Chapter 1: CAPÍTULO 1 CAÍDO DEL CIELO
Chapter Text
CAPÍTULO 1 CAÍDO DEL CIELO
- Quiero un heredero
Esas fueron las tajantes palabras del monarca del Reino Oscuro, una criatura vil y mezquina que siempre actuaba a favor de su propio interés.
- Ya lo sé, su malignidad, estoy seguro que la próxima vez que captura a la princesa Pe...
- ¡¡¡Estoy harto de eso!!! – rugió soltando humo de su nariz y ascuas de su boca.
Justo había vuelto al castillo después de otro intento fracasado por obtener a la princesa Peach y hacer que se enamorara de él; ya lo había intentado miles de veces y todas ellas habían fracasado y, las pocas veces que casi lo consigue, la princesa siempre aseguraba que jamás se enamoraría de alguien como él.
- N-no se preocupe, señor – siguió hablando Kamek, si viejo y leal consejero – Si ya no le interesa la Princesa Peach, podemos ir a por la princesa Daisy.
- ¡¡¡HE DICHO QUE NO QUIERO!!! ¡¡¡NO NECESITO A NADIE PARA TENER EN HEREDERO!!! – bramó, harto de aquella conversación que ya había tenido con su consejero.
- D-de he-hecho sí, y lo-lo sabe, su bajeza – le tembló la voz al anciano al ver que los ojos de su señor brillaban como el magma, eso no auguraba nada bueno.
Bowser soltó otro gruñido lleno de rabia por la verdad de Kamek, era cierto, no podía tener un heredero así como así, primero debía enamorarse de alguien y esperar que la cigüeña viera que el amor que se procesaban los dos era tan grande como para que lo bendijera con un hijo, pero eso era imposible. Bowser ya lo sabía, sabía que nadie sería capaz de enamorarse de él, sabía lo complicado que era su carácter y lo cabezota que era, nunca se rendía, pero esta vez pensaba que era mejor dejar de lado la idea de capturar a la princesa Peach, de todas formas, nunca le gustó, bueno... era guapa y tenía encanto, pero era una mujer demasiado tozuda y de fuertes convicciones, eso al fin y al cabo habría acabado mal y seguro que la cigüeña no les otorgaría ningún regalo. La boda habría acabado en divorcio en menos de un día si hubiera cumplido con su objetivo de hace años.
Pero a Bowser le parecía absurdo, ¿de verdad necesitaba a otra persona para tener un heredero? Él ya se amaba a sí mismo demasiado (y eso era evidente dado su ego) ¿eso no era suficiente para que la cigüeña le otorgara un hijo? ¡Eso era estúpido! Así que ahora cambiaría de planes, no iba a depender de ninguna princesa para ello.
- Para tener un heredero debe primero...
- Ya conozco esa historia – sonrió maliciosamente y agarró bruscamente a su consejero que se quedó inmóvil por la acción de su amo – Pero también sé que el reino de las cigüeñas se basa en magia, ¿no es así? – soltó humo entre sus colmillos – Es una pena que solo ellas tengan magia, ¿no crees, Kamek? Si alguien tuviera la habilidad como para usar magia, seguro que me podría proporcionar lo que deseo – arrastró la voz de manera amenazante.
- P-pero, señor, aunque yo tenga tales habilidades no tengo ni el poder ni el conocimiento necesario como para...
El Koopa escupió una bola de fuego muy cerca de su sombrero de brujo de tal manera que quemó la punta.
- ¡D-déjelo en mis manos!
- Tienes un día – lo soltó bruscamente y se dio media vuelta hacia sus aposentos.
- ¡¡¿¿U-un día??!! – escuchó su grito desde el pasillo.
Cuando se vio solo soltó un suspiro y se permitió cojear hasta la cama. La pata le estaba matando, después de que su mayor enemigo le lanzara una bala de hielo durante la batalla. Se frotó la herida para intentar conseguir algo de calor, lo malo de ser un reptil es que no soportaba el frío y, a pesar de que vivía prácticamente en un volcán, le costaba retomar el calor por esa clase de heridas.
Estúpido humano, siempre lo trataba como el villano cuando lo que hacía era por el bien de su reino. ¿De verdad necesitaba un heredero? No, ya había criado a los koopalings, unos koopas bastante fuertes e inteligentes que había cuidado cuando eran más pequeños, pero esa era otra historia aparte. Cada uno era más capaz que el otro para tomar el reino.
El problema con ellos es que Kamek se había encargado personalmente de inculcarles que solo eran unos siervos más, que solo recibían trato especial porque eran unos niños y porque el rey era benevolente y bueno, pero que en cuanto crecieran ocuparían un lugar como simples esbirros y así había sido, en cuanto crecieron y empezaron a ser más independientes actuaban más como un soldado koopa que como hijos, además, sus súbditos eran idiotas y sabía que, si le daba el poder a alguno de ellos, nadie aceptaría a alguien que no tuviera sangre real y acabaría en una guerra civil o algo mucho peor. Para evitar todo eso sabía que debía tener un heredero que ocupara el trono cuando él se fuera, alguien de su sangre.
Siempre le parecieron absurdas las tradiciones y las viejas normas, pero había muchos en su reino que no opinaban lo mismo, así que debía hacerse con un heredero sí o sí. No había opciones para ello y se encargaría de conseguirlo costase lo que costase.
---------------------------------------------------------
No sabía el tiempo que había pasado desde que su rey le había ordenado la hazaña imposible de crear vida. Tuvo que mirar por toda la biblioteca del reino y consultar con otros magikoopa para llegar a una conclusión y es que crear vida sin ser una cigüeña era casi imposible, y digo casi, porque había descubierto una pequeña posibilidad que, al menos, alargaría un poco más el plazo de su ejecución y contentaría a su rey... o eso esperaba.
Con unas grandes ojeras y anotando lo que pensaba que era el mejor hechizo que había creado en su vida, el consejero salió corriendo subido en su escoba con el pergamino en mano.
- ¡¡Mi señor!! ¡¡Su excelentísima calamidad!! – exclamó entrando por la puerta de la sala del comedor donde solía comer solo.
- ¿A qué viene tanto ruido, Kamek? – gruñó el rey molesto por tanto ruido por la mañana durante su desayuno.
