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Leonardo tiene la vaga sensación de que en realidad la crisis había comenzado en el momento que los tres habían decidido que era buena idea invitar al chico japonés con el que Miguel tuvo la práctica en conjunto a comer con ellos.
En principio Leo se mostró reacio porque su inglés seguía siendo cuando menos rústico , seguido del hecho de que ellos apenas conocían la zona y en realidad no tenían idea de a dónde se dirigían, A pesar de ello habían terminado en un café bastante agradable llamado Lucky Cat dirigido por una amable mujer que les había dado la bienvenida y los atendió con una sonrisa feliz de ver gente joven divirtiéndose en su establecimiento, Miguel y Marco se habían enfrascado en sus constantes discusiones sobre temas de los que el poco más que nada sabía, él no era músico, para el seguía siendo un misterio el como termino con ese par de amigos cuando la realidad era que tenían en común apenas el idioma que hablaban, su teoría era que al sentirse tan lejos de casa ese desastroso par y su familia era lo más cercano que tenía que se asemejara a su hogar.
Sea como fuere, Leo no entendía cuál era el punto de invitar al chico Kubo si iban a terminar excluyéndolo no por el tema de conversación si no por el idioma. Sabía que su cara estaba roja, su cuerpo tieso como un tronco sentado al lado del muchacho. Nunca fue bueno hablando con desconocidos, pero no quería ser igual de grosero que los otros dos así que se tragó su vergüenza y juntó el coraje necesario para preguntarle algo con la voz más temblorosa y el acento más rascuacho que había soltado en toda su estadía aquí.
— "Así que, ¿Cuánto llevas viviendo aquí?"
Dios, es que no podía ser una persona normal y hablar casualmente con nadie sin avergonzarse a si mismo, era una suerte que no tartamudeara como solía hacer cuando era chico, pidiéndole a todos los santos que conocía que se lo tragara la tierra trato de explicarse.
—"Lo siento, mi inglés no es muy bueno"
Grata fue su sorpresa cuando el chico que hasta entonces había permanecido serio le mostró una sonrisa tenue y le respondió que no tenía mucho de haberse instalado (al igual que Miguel y Marco) por temas de sus estudios, y tranquilizó su ansiedad diciéndole que su nivel de habla en ese idioma no era el mejor tampoco.
—"Está bien, podemos aprender juntos"
Leo nunca había conocido a una persona tan particular en su vida quitando a sus amigos en México, no cree que alguien sea capaz de superar al Alebrije y Don Andrés¹ en extravagancia. Kubo era curioso en apariencia, un muchacho delgado, con el pelo llegando a sus hombros cubriéndole la mitad de la cara, apenas más alto que él por un par de centímetros y su expresión neutral le daba un aire de seriedad aunque en realidad era alguien apasionado por su música y bastante amigable.
San Juan se encontró cada vez más intrigado, platicando lo más que sus limitados vocabularios les permitían, usando el traductor del celular de Kubo en ocasiones para ayudarse en el proceso. Pronto los otros dos se percataron de su falta y se disculparon uniéndose a la conversación, una bastante curiosa y complicada debido a las diferencias de idioma y cultura.
Desde entonces acudían al mismo café cada que podían, Kubo intercambio su número con él y se mantuvieron en contacto, aprendiendo cosas pequeñas del otro y platicando largamente cuando se encontraban, ayudándose entre sí para mejorar su inglés volviéndose buenos amigos en el proceso.
El segundo paso que dieron al caos fue conocer a Hiro Hamada 4 meses entrados en el semestre.
Desde hace un par de semanas Cass sintonizaba una estación de radio donde se reproducían canciones de artistas hispanohablantes ya que le agradaba escuchar a Miguel y Marco cantar a todo pulmón, siempre y cuando el ambiente y los demás clientes dentro del café se prestaran y no causaran algún inconveniente. Sin embargo ese día su sobrino, que no era para nada parecido a la agradable mujer, llegó malhumorado e irritable quejándose del ruido. Para su suerte, su querido Marquito era un experto fastidiando a las personas, siempre burlón con un gusto especial por hacer enojar a la gente decente, un par de comentarios llenos de burla respecto a su mal humor y su curioso peinado, un Hiro cansado y fastidiado de la universidad (un par de actividades que involucraban salvar a la ciudad ) y sus compañeros idiotas y tienes la fórmula para el desastre.
Miguel, increíblemente paciente y acostumbrado al precioso carácter de Marco intervino justo a tiempo para evitar que el japo-americano le rompiera la nariz a su amigo sosteniendo su muñeca para parar el golpe.
—"¡Lo siento mucho! el no puede mantener la boca cerrada, tiene un problema con-"
Y como en una película de romance gringa, de esas que son malísimas y los tres disfrutan ver por el solo hecho de ser tan ridículas que terminan deshaciéndose de la risa, Hiro y Miguel se miraron a los ojos y todo lo demás desapareció, El enojo del muchacho se esfumó dejando una mueca entre la sorpresa y ligera confusión, de la nada la atmósfera llena de tensión se dulcificó y en ese momento, Lentamente del Divo de Juárez sonaba por la bocina de la radio en el café.
Al instante cuando te vi
Algo bello por ti sentí
Y eché a volar mi creativa imaginación
Convirtiéndote en ilusión...
Leo, que había estado tan sorprendido como Marco (quien aprovechó la oportunidad y salió de ahí en un parpadeo) tomó discretamente a Kubo y salió del café despidiéndose por lo bajo y disculpándose mentalmente con Miguel por abandonarlo así.
—¡Un día de estos te van a partir tu madre!
Le había gritado en español a De la Cruz, que iba media cuadra adelante de ellos riéndose como el maniático que era mientras la gente a su alrededor les miraba de forma extraña.
Kubo lo miró confundido un rato después cuando se detuvieron en la plaza, se sentaron para mandarle un mensaje a Miguel y decirle que surgió algo para enmascarar su descarada huida. En medio de su proceso para maquinar una excusa creíble Kubo aclaró su garganta para llamar su atención, Leo levantó su vista del destartalado celular percatándose de que en medio de su prisa por salir había tomado su mano y no la soltó incluso después de parar.
Poco a poco y sin despertar
Ese sueño hoy es verdad y ahora estoy
A tu ver y por donde vas
Muy seguro contigo voy
Su cara se tiñó de rojo y contrario a la lógica que le decía que soltara la mano del otro chico no hizo amago de moverse hasta un par de segundos después cuando su cerebro decidió volver a funcionar y le soltó como si el tacto quemara.
—"Lo siento."
Su mirada buscó cualquier punto que no fueran los ojos de Kubo cuando este soltó una pequeña carcajada, ¿Desde cuando le parecía bonita su risa?
—"Esta bien Leo²"
Poco a poco, lentamente
Tu fuiste conquistándome.
La verdad sea dicha, Leo nunca pensó seriamente en lo que era estar enamorado, lo más cerca que había estado era cuando Valentina y él intentaron ser novios sin éxito alguno y de ello ya habían transcurrido tres años. Después de acompañar al chico a la parada donde tomaba el autobús Leo camino de regreso a la zona donde se encontraba el barrio latino, pensando en lo que había sentido esa tarde al tomar la mano de Kubo, al escuchar su risa, no podía ser.
¿O sí?
Poco a poco lentamente
Tu fuiste enamorándome.