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Alfonse, príncipe de Askr, y Verónica, princesa de Embla, se encontraron juntos bebiendo té en uno de los jardines del castillo de Askr, en una agradable y cálida mañana del 14 de septiembre. Ella había tomado sus deliciosas galletas caseras, las cuales ambos disfrutaban mientras bebían un cálido té de manzanilla en sus tazas y tetera personalizadas.

Ninguno de los príncipes estaba hablando en ese momento, y no era necesario, pues estaban cómodos así. Ambos sabían que no necesitaban llenar el aire de palabras en esos segundos.

El silencio, el té y las galletas eran una delicia. Era una calma preciosa.

Pero nada dura para siempre; De repente, su paz se les fue interrumpida, ya que la comandante Anna llegó.

- Alfonse, princesa Verónica, Kiran quiere verlos de inmediato. No me dijo que pasó, pero requiere la presencia de ambos en la sala de invocación.- Informó la pelirroja.

- ¿Tan urgente es? - Verónica miró a su pareja, extrañada por la situación. Sabía que Kiran enviaba a llamar a Alfonse, ya que él era parte de la Orden de Héroes, pero... ella no lo era. La princesa de Embla era aliada, pero no era como tal parte de la Orden. Entonces, ¿por qué Kiran la llamaría?

- ¿De verdad no te dijo la situación, comandante? - Cuestionó Alfonse.

- No, no dijo, simplemente me pidió que les dijera que vinieran lo más rápido posible.- Contestó.- Créame, yo también estoy un poco confundida, pero tengo cosas que hacer con Sharena, así que no podré acompañarlos. Últimamente, la ayuda a estudiar en la biblioteca de la Orden.

- De acuerdo, entiendo... Verónica, ¿vamos?

- Si es urgente para Kiran, entonces lo mejor sería hacerlo.

