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I sing to you like a bird in the mist

Summary:

Dick no esperaba encontrar la baticueva en silencio, casi siempre estaba Bruce trabajando o Tim entrenando; sin embargo, en esta ocasión no fue así. Cuando subió a la mansión se encontró con Bruce sosteniendo a un bebé que se parecía inquietantemente a su mentor.

(Basicamente Dick se convierte en la mamá de un bebé Damian, en el proceso sus sentimientos por Bruce resurgen)

Chapter 1: Se entrelazarán las piernas por cariño o por piedad mientras yo prendo velitas en frasquitos de cristal

Chapter Text

Esperaba encontrar a alguien en la baticueva. Llegó con su moto casi esperando escuchar las quejas de Bruce sobre “hacer silencio mientras trabaja”, pero no sucedió.

No había nadie en la cueva, no había nadie entrenando, investigando o arreglando algo, así que frunció el ceño con desconcierto. Se suponía que Bruce tendría que estar allí a esa hora, al menos Alfred tratando de convencerlo para dormir un par de horas más, pero no.

Sabía que Tim estaba en una misión con la Joven Liga de la Justicia y Jason estaba “encargándose” de un objetivo en Central City, Dick no profundizó en ello para preservar la paz.

Suspiró. Cuando decidía visitar al gruñón de su tutor estaba en otro lugar, probablemente en alguna gala como Bruce Wayne. Sin embargo, eso no significaba que no pudiera saludar a Alfred y quedarse a dormir. Dejó el casco sobre la moto y fue hacía las escaleras de metal que lo enviarían a diversas salidas de la cueva dentro de la mansión. 

Decidió tomar el escondrijo que daría a la cocina de la mansión.

Esperaba encontrar el lugar vacío también, incluso alguna que otra luz encendida, pero se sorprendió cuando vio a Alfred calentando un biberón con leche dentro de una olla con agua.

—Tal vez deba volver más tarde —susurró Dick, aunque había una sonrisa en su rostro.

Alfred no lo miró, pero una sonrisa tiró suavemente de sus labios—Pensé que había desaparecido desde la última vez que vino, amo Richard —se rio un poco, pero podía entender lo que Alfred trataba de reprocharle. Estuvo un mes lejos, aunque fue para una misión y no por una discusión con Bruce.

—El mundo necesitaba de mis grandes dotes actorales, Alfie. Prometo escribirte la próxima vez —se acercó hacia donde estaba Alfred y miró con curiosidad el biberón en la olla—. ¿Algún tipo de fetiche nuevo? —él lo miró y levantó una ceja de manera inquisitiva antes de volver a su expresión impasible.

—Creo que debería subir para descubrirlo por sí mismo —se encogió de hombros antes de dirigirse al ascensor de la mansión y dirigirse al piso donde estaban las habitaciones principales. Allí dormía Bruce.

Claro, esperaba muchas cosas, aunque no el llanto ensordecedor de un bebé apenas puso un pie en el pasillo.

Por alguna razón, Dick sintió que su corazón se aceleraba y sus instintos se removían con inquietud dentro de él. Nunca le había sucedido algo así. Era un omega, pero nunca había estado en sintonía con todo lo que significaba serlo, pues fue criado por un alfa con una mala comunicación y peor desenvolvimiento emocional.

Apenas aprendió a anidar durante su último celo, lo cual era vergonzoso porque ya tenía veintiséis años y los omegas aprendían a hacerlo un año o menos después de presentarse.

Frunció el ceño y tocó su pecho para intentar suavizar la sensación intranquila dentro de él. Caminó hacía la habitación de Bruce y tocó la puerta antes de entrar.

Él estaba allí, con ojeras tan profundas que las noches que pasaba patrullando parecían empequeñecer en comparación. Parecía agotado mientras trataba de arrullar a un pequeño cuerpo contra su hombro.

Le daba palmadas en la espalda y caminaba de un lado hacia otro para calmarlo. 

Dick nunca creyó que vería algo así en su vida. La habitación olía a sidra como Bruce, pero había matices de acidez debido al estrés. Claramente no sabía cómo lidiar con la situación.

—¿No crees que es muy pequeño para ser Robin? —Bruce se detuvo y miró a Dick en silencio antes de negar con la cabeza.

—Talia lo dejó en la puerta de la mansión —abrió sus ojos con sorpresa antes de acercarse a Bruce. Miró con atención al pequeño cachorro que seguía llorando contra el hombro de Bruce. Su piel era morena y sus ojos verdes como la esmeralda, aunque le recordaba inquietantemente a su mentor.

—Supongo que tiene que ver con aquella misión en la que te drogó —él hizo un pequeño zumbido en el fondo de su garganta a manera de afirmación y lo escuchó suspirar antes de dirigir su mirada a Bruce.

No quería seguir pensando en lo que provocaba dentro de él las lágrimas del bebé y su rostro enrojecido por el llanto.

—Tiene cuatro meses. Se llama Damian —Dick asintió en comprensión y observó cómo Bruce volvía a retomar su caminata de un lado hacia el otro para arrullar al cachorro.

—Ra’s seguramente le pidió que lo hiciera para hacerse con tus genes. ¿Alguna razón para que te lo entregará? Ra’s no lo habría permitido —Bruce frunció el ceño cuando sus intentos no funcionaron en Damian.

—Ra’s está muerto. Talia no quería hacerse responsable —eso esclarece los puntos oscuros de la historia. Bruce seguía moviéndose y el bebé seguía llorando miserablemente. No parecía tener hambre como Alfred suponía, en cambio parecía abrumado.

—Deja de hacer eso, B —él se detuvo y frunció el ceño con frustración—. ¿Cuánto tiempo ha estado llorando? —levantó una ceja sin entender a dónde quería llegar Dick.

—Treinta minutos. Le di de comer hace un par de horas y cambié su pañal antes de dormir —entonces Dick no se equivocó. Se acercó a ambos y se mordió el labio con duda.

—¿Me dejarías cargarlo? —Bruce lo miró escrutadoramente antes de ceder y entregarle a Damian.

Dick fue un poco torpe al tomarlo, nunca había estado tan cerca de un bebé. Lo colocó sobre su hombre como Bruce y acarició su espalda con dulzura antes de esparcir su aroma a lavanda. El cachorro se estremecía contra su cuerpo, sus pequeñas manos apretaban su camiseta, las lágrimas humedecían su hombro y sus gimoteos hacían que Dick sintiera un desasosiego arrasador.

Empezó a ronronear melosamente y olfateó con dulzura la mejilla y cabello del cachorro. Olía a leche con miel. 

El llanto empezó a cesar poco a poco, sus manos dejaron de apretarse, su pequeño cuerpo se relajó y el cachorro comenzó a emular, sin mucho éxito, los ronroneos de Dick, demostrando lo complacido que estaba en los brazos del omega.

Sus instintos empezaron a calmarse y una parte que no conocía de sí mismo empezó a pavonearse porque había logrado calmar a Damian.

—¿Cómo sabías que eso era suficiente? —Dick había olvidado que Bruce seguía allí, así que solo sonrió un poco sin detener sus atenciones.

—No lo sé. Solo pensé que estaba abrumado. El aroma de los alfas suelen ser muy fuertes para los cachorros menores de seis meses; además, Talia es beta, así que nunca estuvo expuesto a aromas como el tuyo —Bruce se cruzó de brazos asintiendo en silencio a sus palabras. 

Dick siguió acariciando al bebé hasta que empezó a dormirse contra su hombro. En ese momento, Alfred había llegado con el biberón en la mano y parecía aliviado de que Damian hubiera dejado de llorar. 

—Parece que el problema era el amo Bruce —Dick se rio entre dientes ante esa declaración y se acercó al moisés que estaba junto a la cama de Bruce.

Dejó suavemente al bebé dentro y Damian se sacudió un poco para tratar de acomodarse antes de quedarse quieto. Dick salió de la habitación sin decir una palabra, fue a su propio dormitorio en la mansión y encontró una camiseta vieja que le gustaba usar cada vez que volvía.

Regresó al dormitorio de Bruce y la colocó suavemente a un lado del cachorro dentro del moisés. 

—Eso será suficiente para que pueda dormir el resto de la noche —se giró para observar a ambos hombres y se encontró con la mirada aliviada de Alfred y la expresión impasible de Bruce—. Iré a dormir —hizo un gesto de despedida y se fue a su habitación.

Tomó una ducha y preparó un nido en su cama. Por alguna razón, sentía que lo necesitaba. Durmió plácidamente y el bebé no volvió a llorar hasta entrada la mañana cuando necesitaba comer. 

Dick le dio el biberón.


Sabía que algo no estaba bien con él. Por alguna razón, su traje de Nightwing se sentía apretado en su pecho, le rozaba la sensible piel y lo hacía sentir en carne viva.

Había notado los cambios. Los omegas masculinos no suelen desarrollar las glándulas mamarias a menos que estén preparándose para alimentar al cachorro durante el embarazo e incluso en algunos casos, había omegas capaces de lactar durante el celo. Dick nunca experimentó algo así.

Ni siquiera relacionó su situación con sus glándulas mamarias, creyó que estaba hinchado porque su cuerpo omega experimentaba cambios de nuevo como en la adolescencia, lo cual fue una estupidez, pero Dick no le dio importancia. 

Eso lo traía a ese momento. Había dejado inconsciente a un par de ladrones que intentaron colarse a una joyería en medio de la noche. Sabía que la policía estaba cerca, así que ató a los criminales contra un poste de luz y subió a la terraza de la joyería para seguir su camino como justiciera de Blüdhaven.

Estaba agachado sobre una azotea, observando la ciudad para asegurarse de no perder de vista ningún crimen. Entonces lo sintió. Algo cálido y húmedo empezó a escurrir dentro de su traje humedeciendo su abdomen.