- L-lo he encontrado – exhaló cansado por la carrera – Ya sé cómo tener un heredero.
Bowser se sorprendió por aquella noticia, no se esperaba que al final encontrara la solución tan pronto, creía que antes tendría que quemarle un brazo o algo para presionarlo. Se notaba que por esas cosas Kamek era su leal siervo. Antes de que pudiera exigir más información el anciano habló.
- E-en el reino de los cielos se cree que es donde viven las cigüeñas y de donde reside su poder. Si hallamos el origen de la magia podría extraer parte de ella y sería posible que...
- No se hable más, te otorgaré mi barco y a los mejores soldados.
- Pero, señor, aunque...
Soltó un gritito cuando el monarca clavó el enorme tenedor sobre la mesa y vio esos ojos que parecían dos volcanes en erupción.
- ¿Pero? – soltó algo de humo de entre sus fauces - ¿Has dicho pero?
Kamek intentó ser prudente, sabía que era mejor para su integridad no decir nada, pero prefería ser sincero en vez de ilusionar tontamente al gran koopa por experiencia propia. No por nada ya lo conocía desde niño y sabía lo volátil que era su humor.
- Señor, a pesar de que esto salga bien y obtengamos un huevo, puede que no salga de ahí nada... ya sabe que sin amor ese huevo no...
- ¡¡Eso es una tontería!! ¡¡¡Yo crecí sin tener padres y aquí estoy!!!
- No exactamente, señor, ya sabe que sus padres murieron al poco de eclosionar usted, sin ellos no habría sido posible que...
- ¡¡Silencio!! – pegó un manotazo a los cubiertos de la mesa - ¡¿Acaso insinúas que no querré a mi cría?! No me será necesario otra persona, no le faltará amor si eso es lo que te preocupa.
- N-no he insinuado eso, pero...
- ¿Puedes hacerlo o no? – fue claro ya que se estaba hartando de esta conversación
- S-sí, pero...
- Ya no se hable más – zanjó – Da la orden; el barco despegará en breve.
Desde aquella conversación pasó un mes, un mes lleno de peligros en un viaje que parecía que no tenía fin pues no había ningún mapa que indicara donde estaban las cigüeñas y toda la información que tenía Kamek consistía en mitos y leyendas de viejos libros que encontró en la biblioteca. Tuvieron que pasar por las frondosas nubes y eso no era lo peor, había que buscar "tierra firme", es decir, una nube lo suficientemente consistente como para pisarla y más de un soldado casi cae al vacío pensando que al fin habían llegado a "tierra", luego estaban las extrañas criaturas que custodiaban el lugar y los casi imposibles laberintos de los que tuvieron que hacer frente, pero al fin lo consiguieron.
Al fin llegaron al lugar donde se encontraban las cigüeñas y de donde surgía la vida. Nada más llegar, Kamek sintió su magia por todos sus poros, era intensa y muy poderosa, pero, a pesar de todo ese poder, no era el suficiente como para hacer lo que le ordenaba su señor por lo que tuvo que entrar en el gran edificio donde se originaba todo, y con una suerte que ni él ni la guardia que lo protegía se creía, lograron entrar a escondidas.
El anciano mago se quedó sin palabras, ahí la magia era mucho más intensa. Sus ojos se posaron en una espiral de colores donde parecía proceder toda la magia, se remangó y sonrió malicioso.
Al fin complacería el capricho de su amo y tendría un futuro heredero para el reino.
-.-.-.-.-.-.-.-.--.--..-
Finalmente, consiguió lo que tanto le había costado, no de la manera que quería, pero no importaba el método en esos casos, si no los resultados y al fin tenía en sus manos un huevo de koopa dragón.
Pero no todo lo bueno podía durar pues, en cuanto lo obtuvo, saltaron las alarmas y todos huyeron con su próximo rey seguidos por varias cigüeñas que los perseguían. Kamek y varios soldados pelearon cuanto pudieron y lograron llegar hasta el barco donde zarparon entre las nubes lo más rápido que pudo.
Pero parecía que el destino no estaba de su parte pues, las blancas y esponjosas nubes poco a poco se ennegrecieron y empezaron a formarse chispas que se transformaron en rayos. Las nubes se movieron inquietas impidiendo el vuelo estable del barco.
El capitán hacía todo lo posible por mantenerse a flote a la par que despistar a las cigüeñas que no habían cedido en su empeño.
El barco giró y bordeó las nubes que casi le imposibilitaban la vista. Volvió a girar con fuerza el timón en un intento por evitar un rayo que pronto les caería. Era imposible oír las órdenes del capitán y el consejero entre los gritos de los soldados y los truenos. El capitán intentó mantenerse atento y mirar por dónde pasaba, pero ya era demasiado tarde, casi chocó contra una montaña por lo que giró de nuevo bruscamente la nave logrando así que todos cayeran por un lado.
El soldado que custodiaba al huevo tampoco pudo evitarlo y también estaba cayendo por lo que se agarró por instinto se agarró al mástil y soltó al futuro heredero. Kamek vio esto como a cámara lenta, alzó su bastón mágico para atraparlo pero se dio un golpe con un koopa que estaba replegado en forma de caparazón y le dio un golpe en la cabeza.
- ¡¡El huevo real!! – gritó el anciano antes de caer inconsciente.
Por otro lado, en un sitio mucho más soleado y colorido gracias a las flores y toda la naturaleza que albergaba el lugar, se encontraba el Reino Champiñón, un lugar gobernado por la princesa Peach y donde habitaban los mayores héroes de ese mundo.
Uno de ellos era Mario, un antiguo fontanero de otro mundo, bajito y rechoncho que vestía con un peto azul, camisa roja y gorro del mismo color con la inicial de su nombre y un bigote que destacaba en su rostro. Por otro lado, estaba su hermano pequeño por solo unos minutos, Luigi que era más alto y delgado que su hermano y prácticamente vestía igual, salvo que en vez de rojo iba de verde y en su gorra estaba su inicial.
- ¡Wueege! – llamó el héroe de rojo a su hermano que estaba en el jardín encargándose de sus flores – Voy a visitar a la princesa un rato – sonrió el italiano con una sonrisa de enamorado y no era de extrañar dada la relación que tenía recientemente con la princesa.
