Actions

Work Header

Rating:
Archive Warning:
Categories:
Fandom:
Relationships:
Characters:
Additional Tags:
Language:
Español
Stats:
Published:
2025-04-27
Updated:
2025-06-18
Words:
6,781
Chapters:
3/?
Kudos:
3
Hits:
48

All This Crazy Days

Chapter 2: Pequeñas invasoras

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Los días eran testimonio de las locas historias que daban lugar en la Agencia… o bueno, a veces involucrando incluso a algunas otras organizaciones en cosas muy… extrañas.

 

Atsushi pensaba eso mientras trabajaba en la oficina, Tanizaki y él se habían quedado solos, distintos miembros de la Agencia estaban realizando sus tareas, desde misiones a compra de distintos materiales que se habían terminado, aún con todo era una buena mañana… aún con el olor ligueramente extraño que desde hacía días estaba en la oficina, y del cuál el albino no había dicho nada, pues parecía ser el único que lo notaba.

 

Pero… algo cambio.

 

Empezó a haber… algo, algo que le daba un mal presentimiento, pero trato de enviarlo al fondo de su mente, mientras cada vez más de su atención recaía en Tanizaki que parecía no notarlo o al menos que no le importaba o no lo escuchaba.

 

La duda le empezó a carcomer, no quería sonar exagerado, pero el sonido no dejaba de ser un ruido molesto en su mente y lo comenzaba a estresar…

 

Notó de pronto a alguien frente a su escritorio y dio un brinco al no haber notado el movimiento, por un momento, distraído en sus pensamientos, había pasado por alto que Tanizaki se había acercado a su escritorio.

 

—Lamento asustarte —murmuró el chico y Atsushi sonrió nervioso, frotándose el pecho justo sobre su corazón desenfrenado.

 

—Yo estaba distraído, no pasa nada —murmuró y recibió los papeles que le tendía Tanizaki, los hojeo un momento, era una misión conjunta menor que habían tenido juntos y sólo tenía que darle el visto bueno para que se archivara.

 

Asintió ligueramente viendo que toda la información parecía estar bien y en orden.

 

—Perfecto, con esto ya queda, gracias por el trabajo conjunto —musitó el albino y le regresó los papeles a Tanizaki que al tomarlos notó que ambos dudaban y fue que Atsushi decidió quitarse de encima la duda, sonrió nervioso y vio al de cabellos cobrizos.

 

—Ah… Atsushi… —Tanizaki dudó un momento, pero Atsushi lo miró y sonrió nerviosamente.

 

—¿No escuchas eso? —cuestionó y el otro se vio tan aliviado que no pudieron evitar reír nerviosos.

 

Era un sonido extraño, metálico, que no sabían identificar cómo tal, sin necesidad de hablarse buscaron en varias zonas de la oficina sin encontrar nada, cuándo el sonido se hizo ligueramente más fuerte y entraron a la sala contigua que usaban de pequeña bodega, principalmente archivos y cosas que no usaban muy continuamente.

 

Atsushi inhaló con fuerza al ver una mancha café, puso una mano frente a Tanizaki a punto de incitarlo que retrocediera cuándo se dieron cuenta de que era y ambos exhalaron aliviados.

 

—Era sólo Mii-chan —murmuró aliviado Tanizaki y el albino asintió.

 

Recordaron entonces que Haruno, desesperada por las continuas desapariciones de su pequeño felino, decidió tomar lo que ella llamaba cómo “Una drástica decisión” y le puso un collar con cascabel.

 

Aún recordaban el dilema mental que parecía tener Fukuzawa al ver al gato con un cascabel que sonaba cada que se movía, y cuándo le preguntaron a qué se debía su duda, lo único que dijo fue “Me conflictúa que sea a este gato en específico”.

 

Pero Haruno le dijo que no dejaría que se escapara más, porque eso destruía la ciudad cada que sucedía, Fukuzawa lo aceptó, con un suspiro pesado.

 

Se relajaron un momento ante el recuerdo compartido, viendo al gato correr por todo el cuarto, persiguiendo cosas que aparentemente sólo él podía ver, Atsushi tenía los ojos totalmente dorados, veía… algo, pero no sabía identificar con claridad de que se trataba.

