Chapter Text
Habia pasado su cumpleaños hace poco, el resultado de su mejor juguete y el ser que se lo quitó de las manos ya cumplía 15 años. Quien diría que algo tan bonito podía salir de los genes con Alastor, Pero era obvio que Angel le había dado bastante de su encanto al pequeño.
Aunque Valentino lo había visto crecer y había actuado casi como un padrastro por gran parte de la vida del menor, no se quitaba las hambrientas ganas de encima, de ser aquel que tomase ese cuerpo como suyo cuando llegase la hora. Desde pequeño envenenado su mente con palabras endulzadas, una actitud permisiva y su humo rosa, sabiendo que apenas empezaran a despertar sus bajos instintos, él estaría ahí, al acecho de su presa.
El apodo de Whitey combinaba muy bien con su piel nívea y su desordenado pelo blanquecido, con una espesa y suave pelusa alrededor de su cuello. Val amaba pasar sus manos por ahí y hundir su cara en ella, sintiendo como si estuviese siendo acariciando por una nube de algodón.
- “Voy subiendo” -leyó Val desde la barra de notificaciones.
Whitey se adecentaba con el reflejo del ascensor mientras subía al pent-house, mirando que todo estuviera en su lugar. Intentaba verse relajado, aunque por dentro estuviese algo nervioso de estar a solas con Val, tenerlo por una tarde para él solo sonaba perfecto.
Entre más entraba en su adolescencia más quería jugar con fuego, empezaba a descubrir su sexualidad y las hormonas aparecían, estar desde tan pequeño en un ambiente sobre sexualizado había jugado en contra de su mente, queriendo saltarse etapas y explotar su sensualidad de una vez, quería que lo vieran maduro y poderoso, la nueva y joven promesa del infierno, el aspirante a Overlord con más oportunidades y contactos, ese sería él y por ende sabía bien hasta donde podía llegar y una de sus grandes reglas autoimpuestas era... No caer en los encantos de Val, sería mejor que su madre, no sería un segundo Angel Dust, sería mejor que todas esas perras a sus pies.
Así que la tensión entre ellos subía como la espuma, las miradas cómplices a medida que crecía, las caricias indebidas pero disimuladas, los besos indirectos y los coqueteos ocultos, cada uno tirando hacia su lado de un hilo imaginario... pero hubo algo que el joven cervatillo no calculó: el empezar a sentir más de lo debido.
Whitey había empezado hace par de años con un tonto crush hacia él, dejándose llevar por su voz seductora y la posesividad con la que lo sujetaba de la cintura, con Val siempre argumentado que era maduro para su edad mientras cada vez empujaba más los límites que lo sacarían de su etapa de hijo correcto y perfecto. De a poco empezó él mismo a querer más del proxeneta, quería que lo mirara, que lo tocara, que le hablase y nunca iba a admitir como le templaban las rodillas al sentir ese humo afrodisiaco golpeando su cara.
Alastor empezaba a molestarse, lo veía distraído y soñando despierto, saltándose las clases que le daba, básicamente ignorándole durante toda la lectura y dibujando en la esquinita de sus cuadernos con la cabeza en las nubes. Whitey sabía que lo consideraba una decepción y aunque intentase ser el hijo perfecto que el demonio quería, su alma joven era alocada y curiosa, con ganas de hacer algo más que la perfecta máquina de matar que deseaba su padre. A veces solo hubiera querido que su padre le diera un cumplido o un abrazo, alguna muestra de que lo quería ahí para algo más que alardear de lo bien que lo educaba. por otra parte, Valentino era lo que más le repetía: lo orgulloso que estaba, lo inteligente que era y lo mucho que lo quería, estaba ahi en las buenas y en las malas, sin importarle que no fuese perfecto, fue fácil para peliblanco inclinarse por la aprobación del proxeneta.
Al abrir las puertas del ascensor Whitey dio una enorme sonrisa y le saludó con voz suave y levemente seductora, luciendo sus largas pestañas para él.
- Ey Val~ -pasó las manos por su propia pelusa, cepillada, esplendida y manoseable.
- Oh al fin llega mi pequeño esponjado, ven aqui~ -dijo con una enorme sonrisa, envolviéndolo con sus brazos inferiores, mientras con los superiores sujetaba un cigarro y una copa- Te tengo tu regalo y algo rico para comer, pero primero mírame...
El pequeño levantó la vista para encontrarse con esos ojos rojos analizando su cara de forma intrigante. Fijándose en sus labios rosados, en sus mejillas levemente sonrojadas y en esos enormes ojos, brillando como rubís en la nieve.
