones.

—Dios... —susurré, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a correr libremente por mi rostro. Ya no podía contenerlas. Todo era demasiado. La carga de cuidar a Shion, mi falta de preparación, la incertidumbre de lo que nos esperaba... pero sobre todo, pensar en Sonic.

Sonic había tenido que cargar con todo esto solo. Durante años, había llevado el peso de su responsabilidad, de su secreto, sin compartirlo con nadie. ¿Cómo había soportado tanto? ¿Cuánto le había costado? La idea de todo lo que había pasado me rompía. Ahora, con solo pensar en él, en todo lo que había tenido que enfrentar... solo podía llorar por él, por todo lo que seguramente sufrió en silencio.

Me llevé una mano al rostro, tratando de limpiar las lágrimas que no dejaban de caer. El nudo en mi garganta era tan grande que apenas podía respirar. Esperaba, no, *rogaba*, que estuviera bien, donde fuera que estuviera. Pero no podía quedarme solo en la esperanza. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber qué había pasado.

Me incorporé lentamente, secándome las lágrimas como pude. Mi mirada se endureció con determinación. Tal vez no podía cambiar el pasado, pero podía hacer algo en el presente. *Necesitaba hablar con Shion. Necesitaba que me contara todo. Ahora.*

Me levanté rápidamente, tomando una camisa que Shadow había dejado tirada y unos shorts negros que encontré guardados en su clóset. Salí directo al baño, tocando suavemente la puerta para no alarmar a Shion.
—Shion, acá tengo la ropa. Es una pijama. ¿La quieres o prefieres algo más?
—La ropa está bien, señorita Rouge —respondió con calma, aunque todavía podía notar el peso de todo lo que había vivido.

Lo vi salir del baño, su cabello aún húmedo, y le entregué la ropa. Me fui directo a la puerta para darle su espacio, pero apenas unos segundos después, Shion salió vestido y fue directamente a sentarse. Su mirada tenía una mezcla de resolución y vulnerabilidad que me desconcertó.
—¿Qué quiere saber, señorita Rouge? Le diré todo —dijo, sus ojos fijos en los míos.

Me senté frente a él, inclinándome ligeramente hacia adelante.
—¿Por qué Sonic te dijo que te fueras? —pregunté con suavidad, intentando que mi voz no reflejara la tormenta de preguntas en mi mente.

Shion inhaló profundamente antes de responder. Su voz temblaba al principio, pero poco a poco comenzó a narrar.
—Mi mamá y yo vivíamos en un pueblo lejos de acá. Solo éramos yo y él, y unos amigos de mi mamá, sus nombres son Nad y Owen. Estábamos tranquilos, como cualquier día. Ese día estaba junto a Owen porque mamá había salido. Pero de un momento a otro algo explotó. El ruido fue tan fuerte que me cubrí los oídos y corrimos. Todo el pueblo estaba destrozado. Owen solo corrió junto a mí. Me dijo que me fuera al bosque, que ahí encontraría a mi mamá.

Hizo una pausa, su respiración agitada mientras intentaba contener las lágrimas que comenzaban a caer.
—Atrás de él apareció alguien... un lobo o un zorro, no sé bien. Era de color gris, negro, con detalles blancos. Creo que no lo vi bien porque tenía una máscara. Su presencia me daba miedo. Owen me puso detrás de él y ese tipo preguntó dónde estaba mi mamá. Entonces Owen solo me dijo que corriera, que él lo distraería, que luego nos veríamos. Y eso fue lo que hice. Corrí al bosque. Yo... lo abandoné.

Shion estaba llorando, abrazándose a sí mismo como si intentara encontrar consuelo. No pude evitarlo y lo abracé, dejando que se aferrara a mí mientras su llanto llenaba la habitación.

—Corrí al bosque. Fue cuando vi a mi mamá llegar conmigo. El me abrazó y me dijo que huyera, que fuera a Green Hill. Me dijo que te buscara, que no le dijera nada a nadie. Que no parara de correr, que tú me protegerías. Y yo solo hui. Dejé a mi mamá solo. No sé por qué ese señor apareció de la nada, pero él destruyó todo a su paso. Yo no sé qué le habrá pasado a mi mamá, pero sé que ella está viva. El me prometió que me buscaría.

Shion no podía dejar de llorar, sus sollozos llenos de angustia y culpabilidad. Parecía convencido de que había sido un cobarde, que había fallado a todos los que amaba.

Lo miré con preocupación, mis pensamientos girando rápidamente mientras procesaba lo que me había contado.
—Cómo me describes al "señor" que los atacó Estoy un 90% segura de que era Infinite —dije, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.

Infinite.
Solo escuchar su nombre traía recuerdos inquietantes de las batallas que habíamos librado contra él. Si Sonic se había enfrentado a Infinite… entonces definitivamente él debía estar muy herido. 

Notes:

Holaaa amigos, otro capítulo recién salido, ahora shion tomara mucha importancia junto a rouge aaa espero que les guste mucho este capítulo, los quiero bye

Chapter 6

Notes:

Hola banda, solo quería aclarar algo antes de que inicie el capítulo.
Los mobians cuando nacen, al años ellos empiezan a poder hablar y a caminar, son conciente de lo que sucede a su alrededor cuando tienen apenas meses de haber nacido.
Eso sería todos, espero y que les guste este capítulo

Chapter Text

Pov ROUGE

El tic-tac del reloj llenaba el silencio de la habitación, marcando el paso inexorable del tiempo. La única luz que rompía la oscuridad era la de la luna, bañando todo con su resplandor tenue.

Shion dormía sobre mis piernas, su respiración tranquila, su cuerpo pequeño relajado, ajeno a la tormenta de pensamientos que me envolvía. Mis dedos recorrían su cabello, un gesto automático, casi desesperado. Algo tangible a lo que aferrarme mientras intentaba ordenar el caos en mi mente.

Después de que Shion me contara todo sobre el desastre, quise distraerlo. Le pedí que me hablara de su hogar, de los amigos con los que creció… de Sonic. Sus ojos brillaban al mencionar su madre, la describía con una devoción absoluta. Para él, Sonic era su refugio, su mundo, su todo.

Pero entonces, dijo algo que me heló la sangre.

Con voz serena, casi como si fuese un hecho irrelevante, confesó que, al principio, Sonic no lo quería. Que lo rechazaba, que no soportaba compartir el mismo espacio con él. Que durante dos años fue así. Hasta que cumplió tres… y entonces todo cambió. Desde ese momento, Sonic lo amó con un amor incondicional.

Mis pensamientos chocaban entre sí, intentando encontrarle sentido a esas palabras. No podía aceptar esa imagen. Sonic nunca había sido alguien que rechazara a otros, nunca dudaba en extender una mano, ni siquiera a Eggman. ¿Cómo podía haberle negado su amor a su propio hijo?

Pero Shion lo decía sin amargura. Sin tristeza. Solo con certeza. Como si ya hubiese aceptado esa verdad y hubiera decidido seguir adelante.

El comunicador vibró de nuevo, iluminando la penumbra con su insistencia. Me estaban buscando, querían respuestas. Pero yo solo tenía una prioridad: proteger a Shion. Cueste lo que cueste.

Suspiré, tratando de alejar esos pensamientos. Mi mirada se posó en él nuevamente. Era imposible no ver a Sonic reflejado en su rostro, en la forma en que movía sus manitas y piecitos con curiosidad, explorando el mundo con esa energía inagotable.

Pero también había diferencias. Shion no corría por impulso, no escapaba hacia adelante como Sonic. Era paciente, atento. Escuchaba antes de actuar. Y lo más importante… expresaba sus sentimientos sin reservas, algo que Sonic nunca hacía. Él siempre ocultaba sus heridas, siempre sonreía aunque su alma estuviera hecha pedazos.

Bostecé, sintiendo el peso del cansancio hundirse en mis músculos. Miré hacia la repisa—las agujas del reloj marcaban las once de la noche.

Necesitaba hablar con alguien. No podía cargar con esto sola.

¿Cómo se suponía que debía hacer esto? ¿Cómo debía ser la guardiana de un niño? No es que los niños me molestaran. En algún momento, incluso había imaginado ser madre. Pero no ahora. No así.

Y lo que más me atormentaba era la pregunta que no dejaba de rondar en mi cabeza:

¿Por qué Sonic me confió a su hijo?

¿Por qué a mí?

¿Por qué no a Amy, su mejor amiga desde la infancia?

¿Por qué no a Knuckles, un guardián nato?

¿Por qué no a Tails, su hermano, su compañero de vida?

Cualquiera de ellos habría sido una elección más lógica. Pero no. Sonic me escogió a mí.

Me dejó con Shion.

La duda pesaba sobre mí como una sombra implacable, incapaz de disiparse.

Exhalé lentamente y, con cuidado, levanté a Shion y lo acomodé en mi cama. Yo dormiría en el sillón esta noche.

Mañana tendría que despertar temprano. Tendría que mantenerlo oculto. Prepararle el desayuno. Reportarme con los chicos. Y, sobre todo, hablar con Knuckles.

Mañana será un día largo.

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Pov Silver

El caos se había instalado en la habitación. Todos se movían de un lado a otro, buscando respuestas, tratando de entender lo que estaba pasando. Le habíamos enviado un mensaje a Blaze, pidiéndole que viniera y nos ayudara a calmar este desastre. También habíamos contactado a Shadow, con la esperanza de que pudiera hablar con Rouge y descubrir por qué se había ido.

Escuché un quejido y volteé instintivamente.

—¡Argh! ¿Por qué se fue? No nos avisó de nada, solo desapareció… ¡y ni siquiera contesta el comunicador! —Knuckles hablaba con desesperación, su frustración creciendo con cada palabra. Y cómo no, si Rouge era su pareja.

—Tranquilo, Knuckles —intentó calmarlo Amy, su tono suave pero firme—. Ella es fuerte. Si se tuvo que ir, seguro fue por algo importante.

Yo asentí, buscando más razones que pudieran aliviar la tensión en el ambiente.

—Si Rouge no nos contesta, es por algo. Sabe defenderse, no haría esto sin una buena razón. Además, varios pueblerinos dicen que cuando se fue volando llevaba a un niño… Tal vez lo llevó a un hospital, quizá intentó protegerlo.

Amy me miró, aprobando mi intento de calmar a Knuckles, aunque su propia preocupación era evidente.

—Shadow dijo que iría directamente a su casa, la que comparte con Rouge. Si alguien puede sacarle respuestas, será él.

Pero la incertidumbre seguía pesando en el aire. Nadie entendía por qué Rouge había actuado de esta manera. Y, sobre todo, nadie sabía quién era ese niño.

—No se preocupen, equipo. El Equipo Chaotix se hará cargo de la investigación. Nuestros expertos se encargarán de este problema.

Suspiré al escuchar a Vector. Por Dios… ya iban a empezar.

Las conversaciones siguieron, las voces chocaban unas con otras, buscando respuestas, tratando de entender la repentina desaparición de Rouge. Pero entonces, una voz cortó el ruido de golpe:

—Rouge hizo lo mismo que Sonic… huir para nunca más volver.

Tails había hablado.

El salón se sumió en un silencio absoluto.

Cada vez que alguien mencionaba a Sonic, la atmósfera se volvía densa, opresiva. Inmediatamente miré a Amy—sus manos se aferraban con fuerza a su vestido, temblando casi imperceptiblemente. Knuckles frunció más el ceño, su mandíbula tensa. Nadie tocaba ese tema delante de ellos. Y, mucho menos, delante de Tails.

Pero esta vez… él lo había iniciado.

—¡Tranquilos, tranquilos, por favor! Mantengamos la calma, ¡respiren! —exclamé, levantando las manos como si estuviera dirigiendo el tráfico en plena hora pico.

El ambiente estaba tan tenso que hasta el aire parecía estar conteniendo el aliento. Yo solo quería evitar que Knuckles se arrancara los pocos pelos que tenía en la cabeza de la pura desesperación.

Intenté una táctica clásica para aliviar el momento—la vieja y confiable distracción.

—Por cierto… hola, Tails. No te había visto. Jeje.

Genial, Silver. **Eso** sí que ayudará.

Tails me miró como si estuviera evaluando si responder o fingir que nunca había escuchado mis palabras. Finalmente, habló con la energía emocional de una piedra.

—Silver… y a todos los demás, hola. Volveré a mi estudio.

Sin más, se giró y se fue, sin mirar a nadie.

Lo observé desaparecer por el pasillo, pestañeando un par de veces.

—Bueno… eso fue incómodo.

Amy suspiró, Knuckles resopló, y yo simplemente me crucé de brazos.

—Ese niño sí que ha cambiado… antes era un adorable genio tecnológico. Ahora parece un abuelo de 60 años con dolor de espalda. Y más grosero.

No es que no lo entendiera. La situación no era fácil para nadie. Pero wow, ¿ser amargado venía con el paquete premium de perder a Sonic?

Suspiré y decidí que era momento de poner fin al drama por hoy.

—Mejor vayamos todos a dormir. Y si mañana a primera hora no sabemos nada de Rouge, iremos a su casa a ver qué está sucediendo. ¿Ok, familia?