Cuando dirigió su mirada allí, se sonrojó. Estaba lactando. Eso explicaba el dolor y la hinchazón en su pecho, su traje se estaba humedeciendo y pronto estaría oliendo a leche.

Se sentía avergonzado y desconcertado. 

Era cierto que había estado yendo con frecuencia a la mansión Wayne durante el último mes. Casi a diario podría decirse. Pasaba tiempo con Damian mientras ayudaba a Bruce en alguna investigación.

Damian era lindo. Suave, pequeño, olía bien y cada vez que Dick estaba cerca del cachorro sus instintos se sentían apaciguados. Debido a todo el tiempo que dedicaba al bebé, Bruce pudo retomar su vida como Batman, al menos hasta cierto punto.

Dick podría pensar en Damian como su hermano, así lo hacía con Jason y con Tim, pero pensar de esa manera se sentía incorrecto. Que estuviera lactando y con sus glándulas mamarias listas para alimentar al cachorro, era prueba suficiente para él sobre lo que sucedía.

Su omega había reclamado a Damian como su cachorro. No era una situación inusual, pero era la primera vez que le sucedía y se sentía tímido al respecto. Nunca se había planteado el tema de la maternidad porque siempre estaba enfocado en ser héroe. 

Su situación lo llevó a comprar discos absorbentes para que la leche no traspasara la ropa. Subió a su motocicleta y fue a Gotham. Los cachorros también eran capaces de elegir, así que sí Damian quería tomar de su leche, entonces Dick sabría que Damian lo veía como una figura materna y eso había desencadenado su desarrollo mamario.

Está vez, cuando llegó a la baticueva, se encontró con Tim, con su traje de Red Robin, cubriéndose los oídos con las manos, a Alfred con una expresión impasible y a Bruce agotado mientras trataba de calmar el llanto de Damian.

—Parece que llegué justo a tiempo —Tim casi lo miró aliviado e incluso Bruce se relajó un poco al verlo.

—No he podido dormir desde ayer porque sigue llorando, Dick —se quejó Tim antes de acercarse con una mueca en el rostro. Eso lo hizo reír, así que acarició su cabello con diversión—. Ni siquiera puedo escuchar mis pensamientos —Tim olía a pólvora, así que acababan de llegar de una patrulla nocturna.

Se acercó, con Tim a su lado, hasta donde estaba Bruce  y osciló su mirada entre Alfred y Bruce buscando una respuesta al llanto descontrolado del bebé. Casi parecía disfónico, lo que sugería que había estado llorando más tiempo de lo que podía presumir.

—Como podrá notar, amo Richard, nuestro despertador se descompuso y ahora no deja de sonar —esta vez Bruce resopló y observó a Alfred con una media sonrisa, hacía mucho tiempo que Dick no veía ese gesto en Bruce—. No ha querido comer por más que lo intentamos, aunque ha dormido y se le ha cambiado el pañal —Dick chasqueó la lengua y suspiró suavemente. Sus suposiciones eran correctas.

Bruce lo escudriñó y levantó una ceja de manera inquisitiva—Sabes la razón —ni siquiera lo estaba preguntando, Bruce simplemente lo sabía.

Él asintió, tratando de reprimir el sonrojo que quería subir a su rostro—Es un poco complicado de explicar —desvió su mirada con timidez antes de tomar a Damian de los brazos de Bruce y colocarlo cerca de su glándula para que pudiera absorber su aroma. 

—Te escuchamos —Bruce se cruzó de brazos y Dick miró alrededor, encontrando las miradas curiosas de Tim y Alfred.

Acarició el pequeño cuerpo de Damian y el cachorro dejó de llorar mientras olfateaba su aroma a lavanda. Sus manitas se apretaron en su camiseta y su fragancia a leche con miel hizo que Dick se sintiera más relajado.

Carraspeó un poco para intentar encontrar las palabras correctas—Estoy lactando —no pudo detener el sonrojo que siguió después de sus palabras. Sabía que podía decirlo de una mejor manera, pero estaba nervioso y su mente dejó de funcionar un momento. Tim se enrojeció con vergüenza, Alfred tosió con incomodidad y notó un pequeño enrojecimiento cubriendo las orejas de Bruce—. Sé que es difícil de aceptar, pero Damian fue el causante. Me percibe como su mamá y por consiguiente, mis instintos lo consideran su cachorro, es por ello que ahora no quiero comer del biberón y estoy produciendo leche —Bruce y Tim desviaron sus miradas, pero Alfred se mantuvo impasible.

—Eso explica porque solo se calma cuando está cerca del amo Richard —Bruce hizo un pequeño sonido en el fondo de su garganta antes de volver a enfocar su mirada en la de Dick.

—Damian no ha comido nada desde esta mañana, ¿crees que puedas alimentarlo, Dick? —seguía siendo el hombre metódico que conocía bien, así que asintió en silencio.

Se sentó en un sillón apartado en la baticueva y miró a los tres con el ceño fruncido. Todos le dieron la espalda sin protestar, así que Dick se levantó la camiseta, se quitó los discos absorbentes y suavemente movió a Damian hacia su pecho. El cachorro olfateó con un gimoteó y rápidamente se prendió a su pezón para comer. 

Sus grandes ojos verdes lo miraban mientras succionaba la leche. Una de sus manitas se movió para tocar su otro pecho, así que Dick supuso que comería de ambos. Su cuerpo se sintió aliviado ante la sensación de su leche siendo drenada. 

Sus pequeños pies pateaban la mano de Dick cuando los acariciaba y los sonidos de succión era lo único que podía distinguirse en la cueva, además del ruido del agua fluyendo.

Su pijama de murciélagos era tierno.

Sabía que Damian no comería del biberón de nuevo, así que pensó detenidamente qué haría. No quería dejarlo y tampoco podía dejar de ser Nightwing. Quizás era un poco precipitado, pero Damian era su cachorro y sus instintos estaban de acuerdo en que no podía desentenderse de él.

Tendría que hablar con Bruce.

Cuando Damian terminó de comer de ambos pechos, Dick se bajó la camiseta y volvió a colocarlo sobre su hombro para darle palmadas en las espalda para sacarle los gases. El cachorro estaba adormilado después de comer hasta la saciedad, así que tan rápido como le sacó los gases se durmió.

Dick se acercó a los tres hombres que seguían de espaldas y le entregó el bebé a Alfred, quien no tardó en subir para llevarlo al moisés. Por otro lado, Tim fue obligado a irse a la cama por Bruce, así que solo quedaron ellos dos.

—Debiste llegar a la misma conclusión —Bruce asintió a sus palabras y suspiró. Parecía haber envejecido diez años, aún así seguía siendo atractivo, aunque Dick se lo guardó para sí mismo.

—Sé que no puedes dejar de ser un héroe para Blüdhaven, así que puedes usar el Batwing para trasladarte —asintió conforme con lo que le estaban ofreciendo. Había abandonado la mansión cuando dejó de ser Robin, era complicado volver.

—Me quedaré hasta que Damian cumpla dos años y entonces deje de producir leche —Bruce hizo un ruido suave en afirmación de acuerdo a sus palabras—. Si necesito tu ayuda en mis patrullas o investigaciones, la pediré, pero no te involucres a menos que sea necesario, Bruce —él frunció el ceño, disconforme, pero al ver su mirada determinada solo pudo suspirar y asentir.

—Está bien. Le diré a Alfred sobre los cambios —Dick se despidió de Bruce diciendo que se iría a dormir y eso hizo. Subió a su habitación, hizo un nido y durmió plácidamente, aunque no pudo descansar boca abajo como habría querido.

Iba a ser difícil vivir de nuevo con Bruce. Entendía a su mentor después de años conviviendo, pero se sentía como el mismo adolescente que una vez abandonó la mansión Wayne.

Era estresante.


Esa noche Dick no podía dormir. No estaba preocupado ni nervioso, simplemente no podía despejar su mente. Había hecho su patrulla nocturna y ahora descansaba en su nido junto a Damian y Tim.

Damian había decidido, desde que Dick había vuelto a la mansión, no dejar de llorar hasta obtener un lugar en su nido. Le pareció divertido.  A veces le daba miedo referirse a él como “su cachorro” porque significaba responsabilidad, además no solo le correspondía a Dick cuidar de Damian. Aún así era suyo, a pesar de que no le dio a luz.

Ni siquiera utilizaba el moisés que estaba al lado de la cama, dormía en la cama con Dick, acurrucado contra su pecho o boca abajo con el trasero levantado. Era tierno, su corazón se estremecía al verlo.

Por otro lado, Tim se había acercado tímidamente a Dick la semana anterior, le preguntó si estaría bien que pudiera dormir con él en el nido. No dijo por qué y Dick tampoco necesitó que lo dijera, así que había estado durmiendo con Dick y Damian en la última semana. 

Su cachorro no había estado especialmente feliz al principio, lanzándole miradas molestas a Tim, le recordaba a las miradas de Bruce, lo cual era escalofriante. Sin embargo, aceptó al nuevo invitado casi de mala gana.

Tim no había patrullado. Bruce no quería que se trasnochara en una noche entre semana, así que se había quedado en la mansión. Dick acarició suavemente el cabello de Tim y él ronroneó entre sueños mientras hundía su rostro contra la manta que abrazaba.

En ese momento, escuchó brevemente el sonido del Batimóvil cerca de la mansión, así que trató de levantarse de la cama en silencio, pero cuando miró al cachorro a su lado, se encontró con una lindo ojos esmeraldas que le devolvían la mirada. Dick sonrió y lo tomó entre sus brazos antes de salir de la habitación.

Damian restregó su mejilla contra su camiseta y lo sintió bostezar contra su hombro mientras Dick lo sostenía firmemente contra su cuerpo. Había engordado en el par de meses que él lo había estado alimentando. Sus mejillas, brazos y piernas estaban llenitas, incluso no podía verse sus piecitos con su barriguita. Era muy dulce.