 

—Que haces Mii-chan ¿Tan aburrido estás que juegas con tu sombra? —musitó Tanizaki ya tranquilo, acercándose a acariciar al gato, que lo acepto de inmediato, cerrando los ojos y ronroneando un momento.

 

Pronto lo volvió a ignorar, con los ojos totalmente negros, lanzándose por un espacio entre cajas y Tanizaki suspiro levantándose.

 

Ya con un aire tranquilo lo único que hizo fue encogerse de hombros, yendo hacia el albino.

 

—Ni idea de por qué este así, quisa este… muy solo o no sé, hay que decirle a Haruno que lo saque a pasear, o que le dé algo de libertad, al final dudó mucho que sea su culpa cualquier desperfecto en la seguridad ciudadana.

 

Atsushi soltó un suspiró divertido, y alzó la ceja, evidentemente incrédulo al recordar algo en específico.

 

—¿Es que no has visto nunca esos videos de gatos con correa? Prácticamente los llevan arrastrando por todas partes, con Dazai-san dudó que nunca te hayas topado con un video así —murmuró el albino divertido.

 

Tanizaki rio por lo bajo, ya que evidentemente el castaño (encargado oficial de retrasar lo más posible a todos sus compañeros en el trabajo), mandaba videos de todo tipo con tal de cumplir su objetivo, y cuándo no eran sumamente incomodos, eran de personas, y animales con caídas estrepitosas, estos los mandaba en cualquier momento, incluso en los más serios (eso sí, nunca momentos críticos), y si había amanecido especialmente bromista, eran fotos de ellos, editadas con cosas raras.

 

Atsushi con bigotes de gato, Kunikida con cuernos de demonio rojo y una cola a la par, Kenji con muchos animales y cosas similares.

 

—Oh ¿Y ya viste que Ranpo envió un video al grupo? Parece ser ese mapache Karl lavando comida, parece que se ha unido a nuestro escuadrón de personas no oficialmente encargadas de distraer a todos, y con nula seriedad de la agencia —murmuró Atsushi y Tanizaki asintió divertido mientras ambos iban de nuevo a sus escritorios.

 

—Si… pero ¿Seriedad y Ranpo en una misma frase? ¿Desde cuándo esas dos palabras están juntas y relacionadas?

 

Ambos rieron, pero antes de que pudieran agregar algo más un sonido los distrajo.

 

Voltearon, viendo que, del cuarto ahora abierto, salía corriendo Mii-chan, evidenciando una pila de documentos que se había caído y desparramado en el suelo estrepitosamente, sin embargo, el gato parecía… jugar con algo, encogido sobre sí mismo, se veía como si jugara con sus patas con algo que justo por su ángulo era imposible para ellos de ver.

 

Ambos menores miraron con duda hacia dónde estaba el gato, podían dejarlo pasar…

 

O no.

 

El gato evidentemente estaba molestando a algo.

 

Pronto lo vieron, y el albino sintió sus vellos erizarse y Tanizaki sudó frío, absteniéndose de burlarse de las reacciones tan felinas de su compañero.

 

—¡Ah no maldita sea! ¡No! —musitó el albino volteándose mientras movía las manos desesperadamente, cómo si quisiera sacudirse algo, antes de ver a Tanizaki con duda y casi enojo— Si es tu habilidad Tanizaki, juro que te mato.

 

—No jugaría con eso —murmuró cada vez más estresado— es… no soy muy fanático tampoco.

 

Atsushi negó con la cabeza antes de ver de nuevo en dirección a el gato que jugaba cómo si nada…

 

Era un bichito de 6 centímetros, café, con tonos rojizos, su abdomen vibrando con alas que estaba dispuesta a desplegar al sentirse amenazada por el maldito gato, y unas antenas largas y peludas que se movían cómo hélices descompuestas percibiendo todo a su alrededor….

 

El gato no jugaba con cualquier bicho inocente….

 

Era una cucaracha.

 

Cómo si hubiera inhalado su temor y lo saboreara con gusto, la muy maldita corrió a ellos.

 

—¡AH, TANIZAKI PÍSALA! —Gritó el albino sintiéndose tenso, y el chico lo miró con pánico.