Ambos abandonaron sus tés en la mesa, y fueron lo más rápido posible a la sala de invocaciones. Dicho lugar se encontraba lejos de la capital, pero por fortuna, había un portal que los llevaban de inmediato ahí.

~~~~~~~

- ¡Kiran! ¡¿Qué sucede?! ¿Alguna invocación falló? ¿A algún nuevo héroe le pasó algo? - El príncipe miró con seriedad y preocupación al estratega de Askr.- O acaso... ¿hay algún nuevo enemigo? ¿Tan pronto?

- ... - El Invocador no supo que contestar en ese segundo.

- Kiran, por favor, díganos algo.- Verónica intervino.- ¿Por qué está en silencio?

- Este... ella... - Fue todo lo que murmuró, y señaló con su dedo índice hacía atrás.

Los dos príncipes notaron algo fuera de común. Había una joven parada adolescente cerca de la torre de invocación. Esta chica tenía largos cabellos gris claro hasta las rodillas, las puntas de su cabello eran azul oscuro, su piel era pálida, sus ojos azules, vestía un formal vestido de colores gris y dorado y, sobretodo, lo que esta chica tenía de especial, era que su rostro se parecía bastante al de Verónica.

- ¿Quién es ella? ¿Invocas alguna versión de Verónica de otro mundo? - Preguntó a Alfonse con duda, todavía sin entender la situación.

- ¿Una versión mía? Pero ella... no se ve exactamente igual a mí en el rostro.

- No, ella no es Verónica, para nada.- Kiran sacó un pequeño papel.- Anoté una breve descripción sobre ella, como siempre lo hago con todos los héroes de la Orden.

- ¿Y qué dices? - Verónica lo miró con preocupación.- ¿Es algo malo o preocupante?

- "Princesa de la nación unificada de Askr y Embla. Proviene del año 5853. Primogénita del rey Alfonse y la reina Verónica de la Nación unificada de Askr y Embla"... - Kiran expuso.- Esa fue la información que ella misma de dió al ser invocada... Entonces, esa niña de ahí es... bueno, este...

- ¡¿Nuestra hija?! ¡Kiran, nada de bromas! - gritó Alfonse, lo que llamó la atención de la joven.

- Vaya... ¿Está en serio? - Verónica pasó una mano por su corto cabello plateado, intentando procesar la situación. De todas las cosas que Kiran pudo decirles a Alfonse ya ella, nunca se imaginó algo cómo esto. ¿Una hija? ¿Una niña del futuro? En primer lugar, ¿por qué había sido invocada?

Mientras Alfonse y Verónica discutían con el invocador lleno de dudas y preguntas, la joven se acercó lentamente y reconoció a ambos príncipes.

- ¡Ah, padre, madre! ¿Son ustedes? - Llevó su mano cerca de su rostro, observando con curiosidad la joven apariencia de ambos.- ¡Qué maravilla es conocerlos en este tiempo! ¿Cuántos años tienen? ¿Dieciocho y dieciséis? - Con demasiada confianza, les regaló una pequeña sonrisa.

- ¡¿Quién eres tú?! - preguntó Alfonse seriamente, poniéndose frente a Verónica, protegiéndola. Si bien, la joven no se veía para nada amenazante (todo lo contrario, se veía muy linda y elegante), el heredero de Askr, obviamente, poco y nada confiaba en esta chica.

- Me llamo Alina Esperanza Askrsen Emblasen.- Señaló, en calma.

- ¿Alina Esperanza? ¿Y Askrsen Emblasen? ¿Tienes dos apellidos? - Verónica lo miró confundida. Tanto en Embla como en Askr, era normal (y casi una ley) que los hijos portaran únicamente el apellido paterno, materno, o el apellido de la familia con más poder.

- Sí, en mi país y en mi tiempo, desde hace años los más jóvenes tienen su apellido paterno y materno, respectivamente. Y mi madre me otorgó el hermoso nombre de Alina, y mi padre me otorgó el conmovedor nombre de Esperanza.

- ¿De verdad eres nuestra... nuestra...? Bueno, tú sabes... - preguntó Alfonse con duda, con un semblante más serio de lo normal.

- ¡Sí! ¿En qué fecha estamos?

- 14 de septiembre del año 5836.- Respondió Kiran.

- ¡Cuatro años antes de mi nacimiento! - Exclamó la joven.- ¡Qué inusual es estar presente en un tiempo donde todavía no existía! - La princesa del futuro poco y nada le importó ese hecho, diciéndolo cómo si fuera nada.

- ¿Cuatro años? ¿Nacerás en cuatro años...? - Murmuró Verónica, mientras volteaba a ver a Alfonse.- ¿Eso no es muy pronto?

- Cuatro años... Suena, en este contexto, a tan poco tiempo.- Alfonse murmuró, sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de ansiedad, estrés, y algo más...

- Nací el 7 de Julio de 5840.- Comentó la joven.- En fin. Papá, mamá, ¿puedo estar con ustedes el resto del día? - Se acercó hasta ellos, con total naturalidad.

- ¡No nos llames así! - Alfonse dijo con un tono de voz serio y autoritario.

- ... - La niña del futuro se aleja un paso atrás, un poco asustada.

-¡Alfonse! ¡Es nuestra hija, claro que nos va a llamar así, y tiene el derecho de hacerlo! - La princesa de Embla lo regañó.

- ¡Lo sé, pero se siente muy extraño! Es decir, ella tiene unos trece años, y nosotros dieciséis y dieciocho.

- ... - La joven se desánimo.- ¿No quieren que esté con ustedes? Lo siento si fui demasiado rápido, pero ahora estoy en un tiempo diferente y no tengo a nadie. Y según me explico Kiran, no podré volver a mi tiempo hasta mucho después.

- Yo... - Alfonse observó detalladamente a Alina.- No quiero que te acerques a mi, por favor.- Miró a su pareja ya Kiran.- Con su permiso, me retiro, tengo... una reunión con un noble de Askr.- Mintió, yéndose a la dirección al portal de regreso a la capital.

- Alfonse... - Verónica lo miró alejarse. Estaba algo preocupado. ¿Por qué había reaccionado así? Entendía que el asunto era bastante... inusual, inesperado y hasta apresurado, pero...

-¿Papá...? - Alina murmuró, un poco triste.- ¿Lo hice sentir incómodo? - Miró a Verónica con un toque de vergüenza y arrepentimiento en sus ojos azules.- Perdón, no era mi intención...

- ... - Verónica soltó un suspiro, y se acercó a su hija del futuro.- Alina Esperanza, ¿verdad? - Le ofreció su delicada mano.- Soy Verónica. Bueno, es obvio... tengo dieciséis, y llevo apenas un año de relación con Alfonse.

- Llámeme solo Alina, mamá.- Con bastante confianza, ella abrazó a Verónica, lo que hizo que esta se sorprendiera, más no se sintió incómoda.- Tengo apenas trece años. En mi tiempo, mi papá y tú tienen dieciocho años de relación, y quince de casados, en total.

- Entiendo.- La princesa pudo sonreír felizmente al escuchar aquellas palabras.- Me alegra mucho saber que Alfonse y yo terminamos juntos.- Comenzó a acariciar el cabello de la joven.- Eres muy bonita.

- Gracias, mamá. Tú también eres muy hermosa, tanto aquí cómo en el futuro.

- Muchas gracias. Seguro tienes hambre, ven, vamos a conseguir algo para darte de comer.

- ¡Sí! - Con naturalidad, Alina tomó la mano de Verónica. La princesa no dijo nada, simplemente se quedó callada ante ese hecho. Aunque... no me sentí incómodo, a pesar de haberla conocido hace cinco minutos.

Ambas caminaron juntas de vuelta al portal a la capital de Askr.

~~~~~~~

Una vez en el castillo de Askr, Verónica buscó a su cuñada Sharena, quién estaba en la biblioteca estudiando con la comandante Anna.

- Discúlpenme, princesa Sharena, comandante Anna... este... me preguntaba si ustedes podrían darme el permiso de tomar ingredientes de la cocina para darle de...

- ¡Tía Sharena, tía Anna! - Felizmente, exclamó la joven, interrumpiendo a los demás presentes en la biblioteca.- ¡Qué gozo es verlas a ambas!

- Alina... - Verónica frunció el ceño.

- Ay... Lo lamento a todos los presentes, fue un grosero descuido de mi persona.- Formalmente, hizo una reverencia a forma de disculpa, tomando los bordes de la falda de su vestido gris.

- ¿Tía? - Sharena observó a la joven.- ¿Cuñadita, quién es ella?

- Bueno...

- Déjenme presentarme, sabiendo que en este momento todavía no he sido concebida tan siquiera. Mi nombre es Alina Esperanza Askrsen Emblasen. Tengo trece primaveras, y provengo del año 8553, pues nací a principios de Julio del año 8540. Fui invocada hace aproximadamente unos veinte minutos.