En el fondo, se sentía satisfecho. Su cuidado era suficiente para su cachorro. 

Bajó a la baticueva con Damian acurrucado contra la glándula en su cuello. Bruce estaba allí, apenas estaba quitándose la capucha del traje, seguramente se sentiría frente a la baticomputadora para hacer el informe. Alfred no tardaría en llegar, siempre se trasnochaba esperando a Bruce.

—También deberías ir a descansar —Bruce dirigió su mirada hacía Dick con el ceño fruncido.

—Damian no debería estar despierto —eso le hizo sonreír antes de bajar las escaleras de metal para acercarse a Bruce en la plataforma.

—No lo estaba, pero cuando intenté levantarme, se despertó —se rio un poco y alejó al cachorro de su hombro para tenderselo a Bruce. Damian volvió a bostezar frente a los ojos de Bruce—. Tal vez quería darte la bienvenida, jefe —él osciló su mirada entre Damian y Dick antes de tomar al cachorro entre sus brazos.

Damian no lloró ni se quejó mientras se acurrucaba en el cuello de Bruce, lo cual desmentía la creencia de que no estaba cómodo con Bruce, simplemente era mucho aroma a alfa para el bebé, aunque también podría ser por lo rígido que se ponía Bruce cada vez que sostenía a Damian.

—¿Cómo estuvo la patrulla? —Bruce lo observó en silencio como si tratará de descifrar qué pasaba por su mente.

—El Pingüino ha estado haciendo movimientos extraños en los últimos días, probablemente tenga la intención de robar la nueva exposición del museo —Dick asintió en comprensión y cuando estaba por responder, Damian empezó a removerse en los brazos de Bruce y a gimotear.

Bruce hizo esa expresión entre decepcionada y culpable, aunque fue solo un breve instante antes de entregarle a Damian de nuevo. Dick sonrió suavemente mientras el cachorro se sumergía en su pecho para acurrucarse contra el calor de su cuerpo.

Damian no parecía incómodo con Bruce, Dick sabía que era algo más, así que se acercó más a Bruce y lo miró con seriedad mientras él se quedaba inmóvil en su lugar, esperando por lo que fuera que Dick estuviera pensando hacer.

Ladeó la cabeza y acercó su rostro lo suficiente como para olfatear con ligereza el cuello de Bruce. Olía al kevlar, a pólvora, a sidra como Bruce y…

Dick se alejó con una expresión pellizcada.

—Damian tiene una nariz sensible y no todos los olores le gustan —se alejó de Bruce tapándose un poco la nariz con la mano. Eso hizo que Bruce frunciera el ceño—. No es porque estuvieras en la calle, B. Creo que no le gusta el aroma de Selina —a Dick tampoco le gustaba el olor de Selina. No olía mal, simplemente era extraño y Dick no se sentía especialmente cómodo oliéndola en Bruce.

Él se quedó en silencio antes de relajar un poco su postura. Incluso parecía avergonzado. No era la primera vez, obviamente, pero en está ocasión lucía tímido al respecto, como si lo hubieran atrapado haciendo travesuras.

—Deberías tomar una ducha. Iremos a dormir —dijo Dick con una pequeña sonrisa, tratando de mitigar el sentimiento amargo en su pecho. Se dio la vuelta y colocó con dulzura a Damian contra su cuello para que pudiera quitarse el aroma extraño de la mente.

Subió las escaleras y salió por el escondrijo dentro de la biblioteca de la mansión antes de subir el ascensor. 

No debería estar cayendo en eso de nuevo. Nunca había ganado nada con ello. Bruce era mayor, seguramente veía a Dick como un niño todavía. Así fue durante su adolescencia y no había cambiado, por lo que debía deshacerse de esos sentimientos de nuevo.

Cuando llegó a su dormitorio, Damian empezó a llorar debido al hambre, así que Dick se sentó al borde de la cama y se levantó la camiseta para alimentar al cachorro. 

Acarició el cabello negro de Damian mientras el succionaba la leche de su pecho. También acarició su pequeña nariz, sus mejillas enrojecidas y llenas, sus cejas y sostuvo entre sus dedos, su manita que se agitaba sin control.

Más allá de sus sentimientos absurdos por su tutor, Dick tenía miedo. Ser consciente de que la presencia de Selina seguía allí, era agobiante. Algún día se casarían y la incertidumbre de no saber qué posición tendría en la vida de Damian era agobiante. Quizás sería dejado a un lado.

Cuando Damian terminó de comer, Dick lo colocó sobre su hombro y le sacó los gases al bebé somnoliento. Estaba sobrealimentado y Dick se dio cuenta cuando Damian regurgitó sobre su camiseta la leche. Suspiró con una sonrisa agotada, limpió su pequeño rostro y dejó al cachorro medio dormido dentro del nido a un lado de Tim.

Fue a su cómoda y buscó una camiseta limpia antes de quitarse la que tenía puesta. No era la primera vez que sucedía, por ello Dick olía a leche constantemente.

En ese momento, alguien tocó a su puerta y no tuvo tiempo de cubrirse antes de que la abrieran. Se sonrojó terriblemente mientras Bruce se quedaba parado allí, parecía recién bañado. 

No es que antes no lo hubiera visto sin camiseta, pero ahora tenía pecho y le daba vergüenza, lo cual no era usual en él, pero eran cambios a los que trataba de adaptarse. 

Bruce desvió la mirada y murmuró un “lo siento” por lo bajo antes de cerrar la puerta. Dick se colocó la otra camiseta rápidamente con el corazón latiendo frenéticamente. Qué bochornoso.

Intentó olvidarlo, así que se acurrucó dentro del nido y Damian no tardó en acercarse a Dick para dormir contra su pecho. 

No pensaría en ello. La vergüenza no lo consumiría, así que decidió cerrar sus ojos para descansar. Cerraría la puerta la próxima vez.


Cuando aterrizó el Batwing en la plataforma de la baticueva, esperaba encontrar la cueva vacía. Sin embargo, una vez que bajó del aeroplano, lo primero que vio fue una mirada azul irritada.

Jason estaba enojado. No porque Dick lo hubiera dejado solo porque sabía que iría a Blüdhaven y volvería cerca de la madrugada, sino porque Damian tiraba de su cabello y masticaba su camiseta negra, llenándola de saliva.

—¿Cómo lo soportas? —casi creyó ver un pequeño tic en su ojo izquierdo, sonrió con diversión y se encogió de hombros antes de acercarse a ellos.

—No es difícil. Al menos no lloró toda la noche o habrías perdido la cordura —él gruñó con molestia, pero a pesar de su frustración, sostenía a Damian con dulzura y se movía en su lugar con pequeños saltos para arrullar a su cachorro.

Jason aún era joven. Dick a su edad tampoco se habría visto a sí mismo en la misma situación. Además, era un alfa como Tim y ninguno estaba ansioso por convertirse en figuras paternas ni protectores de alguien más pequeño como lo era Damian.

—No ha dejado de morder mi camiseta desde que te fuiste, ¿no le dolerá la garganta? —lo miró con una expresión socarrona. Estaba preocupado por el bebé al que había llamado “molestia” ese mismo día cuando Dick lo llamó.

—No. Está empezando a dentar, así que tu camiseta es su juguete masticable para rascar sus encías —él solo gimió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

No era la primera vez que veía a Damian, pero sí la primera vez que lo cuidaba. 

Bruce estaba en una misión intergaláctica, Alfred se había ido de vacaciones para visitar a su hija en Inglaterra y Tim estaba cansado de ser niñera, así que había aceptado con rapidez la primera misión como líder de la Joven Liga de la Justicia, lo que fuera, con la condición de salir de la mansión. Dick lo entendía, así que dejó de ir a Blüdhaven por un par de semanas hasta que tomó la decisión de llamar a Jason.

—¿Hasta ahora lo dices? Estoy cubierto por su saliva y cuando lo regañé empezó a jalar mi cabello —levantó una ceja y observó con detenimiento cómo Damian tiraba del cabello de Jason y empezaba a hacer ruidos amortiguados por el trozo de camiseta en su boca.

En ese momento, como si la situación no pudiera ser más divertida, Damian regurgitó sobre la camiseta de Jason la leche que había comido antes de que Dick llegará, por suerte solo comía leche a esa hora de la noche y no sólidos. Probablemente el movimiento de Jason era el causante.

Él se detuvo abruptamente y miró en silencio el vómito que pintaba su hombro. Dick notó cómo su piel se erizaba de disgustó y lo miró con reproche.

—Toma a tu pequeña criatura. Tengo que ducharme —le tendió al bebé y Dick lo acunó con una sonrisa, tratando de aflojar la manita que se aferraba al cabello de Jason.

—No es por ser portador de mala noticias, pero el olor estará contigo un par de días, Little Wing —él gruñó de mala gana y subió las escaleras cuando Damian lo soltó.

Dick, por otro lado, frotó su mejilla contra la de Damian y ronroneó suavemente cuando su cachorro empezó a olfatear su glándula. Claro, eso no lo detuvo de meterse la mano en la boca para seguir mordisqueando sus dedos. Tenía un juguete masticable que Bruce la había comprado, pero disfrutaba más con cualquier otra cosa que ese juguete.

Su pijama de estrellas era tierna. Olía a cachorro recién bañado, así que sonrió con dulzura. Jason se había tomado con seriedad su papel como niñera.

Subió las escaleras hacía la mansión y dejó a Damian dentro de su nido antes de tomar una ducha rápida. Cuando salió del baño, se encontró con Jason, recién bañado, tratando de darle el juguete masticable a Damian, pero él cachorro seguía negándose con miradas molestas y patadas irritadas.

Dick se rio y Jason solo lo miró con mala gana antes de ceder en sus intentos cuando Damian bostezó con cansancio. 