- Como ha crecido mi bomboncito –le dijo juntando sus frentes con cariño- cada día tus atributos resaltan más, empezaré a sacar más mi arma en público para que nadie mancille esta hermosa piel –dijo meloso.
- ay Val jeje sabes que puedo cuidarme solo –dijo Whitey rompiendo el contacto de sus frentes con un leve sonrojo, pero adorando cada halago que le decía.
Se alejó del más alto para ir al sillón y relajar su mente, a solas ahí no tendría donde huir si salía mal, así que tenía que tantear el terreno.
La tarde pasó abriendo regalos carísimos: abrigos, perfumes, lentes de sol y cajas de bombones de la más fina calidad, entremedio alguno que otro regalo subido de todo, como ropa reveladora, que obviamente ni por asomo podría usar cerca de sus padres, pero si podría dejar a Val mirar... Tal vez. Luego de los regalos, se quedaron cómodos en el gran y lujoso sofá de terciopelo en el que estaban, Whitey disfrutando de como Val daba patapt en su cabeza, como le abrazaba por la cintura y continuamente le acariciaba por todos lados, como le apegaba a su pecho sin ninguna vergüenza, dejando que se embriagara con su perfume, que oliese el humo rosa en su aliento y hasta ponía notar las notas del alcohol en él, todo eso con una suave y seductora música de fondo. Valentino dio un trago a su vaso y lo meneo en su mano, haciendo sonar los hielos.
- Que descuidado de mi parte, no te he preguntado ¿Quieres un trago? -le preguntó Val acariciando la linea de su quijada con un dedo.
En su mente el menor solo pensaba en lo mucho que quería probar sus labios y adivinar de ahí como era el trago en su vaso, pero no podía dejarse llevar tan facil.
- No creo que sea bueno embriagarme...
- Una no es ninguna~ ven aqui –lo tomó de la cintura y lo puso en sus piernas como si pesase menos que una pluma- Está suave y dulce... Como tu, bebé~
Quedar sentado en sus piernas le hizo entrar en pánico internamente, sintiendo levemente la entrepierna de Val tocar su trasero. Val relleno su vaso y se lo acercó a los labios, para que diera un sorbo y no mentía, era muy dulce. Empezaron a turnarse bebiendo del vaso, disfrutando esos besos indirectos mientras sus miradas se cruzaban con intenciones poco decorosas.
- Amo el sonrojo que da el alcohol a tu cara, te vez demasiado... predispuesto a algo más~
Esa frase le hizo tragar saliva, nervioso, mientras notaba su cuerpo reaccionando a sus palabras lascivas, su cola no podía parar de moverse.
- Eh... ah... -empezó a dudar que decir para cambiar el tema, llevándose las manos a las mejillas y sintiendo como ardían- ¡probemos los chocolates! -dijo como unica idea para cambiar de tema.
Val se rió de verlo así de nervioso, pero todo en esa noche estaba puesto para que terminar clavándose en lo más profundos de sus entrañas, no se escaparía de él esta vez, ya sabía lo escurridizo que podía ser, provocando alguna que otra erección de lo que no se hacía cargo, con excusas tontas para salir corriendo a último momento. Para la mala suerte de Whitey, los bombones estaban rellenos de distintos licores, pero no reclamó de ello y solo se dejó llevar. Por su lado Val estaba disfrutando de cuando se movía para alcanzar la caja de bombones o el vaso, frotando levemente su creciente erección. Se puso a fumar de nuevo para soltar más humo, sabiendo que entre tanto manoseo le había quitado algo muy importante para su integridad.
- Abre tu boca –le ordenó con suavidad, para traspasarle humo poniéndose muy cerca de sus labios, casi tocándole.
- Sabes que soy inmune –se burló y aceptó recibir el humo, aspirándolo con deseo, sonriendo con sorna al mantenerse cuerdo luego de ello.
- Hoy aprenderás algo importante fluffyboy... Nadie es inmune a mi~
Se había estado sintiendo algo extraño, culpaba al alcohol, y en poco tiempo noto su cuerpo raro, una sensación de liviandad, con ganas de sentirse acariciado para liberar el cosquilleo en su piel, su cabeza por el contrario parecía pesar más, constándole mantener la posición erguida.
- Creo que el alcohol empieza a golpearme... -dijo extrañado, llevándose una mano a la frente mientras sonreía divertido- No estaba tan suave como decías~
Nunca antes había sentido que el alcohol le afectara tanto, después de todo había crecido pasándose por el trasero las leyes sobre alcohol y menores. De repente quería meter la cara en el cuello de Val y dormitar ahí, su boca se llenaba de saliva sin sentido.
