Chapter 1: 1.- Making a baby.
Chapter Text
1.- Making a baby.
No había sido planeado, en el sentido en que sus celos se sincronizaron para llegar casi una semana antes de lo esperado y a la biología de sus sexos secundarios no había quién la controlara.
Como internos y sin importar que en la agencia de Endeavor tuvieran el honor de contar con la aprobación del ya jubilado y otrora héroe #1 y la amistad de su hijo menor, Izuku y Katsuki habían tenido que aceptar casi a regañadientes los días que por vacaciones nacionales estaban obligados a tomar durante la Golden Week. A consideración de ambos, enviar a los héroes a descansar durante esa semana era una tentación demasiado alta para los villanos siempre deseosos de ocasionar desorden, pero en recursos humanos la jefa de división les mostró estadísticas de cómo precisamente esos días eran los que al año tenían las tasas más bajas de crimen y delincuencia en la nación porque al parecer los ladrones y criminales de Japón también descansaban en esos días de asueto.
—Los internos de primer año se encargarán de patrullar igual que hicieron ustedes anteriormente —les recordó la severa mujer de recursos humanos, una empleada ya mayor que había estado desde la fundación de la agencia y que tenía por quirk la habilidad de mutar los dedos de sus manos en diferentes herramientas de escritura.
Sin admitir una réplica de sus 2 internos más apasionados, selló para ambos con su pulgar una orden de descanso obligatoria que empezaba ese mismo jueves después de su última ronda, y que incluía al menos en el caso de Izuku 3 días adicionales más.
—¿Tan pronto es tu 4º celo en supresores? —Corroboró Katsuki con él al salir de la oficina, y que era información que ambos conocían bien.
—Sí —confirmó Izuku, y no proporcionó ni una palabra de más porque era innecesario.
Después de todo, nadie lo conocía como Katsuki y viceversa.
Al fin y al cabo, no en balde habían sido amigos desde la infancia, enemigos jurados en secundaria, rivales durante sus años en U.A., y también en U.A. y a partir de su segundo año compañeros de celo cuando luego de una sesión de entrenamiento que los había dejado sudorosos y con una incipiente erección bajo los pantalones de deporte Katsuki lo sugirió como si fuera lo más natural del mundo. Por aquel entonces Izuku se había mostrado reservado de aceptar su propuesta. Después de todo, él y Katsuki apenas estaban parchando los daños en su relación luego de muchos años de malentendidos y dificultades diversas, pero incluso su consciencia no tuvo peso alguno cuando durante su siguiente celo su omega interno le exigió enviarle un mensaje a Katsuki y pedir su presencia en su dormitorio.
Desde entonces, habían sido compañeros de celo sin que esa faceta de su relación afectara otras áreas, y al menos por parte de Izuku no había queja alguna al respecto. Por desgracia, esa no era una opinión compartida entre sus respectivos grupos de amigos, que se mostraron cautelosos cuando en U.A. se filtró la noticia de que el celo de Izuku se había sincronizado con el de Katsuki a partir de su segundo encuentro. Aquello era natural entre duplas que compartían regularmente cama, por lo general, después de un año de sostener encuentros, e Izuku había tenido que sofocar en su pecho el extraño orgullo que surgió cuando él y Katsuki demostraron ser más compatibles como alfa y omega que el promedio casi desde el primer día.
De eso hacía ya unos cuantos años, e Izuku no podía expresar ninguna clase de arrepentimiento respecto al acuerdo que él y Katsuki todavía mantenían vigentes como compañeros de celo. Entre sus amigos no era ningún secreto, y aunque de vez en cuando se tenían que enfrentar a preguntas veladas de si acaso no estaba en sus planes formalizar su unión, por el resto iban a sus anchas y se manejaban a su ritmo al respecto.
Como por ley ningún ciudadano podía recurrir a supresores por más de 3 celos continuos (héroes incluidos), Izuku había estado más que agradecido cuando su siguiente ciclo en el calendario coincidió con el fin de semana de la Golden Week, y sin necesidad de confirmarlo con Katsuki dio por sentado que lo pasaría con él de la mejor manera posible.
Aquellos habían sido los pensamientos que tuvo Izuku la misma mañana casi una semana antes de su celo, y que acudieron a su mente cuando luego de vestirse con su traje de héroe se reunió con Katsuki en el vestíbulo para salir a patrullar en la ronda del segundo turno matutino.
Era martes de los últimos días de abril, y en la atmósfera se respiraba un aire festivo que era un precursor de los próximos días de vacaciones que tenían por delante.
Así como Izuku había hecho planes con sus amigos de pasar juntos el fin de semana en la casa de playa que los Todoroki tenían a 2 horas de distancia de Musutafu y que Shouto había ofrecido generosamente para que su grupo tuviera unos días de descanso como era debido, Katsuki por su cuenta se iba a reunir con su propio grupo de amigos para adentrarse a las montañas y acampar un par de noches en un sitio cercano.
Entre ellos no había ninguna duda de se verían el siguiente lunes sin falta, justo durante el comienzo del celo de Izuku, y estaba de más verbalizarlo porque Katsuki tenía llave de su piso, y permiso explícito de entrar sin necesidad de anunciar su presencia.
Desenfocando la vista unos segundos mientras fantaseaba con la agradable sorpresa que sería si el alfa se introducía silenciosamente a su cama mientras él sufría de los primeros estragos de un celo sin supresores, Izuku evitó por poco una farola y regresó a la realidad con brusquedad cuando Katsuki chasqueó los dedos frente a él y lo regañó por su distracción.
—Regresa a la realidad, nerd. Estamos de patrullaje —le recordó con hosquedad, e Izuku parpadeó repetidas veces para recordarse que esas fantasías no tenían lugar en horas de trabajo.
Sin embargo, conforme transcurrían las horas de la mañana y se hacía cada vez más evidente que nada excitante iba a ocurrir durante su ronda, Izuku volvió a bajar la guardia mientras pensaba que la primavera se estaba dejando sentir con ganas. Atrás había quedado el frío del invierno, e Izuku pidió parar en un parque cercano para beber agua de una fuente y refrescarse las mejillas y la nuca que de pronto sentía pegajosas de sudor.
—Estás en precelo —le dijo Katsuki a la menor oportunidad, e Izuku le miró con ojos nebulosos—. Joder, ¿es que no te has dado cuenta?
—No realmente, Kacchan.
—¿Crees que puedes terminar la ronda?
Izuku se llevó la mano a la mejilla, y aunque se sentía la piel caliente, creía poder aguantar un poco más. —Eso espero.
—¿Sí o no, nerd?
Con un resoplido, Izuku le hizo saber que sí, y redoblaron sus esfuerzos a través de las calles en las que lo único que se transpiraba era una expectación por las vacaciones y el buen clima que el canal meteorológico presagiaba para ellos.
Izuku consiguió llegar hasta el final de su recorrido, y aunque se creía capaz de más, Katsuki le hizo saber que su aroma se estaba volviendo cada vez más penetrante y lo mejor sería actuar con cautela.
Al fin y al cabo, un omega en celo tenía una fragancia biológicamente hecha para atraer, y el hecho de que su organismo utilizara como auxiliar supresores durante 3 celos continuos sólo acrecentaba la potencia de sus feromonas. De ahí que los médicos aconsejaran no excederse, pero claro, Izuku ya lo había olvidado desde la última vez.
—Deberías pedir permiso y largarte temprano a casa —le aconsejó Katsuki apenas volvieron a la agencia, e Izuku abrió la boca listo para replicar que no iba a ser necesario porque se encontraba perfectamente bien cuando uno de los internos de primero año pasó a su lado y casi se dislocó el cuello al voltear la cabeza y ensanchar las fosas nasales.
Instintivamente, Katsuki le enseñó los dientes y le gruñó.
—¡Qué tanto miras, idiota! ¿Es que nunca has olido a un omega en precelo?
—¡Kacchan! —Siseó Izuku con mortificación, porque una cosa era no poder hacer nada en contra de las reacciones naturales de su cuerpo y otra muy diferente el lidiar con los comentarios.
Decidido a no dejar que la biología de su cuerpo le afectara, Izuku se dirigió a los vestidores y se colocó un parche supresor de feromonas en el cuello. Si por órdenes de su médico tenía que lidiar con eso, al menos lo haría con ayuda, e impaciente aguardó hasta la mayor parte de sus feromonas quedaron neutralizadas.
Sólo entonces se atrevió Izuku a enfrentar a Katsuki, que hosco como era habitual en él ofreció su bandera blanca de la paz invitándolo a almorzar en la cafetería.
Quizá porque su celo estaba a la vuelta de la esquina y su cuerpo lo estaba preparando para ello, Izuku aprovechó la generosidad de Katsuki para pagar a la hora de pedirse 3 tazones de katsudon con extra cerdo y finalizar con un taiyaki como postre.
—Espero pienses quemar esas calorías extras en el gimnasio —le chanceó Katsuki, aunque no tenía muchas bases de ventaja porque él también había almorzado en abundancia.
Después del patrullaje siguieron algunas horas en la oficina atendiendo llamadas en la línea de emergencia (Izuku) y lidiando con la papelería atrasada (Katsuki) de tal modo que el resto del día se les escurrió entre los dedos hasta que de pronto era hora de partir.
Para entonces el parche en el cuello de Izuku había perdido su eficacia, y éste se sentía inquieto y con una picazón generalizada por todo el cuerpo.
Sus síntomas no le pasaron por alto a Katsuki, que al marcar junto con él su salida en recepción se colocó detrás de él y con la punta de su nariz trazó una línea desde la porción de clavícula que se asomaba a través de su camiseta de civil y ascendiendo por su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja.
—¿Ka-Kacchan? —Tartamudeó Izuku cuando aquel simple gesto le resultó tan intenso como un golpe de placer en el estómago.
—Creo que tu celo se va a adelantar —dijo éste en voz baja y gutural, el alfa tomando el control—. ¿Es que no te has dado cuenta?
—Pero... Es demasiado pronto todavía —balbuceó Izuku con las piernas débiles y a punto de caer, pero Katsuki se le adelantó posicionándose a su lado y posesivo colocando una mano alrededor de su cintura.
Un gesto de amantes entre dos amigos que más bien se consideraban rivales y que estaban juntos por simple gratificación sexual. Ni más ni menos que eso.
—Vamos —le indicó Katsuki, e igual que si se tratara del llamado de una sirena, Izuku le obedeció.
Iría con Katsuki hasta el fin del mundo si éste se lo pidiera.
Katsuki fue el único con la suficiente cabeza fría (y por poco) para avisar en la agencia que el celo de Izuku había empezado antes y que podían despedirse también de él por los próximos 3 días como era habitual.
Porque su ciclo se había adelantado casi una semana, Izuku no tenía provisiones para ambos, y Katsuki se encargó de la situación haciendo una corta parada en el supermercado y comprando víveres frescos y bebidas isotónicas en abundancia. También condones, y en un arranque de espontaneidad una barra de chocolate que era la debilidad de Izuku y causa de que Katsuki seguido le regañaba cuando le veía comer cualquier alimento que en su opinión tuviera exceso de azúcares o calorías inservibles.
De camino al piso de Izuku, el propio Katsuki tuvo que luchar con la necesidad física de su alfa, que reaccionando al omega de su acompañante lo tenía salivando en exceso y con una incómoda sombra de erección en los pantalones.
Katsuki había creído que iban a conseguir entrar al piso de Izuku antes de que todo se saliera de control, pero la inminencia de su celo se precipitó como la lluvia tras una constante amenaza de relámpagos y truenos. En el elevador, Izuku levantó la cabeza que tenía apoyada en el hombro de Katsuki, y con ojos lánguidos murmuró una única palabra.
—Alfa...
Un segundo Katsuki había estado consciente de la importancia de mantener el decoro y no comportarse como idiota en un elevador público, y al siguiente la bolsa con los víveres estaba en el piso y él tenía a Izuku presionado contra el panel de controles en un abrazo íntimo que no dejaba lugar a dudas de sus intenciones.
Katsuki habría tomado a Izuku ahí mismo de no ser porque de pronto las puertas del elevador se abrieron un piso antes del suyo y una anciana dejó escapar una exclamación de sorpresa frente a la imagen de lujuria que tenía ante sí. La mezcla de feromonas y la posición no dejaba espacio a dobles interpretaciones, y en un gesto de urgencia que poco tenía que ver con la racionalidad y mucho con el instinto de cópula, Katsuki se agachó a recoger su bolsa de la compra, en un mismo movimiento ágil sujetó a Izuku por la corva de las rodillas y lo alzó, echándoselo sobre el hombro con la misma facilidad que había hecho antes durante alguna misión en la que hubiera salido lastimado.
La diferencia estribaba en que ahora Izuku no sangraba por ninguna herida, y laxo porque él mismo había decidido que el alfa tenía permiso de hacer lo que quisiera con él le sonrió bobaliconamente a la escandalizada anciana que dejó ir el elevador, incrédula por la escena casi animal que acababa de presenciar.
Frente al piso de Izuku, Katsuki utilizó su propia llave para entrar, y por segunda vez la bolsa de la compra conoció el piso y desparramó su contenido por el suelo del genkan cuando éste bajó al dócil omega que cargaba como peso muerto y que de pronto pareció volver a la vida al posicionarse de puntas y besarlo con urgencia.
Pese a que Izuku había conseguido un par de centímetros luego de U.A., también Katsuki había hecho lo propio, y la diferencia seguía siendo la misma, muy para la satisfacción de éste último.
Empujando a Izuku contra el muro, Katsuki no perdió tiempo en introducir sus manos bajo la camiseta de éste y arrancarle un gemido. Izuku onduló las caderas, y ladeó la cabeza para darle a Katsuki espacio suficiente para lamer insistente su cuello.
—Pica —dijo Izuku, y sin necesidad de más indicaciones Katsuki le arrancó el parche del cuello y el piso de inundó con una marejada de hormonas.
A Izuku les rodillas le fallaron, y fue la perfecta excusa de Katsuki para darle media vuelta y con insistencia presionar su creciente erección contra su trasero.
—Nerd... —Lo llamó Katsuki, pero la sensación no era correcta sobre su lengua y se corrigió—: Omega...
Izuku gimió, y Katsuki no tuvo problemas en conducirlos al piso, al escalón que separaba el genkan del resto de la casa y de un tirón bajarle los pantalones y bóxers en uno. Todavía en las etapas tempranas de su celo, Izuku tenía apenas un pequeño rastro de humedad en la pequeña abertura entre sus nalgas, pero Katsuki no tuvo problema en introducir 2 dedos y obtener un segundo gemido mucho más fuerte que el anterior.
El resto progresó con rapidez. Katsuki se desabotonó el pantalón, y tras trazar un par de dibujos en las caderas de Izuku mientras refregaba su miembro para prolongar la agonía de la espera por último lo penetró en un movimiento lento y fluido.
Izuku terminó de cara sobre el piso de madera, e intentó abrir sin éxito más las piernas a pesar de llevar al pantalón a la altura de medio muslo.
Katsuki pegó sus caderas al trasero de Izuku, y empezó un lento vaivén en el que la meta era conseguir en labios de su acompañante un gemido mayor que el anterior. Pronto Izuku intentó cubrirse la boca cuando el ruido de su unión amenazó con volverse una molestia para los vecinos, y Katsuki decidió que no podían esperar más. Con una fuerte embestida, Katsuki consiguió introducir su botón a través de la abertura de Izuku, y éste gimió gutural cuando la presión alrededor de sus músculos se hizo insostenible por una fracción de segundo y después se convirtió en la sensación más placentera del mundo.
Con un arqueamiento de su espalda, Izuku se corrió, y la tensión en sus músculos provocó la misma reacción en cadena para Katsuki, que marcó con sus dedos la delicada piel de su cadera pintando las palmas de sus manos a cada lado en moretones que perdurarían días más allá de su celo.
Eufóricos por la combinación de sus feromonas, que en reacción se alimentaron mutuamente hasta sincronizar a Katsuki por igual con su propio celo, poco tomaron en consideración que incluso si se encontraban en las primeras horas, el sexo sin protección conllevaba un cierto riesgo...
Luego de media hora, la erección de Katsuki bajó lo suficiente para que éste pudiera separarse de Izuku, y éste cayó lánguido en la entrada de su piso y con una sonrisa perezosa en labios.
—Kacchan... —Llamó éste al alfa en su tono particular y que éste interpretó correctamente al alzarlo en brazos y recorrer así todo el camino hasta el dormitorio.
Con Izuku seguro en la cama, Katsuki tuvo el suficiente raciocinio para guardar los víveres y traer consigo la caja de condones al dormitorio. De hecho, eran técnicamente innecesarios porque Izuku estaba tomando la píldora y de por medio no había ningún otro compañero sexual (aunque no lo mencionaran como tal), pero Katsuki se preciaba de ser responsable.
Al menos cuando podía... Porque la vista de Izuku a medio desvestir sobre su cobertor y con semen entre las piernas era una de la que a ratos creía no poder prescindir. No que por ello fuera a confesárselo al nerd...
—Hey... —Le tiró Katsuki de los pantalones, desnudándolo de cintura abajo al tirar también de sus calcetines y admirando su trabajo—. ¿Listo para un segundo round?
En ventaja y montando por lo alto las oleadas de su celo, Izuku le respondió con gemidos antes que con palabras, y Katsuki hizo un arte del desvestirse frente a sus ojos hambrientos y unírsele en la cama por los próximos días.
Después de todo, hasta los mejores héroes (internos) merecían sus recompensas.
/*/*/*/*
Chapter Text
2.- Pregnant/Waiting for the baby.
Izuku conocía las leyendas, los cuentos de vieja que pasaban de boca en boca entre generaciones de omegas, y que en su opinión tenían un toque de fantástico porque ¿cómo si no podía explicarse que desde el instante mismo de la concepción ya supiera con toda certeza que iba a ser madre?
Ah, pero uno es escéptico hasta que no lo es, y en su caso particular un chispazo de sospecha había ocurrido con las rodillas en el piso de madera de su genkan y el torso apoyado en el escalón que conectaba al resto de su departamento, con Katsuki todavía sujetando con firmeza la piel de sus caderas y trazando círculos con los pulgares sobre sus glúteos.
En ese instante, Izuku había creído vislumbrar en su interior un fogonazo de energía, una chispa incandescente similar a las explosiones de Katsuki, que incluso tras los párpados cerrados había sido hermosa. No sería la primera vez que Kacchan hacía arder sus sábanas o el tapizado de sus sofás con el uso inconsciente de sus explosiones, pero a diferencia de otras ocasiones Izuku no había olido la chamusquina que acompañaba el uso de su quirk, y al menos mientras disfrutaba del lento descenso que acompañaba a sus orgasmos se permitió pasar por alto la señal más obvia de que aquel celo no iba a ser como el resto.
Haciendo el mejor uso posible de la compañía de Katsuki, Izuku pasó los siguientes 3 días en su cama en toda clase de posturas que iban desde las más simples con él de espaldas y Katsuki entre sus piernas a otras maniobras más acrobáticas para las que estaba agradecido de su buena flexibilidad y la fuerza de su amante para sostenerlo en su sitio sin perder el ritmo o el aliento.
Como buen compañero de celo que era, Katsuki se encargó de mantenerlo hidratado con cada orgasmo, limpiando su piel con una suave toalla húmeda en cada ocasión, y alimentándolo con bocados de fruta que él mismo cortaba o platillos saludables y altos en calorías para conseguir soportar el ímpetu de su deseo. Izuku jamás iba a mencionarlo en voz alta frente a Katsuki para evitar que éste reconsiderara sus acciones, pero no podía pedir por un compañero más considerado que el que en esos momentos le acompañaba.
Al finalizar su celo y con días de vacaciones todavía disponibles, Izuku aceptó la oferta de Katsuki por prolongar su acuerdo de estancia, y sin demasiada culpa de su parte se comunicó con su grupo de amigos para informales que no podría asistir por ‘causas de salud’ y que no debían de preocuparse por él ya que Katsuki le haría compañía.
Por supuesto, Uraraka vio a través de sus excusas y se lo hizo saber.
OU: No olvidaré el día de su boda agregar que nos cancelaste de último momento para pasar tiempo con Bakugou en la cama.
IM: Sabes que no es cierto.
IM: Se los compensaré. ¡Lo juro!
OU: No te preocupes.
OU: Diviértete ;)
Por su cuenta Katsuki también se zafó del viaje de acampada que había hecho con su propio grupo de amigos, y pasó esos días con Izuku en su departamento, llamándolo nerd por cualquier cosa (mientras le acariciaba cualquier porción de piel expuesta con la yema de los dedos) y quejándose de su falta de habilidad con la limpieza (pasando por su cuenta la aspiradora) y el miserable contenido de su refrigerador (al tiempo que cocinaba y le dejaba en el congelador cenas como para un mes), a la par que apenas si gruñía cuando Izuku se acurrucaba a su lado en el sofá o aceptando por turnos tallarse la espalda mientras compartían el minúsculo ofuro con el que contaba.
Izuku contó esa semana como una de las mejores de su existencia, y casi lamentó cuando llegó la noche de martes previa a su regreso a la agencia Katsuki anunció que se marchaba.
—No olvides irte temprano a la cama, nerd —le riñó Katsuki ya desde la puerta y con sus zapatos calzados mientras Izuku le esperaba desde el escalón con un leve puchero—, si no, mañana no servirás para nada durante el patrullaje.
—Nunca pondría en riesgo nuestro título de Wonder Duo, Kacchan —replicó Izuku, y Katsuki le sorprendió pellizcando una de sus mejillas con brusquedad.
—Eso espero. No olvides poner el pasador después de que me vaya. Este barrio no es tan seguro como te piensas.
Izuku puso los ojos en blanco. —Eso dices tú.
—La renta que pagas por este basurero así lo confirma.
—Vale, vale... No todos tenemos la suerte que tú al encontrar un sitio en mejor edificio y por el mismo precio.
Aquella era una discusión constante, porque ahí donde el salario de Izuku apenas había alcanzado para un piso viejo aunque limpio en un edificio que tenía por lo menos 10 años, Katsuki había encontrado por apenas un 3% más de su precio un piso mejor y con casi el doble de tamaño. En opinión de Katsuki, Izuku debía aplicar para su mismo edificio apenas hubiera una vacante, pero por alguna razón u otra, a éste no podía importarle menos. Le gustaba donde vivía, y seguro que a Katsuki no le molestaba tanto pasar tiempo ahí como quería hacerle creer si es que las numerosas noches que se hospedaba a su lado eran prueba suficiente de ello.
—Como sea, nerd —dijo Katsuki al acercar su rostro al de Izuku y besarlo con rapidez en los labios—. Descansa. Ya nos veremos mañana en la agencia.
—Hasta luego, Kacchan —le despidió Izuku, una mano en el aire agitándose en gesto de despedida, y la otra sobre su ombligo, acariciando inconscientemente su vientre plano.
Izuku consiguió completar una semana entera de trabajo como héroe antes de reconocer que algo iba mal con él. Ok, que la expresión sonaba de lo más fatalista y Katsuki le habría golpeado en la cabeza si se atrevía a enunciarla frente a él, pero ciertamente algo todavía por definir no marchaba bien con él.
Presa de una cierta sensación de urgencia que no se parecía a ninguna otra que conociera, Izuku consideró pasar por el hospital después de su turno, convencido de que el diagnóstico sería alguna clase de parásito estomacal que se curaría con un par de jarabes amargos, pero cuando consideró hacer una lista de sus síntomas se lo replanteó al pensar que quizá el médico a su cargo se burlaría al enumerar sus síntomas.
Síntomas que en realidad no sumaban nada, porque simples sensaciones no constituían ninguna emergencia que justificaran su entrada por la puerta de urgencias. No como un hueso roto o una herida sangrante como había ocurrido con anterioridad en otras ocasiones tras enfrentarse con una horda de villanos.
Confundido de lo que ocurría con él y lo irritante que era no poder siquiera definirlo con palabras, Izuku recibió la respuesta que esperaba por parte de Uraraka, que pasó a su agencia a entregar los documentos de una alianza que próximamente llevarían a cabo para organizar una redada contra una pandilla de villanos que aterrorizaban el distrito con sus robos, y apenas verlo frunció el ceño.
—No lo digas —masculló Izuku tras su escritorio—, sé que luzco terrible.
—No es eso, Deku...
—Me ha costado un poco dormir bien las últimas noches —le confió Izuku en voz baja—, y no consigo descubrir por qué.
—Es el ciclo.
—¿De la luna?
El ceño fruncido de Uraraka se intensificó más. —Oh, Deku... Me refiero a tu ciclo.
—¿Mi ciclo? —Repitió éste sin comprender—. Todo va bien con eso. Creo.
Uraraka resopló. —Puede que sólo sea una beta, Deku, pero... Tienes esa mirada...
—¿Uh?
—Mi abuela solía decir que no había nada más claro que un omega enamorado o... esperando.
Izuku le miró como si de pronto le hubiera crecido una segunda cabeza.
—¿Esperando qué exacta-...? —Formuló a medias cuando de pronto la idea adquirió forma (y dimensiones fóbicas) en su cabeza.
No era necesario decir más, porque muy dentro de sí, Izuku sabía la verdad. Los cuentos de viejas contenían más sabiduría de la que quería reconocerles.
—Mierda...
—¡Mierda, mierda, mierda!
Luego de eludir a Katsuki al saltar por la ventana de un quinto piso cuando éste pasó a su escritorio luego del patrullaje para preguntarle si quería almorzar con él en la cafetería, Izuku se reunió con Uraraka en la farmacia más cercana y compró 3 pruebas de embarazo de distintas marcas.
Sólo para estar seguro.
Sólo para confirmar lo que su omega interior le había estado lanzando señales por al menos las últimas 2 semanas.
Uraraka sugirió pasar a un restaurante familiar cercano para utilizar los sanitarios, y mientras ella pedía 2 tazas de té para hacer más llevadera la espera, Izuku se escabulló con la bolsa de la compra para cerciorarse de lo que bien ya sabía.
Y en efecto, en sucesión aparecieron resultados positivos en las 3 pruebas, confirmando así el presentimiento que no había sido capaz de interpretar de primera mano, pero que ahora que tenía por seguro, no podía ignorar.
—¿Todo bien ahí dentro, Deku? —Se aventuró Uraraka al sanitario con una mano sobre los ojos para evitar indiscreciones, y desde su cubículo, Izuku gimió.
—Quiero vomitar.
—¿No es un poco pronto para eso? Tu último celo fue apenas la semana pasada. Además... No es el fin del mundo.
—¡¿Que no lo es?! —Abrió Izuku la puerta del cubículo y casi la hizo saltar de sus goznes al utilizar la One For All de manera inconsciente.
Uraraka ni siquiera se inmutó. —Es de Katsuki, ¿o no?
El temblor en el labio inferior de Izuku se lo confirmó todo.
—Entonces estará bien.
—Uraraka...
—En serio. Estarás... Estarán bien tú y ese bebé. Confía en mí, ¿ok?
—Eso quiero creer.
—Entonces hazlo.
—Yo...
—No estarás solo —le abrazó Uraraka, que si lo decía por ella y el resto de sus amigos o por Katsuki, Izuku prefería no saberlo.
No todavía al menos.
/*/*/*/*
Notes:
No entren en pánico por Izuku, dije que habría angst, pero también fluff. Hay 9 meses de embarazo para cumplir todo eso, así que sufran/disfruten conmigo :)
Graxie por leer~!
Chapter Text
3.- Pregnant/Sex
Katsuki casi puede jurar que Izuku no estaba así de grande la semana pasada.
Y no es que los cambios en la fisonomía del nerd hayan sido drásticos como los que se ven en otros omegas. Izuku es sobre todo músculo ganado a base de esfuerzo para contener su quirk (sus múltiples quirks), así que los cambios en su cuerpo durante el primer trimestre del embarazo son insignificantes a simple vista. Al menos no notorios mientras viste sus ropas de siempre.
En los vestidores es otro asunto. De pie y de espaldas puede pasar por su yo de siempre, pero desde un mes atrás Katsuki casi se siente tentado a jurar que al sentarse en la banca para ajustarse los soportes de sus zapatos puede ver un ligero bulto sobre su vientre bajo.
Al fin y al cabo, 3 meses de embarazo son... Bueno, 3 meses. Y contando.
Y los que falten por venir...
Pero de pronto Katsuki tiene que atender el llamado de una misión lejos de Musutafu. En Sapporo, una ciudad que por su clima frío y humedad no era apropiada para un héroe con su tipo de quirk, pero estaban en verano, y la heroína que solicitaba su colaboración era en el rango de los primeros 100 en Japón, una oportunidad única para un interno en su lugar, así que Katsuki aceptó la misión e hizo maletas esa misma noche.
A Izuku le escribió para notificarle las generalidades de su viaje:
KB: Misión en Sapporo. Parto hoy, no tengo fecha de retorno. Mantente alerta a cualquier noticia mía.
Y también por si acaso...
KB: No olvides ponerle el pasador a tu puerta, comer más verduras y no salir a patrullar por tu cuenta.
KB: Cuídate por los 2 y no vuelvas a romperte ningún jodido hueso en mi ausencia.
Que sin ánimo de analizar por qué había dicho eso último con tanta convicción de que el nerd lo consiguiera en su ausencia, Katsuki se lanzó de lleno a una misión que prometía no durar más de 3 días y en realidad lo alejó casi por 10 de Musutafu.
A su retorno, Katsuki traía barba de varios días y unas ojeras impresionantes que eran producto de haber pasado las últimas 72 horas durmiendo a intervalos de 30 minutos mientras mantenían vigilancia sobre un puerto que era sospechoso de contrabando de drogas y armas. Al final los rumores habían resultado ser ciertos, y el quirk de Katsuki cumplió una función crucial al descubrir un laboratorio de experimentación humana y tener que lidiar con rehenes aprehendidos desde quién sabe cuántas semanas atrás.
Katsuki volvió de su misión con agotamiento en cada músculo de su cuerpo, pero eso no le impidió que tras pasar un par de horas en el hotel que tenían pagado por 3 días y 2 noches como compensación por su parte en el rescate, en su lugar decidiera volver a Musutafu en el último tren de la noche.
Cabeceando sin parar, Katsuki arribó a eso de medianoche, y en lugar de pedirle al taxista que lo llevara a su piso, le dio indicaciones para la dirección del departamento de Izuku. Por razones que él mismo se resistía a interpretar a esas horas y en el estado en el que se encontraba, Katsuki sólo tenía claro que no conseguiría dormirse en su propia cama si antes no se cercioraba que durante su ausencia el nerd hubiera seguido sus indicaciones al pie de la letra y se encontrara bien. Él y... el cachorro que llevaba dentro.
Casi a la 1 se presentó Katsuki frente a la puerta de Izuku, y tocó con desconsideración utilizando el puño hasta que el ruido de pisadas le alertó que había despertado al nerd.
Izuku abrió la puerta sin cautela alguna, y el sueño en sus facciones se evaporó en el mismo instante en que reconoció a Katsuki, y descalzo y vestido sólo en bóxers para lidiar con aquel verano caluroso, se lanzó a sus brazos en un espontáneo abrazo.
—Oh, Kacchan —exhaló cerca de su oreja, y Katsuki agradeció traer su equipaje colgando de la espalda cuando rodeó a Izuku con ambos brazos y aspiró hondo para capturar su nueva fragancia siempre en transformación por obra del embarazo.
—Idiota, te dije que fueras más cuidadoso a la hora de abrir la puerta —le riñó Katsuki a Izuku, aunque sin malicia, y éste sacudió la cabeza.
—Sabía que eras tú.
—¿De madrugada?
—Nadie toca a la puerta como lo haces tú.
—Da lo mismo. Podía haber sido cualquier. Antes de abrir debiste cerciorarte de quién era, nerd.
Izuku apartó el rostro, y mirando a Katsuki directo a los ojos desde una distancia mínima le mostró su expresión divertida.
—¿No confías en que pueda defenderme por mi cuenta?
Katsuki entrecerró los ojos. ¿Honestamente? Sentiría pena por el supuesto ladrón que decidiera introducirse en el piso de Izuku, no sólo porque su intento de robo sería infructuoso al descubrir que adentro vivía un pobre interno cuyas únicas pertenencias de valor eran figurillas de colección y pósters de héroes, sino porque el mismo inquilino de ese departamento era un héroe que legalmente podía convertirlo en pulpa por allanamiento de morada. Y sin embargo, la mera idea de que Izuku tuviera que lidiar con algo así cuando justo acababa de entrar a su segundo trimestre le hacía hervir la sangre por la mera irresponsabilidad que le parecía actuar sin pensar en su propio bien.
Izuku pareció leer la verdad en sus facciones tensas, y refregando su mejilla contra la de él lo hizo salir del trance en el que se había perdido.
—Es tarde, erm, ¿piensas quedarte?
En cualquier otra ocasión, Katsuki ni siquiera habría respondido. En su lugar habría entrado al piso de Izuku y tomado posesión de la mitad de la cama que por derecho de antigüedad le pertenecía, pero todo eso del bebé había hecho las circunstancias entre ellos de lo más confusas, y con un dejo de timidez asintió una vez.
—Ven...
Izuku lo guió al interior del departamento y cerró la puerta tras de sí con el pasador normal y el otro que Katsuki había insistido instalar apenas 2 semanas atrás apenas tuvo la notificación de su misión fuera de Musutafu. Apagando el rastro de luces que había encendido al levantarse para ver quién lo visitaba esas horas de la noche, Izuku gateó de vuelta a su cama, y esperó a Katsuki sentado sobre las sábanas y con gesto expectante.
Volver a la rutina de antes ahora que tendrían un hijo pero ningún otro compromiso de por medio era extraño, y Katsuki estaba a punto de sucumbir al pánico mientras luchaba por mantener la pantalla de normalidad al dejar su maleta en el rincón y despojarse de sus ropas, cuando la curva en el estómago de Izuku llamó su atención y la capturó del todo.
—¿Cenaste ración doble de fideos? —Intentó bromear Katsuki, aunque más bien sonó a uno de sus clásicos regaños por comer de la calle más veces de lo que era prudente, e Izuku sujetó su almohada contra su frente y la estrujó.
—Erm, no. He subido un par de kilos. Mi doctora dice que es lo normal, ¿sabes?, que ya era hora de que el bebé comenzara a notarse... —Explicó con decreciente volumen de voz hasta terminar casi en un murmullo.
Con sólo los pantalones y la camiseta colgando de sus dedos laxos, Katsuki se acercó a la cama, y sin preguntar le quitó la almohada a Izuku para contemplar reverente el pequeño bulto que podía pasar como indigestión pero que era... un bebé... su cachorro...
—Puedes tocar —le permitió Izuku al observar los dedos de Katsuki extenderse en su dirección y permanecer congelados en el aire.
El roce fue eléctrico, y aunque Katsuki no encontró nada que no fuera piel tersa y músculos duros, la reacción primaria que sacudió su cuerpo fue la del deseo.
Izuku se mordisqueó el labio inferior, y atentó observó la palma de la mano de Katsuki subir de su vientre a su pecho, trazando un camino de calor que hacía muchas semanas no conseguían experimentar juntos. Después del caos que había sido llegar a un acuerdo con el futuro del bebé que no afectara sus carreras como héroes o la relación de amigos con derechos que sostenían porque no conocían nada mejor, el sexo entre ellos dos había chocado contra pared, limitándose a encuentros fortuitos en la oscuridad y con tanto nerviosismo como sus primeras experiencias.
Esa madrugada sin embargo el ambiente se respiraba diferente, e Izuku no tuvo ningún inconveniente cuando Katsuki lo hizo tenderse sobre su espalda entre las almohadas, y tras despojarlo de sus bóxers y hacer lo mismo con sus prendas restante, posicionar su peso sobre el suyo con absoluta delicadeza.
—¿No peso demasiado? —Preguntó Katsuki por primera vez, e Izuku se lo atribuyó a su miedo de aplastar el minúsculo bulto en su estómago.
—No, es perfecto —gimió Izuku entre besos, abriendo las piernas y alzando las caderas cuando la urgencia de Katsuki por estar dentro de él le hizo por poco quemar las sábanas con el uso de su quirk.
La primera estocada de sus caderas hizo llorar a Izuku, y poco faltó para que Katsuki se detuviera del todo y por primera vez en su vida le ofreciera una disculpa instantánea, pero éste consiguió detenerlo al entrelazar sus brazos alrededor de su nuca y besar su rostro por doquier.
—No es nada... Estoy sensible, es todo... Las hormonas hacen que todo se sienta increíble, Kacchan —dijo Izuku con los ojos vidriosos por el placer y las mejillas arreboladas—. Hazlo despacio... Tenemos tiempo.
Katsuki recuperó su confianza, y por los próximos minutos disfrutaron de un ritmo lento y profundo en el que abundaron los besos y las caricias. No fue sino hasta que los gemidos de Izuku aumentaron que Katsuki recuperó su confianza para tratarlo con un poco más de fuerza, y éste dobló una de sus piernas sobre la cadera del alfa para profundizar todavía más en ángulo de penetración.
—Ka-Kacchan... —Gimió Izuku, ondulando las caderas y aproximándose a la inminencia de su orgasmo con la misma facilidad que lo hacía cuando era un crío inexperto y él y Katsuki descubrían en compañía del otro el placer entre un alfa y omega.
Katsuki interpretó correctamente su petición, y ejerciendo más peso sobre Izuku alzó su cadera al aire e hizo que el ángulo fuera propicio para que el miembro de Izuku se refregara contra su estómago.
En la base de su propio pene, Katsuki golpeó repetidas veces a Izuku entre las nalgas con su botón, abriéndose paso a través de sus músculos hasta que con una última embestida consiguió entrar y la presión de sus músculos lo mantuvo en su sitio. Katsuki se sostuvo sobre sus codos sobre Izuku, sobrellevando su orgasmo para no perder de vista lo que era importante en esos momentos, como el rostro del omega contraído por el paroxismo de su propio orgasmo y no depositar en su totalidad el peso de su cuerpo sobre él.
Pero Izuku tenía otra opinión, y abrazando a Katsuki como un koala lo hizo claudicar.
—No nos lastimas —dijo con voz suave, incluyendo al bebé.
Katsuki enterró el rostro en su cuello. —¿Estás seguro?
—Por completo. Además, si crees que ahora estoy gordo, espera a verme en unos meses.
—Nunca dije que estuvieras gordo.
—Ya, pero no podías dejar de mirar mi estómago, ¿o me equivoco?
—Maldito nerd... —Gruñó Katsuki de buen humor, y abrazando a Izuku contra su cuerpo se las ingenió para rodar primero de costado y luego su propia espalda sin caer por la estrecha cama.
Daba igual lo que dijera Izuku, él prefería estar abajo y no poner sobre él (o el cachorro) peso innecesario, y en cualquier caso, tras recuperarse de la sorpresa éste no tuvo problema alguno en recostarse contra su pecho y taparlos a ambos con su sábana.
Era verano y hacía calor, pero conectados de la manera más física e íntima que conocían, nada (ni siquiera un poco de sudor) podía arruinar la paz que los envolvía en esos momentos tras largas semanas de tensión.
/*/*/*/*
Notes:
Confieso sin vergüenza que quería una escena mucho más larga y con Katsuki preocupado por el bebé, pero ya tendré oportunidad más adelante de explorar ese kink. Hasta entonces, graxie por leer y espero les esté gustando como va la historia :)
Chapter Text
4.- Beach day.
Después de convertirse en héroe, pocos son los lugares a los que Izuku puede recurrir cuando quiere sentirse cómodo, a sus anchas y disfrutar de la soledad necesaria para filtrar sus pensamientos. Por fortuna para él, sin importar cuántas cosas han cambiado desde la graduación e incorporarse a la agencia de Endeavor en los últimos 2 años, siempre hay un sitio en el que puede encontrar la paz porque él mismo creó esa paz, y esa es la playa de Dagobah que alguna vez ayudó a All Might a limpiar cuando se preparaba para recibir su quirk.
Hoy en día, Dagobah es un sitio popular entre las parejas, y a Izuku no le importa compartir el espacio siempre y cuando no lo molesten y lo dejen en paz para poner orden las ideas en su cabeza.
La soledad no es la mejor amiga de Izuku, una persona naturalmente gregaria, pero luego de compartir con Uraraka las varias pruebas de embarazo que han dado positivo lo único que le apetece es pasar tiempo a solas y... pensar. Sólo pensar sin tener que afrontar el futuro para el cual todavía no se encuentra preparado.
No en una decisión, eso por descontado, porque ya ha tomado una y es conservar al bebé. Al demonio con que apenas en unos meses cumplirá la mayoría de edad, que con toda certeza decepcionara a su madre, a sus profesores, a All Might y a sus amigos (por no mencionar a los ciudadanos que han llegado admirarlo tras conocerlo como un héroe local), eso sin contar con las dificultades a las que tendrá que enfrentarse como un omega sin lazo y todo lo que eso implique, porque desde el mismo instante en que Izuku confirmó su sospecha ya no pudo pensar en nada más que la vida que anidaba en su interior y que le resultaba imposible extinguir incluso si con ello se jugaba su futuro.
O lo que lo unía a Kacchan.
Con toda probabilidad el alfa tendría una crisis impresionante cuando Izuku le comunicara la noticia de que iban a ser padres. O mejor dicho, el que iba a ser madre, y que si prefería dar un paso atrás y no involucrarse con él... Vale, estaba en su derecho. No se lo recriminaría ni echaría en cara a pesar de su cobardía.
Izuku no se veía a sí mismo forzando a Katsuki a renunciar a su sueño de ser el héroe #1 por algo tan insignificante (y a la vez tan valioso) como lo era un bebé, sólo porque éste se sintiera forzado a cumplir lo que marcaba la tradición y era lo honorable, en lugar de hacerlo porque era algo que ambos querían. En su interior, Izuku se negaba a fantasear siquiera con la posibilidad de que aquel tropiezo tan monumental en sus vidas estuviera exento de grandes cambios, pero también era consciente de que en su caso podían ser todos, y en el de Katsuki ninguno si éste se negaba siquiera a reconocer su paternidad.
Claro que Izuku no creía a Katsuki capaz de llegar a esos extremos. Antes que amantes eran amigos, e Izuku conocía el compás moral de Katsuki casi tan bien como el suyo; quizá no llegarían a conformar una familia, y no habría un intercambio de palabras de amor ni promesas, pero sabía que podía contar con él si se lo pedía.
Eso si primero Izuku conseguía salir de su estupor y lo hacía.
Para cerciorarse de que las pruebas no habían sido un falso negativo, Izuku pasó de visitar al médico de la agencia (daba lo mismo si de por medio se habían firmado contratos de confidencialidad; prefería ganar tiempo antes de compartir la noticia entre quienes lo conocían) e hizo cita en un hospital privado. Para eso tuvo que faltar a una cena entre internos que se había organizado de última hora, y pretextando un dolor de cabeza declinó la oferta de Katsuki por acompañarlo hasta su piso.
Ese mismo día recibió Izuku los resultados de sus pruebas, y tal como suponía estaba embarazado, pero era diferente verlo en las 2 líneas rosas de una prueba casera a encontrar su nombre en una hoja de papel que confirmaba que sus niveles hormonales no dejaban lugar a dudas con respecto a su estado.
Izuku estaba embarazado, y según la doctora que lo había atendido, pronto tendría que agendar una segunda cita de seguimiento si es que quería continuar así y en buena salud.
De eso hacía ya una semana, e Izuku todavía no encontraba un plan adecuado para comunicarle a Katsuki la noticia y sobrevivir a su intento.
Por descontado que Katsuki gritaría, y literalmente habría explosiones cuando insistiera en que no se trataba de ninguna clase de broma de su parte. Izuku sólo esperaba no escuchar de Katsuki una frase que entre alfas era común (“¿estás seguro que es mío?”) porque entonces ahí sí que tendrían problemas y no se quedaría de brazos cruzados ni con la cabeza gacha tolerando aquella acusación infundada.
Sentado en la playa y jugueteando con puñados de arena que se pasaba de mano en mano, Izuku había acudido a la playa de Dagobah por octava tarde consecutiva buscando un poco de claridad en aquellos atardeceres que a veces lo ponían melancólico por traer a colación recuerdos del tiempo que pasó con su mentor entrenando en aquella misma playa. Del lugar repleto de basura y chatarra ya no quedaba ni el menor rastro, y cuando Izuku quería sentirse bien consigo mismo y sus fracasos acudía ahí para recordarse de lo que era capaz cuando se lo proponía con toda su tenacidad.
Salvo que en la última semana esa sensación de impotencia se negaba a tomar vuelo, y como ave de mal agüero se había posado en su espalda, clavando sus garras afiladas en sus hombros e impidiéndole razonar con claridad.
Todavía absorto en la monotonía de jugar con la arena y vislumbrar el sol en el horizonte a punto de desaparecer en el agua, Izuku se sobresaltó cuando el ruido de pisadas en la arena lo alertó de que no estaba solo. Por un instante en su piel brilló el característico verde de la One For All, pero desapareció casi en el acto cuando su nariz reconoció antes que sus ojos a la persona que esa tarde de pronto había decidido hacerle compañía.
La fragancia de caramelo quemado y té negro en ebullición era una que Izuku jamás podría asociar con alguien más que con Katsuki.
—Nerd —lo saludó éste al patear la arena y mirarle con gesto adusto—. ¿Qué diablos haces aquí? Pensé que eran un rumor estúpido esos avistamientos del héroe Deku en esta playa, pero tenía que cerciorarme.
—Es un sitio tranquilo.
—¿Para qué, suicidarte? Porque justo ahora tienes una cara...
La falta de reacción en Izuku hizo que Katsuki frunciera el ceño, y sin mucha ceremonia se sentara a su lado en la arena.
—Escúpelo de una vez, nerd —dijo Katsuki tras unos segundos de silencio, e Izuku abrió el puño y dejó caer la arena que sostenía al viento.
Izuku habría preferido empezar con un prefacio. Algo como lo que veía de crío junto a su madre en los doramas de la tarde, donde para darle dramatismo a la escena uno de los involucrados decía algo como ‘tenemos que hablar’ y la otra persona reaccionaba acorde a ello. Pero claro, Kacchan le explotaría la mano en la frente si se atrevía a algo tan idiota como eso, así que Izuku encogió las piernas frente a él, y apoyando el mentón sobre sus rodillas, se abrazó las piernas y murmuró su secreto.
—Estoy embarazado.
—¿Qué?
—Que estoy embarazado.
—Imbécil —rezongo Katsuki—. Eso lo escuché bien.
—Ah, es que como preguntaste ‘¿qué?’ pues yo supuse que... Erm, sí...
—Y... ¿Estás embarazado como en ‘creo que lo estoy’ o...?
—Fui al médico.
—Ya veo.
De alguna manera, el que Katsuki sólo lo hubiera insultado una vez y en esos momentos tuviera clavada la vista en el agua y la mandíbula clavada en su sitio no ayudó a tranquilizar a Izuku, que hundió más los hombros y se abrazó con mayor fuerza las piernas a la espera de lo que seguro estaba por venir.
—Es mío —dijo Katsuki, al menos no como pregunta, y para él Izuku sólo tuvo una respuesta.
—Duh.
—¿Alguien más lo sabe?
—Uraraka. Estaba conmigo y fue la primera en notar algo diferente en mí. Obviamente sabe que es tuyo. Cualquiera lo supondría con nuestro arreglo.
—Es lo más lógico para alguien con más de 3 neuronas.
—Ajá.
—Lo conservarás —y de nuevo no fue una pregunta, pero Izuku tenía que establecer su postura en ese punto y sin dejar espacio a dudas.
—Sí.
Una pausa, y luego Katsuki resopló. —Ok.
La tarde se volvió noche, y el ruido del mar sirvió para amortiguar el ruido de sus corazones latiendo acelerados dentro de sus cajas torácicas. Izuku contempló la luna a medio camino de estar llena, y el vello de su cuerpo se erizó cuando Katsuki le echó un brazo sobre los hombros y lo atrajo hacia sí.
—Vámonos. La marea está subiendo —dijo sin más, pero no fueron sus palabras sino sus acciones las que le dieron a Izuku esperanza de que al menos no todo estaba perdido.
De regreso a la calle y de ahí caminando despacio hasta su departamento, Katsuki tomó su mano y no lo dejó ir.
Igual que Izuku, él también había tomado una decisión.
/*/*/*/*
Notes:
Me da un poquito de pena porque 'beach day' suena a algo relajado, con sol y alegría, y convertí el prompt en algo depresivo a morir, pero insisto, esto es angst, con fluff y smut. Si les gusta sufrir, aquí estarán bien protegidas :)
Chapter Text
5.- Preparations for the baby’s arrival.
Izuku estaba por alcanzar su sexto mes de embarazo cuando por fin su figura delgada y muscular perdió la batalla contra las nuevas formas redondeadas del embarazo. De pronto una mañana descubrió que frente al espejo ya el bulto que tenía por delante no podía confundirse con una ración tiple de ramen, pero la señal definitiva llegó cuando no mucho después su uniforme se negó a cerrarle sin importar cuánto contuviera la respiración y no hubo medio posible por hacer que la cremallera subiera sin que de por medio él tuviera que sacar todo el aire de sus pulmones y sufrir una lenta asfixia. Así que con resignación firmó la hoja de baja que en la oficina de recursos humanos tenían reservada para él y que le obligaba dejar el patrullaje y la participación en misiones al menos hasta 2 meses después del parto. En su lugar, trabajaría tras un escritorio y sus labores principales consistirían en papelería, y más papelería.
El cambio de sus funciones administrativas no le sentó bien a Izuku, y si bien muchos de sus compañeros podían a veces considerar que era imprudente y temerario al punto de poner en riesgo su salud con tal de salvar a un civil, lo cierto es que él no iba a hacer lo mismo con su bebé en el vientre, así que a regañadientes aceptó su cambio de rutina, que además ahora incluía un horario regularizado de 9 a 3 que en lo absoluto le satisfacía, pero era lo que había y tenía que resignarse salvo que quisiera enfrentarse a la junta disciplinaria y aguantar una suspensión indefinida.
—No hagas pucheros. Es bueno para ti y para el bebé que no trabajes demasiadas horas —le recordó Uraraka cuando Izuku le llamó más tarde para quejarse de las novedades, y con ese y otros argumentos similares consiguió al menos hacerle ver que no sería un cambio permanente, sino sólo hasta la próxima primavera cuando pudiera reincorporarse a las labores de héroe—. Mientras tanto, haz algo positivo por ambos y empieza a planear la habitación del cachorro, ¿vale?
—Supongo...
Hasta ese punto del embarazo, Izuku había podido convencerse de que lo que tenía era un terrible caso de indigestión que no tenía por qué afectar demasiado su vida rutinaria. Salvo por la parte en que él y Katsuki habían tenido unos primeros meses confusos y repletos de tensión en los que ninguno de los dos sabía cómo actuar en presencia del otro, a partir del segundo trimestre las cosas entre ellos habían dado un giro para bien y la camaradería de antes se había vuelto a instalar.
O al menos una versión que se le parecía.
De momento Izuku vivía un día a la vez, y bajo esa mentalidad el tiempo se le había escurrido entre las manos con tan mal desatino de su parte que estaba a punto de llegar al último tercio de su embarazo sin tener para el bebé nada más que buenos deseos.
Sin un piso que contara con algo más que una habitación para él, y cocina-sala-comedor en uno, Izuku no se había hecho demasiadas ilusiones por decorar ‘la habitación del bebé’ porque para empezar ni siquiera contaba con el espacio necesario, mucho menos con recursos extras para disponer. Y vale, que en la agencia de Endeavor la paga era decente e Izuku podía buscar un mejor sitio que le proveyera mejores utilidades para la llegada de su cachorro, pero a Izuku le abrumaban todos los pasos que había que hacer realizar en orden para cumplirlo.
«Ok, entonces que sea un paso a la vez», se mentalizó Izuku a sí mismo, y con aquella convicción se dedicó por espacio de la siguiente semana a trabajar con ahínco durante las horas de su turno, y en los ratos muertos (que eran muchos ahora que ni siquiera tenía que entregar reportes de sus actividades) revisar páginas de inmobiliarias y casi con la misma devoción algunas tiendas online de ropa y aditamentos para los bebés.
Era una fortuna que Izuku hubiera cumplido ese año los 20, porque de otra manera habría necesitado de la firma de su madre para rentar un departamento como había ocurrido antes, ¿y qué habías más patético que presentarse con su progenitora cuando se era una omega embarazado y sin ningún lazo que lo uniera a un alfa? Mejor ni pensarlo, que para humillaciones ya tendría bastante después.
Al menos por ahora, se consolaba Izuku, era relativamente un héroe local que si bien había atraído la atención de los medios con sus hazañas del pasado al jugar un papel crucial en la derrota de La liga de villanos y otros grupos criminales de igual nivel de peligrosidad, todavía podía conservar hasta cierto punto su anonimato y sobrellevar su embarazo en moderada calma.
O al menos con esa idea se consoló hasta que tras 2 semanas en trabajo de escritorio un fotógrafo sensacionalista tomó una fotografía suya durante su trayecto en el tren a la agencia. Izuku había estado cómodo de pie en el atestado vagón y pensando en asuntos suyos cuando alguien llamó su atención como ‘Deku-san, tome este asiento por favor’, y a pesar del bochorno que eso le provocó, aceptó la oferta porque esa mañana los pies le estaban matando y le haría bien descansar un poco.
Bastó una fotografía en un blog menor para que cierto número de fans adictos a las historias escandalosas que ahí se leían armaran un alboroto tal que el equipo de relaciones públicas de la agencia tuviera que intervenir para lidiar con una avalancha de comunicados preguntando si era cierto que entre las filas de la agencia Endeavor el héroe omega Deku estaba embarazado y sin pareja.
Izuku llegó una mañana puntual a la agencia como siempre y con ánimo de hacer su trabajo con la mejor actitud posible cuando una de las recepcionistas lo interceptó y le pidió que subiera al cuarto piso en la sala de juntas B para hablar con la encargada de relaciones públicas y la jefa de recursos humanos. De inmediato comprendió Izuku que no podían ser buenas noticias, y así lo confirmó cuando le recibieron con caras largas para mostrarle la magnitud del desastre con el que contaban en sus manos.
Básicamente se le intentaba llevar al ostracismo por ser un omega embarazado y sin una clara marca de unión con un alfa, en donde la especulación mencionaba posibilidades degradantes como que no sabía quién era el padre o que se trataba de algún nombre que no podía verse relacionado en un escándalo de tan baja estofa ya fuera porque tenía otro omega o era una en los altos mandos y no se rebajaría a establecer abiertamente un vínculo con él.
Mordiéndose el labio inferior con tanta fuerza como para casi provocarse daño, Izuku se negó a parpadear mientras las 2 mujeres frente a él le exponían el caos mediático que le había rodeado en las últimas 24 horas y que no se pronosticaba en lo absoluto a su favor en ciertos sectores.
—La buena noticia es que como sociedad hemos avanzado bastante en los últimos años y la perspectiva de un omega de tu edad y embarazado sin una pareja estable no es el fin del mundo —dijo la mujer de relaciones públicas, que fue secundada por su colega.
—Exacto. Endeavor-san en persona llamó para notificar que la agencia debía respaldarte sin importar qué, así que nuestro comunicado especial será en defensa de tu honor. De manera oficial se pedirá respeto por tu persona, y más adelante cuando las aguas se calmen un poco podrás decidir si se hace un comunicado personal o no explicando lo que te parezca apropiado que el público conozca.
—Entonces... ¿No estoy despedido? —Preguntó Izuku, pues eso era lo peor que se había temido al traer la deshonra a la agencia de Endeavor con su comportamiento, pero ambas mujeres le aseguraron que no era el caso y que podía dejar todo en sus manos porque ellas se encargarían de asegurar su protección y privacidad a partir de aquel momento.
Izuku había salido de la sala de juntas con el corazón más ligero que nunca y una grata sensación de que ahora sí podía llorar y serían lágrimas de alivio, pero entonces su madre le escribió un mensaje, y su mundo volvió a estar de cabeza.