- ¿Cómo? - Anna frunció el ceño.- Espera, ¿provienes de este Askr? ¿De este mundo? ¿Y por qué tienes los apellidos de las familias reales de Askr y Embla?

- ¡Sí! Soy la futura hija de la princesa Verónica y el principe Alfonse.

- Así es. Alina tiene razón.- Confirmó Verónica.

- ¡Por todo lo divino! - Sharena corrió a ver a la joven.- ¡¿Eres mi sobrina?!

- ¡Sí, tía Sharena!

- ¡AHHHH! - Con fuerza, la princesa de Askr gritó, interrumpiendo a los demás en la biblioteca.- Ay, lo siento...

Las cuatro chicas salieron del lugar y fueron a una de las salas del castillo para hablar con más calma. Ahí, Sharena no pudo evitar hacerle todo tipo de preguntas a su sobrina del futuro.

- ¿Cuál es tu color favorito? ¿Tu comida favorita? ¿Te gustan los gatos o los perros? ¡Dime todo de ti!

- Mi color favorito es el gris, aunque también me gustan bastante el blanco, negro, azul y rojo. No tengo una comida favorita como tal, pero me gustan mucho los alimentos picantes. Y también me gusta beber té. Prefiero ligeramente los gatos que a los perros.

- Sharena, aquí estás, te estaba buscando para... - La reina Henriette entró de repente a la sala, y se quedó callada al notar la presencia de la niña.- ¡Oh! ¿Quién es usted, jovencita? - Cuestionó con curiosidad al observar su gran parecido con la princesa Verónica.

- ¡Abuela! ¡Qué gran placer me da verte! - Alina se acercó a la mujer.

- ¿Eh?

- ¡Mamá, no lo vas a creer! ¡Pero ella es del futuro y es hija de Alfonse y Verónica! - Sharena soltó aquella información.

- ¡¿Eh?!

Minutos después, tras explicarle un poco más la situación a la actual monarca de Askr, esta misma no podía estar más feliz.

- ¡No puedo creer que finalmente invocaron a una nieta mía! - La mujer rubia abrazaba con vigor y fuerza a la niña de cabellos rubios platinados con mechones azules.- ¡Me alegra tanto saber que mi hijo Alfonse tendrá descendencia! ¡Y que tendrá una niña tan bella cómo tú, cariño!

- ¡Je, je! - Alina se rió suavemente, antes de que su estómago comenzará a sentirse vacío.- Abuela, tengo hambre.- Le señaló.

- Aww, cariño... - Con total emoción, Henriette besó el cabello de Alina.- Voy a darte de comer, luego te compraré ropa, zapatos, te asignaré una habitación para ti sola y... ¡Oh! - Exclamó al recordar algo muy importante. - ¡Voy a tener que inscribirte ahora mismo en la escuela! ¡Tienes que estudiar! ¡No te preocupes, me aseguraré de que entres mañana mismo si es posible!

- Ji, ji, muchas gracias, abuela. Es muy considerado de su parte.

El resto del día, las cinco fueron de compras, mientras Henriette le encargó a su mano derecha que inscribiera de inmediato a Alina, aún sin papeles. Pero ella era la reina, podía permitirle ese lujo...

- ¡Ahhh! ¡Qué bella te ves con ese vestido blanco, querida! - exclamó Henriette, mientras su futura nieta posaba con un ligero vestido blanco con estampado de flores amarillas. Su alegría aumentó al ver a Alina posar con otros vestidos. En total, Henriette compró cerca de 40 vestidos, 50 conjuntos de ropa interior y 30 accesorios, como broches, collares, anillos, etc. Todo únicamente para Alina, pues estaría un buen tiempo en el pasado/presente.

Ahora, Henriette estaba animando a Alina a posar dulcemente mientras un artista le hacía un retrato.

- ¡Ay, sí! ¡Qué pose tan linda! - La reina gritó con gran entusiasmo.- ¡Voy a tener esa pintura en mi habitación!

- Ni a mi ni a Alfonse nos puso una pintura de nosotros en su habitación... - Sharena murmuró, cansada.

-Je, je, je...

-Anna, ¡no te burles! ¡Mi mamá nunca me compró 50 vestidos! - Sharena se quejó, con una lagrimita saliendo de su ojito brillante. Anna la abrazó dulcemente, consolando a su buena amiga.

- ... - Por su parte, Verónica se quedó en silencio, todavía tratando de similar por completa la situación. Y sobretodo, Alfonse no dejaba sus pensamientos. Estaba muy preocupada por su amado gracias a su reacción.

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[Ya en la noche...]

- ¡Vaya! ¡Muchas gracias por darme esta habitación, abuela! - Alina observó el cuarto del castillo de Askr. Las paredes eran blancas y azul oscuro, llenas de muebles de una fina madera y suaves detalles dorados en todos los lados.- ¡Está muy linda! - Se acostó en la cómoda, cálida y enorme cama.

- Me alegra que te guste cariño. Si necesitas personalizar tu habitación de este castillo, dímelo, y haré lo que pueda.

- ¡Je, je! ¡Gracias abuela!

Mientras Alina dejaba su ropa en el armario, Verónica ya estaba afuera de la habitación de Alfonse.

- Alfonse, soy yo, Verónica... - Tocó la puerta, pero no recibió respuesta.- Alfonse, por favor... - Golpeó la puerta más fuerte, y Alfonse abrió, con ligeras ojeras abajo de sus cansados ​​ojos azules.

-Hola, Verónica...

- ¿Qué te sucedió? ¿Por qué esas ojeras?