 

—¿¡Y POR QUÉ YO Y NO TÚ!?

 

Ninguno lo pensó, se empujaron por el pasillo, gritando, Tanizaki se subió de un salto a su silla, girando un par de veces, mareándose, antes de detenerse, sujetándose del escritorio, mientras que Atsushi saltó a su propio escritorio.

 

Kunikida lo mataría si lo viera.

 

Vieron a la criatura correr a un lado de un bote de basura, el de Ranpo específicamente… por supuesto que eso debía ser una mina de oro de proteínas y nutrientes cucarachiles…. O cómo fuera que se llamaran sus nutrientes básicos.

 

Atsushi juraba que la escuchaba masticar, y con su oído bastante superior al promedio se preguntó qué tan errado estaba.

 

—Alguien tiene que bajar a matarla —murmuró Atsushi… era lógico, si alguien entraba y los encontraba así… no, tenían que encargarse del problema.

 

—¿¡Y por qué me ves como si tuviera que ser yo!?

 

—¡Eres más experimentado que yo! Y… llevas más tiempo que yo trabajando… y…

 

—¿¡Y eso qué tiene que ver!? ¡Tú eres mayor que yo!

 

—¡Por dos meses! ¡no tiene nada que ver!

 

—¿Y qué tiene que ver mi experiencia en la agencia? ¡Tu llevas siete meses en la agencia y más batallas a muerte que todos juntos, adelante!

 

—¡¿Eso que tiene que ver?!

 

—¡Exacto! ¡Tonto!

 

—Tampoco me insultes —murmuró el albino y Tanizaki tragó saliva.

 

—Bien… lo siento, estoy nervioso… yo… ahora que lo pienso… —abrió su cajón y sacó un matamoscas de madera, Atsushi lo miró y asintió— no creas que, porque yo lo tengo, iré yo.

 

Atsushi dejó caer los hombros y asintió.

 

—Sólo hay una manera civilizada de arreglar esto.

 

—Si… —murmuro Tanizaki hincándose en la silla viendo al albino a los ojos.

 

Ambos alzaron sus manos y golpearon sus puños en sus palmas abiertas, aún a la distancia.

 

—¡Piedra, papel o tijera! —dijeron al mismo tiempo.

 

Hubo diferentes elecciones en sus movimientos.

 

—Lo siento —murmuró el menor y el otro tragó saliva negando con la cabeza.

 

Tanizaki le lanzó el objeto que Atsushi atrapó en el aire y volteó a ver a su pequeña alborotadora.

 

Y ya no estaba.

 

—Qué…

 

—¡Ah! ¡Atsushi abajo!

 

Atsushi bajó la mirada, viendo que, con las alas revoloteándole se acercaba velozmente subiendo por el lateral de SU escritorio.

 

Gritó, y saltó, dando una vuelta para no lastimarse al final, cayendo rodando por el piso, se levantó tensó con el matamoscas en la mano.

 

Alzó el brazo y dio un golpe contundente, cuándo esta estaba en la esquina superior de su escritorio.

 

Cayó al suelo con un liguero “plick” y ambos respiraron aliviados.

 

Atsushi se alisó la ropa, aún con el matamoscas en la mano, suspiro ligueramente.

 

—Esto no paso… apareció, la matamos y punto ¿trato?

 

Tanizaki bajo de la silla, asintiendo.

 

—Trato… aunque era sólo una simple cucaracha.

 

—¡Tú no quisiste matarla! —musitó el albino alterado.

 

—¡Era sólo una cucaracha! ¡Podías hacerlo tú!

 

—¡No tenías que gritar cómo un bebé si sólo era una cucaracha!

 

—¿¡Y tú no gritaste cómo bebé!?

 

—¿En algún momento lo negué? No verdad… zanjemos aquí el asunto, no tiene caso discutir.

 

Tanizaki asintió con firmeza… nadie podía enterarse de eso por su integridad… de ambos.

 

Se miraron y se destensaron… quizá debían disculparse por gritarse…

 

La mirada de Tanizaki paso de pronto, de la tranquilidad, al horror.

 

Atsushi apenas estaba entendiendo el cambio, cuándo sintió algo.