- ¿Mareado? Recuéstate aquí~ -Val lo acomodó a horcajas encima suyo, para que pudiera recostarse en su pecho.
Mientras Val lo tenía a su merced, sus manos iban bajando para acariciar ese esponjado rabo, recorriendo su trasero por encima del pantalón, haciendo presión en sus nalgas con las uñas, casi como queriendo romper su pantalón. Valentino apretaba sus cuerpos, haciendo que ahora el roce fuera insoportable, el mismo meneando levemente la cadera al sentir una erección sobre la otra.
Whitey apegó su pecho al del mayor y se recostó en su pelusa, empezando a olisquear su cuello con deseo, jadeando cual animal en celo, queriendo pasar su lengua, saborearle, quería morderlo y beber su sangre. Apartando los deseos más ferales, empezó a besarle la quijada, bajando por su cuello, luego saltándose a sus clavículas, mientras se agarraba de su abrigo con las manos tiritando.
La poca cordura que quedaba en la mente de Whitey le hizo ver que eso no estaba bien, que se estaba dejando llevar demasiado rápido y por un segundo sintió miedo de lo que podría pasar. Poniendo sus blanquecidas manos contra el pecho de Val logró empujar su propio cuerpo para alejarse de él, mientras jadeaba confundido ante su propia calentura.
Val parecía relajado y complacido, solo le estaba sujetando con los brazos inferiores mientras los superiores los mantenía reposados en el espaldar del sofá.
- ¿Pasa algo caramelito? -preguntó Val, ahora era él quien sonreía con sorna.
- ¿Me diste... algo? -dijo mirándole a los ojos con molestia- Me drogaste... ¿Verdad?
- Ya te dije, nadie es inmune a mi bebé.
Val se puso las manos en la nuca con relajo, ahí es cuando pudo ver el brillo rojo de su mayor secreto, ahora en la mano derecha de Val.
- No... -susurró Whitey con pánico.
Empezó a registrarse la pelusa con terror, no estaba, lo único que lo mantendría cuerdo en una situación así y se lo había quitado. Su único escudo contra el humo de Valentino.
- No fue fácil adivinarlo –Whitey lo fulminó con la mirada- oh~ no te enojes, solo quería ver tu yo real...
- ¡Devuélveme eso! -le tiró un manotazo, pero Val solo tuvo que estirar su brazo para que no lo alcanzara- ...Juegas sucio.
- ¿Yo lo hago? Jeje me parece que tú eras el que siempre presumía de una falsa inmunidad a mí, eso me lastima bebé ¿Tan lejos llegaste para evitarme? Pensé que nuestros jugueteos te hacían feliz... Oh yo que pensaba heredarte tanto de mi estudio, eso daña mi corazoncito~
- ¡No es así!... -suspiró pesado, llevándose las manos a la cara con vergüenza- Pero mamá se preocupó y papá no confía en ti, así que... Me dieron un hechizo contra tu humo... Papá lo consiguió... Esa joya hechizada es lo que siempre me ha hecho inmune a ti ...-dijo agarrándose un antebrazo nervioso de confesarlo- él dice que nací de un adicto –ósea Angel- y que era muy posible que... Fuese propenso a... El tipo de drogas que consumía mamá y obviamente jeje... -ríe con tristeza- no podía dejar que su perfecto hijo cayese en ello.
El mayor casi pudo sentir pena de eso, tomando el dije y devolviéndoselo en las manos sin mucho ánimo. Era una extraña joya plateada y roja, como un broche antiguo, quien diría que Alastor lograría conseguir algo así.
- Oh, mi pequeño chico esponjado, no necesitas eso contra mí... -le tomó las manos con cariño, envolviéndolas junto a la joya dentro de ellas- Sabes que nunca te haría daño, no eres como los demás... Eres especial para mi~ siempre voy a darte lo mejor, siempre voy a protegerte y amarte... No tienes que desconfiar de mí.
Val le tomó del mentón y se acercó a besarlo, pero Whitey retrocedió, susurrando contra sus labios.
- Solo quieres esto... Luego me dejaras de lado, como a todos, y no quiero eso...
Internamente el mayor sonrió, sintiéndose ya un ganador. Lo tenía tan cerca que solo unas palabras podrían cambiar el camino de la situación. Había pensado en drogarlo y violarlo, pero ¿Y si lograba que quisiera hacerlo? Disfrutaría aún más sabiendo que había tomado tanto su cuerpo como su mente.