- Oky dokie, pero antes de eso... - se quitó los guantes de jardinería y miró a su hermano con desconfianza y reproche - ¿Has recogido ya los platos?
El mayor se llevó una mano a la nuca y sonrió nervioso por haber sido atrapado.
- ¡Lo sabía!
- ¿No puedes hacerlo tú esta vez?
Luigi se iba a quejar, siempre le hacía lo mismo, adoraba a su hermano, pero siempre había sido un desastre con la limpieza y el orden. Lo miró a los ojos azules, como los suyos, para intentar decirle que no estaba conforme y cuando lo hizo, las palabras se le agolparon en la garganta, su amabilidad y falta de valentía le impedían decirle a su hermano lo mucho que le molestaba que siempre hiciera lo que quisiera y él fuera quien acababa trabajando y cuidando de la casa. No, hoy sería el día, hoy le dirá a Mario que quería tener su rato para su jardín y no podía limpiar lo que le tocaba.
Con el ceño fruncido y ya pensadas las palabras que usaría, abrió la boca y levantó el dedo índice para reafirmar su postura hasta que escuchó una especie de silbido cerca de ellos, y como, poco a poco, ese sonido se iba acercando.
Los dos hermanos se miraron confundidos y alzaron la cabeza para mirar el cielo y vieron el origen de aquello que los perturbó caer.
¿Una pelota? No, eso era... ¿Un huevo? ¿Qué hacía un huevo cayendo del cielo?
Luigi se quedó congelado en el sitio. Estaba a nada de estamparse contra el suelo hasta que Mario reaccionó lo suficientemente rápido como para correr hasta la hamaca que colgaba de dos árboles frutales que tenían.
- ¡¡¡RÁPIDO, LUIGI!!! - le extendió un extremo a su hermano y lo usaron para resguardar el huevo del fatal impacto que iba a sufrir.
Como si estuviera grabado a cámara lenta, Luigi vio como el huevo rebotaba contra la tela y volaba bien alto de nuevo para caer contra el suelo así que, siendo esta vez el que actuó sin pensar, soltó el extremo de la hamaca, dio un alto salto hacia el objeto ovalado, lo tomó entre sus brazos y rodó hasta el suelo protegiendo el huevo con sumo cuidado.
- ¡Luigi! – corrió hasta él su hermano para comprobar que no tenía ninguna herida, por suerte solo se había ensuciado – Menos mal – suspiró - ¿Se puede saber de dónde ha salido eso? – miró al cielo queriendo buscar una respuesta - ¿Qué hace un huevo de yoshi cayendo del cielo? – se rascó la cabeza bajo su gorra
- No creo que sea un huevo de yoshi – se incorporó el de verde sin separarse del huevo inusualmente más grande y pesado de lo que había visto, además, por lo general los huevos de yoshi solían ser blancos y de lunares de un color claro, pero este era verde oscuro y de lunares rojos y amarillos.
- ¿Tú crees? – miró mejor el extraño huevo. De pronto, este se movió entre los brazos del humano logrando que diera un bote por la sorpresa – Será mejor que lo llevemos a la princesa; seguro que ella sabe algo.
Luigi solo asintió inseguro y preocupado por el contenido, así que dio el primer paso en dirección al castillo. Pero Mario se detuvo y frunció los labios mirando al suelo.
- ¿Has notado ese temblor?
-------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¡¡¡PANDA DE INÚTILES!!! – rugió el rey desde lo más profundo de su garganta sacando de su nariz humo y de sus dientes llamas por la furia que sentía - ¡¡¡¿¿¿CÓMO HABÉIS SIDO TAN INEPTOS COMO PARA PERDER UN HUEVO???!!! – gritó de nuevo dando pisotones por la rabia, incluso la cascada de lava que tenía detrás de él parecía tan inquieta como el rey pues, temblaba y soltaba más lava y ascuas de lo normal - ¡¡¡Y NO CUALQUIER HUEVO!!! ¡¡¡SI NO MI CRÍA Y VUESTRO FUTURO REY!!!
Los koopas encargados de la misión estaban arremolinados uno detrás de otro intentando protegerse de la furia descontrolada de su rey, incluso uno estaba llorando en silencio.
- Señor, esto tiene una explicación – se atrevió a hablar Kamek que en todo momento estuvo callado.
- ¡¡¡TÚ CALLA!!! Agradece que no te castigue como a los otros – dijo sin apartar la mirada de los soldados – Ni siquiera merecéis que os calcine con mi fuego.
- ¡¡Su majestad, piedad!! – clamó uno de ellos sabiendo que ya no tenía nada más que perder.
- ¿Piedad? – arrastró las palabras y agarró con sus zarpas al koopa - ¡¡¿TE ATREVES A PEDIRME PIEDAD?!! – lo zarandeó – Pues la tendréis – suavizó su voz de una forma bastante tétrica y macabra – Para que luego no digáis que soy un rey cruel, tenéis hasta el anochecer para buscar a mi primogénito, si no daré la orden de que os ejecuten – lo lanzó con el resto – Ahora... LARGAOS – bramó con un rugido que hizo temblar toda la sala y parte del castillo.
--------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Otro temblor? – murmuró de nuevo Mario ignorando por un momento el discurso del médico toad que estaba escoltando con un estetoscopio al huevo que estaba ahora en una incubadora bajo una luz roja para darle calor.
El toad ya anciano cerró los ojos, atento a cualquier ruido de vida murmurando algo que ninguno entendió mientras anotaba algo en su carpeta, le tomó la temperatura con un termómetro digital y volvió a anotar algo mientras decía algo como: "interesante"
- ¿Sabe ya algo, doctor? – preguntó la princesa tan desconcertada como los otros dos humanos.
El toad miró a los tres y luego leyó lo que había escrito ajustándose las gafas varias veces hasta que lanzó la carpeta a un lado y alzó los hombros.
- Definitivamente no sé lo que es – dijo con total seguridad, incluso diría que orgullo – Lo que sé seguro es que está débil. Me extraña que la cigüeña haya permitido sacarlo tan pronto de su reino y más aún que se le haya caído, nunca ha pasado eso, bueno... quizás una vez escuché algo sobre que se cayeron dos bebés, pero creo que eso es un mito – le restó importancia y siguió hablando – El caso, dudo que pueda mantenerse con vida, le hemos puesto calor, pero ni así parece reaccionar adecuadamente. Una pena – suspiró triste, era una cosa que odiaba de su profesión – Solo podemos rezar y esperar, pero yo no pondría muchas esperanzas.