- ... - Alfonse soltó un suspiro, y la dejó entrar en su blanca y fina habitación.- La verdad es que intentó dormir desde la tarde, pero no pudo.

- Pero todavía son las ocho...

- Me siento muy cansada, Verónica. Física y mentalmente.- Se limitó a explicar, con una voz monótona.

-Es por Alina, ¿no?

-...Alina...

- ¿No te agrada? Ella es una buena niña...

- Mejor me voy a dormir.

Verónica frunció el ceño, preocupada más que nada.- Oye, no me cambies el tema... ¿Mi príncipe...? - Lo miró acostarse en la cama, y ​​gemir de incomodidad.

- ...

- ...

Ambos se quedaron en silencio.

- ¿Puedo, por lo menos, dormir contigo? - Verónica se sentó en la cama.- Por favor, estoy muy preocupada por ti, y me gustaría quedarme... - Dulcemente, acarició sus cabellos azules.

- ... - Alfonse abrazó las caderas de su novia, aferrándose a su cuerpo. Verónica no habló más del tema. Sabía que Alfonse necesitaba silencio y tiempo.

Tenía la esperanza de que mañana en la tarde o en la noche, este extraño asunto se resolvería. Quizás, haciendo que Alina y Alfonse interactúen, todo vaya de maravilla... Sería maravilloso estar con el que sabía que sería su futuro compañero, y con su futura hija...

Su futura familia.

Alfonse se quedó dormido profundamente. Verónica se quitó la ropa, se puso una camisa de Alfonse, y se durmió junto a él.

Mañana sería otro día. Uno no tan repentino, raro e inesperado.

Al día siguiente, Verónica despertó con Alfonse abrazándola posesivamente. Ella se acurrucó más a su lado, pensando que ya se le había pasado los sentimientos de anoche.

Según ella, Alfonse le tenía miedo... más bien, disgusto a Alina. No sabía muy bien porqué, pero pensé que el asunto se podía resolver esa misma tarde. La princesa de Embla se alejó de su príncipe, se dió una ducha en el baño de sus aposentos, se vistió, y salió a hacerle el desayuno a Alfonse. Quería darle un lindo detalle para hacerlo sentir mucho mejor.

Por su parte, Alina ya se había despertado, duchado, y cambiado también. Estaba con su abuela Henriette y su tía Sharena.

- ¿Estás lista para ir al colegio en una hora? - Le preguntó Henriette, como si nada.

- ¡¿Tan rápido, madre?! - Sharena casi se atraganta con su pan.- ¡Apenas es su segundo día aquí en el presente! Que para ella, sería el pasado... - Analizó.

- ¡La educación es un derecho, Sharena! ¡Lo sabes perfectamente! Ayer, no solo mandé a alguien a inscribir a Alina a la primera escuela con lugares disponibles, si no, que también mandé a alguien más a comprar la mochila y sus útiles.- La reina señaló a un sirviente, quién se acercó.

- Majestad, aquí tenemos la mochila. Contiene los cuadernos, lápices, plumas, plumones, lápices de colores, sacapuntas, borradores y el juego de geometría con la mayor calidad del país entero.

- ¡Hurra! ¡Me encanta escribir y dibujar! - exclamó Alina, viendo su mochila rosa pastel, que tenía un adorable decorado de gatitos de diversos colores.

- ¡Pues en la escuela vas a escribir mucho! ¡Y si te metes al club de Artes y Dibujo, podrías hacerlo también!

- ¡Sí, ya quiero estudiar ahora mismo! - Ella terminó sus panqueques, bebió toda su leche, y tomó la mochila.

- ¡Ah, por cierto...! ¿Y el uniforme, madre? - Sharena le recordó.

- ¡Es cierto! ¿Dónde está mi uniforme?

- No llevarás uniforme, cariño. Puedes llevar ropa.

- ¿Qué? Qué extraño, cuando yo era niña, tenía entendido que en el Instituto Real de Askr sí o sí debías llevar el aburrido y ajustado uniforme. ¿Ya no es obligatorio? - Sharena cuestionó, recordando su niñez. El Instituto Real de Askr era una escuela que abarcaba de la primaria a la preparatoria. Era la más cara y prestigiosa del Reino de Askr; solo miembros de la nobleza y personas demasiado millonarias podían inscribir a sus hijos. Aunque cuando comenzó la guerra contra Embla hace tres años, ella y Alfonse salieron de dicha institución.

-¿El Instituto Real? Ay, no, no, no...

- ¿Entonces, abuela? - La joven de tres años frunció el ceño, confundida. Ella, en el futuro, también iba a una escuela privada, donde era obligatorio el uniforme; La Gran Institución de Educación de la Nación Unificada de Askr y Embla, escuela construida tras unir ambos reinos, y que se volvió la mejor de Zenith.

- Irás a la Escuela Pública de Askr Número Uno.- Afirmó Henriette.- Irás a un colegio público. Es un muy buen colegio. Es limpio, tiene buenos profesores, y habrá muchos más niños y niñas, por lo que puedes hacer más amigos. Quizás no tenga tanto prestigio, ni tanta elección de actividades, pero es buena.