Pudo ver el ademán de Jason de irse, probablemente a su propia habitación.

—Quédate a dormir en mi nido. No quiero que Damian usé mi camiseta para rascar sus encías —él solo farfulló con molestia, pero no dijo nada y se metió al nido, colocó a Damian boca abajo y le dió palmadas en la espalda para dormirlo.

Dick apagó las luces y también se metió en el nido con una sonrisa. 

—Gracias por cuidarlo —Jason se encogió de hombros, restándole importancia.

—Siempre quise saber cómo sería ser padre, ahora que lo sé, no me gusta —eso lo hizo reír y Damian solo miró a Dick, adormilado.

Se acurrucó contra su pecho y empezó a quedarse dormido mientras Dick lo cubría con su aroma a lavanda. Después de un tiempo, cuando dirigió su mirada hacía Jason lo encontró durmiendo, cuidar de un cachorro era agotador.

Los cubrió con una manta y fue el turno de Dick de cerrar los ojos. 

No contaba despertar cuando Tim intentaba meterse en su nido. Él se sonrojó cuando Dick lo miró en silencio y medio dormido en la penumbra de la noche; sin embargo, solo tomó a Damian y lo colocó boca abajo sobre su pecho para darle espacio a Tim dentro del nido.

Él no dijo nada y subió al nido antes de pegarse al costado de Dick. Acarició su cabello con sueño y volvió a dormirse tan rápido como Tim se quedó quieto.


Dick se preparó meticulosamente para lo inevitable. Dejó un nido hecho en la cama de Damian, algunas de las camisetas de Dick que contenían su aroma, dejó leche materna congelada, había sido difícil usar el extractor, doloroso mayormente. También preparó sus pijamas favoritos para los próximos días e incluso dejó su muñeco favorito de Batman sobre su cama.

Él había verificado cada detalle para la comodidad de Damian, aunque lo mantuvo a su lado el tiempo que su precalor duró. Jugaba con él, le leía cuentos en la biblioteca y dormían juntos durante ese tiempo. Le repitió en varias ocasiones que debían separarse durante cinco días para que Dick pudiera encargarse de unos asuntos.

Damian lo entendió. Era un buen cachorro.

Habían tomado previsiones para esta situación porque Leslie le recomendó a Dick que dejará de tomar supresores por un tiempo para mantener un orden en sus ciclos y su cuerpo pudiera liberar la presión que contenía o podría afectarlo a largo plazo. Antes de Damian, Dick disfrutaba sus celos en el Ático ya fuera solo o acompañado, pero había comenzado a tomar supresores cuando se quedó definitivamente en la mansión Wayne.

Ahora, su cachorro tenía poco más de un año. Bruce y él habían diseñado un plan. Dick se quedaría arriba, en su habitación dentro de su nido, mientras que Bruce, Damian y Tim pasarían los próximos días en las habitaciones de invitados. Él cuidaría de Damian en su ausencia y Alfred estaría allí para ayudarlo.

En caso de que Damian no pudiera soportar la separación momentánea ellos tenían planes para esas situaciones. 

La última vez que Dick había visto a Damian, había terminado su precalor y Bruce se lo llevaba dormido entre sus brazos. 

Estaba en celo, llevaba un par de días así. Sus instintos deseaban tener a su cachorro cerca y acariciar su mejilla u olfatear su suave aroma a leche con miel. Sin embargo, sabía que era solo una parte de él desarrollada por sus instintos protectores, mientras que la otra parte de Dick, aquella que estaba casi completamente consumida por el celo, sabía que era lo mejor.

No podía dejar de tocarse, su piel estaba sensible y solo quería que unas manos grandes y callosas que conocía bien, recorrieran su cuerpo. No era singular, Dick siempre fantaseaba con Bruce durante su calor.

Era vergonzoso pero dejó de preocuparse por ello en su adolescencia.

Hasta ese momento, había estado durmiendo después de comer e hidratarse. Se sentía agotado. Eso fue hasta que escuchó golpes en su puerta, no eran fuertes como los de un adulto y parecían hacerlos con la palma abierta.

Dick apenas podía razonar. Los golpes se volvieron constantes y aunque sus oídos zumbaban pudo reconocer el llanto de su cachorro afuera.

—¡Muma! —se sentó de golpe sobre la cama y sus instintos se agitaron. Su cachorro estaba llorando fuera de su puerta. 

Dick sintió que su corazón se apretaba contra su pecho.

Se levantó de la cama, se colocó ropa interior y una camiseta ancha que apenas lo cubría por debajo de la cadera antes de abrir la ventana de su habitación para que las feromonas no fueran abrumadoras. De pronto, se sentía con más raciocinio.

Abrió la puerta con cuidado y miró hacia abajo solo para encontrarse con Damian sentado en el suelo con un puchero en sus labios, sus ojos esmeraldas acuosos y lágrimas en su rostro enrojecido. Sollozaba en silencio.

Dick lo tomó con dulzura entre sus brazos y empezó a esparcir sus feromonas calmantes mientras su cachorro comenzaba a llorar con fuerza contra su cuello. Aferrándose a Dick con sus pequeñas manitas.

—Está bien, Dami. Muma no te dejará —susurró suavemente mientras olfateaba el cabello de Damian y restregaba su mejilla contra la suya. 

Miró el reloj digital sobre el buró al lado de su cama, apenas eran las diez de la noche. Probablemente Damian esperó hasta que Bruce y Tim se fueron a patrullar para subir las escaleras hacia su habitación, lo cual suponía un gran esfuerzo porque Damian apenas estaba aprendiendo a subirlas y bajarlas. 

Cerró la puerta detrás de él y se acurrucó suavemente con su cachorro dentro del nido. 

Acarició su espalda, besó sus mejillas llenitas y lo arrulló con su ronroneo. Dami dejó de llorar después de un largo momento, claramente no habían tomado en cuenta la magnitud de la ansiedad por separación que experimentaría. Dick se sintió culpable por ello.

—Muma —su cachorro restregó su rostro contra su glándula para impregnarse con su aroma y Dick acarició su cabello negro con suavidad. 

Sus instintos protectores salieron a la superficie, mientras su celo quedaba en un segundo plano. Su prioridad era garantizar la comodidad de su cachorro.

Le gustaba ser “muma” para Damian, fue la primera palabra que dijo. No sabía decir “mami” pero “muma” lo hacía igual de feliz. Por otro lado, le decía “pa” a Bruce, “Al” a Alfred y “Tum” a Tim. En cambio, a Jason solo le decía “Li” porque había escuchado con frecuencia que Dick se refería a él como “Little Wing”.

Era tierno.

Lo arrulló con sus ronroneos que su cachorro empezó a imitar, aún era muy joven para ronronear, pero quería demostrarle a Dick que se sentía complacido con su presencia. 

Damian tenía el aroma de Bruce y Tim impregnado en su pijama de murciélago, lo cual tranquiliza a Dick. Significaba que Damian había estado recibiendo atención constante en su ausencia.

Cuando el estómago de Damian empezó a rugir, Dick sonrió con suavidad antes de sentarse en el borde de la cama y empezar a amamantarlo. Le sacó los gases y cuando su cachorro estuvo satisfecho se quedó dormido plácidamente contra su cuerpo. Sus pequeñas manitas seguían aferradas a su camiseta, como si temiera que Dick pudiera irse.

Se recostó en la cama dentro del nido con su cachorro. Acarició sus facciones con ternura, pasando su dedo con delicadeza por su pequeña nariz, sus cejas, sus mejillas rellenitas y sus orejas enrojecidas. Lo acercó a su cuerpo para que Damian pudiera sentir su presencia y rápidamente también se quedó dormido.

No esperaba despertarse gruñendo instintivamente. Su mano tomó la muñeca de alguien con fuerza, trataba de tocar a su cachorro y Dick actuó en consecuencia. Apenas estaba despertando, estaba tenso e irritado.

Sin embargo, cuando abrió sus ojos se encontró con Bruce. Él lo miraba con él ceño fruncido mientras Dick lo sostenía con fuerza por la muñeca. 

Miró a Damian y notó que seguía durmiendo, salivando contra la camiseta de Dick. Estaba seguro y protegido, así que se relajó un poco antes de soltar a Bruce.

—No te acerques así de nuevo, B. Pensé que eras un intruso —el tarareó en comprensión antes de inclinarse para acariciar el cabello de Damian.

—¿Llegó aquí por su cuenta? —Dick miró de nuevo el reloj digital y notó que eran cerca de las cinco de la mañana. Volvió a relajarse y asintió.

—Subió las escaleras y vino a buscarme cuando te fuiste —Bruce levantó una ceja con incredulidad antes de suspirar. Él olía a sidra, a kevlar, suciedad propia de Gotham y… melocotón, como Selina.

Dick se cubrió la nariz antes de mirar con el ceño fruncido a Bruce. 

—Deberías tomar una ducha, Bruce. No necesito el olor de Selina en mi nido —él frunció el ceño antes de alejarse de Damian. Dick podría estar molesto, pero se había resignado hace mucho, sin embargo seguía siendo su nido y él decidía qué olores entraban y cuáles no.

Bruce no dijo nada y solo salió de la habitación con la promesa de volver para llevarse a Damian, aunque Dick no estaba entusiasmado con la idea. No obstante, era consciente de que lo mejor sería que Bruce se llevará a Damian.

Dick decidió hacer algo al respecto. Se levantó con cuidado de la cama y tomó una camiseta de su cómoda antes de empezar a frotarla contra su glándula con insistencia. Esparciendo sus feromonas calmantes sobre la tela.

Cuando se sintió satisfecho, la dejó suavemente entre los brazos de Damian. Él se acurrucó contra la camiseta y volvió a hacer sonidos pequeños para emular un ronroneo que no llegaría pronto. Con eso sería suficiente por el resto de su celo.