Tanto la líder como los fontaneros sintieron pena por la noticia, en especial Luigi que colocó una mano sobre el huevo a modo de consolarlo logrando así que se moviera en cuanto notó su mano. El de verde sonrió esperanzado por esa leve señal de vida, mientras que el doctor se sorprendió igual que el resto, tomó de nuevo su estetoscopio y notó que el huevo parecía más activo que antes.
- Sorprendente – murmuró mirando al humano con desconfianza – Luigi, ¿seguro que ese huevo no era para ti?
- No – se adelantó su hermano – Ni siquiera Luigi está saliendo con alguien. ¿Cómo quieres que la cigüeña le dé un huevo?
- Lo sé, pero este huevo solo reacciona a Luigi – señaló al hombre que todavía tocaba al huevo sintiéndose tenso e intimidado por tantas miradas sobre él.
- Ya te he dicho que los humanos no salimos de huevos – se rio Mario por la idea tan absurda.
- Pues los únicos que salen de huevos son los pingüinos, los yoshis y los koopas. ¿Seguro que no estás relacionado con ninguno? – presionó el doctor.
- Y-yo... - empezó a hablar tímido el de verde
- ¿Acaso insinúas algo de mi hermano? – le defendió Mario sacando pecho y mostrando una mirada protectora.
El médico se recolocó las gafas nervioso e intimidado por el héroe así que decidió rectificarse puesto que también sentía la mirada de reproche de su princesa y, aunque ella no solía ser estricta, prefería no enfadarlos.
- No, yo solo decía... el caso – intentó volver a hablar como el profesional que era – Tampoco tenemos información sobre este espécimen. Al menos lo que tenemos registrado, no hay ningún huevo de este tamaño o color, puede que incluso sea de otro reino o mundo. Lo que podemos plantear es que a lo mejor se le ha caído a la cigüeña y luego vuelve a por él, sea lo que sea, nosotros lo mantendremos de la mejor manera posible hasta que eso suceda.
Mario y Peach asintieron no muy convencidos, Luigi miró al doctor y luego al huevo, de alguna manera estaba bastante preocupado por él dada su naturaleza amable y no se sentía seguro dejándolo solo, al fin y al cabo, era solo un bebé, seguro que se sentiría confundido y asustado en aquel lugar lleno de aparatos extraños, espera ¿los huevos eran conscientes de lo que pasaba a su alrededor?
- Pueden irse si quieren, las mantendremos informados si...
- ¿Puedo quedarme? – interrumpió Luigi callando al doctor que volvió a mostrarse escéptico por el héroe de verde.
- Um... bueno, no hay problema... supongo – alzó los hombros – Hasta nos vendría bien, ha habido un brote de gripe y estamos escasos de personal, así que nos serías de ayuda. Cuando escuches que empiece a pitar – señaló un monitor que estaba conectado a unos cables donde había unas ventosas adheridas al huevo – Nos llamas, ¿entendido?
Luigi asintió con una sonrisa tranquila ahora que sabía que al menos podría ayudar así que tomó un asiento mientras el doctor inclinaba la cabeza y se despedía de los humanos cordialmente.
Una vez se marchó, Mario miró a su hermano extrañado.
- ¿En serio te quieres quedar? Solo es un huevo, no creo que sea necesaria tu ayuda.
- No me importa, además, como ha dicho el doctor, le vendrá bien que esté atento – sonrió acomodándose en la silla dura y llena de bultos dado el uso y el tiempo, como todas las sillas de hospital.
- Ya, pero...
- Mientras Luigi está vigilando, podríamos investigar qué es lo que ha sucedido – propuso Peach con una amable sonrisa – A lo mejor así encontramos a sus padres
Mario se lo pensó por unos instantes. No quería dejar a su hermano solo ¿y si ese huevo era de una criatura peligrosa? ¿Y si eclosionaba mientras estaban fuera y atacaba a su pobre e indefenso hermanito? Lo miró por un momento, después dirigió su mirada al extraño huevo, estaba preocupado, pero también sabía que estaba exagerando, no creía que fuera realmente peligroso y, si fuera así, estaba seguro que su hermano sabría cómo defenderse, no por nada había tenido muchas aventuras en solitario y se había labrado algunos enemigos fuertes, aunque ahora que lo pensaba... ¿y si ese huevo era alguna trampa del Rey Boo?
Toda expresión de alivio que mostró hace unos instantes había desaparecido a una de horror al pensarlo, ¿y si era una trampa y en cuanto se fueran de ese huevo saldrían millones de espectros?
- ¿Mario? – le llamó una fina voz que lo despertó de sus pensamientos y miró a su adorada princesa - ¿Ocurre algo?
De nuevo volvió a negar para sí mismo con la cabeza, se estaba poniendo tan paranoico como Luigi, así que decidió dejar de pensar y sonrió
- Non, mia principessa – negó más calmado - Creo que tienes razón, podríamos investigar mientras Luigi lo cuida. Tan inteligente como siempre – la alabó con una sonrisa de enamorado, después miró al de verde – Si pasa algo llámame, ten el móvil cerca por si acaso.
- Ok, fratello, pero no creo que pase nada – alzó el pulgar y sonrió
- De acuerdo... pues... nos vamos... - dijo no muy convencido - ¿Seguro que no...
- Vamos, Mario – le dio un toque en el hombro la princesa – Ya es mayor, no le pasará nada – le sonrió sabiendo cuánto se preocupaba por su hermano mellizo, tanto como ella con su reino – Cuando antes sepamos qué ha pasado, antes resolveremos esto.
Al final Mario decidió asentir y marcharse antes de que se arrepintiera, no sin antes darle un abrazo a su hermano y de prometerle que estarían en contacto. Luego miró a Peach y fueron al castillo donde harían un plan para saber el origen del huevo.
