Chapter 1: Introducción
Chapter Text
Desde siempre, el mundo humano y el reino fantasma han existido de forma conjunta.
Hubo un tiempo en el que los demonios y espíritus vagaban por el reino humano, engañando a las personas para llevárselas al otro lado, secuestrándolas o incluso devorándolas en el mismísimo reino mortal.
En aquellos tiempos, algunas personas bendecidas por los cielos obtenían la iluminación y lograban la ascensión. Eran lo que los humanos mortales entienden por dioses. Gracias a su divinidad, protegían a los humanos de los fantasmas y demonios que asolaban el plano terrenal, y así la paz gobernó por siglos.
Sin embargo, la tranquilidad prolongada hizo que la gente olvidara la existencia de tan grave amenaza y, sumado a la prosperidad de las invenciones modernas, los humanos comenzaron a perder la fe en los dioses y olvidaron que alguna vez existieron.
Como la fe era la fuente de poder de los dioses, la Corte Celestial pronto comprendió que no podrían seguir protegiendo a los humanos, al menos no de la misma forma que siempre. Fue así que su administración, el Palacio de Ling Wen, ideó un plan y halló un modo de obtener la adoración de sus devotos, solo que de una forma diferente.
Así fue como nacieron los Cazadores de Demonios del C-Pop. Un trío de artistas polifacéticos de potencial divino que canalizarían la admiración de sus fans y la convertirían en la energía espiritual necesaria para crear una barrera lo suficientemente fuerte para separar los reinos fantasma y humano.
Cada generación, un nuevo trío con habilidades inigualables es seleccionado para ocupar esta labor y ganarse el afecto y devoción de los fans para que brinden energía espiritual a la Corte Celestial y que así los dioses puedan proteger al mundo humano de los fantasmas para siempre.
Y ahora, un nuevo grupo de chicos ha sido elegido para continuar esta misión…
Chapter 2: ¡Cuerpo en el Abismo, problemas en el Paraíso!
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
[LETRA] (para saltar esta parte vaya a [FINAL DE LETRA])
“Cabalgando los vientos rudos, ascendiendo por encima de las nubes, para asistir al banquete de Yaochi
Caí y rodé dos veces desde el cielo azul hacia el mundo mortal
Señalé mi propio templo, las sonrisas no se parecen a mis rasgos
Mercados y callejones, conversando absurdamente.
No preguntes si es desgracia o destino, cuando llegue el momento de regresar
Lamentando que este cuerpo ya no sea un joven, las cosas cambian con el paso del tiempo
Esperando vestir un manto de paja y cruzar las nubes de nuevo, recorrer el mundo mortal por cientos de años
Unas pocas palabras sobre méritos y faltas en papel, las páginas ya han pasado.
Valiente y lleno de espíritu, también fui una vez un joven
Cabalgando las nubes con la espada en mano, surcando mares y cielos azules.
Ascendido tres veces, desterrado dos, todo lo que fue queda en ondas y ráfagas de polvo
El corazón anhela el paraíso pero el cuerpo está en el abismo.
Flores frescas susurran en el viento, como jin’ge en el pasado
Estaba en altas torres siempre ebrio, volcando un jarro de vino con una sonrisa
Ahora ¿a quién puedo acudir, durmiendo al aire libre? Las nubes del pasado nublan mi visión
Sufriendo en el mundo mortal, creyendo si es verdad o no.
Noches largas invadidas por pesadillas, cambios de ramas, cambios de vidas
El blanco y el negro entrelazados en una maraña, cuánta bondad y resentimiento se acumularon
Cómo hacer de nuestras vidas un primer encuentro, una amistad cercana puede cambiar
No mires atrás al pasado, todo ha sido saldado. [...]””
[FINAL DE LETRA]
Xie Lian revisaba el teléfono móvil, deslizando a través de las publicaciones de internet, mientras abrazaba uno de los cojines del sofá. Estaba buscando los comentarios referentes al concierto más reciente del grupo Dianxia, que había sucedido hacía tan solo veinte minutos.
Un material suave y sedoso impactó contra su cara, aunque lo hizo con tanta fuerza que por un momento pareció cemento.
—¡Au!
—¡No mires los comentarios! ¿No sabes que no se habla de una actuación hasta pasadas veinticuatro horas? —le reprendió Mu Qing.
—Lo dice el que no puede parar de buscarse a sí mismo. —respondió Feng Xin. Había llegado prácticamente al mismo tiempo que Mu Qing, y aun así su sarcasmo llegó más rápido.
—¿Quién se busca en internet? ¿Yo? ¿En qué momento?
—Como si no lo hicieras a cada rato…
Xie Lian, que no había dicho nada y solo se había limitado a observar, suspiró para sus adentros y volvió a revisar su teléfono. Sin embargo, antes de que siquiera pudiera llegar a la altura de sus ojos, otro cojín impactó contra su cara. Esta vez, por el mayor grado de delicadeza del golpe, probablemente había venido de Feng Xin.
—No mires eso —dijo este.
El objeto quedó perfectamente equilibrado sobre la cabeza de Xie Lian por unos segundos y luego cayó, revelando un ligeramente ceño fruncido en su atractivo rostro.
—¿Cuándo vais a dejar de pelear vosotros dos?
No había ni terminado de pronunciar la última palabra cuando ambos respondieron:
—¡No peleamos!
Feng Xin y Mu Qing se miraron mutuamente. Si las miradas mataran, en realidad, el que ya estaría muerto habría sido Xie Lian, que tendía a interponerse entre ambos, pero en esta ocasión se pusieron de acuerdo para inventar alguna excusa.
—Solo… intercambiamos perspectivas artísticas —se apresuró a explicar Mu Qing.
—Sí, es porque últimamente has estado… —Feng Xin estaba buscando las palabras.
—¿Refunfuñón? —dijo Mu Qing, llevándose un golpe del otro en el acto— ¡Ahhh! —gruñó—. ¿Qué? ¡Sabes que es cierto!
—¡¿Y por qué crees que es?! ¡Es porque no paras de…!
—Bueno, ya está bien, basta los dos. —Xie Lian no había gritado, no hacía falta.
Era el tipo de persona cuya voz podía calmar conflictos de siglos de antigüedad y cuya belleza podía iniciar guerras. Un jade único entre un millón. No era que los otros dos no fueran de buen ver, era que Xie Lian tenía múltiples virtudes que se realzaban entre sí.
Tanto Feng Xin como Mu Qing cesaron sus querellas de inmediato.
—Para empezar, no estoy… refunfuñón. Segundo, solo estoy comprobando la recepción de la nueva canción.
—¿Es por la discusión del otro día? ¿Crees que afectará a futuras actuaciones? —inquirió Feng Xin.
No era infrecuente para este par de dos pelear y discutir por cualquier cosa. Sin embargo, ya fuera por mera suerte o por la bendición de los oficiales del cielo, esas discusiones siempre habían logrado mantenerse privadas. El problema comenzó unas pocas semanas atrás, cuando eligieron ponerse a dar gritos (y a lo mejor hubo algún que otro empujón involucrado) por un tema que ya ninguno de los tres recordaba bien, en plena luz del día, y una fan lo grabó y lo subió a internet. Ante todo, era embarazoso de recordar.
—Qué va —alegó Mu Qing—, seguro que ya lo han olvidado.
—¡¡¡NO LO HAN OLVIDADO!!! —Una figura esbelta, veloz y, ante todo, estilosa, irrumpió en el salón del piso— ¡¡¡NO LO HAN OLVIDADO!!!
Era Shi Qingxuan, el mánager del grupo. Xie Lian se puso de pie rápidamente para recibirlo.
—Las opiniones están completamente divididas —explicó Shi Qingxuan, haciendo aspavientos con los brazos—. CREEN QUE OS ODIÁIS Y QUE OS VAIS A SEPARAR.
Él se dejó caer de forma dramática en el sofá. Xie Lian tuvo la amabilidad de colocarle una almohada debajo de la cabeza, gesto que este agradeció por lo bajo.
—No exageres —replicó Mu Qing—. Eso lo llevan diciendo los haters desde que nos unimos en primer lugar. Siempre hay alguien que piensa eso.
—¡Eso es porque siempre habéis sido así! —lo acusó Shi Qingxuan, incorporándose de golpe y señalando a ambos con el dedo—. ¡No sabéis comportaros! Os lo dije. ¡Os dije que algún día nos pasaría factura, y mira! —dijo, dejándose caer de nuevo.
—No me apuntes a mí, apunta a este —se defendió Feng Xin, gesticulando hacia Mu Qing.
—¡Los dos sois culpables! —pataleó Shi Qingxuan—. Ahhhhh, ¡qué voy a hacer!
—No puede ser para tanto. No nos vamos a separar, ¿qué más da lo que piensen un par de ignorantes?
—¡No se trata de eso! Si pudiéramos permitirnos que los fans se alteren un poco de vez en cuando sabiendo que pronto se olvidarán de todo y comprarán nuestra merch de bajo coste de producción y alto de venta estaría tranquilo. ¡El problema es que no podemos!
»Ya llevas mucho tiempo en esto, ¡deberías saber que lo que nos da energía espiritual es la devoción de los fans! Si decepcionamos a los fans, adiós devoción incondicional, adiós energía espiritual, ¡adiós barrera…!
—Y hola fantasmas —musitó Xie Lian.
—¡Y hola fantasmas! —repitió Shi Qingxuan.
Habiéndose quedado sin argumentos y, ahora además, sintiéndose un poco culpable. Mu Qing preguntó:
—¿Y qué podemos hacer?
—Grabar un vídeo donde os lleváis de maravilla, claro.
—Eso es fácil —afirmó Feng Xin—. Podemos ir todos a…
—Oh, no, no —interrumpió Shi Qingxuan—. Xie Lian graba. Quienes tienen que llevarse bien sois vosotros dos.
—¡¿QUÉ?! —replicaron ambos al unísono. Xie Lian rio para sus adentros.
—No me vengáis con esa. ¡Es obvio que vosotros sois el problema! Xie Lian va a “grabaros a escondidas” haciendo las paces y llevándoos bien. Ya luego si queréis que se una y os dais un abrazo grupal, por mí estupendo. ¡Pero tiene que parecer que no estaba planeado!
—¡Pero sí lo está! —volvieron a replicar ambos.
—Se llama marketing. ¡Da igual, o hacéis lo que os digo o encontráis una forma de resolver esto para ya!
“Una persona ordinaria podría romper la ley.
La habilidad proviene de creer que se puede llegar a la cima.
El mundo me permite viajar por donde yo quiera, sin importar cómo lo desee.
Puedo ser arrogante mientras aún sea joven.
Ser caballeroso normalmente traerá la tormenta.
Nadie le teme a la soledad cuando se está en la cima.
Pero quiero vivir una vida pacífica contigo
y mirar a todos desde la cima.”
Era el tono de llamada de Shi Qingxuan, uno de los mayores hits que habían conseguido, pero ya pasado de moda en lo que a años se refiere. Este se recompuso e inmediatamente recuperó su tono afable y carismático de siempre.
—¡Es para la entrevista de mañana, tengo que contestar! —explicó, saliendo apresuradamente del sitio. Pero antes de cruzar el umbral de la puerta, giró sobre sus talones y señaló a los chicos con sus dedos índice y corazón—. ¡RESOLVEDLO!
Y se fue.
El trío intercambió miradas derrotistas. Feng Xin y Mu Qing se dirigieron miradas de reproche.
—¿Ves? ¡Esto es porque siempre esperas lo peor de los demás! —comenzó Feng Xin.
—¿Es que acaso es mucho pedir un poco de respeto?
—¡Pero serás-!
—¡Ya basta! —gritó Xie Lian. Al darse cuenta de que había gritado, carraspeó—. Ejem, hagamos lo que dice Qingxuan y problema resuelto.
—¿No pensarás de verdad fingir que nos grabas a escondidas? —replicó Mu Qing, rodando los ojos.
—¿A alguien se le ocurre algo mejor?
Silencio.
—Eso pensaba.
Las horas pasaron, y así llegó el día siguiente. Y ni aun así habían conseguido grabar una reconciliación que resultara convincente. A Xie Lian ya se le habían dormido las piernas de tanto agacharse para “esconderse”, y el cansancio en las caras de Feng Xin y Mu Qing era más que evidente. A pesar de llevar con ello toda la noche, de alguna forma, siempre sacaban la energía para estallar en otra discusión. Eran un caso imposible. Siguieron intentándolo, y aun así no salía.
—¿Todavía no? —se quejó Mu Qing.
—Es porque se nota a la legua que no estás siendo sincero —le espetó Feng Xin, con voz débil.
—Ni siquiera vale la pena discutir. —Mu Qing bostezó—. Estoy cansado…
—¿Lo dices ahora, en serio? ¿Después de toda la noche?
Xie Lian, intuyendo una oportunidad, alzó el móvil con esperanza y pulsó el botón de grabar.
—¿No eres tú el que quiere seguir discutiendo? —refunfuñó Mu Qing.
—No es que quiera seguir discutiendo, es que no quiero que estés constantemente pensando que te deseo lo peor, ¡porque no es verdad! ¡Pero siempre te pones a la defensiva con nada! —explicó Feng Xin.
—¡No me pongo a la defensiva!
—¡Lo estás haciendo ahora! Mira, estoy cansado de pelear. Solo quiero que pienses un poco mejor de nosotros. Y yo intentaré no hacer ningún comentario al respecto. ¿Te parece suficiente?
Aunque en otras circunstancias ninguno habría aceptado o propuesto esos términos, en ese momento estaban demasiado agotados como para sopesarlo en profundidad.
—Hecho.
Ambos lo sellaron con un apretón de manos.
Una alegría invadió a Xie Lian con tanta fuerza que salió disparado como un resorte. Técnicamente estaba todo planeado, pero por un momento, tanto Feng Xin como Mu Qing habían olvidado el objetivo de todo aquello, así que su reacción de sorpresa fue genuina.
Después de unas palabras reafirmantes de validación emocional por parte de Xie Lian, consiguieron cerrar el asunto del vídeo de reconciliación. Solo les había llevado toda la noche.
—Por fin —dijo Mu Qing con alivio, deshaciéndose en el colchón del sofá.
Pronto Feng Xin se unió para hacerle compañía. Incluso Xie Lian estaba tentado de hacer lo mismo. Pasar toda la noche en vela cuando justo el día antes habías realizado el concierto de cierre de tu gira no era precisamente divertido.
Justo cuando finalmente había decidido ir a cambiarse para estar más cómodo, sonó una alarma en su teléfono. Por un momento, se asustó.
—Fiu… —suspiró. Era un recordatorio de que tenían una entrevista en alrededor de una hora y media. Casi lo olvidaba, pero bueno, para eso estaba la alarma en primer lugar. Tenían tiempo.
Entonces, mientras comenzaba a prepararse, así como a intentar motivar a Feng Xin y a Mu Qing para que se levantaran y fueran haciendo lo mismo, su teléfono volvió a sonar. Esta vez, era Shi Qingxuan.
—Buenos días, Qingxuan.
—¡¿DÓNDE DIABLOS ESTÁIS?! —se escuchó por el otro lado de la línea. Aunque no estaba en manos libres, había gritado tanto que Feng Xin y Mu Qing asomaron la cabeza para escuchar.
—Eh… —titubeó Xie Lian, intentando poner voz calmante—. En casa.
—¡TENDRÍAIS QUE ESTAR EN UNA ENTREVISTA! ¡ME ESTÁIS HACIENDO QUEDAR MAL!
Xie Lian comprobó la hora de nuevo.
—Pero aún queda tiempo, no se tarda más de media hora en…
—¡SE HA ADELANTADO! ¡¡TE MANDÉ UN MENSAJE ANOCHE!! ¡¡¡Y OTRO HACE UNA HORA!!! Ayyyy, ¡es el fin! —No podía verlo, pero casi habría podido apostar que había fingido un desmayo.
—Estaremos allí enseguida —lo calmó..
—Más os vale. ¡Salvadme, por favor! ¡No creo que pueda aguantar ni una sola mirada juzgadora más! ¿Crees que esta cara está hecha para ser criticada?
—Para nada, para nada —negó Xie Lian, intentando que no se le escapara una risa—. Entonces, nos vemos allí.
—¡Adiós! —finalizó Shi Qingxuan antes de colgar.
Xie Lian se apresuró a revisar los mensajes de Shi Qingxuan. No solo había mensajes, también había algunas llamadas perdidas porque había silenciado el teléfono para que no los interrumpiera mientras grababa, y no había sido hasta después de pulirlo todo y publicar el vídeo, pasado un rato, que había vuelto a activar las notificaciones.
—Por la bendición de los oficiales del cielo…
La entrevista se había adelantado a las ocho.
Les quedaban… ¡¿CINCO MINUTOS?!
Notes:
Canciones que se está referenciando en orden de aparición:
Individual Destinies: https://youtu.be/qfwZa3kD2j4?si=QstHztCN0_sTxKuP
Song of Words Unsaid: https://youtu.be/tju5Drj0IT8?si=9v_Cqi7rjV45AWF7
¡Para cuando la letra de la canción que aparece se hace larga se ha indicado en negrita cuando empieza y termina!
Ya qué, en próximos capítulos comenzaré a colar más K-Pop, que esto sigue siendo un crossover. Aunque no se preocupen, seguiré colando música de donghuas en cuanto tenga la oportunidad, jejeje (maldita sea esta música es demasiado depresiva).
Yeyyy. ¡Por fin hay algo más que solo esa triste intro! Dicen tanto y tan poco al mismo tiempo, pero dejan con ganas de más. Ay, diablos, sueno a señora de televisión que está a punto de venderte algo.
En fin. ¡Gracias por leer mi capítulo! Significa mucho para mí.
¿Es o no es Shi Qingxuan una diva? Debería haber tenido su propia novela, solo digo.
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Chapter Text
—¡Es increíble! Honestamente, creíamos que no llegaríais a tiempo —dijo una asistente. Había aprovechado para acercarse a saludar a Xie Lian al finalizar la entrevista.
Era normal. El grupo, Dianxia, y, sobre todo, su líder y estrella, el propio Xie Lian, eran la tendencia del momento. Sería estúpido no aprovechar la más mínima oportunidad.
La chica, cuyo nombre no conocía, sonrió. Era bajita, tenía la nariz torcida, los ojos caídos y la cara demasiado plana. Con esas facciones, incluso sonriendo, daba una impresión lastimera.
—¿Cómo lo habéis conseguido?
Xie Lian, guardándose sus opiniones respecto a la apariencia de la chica, se llevó la mano al mentón, fingiendo pensar.
—Bueno… ¿Y si te dijera…?
La chica lo miró, expectante.
—¿Y si te dijera que es el amor de nuestros fans lo que nos da fuerza?
Por un momento hubo una breve pausa. Poco después, la chica comenzó a reír. Al contrario que su cara, su risa por lo menos sí era alegre.
—¡Eso lo explica todo! —afirmó con admiración.
No era del todo una mentira. A fin de cuentas, la energía espiritual no solo servía para crear barreras o matrices. También mejoraba las habilidades físicas. Puede que el trío hubiera conseguido llegar a tiempo a base de viajar disfrazados dando saltos de gacela por los tejados, o puede que no. Si les preguntaran, lo negarían.
—¡Xiao-Ying, deja de molestar a los invitados y deja que se vayan! ¡Ayúdame a recoger! —le reprendió otro trabajador.