 

Un cosquilleo en su cuello.

 

Todo su cuerpo se erizo, en el más puro horror.

 

Pegó un golpe, sintiendo algo en su mano, que trepo rápidamente por su muñeca.

 

—¡AH! ¡NO! ¡TANIZAKI! ¡AYÚDAME! ¡QUÍTALA!

 

—¡ATSUSHI! ¡NO! ¡DIOS! ¡QUE ASCO!

 

Gritaron, de alguna manera mientras “intentaba” quitársela, Tanizaki le dio una cachetada al albino que no tuvo ni tiempo de reaccionar.

 

—¡Dale con algo!

 

—¡Qué crees que intento!

 

—¡Se me va a meter a la boca! ¡Quítamela ya!

 

—¡PUES CIERRA LA BOCA NO SEAS IDIOTA!

 

—¡TANIZAKI AHORA ESTA SOBRE DE TI!

 

—¡NO JODAS!

 

Gritaron en un lio de manos, sacudidas y… patitas.

 

De alguna manera tiraron una silla y papeles, en un lío poco comprensible, tirando bolígrafos, lápices y el celular del albino también.

 

Pronto la cucaracha salió volando (por un golpe), cayendo con evidente aturdimiento al otro lado de la oficina… se seguía moviendo… su patita convulsionaba cómo si estuviera en un ataque errático de energía.

 

Así que hicieron lo más lógico…

 

Ambos siguieron gritando, Atsushi corrió por el gato que apenas pudo reaccionar cuándo lo levantaron bruscamente, los tres salieron corriendo, el gato sin entender muy bien la situación.

 

Cerraron la puerta de un portazo.

 

 

 

 

Dazai, Kunikida y Ranpo venían de regreso de una misión, Fukuzawa los había encontrado en la entrada, Kunikida iba regañando cómo siempre al castaño, que se dedicaba a molestarlo, todos habían tomado el ascensor pues Ranpo no tenía ganas de subir las escaleras, apenas bajar, del pasillo les llegaron sonidos de cosas que casi parecían romperse, y vieron a dos de sus agentes de menor edad salir despavoridos.

 

Ambos, pálidos, sudorosos, casi creerían que era algún tipo de ataque, pero no tenían ni una herida, ni desperfecto o rotura en su ropa (aunque si estaba mal acomodada) y Atsushi llevaba en los brazos a Mii-chan colgando, pues sólo sujetaba los costados de sus patitas delanteras y lo demás colgaba flácidamente, con una mirada casi de asustado.

 

Empeoró cuándo Atsushi empezó a saltar y el desdichado gato seguía sus movimientos sin poderse zafar.

 

—Tanizaki, la tengo encima, quítamela, quítamela, por Dios, no…

 

—Atsushi, respira —musitó el otro tomándolo de los hombros haciendo que se quedara quieto, lo reviso y negó— todo bien, quedó dentro.

 

Atsushi asintió con pánico en su garganta.

 

—Bien… bien…

 

Tanizaki veía la parte inferior de la puerta.

 

—Creo… que cabe por abajo, hay que ir a…

 

Ambos vieron a los mayores, y sus rostros se sonrojaron a la par… sólo que en el albino era mucho peor… mala consecuencia del albinismo, se ponía cómo un verdadero tomate ante cualquier cosa que lo avergonzara.

 

Y sin embargo aún sentían el sudor frío de sentir las patitas en sus cuerpos.

 

Ranpo llevó sus dedos al puente de su nariz y negó con la cabeza, con evidente desaprobación.

 

—¿Qué demonios paso? —preguntó Kunikida, dando por hecho que era algo realmente peligroso.

 

Ambos bajaron la mirada, Tanizaki jugando con las mangas de su sudadera amarrada a su cadera y Atsushi cargando bien al gato que lo miro agradecido, mientras el albino le acariciaba la cabeza suavemente.

 

—Yo… nosotros… —Atsushi cerró los ojos… y miró a Tanizaki, ambos sabiendo que tendrían que romper su pacto que no tenía ni tres minutos de hecho.

 

—Escuchamos… un ruido raro —suspiro Tanizaki dispuesto a explicar.