- ... - Alina analizó sus palabras.- Bueno...

~~~~~~~

- Alfonse, mira, fuí a una de las cocinas del castillo, y te preparé huevos revueltos, con un poco de salsa y pimienta, además, te preparé un pastelito de arándanos como postre matutino.- Verónica entró a la habitación, felizmente avisándole a su amado. Alfonse se despertó, y sintió que su estómago rugía al observar la bandeja donde estaba su desayuno.

- Verónica... No tenías que molestarte...

- No fue ninguna molestia para mí, mi príncipe. Te amo, y me gusta mimarte.- Ella le dejó la bandeja en el regazo - Disfruta tu desayuno. Yo voy a preparar el agua de la bañera, para que te des un baño calentito, ¿sí?

- ... - Alfonse se quedó en silencio, reflexionando la situación.- Sí, claro... Gracias.

- No hay de qué.

Mientras Alfonse comía en silencio, Alina ya estaba camino a la escuela. Era la primera vez en su lujosa vida que iría a una escuela pública a estudiar y no a dar materiales o discursos. Además, ¡estaba en el pasado! Técnicamente, todos los jóvenes de su edad eran muy mayores a ella, pues ellos han nacido, y Alina todavía no debería existir.

- ¡Ya llegamos, Alina! - Sharena señaló la entrada.- ¡Ve con cuidado, mi linda y futura sobrina! - Le guiñó el ojo con su característico entusiasmo.

- Muchas gracias por acompañarme, tía Sharena. Me voy a esforzar mucho en continuar mis estudios en este año pasado... o presente.

- ¡Suerte!

- ¡Sí, gracias, tía!

La niña entró a la escuela fácilmente y, según le había comentado su abuela, su grado y grupo eran el 1°E, que en el horario que le habían otorgado, tenían clases de Lengua Materna en el salón 2.

- ¡Buenos días! Soy Alina, la nueva estudiante en esta institución educativa.- Se presentó, observando con curiosidad a sus compañeros. Todos eran Askranos; lo supo porque todos tenían el cabello de colores marrones, o algunos eran rubios y uno que otro pelirrojo. Tenían los ojos de color negro, marrón, o un azul o verde oscuro.

Ese hecho era muy diferente a su salón y escuela en general, donde había tanto Askrans como Emblianos por igual, los cuales se identificaban a simple vista por sus pieles normalmente pálidas (aunque muchos eran morenos), cabellos blancos o grises, y ojos de colores morados, naranjas, rosas, grises y, en el caso de la realeza, rojos.

- ¿Se puede saber por qué tu cabello es de esos colores? - La profesora la miraba con desaprobación.- Supongo que usaste magia para teñirte de esos colores.

- Es natural, señorita.- Dijo con honestidad.- Así nací.

- ... - La profesora, sin ganas de discutir, simplemente puso los ojos en blanco.- Como sea, presentáte... No me pagan lo suficiente... - Susurró lo último.

- Buenos días, jóvenes y señoritas. Me llamo Alina Esperanza, tengo tres años, mis colores favoritos son el gris, el negro y el blanco. Me gustan mucho los gatos, las flores, la moda, escribir, dibujar y colorear. No me gustan los ruidos fuertes ya que me provocan cierta migraña, tampoco me gusta mucho la violencia, por lo que deseo que, si tenemos algún conflicto, resolverlo de la manera más diplomática y respetuosa posible. Además-

- ¿No puedes resumirlo en treinta palabras? - Un niño se burló.

- Oh... Sí, claro: Soy Alina, tengo trece, me gusta el gris, el negro y blanco, me gustan los gatos, las-

- ¡¿Podrías dejar de repetir lo que ya dijiste?! - Gritó la profesora, sin calma.

- Es que me pidieron un resumen, y...

- Siéntate, por favor... Siéntate.- Ordenó.

- Por supuesto, con mucho gusto haré caso.- Ella se sentó en la primera banca que vio.

- ¡Señorita! - Llegó una joven rubia de ojos azules.- Perdóneme la demora.

- Sí, Lila, ajá... - La mencionada soltó un suspiro.- Siéntate...

- ¡¿Qué haces en MI banca?! - Lila gritó con gran enojo.

- ¡Oh! - Alina se paró de inmediato.- ¿Era su asiento, señorita? Lo lamento, no estaba informada de este hecho, ni tampoco vi algún nombre en la silla. Soy consciente de que el haberle quitado, incluso por error, sus pertenencias, fue una falta extremadamente grosera de mi persona. Le pido por favor que me disculpe este inconveniente, no fue, no es, y no será mi intención haber cometido aquel acto, y le...

- Resume, niña de cabello blanco.- Lila exigió.

- ¿Me perdonas, por favor?

- Quítate de mi asiento, y por favor, no te vuelvas a sentir ahí. Es más, siéntate en la última banca de la fila de la izquierda.

- Por supuesto, señorita. Si ese es su deseo, y mi presencia le incomoda, con gusto me alejaré de usted y su asiento para darle a entender que yo el respeto, y que no es y nuca será mi intención hacerle algún tipo de daño a usted, a sus pertenencias o, incluso, a su salud mental y psicológica. Soy consciente de que cada individuo tiene el derecho a poner límites, y que estos límites sirven para...

- ¡CÁLLATE, TONTA! - Gritó una alumna, Harta.

- Sí, ya cierra el pico.- Murmuró la tal Lila.

- ... - Alina tragó saliva.- Disculpe...- Se dirigió hacia la niña que le insultó, con una voz tranquila y educada, como siempre.- Creo que usted ha cometido una falta de respeto hacia mi persona. Por favor, y si no es molestia, ¿podría ser más amable? Decir algo como, por ejemplo: "Silencio, por favor, señorita Alina". Usted acaba de cometer una gran falta de respeto al decirme "tonta" fue rebajarme a mí en todos los sentidos posibles. Y...

- CÁLLATE, ALINA.- La misma profesora gritó.- Siéntate hasta atrás. Y si te escucho hablado durante mi clase, vas a ver.

- ... - En silencio, la joven se sentó.

- Ay, al fin se calló la boca... - Un niño le mencionó a su amigo.

- Es bonita, pero habla mucho. Es demasiado molesta, y eso que lleva cinco minutos aquí.

La clase transcurrió con normalidad. Alina apuntó todo, añadió ejemplos y referencias, además. Además, se encargó de resaltar el título y algunas palabras con marcador. A la hora de revisar...

- ¿Se puede saber por qué dibujaste esto? - La profesora la reprochó.

- Como estábamos hablando de poemas, pensé que sería ideal poner un pequeño poema, y ​​un dibujo referente al tema.

- Yo no te lo pedí. No sé lo pedí a nadie, y mucho menos el título así. ¿Por qué lo pusiste en cursiva y en color azul?

- Así es mi caligrafía. En mi anterior escuela, si decorabas el cuaderno y le ponías más información, te daban puntos extras. La estética y la información siempre van de la mano.

- Ahg... - La profesora puso su mano en su sien.- No vuelvas a hacer estos trabajos de primaria. Haz el título en rojo, no subrayes si yo no lo pido, y no pongas dibujos ni información no solicitada.

-Pero...

- Sin peros. Toma tu cuaderno, no te voy a revisar esto. Más te vale hacer los trabajos bien, o si no vas a reprobar por la estética.

- ... Sí, profesora...