—Ahhh, ¡lo siento mucho! —se disculpó la chica, alarmada. Con una reverencia, se despidió de Xie Lian y se fue corriendo a terminar con su trabajo.
Mu Qing se acercó a Xie Lian por detrás en cuanto esta se alejó lo suficiente.
—Qué fea —dijo. Eso le valió un golpe discreto de parte de Feng Xin.
—¿Qué cosas estás diciendo? —cuestionó este, molesto.
—Mírala a la cara y atrévete a decirme que es hermosa mientras lo haces, te reto.
Los ojos de Feng Xin viajaron de la chica, que correteaba con sus piernas cortas de un lado a otro y torpemente, a Mu Qing, a la chica, y a Mu Qing y después a la chica otra vez. Intentó abrir la boca un par de veces pero, al final, cerró los ojos, apretó los puños con fuerza y soltó un gruñido de frustración.
—¿Ves? ¿Qué te dije? —dijo Mu Qing con suficiencia.
—Mu Qing —intervino Xie Lian—, independientemente de lo que opines, no está bien hablar tan a la ligera de la apariencia de una dama.
—En especial cuando podrías arruinarnos la carrera si alguien te escucha —remató Feng Xin.
—Eso también, en parte.
—Fiuuu —apareció Shi Qingxuan—. Menos mal que todo ha acabado.
—¿Eso significa que por fin nos podemos tomar el descanso? —preguntó Mu Qing, expectante. Feng Xin se estaba conteniendo un poco, pero a él también se le notaban las ganas de una pausa.
—Dos semanas. —Shi Qingxuan levantó dos dedos—. ¡Solo dos semanas! ¿Me habéis oído? El Internet olvida rápido.
—Sí, sí… —respondió Mu Qing, apresurándose a irse.
—¿Adónde vas? —preguntó Feng Xin.
—¿Qué te importa? —Viendo que había salido con más brusquedad de la planeada, hizo una pausa y añadió:— Hay cosas que quiero hacer, ya está.
Feng Xin bufó con pesadez y sé cruzó de brazos.
—Siempre igual. —Luego se giró hacia los otros dos—. Aprovechando el descanso, yo también quiero dedicarme a otras cosas. Avísame si tienes algún problema.
—Claro —lo despidió Xie Lian.
Una vez quedaron Shi Qingxuan y él solos, salieron por otra puerta y se fueron a algún callejón apartado.
—Bueno… Seguramente el Palacio de Ling Wen ya esté a la espera de mi informe. —Shi Qingxuan se llevó una mano a la cabeza—. Solo espero que no digan nada respecto del asunto de la discusión. ¿Nos vamos?
—Ve tú, yo tengo algo que hacer —explicó Xie Lian.
—¿Tú también? ¿Vais a organizar una fiesta los tres y no estoy invitado?
—No es eso —aclaró Xie Lian, soltando una risita.
—Mmmm… —Shi Qingxuan entrecerró los ojos con exagerada desconfianza, examinándolo. La mueca resultante era graciosa—. Ugh, bueno, supongo que si mis estrellas necesitan un descanso a solas no puedo impedirlo. Al menos no tengo que pedirte que no te metas en líos. ¡Nos vemos en dos semanas!
—¡Nos vemos!
Shi Qingxuan ascendió a la Corte Celestial, donde seguramente le esperaba una larga reunión en la que estarían hablando de los detalles de la gira del grupo, la reputación, las ganancias y demás durante horas.
Xie Lian, por su parte, tras pasarse por el piso que compartía con sus dos amigos y coger varias cosas, se dirigió a la estación de tren más cercana.
El andén de la línea que iba a coger estaba completamente vacío. Pese a que el verano acababa de empezar, las paredes irradiaban un aura espeluznante y el ambiente era tan frío que la estación parecía una cámara congeladora.
Lejos de sentirse extrañado, Xie Lian estaba más que familiarizado con esta sensación. Se acercaba la época del año en que se abría la barrera entre los tres reinos: el cielo, la tierra y el reino fantasma. Durante esa delicada época, los avistamientos de fantasmas, espíritus resentidos y demonios se volvían especialmente comunes.
La barrera era, en realidad un asunto complicado. Nunca era posible cerrarla de forma definitiva, siempre quedaba algún hueco. En épocas especiales como el festival de Zhongyuan, se volvía más vulnerable. Mientras los humanos albergaran rencor y resentimiento en sus corazones; y mientras se dejaran llevar sus vicios e instintos en lugar de buscar la virtud, si llegaban a perecer en esas condiciones, se convertían en fantasmas. Incluso si hubiera una forma de separar los tres reinos permanentemente, eso solo los atraparía en uno de ellos, y sería contraproducente, ya que estaban relacionados y vinculados por naturaleza.
Una nube de humo negra se manifestó a su espalda, aproximándose hacia él en gran velocidad. En un visto y no visto, Xie Lian desapareció de donde se encontraba. La nube de humo se detuvo en sus avances y revoloteó, confundida. Entonces, Xie Lian apareció por la dirección contraria y un filo de acero negro atravesó la nube con un destello.
El humo se dispersó en varias direcciones. Cuando las ráfagas negruzcas volvieron a reunirse se arremolinaron en una figura, formándose un pequeño demonio de piel blancucha, parecido un homúnculo, de ojos brillantes y con finas hebra de pelo rubio asomando de su cabeza como malas hierbas. El fantasma sonrió ampliamente, mostrando una dentadura afilada y una lengua purpúrea inhumanamente larga, más semejante a la de una serpiente que a la de una persona.
Para bien o para mal, no era de las peores criaturas demoníacas con las que Xie Lian se había topado.
El monstruito comenzó a gatear con sorprendente velocidad y agilidad, como un infante amorfo moviéndose a cámara rápida. Con paso aún más ligero, Xie Lian corrió a su encuentro y el veteado plateado de su espada atravesó la pequeña figura, cortándola. O eso había parecido, porque aunque el ataque llegó a alcanzar al demonio, este volvió a separarse antes de sufrir mayores daños y se desvaneció en el aire por completo.
Xie Lian emitió un suspiro de decepción y su espada se desmaterializó en luces doradas, las cuales ascendieron hasta disiparse. La calidez regresó al andén de la estación como una suave ola, acompañada de las vibraciones y los colores del atardecer.
Los fantasmas que eran conscientes de su propia debilidad eran, tal vez, los más difíciles de tratar después de los más poderosos como los Supremos. Saber cuándo huir era una ventaja capaz de convertirlos en un problema a largo plazo. Aun así, Xie Lian supuso que eso bastaría para intimidarlo y que no volviera, al menos por un tiempo.
El tren llegó y puso rumbo a un paraje recóndito. Un bosque guiado por un camino pedregoso que daba a un valle en el que confluían los pies de tres montañas y cubierto por la niebla.
Xie Lian se dirigió a un pequeño santuario que había en el punto más bajo, junto a la base del macizo montañoso, llamó a la puerta y esperó, pero no respondió nadie. Cuando se cansó de esperar, abrió directamente y vio que, en efecto, el lugar estaba vacío.
Viendo esto, dejó el lugar como estaba y, en su lugar, siguió el sendero que había detrás del pequeño edificio. Después de avanzar un tiempo a través de la niebla, pudo distinguir una silueta familiar. Y en cuanto lo hizo, como si el valle hubiera podido sentir su llegada, la bruma se dispersó.
—Si no es la llegada de Su Alteza, no sé qué otra cosa estaba esperando —habló Guoshi, Mei Nianqing.
Guoshi, que estaba de espaldas, se dio la vuelta para recibir a Xie Lian, revelando un rostro maduro pero apuesto, de aproximadamente treinta años.
—Ese título ahora mismo… es un poco…
—¡Ja! —rio Guoshi con sarcasmo— Os dije que era una terrible idea formar un grupo musical, mucho peor llamarlo “Dianxia”, como su título noble. No sé en qué estabais pensando los tres.
—Era… ¿lo que tenía más gancho? —balbuceó Xie Lian.
—Ah… —suspiró Guoshi—. Es igual, lo hecho, hecho está. ¿Qué tal Feng Xin y Mu Qing? No te estarán haciendo la vida imposible…
Xie Lian recordó lo que había pasado apenas el día anterior, pero decidió no decir nada y guardárselo para sí.
—Todo bien, todo ha estado tranquilo últimamente.
—Entonces no durará mucho —escupió Guoshi con algo de crudeza, era bastante franco. Xie Lian no sabía si reír o llorar.
Mei Nianqing había ganado gran parte de su fama gracias a su talento como adivino, siendo capaz de vaticinar la fortuna de las personas con un simple vistazo. Eso, sumado a su profunda sabiduría y experiencia, hacía que fueran raras las ocasiones en las que necesitaba más detalles para conocer el futuro de las personas. Además, en los últimos siglos, había supervisado el futuro de las distintas generaciones de grupos musicales y determinado los mejores lazos para que fueran inquebrantables.
—Guoshi dijo que me esperaba, ¿por qué sabía que iba a venir?
Este suspiró con pesadez.
—Más bien era que, si no venía, me habría visto en la obligación de ir a buscarle. Pero antes, debo inquirir, ¿qué trae a Su Alteza a visitarme?
—Solo quería pasarme, por los viejos tiempos —respondió Xie Lian.
Era mentira. La realidad era que él mismo había comenzado a sentir una cierta inquietud. Y, aunque al principio lo había achacado a la proximidad del festival de Zhongyuan, su preocupación no había hecho nada más que crecer.
Por un momento, le pareció que Guoshi había visto a través de su mentira. Si lo hizo o no, sin embargo, fingió indiferencia y prosiguió con lo que iba a decir.
—En ese caso, le debo informar de que he visto algo.
—¿Qué ha visto?
—He visto su futuro. Y déjeme decirlo que es negro, como la oscuridad del abismo.
Xie Lian se quedó sin palabras. Aunque imaginaba que algo ocurría, no esperaba que se tratara de algo tan terrible como para que Guoshi hiciera tal predicción.
—Eso no puede ser —rio para quitarle hierro al asunto—. Prefiero vestir blanco.
—Su Alteza, hablo muy en serio. Preveo que se dejará llevar por emociones muy intensas, que se verá enfrentándose a un enemigo temible y que, al final, será traicionado por alguien en quien confía. Al final, todo quedará reducido a cenizas.
—No lo entiendo, ¿por qué me traicionaría Feng Xin o Mu Qing?
—Los hilos del corazón son como las cuerdas del guqin, la melodía cambia dependiendo de quien las toque —respondió Guoshi con aire solemne—. Dicho esto, ¿de verdad pondría usted su total confianza en ese par? ¿En serio? ¿Seguro que estamos hablando de ellos?—dijo esto último perdiendo toda la seriedad, pasando a ser más bien incrédulo.
—No imagino a quién más podría estar refiriéndose la profecía.
—En cualquier caso, sugiero a Su Alteza que vaya con cuidado.
—Eso haré. —Xie Lian asintió con una sonrisa.
—Hablo en serio.
—... —Un pequeño silencio—. ¿Lo sé?
—Lo digo muy en serio.
—Lo he entendido…
—Bien, entonces, lo dejo en sus manos.
Xie Lian habló con Guoshi un poco más, asuntos triviales, habladurías de la Corte Celestial e incluso reminiscencias del pasado.
Al final, llegó el momento de despedirse, y él partió con una reverencia en señal de respeto, de vuelta al pisito en la ciudad al que llamaba hogar.
Mientras, en las profundidades del otro mundo, en una casa de apuestas, dos jugadores apostaban la vida…
Notes:
Sé que se están desesperando ya, pero les prometo que en el próximo capítulo si sale Huahua.
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Chapter Text
Había una ciudad en el reino fantasma que rara vez abría sus puertas. Se llamaba Ciudad Fantasma, tan original como sonara. Sin embargo, cuando se abría al público, se decía que se llevaban a cabo toda clase de negocios turbios, donde los espíritus resentidos de los muertos, los demonios y los mortales que supieran más de lo que era bueno para ellos podían llegar a reunirse en el mismo sitio.
A decir verdad, nada había más lejos de la realidad. La ciudad era incluso peor de lo que relataban los rumores. En las calles imperaba un aura impía y abrumadora, fruto de la mezcla de energías espirituales de fantasmas y demonios por igual. Cada puesto del mercado servía una carne de origen más sospechoso que el anterior, y los fantasmas no se caracterizaban por comportarse de forma cívica, precisamente.
Pese a que no era una ciudad apta para el turismo, existía un edificio que siempre estaba animado, sin importar el día o la hora: la Casa de las Apuestas.
La Casa de las Apuestas era un edificio completamente rojo, desde el techo hasta los cimientos. En la entrada se asentaban dos grandes pilares con mensajes tallados: “Dinero por encima de la vida”, en el de la izquierda; “Ganancias por encima de la vergüenza”, en el de la derecha. También había una escritura en la viga horizontal que los unía por la parte superior, pero esa solo decía “JAJAJA”, lo cual solo lo volvía más siniestro.
Normalmente era un sitio ajetreado donde constantemente había bulla, pero hoy los fantasmas festejaban con particular alborozo. Esto se debía a que el dueño, que rara vez hacía acto de presencia, había decidido visitarlos y supervisar personalmente una partida.
—¡Apuesto mi brazo! —gritó un hombre, venido de a saber dónde.
—Ni falta que hace. Tu mierda de vida carece de valor aquí, no digamos tu brazo —respondió una voz perezosa.
Provenía de detrás de una cortina roja al otro lado de la larga mesa de juego. Era juvenil con un toque ligeramente profundo, lo que le daba un timbre que lo hacía muy agradable de escuchar. De alguna forma, incluso rodeado por el alboroto de la casa de apuestas, lograba penetrar a través del ruido y cautivar los oídos. A través del velo, se podía distinguir una figura alta, definida y masculina.
—¿Cómo es que al tipo anterior se le dejó apostar sus piernas, entonces? —cuestionó el hombre, frustrado.
Uno de los crupiers que se hallaban frente a la cortina sonrió.
—El de antes solía ser un aclamado bandido, conocido por su veloz juego de pies y su habilidad para escapar de cualquier situación. Sus piernas eran su salvavidas así que, obviamente, es una apuesta valiosa. No eres artesano ni médico, ¿de qué sirven tus brazos?
El hombre apretó los dientes, su frente perlada por el sudor.
—Entonces… ¡Entonces apuesto diez años de la vida de mi hija!
—Ja, muy bien —respondió la voz juvenil, dejando escapar una risa ronca.
—Par es derrota, impar es victoria. Una vez abra el cubilete, no habrá vuelta atrás. Ahora, por favor, proceda.
El hombre sacudió el cubilete en direcciones aleatorias, agarrándolo con fuerza. El silencio se hizo en la sala, roto únicamente por el chasquido de los dados moviéndose dentro del objeto. Entonces, detuvo sus movimientos y la tensión creció.
Después, muy poco a poco, comenzó a levantar el cubilete y echó un vistazo a través de la pequeña abertura. Sus ojos se abrieron de golpe y levantó el vaso con alegría.
—¡IMPAR! ¡ES IMPAR! —gritó, mientras reía como un maníaco—. ¡HE GANADO!
Lejos de compartir su entusiasmo, la multitud que estaba rodeando la mesa y observando la partida parecía más bien decepcionada. Ese no era el resultado que estaban esperando. Algunos incluso mostraron su descontento en voz alta.
Uno de los crupiers sonrió y dijo:
—Enhorabuena, a partir de ahora tu negocio irá viento en popa.
El hombre rio escandalosamente y dijo:
—¡Espera, quiero volver a apostar!
—Por supuesto, ¿qué desea esta vez? —respondió el crupier, que no parecía perturbado por su comportamiento.
—¡Quiero que todos mis competidores mueran!
—Esa oferta es mucho más compleja que la anterior. Diez años de la vida de tu hija no serán suficientes.
Con los ojos inyectados en sangre, aquel mercader de poca monta respondió:
—¡Entonces que sean veinte! Y… ¡Y súmale el destino de su matrimonio!
El público clamó emocionado. Por todas partes podían escucharse distintos comentarios. “¡Increíble, esto se pone interesante!”, “¡Este ha perdido la cabeza! ¡Vender la vida de su propia hija!”, entre otros.
—Par es derrota, impar es victoria. Una vez abra el cubilete, no habrá vuelta atrás. Ahora, por favor, proceda —anunció el crupier.
Una vez más, la sala enmudeció. Después de un par de segundos, el traqueteo de los dados se detuvo y el hombre volvió a echar un vistazo por la abertura. Su rostro palideció.
Justo entonces, otra persona… No, otro ser, irrumpió en el sitio.
Poseía un aura que atraía todas las miradas. Su cuerpo, delgado, estaba envuelto por una túnica funeraria, y su cara estaba cubierta por una máscara de aspecto singular: una mitad sonreía mientras que la otra lloraba.
La sonrisa del crupier se torció.
—Me gustaría hacer una apuesta. —Brillante, fresca, juvenil. La dulzura de esa voz, contra toda ley física, resonaba en toda la cámara sin verse amortiguada en lo más mínimo por su máscara.
Los otros asistentes del casino se miraron entre sí, sin saber muy bien cómo actuar o cómo comportarse.
Aquella careta pertenecía ni más ni menos que a Bai Wuxiang, también conocido como “La Calamidad Vestida de Blanco”. Su presencia solo podía significar una cosa: problemas.
La silueta a través del velo dio una palmada seca. El eco sacó a todos los presentes del trance, y el crupier recuperó la compostura.
—Por supuesto, ¿qué es lo que desea?
—Anular cualquier deuda de este buen hombre —explicó Bai Wuxiang, señalando al mercader con el brazo. «¿Buen hombre? ¿En qué mundo?» pensaron algunos de los presentes—, cumplir su petición y, además, solicitar un favor personal al dueño, si es que está aquí.
Todo el mundo sabía que Lluvia Sangrienta que Busca una Flor, el propietario de la Casa de Apuestas y, dicho sea de paso, de toda Ciudad Fantasma, se encontraba allí ese día. No era precisamente un secreto, ese era su territorio a fin de cuentas. Era imposible que Bai Wuxiang no lo supiera, solo fingía hacerse el interesante.
—Esa oferta es muy exigente —declaró el crupier con seriedad. Ya no había rastro de su sonrisa profesional—. ¿Qué va a apostar a cambio?
—Apostaré mis cenizas.
—¡¡¡...!!!!
La muchedumbre ahogó un grito. Era tradición del reino de los fantasmas otorgar a un ser querido o confiable sus cenizas, ya fuera en una bolsa de seda de calidad o transformadas en exquisitos tocados o joyas. No obstante, la costumbre había caído en desuso debido al gran riesgo que conllevaba, y es que, si se diera el caso de que aquel ser querido se descuidaba o incluso, en el fondo, buscaba traicionar al fantasma, no tendría más que esparcir dichas cenizas al aire para que este desapareciera para siempre.
Las cenizas eran la mayor debilidad y, al mismo tiempo, la fortaleza de los espíritus del reino demoníaco. Mientras estuvieran bien escondidas e intactas, y en tanto que el dueño tuviera un resentimiento lo bastante fuerte para quedarse en este mundo, siempre lograría volver.
—Señor, está en su derecho a rechazar… —fue a decir uno de los asistentes.
—Recuerde, Lluvia Sangrienta, que todavía me debe una partida. —Con un tono tan despreocupado y casual, casi amistoso, resultaba extraño lo terrorífico que podía llegar a ser escuchar esas palabras.
—Con una apuesta así —habló finalmente la voz detrás de la cortina, igual de casual—, temo que la casa no sea capaz de igualarla. Eso es todo.