 

 

 

 

Ni diez minutos después ya estaba todo recogido (Kunikida los puso a limpiar su desorden, aunque por suerte, no habían roto nada más que una pluma normal que no afectaba a nadie), habiendo limpiado también tinta derramada y los papeles tirados.

 

Su amiga estaba en el bote de basura, muerta bajo la suela de Kunikida que la mató en menos de un minuto… y por supuesto que los sermoneaba, mientras limpiaban la mancha negra de tinta en el suelo.

 

—A ver, chicos, explíquenme cómo demonios los acaba de derrotar una maldita cucaracha ¿Son conscientes de quienes son ustedes? ¿Qué hubieran hecho si hubiera sido un enemigo? De carne y hueso.

 

Ambos menores se quedaron en silencio, porque sabían la respuesta, darían sus vidas, pelearían a muerte, se defenderían, lucharían con garras y dientes (literal y metafóricamente)… matarían si fuera necesario, y contra una pequeña e insignificante cucaracha…

 

Sonaba tonto.

 

Kunikida suspiró, por supuesto que no necesitaba una respuesta a su pregunta, sabía de qué eran capaces esos chicos.

 

—Exacto ¡Son dos capaces usuarios de habilidades! uno con una experiencia de ya dos años, Tanizaki por el amor de Dios, bombas, terroristas y peligros terribles, y tu mocoso, te han intentado traficar, por tu poder, tú potencial, tu fuerza, has enfrentado peleas imposibles y salido victorioso, con, al principio, nula experiencia, con una historia de vida que te hace fuerte y capaz ¡Y ESTO ERA SÓLO UNA CUCARACHA!

 

—Lo sentimos —murmuraron ambos… dicho así se sentían ridículos.

 

No notaron a Ranpo aún en la entrada de la oficina o a Fukuzawa que acariciaba al gato con casi que una reverencia, le perturbaba mucho cómo sus empleados trataban a ESE gato, pero… no podía decir nada, así que interpreto sus ronroneos cómo que todo estaba bien, mientras escuchaba a Kunikida con sus regaños y a los menores murmurando disculpas.

 

Dazai tomó un retazo de papel y lo paso muy suavemente por la nuca del albino causándole escalofríos.

 

—Ayyyy At~su~shi~kun una cucaracha —murmuró alargando mucho la última a y el albino lo miró con los ojos dorados cómo a punto de abalanzársele.

 

Fukuzawa iba a intervenir por los menores cuándo cerró los ojos ante el grito de Kunikida.

 

—¡Y TÚ TAMPOCO LOS ESTES MOLESTANDO MALDITO BASTARDO! ¡EL ÚNICO QUE TOMA EL PAPEL RESPONSABLE ENTRE LOS DOS SOY YO! ¡ASÍ QUE ALÉJATE DE MIS MÉTODOS DE ENSEÑANZA, DEJA ESE MALDITO PAPEL Y SIÉNTATE A TRABAJAR QUE ESTO NO TE INCUMBE!

 

—¡Pero Kunikida-kun! ¡Es MI subordinado y mi kōhai! ¡Tengo que poder darles mis valiosas intervenciones! —murmuró ahora con otro papel pasándolo por las nucas de ambos menores que le arrebataron al mismo tiempo estos con miradas furiosas.

 

—Dazai —Musitó Fukuzawa, Dazai se irguió quedándose de pie con una mirada llena de respeto— deja a los chicos en paz.

 

—Si señor —musitó con un saludo digno del ejercito hacia sus comandantes y Fukuzawa suspiró.

 

—Y tú no seas tan duro con ellos Kunikida —murmuró Fukuzawa— cómo bien dices enfrentan peligros monumentales… pero hasta Aquiles tenía una debilidad... y veo muy coherente que no nos agraden… ciertos elementos, aun así, no daña su rendimiento diario, y nos demuestra lo humanos que somos… y que ciertamente no somos inmunes a absolutamente todo… no es motivo para un exceso de reprimendas, ni para burlas de ningún tipo.

 

Kunikida hizo una leve reverencia asintiendo.

 

—Por supuesto, Presidente.

 

Atsushi y Tanizaki suspiraron, sintiéndose menos culpables.