Silencio.

Todos me miraban con esa clásica mirada juzgadora.

—Por favor, no me miren así. No quiero pasar más vergüenza.

Más silencio.

Entonces, como si hubiéramos ensayado una escena de drama grupal, todos suspiraron al mismo tiempo. **Hasta Espio.**

Genial. Nunca más volveré a motivarlos.

Vi cómo todos comenzaban a irse, el cansancio arrastrando sus pasos y la tensión aún flotando en el aire.

—Amy… ¿podría dormir en tu sofá hoy, por favor? —Junté mis manos en súplica—. Prometo no ser un estorbo.

No quería admitirlo, pero no tenía dónde dormir. Desde hace cinco años, he tenido problemas para viajar al futuro. Me duele la cabeza, a veces tanto que hasta me desmayo. Pero con todo el tema de Sonic y viendo cómo todos, poco a poco, se van perdiendo en la desesperación… incluso con los ataques de Eggman, no es el momento para poner más problemas al equipo.

Amy me miró con calidez y asintió.

—Claro que sí, Silver, eres bienvenido en mi casa.

Sonreí de inmediato y la abracé.

—¡Muchas gracias, Amy!

Un colchón. Por fin. Gracias, Dios.

Nos fuimos directo a su casa, soltando algunas risas en el camino. Por una noche, al menos, el desastre quedaba atrás. 

Chapter 7: Un paso a la oscuridad

Notes:

Holaaaaa amigos, aquí está el nuevo capitulo, perdón por la demora, estuve ocupada pero ya está aquí el capítulo, muchas gracias a todos por leer este libro, la verdad es que me estoy muy feliz y espero que les guste mucho como a mí me está gustando

Chapter Text

Punto de vista: SOMBRA

Caminaba por el bosque. Solo. Otra vez.

El viento helado pasaba entre los árboles, arrastrando hojas secas que giraban en un baile caótico.

No me importaba.

No me importaba el frío ni la humedad pegajosa de la tierra.

Lo único que sentía era el vacío.

Cada crujido de las ramas bajo mis parecía pasos burlarse de mí. El único sonido que me acompañaba.

A veces, si escuchaba con suficiente fuerza, creía oírlo.

Un eco lejano de su risa despreocupada.

El sonido de su carrera, desafiante.

Pero era solo eso. Un engaño.

Sonic no estaba aquí.

No iba a aparecer de la nada con esa sonrisa confiada, listo para retarme.

No iba a empujarme al límite solo para demostrar que podía alcanzarme.

Se había ido.

No estaba muerto. Yo lo sabía. Lo sabía.

Pero no iba a volver.

Me detuve. Solo un segundo.

Intenté imaginarlo acercándose, esos ojos llenos de energía y ese aire de certeza que siempre llevaba consigo.

Intenté sentir su esencia, el aroma eléctrico que parecía siempre rodearlo.

Cerré los ojos y respire hondo.

Nada.

Solo yo.

Solo este maldito bosque.

El dolor en mi pecho se presiona con más fuerza. Lo odiaba. Odiaba sentirlo.

Con los labios tensos y el ceño fruncido, sigue caminando.

Solo quería volver a casa. Dormir un poco. Después hablaría con Rouge para averiguar qué diablos habían ocurrido.

Mi teléfono había sonado sin parar. Mensajes desesperados de todos, gritos pidiéndome explicaciones. Rouge se había ido en medio de la batalla. Amy calmó a todos y fue quien habló conmigo. Estaba enojado. Todos esos idiotas me interrumpieron en plena misión y ahora querían que yo lo resolviera. Después de que Sonic se marchó, Blaze tomó el liderazgo, pero cuando ella no estaba, los problemas solían recaer sobre mí o sobre Amy. En su mayoría sobre ella, porque yo siempre estaba fuera en misiones.

Al fin llegué. La puerta de la casa apareció frente a mí, una bienvenida muda a mi cansancio. Eran apenas las 7 am, tiempo suficiente para descansar antes de enfrentar otro problema. Caminé hacia mi cuarto, al fin me quité la chaqueta de cuero, luego los zapatos y me dejó caer en la cama.

Tranquilidad, al fin.

 

— ¿Quieres huevos para desayunar?

Abrí los ojos rápidamente, mi cuerpo reaccionó de inmediato poniéndose en alerta.

Había un niño en mi cuarto.

Un maldito niño, envuelto en una capa y con una máscara.

—¿Quién eres? —Mi voz salió afilada. Me incorporé de golpe, tensando los músculos—. ¿Qué haces aquí, mocoso? ¿Quién te dejó entrar? ¿Dónde está tu mamá? ¡Lárgate!

Él solo me miró, sin inmutarse.

—Dice la tía Rouge que si quieres desayunar huevos.

Parpadeé. ¿Qué?

Ese niño no contestaba mis preguntas. Solo seguía hablando como si nada.

Estoy sonando. Eso debe ser.

—Te voy a sacar de aquí.

Intenté sujetarlo por el brazo, pero esquivó mi mano con rapidez.

—Oye, no sabes que es de mala educación tocar a una persona sin su permiso.

Ese maldito mocoso...

— ¿Y tu mamá no te enseñó que meterse en una casa ajena es un delito?

Conseguí sujetarle el brazo y arrastrarlo hacia la puerta, listo para echarlo fuera cuando, de repente, el niño se dejó caer, su cuerpo haciéndose completamente muerto en mis manos.

—Yo solo vine a preguntarte si querías desayunar, señor.

Frustrado, lo jalé hasta la entrada.

—¡Sombra, no! ¡Deja a Shion!

Rouge apareció corriendo desde su cuarto.

La miré con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

—¿Conoces a este mocoso?

Solté su brazo y el niño simplemente se tiró al suelo, como si ese fuera su protocolo habitual.

Rouge y yo lo observamos un momento.

—Te dije, solo quería preguntarte si querías desayunar.

Habló con absoluta calma. Como si yo no lo hubiera arrastrado por la casa hace unos segundos.

Me pasé una mano por la frente, ya harto de todo.

—Rouge, ¿qué demonios están pasando? Ayer todos me estuvieron llamando, incluso tu novio idiota, gritando para saber dónde estaba la casa que nos dio GUN, y ahora hay un niño aquí cuando se supone que nadie debe saber en dónde está esta casa.

Crucé los brazos, mirándola desafiante.

Ella sospechó, luego llamó al mocoso. Como si estuviera programado, el niño se puso de pie y se colocó frente a Rouge. De nuevo me miró fijo, sin parpadear.

—Sombra, él es Shion. Es el hijo de una amiga… Creo que no la conoces. Es alguien que conocí en la infancia. Está metida en algunos problemas y me pidió que cuidara a su hijo mientras ella los soluciona. Así que, por ahora, me estoy haciendo responsable de él.

Suspiré y miró a Shion antes de continuar.

—Apareció ayer durante la pelea. Me contó todo… y no podía dejarlo ahí. Así que lo tomé y me fui. Estaba preocupada de que algo le pasara.

Miré al mocoso, quien asentía como si todo fuera perfectamente normal.

—Eso no es nuestro problema, Rouge. Tú eres un agente, una heroína. Tu vida está en peligro constante. No puedes hacerte responsable de este mocoso.

El niño inclinó la cabeza, mirándome con cierto reproche.

—Disculpe, señor, pero usted no debería hablarle así a una dama. Además, mi nombre es Shion, no mocoso.

Ese maldito mocoso.

Lo quería echar fuera ahora mismo.

—Sombra, por favor… Él es importante. No podemos sacarlo. Él me necesita. Su mamá confía en mí. Es... mi amiga, Sombra. No puedo engañarla.

Rouge me sostuvo la mirada, sincera. Determinada.

Pasé una mano por mi entrecejo, exhalando con frustración.

—Bien. El mocoso se puede quedar. Pero no quiero que entre a mi habitación o lo golpearé, Rouge, y sabes que soy capaz.

Ella y el niño asintieron al mismo tiempo.

No soportaba esto.

Sin decir nada más, volví a mi habitación y azoté la puerta.

Solo quería dormir cinco malditos minutos.

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No sé en qué momento me desperté.

Mi habitación estaba oscura, apenas iluminada por las débiles luces de la ciudad filtrándose entre las cortinas.

Mis manos seguían agarrando la chamarra.

Me acerqué a la nariz.

Todavía lo olía.

¿O era mi imaginación?

La presioné contra mi pecho. Sentía un vacío punzante, uno que iba más allá de cualquier rechazo.

El rechazo lo había aceptado. Incluso lo esperaba.

Pero nunca esperé que él desapareciera.

Nos afectó a todos. Pero a Tails lo destruyó completamente.

Cambió. Sigue cambiando.

Aunque él no me lo pidiera, lo cuido desde las sombras. Procuro que esté bien, que coma, que le dé el sol.

Él es el hermano de Sonic.

Volteé hacia el techo, dejando que el silencio me envolviera.

Entonces escuché una risa.

Armoniosa. Familiar.

Mi corazón se detuvo un instante.

¡¿SÓNICO?!

Me levanté de golpe, el impulso fue automático. Abrí la puerta de mi habitación y corrí a la sala, desesperado.

Mis ojos buscaron frenéticamente.

Pero no había nadie.

Solo el niño entrando a la casa sin sus zapatos, con unos shorts y esa maldita capa con la máscara.

¿No tiene calor acaso ese mocoso?

Nos miramos.

—Hola, señor Sombra. Vaya, sí que duerme mucho.

Entró con tranquilidad, sin rastro de vergüenza, directo a la cocina.

Lo observé mientras agarraba un vaso de plástico y se servía agua. Luego caminó hacia mí.

—Le dejamos un poquito de desayuno ahí. Debería venir.

Me miró de arriba abajo.

—Definitivamente necesita dormir y comer. Se ve demacrado, señor Sombra.

Maldito mocoso.

—Escuché una risa por acá —murmuré.

—Fui yo. Perdón si lo levanté.

Su tono sonaba despreocupado, como si nada de esto fuera raro.

—Estoy jugando a las escondidas con la tía Rouge. Salí corriendo afuera buscando otro refugio, pero me dio sed.

Miró a su alrededor, como si estuviera asegurándose de que Rouge no estuviera cerca.

Esta jugando.

Esa realidad me golpeó de golpe.

Él juega. Corre. Ríe.

Es un niño.

Un niño ajeno al peso de la desesperación que me consumía unos segundos antes.

Suspirar.

—Deberías irte a esconder antes de que Rouge te encuentre. Yo iré a desayunar.

Caminé hacia la cocina, pero podía oír sus pasos siguiéndome.

Me giré.

El mocoso solo se colocó detrás de mí, en silencio.

Me senté.

Lo vi moverse con rapidez, escondiéndose bajo la mesa, cubierto por el mantel que llegaba hasta el suelo.

Justo entonces, Rouge entró por la puerta principal.

—Shadow, ¿has visto a Shion? Estamos jugando y no lo encuentro. Sabe esconderse demasiado bien. Negué, sin emoción.

Ella no dudó y se fue a otra habitación.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, escuché un susurro bajito:

—Gracias.

Lo vi salir corriendo de nuevo hacia afuera, buscando otro escondite. Por primera vez en mucho tiempo, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro.

Sólo lo observé.

Vi cómo Rouge salía de su escondite con una sonrisa divertida.

—Jaja, él cree que no lo vi. Por Dios, me di cuenta rápido.

Se sentó a mi lado, apoyando la cabeza en una mano con aire pensativo.

—Tenemos que ir al pueblo para hablar con los demás —su mirada se volvió seria—. ¿Quieres ir conmigo? Tengo que llevarme a Shion.

No apartaba la vista de mí, esperando mi respuesta.

Solo asenti.

—Está bien. ¡SHIOOON, VEN!

El niño apareció en la puerta.

Todavía con su capucha puesta.

Todavía con su máscara cubriéndole el rostro.

Su expresión era indescifrable.

—Nos vamos, Shion. Vente, iremos al pueblo rápido.

Shion ascendió, caminó hacia su mochila, pero después de un momento simplemente negó con la cabeza y la dejó.

Fruncí el ceño, observándolo. Luego miré a Rouge, buscando respuestas.

Ella solo lo observaba en silencio, su mirada cargada de melancolía.

Suspiré, sacudió la cabeza y caminó junto a Shion hacia la puerta.

Los dos me miraron, esperándome.

Me levanté y avancé tras ellos.

—Te vas a ir descalzo, ¿o qué?

El niño me miró y soltó una leve risa antes de agacharse para ponerse sus tenis.

—Mi mamá no me deja usar cualquier calzado dentro de la casa, solo pantuflas. Así que me acostumbré.

Se colocaron unos tenis negros.

—Creí que no tenías otros zapatos, solo rojos.

Miré a Rouge, ¿que tenis rojos?, pero ella seguía observando a Shion con atención.

—Esos son para ocasiones especiales.

Su voz sonaba más apagada de lo habitual.

Se puso de pie y se sacudió el polvo de la ropa.

Cerramos la puerta y comenzamos a caminar.