- Te prometo que nunca usaría te dejaría de lado ¡Eres mi tesoro!... Eres la cosita más hermosa que he tenido entre mis brazos... Se sincero con Daddy ¿No se sintió delicioso poder quitar de tu mente las barreras y prejuicios que los idiotas de tus padres te han impuesto...Y dejar que tu corazón te guiara? Yo no sería capaz de romper ese bello corazón, mi pequeño.
Las manos de Whitey tiritaban apretando el hechizo como si su vida dependiera de ello, Así que Val siguió.
- Eso es solo un recuerdo de como Alastor te mantiene siempre reprimido, sin ver lo mejor de ti ¿Tú crees que te lo dio para cuidarte? Te lo dio porque cree que serás una vergüenza y no sabrás manejarlo, no confía en tu inteligencia, ni en tus decisiones, ni el potencial que tienes~ No lo hace por ti, lo hace por mantener su reputación impecable, sin dejarte siquiera cometer errores y experimentar, el necesita que su hijo sea “perfecto” Y está reprimiendo hasta tus deseos íntimos... No cree que seas lo suficientemente maduro para esto.
Esas palabras calaron hondo en Whitey, pues eran la más pura verdad.
- Papá nunca ha confiado en mi... -dijo algo deprimido, agachando al cabeza para mirar la joya- ...Eso lo tengo claro.
- Pero yo sí, siempre he creído en ti y en tu forma de llevar las cosas, me encanta tu picardía y esa enorme sonrisa cuando te sientes cómodo a mi lado...-dio una calada a su cigarro y tiró el humo a un lado- Pero si crees que esto es demasiado, tal vez es verdad: NO PUEDES manejarlo –dijo encogiéndose de hombros, con una mirada de apatía y decepción.
Eso le asustó, no quería manchar la imagen que Val tenía de él, si Val le veía como una decepción también, no sabría que hacer, si Valentino dejaba de ver potencial en él lo perdería para siempre. Estaba dudoso y nervioso, las palabras de Val habían tocado dentro, en sus inseguridades ¿Y si Valentino se cansaba de sus juegos? ¿Y si dejaba de insistir? ¿Qué pasaría si empezaba a creer que no era suficiente? Perder el cariño de Val le destrozaría el corazón.
- ¿Me prometes que si suelto el hechizo... No usarás esto contra mí?
Val sonrió y lo envolvió con sus brazos inferiores, tomando su mentón con una mano para atraerlo a su boca nuevamente.
- Es una promesa –dijo con una sonrisa para sellar sus palabras con un beso.
El ciervo cerró los ojos suavemente mientras dejaba a Val entrar a su boca, de a poco sus manos fueron bajando, hasta dejarlas muertas a un lado y la joya hechizada rodó de sus dedos cayendo al sillón, rodando por este hasta terminar al suelo.
Aún estaba asustado y su corazón golpeaba tan fuerte que las ideas sobre arrancar de ahí llenaban su mente, pero por la forma en que lo agarraba se sentía totalmente encarcelado en sus brazos. Las manos níveas del menor se fueron arrastrando por la pelusa del mayor hasta tocar su nunca, agarrándose ahí mientras empezaba a gimotear en las pausas para tener aire, sentía la lengua de Val tomando toda su boca, con ese suave sabor a alcohol y el humo rosa en su aliento. Nunca se había sentido tan caliente en la vida.
De su nuca, Whitey bajó las manos por su pecho para abrir su abrigo y poder tener contacto directo a su pecho, acariciando sus pectorales con ansiedad lujuriosa, al fin tocando sus piercings de los pezones, pasando sus manos por todos lados y con las uñas rasguñaba un tanto, por otro lado, Valentino no le dio muchas vueltas al chalequillo del menor, tenía demasiados botones y su paciencia estaba al límite.
- Luego te compro otro~ -dijo entre besos.
- ¿Uh?
Whitey se alejó un tanto para mirarle confundido y fue el momento justo para que Valentino de un tirón abriera su ropa, haciendo saltar los botones por todos lados.
- ¡Pero Val! -dijo algo preocupado de que le rompiera la ropa.
Sentirse violentado de ese modo le asustó al principio, pero solo tuvo que respirar hondo una bocanada del humo rosa que llenaba la habitación, para que se le hiciese tremendamente sexy sentir la desesperación del mayor por tocar su cuerpo, se sentía como una presa y eso le prendía. Luego de la primera capa de ropa, Val metió sus manos buscando bajo la blanca camisa del ciervo, empezando a tocar su pecho hasta encontrar ese par de rosados botoncitos que convirtieron a su pequeño amante en una máquina de gemidos. El más joven sentía como las manos inferiores de Val se metían por la parte de atrás de su pantalón, jugueteando con su cola y bajando aún más hasta meterse en su trasero, acariciando su entrada con la yema de los dedos y haciendo suaves círculos en el lugar, a ratos haciendo algo de presión para entrar la punta de sus dedos, pero nada más, causándole tremenda desesperación al menor.