InkoM: Izuku, esta mañana Mitsuki Bakugou me llamó para preguntarme cómo estaba tras un terrible artículo que leyó de ti en una revista sensacionalista y se sorprendió casi tanto como yo lo estuve en su momento cuando le conté quién era el padre y que ustedes habían decidido hacer las cosas a su manera.
InkoM: Sabes bien que como madre te apoyo y estaré siempre contigo, pero debiste al menos mencionarme que los Bakugou no estaban enterados de tu embarazo y que Katsuki era el padre.
InkoM: Espero más tarde sin falta que me llames y puedas aclarar conmigo si realmente ese es el alfa que prometió estar contigo como un segundo padre para este bebé.
InkoM: Puede que te cueste reconocerlo así porque lo que te une a Katsuki es bastante complejo para cualquiera que no sea ustedes dos, pero yo soy tu madre y quiero lo mejor para ti.
InkoM: No desestimes mi consejo y al menos escúchame. Cualquiera que sea tu decisión después yo la respetaré.
Con el corazón posicionado cerca del ombligo y unas náuseas que no había experimentado por lo menos desde el inicio del embarazo, aquella mañana caótica para Izuku que apenas había empezado terminó con él vomitando en el sanitario y una orden del médico de la agencia para retirarse temprano y descansar por el resto de la semana.
Quizá era mejor así.
Izuku había vuelto a su piso con el alma por los suelos y fuerzas suficientes para recostarse en posición fetal sobre el nido que había creado con sus más mullidas almohadas y mantas sobre la cama, sólo para descubrir que tenía visitas, y no del tipo que él esperaba.
Frente a su puerta y con un aspecto terrorífico que hizo pensar a Izuku que antes preferiría enfrentarse a una docena de villanos armados que a ella, estaba Mitsuki Bakugou al parecer aguardando por él y con dos sendas bolsas repletas hasta el tope a su lado. Izuku creyó que eran víveres, pero un segundo vistazo le hizo reconocer un el logotipo motivos infantiles que delataban otro tipo de compras.
—¡Izuku, al fin! —Exclamó Mitsuki con una sonrisa grande, abriendo los brazos y recibiendo a Izuku contra su pecho en un abrazo muy necesitado.
Frente a él estaba la madre de Katsuki, una alfa única en su especie, que siempre había representado para Izuku una segunda figura materna, al menos durante los años en que ellos habían sido amigos. Después el contacto había sido esporádico, pero a juzgar por la calidez de su expresión el cariño mutuo que se tenían no había desaparecido.
—Oh, pero mírate —lo soltó Mitsuki, y con las manos en sus hombros lo admiró de pies a cabeza—. Estás igual que Masaru cuando esperábamos a Katsuki. Por cierto te manda saludos y disculpas porque no pudo ausentarse de la oficina, pero estará con nosotros cuando vayamos a ver a las personas de la inmobiliaria y durante la firma de papeles.
—Uh...
—Y qué modales los míos de presentarme aquí sin anunciar, pero era esto o golpear a ese maldito mocoso por no hablar directamente con sus padres —se lamentó Mitsuki, sacudiendo la cabeza y cambiando de expresión—. ¿Katsuki no te mencionó que pasaría por aquí?
Izuku abrió la boca, pero antes de conseguir formular cualquier sonido el elevador se abrió y ningún otro más que Katsuki (acalorado y con sudor en la frente) apareció.
—Te dije que esperaras, vieja —le reclamó a su progenitora, y ésta se cruzó de brazos.
—Ni hablar, mocoso engreído. De seguir tus indicaciones conocería a mi nieto a tiempo para su primer día de clases en la primaria y me niego que sea así.
—Uh... —Cada vez más confundido, Izuku se recargó unos segundos contra el muro, y al instante tuvo la atención de los dos alfas, que preocupados lo acosaron con preguntas de su estado—. Estoy bien, estoy bien. Sólo quisiera entrar en mi departamento y tomar un poco de agua.
Haciendo uso de su llave, Katsuki abrió la puerta y fue Mitsuki la que entró al lado de Izuku hasta la cocina, donde lo hizo sentarse en su mesa para dos y le sirvió un vaso con agua.
—¿Qué es todo esto? —Gruñó Katsuki al meter las bolsas llenas hasta reventar que Mitsuki traía consigo, y su madre le puso los ojos en blanco por su falta de atención.
—¿A ti qué te parece? Es ropa de bebé y otras cosas que Izuku necesitará pronto. Eso lo sabrías mejor si por un instante hubieras asumido correctamente tu papel de alfa, maldito crío.
Katsuki frunció el ceño, pero por una vez no tuvo palabras con qué defenderse. —No sabes nada.
—Sé lo suficiente —le reveló Mitsuki—. ¿Y creías que tu padre no hablaría conmigo de tu repentino deseo por aceptar nuestra propuesta de una casa? Ya bastante sospechoso era que lo hablaras sólo con él, como para que además insistieras en la prisa por conseguirlo.
Un tanto cansado por tener que presenciar una de aquellas discusiones a las que Katsuki y Mitsuki eran tan dados a protagonizar debido a lo parecido de sus personalidades y su tendencia a mandar y tener la última palabra, Izuku casi se perdió la parte en la que Katsuki reveló que se había tragado su orgullo de aceptar el ofrecimiento que sus padres le habían hecho tras la graduación de regalarle una casa completamente a su nombre y que estaba en sus planes hacer a Izuku el propietario para proveerle a él y a su bebé un sitio seguro donde vivir.
Casi.
—¿Y no podías haberlo dicho así en lugar de tratar de hacer todo a escondidas como si te avergonzara? —Le riñó Mitsuki con enojo—. ¿Te imaginas lo frustrante que es descubrir que voy a ser abuela a través de un periodicucho de pacotilla?
—Lo siento —se inmiscuyó Izuku, malinterpretando el reclamo, y Mitsuki se posicionó a su lado y le pasó el brazo por la espalda, acariciando su hombro.
—No es la situación ideal, Izuku, pero no por ti sino por este hijo mío que no ha sabido ser honesto ni hacer lo correcto.
—¡No te metas, vieja!
—Mientras la mitad del dinero de esa casa que piensas poner a nombre de Izuku y mi nieto sea mía, lo haré —respondió Mitsuki, que después miró a Izuku con una ternura que raras veces demostraba con Katsuki—. Puede que mi hijo idiota no dé el ancho como alfa para tu cachorro-...
—¡Te mataré!
—... pero Masaru y yo queremos apoyarte en lo que podamos. —Mitsuki suspiró—. Al menos la idea de Katsuki no es mala, y una casa cerca de la agencia y una buena guardería es un paso crucial para darle la bienvenida al nuevo bebé, ¿no crees, Izuku? Eso y una familia que esté para ustedes dos.
Presa de un torbellino de emociones que contrastaban de gran manera con la horripilante mañana que había vivido, Izuku asintió, y un par de gruesas lágrimas que lo rodaron por las mejillas antes de que consiguiera limpiárselas.
—¿Ves lo que has hecho? ¡Lo has puesto a llorar, maldita mujer!
—Está bien, Kacchan —tranquilizó Izuku al alfa, consiguiendo con esas 3 palabras que su aroma sulfuroso de furia se volviera caramelo quemado en el acto.
—Prepararé el té —dijo Mitsuki, apartándose para dejar que Katsuki tomara el relevo con Izuku— y después podremos hablar, ¿ok? Inko no tardará en llegar.
—¿Mamá también viene?
—No pensarían que este par de abuelas se quedarían de lado viéndolos sufrir, ¿o sí? —Bromeó Mitsuki, y con esa ligereza de humor volvió a transformar esa reunión de un encuentro terrorífico a un alivio total para Izuku.
Y al parecer también para Katsuki, que tomando las manos de Izuku entre las suyas, le hizo saber con una mirada que estaba ahí para él, y que quería demostrarlo no sólo con palabras, sino con acciones concretas.
Una casa en este caso, para Izuku y su cachorro, y donde de momento sólo faltaba él como tercer miembro para conformar un hogar...
/*/*/*/*
Notes:
*Suspiro* Perdón por la demora, pero entre semana trabajo y se me hace tarde en escribir el capítulo del día, betearlo y actualizarlo.
De momento la historia avanza, y tengo una pregunta para quienes leen: ¿Creen que el bebé es niño o niña? Me interesa su opinión~
Graxie por leer~!
Chapter Text
6.- Cravings.
Izuku estaba apenas de 2 meses de embarazo cuando Katsuki captó al caminar a su lado durante uno de sus patrullajes un ligero aroma a jengibre que provenía directamente de él. Ya que el nerd no tenía ese tono de fragancia entre los suyos (con Deku iban asociados como el eucalipto y la lluvia, intensificados ahora en el embarazo como un toque de hierbabuena y una pizca a césped recién cortado) y tampoco tenía él la impresión de que sus feromonas se hubieran mezclado de esa manera, Katsuki preguntó con la misma falta de delicadeza que le caracterizaba.
—Hey, ¿qué es ese aroma que te cargas?
A punto de tropezar con una grieta en la calle, Izuku consiguió recuperarse de la repentina pregunta con un gesto de sorpresa.
—¿A qué te refieres?
—A que hueles a... jengibre. ¿Qué pasa con eso?
—Ah —reconoció Izuku la cuestión, y con un movimiento de su mandíbula abrió la boca y le mostró a Katsuki en la punta de la lengua un chicle que después volvió a mascar con insistencia—. Compré una caja esta mañana junto con el desayuno. Pensé que era un sabor raro y me intrigó. Es todo.
«¿Es todo?», pensó Katsuki, que ni en un millón de años habría imaginado que Izuku fuera del tipo de mascar chicle, peor aun de los tenía preferencia por sabores extraños. Pero cosas más raras se habían visto en un mundo con quirks, así que lo desechó sin más y no volvió a sacar el tema durante el resto de su patrullaje.
Casi 2 semanas después, Katsuki estaba hasta las cejas lidiando (bajo mucha presión, valga la aclaración) con la papelería acumulada luego de un importante caso de contrabandistas de drogas potenciadoras de quirks que habían conseguido desmantelar el fin del semana en una redada conjunta con otras 4 agencias de héroes y que implicó tantos formularios como árboles un bosque, por lo que su paciencia pendía de un hilo y a su alrededor hasta el más mínimo ruido podía ser el detonante para que se soltara gritando de frustración contra quien menos lo merecía.
Por fortuna para él, los escritorios contiguos al suyo y que utilizaban los otros internos de su generación estaban por la mayor parte vacíos porque a) habían decidido que con Katsuki rechinando los dientes y mascullando maldiciones lo mejor era salir a patrullar, o b) a falta de una excusa plausible se habían mimetizado tras sus pilas de papeles por revisar y trabajaban casi sin hacer ruido con el rasgueo de sus plumas.
El único que parecía inmutable a la furia mal contenida de Katsuki era Izuku, que de pasada por su escritorio le ofreció un té e interpretó en su “malditos sean estos villanos con sus jodidas drogas de pacotilla que arruinan la paz de mi ciudad” una aceptación de su oferta.
A su regreso de la cocinita con una taza en cada mano, Izuku dejó la de Katsuki cerca del montón de papeles que dominaba el área y pasó a su lado con la suya, aspirando la suave fragancia que le acompañaba.
Al instante levantó Katsuki la cabeza cuando el perfume del té lo arrancó del estado de concentración en el que se encontraba.
—Jengibre —dijo en voz alta, y un interno que estaba posicionado a su lado agachó tanto la cabeza que casi se dio en la frente con la madera—. ¿Pero qué jodida obsesión tienes ahora con el jengibre, Deku?
—¿Obsesión? —Repitió éste sin entender, ya tras su escritorio.
—Me has oído bien, nerd.
—El tuyo es té verde. No veo cómo te puede afectar.
—Y no lo hace, pero... —Katsuki frunció el ceño—. Da igual. No me molestes.
Y porque estaba más que acostumbrado a los extraños cambios de humor de Katsuki, Izuku puso los ojos en blanco y siguió trabajando en lo suyo.
Sin comprender de todo el trasfondo en sus acciones, un par de días después y luego de terminar su turno doble para aprehender unos delincuentes, Katsuki aprovechó que el supermercado de su barrio estaba abierto para comprar un kilo de jengibre fresco y de paso presentarse en el departamento del nerd justo hoy que era su día libre en la agencia.
Utilizando su llave para entrar, Katsuki procuró al menos no hacer demasiado ruido al descalzarse, y en la cocina preparar un verdadero té de jengibre fresco que con una media sonrisa mal disimulada de satisfacción llevó consigo al dormitorio y colocó sobre la mesita de noche.
Izuku dormía a sus anchas, de espaldas y con la boca entreabierta, pero también con una camiseta que se le había levantado y una mano puesta sobre su vientre todavía plano. Faltarían más semanas antes de que el bebé que anidaba en su interior comenzara a dar señales de presencia, pero Katsuki no pudo evitar el disfrutar al menos unos segundos de fantasear con la imagen que Izuku sería con una barriga que no dejara lugar a dudas de su estado.
En sueños, Izuku se revolvió en la cama, y Katsuki aprovechó para salir de su trance.
—Despierta de una vez —le dijo en voz alta, e Izuku abrió un ojo con cautela.
—¿Kacchan?
—¿Quién más? ¿Acaso hay otro alfa en tu vida al que le hayas dado las llaves de tu departamento?
Si bien aquella era una broma de su parte, Katsuki se sorprendió a sí mismo frunciendo el ceño cuando la mera idea le resultó tan letal como un puñetazo en la laringe.
—No. Pero usualmente al menos envías un mensaje antes de presentarte —dijo Izuku, tallándose los ojos antes de semiincorporarse en la cama sobre un codo—. Mmm, ¿huele a...?
—Tsk, pensé que si ibas a estar tan obsesionado con el jengibre al menos podías probar la versión natural —masculló Katsuki, buscando mantener una apariencia indiferente cuando en realidad era su alfa el que ardía en deseos de demostrar que podía ser el proveedor que Izuku como omega necesitaba durante el embarazo.
Izuku extendió la mano y sujetó la taza, llevándosela al rostro y cerrando los ojos cuando el aroma invadió sus fosas nasales.
—Gracias, Kacchan.
—Ni lo menciones, nerd. En serio. No lo hagas.
La obsesión con el jengibre fue la primera, pero no la última.
Durante los siguientes meses de embarazo de Izuku, mientras su vientre crecía y pasaba de un pequeño bulto confundible como una cena copiosa a volver un evidente ser humano en formación, también la lista de alimentos que ahora interesaban a éste se volvió más y más larga.
En vano intentó encontrar Katsuki una lógica al repentino interés de Izuku por probar preparaciones e ingredientes en los que antes no estaba familiarizado, y que éste justificó con bochorno como normal parte del embarazo.
—Son... antojos, Kacchan —se justificó en una ocasión cuando al abrir el refrigerador le mostró a Katsuki el tarro de helado de mango con tamarindo que había mandado pedir vía Amazon apenas esa semana. En opinión de Katsuki, un producto que había terminado costando 5 veces su valor porque el envío exprés había disparado su precio no lo valía en lo absoluto, pero tuvo que cambiar de opinión cuando tras no convencerlo de probar una cucharada, Izuku se llevó un bocado a la boca y lo compartió con Katsuki a través de un beso húmedo en exceso.
La combinación de dulce con picante despertó en Katsuki el deseo, o quizá sólo era Izuku cálido en sus brazos, uniendo su lengua con la suya y recordándole que las hormonas del embarazo eran la excusa perfecta para disfrutar perezosamente de su tiempo libre con la menor cantidad de ropa posible.
Katsuki no vio el patrón en los antojos de Izuku, estaba cerca de descubrirlo.
Porque no podía confiar en Izuku para alimentarse correctamente durante su embarazo (no al menos al nivel en que Katsuki quería que lo hiciera, con alimentos frescos y balanceados, excluyendo todo rastro de comida procesada y refrescos altos en azúcar), Katsuki tomó por costumbre pasar por el departamento del nerd al menos 3 veces por semana para cocinarle suficiente comida para que tuviera extras en el refrigerador y supliera así sus ausencias.
Si Izuku encontró divertido que Katsuki de pronto actuara como un alfa preocupado por el bienestar de su omega y su cachorro, no lo mencionó. En cambio aceptó su generosidad con una sonrisa fácil y no perdió ocasión en elogiar su sazón, preparación y hasta presentación con cada comida.
El giro llegó cuando ya de 5 meses y aumentando sus raciones, Izuku de pronto probó el curry que Katsuki había preparado de cena para ambos y bajó la cuchara con una mueca indescifrable en el rostro.
—¿Qué? —Gruñó Katsuki, pues omega o no, madre de su cachorro o no, se tomaba muy en serio sus habilidades como chef para permitir que el nerd lo ofendiera dando a entender que su curry no era el mejor que hubiera probado antes.
—Es el sabor. Falta un poco de...
—¿Sal? ¿Paprika? Dilo de una vez.
Izuku removió con su cuchara la mezcla de arroz y curry, examinando las papas y zanahorias cortadas en perfecta proporción porque no había nadie más ágil que Katsuki con el cuchillo, pero sin conseguir dar con el punto exacto.
A final de cuentas, Izuku comió hasta vaciar su plato, pero Katsuki no pudo sacudirse de encima esa sensación alarmante de que había fallado, que como alfa no había sido capaz de complacer a su omega con una tarea tan simple como un curry, y enojado consigo mismo se desquitó con las ollas hasta casi quedarse los dedos pelados con la fibra de tallar.
A punto estaba Katsuki de tener una crisis existencial por lo que su biología le indicaba que era su error, cuando sorprendió por el rabillo del ojo a Izuku pasando un dedo por el que había sido su plato, y recolectando la salsa del curry para luego llevársela a la boca y gemir de gusto.
A diferencia de él, Izuku jamás había tenido una alta tolerancia a los picantes. De críos Izuku se decantaba por las golosinas dulces, mientras que Katsuki elegía las ácidas o con un toque de picor. De mayores esas preferencias habían evolucionado de manera similar, con Izuku prefiriendo sabores neutros o suaves, mientras que para Katsuki no había nada mejor que preparaciones que le hicieran moquear, arder las orejas y hasta humedecer los ojos.
Con el curry no había diferencias. Desde un inicio Katsuki había puesto 2 ollas en la estufa, una con la versión cargada de sabor que era para Izuku pero que no tenía ningún picante, y la otra era la variante en la que Katsuki no se medía a la hora de agregar cuanto ingrediente agresivo al paladar pudiera encontrar. Katsuki era un fanático de las sensaciones fuertes, y con ese fin había importado un par de ingredientes de la India que ahora tenían permanencia en su cocina y eran para satisfacer ese gusto. Hasta ese punto en su no-relación con Izuku, Katsuki se había limitado a dejar en la alacena una colección de sus picantes favoritos, siempre atento a que serían de su uso exclusivo porque éste no los tocaría ni en un millón de años, pero al parecer estaba equivocado.
Con un suspiro de alivio al haber resuelto el misterio, Katsuki cerró la llave del agua, y sin molestarse en secarse las manos, se giró para sujetar el rostro de Izuku con ellas y lo besó de lleno en la boca.
La combinación de sabores fue instantánea. Katsuki no se fue por las ramas al pedir acceso a su boca, sino que utilizó su lengua para abrirse paso entre los labios de Izuku, que reaccionó primero con asombro y después sumisión al casi doblársele las rodillas con el ímpetu con el que el alfa le reacomodó las amígdalas y le recordó quién era el mejor para besar en aquella habitación.
—Woah, ¿qué ha sido eso? —Preguntó Izuku apenas Katsuki se apartó unos centímetros para dejarlo respirar, y por inercia se pasó la lengua por el labio inferior recolectando las trazas de picante que Katsuki había dejado ahí.
—Si querías comer curry picante sólo tenías que pedírmelo, nerd.
—¿Uh?
—Da igual. —Retrocedió Katsuki un paso y con un plan formándose en su cabeza—. Termina de limpiar la mesa. Ya es tarde y debemos irnos a la cama.
—Vale —respondió Izuku, que acostumbrado a los cambios de humor en Katsuki no prestó mucha atención a nada que no fuera la promesa de continuar ese beso después.
Katsuki no lo dijo e Izuku no lo cuestionó, pero a partir de ese día y hasta que éste tomó su baja por maternidad y se ausentó de la oficina, en su cajón del escritorio siempre pudo encontrar toda clase de golosinas que caían sobre la gama de lo saludables, y que como detalle especial tenían siempre una etiqueta de advertencia donde se podía leer ‘Cuidado: Picante’.
Ciertamente no eran la elección habitual de Izuku, que tenía más una debilidad por el chocolate y los sabores dulces, pero mientras comía una tira de caramelo acidulado con picante en polvo espolvoreado encima no pudo formular ningún tipo de queja al respecto.
Además, era un regalo de Katsuki, y como omega que era, Izuku se sentía reconfortado por esa noción.
/*/*/*/*
Notes:
Ah, los famosos antojos~ Y claro que el cachorro de este par tendría preferencia por los picantes como el papá :)
Mañana toca el nacimiento del bebé, última oportunidad para hacer apuestas, ¿niño o niña?
Graxie por leer~!
Chapter Text
7.- Baby birth.
En perspectiva, Izuku habría de recordar la noche previa al nacimiento de su cachorro como una de las sesiones de sexo más intensas en los últimos meses después de que se confirmara su embarazo. En un inicio, Katsuki había estado demasiado asustado de lastimarlo a él o al bebé, y después las dificultades habían sido de tipo mecánico cuando la barriga creciente con la que contaba ahora no hizo más que ensancharse sin parar a partir del quinto mes.
Sufriendo los inconveniente del último trimestre y a 2 semanas de la fecha probable del parto, Izuku estaba agradecido de la intensidad casi abrumante de sus orgasmos, potenciados por las hormonas del embarazo y la recién descubierta nueva gama de posiciones a las que él y Katsuki se habían tenido que habituar para conseguir que sus genitales se conectaran con un enorme balón de por medio, pero no podía esperar más para que el nacimiento ocurriera y volver a su rutina de siempre en la que era capaz de verse los dedos de los pies sin problemas.
Bueno, la rutina a la que estaba habituado, plus un bebé. Que con toda certeza trastocaría su vida y sus horarios, pero que tras varios años de vivir como héroe con poco tiempo a su disposición y listo para entrar en acción Izuku se creía listo para sobrellevar aquella nueva responsabilidad de la mejor manera.
Esa mañana Katsuki y él se habían hecho los remolones para abandonar la cama, en gran parte porque a su alfa no lo esperaban en la agencia sino hasta las 10, y el valioso tiempo extra con el que contaban contribuyó a que Izuku se deslizara fuera de sus pantalones del pijama y con insistencia refregara su trasero sobre la pelvis de Katsuki.
Una cosa había llevado a la otra, y aunque al final las sábanas quedaron hechas un desastre y por decencia tuvieron que ducharse separados para no caer en la tentación de volver a hacer el amor cuando el reloj les apremiaba, el resultado se consideró positivo. Katsuki estaba de un muy particular buen humor esa mañana mientras preparaba huevos y pan tostado para ambos, casi tarareando tras los labios curvados en una apenas perceptible sonrisa.
Izuku se había sentido feliz como pocas veces en la vida porque sabía contar sus bendiciones. Tenía un alfa (incluso si de por medio seguían afirmando que no estaban juntos juntos sino sólo juntos por el bebé pero sin formalizar nada más que eso), una casa pagada en su totalidad (pero donde vivía ‘solo’ porque a pesar de pasar con él la mayor parte de las noches Katsuki conservaba su piso cerca de la agencia), un bebé en camino (para quien a ratos se sentía como un fracaso como futura madre) y una carrera como héroe (que había sido meteórica en su ascenso pero en los últimos meses había perdido impulso y quedado estancada hasta nuevo aviso), por lo que le parecía injusto centrarse en lo malo cuando justo ahora, en ese lugar, no tenía queja alguna si capturaba ese único instante y se daba por satisfecho.
—Te ves cansado, nerd —le dijo Katsuki al colocar frente a Izuku un plato con 2 huevos y 3 rebanadas de pan tostado frente a él—. ¿Dormiste bien al menos? ¿Es la espalda otra vez?
—Oh no, para nada —replicó Izuku con la punta de las orejas rojas de vergüenza—. La calidad de sueño fue excelente, es sólo que... Apenas dormí.
—Uhm. —Enrojeciendo por su cuenta aunque disimulándolo mejor, Katsuki se sentó frente a él y comenzó a comer con fruición porque se hacía tarde y no quería llegar con retraso a su primera ronda del día.
Centrado en la lista de pendientes que tenía para el día (sobre todo lavar las sábanas y realizar los ejercicios de respiración que su doctora le había recomendado dominar para el día del parto), Izuku recordó de pronto que la semana entrante sería el cumpleaños de Asui y que las chicas de la clase habían organizado una reunión especial para celebrarlo. Izuku estaba invitado, y lo mismo Katsuki, aunque tenía sus dudas si el alfa accedería a presentarse. Katsuki no era del tipo de asistir a reuniones de la clase, no al menos si interferían con su rutina, e Izuku creía recordar que se verían en un izakaya un viernes. Por descontado un día ideal, pero Katsuki era tan anal con irse temprano a la cama que sería un milagro convencerlo de asistir.
—Iré —dijo Katsuki, atento al murmullo de Izuku, que inconscientemente había hablado para sí en voz baja en todo momento—. No pongas esa cara. ¿Crees que te dejaría ir así? Apenas puedes caminar sin agitarte, ya no se diga sentarte en el piso y después levantarte por tu propia cuenta.
—Será divertido ver a todos —dijo Izuku con alegría—. Pero tendré que salir a comprarle un regalo. No todos los días se cumple 20 años.
—¿Irás hoy?
—Será lo mejor —respondió Izuku entre bocados—. También tengo que ir al banco y a comprar los ingredientes para la cena.
—¿No prefieres esperar a que yo vuelva? Eres pésimo para elegir el tofu —dijo Katsuki, que a pesar de su reproche esa era la manera que tenía de velar por Izuku, porque siempre que éste salía por su cuenta se preocupaba en exceso por su bienestar.
Izuku suponía que era porque ahora que estaba embarazado en el último trimestre y actividades que antes no le representaban esfuerzo alguno y ahora eran una carga para su cuerpo lo mantenían vulnerable. Katsuki tenía su propia manera de expresar su preocupación, no con palabras sino como gestos, como impidiendo que Izuku cargara cualquier peso o prestando su brazo cuando caminaban por la calle. Izuku no podía decir que era inmune a sus maneras, aunque a veces se sentía un poco sofocado porque costaba asumirse como un omega embarazado y cercano a la fecha del parto que requiriera ayuda extra cuando él siempre había sido tan independiente antes.
—No será necesario —dijo Izuku con resolución—. Además, el aire fresco me sentará bien.
Katsuki torció la boca. —Vale, pero no olvides ponerte la bufanda. Afuera está helado.
—Sí.
—Y guantes.
—Ok.
—Y lleva el móvil.
—Vale.
—Y también-...
—Kacchan —le interrumpió Izuku con firmeza, y mirándolo directo a los ojos declaró—: Estaré bien.
Carraspeando, Katsuki desvió la mirada. —¿Quién dijo que estaba preocupado por ti? Es... Es por el cachorro.
—Pues parece que olvidas quién es su madre y que yo también puedo protegerlo.
—Ya. Nunca dije lo contrario —masculló Katsuki, y así zanjaron ese asunto para después continuar con su desayuno.
Después de despedir a Katsuki en el genkan posicionando sus manos sobre sus hombros y compartiendo con él un beso íntimo que más bien pertenecía a la categoría de ‘parejas’ antes que a la de ‘amigos con beneficios que están por tener un bebé’, Izuku se preparó a salir vistiendo las prendas más abrigadoras de su repertorio y siguiendo las indicaciones de Katsuki por llevar bufanda, guantes y gorro para encubrir su identidad, pero fue un caso perdido cuando su abrigo se negó siquiera a cerrarle al frente.
Izuku contó 8 dedos de separación entre el botón y el ojal en el área más angosta, y con un resoplido de frustración porque todavía tenía una semana por delante antes de la fecha probable del parto (y su doctora le había advertido que con omegas primerizos incluso podía prolongarse hasta 2 más) se calzó sus zapatos más holgados para salir y con esfuerzo se lanzó a enfrentar la mañana cargada de ocupaciones que le esperaba.
Con un plan en mente de realizar sus compras y volver a tiempo para una siesta perezosa en ese sitio del sofá que daba bajo el sol de la ventana, Izuku pasó al banco, a una tienda de accesorios para chicas y al mercado, donde se esforzó por encontrar el mejor tofu firme para Katsuki y fantasear con la posibilidad de que elogiara su selección. Probablemente no porque Katsuki era muy particular con lo que comía, pero se valía soñar...
Todavía con tiempo a su disposición y un delicioso clima frío pero soleado que hacía tentadora la idea de un paseo por un parque cercano, Izuku decidió caminar en lugar de tomar el autobús, y fue así como presenció el momento justo en que un grupo de villanos de baja monta entraron a una tienda de conveniencia con intenciones de asaltar al empleado tras el mostrador y llevarse la mercancía.
Izuku no pensó, sino que su cuerpo se movió por inercia, y entrando en acción noqueó al primer villano con un puñetazo en el rostro. El segundo lanzó en su dirección una afilada navaja que resultó ser una de sus uñas, pero el quirk no incluía regeneración, y para la tercera uña estaba llorando en el suelo vencido por su propia inutilidad. Izuku derrotó al tercer y cuarto villano en sucesión al atraparlos justo detrás de un mostrador de papas fritas e inmovilizarlos, pero sufrió un percance cuando desde los congeladores un quinto villano consiguió golpearlo con una lata de duraznos en conserva justo en la parte trasera de la cabeza.
—¡No juegues a ser el héroe, maldito omega! —Le gritó el villano sin reconocer que estaba a punto de enfrentarse a Deku, y éste enfurecido activo One For All y provocó que a su alrededor varias botellas de cristal estallaran.
Izuku consiguió detener a todos los villanos en un tiempo récord inferior a los 60 segundos, de tal manera que para cuando los héroes de las cercanías se acercaron a auxiliar él ya estaba arrastrándolos a un montículo a las afueras de la tienda y resoplando con calor a pesar de lo gélido del día.
—Los ciudadanos no tienen permitido utilizar su quirk en la vía pública. Eso es un claro incumplimiento al código de-... —Empezó uno de los héroes a lanzar una tirada y se detuvo cuando su acompañante le plantó un codazo y lo mandó callar.
—¡Es Deku!
—¿Qué?
—¡Deku, caray! De la agencia de Endeavor —explicó el otro héroe, y su compañero mostró un gesto de humillación total antes de inclinarse al frente y con toda solemnidad disculparse con una profunda reverencia.
—¡Lo siento, lo siento tanto, Deku-san! Ha sido una imprudencia de mi parte y-...
—¡Ah!
Esa segunda interrupción corrió por cargo de Izuku, que al abrir la boca para expresar que no era necesario ser tan formales y que en realidad él no debería de haber actuado así porque estaba de baja por maternidad, de pronto sufrió un espasmo y se llevó la mano al vientre.
Los rostros de los héroes que habían arribado a la escena del crimen se abrieron cómicamente, y lo único que Izuku pudo pensar con claridad era que Katsuki iba a matarlo por su imprudencia...
Katsuki sabía que el día del parto llegaría en cualquier momento, pero en su imaginación él estaba al lado de Izuku, y el proceso era algo lento y sin muchos contratiempos, como estar mirando en el televisor algún documental de los héroes de décadas pasadas y que Izuku se girara hacia él con calma para anunciarle que el bebé vendría en camino. Con parsimonia llamarían un taxi y subirían la maleta que tenían preparada con antelación desde meses atrás, y en el hospital Izuku se recostaría en su cama mientras la naturaleza se encargaba del resto.
Por descontado que Katsuki no estaba muy al tanto de los pormenores del parto, y creía que lo que se veía en películas era una exageración. Después de todo, mujeres y omegas tenían bebés a diario, y nunca había escuchado a nadie con un bebé relatar su experiencia tan horripilante como las que se veían en esas escenas de gritos, llanto y mucho sudor, así que había catalogado ese pronóstico como exagerado y poco informativo.
Oh, pero no podría haber estado más equivocado.
Y no sólo por Izuku, sino por él, pues resultó ser que Izuku había previsto mejor que él cualquier contratiempo, y en lugar de pedir en el hospital que se le notificara a él primero, en su lugar había hecho llamar a Uraraka, quien se presentó en su agencia con Todoroki.
—¿Qué, vienen contra solicitud de trabajar juntos en un caso? —Preguntó Katsuki apenas levantando la vista de su papelería, pero un simple vistazo en sus rostros le bastó para saber la verdad—. Es Deku.
—Tuvo un enfrentamiento con unos villanos —dijo Todoroki, y Uraraka le golpeó con fuerza en el brazo.
—¡Dijimos que seríamos suaves al darle la noticia!
—¿Está herido? —Preguntó Katsuki.
—En el hospital —dijo Todoroki, ganándose otro golpe de Uraraka—. El bebé viene en camino.
Katsuki no necesitó de mucho más para ponerse en pie derribando su silla en el proceso, y salir de la agencia sin importarle que por ley no tenía ese derecho. Después de todo, él no era el alfa de Izuku, y aunque aquel era su bebé y todos estaban al tanto, legalmente no tenía ninguna protección de su lado.
Haciendo uso de uno de los automóviles que la agencia había puesto a su disposición, Katsuki aceptó a regañadientes ir de copiloto mientras Todoroki y Uraraka le ponían al tanto y le aconsejaban mostrarse razonable en recepción, también esgrimiendo como argumento que al no ser el alfa de Izuku, las enfermeras le pondrían trabas para pasar a la sala de partos.
—Quiero ver que lo intenten siquiera —gruñó Katsuki con hosquedad, pero también... miedo.
Katsuki había dado por sentado que como padre nadie podía impedirle estar al lado de Izuku durante el parto, pero al parecer ese derecho estaba reservado para las parejas, o para aquellas duplas en las que el omega así lo decidía. Como alfa, Katsuki no tenía derechos inherentes, y la mera idea de que esa posibilidad se volviera su realidad lo ponía enfermo.
Por fortuna, Uraraka entró por delante y se valió de su labia para hacerle entender a la enfermera en turno que Izuku había olvidado agregar a Katsuki a la lista de visitas, pero que ciertamente lo quería ahí con él a su lado mientras se daba el alumbramiento.
Con bata, cofia, cubrebocas y guantes, Katsuki obtuvo permiso de pasar a la suite en la que Izuku daría a luz, y de nueva cuenta su imaginación sufrió un revés al no encontrar al omega en una cama, sino en el suelo, vestido ya con la bata del hospital que le llegaba arriba de las rodillas y abrazando una enorme pelota de plástico casi tan grande como la mitad de su tamaño.
—¿Izuku? —Se arrodilló a su lado, y éste tuvo la gracia de reír a pesar de tener los ojos anegados en llanto.
—Sé que realmente debes estar preocupado cuando no me llamas Deku o nerd —consiguió éste articular antes de sufrir otra contracción—. ¡AH!
Katsuki apenas tuvo oportunidad de enterarse que el trabajo de parto se había apresurado por el uso de la One For All, pero que al menos podían estar tranquilos porque el cachorro estaba bien, y el proceso iba a buen ritmo sin complicaciones.
—Sólo duele como los mil demonios —le reveló Izuku, abrazado al balón de rodillas sobre una estera de plástico y arqueando la espalda—, el peor dolor que alguna vez he sentido.
—Te has roto innumerables huesos en tu carrera como héroe, nerd.
—El peor dolor. ¿Acaso tartamudeé? —Gruñó Izuku, y Katsuki decidió que era buen momento de cerrar la boca y ayudar.
Pronto se les unió una doctora y 2 enfermeros, que en intervalos de 10 minutos revisaron a Izuku por dilatación y se sorprendieron por la velocidad con la que se cuerpo estaba trabajando para terminar lo antes posible con el parto.
Katsuki tenía menos de 2 horas de haber llegado cuando murmuró que quería ir al sanitario e Izuku le apretó los dedos con tanta fuerza como para hacerlo sisear del dolor y le pidió que se quedara.
—Ya viene...
—Apenas tienes 4 horas de parto.
—Ya está en camino, Kacchan...
—Pero...
—Tú decides si te lo pierdes o no, pero, ¡ah!, ya viene en camino y no a esperar a que vuelvas de los sanitarios.
Katsuki no tuvo oportunidad de llamar siquiera a la enfermera del rincón para que le ayudara. Un segundo estaba Izuku jadeando de dolor, y al siguiente soltando un alarido mientras se abrazaba a la pelota terapéutica, y con las piernas dobladas y una serie de contracciones simultáneas, expulsó de su interior un renacuajo.
Por un instante creyó Katsuki que tenía entre manos un huevo de rana y que de alguna manera Izuku le había sido infiel con un anfibio, pero entonces la enfermera gritó que el bebé había nacido dentro de la placenta, y con presteza se arrodilló a su lado y pidió asistencia para romperla.
En segundo término frente al equipo médico, Katsuki presenció la rotura de la placenta, y entre el agua y membranas, apareció un bebé.
—¿Kacchan? —Débil por la experiencia que había pasado, Izuku giró la cabeza y apoyó la mejilla en la pelota terapéutica—. ¿Qué es? ¿Todo salió bien? ¿Cómo está mi bebé?
El rostro de Katsuki se torció en una mueca de llanto. —Es... Oh, Izuku...
Izuku extendió una mano, y Katsuki entrelazó sus dedos con él, deseoso de obtener algo de su fortaleza ahora que se sentía tan vulnerable y expuesto.
—Niña —dijo la doctora con satisfacción.
—Y alfa —secundó su enfermera—. Felicidades, señores Bakugou.
Y ni Katsuki o Izuku los corrigieron. Abrumados por el repentino peso de la paternidad, ambos rompieron a llorar. Katsuki se giró hacia Izuku y le cubrió con un brazo, mientras éste cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de alivio.
Eran padres, sí, madre y padre, pero sus tribulaciones no habían terminado todavía.
/*/*/*/*
Notes:
¡Y es una niña! :) Hubiera querido un parto más dramático pero no le alcanzó para alargar más así que así se queda. Si les gusta cómo va quedando este fic no duden en hacérmelo saber; un comentario hoy hace más que feliz a esta pobre autora para actualizar mañana.
Graxie por leer~!
Chapter Text
8.- Breastfeed.
A 3 días del parto, Katsuki no comprendía cómo en opinión Izuku y la bebé estaban listos para volver a casa así sin más. Vale, que tenían un certificado de salud completo que los avalaba e Izuku afirmaba sentirse cada día mucho mejor que el anterior, pero Katsuki no conseguía sacudirse de encima la fatídica sensación de que todavía era muy pronto para ello, pues una vez que la alta les fuera otorgada, el resto sería real. Sobreentendido como que él sería padre, Izuku madre, y la pequeña bebé que enarbolaba un cabello rubio igual al suyo el cachorro del que tendrían que cuidar al menos por los próximos 18 años de vida.
Katsuki ni siquiera se sentía capaz de llevar a Izuku y a su cachorro de vuelta a casa, mucho menos... lo que le siguiera.
—La paternidad es tan natural como permitas que lo sea para ti —le aconsejó Masaru cuando Katsuki tuvo unos minutos a solas con él para pedirle su consejo, y sus palabras no le fueron de gran ayuda.
—No seas un cobarde y trata de ser el mejor como en otras áreas de tu vida —dijo Mitsuki con la misma brusquedad que la caracterizaba, y aunque su exhortación le pareció más comprensible que la de su padre, no por ello quedó Katsuki satisfecho.
Sin embargo, listo o no, Izuku y la bebé fueron dados de alta a la mañana del cuarto día y no le quedó de otra más que llamar al servicio de taxis para asegurar su regreso a casa.
—¡Con una mierda! ¿Es que no puede evitar siquiera un bache?
—Kacchan...
—¡Parece que quiere cruzarlos todos y matarnos!
A menos de la mitad de la velocidad recomendada para la avenida a la que transitaban, el taxista tras el volante iba tenso y con la frente perlada de sudor no sólo porque tenía a 2 héroes en sus asientos traseros y cargando un bebé, sino que tenía al famoso Ground Zero criticando sin parar todos y cada uno de sus movimientos casi a voz de grito.
Sólo el llanto del bebé que Deku traía en brazos puso fin a sus gritos, y por el resto del trayecto el taxista intentó no desviar la atención hacia su persona y evitar a toda costa recibir una explosión en la cara por su aparente inutilidad para manejar.
A su arribo a la dirección que le había sido indicada, el taxista se apresuró a ayudar a sus pasajeros a bajar, y se topó con un par de ojos rojos y dientes afilados que gruñeron en su dirección cuando Ground Zero le impidió siquiera acercarse a un paso al que todas luces era su compañero y madre de su bebé.
—Las maletas —le gruñó Katsuki al empleado, y éste se movió lo más rápido posible al descargar el maletín de viaje de Izuku y la pañalera de la bebé.
—Tienes que tranquilizarte un poco. Ya hiciste llorar a las enfermeras, no hagas lo mismo con el taxista —le advirtió Izuku, que sin aviso de ningún tipo aprovechó una distracción de Katsuki para entregarle a la bebé en brazos y él por su cuenta pagar la corrida.
Katsuki se quedó con su bebé apretado con mucho cuidado contra su torso, examinando con atención aquel rostro que en su opinión era de lo más angelical, y rígido como una piedra porque no quería ser él quien arruinara lo que parecía ser la mejor siesta del mundo.
—Vamos, Kacchan —le quitó Izuku a la bebé en brazos, sosteniendo su cabeza y haciendo la transición con tal facilidad que a éste le costó comprender cómo no actuaba con la misma cautela que quien maneja una bomba que está a punto de estallar.
Cargando las maletas, Katsuki acompañó a Izuku al interior de la casa que técnicamente habría sido suya como regalo de sus padres, pero que por cuestiones legales le pertenecía a Izuku frente al gobierno japonés y sólo podía ser heredada por su descendencia. Katsuki no tenía domicilio en aquella propiedad a pasar de transcurrir ahí la mayor parte de sus días y sus noches cuando no se encontraba en la agencia. Su propio departamento se había convertido en una especie de almacenaje para sus pertenencias, y eran raras las horas que pasaba ahí salvo para cambiar mudas de ropa o recoger las facturas. A Izuku parecía no importarle que Katsuki hubiera hecho residencia permanente en su dormitorio, justo a su lado en la cama, quizá porque durante el embarazo su estado lo había hecho vulnerable y dificultaba la realización de tareas tan sencillas como la limpieza o el mantenimiento de la casa.
Katsuki se había quedado a dormir la primera noche que Izuku pasó en la casa cuando éste alegó sentirse nervioso de estar ahí a solas, y desde entonces ninguno había hecho señal alguna para dar a entender que su presencia estaba de más. Ni Katsuki quería marcharse ni Izuku daba la impresión de querer lo mismo, pero a desconocimiento del otro, su temor compartido era precisamente ese: Que el momento de la despedida estuviera cerca.
Ahora que Izuku no estaba embarazado y su recuperación iba viento en popa, las razones que los ataban de manera constante se habían debilitado.
Por fortuna para ambos, la bebé comenzó a llorar apenas Katsuki depositó las maletas en la habitación principal, y cuando se reunió con Izuku en la sala se sorprendió de encontrar a éste alzándose el suéter que vestía y sacándoselo por encima de la cabeza.
—¿Tienes calor? —Preguntó Katsuki con incredulidad, porque afuera la temperatura no superaba las 2 cifras, y adentró la casa estaba gélida.
—No —respondió Izuku sin explicarse más, pues alzándose también la camiseta de un lado, exhibió una porción de su pecho desnudo y se acunó a la bebé hasta que de pronto su llanto desapareció.
—Oh...
Izuku alzó la vista y miró a Katsuki con la misma parsimonia que éste le dedicaba.
—¿Qué?
—Es la primera vez que te veo hacer... eso.
—¿Qué, alimentar a nuestra hija? —Izuku se acomodó mejor a la bebé, y Katsuki tuvo oportunidad de apreciar la suave curva de su pecho al apretarse con la mejilla de su cachorro.
Ok, que Katsuki no era tan denso o ignorante de la biología de los omegas. Como preparación para el día del parto, se había instruido leyendo en internet una docena de artículos relacionados a qué esperar y qué no para el gran momento. Katsuki se había informado a detalle de los pormenores del parto, las complicaciones, los pros y contras de la lactancia e infinidad más de temas que a la vuelta de los meses resultarían ser relevantes durante la crianza, pero su cerebro al parecer había tenido un cortocircuito grave al leer de la alimentación del recién nacido, porque una cosa era leer en una página de colores pastel que los omega (incluso los varones) eran buenos productores de leche, y que en su caso, la lactancia materna era mucho mejor opción que la lactancia artificial, y otra muy diferente presenciarlo en vivo y directo a una distancia reducida de lo más considerable.
Y vale, que Katsuki había sentido con sus propias manos el tacto suave y ligeramente más voluminoso que de costumbre en el pecho de Izuku cuando hacían el amor, pero se lo había adjudicado a su aumento de peso gradual durante los últimos meses y omitido mencionarlo luego de que éste llorara cerca de su quinto mes de embarazo cuando tuvo que cambiar su traje de héroe por ropas de civil para acudir a la agencia. De hecho, Katsuki no había podido vencer la tentación al enterrar su rostro contra el torso de Izuku y plantado incontable número de besos, atraído por la fragancia que tras las feromonas que ahora su cuerpo emitía combinadas con las del bebé, y que ahora reconocía como una atracción a la leche que según creía haber leído era de lo más común en parejas de alfa y omega.
—Kacchan —lo sacó Izuku de su aturdimiento—. ¿Pasa algo? Me miras... raro.
—Yo...
—¿Te molesta verme así? —Se removió Izuku en su asiento, hundiendo el mentón y tratando de ocultar sin éxito las manchas rojizas sobre su mejilla—. Porque puedo, uhm, cubrirme si tanto te molesta.
—¿Qué? ¡No! —Se apresuró Katsuki a aclarar, y arrodillándose frente a las piernas de Izuku le miró hacia arriba con ojos fijos en los que la pupila estaba distendida al máximo y casi ocultando el rojo de su iris—. Soy yo el que debería estar avergonzado porque...
—¿Uh?
—¿Cómo se siente? —Preguntó Katsuki, y el bochorno en su rostro y el de Izuku se multiplicó exponencialmente.
—¿Te refieres a...?
En respuesta, Katsuki extendió su mano, e introdujéndola por el borde alzado de la camiseta de Izuku tocó su pezón libre. El área también estaba abultada. No terminaba de considerarse un pecho, o al menos no como los que se podían ver en otras mujeres. Katsuki hizo una rápida comparación a los de las chicas con las que había ido a clases y ni siquiera Jirou tenía tan poco como Izuku, pero eso no restaba a la suave forma redondeada que se acopló a la perfección a la palma de su mano.
Izuku arqueó la espalda, y sujetó con más fuerza a la bebé, que ajena al nerviosismo de sus padres continuaba alimentándose como si nada.
—Es vergonzoso —admitió Izuku en voz baja—. Sabía que ocurriría, pero tenía miedo de que lo encontraras desagradable, puede que hasta... asqueroso.
—Qué va —masculló Katsuki con la garganta seca, como nunca deseando una probada.
Jalando a Izuku por las caderas hasta hacer que casi se recostara en el respaldo del sofá, Katsuki se colocó entre sus piernas abiertas, e ignorando lo procaz de la situación cuando era su bebé la que su omega sostenía en brazos y alimentaba, besó su estómago descubierto hasta llegar a su ombligo y provocarle cosquillas.
—Kacchan —exhaló Izuku con un dejo de jadeo, y su respiración se volvió elaborada mientras el alfa ascendía más y más trazando un camino húmedo con sus besos y lengua hasta llegar a su pecho libre.
El aire dentro de su camiseta estaba caliente y viciado por su propia respiración, pero no era eso lo que Katsuki tenía en mente, sino la visión del erecto pezón en cuya punta pendía una única gota de leche.
El instinto fue más fuerte que el pudor, y Katsuki rodeó con su lengua la areola antes de cerrar sus labios alrededor del pezón y con una simple succión extraer unas gotas más de leche.
Debajo de él, Izuku gimió, y Katsuki no se contuvo al rodear con su mano el pecho y presionar el montículo entre sus dedos, aumentando su protuberancia y abriendo más su boca para chupar una segunda vez.
El sabor dulce y grasoso de la leche le dio de lleno en el paladar a Katsuki, y éste entrecerró los ojos con un único pensamiento en mente («¿Así que es esto?») antes de juguetear el pezón con la punta de su lengua y provocar en Izuku una serie de gemidos encadenados que culminaron con él murmurando entre dientes que se detuviera.
—¿Qué pasa? —Se apartó Katsuki, sacando la cabeza de debajo de su camiseta y mirándolo con preocupación.
Katsuki creyó que iba a encontrar en su rostro una expresión de enojo y reproche, pero fue recompensando con la visión de mejillas arreboladas y labios húmedos y turgentes a base de mordisqueárselos para aguantar los gemidos.
Izuku buscó controlar su respiración a base de profundos jadeos, y por último, hizo su petición.
—La bebé... tengo que alimentarla primero.
—Ya veo.
—Pero después...
—¿Después? —El interés de Katsuki despertó de golpe.
—Aún estoy adolorido... No podría, ya sabes... —Expresó Izuku sus preocupaciones—. Pero tú podrías... Dar otra probada... Si es que quieres...
Katsuki se limpió con la punta de la lengua la comisura de sus labios, persiguiendo el sabor a leche. —Quiero —confirmó sin más, e Izuku apretó los labios antes de esbozar una sonrisa.
—15 minutos. Después la pondré a dormir y...
—Prepararé el resto —dijo Katsuki, que como promesa, incluyó asegurarse que tanto la cuna al lado de su cama como el montículo de almohadas sobre el que pretendía recostar a Izuku para atenderlo como era debido estuvieran listos.
Por lo demás, dejarían que fuera su naturaleza y devoción por el otro las que guiaran la pauta.
/*/*/*/*
Notes:
Consideré por un segundo poner la advertencia de lo que ocurre en este capítulo, pero nah. ¿Saben?, si el fic está catalogado como NC-17, no es culpa mía si se sorprenden de que en un fic con omegaverse y mpreg hay pechos y kink de lactancia. Dicho eso, ¿qué les pareció? Cualquier palabra de aliento es siempre le alegría de mi día y me inspira para seguir escribiendo :) Y si conocen a alguien que pueda gustarle este fic, no duden en compartirlo. Cualquier promoción es siempre bien recibida~
Graxie por leer~!
Chapter Text
9.- Wash the baby.
Izuku nunca había tenido duda alguna en su fuero interno de que Katsuki sería un buen padre. Bastaba verlo durante sus patrullajes o en misiones de rescate cuando de por medio había críos y su atención se transformaba de un deseo enfermizo por apalear y aprehender a los villanos como camino para conseguir la victoria a un deseo de protección casi tan enfermizo en la que su seguridad quedaba en segundo término para proteger a los civiles a su cargo.
Así que no, Izuku jamás había puesto en tela de juicio el afecto sincero que había visto en los ojos de Katsuki la primera vez en que la enfermera colocó sobre sus brazos a su cachorro y entre dientes el alfa amenazó en voz baja a cualquiera que quisiera escucharlo que “si alguien se atrevía a tocarle siquiera un pelo de la cabeza a su hija se los haría pagar y con creces”, dicho tanto como una promesa y sentencia a la vez. En su mente no existía ni un atisbo de desconfianza porque el amor que Katsuki sintiera por su bebé fuera real, pero... Ni por asomo se había llegado a imaginar por lo más remoto hasta qué nivel llegarían sus afectos.
Por descontado que tras casi una vida completa de conocerlo, Izuku tenía bien clara el tipo de personalidad con la que Katsuki contaba. Atrás habían quedado los años de agresividad sin parangón y violencia innecesaria, sustituidos en su lugar por una hosquedad casi permanente pero que era más bien una fachada tras la cual el Katsuki actual se escudaba para no dejar más que a unos cuantos selectos a su círculo interno. En realidad hoy en día Katsuki era cáustico y abrasivo, así lo describían los medios como un héroe que no aceptaba mierda de nadie pero en quien se podía confiar para cumplir con su trabajo de la mejor manera posible.
Izuku había dado por sentado que algo similar ocurriría una vez que el bebé naciera, pero resultó que sus bajas expectativas resultaron contraproducentes cuando luego de esos primeros días en el hospital les tocó volver a casa a lidiar con su cachorro por propia cuenta.
Asumiendo que la tarea de cuidar de la bebé recaería sobre todo en él por ser el omega, Izuku casi se llevó un susto de muerte cuando luego de quedarse dormido con la bebé al lado en su cama despertó de golpe para descubrir que no estaba a su lado. Lo que era peor, ni siquiera podía escuchar su llanto en la casa.
A trompicones se incorporó Izuku de la cama y ya estaba trazando un plan de búsqueda y rescate en el que involucraría por triangulación a las 3 agencias que circundaban su vecindario cuando se paralizó a mitad de un paso al descubrir en la sala a Katsuki recostado en el sofá y con la bebé acurrucada sobre su pecho. En algún momento, Katsuki la había tomado en brazos y se la había llevado consigo a la sala a ver televisión. O al menos esa era la estampa que podía deducir con la pantalla encendida en un canal de noticias, pero se habían quedado dormidos, con toda seguridad, agotados luego de esos primeros días de transición en los que todo era nuevo y el miedo de fallar como padres era un recordatorio constante al que se debían de enfrentar.
Aquella fue la primera vez que Izuku comprendió que podía no tener a Katsuki como su alfa, pero que su bebé sí contaba con él, y que éste no dudaría en darlo todo para demostrarlo.
En la actualidad, en una sociedad que se regía por el uso de quirks, héroes, villanos y sexo secundario que podía catalogarlos como alfa, beta u omega, Izuku tenía esperanzas de que los viejos roles fueran cosa del pasado y la apertura a nuevas posibilidades fuera una constante en su vida ahora que como omega sin compañero tenía consigo a cuestas a un cachorro y al alfa que había estado a cada momento a su lado pero al que todavía le iba a costar bastante vencer sus últimas reticencias antes de reclamarlo como suyo.
Izuku no iba a ser quien se quejara del acuerdo que mantenían, pues en ese primer mes de vida de Mahoro (al final, el nombre fue elección conjunta de sus abuelas, que hartas de llamar a la bebé ‘cachorro’ dieron ese gran paso por ellos) la ayuda que recibió provino de todas partes, desde sus padres, amigos y colegas, pero sobre todo de Katsuki, quien estuvo a su lado día y noche luego de pedir en la agencia que sus días de vacaciones acumulados se le fueran otorgados en su totalidad para permanecer a su lado.
De algún modo, Izuku se había hecho a la idea que Katsuki pasaría con él los primeros días del parto antes de descubrir que cambiar pañales, lidiar con horarios de comida y desvelos con llanto incluido no eran lo suyo y que mejor prefería devolverse a su departamento. Para crédito de Katsuki, eso no había ocurrido, e Izuku apenas había podido contener la sonrisa perenne que ahora adornaba su rostro cuando de madrugada era Katsuki el que le retenía en la cama con una mano sobre el hombre mientras adormilado le aseguraba que “él tenía esa” y se levantaba para atender las necesidades de Mahoro.
Por su parte, Izuku tampoco quería abusar, así que habían llegado al acuerdo de por lo menos en esas semanas que tenían por baja de maternidad y paternidad respectivamente repartirse las obligaciones por partes iguales siempre que fuera posible. De esa manera, Katsuki se encargó de cuidar a Mahoro mientras la mecía para dormirla al tiempo en que Izuku ponía en su lavadora varias cargas con la ropa de bebé más diminuta de sus cajoneras, y viceversa, había aceptado alimentar a Mahoro recostado en el sofá mientras Katsuki hacía lo propio frente al fogón luciéndose con lo mejor de su repertorio en alimentos reconstituyentes para que recuperara su estado de salud previo al parto.