~~~~~~~

[A la hora del receso]

La niña del futuro era una esquina de la escuela, dónde había un lugar donde sentarse en el suelo. Dejó su mochila allí, y sacó la comida que tan amablemente su abuela le habría preparado: una ensalada de frutas, con unas fresas de postre. Con cuidado, tomó su tenedor y, justo antes de dar su primer bocado, sintió una ligera sombra en su rostro.

- ¿Te crees mucho, no es así? - Lila la seriamente miró.- Se nota en la ropa que usas.- Señaló. Mientras todas las personas de la escuela vestían ropa de campesinos, típica de Askr, Alina usaba un vestido de color gris con detalles en plateado, además de unos zapatos negros brillantes y delicados.

- ¿Cómo? No le entiendo, señorita, disculpe.

- Qué eres una presumida. Se nota en tu ropa y tu ridícula forma de hablar. Pero estás en una escuela pública, lo que quiere decir que no tienes el dinero para estar en otra escuela más prestigiosa. Eres una farsante, dedos ser alguien que no eres.

- ... - Alina puso una cara de incomodidad.- ¿De dónde usted se ha imaginado eso?

- Es obvio, se te nota, parlanchina.

- Me llamo Alina, no parlanchina. No me digas así, no es muy cómodo. Por favor.

- "Ñiñiñiñi".

- ¡Ay, ya se parece a mí hermano Einar! Contesta de la misma forma infantil que usted, y eso que tenemos, en teoría, la misma edad.

- ¿A mí en qué me importa tu estúpido hermano?

- ... - Alina frunció el ceño, enojada.- ¿Cómo le ha llamado a mi hermanito?

- Lo que escuchaste.- Lila puso los ojos en blanco.- Daah. Ay, aparte de parlanchina, sorda, ji, ji... ¡AHHH! - La niña sintió su cabello rubio ser tirado con firmeza.

- ¡No vuelvas a insultar a mi hermanito! Aunque él no esté presente, no permitirá ningún insulto hacia su persona, ¡¿le ha quedado en claro, señorita?!

- ¡¿Qué está pasando aquí?! - De repente, llegó una maestra de la escuela.- ¡¿Qué le haces a esta pobre niña?! - Le gritó a Alina, quién soltó de inmediato a su compañera.

- Ah, señorita... Le juro que yo solo...

- ¡Me dolió mucho! ¡Ella me estaba haciendo bullying! ¡Es una abusadora! - Lila comenzó a llorar.- ¡Me duele, me duele!

La docente se puso en frente de Alina.- ¡Usted vaya a la dirección! ¡Y dígale a su tutor que está suspendido una semana!

- ... - Alina obedeció, sumisa.

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En la tarde, Alina fue con su futura madre, quién estaba en una sala cercana a los apóstoles de Alfonse, pues lo estaba cuidando y mimando, le dió la noticia, y el papel de su reporte, y Verónica... estaba sin palabras, muy confundida.

- ¡¿Pero cómo es posible que hayas agredido a una compañera?! ¡Y en tu primer día! - Verónica estaba bastante decepcionada de su futura hija.- ¡¿Por qué hiciste eso?! - Con tristeza, miró hacia otro lado.

- Mamá, yo te juro que fue en...

- Lo escuché.- Alfonse entró en la habitación.- Agrediste a una niña inocente.

- ¡No!

Los tres se quedaron en silencio unos segundos.

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- Ahora lo veo, eres una niña cruel y agresiva.- Murmuró Alfonse, con una voz fría.

- ¡No, papá, yo no hice eso sin una buena razón! ¡Déjame explicarte todo, por favor! ¡Papá, yo...!

- ¡NO ME LLAMES ASÍ! Ya te lo dije ayer, no me llames así. La verdad, es que... desconfío totalmente de ti.

- ¡¿Por qué?!