La casa estaba en una pradera, cerca de un campo de lavanda: el lugar favorito de Sonic.

Pedí expresamente que la construiran cerca de ahí.

Quería sentirlo cerca.

Aunque fuera solo por momentos.

Seguimos caminando hasta el borde del bosque, cuando Shion se detuvo abruptamente.

Se quedó rígido.

Sus manos se apretaron contra la tela de su capa.

El viento movió las hojas frente a nosotros, pero él no reaccionó.

—Pasa algo, cariño? —Rouge frenó, y yo también.

Shion no nos miró.

Mantenía los ojos fijos en la entrada del bosque, su máscara cubriendo cualquier expresión que pudiera delatarlo.

Pero la tensión en su cuerpo hablaba por sí misma.

—Mi mamá me dijo que no podía entrar a los bosques… —murmuró, apenas un hilo de voz—. Ella me dijo que ahí solo pasan cosas malas.

Rouge dio un paso hacia él, con intención de tranquilizarlo.

—Shion, cariño, no te—

Me adelanté y estiré la mano frente a él.

—Si quieres, toma mi mano y cierra los ojos. Yo te guiaré hasta la salida, niño.

Shion me miró y, sin dudarlo, tomó mi mano rápido.

Con su otra mano, cubrió la parte inferior de su máscara, como si quisiera reforzar el escudo entre él y el mundo.

Inicié la caminata, sintiendo la risa ligera de Rouge tras nosotros.

El bosque no era tan grande. Solo unos cuantos metros, y pronto estábamos a la entrada del pueblo de Green Hill.

Solté la mano del niño, quien inmediatamente destapó sus ojos y miró maravillado a su alrededor.

Rouge se mantuvo cerca de él, explicándole cada cosa que preguntaba con paciencia.

Fue un momento tranquilo, hasta que un grito rasgó el aire.

Rouge reaccionó de inmediato, volteando rápido y colocando a Shion detrás de ella.

El niño se aferró al borde de su capa, sus manos temblando apenas.

-¡Colorete!

Knuckles apareció de la nada y la abrazó con fuerza.

—¿Estás bien? ¿Te pasó algo? ¡¿Por qué te fuiste sin decir nada?!

Vi cómo Knuckles tomó el rostro de Rouge, examinando con preocupación.

Shion se acercó a mí, su máscara está reflejando el brillo del sol sobre su piel.

—Wow… Hay mucho amor en este aire —me susurró.

No puedo evitar soltar una leve exhalación.

—Knuckles, amor, estoy bien —Rouge acarició sus manos y le dedicó una sonrisa tranquila—. Perdón por irme sin avisar. Surgió un problema y tuve que solucionarlo.

Dios, esto es demasiado romántico para mi estilo.

Me giré hacia otro lado, solo para encontrarme con el resto del grupo ahí, observando la escena.

Amy fue la primera en moverse, acercándose rápido.

—Rouge, ¿estás bien? Nos preocupamos muchísimo. Creímos que algo te había pasado.

—¡Sí, por fin! Rouge, te juro que si no aparecías, Knuckles iba a golpearnos a todos de la desesperación. Mi pobre cara no iba a sobrevivir a un golpe de este equidna malhumorado.

Silver se acercó, con un dramatismo exagerado, apoyando una mano en su frente.

A su lado estaban Blaze, Vainilla y Espio.

—Estoy bien, chicos. Perdón por desaparecer sin aviso, pero surgió algo.

Rouge respiró hondo y miró a Shion con decisión.

—Además, quiero que conozcan a alguien. Shion, cariño, acércate.

Todos dirigieron sus miradas hacia mí y bajaron la vista hasta el niño.

Shion simplemente retrocedió.

Sus dedos apretaron el borde de su capa con más fuerza.

Pero Rouge le dedicó una sonrisa talentosa y lo motivó a acercarse.

Finalmente, Shion se soltó y caminó hasta Rouge.

—Amigos, él es Shion. Es el hijo de una amiga de mi infancia.

Suspiró antes de continuar.

—Mi amiga está en problemas. Me pidió que cuidara a Shion mientras ella solucionaba todo.

Amy, como siempre, fue la primera en presentarse.

—Hola, Shion. Mi nombre es Amy Rose. Él es Silver, Blaze, Vainilla, Knuckles y, por último, Espio.

Amy señalaba a cada uno mientras los presentaba.

Shion tragó saliva.

—Hola, mi nombre es Shion… el… Solo Shion, jejeje.

Vi cómo su expresión se tornó nerviosa.

No dijo su apellido.

Rouge reaccionó rápidamente, interrumpiendo la conversación.

—Lo siento nuevamente, chicos. No volverá a pasar.

—No te preocupes, Rouge. Les invitamos unas bebidas mientras hablamos, ¿quieren?

Vi cómo Shion y Rouge se tomaron de las manos antes de asentir.

Todos comenzaron a moverse hacia el local.

Todos, excepto yo.

Preferiría estar sola.

Me di la vuelta para irme, pero una mano me detuvo.

Amy.

—¿Qué quieres?

La miré, con el ceño fruncido.

Ella solo sonrió.

—Solo quería saber si estabas bien… Si querías hablar sobre… Sonic.

Su sonrisa seguía ahí, pero sus ojos estaban heridos.

Nos unía el mismo dolor.

Lo que nos quedó de él.

Los dos lo extrañábamos.

Los dos lo habíamos amado.

Pero yo… yo lo amé de una manera diferente.

Sonic fue mi primer amor. Romántico. Verdadero.

Era mi mundo.

Me devolvió el brillo que creí perdido.

Y ahora me lo había arrebatado.

—No, Amy. Esta vez quiero estar solo.

Ella sonrió con tristeza.

No intenté convencerme.

Comprendía la necesidad de lidiar con el vacío en silencio.

Nos miramos un instante antes de tomar caminos distintos.

No sé en qué momento empecé a caminar hacia el bosque.

Ese maldito bosque.

Ese lugar donde él desapareció.

Me senté en el suelo, mis manos temblando sobre mis rodillas.

Míre a mi alrededor.

Esperando verlo.

Esperando que apareciera de la nada, con una sonrisa arrogante y un comentario burlón.

Esperando que hiciera lo que siempre hacía.

Jugar con mis emociones.

Provocarme.

Desafiarme.

Y entonces, en algún momento, ganarse mi corazón sin siquiera intentarlo.

Pero no apareció.

No iba a aparecer.

No iba a volver.

La realidad me tocó con toda su crueldad.

Se había ido.

No estaba muerto.

Yo lo sabía.

Pero me había dejado.

Me había dejado atrás, como si nada.

**Como si nunca hubiera significado nada.**

Y sin embargo, aquí estaba yo.

Aferrándome a lo poco que quedaba de él.

Las lágrimas comenzaron a caer sin permiso, deslizándose por mi rostro, calientes y rabiosas.

—Perdón…

Mi voz apenas salió, rota, sofocada por la presión en mi pecho.

—Perdón por no saber cómo soltarte… Es mi primera vez amando a alguien de verdad, Sonic.

Me mordí el labio, mi cuerpo temblando de frustración.

Por favor, vuelve.

Rómpame el corazón.

Haz que te odie.

Haz que no me importe.

Vuelve.

Aunque sea solo para destruirme.

Vuelve, maldita sea.

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Chapter 8: Entre la Luz y la noche

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

POV Shion

La noche envolvía la ciudad en un resplandor suave, como un manto de estrellas reflejado en las luces neón. Había vida en cada rincón: risas despreocupadas, murmullos acogedores, pasos resonando en el pavimento como una melodía tranquila.

Me gustaba observar todo desde mi pequeña burbuja, oculto tras mi máscara, con mi capa arropándome como un escudo. Mirar a las parejas compartiendo besos, a los amigos estrechándose en abrazos… y a las madres tomando las manos de sus hijos con cariño, guiándolos en medio de la multitud.

El pecho se me apretó.

¿Cómo estará mamá?,¿Cómo estarán Nad y Owen? ¿Pensarán en mí? ¿Me estarán buscando?

La duda se aferró a mi piel como una brisa fría. Sacudí la cabeza, intentando disipar. No puedo pensar en eso ahora.

Tomé mi frappé y me enfoqué en el ambiente que me rodeaba. Este lugar era cálido. Acogedor.

Mi familia—o al menos, la parte de ella que aún no lo sabe.

Rouge abrazaba al tío Knuckles con una sonrisa suave. La tía Amy repartía bocadillos mientras cantaba con esa energía contagiosa. Silver y Cream entonaban canciones entre risas, y Blaze los observaba con una chispa divertida en los ojos. Todo se sentía… correcto

Pero faltaban otras personas. El señor Shadow, el grupo Chaotix, la señora Vanilla y muchos más. Un día los conoceré.

Me froté los ojos debajo de la máscara. Tengo sueño, pero no quiero irme todavía.

Busqué una solución rápida y mis ojos encontraron dos sillas vacías y la chamarra abandonada de Shadow. Sonreí con un toque de picardía.

Perfecto.

Junté las sillas, tomé la chamarra y la acomodé encima. Me acosté con satisfacción, sintiendo su peso sobre mí.

Era cálida. Firme. Como una presencia silenciosa que protegía. Como si, de alguna manera, me estuviera cuidando.

Me acomodé la capa sobre los hombros y hundí el rostro en la tela, buscando ese último refugio antes de cerrar los ojos. Hora de dormir.

—Shion, cariño, es hora de irnos.

Solté un suspiro y me acurruqué más.

—Cinco minutos… todavía no quiero levantarme.

Escuché risas suaves alrededor.

—Qué más quisiera, nene. Si quieres, te cargo y nos vamos volando.

Mis ojos se abrieron de golpe, la somnolencia evaporándose al instante.

—¿¡Vamos a volar!? ¡Sísisisisi, por favor! Me portaré bien, lo juro.

Rouge soltó una carcajada.

—Jajaja, cálmate, Shion. Nos iremos volando entonces, pero primero hay que despedirnos.

La emoción me dominaba, salté de alegría.

—¡Adiós a todos, los veo luegooo!

Corrí hacia Rouge y tiré de su mano con entusiasmo, pero ella me detuvo con firmeza.

—No, no, Shion. Te tienes que despedir bien.

Sentí una mano en mi hombro.

—Jajaja, Shion es muy impulsivo—escuché decir al tío Silver—. Me recuerda a Sonic.

El aire cambió.

La calidez que había envuelto la noche se disolvió en una brisa pesada. Un silencio cayó sobre todos, sutil pero presente.

Hablar de mamá era complicado para mí… pero para ellos debía de ser aún peor.

Ajusté la máscara inconscientemente, como si necesitara ocultarme más en ella.

—Bueno… adiós y bonita noche.

Agarré la mano de Rouge y nos fuimos. Caminando en la quietud de la calle, alcancé a oír un suspiro detrás de mí.

—Siempre que lo nombran, se pone un ambiente pesado.

Asentí sin decir nada.

—Lo entiendo. Mamá es un misterio—murmuré—. Siempre es seria, amargada… y sí, es una buena mamá, pero...

 

—Espera, espera… ¿Sonic? ¿Estamos hablando del mismo Sonic?

Miré a Rouge, desconcertado. Pero la sorpresa en su rostro fue aún mayor.

Me miraba como si acabara de decir que el cielo era verde.

—Perdón, Shion. Te mando demasiada información. Sabes, eres un niño… disfruta tu infancia, igno—

No la dejé terminar.

—Mi mamá siempre fue sincera conmigo, aunque fuera doloroso. Nunca quiso secretos. Me contó todo... que no me quería, que me odiaba. Siempre fue sincero, aunque doliera.

Las palabras salieron sin titubeos, sin dudas, solo como un reflejo de una verdad que había aceptado hace mucho.

—Supongo que eso me ayudó a entender los sentimientos maduros —seguí, mi voz estable, pero con una sombra imperceptible detrás—. Me dejaba jugar, explorar… pero también había momentos en los que quería que fuera maduro.

Cada recuerdo se desplegaba en mi mente con una claridad inquietante.

—Si alguien moría, me decía cómo fue su muerte. Me dejaba ver a la muerte en persona. Según él, eso me ayudaría a comprender el proceso de la vida… y que muchas personas mueren antes de tiempo.

El viento sopló con un dejo de frialdad.

—Si alguien se lastimaba, me decía que lo curara. Y lo hacía. **Yo cosía las heridas de mi mamá.

Vi a Rouge tensar levemente los labios, pero no me detuvo.

—Siempre he pensado que los tres fueron los pilares de mi crianza. Nad fue el amor, Owen la protección y mi mamá… la madurez.

De repente, sentí unos brazos rodearme con firmeza.

Un abrazo sincero.

Un abrazo que intentaba sostener todas las partes de mí que tal vez ya estaban demasiado acostumbradas a estar solas.

—Oh, Shion… No sé por qué tu mamá se comportó así contigo. Sonic no era así.

—Supongo que por algo suceden las cosas.

Me puse de pie y extendí una mano hacia Rouge. Ella me miró por un momento antes de tomarla sin dudarlo, aceptando el gesto con una sonrisa pequeña.