Como la máquina bien engrasada que habían sido antes y que era la causa de que en el medio de los héroes se les conociera como el Wonder Duo en ascenso, Izuku se había desecho de cualquier duda que tuviera respecto a las capacidades de Katsuki como padre, o al menos eso creía.
La verdadera prueba de fuego llegó cuando Mahoro ya estaba por cumplir el mes y con expresión seria Katsuki le preguntó cuándo sería su turno para bañarla.
—¿Quieres bañarla? —Preguntó Izuku, que no podía pensar en una labor menos glamurosa (vale, quizá cambiar pañales sucios se le equiparaba) que esa, y no comprendía por qué Katsuki tenía interés en hacer eso.
—Es mi hija también, no veo por qué no —masculló Katsuki, e Izuku se apresuró a corregir el malentendido.
—No me refería a eso. Es sólo que... Mahoro puede ponerse quisquillosa si el agua no es de su agrado, y una vez tuvo un accidente en la bañera. Eso no fue nada agradable de limpiar.
—¿Y qué con eso? Por algo tengo que empezar si quiero aprender.
—... Vale.
Poco antes de la hora de dormir, Izuku se encargó de enseñarle a Katsuki cómo poner el agua en el ofuro, desde la temperatura hasta la profundidad apropiada, y enfatizando que por nada del mundo podía dejar a la bebé sin supervisión sin importar de qué se tratara.
—¡Lo digo en serio, Kacchan! Un villano podría romper ese muro, y antes de lanzarte a su encuentro para derrotarlo primero tendrías que asegurarte que Mahoro está fuera de la tina —dijo Izuku exaltándose con cada palabra y sin parpadear porque los ojos se le habían llenado de lágrimas, y por una vez, Katsuki no se burló de él—. Los accidentes fatales pueden ocurrir en apenas segundos, y basta una pulgada de agua para que suceda uno...
Con expresión seria y una mirada de absoluta determinación por acatar sus consejos, Katsuki asintió una vez. —Juro que eso jamás pasará.
Mahoro era una bebé energética a pesar de su corta edad. Izuku tuvo dificultades al desvestirla, pero no tanto al colocarla sobre la esterilla antiderrapante que servía como soporte para mantener su cabeza fuera del agua mientras con el jabón hipoalergénico hacía espuma en una esponja y empezaba a bañarla.
—Es despacio, sin lastimar su piel —le indicó Izuku a Katsuki mientras éste observaba paciente a su lado—. En movimientos circulares como un masaje.
—Parece que le gusta.
—Seguramente es eso. Aunque espera a que lleguemos a su cabeza...
Y en efecto, Mahoro lloriqueó apenas las primeras gotas de agua tocaron su mollera. De poco sirvió que Izuku empezara con unas gotas, porque la bebé se removió en su sitio y tuvo que detenerse para evitar que se le escabullera de entre las manos con su piel resbalosa.
—No da la impresión de ser tan fácil como lo hiciste creer —comentó Katsuki, extendiendo una mano y dejando que la manita de Mahoro se ciñera sobre su dedo meñique.
—Nunca dije que lo fuera —resopló Izuku al limpiarse con el dorso del brazo un poco del sudor que en la habitación caldeada por el vapor había hecho aparecer en su frente—. ¿Quieres intentarlo?
Katsuki frunció el ceño y se mostró dubitativo. —¿Puedo?
—No lo sabrás si no pruebas al menos una vez.
Así que Katsuki lo hizo, siguiendo las indicaciones de Izuku al limpiar a Mahoro con la esponja y después lavar todo rastro de jabón de su cuerpo. La bebé apenas lloriqueó al salir del agua, e Izuku se apresuró a envolverla en una toalla del más suave tejido que Katsuki jamás hubiera tocado, según comprobó al recibirla en brazos y con el corazón acelerado por la experiencia (en apariencia sencilla pero que se había equiparado a manejar una bomba a contrarreloj) acurrucarla contra su pecho.
—¿Crees estar listo para hacer esto la próxima vez por tu cuenta? —Le chanceó Izuku al retirar el tapón del ofuro para dejar que el agua se fuera, pero al mirar a Katsuki descubrió que éste estaba refregando con aprehensión su mejilla contra la cabeza todavía húmeda de Mahoro e impregnando la pelusa de su cabello con su esencia de alfa.
—Ni lo pienses. Te ayudaré siempre que pueda, pero niego a hacer esto por mi cuenta. Ha sido más tenso que trabajar con explosivos.
Izuku rió entre dientes. —¿Lo dices en serio?
—Absolutamente —dijo Katsuki con certeza, mirándolo directo a los ojos—. ¿Una bomba? Puede estallar, pero sé lidiar con eso gracias a mi quirk. ¿Pero esto? Joder... Si ibas en serio con lo de una pulgada de agua... No quiero ni pensarlo.
—Ya, yo tampoco —confirmó Izuku en voz baja.
—Así que haremos esto juntos. Como —una pausa— el buen equipo que somos.
—Ya. Equipo —masculló Izuku, que se recriminó en silencio el ligero sobresalto al que había sometido a su corazón al hacerse la falsa esperanza de que Katsuki pensara en ellos dos no como un alfa y un omega a cargo de un bebé que habían hecho por accidente, sino un alfa y un omega que estaban juntos porque querían y que incluso tras su descuido estaban satisfechos de su pequeña familia.
Pero claro, la realidad era diferente, y cuanto antes lo aceptara mejor.
—¿Y ahora qué? —Preguntó Katsuki, sacando a Izuku de su estado de melancolía autoinducida.
—Ahora —inhaló hondo Izuku—, vestimos a Mahoro con sus pijamas y la preparamos para dormir.
/*/*/*/*
Notes:
(Ah, a menos de 2 horas para que termine el día pero lo conseguí, phew.) Katsuki quiere involucrarse en el cuidado de su cachorro pero no sabe cómo, aunque al menos lo intenta. Elegí que la bebé fuera Mahoro porque si ven en la lista de prompts en el día 31 hay la posibilidad de darle un hermanito y~ No diré más para no arruinar la sorpresa.
Graxie por leer, y si les gusta el fic no duden en hacérmelo saber~! :)
Chapter 10: 10.- Feeding.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
10.- Feeding.
Izuku estaba apenas de 8 semanas cuando pescó un feo caso de infección estomacal que lo puso directo en el suelo de su baño y con la cabeza dentro del retrete. El incidente era realmente alarmante, porque justo ese día Izuku había comido lo mismo con Katsuki al haberse reunido en la mañana durante el desayuno en la cafetería de la agencia, en un sitio de ramen para la comida, y durante en la cena en su propio piso. Porque Katsuki no empezaba su patrullaje sino hasta después de mediodía, era que éste se había decidido quedar a pasar la noche, algo que en circunstancias normales habría puesto de excelente humor a Izuku ahora que sus hormonas estaban un poco descontroladas y la perspectiva de pasar tiempo a solas ponía al omega en su interior inquieto por su porvenir, pero que esa noche no terminó de sentarle bien.
Con la frente ligeramente sudorosa, Izuku se había ido a la cama y dado vueltas en su porción de colchón hasta que Katsuki lo amenazó con amarrarlo si es que no se estaba quieto de una vez y lo dejaba dormir de una vez por todas. Aquella amenaza habría derivado en sexo durante condiciones normales, pero no esa noche cuando Izuku hizo a un lado las mantas, y refunfuñando se levantó con intenciones de prepararse una bebida caliente.
Media horas después y con un té de manzanilla en el estómago, Izuku había vuelto a la cama para encontrar que apenas podían ser las 10, pero Katsuki no necesitaba de mucho más para estar inconsciente al mundo y roncando con un agudo silbido en cada inhalación.
Buscando en el alfa la calma perdida en aras de un desasosiego que no conseguía identificar en causa o procedencia, Izuku se acurrucó contra el costado de Katsuki, tomando uno de sus brazos para cubrirse con él y tratar de conseguir el sueño.
Un momento eran apenas las 10:17 y de pronto el reloj marcaba las 2:28 cuando Izuku abrió de golpe los ojos, y con pánico se levantó de la cama y avanzó en trompicones por la oscuridad con dirección al baño. Sin molestarse en encender la luz, Izuku colocó ambas manos sobre la tapa del retrete, y cerrando los ojos con fuerza, abrió la boca y vació su estómago con violencia.
Izuku boqueó en repetidas ocasiones, vomitando sin falta después de cada una de ellas, hasta que al final una última arcada lo hizo salivar antes de poder desplomarse de rodillas, y con dedos torpes jalar de la cadena.
—¿Qué diablos fue eso? —Preguntó Katsuki desde la puerta, una pernera de su pijama más alta que la otra y su cabello en completo desorden.
Izuku entrecerró los ojos cuando Katsuki encendió la luz. —Estoy b-... —Y fue lo único que consiguió articular antes de girarse de vuelta al retrete y vomitar una vez más.
—Ew —musitó Katsuki, pero en contraste a sus palabras, dio un paso dentro del baño y se acercó a él.
Vomitando lo que daba la impresión de ser sus entrañas, Izuku volvió a detenerse una vez que alcanzó el punto de salivación, y alzó cansado la cabeza.
—Idiota, te ves horrible —gruñó Katsuki al utilizar el borde de su camiseta para limpiarle el labio inferior—. ¿Es por... el embarazo?
—No lo creo —musitó Izuku—. Conozco las náuseas matutinas, pero ahora mismo sólo me siento como si hubiera comido algo en mal estado.
—¿Entonces una intoxicación alimentaria?
—Puede ser...
—Imposible. Hoy comimos lo mismo, ¿o no?
Asintiendo con dificultad, Izuku entrecerró los ojos cuando una tercera oleada de náuseas le recorrió el cuerpo, y sin más aviso que un leve gemido volvió a girarse cara abajo hacia el retrete y vomitar con furia hasta que el esfuerzo excesivo le arrancó un lloriqueo.
—Oh, mierda —exclamó Katsuki apenas Izuku consiguió recomponerse por unos segundos. Éste todavía no lo sabía, pero un par de venillas en sus ojos se habían reventado y su aspecto era terrorífico.
—No me siento muy bien —balbuceó Izuku.
—Y un carajo, ¡es obvio que no te sientes bien! Ponte en pie, iremos al hospital.
—Kacchan...
—Hazlo más fácil para mí, porque te guste o no, iremos, por tu bien y el del cachorro —le sentenció éste, que sin admitir réplicas volvió a jalar la cadena del inodoro y lo ayudó a ponerse en pie.
Presa de violentos escalofríos, Izuku le obedeció, y fue necesaria la ayuda de Katsuki para vestirlo de vuelta y conseguir que con gran esfuerzo se subiera al taxista que había llamado para los dos.
Izuku apoyó su cabeza en el hombro de Katsuki durante el trayecto, y cosa rara en éste, Katsuki se lo permitió. Con una mano sobre su espalda para estabilizarlo, Katsuki apoyó su mejilla en la mata de cabello esponjado de Izuku y en repetidas ocasiones le murmuró cerca del oído que aguantara un poco más, que ya casi llegaban y mis médicos se encargarían del resto.
En urgencias, Izuku apenas tuvo fuerzas para entrar y buscar el asiento más cercano mientras Katsuki se dirigía al mostrador y hacía llamar a la enfermera de noche. Salvo por ellos dos, la sala de espera sólo contaba con una madre que sostenía un niño de unos 3 años en brazos y que lloriqueaba, y una anciana de aspecto solemne que parecía no ser la enferma sino alguien que esperaba a que su compañero saliera de consulta.
—Izuku Midoriya... 20 años... Omega... O+ —Escuchó Izuku a Katsuki hablar por él y reportar su información personal y síntomas—. Está embarazado de 8 semanas y no ha parado de vomitar en la última hora.
Aletargado por la hora y el cansancio, a Izuku le dio la impresión de tan sólo haber cerrado los ojos unos segundos para descansar, pero su noción del tiempo estaba alterada y así lo confirmó cuando una sacudida en su hombro lo hizo despertar y a su alrededor encontró no sólo a Kacchan, sino a un enfermero y una doctora.
—¿Midoriya-san, correcto? —Corroboró la doctora, e Izuku asintió porque la garganta le dolía como nunca—. ¿Puede acompañarnos dentro o necesita la silla de ruedas?
—Usen la silla —dijo Katsuki con brusquedad—, o yo lo llevaré cargando, pero no lo hagan caminar.
Atento a la fiereza en los ojos de Katsuki, Izuku pidió una silla de ruedas, y fue así como pasó a la sala de urgencias a ocupar una de las camas libres con un suero conectado a su brazo y Katsuki sentado a su lado sujetándole una mano y acariciando sus incontables cicatrices.
La doctora pasó a hacerle un reconocimiento físico y a corroborar que Izuku estaba sufriendo de una fuerte infección por comer algo en mal estado.
—¡Pero si hemos comido lo mismo y yo estoy más sano que un jodido caballo! —Rezongó Katsuki, y al molestar a los demás pacientes el enfermero lo mandó callar con un siseo.
—Durante el primer trimestre es común que el cuerpo reaccione con mayor agresividad a agentes externos. Es normal pasar por esto, y en muchos casos no significa nada. Por lo pronto, mantendremos a Midoriya-san en observación y si en la mañana puede comer sólidos lo enviaremos de vuelta a casa con un antibiótico e indicaciones para una nueva dieta.
—Gracias, doctora —murmuró Izuku al despedirse de ella, y con las mismas palabras pero mayor dificultad de pronunciarlas, Katsuki hizo lo mismo.
Izuku despertó con mucho mejor semblante y de vuelta color en su rostro, aunque con la voz gruesa luego de haber vomitado con tanta fuerza. Su reconocimiento de la mañana también fue positivo, y en vista de que consiguió deglutir los onigiris que las empleadas de cocina le entregaron como desayuno, su alta quedó asegurada tras un corto viaje a la farmacia del hospital para surtir su receta.
—Ah, Kacchan —se lamentó Izuku de regreso a su piso en el taxi—, perdón por obligarte a pasar la noche conmigo en el hospital.
—No es nada, nerd —farfulló Katsuki, con profundas ojeras y un dolor de cuello que era producto de haber dormitado a intervalos irregulares sobre una silla—. Ni lo menciones.
A su vuelta al departamento, Izuku llamó a la agencia para informarles que estaría ausente por causas de salud, y no paró de disculparse por el teléfono y hacer reverencias al aire mientras insistía que estaría de maravilla al día siguiente y que lo sentía mucho por todo.
Katsuki le quitó el teléfono, y aprovechando que hablaba con la jefa de recursos humanos se aseguró para sí mismo una hora de retraso porque ya iba tarde.
—¿Tarde? —Corroboró Izuku con él. Apenas eran las 10:30, y si Katsuki se apresuraba, todavía conseguiría estar en la agencia a tiempo.
—No creerás que pienso dejarte sin el almuerzo, ¿uh? —Dijo Katsuki, e ignorando la ducha o la cama, se enfrascó en la cocina preparando una sopa de miso, pescado y arroz que empaquetó a la perfección en el refrigerador con indicaciones para Izuku de que se bañara para quitarse de encima la porquería del hospital y directo se fuera a la cama—. Tienes que reponerte, y cuando te dé hambre, comes. Yo pasaré después de mi turno, y espero que te hayas tomado las medicinas con los alimentos tal y como indicó la doctora.
Izuku tuvo un repentino acceso de emoción que atribuyó a las hormonas, del mismo modo en que culpó la repentina preocupación de Katsuki por su bienestar como el simple deseo de un alfa por proteger su descendencia. Ni más ni menos que eso, aunque si después de que se marchó e Izuku se acostó de cara sobre la porción de cama que todavía olía a él y fantaseó con la posibilidad de más, ese fue un secreto que quedó entre él y las almohadas.
Katsuki volvió tarde, cerca de la hora de la cena y con un leve rasguño en el brazo que desestimó como el trabajo de un pobre diablo que había intentado asaltar a una anciana y que ahora estaba tras las rejas, pero también con una bolsa de comida que reveló su procedencia justo del restaurante favorito de Izuku y que consistió en fideos con abundante verdura y un salteado de carne de cerdo con más verduras.
—¿Crees que puedas comer? —Preguntó Katsuki frente a la alacena y antes de sacar los platos.
Descalzo y vestido con shorts y una camiseta sin manga que alguna vez había sido de Katsuki, Izuku asintió con vehemencia.
—Me siento mejor.
—¿Mejor o bien?
—Uhm, definitivamente mejor.
—Tsk...
Katsuki preparó todo para que en lugar de comer en la mesa de la cocina lo hicieran a 3 pasos de distancia frente al televisor de la sala, y quizá porque el susto todavía estaba fresco en su memoria y en su pecho ardía un deseo absoluto de protección por Izuku, se encargó él de colocar todo sobre la mesa baja, incluida una limonada mineral que había escuchado a alguien mencionar en la agencia que era lo mejor para el estómago después de pasar por una infección.
—No tenías que molestarte, Kacchan —intentó Izuku restar importancia a su enfermedad, pero Katsuki lo mandó callar.
—Si lo fuera no lo haría y ya —dijo Katsuki encendiendo el televisor y sintonizando un canal cualquiera que les sirviera como ruido de fondo—. Además, no lo hago sólo por ti.
Que Izuku habría podido concentrarse en la parte que lo excluía, porque claro, Katsuki estaba preocupado por el bebé, pero ese ‘sólo’ era el que le daba esperanzas y le hacía pensar que quizá tuvieran una oportunidad.
—¿Qué? ¿Por qué esa cara? —Lo examinó Katsuki con detenimiento—. ¿Todavía te duele el estómago?
«Más bien el corazón...», pensó Izuku, que por respuesta lo denegó. —No. Estoy bien.
—Mmm... —Sin mediar otra palabra, Katsuki tomó un dumpling de una ración doble que había pedido como plato secundario, y remojando un poco la punta en salsa picante se lo llevó a la boca, le dio un mordisco, y después guió el resto a la boca de Izuku y lo sostuvo ahí hasta que éste la abrió y se lo comió.
Sólo después de deglutir preguntó Izuku: —¿Me estás tratando como un bebé?
—Bah, última vez que me preocupo por ti.
—¡Pero Kacchan!
—Calla de una vez, nerd, y empieza a comer. Menos charla y más acción con esos dientes —dijo Katsuki, y en su voz se adivinaba un rastro de buen humor que éste jamás admitiría, pero que era causado por la notable mejoría en el estado de salud de Izuku.
Así, entre bromas y alimentarse el uno al otro, superaron aquel episodio y volvieron a la cotidianeidad de sus vidas.
/*/*/*/*
Notes:
La idea de Katsuki cuidando de Izuku siempre me derrite el ❤ En efecto, durante los primeros 3 meses del embarazo el cuerpo puede ponerse sensible a cualquier mínima señal de comida en mal estado y tenía que incluirlo en el fic. Perdón si estuvo asquerosito, pero Katsuki no iba a espantarse por un poco de vómito si Izuku estaba de por medio.
Graxie por leer y si les gusta el fic no duden en hacérmelo saber~! :)
Chapter 11: 11.- Play day.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
11.- Play day.
Siempre era digno de admiración que en su generación se hubieran formado algunas parejas que incluso 2 años después de la graduación se mantenían fuertes como lo eran Uraraka e Iida, o Kirishima y Ashido. También si contaban a las que se habían declarado justo apenas ingresar a una agencia, como Todoroki e Inasa, o Tokoyami y Asui. A su alrededor, sus amigos eran felices conformando algunas duplas dignas de mención, y aunque se encontraba feliz por todos ellos, a veces Izuku no podía dejar de preguntarse qué había salido mal entre él y Katsuki, pues de entre todos, habían sido ellos 2 los primeros en besarse y ahora en esperar un bebé, y sin embargo...
—¡Hey! Apresúrate, nerd. ¿O es que quieres que perdamos el tren?
—Lo siento, Kacchan —dijo Izuku, que apretando las correas de su mochila apuró su paso para igualarse al de Katsuki.
Juntos llegaron a la estación con 15 minutos de ventaja antes de la partida del tren, y con las mejillas encendidas y un dolor de pies que sólo podía acusar como efecto secundario de su embarazo, Izuku se disculpó para ir a la fuente de agua y beber lo que dio la impresión de ser 1L completo de líquido.
—Ve al baño —le dijo Katsuki apenas volvió a su lado—, o te pasarás todo el viaje murmurando que tienes ganas de hacer pipí.
—Pero no tengo la necesidad.
—Ve.
Izuku suspiró. —Vale.
Por la hora tan temprana (en su reloj todavía eran las 6:10 de una brumosa mañana), la estación de trenes estaba desierta salvo por el ocasional viajero que igual que ellos tenía un sitio al que dirigirse. Izuku habría preferido no tener que madrugar de aquella manera, pero él y Katsuki necesitaban moverse hacia al norte, haciendo un viaje de casi 2 horas para reunirse con algunos de sus amigos de U.A. que se congregaban esa sábado para celebrar por adelantado el cumpleaños de Yaoyorozu.
La chica, que desde segundo año había demostrado un talento innato para trabajar como heroína de defensa antes que de ataque, ahora vivía en Hokkaido y se había unido a un equipo de rescate que trabajaba en las regiones más montañosas y cubiertas de nieve en Japón. Izuku había seguido de cerca su ascenso en los rankings de héroes y a través de sus cuentas virtuales igual que hacía con el resto de sus compañeros, por lo que se sorprendió a medias cuando su amiga se comunicó directamente con él para invitarlo a pasar en conjunto con el resto de la clase que pudiera asistir un cumpleaños que honrara los 20 que recién iba a cumplir.
En los últimos meses, Izuku había asistido a algunas de esas fiestas. 20 años era la marca divisoria que en Japón determinaba la edad legal para ser adulto, y ya que su propio cumpleaños había pasado sin pena ni gloria (sin alcohol tampoco) debido a su embarazo, se divertía bastante viendo a los demás celebrar aquel hito en sus vidas que en la suya sólo había traído consigo responsabilidades inesperadas e ineludibles.
Katsuki había recibido una invitación similar igual que el resto de la clase, y había parecido listo para rechazarla hasta que Izuku mencionó de pasada que era una buena suerte que justo ese día ambos estaban libres en la agencia y podían hacer el viaje hasta Hokkaido si partían temprano y volvían en el último tren.
—Me pregunto quiénes más irán... —Había dicho Izuku al confirmar su asistencia, y entre dientes Katsuki había mascullado que lo agregara como su +1 porque ni loco lo dejaría ir por su cuenta ahora que estaba embarazado y su torpeza parecía haberse multiplicado por el número de mes en el que se encontraba.
Así que ahora ahí estaban ellos en la estación esperando por el tren que los llevaría a Hokkaido y listos para cualquier aventura que Yaoyorozu hubiera decidido que era apropiada para celebrar su cumpleaños número 20.
—Sólo espero que esto no se convierta en una jodida reunión de ‘miren, Deku está embarazado’ como si no lo supieran de antemano —gruñó Katsuki cuando se subieron al tren y se acomodaron en sus asientos.
Entrelazando las manos frente a sí, Izuku suspiró. —No es como si lo hiciera intencionalmente. Y sería grosero si me negara a responder sus preguntas.
—Ya, ¿y seguro también sería una ofensa capital negarte a que te toquen la barriga?
—Kacchan...
—Lo que sea —dijo éste con hosquedad, y cruzándose de brazos, cerró los ojos y fingió dormirse.
Izuku tenía claro que Katsuki no acudía a ese viaje con el mejor humor del mundo, ¿pero no podía al menos fingir? O si tanto le molestaba, ¿por qué no se había quedado en casa? La única razón por la que Izuku había accedido a asistir a aquel cumpleaños era porque necesitaba un poco de normalidad en su vida, y en su opinión nada le daría mejor esa sensación que rodearse de sus viejos compañeros de U.A. e ignorar que su vida estaba a punto de dar un giro drástico del que no iba a recuperarse jamás. Izuku quería volver a pasar tiempo con sus amigos y olvidar al menos por unas horas que era un omega sin lazo cuya carrera como héroe se había estancado, y el que Katsuki se sumara como una fuente más de estrés a lo que podía haber sido un excelente viaje y ahora tenía tintes de incertidumbre no le estaba ayudando en lo absoluto.
—¿Qué? —Gruñó Katsuki a su lado, e Izuku mantuvo la vista al frente a pesar del escozor en los ojos.
—Nada.
—Tu aroma cuenta otra historia.
—Lo que sea —le regresó la frase con la que éste antes lo había molestado—. Duérmete.
Y porque no quería lidiar con él o su mal humor, se giró para darle la espalda, y apoyando la frente en el cristal de la ventana se hizo el dormido.
Per se, Katsuki no tenía un problema real cuando alguno de sus excompañeros lo invitaba a reunirse con ellos. Después de todo, 3 años en la misma clase y trabajando codo con codo para conseguir un mismo sueño compartido había sido el detonante para que la confianza en sus habilidades fuera total, pero en su libro personal, eso no los hacía amigos. Al menos no del tipo que se llamaban seguido para contarse confidencias, sino en compañeros, o lo que fuera que se les asemejara.
Claro que Katsuki era terrible para abrirse y dejar entrar a los demás en su vida. No en balde Izuku era al único que reconocía como amigo, y eso tras beber un par de botellas de sake y sólo a regañadientes. Por tecnicismos suponía que Kirishima también lo era, y lo mismo aplicaba al grupo de idiotas que le habían rodeado en su estancia por U.A., pero Katsuki antes prefería tener que cortarse el dedo meñique que reconocerlo. Por el resto, no eran sus amigos, sino amigos de Deku, y él estaba bien con eso.
Salvo cuando no lo estaba.
Como por ejemplo hoy, cuando luego de varias semanas de inconsistencias en sus horarios por fin la encargada de repartir las horas de héroe había hecho coincidir sus días y horarios libres con los de Izuku. El propio Katsuki así se lo había pedido como favor especial (y tras mucho tener que tragarse su orgullo en el proceso) porque el nerd estaba llegando a ese punto medio en su embarazo en el que de pronto ya no era tan ágil como quería hacerle creer, y vale, se preocupaba por su persona. Mucho. Katsuki de pronto detestaba mucho el no tener a su compañero de patrullaje consigo al lado, y que a veces sus horas de trabajo no coincidían con las de éste, de tal manera que para cuando volvía a casa lo encontraba dormido y él se resistía a despertarlo por algo tan egoísta como disfrutar de su compañía.
Así que Katsuki estaba molesto con Yaoyorozu por cumplir años, porque fueran precisamente sus 20, y por querer tener a su lado al grupo de amigos que había hecho durante U.A. Que dicho sea de paso eran razones válidas y sobre las que Katsuki no podía mandar ni tampoco obligar a Izuku a ignorar, pero eso no aliviaba el mal humor que le había provocado desperdiciar ese primer día que los dos tenían libre para viajar por tren 4 horas en total sólo para asistir a una fiesta de cumpleaños.
Su mal carácter sacó lo peor de él al tratar a Izuku como receptor de sus peores sentimientos, y sólo fue consciente de ello cuando al arribar a la estación y reunirse con el resto de sus compañeros, fue precisamente Kirishima quien lo llevó aparte y le hizo saber que se estaba comportando como un idiota.
—Hacer que Midoriya no se sienta cómodo hoy es poco masculino de tu parte, colega —le informó con un golpe de su puño endurecido por su quirk, y aunque dolió e iba a dejar marca, Katsuki no se lo tomó en cuenta tras tomarse unos segundos para cambiar de actitud y tratar de no tomarla contra Izuku.
Porque era considerada de esa manera, Yaoyorozu había pasado de celebrar su cumpleaños bebiendo en un bar u organizando una reunión fastuosa a pesar de contar con el dinero para conseguirlo, y en su lugar había reservado en un bosque cercano un sitio de camping en donde podrían sentirse a sus anchas sin la presión de los civiles, sólo ellos y la naturaleza.
—Pensé que te gustaría el plan —le hizo saber Izuku a Katsuki cuando éste le preguntó si estaba al tanto de los preparativos.
De ese modo arribaron poco después de las 11 al sitio seleccionado, y hasta Katsuki tuvo que admitir que era el lugar perfecto para relajarse sin problemas. Rodeados por árboles, el claro contaba con una cocina al aire libre, sanitarios, área de comida y una cabaña equipada con lo necesario por si alguien quería cambiarse, ducharse o tomar una siesta. Había quienes se quedarían a pasar la noche en tiendas de acampada y sacos de dormir para hacer la experiencia más completa, y otros como él e Izuku que debían marcharse ese mismo día, pero eso no les impidió disfrutar del ambiente festivo que de pronto se respiraba entre los presentes.
Sólo unos pocos de su clase no habían podido asistir, como Aoyama (que se encontraba en una misión en Francia), Ojiro y Hakagure (no habían conseguido el día libre) y Mineta (al parecer estaba lidiando con un caso muy contagioso de paperas luego de resolver un crimen en una guardería), y el resto no había tardado en formar grupos y ponerse al día.
Igual que cuando se encontraban en U.A., Katsuki se había visto rodeado del hatajo de idiotas conformado por Kirishima, Ashido, Hanta y Kaminari, y aunque participaba en la conversación con el ocasional asentimiento y gruñido, sus ojos estaban puestos en Izuku, que tal como él había pronosticado, se había vuelto el centro de atracción sin que a la cumpleañera pareciera importarle.
Ashido fue la primera en percatarse de la dirección a la que sus ojos se desviaban, y juguetona hizo chocar sus hombros contra su costado.
—So... ¿Midoriya y tú por fin lo harán oficial?
—Sí, colega —se sumó Kirishima a las pullas de su novia—. ¿Cuándo piensas hacer de él un omega decente? Es tu cachorro el que lleva dentro. No te tardes demasiado o Midoriya te dejará.
—Tal vez Kacchan no tiene idea de cómo dejar una marca en su cuello —bromeó Kaminari, y Katsuki le enseñó los dientes con expresión amenazadora, de tal manera que éste levantó jocoso sus manos en señal de rendición—. Era broma, era broma...
Con todo, Katsuki no la tomó en contra de su grupo y gracioso aceptó ayudar con la preparación de la comida, que consistió en una excelente selección de carne y verduras para asar en brochetas al fuego, además de otras delicias que entre todos cocinaron. Bueno, todos excepto Izuku, a quien por decisión unánime se le pidió tomar asiento y mantener la calma.
—¿Saben que sólo estoy embarazo y no discapacitado, verdad? —Alegó éste, pero nadie cedió, y pronto lo olvidó cuando el primer plato de comida fue para él.
En las primeras horas de la tarde Yaoyorozu sugirió dar un paseo por los alrededores, y fue la excusa perfecta para Katsuki al rezagarse con Izuku y sin darle demasiadas vueltas expresar con palabras lo que discurría por su mente.
—Lo siento.
—¿Uh?
—Por lo de antes. En la estación y el tren. Estaba de un humor terrible y me desquité contigo.
—Está bien.
—Para nada está bien. No era tu culpa, no directamente al menos.
—¿Pero entonces lo era?
—Ya dije que no directamente, caray —resopló Katsuki, encendiéndose, pero su enojo se apagó de inmediato cuando Izuku le tomó la mano.
—No quiero resbalar —dijo como explicación, y eso bastó para que éste comprendiera que su pelea de antes era un asunto perdonado y olvidado.
A su retorno, empezaron con los preparativos de una fogata, y fue el turno de Todoroki para brillar al conseguir unas llamas perfectas sobre las cuales asar malvaviscos y salchichas. Izuku fue el primero en comerse una golosina asada, y fue una vista digna de atención cuando cerró los ojos, contento por el sabor mientras tarareaba para sí de felicidad.
—Apuesto que el cachorro también está feliz —dijo Uraraka con alegría, y pronto la charla se desvió a asuntos del bebé, la salud de Izuku, y los planes que tenía a futuro.
En ningún momento incluyeron a Katsuki de manera abierta, al menos no haciendo preguntas de su envolvimiento en el embarazo salvo cuando era el mismo Izuku quien lo mencionara, y aunque sus intenciones eran nobles y de no meterse en sus asuntos si antes cualquiera de ellos dos lo hacía primero, a Katsuki no le sentó bien y se mostró taciturno el resto de la velada.
Así transcurrió el cumpleaños de Yaoyorozu, quien abrazó por turnos a Izuku y a Katsuki cuando estos fueron los primeros en retirarse porque todavía les quedaba un buen tramo para volver a casa.
A tiempo para despedirse del grupo porque tenían ya tenían consigo los boletos del tren que partía en unas cuantas horas esa misma noche, fue Kirishima quien por tercera vez intervino hablando con Katsuki por lo bajo y aconsejándole que fuera más honesto con sus sentimientos y Midoriya.
—Eres su alfa, al menos actúa como tal. Ya tienes 20 años y no puedes seguir teniendo berrinches como el de antes.
—¡Y una mierda! —Se exaltó éste, sólo para recibir un golpe en el mismo sitio que antes.
Tiempo atrás, Kirishima jamás habría intervenido de aquella manera, pero ambos habían cambiado, y en el caso de Katsuki, no con la rapidez suficiente.
—Mira al omega que va a ser la madre de tu cachorro y decide por tu cuenta qué futuro quieres para ellos —sentenció su amigo, y Katsuki apretó los labios en una fina línea sin dignificar aquello con una respuesta verbal.
En su lugar, buscó la mano de Izuku y cargó sobre sus hombros las mochilas de ambos a pesar de sus protestas. Un chofer puesto a disposición por Yaoyorozu los llevó a la estación de trenes, y a tiempo subieron al último con planes de llegar a Musutafu cerca de medianoche.
—Ha sido un... —Izuku se interrumpió para sofocar un bostezo—. Un día largo, ¿no te parece?
Un gruñido.
—También me divertí bastante —admitió Izuku, inseguro de cómo estaban él y Katsuki ahora que se encontraban a solas—. ¿Pero sabes? Me alegra que vinieras. Es el primer día en meses en que nuestros días de descanso coinciden, y es genial que lo pasáramos juntos, ¿no te parece?
De pronto apabullado por la noción de que Izuku había coincidido con él en esa idea pero en lugar de montar una rabieta había hecho de su día lo mejor con lo que tenían a mano, Katsuki sintió sus mejillas arder, y hundió el mentón sobre su pecho.
—Yo... también me divertí —admitió al final, y la sonrisa de Izuku a su lado resumió que era justo lo que éste quería escuchar.
Y por las restantes casi 2 horas de su trayecto de vuelta a casa, Izuku apoyó su cabeza sobre el hombro de Katsuki, y entrelazando con él sus dedos por encima de sus piernas, no hesitó en sentirse relajado y quedarse dormido.
/*/*/*/*
Notes:
Éste ha sido uno de los capítulos que más me ha gustado betear porque implica unos giros que no sé si apreciaron. Como el que Katsuki estaba molesto porque ese día del cumpleaños de Yaoyorozu era el primero que tenían libres juntos en meses, e Izuku también lo sabía pero para él daba lo mismo el lugar siempre que estuviera con Katsuki. Prueba de que les falta comunicarse mejor como pareja. También que de ida se fueran enojados, que Izuku rehuyendo su contacto, y de regreso decidió que quería dormir sobre su hombro. Parece cualquier cosa, pero es con hechos y no palabras que me gusta construir su romance. Katsuki no es del tipo de ir diciendo 'te amo' así sin más, y creo que Izuku lo sabe y lo corresponde por igual; si lo leen por encima, se lo pierden.
Graxie por leer, y si este fic les va gustando no duden en hacérmelo saber~!
Chapter 12: 12.- Family shower.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
12.- Family shower.
Con 8 meses y una barriga que últimamente lo sofocaba para dormir si se atrevía a recostarse sobre su espalda, Izuku firmó el último papel que lo avalaba como único dueño de la casa que los Bakugou habían pagado para él y su nieto o nieta por venir, y comenzó el fastidioso proceso de mudanza.
Mientras empacaba sus escasas pertenencias del piso al que se había mudado apenas 2 años atrás sin miras de hacerlo definitivo pero experimentando altas dosis de nostalgia mientras recorría sus 4 muros contemplando por última vez sus paredes ahora desnudas, Izuku no se demoró más que un par de horas de una tarde en tenerlo todo listo, y aunque Katsuki le reprochó por no haber esperado por él para levantar objetos pesados, Izuku se cruzó de brazos y masculló que no había sido la gran cosa, en parte, porque las pertenencias que tenía bajo su nombre apenas si se contaban con los dedos de una mano.
Vale, que exageraba, pero no fue sino hasta que tuvo todo lo que le pertenecía en ese mundo bajo en su nombre en cajas de cartón que comprendió cuán alarmante era ser el poseedor de 37 figuras de All Might y nada que le sirviera para cuidar del cachorro que estaba próximo a nacer.
Hasta ese punto de su vida, Izuku se había reprimido de dar clic en ‘confirmar’ a la canasta de compra de todas aquellas tiendas online que había revisado durante sus horas muertas en la oficina por la simple y sencilla razón de que era consciente del reducido espacio con el que contaba, y que si de pronto se veía sofocado por ropa de bebé, una cuna y 2 toneladas de pañales no habría manera de moverse ahí dentro.
Ahora que se mudaba, Izuku ya no tenía ese pretexto a mano, y la repentina realización de que tenía poco más que 4 semanas para prepararse para la futura llegada de su bebé de pronto le provocó un sofoco imposible de disimular.
—¿Pero qué te pasa? —Inquirió Katsuki a las primeras de cambio, que negándose a dejar que Izuku le ayudara cargando cajas a la camioneta que había rentado con la finalidad de mudarlo, entró de pronto al departamento y se alarmó de encontrar al omega pálido y con la expresión perdida.
—El bebé... —Se tocó Izuku las manos con dramatismo, y a Katsuki los ojos por poco se le salieron de sus cuentas—. Viene en camino y-...
—¡¿AHORA MISMO VIENE EN CAMINO?! ¡OH, MIERDA! —Se exaltó Katsuki en un ataque de pánico repentino, e Izuku comprendió su error al actuar con tanta vaguedad.
—No, no, ¡Kacchan, tranquilo!
Al final terminó siendo Izuku el que diera con la caja en la que había guardado sus enseres de cocina y le sirviera a cada uno un té para recomponer sus nervios destrozados.
—Te mataré si vuelves a jugar con eso —le amenazó Katsuki mientras sujetaba su taza con ambas manos y le dedicaba a Izuku miradas de enojo por su torpeza de antes a la hora de comunicarse.
No por primera vez en esa velada se disculpó Izuku, y ya con más calma le expresó sus preocupaciones.
—Estoy asustado, Kacchan —dijo por último, reflejando su rostro en la superficie de su taza intacta—. El cachorro está por nacer-...
—Todavía queda un mes —le recordó éste entre dientes.
—... y no tengo nada para él o ella —finalizó Izuku sin escucharlo—. Sólo una casa vacía en la que ni siquiera he elegido cuál será su habitación.
Katsuki exhaló con pesadez a través de la nariz, y decidido a no dejar que el estrés se llevara lo mejor de Izuku, dejó su taza de té a un lado, hizo lo mismo con la de éste, y echándole el brazo alrededor de los hombros, lo atrajo a su lado.
—¿Quieres mi ayuda? Porque más vale que eso sea un sí. Yo me encargaré de todo lo que tú no has sido capaz.
—¡¿Tú?! —Se asombró Izuku, ladeando la cabeza para verlo directo a los ojos—. ¡Pero...! ¡Pero...!
—Ten un poco más de confianza en mis habilidades —replicó Katsuki poniendo expresión de fastidio—. Después de todo, es mi cachorro el que llevas ahí dentro, así que pienso cooperar con mínimo la mitad de lo que necesitas para recibirlo al mundo como es debido.
—Kacchan...
—Ahora deja de lloriquear y apresúrate a terminar aquí. Renté la camioneta hasta las 6 y no pienso pagar horas extras.
Y con ese último toque de humor, volvieron a la normalidad.
Considerando sus opciones y eligiendo la que en su opinión era la más viable para cumplir su propósito (incluso si de por medio sentía que perdía su credibilidad y un poco de orgullo), Katsuki contactó a las chicas de su curso en U.A. para pedir su ayuda.
En un chat al que después lo agregaron y que Katsuki consideró silenciar para no tener que lidiar con docenas y más docenas de mensajes que parecían llegar a velocidad de vértigo y que convertían a su móvil en una caja musical con tantos pitidos, las chicas organizaron con agilidad un tipo de fiesta en honor a Izuku que Katsuki en su vida había escuchado mencionar y al que bautizaron como ‘baby shower’.
KB: Sigo sin entender una mierda en qué consiste ese tal baby shower.
MY: Simple: Hacemos una fiesta en honor a Izuku y cada uno de los asistentes debe llevar un regalo para el bebé o la futura madre.
TA: Será divertido.
MA: No puedo esperar a los bocadillos y la música.
OU: Será genial volver a vernos desde la última vez, y seguro que Izuku también lo apreciará independientemente del resto.
KB: ¿Y no sería más fácil que Yaoyorozu fabricara todo con su quirk y ahorrarnos la fiesta?
OU: ¡NO!
TH: ¡Aguafiestas!
MA: Ni pensarlo, ¡no lo arruines con tu negatividad!
KJ: La fiesta es para Izuku y la organizamos nosotras, así que si no te gusta eres libre de no asistir.
MY: Sí, exactamente.
A regañadientes masculló Katsuki unas cuantas palabrotas, pero en el chat escribió que podían hacer lo que les viniera en gana siempre y cuando lo involucraran, así que en el tiempo récord de una semana las chicas tuvieron todo listo y ampliaron el número de invitaciones de tal manera en que no sólo asistirían ellas, sino también el resto de sus compañeros de U.A., algunos otros de la escuela en otras aulas o cursos, profesores, amigos que Izuku había hecho por su cuenta, colegas de la oficina y héroes de agencias en las que habían hecho prácticas o con quienes se habían aliado en misiones, la familia que no podía faltar, así como un sinnúmero de personas cuyas vidas estaban entrelazadas con las de él y que hicieron a Katsuki apreciar cuán importante era el omega entre quienes se rodeaban de él.
De la locación se encargó Yaoyorozu, eligiendo un salón de eventos en un hotel elegante que hizo a Katsuki rechinar los dientes, porque claro, su única tarea era convencer a Izuku de llegar al lugar a la hora correcta, y no se imaginaba bajo qué argumentos engañarlo y conservar la sorpresa.
Por fortuna para él, Izuku no se opuso demasiado a su repentina idea de “ponte tu mejor traje, nerd, y acompáñame”, aunque sí dejó mucho a desear el que Izuku saliera con una camiseta que al frente decía ‘camisa’ y con vergüenza mascullara que ya ninguna de sus prendas formales le cerraba al frente sin dejar una porción de ombligo por fuera.
—Te estás poniendo... enorme —se admiró Katsuki, más cautivado por sus formas redondeadas de lo que había demostrado antes, e Izuku por poco consiguió regresar a su dormitorio y encerrarse ahí.
Sólo el abrazo de Katsuki y las repetidas frases que éste murmuró contra su cabello acerca de cuán atractivo lo encontraba consiguieron aplacar su nerviosismo, e Izuku accedió al fin salir de casa.
—No pensé jamás decir esto pero... Caminar es cansado —reveló Izuku al cabo de 10 minutos y Katsuki se vio tentado de llamar un taxi.
—¿Prefieres volver a casa?
—No, eso arruinaría los planes de las chicas.
Katsuki se paró por completo en la calle y le miró como si una segunda cabeza le hubiera crecido sobre los hombros.
—¡¿Lo sabías?!
Izuku resopló y una sonrisa apareció en su rostro. —No eres tan discreto como crees. Te escuché hace un par de noches hablar con Uraraka por teléfono y ayer en la mañana dejaste tu móvil sobre la mesita de noche cuando te metiste a bañar y la pantalla no dejaba de encenderse con notificaciones. No quería espiar, pero era difícil ignorarlo...
—Jo...
—Está bien —dijo Izuku, y su sonrisa se ensanchó más—. Lo importante no es la sorpresa, sino el hecho en sí.
—Fue idea de Uraraka.
—Ya, pero también ayudaste con la organización, ¿o no?
—No gran cosa —masculló Katsuki, restándose mérito. Pero claro, Izuku vio a través de él y adivinó la verdad en segundos.
—Tranquilo, no te lo echaré en cara si es lo que temes —bromeó con éste al hacer entrechocar sus hombros, y reanudando su marcha, apresuraron el paso.
Katsuki se había hecho una idea de lo que consistía en baby shower, pero ni por asomo era lo que su mente había conjurado días atrás. Porque en lugar de música estruendosa y alcohol, las chicas habían organizado un evento sosegado y repleto de actividades que involucraban a la próxima madre y que culminaron con una sesión de regalos en la que Izuku lloró al percatarse que había pasado de tener un par de cajas de pañales a contar con todo lo necesario para recibir el bebé.
La comida y la bebida corrieron de mano de Yaoyorozu, que no había escatimado en gastos para conseguir que el baby shower fuera un éxito, y Katsuki le estuvo más que agradecido por todo lo que había hecho por ellos, en especial por Izuku.
Con mucha reticencia de su parte porque detestaba las multitudes y tener que tolerar el ocasional velado comentario en su dirección que lo señalaba como el alfa que había embarazado a Izuku y no había asumido su papel como pareja oficial, Katsuki se hizo el remolón cuando Ashido y Hagakure lo jalaron cada una de un brazo para participar en el juego principal de esa noche, que consistía en calcular a simple vista el diámetro de la barriga de Izuku utilizando una tira de papel higiénico y escribiendo su nombre en la punta, de tal manera que al final de la noche quien más se acercara a la cifra oficial ganaría un premio.
Sin mucho interés en nada que no fuera estar atento a las señales de cansancio de Izuku (que para ser honesto, esa velada relucía de alegría por verse rodeado de quienes más le querían en el mundo), Katsuki se sobresaltó cuando de pronto Uraraka llamó su nombre en voz alta, y Kirishima y Kaminari le dieron fuertes palmadas en la espalda mientras lo guiaban al lado de Izuku, porque al parecer había sido él y su cálculo los que más se habían acercado a la cifra oficial.
—Por un centímetro y no fue una medida perfecta —le reveló Uraraka con un guiño al tenerlo a mínima distancia, y fue así como Katsuki ganó una exquisita botella de champagne a la que no supo darle otro uso más que acomodarla junto a los regalos de Izuku y esperar a que en algún futuro valiera la pena descorcharla.
La velada continuó entre charlas, música ligera y algunos juegos más, y Katsuki descubrió que no le habría importado prolongar aquella extraña fiesta de no ser porque atrapó a Izuku ocultando un par de bostezos, y con discreción le preguntó si quería volver a casa.
—Me estoy divirtiendo tanto —le reveló éste—, pero estoy tan cansado.
—Entonces nos iremos. Seguro que lo entienden, y si no...
Izuku le dedicó una sonrisa, y por un segundo fantaseó Katsuki que la mirada cálida que le dedicó con sus ojos adormecidos era de amor y no de cansancio, pero... Tenía miedo de corroborarlo, así que se escabulló para hablar con Uraraka y Yaoyorozu, quienes le prometieron encargarse del resto y hacer que los nuevos regalos de Izuku llegaran a su casa a la mañana siguiente sin falta.
De ese modo, Katsuki ignoró las débiles protestas de Izuku para no llamar un taxi, y con él acurrucado a su lado mientras recorrían en silencio las calles de Musutafu, se reconfortó con la idea de, incluso de manera indirecta, haber proveído para él lo necesario para el bebé.
Y apoyando su cabeza sobre la de Izuku, Katsuki ciñó con más fuerza su mano que sostenía sobre el regazo se permitió unos minutos de calma.
Izuku recibió a eso de mediodía por vía paquetería la enorme dotación de regalos que la noche anterior le habían sido obsequiados durante el baby shower y presto para montarlo todo en la nueva habitación contigua a la suya que había elegido para el bebé se dispuso a ordenar todo.
De antemano Izuku había pintado las paredes de un pálido verde menta y decorado con sus limitadas habilidades artísticas la silueta de un par de conejos, así que la parte más laboriosa incluyó montar la cuna y otros muebles, para lo que Katsuki insistió en estar presente y evitarle al nerd cualquier posibilidad de accidente con el martillo.
Katsuki había creído que su propio regalo para Izuku había conseguido pasar desapercibido entre los demás, pero una vez más le demostró éste que si había alguien en el mundo que lo conocía mejor que nadie, ese era él.
—Oh, esto es tuyo, ¿correcto? —Dijo Izuku al doblar un par de mamelucos que asemejaban su traje de héroe y el de Katsuki, (un regalo muy acorde a su fascinación por los héroes y su mercancía exclusiva) y que bien podían haber sido el obsequio de cualquiera de sus amigos, pero él sabía la verdad y no lo ocultó.
—Unisex —fue la única respuesta de Katsuki, que no levantó la vista del anaquel que en esos momentos construía en el piso, pero que exhaló con suavidad cuando Izuku se arrodilló detrás de él y de costado le rodeó con los brazos sobre los hombros y le besó detrás de la oreja.
—Gracias, Kacchan. Esto me hace saber que te importa.
Con la garganta seca, Katsuki dijo con voz ronca: —¿Y acaso lo dudabas?
Que ambos sabían, la respuesta era ‘no’, y no requería de verbalizarse.
/*/*/*/*
Notes:
Katsuki quiere ser el alfa proveedor pero no le está saliendo como planeaba, ¿eh? Pobre, pero le falta madurar un poco y tomar la vida por las riendas antes de que Izuku se convenza de lo peor...
Graxie por leer, y si el fic es de su agrado no duden en hacérmelo saber~! :)
Chapter 13: 13.- Shopping day.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
13.- Shopping day.
Mahoro estaba apenas de 3 meses cuando Izuku se vio en la dificultad de encontrar entre su ropa prenda alguna que le calzara de manera correcta.
—¿Soy yo o ha crecido bastante desde que nació? —Hizo Katsuki hincapié en la situación al descubrir por su cuenta que los diminutos calcetines que en un inicio le habían quedado a la bebé grandes ahora a duras penas le entraban sin estrangularle la piel circundante.
—Bueno, en su última consulta midió 59 centímetros, 9 más que desde su nacimiento —dijo Izuku, que por su cuenta tampoco podía comprender como bastaba tan poco para hacer que el guardarropa completo de Mahoro de pronto no le sirviera en lo absoluto. Y si lo que su médico le había dicho de que tenían entre manos una niña que seguía las pautas saludables, entonces tenían entre sus brazos un no-tan-pequeño problema.
Desde el nacimiento y hasta la semana anterior, Izuku había estado cubierto con las innumerables prendas que le habían sido obsequiadas durante su baby shower, pero era como si de un día a otro de pronto sus camisitas interiores le quedaran por encima del ombligo, los mamelucos se negaban a cerrarle, o peor, no alcanzaban sus hombros. De los calcetines y guantes Izuku ya se había rendido luego de que tras mucho batallar Mahoro llorara cuando la ropa le apretaba. Así que sí, en definitiva, la bebé había crecido lo suficiente como para justificar un cambio nuevo de guardarropa.
—Más vale que esto no se repita cada 3 meses o estaremos quebrados antes de fin de año —resopló Katsuki, que con resignación había vestido a la bebé con el mameluco más grande de su repertorio e incluso así le quedaba corto y enseñaba una buena porción de sus tobillos.
—Mmm, ciertamente la ropa de bebé cuesta más de lo que debería considerando la cantidad de tela pero... —Murmurando para sí mientras buscaba una solución a su problema, Izuku decidió por último que era poco lo que se podía hacer y que lo mejor sería resignarse y comprar más prendas.
—¿Y qué se supone que haremos con las que ya no le quedan? —Gruñó Katsuki, que en contraste a sus palabras tenía a Mahoro sentada en su pierna y la balanceaba como si se tratara de un caballito.
—Regalarlas, supongo. O donarlas. Somos los primeros en nuestro grupo de amigos en ser padres así que no estoy seguro, pero les preguntaré a nuestras mamás si ellas conocen a alguien que pueda darles buen uso.
—Suena a un plan.
—Lo es.
Katsuki puso a Mahoro a dormir en su cuna (no sin antes asegurarse de que su cuerpo continuara moviéndose por la respiración y el monitor estuviera encendido) y bajó a la sala para encontrar a Izuku arrellanado en el sofá de 2 plazas y con su portátil sobre los muslos mientras veía la pantalla con gesto de extremo interés. Katsuki sólo recordaba esa expresión cuando lo veía trabajar en casos con villanos realmente terroríficos, así que se llevó una gran sorpresa al sentarse a su lado y en un vistazo descubrir que miraba un catálogo de tiendas para bebés en su zona.
—Pensé que comprarías todo por internet —dijo Katsuki—. Más rápido y simple.
—Ya, pero las tallas son un lío. Mahoro es 3 meses en unas y 6 en otras. Y no quisiera comprar algo y después tener quebraderos de cabeza para hacer las devoluciones. Además están las telas, y los lugares de procedencia, eso sin contar...
Esperando a que Izuku continuara, Katsuki empujó su muslo contra el de él para hacerlo hablar. —¿Qué más?
Izuku exhaló un profundo suspiro. —¿Puedes creer que muero por salir de la casa? Estoy agradecido de haber tenido para mí la ventaja de una baja por maternidad completa, pero pronto será hora de que vuelva a la oficina y quiero que la transición sea factible. Eso y que de vez en cuando a Mahoro le vendría bien respirar aire fresco y conocer algo más que las 4 paredes de su hogar.
—¿Quieres salir de compras y llevarla contigo? —Confirmó Katsuki, e Izuku apretó los labios en una fina línea y asintió con solemnidad.
—Otras madres lo hacen, no veo porqué nuestro caso tenga que ser diferente.
—Pfff, seguro —ironizó Katsuki.
—Mahoro sabrá comportarse.
—¿Y si no? ¿Y si de pronto llora, o ensucia un pañal o...?
—Es una bebé, Kacchan —dijo Izuku con paciencia y una sombra de sonrisa en labios—. Si ocurre, y apuesto a que así será, lo solucionaré. Soy su madre después de todo.
—Ya...
Katsuki toleró 10 segundos contados antes de abrir la boca. —Pero yo soy el padre.
—Ajá.
—Así que iré contigo.
—Si eso quieres.
—Quiero —dictaminó Katsuki con seguridad, y así lo acordaron.
A pesar de contar consigo una carriola que los Bakugou le habían regalado el día del baby shower, Izuku no había hecho nada más que sacarla de la caja y tenerla guardada en un rincón sin gran uso. Vale, que hasta ese momento se había podido dar el lujo de tener a Katsuki como su proveedor principal y él poderse quedar en casa mientras atendía a la bebé, pero ahora era momento de salir a respirar aire fresco y enseñarle a Mahoro de lo que se había perdido en los primeros 3 meses de su vida.
—No se va a enterar de nada —comentó Katsuki al unírseles aquella mañana de mayo y descubrir que su hija dormía a pierna suelta en su carriola.
—Oh, lo hará una vez que tenga hambre y decida despertar.
Si bien era Izuku el que guiaba la carriola, Katsuki no pudo evitar caminar a su lado con los ojos puestos en cualquiera que se acercara demasiado a ellos. Aquella era una mañana de miércoles en la que normalmente Katsuki estaría de patrullaje, pero específicamente había cambiado con otro interno por un turno doble de madrugada con tal de estar ahí por Izuku y Mahoro.
En el peor de los escenarios de su imaginación, Katsuki se había visualizado saltando a la acción para defender a su omega y a su cachorro de una docena de villanos, que aprovechando la vulnerabilidad del héroe Deku en baja por maternidad, intentarían algo tan ruin como herirlo a él y secuestrar a su bebé, pero... Claro, la realidad a veces era más aburrida que la ficción, y las únicas interrupciones que tuvieron en su mañana de compras fue el ocasional fan mirando en su dirección al reconocerlos y sonriendo como idiotas por la bebé que tanto circo mediático había creado a su alrededor.