- No lo sé... De hecho... - El príncipe miró a Verónica.- Tú, cuando conociste a Alina, sentiste un instinto maternal de inmediato.

-Sí, ¿por...?

- Yo no sentí eso.- Bruscamente, Alfonse frunció el ceño.- Seguramente, esta niña no es mi hija.

- ... - Verónica quedó en shock.- ¡¿Qué estás insinuando?! ¡YO NUNCA TE SERÍA INFIEL! ¡TE AMO CON MI ALMA ENTERA, Y LO SABES MEJOR QUE NADIE! - Ácidas lágrimas empezaron a salir de sus ojos carmesí. No podía creer que Alfonse la estuviera acusando de... eso...

- ¿Entonces? ¿Cómo explica que esta niña no me da buena espina? - preguntó Alfonse con voz rota. No le gustaba ver a Verónica llorar...

- ¡No lo sé! ¡Pero desde ayer no has dejado de ser distante con ella!

- Y ahora que sé lo que es en realidad, no la quiero cerca de mí. Odio a las personas injustas como ella...

- ¡¿Perdón?! ¡Yo no soy así! ¡Estaba def-

- ¡Silencio! Tú no te metas.- Alfonse le ordenó bruscamente.- ¡Estoy harto de ti! ¡Me robas la atención de Verónica! Toda la mañana, mientras estábamos desayunando, no paraba de hablarme de ti, ¡y ayer estuvo todo el día contigo cuando se supone que estaríamos ella y yo SOLOS!

- ...

- ... - Alina comenzó a llorar igual que su madre del pasado. Se dió la vuelta y dejó a sus futuros progenitores a solas.

- ¿Era eso, Alfonse? ¿Estabas celoso? ¿Estabas siendo posesivo? - preguntó Verónica con duda y dolor.- ¡¿Solo por esos sentimientos me estabas acusando de una infidelidad?! ¡Esa niña tiene tus ojos, y su nariz es igual a la tuya! Además, creo que llegó a mencionar que podía abrir portales... ¡¿Si no fuera tuya, de quién sería, Alfonse?! ¡¿DE QUIÉN?!

- ... - Solo en ese segundo, se dió cuenta del error que cometió.- ¡YO NO SOY CELOSO NI POSESIVO! ¡Yo... yo...! - Alfonse no aguantó más, y comenzó a llorar. Su pareja tenía razón, él estaba celoso por su atención. Alina era, sin duda alguna, su hija... Y Alfonse tenía miedo de tener hijos.

Recordaba a su difunto padre, el rey Gustav. De niño, su padre era muy amoroso con él, pero, al entrar a la adolescencia, y empezar a entrenar para entrar a la Orden de Héroes, Gustav cambió. Su actitud era mucho más fría y estricta. Este hecho provocó un gran dolor e inseguridad en Alfonse, aunque no lo demostró mucho. Finalmente, su padre murió, y ahora, Alfonse tenía miedo de que, algún día, esa historia se llegue a repetir.

- ¡Soy un imbécil! ¡Un imbécil, Verónica! ¡NO PUEDO CREER LO QUE TE DIJE HACE UNOS MINUTOS, MI PRINCESA! - Llorando como un niño, abrazó a su amada, y ella, igual de vulnerable, rompió aún más en llanto, y lo abrazó.

Los dos amantes lloraron durante varios minutos, que parecieron horas eternas de sufrimiento. La sala, antes silenciosa, se llenó de sus gemidos, jadeos y lloriqueos de dolor.

- ¡MI PRINCESA, PERDÓNAME! ¡PERDÓNAME! ¡PERDÓNAME! - gritó Alfonse, desesperado.- ¡TENGO MIEDO, VERÓNICA, TENGO MUCHO MIEDO DE SER PADRE! ¡NO TENGO DUDA ALGUNA DE QUE ALINA SEA MÍA; NUNCA LA TUVE!

- ¡AMOR MÍO! - Verónica besó dulcemente su frente, acariciando sus cabellos azules, llorando suavemente.- ¡Yo también tengo miedo, Alfonse! Mi mamá y papá murieron cuando yo era niña. Perdí su amor paterno, pero... no quería que Alina, en este tiempo, sufriera lo mismo. Quería estar para ella, ya que nadie estuvo ahí para mí en el pasado...

Alfonse reflexionó sus palabras. Ella tenía razón. Los errores del pasado a veces nublan la vista de una persona. Alfonse se dio cuenta que nunca iba a cometer los mismos errores que Gustav. Él era diferente, y debía demostrarlo.

- Te amo, Verónica... Mi Verónica. Perdóname por lo que te dije...

- ... - Verónica lo pensó unos segundos.- Está bien. Está bien.- Con afecto, besó sus labios.- ...

-Estaba...

- ¿Nuestra primera discusión? Sí... - Verónica soltó un pesado suspiro.- ¿Quieres hablar un poco más?

-Sí, por favor...

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- ¡Y eso fue lo que pasó, tía Sharena! - Alina lloraba desconsolada.- ¡Papá piensa que no soy su hija! ¡Mi papá del pasado no me ama! - Gritó entre sollozos.

En la habitación de Sharena, ella y Anna estaban intentando calmar a la niña del futuro.

- Ay, Alina... - La rubia frunció el ceño, preocupada.- No sé qué decir... pensaba que le caías bien a Alfonse, pero veo que no es el caso...

