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Nido incompleto

Summary:

Conrad entro en celo y no podía evitar sentirse inquieto e incómodo al tener su nido incompleto.

Notes:

Soy demasiado ansiosa. Busque fanfics y no encontré lo que esperaba así que hice esto. No sé si les llegue a gustar, pero ojalá que si.
Pd: Conrad es mi favorito.

En fin, disfruten 🤍

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: 1

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Conrad llevaba horas en su habitación, encerrado, intentando ignorar el calor que empezaba a recorrer su piel.

Estaba entrando en su ciclo de celo y se sentía muy incómodo. Él sabía que podía pedirle algunas prendas a su familia para hacer un nido y sentirse más cómodo, pero tiene demasiada vergüenza como para hacer algo así.

—Esto...es una mierda insoportable—murmuró mientras soltaba un suspiró y se retorcía en su cama.

No quería pedir nada, no quería admitir en voz alta lo que necesitaba. No era algo a lo que esté acostumbrado. Él era el mayor, los elogios, aplausos, y confianza siempre estaban puestas en él, y muchas veces... la presión se volvía un martirio incapaz de soportar.

"Conrad es el mejor en esto".
"Connie puede".
"Con no fallaría en esto, confía en él".
"No hay manera en que Conrad pierda".
"Es Conrad, no debe ser difícil para él".
"Está bien, estoy segura de que lo hará mejor la próxima, es decir, es Connie".

Esas eran algunas cosas que siempre escuchaba a escondidas de sus mayores e incluso de los menores. Cuando escuchaba esas cosas, fracasar en algo se volvía algo imposible de hacer, difícil de procesar.

Siempre intentaba resolver sus problemas solo, a pesar de que era muy posible que terminara arruinando todo en vez de mejorarlo.

Aún así, el simple hecho de imaginarse tocando la puerta de alguna de las mujeres en la casa, Jeremiah o Steven para pedirles una sola prenda lo hacía encogerse de vergüenza.

Cuando salió un momento al baño, al regresar encontró sobre su cama un pequeño montón de ropa. Su pulso se aceleró, pero al acercarse y reconocer las prendas, soltó un suspiro que le aflojó el pecho. Eran de Susannah, de Laurel y también de Belly. Sus olores cálidos, familiares y seguros lo envolvieron como un abrazo silencioso. No tuvo que pedirlo, ellas habían entendido sin necesidad de palabras lo que él necesitaba.

—¿Es esto lo que llaman "instinto femenino"?—se preguntó con una sonrisa cansada.

Se dejó caer sobre la cama, presionando su rostro contra las telas y no pudo evitar soltar un ligero ronroneó como si fuera un gato. El alivio lo invadió en oleadas suaves. A pesar de eso, algo faltaba. Podía rodearse de la calidez femenina de su manada, pero en lo profundo de su pecho ardía la certeza de que no sería suficiente para cuando su ciclo avanzara. Necesitaba algo más, los aromas de los Alfas de la casa.

Se sonrojó solo de pensarlo. Jeremiah y Steven nunca se darían cuenta por sí solos. No porque no le importaran, sino porque no tenían esa sensibilidad y porque eran algo tontos debía admitir. Si él no pedía, ellos jamás entenderían. La idea de presentarse en sus habitaciones, tartamudear y pedir una prenda de ropa que llevará su olor le revolvía el estómago. Era demasiado vergonzoso. No pudo evitar revolver su cabello por la frustración que sentía.

Antes de que empezará su ciclo, la habitación ya estaba preparada gracias a su madre y a Laurel. Habían dejado botellas de agua fresca, pequeños snacks, sábanas limpias, aromatizantes y varias almohadas para que pudiera construir un nido si la cama no alcanzaba. Todo estaba listo, y aun así Conrad sentía que nada era suficiente, su ansiedad era difícil de controlar.

Conrad se movía en su cama de un lado a otro inquieto.

—Al diablo—dijo molesto.

No pudo evitar tomar su celular y marcar un número.

—¿Podrías venir a mi habitación?—pidió, su voz sonaba un poco incómoda—. Iría a buscarte, pero me cuesta un poco moverme, por favor.

No pasó mucho tiempo antes de que la puerta de su habitación fuera golpeada por unos toques suaves.

—Puedes pasar—dijo lo más alto que pudo.

Belly entró a la habitación.

—¿En qué puedo ayudarte, Connie?—preguntó con entusiasmo.

La mirada de Conrad no pudo evitar suavizarse al verla con esa sonrisa brillante en su rostro.

Belly había sido su cómplice silenciosa. Con esa seguridad que ella tenía para hablar de lo que él no podía, lo ayudó a acomodar las sábanas, dobló algunas prendas y hasta le enseñó cómo reforzar el nido para que se sintiera más protegido.

Conrad quiso comprobar la comodidad de su nido entrando en él y dejando caer su cabeza en una de las almohadas. Un ceño fruncido no pudo evitar colocarse en su rostro.

Se sentó abrazando una de las almohadas. Belly pudo notar como la nariz del Omega se movía, indicando que estaba oliendo el lugar. Ella solo cruzó los brazos mientras negaba.

—¿Sabes? Deberías dejar de ser tan terco y pedirle a esos dos tontos algunas prendas de ropa para tu nido—dijo ella, con una naturalidad que hizo que las orejas de Conrad se encendieran—. Y no lo niegues, sé que te encantaría tener sus aromas en tu nido. Puedo notar lo inquieto que estás solo con ver la forma en la que se mueven tus manos. Mueves mucho tu nariz, frunces el ceño y estás haciendo un puchero, Connie.

Conrad no podría negarlo aunque quisiera, ella lo conocía tan bien que sentía escalofríos por la sorpresa.

—Belly... —murmuró él, escondiendo el rostro en una de las prendas de su madre—. No puedo, es difícil.

Ella le dió una mirada comprensiva.

—Sé que lo harían sin pensarlo dos veces. No es como si fueras a pedirles la luna. Ellos te adoran, aunque no lo admiten en voz alta siempre.

Conrad alzó la vista, con los ojos brillantes por el calor y la incomodidad. Belly sonrió con dulzura, se inclinó y le dio un beso rápido en la frente.

—Suerte —susurró, antes de irse.

En la puerta, antes de salir, se giró con una chispa traviesa en los ojos.

—Si quieres, puedo "incentivarlos" un poco para que vengan hasta aquí con algo de ropa. Sería fácil, son fáciles de manipular a veces.

Conrad negó de inmediato, apretando los labios en un gesto entre avergonzado y agradecido.

—Gracias, Belly... pero no. No quiero que lo hagas.

Ella apretó los labios en un intento de no decir algo más, pero solo asintió, respetando su silencio. Cuando la puerta se cerró, Conrad quedó solo en su habitación, rodeado de los olores cálidos de las mujeres de su vida, pero con el corazón latiendo más rápido cada vez que pensaba en las prendas que aún faltaban para completar su nido.

Notes:

♦♦♦♦♦♦

Gracias por leer, si les esta gustando la historia, son libres de votar y comentar si gustan.

Me gustaría saber que les parece.

Hasta pronto 🤍