Me tomó de la mano y me cargó con facilidad. Desde arriba todo se veía diferente, más pequeño, más sereno.

Entonces, mi mirada se posó en un campo de lavanda cerca de la casa.

—¿Por qué escogieron esta zona para vivir?

—Shadow quería esta zona. El campo de lavanda que ves era el favorito de tu mamá. Ahí se escondía y se dormía… era su zona segura.

Rouge descendió y aterrizamos en casa.

—Bueno, Shion, es hora de dormir.

Me metí en la cama y el cansancio me venció. Caí dormido de inmediato

 

Me desperté de golpe al escuchar un ruido en la cocina.

Parpadeé varias veces, tratando de orientarme. ¿Quién estará molestando tan temprano?

Giré la cabeza hacia el reloj junto a la cama de Rouge. 6:30 a.m.

Suspiré.

Me moví con cuidado, procurando no pisar nada. Abrir la puerta sin hacer ruido iba a ser lo complicado…

Deslicé la mano con paciencia, solo lo suficiente para abrir un espacio por donde pudiera salir.

Fuga.

Finalmente, logré salir sin despertar a nadie. Cerré la puerta lentamente y agudicé los oídos.

El ruido sonaba otra vez.

Definitivamente venía de la cocina.

Avancé con sigilo, listo para cualquier ataque. Tengo que proteger a la tía Rouge, cueste lo que cueste.

Me pegué a la pared, el corazón acelerado. Solo tenía que girar y ver quién estaba ahí.

Vamos, Shion. Como te entrenó mamá.

Sin dudarlo, salí corriendo y golpeé detrás de la rodilla de la figura.

Escuché un quejido y un golpe seco.

—¡Oyeee, niño! ¿Qué te pasa?!

Mis ojos se abrieron de golpe.

Shadow estaba agachado, su ceño fruncido en evidente molestia.

—¡Perdón, señor Shadow… disculpe, oh dios, en serio, mil disculpas, yo—

Me callé de inmediato.

Oh no Mi capa. Mi máscara.

El pánico me recorrió en un instante. Sin pensarlo, salí corriendo hacia la sala de estar, donde había dejado mis cosas.

—¡Oyeeee! ¡Ven y discúlpate, mocoso!!!

Escuchaba sus pasos acercándose rápidamente, pero en ese momento solo tenía una prioridad: **no puede ver mi cara… no todavía.**

Agarré la capa y me la puse a toda velocidad.

¿Dónde está la máscara?!

Mis ojos encontraron una mascarilla sobre la mesa.
No importa. Algo es algo.

Me la puse rápidamente y giré para enfrentarme a él.

—Lo siento, señor Shadow. No quería hacerlo, es solo que me asustó.

Shadow estaba de pie enfrente mío, su expresión de enojo clara mientras sus dedos presionaban su entrecejo, frustrado.

 

Me desperté de golpe al escuchar un ruido en la cocina.

Parpadeé varias veces, tratando de orientarme. ¿Quién estará molestando tan temprano?

Giré la cabeza hacia el reloj junto a la cama de Rouge. 6:30 a.m.

Suspiré.

Me moví con cuidado, procurando no pisar nada. Abrir la puerta sin hacer ruido iba a ser lo complicado…

Deslicé la mano con paciencia, solo lo suficiente para abrir un espacio por donde pudiera salir.

Fuga.

Finalmente, logré salir sin despertar a nadie. Cerré la puerta lentamente y agudicé los oídos.

El ruido sonaba otra vez.

Definitivamente venía de la cocina.

Avancé con sigilo, listo para cualquier ataque. Tengo que proteger a la tía Rouge, cueste lo que cueste.

Me pegué a la pared, el corazón acelerado. Solo tenía que girar y ver quién estaba ahí.

Vamos, Shion. Como te entrenó mamá.

Sin dudarlo, salí corriendo y golpeé detrás de la rodilla de la figura.

Escuché un quejido y un golpe seco.

—¡Oyeee, niño! ¿Qué te pasa?!

Mis ojos se abrieron de golpe.

Shadow estaba agachado, su ceño fruncido en evidente molestia.

—¡Perdón, señor Shadow… disculpe, oh dios, en serio, mil disculpas, yo—

Me callé de inmediato.

Oh no.

Mi capa. Mi máscara.

El pánico me recorrió en un instante. Sin pensarlo, salí corriendo hacia la sala de estar, donde había dejado mis cosas.

—¡Oyeeee! ¡Ven y discúlpate, mocoso!!!

Escuchaba sus pasos acercándose rápidamente, pero en ese momento solo tenía una prioridad: no puede ver mi cara… no todavía.

Agarré la capa y me la puse a toda velocidad.

¿Dónde está la máscara?!

Mis ojos encontraron una mascarilla sobre la mesa.

No importa. Algo es algo.

Me la puse rápidamente y giré para enfrentarme a él.

—Lo siento, señor Shadow. No quería hacerlo, es solo que me asustó.

Shadow estaba de pie enfrente mío, su expresión de enojo clara mientras sus dedos presionaban su entrecejo, frustrado.

—Perdón, señor Shadow. No volverá a pasar.

Su mirada se mantenía fija en mí.

Mi respiración se aceleró ligeramente. ¿Será que me vio? ¿Vio mis púas… o el color de ellas?

Ay no.

Mamá me va a matar.

—Tus ojos… ¿son ámbar?

Mis ojos.

Oh, dios. Mis ojos.

Tragué saliva.

—Sí, ehhh… Mi mamá me dijo que mis ojos son iguales a los de mi abuela.

Desvié la mirada, como si con ese gesto pudiera escapar de la tensión que se acumulaba en el aire.

Ay dios, qué tensión.

—Nuevamente, mil disculpas, señor Shadow. No volverá a pasar.

Agaché la cabeza. No quería que siguiera mirándome así.

Caminé lentamente hacia la salida, esperando que el silencio significara que todo había terminado.

—Mocoso...

Me detuve de inmediato y giré para verlo.

—Tus ojos son bonitos.

Sentí que mi corazón dio un pequeño vuelco.

—Y aparte, no te disculpes. Yo entré furioso a la casa y desordené todo. Perdón.

Shadow… ¿disculpándose?

Wow.

—No se preocupe, señor Shadow. Y muchas gracias.

Sin poder evitarlo, di un salto antes de salir a jugar.

Él me quiere. Yo lo sé.

Notes:

Primero que nada mil disculpa amigos, tarde el capítulo y no crei tener que decir estoy pero estuve ocupada en la universidad 😔, pero al fin pude terminar el capítulo, espero que les guste mucho y muchas gracias

Chapter 9: Entre risas y ausencias

Notes:

Hola bandaaa soy yo de nuevo, al fin ya tengo que otro capítulo terminando. La verdad es que si estuve ocupada pero después de todo acá está el capítulo. La verdad es que me emociona, yo quería agradecer a todos que leen mi historia, muchas gracias. Agradezco que le den la oportunidad a mi primer proyecto. Y solo como toque final se acerca un capítulo súper emocionante, que hará que la relación de los demás y shion sea mucho más potente. Bueno los dejo, los quiero mucho banda.

Chapter Text

---POV ROUGE

El sonido del metal de la cama al crujir bajo mi peso fue lo primero que noté al despertar. Me quedé ahí un momento, mirando el techo, sintiendo el vacío a mi lado. Shion ya no estaba. No era la primera vez que se levantaba antes que yo, pero aún así, un reflejo protector me hacía revisar si la puerta seguía con seguro. La cerré anoche, asegurándome de que nadie pudiera entrar y ver su rostro, sus púas… su herencia.

Suspiré, masajeando mis sienes. Ahora entiendo mejor a mi hombre, lo difícil que es cargar con algo tan grande. Ser guardián no es solo proteger físicamente, sino lidiar con el miedo, la incertidumbre. ¿Heredó Shion también su velocidad? Supongo que tendré que descubrirlo.

Me estiré, sintiendo la tensión acumulada en mi cuerpo, antes de hacer mis aseos y elegir mi atuendo. Un día cálido… pantalón acampanado, corset rosa con negro, guantes y botines. No era solo estilo, era costumbre. Era mi identidad.

Salí a la cocina, mis movimientos automáticos mientras preparaba mi desayuno. El silencio era agradable, pero no duró mucho.

Pasos rápidos. Livianos.

—Buenos días, tía Rouge. ¿Cómo amaneciste? —La voz de Shion rompió la quietud. Me abrazó con fuerza antes de mirarme con esos ojos llamativos.

Llevaba cubrebocas y capa, una imagen que me hizo sonreír.

—Así que ya dejaste ver tus ojitos, ¿verdad, cariño? —dije en tono suave.

Se agachó, riéndose entre dientes.

—Ay, tía, casi me descubre el tío Shadow…

Fruncí el ceño, mi corazón dando un salto.

—¿Cómo que casi te descubre? ¡Dios, Shion, debes tener cuidado! —Lo atraje hacia mí, abrazándolo con más fuerza. Era mi único sobrino, mi responsabilidad.

Él me miró con ese brillo especial en los ojos, como si guardara un secreto. Algo en su expresión me hizo bajar la voz.

—Shion… quería preguntarte algo… —Le acomodé con delicadeza un mechón rebelde.

Antes de poder continuar, una sombra se alzó en el umbral.

—Hola, cariño. —Saludé a Shadow, manteniendo la calma, aunque noté cómo la presencia de mi compañero tensaba el ambiente.

Shion no parecía sorprendido. Se quedó tranquilo, como si ya hubiera sabido que Shadow estaba ahí desde mucho antes. ¿Cuánto había aprendido este niño? Demonios. Sonic realmente lo entrenó mejor de lo que pensaba.

Shadow cruzó la cocina, dejando que la conversación fluyera naturalmente.

—¿Qué hay de comer? —Se dejó caer en una silla de la mesa, su tono seco pero cómodo.

Negué con una sonrisa leve.

—Ay, cariño, solo me preparé mi desayuno. Shion… —Lo miré y él asintió.— El nene ya comió al parecer. ¿Quieres que te haga algo?

Shadow negó con un movimiento breve de cabeza.

—No, gracias, Rouge…

Hubo un pequeño silencio antes de que soltara la verdadera razón de su visita.

—Por cierto, GUN me mandó mensaje. Solicitan nuestra presencia mañana… Creo que es una misión.

Enderecé mi postura, mis brazos aún rodeando a Shion, mientras mi mirada se afilaba sobre la de Shadow.

—Hay algo más, ¿verdad? —No era solo una corazonada, era certeza.

Shadow mantuvo su expresión firme, pero su mirada se oscureció levemente.

—Si es la misión que creo que es… durará una semana.

Mi pecho se comprimió. Miré instintivamente a Shion, quien observaba en silencio. Entendía lo que significaba eso.

—No podemos dejarlo solo acá.

El niño, con su dulzura característica, alzó la mirada con una sonrisa suave.

—Si quieren, puedo irme a dormir a casa de mis amigos —su tono era natural, como si ya tuviera un plan.

Dios, este niño. Siempre buscando soluciones, siempre intentando ser fuerte por nosotros. Sonic y los demás realmente hicieron un buen trabajo con él.

—O si quieren, también puedo ir a una guardería y quedarme ahí la semana —añadió con inocencia.

Solté aire con fuerza, negando de inmediato.

—Dios no, niño. ¿Cómo crees que te dejaremos ahí? —Mi voz salió más afligida de lo que esperaba.

Shadow lo miró con frustración.

—Podemos preguntarle a Amy si puede quedarse con ella.

Se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro, su energía inquieta. Él, la criatura más serena en batalla, estaba ahora perdido en pensamientos sobre qué hacer con un niño.

—Y yo aquí pensando soluciones como si realmente fuera mi sobrino… —murmuró, con una mezcla de resignación y algo que no lograba identificar del todo.

Lo observé, hasta que no pude evitar soltar una risa ligera.

—Ay, Shadow, no seas así. Además, yo sé que quieres al niño. —Sonreí con cariño, viendo cómo Shion escondía su rostro, riéndose bajito. —Shion sabe cómo hacer para que lo ames…

Y ahí estaba la verdad, flotando entre nosotros.

 

—Bueno, Shion y yo iremos al campo de lavanda.

No esperé una respuesta de Shadow. Antes de que pudiera decir algo, tomé a Shion en brazos y salí corriendo de la casa, emprendiendo el vuelo.

El sonido del viento contra mis alas era lo único que nos acompañaba en el trayecto. Shion se mantenía aferrado a mí, recostado contra mi cuello, disfrutando del viaje sin hacer preguntas innecesarias. Pero cuando vio el vasto campo de lavanda extendiéndose bajo nosotros, se incorporó un poco, observando el paisaje con una mezcla de curiosidad y asombro.

—¿Al campo de lavanda? ¿Por qué? —preguntó, apartando su carita de mi cuello.

—Para que conozcas el lugar favorito de tu mamá. ¿No lo quieres conocer? —Lo miré con ternura.

Sus ojos se iluminaron con sorpresa.

—¡Claro que lo quiero conocer! Es solo que me tomó desprevenido… —dijo, antes de volver a recostarse contra mí, confiado.

