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Alce

Los días monótonos de un pequeño pueblo de Finlandia se vieron interrumpidos por la noticia de nuevos habitantes, con su población cada vez más reducida por los jóvenes que se iban a la ciudad siempre fue una gran noticia cuando alguien llegaba.

Los dos extranjeros no tardaron en ganarse el corazón de los locales, el más carismático abrió un pequeño consultorio médico, mientras que el otro comenzó a trabajar en el refugio de animales. El segundo no era tan sociable, pero se notaba el cuidado que le daba a los animales.

Su estadía había tomado casi ningún contratiempo, pero su pacífica vida se vio interrumpida cuando el habitante menos querido fijó su atención en ellos. Janne, un hombre de mediana edad, era conocido por su homofobia.

Al ser un pueblo tan pequeño las noticias vuelan, así que cuando se sabía de algún habitante que perteneciera a la comunidad era seguro que se volverían víctimas del hombre, este siempre se salía con la suya pues nadie quería enfrentar al hombre del tamaño de un alce.

El problema de la pareja de extranjeros comenzó cuando una señora propuso a su hija en matrimonio al médico, quien inmediatamente le informó de su estatus de casado, ¿Y con quién sería si no su compañero de casa? Claro que la noticia se expandió como el fuego, llegando rápidamente a oídos de Janne.

Al principio solo hizo algunos comentarios desagradables, pero al ser ignorado por la pareja escaló en sus agresiones, la gente comenzó a preguntarse cuando decidieron mudarse de nuevo, hartos del trato desagradable.

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-¿Es que nunca se cansa? -Preguntó Will al aire, viendo entre las cortinas al hombre que tenía ya más de una hora gritando estupideces frente a su casa.

Hannibal desde su lugar en la mesa apenas levantó la vista de su dibujo para responder -Es como un animal rabioso, tal vez se comporta un poco extraño, pero todos lo ignoran hasta que los síntomas son tan graves que se le tiene que sacrificar antes de que lastime a alguien. –

Will negó, cerrando totalmente la cortina antes de sentarse frente a Hannibal. -No podemos Hannibal, apenas hemos estado aquí unos meses y es el lugar perfecto para escondernos.

-Lo se Mylimasis, pero un elk burgundy sería el acompañamiento perfecto para este clima helado.-

Will volvió a negar con la cabeza, decidiendo dejar el tema allí.

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No hacía mucho que Janne se había ido cuando la pareja se fue a dormir. Will se acostó de lado, observando a Hannibal.

Lo entendía, estaba hambriento y el clima frío lo ponía más inquieto, el mismo Will también tenía hambre, pero realmente no se podía arriesgar por una sola comida.

Después de unos minutos más decidió irse a dormir.

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Unas semanas pasaron en rutina, ambos se iban a trabajar, ignoraban a Janne cuando iba a molestarlos y regresaban a casa, esa monotonía los estaba matando lentamente, se sentían como si estuvieran entumecidos bajo un lago de agua helada.

-Cada vez hay más locos en el mundo- Will escuchó a la encargada del refugio hablarle, se giró para mirarla. -Que miedo, los están buscando muy cerca-

Dejó al perro que estaba atendiendo para ver a que se refería, frente a la encargada estaba una televisión en un canal de noticias mundiales.

El FBI llega a Suecia siguiendo la pista de un par de criminales extremadamente peligrosos, Will Graham y Hannibal Lecter son asesinos en serie caníbales que llevan meses eludiendo al FBI, le pedimos a la gente mantenerse alerta.

La noticia fue acompañada de una foto de ambos.

El corazón de Will se detuvo por un momento, pero la encargada no dijo nada. Claro que no estaban usando sus nombres reales y habían cambiado sus apariencias, pero siempre lo ponía nervioso que alguien los reconociera -Espero que no vengan aquí- Le respondió a la encargada antes de alejarse a continuar su trabajo, sin ganas de hablar de la noticia.

-Tendremos que irnos, aún no entrar a este país, pero están demasiado cerca- Comenzó a pensar en su próximo destino, lo más seguro era que Hannibal ya estaría arreglando su escape.

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Al salir del trabajo Will vio a Janne en una tienda, pasó rápido esperando que no lo molestara. Al doblar la esquina tuvo una idea, si de todas las formas tendrían que irse al menos podrían comer antes, ¿No? 

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Hannibal estaba de pie frente al mostrador de la cocina, cuidadosamente cortando el alce en cubos, a unos pocos pasos Will ayudaba picando verduras.