Una vez se vio solo Luigi y de comprobar que no había nadie más, miró al huevo preocupado por lo que había dicho el doctor, curioso, puso la mano bajo el foco y la apartó por el calor que sintió, luego tocó al huevo y comprobó que, a diferencia de los focos, estaba frío, por lo que cogió del armario del cuarto un par de mantas y lo tapó con cuidado.
- No te preocupes, piccolino o piccolina, seguro que pronto encontramos tu hogar – habló intentando fingir seguridad, como si el huevo pudiera entenderlo. Después puso de nuevo una mano sobre el cascarón que reaccionó levemente ante su toque.
Continuará...
Chapter 2: CAPÍTULO 2 SECUESTRO
Chapter Text
CAPÍTULO 2 SECUESTRO
Finalmente, Mario y Peach decidieron ir a la raíz del problema y emprendieron un viaje en dirigible hasta el reino donde se encontraban las cigüeñas. Sabía que era una proeza casi imposible, pero no había un imposible para Mario, al fin y al cabo, había viajado por el espacio, luchado contra monstruos peligrosos y viajado a tierras lejanas; eso en comparación no sería nada.
Por otro lado, Luigi decidió quedarse junto al huevo, no había ni un día que no lo visitara, incluso había decidido quedarse algunas noches cuando el monitor indicaba que tenía los niveles bajos (si preguntabas de qué, Luigi no tenía ni idea, solo entendía que si las rayas estaban debajo es que no era nada bueno). A veces solo le daba compañía y se sentaba a su lado, otras veces, le contaba historias y cuentos que le gustaban cuando era niño o lo que le había ocurrido en el pasado, incluso en ocasiones tarareaba una nana de las que le solía cantar su madre o su querida nonna. Cuando veía que estaba mal le contaba lo maravilloso y divertido que era el exterior y que seguro que haría muchos amigos cuando saliera, justo como ahora que el monitor estaba de color amarillo, no era grave, pero sí indicaba que estaba de nuevo débil.
- ¿Y sabes? Ya han crecido las flores que te comenté, son muy bonitas y de muchos colores. Cuando salgas te prometo que te las enseñaré y al fin las verás con tus propios ojos. Hay rojas, azules, rosas, incluso algunas son verdes y es muy difícil que salgan – sonrió orgulloso por sus pequeñas - ¿Sabes? El verde es uno de mis colores favoritos, por eso muchas veces me llaman el Mario verde... aunque eso es por otras cosas... - prefirió dejar ese tema que a veces lo deprimía, ahora no tenía que mostrar todo su positivismo – Ojalá tengas hermanos, ¡es lo mejor del mundo! – exclamó - Es como tener un mejor amigo que te entiende y siempre está allí pase lo que pase y, si no los tienes, no pasa nada, seguro que los conseguirás ese mejor amigo que te digo – habló apoyando la mano sobre el huevo que estaba frío a pesar de que llevaba varias mantas y el calor de las luces le estaban irritando la piel sensible del humano – Pero para ello te tienes que poner mejor, ¿vale? ¡Ya verás cómo el mundo es precioso! – acarició la rugosa superficie notando que se movía levemente.
Luigi intentó seguir sonriendo para animar a la criatura, estaba cansado, pero algo le decía que no podía dejarlo solo y, por lo que le habían explicado los médicos. Los niños que salían de un cascarón necesitaban mucho más amor y cuidado para poder desarrollarse y eclosionar en comparación con un bebé mamífero, es por ello que era raro ver crías de pingüino o de koopas. Por lo que Luigi decidió darle todo el amor que pudiera para que el huevo se mantuviera vivo, aunque a veces pensaba que sería una batalla perdida cuando dejaba que por un momento hablara su cansancio y negativismo por él.
- Veo que sigue igual – distrajo de sus pensamientos el doctor que había podido visitarlos.
- Sí – suspiró cansando y con unas largas ojeras - Pero la enfermera que lo ha revisado dice que está creciendo, eso es bueno, ¿no?
- Correcto, eso es buena señal y seguro que no habría sido posible sin tu ayuda – le felicitó sabiendo todo el esfuerzo que estaba dando el humano.
Luigi sonrió feliz por aquellas palabras que necesitaba oír en ese momento, logrando así que todo su cansancio y derrotismo se disiparan por aquella cálida sonrisa que le dio el doctor. Miró al huevo orgulloso por su desarrollo y lo acarició con el pulgar logrando así que se moviera con más fuerza que en otras semanas, como si estuviera feliz por lo que sentía Luigi.
- ¿Por qué no sales fuera y tomas el aire? ¿Has comido algo?
- No hace falta, estoy bi... - se calló cuando un traicionero rugido lo delató logrando que se sonrojara – N-no tengo tanta hambre – intentó ocultar lo evidente ya que su estómago clamaba por un buen plato de pasta con albóndigas y una jugosa salsa de tomate, con su albahaca, su queso y... Luigi volvió a sonrojarse cuando de nuevo se dejó guiar por el estómago.
El médico se rio suavemente divertido por la situación.
- Tengo una hora libre, si tanto te preocupa puedo encargarme de vigilarlo.
El fontanero negó con la cabeza con energía.
- No, disfruta de tu descanso, yo me puedo quedar un poco más y...
- Insisto; órdenes del doctor – bromeó – También es bueno que descanses, se ha demostrado que los huevos sienten el estrés de sus... - iba a decir padres, pero prefería no volver a meterse en problemas así que se corrigió a pesar de que su experiencia le decía que ese huevo estaba demasiado unido a Luigi como para ser solo un desconocido – De sus cuidadores – sonrió – Tú tranquilo – lo empujó suavemente hasta la salida – De aquí no saldrá, lo prometo.
- Bueno... si es así... no me vendría mal comer algo, y ya casi es la hora de sacar a Ectochucho - miró el huevo dudoso, luego miró al doctor que le insistía para que se marchara así que suspiró, se acercó de nuevo hasta la incubadora y le dio una última caricia, como cuando le tocaba la cabeza a su perro antes de salir a casa – Ahora regreso, ¿de acuerdo, piccolino? Tardaré menos de una hora en volver, lo prometo – dijo con un cariño que sorprendió al doctor puesto que el huevo se volvió a zarandear levemente, cosa que solo hacía cuando sentía a Luigi.