—Juro que si alguien más vuelve a apuntarnos con el dedo... —Gruñó Katsuki en una tienda departamental, haciendo saltar chispas de sus dedos y consiguiendo que 2 adolescentes con uniforme de preparatoria desistieran de tomarles una fotografía y se alejaran casi corriendo.
—¿Puedes tranquilizarte? No es para tanto. Sabíamos que esto podía ocurrir. —Una pausa, seguida de un suspiro—. Ten, sostenla un rato —dijo Izuku, pasándole a Mahoro que en esos momentos estaba inquieta buscando jalarle el cabello y no le permitía comparar precios entre 2 mamelucos.
Katsuki sujetó a Mahoro con más práctica que 3 meses atrás cuando se la habían entregado del hospital. Por aquel entonces, la mera idea de sostener a su bebé en brazos hacía que le corriera un sudor frío por la espalda y las manos le temblaran, pero con práctica y paciencia por parte de Izuku era que Katsuki había conseguido familiarizarse con el peso cálido de su hija. Ahora mientras sostenía su cabeza y la mecía en brazos, Katsuki se dio un paseo por el área de bebés mientras tarareaba para su cachorro una tonada que creía recordar de su infancia y que no era otra más que del viejo anime que se había hecho en honor a All Might cuando él e Izuku eran críos.
La memoria le trajo recuerdos agridulces, e inclinándose para refregar su mejilla con la de Mahoro y marcar a su cachorro como de su propiedad, Katsuki se prometió que jamás permitiría que alguien la dañara. Él mismo incluido en esa lista.
Izuku terminó comprando una veintena de prendas nuevas para Mahoro en esa tienda, y ya que Katsuki estaba dando las mismas muestras de fastidio que Mahoro, sugirió que pasaran a comprar algo de comida en un restaurante cercano.
—Ustedes dos son tan iguales... —Comentó Izuku, que tras buscar y encontrar una mesa en el rincón, procedió a levantarse la camiseta que ese día vestía y dejar que Mahoro tomara satisfecha de su leche—. Cuando tienen hambre arrugan la nariz.
—¡Yo no arrugo la nariz! —Intentó defenderse Katsuki e Izuku no lo presionó, pero después no pudo pasar por alto que cuando entregó el menú de vuelta con su orden y la mesera les informó que se demoraría 15 minutos en estar lista su comida la idea de la espera le hizo contraer el rostro, y en efecto, arrugó su nariz.
—Te lo dije —dijo Izuku en un tono demasiado alegre para el gusto de Katsuki, pero éste se guardó de externarlo.
En su lugar rebuscó en la enorme bolsa de compra que ahora cargaban y contabilizó las nuevas prendas de Mahoro.
—Todavía nos faltan camisetas de interiores y calcetines.
—Y vestidos —dijo Izuku, que ante la expresión confundida de Katsuki, aclaró—: Tu mamá me pidió que le comprara algunos con su dinero. Quiere fotografías de Mahoro con moños y vestidos, y ya que ella pagó no veo razón para negarme.
—¡¿Mi vieja te dio dinero?!
—Sí, Kacchan —dijo Izuku poniendo los ojos en blanco—. Tus padres —clarificó para no dejar espacio a dudas— me dieron dinero para comprarle cosas a su nieta. No sé por qué te resulta tan difícil de asimilarlo.
—Porque no lo necesitas. Con tu salario y el mío podemos salir adelante sin ayuda de nadie más.
—Eso lo tengo claro.
—¿Entonces? —Replicó Katsuki, expectante.
—Porque... Son sus abuelos, e incluyo a mamá. Y quieren ayudar. Las personas a nuestro alrededor quieren involucrarse, y aunque no pongo en duda tu capacidad para ser el mejor padre posible, es... agradable tener a mi alrededor personas que se preocupan por mí y quieren estar ahí para ayudarme, a mí y a Mahoro.
—Oh.
—Espero al menos que hayas notado que Uraraka y el resto de las chicas han pasado por casa un par de veces cuando tú no estás. Me ayudan a cuidar a Mahoro un par de horas y mientras tanto puedo tener tiempo para poner una carga de ropa en la lavadora, asear el baño, o simplemente para mí.
—¿Es tu manera de decirme que no estoy haciendo lo suficiente como padre? —Katsuki luchó para hablar a través del nudo que se le había hecho en la garganta—. ¿Que soy un fracaso total como alfa?
—No. Vamos, Kacchan —dijo Izuku al sujetar a Mahoro con un brazo y extender su otra mano para sujetar la de Katsuki que se mantenía inerte sobre la mesa—. No era esa mi intención. Eres el mejor padre que podría pedir en el mundo.
«Pero no dices nada de que sea tu alfa, y quizá esa sea mi culpa», pensó éste con arrepentimiento.
—Es sólo que a veces me viene bien una mano, y no es la ayuda en sí, sino el acto... Es amor en su forma más pura.
«¿Acaso no te doy lo suficiente?», reclamó el alfa de Katsuki, pero éste se forzó a pensar con racionalidad y coincidió con Izuku que tenía razón.
—Recibir ayuda no nos hace débiles... ¿Correcto?
—Correcto.
En paz consigo mismo y la situación, Katsuki pudo por fin tranquilizarse, y aunque hizo votos de ser todavía un mejor padre para Mahoro y un excelente alfa para Izuku, también tomó nota de llamar a sus padres para agradecerles.
Después de todo, si era como Izuku decía, sus acciones venían imbuidas en amor.
—¿Cuándo compraste esto exactamente? —Preguntó Katsuki esa misma noche, cuando después de poner a Mahoro en su cama, le ayudó a Izuku a quitarle las etiquetas a su nueva ropa y se dispusieron a lavarlas para su posterior uso.
La prenda en cuestión era un mameluco en rosa y negro con adornos en las muñecas y en las piernas con una tela diferente. A primera vista había pasado inadvertida a los ojos de Katsuki, pero en una segunda revisión...
—Mira, viene con esta diadema —le mostró Izuku el accesorio, que en efecto confirmaba las sospechas que Katsuki tenía.
—¿Por qué le has comprado a nuestra hija mercancía de Uravity?
—No es comprada, es un regalo, y Uraraka la envió como regalo para Mahoro. Es linda, ¿no? Es parte de su nueva línea de mercancía, y de pasó pensó que sería buena publicidad cuando se filtre alguna fotografía cándida.
—¿Es que piensas utilizar a nuestra hija de esa manera?
—Tsk. Eres tan dramático —le hizo saber Izuku—. Además el equipo de publicidad en la agencia mencionó que podría ayudarme a recomponer mi imagen ante el público. Héroe omega y madre soltero no suena nada bien, pero Mahoro puede ayudarme a cambiar esa narrativa y ponerla a mi favor. Que además pueda vestir gratis la ropa de Uravity es un plus, ¿no te parece?
En silencio, porque no era su lugar reclamar las decisiones de Izuku cuando ni él mismo había reclamado al omega para sí, Katsuki hundió los hombros y aceptó su derrota.
Por ahora.
/*/*/*/*
Notes:
A Katsuki no le gustan para nada los recordatorios de lo poco que asume su responsabilidad como alfa honorario de Izuku pero tampoco hace nada, ¿no? A ver si no decide actuar cuando ya sea demasiado tarde.
Graxie por leer~!
Chapter 14: 14.- Disneyland.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
14.- Disneyland.
«The happiest place on earth, ¡y un carajo!», pensó Katsuki no por primera vez ese día al encontrar que Disneyland Tokyo era todo lo que alguna vez había escuchado, con música melosa, aroma a comida en el aire, risas, gritos, anuncios, críos gritando, parejas tomadas de la mano y actuando como cursis, por no mencionar la abrumadora atmósfera que obligaba a tratar de encajar a pesar de que lo único que le apetecía era sumarse al grupo de críos con rabieta porque ya quería marcharse... Y apenas tenían media hora ahí.
En realidad, pasar el día en Disneyland Tokyo había sido su idea y preparación así que era una especie de castigo autoinflingido, aunque en su defensa Katsuki podía decir que la culpa había sido de Kirishima porque fue su amigo quien le dio luz verde con aquel plan.
Con toda honestidad, lo único que Katsuki había pretendido con aquella salida era encontrar una oportunidad perfecta para hablar con Izuku y tantear el terreno para ver si sus sentimientos eran correspondidos y quería dar ese gran paso final que los separaba de la vida en pareja.
Katsuki no era idiota, al menos de eso se preciaba cuando llamaba así a los que le rodeaban y actuaban como tales. Para él, su persona siempre había sido Izuku, incluso desde la infancia, o los años turbulentos de su adolescencia. Sus años finales en U.A. le habían ayudado a procesar toda aquella gama de emociones que años atrás lo abrumaban y que él liberaba por medio de agresión mal canalizada precisamente contra la persona dueña de sus afectos. E Izuku lo había soportado todo con estoicismo. Katsuki a ratos no creía la buena suerte que tenía al contar con una persona como él en su vida, y de ese valor acumulado se había valido cuando la oportunidad se presentó entre ellos dos e Izuku accedió a ser su compañero de celo si a cambio hacía lo mismo por él. En apariencia, un acuerdo de lo más común en los dormitorios repletos de adolescentes, que además del estrés escolar y la posibilidad de convertirse en héroes, también debían buscar una manera saludable para canalizar su energía sexual excedente.
En ese pacto de amigos con derechos que Katsuki jamás habría querido ver llegar a su fin, él a Izuku se habían complementado de nuevas maneras, puliendo las superficies ásperas, redondeando las esquinas filosas, y embonando por fin como dos piezas de rompecabezas que estaban destinadas a hacerlo. Katsuki podría haber continuado así indefinidamente, y en algún momento él o Izuku (al menos eso quería fantasear él) habrían tenido esa temible charla de ‘y nosotros dos, ¿qué somos?’, que seguro habría acarreado estrés a sus vidas, pero Katsuki no lo dudaba, también un final feliz.
En cambio, el embarazo no planeado y la llegada de Mahoro había trastocado sus planes y dado un giro de 180º a sus vidas, aunque Katsuki quería creer que su llegaba había servido para precipitar lo que de otra manera habría tardado demasiado en darse de manera orgánica.
Hoy en día, Katsuki tenía más que asumida su paternidad sobre Mahoro, de la misma manera en que Izuku ni se sorprendía cuando aparecía por la casa que los Bakugou habían comprado para él y su cachorro, eso sin dejar de mencionar que su relación se había profundizado y su atracción por el otro madurado.
A diferencia de un año y medio atrás, ahora Katsuki no albergaba ninguna clase de duda acerca de lo mucho que significaba Izuku para él (junto con Mahoro) y lo mucho que estaría dispuesto a hacer para mantenerlo a su lado.
Tanto incluso, que la idea de preguntarle a Kirishima (el primero en su grupo de amigos en establecer un lazo alfa-omega con Ashido) no afrentó su orgullo, sino que le sirvió como una guía de cómo proceder.
O al menos eso creyó...
La verdad es que la sugerencia de Kirishima por ir a Disneyland Tokyo no era tan mala... Si tan sólo no lo hablara desde su experiencia como la primera cita a la que él y Ashido habían asistido juntos a los 16 años, adolescentes libres de preocupaciones y dando juntos esos primeros pasos hacia la adultez.
En cambio, Katsuki e Izuku contaban ya con 21 recién cumplidos y una bebé de 6 meses que no hacía más que recordarles que estaban en etapas diferentes de la vida que el resto de sus amigos.
Pese a los inconvenientes, Katsuki en verdad había querido hacer que esa cita funcionara. Daba igual si Izuku ni siquiera estaba enterado que se trataba de una salida romántica, en gran medida porque había malinterpretado sus acciones.
—¿2 boletos? —Había expresado su consternación cuando Katsuki le presentó el plan—. ¿Y con quién piensas que dejaremos encargada a Mahoro?
Así que Katsuki había comprado un boleto más sin saber cuánto iba a arrepentirse, porque vale, Disneyland estaba pensando para los más pequeños sin importar que se hubiera convertido en Tokyo en el sitio de moda para adolescentes y parejas jóvenes, pero ni de lejos había considerado que a una bebé de 6 meses poco le importarían los paseos, las botargas o la comida, sino que encontraría fastidioso lidiar con el calor de mediados de agosto y la sobrecarga de sensaciones con los colores, el ruido y los aromas.
A 15 minutos de estar en el parque, Katsuki había comprendido su error al corroborar que no había paseos en todas las instalaciones en las que se les permitiera subir con una bebé de 6 meses, y ni hablar de que uno de ellos 2 subiera mientras el otro se quedaba en tierra firme fungiendo de niñera. Eso ni pensarlo.
—Igual y podríamos comer algo —sugirió Izuku, atento a sus niveles de estrés, y señalando un puesto que vendía toca clase de porquerías dulces que en un día común Katsuki no tocaría ni de lejos con un palo de escoba.
Para nada era el restaurante 5 estrellas al que Katsuki había conjurado en su cabeza, y accedió sólo porque Mahoro extendió su bracito regordete en dirección al enorme menú que aparecía al lado de la caja registradora.
—Ugh, ¿es que no venden nada aquí sin sobredosis de azúcar como para provocarle diabetes a un hipopótamo? —Gruñó Katsuki para sí, e Izuku hizo la elección fácil al pedir una bolsa con churros y un refresco.
Buscando una banca para sentarse a la sombra, Izuku se dedicó a untar a Mahoro con bloqueador solar antes de permitirle probar uno de los churros, y hasta Katsuki tuvo que admitir que aquella imagen era una de las más tiernas que hubiera presenciado antes.
Con apenas 6 meses cumplidos 2 semanas atrás, Mahoro ahora podía sentarse por su cuenta y examinaba al mundo con los mismos ojos inquisitivos que Katsuki a su edad, según había comprobado éste en fotografías que Mitsuki tuvo la bondad de obsequiarle. También similar a su padre, Mahoro podía ser voluntariosa y llorar para salirse con la suya, y menos más por la práctica que Izuku tenía en el campo y su fortaleza para impedirle que se saliera con la suya así nada más o estarían lidiando con una diminuta copia suya que fungiría como terrorista emocional apenas pudiera hablar.
—En verdad parecen gustarles, ¿eh? —Sacó Izuku a Katsuki de sus pensamientos.
—No conozco a ningún crío que no le guste el sabor dulce.
—Yo a ti. Desde pequeños siempre tuviste preferencia por el picante, ¿recuerdas? Aquella tienda que vendía de importación dulces mexicanos era siempre la primera parada después del colegio contigo.
—Mmm, puede ser...
—No tienes que actuar conmigo, Kacchan —dijo Izuku de buen humor, y antes de que Katsuki tuviera oportunidad de enojarse, le metió un trozo de churro en la boca y lo mandó callar con aquella combinación dulce y crujiente que hasta para sus estándares estaba pasable.
La mañana transcurrió con ellos recorriendo a su ritmo el parque, evitando los juegos mecánicos por el bien de Mahoro y centrándose en una granja de mamíferos que incluía la posibilidad de acariciar un par de animales domesticados. Para mediodía una parada en la que Izuku se recostó en el costado de Katsuki mientras alimentaba a Mahoro con un poco de su leche y una papilla que había traído envasada, además de una corta siesta mientras ellos dos conseguían mesa en un sitio de hamburguesas y revisaban el mapa en búsqueda de su siguiente locación.
A Katsuki le habría gustado visitar Tomorrowland para apreciar las atracciones del futuro que ahí se promocionaban, pero Izuku le recordó que Mahoro podía asustarse, así que se decantaron por Fantasyland con la promesa de continuar aquel ritmo sosegado.
Por primera vez en la salida, al empujar la carriola con Mahoro dentro, Katsuki se atrevió a buscar la mano de Izuku y éste no tuvo objeción alguna... Hasta que el vehículo perdió el control y casi se estrelló con un cubo de basura. Del susto Mahoro lloró, y mientras Izuku se arrodilló a su lado para cargarla unos minutos y tranquilizarla, Katsuki se sintió terrible por lo mal que estaban saliendo sus planes.
En Fantasyland su panorama no mejoró demasiado cuando encontraron una parte de las instalaciones en mantenimiento, y no era para menos, porque habían acudido entre semana con intenciones de evitar multitudes y les había jugado en su contra porque era el día en que los empleados del parque hacían lo mismo para dejarlo en punto para los fines de semana, cuando era que tenían más afluencia.
Toontown fue su siguiente parada, y al menos ahí Mahoro se mostró extasiada cuando una enorme botarga de Minnie Mouse la cargó en brazos para que Izuku posara a su lado, y a Katsuki no le quedó de otra más que tomar la foto y quedar fuera.
—No pongas esa cara, le pediremos a Mickey Mouse que haga lo mismo para ti —le dijo Izuku, pero la mala suerte ya había echado raíces sobre Katsuki, porque la maldita cola para tomarse una fotografía con el ratón era larga, y para cuando fue su turno Mahoro tenía el pañal sucio y no cesaba de llorar.
Y con ella quería Katsuki sentarse en el suelo y montar un berrinche monumental como no hacía por lo menos desde los 5 años... O los 15 cuando Izuku le demostró que su quirk era mucho más poderoso de lo que jamás había imaginado.
Lo que fuera.
—No es el fin del mundo —le hizo saber Izuku, pero Katsuki se aferró a Mahoro—, sólo se trata de un pañal sucio.
—Eso ya lo sé.
—Entonces quita esa cara —dijo Izuku—. Actúas como si no hubieras esperado que Disneyland no fuera el sitio perfecto para una bebé de 6 meses.
Katsuki bufó, y porque no quería afrontar sus propios fallos, masculló que él llevaría a Mahoro a la estación de cambiado.
Con la pañalera al hombro y Mahoro en la carriola, Katsuki se demoró su buena media hora en dar con un baño cuya fila no se extendiera demasiado, cambiar a la bebé, y después refrescarse el rostro con agua helada sólo para descubrir que había olvidado reaplicarse bloqueador solar y tenía los hombros en carne viva.
—Y seguro que mamá lo olvidó también y ahora tiene una docena de pecas nuevas sobre la nariz, eh —habló Katsuki con su hija, que en respuesta movió sus manitas y le sonrió con una boca en la que apenas se visualizaban un par de dientes de leche.
Más tranquilado (y de paso resignado) a los contratiempos de su día, Katsuki razonó que lo importante no eran los traspiés a los que se enfrentaban, sino cómo ellos lo afrontaban. Y actuando como un crío de la edad de Mahoro no iba a demostrar ante Izuku que él era el alfa indicado para conservar en su vida como candidato a compañero, así que inhalando hondo un par de veces y nivelando sus hormonas de estrés para que el perfume acre desapareciera y en su lugar fuera sustituido por ese de caramelo quemado que el omega insistía tanto que lo caracterizaba, Katsuki se acercó de vuelta al sitio donde lo había dejado y se quedó paralizado al no dar con él de buenas a primeras.
—Bah-ah —articuló Mahoro desde su asiento, todavía incapaz de verbalizar palabras aunque sí sonidos, y Katsuki siguió la línea de su bracito extenderse hacia un costado, donde en efecto, se encontraba Izuku.
Aunque con compañía.
La banca donde Izuku antes estaba sentado ahora la ocupaban 3 ancianas que al parecer se estaban tomando un respiro y que con toda probabilidad éste había cedido por simple amabilidad, y éste descansaba a la sombra de un árbol en compañía de un alfa que a juzgar por su apostura y alarde de músculos, llevaba a cabo su mejor intento de seducción.
—Patético —masculló Katsuki entre dientes.
—Bwe-eh —dijo Mahoro, e incluso si no era nada, Katsuki lo interpretó como una muestra incondicional de apoyo.
Por fortuna, apenas Izuku reparó en ellos dos, con presteza se apartó del alfa que intentaba conquistarlo, y en cuanto estuvo al lado de Katsuki le pidió que le echara el brazo sobre la cintura.
—Actúa como si estuviéramos juntos —dijo sin tomar en consideración que sus palabras habían lastimado a Katsuki, y éste lo obedeció por inercia, al menos obteniendo satisfacción en la mueca de perplejidad del alfa, que seguro había considerado que si el omega no tenía marca alguna era justo de ir detrás de él.
«Imbécil», pensó Katsuki, y posesivo, su agarre en Izuku se volvió casi doloroso.
—Ouch, ya puedes soltarme —dijo Izuku apenas el alfa se dio vuelta, y Katsuki lo hizo con desgana—. ¿Qué pasa? Te tardaste demasiado con Mahoro.
—Ya, pues tú fuiste bastante rápido a mi parecer.
—¿Uh?
—Ni preguntaré qué quería ese alfa idiota contigo, era bastante obvio.
—¡Kacchan!
—Bah, da igual. —Pero cuando Katsuki quiso alejarse, Izuku se lo impidió poniendo una mano en la carriola y activando One For All.
—No te atrevas a querer llevarte a Mahoro o...
Katsuki se giró hacia él y en voz baja y gélida, respondió al reto. —¿O qué?
Izuku le miró con desafío, sin bajar la mirada ni por un segundo. —O serás su alfa por siempre, pero... el mío jamás.
Katsuki comprendió que era una batalla perdida, no sólo porque jamás se atrevería a apartar a Mahoro de Izuku, pero también porque éste estaba al tanto del poder que ejercía sobre él como omega, y no dudaba en utilizarlo en su contra para proteger, sí, pero también para ganar.
Moviendo su mano sobre el manubrio de la carriola, Izuku rozó con sus dedos los de Katsuki antes de unir sus manos y aplacar los nervios con un reconfortante apretón.
—Estábamos teniendo un excelente día como familia... ¿Podemos volver a eso? Por favor.
«Familia, familia, familia», se repitió Katsuki a sí mismo sin comprender si eso implicaba que estaban juntos por Mahoro, o si lo hacían porque como alfa y omega así lo querían. Mantener esa incógnita era doloroso, y por una breve fracción de segundo Katsuki deseó ponerle fin, pero incluso entonces Izuku fue más rápido al colocarse de puntas y besarlo veloz en los labios.
—Quiero tomarnos fotografías de recuerdo —señaló en la distancia una cabina de purikura—. Los 3 juntos.
—¿Lo dices en serio?
—¿Y por qué no habría de serlo? Yo... no quiero olvidar este día.
—Ya, yo tampoco —masculló Katsuki, que guiando con Izuku la carriola hacia las cabinas, concluyó que aquella salida podía considerarse un fracaso como cita romántica, pero que no la cambiaría por nada del mundo.
Y mientras posaba para la fotografía con Mahoro en brazos y dejaba a Izuku agregar toda clase de stickers ridículos, sólo esperó que el mismo caso aplicara para el omega.
Su omega, o al menos el que esperaba que aceptara serlo en lo próximo...
/*/*/*/*
Notes:
Ay, casi a punto de terminar el día pero estuve tan ocupada que es un milagro que no me pasara a medianoche para actualizar. En fin~ Obviamente Katsuki quiere que Izuku sea su omega pero es torpe y no sabe cómo hacerlo. Ténganle paciencia así como se la tiene Izuku ♥ Ya casi llegamos a la mitad de la historia, y les prometo muchas sorpresas agradables repletas de angst, fluff y algo de smut~
Como siempre, si les está gustando el fic háganmelo saber. Los comentarios me ayudan a recordar que hay gente leyendo y que por algo dedico casi 3 horas de mi día a escribir, betear y actualizar.
Graxie por leer~!
Chapter 15: 15.- Sleeping family.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
15.- Sleeping family.
El primer celo de Izuku posterior al nacimiento de Mahoro aconteció por fortuna cuando la bebé ya contaba con 8 meses y su aprobación por las papillas iba hacia la alza. De hecho Izuku había estado preocupado y acudido con su médico luego de que tras la marca de los 6 meses y tal como indicaban los libros de omegas su celo no hubiera aparecido, pero su doctora le tranquilizó explicándole que era usual, y que incluso podía retrasarse todavía por 3 meses más antes de que pudieran descartar cualquier anomalía propia dentro de lo que se consideraba lo normal.
No muy convencido Izuku había acatado sus órdenes de esperar, y el que había terminado pagando su impaciencia no había sido otro más que Katsuki, quien por su cuenta pasó un celo en solitario porque el omega en Izuku se negó siquiera a dejar ni por un instante a Mahoro y no le quedó de otra más que quedarse en su viejo departamento, encerrado tras 4 paredes y masturbándose como si no hubiera un mañana.
—Quizá es por tu propio bien —le hizo saber Katsuki cuando terminó su celo, yendo de visita y colocándose una bolsa con hielos en la entrepierna adolorida para enfatizar su punto—. Tal vez es la manera que tiene tu cuerpo de retenerte al lado de tu cachorro mientras todavía es imperativo que te necesite.
—Mmm, puede ser...
Por su cuenta Izuku investigó al respecto, y en efecto, parecía haber una relación no muy clara pero bien establecida que marcaba el comienzo del primer celo en el omega después del parto cuando éste empezaba la separación en el lazo que mantenía con su cachorro. En cada omega era diferente, y generalmente el cambio venía acompañado de un celo fulminante que se equiparaba a uno bajo supresión química.
Contando con los dedos, Izuku tomó nota de los 9 meses de embarazo más los 6 que tenía Mahoro, y ese era el equivalente a suprimir 6 celos. Algo que cualquier doctor especializado en sexo secundario tacharía de poco saludable, porque con cada celo reprimido la intensidad del mismo tendía a acumularse. Izuku prefería no creer demasiado en ese tipo de información que a ratos se asemejaba más a cuentos de viejas que a un verdadero hecho científico, pero tuvo que dar su brazo a torcer cuando 2 meses después de la fecha esperada para su primer celo la biología de su cuerpo le hizo tragarse sus palabras.
Luego del nacimiento de Mahoro, Izuku había hecho válidos sus derechos como omega al pedir baja materna por los primeros 180 días posteriores al parto, y cumplido ese hito, su readmisión a las fuerzas laborales durante medio turno por otro lapso de 180 días que sumarían poco menos que un año en los calendarios. Izuku siempre había encontrado un poco injusto que sólo los omegas tuvieran ese beneficio cuando a veces los alfa y beta también iban a la par con el cuidado del nuevo cachorro, pero era lo que se conocía como un beneficio de discriminación positiva, que mientras pasaba temprano por Mahoro a la estancia infantil y disfrutaba con ella muchas más horas de compañía que Katsuki, no tenía el corazón para renegar.
Puede que sólo tuviera que aceptarlo tal y como era, porque aunque Katsuki adoraba a su hija sin lugar a dudas, era Izuku a quien se le humedecían los ojos cada mañana sin falta cuando la dejaba al cuidado de otras personas para así poder ir a su trabajo.
Su retorno a la oficina había sido tal y como lo imaginó, con miradas de curiosidad mal disimuladas y el ocasional comentario preguntando por su cachorro, pero en general, dándole el espacio apropiado. Izuku se había quedado rezagado con respecto a sus compañeros, y por algún tiempo su panorama continuaría así mientras retomaba su rutina de ejercicio y poco a poco se le sumaban más responsabilidades.
De inicio, Izuku pasó más horas tras su escritorio que nunca, pero luego de 2 semanas para familiarizarse con los nuevos internos y retomar el ritmo, volvió a la calle al patrullaje en compañía de Katsuki.
—Pienso que deberíamos salir con otros compañeros a patrullar —dijo Katsuki luego de volver de su primera ronda sin más incidente que un puñado de petardos que habían estallado en un basurero a manos de unos niños.
—¿Uh, de qué hablas?
—Justo eso. Tú y yo no deberíamos patrullar juntos. En caso de que algo nos ocurriera y...
—Oh, vale.
Incluso si aquel pensamiento era morboso y fatalista, Katsuki tenía razón, e Izuku se valió de su buena relación con la recepcionista encargada de ordenar sus horarios para así evitar que sus horas de patrullaje coincidieran con Katsuki.
Así sería mejor por el bien de Mahoro.
A inicios de octubre, Izuku se había percatado del inequívoco retorno del otoño. En las calles, los árboles se teñían de los colores cálidos de la temporada y las hojas caían sin remedio haciendo de sus pasos un incesante crujir que le ponía de buen humor porque le recordaba la cercanía del frío y la delicia que era siempre preparar chocolate caliente y beberlo acurrucado bajo una manta.
El año anterior apenas si había tenido esa oportunidad al estar hasta el tope con sus niveles de estrés y preguntándose si ser madre soltero era el único camino a su disposición, pero esos temores del pasado habían quedado superados y ahora lo único en lo que podía pensar Izuku era en cocinar para Mahoro y tal vez inculcarle a pesar de su evidente preferencia por lo picante también un gusto por los sabores dulces.
Con ello en mente pasó Izuku por su hija a la estancia infantil, y a su vuelta a casa preparó para ambos una deliciosa comida que culminó con él en su cama, Mahoro sobre su pecho succionando perezosa uno de sus pezones, y el televisor sintonizado en un anime de superhéroes que con toda honestidad no podía interesarle menos en esos momentos, pero que resultó más fácil dejar como ruido de fondo que apagarlo.
Siempre había algo relajante en tener a Mahoro piel contra piel con él, e Izuku solía ponerse triste cuando pensaba que un día llegaría el momento en que su bebé ya no quisiera su leche, así que deslizándose en la cama y recostándose de lado cerró los ojos con intenciones de disfrutar todo lo posible de aquel instante.
Refregando su mejilla sobre la mollera de Mahoro, Izuku compartió con ella aromas y no se detuvo hasta quedar satisfecho.
En algún punto la boquita de Mahoro dejó ir su pezón, e Izuku la contempló dormir en calma mientras sus propios ojos hacían esfuerzos por mantenerse despiertos...
Un parpadeo, y dos y tres... Y de pronto Izuku tenía un sobresalto cuando la cama se hundió a la altura de su rodilla y una mano áspera y cálida se posó en su cadera.
—No quería despertarte —murmuró Katsuki, e Izuku se giró hasta quedar de espaldas apenas comprobó que Mahoro seguía a su lado y su pecho se elevaba tranquilo con su respiración—, pero hueles increíble...
—¿Sí?
—Ojalá pudieras olerte como yo lo hago ahora mismo —dijo Katsuki, inclinándose sobre él y reclamando su boca como suya. Un beso que comenzó tentativo, y que al instante se tornó posesivo cuando Izuku levantó sus manos y sujetó a Katsuki de la cabeza.
—Kacchan... —Gimió apenas éste se separó para tomar aire—. Oh, Kacchan...
Katsuki puso su otra rodilla en el colchón, y con la mano que todavía tenía en la cadera de Izuku, rozó su costado y examinó su respuesta.
—Estás en celo —declaró con calma, e Izuku le correspondió tirando de vuelta de él hasta tener su peso sobre el suyo y con insistencia refregar su pelvis contra la de él.
—Espera, ¡ah!, Mahoro... —Intentó Katsuki imponer orden, e Izuku se congeló por unos segundos antes de declarar que debían ser muy silenciosos y no mover demasiado la cama.
—No despertará... Recién comió... —Esgrimió Izuku argumentos que a su consideración eran buenos, excelentes de hecho, para obtener lo que con tanta urgencia su cuerpo le pedía.
Sin perder tiempo, Izuku se despojó de su camiseta e hizo lo mismo con la de Katsuki, apreciando el contraste de temperaturas en la habitación, porque ahí donde él ardía como brasa, el cuarto estaba helado.
—¡Ugh! —Exclamó de pronto, empujando a Katsuki y apartándolo de su cuerpo, y éste le miró con confusión en los ojos hasta que lo vio saltar de la cama, y del armario extraer una suave manta que con cuidado utilizó para cubrir a Mahoro.
—Tapa, uhm, sus ojos —pidió Katsuki, de pronto consciente que estaban más allá del punto de retorno y que no quería que su hija presenciara entre ellos algo que pudiera traumatizarla de por vida.
—¿Por qué? —Gruñó Izuku sin hacerle caso, sólo cuidando que Mahoro estuviera tibia—. Puede ahogarse.
—¡Pero puede... ya sabes, vernos! —Siseó Katsuki, y por inercia se llevó una almohada hacia su abultada entrepierna—. ¿No le afectará?
—Lo dudo. Tiene 8 meses, Kacchan. No sabe lo que es el sexo o... Lo que sea —dijo Izuku con impaciencia mientras se despojaba del resto de sus prendas y se presentaba frente a Katsuki en su gloriosa desnudez.
Pese a haber tenido una bebé ese mismo año, Izuku no daba muestras de ello en ninguna parte de su anatomía. Con la aprobación de su doctora, recién había vuelto a su rutina de ejercicio, y aunque su estómago no tenía todavía la definición de antes, Katsuki podía apreciar el esfuerzo y las horas de gimnasio que le habían costado para perder los escasos kilos ganados durante el embarazo y la suavidad de sus formas de omega.
—Kacchan, puedo escuchar lo que piensas... —Dijo Izuku, tirando de sus pantalones y bóxers hasta dejarlo igualmente desnudo sobre la cama.
Katsuki resopló cuando su erección se enfrentó al frescor de la habitación. —Algo se me tenía que pegar de ti, nerd.
Sin perder tiempo con ningún tipo de preámbulo, Izuku gateó encima de Katsuki, y colocando una pierna a cada lado de su cadera, sujetó su miembro con una mano y despacio lo posicionó sobre su abertura antes de descender con agónica lentitud.
Ambos gimieron al unísono, y en un gesto sincronizado, extendieron su mano para cubrir la boca del otro y no despertar a Mahoro.
Aquella no era su primera vez después del nacimiento de la bebé, pero intentos previos no habían tenido esa misma urgencia que durante el celo. Katsuki había recibido de Mitsuki una llamada admonitoria en la que como alfa le advirtió de molestar a Izuku antes de que éste se sintiera listo para el sexo, y que si llegaba a enterarse de que no había seguido sus órdenes ella misma a golpearía por no actuar con decencia. Pf, como si Katsuki necesitara que se lo recordaran.
El problema había sido que en contraste Izuku se había sentido extraño en su cuerpo de antes, y la falta de interés por Katsuki en iniciar cualquier tipo de actividad con penetración le hizo dudar si acaso era culpa suya.
Al final sirvió de algo que no fueran los mismos críos cabezadura de antes y que Izuku decidiera abordar el tema por cuenta propia, enterándose así que Katsuki le estaba dando su espacio, y por su parte revelando que necesitaba ser guiado durante el momento, al menos esas primeras veces.
Así el sexo había sido satisfactorio, salpicado con unas notas de dolor e incomodidad que eran de esperarse luego del parto, pero que sólo producían fogonazos de su antiguo placer como salidas en falso. Despacio habían conseguido mejorar, pero juntos se habían hecho a la idea de que no volverían a ser los de antes si primero no pasaban por un celo juntos.
Katsuki habría dado lo que fuera por sincronizarse con Izuku, pero su celo había sido el mes anterior y seguro les tomaría un par de ciclos antes de volverse a encontrarse en concordancia.
Mientras tanto, Katsuki iba a hacer lo más de lo que tenía a mano, y así lo demostró al sujetar las caderas de Izuku mientras éste se movía rítmicamente sobre su pelvis y se desplomaba cuando luego de varios minutos quedaron abotonados en el paroxismo de su placer.
—No recordaba que esto fuera tan bueno... —Jadeó Izuku contra su pecho, habiéndose dejado caer en peso muerto sobre Katsuki mientras éste trazaba dibujos en la piel de su espalda.
—Te haré recordarlo, nerd...
—Mmm, ok. —Izuku respiró un par de veces más antes de preguntar—. ¿Y Mahoro? ¿Sigue...?
—Dormida, sí. Aunque insisto en que no debería estar presente al menos mientras nosotros...
—Puede que tengas razón —coincidió Izuku, acariciando con sus dedos el brazo de Katsuki—. Pero ya es demasiado tarde para hacer planes.
—Seguro que a mis padres no les importaría tenerla unos días, o a tu madre...
—Ya.
—Tal vez más adelante, cuando tú y yo estemos en sincronía —dijo Katsuki, cediendo al fin al deseo oculto que Izuku se guardaba para sí—. Al menos por esta vez yo puedo cuidarla mientras tú y yo...
Alzando la cabeza y plantándole un beso en la punta de la nariz, Izuku le miró con ojos oscuros en los que el verde su pupila casi había desaparecido.
—Gracias, Kacchan.
—Ya qué —resopló éste poniendo los ojos en blanco con fingida molestia.
Por mandato de Izuku, Katsuki trajo a su habitación la cuna y colocó ahí a Mahoro tras colgar de por medio una sábana que de algo podía servir como pantalla y evitarle a futuro millones de yens en terapia para su traumatizada hija. Sin embargo, Mahoro apenas pareció darse cuenta de las actividades de sus padres, pues con un par de juguetes y el televisor como ruido de fondo para sofocar los gemidos, sólo lloraba cuando tenía hambre o necesitaba un cambio de pañal.
Para el final del tercer día, Izuku se levantó por primera vez de la cama a tomar una ducha, y Katsuki aprovechó para cambiar las sábanas y después tomar un turno bajo la regadera una vez que éste volvió oliendo a limpio y con el cabello cayéndole húmedo hasta las orejas.
—Sécate o pescarás un resfriado —le apremió Katsuki, y a su retorno lo encontró de vuelta en la cama, con pantalones de pijama pero desnudo de torso para arriba porque tenía a Mahoro en brazos y dándole de su leche.
—¿Hay espacio para uno más? —Preguntó Katsuki, medio en broma y medio en serio, y por respuesta, Izuku le sonrió.
Ocupando a su lado el espacio libre, Katsuki los cubrió a los 3 con una manta, y cerrando los ojos no tardaron en quedarse dormidos y disfrutar como era debido una de las primeras tardes perezosas de otoño en ese año.
/*/*/*/*
Notes:
Quería más smut pero si no hubiera quedado un capítulo larguísimo, y dicho sea de paso, tampoco quería dejar a Mahoro en medio de esos dos XD
Graxie por leer~!
p.d. Y lo digo en serio, si les gusta, ¡comenten! Quizá no este fic, ¡pero demuestren su amor con comentarios! Se aprecian.
Chapter 16: 16.- Cooking.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
16.- Cooking.
Hasta donde tiene noción de ello, Katsuki cree que es bueno cocinando. No, al diablo, lo sabe, ¡es excelente además!, y el que lo ponga en duda que se disponga a enfrentarse a él puño con puño para defender su punto, porque Katsuki le hará tragar los dientes al tiempo que pregunta, “¿Y qué tal ahora? ¿Esto sí es de tu agrado?” con una enorme sonrisa de maniaco.
Pero bueno, fantasías aparte, al menos puede declarar con total honestidad y falta de la arrogancia que lo caracteriza que al menos es mejor cocinando de lo que Izuku es.
Vale, que el nerd no es un inútil completo en la cocina. Sabe poner el arroz y conoce una docena de platillos más o menos decentes, saludables y altos en proteína con los que se alimentó los primeros 2 años que pasó viviendo por su propia cuenta, pero ni de lejos se le equipara al repertorio de Katsuki, al que le basta abrir el refrigerador y encontrar 3 míseros ingredientes para crear una verdadera obra gourmet que ponga por lo alto su fama como cocinero inventivo.
Porque justo es eso lo que él hace. No cocinar, sino crear un platillo desde cero y darle su toque con maestría.
De ahí que cuando Mahoro cumplió los 6 meses y con sus dientes afilados de piraña mordió repetidas veces a Izuku en el pezón pidiendo alimentos sólidos fuera Katsuki el que decidiera tomar el asunto bajo sus manos para encontrarle la mejor solución posible.
—¿Seguro que quieres ser tú el que prepare sus papillas? —Le cuestionó Izuku con confusión, y Katsuki bufó al tiempo que se cruzaba de hombros.
—Eso dije. ¿Qué, tiene algo de malo?
—Yo no dije eso.
—Pero tampoco pareces muy convencido de que pueda lograrlo.
—No se trata de eso sino que... No hay la gran ciencia en la preparación de papillas. Ni siquiera tengo que agregar azúcar porque la pediatra mencionó que era lo mejor empezar con sabores simples.
—¿Y tú punto en todo eso es...?
Izuku se contuvo de ponerle los ojos en blanco. —Como quieras. No seré yo el que te detenga.
Y así sin más Katsuki hizo suya la tarea de complementar la alimentación de su hija con nutritivas papillas que superarían a las que se podían comprar en el supermercado.
Lo que en un inicio había dado la impresión de ser pan comido resultó mucho más complicado de lo que Katsuki había supuesto. Empezando porque al parecer los bebés debían seguir un estricto orden respecto a qué alimentos podían consumir primero y cuáles después a partir de los 6 meses y hasta el año de vida.
A consideración de Katsuki daba lo mismo si eran peras o manzanas, pero resultó ser que las primeras papillas recomendadas (eso lo descubrió leyendo a escondidas del tema en su móvil) por los expertos en nutrición infantil eran las de verduras, empezando por calabazas y zanahorias, y eso sólo lo descubrió después de haber pasado al mercado y comprado una gran variedad de frutas para las cuales su cachorro todavía no estaba lista.
A base de prueba y error, Katsuki también descubrió que sus aproximaciones en porciones estaban un poco más que desviados de la norma, pues Izuku declaró horrorizado que ya podía ahorrarse el saturar su pequeño refrigerador con tuppers repletos hasta el borde con un kilo de papilla listo para consumir porque Mahoro no necesitaba tanto.
—Mahoro no comerá más que un par de cucharadas antes que todo eso se eche a perder —le riñó Izuku—, eso sin mencionar que todavía consume mi leche y lo seguirá haciendo hasta cumplir el año, así que haz el favor de no convertir esto en una competencia y por una vez tomártelo en serio.
Su regaño (porque así Katsuki lo sintió) sirvió para que en la siguiente ocasión se midiera mejor con las porciones y en lugar de cocinar grandes cantidades se enfocara en su lugar en hacer justo lo que estaba recomendado para su edad.
Para bien tanto que para mal que justo cuando Katsuki creía tener medido el proceso, Mahoro cumplió 7 meses y a su lista de alimentos se adicionaron otros más.
De nuevo, recetas inexploradas y nuevas cantidades, que Katsuki se encontró descubriendo con menos fastidio. Después de todo, era por su hija que él hacía todo eso, y no había mejor pago que verla en su sillita alta con las mejillas sucias y una sonrisa alegre en la que ya se podían apreciar varios dientes. A ella y a Izuku (rostro sucio incluido), que nunca dejó de agradecerle su participación activa en la crianza de su hija.
Junto a las papillas de Mahoro en el refrigerador, Katsuki tomó por costumbre dejar siempre comidas preparadas y listas para servirse que sin necesidad de mencionarlo Izuku intuyó que eran para él.
—Harás bien en ganar algo de masa muscular —le decía Katsuki de vez en cuando—, así que te dejé un poco de pollo a la naranja y verduras salteadas para el almuerzo.
Con horarios que diferían entre sí bastante porque Katsuki hacía horas completas y en rotación mientras que Izuku acudía a la agencia en medio turno y sólo de mañana hasta que Mahoro cumpliera el año, eran pocas las ocasiones que tenían para verse, y la discrepancia de sus horarios no ayudaba.
Sin embargo, Katsuki estaba tranquilo por ambos. De Mahoro no tenía duda alguna que estaba en las mejores manos con Izuku, y del propio Izuku porque estaba a su cargo y Katsuki podía apreciar en él buena salud y buen apetito, si es que los tuppers limpios en el fregadero eran buena señal de que se alimentaba como era debido.
En aquella rutina en la que a ratos Katsuki se cuestionaba si esa era la manera que tenía su alfa de demostrar que era valioso como proveedor (y al cuerno con traer carne fresca y todavía sangrante como bruto depredador, sino cocinando platillos exquisitos que sólo podían encontrarse en un restaurante de 5 estrellas), fue justo después de que Mahoro cumplió 10 meses que comenzó a notar sobras de comida en la basura.
Y no sobras cualquiera, sino sus sobras.
—¿Tenía algo de malo mi curry, nerd? —Cuestionó Katsuki a la segunda vez que encontró restos de comida en el cesto de la basura, y desde la mesa y con Mahoro en su regazo, Izuku le miró con gesto culpable.
—¿No?
—¿Me lo preguntas a mí?
—No, es decir, uhm... Me serví un poco a la hora de la comida pero no pude terminármelo. Es todo.
Katsuki gruñó para sí, porque nunca en todos los meses que tenía cocinando para ambos había dejado Izuku restos en su plato. Antes prefería atiborrarse que desperdiciar, y el cambio no le sentó bien.
Dispuesto a no hacer de aquella una repetición que manchara su impecable historial, Katsuki se esmeró con recetas nuevas y preparaciones que estaba seguro serían una total satisfacción a los gustos de Izuku, y por al menos una semana lo consiguió, hasta que de vuelta encontró no sólo comida en la basura, sino un tupper en el refrigerador que él ni de broma había dejado ahí.
—¿Puedes explicarme qué es esto exactamente? —Enfrentó Katsuki a Izuku con una acusación no como si estuviera sosteniendo un recipiente con comida, sino una prenda de ropa interior que no le pertenecía a ninguno de los dos.
Desde el suelo donde había puesto una colchoneta para jugar con Mahoro, quien en esos momentos estaba absorta levantando una torre con sus cubos de manera, Izuku alzó la vista y confundido declaró que se trataba de un poco de tamagoyaki.
—¿Tamagoyaki?
—Eso dije...
—¿Y desde cuándo te gusta el huevo?
—Uhhh...
—¿Y es que ni siquiera pudiste terminártelo? Si querías comerlo, pudiste haberme dicho.
—Fue... antojo de un momento —dijo Izuku sin comprender cuál era el problema—, y en realidad una vez que lo cociné ya no me pareció tan apetitoso. No es para tanto.
A punto de estallar por razones que ni él mismo comprendía, Katsuki se giró y le dio la espalda. Si Izuku no veía cuál era el problema ahí, bien, él no iba a aclarárselo.
Y de ese modo, comenzó entre ellos una pequeña batalla campal.
Katsuki aprovechó que esa mañana no tenía que presentarse en la agencia para patrullaje sino hasta después de las 12, y ya que Izuku seguía durmiendo y Mahoro había llorado desde su cuna pidiendo el desayuno, tomó como suya la tarea de sentarla en su mesita alta, y jugando al avión (un secreto que quedaría entre su hija y él) la alimentó con cucharadas de puré de pera que había preparado desde la noche anterior.
Mahoro estaba en esa edad en la que su apetito voraz se manifestaba en mordiscos amplios, y en más de una ocasión Katsuki le riñó por querer comerse la cuchara y también parte de su dedo, pero por dentro estaba que reventaba de orgullo por la manera en que su bebé había pasado de ser una criatura pequeñita que sólo dormía, lloraba y ensuciaba pañales a ser su propia persona con un carácter fuerte que iba acorde al suyo y una voluntad que ya manifestaba tendencias alfa a pesar de su corta edad.
—¡Ah-a! —Exigió Mahoro golpeando la mesa con un puño, y Katsuki rió entre dientes.
—Vale, vale... No tienes que comportarte como troglodita —dijo al tiempo que le acercaba la cuchara a los labios y la dejaba chupar su contenido.
Pronto llegaría el día en que Mahoro pudiera alimentarse por su cuenta y Katsuki quedara relegado al otro extremo de la mesa como simple espectador, pero mientras tanto, aquel instante era suyo y planeaba disfrutarlo.
—Buenos, ¡ahhhh!, días —dijo Izuku con un bostezo, apareciendo en la cocina con un suéter sobre los brazos desnudos. Katsuki le observó por el rabillo de los ojos arrastrar los pies y dirigirse no al refrigerador, sino a la alacena.
—Buenos días, nerd —gruñó en respuesta por inercia, tomando nota de su elección de té para esa mañana, que no era verde como acostumbraba, sino de jengibre.
Jodido jengibre que con la simple asociación de su nombre le hizo recordar un pasado no muy lejano entre ellos dos y que puso en alerta todas sus alarmas.
—Mi curry —dijo Katsuki de pronto, e Izuku miró por encima de su hombro, parado frente a la tetera sobre la estufa—. El que tiraste a la basura.
—Ach, no otra vez, Kacchan.
Katsuki ignoró sus protestas. —¿Qué le faltaba? ¿Acaso era... picante?
De pronto con hombros tensos y un escalofrío que le había puesto los vellos de la nuca en punta, Izuku apagó la hornilla y exhaló un gemido ahogado.
—Uhm...
—Izuku...
—¡Baaaah! —Rompió Mahoro la tensión, golpeando la mesa y exigiendo más puré, que Katsuki no tuvo la atención suficiente para proveerle.
En su lugar masculló una palabrota entre dientes y volvió a insistir. —Izuku.
Con un movimiento veloz, Izuku se dio media vuelta, y manteniendo la vista en el suelo comenzó a tirarse de los dedos uno a uno.
—Es... Eso es... ¡No es posible! Mi doctora no mencionó nada en mi última consulta... Además, Mahoro sigue tomando mi leche y-...
—Corta el rollo —le interrumpió Katsuki, que no hesitó en ir directo al grano—. ¿Estás o no embarazado?
Y como única respuesta, Izuku se sorbió la nariz. —¿Quizá?
—Mierda...
/*/*/*/*
Notes:
¿Y qué pensaron, que la diversión del capítulo pasado no tendría consecuencias? Ahora sí se viene lo bueno~
Graxie por leer~!
p.d. Comentarios siempre bien recibidos :)
Chapter 17: 17.- Shirts.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
17.- Shirts.
Ochako no era del tipo que mentía, al menos no a sí misma. Así que cuando Izuku se presentó en su departamento con Mahoro a cuestas, las ropas un poco desaseadas, el cabello hecho un asco y los ojos llorosos, lo primero que cruzó su mente fue “mierda, Katsuki ha roto con él”, seguido de “¡bien por él!, ya era hora que como omega se diera a respetar”, y que al instante se censuró porque las implicaciones eran enormes, y de suma delicadeza.
—Deku... —Lo llamó ella con la voz sobrecogida de su dolor, e Izuku avanzó un par de pasos torpes mientras ella abría más la puerta y le invitaba adentro, a la calidez no sólo de las 4 paredes de su departamento, sino a la de su corazón.
—Ochako —respondió él a su vez, por primera vez en todos los años que tenían de conocerse y como amigos, por su nombre.
Ahí fue cuando Ochako supo que cualquiera que fuera la ayuda que Izuku viniera a pedir de ella iba muy, muy en serio.
Poniendo la tetera a calentar agua para un bien necesitado té que aliviara sus nervios, Ochako guió a Izuku al interior de su pequeño y minimalista departamento y lo sentó en la única silla que tenía alrededor de la mesa. De hecho, Ochako era tan parca que sólo tenía una cosa de cada cosa, así que reservó para Izuku su taza y ella se contentó con un vaso con asa que había ganado hacía poco al comprar una cafetera.
—Si me lo permites, tienes un aspecto terrible —dijo Ochako al sentar a Izuku, y porque éste parecía no ser capaz de procesar el pesar que traía encima, despacio le quitó a Mahoro de sus brazos—. Tú no, lindura.
—Ah-wa —vocalizó Mahoro al verse separada de su madre, pero no lloró, sino que consciente al menos a un nivel intuitivo de que no todo marchaba bien con él, se acurrucó sobre el pecho de Ochako.
—¿Y bien?
—¿Uh?
—Peleaste con Katsuki —dijo Ochako, no como pregunta sino como afirmación. Las únicas veces que había visto a Izuku en esas condiciones era por culpa del alfa así que más valía dejar de darle vueltas al asunto y afrontar la realidad.
—No exactamente —masculló Izuku, que libre del peso de Mahoro clavó la vista en sus piernas y se dedicó a alisar las arrugas en su pantalón—. Pero no se veía muy contento esta mañana cuando se marchó a la agencia y seguro no lo estará cuando vuelva y descubra la casa sola o que me llevé a nuestro cachorro conmigo.
Ochako suspiró con pesadez. —Eres uno de mis mejores amigos, y en honor a esa amistad tendré que ser sincera contigo: No tengo tiempo para drama. Y no me refiero a que no estoy para ti o que prefiero no verme involucrada, sino que... En verdad es tiempo lo que me falta para ayudarte. Tengo que estar en la agencia en 90 minutos, así que dime qué ha pasado y cómo puedo ser una buena amiga para ti.
Los dedos de Izuku se crisparon sobre sus piernas, pero éste consiguió mantenerse en una pieza, y tras una profunda inhalación, dijo:
—Creo que... estoy embarazado.
—Uhhh...
El único sonido en la cocina de Ochako fue Mahoro, que ajena a la situación en la que se encontraban los adultos se removió en brazos de la chica y se tiró un maloliente gas.
—Ew —dijo Ochako, y como saliendo de un trance, Izuku exhaló y se puso en pie con los brazos extendidos y buscando a su bebé.
—Lo siento. Hemos empezado a agregar brócoli en su puré y desde entonces es una máquina de hacer gases.
—Pero es-espera —trastabillo Ochako con la lengua—, ¿estás seguro?
—Sí —replicó Izuku con cansancio—. Antes del brócoli, su estómago estaba bien. La pediatra dice que-...
—¡Eso no! —Le interrumpió Ochako, que sin Mahoro en brazos se pasó las manos por el cabello—. Me refiero a tu embarazo, a tu posible embarazo porque... ¿Cómo puede ser, Izuku? La vez anterior fue un accidente y ahora es demasiado pronto para que sea planeado. No sin... —Su voz perdió fuerza a la par en que Ochako se llevaba la mano a la nuca, en reflejo a la marca que Izuku no tenía ahí porque Katsuki no era su alfa ni él su omega a pesar de compartir una hija.
Izuku así lo entendió, y cerrando los ojos despacio enterró el rostro tras la cabeza de Mahoro mientras se recomponía.
Al instante Ochako se sintió terrible por sus palabras. —Oh, Izuku... Lo siento tanto. No era mi intención decir eso.
—Da igual —respondió éste—. Es lo que es, y... Tienes razón. Es demasiado pronto, y tampoco fue planeado. Mi primer celo después del parto fue apenas el mes anterior y mi doctora dijo que sería casi imposible para mí quedar embarazado el primer año, al menos mientras todavía le doy de mi leche a Mahoro.
—¿Casi? —Recalcó Ochako la palabra clave en todo aquel embrollo, e Izuku abrazó con más fuerza a su bebé.
—No sé qué voy a hacer... —Confesó Izuku—. Kacchan fue el primero en notarlo y discutimos anoche y también esta mañana. Hoy es nuestro día libre y salió de casa sin decir a dónde iba o cuándo volvía, eso si decide hacerlo...
—Cariño, seguro que lo hará —dijo Ochako, rozando su brazo antes de sobresaltarse cuando su tetera comenzó a silbar anunciando que el agua estaba lista.
Mientras Izuku caminaba de aquí a allá en su estrecha cocina con Mahoro en brazos y buscando adormecerla, Ochako preparó el té y le escuchó hablar de su día hasta entonces.
—Después de que Kacchan se fue yo acudí el médico. Y era como la vez pasada, en el sentido en que sabía bien los resultados de la prueba incluso antes de realizármela. Pasé de las pruebas caseras y directamente pedí una de sangre, y mientras esperaba en la sala por mis resultados... Ay, Ochako, no podía dejar de pensar que no me importaría volver a ser madre. Es decir, sí importa en mi vida y mi carrera como héroe, porque será un lío y Kacchan estará furioso, y sus padres, y la mía, y el mundo entero estará en mi contra pero...
A punto de decirle que respirara, Ochako le contempló con la boca entreabierta antes de que Izuku rematara con lo que sería la culminación de su día.
—Pero no imagino un futuro diferente para ese bebé que al lado mío y de Mahoro.
Dejando las tazas de té que recién había preparado intactas sobre la encimera, Ochako avanzó hacia Izuku y le rodeó con sus brazos.
—Entonces está bien. Si esa es tu decisión —dijo al tiempo que Izuku apoyaba su cabeza sobre hombro y se lo mojaba con un llanto silencioso—, yo estaré aquí para apoyarte. Incondicionalmente, ¿ok? Así tengamos que enfrentarnos al mundo, te juro que no te dejaré pasar por esto solo.
—Gracias, Ochako.