Mientras tanto, Whitey se había levantado la camisa y la mantenía entre sus dientes para dejar su cuerpo despejado y a la vista de su hombre. A cada sonido de placer que se escapaba de su boca, apretaba los dientes, avergonzado de su propia voz y la forma aguda con la que salía, pero era inevitable al sentir como peñiscaba y apretaba sus pezones hasta el punto en que se mezclaba el dolor y placer, babeaba por la maestría con la que Val los envolvía con la lengua y los chupeteaba, dejando marcas de mordidas alrededor. El mismo desabotonó su camisa para que fuese más fácil para Val acceder a él, enseñando de lleno su fina cintura y una su divina piel albina, solo decorada con leves pecas rosadas. Intentando parecer al más experimentado en ello y no quedarse quieto recibiendo todo, el mismo se llevó las manos al pecho jugando con sus pezones para él, jadeando de excitación mientras meneaba sus caderas para frotarle, dándole el show visual de su vida.
- Oh FluffyBoy, Eres perfecto –Dijo Valentino, relamiéndose de verle, sujetándole por la cintura y moviéndose bajo él.
- ¿Esto te gusta? Jeje... -se sonrojó más si era posible.
- Me encanta~
El mayor se tiró a besarlo nuevamente, ahora sintiendo el calor de sus pechos al descubierto tocándose, con el palpitar de sus corazones chocando fuertemente. Val lo levantó levemente en sus brazos mientras a tirones se deshacía de su pantalón y ropa interior, dejándolo nuevamente sentado en sus piernas, ahora con solo la camisa abierta. Al sentirse tan expuesto Whitey se sintió algo tímido y soltó una risita mientras desviaba la mirada: nunca había llegado tan lejos con él.
El mayor se estiró a un lado, buscando algo en un cajón de la mesita de decoración que estaba al lado del sofá, de este sacó una tira de bolas de color morado, Whitey congelo su sonrisa algo dudoso y ladeo un poco la cabeza, reacio a que eso terminara dentro suyo.
- Eh... -Whitey iba a hablar pero Val se le adelantó-
- Tranquilo, solo podré la primera bola dentro, tengo que prepararte, aunque sea un poco antes de destrozarte –le guiñó el ojo, Whitey miró a otro lado avergonzado- Abre tu boquita y di Aah~
Whitey obedeció como el buen chico que era, dejando que Val las pusiera cerca de su cara y empezara a tocar sus labios con estas, obligándolo luego a meterlas en su boca.
- Eso, quiero ver como las chupas, usa bien esa lengüita –Whitey se alejó del juguete, escupió encima de este y volvió a meterlo en su boca- ¡Oh! Grrr sabes cómo prenderme, pequeña zorrita
El menor cerró los ojos solo mientras seguía moviendo su lengua en la superficie del juguete, gimoteando y balbuceando cosas sin sentido, mientras sentía como Valentino se frotaba fervientemente en su trasero. A ratos lamia los dedos del mayor entre el jugueteo. Luego de que las bolas estuvieran lubricadas, se las sacó de la boca y las llevó al trasero del menor, que seguía dudoso del plan.
Solo tienes que relajarte y entrara tan fácilmente que ni lo notaras –le dijo poniendo la bola en su entrada y haciendo presión.
- Creo que es demasiado grande –le dijo en un puchero, pero ver esa carita tierna solo hacia más fuerte la erección del mayor.
Como método para distraer su mente y desviar su atención, sonrió perverso y sacó su labia más sucia y caliente, empezando a hablarle a susurros en su oreja.
- Mmmh solo piensa que es la polla de papi, dime que lo quieres dentro, que esa entradita está mojadita y palpitante, esperando que una buena verga le de placer... Voy a tomarte como nunca ¿Y me dejaras oirte gemir como perra en celo?
- S-si -volvió a reir sofocado pero juguetón- quiero gemir para ti -sintió que empezaba a entrar- aah
- Menea esas caderas, relaja la pelvis y estira este traserito para mi
- Si... Si mmh –intentaba respirar hondo.
De un resbalón, a primera bola paso su zona más ancha y el resto entró rápidamente, con su trasero volviendo a cerrarse tras esto y dejando la bola pillada. Un escalofrió recorrió su cuerpo, sintiendo su trasero extrañamente lleno. Como había dicho antes, solo metió la primera, tampoco quería que se soltara tanto, quería disfrutar de su estrechez lo mas posible.