En menos de cinco minutos, el campo de lavanda apareció ante nosotros, extendiéndose como un océano púrpura bajo el sol. Aterricé con suavidad y bajé a Shion de mis brazos.

Lo primero que hizo fue detenerse por un instante, sintiendo el aroma rodearlo. Con un gesto tranquilo, se quitó la capa y el cubrebocas, dejando que el viento acariciara su rostro. Era como si el campo lo invitara a ser completamente él mismo, sin barreras, sin necesidad de esconderse.

Y entonces corrió.

Sus pasos eran ágiles, rápidos, llenos de vida. Se movía de un lado a otro, agachándose para respirar el dulce aroma de las flores. Nunca arrancó ninguna. Solo las admiraba, tocándolas con la punta de los dedos, dejándose envolver por el momento.

Observándolo, saqué con cuidado una pistola, apuntándole a Shion con firmeza.

—Si vas a disparar —su voz resonó tranquila, sin perder su sonrisa—, procura que sea una pistola de verdad y no una de balines. Y siempre apunta a la cadera para inmovilizar a la persona.

Mi pulso se aceleró.

Antes de que pudiera reaccionar, Shion desapareció de mi vista y, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba frente a mí.

—Lo único que me harás serán moretones —dijo con una confianza inquietante—. Pero si quieres hacerme más daño, entonces dispara a la cabeza para que me desmaye. Eso sí, dispara dos veces.

Me quedé helada.

—¡Tienes la supervelocidad de tu mamá! —Mi voz salió entre un jadeo y una certeza. Bajé la pistola, incapaz de quitarle los ojos de encima.

Shion solo rió, cubriéndose la pancita con ambas manos.

—¡Claro! Soy su hijo, ¿no? —dijo con alegría, aún disfrutando la revelación.

Algo dentro de mí se comprimió. Me incliné lentamente y tomé sus brazos con delicadeza.

—Perdóname, Shion. Tenía que comprobarlo… Y veo que también eres perceptivo a lo que sucede a tu alrededor.

Él mantuvo su sonrisa, pero esta vez hubo algo más en su mirada. Comprensión. Paciencia. Madurez más allá de su edad.

Tomó mis manos con suavidad y, con una voz sincera, me dijo:

—Tía Rouge… cuando te dije que mi mamá me entrenó junto a mi tía y mi tío, es porque en serio lo hicieron.

Las palabras quedaron flotando en el aire, entre los campos de lavanda.

Ahí estaba, el niño que creí proteger, demostrándome que ya sabía cómo sobrevivir.

Shion movía sus pies con cierta diversión, una sonrisa juguetona en su rostro.

—Aunque sabes, tía, había otras maneras de comprobar mi supervelocidad, pero bueno… —su tono era tranquilo, con un dejo de picardía.

Le sostuve la mirada, cruzando los brazos con una leve sonrisa.

—Tienes razón, Shion… —murmuré, sintiendo el aire cargado de lavanda a nuestro alrededor.

Lo observé un momento, y en ese instante no vi solo a él. Vi a su madre.

—Sabes… te miro y no puedo evitar ver a tu mamá. —Mi voz tenía un matiz de amor y tristeza entrelazados.

Shion me miró con curiosidad, su expresión suavizándose.

—¿Lo extrañas? —preguntó mientras su pequeña mano se dirigía a mi mejilla.

El gesto fue tan natural que apenas supe cómo responderle sin que mi voz se quebrara.

—Sí, Shion. Sabes… aparte de compañeros, Sonic fue mi amigo. Era ese amigo en el que podías confiar, el que entendía todas mis bromas pesadas. Aunque fuera un hombre, entendía hasta las cosas de chicas —reí suavemente, dejándome llevar por los recuerdos.

Shion escuchaba con atención, sus ojos brillando con un cariño profundo.

—Aparte, tu mamá era muy guapo —confesé con una sonrisa juguetona.

Él se inclinó ligeramente hacia mí, con una expresión traviesa.

—Pues tía, mi mamá no te ha fallado. Sigue siendo el más guapo de nuestro pueblo. No por nada ha ganado la corona de la belleza por tres años consecutivos. —Su mano derecha hizo la forma de una corona sobre su cabeza.

Solté una carcajada.

—Jajajaja, tu mamá sigue siendo una diva.

Comencé a caminar, disfrutando la ligereza del momento.

—Claro que sí. Él es hermoso, es alto, su pelaje es de un azul un poco más oscuro, y sus ojos… esos ojos esmeralda… Aaaah, me hubiera gustado tener sus ojos. —Shion hablaba con una admiración genuina mientras caminaba a mi lado.

—Muchos en el pueblo aman a mi mamá, incluso tiene muchos pretendientes. Mi tío Owen era uno de esos. —Sus pasos se volvieron más juguetones mientras me rodeaba.

Lo miré con interés.

—Sabes, Shion, incluso tu mamá aquí en Green Hill también tuvo muchos pretendientes.

Shion frenó en seco, volteándome a ver con los ojos abiertos de par en par.

—¿Qué?

Asentí con una sonrisa divertida.

—De hecho, Shadow es uno de sus pretendientes… También Amy, el chico de la tienda de donas, las gemelas… Incluso Blaze llegó a gustarle Sonic, aunque ya no le guste.

Shion tenía la boca abierta a más no poder mientras me escuchaba.

—No puede ser… ¡Mi mamá es famoso!

Solté una carcajada, disfrutando su asombro.

Seguimos platicando sobre la vida en Green Hill mientras el viento nos envolvía en nuestro vuelo de regreso. Shion, con su capa ondeando y su mascarilla bien puesta, se mantenía cerca, su energía vibrando con emoción contenida. En el aire, le pregunté si quería quedarse con Amy mientras yo iba a la misión. Sin dudarlo, aceptó. Parecía cómodo con la idea.

Al aterrizar en casa, lo primero que vi fue a Shadow, esperando en la puerta con todo listo para partir a GUN. Sin perder tiempo, nos movimos rápido hacia el pueblo. Lo bueno de un lugar pequeño es que todos se conocen, y al parecer la noticia de la llegada de Shion ya se había esparcido. Todos lo saludaban, y él, con su encanto natural, devolvía cada saludo con una sonrisa amigable. A pesar de la calidez del ambiente, mantenía su mascarilla y su capa, cuidando su identidad.

Me detuve en el parque, dejando a Shion en un lugar seguro.

—Ok, Shion, escúchame bien. En unos minutos, Amy vendrá a recogerte. Yo iré rápido a GUN y volveré tan pronto como pueda. No creo que demore mucho, si todo va bien estaré aquí en unas seis horas, ¿de acuerdo?

Shion asintió con confianza, sus ojos brillando con seguridad.

—Claro que sí, tía, no te preocupes. Esperaré a la tía Amy y me iré con ella hasta que regreses.

Mi pecho se apretó un poco, pero lo abracé fuerte antes de despedirme, dejando un beso en su frente.

—Te quiero, Shion. Cuídate.

Caminé hasta Shadow, lista para partir.

—Adiós, señor Shadow. Cuide a mi tía, por favor. —Shion se despidió desde lejos con voz firme.

Shadow solo asintió antes de agarrar mi mano.

—Chaos Control.

Y en un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos dentro de las instalaciones de GUN.

Suspiré, ajustando mi postura.

—Ah, dios… Hagamos esto rápido. —Mis pasos resonaban mientras caminaba directo a la oficina del agente a cargo.

—Rouge. —Shadow habló, deteniéndome a mitad del camino.

Lo miré de reojo, reconociendo la seriedad en su tono.

—¿Tú crees que Amy podrá cuidar al niño? No quiero preocuparte, pero… ¿qué haremos si Eggman ataca y Amy tiene que ir a ayudar?

Shadow me miraba con esa intensidad característica suya. Sabía que no era solo preocupación por la misión. Él estaba genuinamente intranquilo por Shion.

Me acerqué un poco, colocando una mano en su hombro con suavidad.

—Oh, Shadow… Shion estará bien. Créeme. Si Amy tiene que ir a ayudar, Shion sabrá cuidarse por sí solo. —Le sonreí con calidez, transmitiéndole la certeza que yo misma sentía. —Confío en mi sobrino. Su mamá le enseñó a cuidarse solo.

Vi cómo Shadow procesaba mis palabras, pero antes de que pudiera responder, dejé escapar una sonrisa juguetona.

—Aparte, le diré a mi hombre que también cuide a Shion mientras no estoy. —Mi tono tenía un deje pícaro.

Shadow bufó, cruzando los brazos.

—Bueno, si lo cuida el estúpido de Knuckles, entonces estará bien.

Se zafó de mi agarre y comenzó a caminar, claramente queriendo evitar más conversaciones sobre el tema. Me reí por lo bajo antes de soltar una provocación final.

—Ya quieres a mi sobrino, ¿acaso? —canturreé con diversión.

Solo escuché un quejido de molestia de su parte antes de que siguiera caminando. No pude evitar soltar una carcajada.

—Jajajaja, Shadow… —Levanté vuelo, riéndome mientras lo seguía.

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---POV SHION

Tan pronto como la tía Rouge y el señor Shadow desaparecieron, me fui directo a los columpios. Todo estaba tranquilo… hasta que vi unas púas blancas.

Supe de inmediato quién era.

Me moví rápido y me puse detrás de él sin hacer ruido.

—¡Hola, señor Silver! —solté con entusiasmo.

El resultado fue espectacular. Silver brincó como si hubiera pisado una trampa, soltando un grito ahogado mientras se llevaba una mano al pecho.

—¡Dios, Shion! —jadeó, con los ojos desorbitados—. Por favor, no me hagas esto. Se supone que tengo 19, pero si me sigues espantando así, me va a dar un infarto y acabaré como abuelo en un hospital.

No pude aguantarlo. Solté una carcajada fuerte.

—¡Lo siento, señor Silver! Jajajaja, no volverá a pasar… creo. Jajajaja.

Silver se recompuso, sacudiendo la cabeza.

—Ntp, Shion… Pero oye, no me digas ‘señor’. Me haces sentir viejo. Mejor dime ‘tío’. —Enderezó la espalda con orgullo. —Seré el mejor tío y mucho más querido que Rouge. No sabrá ni en qué momento ahora yo seré el tío favorito.

Lo miré con diversión.

—Ok, tío Silver… Aunque dudo que le quites ese título a la tía Rouge.

La sonrisa de Silver desapareció en un instante.

—¡¿Cómo que no?! No sabes con quién hablas, Shion. Verás que me vas a amar, y la tía Rouge caerá en desgracia. —Se cruzó de brazos, fingiendo indignación.

Antes de que pudiera seguir con su ‘plan de dominación’, cambió de tema.

—Por cierto, Amy me pidió que te llevara a la cafetería. Hoy tiene muchos clientes.

—¡Oki, tío Silver!

Comenzamos a caminar, y en menos de seis cuadras ya estábamos frente a la cafetería.

Desde afuera, el panorama era preocupante.

—Si desde aquí se ve así de lleno, no quiero imaginar adentro… —murmuré, sintiendo un escalofrío.

Silver tragó saliva.

—¿Listo para esta guerra, Shion?

Nos agarramos las manos con fuerza.

—Más que listo, tío Silver.

Cruzamos la puerta… y el caos nos golpeó como un huracán.

Gente corriendo de un lado a otro. Mesas llenas. Órdenes gritadas como si estuviéramos en una subasta.

—¡Aaaaah, todo es un alboroto, tío! —grité sobre el ruido.

—¡Shion, no te sueltes! ¡Esta marea de gente es brutal!

Nos agarramos lo más fuerte que pudimos… Hasta que nos separaron como si fuéramos hojas al viento.

—¡Aaaaah, tío! ¡Ayuda! —exclamé mientras la multitud me arrastraba sin misericordia.

—¡Nooo, sobrinoooo! ¡Quítenseeeeee! ¡No puedo perder a mi único sobrinoooo! —Silver intentó abrirse paso, pero la fuerza de la gente lo empujaba hacia atrás.

Entonces se congeló en su lugar, sus ojos parpadearon y soltó un gruñido.

—¡Pero qué estúpido soy! ¡Si tengo telequinesis!

Un segundo después, sentí que comenzaba a flotar sobre la multitud, como un héroe en medio de la batalla, hasta que Silver me llevó suavemente hasta la puerta de la cocina.

Nada más aterrizar, Silver me atrapó en un abrazo dramático.

—¡Aaaah, mi sobrino está bien! —exclamó con alivio exagerado.

Me aferré a él, todavía recuperando el aliento.

—Sentí que moría…

Silver me acarició la cabeza con seriedad fingida.

—Calma, calma. Ya estás a salvo.

Me miró con ojos suplicantes.

—Por favor, no le digas a Amy ni a Rouge que casi te mueres por esta marea de gente. No quiero que me regañen.

Solté un suspiro.

—No diré nada.

Silver soltó un aire de alivio antes de girarse hacia la cocina.

—¡Amyyy! ¡Ya estoy aquí con Shion!

Al entrar, el caos en la cocina era casi igual al del salón. Ocho personas moviéndose frenéticamente. La escena parecía una coreografía descontrolada.