La chica suspiró. —Es una pena que haya tenido que ser esto lo que nos hiciera llamarnos por nuestros nombres de pila, ¿eh, Izuku?
Pero su broma cayó en saco roto, y mientras acariciaba la espalda de Izuku y Mahoro se retorcía entre ellos sin entender qué ocurría, Ochako se preguntó cuánto más tardaría en aparecer cierto héroe explosivo frente a su puerta.
Ochako volvió a su piso a eso de las 10, con el cuerpo molido tras una sorpresiva redada en la que se había enfrentado con su equipo a media docena de villanos a los que sorprendieron en su guarida con el botín de un mes sobre la mesa. La captura había involucrado un par de civiles que se vieron en apuros por unos minutos, e ingentes cantidades de papelería por procesar, así que lo único que le apetecía para el resto de la noche era prepararse una deliciosa cena, revisar que Izuku no hubiera muerto de deshidratación en su ausencia, y quizá sugerir que vieran una película antes de irse a dormir.
Pensando si tendría en el armario un futón extra en caso de que Izuku se negara por segunda vez a volver a su propia casa, Ochako tuvo un ligero sobresalto cuando bajo la última farola antes de llegar a su bloque encontró a una figura amenazante cruzada de brazos y en actitud de estar esperando algo.
O alguien.
Que para el caso era lo segundo apenas reconoció que se trataba del mismísimo Katsuki Bakugou que ella había vaticinado ver aparecer frente a su puerta al menos 24 horas después del arribo de Izuku, así que al menos le daba el mérito de no tardarse demasiado.
—Uraraka —la llamó Bakugou, y ésta no hizo mención de lo extraño que era escuchar su apellido de sus labios. Después de 3 años en U.A. en los que se había referido a ella como Cara Redonda, el cambio resultaba chocante a pesar de su recién encontrada cortesía.
Con un resoplido, Ochako le extendió su bolsa de compra hasta ese momento nulificada con el poder de su quirk y Bakugou gruñó al recibir el peso completo en brazos.
—Supongo que vienes a ver a Izuku —dijo ella sin perder el ritmo de su caminar y con Bakugou a su lado.
—No, vengo por Izuku.
—Mmm, interesante.
—¿Te lo contó? —Una pausa—. ¿El que puede estar emb-...?
—Lo está —confirmó Ochako por él—, y cuanto antes lo asumas mejore. Cuando me marché esta mañana estaba triste y ni siquiera Mahoro pudo cambiar esa expresión en su rostro, así que si vienes a mi piso a empeorar las cosas-...
—Joder contigo —le interrumpió Bakugou—. Merezco más crédito que eso.
—¿En serio? —Ironizó ella—. Porque vale, no te has desentendido de él o tu cachorro, pero no deja de resultar ofensivo que juegues a la casa feliz con él y no te decidas a tomar ese último paso.
Bakugou se guardó su mano libre en el bolsillo. —Estoy trabajando en eso.
—Pues no lo haces con la prisa suficiente. Tú e Izuku volverán a ser padres, y es ridículo todo el tiempo que han perdido dando vueltas y caminando de puntillas alrededor del otro cuando es evidente que los dos quieren las mismas cosas.
—Es más fácil decirlo que hacerlo.
—Cobarde. Aunque debería también tener esa charla con Izuku por las mismas razones.
Bakugou gruñó. —¿Y desde cuando llamas al nerd por su nombre?
—Desde hoy y para siempre. Así que sé bueno conmigo o no te dejaré hablar con él a solas. Estás a punto de entrar en mis terrenos, Bakugou, así que mejor compórtate o te demostraré que desde nuestra última pelea he mejorado hasta llegar a tu nivel y no me reprimiré para patearte el trasero como mereces.
Y porque no le quedaba de otra, a regañadientes éste asintió una única vez.
Izuku había aceptado la oferta de Ochako para quedarse en su piso mientras organizaba sus ideas y trazaba un plan de acción, pero durante todas las horas en las que había estado a solas con la única compañía de Mahoro, la única idea clara en el cerebro de Izuku era que pensaba conservar ese bebé, le gustara o no a Katsuki, y el resto... Bien, el resto bien podía irse al carajo. Su reputación como un omega podía hundirse hasta el fondo por todo lo que le importaba, porque si alguien intentaba interponerse entre él y la criatura que en esos momentos tenía el tamaño de un chícharo en su vientre, habría problemas.
Incluso si esa persona era Katsuki.
Parloteando para sí misma con sus juegos infantiles, Mahoro fue la primera en notar que la puerta de entrada se había abierto anunciando la llegada de alguien, pero en lugar de ser Ochako luego de su jornada en la agencia, Izuku vio a Katsuki entrar y tentativo quitarse los zapatos antes de acercarse.
Conteniendo la respiración, Izuku esperó de él un dictamen definitivo acerca del rumbo que tomarían sus vidas, porque ya que había huido en lugar de confrontarlo y seguro entrado al piso con la aprobación de Ochako, no albergaba duda alguna de que éste ya estuviera enterado del resultado 100% positivo de su prueba de embarazo y todo lo que implicara.
Sin embargo las primeras palabras de Katsuki al respecto fueron todo menos eso.
—Espera... ¿Es esa mi camiseta favorita, nerd?
Izuku bajó la vista a su pecho, y torció la boca al reconocer que sí, se había vestido con torpeza esa mañana, y buscando una prenda que le reconfortara ni siquiera se había molestado buscando en los cajones, sino que del canasto de la ropa sucia había sacado una camiseta que Katsuki seguido utilizaba para pasearse por casa.
De color negro y con una calavera al frente decorada con motivos florales porque era un souvenir de Kirishima en una memorable misión internacional entre Japón y México, Izuku nunca había sentido más que indiferencia hacia esa prenda hasta que esa mañana en su apuro por salir de casa consideró que si todo debía terminar entre él y Katsuki al menos quería un último recordatorio de lo que alguna vez habían tenido juntos, y nada le parecía mejor en esos momentos que una camiseta que todavía conservaba intensamente el perfume de su fragancia.
—Estoy embarazado —dijo Izuku en su lugar, y por si acaso agregó—. Otra vez.
—Ya.
—No fue planeado.
—Ok.
—Lo juro. Mi doctora estaba tan sorprendida como yo de que pudiera ocurrir y-...
—Está bien, nerd —dijo Katsuki tras un suspiro que reflejó el cansancio acumulado de su día—. Podemos con esto. Juntos. ¿Pero al menos podríamos mantener esta conversación en casa?
Izuku quiso preguntar a qué hacía referencia Katsuki como ‘casa’, por si acaso se hacía ilusiones de que su domicilio actual y sitio al que Katsuki acudía más días a la semana que a su propio departamento lo era para ambos o... Pero en su lugar la burbuja en su pecho estalló, y él fue presa de un sollozo que asustó a Mahoro y la puso a gimotear.
—No llores, nerd —dijo Katsuki, avanzando hasta pisar la manta que Izuku había puesto en el piso para él y Mahoro, y de rodillas sujetó su rostro con una mano, acariciando su mejilla con el pulgar—. ¿Qué te hizo pensar que esta vez sería diferente, uh? —Preguntó con mucha más dulzura de la que Izuku le hubiera escuchado jamás, apartándole un mechón de cabello del rostro con su mano libre y dejando bien claro su punto—. Un bebé no me alejó antes de ti, y por sentado que no lo hará ahora.
—¿Lo dices en serio?
—Puedes apostarlo.
—¿Lo juras?
—¡Carajo, sí!
Y porque al menos de momento no había necesidad de más palabras, Izuku cerró los ojos y ladeó el rostro, dejando que la mano de Katsuki se deslizara por sus labios y plantando él un beso en su palma.
Por ahora, era todo lo que necesitaba como promesa.
/*/*/*/*
Notes:
Casi llegaba al final del capítulo y no aparecía la mentada camiseta XD Ah, es que esta pareja y su drama hace que me den ganas de escribir de ellos sin parar~
Estoy muy agradecida por todos los comentarios de ayer, ¡me alegraron el día como no tienen idea! Y en su honor puedo decirles que se aproxima un giro en la trama que les va a gustar porque está repleto de angst y fluff. Lectoras sensible abstenerse porque les va a dar un síncope con lo que se viene~
Graxie por leer, y si este fic les gusta no duden en hacérmelo saber~!
Chapter 18: 18.- Fluff.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
18.- Fluff.
A una semana de que Izuku le confirmara que volverían a ser padres, Katsuki volvió de una misión de 48 horas con un permiso completo de fin de semana sólo para descubrir a éste en cama y con aspecto de no haberse movido de ahí desde al menos 12 horas atrás.
Vale, que quizá era una exageración de su parte porque Mahoro estaba con él jugando a su manera con un par de muñecos de felpa y un libro de cartón que Izuku a veces leía para ella, y además no tenía el pañal sucio ni daba muestras de haber sido descuidada, pero el omega seguía en pijama, y a juzgar por el estado de su cabello, su cabeza no había abandonada la cama.
—¿Qué tienes? —Preguntó Katsuki al entrar a la habitación iluminada por la mesita de noche, y desde su posición Izuku se arrebujó más bajo las mantas—. ¿Te duele algo?
—No —le llegó la respuesta sofocada a través de varias capas de tela.
—¿Estás enfermo?
—No.
—¿Entonces qué pasa?
—Nada.
Mahoro ignoró sus juguetes para extender los brazos en dirección de Katsuki y pedirle a éste que la levantara, por lo que se sentó a la orilla de la cama y se la sentó en las piernas mientras esperaba a que Izuku diera cualquier otra señal de vida.
—Nerd... Me preocupas.
—Mmm, no es nada, Kacchan. Sólo... estoy cansado, y es todo.
—¿Quieres que llame a tu doctora?
—No.
—Entonces... ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—No realmente...
—Vale.
Como nunca odió Katsuki esa impotencia de no saber cómo proceder. A todas luces Izuku estaba bien, a secas, sobreentendiendo que no ocurría nada con él físicamente, pero si su estado actual era un indicador, entonces podía tratarse de algo mental o emocional, y contra eso Katsuki no tenía claro qué hacer.
—¿Quieres que te haga compañía?
—La verdad, Katsuki... —Se hundió más Izuku en las mantas y su voz se volvió apenas un hilo—. Preferiría estar a solas.
—Uhm, ok.
Y con Mahoro en brazos, Katsuki se retiró de la habitación dejando la puerta entreabierta por si acaso...
Así que Katsuki le dio a Izuku su espacio.
Qué no habría dado él por ser del tipo de persona al que naturalmente le salían las muestras de afecto y consuelo, utilizando las palabras y los gestos correctos para sanar a quienes le rodeaban y necesitaban eso de él, pero no era el caso. No iba con su personalidad, y Katsuki ni siquiera iba a intentarlo. Además, Izuku era terco a su propio estilo, y cualquier intervención suya podría ser contraproducente, así que con la firme convicción de que al menos le daría un periodo de 24 horas de gracia antes de arrancarle las mantas de encima y obligarlo a salir de su estado depresivo, se dedicó a relajarse tras 2 días de constante estrés y a disfrutar de los simples placeres de la vida, como era cocinar una cena deliciosa y disfrutar de la compañía de Mahoro.
Poniendo un poco de música para hacer menos pesada la atmósfera de la casa, Katsuki colocó a Mahoro en su sillita alta, y siendo libre como pocas veces en la vida se puso a jugar con la bebé que él era un famoso chef internacional y ella su público.
Fingiendo un terrible acento italiano, Katsuki comenzó con los preparativos de una pasta con abundante mantequilla y camarones, además de una ensalada, y explicó cada paso a su atento público, que en la forma de Mahoro, se mostró cautivada por él y comunicativa con balbuceos que nadie más que ella podía entender.
—Sal, un ingrediente crucial —dijo Katsuki antes de vaciar la pasta en el agua caliente, y al introducir los fideos aplaudió y Mahoro le imitó.
La preparación de la salsa también le hizo merecedor de su completa atención, y Katsuki se descubrió sonriendo más que nunca al tener a su hija contenta como sólo se le podía ver en brazos de Izuku.
Y no era que Katsuki se considerara a sí mismo mal padre, pero cierto era que de entre ellos dos era él quien menos tiempo pasaba en casa y se encargaba del cuidado de su bebé. A Mahoro la tenía en brazos cuando a Izuku no le quedaba de otra más que soltarla, y aunque Katsuki nunca iba a resentirlo por ello ya que él era la madre y juntos tenían un vínculo que no se comparaba con el suyo, no podía decir que en esos momentos no fuera la persona más feliz del mundo por tener a su hija para él solo sin tener que competir por su afecto con el evidente ganador que era Izuku.
—Ven, tienes que probar esto —dijo Katsuki al sacar a Mahoro de su sillita alta, y sosteniendo frente a ella la cuchara de madera con salsa en la punta (previo a haber soplado hasta asegurarse que estaba en la temperatura adecuada) la contempló dar su primera probada y sonreír de gusto porque con toda certeza le había gustado—. ¿Qué tal, eh?
—Abawa —dijo Mahoro, todavía utilizando ese lenguaje infantil que igual nada significaba pero que se podía intuir por su expresión, y que en ese instante Katsuki catalogó a su beneficio con ‘delicioso, papá’.
—Espera a que puedas pararte en una silla alta sobre la barra y te enseñaré mis secretos de cocina —dijo Katsuki al sostenerla con un brazo sobre su costado, y presa de una oleada de afecto, la besó en la sien—. Serás una experta manejando los cuchillos.
—Oh, espero que no —dijo una voz a sus espaldas, y al girarse, encontró Katsuki a Izuku observándolos desde sólo Kamisama sabría cuántos minutos atrás—. Y no es que no aprecie que pases tiempo con ella, pero... ¿Cuchillos, Kacchan?
—Por algo tiene que empezar si quiere cocinar tan bien como yo —replicó éste, calculando cada palabra y tonalidad suya preguntó—: ¿Ya estás bien?
Con un suspiro, Izuku encogió un hombro. —Ni idea. No me atrevería a decir que bien, aunque quizá... ¿Mejor?
—¿Es por el bebé?
Izuku se acercó a él arrastrando los pies y eludiendo su mirada, y aunque le dolió dejarla ir porque Mahoro le extendió los brazos a Izuku pidiendo que la cargara, comprendió que era él quien la necesitaba más y debía resignarse al menos de momento.
—Puede ser. Yo... estoy asustado. ¿No lo estás tú?
—Pfff. —Katsuki fingió bravuconería, pero Izuku esperó paciente por la verdad y al final tuvo que mostrar todas sus cartas—. Tal vez un poco. Mis viejos van a alucinar cuando les dé la noticia.
—Mamá va a llorar —dijo Izuku con tono lúgubre—. Y tengo claro que no será sólo de felicidad, porque nuevamente me preguntará si es esto lo que quiero de verdad como mi futuro.
—¿Esto?
Recibiendo a Mahoro en brazos y abrazándola contra su pecho, Izuku apoyó su mejilla contra su mollera.
—La imagen de omega abandonado por un alfa que no tomó sus responsabilidades completas no es lo que ella quería para mí.
—¡Carajo!, ¿pero quién dijo algo de que seas abandonado? Estoy aquí, ¿o no?, y eso debe contar para algo.
—Claro, aquí a tiempo completo y asumiendo la mitad de las responsabilidades, pero con un piso al otro lado de la ciudad y sólo un par de cajones con tus cosas en mi habitación. —Izuku volvió a suspirar—. Cualquiera con 2 dedos de frente catalogaría eso como-...
—¡Me importa una mierda lo que cualquiera piense! —Gruñó Katsuki, y en brazos de Izuku, Mahoro se removió incómoda—. La única opinión que me importa es la mía, y... Bueno, la tuya a ratos.
—¿A ratos?
—¡Argh! —Katsuki se llevó una mano al rostro y casi se pegó a sí mismo—. ¿Por qué haces todo tan difícil, maldito nerd?
—¿Yo lo hago difícil? Disculpa —se mostró Izuku incrédulo—, pero tú tampoco me lo pones fácil.
—¡Sí, tú! ¿Acaso tengo que deletrearlo para ti? Fuiste el tercero de nuestra clase y actúas como idiota.
—No me llames así —se sulfuró Izuku—. No tienes ningún derecho a tratarme de esa manera. Ya no soy el crío que hace 10 años podías empujar y golpear a tu antojo.
—Nerd... —Katsuki se presionó la nariz entre 2 dedos, y contando sus respiraciones hasta 5 se forzó a respirar hondo antes de que llegaran a niveles de peligro—. No hagamos esto. No frente a Mahoro.
Retrocediendo cada quien un paso, ambos buscaron reencontrar su centro y tranquilizarse. Ahí donde Izuku tomó asiento y se dedicó a reconfortar a Mahoro, Katsuki revisó el estado de la comida sobre la estufa y bajó el fuego tras cerciorarse de que podía estar sin su atención unos cuantos minutos.
—Mira —dijo Katsuki rompiendo el silencio y girándose para encarar a Izuku—, es obvio que todo esto del bebé no es lo ideal y que va a acarrear más consecuencias para ti que para mí, pero... No estoy huyendo. Aquí estoy. Juntos. Y podemos hacer que funcione.
—Ya.
—¿Ahora qué, nerd?
—Gran cosa —masculló éste—. Lo haces sonar como si en verdad lo sintieras.
—¡Pues lo hago, caray!
—Seguro —ironizó Izuku, manteniendo su incredulidad—. Porque es lo que los amigos con derechos como nosotros hacen, ¿eh?
—Así que es eso, de eso se trata, ¿no?
Ignorando la estufa o que no había un lugar menos romántico para confesarse que ese, Katsuki se posicionó frente a Izuku, y arrodillándose de tal manera que pudiera ver sus ojos que éste había clavado con dolor en el piso, dijo:
—Hace un largo tiempo que no pienso en nosotros bajo esos términos. Tú eres... Mi Izuku. Eres dueño de media docena de títulos, que van desde ‘rival’ a ‘la madre de mis hijos’, pero sobre todo eres mi Izuku, y si eso no lo explica todo, nerd...
Izuku se sorbió la nariz. —¿Estás diciendo lo que creo que es?
—Ach, no me hagas decirlo en voz alta —farfulló Katsuki—. Soy terrible cuando se trata de declaraciones de amor.
—¿Pero es... amor, Kacchan?
—¿Y todavía lo dudas? Mierda, sí. Te amo, nerd. Pensé que lo había dejado claro a mi manera, pero veo que no. En verdad eres un... Bah, eres tú.
Rompiendo a llorar, Izuku descubrió que no sólo contaba con Katsuki a su lado dispuesto a secarle las lágrimas, sino que Mahoro también se preocupó por él y con su manita le tocó la mejilla y puso expresión de estar a punto de unírsele en llanto.
—Lo siento, lo siento —se disculpó Izuku sonriendo a pesar de tener las pestañas y las mejillas cubiertas en llanto—. No quería asustarte, cariño.
—¿Umua?
—Exacto, mamá ya no va a llorar.
—¿Entiendes lo que dice? —Preguntó Katsuki asombrado, e Izuku denegó con la cabeza.
—No, pero lo intuyo. Ah —se limpió Izuku el rostro con la manga—, debo ser la peor madre del mundo por preocupar así a mi bebé.
—Qué va. Considerando las circunstancias... Has hecho lo mejor posible a pesar de que yo fui el más idiota de los 2.
—Kacchan... —¿Eso significa que estamos juntos?
Katsuki le puso los ojos en blanco. —Pero si ya lo estábamos, nerd.
—Pero... Pero... ¡Todavía no vives aquí y-...!
—¿Se trata de eso? Me mudaré. No lo había sugerido porque no quería hacerlo antes de estar seguro que era lo que ambos queríamos y... ¡Argh, maldito Kirishima!
—¿Uh, qué tiene que ver Kirishima en todo esto?
—Que no ha parado de decirme que debería aprender a comunicarme mejor o pagaría las consecuencias de mis descuidos. El muy idiota tenía razón; bajo todo ese tinte había un cerebro funcional.
—Si sirve de algo... Ochako me había dicho lo mismo en repetidas ocasiones y... No importa. Al final valió la pena.
—Más vale que sea cierto —gruñó Katsuki con trazas de humor en su tono, e incorporándose de vuelta, se inclinó sobre Izuku y lo besó de lleno en los labios—. Ahora que hemos llegado a un acuerdo, ¿estás mejor?
—Lo estoy. Estoy —dijo Izuku mirándolo directo a los ojos— bien. En verdad que sí.
Y lo estaba en cada acepción que la palabra podía ofrecerle.
Tras la cena y con Mahoro dormida en su cuna, Katsuki e Izuku encontraron un impasse para el cual no se sentían listos de abordar.
—¿Cuándo les diremos a nuestros padres que otro bebé viene en camino?
—Mierda... ¿No podemos esperar a que se vea la barriga?
—En la agencia tendré que enviar mi solicitud para dejar el patrullaje y volver a la oficina de tiempo completo.
—Y yo que pensaba que primero deberíamos hablarles de nosotros y que ahora somos oficialmente una pareja.
—¿Lo somos?
—Nerd...
—Es decir, ¿amantes, novios o compañeros? ¿Cuál título te parece mejor? Cada uno tiene sus ventajas y desventajas, así que-...
Capturando sus labios en un profundo beso con tintes de algo más, la respuesta de Katsuki no se hizo de esperar.
—Todos.
/*/*/*/*
Notes:
Ops, el prompt del día era fluff y la mitad del capítulo más bien se consideraba angst, peeeeeeeero... ¡Están juntos por fin! Y todo sería color rosa pastel pero quedan por delante un buen número de días y no estoy lista para que dejen de sufrir :) No olviden ponerse sus cinturones y esperar porque se viene lo bueno.
Graxie por leer~!
p.d. Los comentarios SIEMPRE son bien recibidos.
Chapter 19: 19.- Family beach day.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
19.- Family beach day.
Diciembre es, en la opinión de Katsuki, uno de los peores meses para visitar la playa. Y así se lo hizo saber a Izuku con los dientes castañeando y escondiendo la mitad del rostro tras la bufanda con la que se protegía del viento y la arena.
—¡¿Pero qué jodida obsesión tienes tú con esta playa de mierda?! Hace frío, viento, y seguro que se acerca una tormenta —enumeró los inconvenientes de estar ahí cuando bien podrían haber permanecido en casa tras 4 paredes y disfrutando una bebida caliente como era debido en aquella temporada del año.
A su lado, Izuku suspiró. —A mi favor diré que no te invité a venir conmigo. Tú fuiste el que dijo, y cito: “No permitiré que te arriesgas a salir en tu estado sin compañía” y me acompañó por propia voluntad.
—¿Y qué esperabas? No iba a dejar que trajeras a mi hija a este lugar.
De nueva cuenta, Izuku volvió a suspirar, esta vez con más énfasis en el fastidio que sentía. —¿Y creíste que la traería? Porque déjame decirte que Ochako ya había aceptado cuidarla y estaría con ella un par de horas.
—Ah.
—Exacto, ‘ah’.
—En todo caso... ¿Qué hacemos aquí?
—¿Yo? Pensar. ¿Ustedes dos? Mmm, eso será responsabilidad tuya —dijo Izuku antes de extenderle a Mahoro en brazos hasta que Katsuki la abrazó contra su pecho, y después con la misma facilidad le dejó la pañalera y la carriola a su disposición.
—E-Espera... —Intentó Katsuki detenerlo, pero Izuku ya se había metido las manos a los bolsillos y se mostraba intransigente—. No lo dirás en serio.
—Muy en serio, Kacchan.
—¿Y es que no podías pensar en casa? De preferencia bajo el kotatsu y comiendo mandarinas. ¿Por qué tiene que ser aquí precisamente?
—Porque... —Por tercera ocasión, Izuku exhaló—. Es una historia vieja.
—Da lo mismo.
—Seguro te aburre.
—Pruébame.
—Vale, pero no digas que no te lo advertí.
Y colocando una manta sobre la arena en la que después se sentaron, Izuku le contó al fin del entrenamiento que alguna vez había marcado su vida en la playa de Dagobah.
Así que Izuku le habló de su último año de secundaria y omitiendo las partes más dolorosas, que incluían a Katsuki actuando como su hostigador particular de tiempo completo y la aguda depresión que había seguido a la terrible realización de que quizá su sueño de convertirse en héroe jamás se realizaría.
—Ciertamente no estoy avanzando demasiado en mi tarea de ser el mejor héroe de Japón luego de 2 bajas de maternidad consecutivas que también son causa tuya, pero... —Intentó bromear Izuku, pero Katsuki hundió los hombros y agachó la cabeza con culpa—. Era un chiste, Kacchan.
—Ya, no fue gracioso.
—Lo que ocurrió en el pasado ahí puede quedarse, ahora todo es diferente. Nosotros somos personas diferentes.
—Sigo interponiéndome entre tu sueño y tú.
—Te tengo a ti, a Mahoro y a ese cachorro que todavía no es más grande que un guisante en mi vientre; no los llamaría estorbos porque son parte de mi sueño, son las personas a quienes más quiero proteger en el mundo. ¿Lo entiendes, verdad?
—Mmm...
—¿Me crees al menos?
—Eso intento —replicó Katsuki de lo más remolón.
Retomando el hilo de su historia, Izuku le habló de las partes que Katsuki ya conocía, como el regalo que había sido la One For All para él y el tiempo valioso que había pasado al lado de su maestro ya fallecido. Normalmente, Izuku apenas hablaba de All Might luego de que a inicios de su tercer año en U.A. y tras su batalla final contra la Liga de Villanos el resultado hubiera terminado favorable para su bando pero con muchas pérdidas inconsolables, entre ellas, las de su mentor.
Cada año sin falta y durante su aniversario luctuoso, Izuku encendía incienso por su viejo maestro y conversaba con él frente a su tumba hablando de los avances que había hecho para continuar camino a su meta. Justamente ese año y el anterior Izuku había vuelto a casa más desanimado que nunca luego de su visita al cementerio, en gran medida porque aunque había llevado consigo a Mahoro en ambas ocasiones para presentarla ante su maestro como un motivo de orgullo en su vida sin importar las causas de su procedencia, también había quedado en él una sensación de fallo por los desvíos que estaba tomando en su camino para convertirse en el héroe #1 en Japón.
—Esta playa es el sitio donde All Might me entrenó antes de pasarme la One For All —dijo Izuku en voz alta y contemplando la línea del mar—. Es un sitio que trae consigo un buen número de recuerdos, y que pone en perspectiva mis problemas. Alguna vez creí que jamás conseguiría ser digno del legado de All Might, pero mi tiempo aquí me demostró que dependía de mí.
—¿Y es por eso que querías venir aquí ahora?
—Algo así...
Con Mahoro a sus pies y ajena al frío de la playa mientras jugaba con la arena y un puñado de conchas marinas que Katsuki había escarbado para ella, fue éste quien abrió primero la boca.
—Este sitio solía ser un basurero. Y lo digo en el sentido literal. Cualquier podía venir aquí con su basura y dejarla sin miedo de ser multado. Era asqueroso, y un desperdicio del lugar. Y de pronto... Un día cambió. Jamás imaginé que pudiera ser gracias a ti.
—Es una manera de verlo, sí. Este sirio representa para mí el esfuerzo y a la vez la calma. Me recuerda que nada es imposible siempre y cuando esté dispuesto a darlo todo.
—¿Y qué razón tenías para querer venir hoy?
—Ah, eso —exhaló Izuku, atrapando al vuelo unas briznas de hierba que crecían en la cercanía y arrancando una para jugarla entre los dedos—. Quería pensar, te lo dije antes.
—Ya, ¿pero qué?
—Maneras de decirle a mamá que volverá a ser abuela sin hacerla llorar —murmuró Izuku en voz tan baja que por poco el viento se llevó sus palabras, pero claro, no iba a tener tanta suerte.
—Al menos será mejor que mis padres.
—¿Creen que se vayan a molestar?
—Al contrario, joder —pateó Katsuki la esquina de la manta sobre la que estaban sentados y que se levantaba por efecto del viento—. Estarán felices, ellos siempre quisieron muchos hijos y sólo me tuvieron a mí, así que su segunda mejor opción es nietos.
—Pero...
—Sólo estarán molestos conmigo porque no he hecho de ti un omega decente, pero eso no es asunto suyo, ¿correcto? —Preguntó Katsuki, y para enfatizar su punto buscó la mano de Izuku y entrelazó sus dedos.
—¿Es decir que quieres mantener lo nuestro en secreto?
Un momento... ¿Quería en realidad eso? Katsuki se quedó con la mente en blanco analizando si aquella respuesta haría que se jugara el cuello frente a Izuku, que de pronto mostraba una expresión cerrada, y concluyó que sí. Porque vale, a veces podía ser un poco denso, pero lo último que quería Katsuki en el mundo era lastimar a Izuku de manera innecesaria.
—No.
—¿Entonces...? —Con su pulgar, Izuku acarició el dorso de la mano de Katsuki—. ¿Le has contado a alguien que estamos juntos? Juntos de verdad.
—No. —Una pausa—. ¿Y tú?
—Tampoco. No quería ni imaginar cómo reaccionarías si lo hacía sin antes preguntarte primero...
—Mierda —siseó Katsuki, y la vergüenza lo cubrió como un manto asfixiante.
¿En qué clase de realidad vivía con Izuku si éste se mostraba cauteloso de algo tan simple como reafirmar su pertenencia a Katsuki? En verdad que Katsuki no le había dado ningún cimiento sobre el cual resguardarse antes, y ahora el peso de su ineficiencia como alfa venía y le mordía el trasero en sentido figurado.
—Deberíamos invitar a nuestras familias a casa y darles la buena noticia —dijo Katsuki con la garganta constreñida de nervios, pero cada sílaba salía con mayor facilidad que la anterior, así que decidió proseguir—. Yo cocinaré para todos, y...
—Quizá podrías mudarte definitivamente conmigo para entonces —completó Izuku la frase con una petición de su cosecha.
—¿Te gustaría?
Temeroso de su rechazo pero incapacitado de no seguir sus impulsos omega, Izuku se pegó a Katsuki y escondió su rostro contra el cuello de éste.
—Sólo si tú quieres.
—Empezaré la mudanza cuanto antes. Mi contrato vence el mes entrante pero no importa. Hablaré con mi casera y le explicaré que-... ¡Oh, joder!
El tono de alarma alertó a Izuku, que dispuesto a enfrentar a una horda de villanos que hubieran aparecido de improviso en aquella área desolada en Dagobah se separó de él y barrió con la mirada a su alrededor sólo para concluir que no había ningún peligro inminente sobre él o su familia.
—¡Mira! —Presa del asombro, Katsuki señalaba a Mahoro, que ajena a la charla de los adultos había perdido a su osito de peluche cuando rodó fuera de la manta sobre la que descansaba, y como si nada se había impulsado de manos y rodillas para alcanzarlo, gateando por primera vez.
—Mahoro está...
—¡Sí!
—¡Es la primera vez que lo hace! —Dijo Izuku con emoción, y la sonrisa en el rostro de Katsuki fue incomparable.
No era para menos, pues era quien pasaba menos tiempo en casa y al cuidado de Mahoro, por lo que ya se había perdido incontables hitos de su crecimiento como su primera sonrisa, su primera vez sentada por cuenta propia, su primer balbuceo. Katsuki había escuchado de Izuku el relato de todas esas primeras veces con una creciente sensación de celos porque la mayor parte del tiempo ya era muy tarde cuando él volvía a casa y su bebé dormía a pierna suelta o sólo quería mimos.
Tener aquella primicia al alcance de sus manos puso eufórico a Katsuki, que poniéndose en pie tomó un corto video de Mahoro moviéndose tentativa sobre la arena antes de cansarse y con resignación sentarse en la arena, toda sonrisas y felicidad por su logro.
Sin perder tiempo, les envió el video a sus padres con el mensaje “¡Mi hija!”, y que en un arranque de emoción también compartió con la autonombrada Bakusquad.
Ni 30 segundos después el móvil de Izuku vibró en su bolsillo, y éste recibió de Ochako la primicia de que Katsuki estaba actuando como correspondía de un padre orgulloso de su descendencia.
OU: ¡Felicidades! :)
OU: ¿Soy yo o Katsuki es un hombre nuevos gracias a ti?
IM: No se lo cuentes a nadie todavía pero Kacchan y yo decidimos que vamos a ir en serio. Se mudará conmigo y con Mahoro antes del mes entrante.
Recibiendo una docena de emojis con ánimo festivo, Izuku se volvió a guardar el móvil, y poniéndose en pie levantó a Mahoro de la arena y se pegó a Katsuki, que le rodeó con el brazo alrededor de la cintura y lo sujetó posesivo a su lado.
—Volvamos.
—¿Uh, a casa?
—No, aquí. En verano, cuando el clima sea mejor. Pero volvamos como familia.
Sucumbiendo a la felicidad, Izuku asintió. —Ok. Volvamos.
Y lo harían.
/*/*/*/*
Notes:
Disfruten la calma antes de la tormenta, porque en el siguiente capítulo se nos viene algo gordo y feo.
Graxie por leer~!
Chapter 20: 20.- First steps.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
20.- First steps.
Mahoro había estado inquieta y malhumorada, tirando su plato de comida con saña desde la mesita alta y dando cabezazos a cualquiera que se atreviera a cargarla en brazos. Katsuki raras veces la reñía cuando estaba en uno de sus episodios, pero hasta él tuvo que ponerle un alto en el momento en que su bebé intentó zafarse de su agarre y le dio en la nariz con su pequeño puño.
—¡Ouch!
—Te dije que no intentaras cargarla —le repitió Izuku desde el fregadero, luchando a su manera con la distancia que su nueva barriga de 5 meses de embarazo ponía entre él y la pila de trastes sucios esa mañana.
—Engendro... —Gruñó Katsuki por lo bajo, dejando a Mahoro sobre la mesa y vigilando sus movimientos.
Desde que Mahoro había aprendido a gatear meses atrás, se había convertido en un peligro constante cuando la perdían de vista por unos segundos y se les escabullía entre las piernas en pos de la libertad que por su seguridad le negaban. Katsuki se había quejado amargamente de eso con su progenitora una vez que llamó para ver cómo estaba su nieta predilecta, y entre risas Mitsuki le había hecho saber que justo ese había sido su comportamiento de crío travieso.
—Ahora sí te toca pagar por lo que nos hiciste sufrir a tu padre y a mí —se había burlado Mitsuki de Katsuki, y poco le había faltado a éste para soltar una palabrota y terminar la llamada.
En sí, Mahoro no era tan diferente a otros bebés de su edad. Con un año y un mes a cuestas, era activa y tenía un apetito saludable, además de que en palabras de la pediatra que la atendía, su desarrollo estaba acorde a lo esperado. Y justo en ese punto había necesitado Katsuki de una reafirmación porque él por su cuenta había comenzado a caminar a los 11 meses, mientras que Izuku lo había hecho justo en su primera fiesta de cumpleaños, así que tenía la impresión como si Mahoro estuviera retrasada en ese hito de su vida.
Por fortuna la pediatra había sido insistente en ese punto, recalcando que cada bebé era diferente en esa área, y que al menos en el desarrollo motriz los niños iban por delante de las niñas sin importar su sexo secundario. Por su bien, Katsuki esperaba que así fuera, porque con 10 kilogramos a cuestas Mahoro era cada vez más un peso constante en sus brazos ahora que Izuku tenía que limitarse con esfuerzos por el embarazo de su segundo bebé en camino.
—Kacchan, cuidado —dijo Izuku sin necesidad de voltearse, y éste consiguió detener a Mahoro justo cuando la niña ya se había puesto de manos y rodillas, y estaba acercándose peligrosamente a la orilla de la mesa.
—No puedo dejarte ni un segundo porque haces lo que te viene en gana, ¿eh? —Reprendió Katsuki a Mahoro con ligereza, y aprovechando que tenía a mano una esterilla la extendió sobre el piso colocó ahí a su bebé por unos minutos.
En un inicio, Katsuki había estado horrorizado con la idea de dejar que su bebé se moviera por el piso como una alimaña rastrera, demasiado obsesionado con la idea de la limpieza y la percepción de que no era un lugar seguro, pero no sólo Izuku le había reclamado por siquiera pensar que no mantenía las superficies de su casa en perfecto estado, sino que además en una visita Inko había utilizado una frase que desde entonces se repetía a sí mismo para tranquilizarse: Un bebé jamás puede caerse del suelo.
Y tenía razón. En su sencillez, el consejo le hizo entender que Mahoro estaba más segura en el suelo sobre su esterilla que en un sofá que se elevaba medio metro sobre el suelo y podía ser un peligro si se descuidaba medio segundo ahora que se bebé estaba tan dispuesta a explorar el mundo y se caía sin que él pudiera impedírselo.
Después de todo, una gran porción de ser padre se había resumido para él en tener que aprender flexibilidad en sus acciones y maneras de pensar, porque le gustara o no, Mahoro era su propia persona y tenía que darle oportunidad para explorar el mundo y hacerlo a su propia manera. Incluso si eso implicaba dejarla gatear a sus anchas y llevarse a la boca todo lo que encontraba a su alcance.
—Lleva varios días así —dijo Izuku al cerrar las llaves del fregadero, y mientras se las secaba con una toalla de mano, girarse hacia Katsuki—. Tal vez más tarde la lleve al parque para ver si consigo cambiar ese puchero por una sonrisa.
—Pensé que querías utilizar tu día libre para poner un par de cargas en la lavadora.
Izuku suspiró. —Eso también, pero creo que las sábanas sucias tendrán que esperar un poco más. A Mahoro le gusta mucho el parque que está cerca de la estación porque tiene una sección para bebés de su tamaño. Será bueno para los dos salir de casa y tomar un poco de aire fresco.
—Es una lástima que no pueda acompañarlos... —Se lamentó Katsuki por lo bajo, ya que a diferencia de Izuku, él tenía que cubrir un turno doble en la agencia para compensárselo a un interno que había hecho lo mismo que él unas semanas atrás cuando Mahoro tuvo fiebre después de las vacunas e Izuku no se pudo hacer cargo de ella.
—Te enviaré fotografías. Con suerte Mahoro se divertirá en la caja de arena, y de paso recordará que no es comestible.
Katsuki rió entre dientes. —Nah, eso fue divertido. Y sólo espero que llegue el día en que traiga a alguien a casa para poder mostrarle esas fotos suyas...
—Eres terrible, ¿lo sabías? —Le chanceó Izuku, y Katsuki se acercó a él, y colocando sus manos a cada lado de la encimera lo acorraló y buscó sus labios para un beso.
Obediente de la situación, Izuku alzó el rostro y correspondió a su beso abriendo los labios y permitiéndole cabida a su inquisitiva lengua, que se unió a la suya en una lenta exploración que bien podría haber derivado en más de no ser porque de pronto escucharon un golpe, y al mirar por encima de sus hombros descubrieron a Mahoro parada en sus temblorosas piernecitas y sujeta a la mesita de la sala.
—¿Está...?
—¡Parada por su cuenta!
Y apenas pronunciar eso, Mahoro se cayó de culo y rompió a llorar.
Compartiendo al unísono un suspiro de resignación, Katsuki e Izuku dejaron el beso para las horas posteriores al crepúsculo, y con sonrisas y ánimo de distraerla, levantaron a Mahoro y procuraron consolarla en su primera caída.
Estaban seguros, la primera de muchas más que estarían por venir antes de verla caminar.
Los contratiempos que presagiaban el gran problema al que estaba Izuku por enfrentarse comenzaron poco después de que Katsuki se marchara a la agencia e Izuku metiera a Mahoro en su carriola y con la pañalera repleta de enseres necesarios, los guiara a ambos hacia el parque más cercano.
Aquella era una mañana de comienzos de marzo en la que el frío todavía hacía de las suyas pero no tanto como un mes atrás. Por doquier se podían ver señales de la vida que estaba luchando por florecer, con árboles meciéndose al viento con nuevos retoños en sus ramas, el trinar de los pájaros abandonando sus nidos en búsqueda de comida, y en general, una atmósfera más cálida y con cierto toque de esperanza que puso a Izuku de buen humor mientras tarareaba para sí una vieja canción de su infancia y dejaba que el sol le diera de lleno en el rostro.
Izuku iba tan absorto en su cabeza elaborando una lista de mental de ingredientes necesarios para esa tarde preparar alguna cena que fuera tanto de su agrado como el de Katsuki, que ignoró al grupo de niños que corrían en su dirección distraídos con un juego de balón que se pasaban entre sí a pesar de que estaba prohibido hacer eso sobre la acera. Un segundo los críos estaban divertidos con su juego, y al siguiente el balón había salido volando en dirección a Izuku, que lo recibió de lleno en la cara y por poco se vino abajo por su impulso.
Colectivamente, los críos gritaron al percatarse que su juego inocente había lastimado a alguien y se acercaron a ayudar, e Izuku se apresuró a tranquilizarlos porque de verdad, no había sido la gran cosa.
—Pero... Tiene sangre en el rostro —dijo uno de los niños, que no podía tener más de 9 años, e Izuku se tanteó alrededor de los labios para descubrir que la nariz le chorreaba.
—Uhm, seguro que no es nada serio —dijo rebuscando en la pañalera hasta dar con un pañuelo y limpiarse.
Pese a sus protestas, a Izuku lo rodeó aquel grupo de niños y lo siguieron hasta el parque, donde 3 hicieron guardia con Mahoro en una banca mientras con él iban 2 al bebedero y le ayudaban a limpiarse.
Tal como Izuku había supuesto, el golpe había sido aparatoso de lo que era en realidad, porque bajo la sangre que tardó casi 10 minutos en detenerse no había nada más que un pequeño capilar roto que sanaría por sí solo si le daba tiempo apropiado.
—Lo sentimos tanto —se disculparon los críos al final, y porque Izuku no era de los que guardaban rencor, aceptó la lata de café dulce caliente que compraron especialmente para él a modo de redención de una máquina expendedora cercana.
De vuelta a solas y con Mahoro impaciente por bajar de su carriola y disfrutar de la caja de arena, Izuku le dejó ser mientras él se sentaba en una banca cercana y mantenía alerta un ojo sobre ella y otro en la pantalla de su móvil, donde Ochako le contaba de sus avances en la relación que desde unos meses atrás mantenía con Iida luego de que los dos admitieran tener sentimientos mutuos por el otro.
Izuku estaba feliz por ambos, en especial por Iida, que siempre había tenido interés por Ochako pero nunca se había creído lo suficientemente bueno como para actuar bajo esos sentimientos. Mientras de su experiencia le contaba a Ochako acerca de malos sitios a los cuales acudir en pareja (“Ni pienses en Disneyland Tokyo, a nuestra edad ya no es tan divertido como lo pinta la publicidad”), Izuku alzaba la vista cada 10 palabras para revisar a Mahoro, que jugaba de lo más divertida con otra bebé en la arena, y luego con un niño de unos 3 años, y luego con un perro, y con Kacchan, y...
Izuku contempló la escena frente a él con la boca entreabierta al descubrir una versión inadecuada de Katsuki al lado de Mahoro en la arena, porque de la mitad de su tamaño y con rasgos desdibujados, el único punto en común era su traje de héroe.
Al ponerse en pie para investigar qué estaba ocurriendo, Izuku descubrió que los bordes de aquella figura corpórea se desdibujaban, y para cuando terminó de acercarse ya apenas si quedaba su rastro. Sonriente, Mahoro le parloteó en su lenguaje de bebé, e Izuku tuvo el presentimiento de que había presenciado la primera manifestación de su quirk.
Ni por asomo herencia del de Katsuki o el de sus propios padres, e Izuku dudaba que One For All pudiera transmitirse cuando él mismo había nacido sin quirk, pero ahí estaba: Su bebé estaba experimentando con su propio quirk, que parecía ser capaz de formar imágenes holográficas.
Presa de la emoción, Izuku alzó a Mahoro hasta tenerla en sus pies y la elogió.
—Oh, cariño. ¡Eso fue genial! ¿Puedes volver a hacerlo, por mamá? ¿Puedes repetirlo?
Pero Mahoro se limitó a sonreírle con esa boca suya en la que ahora se podían ver más dientes que nunca pero todavía no una dentadura completa, y éste tuvo que conformarse con el recurso de su memoria para transmitirle a Katsuki lo que había ocurrido.
IM: No vas a creer lo que pasó hoy en el parque.
IM: Mahoro hizo su primera demostración de un quirk.
IM: No heredó ni tus poderos ni los de nadie en la familia.
IM: Es más bien una especie de... ¿Holograma?
IM: Proyectó figuras a su lado, entre ellas una tuya, y al parecer es su versión de amigos imaginarios.
IM: No diré más para que no me acuses de hacer un análisis detallado del quirk de nuestra hija, pero espera a que lo veas por tu cuenta.
Y con una exhalación de total satisfacción, Izuku se guardó el móvil a tiempo para para que una sucesión de hechos se dieran en su contra.
Con un grito y la alarma exaltada de “¡Auxilio, me están robando mi bolso!”, una anciana dio alerta de un ladrón de poca monta cuyo único talento era expulsar secreción por los pies y alejarse a buena velocidad como el caracol más rápido de Musutafu.
Izuku respondió a su llamado, igual que lo hizo un fotógrafo amateur cuyo quirk le permitía encuadrar con sus dedos una imagen, de tal manera en que su hazaña como héroe al derribar al ladrón y devolverle a la anciana su bolso quedaron guardados a la posteridad sin que él se diera cuenta que a) con la prisa de sus movimientos su abrigo se había abierto mostrando su estómago abultado, y b) el fotógrafo había visto su oportunidad de una primicia capturando no sólo ese momento, sino también una serie de fotografías que mostraban a Mahoro poniéndose en pie, intentando caminar para ir detrás de él, y luego sentada de culo con el rostro bañado en llanto y arena.
En tiempo real, el rescate del bolso de la anciana le tomó a Izuku menos de 10 segundos, y con presteza volvió al lado de Mahoro para alzarla en brazos, y sin saberlo, posar para unas cuantas fotografías más que lo mostraban inequívocamente embarazado y con su actual cachorro en pleno acto de desconsuelo.
Una imagen pública que para nada jugaría a su favor cuando esas fotografías se filtraran horas después en los medios virtuales bajo distintos encabezados sensacionalistas que lo acusara de varias maneras desfavorables.
HÉROE DEKU EMBARAZADO OTRA VEZ. ¿ES GROUN ZERO EL PADRE O...?
PRIORIDADES EQUIVOCADAS: EL EXCLUSIVO RESCATE QUE HIZO LLORAR AL CACHORRO DE DEKU.
¿ESTÁ EL HÉROE DEKU PREPARADO PARA AFRONTAR LA MATERNIDAD EN UNA SEGUNDA OCASIÓN?
EXCLUSIVA DE ÚLTIMO MOMENTO. LA DESFAVORABLE IMAGEN DE UN HÉROE OMEGA INCAPAZ DE COMPAGINAR SU VIDA PERSONAL Y PÚBLICA.
DE HÉROE EN ASCENSO A OMEGA MADRE SOLTERO. ¿ES ÉSTE EL SÍMBOLO QUE NUESTRA GENERACIÓN NECESITA?
/*/*/*/*
Notes:
Me quedé hasta tarde esperando comentarios en el capítulo anterior y... =/ En fin, es válido decir que se aburrieron de la historia.
Graxie por leer~!
Chapter 21: 21.- Sad day.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
21.- Sad day.
Por tercera mañana consecutiva, Katsuki había sido el único encargado de despertar, vestir, alimentar y tener lista a Mahoro para llevarla a la estancia infantil mientras Izuku continuaba en la cama, cubierto por media docena de mantas que se asemejaban a su nido pero en completo desorden y sin esa vibra reconfortante que le caracterizaba.
Después del caos mediático que había seguido a las fotografías que mostraban a Izuku dejando a Mahoro sola para ir a rescatar el bolso de una anciana a manos de un ladrón de poca monta, la prensa se había lanzado avorazada sobre él en búsqueda de cualquier excusa para crucificarlo como héroe, pero sobre todo, como madre y omega sin compañero oficial.
Ahogado en llanto y apenas consiguiendo articular su explicación sin que le venciera el agobio de su percibida ineptitud como madre, Izuku le había asegurado a Katsuki infinidad de veces que había actuado por inercia, y que Mahoro no había estado fuera de su cuidado más de 10 segundos en total. Un lapso corto y en el que él estaba seguro que no podía ocurrir daño alguno porque estaba segura en la caja de arena.
Como primera reacción visceral, Katsuki se había sentido furioso con Izuku por atreverse a hacer algo así con su cachorro. En su cabeza, la idea más plausible había sido la de un secuestro, de alguien aprovechando que Izuku había dejado a su bebé sin supervisión para llevársela. Después de todo, era la hija de 2 héroes en ascenso, y cualquier villano con un par de neuronas podría haber intentado cobrar un rescate cuantioso por ella tan sólo en el mejor de los casos y mejore no pensar en el peor porque le hervía la sangre...
Irritado con Izuku por su descuido pero sobre todo furioso con la prensa por el circo que estaban montando por un par de fotografías que habían convertido aquella situación en una crucifixión social de Deku, Katsuki no estaba muy orgulloso de los comentarios cargados de reproche con los que había respondido a Izuku luego de que éste le contara su versión de los hechos. Y no había jugado bien a favor de su culpa cuando habló con sus padres para contarles los pormenores y Mitsuki le gritó por casi media hora acusándolo de idiota.
—¡¿Acaso tienes idea del número de veces que desapareciste de mi vista?! Y no me refiero a 10 segundos, sino 10 minutos buscándote por toda la casa porque creías que era divertido esconderte de mí en los armarios y debajo de la cama. La maternidad ya es de por sí un trabajo duro como para que además cuestiones las decisiones de Izuku cuando nada ha ocurrido.
—¡¿Esta situación en la que estamos te parece nada, vieja?! —Había replicado Katsuki de vuelta, pues no había nada más que odiara en el mundo que cuando su madre tenía la razón y se lo hacía saber.
—Ambos sabemos muy bien que todo esto no se centra en que Izuku salvara el bolso de esa anciana o que dejara a Mahoro por unos segundos en la caja de arena, sino que es la excusa perfecta para atacarlo en su flanco débil: Que es un omega sin alfa y que por segunda vez está embarazado. Es el blanco perfecto para imbéciles que quieren cuestionar su capacidad como madre cuando en realidad no tienen bases contundentes para hacerlo.
—¿Crees que no estoy consciente de ello, vieja?
—¡Pues haz algo, inútil hijo mío! —Y sin más, Mitsuki le había colgado el teléfono con un sonoro golpe que le dejó a Katsuki el oído vibrando por un par de horas.
De eso hacía ya 2 días, y Katsuki se había hecho la ilusión de esperar a que los medios detuvieran su acoso hacia Izuku antes de atreverse a abordar el tema, pero por tercer día consecutivo al revisar las noticias se había topado con toda clase de encabezados en su contra.
Que si Izuku estaba capacitado para ser héroe o madre a la vez; que si como omega tenía lo que se necesitaba para mantener a un alfa como Ground Zero a su lado (y Katsuki rechinó los dientes leyendo eso porque más bien era él quien se sentía inadecuado por cortejar a un omega del calibre de Izuku); que si esa era la imagen que querían proyectar para la juventud japonesa, porque un omega que abandona sus responsabilidades laborales para dedicarse a la maternidad a medio tiempo no podía ser un héroe digno siquiera de participar en los rankings.
En opinión de Katsuki, la prensa podía meterse todos sus comentarios por un sitio al que la luz del sol jamás llegara, pero no sólo eran los medios sino también el público quien externaba su sentir al respecto y atiborraban los foros de héroes con sus ‘análisis’.
Los había de todos tipos, y Katsuki no estaba nada orgulloso que justo la noche anterior se había desvelado leyendo sin parar lo que el público tenía que decir del tema. Los había quienes directamente externaban su odio hacia Izuku por razones no del todo claras, lo mismo quienes le apoyaban incondicionalmente y omitiendo cada falta suya. Un grupo todavía más grande se inclinaba a creer que la prensa estaba manipulando la información, pero ponían énfasis en el hecho indiscutible de que Izuku tenía un cachorro del que cuidar, otro en puerta, y que continuaba siendo un omega sin alfa.
“Los tiempos sin diferentes, pero se trata de simple biología”, explicaba un usuario cuyo seudónimo (HerooLoover) al menos no tenía connotaciones negativas, “además, si Ground Zero es el padre y no se ha responsabilizado eso también habla por los 2: Deku es ingenuo, pero Ground Zero está abusando de su poder sobre él como alfa.”
—Imbéciles... —Había mascullado Katsuki sin parar mientras se enfrentaba por primera vez y de manera tan directa a la opinión pública que el ciudadano japonés tenía sobre ellos.
Y es que tras varias horas de leer hasta quedar satisfecho, Katsuki había concluido que en efecto, lo que más controversia había causado de las fotografías no era Izuku actuando como héroe en sus horas libres, sino la noticia de su segundo embarazo y que como omega se le iba a ajusticiar simplemente porque la tradicionalista y reprimida sociedad japonesa así lo había querido.
Ni más ni menos que eso.
Y Katsuki no lo iba a permitir.
Aquella fue una semana en la que Katsuki lidió más con la prensa y los fans que con villanos. Por doquier en sus patrullajes le abordaban con intenciones de obtener de él una exclusiva, y Katsuki se vio tentado en más de una ocasión a poner distancia por medio de sus explosiones. Más cuando las preguntas que lanzaban en su dirección eran de lo más ofensivas.
—¿Es que no piensas hacerte responsable de tus cachorros, Ground Zero?
—¿Es cierto que tienes un omega oficial y Deku-san es sólo tu amante?
—¡Ground Zero, aquí! ¡Eres un idiota!, ¿lo sabías? Deku merece un mejor alfa que tú.
Con una jaqueca que iba en aumento, Katsuki terminó su ronda y volvió a la oficina, sólo para enterarse que sobre su escritorio tenía una nota de la jefa de publicidad pidiendo verlo en su oficina.
Hasta ese punto en su carrera, Katsuki había tenido que enfrentarse a esa mujer en contadas ocasiones. Por fortuna, en la agencia de Endeavor no tenían ningún problema con su carácter explosivo y tendencia a gritar, pero después del primer embarazo de Izuku había esperado que ese panorama cambiara, y resultó que no cuando su envolvimiento fue mínimo. El público quería acribillar a Izuku, al gran héroe Deku en ascenso, e involucrar a Katsuki no habría sido más que agregar gasolina al fuego. En su lugar se le había mantenido apartado y el asunto se había manejado bajo la etiqueta de personal, dejando al público pensar lo que le viniera en gana.
—Por desgracia —confirmó con él la encargada de publicidad—, eso ya no va a ser posible.
Tras corroborar con Katsuki que Izuku se había pedido una semana de baja y que desde entonces no contestaba su móvil, éste se cruzó de brazos y gruñó:
—Bien, ¿y qué ayuda vamos a obtener del equipo de publicidad de esta agencia? Porque espero que sea eso para lo que me han llamado aquí.
—Efectivamente, es necesario trazar ya no un plan de contingencia, sino a largo plazo para reconstruir su reputación.
Con la mandíbula encajada en su sitio, Katsuki escuchó por casi una hora información de gráficas, porcentajes y datos recopilados en medios sociales que eran mucho menos alarmantes de lo que había creído en un inicio.
—Así sucede en la actualidad —continuó la mujer de publicidad casi con gesto aburrido—. El público tiene la impresión de que una gran mayoría está polarizada hacia una opinión cuando en realidad las estadísticas muestran que casi un 80% de la población cree que Deku actuó correctamente durante el incidente, un 87% considera que es buena madre, y sólo un 23% mantiene la creencia de que como omega debería tener un alfa. De ese grupo, sólo el 7% sugeriría que Deku abandonara su carrera como héroe para dedicarse a la maternidad.
—Pero entonces, ¿cómo...? —Katsuki no comprendía cómo el mundo parecía estar en su contra cuando la misma encargada de publicidad de la agencia explicaba lo contrario.