—Si es un asunto de justicia lo que lo atormenta, créame cuando le digo que el favor no es pequeño.
—Je, muy bien. —Con un breve ademán, Lluvia Sangrienta indicó al crupier que continuara.
—Par es derrota, impar es victoria. Una vez abra el—.
—No tan rápido —interrumpió la calamidad de sedas blancas—. ¿Por qué no hacerlo más interesante?
—¿Cómo dice?
—Solo par o impar no provoca intriga. Es una probabilidad del cincuenta por ciento. Juguemos a ver quién saca el número más alto.
Un sinfín de fantasmas estallaron en carcajadas y comenzaron a proferir burlas y mofas.
—¡JUAJUAJUA! ¡No tiene ninguna posibilidad!
—¡Nuestro señor nunca ha perdido en un juego así! ¡Su suerte es dorada!
—¡Al menos, si buscaba par o impar, todo se reducía a su propia suerte, pero ahora además de su propia fortuna tiene que procurar que la del otro no la supere!
—Debió conformarse con el cincuenta-cincuenta.
—¡Cincuenta-cincuenta sigue siendo mejor que cero!
Fue solo un gesto, pequeño, diminuto, incluso. Giró levemente la cabeza y la máscara los miró a todos y a ninguno a la vez. El tumulto cesó de inmediato.
—Muy bien, que así sea. Pase al frente —anunció Lluvia Sangrienta. Una ráfaga de viento apareció de la nada y levantó el velo que lo cubría, revelando un rostro inhumanamente bello y de un pálido mortal. Lo único que lo alejaba de la perfección era el parche que cubría su ojo derecho. Eso, y aquel ceño de cejas finas fruncido.
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La derrota era la derrota, y Hua Cheng era un hombre de palabra. La mayor parte del tiempo, al menos. Los detalles de dicha derrota, en cambio… Mejor no discutirlos.
Una vez aceptado ese hecho, Bai Wuxiang y él se retiraron para hablar en más profundidad del supuesto favor. Por una parte, sabía desde un principio que, al final, acabaría cediendo. Por otra, lo que más le fastidiaba era que tendría que cumplir la petición de aquel mequetrefe mortal. Tal vez era por eso mismo que Bai Wuxiang lo había incluido en la apuesta.
—¿Qué es lo que quieres? —El desdén que destilaban sus palabras rebotó en la madera de aquella salita privada.
—¿Ni siquiera me invitas a una copa primero? No te hacía por tan mal anfitrión.
—No tientes a la suerte, ¿qué es lo que quieres? No, más bien, ¿qué quiere Junwu?
Por muy terrorífica que resultara la Calamidad Vestida de Blanco por sí misma, la realidad era que gran parte del miedo que lograba infundir provenía más bien de su dueño, Junwu. Aunque este era más como su jefe, Bai Wuxiang seguía sus órdenes y mandato con tanta lealtad que su presencia y voluntad se consideraban automáticamente una extensión de las del dicho.
—Una forma de romper la barrera espiritual que la Corte Celestial ha levantado.
Hua Cheng soltó una carcajada, aunque no había nada de alegría en su risa.
—Si hubiera una manera, ¿crees que no lo habría intentado ya? Ni siquiera habría esperado para ir a contárselo, me adueñaría de todo el territorio antes de que alguien más se diera cuenta.
—Me he explicado mal —respondió Bai Wuxiang, inmutable—. Hay una forma de romper la barrera espiritual, y requiere de tu colaboración.
Aunque trató de ocultar su sorpresa, las cejas de Hua Cheng se arquearon ligeramente, de forma casi imperceptible. Aun sabiendo que Bai Wuxiang probablemente se habría percatado, fingió que no le había afectado la revelación.
—¿Y qué gano yo a cambio?
—Has perdido una apuesta, no hay nada que negociar.
—Tú eres el que me necesita —señaló Hua Cheng con tono provocativo—. Solo pediste mi colaboración, yo puedo decidir cuánta.
—Desafortunadamente para ti, no es algo que simplemente pueda darse o hacerse de una sola vez. —El tono de voz de Bai Wuxiang no revelaba nada, y su rostro se ocultaba tras aquella trágica máscara. Era difícil determinar lo que se pasaba por su cabeza—. Precisa de tu participación a largo plazo.
Aquello eran palabras mayores. Un fantasma de nivel supremo dueño de una ciudad entera como Hua Cheng no podía invertir su tiempo en proyectos a largo plazo y abandonar su posición.
—Tendría que cerrar Ciudad Fantasma, ¿cómo sabes que funcionará? ¿En qué estáis pensando? —inquirió con mayor seriedad.
Bai Wuxiang comenzó a explicar todo desde el principio. Cómo la Corte Celestial había caído en la decadencia debido al progreso del mundo humano y la reducción de apariciones de fantasmas y demonios, provocando que las personas olvidaran su existencia y, con ello su devoción. También le contó el método al que habían recurrido para obtener la devoción de los fans y convertirlo en energía espiritual. Hua Cheng se sabía bien esa historia, llevaba sin descansar en paz desde antes de que los fantasmas dejaran de caminar sobre el reino mortal. Y no había entendido adónde quería llegar Bai Wuxiang hasta que este le explicó que la mejor forma de oponerse al sistema era combatiendo el fuego con fuego: haciendo lo mismo que ellos y yendo a por los fans.
—Espera —interrumpió Hua Cheng—, ¿quieres crear una boy band ?
No se pudo ver debido a la careta, pero Bai Wuxiang claramente había sonreído.
—Ya que serás el líder, te concederé el honor de ponerle el nombre.
—Junwu debe de haber perdido la cabeza. Un grupo musical de fantasmas resentidos…
—Recuerda que me debes la apuesta: un favor de Lluvia Sangrienta que Busca una Flor.
—Tsk. —Hua Cheng chasqueó la lengua con disgusto.
Sin esperar a que respondiera, Bai Wuxiang giró sobre sí mismo, como si flotara, y sin ninguna prisa ni miramiento se dispuso a abandonar la sala.
—Ghost City.
La calamidad de blanco se detuvo y giró ligeramente su cabeza.
—El grupo —aclaró Hua Cheng, encogiéndose de hombros como si la cosa no fuera con él—, pongámosle Ghost City.
Notes:
¿Quiénes serán todos los integrantes de Ghost City ahora? Mmmm…. Me pregunto… Bueno, yo no me lo pregunto, porque yo ya lo sé, juas juas. Pero obviamente nuestro querido Huahua será el que más merezca la pena, no desesperen.
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Chapter 5: Mi ritmo, mi camino, mi fantasía
Notes:
Canciones referenciadas, ¡justo aquí!:
My Pace: https://youtu.be/pok5yDw77uM?si=hDC3KCRmAKpGOvWO
Fantasy: https://youtu.be/IuaRdAozUI0?si=nQ-5OQyNtzG7oANd
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¿Por qué tenemos que hacerlo ya? ¡Acabamos de llegar! —se quejó Mu Qing sonoramente.
Feng Xin no había dicho nada aún, pero se notaba en lo gruñón de su cara que estaba completamente de acuerdo.
Como si hubiera intuido la llegada de los otros dos, Shi Qingxuan había aparecido repentinamente en el piso compartido del grupo para meterles prisa. ¿El objetivo? Promocionar el nuevo single que habían dejado preparado y que su querido y fabuloso mánager había publicado el mismo instante en que regresaron de sus vacaciones. Y ahora tocaba toda la promoción: entrevistas, ensayos, ¡y un concierto en vivo, por supuesto! Con entradas que se consiguen por sorteo y todo.
—¡El internet olvida rápido! Si por mí fuera, estaríais sacando canciones todas las semanas —admitió Shi Qingxuan.
—A ti no te han olvidado —apuntó Xie Lian con una sonrisa.
—¡Porque yo soy inolvidable! Aish, una pena que tenga que esperar al menos doscientos años para poder repetir.
Todos lo miraron con una sonrisa complicada.
La razón por la que un personaje como Shi Qingxuan estaba haciendo de mánager y no de idol como parecía que le correspondía, era una muy sencilla: ya lo había sido; ¡varias veces, de hecho! No hacía mucho, en su forma femenina, había formado un grupo femenino que había sido todo un puntazo y cuyos temas aún rondaban por los bares y las discotecas de vez en cuando. De no ser por Ling Wen, que había tenido que actualizar la política para detener sus andanzas, todos los grupos de Oficiales Celestiales lo tendrían a él de cabecilla en las miles de formas que era capaz de idear para cambiar de aspecto. Desde entonces, nació la política de los doscientos años, en parte para evitar que los Oficiales se desgastaran con la vida de celebridad, en parte para impedir que Shi Qingxuan acaparara todo el protagonismo y se formara un patrón reconocible que pudiera producir alguna teoría conspiranoica. Ya había teorías raras sobre los idols corrientes y molientes, no querían imaginar qué podía llegar a pasar con un dios.
—¡Ahora, a vestirse! —ordenó Shi Qingxuan con una palmada, y se acabó la discusión.
No hay prisa, mi ritmo.
No te compares
Está bien ir despacio.
Ve por tu propio camino, mi carril.
No seas impaciente, solo sigue mirando hacia adelante.
¿Estás listo? ¡Vamos allá!
Nananananananananana, ¡solo quédate en mi carril!
Nananananananananana.
—¡Ahhhh, es perfecta! Número uno en tendencias —resaltó Shi Qingxuan una vez terminaron los primeros vídeos promocionándola—. La letra es motivadora, pero no tan complicada como para que la gente no la entienda; y la coreo es razonable y pegadiza para un trend ; ¿existe una fórmula mejor para hacer música?
—Si complicaba mucho el baile —explicó Mu Qing con una sonrisita suficiente—, temía que no fuerais capaz de aprenderlo. —Era bastante arrogante viniendo de él considerando que, aunque él era el que tenía toda la visión coreográfica, Feng Xing era quien mejor lograba entenderla y llevarla a acabo—. La letra, sin embargo, ¿no es un poco cursi?
—Si por ti fuera, en vez de palabras, los altavoces escupirían veneno —respondió este último.
—Que no seas capaz de comprender mi profundidad lírica no la hace menos válida —repuso—. ¿Y qué es eso de nananana ? Vaya forma de meter relleno.
—Es que ya usamos Lalalalala la última vez, así que… —se excusó Xie Lian.
—Bah, es igual. Si alternamos entre lala y nana por cada comeback nadie lo notará, o lo harán pero les dará lo mismo —respondió Shi Qingxuan dándole unas palmaditas en la espalda—. Además, es linda. Siempre se te ha dado bien predicar, ¿eh?
—Eh, jajaja —rio, sin saber si interpretarlo como un cumplido o no—. Es normal para las personas querer compararse constantemente con otros para convencerse de que son suficiente. Creo que tendremos más éxito si logramos que los fans se sientan comprendidos y calmamos sus preocupaciones.
—Como si unas palabras bonitas tuvieran ese poder —soltó Mu Qing.
—Cállate. Una coreo trending y ya se te suben los humos. No te des tantos aires por hacer una única cosa bien.
—Ah, ¿así que admites que hice un buen trabajo? Je.
—Grrrrrrr….
—Tú también hiciste un gran trabajo con la base musical, Feng Xin. ¡Buen trabajo a todos! —elogió Xie Lian de forma sincera.
Mu Qing y Feng Xin se quedaron quietos por un momento, pero le dieron las gracias después.
—Ah, adoro cuando las cosas salen bien —suspiró Shi Qingxuan con alegría. Después, volvió al teléfono para seguir inspeccionando las redes—. Esto tendrá satisfechos a los fans un tiempo, pero deberíamos ir ideando algo para los Idol Awa ... ¡¿QUÉEE?! ¡¡¡IMPOSIBLE!!!
El trío intercambió miradas confusas entre sí.
—¿Ahora qué? —se atrevió a preguntar Mu Qing, después de lo que pareció una eternidad.
—¡Mirad, MIRAD, MIRAD! —chilló Shi Qingxuan, prácticamente pegándoles la pantalla a la cara.
—¡No lo acerques tanto, que no veo!
—¿Quiénes son? ¿Ghost City? ¿Un grupo nuevo? —cuestionó Feng Xin.
—¿Qué tiene de especial? —preguntó Mu Qing con desinterés.
—Oh, la estética no está nada mal —comentó Xie Lian. Fue a acercarse para admirarlo mejor, pero Shi Qingxuan se apartó como si se sintiera profundamente agraviado por ello.
—¡Está todo mal! ¡Mira esos números, toda esa anticipación! ¡¿Cómo puedo no haberme enterado?!
—¿Es que acaso estás todo el día pendiente de todos los grupos habidos y por haber? —bufó Mu Qing.
Cuando Shi Qingxuan levantó la cabeza para mirarlo, con esos ojos normalmente brillantes ahora ensombrecidos y esas cejas finas y rectas arqueadas en una curva inquisidora, supo que la pregunta era ridícula, y que la respuesta era , evidentemente: sí.
—¿Qué hay de malo en que aparezca un grupo nuevo? —Xie Lian intentó desviar el tema.
—¡¿Un grupo del que no sé nada, que no parece estar asociado a ninguna agencia y que tiene la misma anticipación y hype con un simple teaser que los grupos pre-debut de las compañías discográficas más relevantes del país pese a que no existe ninguna promoción previa?! —Dijo todo eso en una única respiración, lo que resultaba bastante impresionante—. Esto solo puede ser un mal presagio.
Xie Lian recordó la conversación que había tenido con su guoshi semanas antes, aunque no dijo nada.
—Últimamente está de moda mostrar apoyo hacia los grupos independientes para fomentar la diversidad artística, será algo de eso. Te estás ahogando en un vaso de agua —contestó Mu Qing.
—No, pensándolo bien, sí son números muy altos, es bastante sorprendente —replicó Feng Xin.
—¿Quiénes son los miembros? —preguntó Xie Lian con curiosidad—. ¿Cuándo debutan?
—Eh, a ver. —Shi Qingxuan puso los detalles al doble de velocidad—. Parece que son Green Ghost, White No-Face, Black Water… Oh, y el líder, Crimson Rain. Deja que miro la fecha…
—¿Ugh, una estética de chicos malos? ¿No había pasado eso de moda? —se quejó Mu Qing.
—A estas alturas, lo mismo ya se considera retro. Y lo retro siempre está de moda —dijo Feng Xin. El otro pensó que en eso tenía razón y se encogió de hombros.
—¡Ajá! ¿Eh? ¡¿Un concierto gratuito al aire libre hoy mismo?! No me lo puedo creer, ¡¿cómo no me había enterado?! ¡Es como si hubieran aparecido de la misma nada! Esto no puede ser.
El mánager empezó a dar vueltas de un lado a otro, con tanta rapidez e insistencia que parecía que iba a dejar una zanja en el suelo con la forma de su recorrido.
—Qingxuan —trató de tranquilizarlo Xie Lian—, podríamos ir a verlo, y así te quedarías tranquilo.
—Oh, eres tan amable, pero no puedo; mucho trabajo. —Su rostro se iluminó de repente—. Aunque, ¡claro! ¡Es una idea excelente!
—¿Eh? —dijeron los tres al unísono.
En un bamboleo exagerado, Shi Qingxuan señaló al grupo.
—¡Id de incógnito, que no os pillen! Recolectad toda la información que sea posible. Además, os vendrá bien la inspiración para lanzar algo que presentar en los Idol Awards .
Mu Qing rodó los ojos cansinamente antes de responder:
—Siempre nos estás pidiendo que saquemos cosas nuevas, ¡no puede haber nadie a quien se les ocurran tantas ideas tan rápido!
—Como nunca aceptáis mis propuestas os toca encargaros de toda la producción, ¡es lo que hay! En fin, shuuu, shuuu, —Shi Qingxuan hizo un gesto similar al que se le hace a las moscas para alejarlas—, id a investigar ese grupo y grabadlo todo. No existe ser humano que pueda provocar tal reacción sin al menos un poco de ayuda, ¡tengo que descubrir su secreto!
—Pfff, todavía falta ver si son buenos. Y aunque lo fueran, lo difícil no es llegar a la cima, sino quedarse —protestó Mu Qing—. Quizá la semana que viene sean agua pasada.
—Bueno, eso habrá que verlo —respondió Xie Lian, que en algún momento ya se había puesto una gorra y unas gafas de sol redondas. Combinadas con su conjunto de chándal blanco por excelencia para salidas casuales, que de alguna forma siempre se mantenía impecablemente brillante pese a su color, daba un aire moderno, sobrio e incluso elegante.
La parte racional de su cabeza sabía que todavía no había una razón real para preocuparse. Lo sabía porque lo más importante para la barrera espiritual era, más que nada, la devoción. En tiempos pasados, los humanos veneraban a múltiples dioses a la vez y no por ello mermaba la fuerza de ninguno. En todo caso, siempre encontrabas a un favorito que a lo mejor se llevaba la mejor tajada, pero nada más grave. Mientras no cayeran en el olvido, nunca habría un problema real.
Y, sin embargo, no era capaz de quitarse de encima la sensación de que algo no estaba bien, como una astilla en lo más profundo de su corazón, cuyo dolor punzante podía sentir pero que no lograba alcanzar a palpar. Se preguntó si el designio de Mei Nianqing tal vez lo había sugestionado demasiado.
No será para tanto, se dijo, puede que sean un buen grupo e incluso podamos colaborar con ellos.
*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚
El humo vaporizado de las máquinas del escenario descubierto desprendían ese olor particular. Xie Lian nunca lo había entendido pero, si tuviera que describirlo, diría algo como “el olor de la nada si la nada tuviera olor”. Era una sensación extraña cuya textura inundaba los pulmones pero desaparecía en el momento en que le prestabas atención. Eso y el polvo plateado, espolvoreado por toda la plaza en la que se encontraban, como si estuviera dentro de un sueño.
El sueño rápidamente se convirtió en una pesadilla, fría y controlada. El humo se convirtió en una nube, tupiendo los últimos rayos de sol aletargados que despedían el final del día, y comenzó a sonar un piano. Cuatro figuras difusas se dibujaron a lo lejos, pero era imposible ver nada más. Xie Lian se aseguró de tener localizada las presencias de Mu Qing y Feng Xin a ambos lados de sí.
—Eso es… ¿Moonlight Sonata?
Tú eres
mi fantasía…
Pedí un deseo bajo un cielo teñido de sangre, creo.
Que todo esto fuera un sueño cuando abriera mis ojos.
Pero no se hizo realidad.
Agotado, he perdido mi camino.
Por favor, llévame a cualquier parte.
Haré cualquier cosa.
—¿A quién diablos se le ocurre una letra así? —Se suponía que Mu Qing estaba cerca, a su izquierda, pero el gruñido arisco de su voz se sentía distante y lejano.
—No quería mencionarlo pero, ¿no contrasta un poco con la nuestra? —Algo similar pasaba con Feng Xin, a su derecha.
—Sentirse perdido es un tema recurrente —murmuró Xie Lian—, será una coincidencia.
Junto a la música, un ansia creciente se instaló en su pecho, algo que crecía y se retorcía en su estómago buscando ser liberado de golpe. El vapor de las máquinas de humo se dispersó y las cuatro siluetas, que relucían gracias a la plata en el aire, finalmente adquirieron rostro.
Xie Lian no tenía ninguna clase de miramiento en lo que respectaba a reconocer el atractivo de otros hombres. Y tenía que admitirlo: estos lo eran mucho. Cada uno tenía un aura y un estilo propio que quedaba sujeto a la preferencia personal, pero en conjunto transmitían un cierto impacto, de esos que dejaban sin respiración.