Bruce volvió poco después, recién bañado y con una expresión impasible en su rostro. Dick ya tenía a Damian entre sus brazos, así que se lo entregó a Bruce con cuidado.

Él notó la camiseta que abrazaba Damian, así que solo levantó una ceja a manera de pregunta.

—No tenía otro plan en mente. Impregné mi aroma en la tela, durará el tiempo suficiente —se encogió de hombros antes de extender su mano para acariciar el cabello de Damian. 

—Es testarudo —Dick sonrió antes de mirarlo con diversión.

—De tal palo tal astilla, jefe —él solo lo observó y no dijo nada al respecto, Bruce sabía que Dick tenía razón.

Después de eso, Bruce se fue con Damian entre sus brazos. Se sintió como si le quitaran una parte de su corazón, pero trató de mantener la calma.

Al menos estaba seguro de que Damian estaría bien.


Bruce había aprendido a madurar con los años. Era joven cuando acogió a Dick, eso significaba que era impulsivo, irascible y cerrado la mayoría del tiempo. 

Sin embargo, no era la misma persona que en aquel tiempo. Jason le enseñó a ser paciente, Tim le enseñó a ser comprensivo y por supuesto, Dick le había enseñado a ser un poco más humano.

Por otro lado, seguía aprendiendo con Damian. Su hijo era pequeño aún. Sus piernas y brazos eran cortos, sus mejillas eran rellenas, su cabello sedoso, sus ojos grandes y de color esmeralda. Bruce estaba aprendiendo a ser un mejor padre con Damian.

Quería ser mejor para Jason, Tim y Damian. 

Sin embargo, era difícil cuando no sabía cómo comenzar, tal como en ese momento mientras veía a Damian sentado en el sofá de la estancia.

Sus ojos estaban hinchados por tanto llorar, su rostro enrojecido y chupaba su dedo, lo cual era nuevo para ese punto, tal vez en respuesta a la ansiedad por la separación, a la vez que abrazaba la camiseta que Dick le había dado con su aroma. Era como una reliquia preciosa para su cachorro.

Intentó volver a subir las escaleras al día siguiente, pero Tim lo detuvo y ahora trataba de animar al pequeño Damian con peluches, juguetes, sonajeros o algún programa en la televisión. Nada funcionó.

Se había negado a comer sólidos y se había alimentado de la leche materna que Dick dejó en el congelador solo porque reconoció el aroma, de lo contrario Bruce estaba seguro de que se habría negado a comer lo que fuera. 

Seguía lagrimeando un poco. Su rostro moreno estaba humedecida por sus lágrimas y su aroma a leche se había agriado un poco por la angustia. Había tomado un baño, le habían cambiado el pañal, pero seguía negándose a dormir.

Tim miró a Bruce cuando su quinto intentó de distraer a Damian no funcionó. Alfred también estaba preocupado, pues podía escucharlo en la cocina, preparando cualquier tipo de comida para calmarse a pesar de que ya habían cenado.

Esa noche no patrullarían. No después de volver y encontrar la habitación temporal de Damian vacía. Estuvieron casi media hora buscándolo antes de que Bruce reuniera el valor para subir al piso de las habitaciones principales donde estaba Dick. 

Su boca se secó cuando el aroma a lavanda se intensificó conforme se acercaba a la habitación. Su corazón se aceleró como la primera vez que Dick tuvo su celo a los diecinueve, cuando lo observó por primera vez usando su traje de Nightwing, como en aquella ocasión cuando lo vio tomar suavemente a Damian entre sus brazos, como la vez que dije que estaba lactando y cuando lo observó, desde las cámaras en la mansión, enseñarle a caminar a Damian.

Bruce se negaba a esos pensamientos, así que se concentró en encontrar a su hijo.

Tocó la puerta, pero cuando no respondió supuso que estaba durmiendo, así que la abrió. En primera instancia, se sintió aliviado al ver que Damian estaba allí, durmiendo plácidamente dentro del nido, en segundo lugar, tuvo que desviar la mirada cuando vio a Dick medio vestido. La camiseta se le había subido hasta el abdomen y la ropa interior estaba humedecida por el celo.

A su mente llegó brevemente la imagen del pecho de Dick que no había podido olvidar por mucho que lo intentó. Aquella vez fue un accidente y justo en ese momento, Bruce trataba de mantener su mente clara con todas las feromonas en el dormitorio.

Cuando Dick se despertó y se cubrió la nariz, Bruce se sintió avergonzado. Sabía que olía a Selina, no había tenido tiempo de ducharse antes de comenzar a buscar a Damian, pero que Dick lo mencionará igual que aquella vez en la cueva, hizo que Bruce se sintiera como un hombre infiel, lo cual no era así, pero no podía evitarlo. 

Solo podía pensar en Dick cuando estaba con ella; sin embargo, era consciente de que era una línea que no podía cruzar. Él merecía a alguien mejor.

Los sollozos de Damian lo sacaron de sus pensamientos con rapidez. No era el momento para eso.

Bruce suspiró y se acercó al sofá. Tomó a Damian entre sus brazos y empezó a esparcir sus feromonas calmantes para que el cachorro pudiera sentirse seguro.

Miró a Tim y él se la devolvió con preocupación. Sabía lo que pensaba: “¿Estará bien?”, Bruce no podía saberlo. 

—Muma —dijo entre lágrimas Damian. Le dolió el corazón, como si le quitaran el aliento al ver a su hijo sufrir de esa forma.

—Ve a dormir, Tim. Tienes escuela mañana. Me encargaré —él vaciló un poco antes de asentir e irse a la habitación de invitados que usaba temporalmente.

Una mano de Damian se aferró a su camiseta y la otra seguía envolviendo la camiseta que Dick le había dado. 

Lo arrulló suavemente, tratando de calmar su llanto, lo cual funcionó después de veinte minutos. Bruce lo llevó a la habitación que Damian usaba y encontró el nido que Dick le había hecho en la cama. 

Sabía que no le gustaba dormir solo, así que se recostó dentro del nido con Damian contra su pecho. Su cachorro volvió a chuparse el pulgar, pero al menos comenzó a cabecear con sueño.

Era lindo. 

En cuestión de instantes, Bruce vio como se quedaba profundamente dormido después de llorar la mayor parte del día. Era tan pequeño y seguramente la separación se sentía como un tren emocional en ese momento. Le gustaría hacer más por él.

No obstante, no esperaba que su salvación viniera en la forma de Jason a la mañana siguiente. Tim lo llamó porque ya no soportaba la situación y todos estaban preocupados.

¿Quién habría dicho que Jason era mejor cuidador para Damian que Bruce? 

Su hijo dijo que no era un favor para él, sino para Dick y Tim, lo cual estaba bien para Bruce. Sabía que Jason tenía sus reservas a su alrededor, así que no lo presionó ni lo mencionó cuando al final del día se quedó a su lado viendo una película sin sentido mientras Damian jalaba su cabello y se reía cada vez que Jason hacía una mueca.

Alfred incluso hizo algunos de sus postres favoritos y Jason los disfrutó con una sonrisa.

Fue una crisis superada.

Chapter 2: Voy limpiando los caminos que me llevan junto a ti

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La mansión estaba en silencio. Era de noche y nadie saldría a patrullar. Tim estaba en una excursión escolar, Jason lo había visitado más temprano, pero debía hacer un “trabajo”, así que se fue.

Alfred seguramente estaba en la cocina, terminando de ordenar los trastes. Por otro lado, Bruce estaba en una gala benéfica para contribuir en la educación de los niños en los orfanatos de Gotham. 

Eso lo deja a él para cuidar de Damian. Su cachorro estaba sentado en su regazo, recién bañado, vestido con su pijama de perritos mientras abrazaba su peluche de Batman y olía a leche con miel. 

Dick olfateó con cariño su cabello y Damian sonrió antes de girar su rostro para poner su mejilla. Eso le hizo reír, pero obedeció la petición tácita y frotó su mejilla contra la de Damian.

Estaban en la estancia, acurrucados debajo de una cálida manta y había tres libros, que habían pasado la selección preliminar, sobre la mesa baja frente al sofá. 

Aunque no podían contar como cuentos, eran más como libros ilustrados sobre animales marinos, reptiles o salvajes. No podría decirse que eran adecuados para alguien de casi dos años, pero Damian insistió en esos, así que Dick cedió.

—Debes elegir uno para leerlo, Dami —por suerte, eran cortos. Podría terminarlo antes de que su cachorro se durmiera.

Él frunció el ceño, pensativo, observando la portada de cada uno, no sabía leer, pero Dick le había mencionado de qué trataba cada uno. Esa expresión en su rostro le recordaba a Bruce, ambos hacían el mismo gesto cuando estaban concentrados. Realmente era inquietante, aunque algo tierno.

—¡Ese, Muma! Quiero las vacas —podía hablar mejor, aunque tampoco tenía un lenguaje enriquecido, al menos sabía expresarse.

—Bien. Después te leeré sobre las ballenas —él asintió con una sonrisa y se pegó a su cuerpo para ver las ilustraciones una vez que Dick tomó y abrió el libro.

Comenzó a leer el libro sobre las vacas sin saltarse los añadidos para los datos curiosos ni dejando por fuera ninguna información, Damian se detenía para admirar las ilustraciones y miraba con confusión a Dick cuando no entendía algo, así que se lo explicaba con diversión.

Cuando estaban por terminar el libro, la puerta principal de la mansión se abrió. Bruce había vuelto de la gala y Damian lo sabía.

—Ya vuelvo, Muma —le dijo antes de bajarse de su regazo e ir corriendo con sus pequeñas pantuflas de conejito hacia la entrada de la mansión.