Entre todo, vi a una eriza rosada acercarse apresuradamente.

—Oh, dios, Shion, qué bueno que estás aquí. Perdón por todo este desastre, pero como podrás ver, hay muchísima gente. —Amy suspiró con agotamiento, ya se veía exhausta.

Sentí que debía hacer algo.

—Tía Amy, yo puedo ayudar. Si gusta, puedo lavar trastes.

Su expresión cambió por completo.

—¡Qué buena idea, Shion! Yo te ayudaré a mover los platos y entregarlos. O sea, seré mesero. —Silver habló, poniéndose un mandil con la seguridad de quien cree que acaba de obtener un trabajo profesional.

Amy nos miró con alivio genuino.

—¡Awww, muchas gracias! Sería de gran ayuda.

Silver y yo nos cruzamos una mirada determinada.

Nos fuimos a nuestros puestos y empezamos a actuar.

No sabía cuántos trastes había lavado ni cuánto tiempo llevaba en la cocina, pero de pronto, un sonido inesperado me hizo detenerme.

Aplausos.

Me giré lo más rápido que pude, solo para encontrarme con un espectáculo surrealista: todos estaban acostados en el suelo, como si un huracán los hubiera derribado.

—¡Al fin se terminó! —exclamó la tía Amy, boca arriba con los brazos y piernas estiradas como una estrella.

Me quedé en silencio, observando la escena con incredulidad.

—Amy, ¿cómo puedes soportar todo esto? Dios, yo estoy cansado… y sudado. —La voz del tío Silver se escuchó desde una mesa de metal, donde estaba tirado sin sus zapatos, solo en calcetines, como si hubiera perdido toda voluntad de vivir.

Desde algún rincón, una chica —¿un lemur?— se dejó caer junto al grupo con una queja.

—Amy, ahora sí vamos a dormir nuestras 10 horas de sueño seguidas… —murmuró con un tono que rozaba la desesperación.

Un quejido unánime recorrió el lugar.

Sin pensarlo demasiado, fui directo a donde estaba el tío Silver y me acosté a su lado.

Silver apenas me devolvió la mirada con un ojo medio cerrado y el otro intentando abrirse.

—Hola, Shion… ¿Qué tal te fue lavando trastes? —preguntó con voz cansada.

Lo miré divertido.

—Jajaja, están bien, tío Silver… pero creo que tú no lo estás tanto.

Él hizo un gesto con la mano débilmente, como si ya hubiera aceptado su destino.

—Aaaah, no te preocupes, sobrino. Estaré bien… Solo necesito una siesta de 10 horas y vuelvo a ser una persona funcional.

Suspiré, hundiéndome un poco más contra la mesa.

Definitivamente, la cafetería no era para los débiles.

El agotamiento era palpable. La tía Amy se levantó lentamente, soltando un suspiro que parecía llevarse todo el peso del día. A pesar del cansancio, comenzó a recoger la cocina, sus movimientos metódicos, casi automáticos. La observé en silencio, viendo la fatiga en su rostro, la dedicación en sus manos.

Me incorporé y me acerqué con cautela.

—Señorita Amy, ¿quiere que la ayude con algo? —mi voz salió suave, pero firme.

Amy dio un pequeño brinco del susto antes de soltar una risa ligera, casi relajada.

—Oh, Shion, jajaja, me asustaste. No te preocupes, cariño, ya lavaste todos los trastes. Tú descansa.

Su mirada reflejaba un cariño profundo mientras dirigía su mano derecha hacia mi cabeza. A pesar de la capa, pude sentir la calidez en su toque. Un gesto simple, pero que transmitía mucho.

—Sabes… tu presencia transmite un aura de relajación, de paz, de aventuras… —su voz bajó levemente—. Me recuerdas mucho a mi amigo.

Sus ojos se oscurecieron, la tristeza colándose en su mirada de una forma que no intentó ocultar.

Algo en mí se revolvió.

—Perdón, señorita Amy… ¿pero le puedo preguntar algo?

Ella alzó su mirada hacia mí, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y nostalgia, antes de asentir con suavidad.

—Bueno, mi tía Rouge ya me platicó sobre él… sobre su amigo Sonic. Usted lo amaba, ¿verdad?

Amy soltó una risa angelical, pero la nostalgia en ella era innegable.

—Oh, Shion… No solo lo amaba. Era mi amigo. Mi familia. Me salvaba cuando fuera necesario. Le daba esperanza a las personas. Sonic no solo era un compañero… fue la persona que confió en mí, que me ofreció su mano cuando aún éramos unos desconocidos. Sonic no solo era un amor platónico. Era un pilar dentro de mi vida. —Su voz se quebró apenas un poco—. Me enseñó que está bien si quieres llorar, si quieres parar, que estar solo no es malo…

Hizo una pausa, bajando la mirada hacia sus manos. En ellas, sostenía una pulsera que parecía contener años de recuerdos.

—Ves esta pulsera… La compartimos Tails, Knuckles, Sonic y yo. Tiene nuestros colores: amarillo, rojo, azul y rosa. Nos la entregamos cuando éramos niños. Dijimos que si alguna vez se rompía, nuestra amistad se acabaría. Pero Sonic se aseguró de que nunca la rompiéramos… —Amy soltó una risa entrecortada—. Es oro. Jajajajaja.

Nos reímos los dos, aunque había un peso en esa risa.

Era una historia tan simple y, sin embargo, tan llena de significado. Un vínculo que había resistido el tiempo, las batallas, la distancia.

—Por cómo habla de él, veo que era una persona maravillosa. —Mi voz salió más baja de lo que esperaba.

Amy me miró con ternura. Aunque no podía ver mi boca bajo la máscara, ella sonrió como si pudiera percibir mi expresión.

—Sabes, tus ojos son iguales a los de él. Llamativos, alegres. Ojalá lo hubieras conocido, Shion. Te agradaría. No por nada la gente lo ama… incluso Shadow.

Me acerqué un poco más a ella.

—Estoy seguro de que el Sonic también la ama y la extraña, señorita Amy.

Ella solo pudo sonreír. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.

—Oh, Shion… eres muy dulce.

Seguimos platicando sobre ella, sobre cómo abrió su repostería, sus misiones. Cuando terminamos de recoger, permitió que todos se fueran, excepto el tío Silver, que aparentemente dormía en su casa.

Al llegar al salón, un sonido nos interrumpió.

Un teléfono.

Amy corrió a contestar.

—¿Bueno?

Vi cómo asentía y el tío Silver se dejó caer en el sillón nuevamente, listo para seguir durmiendo.

Amy giró hacia mí con el teléfono en mano.

—Shion, es Rouge. Quiere hablar contigo.

Me acerqué corriendo, tomando el teléfono con rapidez.

—¡Gracias, tía Amy! —dije antes de pegar el aparato a mi oído. —¡Hola, tía Rouge! ¿Cómo estás? ¿Cómo va la misión? ¿Cómo está el señor Shadow?

Extrañaba demasiado a la tía Rouge.

—¡Hola, pequeño Shion! Estoy muy bien, nene… Oh, Shion, ya te extraño, mocoso.

Solté una pequeña risa.

—¡Yo también te extraño, tía Rouge! ¿A qué hora vienes? Te tengo que contar sobre mi día.

Hubo un suspiro al otro lado de la línea.

Mi corazón se encogió.

—Perdón, Shion. No voy a poder ir… —Su tono tenía un matiz de tristeza—. La misión ya se me otorgó y, como dijo Shadow, durará una semana, pequeño… Perdón.

Era inevitable sentir el peso de la distancia, pero intenté mantenerme fuerte.

—No te preocupes, tía Rouge, estaré bien. Tú concéntrate en tu trabajo. Yo estaré con la tía Amy y el tío Silver.

Aunque no podía verla, sabía que sonreía.

—Lo sé, estarás bien con Amy. Y de Silver… más bien creo que tú lo cuidarás a él. Oh, dios, ese erizo blanco siempre está en problemas.

Solté una carcajada mientras miraba a dirrección del tío Silver, el seguía profundamente dormido en el sillón, completamente ajeno al mundo. Su postura era… un absoluto desastre.

Tenía una mano colgando en el suelo, como si estuviera intentando tocar la nada. La otra estaba sobre su cara, pero de una manera tan rara que parecía estar protegiéndose de un sol inexistente. Sus piernas estaban dobladas de una forma que desafiaba cualquier lógica anatómica, con un pie metido entre los cojines y el otro en el aire, como si hubiera quedado congelado en medio de un intento de escape.

Y los ronquidos… oh, los ronquidos eran algo digno de estudio. Sonaban como si estuviera luchando contra una aspiradora, con pequeñas pausas en las que parecía que había dejado de respirar solo para, de repente, soltar un sonido de trompeta que casi me hizo saltar del susto.

Lo miré con una mezcla de incredulidad y diversión.

—Sí… definitivamente, más bien yo lo voy a cuidar a él. —murmuré, conteniendo la risa mientras observaba cómo murmuraba algo entre sueños.

Silver seguía en su propio mundo, ajeno a cualquier preocupación, roncando con absoluta confianza en su surrealista postura.

—¡Es un erizo súper cool! Me cae muy bien. Es muy divertido.

Rouge también se estaba riendo.

—fingire que te creo. .......

 

Shion te prometo, que cuando regrese, haré lo que pueda para que conozcas a Tails.

El nombre de mi tío me causaba emoción… pero también miedo.

—No te preocupes, tía. Te esperaré. —Dije, comenzando a brincar de un lado a otro.

—Perfecto, Shion.

Escuché ruido al otro lado de la llamada.

—Peque, me tengo que ir, pero te estaré marcando todo el rato. Cuídate. Te quiero, Shion.

Mi pecho se sintió más pesado.

—Yo también te quiero, tía Rouge. Cuídate.

Colgué el teléfono.

Y por un momento, el peso de todo cayó sobre mí.

Quiero llorar… Quiero que mi mamá esté conmigo, que la tía Nad me abrace, que el tío Owen cuente un chiste todo feo… Quiero irme a mi pueblo, jugar con mis amigos.

—Shion, cariño, te mostraré tu cuarto.

Amy me sacó de mi trance. Parpadeé un par de veces antes de responder.

—Claro que sí, tía Amy.

Subimos a la parte de arriba de la casa. Amy me dio un pequeño recorrido hasta detenerse frente a una puerta.

—Mira, Shion, este es tu cuarto. El mío está justo enfrente. Cualquier cosa, no dudes en tocar mi puerta.

Asentí, dándole las buenas noches antes de entrar. Me metí rápidamente en la cama, sintiendo el cansancio pesar sobre mí.

—Bueno… pasaré una semana acá. Creo que será mejor que me duerma antes de que me dé hambre.

Cerré los ojos.

Y ni supe en qué momento me quedé dormido.

Chapter 10: Relajación

Summary:

Listo banda ya está el capítulo, y aaaaa ahora sí fue mucho texto que escribi, quería abarcar un problema social como lo es la jerarquía que hay en la sociedad pero en este caso es mucho más doloroso. Bueno los dejo banda los quiero y espero que disfruten este capítulo GRACIAS 🫂

Chapter Text

POV ???
Dios… me duele todo el cuerpo. Mi cabeza palpita con violencia, cada latido retumba como un tambor en mi cráneo. Intento abrir los ojos, pero la luz me hiere. Me obligo a mover la mano hacia mi frente. Al contacto, una punzada de dolor me atraviesa. Miro mi palma. Sangre.
—Mierda… Owen, ¿dónde estás?
Mi voz apenas es un susurro rasgado. Parpadeo varias veces, obligándome a enfocar. Owen está a unos pasos de mí, inerte sobre el suelo. No se mueve.
—¡Owen! ¡Dios…!
Intento arrastrarme hacia él, pero cada movimiento me hace sentir cada piedra y astilla incrustándose en mi piel. No importa. Tengo que llegar.

Sigo avanzando cuando noto una sombra sobre mí. Alzo la vista con dificultad.

—Sabes, si sigues arrastrándote así solo conseguirás más heridas y agotamiento.

La voz es grave, firme. No dudo en reaccionar—con un movimiento veloz, saco mi pistola y apunto directamente a su cabeza.

Pero el tipo no se inmuta.

Ni un solo paso atrás.

Mi respiración es irregular, pero mantengo el arma firme. Si hace un solo movimiento sospechoso, dispararé.

—¿Quién eres? No dudaré en apretar el casquillo, y caerás en menos de un minuto.

Lo observo, expectante. Nada. Sus ojos me atraviesan, pero no hay miedo en ellos. Solo un juicio silencioso.

Lleva una chaqueta roja y negra, vendajes cubren sus brazos y torso. No dejo de analizarlo, buscando debilidades… pero entonces, al bajar la mirada, algo me golpea como un relámpago.

Su abdomen. Redondo.

Está embarazado.

Mis labios se entreabren. La amenaza que creía segura se desmorona en segundos.

—¿Qué pasa? ¿Ya no me vas a disparar?

Mi mirada regresa a sus ojos. Fríos, penetrantes. Pero ahora siento que me están evaluando a mí.