Solo es una fantasía.
El dolor me atraviesa como espinas,
como una noche sin luna, una señal vacía.
Mi tragedia.
Si solo una puerta se abre,
por favor, sálvame, fantasía.
Las luces que no sabía que había enfocándolos se apagaron, y todo quedó en mudo silencio. Lo único que podía oírse eran las respiraciones apenas audibles de las personas a su alrededor que, a pesar de estar confundidas, aún no se atrevían a hablar. Miró al cielo en busca de algo que ver y se dio cuenta de que, en efecto, era una noche sin luna. Tampoco había estrellas. Solo había cuatro y, en ese momento, estaban sobre el escenario.
La quietud se vio interrumpida por el regreso de la música, junto a sedosas voces que en suspiros cantados lo abrazaron como un brazo rodeando su cintura, acompañadas de un hipnótico juego de luces.
Vuelve a levantarte
de este sueño…
Notes:
¡Qué viva interrumpir los capítulos cuando se pone más interesante! ¡HURRAAAA!
¡No, no! ¡Es mentira, no me odien!
En fin, delfín, a la próxima habrá interacción Hualian, palabra de su Lombriz de confianza, ¿sí? Vengaaaa, que sabes que lo estás amando ;)
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Chapter 6: Ropas más rojas que el arce, chándal blanco como la nieve
Summary:
Donde Xie Lian es invitado a beber por un encantador pero misterioso extraño, que además es menor que él.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
¿Cómo había podido Xie Lian perder a Feng Xin y a Mu Qing si, técnicamente, ni se había movido del sitio? Era una gran pregunta. Una para la que no tenía respuesta.
Vagó y vagó en un mar hecho de gente, donde sus gritos morían ahogados por la algarabía y los comentarios alegres de los espectadores, tanto de los que habían esperado la actuación desde que se habían enterado como los que se quedaron a verla porque pasaba por ahí de casualidad.
—¡No es a lo que estoy acostumbrada, pero es bastante atrapante!
—¿A que sí?
—¡Todos eran muy guapos!
—¡Ese Green Ghost era un poco raro, pero eso le daba un toque único! ¡Creo que podría acostumbrarme!
Xie Lian dejó de llamar por ellos poco después, dando paso a los suspiros. Mirara a donde mirara, solo veía caras de gente desconocida y un valle de prendas de colores oscurecidas por el velo nocturno. Tampoco veía la manera de salir del lugar rápido y, aunque tuviera muchas ganas, no podía usar su fuerza sobrehumana para escapar de un salto, sería demasiado llamativo.
Algo captó su atención, en medio de toda la multitud que se desperdigaba, dispuesta a volver a su casa. El tintineo de un cascabel hizo eco en sus oídos, aunque se preguntó si había venido de su propia cabeza, puesto que no era capaz de identificar de dónde provenía. Sin embargo, ello no impidió que sus ojos apuntaran a la dirección exacta, justo a tiempo para ver una mariposa plateada, aleteando solemnemente mientras dejaba caer una estela de virutas del mismo color a su paso.
«Qué raro, las mariposas no vuelan de noche», pensó Xie Lian. ¿O sería una polilla? Aunque su vuelo era demasiado hermoso y elegante para serlo.
Polilla o no, un camino se abrió entre el gentío, lo que le dio vía libre para abandonar la plaza. Cuando por fin puso pie en una calle más apartada, algo vibró en su bolsillo.
« ¿Dónde estás? Llevamos buscándote media hora » se leyó en la pantalla. Era un mensaje de Mu Qing, en el chat grupal. Poco después, le siguió uno de Feng Xin: « No hay forma de moverse por aquí. Nos veremos en casa, ¿necesitas ayuda para salir de ahí? ».
En el momento en que Xie Lian contestó que no hacía falta, una viscosidad fría reptó por la tela de su chándal, y su color blanco se tiñó de un rojo pegajoso. Parte del líquido llegó hasta su teléfono móvil.
—Mía culpa —dijo una voz joven. Xie Lian alzó la vista y se encontró con un par de ojos oscuros. Incluso en la negrura de la noche, relucían como estrellas, y aunque acababa de disculparse con él, no mostraban señales de arrepentimiento. La persona sujetaba un vaso de plástico, ahora casi vacío, en la mano—. Perdón, lo limpiaré.
Era un joven de aproximadamente dieciséis o diecisiete años en apariencia, pero con una mirada que parecía saber más que alguien de esa edad. Tenía un aura infantil y juguetona, del tipo salvaje y malcriada. El rojo de sus ropas recordaba a las hojas de arce, y el material evidenciaba ser de muy buena calidad. Daba la impresión de haber puesto mucho cuidado en ocultar el esfuerzo que ponía en arreglarse, pero Xie Lian tenía muy buen ojo para esas cosas; era una especie de imperfección meticulosa. Dicho chico sacó un pañuelo de uno de sus bolsillos, intentando, en vano, limpiar el desastre. De hecho, solo extendió la mancha.
—¡E-está bien, no te preocupes, tengo más como este! —respondió Xie Lian atropelladamente, apartándose con velocidad. No era mentira, tendría alrededor de cinco idénticos a esas alturas; no los contaba.
—Aun así, me sabe mal. —El timbre de la voz se volvió más tierno, como una súplica ligeramente burlona. Por lo demás, tenía un brillo agradable al oído—. Deje que lo invite a algo.
—Muchas gracias, aprecio la oferta, pero no bebo —respondió Xie Lian.
—Nunca dije que tuviera que ser alcohol —El muchacho sonrió como si la declaración hubiera sido obvia desde el principio. Después de mirarlo de arriba abajo, concluyó que Xie Lian era mayor y dijo:— ¿Gege está solo esta noche? Yo también, así que hagámonos compañía.
Xie Lian se dio cuenta de que lo que había supuesto era una estupidez. Si de verdad tenía la edad que aparentaba, el alcohol sería la última cosa a la que podría invitarle.
«¿Es porque es como un niño? Tengo debilidad por los niños. ¡Será eso!». Al menos, eso era lo que repetía en su cabeza mientras seguía al desconocido hacia un bar restaurante cercano y se sentaban en una esquina desapercibida.
—Ahora que lo pienso, no sé tu nombre —le dijo, mirando el fondo de su vaso, a través del tinte rojizo de su té frío de ciruela agria.
—Soy el tercer hijo de mi familia, —estaba dándole vueltas al hielo de su bebida con la pajita, que esta vez era de color lima—, así que puede llamarme San Lang.
—San Lang… —Por alguna razón, se sentía bien decirlo.
—¿Qué hay de gege?
Xie Lian se vio a sí mismo tartamudeando y titubeando. ¿Qué podía decirle? No podía revelar que en el fondo era una famosa estrella del pop así de la nada, ¿verdad? Bueno, pensándolo bien, ¿le habría reconocido ya el chico?
—Está bien. Es un secreto, lo entiendo —dijo de pronto. Se dio cuenta de que ahora tenía un codo apoyado en la mesa y apoyaba la cabeza en la mano correspondiente, observándolo con una mirada lánguida y serena, pero sin perder ese brillo perspicaz—. Ni siquiera se ha quitado las gafas o la gorra. Gege debe ser alguien importante.
—Ah, esto, ah… Jeje. —Xie Lian no lo encontraba divertido, pero no sabía qué más hacer salvo reír incómodamente y sorber su té. El líquido frío solo apretaba más el nudo en su garganta.
—¿Y qué traía a gege por aquí? ¿El concierto?
Los ojos de San Lang viajaban de un lado a otro, inspeccionando su cara como si buscaran grabar cada detalle. De vez en cuando, su sonrisa pícara se ensanchaba un poco. Entonces, bajaba levemente la cabeza y bebía de su refresco.
—De hecho, sí —respondió. San Lang lo miró directamente a los ojos, donde hubieran estado si fueran visibles a través de las oscuras gafas de sol. Aunque oscuras a la vista por fuera, Xie Lian podía ver perfectamente con ellas—. ¿Y tú?
—Llevaba un tiempo esperándolo. Estuvo más o menos, no muy mal —dijo, como si el espectáculo no fuera la gran cosa. Más que de un concierto, parecía que estuviera hablando de una actuación callejera de bajo presupuesto.
«Este niño es muy exquisito, debe de ser muy pudiente», pensó Xie Lian.
—Yo creo que era un concepto bastante interesante. Me pareció ingenioso que utilizaran el primer movimiento de Moonlight Sonata como introducción y base de la canción.
—Si por ingenioso te refieres a un plagio total. —San Lang se encogió de hombros y negó con la cabeza—. Un par de modificaciones aquí, un remix moderno por allá. Eso es todo lo que hace falta a día de hoy para llamar a algo música.
«Suena a algo que diría un sabelotodo», fue lo que cruzó su mente. Aunque era algo que podía decirse de muchas creaciones musicales, era necesario un mínimo entendimiento para siquiera atreverse a adaptar dichas obras, no digamos usarlas de base para crear algo nuevo.
—Parece que sabes mucho, ¿haces música?
—No sé tanto, solo un poco —respondió, haciendo un gesto de pinza con los dedos. Xie Lian podía ver uno de sus brillantes ojos negros a través del agujero entre ellos, el izquierdo—. Si gege quiere escuchar, puedo mostrárselo en otra ocasión.
—Mmm, estaría bien. —Asintió con una sonrisa—. Has dicho que llevabas un tiempo esperando esta actuación. ¿Cuánto exactamente?
—Unos días, tal vez. ¿Por qué la pregunta?
A Xie Lian le llamaba la atención la forma en la que San Lang era capaz de dirigir y tomar el control de la conversación. Desde hacía rato, una duda había comenzado a alojarse en su cabeza, relacionada con este chiquillo.
«¿Un fantasma? Aunque parece muy humano. Si se tratara de un fantasma, sería uno de muy alto nivel, ¿pero qué ganaría un supremo entablando conversación conmigo?».
—¿Gege?
Se había entretenido demasiado pensando.
—Ah, por nada en particular. Es solo que no ha habido mucha promoción de este grupo, ¿verdad? Es casi como si hubieran surgido de la nada. —Interrumpió el discurso con un breve sorbo—. De hecho, me enteré más por casualidad que por otra cosa.
—¿De qué manera?
—¿Eh?
—¿De qué manera se enteró? —San Lang inclinó la cabeza hacia un lado, y finas hebras de resplandeciente cabello oscuro le siguieron. Los fantasmas que intentaban hacerse pasar por humanos solían tener un pelo apagado y compacto, como si estuviera hecho de paja, pero aquel era sedoso e inmaculado—. De lo del concierto, me refiero.
—Ah, pues… Un amigo vio el tráiler y el anuncio, pero como no podía venir me pidió que fuera por él. En cualquier caso, le sorprendía que hubiera tanta gente expectante de un grupo del que no sabía nada.
San Lang dejó salir una risita maliciosa. Xie Lian intentó corresponderla con una sonrisa amable pero, viendo el carácter que tenía, ya se esperaba el comentario del chico que le siguió:
—A lo mejor es que su amigo no sabe tanto, después de todo. —Se recostó en el respaldo de la silla, cruzándose de brazos—. Pero es cierto que no tienen ningún historial.
—¿Cómo se enteró San Lang de la existencia del grupo, entonces?
—Dos opciones: soy un integrante de Ghost City de incógnito y me acerqué a gege para evaluar la competencia —hizo una pausa dramática—, o soy un aficionado a los grupos independientes y me enteré porque una cosa lleva a la otra.
La exposición dejó a Xie Lian sin palabras. Cuando se recompuso del shock inicial, carraspeó, se armó de valor y se quitó las gafas.
—¿Qué me ha delatado? —preguntó finalmente.
—Puro blanco —señaló San Lang—. A gege le gusta mucho vestir de blanco.
Xie Lian exhaló un suspiro de derrota. Aunque se tratara de un aficionado a los grupos independientes, él seguía siendo la cara más reconocida de China hasta el momento, lo raro sería que no lo hubiera reconocido.
—Eres muy observador. ¿Hay alguna razón por la que prefieras los grupos independientes?
Las cejas de San Lang se elevaron sutilmente, su sonrisa traviesa se ensanchó.
—¿Insinúa gege que no doy la talla para formar parte de un grupo?
—Para nada —rio Xie Lian—. Es más, creo que si hicieras una audición, te adelantarían de inmediato a las entrevistas finales. —El comentario pareció satisfacer al otro—. Pero escuchando tus comentarios, pienso que San Lang haría un tipo de música diferente, algo que fuera más con él.
—¿En qué sentido?
—Oh, creo que, en el fondo, lo que pasa es que no te sientes identificado con la música de Ghost City —sentenció—, así que no puedes pertenecer a ese grupo
La luz en los ojos de San Lang titiló. Este se quedó callado por unos instantes y desvió la mirada. Por un momento, a Xie Lian le preocupó haber tocado alguna fibra sensible para él.
—La razón por la que prefiero a los grupos under e independientes —dijo, volviendo al tema como si nada—, es porque no me gusta la industria musical actual. Siempre basada en patrones comerciales diseñados para gustar. —Su tono se volvió más sarcástico y mordaz—. Los más tontos acusarán a algunos grupos de hacer clichés con el único objetivo de viralizarlos sin darse cuenta de que su grupo favorito hace exactamente lo mismo pero con otro estilo.
«Qué forma más curiosa de verlo» pensó Xie Lian. Le parecía hasta un poco edgy , aunque San Lang no le daba la impresión de ser el tipo que soltaba opiniones controvertidas solo para llevar la contraria.
—Se está haciendo tarde —concluyó el chico—. Deje que invite a gege —comentó, levantándose para pagar.
—¡Ah, no! Yo soy el mayor, no puedo… —fue a responder, pero fue interrumpido.
—Sería inoportuno que lo reconocieran ahora. No pasa nada, puede pensar en cómo devolvérmelo en otra ocasión.
Así fue como Xie Lian regresó, bien entrada la noche, aún con su conjunto blanco teñido del rojo del arce, para preocupación de Feng Xin y de Mu Qing. Sin embargo, lo que más le atribulaba era el bochorno de haber dejado que un chiquillo no solo le hubiera descubierto, sino que también le hubiera pagado la bebida. Con razón se había mostrado tan astuto y discreto, ¡lo había calado desde el principio!
Cansado de darle vueltas al asunto en su cabeza, se escabulló del par de dos para ir a lavar su ropa, hasta que se dio cuenta de que había algo escondido en ella…
Notes:
Xie Lian: Espera… ¡¿cómo que en otra ocasión?! ¡¿Va a haber próxima vez?!
Yo: Por supuesto.
UUUUhhhh, ¿quién será San Lang? (En el fondo, todos lo sabemos, pero vamos a hacernos los locos, ¿ok? ¿Sí? Perfect).
Otra semana más, ¡otro cap nuevo! Espero que estén disfrutando tanto leyendo como yo escribiendo, yipeee. Escribir al lindo Huahua es mi pasión, es tan, añsodjasñdfjñf.
En fin…
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Chapter 7: Cojines y pañuelos
Summary:
Donde Xie Lian encuentra algo curiosito en el bolsillo de su chaqueta que le abre numerosas posibilidades.
Notes:
Upsss, a lo mejor me fui a dormir anoche olvidando que tenía que actualizar. ¡Lo sientooooo! 🙏🙏🙏🙏🙏
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Un cojín directo a la cara. Eso fue lo primero que recibió a Xie Lian en cuanto entró por la puerta.
—¿Dónde estabas? —dijo Mu Qing con voz fiera y recriminadora.
—¿Cuánto…? ¿Cuánto tiempo lleváis esperando para poder hacer eso? —preguntó Xie Lian. La respuesta fue un segundo impacto, seguramente de Feng Xin.
—Estábamos preocupados —respondió este.
—Dices que enseguida vuelves y luego tardas horas, ¿qué formas son esas? —Mu Qing se fijó en la mancha de su ropa—. ¡¿Qué te ha pasado?!
Xie Lian suspiró cansadamente. Mientras respondía, se agachó para recoger los cojines y les sacudió el polvo:
—Salí a tomar algo, me manché con una bebida —explicó mientras los dejaba sobre el sofá—. Y no fueron horas.
—Tú no bebes.
—Nunca dije que fuera alcohol. —No pudo evitar que se le formara una sonrisa, pensando en la forma en que San Lang había dicho lo mismo.
Sorprendidos por esto, Feng Xin y Mu Qing intercambiaron miradas y se juntaron, cabeza con cabeza, hombros con hombros, haciendo una especie de piña de dos personas y dándole la espalda.
—Le ha debido de pasar algo —murmuraba uno.
—Está muy raro —susurraba el otro.
—Esto… os oigo perfectamente, ¿sabéis? —dijo Xie Lian, confundido por las acciones de los otros dos.
Ambos lo ignoraron olímpicamente y siguieron murmurando cosas sobre “independencia”, “libre albedrío” y “abandono”; confundiéndolo aún más. Xie Lian terminó dándose por vencido y se limitó a dejarlos hacer lo que quisieran. Estaba más preocupado con lo fácil que había sido ser reconocido en aquellas circunstancias.
Como si hubiera leído sus pensamientos, Mu Qing habló:
—En fin, eso te pasa por vestir siempre de blanco.
—No lo visto tanto. —Vio, sin embargo, que los dos lo miraban muy seriamente. Esperando encontrar algo de apoyo, se dirigió a Feng Xin—. No lo visto tanto, ¿a que no? —Le gustaba el blanco, pero no imaginaba que esa fuera la impresión que daba.
—Bueno… A ver…
Antes de que siquiera pudiera responder, Mu Qing continuó, dando un paso al frente.
—Incluso si no es tanto (que sí lo es), el problema no es que vistas de blanco, —lo señaló con el dedo, haciendo círculos en el aire—, el problema es cómo lo vistes.
—¿Eh? —Aquello era aún más confuso todavía, si eso era posible.
Miró a Feng Xin en busca de respuestas. Este se llevó una mano al mentón, pensativo.
—Lo que pasa es que… —comenzó a decir—. Bueno, es que… ¿Cómo decirlo? Es como si… como si brillaras.
—¿Qué?
—Eres de un blanco tan blanco que reluces —terminó por decir Mu Qing—. Como un paraje de nieve virgen recién caída, como una oveja a la que han metido en la lavadora, como una vajilla recién sacada del lavavajillas.
Feng Xin lo miró, profundamente perturbado y perplejo.
—¿Qué clase de analogías son esas? —cuestionó.
—¿Qué importa? ¿Acaso no es cierto? ¿Existe otro ser humano capaz de mantener esa ropa tan impoluta que duela verla a la luz del sol?
Después de pensarlo unos instantes, Feng Xin acabó asintiendo. Si llegaba hasta el punto en que aquel par de dos se ponía de acuerdo, a Xie Lian no le quedaba más remedio que pensar que tenían razón. Eso, o se estaba acabando el mundo.
—En cualquier caso —repuso—, tengo que poner esto a lavar. Si me disculpáis…
Bajo la atenta mirada de sus compañeros, Xie Lian se deslizó hasta el cuarto de la lavadora, no sin antes recoger una muda normal, y se deshizo de su ropa, suspirando para sus adentros. Dos prendas perfectamente blancas arruinadas, sin garantía de que la mancha fuera a salir.