- ¿Se siente bien? Vamos a ver ahora... –Valentino dio leves tirones al hilo.
- ¡Ahg! No hagas eso... Se siente tan extraño -escondió su cara en el pecho de otro, con el rubor tomando hasta sus orejas- siento que me... abre... mmh –se sentía humillado de decirlo.
- Esa es la idea –le decía mientras seguía tironeándola, sacando la primera mitad y empujándola de vuelta hacia dentro, una y otra vez.
- Ah...Ahh... Por favor para... -tiritaba mordiéndose el labio.
- Distráete aquí, tócalo –le ordenó Valentino.
Tomó una de sus pequeñas manos y la guía a su entrepierna, aun cubierta por el pantalón y Whitey con torpeza empezó a frotarle, sus manitos estaban calientes y hacían suspirar al hombre. Sin esperar más ordenes le bajó el cierre y sacó la enorme erección de Valentino a la luz, quedando bastante anonadado al ver la fila de piercings a lo largo del tronco de su pene. Tragando fuertemente empezó a masturbarle, comenzando o a sentir la mano totalmente húmeda y viscosa. En sus yemas podía notar como el miembro de Val palpitaba, irguiéndose a cada movimiento que hacía, no podía dejar de mirarlo y pensar en llevárselo a la boca, por otro lado, sentía que su propio pene necesitaba atención, lo sentía dar tics y gotear, la sensación caliente tomaba su entrepierna, aun con el suave vaivén que hacía le mayor con la bola en su interior. Notó que la respiración de Valentino empezaba a ir más rápido mientras tiraba la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldar con placer, se llevó el cigarro a los labios y tiró más humo para rodearlos, haciendo la mente del menor volar nuevamente, el chico empezó a manosearle más fuerte, apretando la punta y acariciando por su vientre con la otra mano, parecía que iba a correrse en cualquier momento y estaba hasta feliz de estarle dando tal placer, pero sin advertencia le agarró fuertemente ambas muñecas, pasándolo a llevar con el cigarrillo sin querer, dejándole una leve marca de quemadura. Whitey se asustó, ante ese movimiento brusco, pensando que había pasado a llevarle de mala manera.
- Ah no aun, mi bebé... -sonrió relamiéndose- No voy a desperdiciar ni una gota de leche~ ven acomódate
Val le agarró de la cintura para moverlo a su gusto, mientras Whitey levantó su propio cuerpo apoyándose en sus rodillas dejándose maniobrar hasta estar en la posición que Val quería con su hombría chocando con su trasero, frotándolo entre sus nalgas. Whitey se dejó hacer, apoyándose encima de Val que disfrutaba tener la cara metida en esa suave pelusa, dando fuertes aspiradas para sentir el aroma del menor en su pelaje. El mayor se acomodó abriéndose mejor de piernas mientras lo mantenía a horcajadas encima.
- Ahora viene lo divertido –dijo dándole un beso en la quijada.
Val empezó a tirar el juguete para sacarlo, pero el cuerpo del ciervo se apretaba inconscientemente, haciéndolo quejarse de placer, cosa que fue música para el ,que se quedó besándole el cuello hasta el escuchar un leve “Pop”, seguido por un gruñido de dolor combinado con placer y quedar con el juguete entero en su mano nuevamente, asi que rapidamente lo tiró a un costado, tomandolo de la cintura para dirigirle.
- Baja con cuidado, acostúmbrate de a poco –le susurraba, sintió que aun asi estaba muy tenso y estrecho- tu puedes hacerlo, mi pequeño amorcito
Whitey tragó hondo y ayudado de las manos de Val, bajó hasta tocar la punta del pene, haciendo un poco de presión y volviendo a levantarse, así estuvo por unos momentos, sintiendo como a cada bajada su cuerpo parecía querer aún más tenerlo dentro, mientras escuchaba el húmedo sonido del glande golpeando su entrada, como pequeños y mojados besos. Ya más decidido, y dándose cuenta que Val empezaba a hacer más presión en sus caderas para que bajara, bajó hasta meter la punta entera en su trasero, dando un leve gemido de incomodidad y placer, pero las fuertes manos violaseas le obligaron a bajar aun mas, metiendolo casi por completo, haciendole sentir hasta una extraña sensacion en su vientre de lo grande que era.
- ¡Ay! Mmmh... -todo el cuerpo del menor tiritó- Ah... Dios...
- ¿Dolió? -preguntó en un jadeo, relamiendose de son ganas, disfrutando ese trasero apretado.