------------------------------------------------------------------------------------
Mientras, a las afueras del Reino Champiñón, se encontraban cuatro tropas koopas con aspecto cansado y asustado, por cómo iban andando, parecía que llevaban días sin parar por sus rostros demacrados y sucios. Uno de ellos, que era quien lideraba el grupo, llevaba en sus manos una brújula con el sello de su reino, aunque era bastante inusual puesto que no señalaba el norte, ni siquiera tenía una flecha con la que apuntar.
Uno de ellos, que era el que parecía más cansado, sacó una cantimplora, sacó la lengua con deseos de beber algo, pero hacía horas que se había vaciado y ni veían ningún río como para repostar.
- ¡Ya estoy harto! – se quejó uno de los koopas de caparazón naranja.
- Ya ha pasado el plazo que nos dio, ¿por qué no simplemente desistimos y huimos? – le siguió uno de ellos que tenía el caparazón verde.
- De eso nada – habló el líder de caparazón azul – Seguro que, si cumplimos con nuestro objetivo, el rey nos perdona y podremos volver a casa – aseguró sin apartar la vista de la brújula.
- Pero es inútil, nunca lograremos encontrar nada. Kamek nos dijo que ese dichoso trasto nos guiaría hasta el joven amo, ¡pero ni siquiera marca un camino que seguir! – se quejó el que estaba sediento.
- Dudo que sea mágico – murmuró el del caparazón naranja.
- ¡El rey es tan gandul que seguro que nos ha abandonado a nuestra suerte para morir buscando algo que jamás vamos a...
- ¡Callad! – ordenó el líder acercándose más la aguja para comprobar que no era ninguna alucinación pues, de la brújula, empezó a aparecer una fecha de luz de un brillo tenue.
- ¿Creéis que...?
El del caparazón azul empezó a girar sobre sí mismo para comprobar lo que sospechaba y es que, cuando señalaba uno de los caminos se podía ver la flecha con claridad, mientras que en el resto de los caminos esta volvía a desaparecer. ¿Kamek no les había mentido y realmente era una brújula mágica que reaccionaba al huevo real? ¿Sus plegarias habían sido escuchadas? Sin pensarlo más, corrieron donde les guiaba la flecha sin meditar si aquel camino sería su perdición o sin ni siquiera fijarse que iban directos hacia el reino enemigo.
Corrieron a zancadas, se tropezaron y se levantaron al instante ya que sus ojos solo se fijaban en la dirección que marcaba la brújula con la esperanza de encontrar a su príncipe y ser perdonados. Poco a poco, el bosque oscuro donde estaban iba tomando colores más llamativos y alegres y los árboles se estaban convirtiendo en champiñones de varios tamaños. Pero ya fue demasiado tarde cuando notaron en sus narices las afiladas lanzas de los guardias toad que custodiaban la entrada del reino.
Los koopas levantaron la mirada y vieron a sus enemigos con los ojos abiertos de par en par, en una situación normal no les asustaría esos guerreros tan débiles, pero teniendo en cuenta lo cansados que estaban y los días que llevaban sin comer dudaban que pudieran ganarlos así que levantaron las manos en señal de rendición, no sin antes el líder pulsar un botón en la brújula para indicarle a su rey dónde estaban ellos y el huevo.
En menos de media hora una gran sombra cubrió el Reino Champiñón, sus ciudadanos miraron al cielo y todos se espantaron al ver el gran barco flotar en el cielo y aquellas velas con la insignia de Bowser. Todo el mundo corría de un lado a otro espantados por la posible invasión mientras que las fuerzas del orden intentaban ayudar a los ciudadanos y a correr en dirección al castillo en el caso de un posible ataque. Aunque no estuviera la princesa a Mario lucharían sin descanso para proteger su hogar y su familia.
Luigi, que estaba paseando a su mascota, cuando vio aquel barco se quedó por un momento paralizado, normalmente su hermano sabría qué hacer en esos momentos, él solo se quedaba horrorizado y siempre acababa reaccionando tarde, pero cuando vio que el barco no iba directo hacia el castillo, si no hacia el hospital, un interruptor se encendió en su mente y dejó todo para ir corriendo junto a Ectochucho.
-----------------------------------------------------------------------------------
- ¡¡¡¿¿Dónde está??!!! – se escuchó la voz de Bowser por todo el hospital - ¡¡¡¿Dónde lo tenéis preso?!!! – rugió lanzando fuego de sus fauces apartando a los toads guerreros como si nada y destruyendo todo lo que se encontraba a su paso.
El doctor anciano se puso delante del rey con una mirada decidida e intentando no temblar ante su posible muerte.
- ¡¡¡DETENTE!!! ¡¡Esto es un hospital, aquí hay personas que no merecen tu ira!! ¡¡De todas las cosas horribles que podrías hacer esta...
- ¡¡¿Qué yo soy el malo?!! ¡Pensaba que este reino estaba lleno de mojigatos, pero nunca pensé que haríais algo como esto!
- ¡Nosotros no hemos hecho nada! – gritó sin saber de qué se trataba
- Señor – habló Kamek indistinto de aquella violencia – Según mi centro, detecto algo por ahí – señaló una de las muchas habitaciones.
El médico se tensó al reconocerla e intentó impedirle el paso al rey que podría aplastarlo en cuanto quisiera, pero decidió encararlo furioso por esa osadía.
- ¡Lo que pretendes es una locura! ¡Está débil y... ¡¡Aaah!! – gritó cuando el gigante le agarró de la cabeza para encararlo.
- Pretendía hacer esto por las buenas, pero tú me has provocado – dijo con una mirada ardiente y llena de ira, inhaló todo el aire posible para expulsar una gran bocanada de fuego, pero antes de que eso ocurriera alguien saltó sobre su cabeza logrando que soltara al doctor que se fue a un sitio más seguro cuando vio a su salvador.
Bowser se giró para atacar a quien se había atrevido hacerle tal imprudencia.
- ¡Mario! ¡Eres un... - se calló cuando vio que el objetivo de sus reclamaciones no era para su mayor enemigo e incluso soltó una risita burlona cuando vio a Luigi delante de él en posición de ataque – Vaya, el verdecito, ¿cuál era tu nombre? ¿Mario verde? ¿Jugador 2? – preguntó con sorna.