Dick dejó el libro con una risa y escuchó un gritó de “¡Pa!”, cuando supuso que Damian vio a Bruce. Él quería darle la bienvenida antes que Alfred. Quería ser el primero en saludar a Bruce cuando volvía porque no le gustaba perder y menos contra Alfred. Además, era su manera de demostrar cuánto le importaba Bruce.

Se levantó del sofá y caminó hacía la entrada de la mansión. No sé sorprendió al encontrar a Alfred allí, pero la sonrisa victoriosa de Damian le aseguró que no había sido el primero en llegar. Bruce lo tenía entre sus brazos con una sonrisa pequeña que demostraba su diversión.

Dick estaba a punto de saludarlo cuando notó a la figura a su lado. Selina estaba allí, llevando puesto un elefante vestido negro con una abertura en el muslo, su cabello negro suelto y sus manos enguantadas. Sus miradas se encontraron y Dick sonrió a manera de saludo.

—Tiempo sin verte, Selina —ella le dedicó una sonrisa amistosa, aunque su mirada parecía tan afilada como siempre.

—Lo mismo digo, Richard. El verano en Blüdhaven debe ser aburrido si ahora estás en Gotham —se encogió de hombros para restarle importancia.

—Puede tener su cierto encanto cuando te acostumbras —en ese momento, miró a Bruce y él solo levantó una ceja de manera inquisitiva—. Aún es temprano, Bruce, solo estaba leyéndole un libro antes de dormir —Selina decidió dirigir su atención al pequeño Damian que seguía en los brazos de Bruce. Parecía curiosa.

—Se parece mucho a ti para ser otro acogido, Bruce —entonces su mentor desvió su mirada para enfocarse en Selina a su lado.

—Es una larga historia —ella lo miró, de esa manera que siempre provocaba molestia en Dick, con esa sonrisa suave y seductora que conocía bien.

—Tengo tiempo —su cachorro se removió entre los brazos de Bruce y él dejó de mirar a Selina para ver a Damian. Su cachorro tenía el ceño fruncido y trataba de alejarse de Bruce, así que él lo dejó en el suelo.

Damian corrió hacía Dick y empezó a tirar de su pantalón de pijama para que lo siguiera. Eso lo hizo reír antes de levantar a su cachorro con cariño. Se despidió de ambos y volvieron a la estancia.

Su hijo no dijo nada, aunque podía notar que estaba enojado porque había una desconocida en su hogar. Así sucedió cuando Tim compartió el nido de Dick las primeras veces, aunque ya lo conocía y Damian solo actuaba así porque se sentía arrinconado.

Aún así Dick lo perfumó con su aroma y frotó sus mejillas de nuevo hasta que su cachorro dejó de fruncir el ceño y volvió a concentrarse en la lectura, a disfrutar de las ilustraciones y a acurrucarse contra su cuerpo.

Damian no demoró en dormirse. Dick lo envolvió en la manta, dejó el libro con el resto y tomó a Damian entre sus brazos antes de salir de la estancia. 

Se despidió de Alfred, quien seguía en la cocina y cuando llegó al pasillo que daría a las habitaciones principales, se encontró con tacones y guantes en el piso. Dick frunció el ceño, su corazón se apretó, pero no era de su incumbencia, así que bajó hacía el piso de las habitaciones de invitados. 

Durmió con Damian en uno de los dormitorios. No era tan cómodo como su propio espacio, pero no necesitaba torturarse constantemente con el pensamiento sobre lo que estarían haciendo en la habitación de Bruce.

Observó a Damian en silencio antes de besar su frente con dulzura y cerrar sus ojos con cansancio. 

Esperaba, silenciosamente, que cuando amaneciera, Selina ya se hubiera ido.


—El Guasón aún no llega al edificio, Nightwing —escuchó por el intercomunicador, así que respondió con un suave “entendido”.

Esa noche solo eran Bruce y él, Batman y Nightwing. Tim se había roto la pierna cuando intentó hacer una maniobra con su patineta. Jason se carcajeó tanto que casi se desmayó. 

Por ello, estaba monitoreando las cámaras destinadas al almacén donde se suponía que estaría el Guasón. Les daría rutas de escape y planes en caso de necesitarlos.

Estaban a algunos edificios de distancia. No muy lejos, aunque tampoco tan cerca como para llamar la atención.

—¿No crees que está reunión con Dos Caras podría ser una emboscada? —dijo agachado sobre la cornisa del edificio, mirando hacia la extensa y contaminada ciudad, antes de girar un poco su rostro para mirar a Bruce.

—El Guasón no suele comprar armas a gran escala y Dos Caras tiene problemas morales, así que solo es un intermediario para negociar con el Pingüino desde la cárcel —asintió en silencio antes de volver a dirigir sus mirada a la ciudad.

Se preguntó brevemente qué estaría haciendo Damian. Lo había dejado durmiendo dentro del nido, pero podía despertarse en cualquier momento cuando no sintiera su cuerpo contra el suyo o podría seguir durmiendo envuelto en mantas.

Tenía tres años. Ya habían pasado los dos del acuerdo con Bruce, pero Dick siguió en la mansión porque era difícil separarse de Damian. Además, los acuerdos de custodia son tediosos y su vida de justiciero solitario no le permitiría cuidarlo adecuadamente, en cambio en la mansión tenía a Alfred o a Tim e incluso a Jason.

Bruce no mencionó nada al respecto, así que Dick estaba agradecido por ello.

Por suerte, ya no necesitaba usar discos absorbentes con su traje. Damian comía sólidos por su cuenta y disfrutaba especialmente de los brócolis. Era tierno.

Estaba ansioso por volver a la mansión para dormir a su lado. El problema fue que las cosas se complicaron con la misión.

Bruce no contaba con la información que ellos tenían sobre su llegada “sorpresa”, así que tuvieron que esquivar una ráfaga de balas apenas pusieron los pies en el almacén.

Tuvieron que enfrentarse a los matones de ambos criminales. Dos Caras huyó cuando Dick estaba distraído tratando de evitar ser atravesado por una bala, intentó interceptarlo; sin embargo, sintió un dolor abrasador en su espalda antes de darse cuenta de que el Guasón lo había apuñalado.

—Muy lento, Chico Maravilla —dijo con una sonrisa. Dick conocía diferentes formas de salir de esa situación, así que mantuvo la calma antes de golpear la sien del Guasón con su codo y separarlo de su cuerpo junto al cuchillo. 

La herida no había dado en ningún órgano vital, aunque era lo suficientemente profunda como para hacerlo sangrar a raudales. Estaba a punto de encarar al Guasón cuando escuchó un gruñido que retumbó en el almacén y de pronto Bruce estaba sobre el payaso, embistiéndolo contra la pared de concreto y golpeándolo una y otra vez.

Los secuaces huyeron porque tenían miedo de tener el mismo destino. 

La risa del Guasón era lo único que se escuchaba por encima del sonido de los golpes y el crujido de los huesos. No era la primera vez que veía a Bruce arremeter así contra alguien, pero habían transcurrido años desde la última vez y aunque intentará detenerlo, él no lo escucharía.

Cuando el Guasón se desmayó, Bruce se detuvo. Aún estaba tenso, irritado y gruñía como un animal dando una advertencia. No había tenido suficiente, pero Bruce sabía que era lo más lejos que podía llegar.

Dick pudo haber predicho muchas situaciones; sin embargo, estaba tan absorto en lo que Bruce hacía, en formular algún plan o alguna previsión por si no se detenía que dejó a un lado su propias heridas.

Se estaba desangrando. Había sido un largo rato, así que cuando su mirada empezó a oscurecerse, el frío escaló su piel y puntos negros aparecieron en su campo de visión, supo que se desmayaría. No era lo adecuado, le habían enseñado que nunca debía cerrar los ojos en una situación así, así que intentó mantenerse de pie hasta que no pudo.

Envío una señal de auxilio antes de que todo se oscureciera a su alrededor.

Esperaba muchos escenarios, aunque no despertar con Bruce sosteniendo su mano mientras estaba sentado en una silla al lado de la cama. Parecía agotado, probablemente no había dormido y se aferraba a su mano con fuerza.

A Dick le pareció entrañable. Cuando era Robin Bruce solía visitarlo durante su recuperación, pero nunca se quedaba a su lado con tanto ímpetu. Quizás porque apenas estaba aprendiendo a equilibrar su vida como mentor, empresario y justiciero. 

Se sentó sobre la cama con cuidado e hizo una mueca cuando sintió una punzada de dolor en su espalda. Bruce levantó su mirada de donde la tenía mirando el suelo y frunció el ceño al ver a Dick sentado.

—Deberías descansar. Fue una herida profunda —podía sentir el vendaje en su espalda debajo de la camiseta y tenía algunos raspones que comenzaban a sanar.

—Eso nunca te ha detenido, B. ¿Cuánto tiempo estuve fuera? —él lo miró con seriedad como si le reprochará silenciosamente su actitud. Sin embargo, seguía sosteniendo su mano. Lo ponía un poco nervioso.

—Casi dos días —miró el reloj digital al lado de la cama y notó que era de tarde, aunque no cerca del anochecer. Ni siquiera estaba en su habitación, sino en la sala de recuperación de la mansión.

—Bien. Volveré a mí habitación, estar rodeado del aroma a antiséptico empeorará mi humor —alejó su mano de la contraria y se levantó de la cama con lentitud. 

—Deberías quedarte aquí un poco más —parecía preocupado, no era extraño. Bruce siempre se preocupaba cuando no se trataba de su propia salud.

Se encogió de hombros antes de intentar rodear la figura de Bruce para dirigirse a la puerta de la sala—Tengo un cachorro que cuidar, aunque prometo no excederme —justo cuando pasaba al lado de Bruce, él tomó su mano de nuevo y antes de que pudiera preguntar qué sucedía, sintió unos brazos rodeándolo suavemente.