- S-solo un tanto je...
- Que rico –le contestó guiñandole con deje sadico.
Whitey se apoyó en el pecho de Val para descansar mientras este le abrazaba y empezaba a mover sus caderas, haciéndole dar leves saltos en el sillón, mientras babeaba tontamente por calentura.
- Oh Val... Ngg... ah... -Levantó el rostro solo para gemirle directo en el oido, que escuchara su hermosa voz tiritar por él- Val... Se siente tan bien...
- Sigue asi, lo haces bien... Oh estas tan apretado, y tan caliente, mierda ah... Uff
Se sentía sucio y mancillado, pero por alguna razón eso le hacía sentir más caliente y su mente empezaba a jugarle en contra, quería que lo humillase, quería que le escupiese y lo rasguñase, se había dicho tantas veces que no terminaría como las otras perras de Val y ahora en su mente no paraba de pensar en lo mucho que le gustaría que le tratase como una puta en la cama.
- De quien es esta colita ¿eh?
- T-tuya...
- Mia si ¡Jaja! Todo tu cuerpo es mio~ Dilo para mi, di que eres de Daddy
- Solo tuyo, Daddy –le dijo babeando.
Se apoyó con una mano en el hombro de Val para empezar a montarle con más fuerza, mientras se masturbaba para su delicia visual, empujando el miembro hasta tocar lo más profundo de si, dejando que el bulto asomase en su vientre. El mayor tomó un vaso y bebió, chorreando en su pecho por el vaivén, a lo que Whitey no dudó en limpiar, pasando la lengua por su pecho, como perro hambriento. Totalmente complacido por lo sumiso que estaba, le agarró de la mandíbula con una mano, casi ahorcándole.
- Abre la boca -ordenó.
Whitey no dudó en obedecer, abriendo la boca y dejando su lengua asomarse mientras le miraba con los ojos cristalizados y totalmente enamorado. Valentino dio un gran tragó al vaso y se agachó encima del menor, asfixiándolo con fuerza, mientras escupía el alcohol en su boca para que este bebiese como pudiese, viendo con lujuria esa pequeña lengüita saborear el licor chorreando por su mentón. Whitey se sentía un desastre, estaba mareado y hasta confundido, sentía sensaciones por todos lados, su cuerpo tiritaba, sentía uñas rasguñando su espalda, sentía el miembro de Val destrozándole placenteramente y como lo ahorcaba, a ratos creía que iba a perder la cabeza de tanta sobreestimulación, pero no, él podía manejarlo, ya lo había dicho antes.
Siguió montando, mientras apretaba los ojos de placer, despeinándose totalmente entre saltos, con el flequillo pegado a su frente por el sudor, manteniéndose en una tortuosa sensación de bordear el placer. Volvió a notar como la respiración de su amante empezaba a apresurarse, así que siguió saltando encima de su miembro mientras disfrutaba como Val le recorría con la mirada, como devorándole con la misma, disfrutaba que toda la atención fuese a él, ver cómo se reflejaba en sus lentes, hecho un desastre. Ya que Whitey ahors estaba ocupando ambas manos para aferrarse a los hombros de Val y no caer, este mismo agarró su miembro para masturbarle con una experticia que solo él podía tener, jugueteaba con la viscosidad y sabía perfectamente como apretar y frotar, eso hizo a Whitey apretar el cuerpo y por poco llevar al final a ambos.
- ¡NHG! Oh... oh jeje ¿Ya estas a punto? Me encanta como montas, eres tan apretadito... Estoy aguantanto como no te imaginas jeje
- Hazlo... Quiero verte hacerlo –le dijo Whitey jadeando.
- ¿lo recibirás en esa carita de muñeca? Quisiera verte cubierto en mi esencia
- n-no... -dijo y paró para tomar aire, jadeando agotado, con las rodillas doliendo de tanto salto.
- ¿Demasiado puritano para una cochinada así? -dijo divertido el mayor, riendo.
El ciervo enredó sus piernas atrás de Val para que no pudiera sacarlo y tiró sus cuerpos a un lado, para poder estar de espaldas en el sofá con Valentino encima, juguetón le quitó los lentes que estabas por caer y se los puso si mismo.