—La buena y mala publicidad es siempre más notoria que aquella que no llega a los encabezados. Por supuesto la prensa tomará en cuenta más a aquellos detractores de Deku que a la inmensa mayoría que está de su parte; de otra manera, no venderían su información. Sin embargo —se apresuró la mujer a decir antes de que Katsuki cantara victoria—, es imperativo que Midoriya conteste el teléfono y participe con nosotros en una campaña para limpiar su nombre y reputación.
—Está... No creo que quiera hacerlo.
—¿Eres su alfa, o no? Puedes hacer algo al respecto.
—Yo...
—Endeavor-san dejó órdenes explícitas respecto a ustedes dos —reveló la mujer sin perder tiempo—, y era brindarles todo nuestro apoyo como agencia sin importar qué. Pero para conseguirlo, necesito de su ayuda. Y a mi parecer, si hay alguien aquí que puede hacer un mejor trabajo con Midoriya que yo, ese eres tú.
Katsuki exhaló con pesadez. —Ok, ¿cuál es el plan?
—¡Nerd!
Katsuki volvió ese día a casa con Mahoro en brazos y procurando ser visible para el público. Así que en lugar de llevar gorro o gafas para el sol se paseó por las avenidas principales antes de entrar al hogar que de manera no oficial compartía con Izuku y se dispuso a poner en marcha la parte B de su plan. Bueno, del plan que la encargada de publicidad había elaborado para ambos y que él tenía confianza en que funcionaría.
A Izuku lo encontró sentado por primera vez en días frente a la mesa de la cocina, y con un plato de avena casi intacta frente a él, revisaba el contenido de su móvil con el rostro anegado en lágrimas.
—¿Ma? —Mahoro reaccionó a la visión de Izuku, y con los bracitos extendidos en su dirección pidió ser cargada.
Izuku se limpió la cara con la manga de su pijama sucia tras varios días de negarse a pasar siquiera por la ducha, y abrazó a Mahoro contra su pecho, contrayendo el rostro en una nueva sesión de llanto silencioso.
Katsuki no pudo tolerarlo más.
—Vístete.
—¿Uh?
—Vamos a salir.
—No quiero salir.
—Ya, y yo tampoco, pero tenemos que arreglar esto.
—Kacchan...
—Vamos, vístete o lo haré yo por ti. Es más, te meteré a la ducha si no lo haces por ti mismo. Es que hueles mal, ¿no te has dado cuenta?
—No me ha importado demasiado estos días...
Sujetándose el puente de la nariz entre 2 dedos, Katsuki se forzó a contar hasta 10, y haciendo uso de una paciencia que no creía tener en sus reservas, dijo:
—Lo de antes, lo que te dije días atrás... No era cierto. No pienso que hayas sido irresponsable al dejar a Mahoro sola para rescatar el bolso de la anciana o que lo que haya escrito la prensa de ti tenga una pizca de verdad. Eres... La mejor madre posible para Mahoro, y quien piense lo contrario puede irse a la mierda por todo lo que me importa. También eres un héroe, y debería saber ya que tienes la habilidad suficiente para evaluar una situación de riesgo y actuar acorde a ello. Sé que si Mahoro hubiera estado en verdadero peligro la habrías antepuesto a la anciana, pero como no fue el caso actuaste, y ese idiota con su cámara convirtió todo esto en un espectáculo en tu contra que ni siquiera es tan grave como parece y... ¡Argh! —Frustrado porque al parecer la tendencia de Izuku para analizar y explicar era contagiosa, Katsuki fue directo al grano—. Quiero que hagamos un comunicado especial.
—¿De qué hablas?
—Es un plan que trazó la encargada de publicidad, pero estoy con ella al 100% y quiero que tú también lo estés.
Conteniendo la respiración, Izuku esperó sus siguientes palabras.
—Obviamente ahora es imposible que tú y yo podamos formar el lazo. Para eso necesitamos que estés en celo y seguramente no volverás a estarlo hasta que ese nuevo cachorro tenga más de 6 meses. Pero me niego a esperar un año más para hacerte mío, así que hemos pensado...
A Izuku el labio inferior le tembló de manera incontrolable.
—Casémonos. Hagamos una pequeña ceremonia y refreguémosle en la cara a todos los que estén en contra que no tienen ningún poder sobre nosotros. Somos una familia, y tenemos el apoyo de nuestros padres, amigos y la agencia en la que trabajamos. El resto son extras sin importancia.
—Entonces... ¿Por qué?
—¿Por qué hacerlo? —Adivinó Katsuki, e Izuku asintió una vez—. Porque estoy harto de que siempre seas tú el que termine mal parado por ser el omega. Estos 2 bebés no se han hecho por arte de magia y buenos deseos, y cuanto antes entiendan que ha sido deliberado...
—Kacchan...
—No dije planeado —gruñó éste—, pero habría que dejar claro de una vez por todas que no hay arrepentimientos de nuestra parte. Al menos no de la mía...
—Tampoco de la mía —dijo Izuku, sonriendo por primera vez en días y llorando una vez más.
—Ah, nunca cambias. Ojalá algún día dejaré de limpiarte los mocos cuando llores —dijo Katsuki al utilizar la manga de su suéter para secarle a Izuku la nariz—. Algún día...
Y conscientes de que tenían un papel que jugar, no tardaron en ponerse manos a la acción.
Izuku se duchó por primera vez en muchos días, y aunque su aspecto no era estelar con ojeras y los párpados hinchados de tanto llorar, eso no le impidió mostrarse de nueva cuenta en el parque donde todo había ocurrido, en compañía ya no sólo de Mahoro, que en tiempo récord había aprendido a mantenerse de pie y dar sus tentativos primeros pasos, sino también de Katsuki, que no se midió cuando a la menor señal de una cámara fotográfica preparó 2 reacciones para mostrar.
A quienes les daban su aprobación, un beso a un cada vez más sonrojado Izuku.
Y a quienes expresaban su desaprobación, un orgulloso dedo medio extendido en su dirección.
De momento, eso les enseñaría a no meterse con su familia.
/*/*/*/*
Notes:
El público puede ser cruel con Izuku por un error de nada, pero Katsuki no lo va a permitir. Y cruzando un par de capítulos repletos de angst a morir volveremos a tener felicidad para la recta final. Sigan conmigo para enterarse.
Graxie por leer~!
p.d. Y como siempre los comentarios son más que bien recibidos :)
Chapter 22: 22.- Bakugou!Daddy.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
22.- Bakugou!Daddy.
Aceptando la invitación que los padres de Katsuki les habían hecho a él, Izuku y Mahoro a cenar, los 3 se presentaron ahí pocos días antes de que se cumpliera la semana después del incidente de las fotografías con una botella de sake y dulces para agradecer la atención.
Apenas llegar, Mitsuki se volvió loca de alegría al sostener a Mahoro en brazos, y la bebé le correspondió por igual reaccionando a sus atenciones con efusividad de gestos y balbuceos.
—La vieja se ha ablandado con la edad —le dijo Katsuki a Masaru, que mucho más sosegado esperaba su turno para consentir a su nieta antes que reclamarlo.
—No puedes culparla. Después de ti siempre quisimos tener un par de hijos más pero nunca fue posible.
—Ya. —Con una creciente picazón en la palma de las manos que presagiaba nerviosismo, Katsuki bajó la voz y le preguntó a su viejo si podían hablar en privado.
—Claro, ven al jardín y te mostraré mis rododendros.
Katsuki salió con Masaru al jardín trasero, y mientras se inclinaban sobre el arbusto que ya tenía abundante floración, aprovechó para darle orden a sus pensamientos.
—Supongo que mamá y tú se enteraron de...
—La actitud que los medios tomaron contra Izuku, sí —confirmó Masaru al retirarse las gafas y limpiárselas con los bajos de su suéter ligero—. Que sepas que ni tu madre o yo creemos todas esas patrañas sensacionalistas en su contra porque los conocemos y estamos al tanto de las personas que son. En especial aquellas que te pintan como un alfa desobligado de sus responsabilidades familiares.
—Ya. Pasa que ahora que Izuku y yo estamos juntos de verdad y me he mudado a su casa es cuando nuestra imagen pública como héroes está por los suelos.
—Yo no me preocuparía tanto. Internet es un arma de dos filos, y yo que tú no me tomaría tan en serio los comentarios anónimos. En su última clasificación del Hero Billboard Chart JP tuvieron buenos lugares dentro de los primeros 100. Considerando incluso que Izuku esté unos números arriba del tuyo a pesar de haber estado en oficina la mayor parte del año habla bien de sus niveles de aprobación con el público.
—Supongo que así es, pero... —Katsuki se metió las manos a los bolsillos y exhaló con pesadez—. No es suficiente. En la agencia quieren implementar un plan para salvaguardar nuestra imagen pública y...
—¿Te niegas a actuar en esa charada? Suena a ti.
—Más bien... Es mi vida privada la que quedará expuesta. Y en realidad no es una mala estrategia, Izuku incluso está de acuerdo en hacerlo si yo acepto, pero por mi cuenta me resulta casi... No sé, ¿violento?, mostrar mi faceta como padre. Hasta este punto Mahoro ha sido nuestra, nuestro cachorro, y tengo la impresión de que posar para las cámaras abaratará lo que tenemos.
—¿En verdad piensas eso?
Katsuki resopló. —No estoy seguro. Quiero tu consejo, viejo, porque quiero ser un héroe y que Izuku esté ahí conmigo, pero no a costa de nuestra hija.
—¿Y en qué consiste exactamente ese plan para para salvaguardar su imagen?
—Lo típico —gruñó Katsuki—, fotos cándidas conmigo y con Izuku cumpliendo con nuestro papel de padres. Todavía está todo en el momento de la planeación, pero apuesto a que la mujer de publicidad en la agencia le sacará todo el jugo posible a esta situación.
—Mientras no comprometas tu integridad estarás bien.
—Mmm, puede ser...
—Piénsalo sin presiones —dijo su padre el colocarle la mano en el hombro y darle un firme apretón—. Tú decides cuánto de ti expones al mundo. Y ser padre no es más que una de tus mejores facetas. Tú madre todavía tiene dificultades para entender cómo es que no has hecho de Izuku un omega decente, pero al final del día sabe conmigo que ustedes dos marchan a su propio ritmo y que intervenir no tiene sentido. Están bien, y cuidan bien de Mahoro, que es lo que importa en realidad. El resto es secundario.
—Eso espero... —Murmuró Katsuki, que con las palabras de su viejo resonando en sus oídos, se dispuso a hacer no lo que quería, sino lo que debía para salir del embrollo en el que estaban.
Katsuki se negó en rotundo a la primera media docena de sugerencias que Kukawara, la publicista de la agencia, esgrimió como viables para mejorar su imagen frente a la prensa y el público.
De buena gana habría querido Katsuki gritarle que para ser la encargada del área de publicidad y mercadotecnia en la agencia sus ideas eran terribles, pero con Izuku a su lado tocándole el brazo cada vez que veía aparecer humo en las palmas de sus manos consiguió contenerse. Al menos por la mayor parte.
—Qué porquería. Mahoro tiene apenas un año de edad, ¿a quién se le ocurriría pensar que esa es la edad adecuada para aparecer en una revista infantil con sus padres? Esa no es una exclusiva, y nosotros tampoco celebridades de pacotilla que quieran exprimir a su bebé.
—Sería una entrevista de mucha clase, bajo nuestros términos y nuestra narrativa —explicó Kukawara con un dejo de impaciencia porque tenía más de 2 horas reunida con sus clientes y no habían llegado a ningún acuerdo favorable.
—Lo que Katsuki quiere decir —intervino Izuku en modo conciliador—, es que esa aparición no encajaría con la imagen que teníamos hasta ese punto. Ni Kacchan ni yo somos del tipo de personas públicas que saltarían bajo los reflectores buscando la aprobación del público. No de esa manera al menos.
—En ese caso... Volveríamos al plan de actuar para la cámara.
—Odio las charadas —gruñó Katsuki, pero Izuku lo mandó callar.
—¿Y en qué consistiría eso?
—Nada demasiado complicado. Si Ground Zero es su persona pública, entonces Katsuki Bakugou tiene que ir acorde a su imagen privada. Nuestro fotógrafo de la agencia puede trabajar desde la distancia, y bastaría con capturar una imagen cotidiana y aderezarla con algún encabezado que lo coloque bajo una luz positiva. Algo como...
—Ground Zero y su cachorro de paseo por el parque —ironizó Katsuki poniendo los ojos en blanco, pero su sugerencia dio en el blanco cuando Kukawara chasqueó los dedos con emoción.
—¡Eso puede funcionar! El atractivo de Ground Zero siempre fue su masculinidad sin límites y las fans lo admiraban tanto como se sentían cohibidas frente a él. Esta nueva faceta podría mostrarte bajo una nueva luz, con aristas pulidas y una recién descubierta delicadeza reservada sólo para su cachorro.
—Jo, no soy delicado —masculló Katsuki entre dientes, pero Kukawara e Izuku lo ignoraron.
—La debilidad de Ground Zero —dijo Izuku con una mano en el mentón y analizando la situación igual que si se tratara de un quirk nuevo—. No en el sentido literal al menos, pero sí dejando claro que...
—... su cachorro lo es todo para él —suplió Kukawara—. Su imagen de alfa podría tener esa nueva cara en la que su persona privada se responsabiliza de su bebé como es debido. Más ahora que la prensa se ha volcado en su contra por lo peculiar de su relación, sería una buena estrategia dejar en claro que como alfa no deja nada a desear.
—Ew.
—Podría funcionar...
—¡Tienes que estar de broma! —Se enfrentó Katsuki a Izuku, pero éste desestimó sus protestas con un movimiento vago de su mano.
—Piénsalo, Kacchan. No se trataría de una recreación, sino que realmente serías tú con Mahoro en un día normal.
—Podría encargarme de que el teleobjetivo no interfiera con el momento —prometió Kukawara.
—Pero yo sabría que está ahí —rebatió Katsuki, todavía no del todo convencido—. Además, ¿qué haría exactamente?
—Ser el padre de Mahoro tal como lo eres ya, sin artificialidad —dijo Izuku con tal convicción al mirarlo a los ojos que Katsuki se sintió desarmado—. Nadie te obligará si no quieres, pero... Podría funcionar. Cualquiera que te viera con nuestra hija comprendería al instante lo buen padre y alfa que eres para ella, para nosotros —musitó lo último, y fue lo que Katsuki necesitó para romper sus barreras.
—Joder... Vale, lo haré —dijo Katsuki con fingido mal humor—, pero siempre y cuando esto no se salga de nuestras manos.
Con una resignación que sólo se equiparaba a su deseo de controlar la narrativa de corte negativo que rodeaba a Izuku después de su incidente con la anciana, el bolso y Mahoro llorando en la caja de arena, Katsuki acudió una tarde que la agencia le dio libre para tratar ese asunto con su bebé al parque y se olvidó de las supuestas cámaras que estaban enfocadas en ambos.
Consciente de que convencer a Katsuki le había tomado a Izuku un gran esfuerzo, Kukawara había delegado la tarea de tomar esas fotografías al mejor corresponsal con el que contaba la agencia, y éste se había valido de todas sus habilidades para apostarse en un edificio con buena vista del parque para retratar las diferentes escenas que Katsuki y Mahoro protagonizaron.
Sin Izuku a la vista porque él ya tendría por su cuenta una sesión similar, Katsuki arribó al parque con Mahoro en su carriola y al instante la dejó moverse libre por el área de juegos. Mahoro todavía estaba tanteando la fuerza de sus piernas, y más veces que no tras unos cuantos pasos se caía, pero eso no era motivo para llorar cuando Katsuki se plantaba a una corta distancia de ella y la animaba a continuar esforzándose.
Olvidando que tenía que seguir un guión que lo pintara como el padre del año, Katsuki actuó con Mahoro justo como él sabía hacer, alentándola a explorar el mundo que los rodeaba, limpiando sus ocasionales lágrimas y celebrando con ella sus logros. Y Mahoro le correspondió con la naturalidad que le caracterizaba al pedir de él mimos, atención y abrazos cuando estaba cansada.
Su día en el parque finalizó con ellos dos comiendo un helado, y fue justo esa imagen la que le dio vueltas a los medios cuando apenas unas horas después los encabezados a su favor dispararon su popularidad en las redes sociales con diferentes hashtags que se volvieron tendencia por todo Japón.
#GroundZero&BabyZero
#PadreDelAño
#DekuEsAfortunado
#BKDKforTheWin
#FamiliaDeHéroes
#WonderDuoEnAcción
#GroundZeroDILF
En lo personal, Katsuki ignoró dentro de lo posible aquel circo mediático y la vista de esas fotografías que en su opinión abarataban el valioso tiempo que había disfrutado en compañía de Mahoro, pero... No puso pegas cuando descubrió que Izuku ahora tenía una imagen de él y Mahoro comiendo helado en el parque como fondo de pantalla en su móvil.
—¿Y eso? —Le cuestionó ya de noche, ambos en la cama y listos para dormir.
—Es un recordatorio. No que necesite uno... —Dijo Izuku a través de un profundo bostezo—. Pero siempre es bueno tener en claro que no podría haber elegido a alguien mejor que tú.
—¿Hablas de mí como alfa o como padre?
—¿Y por qué no ambas? —Dijo Izuku, acurrucándose a su lado y cerrando los ojos.
Por delante quedaba todavía la mitad del camino, y pronto sería su turno para demostrar su valía como héroe, omega y madre.
/*/*/*/*
Notes:
Katsuki es un excelente padre, pero odia tener que probarlo frente al mundo. Y mañana le toca el turno a Izuku de hacer lo propio, así que esperen fluff~
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, cualquier comentario será siempre bien recibido :)
Chapter 23: 23.- Deku!Mommy.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
23.- Deku!Mommy.
A diferencia de Katsuki, Izuku no recibió más indicaciones de Kukawara que ‘sé tú mismo’ y ‘actúa natural’ como si con ello englobara la panacea a sus problemas cuando en realidad no podía quedarle ni más remotamente claro qué se esperaba de él.
—Odio admitirlo, pero esa mujer tiene razón —dijo Katsuki después de que la junta finalizó e Izuku le hizo saber que no tenía de lejos una mínima noción de lo que debía hacer—. Yo era un caso perdido, pero contigo al menos juegas con ventaja.
—¿Ventaja de qué, Kacchan? —Se exasperó Izuku—. Tú necesitabas aparentar, uhm, demostrar que eras un buen padre y lo conseguiste siguiendo sus indicaciones. ¿Qué tan complicado es trazar un plan así para mí?
—No funcionaría —dijo Katsuki—. Cuando sabes que te observan, tu nerviosismo te traiciona.
—Puedo fingir.
—Pfff. ¿Tú, fingir? En tus sueños, nerd. ¿Sabes cómo me di cuenta que habías descubierto tu regalo de cumpleaños la última vez? Porque no parabas de hacer alusiones y después te censurabas a ti mismo. Tienes la misma naturalidad que una anciana en patines.
—¿Y eso qué tiene de natural?
Katsuki resopló. —Justo ese es mi punto.
—Pero Kacchan...
—Soluciónalo por tu cuenta. Kukawara quiere de ti una narrativa positiva como héroe, omega y madre. ¿Qué tan difícil puede resultarte conseguirlo si ya lo eres?
—No lo sé, señor héroe, alfa y padre en uno —recalcó Izuku los mismos adjetivos pero adecuados a sus circunstancias—. Vale, que soy un héroe, y también omega y la madre de Mahoro, pero no sé qué más esperan de mí.
—Que seas tú mismo y actúes con naturalidad —le dijo Katsuki las mismas palabras que su publicista había esgrimido como esenciales para conseguir su objetivo—. El resto caerá por su propio peso.
Izuku suspiró con desgana. —Eso si no lo hago yo primero...
Con toda honestidad, Izuku no estaba seguro de qué era exactamente lo que esperaban de él. Vale, que Kukawara había mencionado un par de veces que sus niveles de aceptación como héroe entre el público habían sido en su mayor parte positivos durante sus primeros 2 años en la agencia. La gente lo reconocía por ser parte del equipo que había puesto fin a las fechorías de la Liga de los Villanos (sin enterarse que el rol principal había recaído sobre sus hombros porque él así lo había decidido) y lo saludaba en la calle durante sus patrullajes. Haberse graduado como uno de los primeros de su clase, además de tener una personalidad afable siempre había jugado a su favor, aunque en realidad nunca lo había tomado en consideración como puntos a favor o que sirvieran a un propósito específico.
—Eso es porque eres natural —le hizo saber Ochako ese mismo fin de semana cuando Izuku se reunió con ella en una cafetería a ponerse al día, y que hasta ella utilizara la misma expresión de su publicista le desalentó hasta lo más profundo del alma.
Con él traía a Mahoro, que en esos momentos dormitaba en su carriola mientras él y Ochako bebían té y compartían una gruesa rebanada de pastel de chocolate, y lo único que en verdad le apetecía era que alguien le diera la solución a sus problemas sin tantas vueltas o mensajes crípticos. Sólo un ‘haz el paso A, sigue con el B y termina con el C’. Simple y rápido, pero al parecer no era merecedor de ello.
—Tu problema es que le das demasiada importancia a lo superficial y pierdes de vista lo que en realidad es crucial —le hizo saber Ochako con una sonrisa enigmática—. Por ejemplo... Nadie en nuestro grupo ha tenido hijos salvo por Katsuki y tú, pero al menos en tu caso ha sido como una segunda naturaleza. Desde el inicio lo hiciste parecer tan fácil.
—Soy un omega, Ochako. Duh, ¿lo recuerdas?
—Ya, pero conozco a omegas sin instintos maternales que descuidan a sus cachorros. Ser madre no implica de buenas a primeras que amarás a tu bebé, y si lo sabré yo que he patrullado alrededor de las peores áreas de Musutafu.
—Eso es horrible.
—Es la realidad. No la tuya por lo menos... —Ochako depositó su taza de té sobre la mesa con un audible golpe que salpicó líquido—. Mira, lo que quiero decir es que no tienes que hacer nada diferente a lo que ya haces. Eres una madre excepcional, y cualquier que te conozca por más de unos segundos puede darse cuenta de lo mucho que adoras incondicionalmente a tu cachorro y a tu alfa.
—No tengo tiempo de conocer a cada persona que ahora mismo cree que ser omega y madre no es compatible con mi trabajo de héroe.
—Demuestra lo contrario —dijo Ochako—. Tus ratings como héroe nunca se vieron afectados. Vale, que trabajas más ahora que nunca tras un escritorio, pero tu índice de casos resueltos ha sido el más alto en tu carrera. Justo hace un par de semanas coincidí con Todoroki en un evento de gala para superhéroes y comentó admirado que has conseguido reducir a la mitad las locaciones de crimen organizado en 10 manzanas a la redonda de la agencia y que resolviste un par de casos que ya habían dado por perdidos.
—Eso es porque me aburro a montones en la oficina y obligado a estar en mi escritorio —masculló Izuku, acariciándose el vientre voluminoso que era la razón principal tras esa orden—. Y con tantos casos esperando una resolución... A veces falta tan sólo revisar a consciencia el expediente y dar con el culpable.
—Y esa es tu mejor carta de presentación como héroe. Al menos por ahora. El resto será demostrar que como omega y madre puedes compaginar tu vida con el trabajo de héroe.
Izuku suspiró. —Lo veo difícil. Nadie encuentra excitante pensar en su héroe favorito poniendo ropa en la lavadora o pasando la aspiradora.
—Yo que tú no estaría tan seguro. Hay celebridades que viven de publicaciones mucho más insípidas que esas, ¿sabes? —Ochako de pronto alzó las cejas, y dándose unos golpecitos en el mentón, preguntó—: ¿Todavía conservas tu cuenta de Instagram?
—Uhm, sí... —A Izuku de pronto le alertó la expresión intensa con la que Ochako le miraba—. ¿Por qué?
—Tengo un plan...
—Oh no, ¿tú también? Ya tengo suficiente con los de Kukawara.
—Ya, pero el mío es infalible. Y si todo falla, la próxima vez invito yo.
Con resignación, porque a fin de cuentas tenía poco que perder, Izuku accedió.
Resultó ser que el plan de Ochako tuvo una tasa de éxito mucha mayor a la que Izuku había pronosticado en un inicio. Y es que no era para menos cuando su amiga le recomendó borrar toda aquella fotografía que no quisiera compartir con sus fans antes de cambiar la privacidad de su cuenta de ‘amigos’ a ‘público’.
—Me juras que Bakugou no irá detrás de mí por esto, ¿correcto? —Confirmó Ochako con Izuku lo que mayor preocupación le producía de su plan, y éste le juró que intervendría antes de permitirle a su amante seguir ese camino—. Vale...
Armada con su teléfono en la mano, Ochako trató de hacer lo menos intrusiva su estancia en el hogar de Izuku al tomar fotografías aquí y allá mientras él alimentaba a Mahoro y después la cargaba en brazos hasta conseguir que se durmiera.
—Esto es tan bobo —se lamentó Izuku en voz baja al escuchar el clic de otra fotografía más y Ochako lo mandó callar.
—Shhh, están saliendo bien. Quita esa actitud y olvida que estoy aquí.
Izuku hizo lo posible por seguir sus instrucciones, y fue así como Ochako obtuvo unas excelentes tomas de él llevando a Mahoro a su cuna y cubriéndola con una suave manta hasta el pecho.
Con Mahoro dormida, Izuku cumplió con las instrucciones de Ochako para preparar un simple postre horneado, y capturó el momento preciso en que Bakugou volvió a la casa, y sin prestar mucha atención a la compañía, le plantó un pellizco a Izuku en el trasero cuando éste se inclinó frente al horno.
—¡Kacchan! —Se sobresaltó Izuku—. Tenemos visitas, caray. Compórtate.
Katsuki miró por encima de su hombro al otro lado de la barra. —Pero si sólo es la Cara Redonda.
—Tú también puedes llamarme Ochako, Bakugou.
—Paso. —Katsuki olfateó la tarta que Izuku había sacado del horno y que colocó sobre una parrilla de enfriamiento—. ¿De qué es?
—Moras ácidas. Con la mitad de azúcar que marca la receta —dijo Izuku con una sonrisa—, justo como te gusta.
—Mmm, suena rico.
Disimulando lo mejor posible estar absorta con su móvil, Ochako se giró a medias para darles la espalda y privacidad en su cocina, y con ello consiguió una serie de fotografías que cuando más tarde envió a Izuku se convirtieron en sus favoritas.
IM: ¿Estás segura que es prudente publicar esto en Instagram?
OU: ¡Claro!
OU: Si tienes dudas consúltalo con tu publicista, pero estoy segura que serán un éxito rotundo.
OU: En realidad deberías tener a alguien encargado de manejar tus redes sociales, pero por ahora bastará con que lo hagas tú.
OU: Y no olvides, hazlo como si lo compartieras con familia y amigos pero permite que el público lo vea.
OU: Confía en mí. Te adorarán a ti y a Mahoro :)
Izuku resopló mientras elegía una de las varias docenas de fotografías que Ochako le había enviado, y todavía nervioso de lo que estaba por hacer, lo consultó con Katsuki.
—Uhm, ¿Kacchan?
—¿Qué nerd?
En la cama, listos para dormir, era Katsuki quien tenía entre manos un libro y las gafas de lectura puestas sobre el puente de su nariz.
—Sé que no hemos hablado antes de esto, pero... ¿Importaría su comparto una fotografía mía con Mahoro en Instagram?
—¿Eh? —Katsuki bajó su libro y se giró hacia él—. ¿Por qué me lo preguntas? No es como si me importe que todas las chicas de nuestra clase de pronto digan que quieren tener un bebé por igual.
—Ya, pero... Cambié la privacidad de mi cuenta a pública y... Ochako cree que será buena publicidad. Por descontado que Kukawara pensará lo mismo, pero... Estoy nervioso.
—¿Por los pervertidos que ahora verán fotos de nuestra hija?
Izuku se horrorizó, y con una mueca estuvo a punto de borrar la publicación cuando Katsuki lo detuvo.
—Hey, nerd. Tranquilo. Era una broma, joder. Y detesto admitirlo, pero creo que la Cara Redonda tiene algo de razón. —Una pausa—. Son fotografías decentes, ¿correcto?
—Velas por ti mismo —le dijo Izuku al entregarle su móvil, y hasta Katsuki tuvo que admitir que eran de buen gusto, porque Ochako había cuidado en todo momento que el rostro de Mahoro no apareciera en primer plano o de manera tan reconocible como para resultar un problema.
En la mayoría, eran Izuku y su bebé disfrutando de su vínculo especial, y al devolverme el móvil Katsuki dijo en voz baja que valía la pena intentarlo.
Con una exhalación, Izuku presionó el botón de compartir, y del resto se encargó su fiel fanbase.
[Izuku de pie y con Mahoro en brazos. La bebé tiene su rostro escondido sobre su cuello, y la sonrisa de Izuku es tenue pero sincera.
DekuMidoriya Nada como el puré de plátano como para conseguir que duerma la siesta.]
El primer like fue de Yaoyorozu, pero el segundo fue de un usuario al que Izuku no seguía, y los siguientes 1000 siguieron esa pauta. El resto fueron demasiados para contarlos, pero a Izuku sólo le importó la sección de comentarios, que de pronto se llenó con buenos deseos, halagos y emojis que interpretó como buenos.
Quizá, sólo quizá, Ochako había dado en el clavo con su plan.
/*/*/*/*
Notes:
Tsk, perdón por el retraso, pero... La vida.
Izuku es más natural que Katsuki frente a las cámaras, y apuesten a lo que quieran que es natural cuando se olvida de todo menos Mahoro :)
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, cualquier comentario es siempre bien recibido~
Chapter 24: 24.- Daddies on TV.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
24.- Daddies on TV.
Para mayo, Izuku estaba de 7 meses y su cuenta de Instagram estaba en el top 10 de héroes con mayor número de fans en Japón.
—Es una lástima que en la Hero Billboard Chart JP todavía estés 5 lugares por debajo del mío, nerd —le chanceó Katsuki, que categóricamente se había rehusado a la sugerencia de Kukawara para hacer lo mismo y competir con su propia cuenta.
En su opinión, bastaba y sobraba que de vez en cuando Izuku subiera alguna fotografía o video de él interactuando con Mahoro. En un inicio, Katsuki se había negado a participar en aquella charada e Izuku no había insistido en lo absoluto, pero luego de reunirse con Kirishima y el resto de la autonombrada Bakusquad para una salida a beber a un izakaya, su amigo le había comentado que las últimas encuestas habían demostrado que su personalidad inaccesible lentamente estaba cambiando hacia un héroe en quien se podía confiar y que tenía su instinto paterno justo en el punto exacto.
Así que Katsuki no había puesto pegas cuando Izuku capturó el momento exacto en que Katsuki se acostó en el sofá a ver las noticias y Mahoro caminó hasta él e intentó subirse para acompañarlo. Por si sola, esa fotografía rompió el record de likes en lo que iba del año, y le dio la vuelta al mundo como el prototipo de que ser héroes y compaginarlos con una familia era posible.
A Katsuki en realidad no le importaba demasiado su recién descubierta popularidad en las redes sociales. Salvo por un par de publicaciones a la semana, Izuku no sacaba su móvil o interrumpía su vida cotidiana en búsqueda del mejor ángulo, y el resto del tiempo continuaba siendo la mejor madre posible para Mahoro.
Tras el incidente con la anciana en el parque, las aguas poco a poco habían vuelto a su cauce, y Katsuki se había confiado que después de la intervención del equipo de publicidad en la agencia y ahora que el público volvía a estar de su lado su trabajo como héroe regresaría a ser lo que era antes, pero claro, eso era exceso de optimismo de su parte y Kukawara les tenía reservados algo peor.
—¿Qué demonios significa eso de que estaremos en vivo por televisión? —Gruñó Katsuki al teléfono apenas Kukawara les envió por correo a él y a Izuku la información pertinente.
Katsuki era del tipo que día y noche se mantenía alerta a cualquier llamado de la agencia porque nunca se sabía cuándo una horda de villanos quería destruir Japón hasta los cimientos, pero esa mañana que tanto él como Izuku tenían libre se fue directamente al garete no por un aviso similar, sino por un correo de parte de su publicista en la que les informó que tendrían también libre el siguiente día porque se había confirmado su participación en un show de amenidades.
—Pásame a Midoriya —pidió Kukawara sin inmutarse, más que habituada al carácter explosivo del héroe Ground Zero con el que lidiaba al menos una vez por semana.
Intercambiando con Izuku el móvil por Mahoro, Katsuki escuchó impaciente la mitad de la conversación en la que el nerd sólo dijo frases como ‘sí’, ‘ya veo’ y ‘entiendo’ como si estuviera dando su brazo a torcer antes siquiera de intentar zafarse de aquel compromiso.
Atenta a la expresión de su rostro, Mahoro le tocó la cara con su manita justo en medio de la frente, y Katsuki destensó los músculos que había contraído como si se preparara para una pelea.
—¿Abuwabab? —Inquirió Mahoro en su lenguaje de bebé, y a pesar de que sentía que ni de broma podría jamás declarar que era una traducción literal, Katsuki le respondió.
—Estoy bien, Maho-chan. Papá no está enojado contigo, ¿ves? —Se forzó Katsuki a sonreír no con su propia sonrisa, sino remedando una del idiota de Todoroki que en el pasado le había funcionado—. Es sólo que a veces los adultos tenemos que lidiar con otros adultos cuya capacidad cerebral es mínima y es frustrante, pero ya lo descubrirás por tu cuenta cuando seas mayor.
—Dawabu —dijo Mahoro, y Katsuki se contentó con abrazarla con más fuerza contra su pecho e intercambiar con ella esencias.
Izuku todavía habló por teléfono por casi 10 minutos más, y para entonces Katsuki había dejado a Mahoro en el suelo para que jugara con su última obsesión: Un tren de madera cuyas ruedas giraban formando una melodía de cuna.
—¿Y bien? —Preguntó Katsuki con desasosiego, e Izuku confirmó su peor terror.
—Kukawara apalabró nuestra aparición en un programa matutino de televisión.
—¡Al carajo! No vayamos.
Izuku suspiró. —No es tan simple como sólo no ir.
—¿De qué hablas? No es como si no pudiéramos ‘encontrar’ —enfatizó con comillas en el aire— una situación peligrosa con algún villano y que requiera de nuestra cooperación. Para efectos prácticos, yo golpearé a los villanos mientras tú te encargas del rescate y la evacuación. Seguro que así nos ganaríamos más puntos que tratando de jugar a las celebridades de pacotilla.
—Imposible. Kukawara organizó que unos internos nos lleven en automóvil, así que a menos que de pronto estalle una batalla campal en pleno centro de Musutafu estamos obligados a entrar al estudio y...
—¿Y? —Presionó Katsuki por más.
Izuku se encogió de hombros con desgana. —Francamente no lo sé. Sus instrucciones fueron que estuviéramos puntuales, que lleváramos a Mahoro, y que fluyéramos no como personas sino como familia.
—¡Carajo! ¿Y eso qué mierda significa? —Gruñó Katsuki, y por una vez Izuku no le riñó por su elección de lenguaje.
Claro quedó entre ambos que su publicista podía ser brillante, pero que también a veces podía ser tan críptica que les hacía doler la cabeza con sus estrategias.
—¡Chicos, que gusto verlos aquí! —Dijo una voz que en un principio Katsuki creyó que provenía de ningún lado en particular y se trataba de una broma, pero Izuku se giró hacia su derecha, y con mejor memoria que él por el tiempo que habían pasado en U.A. saludó a Tôru Hagakure. Alias la chica invisible por la que Katsuki jamás había sentido ningún interés durante sus 3 años de preparatoria para convertirse en héroes.
Con Mahoro en un brazo y la pañalera colgando de otro, Katsuki dejó que fuera Izuku quien se pusiera al día con su vieja compañera de clase mientras él examinaba el estudio de televisión en el que ese día participarían en un segmento de entrevista, al parecer hablando un poco de cómo compaginaban las 2 facetas de su vida en una y aclarar cierto malentendido respecto al estatus de su relación.
Kukawara había estado con ellos en el trayecto hacia el estudio de televisión y había hecho hincapié en ser ellos mismos y no tomar demasiado en cuenta la cámara. No en balde había elegido ese show matutino porque era aquel en el que su excompañera de clase trabajaba, y por primera vez la conversación entre ésta e Izuku despertó la atención de Katsuki cuando Hagakure explicó que en un principio había trabajado como guardaespaldas de una de las estrellas de otro show y que por su cuenta había tenido la oportunidad de participar frente a la pantalla por mera casualidad y a los ejecutivos les había encantado su desempeño.
Casi 2 años después tenía su propio show, y había sido de su cuenta propia que saliera la invitación para tener a Izuku y a Katsuki en su programa en un entorno de mayor intimidad que si se tratara de cualquier otro anfitrión.
A Katsuki no dejaba de parecerle irónico que fuera precisamente Hagakure la estrella en ascenso de la barra matutina de shows cuando después de todos esos años todavía no tenía ni la menor idea de cuál era su aspecto, pero al parecer en eso radicaba su encanto, pues se valía de su carisma para atrapar la atención del público y era reconocida como una celebridad menor capaz de guiar hacia buen puerto la narrativa de cualquiera que pasara por su set.
Al menos Kukawara había elegido bien, y Katsuki se sintió más a sus anchas cuando luego de unos minutos de ponerse al día con Izuku, Hagakure los llevó a su propio camerino y les prometió enviar a las chicas de vestuario y maquillaje para que los prepararan.
—Y una mierda, no usaré maquillaje —gruñó Katsuki, y Hagakure no se lo tomó a mal.
—Tendrás que hacerlo para no verte gris en la pantalla. Además, no es nada extremo. Sólo un polvo para matizar la grasa y el sudor.
—¡El jodido sudor es mi quirk, chica invisible! —Replicó Katsuki, y en su brazo registró un golpe juguetón.
—Te lo encargo, Midoriya —dijo Hagakure a Izuku, y éste prometió poner a Katsuki en regla.
Katsuki habría querido mantener su negativa hasta el final para participar en aquel circo, pero ni un par de minutos después su camerino se llenó con un grupo de personas que trabajando con habilidad y en coordinación los separaron en 3 grupos bien definidos.
Izuku se mostró aprensivo por tener que dejar a Mahoro al cuidado de 2 chicas que elegían en esos momentos entre media docena de cambios de ropa, pero pronto tuvo que centrarse en sí mismo cuando él tuvo delante una cantidad todavía mayor de opciones para vestirse. Katsuki tampoco se quedó atrás, y pronto comenzaron con los preparativos para salir al aire.
A favor de la televisora Katsuki al menos tuvo la tranquilidad de que Mahoro estaba en buenas manos y las personas encargadas de él e Izuku tomaron en cuenta su opinión vetando colores o ciertas prendas. Izuku fue el primero en quedar listo con un atuendo casual pero a la vez moderno que hacía resaltar sus músculos mucho más de lo que sus prendas holgadas y deportivas hacían con normalidad. El corte era especialmente diseñado para omegas, y hasta Katsuki tuvo que reconocer que se veía increíble.
Él por su cuenta vistió con pantalones de vestir y una camisa que por insistencia suya se arremangó por encima de los codos y que las chicas de vestuario catalogaron como buena idea antes de ofrecerle un chaleco en vibrante color rojo que combinaba con sus ojos.
Para Mahoro escogieron un vestuario que combinaba con los colores del de ambos padres, e Izuku sacó su móvil y tomó un par de fotografías con ella sonriendo a la cámara.
—Oh, olvidé preguntarlo: ¿Puedo compartirlas?
—Por supuesto, Deku-san. Y no olvide utilizar su propio hashtag del show: #WonderDuoEnStealthShow.
Con 5 minutos de tranquilidad antes de tener que salir al plató, Katsuki se sentó en un sofá y agachando la cabeza entrelazó las manos sobre su nuca.
—¿Nervioso?
—... un poco.
—Estaremos bien, Kacchan —dijo Izuku al posicionarse frente a él, y despacio levantó Katsuki la cabeza.
—Lo dices demasiado convencido de ti mismo, y claramente recuerdo lo rígido que estabas durante tu primera entrevista.
—Seh, Kirishima pensó que estaba imitando su quirk —sonrió Izuku al recordarlo—, pero he mejorado. Ambos lo hemos hecho.
—Ya.
—Lo digo en serio. Estoy seguro que esta vez no harás explotar los micrófonos que te acerquen al rostro.
—Argh. —Katsuki hizo una mueca—. Una vez, sólo una vez hice eso y me lo recordarán hasta el fin de mis días...
—¿Sólo una? Mmm, yo puedo recordar al menos 3 ocasiones diferentes cuando-... ¡Oh!
Tirando de Izuku, Katsuki lo hizo sentarse en sus piernas, y éste no perdió tiempo en rodearle los hombros con sus brazos y acercar sus rostros hasta que la punta de sus narices se tocaron.
—Si me besas, arruinarás el maquillaje.
—No me importa, nerd.
—Uh-uh... —Confirmó Izuku que a él tampoco, y al menos por unos cuantos minutos, compartieron de ese ritual tranquilizante entre ellos antes de salir en vivo.
A consideración de Katsuki, la estrella de la entrevista fue Hagakure guiando las preguntas que les realizaba hacia derroteros favorables para ellos. En ningún momento se inmiscuyó en asuntos que Katsuki se habría negado a responder por principios, fue graciosa, los hizo participar a su manera, y en general fue una anfitriona educada que incluso consiguió arrancarle un par de comentarios ingeniosos, ninguna palabrota, y que se ganó a Mahoro con 2 peluches de Ground Zero y Deku que el staff había preparado para ella.
Horas después, Katsuki revisó por su cuenta la transmisión en línea del show, y se prometió a sí mismo que sin falta le enviaría flores a Hagakure por el favor que les había hecho, porque apenas terminar con el programa Kukawara había llamado para hacerles saber que eran tendencia en Japón con 8 de los 10 hashtags disponibles, y que en absolutamente todos ellos eran las estrellas.
—Y si me lo preguntas —dijo Izuku entrando a su habitación luego de salir de la ducha y revisado que Mahoro continuara durmiendo en su cuna—, la fama está bien, pero prefiero mi trabajo como héroe.
—¿Qué, cero ofertas para co-protagonizar con Hagakure en su show? —Le chanceó Katsuki desde la cama, dejando su móvil sobre la mesita de noche y levantando las mantas para que Izuku se metiera con él.
—No bromees con eso. Estar en el ojo público es divertido, pero prefiero el anonimato.
—Mmm, tan sólo esperemos que eso sea una posibilidad después de que nazca el bebé #2 y el interés el público por nuestra familia crezca de manera exponencial.
—Jo, espero que no.
—Esperemos que no —confirmó Katsuki, agradecido de que Izuku se acostó dándole la espalda y con insistencia le tomó del brazo y se rodeó con él su abultado vientre de 7 meses.
De momento y al menos por ahora, Katsuki no podía pedir nada más.
Era feliz.
/*/*/*/*
Notes:
Jo, de nuevo una enorme disculpa por el retraso. Trabajé casi 14 horas y necesité otra más para bañarme y beber un té verde doble que me mantuviera despierta mientras escribía. Espero que el resultado final no falle al prompt del día. Siempre pensé que poner a la chica invisible de la clase como host de un programa televisivo era un chiste malo, pero hey, imposible de resistir.
Graxie por leer~!
p.d. Y como siempre, los comentarios son siempre bien recibidos :)
Chapter 25: 25.- Flowers crown.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
25.- Flowers crown.
Con la mano en el corazón y jurando por sus cachorros, Izuku podía afirmarle a cualquiera que quisiera escucharlo que no había tenido ni idea de cuáles eran los planes de Katsuki previos al discreto e íntimo evento que éste organizó en su honor, y que de lleno le resultó como la mejor sorpresa que alguna vez hubiera recibido.
Claro que hubo señales, e Izuku se percató de ellas, pero ni por asomo resultó ser lo que él esperaba. Con 8 meses de embarazo y a punto de entrar en baja por maternidad una vez que le resultara imposible sentarse en su escritorio de la agencia, Izuku había estado al tanto del murmullo de voces que le rodeaba y que callaban cuando él entraba a la habitación. También las miradas que poco contenían la emoción, así que supuso que se trataba nuevamente de un baby shower y se preguntó si no sería lo prudente pedir que le regalaran sólo pañales (siempre indispensables con un recién nacido que podía mojar hasta 10 en el transcurso del día) y prescindieran de la ropa (que en menos de un mes quedaría inservible por la talla), pero al final su educación imperó para evitarlo.
En su lugar aguardó Izuku el momento en que Katsuki, o quizá Ochako le invitarían a salir a algún sitio en apariencia normal y en su lugar lo llevarían al lugar en el que se celebraría la fiesta y él tendría que colocarse su mejor máscara de asombro para no arruinar el momento que con tanto cuidado habían planeado para él. Habría regalos, sería una reunión en la que convergerían familia, amigos y hasta colegas de la agencia, y que terminaría con él cansado y puede que hasta un poco agobiado por ser el centro de atención, pero a la que Izuku estaba resignado a asistir porque era como marcaba la tradición y deseaba demostrarse a sí mismo que podía disfrutar las partes a las que su sexo secundario lo hacía vulnerable.
Con ello en mente, Izuku llegó hasta finales de mayo con una enorme barriga al frente (menos redondeada que la que había tenido con Mahoro, pero en su última consulta había corroborado que estaba 3kg por encima del peso en el mismo periodo de la vez anterior), los tobillos inflamados y una fuerte tentación a dedicar su día libre a quedarse en cama y holgazanear.
Izuku estaba seguro que si se lo pedía Katsuki se encargaría del cuidado de Mahoro por un par de horas, pero éste lo comunicó que sus padres habían pasado por ella temprano y la tendrían hasta la tarde.
—¿Empacaste su-...?
—Claro —dijo Katsuki sin siquiera escuchar a qué se refería Izuku—. ¿Por quién me tomas, nerd? También es mi hija y sé cuidarla tan bien como tú lo harías.
Entrando a su alcoba, Katsuki abrió de golpe las cortinas y dejó entrar la luz de mediados de primavera, que cálida hizo contraste con el interior frío gracias al aire acondicionado. Por la época se suponía que bastaría con abrir la ventana para dormir cómodos y sin problemas, pero Izuku apenas toleraba el calor en ese trimestre, y a diario se quejó de sufrir sofocos hasta que Katsuki mandó instalar una unidad de aire acondicionado en su recámara.
—Hora de levantarse —dijo Katsuki al sentarse a la orilla de la cama y acariciar el muslo desnudo de Izuku que se asomaba bajo las sábanas—. Hoy es el gran día.
Izuku se estiró levantando los brazos y extendiéndolos lo más posible. —¿Era tu plan arruinar la sorpresa? —Bromeó con Katsuki, y éste exhaló un bufido a través de la nariz.
—Así que lo notaste.
—Por supuesto. Aunque di por sentado que sería Uraraka quien de pronto viniera por mí e insistiera ir a un sitio nuevo a tomar café.
—Nah, la Cara Redonda quería hacerlo, pero me pareció una idiotez.
—Supongo que es también por eso que tus padres se llevaron a Mahoro.
—Exacto —respondió Katsuki, subiendo con sus dedos cada vez más en el muslo de Izuku hasta que éste tembló bajo su contacto.
—No tenemos tiempo, Kacchan... ¿O sí? —Una pausa—. ¿A qué horas empieza?
—A la 1. —Katsuki le miró con las pupilas dilatadas, y deliberadamente se pasó la punta de la lengua por la esquina del labio inferior—. ¿Quieres?
Con una propuesta que no necesitaba verbalizarse demasiado entre ellos porque la atracción seguía intacta, Izuku curvó su dedo índice y realizó movimientos que dejaban bien en claro sus intenciones: ‘Ven’.
Porque si lo quieres, lo buscaras.
Y metiéndose con él a la cama, Katsuki lo encontró.
Porque preferían no vivir una repetición como la ocurrida durante el nacimiento de Mahoro, Katsuki posicionó a Izuku sobre un montículo de almohadas y con mucho cuidado lo penetró desde atrás, trabajando el ritmo de sus caderas con interés absoluto en el placer de su acompañante, que no tardó en jadear con esfuerzo y murmurar su nombre con los labios entreabiertos.
—Kacchan... ¡Oh, Kacchan!
—¿Te gusta, nerd? —Katsuki apretó el agarre que tenía sobre sus caderas, y su siguiente embestida fue profunda—. ¿Uh, es esto lo que querías?
Izuku arqueó la espalda, y no muchos minutos después se corrió sobre la toalla que Katsuki había puesto abajo para ahorrarse estropicios.
Más sensible que nunca gracias a las hormonas del embarazo, Izuku alcanzó su orgasmo con mucha más rapidez que Katsuki, quien salió de su cuerpo y contemplando la gloriosa vista de su cuerpo desnudo se masturbó con rapidez rozando con su glande el espacio entre sus nalgas.
Todavía luchando por recuperar el aliento, Izuku hizo su única petición. —Sobre mi espalda...
Y Katsuki lo cumplió eyaculando sobre su cuerpo en 3 potentes chorros que perlaron su piel marcada por el contorno de sus dedos.
Luego con cuidado de no aplastarlo, se recostó a medias sobre él, besándolo sin parar en el rostro y demostrando a su manera (con acciones y no palabras) cuanto lo amaba.
Izuku se metió a la ducha con las piernas todavía débiles debido a la intensidad de su orgasmo, pero consiguió estar limpio a tiempo para que Katsuki pasara a su lado todavía desnudo y de pasada le plantara una suave nalgada juguetona en su glúteo izquierdo.
—¡Ach, Kacchan!
—Sabes que te gusta cuando hago eso.
—En la cama, no cuando recién salgo de la regadera —resopló éste examinándose con ojo crítico y algo de dificultad en el espejo mientras se secaba el cabello.
El embarazo había obrado maravillas en Izuku como en cualquier otro omega, con una piel tersa en la que se podían ver hoyuelos gracias a su ganancia de peso, además de esa luminosidad que las ancianas solían clasificar como señal inequívoca de que un omega estaba esperando un cachorro. Fuera o no cierto y que eso fuera lo que Ochako viera en Izuku incluso antes de que éste estuviera consciente de su embarazo con Mahoro, lo cierto es que ahora podía apreciarlo y le gustaba lo que veía. Kilos de más o no alrededor de la cintura.
—Te dejé la ropa en la cama —le indicó Katsuki tras la puerta acristalada de su ducha.
—¿Uh? ¿Cuál ropa?
—Mis viejos insistieron en diseñar para nosotros un cambio ropa para hoy —dijo Katsuki con una voz falsamente tranquila—. No estás obligado a utilizarla. A mí también me pareció una ridiculez, pero... Ya sabes cómo pueden ser. Se toman muy en serio su trabajo en la moda. Mamá insistió sin aceptar un no, y papá...
—Oh. —Secándose despacio el cuerpo, Izuku asintió para sí—. La usaré.
—No tienes que hacerlo si no quieres.
—Pero quiero hacerlo, Kacchan. Es importante para tus padres, ¿no? Pues lo haré.
Saliendo del baño, Izuku creyó escuchar de Katsuki un quedo ‘gracias’ pero igual la acústica del baño lo confundió, así que se dirigió a su dormitorio, y de pronto sin comprender qué tenía frente a él se tiró del lóbulo unos segundos antes de decidir que definitivamente las nuevas tendencias en moda se le escapaban, pero que confiaba lo suficiente en los padres de Katsuki, diseñadores por excelencia, para vestirlo a él y a Katsuki en esa fiesta.
Para cuando Katsuki salió de la ducha con la toalla colgando peligrosamente baja de sus caderas, Izuku ya había terminado de vestirse, y aguardó a que éste emitiera su opinión.
—Oh, wow... Te ves...
—¿Mal? —Intentó Izuku bromear, pues se sentía fuera de su elemento con suaves pantalones de tela elástica negra que se ceñían a sus piernas como una segunda piel y una simple túnica que se abotonaba al frente y podía ajustarse a las formas redondeadas de su estómago y le llegaba casi hasta las caderas.
—No. Lo opuesto a eso —dijo Katsuki, que se colocó detrás de él y le ayudó con un discreto lazo que era parte del diseño y se anudaba para impedir que la tela abultara más de lo necesario—. También incluyeron zapatos.
—Los vi, pero tendrás que ayudarme a anudármelos. Hace semanas que no me veo los pies, y temo que si me inclino acabaré rodando.
—Hecho, nerd.
Katsuki no se demoró en vestirse, y con pantalones que por una vez se ajustaban a su cintura en lugar de caerle a media cadera y una camisa que requirió el uso de gemelos en los puños, le dio el toque final con una corbata de mariposa que Izuku encantado le acomodó.
—Los fans estarán encantados si nos ven vestidos así —dijo Izuku con una sonrisa fácil, y porque ya estaba habituado a los requerimientos de publicidad a los que estaban sujetos para tener un poco de más, Katsuki rió entre dientes.
—Puedes apostar que sí...
Un automóvil pasó por ellos, y aunque en un inicio Izuku encontró extraño que no hubieran llamado un taxi, no pudo quejarse cuando el espacio que tenía al frente fue suficiente para estirar las piernas sin que sus pobres tobillos sufrieran más.
Izuku recargó su cabeza en el hombro de Katsuki mientras el taxista escuchaba en la radio una estación pop que hacía buen ruido de fondo, y durante el trayecto no pensó nada más que en lo bien que intentaría pasarla con comida, juegos y charla amena rodeado de quienes lo apreciaban. Izuku ya podía imaginarse la pila de regalos que su cachorro recibiría, y por inercia se acarició el vientre y dejó que Katsuki hiciera lo propio unos segundos después.
—¿Nervioso? —Preguntó Katsuki, e Izuku lo negó, girando el rostro y rozando con su nariz la piel de su cuello.
—En lo absoluto. Ah, y hueles delicioso.
—Lo mismo puedo decir de ti, nerd.
Izuku se distrajo lo suficiente como para obviar a dónde se dirigían, así que sus ojos se desencajaron un poco cuando al llegar a su destino quedaron en la acera justo frente al hotel más exclusivo de Musutafu. Un sitio que en decoración y estilo se comparaba a otros de clase internacional, y sólo la mano de Katsuki entrelazando sus dedos con la suya y tirando de él lo convenció de avanzar sus primeros pasos.
—Uh...
—¿Te estás echando para atrás? —Inquirió éste con la mandíbula apretada, e Izuku percibió el sudor de su mano.
—¿Qué? ¡No! Qué tontería —intentó aligerar la tensión con una sonrisa—. Es sólo que me pareció un sitio demasiado exclusivo para una fiesta como la nuestra.
—No creerías que haríamos esto en la izakaya como la última vez... Esto es importante.
—Uhm, supongo —murmuró Izuku, que no veía gran diferencia entre su anterior embarazo y éste, pero tampoco quería crear gran conflicto—. Entremos.
Excepto que el conflicto lo buscó a él cuando apenas entrar al hotel Ochako acudió a su lado vestida con un vestido formal sobre las rodillas y lo rodeó con un abrazo.
—¡Oh, Izuku! Estoy tan contenta por ti.
—Erm... ¿Gracias?
—Los demás ya están esperando por ustedes. Bakugou, a ti te buscan allá —le indicó Ochako al alfa, y éste se despidió momentáneamente de Izuku para ordenar unos asuntos.
Siguiendo a Ochako a una de las salas privadas del hotel, Izuku de pronto se sintió completamente fuera de su elemento cuando descubrió a un buen número de personas que conocía vestidas de manera mucho más elegante que en el último baby shower, y una chispa de desconexión saltó en su cerebro alertándolo de que algo no marchaba como él esperaba.
—¿Qué-...? —Intentó formular, pero a su alrededor se congregaron las demás chicas de su clase en U.A., y fue Ashido de entre todas la que decoró su cabeza con una corona de flores.
—Sé que no es lo tradicional, pero Katsuki estuvo de acuerdo —dijo Ashido, dándole unos toques a su cabello—. De hecho fue él quien eligió las flores, y debo decir que tiene buen gusto aunque se niegue a reconocerlo.