Su corazón dio un vuelco y sintió que su boca se sacaba mientras el aroma a sidra de Bruce inundaba sus sentidos y el calor de su cuerpo era palpable a través de la ropa. Era la primera vez que Bruce lo abrazaba después de que se presentará como omega.

Se sintió reconfortante.

Lo sintió olfatear su glándula y se sonrojó con timidez sin entender el repentino arrebato de Bruce. Habría correspondido, pero su mente estaba tratando de ponerse al día y no estaba seguro de cómo reaccionaría Bruce a su toque, en cambio dejó que él lo abrazará y olfateara su glándula.

—¡Muma! —en ese momento, Dick sintió que un balde de agua fría le caía encima y apartó rápidamente a Bruce de su cuerpo. Los toques insistentes en la puerta de la sala y el llanto de Damian fueron suficientes para poner sus pensamientos en orden.

Se aproximó a la puerta y la abrió solo para encontrarse con Damian mirándolo con ojos acuosos, su rostro enrojecido por el llanto, vestido con su pijama de luna y abrazando su muñeca de Batman favorito. Era tan pequeño y seguramente había tenido tanto miedo.

Dick lo tomó entre sus brazos con cariño y dejó que llorara desconsoladamente contra su hombro, humedeciendo su camiseta con mocos y lágrimas. Sus manos se aferraban a la tela y seguía sollozando “Muma” hasta que el corazón de Dick dolió.

—Está bien, Dami. Déjalo salir, estoy aquí —su cachorro solo sollozó con más fuerza después de escucharlo hasta que su llanto empezó a intercalarse con hipos con cada respiro. Se restregaba contra su glándula y se estremecía contra su cuerpo. 

—Te… extrañé. Tim y Jason… no me dejaban verte, Muma —apenas podía entenderlo por el llanto, pero comprendió la idea. Pensó en Damian. Fue imprudente de su parte bajar la guardia, sí el Guasón lo hubiera apuñalado en un órgano vital seguramente habría dejado a su cachorro solo sin saber qué había sucedido.

Tan pequeño en un mundo grande y cruel. Su corazón se apretó contra su pecho y sintió que sus lágrimas también nublaban su visión mientras trataba de arrullar a Damian sin mucho éxito porque él mismo tenía miedo por el destino incierto de su cachorro.

Entonces sintió unos brazos rodeándolos, un cuerpo firme y cálido presionando a ambos. Bruce los abrazó cariñosamente, como si verlos llorar lo hubiera llevado al extremo. 

Él frotó su mejilla contra la húmeda y regordeta de Damian antes de esparcir sus feromonas calmantes hasta que Dick logró tomar el control sobre sí mismo. Empezó a ronronear para calmar la angustia de Damian y su bebé empezó a ronronear bajo y ligero como lo haría cualquier pequeño de su edad. 

Sus feromonas se mezclaron con las de Bruce hasta que Damian empezó a adormecerse, las lágrimas se detuvieron, los hipidos también y solo el aroma suave de la leche con miel salió a relucir mezclado con sus aromas. Sus manitas seguían aferradas a Dick, su rostro seguía hundido en su cuello y su ronroneo vibraba contra el pecho de Dick.

Sus ojos esmeraldas se cerraron, observándolo una última vez antes de dormirse entre sus brazos.

Un dedo calloso limpió los restos de lágrimas debajo de sus ojos y parpadeó un par de veces antes de encontrarse con la mirada azul de Bruce. No estaba frunciendo el ceño, ni mantenía una expresión impasible, en cambio parecía preocupado, quizás culpable.

—Terminaste herido por mi descuido. Damian lloró incansablemente cuando estabas inconsciente, quería estar contigo y no sabía si sobrevivirías después de perder tanta sangre —Dick no dijo nada, simplemente se inclinó ante el suave toque de la palma de Bruce contra su mejilla.

Las feromonas calmantes de Bruce empezaban a hacer efectos en Dick, así que empezó a adormecerse lentamente bajo la atenta mirada de Bruce.

Él los cargó a ambos a pesar de las suaves protestas de Dick, los llevó hasta su habitación y los dejó dentro del nido con suavidad. Incluso los arropó antes de irse.

Le parecía entrañable toda la actitud de su mentor, pero no discutiría al respecto porque se sentía agotado y había un cachorro que necesitaba su atención durmiendo a su lado.


Esa noche se había levantado para ir a la cocina con Damian. Era de madrugada y su cachorro se despertó, diciendo: “Mami, tengo sed”, así que ambos fueron hasta el otro extremo de la mansión para tomar agua.

No esperaban encontrarse con Tim comiendo frutas a mitad de la noche, así que ambos se unieron a él. 

Dick le dio de comer trozos pequeños de manzana a Damian y él mismo comió unas fresas, mientras Tim comía una variedad de fresas, uvas y manzanas. Le dijo que estaba nervioso, sabía que había aplicado a diversas universidades prestigiosas en Gotham, así que esperaba los resultados. No llegarían esa semana, pero Tim ya estaba comiendo lo que fuera para calmar su ansiedad.

Damian solo lo miró antes de ofrecerle más de su manzana porque “él lo necesitaba más” concluyó su cachorro cuando Tim preguntó. Eso hizo reír a Dick.

Bernard no estaba de acuerdo con los métodos con los que Tim lidiaba con sus ansias, así que lo mantenía vigilado. Por ello, Bernand había decidido quedarse en la mansión, Tim olía un poco a él; sin embargo, a pesar de su arduo esfuerzo, Tim igual se escabulló a la cocina para comer.

Dick lo escuchó con atención antes de ofrecer su nido por si no podía dormir. Tim se sonrojó, pero dijo que lo pensaría antes de salir de la cocina. 

Damian tomó más agua antes de pedir ir al baño y finalmente volver a la habitación de invitados que estaban ocupando.

Alfred y Tim también ocupaban el espacio de las habitaciones de invitados con ellos. No es porque la mansión tuviera una plaga en el resto de las habitaciones, sino porque Bruce estaba en rutina, así que solo sería un arreglo temporal. Duraría un par de días.

Creyó que Selina entraría en cualquier momento dentro de la mansión, aunque solo fuera a través de una ventana, pero no sucedió, lo cual fue extraño, no obstante no era su asunto para meter la nariz.

Volvió a acomodar a Damian dentro del nido y su cachorro se acurrucó contra su cuerpo, ronroneó con suavidad y finalmente volvió a dormirse contra la calidez de Dick.

A él, por otro lado, le tomó un poco más de tiempo volver a cerrar los ojos. No era tan joven como Damian y el sueño no lo seguía tan rápido como a su cachorro. Aunque lo logró.

No esperaba despertarse con la suave sensación de dedos pasando por su cuero cabelludo, acariciando los mechones de su cabello y provocando que ronroneara entre sueños. Antes lo habían despertado así, cuando sus padres vivían y luego solo una vez cuando se enfermó a los dieciséis, estaba inconsciente por la fiebre, pero lo consolaron de la misma forma.

Abrió sus ojos lentamente y se encontró con Bruce, sentado en una silla al lado de la cama. La habitación estaba oscura, pero podía sentir el frío de la noche, seguramente había abierto una ventana para que sus feromonas no se concentrarán dentro del dormitorio.

Su aroma a sidra se había intensificado y su piel se erizó bajo el peso de su mirada, aún así seguía medio adormilado, así que siguió ronroneando con cada suave caricia contra su cabello, el arrastre de los dedos era satisfactorio y la presión era la adecuada.

—¿Está todo bien, B? —susurró sin querer molestar al cachorro que seguía salivando su camiseta.

Él solo respondió con un pequeño zumbido en el fondo de su garganta. Dick no insistió, en cambio siguió deleitándose con la pequeña muestra de cariño que estaba recibiendo. Bruce nunca fue un hombre dado al contacto físico ni siquiera a la comunicación afectiva, así que en las raras ocasiones en las que sucedía, Dick debía sacar provecho.

—Quería asegurarme de que estuvieran bien —eso significaba que seguía en estado de alerta a pesar de que estaba en la cúspide de su ciclo. Seguramente había visto a Tim y Alfred antes de pasar por la habitación donde estaban Damian y él.

Pocas veces Bruce experimentaba su rutina, prefería usar supresores, aunque nunca obligó a ninguno de ellos a usarlos. Sabía lo peligrosos que podrían ser a largo plazo. Él prefería tomar un descanso una vez al año para evitar problemas en su salud, eso era todo.

Dick no respondió está vez. Movió su cabeza para que Bruce pudiera tener acceso a su nuca y el resto de su cabeza, él cedió ante su petición tácita.

—Dickie —hacía muchos años que no escuchaba ese apodo, solo Bruce lo llamaba así y dejó de hacerlo cuando se lo pidió porque se sentía muy infantil para él. Está vez no protestó, en su lugar dirigió su mirada hacía Bruce, él parecía reacio a seguir hablando por algún motivo—. Mereces a alguien mejor —lo decía con solemnidad, su rostro impasible no revelaba algo más, así que Dick tuvo que poner a funcionar el resto de su cerebro entumecido por el dulzor de las caricias.

—¿Me amas? —la mano que acariciaba su cabello se detuvo y él frunció el ceño.

—Lo hago —su corazón latió con frenesí contra su pecho y se sonrojó terriblemente antes de apartar la mirada con vergüenza.

—Deja de decidir por mí. Yo seré quién juzgue si es cierto que merezco algo mejor o no, Bruce —susurró antes de volver a mirarlo con seriedad.

Él lo miró en silencio antes de sonreír y asentir. Su mano se desliza por su cabello de nuevo, pero cuando llega a su nuca, se desliza por su cuello y presiona suavemente con su pulgar su glándula de apareamiento. 

Dick jadea ante la estimulación y mira con reproche a Bruce, él solo lo observa antes de levantarse de su silla y salir de la habitación, dejando la puerta entreabierta. Una invitación.