- Quiero... Sentirlo aquí... -pidió tocando su vientre- adentro, quiero sentirme tuyo por completo, quiero sentir como te corres dentro
- Pues así será fluffyboi, voy a llenarte nadie lo ha hecho~
Val se acomodó en el sillón, empezando a comerle la boca a besos, mientras con un ritmo aún más violento empezaba a penetrarle, haciendo que el mueble rechinara a cada embestida, ahora siendo Whitey quien disfrutaba de toda la acción, con una mano de Val masturbándole mientras que las otras le tomaban de la cintura para poder seguir embistiéndole de la forma más brusca posible, aun sabiendo que podría estarlo dañando, solo quería dejar bien en claro quien había estado ahí. Cuando Valentino bajó a lamer sus pezones no pudo mas, apretó las piernas a su alrededor y arañó su espalda, corriéndose copiosamente, mientras arqueaba la espalda.
- ¡Oh Val! Mmhm... -apretó todo su cuerpo- no doy mas!
- ¡Mierda! –Val curvó la espalda- ¡nhg...Si mi bombón, apriétame así
Siguió comiendo su pecho a besos y mordiscos hasta que el mismo por fin llenó al pequeño de su semen, empujándolo lo más adentro posible, siguiendo con el movimiento de caderas hasta estar satisfecho con todo: Al fin era suyo, totalmente suyo. Whitey por otro lado solo sentía la sensación caliente quemándole por dentro, sintiéndose lleno como nunca, llevando una mano a acariciar su vientre, aun con la polla de Val adentro.
Se quedaron unos minutos ahí, Val regocijándose por dentro de al fin haber podido mancillar al ciervo albino y Whitey totalmente atontado por tanto movimiento y sensación, aun dando pequeños saltitos de sobreestimulación cuando Val se movía.
- Eres la cositas mas rica que hay jeje
- Ya no me mires asi aaah –se tapó la cara, empezaba a volver en si y se avergonzaba hasta de lo que no dijo, Val le quitó los lentes y se los puso-
- ¿Mirarte cómo? Solo estoy apreciando esta obra maestra –dijo sentándose para verle mejor.
El pelo alborotando, los labios hinchados y las múltiples marcas de mordidas y rasguños, con su propia corrida manchándolo por todos lados, jadeoso y tiritando: realmente estaba orgulloso de haber conseguido joderse al hijo de Alastor de esa forma, era como estarle simbólicamente levantando el dedo del medio en toda la horrible cara al RadioDemon.
- ¿Me prometes que no... Le dirás a nadie? -dijo con un leve tono de miedo, con el humo disipandose, volvía de a poco en si.
- Sera nuestro pequeño secreto dulzura, sería un estúpido si arruino la posibilidad de volver a tomarte de este modo.
Whitey suspiró sonriente y cerró los ojos para descansar, sintiendo una última oleada de placer cuando Val sacó su miembro de su interior, dejando caer todo el semen en el sillón.
- Fue genial, pero me siento destruido... -susurró aun mareado.
- Pues lo estas... -dijo viendo con una sonrisa lo dilatado que lo había dejado, soltando una risilla traviesa.
- ¡Ya no mires ahi! -se tapó la entrepierna con ambas manos, poniéndose rojo de nuevo.
Val solo rió, agachándose a darle un beso en los labios, esta vez suave y relajante, fundiéndose en abrazos cariñosos.
Descansó por esa tarde con él, en su cama, solo suspirando mientras se apoyaba en su costado, recibiendo bombones en su boca y caricias es su cola, obviamente tenía que devolverse a casa al anochecer, en lo posible antes que empezaran los mensajes molestos de sus padres.
- No sabes cómo desearía quedarme a dormir... -decía el menor vistiéndose.
- Y yo amaría poder tomarte toda la noche~
El peliblanco se rió sonrojándose. Por suerte solo le tuvieron que pasar el chalequillo a una sirvienta para que le cosiera los botones y todo estaba listo. Whitey se miraba al espejo con algo de duda, peinándose con las manos y arreglando su ropa para que no hubiese ni una imperfeccion en él.
- No sé por qué siento que mi padre notará algo...-dijo preocupado.
Se veía igual que siempre, pero se sentía diferente, no se arrepentía de haberlo hecho, pero si temía a las consecuencias. Val fue por la espalda, mirándose ambos en el espejo.
- Solo luce esa enorme y bella sonrisa, sube el mentón con orgullo y levanta esas orejitas, que nadie sabrá nada mi pequeño ciervo
- Si, eso haré... -Dio un gran suspiro y se giró a verle- Nos vemos Daddy.
- Nos vemos mi pequeño amante –le tomó de la cintura y le dio un último beso antes de dejarlo en el ascensor.
Al llegar a su casa, pasó rapidamente a su dormitorio, solo pudo agarrar una almohada y gritar en ella con emoción, quedándose dormido abrazado a esta y una sonrisa de satisfacción adornando su cara.