 

Fukuzawa volteó a ver a Ranpo en la entrada, extrañado de que no entrara, hasta que siguió su línea de visión… a la habitación de dónde dijeron que había salido la primera cucaracha.

 

Notó que había un problema.

 

Ambos menores parecieron notar al mismo tiempo tres manchas café-rojizas en una esquina del pasillo.

 

Todos lo notaron tras un momento…

 

El silencio inundo la sala.

 

Dazai se removió evidentemente incómodo… una cosa era la broma…. Y otra era lidiar con eso él… y… si… tenía historial, pero no exactamente de fumigador… y no le fascinaba….

 

Chifló por lo bajo suspirando.

 

—¿Alguien quiere un café? —cuestionó cómo quien no quiere la cosa.

 

—YO —prácticamente gritaron los menores levantándose corriendo, Fukuzawa vio con cierto pesar, cómo Mii-chan volvía a ser levantado del suelo con rudeza, por el albino, agradecía que no lo olvidara cómo si nada… pero…

 

Bueno…

 

Salieron de la oficina, después de que Fukuzawa tomará los celulares de los menores, Kunikida cerró la puerta acomodándose las gafas, en un silencio total…

 

Sobra decir que nadie dijo nada del pavor de los menores y ni una burla salió de los labios de nadie.

 

Apenas enterarse Kyoka dio unas suaves palmaditas en el hombro del albino.

 

Obviamente llamaron a un fumigador, resultó que a una persona se le ocurrió dejar en el tercer piso una serie de productos alimenticios que caducaron y se pudrieron, atrayendo a varios animales… tuvieron mucha suerte de que no llegara a la cafetería, aunque era cuestión de tiempo.

 

El olor que nadie más percibía y que perturbaba al albino resultaron ser sus… deshechos e incluso un poco de los alimentos echados a perder del piso inferior, y se prometió silenciosamente a sí mismo que así quedara cómo loco jamás volvería a no decir algo así…

 

Tuvieron que trabajar desde casa un par de días, ya que era toxico para ellos estar en ese ambiente (Dazai hizo muchas bromas sobre si era reflejo del ambiente laboral, hasta que Kunikida le metió una servilleta hecha bola hasta la garganta y el castaño dijo después de que Yosano lo ayudara a no morir asfixiado que Kunikida le había dado la razón) pero al final se resolvió.

 

Mii-chan había predicho una crisis más que se hubiera extendido y sido más grave de no haberla atendido…

 

Y se quedaron con al menos dos cajas de los archivos más antiguos mordisqueados por el paso de sus pequeñas invasoras… en papeles que tendrían que revisar uno por uno…

 

Pero eso sería una historia para otra ocasión…

 

Mientras tanto, esta se volvió, una de las tantas anécdotas en el repertorio…

 

De sus extrañas historias diarias.

Notes:

Holaaaa ¡Aquí esta de nuevo la comedia! Para quienes leyeron la versión pasada ¿cómo ven está versión?

Capítulos largos o cortos dependiendo de el tema jskajsajaja... y no se cada cuanto tiempo.

Esto... es más anécdota... basado en la muy maldita cucaracha que se había escondido cuándo escribí por primera vez esto y no la podía encontrar ajskajskajska (Se me subió al pie después).

 

No sé por que pero estoy 100% segura de que Fukuzawa sería del tipo de persona que se le daría un sermón medio filosofico para calmar a sus criaturas (todos sus empleados jsjs)

¡Aquí nadie esta muerto, Mori no es pedofilo (estoy bastante segura de hecho de que en el canon no lo es, pero eniwais), habrá decadencia de los angeles quizá, la apuesta entre Atsu y Aku esta vigente, dío lugar un mes antes de este cap, si va a haber capitulos menos alegres pero todo ronda alrededor de lo cómico y lo soft así que dont worry jsjsjs.

¡Lamento tardar tanto en actualizar! algunos saben que me fregue mi manita, por que me queme y me corte :( pero en fin ya duele menos UwU, pero si entre eso y mi trabajo nomas no podía actualizar, ustedes diculparan... y ahora si...

¡Gracias por leer!

¡Arigato! ¡Sayonara!