Mientras las examinaba con lástima para ver si había algo que pudiera hacer, se percató de que algo sobresalía por uno de los bolsillos de la chaqueta, un reborde. Cuando tiró de él, se reveló un pañuelo de seda blanco, con una mariposa carmesí bordada en una esquina. Pero la mariposa no era lo único que adornaba el refinado tejido; siguiendo el borde lateral, como si fuera parte de un tocado, había hilado un patrón que no acababa de encajar del todo con la estética del pañuelo. Qué raro, él no tenía nada así.
Asegurándose de que ni Feng Xin ni Mu Qing lo pillaran, Xie Lian correteó hasta su habitación y se encerró en ella. Después, encendió la pequeña lámpara de su escritorio e inspeccionó la exquisita pieza textil. Los trazos parecían muy estilizados, pero el patrón era incongruente, sin estructura ni coherencia. Sin embargo, por más que lo girara, le diera la vuelta, lo viera a favor o a contraluz, no conseguía averiguar qué podía significar.
Cansado, Xie Lian se recostó en su silla y se frotó los ojos. Tal vez le estaba dando más vueltas de las necesarias. Devolvió su vista, borrosa por la fricción de sus manos, a los caracteres, y logró atisbar lo que le parecía una pronunciada curva que no se cerraba del todo, algo así como quien dibuja un número con prisa pero no llega a terminar el círculo por completo.
«Pues claro, ¡números!» pensó Xie Lian. «Espera, ¿números?».
Uno a uno, fue sacando cada dígito y anotándolos en un trozo de papel. Decir que eran ilegibles era quedarse corto, más que escritura parecían arte abstracto. Cuando dio con el último, se dio cuenta de que el resultado se correspondía, coincidentemente, con la misma cantidad de cifras que un número de teléfono.
Xie Lian alcanzó su dispositivo, sintiendo su corazón acelerarse poco a poco. Sus dedos temblaban a medida que iba introduciendo los números en su agenda de contactos, sin añadir el nombre todavía, temeroso de que sus sospechas fueran incorrectas. ¿Pero quién más podría ser?
Pensó durante bastante tiempo qué poner. Un hola podría parecer demasiado seco, aunque cualquier otra opción solo podría resultar o muy formal o demasiado desenfadada. ¿Cómo hablaban los jóvenes de hoy en día, de todas formas? Finalmente, reunió todo el valor que tenía y mandó su primer mensaje:
«👋(≧◉ᴥ◉≦)». La verdad, ya se estaba arrepintiendo.
Como si hubiera estado en vilo, a la espera de su mensaje, el destinatario respondió de inmediato. Burbuja de mensaje tras burbuja, apareciendo una después de otra en una precipitada cascada de notificaciones.
« ¿Gege ha llegado bien? ».
«Espero que no le resulte repentino».
« Si a gege le resulta extraño o incómodo, San Lang lo entiende ».
El corazón de Xie Lian suspiró, aliviado, aun si ni siquiera tenía una razón para preocuparse, en primer lugar. Viendo lo rápido que redactaba San Lang, decidió responder con otro emoji:
«(👍≧◉ᴥ◉≦)👍».
San Lang respondió con varias caritas riendo.
« Gege debe estar cansado. Le dejo para que descanse. ¡Buenas noches! »
«(ɔ◔‿◔)ɔ ♥».
Ese fue el último mensaje que recibió. Dudó sobre si enviar alguna otra cosa pero, finalmente, optó por dejarlo estar y dar por finalizado el día.
*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚
La mañana recibió al grupo insoportablemente temprano, al menos para Feng Xin y Mu Qing. Desde hacía mucho tiempo, Xie Lian prefería madrugar y levantarse pronto. Conllevaba ciertos beneficios que había aprendido a apreciar, como pasear en completo silencio por el centro comercial o el supermercado, o poder trabajar en las pistas de las canciones cuando el resto del mundo estaba en calma. Incluso si fuera para coleccionar chatarra, adelantarse al sol podía ofrecer ventajas, aunque no era algo que necesitara hacer nada de eso en ese momento.
Justo cuando iba a ponerse a trabajar, todavía encandilado por la luz de la pantalla, mientras patrullaba las redes sociales del grupo en busca de algo que pudiera resultar de su interés, se percató de que tenía una notificación de un número que no reconoció.
« ¡Buenos días! ✌(≧◠‿◠≦)».
« ¿Gege ha dormido bien?».
Xie Lian parpadeó un par de veces para procesar la situación. Claro, todavía no había asociado un nombre al contacto de San Lang. Se dio la libertad de incluir un emoji de mariposa al hacerlo.
«Este niño…» pensó, «¿Qué hace despierto tan temprano?».
Después de saludarlo también, le preguntó precisamente eso.
« No me gusta mucho dormir. Quedarse quieto sin hacer nada… ».
« Es poco práctico ».
En la quietud de la mañana temprana, con el silencio únicamente interrumpido por el sonido de la llegada de los mensajes de San Lang, Xie Lian se sentía bastante relajado y de buen humor.
« Qué raro » le respondió. « Eres joven, estás en esa edad, ¿no debería gustarte acostarte tarde y dormir hasta aún más tarde? ».
« ¿Oh~? ». Solo era texto, pero la voz de San Lang era fácil de imaginar.
« ¿Qué edad cree que tengo? »
« No lo sé. ¿Diecisiete, tal vez? » se atrevió a adivinar.
«¯\_(ツ)_/¯».
Xie Lian suspiró para sí mismo y envió:
« Jajaja, está bien. ¡La edad no se discute! ».
« Aunque es una estimación razonable » agregó San Lang. « Si le alegra saberlo, gege no aparenta muchos años más, tampoco ». Luego añadió un: «(>‿◠)».
Tuvo que tragarse una risita. En su caso, dudaba que San Lang fuera capaz de adivinar los años que tenía. Se podía decir que Xie Lian contaba con mucha más experiencia a la espalda de la que aparentaba; pero eso, claro, no era algo que se pudiera decir por ahí.
«Tengo que trabajar. ¡Ya hablaremos!» se despidió. San Lan respondió con un GIF de un tigre azul mandando un corazoncito y se desconectó poco después.
Toc, toc .
—Adelante.
La puerta de la habitación crujió con timidez, como temerosa de hacer ruido. Feng Xin asomó la cabeza y su voz cruzó el umbral, algo ronca por acabar de despertar:
—Buenos días —saludó. Al verlo, arrugó el entrecejo—. Llegas tarde, te levantas temprano y te pones a trabajar.
—Buenos días —respondió Xie Lian, girándose para mirarlo—. A quien madruga, los oficiales le ayudan.
—No cuentes con la mía —se escuchó la voz de Mu Qing por detrás.
De un salto, Xie Lian se puso en pie y caminó hacia la puerta, abriéndola por completo y contemplando sus compañeros. Viéndolos de cerca, se percató de que algo parecía preocuparlos.
—¿Qué sucede? —preguntó, su mirada saltando de los ojos de uno al del otro—. Es raro que Mu Qing se levante temprano por voluntad propia.
—Porque no lo fue —replicó este.
—Es Ghost City. Ha llamado la atención de la Corte Celestial y quieren hacer una reunión de urgencia, irán todos los oficiales. —explicó Feng Xin, acariciándose las sienes— Tenemos que ascender ahora.
Notes:
Originalmente pensaba en hacer que San Lang, como un stalker creepy, dejara su número ya añadido en el teléfono de Xie Lian, porque está tan op que no sería raro ni nada, pero sí bastante siniestro. Yo puedo hacer a Xie Lian delulu, pero hay un límite hasta para él, así que mejor no. Además, ¡los pañuelos son mucho más románticos!
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Chapter 8: La Corte Celestial
Summary:
Donde Xie Lian va a la Corte Celestial y allí Mu Qing y Feng Xin descubren que hay conexión a interne, entre otras para nada obvias revelaciones.
Notes:
Ok, me desaparecí. ¿A alguien le importó? Espero que me extrañara al menos uno de ustedes, porque yo sí los he extrañado mucho UnU.
El caso es que la batería de mi laptop murió y tuve que llevarlo a un sitio a que lo cambiaran. Procuraré que no vuelva a explotar mi aparato, gracias por la comprensión UwU
¿Quieres leer esta historia en Wattpad? Toma: https://www.wattpad.com/story/397093197-cpop-demon-hunters
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La Corte Celestial era un lugar bastante particular. No era porque tuviera mal aspecto, eso no. De hecho, gozaba de las construcciones más ostentosas e incluso el más modesto decorado resaltaba magnificencia.
Lo preocupante de aquella ciudad en los cielos no era su seguridad o disposición. Todo lo contrario. Uno podría llegar a sorprenderse al darse cuenta de que, por cada milímetro de belleza arquitectónica —y no se trataba de un lugar pequeño— había un oficial de carácter difícil para compensarlo. La divisa de la corte eran los méritos, pero a veces daba la impresión de que la gente pagaba con actitud, y que la mayoría de dioses estaba en la quiebra.
Xie Lian sintió alivio cuando, al entrar en el Gran Salón Marcial, encontró con la vista el rostro de Shi Qingxuan, que se abanicaba a ritmo lento y solemne como era costumbre. Este, al percatarse, le devolvió la sonrisa. A su alrededor los oficiales cuchicheaban entre sí, escondiendo sus entrometidos labios tras gruesos abanicos de papel o la fina seda de sus mangas. Los conjuntos de túnicas y los exquisitos ornamentos salpicaban de colores el gran pasillo, en el que un sinuoso patrón tallado de líneas curvas delimitado por dos franjas de madera con grabados de flores.
La sala estaba coronada con un gran mural al fondo. En él se ilustraba una inmensa ciudad palacio flotante, una representación de la mismísima Corte Celestial, justo detrás de un majestuoso trono de jade blanco y acabados de oro. Y en ese trono, el Emperador Celestial.
Incluso a simple vista, Jun Wu emanaba un aire compuesto. Solemne. Con cierto toque digno. Sus ojos, oscuros como dos piezas de obsidiana, se posaron en Xie Lian. Al hablar, sus labios dibujaron una suave sonrisa, y su voz resonó en lo vasto y profundo del Gran Salón Marcial.
—Xianle, bienvenido.
Xie Lian hizo una pequeña reverencia en respuesta. La multitud de oficiales se removió inquieta en sus posiciones. Todavía no entendía qué era tan importante como para ponerlos así.
Ling Wen se acercó al trono sin mediar palabra ni sonrisa. En cambio, extendió un papiro frente a el Emperador y señaló algo en él.
—Mi Señor, algunos oficiales siguen patrullando el mundo mortal y su situación no les permite regresar.
Jun Wu asintió.
—Sí, ya he recibido el reporte.
“Patrullar” era un elegante eufemismo para lo que ahora consistía en lidiar con exuberantes hordas de fans obsesivos y maniáticos, así como gestionar los entresijos de la fama. Ya estuvieran ejerciendo el papel de actores famosos o influencers de poca monta, la industria del entretenimiento era poco permisiva, y algunas cosas no se podían desatender sin sufrir las consecuencias. Si bien el grupo Dianxia, liderado por Xie Lian, era el máximo y único responsable de la barrera que separaba los tres reinos, la Corte Celestial no podía depender de una única fuente de popularidad y fama, así que algunos oficiales atraían el interés de los mortales de otras maneras.
Ling Wen aceptó la respuesta y retrocedió unos pasos, situándose al lado del trono.
—Xianle, seguramente te preguntes por qué has sido convocado el día de hoy. —Después de una breve pausa, El Emperador agregó:—. Espero no haber interrumpido ninguno de los planes en la agenda del grupo.
—Tengo entendido que está relacionado con un nuevo grupo independiente recientemente debutado, Ghost City. —Haber logrado decir eso con toda seriedad le revolvió un poco las tripas, pero su expresión no delató nada.
El salón estalló en murmullos. Un pequeño gesto de parte de Jun Wu bastó para hacerlos cesar.
—Xianle está en lo correcto. He de decir que la aparición de este grupo ha causado un poco más de revuelo del que me gustaría admitir.
Xie Lian tenía varias preguntas, pero no formuló ninguna de ellas. Se dedicó a esperar.
Viendo que no tenía nada que decir, Jun Wu hizo una señal a Ling Wen, que ya había guardado el extenso papiro en su túnica negra y ahora tenía en sus manos un sofisticado dispositivo tecnológico: una tablet.
—¿Desde cuándo hay señal en la Corte? —escuchó decir a Feng Xin a sus espaldas.
—Por los cielos, ¿hace cuánto que no subes? —oyó replicar a Mu Qing.
Pronto, las imágenes que mostraban la pantalla de Ling Wen se proyectaron en lo alto del Gran Salón Marcial, a la vista de todos. Del mismo modo, una proyección de menor tamaño apareció delante de cada uno, para que pudieran examinar por su cuenta los detalles de su preferencia. Xie Lian vio que lo que enseñaba era una playlist de diversos vídeos de Ghost City.
—Como podemos ver, el debut de esta nueva boyband ha tenido una repercusión sin precedentes —comenzó a explicar Ling Wen—. Es superior a la influencia de muchas de las generaciones celestiales que hemos lanzado nosotros mismos anteriormente… Combinadas.
Tras pronunciar esas palabras, hizo falta que Jun Wu volviera a calmar la sala.
—Esto ha provocado un desequilibrio en la escala de popularidad global. Dado que se trata de un grupo de fama emergente, las grandes marcas han comenzado a apostar por colaboraciones. Muchas de ellas ya incluso han establecido contacto. Esto ha perjudicado a muchos de nuestros oficiales de otras ramas artísticas. —Ling Wen deslizó su dedo índice por la pantalla, revelando los grandes números—. Actualmente, su primer vídeo musical acumula más de quinientas millones de visitas.
Viendo el panorama, a Xie Lian le sorprendió lo tranquilo que había parecido estar Shi Qingxuan. Discretamente, volvió a buscar su cara por el rabillo del ojo y allí lo vio. Seguía abanicándose con lentitud y porte pero, ahora que se fijaba, sus nudillos estaban blancos y algunos de sus dedos temblaban. No pudo evitar sentir lástima, y algo de miedo, tal vez.
—Empresas de todos los tipos ya han dado a entender la posibilidad de inversión, estamos aún recabando información, pero la amenaza que supone es más que evidente…
—¿Por qué no saltamos directamente a lo que nos concierne? —resonó una voz masculina.
Un hombre de las filas pasó al frente. Era de temple era grácil y despedía confianza. Poseía ese tipo de belleza madura, la de alguien en sus veinte tardíos. Xie Lian pensó que, si no fuera porque se trataba de un inmortal, seguramente se vería favorecido por el paso de los años.
—Es evidente —siguió hablando—, que no se nos habría reunido a todos aquí si fuera solo para lamentar el pésimo trabajo de marketing del Palacio de Ling Wen. ¿Qué tiene Ghost City que os pone tan nerviosos? No creo que sea porque nos hayan lanzado una OPA.
Una parte de Xie Lian rio internamente al tratar de imaginar qué precio podría fijarse para lanzar una oferta pública de adquisición a la propia Corte Celestial. Se le ocurrió que, en alguna parte del mundo, debía haber gente que creía de forma genuina que el cielo se podría comprar si tuvieran acceso a él.
A Ling Wen no pareció molestarle el comentario ni reaccionó de inmediato. Solo dirigió su vista hacia el hombre, apenas girando el cuello, y habló:
—Es como el General Pei dice. No es ese el problema.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó Xie Lian.
—Sospechamos que la nueva boyband, Ghost City, podría ser un truco del reino fantasma.
La revelación causó agitación en el Gran Salón Marcial. Esta vez hicieron falta más que unos simples gestos de parte de Jun Wu para calmar el revuelo.
—¿Qué les hace sospechar eso? —inquirió Xie Lian.
—Para empezar —comenzó a enumerar Ling Wen—, la inusual influencia que ha ejercido su aparición; segundo, la falta de registros acerca la verdadera identidad de sus integrantes; tercero, el nombre, que es una evidente referencia a Ciudad Fantasma…
—¿Cómo que registros sobre la identidad? ¿Acaso investigan la información privada de toda la competencia? —susurró Feng Xin.
—Pues claro. Hoy en día puedes averiguar lo que quieras de una persona con solo saber que existe, sería tonto no aprovecharlo —repuso Mu Qing.
Xie Lian carraspeó con un deje reproche, llamándoles la atención. Ambos se sobresaltaron un poco, pero se callaron.
—Y por último —finalizó Ling Wen—, el nombre de los integrantes, que es nada más y nada menos que una referencia a Las Cuatro Grandes Calamidades.
Conocía las historias y decires de Ciudad Fantasma. Muchos de los cuentos que se relataban venían, de hecho, del mundo mortal, ya que se trataba de una ubicación localizada justo en la frontera entre esos dos reinos, pero no sabía tanto de esas supuestas calamidades.
—Muchas historias antiguas del mundo mortal perduran hasta hoy. ¿No podría ser un caso de referencia folclórica? —cuestionó.
—Precisamente se trata de una de las posibilidades —respondió Ling Wen—. Es por eso que les hemos concedido el beneficio de la duda y hemos abierto una investigación al respecto. Esta reunión se ha convocado con el fin de advertir a todos de que cuiden sus acciones y eviten en la medida de lo que puedan a este grupo, así como solicitar a Su Alteza que lidere la investigación.
—¿Yo?
Jun Wu gesticuló a Ling Wen, pidiendo tomar la palabra. Esta asintió con la cabeza.
—Xianle, este es un asunto delicado. Al ser los miembros del grupo Dianxia, sois los más cercanos y aptos para realizar esta tarea. Sin embargo, también sois los más comprometidos por ello.
Ghost City, al ser una boyband, al igual que Dianxia, se encontraba en la misma rama de la industria del entretenimiento. Aunque uno tuviera más seguidores que el otro, nadie compararía la carrera de un actor con la de un cantante, pero entre dos cantantes de la misma generación no tardaría en surgir la lucha por ver quién era el mejor. Ese era el riesgo al que se enfrentaba el grupo de Xie Lian en aquel momento.
—Xianle lo comprende —respondió Xie Lian—. Iremos con cuidado.
—Asimismo, recordar a los oficiales que procedan con cautela y no hagan movimientos independientes —afirmó Jun Wu—. Hablamos de algo que podría cambiar el equilibrio mediático permanentemente, si cada uno actúa por su cuenta, el resultado no será bueno. Pueden retirarse todos. Xianle —llamó.
Xie Lian, que ya se hacía a la idea de poder irse, se volvió hacia el trono una vez más. Feng Xin y Mu Qing también se dieron la vuelta.
—Pasa por el Palacio de Ling Wen para recoger la información que tenemos.
Con la audiencia finalizada, los oficiales abandonaron el Gran Salón Marcial como una marejada de colores inquieta. Shi Qingxuan se aproximó a Xie Lian en cuanto vio la oportunidad.
—Maestro del Viento —lo saludó Xie Lian.
—Su Alteza… Eh… ¿qué hacen esos dos? —señaló Shi Qingxuan.
Cuando se dio la vuelta para comprobar a qué se refería, Xie Lian vio a Feng Xin y a Mu Qing. Parecían estar haciendo uso de sus propios dispositivos móviles y comprobando la cobertura. Él tampoco entendía muy bien cómo funcionaba la red en la Corte Celestial, pero aquel par parecía estar tomándoselo bastante en serio.
—Eh… No le des importancia —respondió. Shi Qingxuan hizo exactamente eso.
—Ah, ese Pei Ming. Siempre haciéndose el importante —dijo.