- Alina, no llores.- Anna acarició el hombro de la joven, mientras ella lloraba abrazando a Sharena.- Si deja de llorar, ¡te haré un cincuenta porciento de descuento en uno de mis productos!

- ... - Alina la escuchó,.pero comenzó a llorar aún más fuerte.

- Ay... ¿Quizás un setenta porciento...?

- Anna.- Sharena la miró con enfado mientras acariciaba la cabeza de la jovencita.

- ¡Un producto gratis, Alina! ¿Te gustaría eso?

-¡Anna!

- Está bien, está bien... No sé dar apoyo en este tipo de situaciones, ¿de acuerdo? - Anna abrazó suavemente a Alina, intentando hacer algo para ayudar.

- ... - Alina quedó dormida en los brazos de su tía Sharena y su tía Anna.

- Ah, se quedó dormida... - Sharena le sonrió a Anna, y la pelirroja se sonrojó ligeramente ante su radiante sonrisa.

- Bueno... - Se alejó ligeramente.- Vamos a llevarla a su habitación. Debe estar muy cansada y estresada, necesita dormir.

- ¡Sí! - Sharena agarró con facilidad a su futura sobrina.

En unos minutos, la niña de tres años ya estaba en la cama de su habitación, envuelta en una sábana cálida.

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Por su lado, Verónica y Alfonse estaban acostados en la cama de los aposentos del último, abrazados, desnudos, solo cubiertos por una fina sábana. Después de su pelea, habían hablado seriamente sobre qué hacer en caso de volver a discutir mientras tomaban el té. Estaban de acuerdo en tomar la mayor calma, sin acusar al otro, y sin llegar a otros extremos como golpes e insultos. Sí discutirían, sería a solas, y hablando firmemente. Después de eso, se besaron, una cosa llegó a la otra, e hicieron el amor de forma suave y tierna, sellando su acuerdo y reafirmando su amor.

- ... - Verónica estaba acostada en el pecho de Alfonse, escuchando como los latidos de su corazón se calmaban tras la pelea, el llanto, y el placer.

- ... - Alfonse soltó un suspiro.- De nuevo, lo siento. Fui posesivo y celoso, y eso no estuvo bien. Mi resentimiento hacía Alina me hizo acusarte de algo de lo cual sé que serías incapaz.- Su voz filtraba su arrepentimiento.

- Está bien. Dejémos eso en el pasado. Tengamos esa situación como una lección para el futuro, mi príncipe.

-Sí, mi princesa.

- Ahora que recuerdo... ¿Harás las cosas bien con Alina? Es tu... nuestra futura hija... Quizás, deberías disculparte, y explicar las cosas, así como ella nos explique lo de la escuela. Podemos hablar los tres.

- ... - Alfonse soltó un pesado suspiro.- Sí, ella se merece una disculpa... Pero agredió a una niña.

- Podríamos hablar con ella sobre eso.

-Está bien, está bien.

Durante la próxima hora, Alfonse y Verónica se ducharon y se cambiaron de ropa. Fueron directo a los aposentos temporales de la niña, donde ella estaba empacando sus nuevas cosas en la mochila de su secundaria.

- ¿Qué haces, Alina? - Preguntó gentilmente Verónica.

- Yo voy a mi tiempo. Dejaré el pasado para volver a donde pertenezco; Tengo entendido que Kiran puede enviar a casa a sus invocaciones.

- Ay, Alina... - Alfonse se acercó un poco.- No te vayas, quiero que estés aquí con nosotros. Te pido que me perdones por lo que te dije, y el cómo te he tratado hoy y ayer.

- ...

- ¿Podemos empezar de nuevo, hija...? Quiero que te quedes.

- ... - Los ojos azules de la joven princesa brillaron.- ¡¿En serio?!

- ¡Sí!

- ¡Sí, papá, me voy a quedar con ustedes! - Ella soltó su mochila para abrazar a Alfonse y Verónica, sus futuros progenitores, sus futuros padres.

La pareja le devolvió el abrazo con delicadeza. Sus vidas, de ahora en adelante, habían cambiado un poco, pues ahora tendrían que cuidar a su futura familia.

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Al día siguiente, en la mañana...

- ¡Yay, yay! ¡Papá está cocinando! - exclamó Alina dulcemente, observando cómo su madre ayudaba a su padre a cocinar. Claro, Alfonse nunca tuvo la necesidad de cocinar, y solo había hecho una que otra receta. Alina, hace una media hora, había pedido panqueques, y Alfonse se ofreció a hacerlo él mismo.

Verónica estaba a su lado, de apoyo moral e indicándole a su amado cuánto tiempo debía poner la masa en el candente sartén.- ¡Alfonse, dale la vuelta! Ya está listo el primer lado.

- ¡De acuerdo! - Con inexperiencia, usando la espátula, realizó lo que su amada indicó. El panqueque estaba perfecto.- ¡Oh, Verónica! ¡¿Me salió bien?!

- ¡Sí, mi amor! ¡Y a la primera!

Alina se acercó a la estufa.- ¡Ay, papá, te quedó muy bien! ¡Se ve muy blandito y delicioso!

En unos minutos, los seis panqueques estaban listos, dos para cada uno. Verónica le puso un poco de miel, Alfonse mermelada de fresa, y Alina tanta mermelada de fresa como miel.

- ¡Que rico está! - Alfonse exclamó tras tragar el primer pedazo.

- ¡Sí, lo hiciste muy bien, mi príncipe!

- ¡Concuerdo! ¡Sabe muy bien, papá, mamá!