- No sé qué pretendes hacer aquí, pero no permitiré que hagas nada – dijo con tanta seriedad y seguridad que Bowser dudó si realmente era el hermano temeroso de Mario. En sus ojos azules pudo ver una chispa y un fuego que no parecían normales de aquellos ojos que siempre transmitían miedo; eso hizo que Bowser sonriera de lado desafiante.
- Yo no pretendo nada, solo voy a tomar lo que es mío.
- ¡Su majestad, ya lo tenemos! – anunció Kamek subido en su escoba y alzando con la magia de su bastón el huevo.
Luigi palideció, de todas las posibles situaciones, estaba ocurriendo la peor y dudaba que pudiera hacer algo para evitarlo, pero no podía rendirse, se había prometido proteger a esa cría y lo haría, incluso si tenía que enfrentarse a Bowser o a un ejército de koopas. Como si algo o alguien le hubiera leído la mente, el bastón de Kamek salió disparado de su dueño y poco a poco empezó a corporizarse el autor de esa travesura, Ectochucho había atrapado la vara como si fuera un palo con los que solía jugar. Lo malo de aquello es que ahora que no emitía magia y el huevo dejó de flotar. Luigi corrió para atraparlo, pero la garra de Bowser fue más rápida y lo cogió como si nada.
Bowser tomó con las dos manos el huevo y comprobó que estuviera todo bien, cuando no vio ningún rasguño miró lleno de furia a Luigi
- Tú – exhaló humo de sus fauces – Casi matas a mi cría por hacerte el héroe – dijo con los ojos más rojos que nunca.
Luigi abrió los ojos de par en par por lo que acababa de escuchar, ¿había oído bien? ¿El huevo del que había estado cuidando todo este tiempo era de Bowser? Y él que pensaba que había aparecido para raptarlo o algo así. Antes de que pudiera hablar, Bowser agarró con una mano su torso para asegurarse de que su ráfaga de fuego llegara directo a él, pero antes de que ocurriera recibió el golpe de un bumerang en la cabeza que lo dejó por un instante noqueado.
Soltó a Luigi que cayó al suelo todavía consternado y cuando fijó la vista vio una silueta roja y azul delante de él para protegerlo.
- Mario... - murmuró lleno de odio Bowser cuando esta vez sí reconoció a su verdadero némesis.
Los toads que vieron a su aclamado héroe y a su princesa aparecer empezaron a murmurar y a soltar vítores de alegría sabiendo que ahora estaban a salvo. Menos mal que les había llegado el aviso desde el castillo y pudieron regresar gracias a un portal.
Aprovechando la confusión, Ectochucho volvió a aparecer y le arrebató de la zarpa el huevo entregándoselo a su amo que todavía estaba en el suelo analizando la situación, a lo único que reaccionó fue en abrazar el huevo para protegerlo.
- ¡Bowser! – se alzó la voz de Peach en medio de aquel caos – Te ordeno que detengas este ataque
- Tranquila, princesa – rugió molesto por esa mirada desafiante y llena de reproche - Lo dices como si yo fuera el malo de esta historia cuando está claro que vosotros habéis secuestrado a mi cría – acusó furioso.
- Nosotros no hemos secuestrado a nadie – alegó Mario - ¿No te da vergüenza acusarnos cuando tú siempre has sido el secuestrador?
- ¡Nunca ha secuestrado a niños! ¡Tengo principios! Y no pienso irme hasta que me devuelva a mi hijo – señaló el huevo que estaba en el regazo de Luigi.
- Ya estamos al tanto de eso, la gran cigüeña nos lo ha dicho. Sabemos que has usado magia para ello y tienes que devolverlo, ¡él no es tu hijo de verdad! – intervino Peach.
- ¿Que no? Solo he acelerado el proceso – miró a su consejero que parecía nervioso, como si estuviera ocultando algo - ¿No es así, Kamek?
- P-por supuesto, su malignidad, tiene su sangre – afirmó con la voz temblando y sudando algo que no apreció el monarca puesto que ahora miraba a la princesa – S-si alguien necesita una prueba tengo algo que lo demostrará – con un movimiento de su varita hizo aparecer en su mano una enorme gema de color negro opaco – Esta joya lleva años en nuestro reino y solo brilla ante la presencia de un koopa dragón, es decir, la familia real, mirad – acercó la joya a Bowser y la gema brilló de un intenso color rojo, en cuanto lo alejó esta se volvió negra, luego lo acercó con su magia al huevo.
En un principio la gema no brilló hasta que esta cambió su color poco a poco a un brillo azulado, como el de un zafiro. Kamek suspiró, como si no se esperara que fuera a funcionar y sonrió prepotente.
- ¿Veis? Ese huevo es del gran Bowser – aseguró sorprendiendo a los presentes, en especial Luigi que todavía no decía nada.
- Tiene mi sangre, por lo que es mío. ¿Qué pasa, Peach? ¿Ahora te has dado cuenta de que has pedido una gran oportunidad? ¿Estás impresionada por mi gran instinto paterno que ahora quieres casarte conmigo? – se burló chulesco.
- Lo primero: ella nunca sentiría eso, lo segundo: ¿gran instinto paternal? ¡Pero si lo perdiste el primer día! – le provocó Mario tocando justo en la llaga.
- ¡Como si tú supieras algo, enano! – se defendió – Kamek – miró a su consejero que había aprovechado la distracción para coger su vara – Cógelo y llevémoslo a casa – ordenó impaciente. Su siervo obedeció al instante e hizo que un aura rodeara el huevo para volver a cogerlo, pero el doctor habló de nuevo.
- Si lo separas de él seguro que morirá – alzó la voz llamando la atención del rey.
- Tienes un minuto para explicarte – ordenó harto de todo aquello.
- Ese huevo está muy débil, el único estímulo al que reacciona es a Luigi, si lo separas es muy probable que muera
Bowser soltó una fuerte carcajada, luego miró al humano que todavía estaba en el suelo y sostenía con fuerza al huevo para que no se lo arrebatara Kamek y volvió a reírse. ¿Qué tenía que ver ese patético humano con su cría? Lo que ella necesitaba era volver a su hogar con su verdadero padre y ya está. Era imposible que ese segundón tuviera alguna clase de poder sobre su heredero, pensó que era una estratagema para engañarlo.