Xie Lian no ignoraba la reputación que había adquirido el General Pei. Sus pasmosas historias de aventuras y amoríos, lejos de cambiar, habían evolucionado. En vistas de los tiempos modernos, había adquirido como afición y profesión la actuación. No era talentoso, ni mucho menos, se podría decir que el único personaje que era capaz de interpretar era a sí mismo. Lo que sucedía era que contaba con una ventaja que lo ponía por encima de todos sus congéneres: era suma e inhumanamente guapo.
En la Corte Celestial los rostros bellos y apuestos no eran escasos, el propio Xie Lian o el Maestro del Viento eran un buen ejemplo. Hasta Mu Qing, que cambiaba más veces de ropa interior que de expresión —una de desprecio perpetuo—, era de buen ver. Pero esa no era la costumbre en el reino mortal.
En el mundo humano, la belleza física era considerada una rareza. Tan apreciada era que las personas podían llegar a obtener trato privilegiado solo por ser atractivos. El General Pei se había aprovechado de esto para hacerse un hueco en el mundo de la actuación, concretamente del cine, no solo con su arrebatador encanto de vino añejo almacenado en una barrica de madera de roble centenario, sino también con su demoledor carisma capaz de derretir los corazones de las damas como si se tratara de un horno de forja. Después, la pantalla grande —y la piratería— propagaron ese rostro carismático como la pólvora y el resto se hizo solo. Sobra decir que su número de relaciones por unidad de tiempo se elevó a la tercera potencia.
—Puede que estuviera ocupado —lo excusó Xie Lian. Shi Qingxuan rodó los ojos y se abanicó con indignación.
—Ay, Su Alteza, es usted demasiado bueno. Pasa más tiempo rodando anuncios de café que actuando, ¿cómo va a estar ocupado?
P
—Si el Maestro del Viento tiene alguna sugerencia que hacer respecto a mi ocupación, le recomiendo que me las comunique en persona —se escuchó una voz detrás de ellos. Era el General Pei.
Shi Qingxuan se volvió con la velocidad de un torbellino hacia él.
—Pues lo que digo, ¿cuántos anuncios tienes que estás tan ocupado?
Puede que al final resultara ser cierto que Pei Ming no tenía ningún trabajo “serio” en la agenda, porque no respondió.
—¿Qué trae al General Pei a acompañarnos? —preguntó Xie Lian con amabilidad.
—¿Es que acaso no puedo juntarme con mis compañeros oficiales por cortesía?
El silencio habló con más potencia que cualquier palabra: No, pues claro que no.
—Es igual —respondió Pei Ming, algo decepcionado con la reacción—. He sido citado en el Palacio de Ling Wen, resulta que vamos en la misma dirección —admitió.
—Oh, en ese caso, vayamos juntos —dijo Xie Lian.
—No son necesarias tantas formalidades, Su Alteza —habló, un deje de irritación evidentemente latente.
«Definitivamente, lo hemos ofendido» pensó Xie Lian. Aun así, todos se dirigieron juntos al Palacio de Ling Wen.
Notes:
En mi headcanon, Pei Ming es George Clooney y nadie me hará cambiar de opinión. El próximo día se viene info dump (nah es broma) y si me dan algo de amor, un anuncio de café.
Coso, NOS VEMOS EN EL SIGUIENTE CAP!
(Dejo mis sociales con mi copia y pega de costumbre. No subo nada pero por si un día decido subir algo ya está todo hecho, ¿no?) ¡Considera seriamente seguirme en mis redes sociales, publicaré mi proceso y mis chorradas, y a lo mejor tendrás la oportunidad de ver partes descartadas!
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Chapter 9: ¿Qué más?
Summary:
Donde se revela el maravilloso plan de marketing que el Palacio de Ling Wen ha desarrollado para hacer frente a la amenaza de Ghost City.
Notes:
Una maravillosa compilación de anuncios de George Clooney:
https://youtu.be/bwGddX2KJAE?si=r_g6kPix9Gn4uJq_Disclaimer: Este capítulo, por obvias razones, no está patrocinado.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
En el establecimiento oficial de Nespresso había una hilera de cápsulas de café colocadas en la pared. Estaban ordenadas por colores y formaban un arcoíris perfecto a espaldas de la dependienta que estaba atendiendo el sitio en ese momento. Con una sonrisa demasiado grácil para alguien dedicado a atender mostradores, le tendió una bolsa de cartón a Pei Ming, en la que había introducido su máquina de café debidamente empaquetada.
Pei Ming le devolvió su característica sonrisa mientras agarraba las asas de la bolsa, sujetándola por la base con una mano para que no rozara el mostrador. Después, salió por la puerta. En la fachada de cristal podía leerse claramente el nombre de la marca.
Una sombra se cernió sobre él, aumentando su tamaño a gran velocidad. Cuando Pei Ming levantó la cabeza para ver de qué se trataba, ya era demasiado tarde.
Una campana gigante, desproporcionada para el edificio del que parecía haber caído, cayó sobre su cabeza. Poco después, Pei Ming se vio a sí mismo en una ciudad sobre las nubes, frente a una gran escalinata que conducía a un magnífico palacio entorno al que se había construído el resto de la metrópoli. En la cima lo esperaba el Emperador Celestial, vestido en gloriosa bisutería de aspecto económico y sedas ásperas de la talla equivocada apañadas lo mejor posible.
—Buenas, Ming Guang —lo saludó el Emperador.
—¿Dónde estoy? —preguntó Pei Ming, aún con la cafetera en manos. Miró a sus alrededores, observando la ligeramente pixelada arquitectura de la Corte Celestial.
—Intenta deducirlo.
Después de meditarlo un poco, Pei Ming respondió:
—Oh, debe tratarse de un error —dijo, su voz al menos dos octavas más graves que el timbre masculino promedio. Sus palabras acompañadas de un sutil y elocuente movimiento de cejas, claramente calculado.
—Nosotros… no cometemos errores —replicó el Emperador—. Nunca.
—No, verás, es que no es mi hora —se defendió Pei Ming.
Los ojos de el Emperador viajaron hasta la bolsa que estaba agarrando. El logo de Nespresso lograba brillar de alguna forma en medio de las luces divinas.
—Quizá podamos llegar a un acuerdo —le dijo, todavía ojeando la cafetera atentamente.
Pei Ming observó el objeto de tan profundo deseo en sus manos y dirigió a el Emperador una mirada incrédula. Este arqueó las cejas con sugerencia.
—Ni de broma —respondió Pei Ming, entrando al palacio sin esperar a que nadie le diera permiso.
No sabía cómo, al final, había acabado sentado en uno de los palcos de la corte, con el Emperador Celestial sobre su trono blanco y dorado de papel maché, tomando un café. Dos oficiales civiles femeninas idénticas y muy guapas les hacían compañía y los servían.
—Así que… —comenzó a decir Pei Ming— ¿Comes aquí?
—No.
—¿No lo necesitas?
—No lo necesito —respondió el Emperador.
Pei Ming echó un vistazo a las dos oficiales que los atendían.
—¿Hay más como ellas? —cuestionó, señalándolas.
—Muchas.
A Pei Ming se le dibujó una sonrisa risueña. Asintió con gesto de aprobación y le dio un sorbo al expreso que estaba tomando.
—Así que esto es el Cielo —dijo—. Café, hermosas oficiales, usted y yo.
—En efecto —respondió el Emperador.
—Me gusta.
*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚
—Nespresso. What else?
—¿Queréis bajar eso? —espetó el General Pei. Se estaba quejando del volumen del vídeo que estaba reproduciendo Mu Qing.
—Mira a ver si puedes subirle más la calidad —sugirió Feng Xin, concentrado en la pantalla del teléfono móvil.
Una vena palpitante se marcó en la sien de Pei Ming. Shi Qingxuan se acercó con gran interés. En el pequeño dispositivo se estaba reproduciendo una compilación de los anuncios de café que había grabado Pei Ming en su exitosa carrera de actor.
—¿Es un anuncio de Nespresso? —preguntó el Shi Qingxuan.
—¿Qué más? —respondió Mu Qing con irritante suficiencia, disfrutando de la frustración del General Pei—. Pero no puedo subirle más la calidad, es una función premium.
—¿No tienes premium? —dijo Feng Xin. Parecía sorprendido.
—¿Quién pagaría esa estafa?
Como el grupo se había distraído, Xie Lian se vio obligado a aminorar la marcha. Llegado a un punto, le ganó su propia curiosidad y habló:
—Qué curioso, habría jurado que odias los anuncios.
—Siempre se está quejando de ellos —agregó Feng Xin.
—Porque han introducido anuncios intrusivos de forma deliberada que cortan los vídeos en momentos completamente aleatorios, —Mu Qing bloqueó la pantalla del móvil, centrando toda su atención en la conversación—, todo con el propósito de forzarte a comprar premium, por no hablar de que les encanta quitar funciones que siempre han existido y denominarlo “mejoras”.
El rostro de Shi Qingxuan se iluminó, como si hubiera recordado algo muy interesante.
—De hecho, hay un anuncio vuestro de una hora y media sobre la película documental que hicimos sobre el grupo. ¿Te acuerdas? —dijo.
—¡¿Existen anuncios de una hora y media?! —Feng Xin estaba muy sorprendido.
Shi Qingxuan soltó una carcajada, le divertía mucho esa reacción. Con el ánimo levantado, se acercó a Feng Xin, rozando hombro con hombro, invadiendo su espacio un poco más de lo necesario. Era evidente que a este no le hacía gracia, pero por cortesía nunca decía nada y, al final, Shi Qingxuan hacía lo que quería.
—Relájate, esos por obligación tienen la opción de saltar —respondió el último.
—Por ahora —repuso Mu Qing, rodando los ojos.
—Tal vez, lo que deberíais hacer es dejar de ser pobres —replicó Pei Ming sarcásticamente.
Así siguieron con su pequeña riña, hasta que Xie Lian vio que habían llegado a su destino y tuvo que poner fin a la conversación.
—Eh… No quiero interrumpir pero… —fue a decir.
Todos, absolutamente todos, se giraron hacia él. Cuatro pares de ojos asesinos lo atravesaron con tanto ímpetu que por un momento sintió que lo apuñalaban de verdad.
—Ya… —prosiguió tras recomponerse—... hemos llegado.
El Palacio de Ling Wen no era menos hermoso que el resto de construcciones de la Corte Celestial. Puede que fuera precisamente estar a la misma altura que las demás lo que lo hacía, de hecho, poco destacable. Esto arquitectónicamente hablando, claro, porque en cuanto a sus características particulares, parecía haber sido erguido sobre papel de arroz y tinteros.
Al entrar, podían verse enormes montañas y columnas de documentos administrativos y pergaminos, así como libros y cuadernos de todos los tipos y temas. La altura era tal que se equiparaba con la de los pilares que sostenían los cimientos. Varios oficiales civiles usaban escaleras para trepar los montículos y buscar aquello que necesitaban.
A ambos lados del pasillo principal había colocadas mesas de escritorio. Los oficiales estaban sentados uno tras de otro en ellas. Cada una tenía una lámpara de papel encendida, cuya luz cálida iluminaba tenuemente la madera oscura y los rostros de los dioses. Parecían absortos en su trabajo, con la vista pegada a las páginas, leyendo a toda velocidad de forma casi maniática. El cuadro que formaban emitía un tinte de desconsuelo.
Al igual que en el Gran Salón Marcial, el Palacio estaba coronado con su propio trono: un escritorio un poco más grande que los demás y su respectiva silla de madera, el sitio de Ling Wen. Todos los oficiales tenían dos pilas de papeles a ambos lados en las que trabajar, pero las suyas eran especialmente grandes.
Ling Wen, como el resto de dioses civiles, ejercía sus funciones con extenuante de dedicación. Era esa consagración enfermiza lo que había formado dos surcos bajo sus ojos, oscuras ojeras que probaban tanto el esfuerzo que hacía como su recompensa: más trabajo. En cada suspiro, la diosa parecía exhalar un pedazo de su alma.
—Eh… Ling Wen —dijo Xie Lian—. Sobre la información de Ghost City…
La mujer alzó la cabeza con lentitud. Al hacerlo, sus ojeras se marcaron aún más. Se masajeó las sienes para recobrar la compostura y se colocó algunos mechones de pelo.
—Su Alteza, lo estaba esperando. —-De una de sus mangas, sacó un pergamino con un patrón de escamas azul de cubierta—. Esta es toda la información que hemos logrado recabar sobre Ghost City.
—¿Eso es todo? Es muy poco—apuntó Mu Qing, agarrando el objeto y desplegándolo. En efecto, su extensión era bastante pobre—. Y la mayoría son cosas que ya sabemos.
La postura de Ling Wen pareció flaquear por un breve instante. Xie Lian se compadeció internamente.
—Muchas gracias por tu esfuerzo. —Intentó animarla, pero no surtió efecto. Hasta ella parecía consciente de que la información que tenían era insignificante. Optó por cambiar de tema—. Sobre la investigación, quería hacer una pregunta.
—Dispare.
—Antes mencionaste algo sobre las Cuatro Grandes Calamidades. ¿Hay más detalles al respecto?
Ling Wen lo observó como si fuera un bicho raro, hiriendo levemente su orgullo. En realidad, Xie Lian estaba bastante acostumbrado a que lo miraran así —contar con Feng Xin y a Mu Qing como compañeros tenía ciertos requerimientos— pero no viniendo de ella.
No fue solo Ling Wen; los demás hicieron el mismo gesto en cuanto pronunció esas palabras.
—¿No sabes quiénes son las Cuatro Grandes Calamidades? —La expresión de Mu Qing cabalgaba entre la incredulidad y el criticismo.
—He oído cosas al respecto, pero no es que sepa quiénes son —explicó Xie Lian.
Antes de que nadie más dijera nada, Ling Wen intervino para terminar de aclarar la cuestión.
—Las Cuatro Grandes Calamidades se corresponden con los cuatro Reyes Fantasma. Entre ellos, el más débil Farol Verde Nocturno Errante, también conocido como Qi Rong. Es el único que no es un supremo.
»Después estaría Agua Negra Hundidora de Navíos. Se sabe muy poco de él y rara vez sale a causar problemas por lo que, hasta ahora, nunca nos había preocupado.
»Le sigue la Calamidad Vestida de Blanco. Le conocerás por su otro nombre, Bai Wuxiang.
El cuerpo de Xie Lian se paralizó momentáneamente. Sintió el aire a su alrededor volverse frío, pero de su pecho brotaba un calor acerbo. Habían pasado ochocientos años desde aquel enfrentamiento, pero ¿cómo podría olvidar el pavor que le producía todavía la sola mención de ese nombre?
Ling Wen vio a través de su reacción. Era más perceptiva que la mayoría de personas, así que hizo un breve inciso:
—Aunque falleció hace cientos de años, si alguien estuviera dispuesto a usurpar su nombre, no debería ser subestimado.
Xie Lian asintió, agradeciéndole en silencio que no hiciera mayor comentario.
—Por último, Lluvia Sangrienta que Busca a Una Flor, Hua Cheng.
—¿Hua Cheng? Es un buen nombre —comentó Xie Lian.
—Él… tiene un carácter especial. Siempre se mueve a su antojo, pero llevaba cierto tiempo inactivo hasta la reciente reapertura de Ciudad Fantasma. No sabemos qué motivaciones lo han movilizado.
Algunas ideas cruzaron la mente de Xie Lian, fugaces como estrellas. Ello le hizo pensar en el joven al que había conocido hacía poco. Sin embargo, consideró que esa información era mejor si solo él la conocía.
—¿Qué hay de mí? —Nada más Ling Wen terminó de hablar, el General Pei intervino.
—Ah, sí. —Ling Wen cogió un montoncito de papeles que tenía apartados a un lado, les dio unos golpes para alinearlos y los extendió hacia él. A diferencia de la mayoría de documentación del Palacio, que tenía un maquetado más tradicional, aquella era un poco más moderna. Hasta estaba redactada con imprenta moderna—. General Pei, este es un nuevo plan de marketing que hemos desarrollado exclusivamente para esta situación.
Pei Ming observó con descontento el fajo de papeles. Pasando el dedo por las esquinas para hojearlos a gran velocidad, bufó:
—Ling Wen, eres demasiado dramática. Esto es mucho papeleo para una simple campaña y, aunque fuera necesario, ¿realmente tenías que citarme para recogerlo? ¿No podías enviármelo sin más?
—Prefería que estuviérais todos en persona para decir lo que voy a decir.
La afirmación capturó la atención de todos de inmediato. Incluso algunos de los dioses civiles que estaba más cerca giraron la cabeza para cotillear.
—Su Alteza, General Pei, van a hacer una colaboración conjunta.
El tono de Ling Wen fue claro: ya era un hecho. Muy seguramente ya estaba anunciado en redes sociales. Probablemente había sido durante la audiencia. Publicaron todo y confirmaron la colaboración mientras estaban entretenidos con los detalles de la investigación.
—¡¿Qué?! —saltó Shi Qingxuan, pero no se quedó allí. Todos menos Xie Lian comenzaron a despotricar y a señalar sus objeciones.
Se viera por donde se viera, hasta para el Palacio de Ling Wen, ¡aquella era una idea demasiado mala!
Notes:
¿Creen que debería ser un anuncio, un programa de televisión o directamente grabar un Drama Histórico? No sé, no sé. Jejeje.
¡Alto! ¿Quieres memes, adelantos, divagaciones porreras de escritora, o cualquier otro pensamiento intrusivo que me recurra en momentos aleatorios del día? ¡Pues deja de buscar! ¡Todo eso y más en mis redes sociales!
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Chapter 10: Fan número uno
Summary:
En el que Feng Xin y Mu Qing pelean sin parar y Xie Lian descubre quién es su fan número uno.
Eso y no me creo que publiqué en el idioma equivocado... Fuckkk..
Notes:
CAPÍTULO MÁS LARGO QUE DE COSTUMBRE, SEAN AGRADECIDOS QUE ME ACOSTÉ TARDE POR EL EPISODIO DE INSPIRACIÓN Y TENGO SUEÑO.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¡Todavía no me lo creo! ¡Inconcebible!
—¡Cómo han podido tomar esa decisión sin consultarme! ¡LING WEN! —refunfuñó Shi Qingxuan, apartándose repentinamente del forcejeo y haciendo que el otro tropezara.
—Espera, ¿no sabías esto? —Fue el turno de Feng Xin para hablar.
—Para nada, me enteré al mismo tiempo que vosotros —bufó.
De entre todos los oficiales celestiales, Shi Qingxuan era, en realidad, al que más le estresaba la situación de Ghost City. Su amenaza era un golpe tanto para su ego como mánager como para su propio espíritu artístico. Que, además, no hubiera tenido participación en la decisión de qué contraofensiva lanzaría Dianxia había sido el colmo.
—No me lo puedo creer. Seguro que hasta mi hermano lo sabía. Todos debían saberlo menos yo —continuó quejándose.
—¿Por qué iba a saberlo tu hermano? —preguntó Feng Xin.
—Él, Ling Wen y Pei Ming son uña y carne. Le digo que deje de juntarse con esos dos, pero no me escucha.
—No por nada los llaman los Tres Tumores. —Mu Qing había ido a buscar un pañuelo de microfibra en algún momento, y estaba limpiando el cristal mientras hablaba—. El Cielo los cría y ellos se juntan.
A Feng Xin no pareció gustarle mucho esa respuesta. El desagrado era palpable en su tono de voz, claramente reprobatorio:
—¿Es que acaso tú solo vives para el chisme? ¿No tienes mejores cosas que hacer que andar metiéndote en los asuntos de otros?