Izuku aceptó posar para una foto de Ochako, y ésta se la envió a su móvil con un guiño. —Quizá tus seguidores adoren ver esto. Aunque a puesto que más de uno le va a dar un ataque de celos.
Parpadeando en confusión, Izuku igual publicó la imagen sin escribir una descripción, y se guardó el móvil en silencio para ignorar las notificaciones.
A su alrededor, las personas se acercaban a felicitarlo y a mencionar lo bien que se veía, pero... Algo no encajaba del todo. La vez anterior habían tocado más su vientre e ignorado su presencia, y ahora era al revés, así que Izuku entrelazó sus manos por debajo de la barriga y buscó con la mirada a Katsuki.
—Tranquilo, está con Kirishima —le hizo saber Ashido.
—Tal vez debería ir a buscarlo...
—Nah, quédate —dijo Asui—. Es de mala suerte para el novio ver a su pareja antes de la boda, kero.
—¿La... boda? —Consiguió Izuku articular antes de que de pronto todo tuviera sentido.
La ropa. El salón. Los invitados. Y de la nada, la marcha nupcial en piano desde un rincón.
Izuku se paralizó cuando las luces se apagaron, y una luz cayó sobre él convirtiéndolo en el centro de atención por un segundo, hasta que la voz de Katsuki en la oscuridad rezongó.
—¡Con un carajo, dije que sin cursilerías!
—¡Izuku merece más que tu ceremonia insípida, maldito mocos!
—¡Esa es nuestra decisión, maldita vieja!
Incapaz de mantener el rostro inamovible, Izuku se cubrió la boca y trató opacar las risotadas histéricas que le brotaban desde la garganta por lo absurdo de la situación, y lo consiguió en parte hasta que de entre el público Katsuki llegó a su lado y le sujetó por la mano libre.
—Lo siento, esto no salió como planeaba.
—Dímelo a mí —respondió Izuku—. ¿En verdad ésta es nuestra boda?
Katsuki le miró con desconcierto. —¿Acaso lo dudas? —Una pausa—. Espera...
—Pensé que veníamos a un baby shower y... Da igual.
—No, no da igual —dijo Katsuki en voz baja—. Pensé que ya lo habías descubierto y estabas de acuerdo, y...
—Pero lo estoy —dijo Izuku con firmeza—. Hace menos de un minuto que sé que es nuestra boda y... quiero hacerlo.
—Izuku...
—Vamos, Katsuki... ¿O es que ahora eres tú el que está teniendo dudas?
—¡Jamás! —Declaró éste, y rodeando a Izuku le inclinó un poco sobre su espalda y lo besó con apasionamiento.
A unos metros de ellos, Mitsuki rezongó que todavía debían esperar a la ceremonia para besarse, pero poco les importó guardar el decoro cuando con su esposo esperaba Mahoro e Izuku tenía en el estómago la prueba de que su amor por Katsuki tenía su propio tipo de consecuencias.
Absortos en el beso y sin tomar en consideración que eran el foco de atención, posaron sin importarles mucho los flashes de las cámaras y que esa pose suya se convirtiera en icónica y rompiera récords en redes sociales con las novias de ese año siguiente imitando sin parar la simple corona de flores que Izuku llevaba sobre la cabeza y que permaneció en su sitio a pesar del ángulo de su beso.
Pero eso, lo sabrían hasta después de terminada la boda.
/*/*/*/*
Notes:
Casi desde que vi la lista de prompts me imeginé a Izuku con una corona de flores el día de su boda. Obvio que el muy idiota iba a pensar que era otro tipo de fiesta, pero Izuku es de los que sabe lo que quiere y por eso pasó de 'Ah, nomames, ¿qué no era el baby-shower?' a 'Pues ni pex, ahora soy la novia y háganse a un lado que voy a lanzar el ramo' XD
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, los comentarios son bien recibidos :)
Chapter 26: 26.- Surprise on the way.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
26.- Surprise on the way.
Después de la boda, ni Katsuki o Izuku habían tenido prisa por cumplir con los rituales propios que le correspondían. En gran parte porque a su parecer no tenían mucho sentido cuando ya vivían juntos y tenían un cachorro en casa y otro en camino, pero su grupo de amigos les impidió dejar pasar el feliz momento de manera tan anticlimática, así que de regalo les hicieron entrega de 2 boletos para un exclusivo onsen a un par de horas de Musutafu junto con indicaciones de pasar la mejor luna de miel posible.
En sí y como regalo, el obsequio de sus amigos había resultado mucho más agradable de lo que Katsuki podía darles crédito, en gran medida porque igual y sí les vendrían bien esos 3 días y 2 noches de reserva para relajarse, reponer horas de sueño, y si el humor lo permitía, quizá hasta hacer el amor un par de veces sin tener constantemente el miedo de que un gemido más alto que los demás o un rechinar de su cama alertara a Mahoro y la hiciera despertar en llanto.
Izuku había coincidido con él que aquel era un buen regalo y que debían darle uso lo antes posible, pero tras la boda y retomando su rutina de siempre, fue como si el destino se empeñara en impedírselos.
Ahí donde Izuku entró de baja materna porque ya estaba de 8 meses y su doctora le había aconsejado reducir su ritmo y evitar cualquier dosis de estrés por mínima que fuera, Katsuki en cambio tuvo que lidiar con las semanas más extenuantes de su año al participar en 3 redadas consecutivas en distintas partes de Japón para lidiar con un grupo de villanos cuyo único objetivo era la desestabilización del gobierno japonés por medio del asesinato de sus dirigentes.
En un operativo en conjunto con la policía y un centenar de agencias de héroes, Katsuki se pasó casi 10 días trabajando codo con codo con un equipo conformado por él y otros héroes de su mismo calibre mientras desmantelaban sin parar sitios clandestinos de reunión y aprehendían villanos que en la mayor parte de los casos se negaban a rendirse sin antes dar una cruenta pelea.
Justo cuando creía haber terminado con todo eso, Katsuki volvió a la agencia para toparse también con la semana más cargada de trabajo de su existencia, haciendo dobles turnos y renunciando a sus días libres porque de pronto su móvil no paraba de sonar pidiendo su apoyo, ya fuera en la oficina y patrullaje.
En otro momento de su vida, Katsuki habría adorado la vida de héroe en su plenitud, pero ahora que tenía un omega y un cachorro en casa en realidad eran más las veces que se sorprendía pensando ‘daría lo que fuera por estar con ellos’ en lugar de ‘me encanta mi trabajo’ como había supuesto para sí mismo a esa edad.
Por fortuna para él, el ritmo desenfrenado bajó a finales de junio, y por sugerencia de Izuku luego de que éste revisara la vigencia de su regalo y descubriera que su reservación abierta podía perderse si no la utilizaban o modificaban antes de 30 días de expendida fue que Katsuki accedió con un mal disimulado suspiro de alivio a pasar por recursos humanos y pedir que se le dieran en retroactivo todos esos días que sus turnos extras habían acumulado para él en el último mes.
En realidad Katsuki tenía por delante una semana libre, pero él escogió sólo tomar el tiempo necesario para visitar el onsen en su tardía luna de miel, y eso porque Izuku cada vez se acercaba más a la fecha de parto y quería estar ahí para él en esos primeros días después del nacimiento del bebé.
Bajo ese acuerdo, él e Izuku hicieron de tripas corazón al dejar a Mahoro al cuidado de Inko, y con un gran esfuerzo de su parte se despidieron una vez que la bebé se acostó a dormir la siesta para hacer así más fácil el momento de la despedida.
—No llores, nerd —dijo Katsuki, aunque en contraste él mismo se limpió los ojos con el dorso del brazo y con su otra mano rodeó su hombro y lo atrajo hacia él—. Es nuestra luna de miel, se supone que debemos disfrutarla.
—¿Pero a solas? —Gimoteó Izuku, y al darse cuenta de lo irreal de su comentario, al menos consiguió esbozar una sombra de sonrisa—. Vale, supongo que es lo que se espera de nosotros...
—Seh, que vuelvas de tu luna de miel tal vez con un bebé, no que vayas ya con uno a cuestas —le chanceó Katsuki al mirar su voluminoso vientre, y aunque eso le hizo acreedor de un doloroso pellizco en el brazo, consideró que bien había valido la pena.
Con esa nueva nota alegre comenzaron sus días de luna de miel.
Katsuki nunca había sentido una devoción particular por los onsen. En gran medida porque le parecían vacaciones de anciano y él todavía estaba en la flor de su vida, muchas gracias. Sin embargo, Izuku podía considerarse otro cantar completamente, pues apenas llegar a su destino y registrarse como los Bakugou (conteniendo al mismo tiempo el aliento por una fracción de segundo pues era la primera vez que esa realización se afianzaba en sus cerebros) no perdió tiempo en inspeccionar su habitación privada y con insistencia exigir que se cambiaran en los yukatas tradicionales que la posada les ofrecía.
—Con tu tamaño necesitarás al menos 2 para cubrirte de manera decente —bromeó Katsuki al ver a Izuku de espaldas desnudarse, y éste torció el gesto.
—¿En... En verdad lo piensas, Kacchan? —Preguntó Izuku con voz apenas audible.
«Mierda, la cagué», pensó Katsuki, pero por fortuna para él cuando se acercó a Izuku para disculparse por su falta de sensibilidad éste le recibió con ojos traviesos.
—Te la creíste —le sacó Izuku la lengua—. Como si no estuviera al tanto de que estoy enorme y deforme.
—Tanto así como... —Murmuró Katsuki, posicionándose detrás de Izuku, y aprovechando que éste sólo se había cruzado el yukata al frente pero no anudado bien, introdujo una de sus manos bajo la tela y palpó el apenas perceptible pecho lleno de leche que sólo esperaba el día del parto para empezar en serio su producción.
Usando su pulgar, Katsuki acarició el pezón de Izuku en círculos hasta asegurarse de que se pusiera duro, y refregando el trasero contra su pelvis Izuku le hizo saber que sus avances eran bien recibidos.
—Te mueres por una probada de mi leche, ¿uh? —Balbuceó Izuku, ladeando el cuello cuando Katsuki se mostró posesivo por el área en la que confluían su cuello y clavícula—. ¿Es eso, Kacchan?
—Apuesta lo que quieras a que sí, nerd —replicó Katsuki, que sin muchas más delicadezas de su parte le abrió la yukata a Izuku y fue directo en pos de su premio al tantear debajo de su vientre en búsqueda de su erección.
Izuku estaba duro, y no habría sido necesario mucho para hacerlo alcanzar el orgasmo ahora que sus hormonas al tope lo tenían sensible en exceso, pero no era eso lo que Katsuki quería, y maniobrándolo hasta el suelo de tatami lo hizo tenderse de espaldas y subir las piernas a sus hombros mientras él se dedicaba a lamerlo y succionarlo entre las piernas hasta el ruido de sus gemidos se volvió tal que Izuku tuvo que cubrirse la boca con las manos para no alertar a nadie en el cuarto contiguo.
—Vamos, nerd —dijo Katsuki contra su piel, trazando después con su lengua una línea desde la base de su miembro hasta la punta y viéndose recompensado con el chorro de semen caliente y salado que le dio de lleno en el paladar.
Con Izuku jadeando igual que si hubiera corrido un maratón, Katsuki se valió del espacio entre sus piernas para posicionarse ahí de rodillas, y mientras con una mano se masturbaba, con la otra recorrió la tirante piel de su vientre, fantaseando con el momento en que Izuku volvería a ser el de antes y el repunte que su vida sexual tendría entonces. Pronto Izuku volvería a tener su celo, y en ese momento se aseguraría de hacerlo suyo como era debido... Katsuki aceleró el ritmo de sus dedos, y el pie de Izuku rozando su costado hizo el resto.
—Ah, Kacchan... —Gimió Izuku, y Katsuki se corrió sobre su vientre, pintando líneas de semen sobre su ombligo y con diversión extendiéndolas en el área circundante con la punta de los dedos.
Luego se recostó a su lado en el tatami, y olvidando las yukatas o que de momento no habían conocido del onsen nada más que sus habitaciones, hundió el rostro en el cabello de Izuku y aspiró hondo su fragancia, que con el embarazo había cambiado y era más reconfortante que de costumbre.
—Ugh, estamos pegajosos.
—Fue tu culpa, nerd.
—¿Mía?
—¿En qué estabas pensando el ofrecerme tu leche? Después de eso no pude pensar en nada más que tenerte.
—Mmm, no puedo decir que me moleste —respondió Izuku, que sonriendo contento, ignoró su estado desaseado y el de Katsuki y se sumió en un agradable sopor.
En consecuencia, Katsuki no tardó en seguirle al mundo de los sueños.
Katsuki e Izuku pasaron unas idílicas primeras 48 horas en la posada visitando las instalaciones, tomando toda clase de baños reconstituyentes, bebiendo bebidas heladas para paliar el calor del agua, saliendo a pasear por los alrededores y comiendo en los pintorescos restaurantes aledaños, así como también durmiendo incontables siestas que empezaban o terminaban con ellos 2 con menos ropa de la que habían comenzado y los muslos y vientres húmedos de semen.
Con ánimo de extender su luna de miel al menos por un día más (y esto demostraría ser una especie de vaticinio mal encaminado), fue en la tarde de su segunda noche en la posada cuando luego de volver del onsen Izuku se quejó de haberse excedido con su tiempo en el agua.
—Me siento abochornado —se quejó abanicándose el rostro con la mano, las mejillas de un violento rojo encendido que lo corroboraba.
—Fue tu culpa. Tú fuiste el que quiso quedarse esos 15 minutos en el agua.
—Ah, es que se sentía tan bien —dijo Izuku con inocencia, y porque su instinto alfa de proveedor así se lo requería, Katsuki se aseguró de dejarlo cómodo en su habitación mientras iba a buscar a la máquina expendedora del pasillo un par de latas de té helado que eran muy del gusto de Izuku.
Durante la cena, Izuku apenas probó bocado, y amodorrado porque esa tarde habían dado un largo paseo alrededor de un parque de ginkos que era la delicia de la región, se quedó dormido con la cabeza en el regazo de Katsuki mientras éste veía la retransmisión de un viejo programa de televisión.
A eso de las 11 Katsuki ya estaba considerando mover a Izuku a su futón y él mismo retirarse a dormir, cuando el omega gimió entre dientes y contrajo el rostro.
—¿Qué pasa, Izuku? —Preguntó Katsuki, apartándole un mechón de cabello de la frente y cerciorándose que no tenía fiebre, pero no daba esa impresión.
—Mi estómago se siente raro, como si... —Pero la respuesta vino en la forma de una ruidosa flatulencia, y con una risita entre dientes Izuku declaró sentirse mejor que antes.
Gas. Simplemente gas. Que no era nada fuera de lo normal cuando se estaba tan cerca de la fecha del parto. A Izuku todavía le faltaban 3 semanas para llegar a término, pero los malestares propios del embarazo habían ido en aumento apenas entrar al tercer trimestre, así que Katsuki al menos respiró más tranquilo (sin mencionar el olor, por supuesto) mientras preparaba todo para retirarse a dormir.
Con Izuku invadiendo su futón y a oscuras, Katsuki fue el primero en sumirse en el sueño, pero también el primero en despertarse cuando en lo que daba ser la impresión de apenas haber transcurrido unos segundos volvió a abrir los ojos de golpe para descubrir que la luna se colaba por un resquicio de sus ventanas y que por lo menos debía de ser madrugada.
Katsuki sentía la vejiga llena, así que supuso que era eso lo que lo había despertado, pero entonces sintió humedad a la altura de la cadera y con mortificación apartó las mantas pensando que se había orinado encima.
Pero nada más lejos de la realidad...
—¡Izuku!
—¿Uhhh? —Se removió éste sobre su futón antes de despertar, y con el cabello en un estado lamentable, Katsuki miró a Izuku con un ojo apenas entreabierto—. ¿Qué pasa, Kacchan?
—¡No me vengas con esas ahora! ¡Haz mojado la cama y-...! Espera...
—No es posible —masculló Izuku, pero al mover las piernas arrugó la nariz.
Katsuki se levantó para encender la luz de la habitación, y encontró a Izuku yaciendo en un charco de lo que primero pensó que era su orina y que después de unos segundos comprendió que era algo mucho más grave.
—Idiota, ¡tu fuente se rompió!
—No me llames así —se hizo Izuku el remolón—. Además, ¿crees que yo no notaría si mi fuente se hubiera roto? Es decir, significaría que estoy de parto y la verdad es que me siento bien.
—Da igual lo que creas. Llamaré a recepción para pedir una ambulancia —dijo Katsuki ignorando la tranquilidad de Izuku para tratar aquel incidente que para nada podía ser normal, y no había puesto la mano siquiera en el teléfono de su habitación cuando Izuku siseó—. ¡¿Qué?!
—No me puedo levantar —dijo Izuku con patetismo—. Mi espalda, me duele...
—Mayor razón para llamar una ambulancia —dictaminó Katsuki, que hizo justamente eso.
Con Izuku en su futón húmedo y las manos entrelazadas sobre su vientre con resignación, Katsuki esperó con angustia lo que le pareció una eternidad y en realidad sólo se trató de 40 minutos hasta que la ambulancia llegó a la posada con las luces encendidas pero sin sonido, y 2 paramédicos entraron a la habitación guiados por el dueño del lugar.
Katsuki esperaba que inmediatamente subieran a Izuku a su camilla y los llevaran al hospital, pero en su lugar primero le realizaron un par de preguntas de rutina al ver que estaba despierto y en apariencia sin ninguna incomodidad salvo la propia de estar recostado en un charco de líquido ya frío.
Su presión salió un poco elevada, y su corazón latía por encima de lo normal, pero Izuku no daba la impresión de tener ningún problema hasta que intentó moverse y una oleada de dolor le golpeó.
—¿Señor Bakugou, de cuántas semanas se encuentra? —Preguntó uno de los paramédicos, y Katsuki se confundió por un segundo hasta comprender que era el nuevo apellido de Izuku y la pregunta no era para él.
Izuku respondió que todavía tenía 3 semanas para llegar a término, y la mirada de reconocimiento que cruzó el rostro de los paramédicos puso a todos en la habitación en alerta.
Accediendo a una rápida inspección, Izuku miró al techo mientras lo revisaban, y sólo el ‘oh’ quedó del paramédico les hizo saber que estaban en problemas.
—El bebé viene en camino —dijo el paramédico con un hilo de voz.
—Obviamente —replicó Katsuki con sequedad—. La fuente se ha roto.
—No, no. Me refiero a que ya viene. Esa dilatación sólo se ve minutos antes del parto y-...
—¡AH! —Gimió de pronto Izuku, y si por un momento Katsuki creyó que los paramédicos exageraban, en un instante cambió de parecer.
El dueño de la posada fue en búsqueda de su esposa y su nuera, ambas omegas y entrenadas en asuntos de parto, y volvieron con toallas y una palangana de agua caliente a tiempo para encontrar a Izuku apoyado en una pila de almohadas, rojo del rostro y llorando, un cambio total de su apariencia apenas 5 minutos atrás, mientras empujaba con todas sus fuerzas y de pronto casi se desmoronaba cuando el segundo paramédico recibió en brazos a un bebé un poco más pequeño de lo normal que anunció su llegada al mundo con un fuerte chillido.
—Es un niño. Omega —dijo el paramédico que lo sostuvo en brazos, y envolviéndolo en una toalla con el logotipo de la posada, se lo entregó a Katsuki.
Admirado de la velocidad en la que se habían dado las cosas, Katsuki contempló a su cachorro y se maravilló de su parecido con Mahoro: Cabello claro (aunque no tanto como el suyo) y una leve sombra de lo que parecían ser sus ojos rojos.
—Kacchan... —Pidió Izuku a su bebé, y Katsuki se arrodilló a su lado para entregárselo.
Con la misma naturalidad que había experimentado al sostener a Mahoro por primera vez en sus brazos, Izuku se acomodó a su nuevo cachorro contra el pecho, y sonrió cuando éste se prendió de su pezón sin problemas y comenzó a mamar.
Todavía tendría que acudir al hospital y pasar junto con su cachorro por una revisión completa para asegurarles a ambos un certificado completo de salud, pero de momento, con Katsuki a su lado contemplándolos embelesado a ambos, Izuku era la persona más feliz del mundo.
/*/*/*/*
Notes:
¿Lo vieron venir? Pobre Katsuki, pero Izuku es un omega capaz de parir con la misma facilidad que suelta gases XD Ok, mal chiste, pero aquí tenemos al segundo bebé~
Graxie por leer~!
p.d. Como siempre, cualquier comentario es siempre bien recibido :)
Chapter 27: 27.- First drawings.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
27.- First drawings.
Para Katsuki igual que para Izuku fue extraño como muy pocas cosas en la vida el llamar a sus padres e informarles que ‘¡sorpresa!, después de todo sí volvimos de la luna de miel con un bebé’ porque la fecha de parto se había adelantado de manera tan contundente que a diferencia de su hermana mayor, su nuevo bebé había decidido que nacer en un hospital era una moda del pasado y lo mejor era anunciar su llegada al mundo en una posada con onsen a unas horas de Musutafu.
Un tanto perturbado por la rapidez con la que había sucedido todo sin que él pudiera intervenir (o ser de gran ayuda), Katsuki escuchó del médico que los atendió en el hospital que a pesar de haber nacido con semanas de antelación, su bebé estaba en perfecto estado de salud y no tenían nada de qué preocuparse.
—Es más pequeño que la media por 2 centímetros, pero es lo que crecerá de aquí a la fecha que tenía programada para nacer —aseveró el médico después de una exhaustiva revisión que finalizó no mucho después de su arribo a las instalaciones del hospital.
Izuku aguardó paciente en su cama, por su parte también tolerando una auscultación en la que ninguno de sus parámetros resultó por encima de la media. Hasta su ligera presión alta durante el parto había vuelto a niveles normales, y al igual que su cachorro recién nacido tenía un certificado de salud inigualable.
—Me diste un jodido susto... —Fue lo primero que Katsuki le dijo a Izuku apenas tuvo oportunidad de hacerlo, cerca de las horas de la madrugada y con los primeros rayos del sol apareciendo por su ventana.
Aquella sería una fecha imposible de olvidar, y vendría acompañada de toda clase de recuerdos, que irían desde la noche en el onsen hasta esas primeras horas del día observando el amanecer a través de las ventanas con su nuevo bebé en brazos.
—Lo siento. Además, no es como si fuera planeado. Simplemente... sucedió.
—Lo sé. No te disculpes. Es sólo que... Mira —le mostró Katsuki sus manos sostenidas en el aire, otrora firmes al rescatar civiles, y ahora temblorosas cuando por fin la adrenalina acumulada de las últimas horas había desaparecido por completo de su sistema—. Tienes que dejar de hacer esto del nacimiento de nuestros hijos un caos total. Primero un asalto, y ahora durante la luna de miel.
—En ese caso tú tienes que dejar de embarazarme, Kacchan —dijo Izuku desde la cama con dramatismo, su nuevo bebé todavía prendido de su pecho y alimentándose con fruición—. De momento, 2 cachorros parece el número perfecto, ¿eh?
—Eso parece...
No era ni de lejos lo que Katsuki había planeado para sí, porque para empezar ni en un millón de años habría creído prudente convertirse en padre durante los 20s de su vida, pero... No lo cambiaría por nada del mundo. Mahoro había sido una bendición que le permitió conectar con Izuku de maneras en las que no se había atrevido siquiera a fantasear mientras mantenían su trato de amigos con derechos, y este segundo bebé era la comprobación de sus deseos más ocultos, pues Katsuki nunca se había sentido más inseguro de su relación con el omega hasta que se enfrentaron a todos esos contratiempos y juntos salieron triunfantes. Vale, que no todo había sido un camino pavimentado de rosas sin espinas, pero cada cachorro había sido un hito crucial para ambos, y la razón por la que se encontraban en ese momento disfrutando de su última mañana de luna de miel en aquel rincón de Japón.
Como hijo único, y Katsuki tenía claro que el mismo caso aplicaba para Izuku porque ya lo habían conversado antes, el ahora ser padres de 2 criaturas era una especie de realización a los sueños que alguna vez habían aspirado a cumplir. Puede que 10 años antes de lo previsto, pero podían trabajar con ello; siempre lo hacían y lo conseguían.
—Uhm, sé que no conversamos antes de esto porque todavía era pronto, pero... ¿Alguna idea de cómo llamaremos al bebé?
—Ah, mierda...
Katsuki nunca había sido bueno con los nombres. A su parecer, bastaba con elegir un par de kanjis y darse por bien servido, pero Izuku le había llamado insensible por siquiera sugerirlo como solución.
Al parecer en su familia era una especie de incapacidad congénita, porque no en balde su nombre estaba compuesto de los 2 kanjis que componían al de sus padres, pero Izuku se había negado en rotundo a hacer lo mismo, así que esa responsabilidad había recaído en Inko Midoriya, quien apenas sostener a su nieta en brazos había dictaminado que tenía cara de Mahoro y así lo habían zanjado.
—Aunque seguro es un nombre, erm, original —dijo Izuku con burla—, dudo que llamar a nuestro bebé Ahmierda sea lo adecuado.
Katsuki resopló. —Ni juegues conmigo, nerd. Sabes bien a lo que me refiero. ¿Es que no has pensado en nombres por tu cuenta?
—Unos cuantos, pero ninguno me parece adecuado, ¿sabes? E igual estaba pensando en...
—¿Llevarlo con tu madre y dejar que ella eligiera?
Izuku levantó el rostro con gesto culpable, y al verlo a los ojos encontró Katsuki en ellos un atisbo de culpa.
—Uhm, sí. ¿Algún problema si...?
—En lo absoluto. Nombró a Mahoro, puede nombrar también a este cachorro.
—Gracias.
—Y a los 5 más que vengan.
—¡Kacchan! —Se escandalizó Izuku, enrojeciendo de golpe—. ¡No bromees con eso!
—Vale, vale...
Porque con su suerte y fertilidad, en verdad mejor no hacerlo.
Notificar a sus padres del nacimiento de su bebé había traído consigo respuestas diametralmente opuestas, pues ahí donde Inko Midoriya se soltó llorando a mares y fue necesaria casi media hora para consolarla, en cambio los Bakugou se mostraron tranquilos y se limitaron a realizar las preguntas pertinentes, como el estado de salud de la madre y el bebé, así como la talla y peso de éste último.
—Es una tontería que vuelvan en tren con un bebé a cuestas —declaró Mitsuki—, así que iremos por ustedes.
—¿Es que estás demente, vieja? —Rezongó Katsuki al teléfono—. ¿Quién se encargará de Mahoro? Tu automóvil sólo tiene 4 plazas y nada de espacio para un asiento de bebé.
—En ese caso rentaremos una camioneta, y ya que tendremos espacio extra, invitaré a Inko.
—¡¿Qué?!
De nada sirvieron las protestas de Katsuki, y fue así como terminaron pasando un día más en aquella ciudad mientras Izuku se recuperaba lo suficiente para salir de cama y esperar a que sus padres pasaran por ellos.
Lo ridículo de toda aquella escena no le pasó por alto a Katsuki, pues sus padres e Inko habían viajado casi 3 horas hacia las montañas para pasar por ellos y su nuevo nieto y así evitarles el viaje en tren. Por descontado que era un detalle de generosidad insuperable, pero al mismo tiempo le crispaba los nervios porque sus hormonas e instinto de alfa le tenían curvando su labio superior para mostrar los dientes y emitir señales de advertencia a cualquiera que se atreviera a acercarse a su omega y sus cachorros sin su autorización previa.
—Para ya con eso —le golpeó Mitsuki en la cabeza a la primera señal de agresividad que Katsuki exhibió en su dirección—. ¿Es que acaso quieres asustar a Mahoro?
Pese a sólo haber estado ausente 4 días, al levantar a Mahoro y sostenerla en brazos Katsuki la encontró mucho más grande y despierta, y aunque sus balbuceos todavía continuaban siendo inteligibles, creyó escuchar en ella las primeras señales de que estaba a punto de formar palabras y comunicarse con ellos de manera comprensible.
—Espera a que veas esto —dijo Masaru al apartarse con Katsuki de Mitsuki e Inko, que tenían rodeado a Izuku y no poseían atención para nada más que él y su cachorro recién nacido.
Intrigado, Katsuki miró el móvil de su padre, y por un segundo no tuvo claro lo que veía. Claro, aquella era la sala de su viejo hogar, y ahí se podía ver a Mahoro jugando en el piso con una pila de cubos y una muñeca, pero no estaba sola.
No, en realidad le acompañaban unas versiones caricaturizadas y de su tamaño de lo que sólo se podía suponer que eran él e Izuku, pues era fácil reconocerlos por su cabello y ropa de héroes. Lo que era más, Mahoro pronto dejó de prestarle atención a sus juguetes y se la dedicó de lleno a aquellas figuras cada vez más nítidas y a las que se sumó una tercera cuando en brazos de ese Izuku apareció un bulto que no podía ser otro más que el bebé que esperaba.
—El primer día con nosotros lloró un poco hasta que descubrió por su cuenta que podía fabricarse compañía con su quirk —le hizo saber Masaru con una sonrisa repleta de orgullo—. Desde entonces convirtió esas figuras en sus compañeros constantes de juego. Tu madre cree que son su versión de dibujos, porque cada vez agregaba más detalles. Todavía es pequeña para maniobrar los lápices de colores o las crayolas, pero es obvio que su quirk le permite ‘dibujar’ en el aire y crear esa especie de imágenes.
Katsuki rió entre dientes. —Menos mal que no eligió las paredes para rayarlas. Eso habría sido más caro de pagar en estropicios.
—La desventaja es que no tienes un trozo de papel para colgar del refrigerador y presumir de su talento.
Porque el viaje de ida había sido largo y el de regreso también, fue idea de Mitsuki el al menos visitar un restaurante de los alrededores y celebrar como familia la adición de un miembro más, así que Katsuki los guió a un sitio que él e Izuku habían visitado antes y se sentaron en la terraza de un segundo piso que tenía buenas vistas de la zona comercial.
Izuku se veía un poco desmejorado con ojeras y movimientos lentos, pero insistió en que se encontraba cada vez mejor, y lo demostró al pedir una ración doble de comida y atacar su plato con desesperación.
Pese a que no era así como había planeado que su luna de miel ocurriera, Katsuki no pudo decir que ese cierre tan único no fuera de su agrado, y rodeado de las personas que más importancia tenían en su vida (no que jamás admitiera eso frente a sus padres en voz alta, en especial con su madre), formuló la única pregunta que en esos momentos importaba.
—Uhm, ¿Inko-san?
La formalidad de su trato alertó a todos en la mesa, y hasta Mahoro dejó en paz los aperitivos que el mesero había traído a su mesa, pero Katsuki no se acobardó.
—Erm... ¿Ya pensó en un nombre para nuestro bebé?
A Inko se le llenaron los ojos de lágrimas, y poco faltó para que rompiera en llanto, pero con la barbilla temblorosa consiguió reponerse, y tras limpiarse el borde de los ojos con una servilleta, asintió.
—Lo supe en mi corazón desde que lo vi. Su nombre es... —A su alrededor, en la mesa se hizo un silencio absoluto hasta por parte de Mahoro—. Katsuma.
—Katsuma —repitió Katsuki, satisfecho con el resultado.
—Katsuma entonces —declaró Izuku que con el bebé en su sillita del automóvil puesta entre 2 sillas y durmiendo, le acarició la carita con el meñique y le sonrió con total devoción—. Katsuma Bakugou.
Y todos quedaron satisfechos.
/*/*/*/*
Notes:
Y menos mal porque el quirk de Mahoro puente pintar imágenes en el aire y no en los muros, ¿eh XD Esto fue fluff a morir, esperen para mañana un capítulo angst pero con buen final.
Graxie por leer~!
p.d. Cualquier comentario es siempre bien recibido :)
Chapter 28: 28.- Beauty day.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
28.- Beauty day.
Por alguna extraña deducción de la que ahora se arrepentía a morir, Katsuki había dado por sentado que si tener un bebé era difícil, entonces tener 2 sólo sería el doble de difícil, pero... Error. En su lugar había comprobado que la magnitud de sus problemas se había elevado a una potencia desconocida en la que a ratos se sentía un poco asfixiado dentro de las 4 paredes de su hogar.
Vale, que Mahoro había llorado, mojado pañales y actuado como la bebé que era durante esos primeros meses de transición en los que como padres primerizos habían cometido él e Izuku incontables errores de los que ahora que tenían experiencia podían reírse, ¿pero con Katsuma? Pf, era como si de pronto hubieran tenido que comenzar desde cero, porque lo que había funcionado con un bebé no lo hacía con el otro, y viceversa.
Ahí donde nada era mejor para Mahoro que mimos en la espalda para hacerla dormir, con Katsuma eso sólo empeoró el volumen de su llanto y la única solución (descubierta por accidente) fue adormecerlo caminando en círculos alrededor de la habitación.
Katsuki habría dado su brazo izquierdo por tener apoyo de sus padres en esa ocasión, pero claro, él e Izuku procedían de familias con hijos únicos, así que nadie entre ellos estaba calificado para explicar cómo 2 cachorros de mismo padre y madre podían ser tan diferentes entre sí desde los hechos que importaban hasta los que no.
Igual que durante el nacimiento de Mahoro, Katsuki se pidió un mes de baja paternal para ayudar a Izuku en casa, y tuvo que reconocer casi con culpa que cuando esas 4 semanas llegaron a su fin encontró más gratificante volver a la oficina con sus pilas de papelería, rondas por las calles del sector más peligroso de Musutafu y lidiar con civiles, que quedarse en casa y escuchar sin parar a sus 2 bebés llorar, cuando no al unísono, uno detrás de otro de tal manera que nunca hubiera silencio.
Si bien Izuku había intentado hacer que las cosas funcionaran en su hogar con la llegada de Katsuma, Mahoro era quien no se los había puesto fácil. Apenas ver al nuevo integrante de su familia en brazos de Izuku había tenido un berrinche monumental en el que lloró y se tiró al piso por los celos de ya no ser la bebé de casa. E Izuku hizo lo posible por no marcar distinciones y dedicarles a ambos el mismo tiempo posible, pero el día sólo tenía 24 horas, y con un recién nacido prendido de su pecho y una cría de menos de 2 años colgando de su pierna, más veces que no daba la impresión de estar a punto de quedarse dormido de pie.
Sin embargo, pasada la marca de los primeros 2 meses en casa, a un ritmo demencialmente lento la rutina volvió poco a poco a lo que solía ser, con Izuku manejando su hogar con mano férrea hasta conseguir un símil de normalidad al que se aferraba como náufrago a su tabla de salvación.
Por supuesto, a costa de su salud, apariencia, y casi sanidad.
—Nerd... Te ves terrible —le hizo saber Katsuki una noche en que por obra divina Mahoro se había ido a la cama sin respingar demasiado y Katsuma hacía lo propio en su habitación.
Los 2 monitores de bebé estaban puestos en medio de la mesa, e Izuku parecía más atento a cualquier vibración suya que a la deliciosa cena italiana de pasta que Katsuki había cocinado para ellos aprovechando que tenía la tarde libre.
—Uh, ¿qué? —Miró Izuku en su dirección, y Katsuki se preguntó cuánto de las profundas ojeras y rostro demacrado que su esposo exhibía eran por causa suya.
—¿Es vómito lo que tienes en la manga? —Inquirió Katsuki buscando encontrar una manera apropiada de abordar el tema, pero el resultado fue el opuesto.
Cubriéndose con la mano sobre un enorme parche de vómito seco, Izuku apretó los labios. —Oh, es que Katsuma tenía el estómago sensible.
—¿Esta mañana? No recuerdo que mencionaras nada.
—Más bien hace 3 días.
—¡¿3 días?!
—Shhh, no grites o despertarás a los cachorros y... —Izuku contrajo el rostro en una mueca—. Por favor.
«Oh, joder, joder, ¡joder!», pensó Katsuki con alarma, comprendiendo que Izuku traía la misma ropa de días atrás.
—Pensé que habías puesto varias cargas de la colada hace un par de días —volvió Katsuki a intentar un diálogo adulto, e Izuku por su cuenta reaccionó de igual manera, casi con culpa.
—Uhm, sí. Una carga para ti y otras para los cachorros, pero... Katsuma quería leche, y Mahoro no paraba de llorar, así que olvidé lavar la mía.
—Mierda, esto no puede seguir así.
Izuku se removió incómodo en su asiento, y el pelo sobre su cabeza, grasoso y sucio, le cayó desarreglado sobre los ojos.
—I-Inte-n-nto hace-cerlo l-lo me-mejor que p-p-puedo, Ka-Kacchan —trastabilló Izuku con las palabras, luchando contra un nudo que se le formó en la garganta y le impidió respirar, y Katsuki decidió que había tenido suficiente.
Lanzando con furia su servilleta sobre su plato, se puso en pie y se dirigió hacia Izuku, que asustado se limpió los ojos sin parar.
—Nerd... Izuku... —Se arrodilló Katsuki a su lado, comprendiendo demasiado tarde que Izuku estaba asustado porque creía que él estaba enojado—. No puedes, no debes cargar con todo esto tú solo.
—Otros omegas lo hacen.
—Genial por ellos, pero apuesto que no son héroes o tienen la misma clase de responsabilidades que tú. Y aunque así fuera, esto está desgastándote y acabando contigo. No es sano.
Izuku se sorbió la nariz.
—Lo que dije antes... En verdad te ves terrible. —Con premura, Katsuki buscó las manos de Izuku, que temblaban sin control—. Si lo digo es porque me preocupo por ti.
—Claro, un omega que no hace lo posible por verse bien para su alfa... —Balbuceó Izuku las razones que él asumía como correctas y que no podían estar más equivocadas a ojos de Katsuki.
Y así se lo hizo saber éste al golpear su frente con la de Izuku y obligarle a salir de cualquier clase de fantasía negativa que su cansado cerebro conjurara para él.
—¿Te escuchas siquiera? —Resopló Katsuki con brusquedad, porque en esos momentos Izuku necesitaba que el alfa impusiera el orden y lo guiara—. Podrías verte el triple de peor que ahora y no me importaría. Mejor dicho, no me importaría tu apariencia, sino tu bienestar. ¿Te has visto siquiera al espejo?
—No... No he tenido tiempo realmente...
—Exacto. Y eso no puede ser sano para nadie, en especial para ti. No tenías esas ojeras por lo menos desde aquel trabajo de infiltrados con la magia china cuando pasaste casi 2 semanas escondido en una de sus bodegas y grabando todos y cada uno de sus crímenes.
—Al menos entonces podía dormir más de 3 horas seguidas —se lamentó Izuku, que de pronto contrajo el rostro en una mueca y rompió a llorar—. Oh, Kacchan...
—Aquí estoy, nerd —le abrazó éste, hundiendo su rostro en su cuello igual como hacía el omega con él, embriagándose en el perfume de sus feromonas que traían consigo un poder casi anestésico. Acariciando con sus manos la espalda de Izuku, así se lo confirmó—. No me iré a ningún lado.
Y lo cumplió, dispuesto a dar todo de sí para conseguirlo.
De buenas a primeras, Izuku no se tomó a bien la intervención que Katsuki decidió para ambos luego de aquella crisis emocional que lo había puesto a llorar por horas como a uno de sus cachorros.
En su opinión, como omega debía estar capacitado por biología a lidiar con las altas y bajas de la maternidad sin importar si se trataba de un bebé o 5, aunque daba gracias porque en su suerte sólo fueran 2... Izuku se negaba a creer que fuera el único omega con esas dificultades propias de quien tiene en casa cachorros en edad infantil, pero se terminó llevando una sorpresa mayúscula cuando después de que Katsuki casi lo arrastrara al consultorio de su doctora ésta le informara que lo que estaba padeciendo no era normal, sino un caso medio de depresión post partum.
—¿Significa eso que estoy... deprimido? —Había repetido Izuku el diagnóstico sin comprender cómo era posible. ¡Él era un héroe, por todos los cielos! Había derrotado a la Liga de los Villanos, se había enfrentado a innumerables pruebas para obtener su licencia, ¿y era el nacimiento de sus bebés lo que terminó por acabar con él y su sanidad?
—Este tipo de depresión es más común de lo que se piensa —le había explicado su doctora—, pero lo importante es que entiendas que no estás solo en esto. Tienes personas que te apoyan a tu alrededor, y que quieren lo mejor para ti y ayudarte a que salgas adelante.
A su lado, Katsuki había tomado la mano de Izuku, y entrelazando sus dedos le había hecho saber que estaba ahí para él. En las buenas y las malas, en la salud y la enfermedad, porque así se lo había hecho saber durante sus votos, y demostrando que confiaba en él porque nadie más en su vida ostentaba ese título al grado en que Katsuki lo conseguía, Izuku había accedido a llevar cambios en su rutina para conseguir salir de aquella etapa tan oscura de su vida.
De ese modo acordaron que tanto Mahoro como Katsuma pasarían la mañana en la estancia infantil mientras Izuku recuperaba el control de su vida y salud mental.
Izuku lloró a mares esa primera mañana que pasó en casa sin sus bebés, y aunque una insidiosa voz en el fondo de su cabeza le taladró diciendo que era la peor madre del mundo por no ser capaz de cuidar a sus cachorros de tiempo completo como cualquier otro omega haría en su lugar, después de un par de horas de llanto consiguió ponerse en pie y limpiar a fondo su cocina por primera vez en semanas, de tal modo que cuando fue hora de pasar por ellos a la estancia infantil el recorrido de un par de calles al aire libre y el saber que había cocinado una comida deliciosa que él y Mahoro podrían disfrutar mientras Katsuma bebía de su leche le hizo saber que estaría bien.
Estarían bien. Como familia.
—No sé si estoy listo para esto...
—Ya lo discutimos.
—Pero...
—Estarán bien.
Izuku resopló, pero no abrió más la boca.
Katsuki tenía razón. Lo habían hablado antes hasta el cansancio, aunque no por ello terminaba de estar convencido de que era lo adecuado. Después de todo, pasar una noche sin sus cachorros en casa mientras los Bakugou se encargaban de ellos no era el fin del mundo, pero... Izuku continuaba resistiéndose. Su instinto de omega y madre le gritaba que dieran media vuelta y no prosiguieran con el plan, pero al final la mano de Katsuki acariciando entre sus tensos hombros le hizo decidirse.
Por fortuna, tanto Mitsuki como Masaru les recibieron de brazos abiertos a ellos y a sus nietos para esa primera noche en la que Izuku y Katsuki tenían planes de darse un tiempo de pareja sin interrupciones por primera vez en al menos desde el nacimiento de Mahoro (exceptuando su luna de miel, que por descontado había sido interrumpida de la manera más abrupta posible), y tras asegurarle a Izuku que llamarían ante la más mínima señal de cambio y que a la inversa recibirían cualquier posible llamada suya sin importar la hora, éste consiguió por fin besar la cabeza de sus cachorros y salir por la puerta dejando un trozo de su corazón detrás, pero también con la firme convicción de que era un paso necesario en el camino a su recuperación.
No en balde su doctora había insistido en que tomara tiempo para sí mismo, que no permitiera que la maternidad se convirtiera en el único eje de su atención o corría el riesgo de sumirse aún más en la depresión que sufría, así que Izuku siguió sus indicaciones tomando su medicamento, repitiéndose que no era un fracaso como madre por estar pasando por eso, y que ni Mahoro ni Katsuma lo resentirían por procurar su salud de la manera más adecuada para su situación.
Pero incluso con todo eso en mente, Izuku lloró todo el camino de vuelta a su hogar, y Katsuki no tuvo el ánimo para presionarlo con el resto de sus planes para el día, que incluían salir a cenar juntos y tener una especie de velada de parejas digna de una película romántica.
—Siento tanto haber arruinado los planes para hoy —le dijo Izuku horas después con los ojos hinchados y aspecto deplorable, pero éste denegó con la cabeza.
—Olvídalo. Guárdate cualquier disculpa que tengas preparada. ¿Y qué si no salimos? Igual podemos pedir comida a domicilio y pasar una tarde agradable tú y yo.
—Oh, es cierto.
—Yo llamaré a los del reparto de ese sitio de sushi que te gusta tanto, y mientras tanto... —Katsuki consultó la hora—. ¿Por qué no llamas a mis viejos y te cerciorar de que los cachorros están bien?
Una sonrisa mínima apareció en labios de Izuku. —¿En serio? ¿No será demasiado sobreprotector de mi parte?
—Y un carajo. Llama, comprueba por ti mismo que están bien, y elige alguna película para ver. Te la has ganado.
Con un suspiro de alivio, eso hizo Izuku.
A la llamada (en la que Mitsuki le hizo saber a Izuku que Katsuma había bebido todas las onzas de leche que había preparado de antemano para él y Mahoro jugaba con un nuevo juguete que su abuelito Masaru había comprado para ella) y la cena (sushi con extra de todos sus ingredientes favoritos), siguió una película en el sofá que ni Katsuki o Izuku tuvieron concentración suficiente para poner atención, así que recostados en extremos opuestos del sillón con las piernas extendidas en el regazo del otro, se recompensaron con mutuos masajes de pies.
—¿Era así como imaginaste que pasarías tus noches de sábado con apenas 22 años? —Preguntó Izuku con toda seriedad, jugando con los dedos de Katsuki mientras éste trabajaba su arco y con los pulgares aliviaba el cansancio acumulado de mucho tiempo atrás.
—Ni de broma.
—¿Y... te disgusta?
—... nah. Ciertamente no imaginaba esto, pero... Te visualizaba a ti, y aquí estás, así que con eso me basta.
—Kacchan...
Con las orejas ardiendo porque aquella era una especie de declaración de amor de su parte que Izuku había interpretado correctamente, Katsuki carraspeó y con fingida indiferencia preguntó:
—¿Todavía tienes aquella mascarilla que la Cara Redonda te regaló para tu cumpleaños?
—¿La de menta para piel cansada?
—Ni idea. Pero olía... ¿Fresca? Tal vez podrías ponerte un poco y... Ponerme un poco a mí —masculló Katsuki—. Leí no sé dónde que un día de spa puede ser beneficioso para la salud mental.
Y por primera vez en un largo tiempo, Izuku sonrió abiertamente. —Iré por ella.
—Ok.
—Y traeré rodajas de pepino.
—¿Qué mierda? ¿Para qué?
—Creo que fue Ashido la que mencionó alguna vez que ayudan con las ojeras y la hinchazón en los párpados.
Katsuki resopló. —Vale, trae unas para mí también, ¡pero las rebanadas más gruesas serán para ti y tus ojos de mapache!
Así, sin planearlo siquiera y en total contraste con lo que podían imaginar siquiera como algo remotamente divertido, disfrutaron su primera noche de soledad con los rostros cubiertos de mascarilla de menta, rodajas de pepino (que terminaron comiendo con buen humor), y muchas caricias sin una traza de sensualidad, sólo el deseo de aliviar la tensión en el cuerpo del otro.
/*/*/*/*
Notes:
Pobre Izuku. En verdad quería hacer un capítulo completamente dedicado a su momento de spa, pero mi cerebro decidió que primero tenía que sufrir y... Lo hizo. Pero estará bien porque tiene a su Kacchan al lado.
Graxie por leer~!
p.d. Los comentarios siempre son bien recibidos :)
Chapter 29: 29.- Halloween.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
29.- Halloween.
Katsuki nunca había albergado dudas de que pertenecer a la Clase A de U.A. era pertenecer también al grupo más metomentodo, determinado y también paciente con el que jamás podría toparse en la vida. También que todos ellos eran demasiado considerados para su propio bien y quizá otro en su lugar apreciaría esa dedicación que le tenían a la hora de tolerar su explosivo temperamento, tendencia a maldecir hasta por la menor incomodidad e incapacidad para tolerarlos en grandes grupos o altas dosis, pero no Katsuki. O al menos no Katsuki abiertamente y reconociendo que en verdad pertenecía a un grupo de amigos que tenían su espalda y la de Izuku, y con los que podía ser él mismo sin restricciones por cautela a represalias.
Dicho más simple, Katsuki podía negar todo lo que quisiera que los idiotas de U.A. con los que había convivido 3 años hombro con hombro en las aulas de clase y los dormitorios eran sus amigos, pero... Lo eran. Y con esa confianza era que estos lo habían contactado al mismo tiempo que a Izuku para pactar con ellos la próxima fiesta que se celebraría en grupo a modo de reunión y a la que de momento habían confirmado su asistencia 17 de 20 personas.
—Mmm, me pregunto quién faltará además de nosotros —comentó Izuku al recibir la invitación para asistir a una fiesta de Halloween organizada por Yaoyorozu, Tokoyami y Ashido, y que había abierto con excitación porque era la primera vez que recibía correo personal en el que se le reconocía como Izuku Bakugou con todas las de la ley.
—No sé ni me importa —gruñó Katsuki de vuelta—. No pienso ir.
—¿Pero por qué no?
—No pienso desperdiciar mi día libre en eso.
—¿Qué, comida y bebida gratis además de salir de casa para algo más que trabajar y compras? —Ironizó Izuku, pero Katsuki no dio su brazo a torcer.
—Apuesto a que pretender que vayamos disfrazados.
—¿Y, cuál es el problema?
—Me niego.
—Kacchan...
—He dicho que me niego y es lo último que diré al respecto.
Pero claro, Izuku podía incluso ser más terco de lo que era Katsuki, y días después volvió a la carga en un momento de paz en su hogar en el que los cachorros ya estaban dormidos y ellos 2 holgazaneaban frente al televisor sintonizado en un ridículo dorama de comedia.
—Tenías razón —dijo Izuku, rompiendo el silencio mientras trazaba figuras en la palma de Katsuki con su dedo índice.
—¿Uh?
—Es una fiesta de disfraces, ¡pero!, y antes de que te exaltes...
Katsuki apretó la mandíbula, y con su mano libre bajó el volumen del televisor hasta lo mínimo.
—No son disfraces comunes. O mejor dicho, Yaoyorozu pensó en hacer esto más divertido así que...
Izuku le explicó a Katsuki en qué consistía la idea de Yaoyorozu (que dicho sea de paso ella iba a proveer en materiales según las especificaciones de cada persona gracias a su quirk) y éste torció cada vez más el gesto hasta tener una expresión de asco supremo grabada en sus facciones.
—¡Joder, no!
—¿Por qué no? —Volvió Izuku a la carga—. Será divertido.
—Ya, para todos menos para mí.
—¿Y la opinión de la mayoría no cuenta?
—Eso no suena a democracia, más bien a dictadura para hacérmelo pasar mal —gruñó éste—. Además, ¿quién me asegura que no seré yo quien tenga el peor disfraz?
—Exageras.
—Soy realista. Cuando Ashido está de por medio cosas terribles pueden ocurrir.
—En ese caso prometo... No, juro solemnemente —dijo Izuku, girándose hacia Katsuki y levantando su mano derecha como si estuviera a punto de prestar verdadero juramento de honor ante los más altos mandos— que si el disfraz que te toca llevar no te gusta, lo intercambiaré contigo.
Katsuki resopló, y a punto estuvo de negarse, pero le bastó una mirada a los ojos brillantes de Izuku para darse cuenta que tenía todas las batallas perdidas y también la guerra con ese asunto.
—Vale, joder... Pero más vale que no tenga yo razón.
Y no la tuvo, pero Katsuki no pudo afirmar en ningún momento que el resultado final fuera de su agrado.
Tras enviar un mensaje de confirmación a su asistencia de la fiesta y corroborar que junto con ellos ya eran los 20 alumnos de la clase A los que se reunirían trayendo consigo a sus respectivos acompañantes si era el caso (que igual no sumaría mucho en invitados extras porque la suya había sido una clase bastante incestuosa a la hora de emparejarse entre sí), Katsuki aguardó a que el momento de la verdad llegara y apretó los dientes a la espera del veredicto final.
Porque claro, no se les había ocurrido a los organizadores de esa reunión en pleno sábado de Halloween nada mejor que sugerir que fuera una fiesta de disfraces a la usanza estadounidense, pero que para darle un toque más divertido los 20 alumnos de la clase A intercambiaran entre sí sus disfraces de héroe, pelucas incluidas y tratando de asemejarse lo mejor posible al héroe en cuestión que imitaban. Los disfraces corrían por cortesía de Yaoyorozu, así como también cualquier otro extra que decidieran pedirle para ganar el concurso, y Katsuki no sabía si atribuir tanta generosidad a su buena voluntad o a un deseo sádico de hacerlos sufrir.
No, de hacerlo sufrir a él y sólo a él.
Por correo también fue que recibieron sendos sobres indicando de cuáles héroes de su clase les correspondía ir disfrazados, y Katsuki contuvo la respiración mientras rasgaba el papel y leía su contenido. Estaba 99% seguro de que Ashido se había encargado del sorteo, y que había reservado para él un traje de héroe vergonzoso como alguno de las chicas, o quizá el de Aoyama...
—¿Qué te tocó? —Preguntó Izuku al mirar por encima de su hombro, y hasta él mismo reconoció que Katsuki no tenía mucho de qué preocuparse—. Red Riot. Qué bien, ¿no? Quizá sientas un poco de frío con el torso desnudo, pero no es la gran cosa.
Katsuki entrecerró los ojos. —Esto parece demasiado bueno para ser real... No me fío del todo.
—Pecas de desconfiado —dijo Izuku, mientras rompía su propio sobre, examinaba su contenido, y su rostro palidecía hasta quedar como el papel.
—¿Qué, te ha tocado el disfraz de Yaoyorozu? —Le chanceó Katsuki, imaginando cómo le sentaría llevar el trasero tan descubierto por el leotardo rojo de su amiga, e Izuku denegó con la cabeza, en su lugar entregándole el trozo de papel.
—Oh, joder... —Masculló éste, pues había pasado por alto (y precisamente haciendo honor a su quirk) que el peor disfraz de todos era el de Stealth Hero: Invisible Girl.
—¿Tendré que ir... desnudo? —Izuku apretó los labios—. No sé si me sienta lo suficientemente cómodo para eso.
—¡Y una mierda! Nadie más que yo verá desnudo a mi esposo —declaró Katsuki, todavía con la vaga esperanza de conseguir para éste una solución que le salvara.
Y la encontró, pero no como él habría deseado...
Por cortesía de Yaoyorozu, Izuku recibió de regalo disfraces para Mahoro y Katsuma que asemejaban al de Katsuki y al suyo pero en versión miniatura, así como también la invitación a llevarlos a la fiesta si así le apetecía.
—Será genial tenerlos ahí con los padres, los compañeros de la clase que vayan vestidos de Deku y Ground Zero, así como ellos mismos disfrazados —celebró Yaoyorozu la ocurrencia, y tras preguntar en el grupo de la clase si no había ningún inconveniente y recibir banderas verde a cambio, Izuku accedió.
La noche de Halloween Izuku con ayuda de Katsuki vistió a los cachorros con sus recién estrenados disfraces, y no perdió oportunidad de publicar su fotografía en Instagram.
[Mahoro (como Ground Zero con su antifaz y una sonrisa amplia) y Katsuma (como Deku con la capucha puesta y ocultándole en parte los ojos) atentos a la cámara y demostrando sin lugar a dudas el legado de sus genes que los proclaman como hijos del famoso Wonder Duo.
DekuBakugou *Un corazón naranja* *Un corazón verde*]
—Espero que no pienses hacer lo mismo con nuestros disfraces —gruñó Katsuki, cuando al presentarse en la sala con una gabardina hasta el piso expresó con su apostura lo mucho que no quería abandonar su hogar ni asistir a la fiesta.
—Sabes que todavía podemos decir que uno de los cachorros se enfermó y-...
—¿Y qué, perder el concurso? ¡Ni hablar!
Por su cuenta vestía Izuku el traje de Red Riot que Katsuki había intercambiado con él, y éste a su vez se escondía bajo una prenda de manga larga que le llegaba hasta los tobillos y sólo revelaba sus pies calzados en unas anodinas botas.