—Claro que no. No quiero matar a alguien que espera un niño y cargar con el peso de eso… además, el padre podría estar cerca, y no estoy en condiciones de pelear.

Bajo la pistola lentamente, volviendo mi atención a Owen. Sigue inmóvil. Dios… ¿y si está muerto?

—Tu hermano está bien. Lo verifiqué. Sigue respirando.

La voz del extraño es tajante, pero no tiene interés en calmarme. Lo miro de reojo, pero la urgencia en mi pecho crece.

—Yo quiero verlo con mis propios ojos.

Un suspiro, pesado.

—Bueno, entonces compruébalo por ti misma, coyote.

Frunzo el ceño.

—Cállate, maldito erizo…

De golpe, una sensación extraña me recorre.

—Te conozco… ¿te me haces conocido?

Él no responde. Ni siquiera muestra interés en la pregunta.

—No, no me conoces. Y tampoco quiero conocerte. Así que adiós, y suerte con tu hermano.

Se da la media vuelta. Se va. No puedo dejar que se vaya.

—¡Espera! Maldita sea, odio pedir ayuda, pero la necesitamos.

Nada. No se detiene.

—¡Oye! Conozco un pueblo que nadie más conoce. Es difícil de encontrar. Te puedo llevar ahí. Podrás descansar, comer…

Eso lo detiene. Su espalda sigue dándome la cara, pero su postura ha cambiado.

—Sé que estás escapando. No hay pueblos cerca. Nadie cerca. ¿Qué hace una persona embarazada tan lejos de la civilización?

Finalmente, se voltea. Su mirada. Fría. Pero su color… su color es hermoso.

—Te escucho.

Respiro, tragándome el miedo.

—Nuestro pueblo no es conocido y es muy difícil llegar a él. Por favor, solo quiero tu ayuda para mi hermano. No responde y eso me preocupa. Tiene el sueño muy liviano, es para que el ya estuviera despierto… Por favor.

Lo observo, su expresión sigue impasible, pero entonces, casi de manera inconsciente, su mano toca su abdomen. Lo retira rápido, casi con desprecio, como si el contacto le recordara algo que preferiría olvidar.

—Gracias.

Me toma de la mano con firmeza.

—Escúchame bien, coyote. Si esto es una trampa, no dudaré en atacar y dejarlos a su suerte. No me importan ustedes.

Su tono es frío, pero esta vez lo noto diferente. Mientras me ayuda a ponerme de pie, veo una gota de sangre caer al suelo. De él.

—No es una trampa. La persona más importante de mi vida es mi hermano. Como lo es tu hijo para ti.

El aire se siente pesado.

Suspira.

—Este niño no es importante para mí. Una vez nazca, me iré.

Mis ojos se abren con sorpresa. Lo miro, pero él evita mi mirada.

Por primera vez, noto algo en su expresión.

No tristeza. No preocupación.

Solo indiferencia.

—Mi nombre es Nad y él es Owen.

Me sostengo por mí misma y me acerco a Owen. Tomo su cabeza con cuidado. Sigue respirando. Gracias al cielo.

Vuelvo la mirada al extraño.

—Mi nombre…

es Sonic.

Asiento. Entre él y yo cargamos a mi hermano y comenzamos a caminar directo al pueblo.

 

Pov shion

El sonido de la alarma resonó suavemente en la habitación. Poco a poco, abrí los ojos y me estiré aún acostado. Dios, como amo esta cama. Es tan cómoda que cada mañana me cuesta separarme de ella.

Desde la planta baja, comenzaron a escucharse voces y movimiento. Ya estaban despiertos. Suspiré y me levanté, yendo primero al baño. Me lavé la cara y los dientes rápidamente, me coloqué la capa y ajusté la mascarilla en su sitio. No salgo sin ellas. Después de acomodarlas bien, bajé las escaleras.

La casa de la tía Amy siempre estaba llena de vida. Al entrar a la sala, vi a la princesa Blaze conversando con el tío Silver, mientras los Chaotix desayunaban en la mesa.

—Buenos días a todos.

—Buenos días, Shion. ¿Cómo amaneciste?

Blaze me sonrió con elegancia. Siempre tenía una presencia impecable.

—Muy bien, su majestad. ¿Y usted?

Me incliné en una reverencia.

—Oh, Shion… —Blaze soltó una risita—. Ya te dije que no tienes que ser tan formal conmigo.

No pude evitar admirarla. Era hermosa, sin ninguna duda. Pero entonces, la risa de Silver irrumpió el momento.

—¡JAJAJAJAJA! ¡Shion, ¿qué fue eso?!

Silver seguía riéndose de mi reverencia como si fuera lo más gracioso del mundo. Llevo una semana viviendo con él, y hay días en los que es cool y otros en los que no lo es en absoluto.

—Ay, tío Silver, contigo no puedo hablar. No hablo con personas que roncan como camionero.

Me fui directo a la cocina, escuchando su grito de indignación y la risa de Blaze.

—Buenos días, Espio, Charmy y Vector.

—Buenos días, Shion. ¿Cómo has estado? ¿Qué tal la semana con la señorita Amy?

Vector y Charmy hablaron al mismo tiempo, mientras Espio tomaba té en silencio. Ese chico siempre es tan tranquilo… me sorprende.

—Muy bien, me la he pasado increíble. He hecho muchas pijamadas con el tío Silver y la tía Amy.

Vector iba a decir algo cuando la tía Amy entró a la sala con una sonrisa cálida.

—Buenos días, Shion. Te preparé hot cakes para desayunar.

La tía Amy siempre era tan dulce.

—Muchas gracias, tía. Te quiero mucho.

Ella rió y se sentó a mi lado. La conversación fluía animadamente hasta que Espio aclaró la voz.

—Perdón que interrumpa este momento de tranquilidad, pero tenemos nuevos informes sobre los ataques de Eggman y los demás villanos.

El ambiente cambió. Blaze tomó los papeles con cautela, hojeándolos con paciencia. Con un gesto de su mano, permitió que Espio hablara.

—Como saben, Eggman atacó dos pueblos al mismo tiempo, enviando veinte robots a cada uno. Destrozaron edificios, pero según los testimonios, los robots parecían estar buscando algo. Aún estamos investigando qué.

Espio terminó de hablar, y Silver intervino.

—Por mi parte, estuve investigando a Mephiles. Varias personas lo han visto merodeando en distintos pueblos, buscando a alguien. Cada vez que alguien lo ve, huyen despavoridos… pero no ha atacado a nadie. Solo observa.

El aire se volvió más pesado. Algo no estaba bien.

Amy parecía a punto de decir algo cuando la puerta se abrió de golpe.

—Perdón por la demora. No volverá a pasar.

El tío Knuckles.

Dejé mi comida de inmediato y corrí hacia él. Sin dudarlo, me levantó en brazos y me abrazó.

—Buenos días, mocoso.

Desde que llegué a la casa de la tía Amy, el tío Knuckles nos visita a diario. Me ha enseñado sobre las Esmeraldas, sobre su historia, sobre la Esmeralda Maestra… hasta me ha estado entrenando. Es increíble, sin duda lo más cool de todos los tiempos.

Nos dirigimos a la mesa, y Knuckles se acomodó antes de hablar.

—Bueno… sí tenemos un problema.

Blaze apartó los papeles y lo observó con atención.

—Ayer hablé con Rouge. En su misión encontraron… ya saben…

Hizo una pausa. La frase quedó incompleta, pero todos entendieron.

 

—Eran mestizos. Los están cazando.

El silencio que siguió fue brutal.

—Según lo que sospechamos tanto Rouge, Shadow y yo… podría tratarse de Infinite. Además, algunas personas lo han visto acompañado de los lobos.

El nudo en mi estómago se intensificó. Ese nombre...

—Así que ahora no solo tenemos que lidiar con Eggman y descubrir qué busca, sino que Mephiles está merodeando buscando a alguien… y para rematar, Infinite se ha unido a los lobos.

La presión en mi pecho se hizo más fuerte.

—Matando gente mestiza.

Knuckles asintió.

—Tal vez llegué Rouge y Shadow. Podriamos reunirnos ya sea hoy o mañana para compartir lo que hemos descubierto esta semana.

Blaze asintió, su expresión seria.

—Además, Rouge quiere ver a su sobrino, ¿no es así, Shion?

La tensión en el ambiente se redujo por un momento.

Sonreí con entusiasmo. A pesar de todo, estaba emocionado de verla.

Knuckles se inclinó levemente hacia mí.

—Por cierto, Rouge me pidió que te vigilara y te protegiera. No quiere que te pase nada con lo que está ocurriendo afuera.

Mi corazón dio un vuelco. Rouge siempre ha sido protectora conmigo, pero esto… esto se siente más serio.

Tomé otro bocado, aún sintiendo el peso de la conversación en mi espalda.

No quería interrumpir la conversación, pero la inquietud en mi pecho aumentaba con cada palabra que escuchaba. Ajusté la mascarilla con un movimiento discreto y hablé.

—Disculpen que los interrumpa.

Todas las miradas se dirigieron a mí.

—¿Qué pasa, Shion?

La tía Amy me miró con preocupación.

—Solo quería preguntar… ¿qué son los mestizos?

Un silencio breve se instaló en la sala. Era como si nadie esperara esa pregunta.

—Bueno, Shion, los mestizos son los hijos de personas de diferentes especies.

Blaze respondió con calma, pero su expresión se mantuvo seria.

—Así es. Digamos que si Rouge y yo tuviéramos un hijo, él o ella sería mitad equidna y mitad murciélago.

El tío Knuckles explicó con más detalle.

—¿Pero por qué tanto odio hacia ellos? ¿Por qué los lobos y Infinite los odian tanto?

Era extraño. ¿Por qué odiar a alguien solo por su origen?

—Es muy simple, Shion. Hay quienes creen que los híbridos son especies extrañas, malas, que nacen una genética buena.

Silver habló con una expresión más seria de lo habitual.

—Principalmente los lobos. Ellos tienen una creencia arraigada: para ellos, los híbridos manchan el linaje puro de una especie. No los llaman mestizos, los llaman…

Sangre sucia

El término me provocó un escalofrío.

—Mi tribu pensaba igual que los lobos. Decían que los mestizos eran inaceptables, que cada especie debía estar con su propia especie, sin importar nada. Pero nunca llegamos a hacerle daño a nadie.

Knuckles me miró con intensidad.

—Los lobos, en cambio, sí. Ellos llevan tiempo cazando a los mestizos.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una piedra.

—La señorita Whisper… ¿no es una loba?

Mi mirada recorrió el rostro de todos, buscando respuestas.

—Sí, Shion. Pero ella ya no pertenece a ninguna manada. No piensa como ellos.

La tía Amy intentó tranquilizarme.

—El hecho de que Infinite esté con los lobos significa que comparte su visión. Lo que puede ser muy peligroso.

Vector intervino, su tono grave.

—Los lobos no tienen dones especiales, pero Infinite sí. Y él disfruta mucho torturar y matar.
Mi mente intentaba procesar todo cuando escuché un nombre que hizo que mi pulso se acelerara.
—Sonic tuvo un conflicto con los lobos hace tiempo.
Mi madre.
Mis ojos recorrieron los rostros de todos, pero nadie parecía sorprendidos por la mención de su nombre.

—¿Cómo? ¿Peleó contra los lobos?

Dirigí mi mirada a la tía Amy.

Amy suspiró, como si recordar aquello le doliera.

—Sí, Shion. Sonic vio con sus propios ojos lo que le hacían a los híbridos. Vio cómo los cazaban, cómo los condenaban simplemente por existir. No pudo quedarse de brazos cruzados.

Me quedé en silencio, escuchando cada palabra con atención.

—Intentó razonar con ellos al principio.

El tono de Amy se volvió más pesado.

—No funcionó.

Knuckles intervino, su expresión endurecida por los recuerdos.

—Cuando Sonic se puso en su camino, los lobos no dudaron en atacar. Para ellos, Sonic estaba defendiendo algo que no merecía defensa.

—Tails la ser un zorro tuvo que meterse para apoyar a Sonic

Blaze habló ahora, sus ojos reflejando respeto por lo que habían hecho.

—Cuando Sonic se enfrentó a los lobos, Tails no dudó en estar a su lado. Juntos pelearon por los derechos de los híbridos.

El tío Silver miró hacia la mesa, con un aire pensativo.

—Sonic no busco una batalla física el quería negociar.

Amy asintió con firmeza.

—Negoció. Insistió. Luchó con palabras y con acciones.Sabía que solo con violencia no conseguiría nada, así que buscó cada alternativa posible.

Knuckles cruzó los brazos, pero una leve sonrisa apareció en su rostro.

—Y ganó. Sonic y Tails lograron que los lobos aceptaran un acuerdo. Los híbridos ya no serían perseguidos.

El ambiente cambió.

Blaze sonrió con orgullo.

—Fue impresionante. Sonic logro lo que nadie se había atrevido a luchar

Amy dejó escapar una sonrisa nostálgica.

—Siempre tuvo ese espíritu. Nunca podía ignorar la injusticia.

Silver se recargó en la silla, cruzando los brazos con una expresión de orgullo.