Mu Qing dejó de limpiar para centrar toda su atención en él. Con esa sonrisita presumida suya, habló:
—En esta industria las apariencias lo son todo, es normal preocuparse de lo que se dice por ahí. —Se cruzó de brazos con gesto altanero—. Si no lo has entendido a estas alturas, es que no estás hecho para esto.
—¡Tú...!
—¡Ay, pero bueno! ¡¿No se supone que el que se estaba quejando era yo?! ¿Es que no podéis estar ni un día sin deciros nada? ¡Su Alteza, di algo! —se lamentó Shi Qingxuan.
Xie Lian, que se había evadido por completo de la conversación, alzó la cabeza. Estaba sentado tranquilamente en el sofá, con las piernas en posición de flor de loto, ojeando el móvil, y no tenía ni idea de qué estaba pasando.
—¿Eh? ¿Qué? —fue lo único que dijo.
—No has dicho nada en todo este tiempo. ¿Qué estás mirando? —Shi Qingxuan saltó como un resorte a su lado. El colchón del sillón se hundió bajo su peso y los cojines rebotaron ligeramente.
Feng Xin y Mu Qing rodearon el mueble y se pusieron por detrás para intentar echar un vistazo también.
Shi Qinxuan no era la persona más perspicaz del mundo, pero saltaba a la vista que algo tenía distraído a Xie Lian. En circunstancias normales, habría sido el primero en detener la discusión de Feng Xin y Mu Qing, pero ahí estaba, tranquilo, ignorándolos sin más.
—No es nada —respondió Xie Lian, bloqueando de inmediato la pantalla del móvil.
—¿Cómo que nada? Anda ya, ¡déjame ver! —Shi Qingxuan comenzó a forcejear para robarle el dispositivo. Xie Lian se vio obligado a ponerlo en alto para evitar que se lo arrebatara.
—¡Solo leo sobre Ghost City! —se explicó rápidamente—. ¿Por qué los llaman los Tres Tumores de todas formas?
En parte por su práctica espiritual, en parte por principios propios, Xie Lian no era un ávido seguidor de rumores ni cotilleos. Por ello, desconocía la existencia de un grupo así en la Corte Celestial. Desde hacía un tiempo prefería pasar el tiempo en el reino mortal antes que en la Corte, y puede que no hubiera estado prestando toda la atención que debería a la conversación, pero un nombre como aquel llamaba la atención de cualquiera.
—¿Qué? ¿No lo sabes? Bueno, sé que nunca estás al día de nada. —Las palabras de Shi Qingxuan se clavaron en su corazón como pequeñas espinitas, pero la naturalidad e ingenua sinceridad con la que las decía le impidieron reaccionar—. Es solo el mote que recibió el trío de dioses de peor reputación pero que, por alguna razón, se llevan estupendamente entre ellos.
—Hasta el General Nan Yang lo sabe, y él tampoco se entera mucho de las cosas —rio Mu Qing con tono sarcástico. Estaba hablando de Feng Xin.
—¡Te voy a...! ¡Argh!
Bzzzzz.
El teléfono de Xie Lian volvió a vibrar. Este, haciendo un intento de conservar la discreción, lo puso en modo avión.
—¿Quién te habla? —cuestionó Feng Xin.
—Emm... No estoy seguro —se excusó—. Puede que sea Guoshi. Durante la última visita le sugerí que consiguiera un teléfono. Lo comprobaré luego.
—Dudo que en el sitio tan remoto en el que vive haya cobertura. —habló Mu Qing rondando los ojos, sin pensar demasiado en su propio comentario.
Xie Lian dejó salir una risita seca, algo incómodo. En realidad, lo que había estado mirando todo ese tiempo eran mensajes de San Lang. Aparte de darle los buenos días, el chico tenía por costumbre mandar fotos constantemente de cualquier cosa que tuviera entre manos. Adonde quiera que fuera, lo que sea que estuviera haciendo, Xie Lian encontraría al menos una imagen al respecto. En ocasiones, iban acompañadas de algún comentario, pero no necesariamente.
La foto más reciente era de una bebida roja, similar a la de la noche en la que se conocieron. Él no respondía de inmediato, pero al chico parecía no importarle, simplemente mandándole sus mejores deseos cada tanto tiempo. También era porque Xie Lian valoraba su privacidad y tenía desactivada la función de "marcar como leído" —o puede que el intenso afán de Shi Qingxuan hubiera influenciado esta decisión—, que en realidad no tenía forma de saber si sus mensajes habían sido vistos, lo que le quitaba a él la presión de tener que contestar al instante.
—¿No tendríamos que ir preparándonos para el meet and greet? —dijo, encontrando una buena excusa para desviar la conversación.
—¿Qué hora es? —preguntó Shi Qingxuan con sobresalto, buscando rápidamente su propio móvil—. ¡Cielos, tienes razón! ¡Tenemos que ponernos en marcha!
A veces resultaba desconcertante lo rápido que su mánager era para cambiar de chip. Sin embargo, existía un acuerdo silencioso entre los integrantes del grupo de no mencionar nada, por el bien de la humanidad.
—¡¿Qué hacéis que no os estáis preparando?! ¡Moved el culo! —les apremió.
*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚
Durante el viaje, Shi Qingxuan les estuvo explicando los detalles de la colaboración con el General Pei que Ling Wen le había enviado. El próximo vídeo musical estaría repleto de escenas actuadas entre él y otra actriz invitada que aún estaban eligiendo. Dianxia probablemente no saldría en absoluto.
—¿Tan desesperados estamos? —bufó Mu Qing, poco satisfecho con el plan de acción—. ¿Qué tiene Pei Ming que no podamos conseguir nosotros?
—Un grupo de fans desesperadas a las que no les importa nuestra música, pero que estarán encantadísimas de comprar entradas al concierto promocional solo para sortearse una cafetera con su cara pegada encima —respondió Shi Qingxuan tajante.
El silencio se hizo en el furgón que utilizaban para transportarse. Aunque nadie dijo nada, la misma idea cruzó la mente de todos: «Tiene sentido».
Poco después, llegaron al lugar del encuentro. Desde la entrada principal se extendía una extensa cola, llena de fans vestidos con merch muy llamativo pero poco estiloso o difícil de conjuntar, lightsticks y provisiones. Muchas de esas personas seguramente habían pasado la noche allí, porque en varias posiciones podían localizarse tiendas de campaña, sillas y colchones inflables. La primera persona de la fila, sin ir más lejos, estaba en una silla, envuelta en un abultado saco de dormir.
El furgón dio un rodeo al edificio para que los chicos pudieran entrar por detrás.
Todo estaba preparado: una gran mesa en el centro, un estandarte con el logo del grupo al fondo y pósteres de cada uno listos para firmar. Una hilera de vallas metálicas delimitaba el espacio en el que se haría la cola por dentro una vez abrieran las puertas, zigzagueando a lo largo de toda la estancia para optimizar las dimensiones. Xie Lian dedujo que, con un poco de suerte, el meeting duraría máximo dos horas, menos si Mu Qing y Feng Xin colaboraban un poco.
Shi Qingxuan tomó aire para mentalizarse y habló:
—¡Muy bien, equipo! Puede que Ghost City nos haya puesto un poco de los nervios, pero no olvidemos que vosotros seguís siendo el grupo número uno del momento. —Daba la ligera impresión de que se lo estaba diciendo más a sí mismo que a ellos—. Algunos de estos fans llevan haciendo cola toda la noche. ¡Haced que merezca la pena! ¡Que se abran las puertas!
Tan pronto como dijo eso, un grupo de alrededor de cien personas se introdujo en las instalaciones, formando un coro de gritos contenidos de emoción y palabras de admiración. Shi Qingxuan comenzó a dar indicaciones a los guardas de seguridad para que dirigieran a la legión de fanáticos de forma ordenada.
La distribución era la siguiente: Feng Xin a un lado, Mu Qing al otro. Lo que más importaba era poner a Xie Lian en el centro, en medio de ambos, para evitar daños colaterales o, en otras palabras, discusiones que se salieran de control. Para hablar con ellos, los fans se ponían de rodillas para poder estar a la altura de la mesa y gateaban para pasar en fila por el puesto de cada uno.
Una de las cosas que más le gustaba a Xie Lian de los eventos como este era observar a los fans de cerca y ver qué tipos de personas venían. Muchas de ellas eran jóvenes, normalmente estudiantes, y en muchos casos chicas. Hacía el mayor esfuerzo posible por recordar las caras y los nombres de las personas que conocía, no solo para ganarse su devoción, sino porque de verdad le alegraba la forma en que se les iluminaban los ojos cuando demostraba que le importaban.
Tan distraído estaba haciendo eso que no se dio cuenta de que el primer fan ya había pasado a sus manos.
—Hola, ¿a quién le debería dedicar est...? Ah.
Había muchas cosas en San Lang que llamaban la atención. Desde sus ojos oscuros y relucientes hasta su piel nívea e impecable, o ese pelo tan negro como la tinta. Sin embargo, Xie Lian jamás olvidaría el rojo. Si a él le gustaba el blanco, a aquel chico le gustaba el rojo.
A lo mejor tardó mucho en ocultar su perplejidad, porque San Lang dejó salir una carcajada limpia antes de responder:
—Gege, puede firmarlo para su fan número uno, San Lang.
—Jumm... Hacerte llamar mi fan número uno es una afirmación bastante audaz. —Xie Lian agradeció internamente tener que firmar autógrafos, le dio la excusa perfecta para romper el contacto visual.
—¿Oh? ¿Es porque gege considera que no soy un fan lo bastante devoto? —San Lang fingía sorpresa, pero conocía el significado oculto que tenían sus palabras. Era algo que, en ese momento, solo entendían ellos dos—. Porque he traído un regalo.
Xie Lian vio la esbelta mano de San Lang deslizar una caja de terciopelo en su dirección. En ese momento, aprovechó para capturarla y le examinó los dedos. Los estiró, los separó y los inspeccionó. La acción pilló al chico completamente desprevenido.
—... —San Lang dudó antes de hablar—. ¿Gege?
Lo que estaba haciendo Xie Lian, en realidad, era inspeccionar las líneas de sus manos y las huellas dactilares. Aunque le agradaba el jovencito, aún no era capaz de quitarse la idea de que podría tratarse de un fantasma, más aún con la presente amenaza de Ghost City. Por muy buen nivel que tuviera un espíritu a la hora de replicar humanos, solían dejarse atrás ese tipo de detalles, así que sus palmas eran lisas y sin líneas o dibujos. No obstante, no parecía ser el caso de San Lang.
—¡Mmm! Serías un buen pianista, tienes los dedos largos —disimuló Xie Lian, uniendo sus palmas y comparando las alturas. Sus propios dedos eran bastante largos, pero los de San Lang los superaban por apenas unos milímetros. La multitud se agitó al ver la interacción—. ¿No crees?
La expresión de San Lang se oscureció de forma repentina. Sin decir nada, apartó la mano. Se quedó observándola unos instantes.
—Eh... —fue a decir Xie Lian. Entonces, sintió un toquecito en su hombro, un recordatorio de uno de los vigilantes de que ya había excedido el tiempo máximo que podía dedicar al fan.
—Creo que no va mucho conmigo. Demasiado frío y gentil —dijo finalmente, con voz apagada.
Ni siquiera se molestó en continuar avanzando por la mesa de autógrafos; se puso en pie e, ignorando olímpicamente a Mu Qing, abandonó la fila. Este último miró a Xie Lian con desconcierto, como diciendo «¿Y a este qué le pasa?».
Sin embargo, en lo único en lo que pudo pensar Xie Lian en ese momento fueron las últimas palabras de San Lang. «Qué raro» pensó, «Es tal y como yo le habría descrito».
*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚*ੈ✩‧₊˚
Una vez los fans abandonaron las instalaciones, el trío colapsó en sus asientos. Dos horas de charla con los fans, actividades y aegyo realizado sin consentimiento —Mu Qing les hizo jurar que jamás volverían a hablar del tema— dejaban secuelas visibles.
—Por fin se ha acabado —suspiró Feng Xin, adolorido. Prefería pasar mil horas practicando el mismo movimiento de espada a la rigidez con la que le dejaban esas incómodas sillas de evento.
—Odio esto. ¿Por qué tengo que recordar las caras de estos don nadies? —resopló Mu Qing.
—¡Ojito con lo que dices! Si no eres capaz de recordar sus caras y sus nombres, herirás sus sentimientos —le reprendió Shi Qingxuan—. Ellos lo saben todo sobre ti. Si no reciprocas, ¡se sentirán traicionados!
Mu Qing se levantó y comenzó a hacer estiramientos para desestresarse.
—¿Cómo esperan que yo me acuerde de lo que me dicen? Nosotros somos solo tres, ellos son cientos. Lo mires por donde lo mires, no es lo mismo, ¿cómo va a haber reciprocidad?
—Muy ingenuo de tu parte pensar que el fanatismo se guía por la lógica y la razón —siseó Shi Qingxuan.
—Hablando de fanatismo... —intervino Feng Xin.
Xie Lian sintió sobre sí mismo una presión como nunca antes había experimentado. El tipo de peso que oprimía el cuerpo y te congelaba en el sitio sin posibilidad de huir. Sin necesidad de girarse a comprobarlo, supo que todos lo miraban. Lentamente, viró la cabeza para hablar.
—¿Qué?
—¿No vas a decir nada? —inquirió Mu Qing con sospecha.
—¿Sobre qué?
—Sabes perfectamente a lo que nos referimos —respondió Feng Xin.
Contrario a lo que pudiera hacer, realmente no tenía ni idea de lo que hablaban.
Shi Qingxuan pareció hartarse de este fracaso de pseudo-interrogatorio y fue directo al grano.
—¡El chico de antes, el primero de la fila, el que solo habló contigo! ¿Rojo, guapito, con apariencia de niño mimado?
Ah, se refería a San Lang. Espera...
—Espera, ¿cómo que solo habló conmigo?
—Deja de hacerte el loco, ¿es que no lo viste? —replicó Mu Qing.
—Vi que se fue después de hablar conmigo y que pasó de ti, pero ¿también de Feng Xin?
El dicho se encogió de hombros.
—Bueno, yo estaba primero y tú en el centro, pero pasó de largo y se fue directo a hablar contigo —explicó.
—Debiste asustarlo con tu cara gruñona —se burló Mu Qing.
—¿Te crees que tú eres mucho mejor? —Feng Xin avanzó varios pasos hacia él, pero este no se dejó intimidar—. Siempre parece que te mueres del asco, ¡tenías mejor cara el día en que chupaste cinco limones en aquel programa de televisión!
El rostro de Mu Qing se contorsionó hasta el punto en que llegó a encajar a la perfección con la descripción que había dado Feng Xin. En efecto, parecía que hubiera chupado cinco limones.
—¡¿Perdona?! ¡Yo tengo un semblante muy sereno y apacible!
—¡Apacible es cuando no tengo que ver ese careto tuyo! ¡Solo sabes rodar los ojos y quejarte! ¡¿Tan difícil es para ti poner caras normales?!
—Ya, porque tú eres la viva imagen de la calma y la tranquilidad —rio Mu Qing con sarcasmo—. ¿Pues sabes qué? ¡Yo tampoco quiero verte la cara!
Shi Qingxuan se acercó a Xie Lian por detrás y, discretamente, susurró:
—¿Cómo pasamos de hablar de un fan a esto?
—No tengo ni idea —respondió él.
La discusión se había vuelto tan acalorada de repente que, por un momento, a ambos les preocupó que pasaran a los golpes. Cuando se trataba de pelear, Feng Xin y Mu Qing reaccionaban como una olla a presión: estallaban de forma súbita y sin avisar.
—¡Pues si no quieres verme la cara, no te preocupes! ¡Pasaré la noche en mi palacio, así no tendrás que aguantarme! —sentenció Mu Qing.
—¡No hace falta, ya pensaba irme yo al mío! ¡Porque no soporto estar contigo ni un segundo más! —aseguró Feng Xin.
—¡Bien!
—¡Pues vale!
Y así, los dos se separaron y se fueron echando humo.
—¡Eh, eh! ¡Os quiero mañana de vuelta a primera hora! ¿Me habéis oído? —les gritó Shi Qingxuan mientras abandonaban la escena—. ¡Aaaaaaah! ¡No puedo con ellos!
Xie Lian compadeció a su mánager internamente.
—En serio —continuó—, no sé de donde sacas la paciencia para lidiar con ellos.
—Supongo que ya estoy acostumbrado —rio.
—Ya —respondió Shi Qingxuan secamente. Por su cara, parecía que no le resultaba gracioso, sino verdaderamente agotador—. Bueno, supongo que mejor para ti, esta noche no tendrás que soportarlos. Te haría compañía, pero Ling Wen me ha obligado a ascender otra vez para planificar mejor la colaboración —resopló con desgana.
—Espero que te sea ameno —le deseó Xie Lian.
Shi Qingxuan asintió, aunque no había rastro de su característico espíritu jovial ni de su aura positiva. Antes de salir por la puerta, se volvió hacia Xie Lian.
—¿No subes?
—En realidad, me gusta más estar en el mundo mortal, así que... —Shi Qingxuan le dirigió una mirada curiosa—. No hace falta que te preocupes por llevarme, llegaré solo.
—Ja, bueno, siempre has sido un poco raro. ¡En fin, nos vemos!
Xie Lian se despidió con un gesto. Poco después, terminó de procesar las palabras que había dicho. ¿Qué tenía de raro? Su palacio en la Corte Celestial era demasiado grande para estar él solo. Y no era porque quisiera tener un gran número de sirvientes ni nada de eso. Es solo que, allí, tendía a sentirse fuera de lugar.
Aún dándole vueltas al tema en su cabeza, hizo recuento de sus pertenencias, incluyendo la misteriosa cajita que le había regalado San Lang, y se marchó por la puerta de atrás. Tenía mucha resistencia así que, con su capacidad física, incluso yendo a trote por los callejones llegaría más rápido que en coche.
Todavía estaba calculando cuál sería la mejor forma para llegar rápido sin llamar la atención cuando un estruendo metálico llamó su atención.
Xie Lian se puso en guardia, preparándose para invocar su espada. Unas luces blancas comenzaron a reunirse en su puño; podía sentir el tacto frío del metal a medida que iban tomando forma. Giró la bocacalle de la que había venido el ruido y vio un contenedor de basura, abierto. Lo que sea que hubiera provocado el estrépito probablemente lo hizo al chocar contra él. O al esconderse dentro, quizá.
Sigilosamente, se acercó al container y examinó el interior: vacío, excepto por dos bolsas de basura llenas a reventar.
Por el rabillo del ojo, detectó movimiento, una sombra revolviéndose al otro lado del depósito. Xie Lian tomó aire, aguantó la respiración y contó hasta tres.
Uno.
Dos.
¡Tres!
—¡¡¡!!!
Al salir al encuentro del ser misterioso, tuvo que contener un grito de sorpresa. Incluso sentado sobre un triste y húmedo cartón en el suelo, seguía teniendo un talante impecable. Con ropas tan rojas como el arce y piel tan blanca como la nieve, la criatura no era otra que...
—¡¿San Lang?
Notes:
CHAN CHAN CHAAAAAAAN. ¡¡¡SAN LANG!!! ¿Qué hace el niño tirado al lado de la basura? ¡Ay, el pobre bebitoooooooo! Ya Xie Lian, recógelo cual gatito abandonado y llévatelo a casa (SPOILER: Sí.)