*¿Se creen estas estúpidas criaturas inferiores que pueden engañarme?* pensó mientras soltaba humo por la nariz y sonreía burlón. Dio un paso hacia delante, dispuesto a arrebatárselo a Luigi de sus manos, pero Mario se lo impidió poniéndose delante, aburrido de todo esto, miró a su siervo que entendió su tácita orden así que movió el bastón para apartar con una mano enorme al de rojo, volvió a acercarse a Luigi que al fin estaba de pie agarrando al huevo convencido a pesar de que sus piernas temblaban.
- Lo podemos hacer por las buenas o por las malas, verdecito – advirtió extendiendo la mano – Devuélvemelo, AHORA.
- ¿E-es de verdad t-tuyo? – preguntó incrédulo.
- ¿Quieres más pruebas, guisante?
Luigi miró el huevo y luego al monarca. No podía creer que estuviera pasando esto, después de tanto buscar y resulta que estaba en el reino de al lado. ¿De verdad que ese "pequeño" huevo era del malvado Bowser? ¿Cómo alguien tan malvado podía tener un hijo? ¿Lo cuidaría de verdad bien? ¿Podría transmitirle el amor que necesitaba? Él había estado día y noche cuidándolo y, aunque no fuera suyo, se sentía muy unido a él, pero debía volver a su casa, se lo había prometido al bebé y parecía que Bowser no se rendiría.
- ¡Luigi, no se lo des! ¡Ese huevo debe volver a...
- Esto es ridículo – gruñó el rey y antes de que terminara de hablar Peach, Bowser agarró a Luigi junto al huevo y salió corriendo en su nave voladora junto a su consejero tan rápido que casi nadie pudo verlo.
- ¡Fratello! – gritó Mario detrás de la aeronave, pero ya era demasiado tarde.
--------------------------------------------------------------------------
Una vez dentro del barco flotante, Bowser salió de su nave y apartó a Luigi de un manotazo para tener a su cría al fin. Los soldados que iban dentro del barco atraparon a Luigi antes de que pudiera escapar, aunque eso no se dio cuenta el monarca puesto que salió antes de que lo hicieran y caminó decidido por el barco seguido de Kamek que iba unos pasos por detrás, como buen y leal siervo que era.
A pesar de que ya tenía entre su garra a su heredero, todo el mundo podía notar que el rey no se encontraba de humor así que decidieron dejar de lado los vítores de victoria para no enfurecer a su rey. Incluido Kamek que estaba sudando por el estrés que sentía, cuando su rey se ponía así, podía esperar cualquier cosa.
- Kamek – llamó con una voz que asustó al consejero ya que no auguraba nada bueno - ¿Por qué la gema se ha vuelto azul con el huevo? Se supone que el color de la familia real es rojo – preguntó sin apartar la mirada del cascarón que le parecía bastante frío para ser un huevo de koopa dragón.
Kamek se tensó por aquella pregunta y habló apresurado antes de que a su rey enfureciera por su silencio.
- E-eso es porque todavía es un niño, también se puso así cuando usted era una cría – explicó nervioso – S-se pondrá rojo en cuanto tome el puesto de rey.
Bowser miró de reojo a su siervo, había algo que no le olía a chamusquina, pero decidió pasarlo por alto y pensar que decía la verdad.
- Voy a mis aposentos, da la orden de que no me molesten.
- Señor, ¿y el humano?
El rey se lo pensó un momento, una opción era tirarlo por la escotilla y que muriera, pero se lo pensó, nunca le había gustado mancharse las manos, además, sentía que le debía algo por haber protegido a su cría con tanta determinación y por haberla cuidado, así que decidió dejarlo vivir... por el momento.
- Enciérralo y déjalo en las mazmorras cuando lleguemos al castillo. Que sepan esos idiotas del Reino Champiñón lo molesto que es que rapten a uno de los tuyos – habló dejando a Kamek con ganas de responder mordazmente ante ese comentario, pero prefería vivir.
Una vez dentro de su camarote privado, Bowser dejó a su huevo en la cama y lo inspeccionó, sin duda parecía un huevo real, pero algo le decía que no estaba del todo bien. Tocó de nuevo el huevo y apartó la mano, estaba demasiado frío. Puede que para un humano normal estuviera a una temperatura normal, pero para un koopa como él estaba helado. Acercó el oído y por lo que parecía podía sentir movimiento dentro.
- Puede que estés así de frío por culpa de esos seres inferiores – murmuró – En cuanto lleguemos a casa te daré un baño de lava, ya verás que bien sienta – dijo tumbándose en su cama que parecía como cinco camas unidas de lo grande que era.
Se enrolló y abrigó al huevo con su calor sin poder evitar un escalofrío por el frío que sintió, pero no se apartaría, ahora debía de cuidarlo pasara lo que pasara y le proporcionaría el calor apropiado y el amor necesario para tener a su hijo.
- No te preocupes, papá ya está aquí, desde ahora yo cuidaré de ti – juró - Buenas noches, mi príncipe.
Mientras, en la bodega del barco, Luigi fue arrastrado hasta una vieja y sucia jaula donde lo dejaron allí a su suerte. Por lo general estaría asustado por lo que le pasaría, pero en esa situación estaba pensando en lo que quería decirle Peach, ¿devolverlo? ¿Devolver el qué? ¿El huevo? ¿No se suponía que era de Bowser? ¿De qué se habían enterado durante su viaje?
Continuará...
Nessie00 on Chapter 1 Sun 06 Jul 2025 06:52PM UTC
Comment Actions
darkkuro on Chapter 1 Mon 07 Jul 2025 11:20AM UTC
Comment Actions
iliveforbeetlejuice on Chapter 1 Fri 11 Jul 2025 05:38PM UTC
Comment Actions
iliveforbeetlejuice on Chapter 2 Fri 11 Jul 2025 05:55PM UTC
Comment Actions
darkkuro on Chapter 2 Sun 13 Jul 2025 02:53PM UTC
Comment Actions
Feeniroir on Chapter 2 Sat 12 Jul 2025 04:28AM UTC
Comment Actions
darkkuro on Chapter 2 Sun 13 Jul 2025 02:52PM UTC
Comment Actions