Izuku no discutió con Katsuki su decisión, pero una vez subieron al taxi que los llevaría al lugar de la fiesta (una sala de hotel que Yaoyorozu había rentado por privacidad a sus personas públicas) y se colocaron cada quien un crío sobre el regazo, musitó una única palabra.
—Gracias.
—¿De qué hablas?
—Por salvarme de vestir ese disfraz...
Katsuki resopló. —Da igual, nerd. Yo te cubro por hoy... Pero me la debes en grande.
Katsuki e Izuku arribaron entre los últimos a la sala donde se celebraba la fiesta, y de manera casi unánime pasaron a segundo término cuando Mahoro y Katsuma atraparon la atención de todos con sus pequeños y detallados disfraces de Ground Zero y Deku.
—Oh, ¡tenemos que tomarnos juntos una fotografía! —Declaró Ochako, retirándose de los brazos las granadas que componían su elaborado disfraz de Ground Zero y sujetando a Mahoro contra su pecho mientras le hacía carantoñas.
La persona vestida de Deku no fue otro más que Tokoyami, que aceptó paciente cuando Katsuma sujetó su pico y le dio un tirón con brusquedad.
En esas duplas posaron para varias fotografías, y sólo entonces alguien (Kaminari) reparó en que Katsuki continuaba vestido con su gabardina hasta el piso.
—¿Tienes frío, Bakugou?
—Eso quisieras, Pikachu —gruñó éste de vuelta antes de aspirar hondo, y con un mismo movimiento rápido que se asemejaba al de retirarse una tira de cera de la entrepierna (cuanto antes terminara mejor sería), Katsuki se quitó la gabardina dejándola caer al piso y mostrando su disfraz en toda gloria.
Que para cuestiones prácticas consistía en botas, guantes y... Nada más.
—¡Bakuwow! —Exclamó Ashido al contemplar a su amigo tan desnudo como el día en que había nacido.
Jirou gritó, y algunas otras de las chicas desviaron la mirada con las mejillas teñidas de profundo carmesí. Iida también se unió a ese grupo, tratando por todos los medios de buscar algo con qué cubrirlo, pero sin éxito cuando Katsuki lo apartó de un manotazo.
—Veo que fuiste por todo, eh —le chanceó Hanta.
—Muy masculino de tu parte, colega —elogió Kirishima.
Izuku puso los ojos en blanco. —En realidad yo debía ir disfrazado de Hagakure, pero... Katsuki insistió.
—Vale, vale, has demostrado tu punto —dijo Todoroki casi con expresión aburrida que para nada iba a juego con su disfraz de Creati que se abría venturoso al frente muchos más dedos debajo de su ombligo de los que eran prudentes por decencia.
—Uhm, quizá prefieras usar esto —fabricó Yaoyorozu un leotardo color piel que le entregó a Katsuki y que éste aceptó magnánimo para el resto de la fiesta.
Al final Mahoro y Katsuma quedaron agotados tras un par de horas en la fiesta y los padres de Katsuki pasaron por ellos para quedárselos por la noche, y la celebración continuó en el mejor ambiente posible hasta que cerca de medianoche Ashido pidió la atención de todos e hizo un recuento de la votación al mejor disfraz.
—El tercer lugar es para Todoroki con su fabuloso look de Creati —dijo la chica, y Todoroki subió al improvisado escenario para recibir una miniatura de él en bronce con ese disfraz por cortesía de Yaoyorozu.
—Más vale que me den el primer puesto —gruñó Katsuki para sí luego de pasar toda la noche con frío y ligeramente preocupado de que fuera eso lo que Hagakure tolerara en condiciones normales.
—El segundo lugar es para Katsuki con su disfraz de Stealth Hero...
—¡¿Qué?!
—¡Perdiste puntos por hacernos ver tus bolas, Bakugou! —Gritó Kaminari desde el público, y a regañadientes subió Katsuki a recibir un premio similar al de Todoroki pero en mayor tamaño.
—Y la indiscutible ganadora del primer puesto... ¡Hagakure!
En contraste a su disfraz habitual, Hagakure apareció totalmente visible en el escenario al portar el traje de héroe de Ingenium, al que le había dado su propio toque al retirarse el casco y traerlo en el brazo con marcas de sangre porque no sólo era Ingenium, el héroe veloz, sino el cadáver de Ingenium, y su toque macabro fue el que le dio los puntos necesarios para ser la indiscutible ganadora.
—Bah, lo que sea —expresó Katsuki su desencanto por haber perdido cuando más tarde se dejó abrazar desde atrás por Izuku y éste se paró de puntas para apoyar su mentón en su hombro y consolarlo.
—Da igual lo que diga el resto, para mí fuiste el mejor chico visible del mundo.
—¿No será invisible?
—Tus bolas no fueron nada invisibles, Kacchan... Creo incluso que Ochako necesitará terapia para olvidar eso y-...
—¡Ya verás, jodido nerd! —Refunfuñó Katsuki dándose media vuelta, y rodeando a Izuku con sus brazos y alzándolo unos centímetros del piso, lo besó de lleno en los labios.
Y sin planearlo, esa fotografía de ellos 2 disfrazados como Stealth Hero y Red Riot que Ashido tomó en secreto y compartió a sabiendas de la publicidad positiva que generaría se convirtió en emblemática de su amor.
/*/*/*/*
Notes:
Repitan conmigo: Bakuwow XD Por alguna razón creí que el peor disfraz sería el de la chica invisible, o al menos lo sería para quienes tuvieran que ver a Katsuki desnudo y en toda su gloria. Ciertamente no para Izuku, pero el resto de la clase A no lo apreció igual.
Graxie por leer~!
p.d. Cualquier comentario es siempre bien recibido :)
Chapter 30: 30.- Christmas.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
30.- Christmas.
Katsuma estaba ya de 5 meses y a punto de cumplir los 6 cuando diciembre llegó cargado de frío y con temperaturas gélidas para esas latitudes de Japón, además de una primera nevada antes de Año Nuevo que derivó en Izuku y sus cachorros saliendo al jardín trasero a inspeccionar el manto blanco que apenas se levantaba unos cuantos centímetros sobre la tierra y que causó sensación en la región por lo inesperado de su presencia.
—¿No es demasiado helado? —Preguntó Katsuki al regresar a casa y sorprenderlos en plena labor de exploración. Para él, pasar tiempo al exterior y con frío era impensable, una simple misión suicida. No con un quirk que dependía de su capacidad de generar calor y que lo hacía vulnerable como un recién nacido a las bajas temperaturas.
—Estamos bien abrigados —respondió Izuku, vestido de pies a cabeza con prendas térmicas, además de gorro y bufanda.
Los críos llevaban ropas similares, y aunque en el caso de Mahoro ella curioseaba por su cuenta la nieve que pendía de las hojas de un arbusto, Katsuma tampoco demostraba su oposición de estar ahí desde los brazos de Izuku.
—Estaba pensando... —Dijo Izuku, y Katsuki se aguantó un fuerte estremecimiento que le indicaba que volviera al interior de su casa donde al menos las temperaturas no eran bajo 0ºC—. No lo había sugerido el año anterior porque Mahoro todavía estaba muy pequeña y con mi embarazo no tenía la sensación de encontrarme muy festivo, pero...
—Dilo de una vez, nerd, antes de que mis bolas se congelen —gruñó Katsuki, metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón y dando brinquitos en búsqueda del calor perdido—. Escúpelo y volvamos adentro.
—Quisiera celebrar Navidad —dijo Izuku con rapidez, y tras dedicarle a Katsuki una mirada insegura, se explicó mejor—. No como hacen las parejas en una cita y todo eso, sino en... Familia. All Might alguna vez me contó de las fiestas de Navidad a las que asistió mientras se encontraba en Estados Unidos y... quiero eso.
—¿Te refieres al gordo barrigón y regalos bajo un árbol? —Una pausa—. ¿No era todo eso un comercial de coca-cola?
Izuku resopló, y desde sus brazos, Katsuma le imitó. —Sí y no. Es decir, podemos omitir a Santa Claus, pero colocar unas cuantas decoraciones y escuchar villancicos no suena tan mal, ¿o sí? Falalalalá y todo eso.
Katsuki encogió un hombro con lentitud. —Supongo que no. ¿Y seríamos nosotros o...?
—Pensé en invitar a nuestros padres a cenar, intercambiar regalos y... ¿Colocar medias sobre la chimenea?
—No tenemos chimenea, nerd.
—Entonces improvisaremos. Incluso puedes hornear algunas planchas de galletas y yo prepararé un ponche de frutas.
Katsuki chasqueó la lengua. Claro, ahora él también estaba incluido, le gustara o no, pero entonces Izuku cerró el trato para él de la manera más inocente posible.
—Imagina a Mahoro y Katsuma con ropa de los duendes de Santa Claus, o quizá de reno y duende, o-...
—Vale —le interrumpió Katsuki con fingida molestia—. Lo haremos, ¡pero! —se apresuró a poner su única condición al respecto—, tú serás el encargado de vigilar que mi vieja no se embriague con sidra y monte un numerito.
—Hecho.
Con un interés que Katsuki raras veces había visto en Izuku salvo que se tratara de héroes o de sus cachorros, éste se lanzó de lleno a la tarea de decorar su hogar tal como dictaba la tradición navideña. En una tienda especializada compró muérdago, y se hizo de una única maceta con una flor de nochebuena que hasta él tuvo que admitir que con su vibrante color rojo le daba un toque único a la mesa del comedor.
A su manera, porque como japoneses no podían más que emular una tradición occidental que a ratos no terminaban de comprender del todo, Izuku montó un árbol navideño que compró por Amazon creyendo que medía 90 centímetros y que resultó ser el doble de tamaño, así que tuvo que conseguir el doble de luces, oropel y esferas para decorarlo.
El asunto de los regalos fue todavía más interesante. En opinión de Katsuki, sus cachorros eran todavía demasiado pequeños como para apreciar una caja decorada con papel brilloso y un listón que llevaba escrito su nombre, pero se equivocó y por mucho cuando no sólo Izuku colocó obsequios ahí, sino que poco a poco fueron llegando otros de parte de su familia y amigos, que notificados de su intención por celebrar una Navidad a la tradicional usanza, cooperaron a su manera.
—Oh, Kirishima y Ashido enviaron un regalo para Mahoro y otro para Katsuma, pero también un tercero para nosotros —comentó Izuku antes de colocar los obsequios bajo el árbol.
—¿Y de qué se trata?
—No lo sé.
—¿No lo sabes?
—Bueno, lo sabré en Navidad cuando lo abramos juntos —declaró Izuku, y Katsuki puso los ojos en blanco.
—Pf, no es como si se fueran a enterar de que los abrimos antes...
—¡Pero eso es hacer trampa, Kacchan!
—Nadie tiene por qué enterarse.
—Pero yo lo sabré, y eso arruinará Navidad.
—Vale, vale...
De ese modo ‘arruinar Navidad’ se convirtió en el grito de guerra preferido de Izuku para esas fechas previas al 25, en los que decoró, horneó y se esforzó al máximo para convertir su hogar en una perfecta réplica de lo que se podía ver en revistas para la ocasión.
Hasta Katsuki tuvo que reconocer que el aroma a canela, clavo y nuez moscada que emanaba de su cocina en forma de galletas con forma de bastones, cabezas de reno y árboles de pino, así como también del ponche, era muy de su agrado. Y lo que era más, cuando Izuku le mostró las ropas que había comprado para los cachorros un calor que nació en su pecho como una flor en primavera le hizo curvar las esquinas de sus labios.
—¿Te gusta? —Preguntó Izuku con la mirada atenta a sus reacciones.
—¿Tomarás fotografías para Instagram? —Inquirió Katsuki a cambio, e Izuku suspiró.
—Si no quieres, no lo haré. Navidad será para nuestra familia y-...
—Yo no dije eso, nerd —le abrazó Katsuki al vuelo, y besando sus labios repetidas veces le hizo saber su verdadero sentir sin palabras.
Por fortuna para él, Izuku recibió el mensaje alto y claro.
Un tanto confundido porque al parecer la verdadera tradición de Navidad no comenzaba el 25 sino el 24 con Nochebuena, Izuku citó a su madre y a los Bakugou en su hogar ese día para cenar, y los 3 llegaron juntos con más regalos todavía de los que ya habían enviado para decorar su árbol, pidiendo ver a sus nietos que a su vez se lanzaron a su encuentro con alegría.
Katsuma se dejó mimar por Inko, en tanto que Mahoro parloteó con Mitsuki y Masaru ya no en un lenguaje incompresible de bebé, sino emulando palabras y sonidos que a ratos y con mucha atención Izuku y Katsuki conseguían descifrar.
—Oh, la casa huele increíble —comentó Mitsuki—. ¿Qué es?
—Deben ser las galletas —dijo Izuku con las mejillas pintadas de rubor tras varias horas de pasar en la cocina preparando la cena de esa noche: Un tradicional pavo con todos sus acompañantes tal como marcaba una receta que su amiga Melissa Shield había sido tan amable de proporcionarle cuando le contó de sus planes.
—Huele a especias —insistió Mitsuki.
—Es el ponche, vieja —gruñó Katsuki, bajando las escaleras vestido con el abrigo rojo y gorro a juego que Izuku había comprado para él. Con el disfraz venían también una peluca y barba blanca que éste se había negado a utilizar, y que para bien Izuku no insistió en que utilizara.
Él por su cuenta vestía de verde con una chaqueta similar y un gorro más corto que asemejaba al de un duende, e Inko pidió que posaran juntos para una fotografía igual que hacían cuando eran pequeños durante los festivales del kindergarten y la primaria.
—Siempre por encima de ti, ¿eh, nerd? —Le chanceó Katsuki cuando hombro con hombro continuó ganándole a Izuku por unos cuantos centímetros, pero a diferencias de sus yo del pasado, Izuku reaccionó con una sonrisa, y Katsuki no sintió ninguna necesidad de tener una victoria sobre él.
La primera hora de la fiesta transcurrió con música navideña como ruido de fondo mientras Inko ayudaba a Izuku en la cocina a decorar unas galletas con glaseado, Mitsuki bailaba con Katsuma en brazos, y Mahoro le narraba un relato comprensible sólo para ella a su abuelito Masaru en el sofá.
En apariencia, una escena digna de estampa familiar que Katsuki observó por unos minutos con intenciones de grabarla en su memoria antes de él también incorporarse al entrar a la cocina y del refrigerador sacar la botella de vino que tenía enfriando ahí dentro.
—¿Qué diantres es eso? —Se asomó Katsuki por encima del hombro de Izuku, y éste trató de clavarle el codo en el costado para apartarlo y ocultar el dibujo que hacía—. ¿Se supone que eso es un reno?
—¡Es Santa Claus, Kacchan!
—Mmm, tal vez los cuernos estaban de más.
—¡Es su sombrero!
Katsuki rió para sí. —Vale, no dejes tu trabajo como héroe porque como artista te morirías de hambre.
Descorchando el vino y sirviendo copas para todos los presentes (menos Izuku porque Katsuma todavía tomaba su leche, y tampoco para él porque era solidario), Katsuki volvió a colocarse detrás de Izuku y le abrazó con fuerza, hundiendo por unos instantes el rostro en la base de su nuca.
—¿Qué, vienes a burlarte de vuelta de mis habilidades artísticas?
—Nah —respondió Katsuki, cerrando los ojos y aspirando más hondo.
Izuku olía como nunca a especias, que combinadas con su habitual aroma a hierbabuena, pusieron a Katsuki en un estado interesante.
—¿Estás ronroneando? —Preguntó Izuku en voz baja, y cuando Katsuki refregó su incipiente erección contra su trasero, un escalofrío lo recorrió—. Espera... ¿Estás duro?
—Hueles... —Articuló Katsuki, la lengua pastosa—. Mmm, casi como si...
Pero no podía ser... ¿O sí? Katsuma todavía tenía un par de días para cumplir los 6 meses, y era igual de peculiar que su primer celo después del parto se adelantara de la misma manera que se había retrasado al nacer Mahoro.
Con insistencia, Katsuki volvió a olfatear la nuca de Izuku, y ahí detrás de todas las especias con las que Izuku había trabajado los últimos días, se encontraba su esencia particular que aumentaba a niveles alarmantes y lo ponía a él en aprietos. Porque incluso si faltaban casi 2 semanas para su propio celo, Katsuki reconoció las señales que indicaban inminencia para ambos.
—Mierda —musitó Izuku al soltar la manga con glaseado sobre la mesa, y mirando por encima de su hombro su mirada coincidió con la de Katsuki en un gesto de reconocimiento.
Les gustara o no, estuvieran preparados o no, estaban a punto de sincronizarse para tener su celo y debían apresurarse si es que querían minimizar los daños.
—¡Mamá!
—¡Vieja! —Gritaron al unísono, y su tono de alarma puso en revolución a todos los ahí presentes.
—Sabía que había algo de raro en el aroma de la casa, pero no conseguía descifrarlo —comentó Mitsuki cuando no más de 15 minutos después ella e Inko volvieron de la farmacia.
En el ínterin, Izuku había hecho maletas para Mahoro y Katsuma, y con un esfuerzo cada vez mayor de su parte había mantenido a raya a Katsuki, quien de pronto no tenía más ojos que para él.
Por cortesía, Inko se tapó la nariz para no aspirar demasiado aquella cocción de feromonas alfa y omega que su hijo y esposo exudaban entre sí y que lo permeaba todo en la casa cada vez a un ritmo más desenfrenado.
—¡Llévense el pavo! ¡Y el puré! ¡Y las-...! —Fue lo último que alcanzó Izuku a gritar mientras Katsuki se lo echaba encima del hombro, y subiendo de 2 en 2 los peldaños hacia la planta alta, se dispuso a hacer lo que cualquier alfa en celo haría con su omega en celo.
—Sólo espero que la protección no vuelva a fallar —murmuró Masaru para sí antes de terminar con los preparativos de su partida, y cerrando la puerta detrás de él, su esposa e Inko mientras se llevaban a los cachorros por unos cuantos días, dejaron a Katsuki e Izuku a buen resguardo.
Ninguno había hecho planes como para que algo así ocurriera. No después de que el primer celo de Izuku llegara con retraso después del nacimiento de Mahoro, así que asumiendo una repetición no habían estado preparados para esa eventualidad.
Para bien que con un último atisbo de cordura habían pedido a sus madres que pasaran a la farmacia por una inyección anticonceptiva, e Izuku ahora tenía una pequeña marca sobre su glúteo derecho que Katsuki no cesaba de besar y recorrer con su lengua como si su instinto le indicara que era una afrenta que de algún modo tenía que resarcir.
Perdiéndose en el placer de su unión, Izuku recibió a Katsuki en su abrazo mientras éste se hacía espacio en su interior, y cuando el momento del orgasmo llegó ninguno tuvo un instante de hesitación al ofrecer su cuello y permitirle al otro morder.
Abotonados en una unión que trascendía tiempo y espacio pues para uno no existía nada sino el otro, Katsuki movió sus labios todavía prendidos de la nueva mordida que Izuku ostentaba en su cuello y murmuró una palabra:
—Omega... —Y luego para mayor confirmación—. Mi omega.
En respuesta, Izuku recorrió con su lengua las marcas de dientes que ahora decoraban el cuello de Katsuki, y en idéntico sentido de posesión, le correspondió en su totalidad.
—Mi alfa...
El lazo que los unía y que tantos quebraderos de cabeza les había dado estaba consolidado al fin.
/*/*/*/*
Notes:
Navidad y por fin Katsuki hizo lo que tenía que hacer para convertir a Izuku en un omega decente. ¡Aleluya!
Graxie por leer~!
p.d. Cualquier comentario es siempre bien recibido :)
Chapter 31: 31.- New family members.
Notes:
Y no hay más cachorros, sino gatitos :) ¿Se asustaron junto con Katsuki o ya suponían que otro bebé era demasiado?
Por cierto que vean bien, este fic todavía no aparece como completo. Falta un extra que subiré apenas sea 01 de noviembre y les daré una noticia al respecto, así que esperen un poco más para llegar al final de esta historia.
Graxie por leer~!
p.d. Cualquier comentario es siempre bien recibido~!
Chapter Text
31.- New family members.
Katsuki e Izuku emergieron de su habitación el día 28, con aspecto agotado pero satisfecho, la piel cubierta de arañones, marcas de dientes y de uñas, así como chupetones diversos. Y también, en su nuca, las señales de una mordida ya en proceso de cicatrización que los proclamaba juntos como alfa y omega.
Como el primero en salir de aquel estado autoinducido de hormonas, Katsuki había despertado después de mediodía todavía dentro de Izuku, y con satisfacción había admirado el trabajo que su dentadura había dejado en la piel de éste, recorriendo las protuberancias ya en sanación que lo marcaban como suyo tanto como lo hacía la marca idéntica que llevaba él en el mismo sitio.
Izuku no había tardado demasiado en despertar, y con mucha más impaciencia que Katsuki había buscado su móvil (olvidado en el bolsillo de sus pantalones) y puesto a cargar unos minutos mientras pasaba a la ducha buscando adecentarse un poco antes de contactar a sus padres y cerciorarse de que Mahoro y Katsuma estaban bien.
—Ah, no puedo creer que arruinamos la Navidad —se lamentó Izuku cuando volvió a su recámara en toalla y buscando un cambio de ropa en su armario.
—Tanto así que arruinarla...
—Ni siquiera pudimos abrir los regalos —murmuró Izuku con la vista fija en un punto—. Los cachorros deben estar decepcionados.
—¡Patrañas, nerd! A Mahoro y Katsuma no podría importarles menos. Ni siquiera saben sus propios cumpleaños, mucho menos que fue Navidad. Para ellos podemos celebrarles mañana mismo y ni siquiera notarían la diferencia.
Su comentario pareció atraer la atención de Izuku, que se terminó de pasar una camiseta de manga larga por la cabeza y le miró con las cejas en lo alto de su frente.
—¿Lo dices en serio?
—¿Qué?
—Que la Navidad no ha quedado arruinada y podemos intentarlo de vuelta sin tener que esperar hasta el próximo año.
—Pf, supongo. ¿Quieres volver a cocinar desde cero otro pavo? —Una pausa—. Te ayudaría, pero creo que mis viejos y tu madre ya estarán hartos de las sobras que les dimos.
—¿Entonces...?
—¿Por qué no invitas a tus amigos? Y, uhm, supongo que a los míos, y celebramos otro tipo de Navidad.
Excitado por la idea, Izuku saltó a la cama y casi aplastó a Katsuki al caer sobre su regazo y rodar en el colchón.
—¿Podemos, Kacchan?
—Somos adultos y ésta nuestra casa —replicó éste con una sonrisa maliciosa—, podemos y lo haremos.
—Genial.
Cuando más tarde Katsuki e Izuku pasaron a recoger a los cachorros a la casa de los Bakugou y se encontraron a Inko de visita, nadie mencionó el parche estéril que él y el omega llevaban cubriendo sus mordidas todavía sensibles en la nuca. No al menos hasta que Mitsuki lo hizo plantándole a su hijo un fuerte golpe en la espalda con la palma de su mano abierta y felicitándolo por ‘haber sacado la cabeza del culo de una maldita vez’, según sus palabras textuales para expresar cuánta felicidad le daba tener a Izuku dentro de su familia de una vez por todas.
Katsuki rezongó algo sobre las líneas de ‘no meterse en sus asuntos’, pero Mitsuki no era del tipo de las que se amedrentaban fácilmente, y como alfas los 2 se enfrascaron en una discusión que a ojos de terceros podría ser un tanto sanguinaria, pero entre quienes los conocían quedaba claro que era así como se demostraban su afecto y no tenían nada de qué preocuparse.
—Me alegro por ti —dijo Inko mucho más sosegada al abrazar a Izuku y susurrarle al oído lo orgullosa y contenta que estaba por él al haber encontrado la felicidad.
Quedándose a tomar una taza de té antes de volver a casa, Izuku les habló a sus padres de los planes que tenían él y Katsuki de celebrar una segunda Navidad para compensar la primera y que llevarían a cabo la próxima semana, pero por desgracia los Bakugou tenían planeadas unas vacaciones en Okinawa, en tanto que Inko le habló de tener ya planes previos con su propio gusto de amistades.
—¿Pero enviarán fotografías al menos, verdad? —Preguntó Masaru, e Izuku prometió que así sería.
De esa manera, con un crío en cada brazo y la firme convicción de que estaban empezando una nueva etapa todavía desconocida en sus vidas, Izuku y Katsuki emprendieron de vuelta el regreso a casa.
La fiesta para celebrar Navidad 2.0 quedó pactada justo 10 días después de la fecha original, con un par de retrasos y reacomodos para asegurarse de que todos los invitados pudieran estar presentes.
Del lado de Izuku, asistían Uraraka, Iida, Todoroki y Asui, mientras que del de Katsuki eran Kirishima, Asido, Kaminari y Hanta.
Su casa, que para nada era pequeña, se vio de pronto repleta de gente que traían consigo más regalos para colocar debajo del árbol, y Katsuki tuvo un instante de arrepentimiento cuando Ashido y Uraraka se posesionaron de su equipo de música y pusieron villancicos para alegrar el ambiente.
—Después de este año, si vuelvo a escuchar una vez más La canción del reno Rodolfo juro que-...
—Yada, yada, Bakugou —pasó Ashido a su lado y le golpeó la borla con cascabel del sombrero de Santa Claus que Izuku le había hecho vestir otra vez.
Porque volver a cocinar un pavo con todos sus acompañantes desde cero era impráctico, Izuku se había conformado con hacer de esa segunda celebración un evento más informal, así que había mandado pedir de un restaurante cercano una charola con variedades de sushi que desentonaba con toda esa atmósfera navideña, pero al menos se había tomado en serio el hornear una nueva tanda de galletas y preparar ponche con piquete que sus invitados bebían con gusto.
Hasta Katsuki tenía que reconocer que ese ponche con trozos de fruta y una pizca de alcohol era bastante agradable al paladar, y deseoso de hacer memorable la noche se acercó a Kirishima y con una mirada le indicó que le sirviera un poco de la botella de vino que habían descorchado para hacerlo más fuerte.
Después de la cena llegó el momento de intercambiar regalos, que por acuerdo eran simples detalles con un valor menor a los 300 yenes y se sortearían durante la entrega. Katsuki recibió unas gafas de sol, en tanto que Izuku una bufanda, y los demás tuvieron obsequios similares.
Para los cachorros el asunto de los regalos fue diferente al sentarse frente al árbol y comenzar a rasgar el papel. En el caso de Mahoro, Uraraka se la acomodó entre las piernas para ayudarla, y de Katsuma se encargó Kirishima, utilizando su dedo índice endurecido para cortar cinta y listones.
Como era de esperarse, los cachorros recibieron una considerable pila de regalos, e Izuku tomó nota de su procedencia para agradecer como era debido.
—Woah, ¿es un abrigo de genuina piel de conejo? —Se asombró Uraraka al inspeccionar una de las prendas que alguien había regalado a Mahoro, e Izuku tuvo que admitir que su club de fans lo había enviado semanas atrás.
—Es algo extravagante, pero no veo inconveniente en que lo utilice —explicó con tranquilidad, y luego mostró el regalo que Katsuma había recibido también del mismo club, y que consistía en un centro de juegos para bebés de 6 a 9 meses y que en reseñas por internet se vendía por una cantidad considerable de dinero.
Katsuki estaba al tanto del boom publicitario en el que se habían convertido sus cachorros, y aunque seguido pensaba que era una molestia ver su privacidad afectada por unas cuantas manzanas podridas, en general podía sentirse tranquilo porque los fans guardaban su distancia con Izuku y los críos cuando los veían en las calles, y en los foros se pactaba entre ellos el no interferir con su vida diaria o publicar cualquier pizca de información que pudiera afectarlos.
Poco antes de las 10, Katsuma se quedó dormido en brazos de Kirishima, y Mahoro hizo lo mismo sobre el regazo de Todoroki (prendada a su lado izquierdo y más cálido), por lo que junto con Izuku subieron a la planta alta para ponerlos a dormir en sus cunas.
Sin los cachorros cerca, Katsuki no tuvo inconveniente en sacar los licores fuertes, y pronto todos se reunieron frente al kotatsu para contar historias y reírse sin parar de las aventuras que como héroes interinos habían vivido recientemente.
Del grupo, sólo Izuku pasó del alcohol y se preparó un té, pero incluso achispado y pasándosela bien como pocas veces en la vida a Katsuki no le pasó por alto el penetrante aroma a jengibre que emanaba de su taza y que le trajo reminiscencias agridulces.
¿Podía ser? Pero no. Habían sido cuidadosos, no como la última vez con Katsuma. Aunque sí la anterior a esa con Mahoro...
Katsuki quiso girarse hacia Izuku y preguntárselo directamente, pero éste charlaba con Asui y Katsuki no tuvo energías para confrontarlo.
En la mañana, sí, cuando estuvieran sólo ellos dos lo haría...
Excepto que no lo hizo.
Sus invitados se quedaron hasta tarde, y ya que todos habían pedido la mañana libre por la eventualidad de que la fiesta se extendiera, se quedaron hasta que volvió a salir el sol y se reanudó el servicio de trenes.
Uraraka y Kaminari fueron los últimos en marcharse, cargando consigo una resaca de campeonato, y también el consejo maternal de Izuku para que bebieran muchos líquidos y tomaran una aspirina antes de siquiera pretender que eran humanos.
—Lo juro —dijo Uraraka con el rostro teñido de una tonalidad verdosa—. Es la última vez que bebo así. Esto es peor que cuando utilizo mi quirk en mí...
—Intenta ir sentada en el tren y todo irá mejor —le aconsejó Izuku antes de despedirse de ella, y al volver al interior de la casa miró extrañado a Katsuki, que a su vez no había olvidado el aroma a jengibre de la noche anterior y le contemplaba con intensidad—. ¿Qué?
Katsuki frunció el ceño, la pregunta en la punta de su lengua. ¿Estás embarazado, nerd? ¿Sí o no?, pero que no consiguió articular.
—Nada —masculló en sustitución, y encogiéndose de hombros y atribuyendo su estado extraño y taciturno, Izuku se dirigió a la cocina para empezar a limpiar los restos de la fiesta.
No sin antes prepararse un té, que de vuelta fue de jengibre y puso a Katsuki en alerta máxima.
Vale, Mahoro había sido una bendición y Katsuki daría su vida por ella incluso si las circunstancias de su concepción no habían sido idóneas. Y ok, Katsuma tampoco había sido planeado y su llegada ocasionó un buen número de problemas de los que por fortuna habían salido airosos así que se podía contar como ganancia. ¿Pero un tercer bebé? Kamisama, Buda y todos los dioses menores los asistieran, porque Katsuki no se imaginaba cómo conseguirían compaginar eso y sus vidas de héroes al mismo tiempo.
Con un bebé ya había sido complicado, y un segundo lo había hecho todavía más difícil luego de que Izuku tuviera que poner de su parte para sobrellevar un acceso de depresión post partum que había sufrido, así que Katsuki no quería imaginar siquiera lo que un tercer bebé supondría para su precaria rutina.
¿Qué diría la agencia? ¿Y los medios? Sin olvidar a su familia y amigos, que dudaba aceptaran con total algarabía un tercer fallo de concepción.
Porque era casi gracioso (salvo por la parte en que para nada lo era) el haber vuelto a tener un fallo con los anticonceptivos a pesar de las precauciones que habían tenido para evitar un tercer embarazo. Embrutecido por su celo y el celo de Izuku alimentándose mutuamente en sincronía, el alfa de Katsuki había hecho hasta lo indecible por asegurarse el milagro de crear nueva vida, y aunque ahora que tenía la cabeza fría y podía pensar sin esa cortina de feromonas recubriéndolo todo que aquello era una locura, no por eso terminaba de que lo uno sobre lo otro fuera mejor o peor.
Katsuki había tenido que aceptar con Izuku que las cosas eran como eran, y que tenía que enfrentarlas de frente porque la cobardía no traía consigo los mejores resultados, así que con esa convicción en mente (y dispuesto a afrontar los contratiempos que se cruzaran por su camino si ese tercer bebé era una realidad), se pasó los siguientes días a la caza de señales que negaran o confirmaran sus suposiciones.
Por la mayor parte, Izuku no dio muestras de nada salvo por el constante flujo de té de jengibre que de pronto se había vuelto su favorito, pero las alarmas de Katsuki saltaron por encima de las nubes cuando apenas una semana después volvió de la agencia media hora antes de lo planeado y escuchó a Izuku desde la cocina tener por altavoz una conversación con Uraraka.
—... te digo que Kacchan no puede enterarse. Me mataría.
—Exageras.
—Oh, créeme que no. Un nuevo miembro en nuestra familia es lo último que necesita ahora.
«Oh, mierda...», pensó Katsuki con el corazón latiéndole en las sienes, «entonces era verdad...»
—Espera, ¿qué no mencionaste que eran 2?
«Espera... ¡¿2 bebés?!», suplió el cerebro de Katsuki antes de entrar en cortocircuito, y poco le faltó a éste para perder el conocimiento y derrumbarse como árbol en el bosque y alertando de su presencia a Izuku, todavía ajeno a que estaba a un par de metros de distancia en el vestíbulo.
—Mmm, la verdad es que pueden ser 3, pero no estoy seguro todavía...
Katsuki no lo pudo resistir más, y con el rostro pálido, avanzó dando traspiés hasta aparecer en el dintel de la cocina, y con sonidos que asemejaban palabras le hizo saber a Izuku que estaba ahí.
—I-I-Izuk-ku —enunció antes de carraspear, y éste casi saltó de su piel al descubrir que estaba ahí.
—¿Deku?
—Tengo que colgar, Ochako —dijo Izuku antes de finalizar la llamada, y con gesto culpable mirar a Katsuki desde abajo—. Así que... ¿Lo escuchaste?
¿Para qué mentir? Katsuki asintió, e Izuku suspiró con exageración.
—Bien, supongo que si debes enterarte no es como si planeara conservarlos, ¿ok?
—¿Qué carajos...? —Siseó Katsuki por lo bajo, pero Izuku no dio muestras de culpabilidad.
—Nunca mencionaste nada de que quisieras tener una boca más que alimentar, no se diga 2 ó 3 más, así que consideré la adopción, pero todo pasó de repente y con Mahoro resfriada y Katsuma en la dentición apenas he tenido tiempo estos días para hacer algo en concreto, así que-...
—¡Con un demonio, Izuku! ¡¿Adopción?! —Katsuki hizo estallar las palmas de sus manos—. ¡¿Es que planeas dar en adopción a nuestros cachorros?!
Confundido, Izuku primero abrió grandes los ojos, y después de unos segundos consiguió parpadear, y despacio, arquear una ceja.
—¿Cachorros? ¿De qué cachorros hablas? Deben de tener por lo menos unas 8 semanas.
—¡Imposible! Nuestro celo fue hace apenas 3 semanas. ¿De qué diantres hablas?
—No —se cruzó Izuku de brazos—, ¿de qué hablas tú?
—¡Que estás embarazado de mellizos o trillizos, no lo sé, y al parecer quieres dar a nuestros cachorros en adopción!
—No estoy embarazado —dijo Izuku, y antes de que Katsuki volviera a abrir la boca, aclaró—: Cuando hablaba con Ochako me refería a la camada de gatos que descubrí bajo la casa.
—¿Gatos?
—Exacto —dijo Izuku poniendo los ojos en blanco—. Alguna mamá gata debió tener a sus crías ahí y ahora que están mayores para tomar de su leche los dejó por su cuenta. He visto 2 gatos y maullar a un tercero cuando me acerco a dejarles leche y alimento, pero no quería meterlos a la casa sin primero consultarlo contigo. Sé que nunca hemos hablado de la posibilidad de tener mascotas, pero... —Izuku se atrevió a esbozar una diminuta sonrisa—. ¿En verdad pensaste que estaba embarazado?
—Sí.
—¿Y eso te molestó?
—... no.
—Puedes ser honesto, Kacchan.
—No, nerd. Pero luego de todo ese té de jengibre que has bebido últimamente pensé que... —Katsuki suspiró—. Que sería hora de comenzar a pintar otra habitación más en tonos pastel.
Izuku avanzó hacia él, y pegando sus cuerpos le echó los brazos alrededor del cuello y lo besó. —Siento informártelo pero no estoy embarazado. He bebido té de jengibre porque sí y ya está.
—¿Seguro?
—Por completo.
—Mmm.
—Suenas demasiado tranquilo para alguien que hace apenas unos segundos no estaba disgustado por volver a ser padre.
—No te confundas —dijo Katsuki, refregando su nariz en el cuello de Izuku, justo bajo su lóbulo—. Un bebé tuyo jamás sería malas noticias para mí...
—¿Pero? Intuyo un ‘pero’ ahí.
Katsuki lo estrechó con fuerza con los brazos ciñendo su cintura. —Por ahora contentémonos con 2 cachorros y un gato.
—¿Sólo uno?
—Lo que sea, trae a los 2 que encontraste.
—¿Y si hay un tercero?
—Nerd...
—Ok, ya entendí.
Y uniendo sus labios en una serie de besos en los que quedó patente el alivio de haber ampliado su familia de la manera menos caótica posible, Katsuki e Izuku fueron felices.
/*/*/*/*
Chapter 32: 32.- EXTRA: Plus Ultra.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
32.- EXTRA: Plus Ultra.
Izuku había vuelto a casa sobre las horas más quietas de la madrugada, en ropa de civil pero con un par de vendajes en los brazos, ‘sólo por si acaso’, según las indicaciones del médico que lo había atendido cuando luego de un operativo sorpresa para capturar a un par de delincuentes menores que utilizaban quirks de confusión para asaltar ancianitas se convirtió en caos a lo largo y ancho de una avenida principal en Musutafu cuando los villanos en cuestión tomaron rehenes y fue necesario pedir refuerzos especializados en esa área.
Siendo uno de los primeros en estar en la escena del crimen, a Izuku se le fueron las horas cumpliendo con su trabajo como héroe, e incluso después de terminar y pasar al hospital para atender sus heridas menores, no tuvo ánimo más que de pasar a la oficina y finalizar con el papeleo para así poder marcharse de una vez a casa para disfrutar las siguientes 72 libres que por derecho le correspondían.
Después de todo, era su cumpleaños, y lo único que Izuku quería era pasarlo con su familia.
Al entrar a su casa, Izuku procuró hacer el menor ruido posible para no alertar a su familia. Mahoro y Katsuma, ya de 10 y 9, estaban de vacaciones y su presencia constante en casa era apreciable en los estantes y superficies de su hogar. Aunque no en desorden.
Nervioso cuando llegaron a la edad de cuidar de sí mismos, Izuku siempre se había mostrado cauteloso de la insistencia de Mahoro para no contratar ninguna niñera para ellos y por su cuenta encargarse ella de Katsuma. Con una infinidad de reglas, Izuku había pasado esos primeros meses buscando cualquier pretexto para llamar a casa y cerciorarse de que sus cachorros estaban bien, y con asombrosa seguridad para alguien de su edad, Mahoro le hizo saber en cada ocasión que tenía la situación controlada y en orden.
Hoy en día podía Izuku salir de casa sin una nube de preocupación sobre su cabeza porque sus cachorros ya no eran tales, sino 2 niños en primaria que se vestían, cuidaban, alimentaban, acudían a la escuela, hacían las compras, cumplían con su parte de la limpieza y terminaban sus tareas mucho antes de que él o Katsuki volvieron a casa después de la agencia. Lo cual en gran medida era genial pues le quitaba de los hombros un peso de encima, aunque a ratos Izuku extrañaba esos años en que Mahoro y Katsuma todavía eran lo suficientemente pequeños para pedir sentarse en su regazo y recibir mimos.
—Imaginé que volverías a esta hora —dijo una voz que provenía desde la iluminada cocina, e Izuku se sacó los zapatos antes de caminar con cojera hacia ahí, donde encontró a Katsuki sentado frente a la mesa y bebiendo un té—. Saliste en las noticias. ¿Les diste su merecido a esos villanos?
—Sí, pero no me la pusieron fácil —resopló Izuku al jalar una silla y sentarse con desgana—. Hoy fue cansado.
—No lo digas como si lo creyeras. Apuesto a que te divirtió lanzarlos contra ese muro.
—Oh, ¿eso también salió en el noticiero?
—No, pero Kaminari estaba cerca y me mandó un video.
—¿Ah sí? Es una pena que no lo viera. Después de que se llevaron a los villanos y llegó el equipo de mantenimiento no me quedé mucho más.
—¿Cenaste algo? —Preguntó Katsuki, y frente a la negativa de Izuku, se puso en pie y se dirigió al refrigerador—. ¿Qué tan herido vienes?
—No es gran cosa —desestimó Izuku sus cortes y laceraciones—. En el hospital me revisaron y no es nada que no sane en un par de días con reposo.
—Intenta convencer a Katsuma de eso...
Y es que en un giro que no habían esperado y que en realidad comenzó con Mahoro al tener la niña un quirk que nada se asemejaba al de nadie en su familia, Katsuma tenía la habilidad para activar las células del cuerpo y acelerar la recuperación.
Izuku lo había descubierto por casualidad cuando Katsuma todavía era un bebé al cortarse mientras le preparaba la merienda, y con intuición su bebé había proyectado sobre él su poder de sanación, consiguiendo que Izuku tuviera en tiempo récord apenas la marca de que alguna vez hubiera sangrado de ahí.
Desde entonces Katsuma no perdía oportunidad de recibir a Izuku en la puerta, y si notaba en él cualquier señal de daño, lo abrazaba y utilizaba su quirk sobre él hasta estar seguro de que nada malo le ocurría.
—Ten —le entregó Katsuki a Izuku unas rodajas de manzana que éste comió con desgana.
—Gracias.
—Nerd, te ves terrible...
—Gracias, supongo...
—No, idiota —gruñó Katsuki con frustración—. Tienes que irte a la cama ya. Los críos tienen planeada para ti una sorpresa y no puedes dejar que te vean así.
—Mmm, ¿se decidieron por el desayuno en la cama o llevarme a comer fuera? —Preguntó Izuku, pues ya estaba más que enterado de los planes ‘sorpresa’ que sus hijos tenían para su cumpleaños.
—Lo primero. —Katsuki consultó el reloj de pared—. Si quieres dormir al menos un par de horas es buen momento para que te vayas a la cama y descanses mientras puedas.
—Ok —respondió Izuku antes de meterse el último trozo de manzana a la boca, y con la ayuda de Katsuki para no colocar demasiado peso sobre su pie lastimado, Izuku pasó al baño a lavarse los dientes y vaciar la vejiga antes de caer de cara en el colchón y perderse del mundo.
Vagamente fue consciente de cómo Katsuki le ayudó a desvestirse y lo cubrió con una sábana antes de unírsele posesivo con un brazo por la cintura, pero Izuku no consiguió agradecerle antes de quedar noqueado y ausente de lo que le rodeaba.
—Shhh.
—¡No lo dejes caer!
—¡No lo hago!
—¡Sí, dame acá!
—Pero Mahoro...
—¡Katsuma!
—Carajo, sin pelear —se impuso la voz de Katsuki con un siseo, y aunque por la ventana entraba la luz de un nuevo día y era más que evidente que era momento de despertar, Izuku sólo se encogió más debajo de las mantas.
El cuerpo le dolía, y a juzgar por la sensación adormecida de su lado izquierdo, el golpe que ahí había recibido se dejaba mostrar.
—Con cuidad —dijo Katsuki, y a los pies de la cama un peso desconocido hizo presión.
Izuku se ahogó un suspiro. Su cumpleaños número 30 estaba por comenzar.
—A la cuenta de 3...
—1...
—2...
—¡Feliz cumpleaños!
Rodando despacio sobre su espalda, Izuku recibió de lleno a Katsuma y Mahoro saltando sobre su cama a pesar de las advertencias de Katsuki para no hacer un desastre con la charola que contenía su desayuno, y sonriendo los recibió en brazos mientras lo llenaban de besos y se refregaban contra él buscando intercambiar esencias.
Mahoro ya estaba en esa edad en que sus hormonas no tardarían en entrar en acción y provocar que su instinto alfa buscara competir contra el de Katsuki como éste había hecho alguna vez con Mitsuki, así que sus movimientos eran más posesivos que los de Katsuma, buscando marcar a Izuku y no a la inversa como suyo. Su pequeño omega era diferente; Katsuma movió su cabeza trazando 8s e intercambiando aromas, y así habría seguido de no ser porque Katsuki impuso orden con un recordatorio.
—El desayuno se va a enfriar si no paran con eso.
Cuidadoso de un golpe que había recibido sobre las costillas, Izuku se incorporó despacio en la cama, y Katsuma le miró con preocupación.
—¿Estás lastimado, ma?
—Un poquito —admitió Izuku—, pero estaré bien.
—Pa no nos dejó ver la pelea de ayer, pero estoy segura que le diste a esos villanos una paliza, ¿verdad? —Buscó Mahoro confirmación de sus actividades heroicas, en tanto que Katsuma tomó su mano, y sin preguntar siquiera si era algo que Izuku quería, activó su quirk y empezó su proceso de sanación.
—Pa hizo bien en no dejarlos ver eso —confirmó Izuku las acciones de Katsuki, pues ambos coincidían con que a veces esas transmisiones en vivo podían mostrar información sensible que preocuparía innecesariamente a sus cachorros—, y respecto a lo otro, esos villanos obtuvieron sólo lo que merecían.
—Una paliza entonces —confirmó Katsuma para sí, buscando el mayor contacto posible con Izuku para ampliar el área de exposición de su quirk.
Al final Izuku terminó comiendo con una mano, y para cuando terminó con el contenido de su plato, se sentía mejor que nunca.
—Un trato es un trato —les recordó Katsuki a sus cachorros que él les había ayudado a montar la sorpresa, pero que a cambio estos iban a lavar los platos y limpiar la cocina.
Con Mahoro presidiendo el paso con la bandeja en manos, Katsuma fue con ella, y Katsuki le limpió a Izuku una mancha de miel que éste tenía en la esquina de los labios por comer waffles.
—Así que 30, ¿eh, nerd? —Le chanceó Katsuki al recordarle su edad.
Izuku puso los ojos en blanco. —Lo dice el que ya los cumplió hace unos meses.
—Pero no los aparento —declaró Katsuki con orgullo, pues había heredado los buenos genes de Mitsuki (que a su vez se veía casi 3 décadas más joven de lo que era, siendo confundida más veces que no como la madre y no la abuela de sus cachorros cuando los llevaba al parque) y no escatimaba en presumirlo.
—Yo tampoco, pero a veces los siento en los huesos —dijo Izuku, flexionando los músculos de sus brazos y corroborando que Katsuma había hecho un excelente trabajo al sanar sus heridas.
—Mmm...
—¿Qué?
—Nada —declaró Katsuki con una pequeña sonrisa en labios antes de desdecirse—. Vale... Que nunca creí que llegaríamos por fin a esta edad.
—¿No creíste que viviríamos hasta los 30? Pf, qué mal concepto tenías de nosotros y nuestra tasa de supervivencia, Kacchan.
—No eso, nerd. Me refiero a... A que fantaseaba con tu cumpleaños número 30 porque me parecía la edad ideal para ponerle alto a nuestro acuerdo de amigos con derechos y lanzarnos en serio a una relación.
Izuku le miró con expresión burlona. —¿Hasta los 30, en serio? ¿Pensabas que me vería mejor entonces o...?
—Más vale tarde que nunca.
—Menos mal por nuestros 2 felices accidentes... O al parecer seguiría esperando a que te decidieras a hacerme tuyo.
—Pf —desdeñó Katsuki la noción—. Siempre fuiste mío, nerd.
—¿Ah sí?
—Por lo menos desde el primer día en el jardín de infancia —declaró éste con intensidad, viéndolo a los ojos.
—¿Me estás tomando el pelo?
—No. Porque eres mío, mío, sólo mío...
Izuku no se movió cuando Katsuki lo empujó sobre la cama, y posesivo besó la vieja marca que éste tenía sobre su cuello. La señal de sus dientes era tenue y requeriría de un retoque en su próximo celo, pero de momento podía esperar, porque incluso sin ella Izuku siempre se había sabido de Katsuki.
—Tuyo, tuyo, sólo tuyo... —Recalcó en idéntica entonación, exponiendo más su cuello para darle oportunidad a su alfa de recorrer el área con sus besos.
En el gran esquema de la vida, daba lo mismo si la sucesión linear esperada para ellos (carrera, matrimonio, un hogar e hijos) se había conformado en desorden, porque al final del día seguían siendo ellos dos, Katsuki e Izuku, que con 2 cachorros y 3 gatos (que ya mayores tenían predilección por un cojín grande puesto al sol en su porche trasero) componían la estampa de familia feliz que sus amigos apenas ahora estaban intentando formar por su cuenta.
Y que con un espíritu competitivo al que nadie se equiparaba, Katsuki presumía de haber comenzado primero y ganar, sin tomar en cuenta que no existía ni una formula ni una versión única para conseguirlo
—¡Maaa!
—¡Paaa! —Gritaron sus cachorros llamándolos desde la cocina, y a ambos les requirió de gran fuerza de voluntad separarse; para Izuku aflojar la pierna que tenía enroscada alrededor de la cadera de Katsuki, y a éste retirar la mano con la que recorría su costado.
—Seguro quieren que veas esa monstruosidad de regalo que hicieron en clase de artes —le chanceó Katsuki, e Izuku activó One For All y les dio vuelta, quedando él arriba de Katsuki.
—No digas eso. Seguro que, erm... Fue con su mejor intención.
—Tú sólo espera, pero tranquilo, compré obsequios y también te los darán.
—Eres terrible.
—Soy el mejor, nerd —le sonrió Katsuki con amplitud, y volvieron a besarse hasta que Katsuma y luego Mahoro volvieron por ellos y con insistencia pidieron continuar con las celebraciones de cumpleaños.
Con un crío a cada lado tirando de sus manos y Katsuki detrás de él haciendo promesas en voz de susurro de lo bien que la pasaría cuando al final del día fuera su turno de entregarle su regalo, Izuku concluyó que era feliz y que a pesar de los altibajos había valido la pena. Cumplir 30 no tenía nada de terrorífico porque estaba rodeado de quienes le amaban tanto como él a ellos.
En silencio y sólo por un segundo, Izuku movió los labios en un silencioso ‘gracias’ por las bendiciones que tenía y le acompañaban a diario en la forma de su alfa y cachorros, y esbozando una sincera sonrisa se dispuso a disfrutar su cumpleaños como merecía.
/*/*/*/*
Notes:
En otro fic mío me pidieron alguna vez un epílogo para saber qué más había pasado con la feliz familia, pero por desgracia si ya terminé un proyecto después no vuelvo a tocarlo nunca jamás de vuelta. No quería que pasara lo mismo con el ABOctober así que me decidí a darles un epílogo en el futuro y corroborarles lo que seguro ya saben: Que Katsuki e Izuku se AMAN y también a sus cachorros (y mascotas) como nada más en el mundo.
Y en otras noticias más alegres (al menos para mí) un factor que influyó en esa decisión es que hoy 01 de noviembre es mi cumpleaños (ajá) y quería actualizar porque los kudos & comentarios que reciba hoy serán para mí el mejor regalo posible. Qué plan tan genial el mío de empezar el ABOctober un mes antes y tenerlo listo para este día, ¿no?
En todo caso, me he divertido a montones escribiendo este fic y experimentando con un género (el omegaverse asustaba mucho) del que apenas había escrito y que ahora me inspira para más. Si les ha gustado esta historia una décima parte de lo que a mí escribiendo, por favor no duden en hacérmelo saber. Si leen estas líneas hoy es que han llegado al final conmigo, y leer +70k de texto no es poca hazaña. Así que ya saben, cualquier comentario, duda, queja y/o sugerencia es siempre bien recibida sin importar lo corto o largo del texto, se aprecia por igual.
Graxie por leer hasta el final, besucos~!
p.d. Tengo varios fics bkdk escritos que comenzaré a actualizar en la semana, así que si les gustó éste, no olviden suscribirse/estar atentas para leerlos :)

Pages Navigation
Frani~chan (Guest) on Chapter 1 Fri 02 Oct 2020 05:15AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Sat 03 Oct 2020 05:14AM UTC
Comment Actions
Frani~chan (Guest) on Chapter 1 Sat 03 Oct 2020 06:57AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Sun 04 Oct 2020 05:50AM UTC
Comment Actions
The_Bookworm on Chapter 1 Sun 25 Oct 2020 02:49PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Mon 26 Oct 2020 01:27AM UTC
Comment Actions
The_Bookworm on Chapter 1 Mon 26 Oct 2020 01:33AM UTC
Comment Actions
a (Guest) on Chapter 1 Tue 19 Jan 2021 05:17AM UTC
Comment Actions
herratica (Guest) on Chapter 1 Fri 22 Jan 2021 02:54PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Sat 23 Jan 2021 06:44AM UTC
Comment Actions
Mais1fujoshi (Guest) on Chapter 1 Wed 27 Jan 2021 10:56AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Thu 28 Jan 2021 12:11AM UTC
Comment Actions
kana12 (Guest) on Chapter 1 Fri 15 Dec 2023 04:09AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Fri 15 Dec 2023 04:16AM UTC
Comment Actions
izukusthiccthighs (Guest) on Chapter 1 Tue 07 May 2024 05:51PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Wed 08 May 2024 06:13AM UTC
Comment Actions
Izzy (Guest) on Chapter 1 Thu 24 Apr 2025 05:21PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 1 Sun 27 Apr 2025 06:27AM UTC
Comment Actions
Frani~chan (Guest) on Chapter 2 Sat 03 Oct 2020 07:04AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Sun 04 Oct 2020 05:51AM UTC
Comment Actions
Frani~chan (Guest) on Chapter 2 Sat 03 Oct 2020 07:07AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Sun 04 Oct 2020 05:52AM UTC
Comment Actions
blissful_nightmare on Chapter 2 Sun 25 Oct 2020 08:49PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Mon 26 Oct 2020 01:29AM UTC
Comment Actions
herratica (Guest) on Chapter 2 Fri 22 Jan 2021 02:55PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Sat 23 Jan 2021 06:45AM UTC
Comment Actions
Anita20 on Chapter 2 Mon 19 Jul 2021 04:16AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Wed 21 Jul 2021 04:03PM UTC
Comment Actions
IndecisiveBear on Chapter 2 Sun 09 Oct 2022 04:12AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Mon 10 Oct 2022 06:57AM UTC
Comment Actions
IndecisiveBear on Chapter 2 Tue 11 Oct 2022 12:41PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Fri 14 Oct 2022 06:57PM UTC
Comment Actions
IndecisiveBear on Chapter 2 Fri 14 Oct 2022 08:21PM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Sun 16 Oct 2022 04:16AM UTC
Comment Actions
IndecisiveBear on Chapter 2 Sun 16 Oct 2022 05:59AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Mon 17 Oct 2022 05:53AM UTC
Comment Actions
IndecisiveBear on Chapter 2 Mon 17 Oct 2022 11:00PM UTC
Comment Actions
Master weasel (Guest) on Chapter 2 Fri 15 Dec 2023 04:08AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Fri 15 Dec 2023 04:17AM UTC
Comment Actions
kana12 (Guest) on Chapter 2 Fri 15 Dec 2023 04:09AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 2 Fri 15 Dec 2023 04:15AM UTC
Comment Actions
Frani~chan (Guest) on Chapter 3 Tue 06 Oct 2020 10:13AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 3 Wed 07 Oct 2020 03:55PM UTC
Comment Actions
Master weasel (Guest) on Chapter 3 Fri 15 Dec 2023 04:08AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 3 Fri 15 Dec 2023 04:16AM UTC
Comment Actions
kana12 (Guest) on Chapter 3 Fri 15 Dec 2023 04:12AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 3 Fri 15 Dec 2023 04:13AM UTC
Comment Actions
Frani~chan (Guest) on Chapter 4 Tue 06 Oct 2020 10:22AM UTC
Comment Actions
Marbius on Chapter 4 Wed 07 Oct 2020 03:54PM UTC
Comment Actions
Pages Navigation