Si convierto este fic en un threadfic (o más bien hago una versión resumida en un hilo de Twitter), ¿lo leerían?
¡Alto! ¿Quieres memes, adelantos, divagaciones porreras de escritora, o cualquier otro pensamiento intrusivo que me recurra en momentos aleatorios del día? ¡Pues deja de buscar! ¡Todo eso y más en mis redes sociales!
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Chapter 11: Encuentros de fuera de este mundo
Summary:
Donde Xie Lian se ve obligado a hacer todo y de todo para poder llevar a San Lang a casa, pero se encuentran con obstáculos inesperados y una suerte espantosamente mala.
Notes:
⚠⚠⚠ATENCIÓN: A PARTIR DE AHORA LAS ACTUALIZACIONES SERÁN CADA 2 SEMANAS⚠⚠⚠
Esto es porque las clases ya han comenzado y escribir me lleva más tiempo del que pensaba que me iba a llevar. Aprovecharé esto para hacer los capítulos un poco más largos (últimamente me salen más palabras por cap que de costumbre) y si ocasionalmente puedo agregar uno extra entre esas dos semanas lo haré, pero no quiero que siga siendo una expectativa porque necesito equilibrar mi tiempo y centrarme en mis estudios también.
¡Gracias por entender <3! ¡Dentro capítulo!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
¡CLANG CLANG!
Ese fue el ruido que hizo la espada de Xie Lian al ser violentamente lanzada al contenedor de basura. Si ser descubierto con un arma antigua por la calle era bastante raro de por sí, hacerla desaparecer en el aire con magia era incluso más difícil de explicar, por lo que no se le había ocurrido otra forma en ese momento para ocultarla.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó San Lang enarcando una ceja.
¡BONG! PAF.
Xie Lian dio una fuerte patada, desestabilizando la tapa y haciendo que el contenedor se cerrara. Contra todo escrúpulo, apoyó el brazo sobre el objeto en un vano intento de parecer casual.
—Eh… Será que hay mucha chatarra ahí dentro —se excusó—. Quizá algún animal la esté revolviendo. Lo mejor será no mirar.
—Oh —fue lo único que dijo el joven. No estaba seguro de si lo había convencido, pero no mostraba intención de seguir preguntando.
Con un cierto donaire, San Lang se puso en pie y se sacudió la ropa. A Xie Lian le pareció que estaba demasiado limpia para alguien que llevaba un tiempo sentado al lado de la basura, pero en ese momento, de los dos, él era el más extraño, así que no tenía derecho a decir nada.
—¿Qué trae a gege por aquí? —preguntó San Lang.
—Eso debería preguntar yo —respondió Xie Lian con algo de preocupación—. ¿Por qué estás tirado en la calle?
San Lang se encogió de hombros y se llevó las manos a la cabeza, usándolas de apoyo para descansarla.
—Estaba pasando el rato, no tengo nada que hacer —se limitó a explicar.
Había algo extraño en la forma en que lo decía. Para empezar, aunque uno tuviera tiempo libre, no lo pasaría descansando al lado de la suciedad y la mugre. Una vez, Xie Lian oyó que María Antonieta —sí, la que murió durante la Revolución Francesa— quiso construir un pueblo entero solo para jugar a ser campesina mientras la gente moría de hambre, porque era así de caprichosa. San Lang parecía caprichoso, pero no daba la impresión de que estuviera jugando a ser vagabundo.
—¿No tienes ningún sitio al que ir? ¿Por qué no vuelves a casa?
—Me he fugado de casa.
Xie Lian mentiría si dijese que no le sorprendía. «Bueno, a fin de cuentas está en esa edad, es normal discutir un poco con los padres» pensó. Él nunca había tenido la necesidad de huir de la comodidad de su hogar, pero sabía que no todos corrían la misma suerte.
—¿Tienes algún sitio donde pasar la noche?
—Dormiré en algún banco o por ahí. Quizá si trabajo limpiando un poco en algún motel me cedan una habitación —propuso San Lang, con tanta tranquilidad que resultaba algo inquietante—. No es la primera vez.
Por mucho que lo intentara, Xie Lian no era capaz de imaginárselo limpiando el suelo o fregando los platos. Un chico así debía ser el mimado de la familia, el hermano menor que aprendía a buscarse la vida y a llevarse toda la atención de los padres; no el que acababa haciendo trabajos forzosos o desagradables. Aunque aparentara calma, debía de ser una situación algo difícil para él. Al pensarlo, se le ocurrió algo.
—¿Por qué no te quedas en mi piso?
—¿Lo dice en serio? —San Lang parecía sorprendido de verdad—. ¿No molestará a sus compañeros?
Xie Lian le restó importancia con un gesto, negando con la cabeza, a la vez que respondía:
—Estarán fuera hoy así que no habrá problema.
—Mmm…
San Lang se quedó en silencio. El brillo de sus ojos titilaba, y sus labios estaban ligeramente fruncidos. Xie Lian supuso que quería decir algo.
—¿Qué pasa?
—Estaba pensando que gege es demasiado bueno invitando a un extraño a su casa. ¿No le preocupa que pueda tratarse de alguien con malas intenciones?
—¿Eso crees? Aunque yo diría que no somos extraños —murmuró Xie Lian pensativo.
El gesto de San Lang se relajó al escuchar eso. Su sonrisa se ensanchó, volviéndose ligeramente más sincera.
—Además —continuó Xie Lian—, en todo caso, soy un idol invitándote a su casa. ¿No deberías ser tú el que esté preocupado?
—¿Es que gege planea descuartizarme y venderme a partes ahora que nadie me echará de menos? Oh, estoy muerto de miedo. —Saltaba a la vista que no estaba muerto de miedo.
—No bromees con esas cosas —reprochó Xie Lian.
—¿Lo de descuartizar gente fue demasiado duro? Lo siento.
—No, eso no. —Xie Lian clavó la mirada en San Lang—. Lo de que no hay nadie echándote de menos en casa.
En ese momento, en el carácter compuesto y despreocupado de San Lang se formó una brecha. A través de las grietas no se veía ni sorpresa ni duda, tampoco intentó restarle importancia o reiterar que solo se trataba de una broma. Solo se quedó mirando a Xie Lian.
Entonces, soltó una sonora carcajada.
—Este San Lang se ha equivocado, espero que gege pueda perdonarme.
Xie Lian quería seguir mirando tras las sutiles rendijas de vulnerabilidad que dejaba entrever, pero en cada intento San Lang corría un tupido velo con el que ocultaba sus verdaderas emociones.
—¿Gege tiene coche? Andar también está bien.
—Podemos usar la furgo… —Xie Lian pausó. Estaba rebuscando entre sus cosas hasta que se dio cuenta de que no tenía las llaves—. Esto…
San Lang se cruzó de brazos. Esperó pacientemente. Su cara llevaba tallada una mezcla entre tranquilidad y diversión. Xie Lian rebuscaba en todos los bolsillos de su mochila, pero no lograba dar con las llaves.
Ahora que lo pensaba, ¿no era Shi Qingxuan quien se hacía cargo de esas cosas? Claro, como solo utilizaban el transporte para guardar las apariencias y rara vez necesitaba conducir cuando iba por su cuenta, nunca se había preocupado por ello.
—Podemos pedir un taxi…
Xie Lian sacó su teléfono del bolsillo, solo para descubrir que estaba ardiendo. Cuando le dio la vuelta se dio cuenta de que lo había dejado desbloqueado reproduciendo un vídeo en bucle, y que la batería estaba en las últimas. La pantalla estaba tan oscura por el ahorro de energía que ni siquiera podía ver la hora.
—Ah… —gimió con pesar.
Un teléfono apareció en medio de su campo de visión. Xie Lian se giró hacia San Lang con confusión. Este le acercó más el dispositivo, en señal de ofrecimiento.
—Gege.
—Ah, ¡gracias!
Una vez hubo llamado, le devolvió el aparato. Ambos salieron de ese extraño callejón y esperaron a la llegada del transporte. Durante un tiempo, ninguno de los dos dijo nada. Aun así, el silencio no resultaba incómodo. Sin embargo, una duda seguía rondando su mente.
—Y… ¿Por qué te has escapado de casa? —preguntó.
—Una pelea con mis hermanos, nada inusual.
—Supongo que es muy difícil ser el hermano menor —rio Xie Lian.
San Lang le miró por el rabillo del ojo. Este emitía destellos de intriga.
—¿Por qué cree gege que soy el menor?
—¿No lo eres? Técnicamente se puede, pero es raro ver a familias de más de tres hijos estos días; por eso pensé que… —Xie Lian dejó de hablar.
Una opresión gélida y atenazante inundó la calle. Todo en los alrededores seguía igual pero, al mismo tiempo, era diferente. El cielo despejado se tiñó de gris, mas no había nubes; las luces de los establecimientos y edificios estaban encendidas, y aun así la iluminación se sentía distante, como tupida por una niebla densa y, a la vez, invisible. El frío inundó las calles, que de repente parecían solitarias y vacías, convertidas en una especie de páramo inhóspito. Era como adentrarse en una realidad alternativa.
El taxi llegó. Xie Lian tragó saliva y miró de reojo a San Lang, no parecía haber notado nada.
—El tiempo está un poco raro —dijo con extrañeza—. El cambio climático está muy mal.
Con toda la naturalidad del mundo, el chico abrió la puerta trasera, invitándole a entrar primero. Xie Lian procedió con cautela y se metió en el coche. San Lang le siguió. El taxista ajustó el espejo retrovisor un poco, para poder mirarlos. A pesar de la atmósfera glacial, tenía su ventanilla bajada.
—¿Adónde? —El hombre, un señor de mediana edad y de aspecto distraído, tampoco parecía afectado por la perturbación del ambiente.
Xie Lian le indicó una zona cercana a su apartamento, sin decir la dirección exacta. El vehículo inició la marcha como si nada, pero él mantuvo la guardia alta.
—Oye —preguntó el taxista por el camino—, ¿de casualidad no serás actor o algo así? Me da la sensación de que me suena tu cara.
—¿Es así? Me lo dicen bastante —respondió con una sonrisa incómoda. Una expresión algo confusa y unas palabras que reflejaran que estaba acostumbrado a recibir esos comentarios solían dar a entender que no era nadie y solo se parecía.
En el asiento contrario, San Lang soltó una risita. Xie Lian, en cambio, permaneció con la guardia alta.
—Es que siento que he visto tu cara antes, no sé en dónde —insistió el hombre, dirigiéndole miradas ocasionales a través del retrovisor—. ¡Ya sé! ¡Tú eres…!
—¡¡¡CUIDADO!!! —gritó Xie Lian.
¡BANG!
El conductor pisó el freno con violencia. El coche avanzó varios metros antes de detenerse. Xie Lian sintió cómo su cuerpo se echaba hacia adelante por la inercia, siendo detenido de chocarse contra el asiento delantero por el cinturón de seguridad. Pero cuando levantó la cabeza, no vio ni cuerpo ni sangre.
—¡Dios mío…! Ah… —El susto fue tan grande que el taxista se desmayó.
San Lang extendió el brazo y le dio un par de palmaditas. El hombre no reaccionó.
—Qué inútil, ni que hubiera matado a alguien —comentó.
—Intenta reanimarlo. Iré a comprobar qué ha pasado.
Xie Lian se desabrochó el cinturón y rápidamente bajó del coche. Habían parado justo en un cruce. Todos los semáforos estaban rojos, pero ni rastro de otros vehículos o transeúntes. En ese momento, la ciudad parecía desierta. Lo único que podía sentir era el frío desolador.
Avanzó hacia la parte delantera del vehículo para inspeccionar el impacto. En vista de que las únicas personas allí eran ellos tres, solo podía tratarse de un ser del reino demoníaco.
«¡Mi espada!» pensó. Seguía en aquel contenedor de basura. Si, en efecto, se trataba de un fantasma, al no tener otra herramienta espiritual con la que poder deshacerse de ellos rápido, no sabía si sería capaz de ocultar su verdadera identidad. No le quedaba más remedio, tendría que recurrir a la discreción.
—Ruoye —susurró Xie Lian.
Una cinta blanca que rodeaba su cuerpo, oculta entre su ropa, se soltó de sus extremidades y, lentamente, comenzó a cercar el área alrededor del vehículo. Xie Lian le hizo una señal a San Lang, que seguía ocupado pinchando al taxista, para que guardara silencio y asomó la cabeza por encima del capó. Justo en ese momento, una criatura alta se puso en pie. Vestía una mezcla extraña de pieles que le cubrían el rostro, pero por el color de sus brazos se veía que tenía la tez cenicienta. Iba acompañada por otros cuatro fantasmas idénticos, y todos llevaban una lámpara en la mano.
—¿Qué te pasa? ¿Estás tonto? —preguntó un fantasma de voz chillona al otro que habían atropellado.
—¡Algo me ha dado! —respondió este con voz atolondrada.
—¿Qué chorradas dices? Ahí no hay nada.
El fantasma chillón avanzó hacia el taxi. Sin embargo, la barrera formada por Ruoye no solo los volvía invisibles, sino que también era impenetrable. Cuando entró en contacto con ella, notó una leve resistencia y vio que no podía avanzar.
—¿Y bien? —inquirió otro fantasma con tono irritado.
—¡No se puede pasar! —respondió el fantasma chillón. Volvió a intentarlo, pero la barrera lo rechazó de nuevo—. ¡Hay un fantasma!
—¿Qué fantasma va a haber? Si nosotros somos los fantasmas —replicó un fantasma de voz perezosa.
El fantasma chillón se hartó de la situación y urgió a su compañero atolondrado.
—Es igual. ¡Tú, levántate! Vayamos por aquí.
El grupo continuó cruzando la carretera. Cuando sintió que estaban decentemente lejos, Xie Lian abrió la puerta del conductor y, con todo el cuidado que pudo, movió al taxista al asiento trasero. San Lang parecía bastante impresionado con su fuerza.
—Gege, ¿qué ha sido eso? —le preguntó el chico, invitándose a sí mismo al asiento de copiloto.
—La verdad, no estoy seguro —mintió con descaro—. Nunca me había pasado antes.
—¿En serio? Por cómo ha reaccionado, cualquiera diría que es un experto en esto —bromeó San Lang.
Xie Lian le rio la gracia. Aquello último no era del todo cierto, pero tampoco era del todo verdad. Estaba acostumbrado a lidiar con fantasmas, sí; pero nunca se había topado con un grupo de ellos en el cruce de una carretera urbana ni tenido que sustituir a un taxista desmayado. Y lo peor de todo era que, en realidad, no estaba seguro de si sería capaz de conducir. ¡Como no le hacía falta, no tenía apenas práctica!
Mientras trasteaba nerviosamente con las funciones del coche, el dueño del taxi se removió en el asiento trasero. Parecía estar recobrando la conciencia poco a poco. Lentamente, se incorporó y miró por la ventana. En la distancia, en medio del aire lúgubre, vio las pieles mestizas y los cuerpos decrépitos. La luz de sus faroles difuminaba sus siluetas.
—¡¡¡...!!! —El hombre jadeó con miedo—. ¡F-f-fan…! ¡FANTASMAS! —chilló. Se volvió a desmayar.
Como era de esperar, el grito alertó al grupo de espíritus, que rápidamente se percató de su presencia.
—¡Humanos! —gritó el fantasma chillón.
Con urgencia, Xie Lian se apresuró a poner la marcha y encender el coche. No estaba seguro de si conseguiría hacerlo avanzar lo suficientemente rápido sin que se calara, pero no tenía más remedio que intentarlo. Era su única oportunidad.
«¡Por favor, por favor, por favor!» rezaba internamente.
Pisó el acelerador. No avanzaba.
—¿¿Eh??
El cabecilla del grupo de espíritus chocó inmediatamente contra la barrera. La ilusión que los mantenía escondidos a la vista se deshizo, y Ruoye se coló por las rendijas del maletero para regresar junto a Xie Lian a escondidas. Los fantasmas estaban ahora frente a ellos.
—Gege, —San Lang extendió la mano hacia la palanca de cambios y modificó su posición con confianza—, es un coche manual.
Esta vez, Xie Lian levantó el embrague y sintió la fricción de la maquinaria. No quedaba otra opción: tendría que atropellarlos otra vez. Se preparó para pisar el acelerador al máximo.
De repente, San Lang bajó el cristal de su asiento y sacó la cabeza por la ventana:
—¿Qué hacéis? Dejad paso. ¿No veis que está en verde? —recriminó. Era cierto, el semáforo ya estaba en verde.
—¡San Lang!
El grupo de fantasmas clamó con furia. Se lanzaron hacia la puerta del chico gritando y despotricando con agresividad, lanzando toda clase de amenazas que seguramente no tendrían problema en cumplir.
—¡¿A quién le importa el color del semáforo?! ¡No sabes que somos…! ¡Ah…!
Los espíritus pararon en seco, prácticamente se congelaron en el sitio, no movían ni un solo músculo.
—¿Que sois qué? —respondió San Lang.
Así, sin más, los fantasmas pusieron pies en polvorosa y desaparecieron en la lejanía. A Xie Lian le confundió tanto la situación que se distrajo y levantó el pie del embrague. El coche dio un par de rebotes y se apagó.
—Ah… —gimoteó.
San Lang volvió a meter la cabeza en el vehículo y cerró la ventanilla. Luego, se abrochó el cinturón de seguridad y se puso cómodo en su asiento.
—Qué gente más rara, ¿no? Todavía no es Halloween —comentó, el chico como si tal cosa—. ¿Serían de alguna secta extraña?
Sin responder, Xie Lian volvió a poner en marcha el taxi y comenzó a avanzar. La atmósfera empezó a recuperar su color y calidez. Pasados unos metros, los coches y los transeúntes volvieron a aparecer. Suspiró aliviado.
Al llegar a la zona, aparcaron unas cuantas calles más lejos y dejaron al taxista en el asiento del conductor nuevamente. Xie Lian iba a sacar dinero en efectivo para dejárselo en el regazo cuando se dio cuenta de que no encontraba la cartera.
—No puede ser —murmuró para sí mismo.
Ese definitivamente no era su día.
A su lado, San Lang sacó un fajo de billetes y se lo puso al conductor en el bolsillo. Boquiabierto, Xie Lian se giró hacia él y preguntó:
—¿Tú…? ¿Cómo…? ¿De dónde…?
—¿Qué? No me voy a escapar de casa sin llevarme al menos algo para el viaje —respondió, como si fuera algo obvio. En parte, un poco sí lo era.
Pero lo que más preocupaba a Xie Lian no era de dónde sacaba San Lang sus ingresos, sino que ya había pagado por él dos veces. ¿Cómo podía mirarlo a la cara y no sentir vergüenza?
—Muchas gracias —suspiró derrotado. Tendría que encontrar otra forma de compensárselo.
San Lang le dedicó una sonrisa, aunque tuvo la amabilidad de no reírse de él ni de hacer mayor comentario.
Después de aquello, Xie Lian lo guió hasta su apartamento, haciendo todo lo posible para evitar mirarlo a la cara. No tenía valor para hacerlo. Solo quería encerrarse en su habitación y esconderse hasta que el mundo se acabara.
Mientras se compadecía a sí mismo, otro pensamiento asaltó su mente.
«¡Mi espada!».
Tendría que ir a recogerla en otro momento.
Notes:
Ya saben lo que toca: ¡Fiesta de pijamas en casa de Xie Lian! ¡Están todos invitados!
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