Después del alce Hannibal se dispuso a cortar el tocino, nuevamente haciendo pequeños trozos.

-¿Podrías precalentar el horno, Will?- Pidió mientras pasaba el tocino a una pequeña olla para freírlo

Will solo tarareó en respuesta, dejó los champiñones que estaba rebanando y puso a precalentar el horno a 450° C, justo como se lo había explicado Hannibal cuando estaban repasando la receta.

La cocina se llenó de un delicioso aroma mientras la carne se doraba, primero se frió el tocino hasta que adquirió un apetecible tono dorado, rápidamente fue pasado a un recipiente para escurrir.

-La carne de alce no es particularmente popular, aún se come en muchos lugares, pero donde no es común es mal visto.- Comentó el hombre mayor mientras echaba los trozos de alce a dorar con la grasa dejada por el tocino.

Will por su lado terminó con las verduras se recargó en una pared mientras esperaba a que se terminara de dorar la carne -Que carnes son aceptables para consumo depende de la cultura del lugar, aunque algunas son más tabú que otras.-

Se acercó con la cebolla y el ajo mientras Hannibal sacaba la carne de la olla, removiendo ocasionalmente para evitar que se pegaran mientras se salteaban.

-¿Qué es la carne si no un alimento más? Tabú o no, nutre de la misma forma- La carne volvió a la olla, le espolvoreó harina y lo revolvió hasta que todos los pedazos quedaron cubiertos.

Tomó la olla de la estufa y la metió en el horno, debían ser rápidos para no quemarla.

-Carne de cerdo o de res, aunque ambas sean carne aún se te antojan por separado. Si pasas mucho tiempo sin una u otra acabas desesperado por probarla de nuevo- Después de cinco minutos Will vio a Hannibal sacar la carne, la revolvió y la regresó al horno.

Otros cinco minutos pasaron, la olla fue retirada del horno y la temperatura bajada a 175° C

Con movimientos controlados Hannibal agregó el tocino, caldo de res, brandy, vino tinto y pasta de tomate- Te hace preguntarte si esa fijación por los diferentes sabores de la carne es una característica meramente humana, ¿Los dioses también sucumbirán al hambre insaciable?

Después de agregar tomillo y ponerle la tapa, la olla volvió al horno.

-Debe cocinarse por algunas horas, suficiente tiempo para lidiar con el resto del alce- Will comentó ya saliendo de la cocina, Hannibal lo siguió de cerca admirando las huellas sangrientas dejadas por sus botas.

En una situación normal le hubiera molestado el desastre, pero querían dejarle un regalo a Jack. Una pequeña nota. Una burla.

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Will siguió trabajando en el regalo de Jack mientras Hannibal regresó a la cocina, con cuidado salteó los champiñones y los agregó a la olla.

Para cuando regresó el trabajo estaba prácticamente terminado.

-Hermoso como siempre, mylimasis- Comentó mientras se acercaba a Will, quien se estaba quitando los guantes.

-Incluso alguien como él se puede volver arte cuando es expuesto a la misericordia de Dios.-

La siguiente hora pasó con una calma doméstica hasta que finalmente estuvo lista la comida, Will preparó la mesa mientras Hannibal emplataba.

Una conversación tranquila llenó el pequeño comedor, risas se escuchaban de vez en cuando mientras disfrutaban del platillo.

-Tenías razón, es perfecto para el frío- Comentó Will al terminar de comer.

Del otro lado de la mesa Hannibal le sonrió, siempre le agradaba ver a Will disfrutar su comida

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“Se les pide a todos los residentes de _____ cualquier información sobre los siguientes hombres, son extremadamente peligrosos”

La encargada del refugio de animales miró con horror la televisión mientras las fotos y nombres de su asistente y su esposo pasaban en el noticiero, seguido de una imagen y nombres diferentes.

“Si se encuentra con estos hombres alejese y alerte a la autoridades lo antes posible, sus nombres reales son Hannibal Lecter y Will Graham, buscados por innumerables asesinatos y canibalismo”

La mujer sintió que se podría desmayar cuando pasaron una imagen mal censurada de la escena encontrada en casa de la pareja.

Era obvio que hacía horas si no días que se habían ido, dejando detrás el cadáver de Janne expuesto de una forma grotesca junto a la mesa, que estaba arreglada como si alguien estuviera a punto de comer.

Si Will la viera se sentiría un poco mal (Hasta que lo olvide)