Traga saliva, sintiendo que su corazón empieza a latir en sus oídos. Miró a Damian dormir y dejó un beso en su frente antes de cubrirlo con una manta. Salió del nido y buscó dentro del buró los monitores de bebé que Bruce había comprado para emergencias, así que lo colocó sobre la superficie de madera y lo encendió antes de tomar el otro monitor y salir.

Cerró la puerta con cuidado detrás de él y se encontró con la mirada expectante de Bruce. 

Sus labios se encontraron casi de inmediato. Un beso apasionado que demostraba los años de anhelo mutuo entre ambos, Bruce tomó el monitor de bebé en su mano y Dick se rio contra sus labios antes de rodear su cuello con sus brazos para atraerlo más cerca de su cuerpo. 

Sus lenguas se entrelazaban y los colmillos de Bruce mordisqueaban sus labios, provocando que corrientes de placer bajarán por su espalda. Las feromonas posesivas de Bruce empezaron a cubrir el pasillo y el deseo empezaba a acumularse en ambos.

Dick ni siquiera estaba seguro de cuándo habían llegado a la habitación de Bruce, pero el aroma abrumador de su rutina lo hizo gemir suavemente mientras Bruce lamía y succionaba su sensible glándula.

Él dejó el monitor encendido sobre el buró antes de acomodar a Dick sobre la cama. Bruce estaba sobre su cuerpo, vestido, pero jadeando mientras lo observaba.

Dick sonrió antes de abrir sus piernas para darle acceso—No pienso compartir, alfa. Así que si me quieres, solo seré yo a partir de este momento —él gimió suavemente, asintió con desesperación y empezó a desnudarlo, como si estuviera desenvolviendo un regalo.

Sus manos exploraron su cuerpo con ansias, el deseo se reflejaba en sus ojos, sus colmillos se habían alargado listos para marcar al omega debajo de su cuerpo. 

Dick se presentó, desnudo y mojado, escurriendo sobre la cama. Gimiendo mientras las feromonas de Bruce nublaban su mente. 

Su coño estaba reluciente por la mancha, su clítoris estaba hinchado y palpitaba, su espalda estaba arqueada y sus piernas abiertas para que el alfa pudiera deleitarse con la vista que le proporcionaba. Una postura perfecta, Bruce gruñó con aprobación.

Sus feromonas respondían con deseo. Necesitaba aparearse con Bruce, sentir que él lo quería tanto como Dick.

Sus manos callosas se posaron en su cadera con fuerza, su polla erecta se deslizó entre sus pliegues, provocando que Dick chillara y se sintiera sensible contra el calor palpitante que seguía rozando su clítoris con insistencia.

Sus muslos temblaban, estaba jadeando y su mente se quedó en silencio cuando Bruce se alejó de Dick y de pronto, guío su polla hasta su húmeda entrada y embistió el resto del camino sin preámbulos ni preparación. Su visión se tornó borrosa mientras su coño se apretaba alrededor de Bruce, lo podía sentir en su cérvix, tratando de violar la pequeña hendidura.

El placer de tenerlo dentro y estirarlo lo hizo gemir y escurrir como un omega promiscuo. 

Bruce empezó a embestir con brusquedad y Dick lo disfrutó.

Ni siquiera sabía que tenía un problema con la cría hasta que Bruce empezó a susurrarle cuánto quería embarazarlo con su hijo, verlo amamantar, marcarlo y dejarlo escurriendo su semen por días hasta que lograra poner un cachorro en su útero. Se sentía avergonzado, pero se corrió muy rápido mientras Bruce seguía adulándolo como una buena madre. Le gustó la idea.

Estaba cachondo y Bruce seguía susurrándole al oído, así que Dick estaba al límite con cada embestida y pellizcó a su clítoris.

Tenía casi treinta y después de Damian se había planteado seriamente su deseo de ser madre. Quizás podrían intentarlo en unos meses cuando pudiera quitarse el implante e ir a planificación familiar. Sin embargo, mientras Bruce siguiera penetrando su coño en una prensa de apareamiento, entonces seguiría disfrutando del momento.


Se despertó brevemente al sentir la presencia de alguien acercándose a su nido, en alerta, tenso y listo para gruñir. La chimenea en la estancia era la única luz en la mansión a esa hora de la noche, aunque apenas podía ver nada porque sus llamas empezaban a apagarse.

El sonido pesado de las botas se detuvieron y miró a su alrededor, esperando encontrarse con un intruso. Sin embargo, no fue así. Allí estaba Jason, cerca de la entrada a la estancia, sostenía su casco de Capucha Roja debajo de su brazo y sus miradas se conectaron brevemente, él parecía algo avergonzado y se balanceaba de un pie hacia el otro.

Olía un poco a sangre y a pólvora, así que Dick arrugó su nariz antes de relajarse contra la calidez de su nido.

—Toma un baño antes de entrar —él se quedó en silencio y luego hizo un pequeño zumbido en el fondo de su garganta. Escuchó cómo sus pasos se alejaban del área hasta desaparecer por completo.

Hundió su nariz en el cabello del pequeño Damian de cinco años que babeaba contra la tela de su camisón. Olía a leche con miel, a sidra como Bruce y a lavanda como Dick. Sus pequeñas manos se aferraban a él, el peluche de Batman descansaba presionado entre sus cuerpos. 

Su pijama de murciélagos le quedaba algo grande, pero era tierno verlo vestido así. Ronroneó suavemente y se acurrucó un poco más alrededor de su cachorro, aunque dejó suficiente espacio para no sentir incomodidad en la leve curvatura de su estómago. 

Apenas había terminado el primer trimestre y Dick estaba agotado. Tenía migrañas esporádicas, sentía dolor en sus extremidades sin explicación, tenía antojos extraños, insomnio y algunas veces náuseas, pero sin vómitos. Podría comer el menú de un restaurante en un momento y al otro no querer nada, así que estaba aprendiendo a lidiar con los cambios. Sin embargo, se sentía complacido, seguro y feliz.

Bruce y él habían dado algunas vueltas alrededor del otro en el último par de años; no obstante, nunca como una forma de evitar una relación, sino como una forma insegura de entenderse poco a poco y encontrar el momento para decirles al resto sobre lo que compartían. 

Era lo que siempre había deseado.

Con su embarazo la familia se había vuelto un poco sobreprotectora, Dick les recordaba constantemente que era Nigthwing y no un omega indefenso, pero vivía rodeado de alfas, así que su único alivio era la comprensión tranquilizadora de Alfred y su cachorro, quien siempre buscaba llamar la atención de Dick. Eso estaba bien para él.

En cuestión de minutos, Jason volvió, recién bañado, cambiado y con un par más de mantas para el nido que Dick aceptó con gusto. Las acomodó en el nido antes de acurrucarse contra Damian de nuevo y dejar la invitación abierta para que Jason se uniera. Él no vaciló ni protestó, aceptó de buena gana y se recostó detrás de Dick, dejando espacio para el resto.

Fue solo cuestión de instantes para que Jason comenzará a roncar, lo cual solo hacía cuando había tenido una noche especialmente difícil.

Ese era el nido familiar. Dick había pasado días haciéndolo con esmero para que cualquier pudiera entrar cuando quisiera siempre que no olieran a callejones sucios, sangre u otro aroma. Lo había hecho al principio de su embarazo y se sentía seguro rodeado del aroma de su familia, así que era su lugar preferido para pasar el tiempo.

Cerró sus ojos con somnolencia, abrazando al pequeño cuerpo que se aferraba a él.

Cuando volvió a despertar, Tim estaba abrazándolo por la espalda durmiendo plácidamente. Era divertido, se avergonzaba mucho cuando Dick lo mencionaba, aunque supuso que era su costumbre después de dormir tanto tiempo con Bernard. También solía abrazar a Jason, aunque él lo alejaba cuando lo notaba, algunas veces solo abrazaba una almohada e incluso mantas sueltas. Era dulce.

Por otro lado, Bruce estaba allí. Durmiendo profundamente con Damian en medio de ambos. El fuego en la chimenea se había apagado hacía tiempo y solo podía sentirse fascinado al ver al hombre al que amaba durmiendo a su lado.

Levantó su mano y acarició con suavidad el rostro de Bruce, su barba incipiente le hizo algo de cosquillas en la palma de su mano. Entonces, una mano tomó dulcemente la suya antes de acercarla a sus labios para besar uno por uno sus nudillos. Se sonrojó tímidamente ante la muestra de afecto.

—¿Me extrañaste? —sonrió con diversión mientras observaba aquellos ojos azules que le gustaban.

—Nos vemos a diario —se encogió de hombros con indiferencia—. Unas horas separados no hacen daño —Bruce resopló contra su mano antes de besar su muñeca y luego entrelazar sus dedos.

Sus anillos gemelos brillaron suavemente en la oscuridad del lugar. Era su esposo, le gustaba cómo se escuchaba.

—Te extrañé, Dickie —fue su turno de resoplar antes de acercarse un poco sin molestar a Damian o a Tim y dejar un casto beso en sus labios.

—Lo tomaré como una confesión de amor —susurró con una sonrisa y Bruce solo hizo un breve zumbido en el fondo de su garganta en afirmación. 

—Eso es asquerosamente cursi. Hagan silencio y duerman —susurró Jason de mala gana al otro lado del nido, detrás de Tim presumiblemente. 

Ambos se miraron y Dick tuvo que contener una risa, mientras Bruce solo lo observaba con cariño, como si pudiera colgar las estrellas en el cielo nocturno. Besó nuevamente sus nudillos con adoración y colocó su brazo sobre su cadera para no chocar con Tim y evitar incomodar a Damian acurrucado contra su cuerpo.

Jason volvió a roncar en cuestión de segundos y esa fue la señal de ambos para dormir también. 

Mañana volverán a estar juntos, disfrutarán de su familia y seguirán siendo ellos contra el mundo.