—Era imposible que no lograra el tratado. Sonic es así. No se rinde.

Sentí cómo el aire en la habitación se llenaba de admiración.

Mi pecho se llenó de algo parecido a orgullo.

—Pero tras la desaparición de Sonic, los lobos olvidaron el tratado. Y han vuelto a cazarlos.

Blaze apretó la mandíbula.

—Intentamos detenerlos. Incluso Whisper intentó hablar con ellos, pero no sirvió de nada.

Amy bajó la mirada.

—Tuvimos que expulsarlos. Los lobos no escuchan a razas que consideran inferiores.

El silencio pesó más en la sala.

—Para los lobos, lo que son ellos, los zorros y los chacales son superiores a las demás especies.

Blaze frunció el ceño, tratando de mantener la calma mientras explicaba.

—Por ejemplo, en su jerarquía, los lobos ocupan el puesto más alto. Luego vienen los zorros y después los chacales.

Silver exhaló con frustración.

—Y en la base de la jerarquía, hasta lo más bajo están los conejos que son considerados escoria.

Amy apretó los labios con disgusto.

—Por eso, cuando tratamos con ellos, dejamos que Whisper o Tails hablen. A nosotros no nos tomarían en serio.

Sentí un vacío en el estómago. El mundo estaba lleno de conflictos que apenas empezaba a entender.

--antes existían los coyotes, una especie que intentó lo mismo que Sonic, luchar por los derechos de los mestizos. Eso no les gusto a los lobos -- knuckles hablo como si tuviera un nudo en la garganta. -- la gente amaba a los coyotes, y fue cuando los coyotes hicieron lo peor, desafiaron a los lobos.... Es cuando se desató la guerra de lobos y coyotes.
Amy sostuvo la mano de knuckles y con una mirada baja -- Vimos la guerra con nuestros propios ojos.

El tono de Amy se volvió más apagado, más lento.

—No fue solo una pelea entre manadas. Fue una exterminación.

El nudo en mi garganta se hizo más grande.

—Los lobos querían control absoluto. Para ellos, los coyotes eran un obstáculo, una especie que podía desafiar su supremacía. Así que no solo los derrotaron. Los borraron.

Knuckles cruzó los brazos, su mirada fija en el vacío.

—Los coyotes lucharon. Peleaban con todo lo que tenían, defendiendo su existencia y los derechos de los hibridos. Pero los lobos eran más. Más organizados, más brutales, más despiadados.

Amy cerró los ojos un momento, como si el recuerdo aún la afectara.

—Nosotros éramos pequeños

Suspiró, como si decirlo le doliera.

—Vimos cómo una especie entera desapareció. Solo por opinar diferente a ellos.

La presión en mi pecho aumentó.

Knuckles exhaló con amargura.

—Después de eso… los lobos se posicionaron como los reyes de las especies.

Silver apretó la mandíbula.

—Se declararon la raza suprema, la que gobernaría sobre todas las demás. Dijeron que su sangre era pura, que eran los únicos dignos de estar en la cima.

Blaze exhaló con frustración.

—Desde entonces, nadie ha podido desafiar realmente su jerarquía.

Amy miró la mesa, sus dedos presionando el borde con fuerza.

—Pero los híbridos si podrían hacerlo

El silencio se hizo más pesado.

—¿Qué?

Amy levantó la mirada y me observó con atención.

—Por genética, los híbridos son más fuertes que una sangre pura. Tienen habilidades que combinan lo mejor de ambas especies, lo que los vuelve superiores en muchos aspectos.

Silver chasqueó la lengua.

—Por eso los odian tanto. No es solo por tradición o por su visión de pureza. Es porque los híbridos son una amenaza real para su dominio. Eso lo sabían los coyotes

Knuckles cruzó los brazos, su voz firme.

—Si los híbridos tuvieran la oportunidad de fortalecerse, de crecer en número… podrían derrotar a los lobos.

El peso de esa verdad me golpeó como un muro.

Blaze asintió lentamente.

—Ellos lo saben. Es por eso que los cazan. Es por eso que intentan eliminarlos antes de que se vuelvan demasiado fuertes.

Amy tomó aire, tratando de calmar su tono.

—Por eso Sonic peleó. Porque él lo entendía. Sabía que no era solo una cuestión de rechazo, sino de supervivencia.

Mi pulso se aceleró.
Había algo que no me dejaba de punzar, el hecho que todos creian que los coyotes se extinguieron era una vil mentira. La evidencia más clara era la tía Nad y el tío Owen.

Quería decirlo. Quería decirles que aún quedan coyotes, que su historia no está completamente perdida.

Pero algo me decía que debía callarlo.

 

Silver se estiró, intentando relajar la tensión.

—Demasiada guerra. Oye, Shion, ¿quieres ir a por un helado?

Lo miré con sorpresa por el cambio de tono.

Volteé a ver a la tía Amy, pidiendo permiso con la mirada.

Ella asintió con suavidad.

—Gracias.

Corrí directo hacia el tío Silver, tratando de que el aire fresco disipara un poco la pesadez en mi pecho.
Caminaba unos pasos más adelante que el tío Silver, observando las flores y el paisaje. Me gustaba salir a caminar, sentir el aire fresco contra mi piel y perderme en los colores del entorno.

Pero mi mente seguía atrapada en la conversación de hace unos minutos.

Los lobos.

Su crueldad, su dominio, la forma en que pisoteaban a cualquiera que no consideraran digno de existir.

Apreté los puños sin darme cuenta.

¿Cómo podía seguir existiendo gente como ellos? ¿Cómo era posible que nadie los detuviera?

La tela de mi capa se movió suavemente con la brisa, y ajusté mi mascarilla por instinto. Siempre la llevaba puesta.

—Shion.

Me detuve y volteé a verlo.

—No pienses en el tema que acabas de escuchar. Es el pasado.

Silver quiso suavizar el peso de la conversación, pero sus palabras no me convencieron.

—Ese es el problema.

Le sostuve la mirada con determinación.

—Lo vemos como algo del pasado, pero sigue ocurriendo.

Silver me miró con atención, como si estuviera viendo algo nuevo en mí.

—Los lobos siguen aquí. Siguen cazando, siguen creyéndose superiores.

Mi voz salió más grave, más intensa.

—No son parte del pasado. Son parte de ahora.

El viento sopló con fuerza, pero no me moví.

—Son personas terribles. Buscan su dominio lastimando a otros.

Miré hacia el horizonte, sintiendo cómo mi pulso aumentaba con el pensamiento.

—Alguien debe pararlos.

Silver inspiró lentamente.

No habló de inmediato.

Pero su expresión cambió.

Por un instante, vi en su mirada una nostalgia profunda.

Sus ojos tenían un brillo melancólico, como si estuviera viendo a alguien más a través de mí.

—Sabes…

Su voz sonó más suave.

—Cuando vi tus ojos por primera vez, me recordaste a él.

Fruncí levemente el ceño.

—¿A quién?

Silver esbozó una leve sonrisa, pero había algo más en ella. Algo que parecía un recuerdo lejano.

—A Sonic.

Mi corazón dio un pequeño brinco.

La tela de mi capa rozó mis hombros cuando me giré levemente hacia él.

Silver soltó un suspiro para seguir hablando

—Y ahora que te escucho hablar…

Hizo una pausa, su expresión se volvió más introspectiva.

—A veces me hago la idea de que tal vez Sonic murió, y tú eres su reencarnación.

Abrí los ojos de sorpresa.

¿Yo? ¿La reencarnación de mi mamá?

No pude evitar soltar una carcajada, al menos pensaba eso y no que yo era su hijo.

—¡Tío Silver, jajaja! ¿Cómo crees que soy su reencarnación?

Silver se encogió de hombros, riendo conmigo.

—No me puedes juzgar, Shion. Todo es posible.

El viento sopló con más fuerza, despeinándome un poco.

Por un instante, me quedé pensativo.

¿Qué tal si…?

Sacudí la cabeza, apartando el pensamiento.

Me reí de nuevo.

—Jajajaja, ¿eso crees? Pues mejor vamos por un helado y jugamos en el parque. ¿Podemos ir, por fis?

Silver llevó una mano a su mentón, fingiendo que lo pensaba.

—Mmm… no sé.

Lo miré con expectativa, hasta que de la nada, salió corriendo.

—¡Quien llegue último paga el helado!

—¡Ooooh, no sabes con quién hablas!

Salí corriendo detrás de él.

No podía correr a toda velocidad. Lo sabía. Si lo hacía, ellos podrían saber quién es mi mamá, y eso no podía ocurrir.

Así que corrí a una velocidad “coherente” para mi edad, aunque la impaciencia latía en mi pecho.

El impulso de acelerar me quemaba por dentro.

Cuando vi el parque, metí más velocidad. Rebasé al tío Silver.

Vi su expresión de sorpresa y luego su esfuerzo por alcanzarme, pero…

—¡Ganéeeee! ¡Esoooo! ¡Yo soy el ganador!

Hice mi baile de victoria, levantando los brazos con orgullo.

Silver me miró, fingiendo estar derrotado.

—Bueno, ya sabes cuál era el premio…

Sonreí de oreja a oreja.

—¡Ya sabes lo que toca, tío Silver!

Silver negó con la cabeza, pero sonrió con diversión.

—Bueno, para que luego no digas que no soy un buen perdedor.

Salté de alegría mientras caminábamos a la heladería.

—¿Puedo pedir uno de limón?

Silver soltó una risa.

—Claro que sí, Shion. Hasta puedes pedir dos si quieres.

Mis ojos se iluminaron.

Pedí uno de limón y otro de cereza.

Nos regresamos al parque para jugar, y mientras disfrutaba mi helado, decidí preguntarle sobre el futuro.

No era un futuro bonito.

Pero aun así, Silver hablaba con cariño de su hogar.

Como si, pese a todo, aún hubiera esperanza.
No sé ni en qué momento se hizo de noche. Me gustaba pasar tiempo con el tío Silver, él siempre encontraba la manera de hacerme reír y me mostraba cariño en los momentos más inesperados. Caminábamos de regreso a la casa de la tía Amy cuando, a lo lejos, vi luces adornando el jardín.

Las mesas estaban colocadas afuera, las lámparas colgaban entre los árboles, y el murmullo de las voces se mezclaba con la brisa nocturna. Había visitas.

—Oh, creo que llegaron visitas.

Silver me miraba con una sonrisa mientras acelerábamos el paso.

Y entonces la vi.

—¡TÍA ROUGEEEE!

Corrí sin pensarlo dos veces.

Rouge abrió los brazos en cuanto me vio, y yo me lancé a ellos con toda mi fuerza.

Sentí su perfume, la suavidad de su ropa y el calor de su abrazo envolviéndome con familiaridad.

—¡Tía Rouge, te extrañé mucho! Ya estás aquí.

La abracé lo más fuerte que pude, sin importarme las risas alrededor.

—Hola, mi niño. Ya llegué, nene. ¿Cómo te has portado? Amy, de una vez pido disculpas.

—Jajaja, Rouge, no te preocupes. Shion se portó muy bien, es muy obediente.

Amy respondió con diversión.

Yo seguía abrazándola, sintiendo que el cansancio del día desaparecía con su presencia. Separé un poco mi cabeza de su hombro y noté al señor Shadow cerca de nosotros.

—Hola, Shadow.

Lo saludé con una sonrisa.

—Hola, mocoso.

Respondió sin emoción, como siempre. Pero no me molestó. Ya me había acostumbrado.

Rouge me acomodó en sus piernas, aún manteniendo el abrazo, mientras Knuckles se acercaba.

—¿Cómo les fue? ¿Están bien?

Rouge alzó un poco la cabeza.

Entonces escuché un beso.

—¡Wuácala!

Solté sin pensar.

—Oh, Shion, cállate.

Knuckles rodó los ojos, y la risa de Amy y Blaze estalló como un eco alrededor.

—Todo nos fue muy bien, solo algunas complicaciones. Pero eso se hablará bien en la junta. Ahora solo queremos descansar y cenar.

Rouge explicó mientras Shadow asentía, sin decir mucho.

Knuckles suspiró y cambió el tema con rapidez.

—Ok, ok. Hablaremos luego de eso. Cambiando de tema… Rouge, muy pronto te quitaré el título de tía favorita.

La voz del tío Silver sonó juguetona.

Rouge hizo un sonido de sorpresa y separó nuestro abrazo como si hubiera escuchado un sacrilegio.

—¡Shion, escúchame bien! Él no puede ser tu tío favorito. Para nada en el mundo. Yo soy la favorita.

No pude evitar reírme con fuerza, sosteniendo mi capa para que no se cayera.

—No le creas, tía Rouge. Tú eres la favorita.

Rouge me miró con satisfacción.

—Más te vale, Shion.

Silver cruzó los brazos con expresión desafiante.

—Eso dice Shion en estos momentos.

Shadow, que había estado observándonos con desinterés, dejó escapar un comentario seco.

—El mocoso está jugando con fuego.

Me quedé mirando a Shadow unos segundos antes de reírme aún más. Al fin la pequeña familia que forme se está haciendo más grande